Escritos de Fernando Lantigua

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1 | Página RECOPILACIÓN DE LOS ESCRITOS DE FERNANDO LANTIGUA AUTOR DOMINICANO

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Las emociones, experiencias, vivencias ajenas edificadas por el escritor contemporáneo Fernando Lantigua

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RECOPILACIÓN DE LOS ESCRITOS DE

FERNANDO LANTIGUA

AUTOR DOMINICANO

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El aire que me roza se dilata con el

clima de enero, las cenizas que barro

del recuerdo es el cigarro con tu

encuentro, pienso retroceder en cada

intento cuando de mi boca sale un te

quiero con tanto rencor, eres un

bumerán que juega a quedarse lejos

de su lanzador, las cortinas no bailan

igual si no sienten tu brisa, el piso se

quiebra cuando no siente tus huellas,

he hablado con la muerte y entre

discusiones me dice que mejor me

quede con ella, a fin de cuenta es lo mismo, estoy moribundo en su regazo

mientras ella brilla como estrellas de xenón.

En vano haces, en rasurar tu lengua peluda, tus mentiras se te nota en la nariz, el

probador de la verdad te insulta y se burla de tus afirmaciones mientras se

decepciona Neruda, engañaste al notario, al espejo, tu sombra, al párroco con sus

monaguillos, a la chismosa fiel de su reputación barata, todos incluso este tonto

racionalista que acabó yendo al baño por tus absurdas recetas de orgulloso

disuelto con la mentira, lárgate al vacío donde solo tú puedes creerte, me

arrepiento de haber besado el árbol de la intriga creyendo que daba certeza.

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Las noches que no llegan a ti.

Que se acabe la ironía

si ves la luna, pensarás en mí

tomaré vino con valentía

asegurando que me darás un sí,

por eso cada noche escribo poesía

creyendo amanecer contigo en París,

inútilmente ni la noche ni la cobardía

te permite que vuelvas a este infeliz.

Lo bueno del mañana es que se le

olvidó regresar, nunca viene por los

recuerdos, la fatiga del presente, la

ausencia de lo que no sabe nadie.

Lo malo de ti es que no te sales de mí,

recuerdo cuando lloviendo te tenía

bajo mi colchón, besaba tu sonrisa, con

mi dedo índice rozaba la comisura de

tu boca, tocaba tu rodilla, abrazabas

mis miedos y yo tocaba tu sabiduría.

A fin de cuenta el tiempo no es lo que

importa, aunque no vuelvas mañana y

solo te tenga los días de ayer tengo este presente empobrecido, balanceado a lo alto

del peligro sobre una cuerda vieja mi futuro sin vos o contigo en el pretérito de mis

sueños.

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A vinagre sabe el hoy cuando pienso que mi pasado tiene nombre, mudaste de

aquí mi esqueleto, pusiste a prueba el hasta luego, mañana es vacío mientras que el

ayer no encuentra espacio para el olvido.

Qué ha de ser el sol sin tu mirada

si ocultas tu rubor nuevamente

y no permitas un beso en la posada

saciando tu delirio en tu mente.

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Sus brazos alcanzaban doblarse en mi espalda a

plenitud, a centímetros de mi nariz, me

hipnotizaba su mirada canela, endulzando mi

rostro dedicándome una sonrisa como ella solo

lo sabe hacer, lo más acosador posible y

silencioso acercaba sus labios a los míos y

hacíamos magia con el paladar de su lengua

envuelta a la mía; mis brazos, mis benditos

brazos glorificado de mantener el paraíso que

habita bajando su columna lumbar, así de suave

como tu voz, desaté sus bragas, me incliné besando su ombligo y gimió tratando

de tragarse ese sonido, avergonzada con su mano derecha se cubrió su rostro, con

la otra mantenía fuertemente sobre mis cabellos negros y enrizados, llegué a su

sexo y no pudo más, me levanté, bese su frente y le dije: Descuida, ser paciente es

un regalo sagrado mientras no lo destapes, de lo contrario, no sería paciencia.

Que no le falten estrellas a esta

noche,

que no le sobren excusas a los

pendejos,

que no le falten besos a este

derroche,

que no le sobren razones para

estar perplejo.

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Reciclando el recuerdo

Acabo de salir de un bar, aun huelo a

melancolía embotellada de todos los de

adentro, me pregunto si la vida es

pasajera para los tercos y eterna para los

andariegos, el bartender haciendo

magia por un sueldo, un camarero

sujeto a ser el desfile a la alegría de

bienvenida, agridulce de despedida, las

tertulias improvista de los ahorcados de

horario de seis días y medio, las luces

agotadas, la viuda con ganas, el casto

ahuyentado, la puritana vencida, el

artista que cobra a costa de propina,

pero ¿y ella? si, aquella tenue bendición,

encerrada en ella misma con un vestido oscuro como sus ojos, su cabello bañado de

oro bailaba sobre la mesa en la esquina mientras se lamentaba cabizbajo de yo no

sé qué, el ambiente solo dejaba escuchar al vocalista cantar y los instrumentos

chillar, interrumpiendo su voz mientras al móvil contestaba, se fue muy deprisa.

De repente

Si eres capaz de odiarme lo digiero, todo va

deprisa, fue justamente ayer, a la hora que el

diablo gana la batalla de celebrar la agonía de

tantos, donde el sol avisa que son las doce del

mediodía, tu caminabas con una sonrisa que

colgaba tu felicidad, yo le corría a la soledad, te

encontré feliz mientras te veía el viento me dijo

tu nombre cuando en el colmado te atendían, te

perseguí, pague la cuenta y te exaltaste, me

insultaste, te fuiste y de ahí no se mas de ti.

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La húmeda herida

Un señor de oscura mirada, vestido de piel adulta, su pálida postura mostraba un

tren de experiencias vividas, sentado en un banco localizado frente al horizonte

observaba el mar, calmado así como él, lejos del bullicio urbano, los pilotos

acuáticos enloquecidos por la velocidad, gaviotas exiliadas; unas oleadas revotan a

fuerza contra el muro que lo sostiene, estuvo muy cerca de mojarlo.

Un viento turbulento amenaza el clima, el cielo cierra los ojos y empieza a

oscurecerse, el señor no da señales de huida, empieza a llover, levanta su sombrero

mientras se arrodilla, pide perdón exclamando a brazos abiertos como si recibieras

señales místicas de paz.

Su dolencia apunta directamente haber permitido que su hijo fuera a la guerra civil

y morir meses después, se siente abatido, más culpable que la misma causa de

condenarse así mismo

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Sé que ésta noche me estás viendo,

con tus ojos puesto en la tierra, con

tu corazón desarmado, el mismo

que latía vivamente cuando me

sostenía en tu pecho, yo era apenas

un bebé, te gritaba hasta dormirme

sin saber tu magia, acabas besando

mi mejilla cada mañana para ir al

trabajo, olvidabas que afuera

existía la agonía de soportar a

tantos desorientados, pero lo hacías con humanidad, me guiaste hasta empezar la

pubertad; ¿es tan difícil encontrarte en otra persona?, humanitario, comprensivo,

consejero y amado, el problema ha sido aferrarme a tu pasado, a no dejarte aun ir,

ellos no lo entienden, creen que todavía por uno pagan todos, sé que te estas

reyendo porque se equivocan, lo mejor de todo es que sigo tus pasos, he buscado

muchas formas de entender a muchas personas pero no será fácil, sí entiendo que

seré una persona de éxito, pero no de los que se lucen sino de los que se humillan

ante Dios y doman su piel ante otros individuos.

(Dedicado a José Ramón Santana bonilla)

Recuerdo en mi infancia, ser esponja

nueva que absorbía todas las letras en los

letreros de mi ciudad, mi timidez he

superado de a poquito cuando encontré

leyendo la manera de conocerme a mí,

callando y ver a los otros fracasar y otros

muy pocos triunfar, soy espejo de los

textos, lo que me gusta leer lo reflejo, otra

veces he esta borroso, por tanto no

reconozco hacer lo que veo en unas

letras.

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Presente encadenado

Se burlan de nosotros los retratos,

aullidos persistentes sin apellidos,

inocentes de un futuro sin trato.

Se adueña la dopamina de tu pasado

cuando decías que nunca te irías de mi lado,

para qué te lloro en sala de estar,

la cocina, en los puentes de suelos gastados

de mentir una tras otra vez amar

y que es fácil no memorizar.

Aunque no lo creas, aun sigues a mi lado,

si no te das cuenta, si sigo en este círculo

es porque tu vida no ha salido de mi costado,

consumiendo cada costilla podrida

sin precio alguno para una despedida.

Si te compro mi libertad

seré feliz con otra hembra que me quiera

y saldrá más barata la soledad.

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El sol que quema nuestra patria

La luna persigue insistente un rayito dorado del sol, ella sabe que todos lo esperan,

el mar le lava la cara al gordo de las mañanas, usa la democracia, sale para todos,

al alvino bailando en el camino hasta el negrito llorando en brazos de su madre

junto al río, la gris luna de envidia empaca maletas fuera del caribe, ella alienta

sueños extranjero mientras el brillo amarillo en que ahora habita, hace sudar las

nubes, nos agobia la piel pero nos enciende la vida para ir honrando el tributo a los

muertos.

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El brasier olvidado, el pincho de tu

cabello,

las facturas pagadas, el amor con

retraso,

le dejé una postal a esta ilusión de

plebeyo,

regresa por mí antes que muera con el

acaso.

Esperarme lo vuelves adición, el hogar

de tu horario espera por mí, aunque lo

sabes, he mojado rosas en inviernos

con las sonrisas de tu gracia, los

ángeles con verrugas no necesitan

cuidar tus pasos, las azucenas de

primavera mandan postales donde

quiera que te encuentras, te amo

cuando los dormidos no ven mis pasos

caminando tu memoria, las aves

embriagas de miel del aire que

fermentas en las mañanas, me despido

con un sol que se moja en las aguas

naranjas de un atardecer para dar fin de los finales a este trovador que suma a tu

manantiales.