Escuela Dominical Abraham Ceballos

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¿De qué se trata la Escuela Dominical? Palabras de reflexión Por Abraham Ceballos Después de servir como Director de Escuela Dominical durante cuatro años en mi iglesia local, pude ver personas venir, niños creciendo en el evangelio, adultos descubriendo la vida cristiana, maestros aprendiendo mientras enseñan, nuevos predicadores que sin ir al seminario están dispuestos a compartir lo que saben y muchas cosas más que me llenan de agradecimiento a Dios. Asimismo, he enfrentado problemas para lograr objetivos, para coordinar a los maestros, para conseguir aportes de personas externas a la iglesia local y para gestionar recursos; sin embargo eso no quita lo reconfortante que es desempeñar una labor de educar cristianos. La ED es fuente de satisfacciones y de frustraciones a la vez. Pero en estos años me he dado a la tarea de pensar acerca de lo que realmente vale la pena enseñar en la iglesia. Cada vez se hace más importante distinguir lo esencial de lo secundario, lo profundo de lo superficial y lo celestial y lo terrenal. Como la ED se ocupa primordialmente de entrenar para la vida. Quiero expresar lo que he aprendido al respecto, lo cual considero que es importante, porque cualquier idea aprendida de la vida cristiana configura los esfuerzos de los ministerios de educación en las iglesias, y se convierten en criterios para evaluar qué es un cristiano. Por las implicaciones que tiene a la hora de concretar la enseñanza quiero apuntar que la vida cristiana no es: Asistir todos los domingos. No tenemos que regañar a nuestros asistentes por faltar los domingos. Lo esencial es enseñarles a separar tiempo para aprender como parte de una comunidad, es decir,

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¿De qué se trata la Escuela Dominical?

Palabras de reflexión

Por Abraham Ceballos

Después de servir como Director de Escuela Dominical durante cuatro años en mi iglesia local, pude ver personas venir, niños creciendo en el evangelio, adultos descubriendo la vida cristiana, maestros aprendiendo mientras enseñan, nuevos predicadores que sin ir al seminario están dispuestos a compartir lo que saben y muchas cosas más que me llenan de agradecimiento a Dios.

Asimismo, he enfrentado problemas para lograr objetivos, para coordinar a los maestros, para conseguir aportes de personas externas a la iglesia local y para gestionar recursos; sin embargo eso no quita lo reconfortante que es desempeñar una labor de educar cristianos. La ED es fuente de satisfacciones y de frustraciones a la vez.

Pero en estos años me he dado a la tarea de pensar acerca de lo que realmente vale la pena enseñar en la iglesia. Cada vez se hace más importante distinguir lo esencial de lo secundario, lo profundo de lo superficial y lo celestial y lo terrenal.

Como la ED se ocupa primordialmente de entrenar

para la vida. Quiero expresar lo que he aprendido al respecto, lo cual considero que es importante, porque cualquier idea aprendida de la vida cristiana configura los esfuerzos de los ministerios de educación en las iglesias, y se convierten en criterios para evaluar qué es un cristiano. Por las implicaciones que tiene a la hora de concretar la enseñanza quiero apuntar que la vida cristiana no es:

Asistir todos los domingos. No tenemos que regañar a nuestros asistentes por faltar los domingos. Lo esencial es enseñarles a separar tiempo para aprender como parte de una comunidad, es decir, mostrarles que honran a Dios en todo lo que hacen aunque el domingo en la mañana no estés en la iglesia.

Hay que considerar exitosos nuestros esfuerzos cuando nuestra gente aprenda a ver el domingo como una oportunidad para congregarse, no porque la casa de Dios sea un edificio físico, sino porque es uno compuesto de otras personas con quienes se puede compartir la fe.

Leer mucho la Biblia. Durante el tiempo que fungí como Director de ED aborrecí escuchar reprimendas que culpabilizaban a las personas de acuerdo con el número de pasajes que leyeron. Aunado a esto el sistema de Intendencia de ED en muchas iglesias se preocupa por tomar nota y medir

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cuántos pasajes leyeron antes que trabajar en la compresión de esos versículos. Leer toda la Biblia no es garantía de ser cristiano maduro (no digo tampoco que no se debe leer toda), la madurez viene en la sabiduría al entender la voluntad revelada de Dios en situaciones específicas de la vida diaria.

Así que, es insensatez fomentar una vida cristiana que haga creer que la memorización o la mera lectura son suficientes. Uno aprende el ABC en la infancia para tener una vida funcional en la edad adulta, no para saber cuántas letras tiene el abecedario. Dicho de otro modo, la memoria es importante, pero no lo es todo.

Tener un pasaje bíblico adecuado para cada situación. Somos cristianos acostumbrados a dar soluciones a conflictos citando pasajes bíblicos. Si queremos que nuestros alumnos oren, los sermoneamos con un “orad sin cesar” y con ello les decimos que si no lo hacen se están metiendo en un gran problema.

Pero esa educación no forma cristianos, fomenta ritualistas. Un mejor camino es mostrar las distintas formas de expresarse a Dios, en distintos momentos, bajo diferentes motivos, individual o corporativamente, sin importar la posición física y el ambiente podemos dirigirnos al Creador del Universo.

La educación que queremos es una tal que guíe a

entender la Biblia como Palabra, con un mensaje, y un autor; no palabras aisladas frecuentemente mal citadas por nuestra flojera de estudiar la perspectiva completa en que tal pasaje se encuentra inmerso.

Dichos los puntos anteriores quiero señalar los contrastes. Para cada punto anterior hay una perspectiva más amplia, la cual es mi deseo moldee el trabajo educativo. Espero nadie se apresure a decir que se cree y se practica, porque eso lleva tiempo. Demostramos la compresión de estos aspectos cuando los practicamos, mientras tanto sólo son palabras. En resumidas cuentas, la vida cristiana es hacer lo que Dios nos pide en su revelación. Para que un ministro de educación cristiana pueda forjar cristianos requiere:

Tener una teología de la iglesia. Sin esto exigiremos el cumplimiento de ciertos estándares humanos, estaremos tentados competir con otras expresiones locales de la iglesia, y, a aislarnos como si nuestras formas de trabajo fuesen las únicas o más consagradas. Con esto estaremos preparados para distinguir lo esencial de la iglesia de lo secundario, entenderemos, por ejemplo que no es lo importante si nos reunimos en la madrugada o en la tarde sino congregarnos, que no es el edificio sino la gente, y que lo que hagamos por nuestra iglesia local contribuye a la iglesia universal. Y lo que “otras

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iglesias” hacen por el Reino de Dios nos impacta a nosotros también.

Entender la voluntad revelada de Dios. Al decir revelada no quiero decir que tenemos que promover una fe que espere que Dios escriba en una nube cual es la decisión que debemos tomar, el nos ha dado directrices, inteligencia y sabiduría para discernir. Esto significa entre otras cosas también, que la memorización no lo es todo. Después de esto hay mas líneas de acción para la educación y de acuerdo al desarrollo mental de la persona el maestro debe fomentar una comprensión del mensaje. Por otro lado, disponerse a someterse a la voluntad de Dios viene de él es por él y para él. Este es obra del Espíritu Santo no nuestra, no podemos obligar a la gente a hacerlo. En la ED se debe hablar la verdad con amor confiando que Dios hará su obra de convencimiento.

Interpretar la vida con una cosmovisión bíblica. Esta es la mayor fortaleza para impactar y ser no solo una subcultura sino una propuesta cultural. No queremos alumnos que se separen de su sociedad para formar un ghetto de cristianos, con una subcultura que los proteja. Queremos cristianos que tengan profesiones liberales, sean trabajadores excelentes, y expresen sus valores en cualquier actividad que

emprendan. Que descubran que la libertad en la vida cristiana es más hacer que dejar de hacer.

La Escuela Dominical entendiendo que será el principal medio para educar, requiere de muchos factores para que pueda ser un medio para extender el Reino de Dios en este mundo. Entre los factores que son importantes para lograr esa tarea están:

Estudio. Podría construir una casa que se vea bonita, funcional y cómoda, pero definitivamente no será de la misma calidad que la diseñada por un arquitecto y cuya construcción sea dirigida por un ingeniero. Dependiendo de la calidad que queramos en la educación de los niños de la iglesia serán los insumos que le daremos a nuestra ED. Si nos cuesta gastar en libros para maestros y alumnos (adicionales a los de texto), lugares adecuados para trabajar, mover a los maestros para que se entrenen en otras iglesias, y tomarse en serio la tarea de enseñar, no esperemos por favor cristianos de primera calidad.

Del estudio serio se desprende: Una filosofía de la

educación no ideas malpensadas. Cualquier intento de enseñar implica una filosofía, por lo que el educador cristiano, en nombre de su labor, prepara deliberadamente una explicación basada en

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las escrituras de su estrategia.

La elaboración de un programa educativo integrado antes que esfuerzos aislados por educar. Evitemos dar cursos remediales aquí y allá, pensemos a futuro, y preguntémonos ¿Qué queremos enseñar a largo plazo? Respondiendo a esta pregunta lograremos establecer los contenidos esenciales, y no pegostes de diversos libros de dudosa procedencia y cursillos bíblicos.

La exposición de la enseñanza bíblica y ayuda e evitar sermones moralizantes, no estamos para obligar a la gente a hacer y no hacer, sino para instruirlos, motivarlos, guiarlos en su práctica diaria en el evangelio, el que convence al creyente a todo ello es el Espíritu Santo y también mueve a la acción.

Cooperación entre maestros, el Director, líderes, otras iglesias y expertos. La educación no es una tarea aislada. Mientras más cooperación práctica se de entre nuestras iglesias mayor será el impacto en nuestros miembros. Y no me refiero a intercambios entre grupos de nuestras iglesias que aparte de la convivencia poco tienen de utilidad. Sino a

programas conjuntos de educación que abarcarían, por ejemplo, intercambio de maestros, de planes de estudio, y liderazgo compartido.

Flexibilidad. Estamos para conservar y transmitir la tradición del evangelio de libertad no para vivir atados al tradicionalismo de las costumbres humanas. Podemos demostrar esta perspectiva al tener flexibilidad, y ofrecer enseñanza según la edad, según los horarios en que la gente puede reunirse, y las diferentes necesidades de la gente, el ministerio educativo se llama Escuela Dominical, pero no toda la tarea se tiene que hacer el domingo, la ED puede extender su esfera de influencia a otros días de la semana. En lugar de añorar los viejos tiempos cuando todos cumplían y nadie desobedecía, debemos concentrarnos en la gente que servimos de aquí y ahora, sin olvidar las lecciones del pasado.

Manejo de recursos. Los programas de la ED se materializan a través de los recursos económicos que se provean. Por eso, debemos usar sabiamente los recursos monetarios que se tengan. Para ello, priorizar es importante. Como ejemplo, quiero referirme a la Escuela de Vacaciones de Verano, que muchos de nosotros cuando fuimos niños disfrutamos; un programa que puede ser provechoso, si está integrado a un programa infantil

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de educación, pero si lo hacemos porque es bonito y siempre lo hemos hecho así, el dinero se malgasta. Lo podemos ver de este modo, es preferible distribuir el dinero para educación, en un modesto, pero constante e integral programa de educación infantil que dura un año, que derrocharlo en una espectacular semana de Escuelitas.

Como conclusión puedo decir que, la Escuela Dominical enseña cómo vivir la vida cristiana. Su labor es un esfuerzo deliberado y sistemático (intencional y ordenado) por entrenar a aquellos que van a extender el Reino de Dios; ese trabajo tiene que ser modelado, no es suficiente decir que vivan santamente sino se hace indispensable explicar el significado de la santidad en situaciones cotidianas, y por último es educación para vivir, como seres humanos no podemos dejar de hacerlo y nuestra convicción es que aún después de la muerte hay vida, por eso motivamos a la gente a vivir para Dios en todo lo que hacen.

Si usted desea algún servicio de consultoría educativa puede escribir a [email protected]