Escrito Por Ti

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Revista de escritores para lectores

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Revista #1

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Escrito por ti

Libros recomendados + enlaces especiales + películas y música

Silenciada capítulo primero + capítulo dos

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Revista #1

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Índice

PÁGINA 3 – Silenciada cap.1

PÁGINA 7 – Libros Recomendados

PÁGINA 9 – Música y Películas

PÁGINA 12 – Silenciada cap.2

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Revista #1

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Capítulo.1

Sensación

Allí comenzaría el viaje de

Katherine, despidiéndose de sus padres y su

hermano pequeño, simulando sonreír,

mientras lloraba en su interior. A la par que

el tren se alejaba con paso torpe, cogiendo

fuerza según se iba adentrando en el monte.

Se quedó de pie, asomó por última vez la

cabeza, el pueblo que le había visto crecer

se hacía cada vez más pequeño en la

distancia.

Tras un largo suspiro, se sujetó bien

la mochila que llevaba sobre la espalda.

Sacó su billete del bolsillo, y leyó.

- Asiento número 163 – alzó la vista,

recorriendo el vagón, apenas había gente,

buscó su asiento mirando continuamente los

números situados en lo alto sobre su cabeza,

hasta encontrar el lugar.

Se dejó caer junto a la ventana,

aparcó la mochila a su izquierda,

agarrándola con el brazo y pensando en el

futuro que estaba por venir.

Horas después se despertó cansada,

parpadeó varias veces, y echó un vistazo a

su alrededor, ¿cuánto llevaría dormida?,

entonces, fue por primera vez cuando vio el

maravilloso amanecer de Santiago, el sol

comenzaba a salir tras el mar poco a poco,

bañando el día de un color rojizo, mientras

la niebla propia de allí se iba retirando.

A lo lejos vislumbró su próximo

hogar, entonces se imaginó si alguien habría

ido a recogerle a la estación, pero enseguida

su mente lo puso en duda, aclarándole que

nadie en su sano juicio saldría a las seis y

media de la mañana de su cómoda cama,

para congelarse por ella.

La voz cansada de un hombre (que

pedía a gritos unas horas de descanso) avisó

a los pasajeros de que ya habían llegado. En

aquel momento, Katherine se imaginó la

cara del pobre señor, sentado, conduciendo

el tren con unas ojeras propias de un búho,

con el pelo rapado al uno y de cara

regordeta.

Se puso la mochila sobre la espalda,

levantándose sin ganas, y con las piernas

medio dormidas, el inmenso frío la rodeó,

clavándose en su piel, entonces se

arrepintió de no haberle hecho caso a su

madre cuando le avisó de que en Santiago

hacía mucho frío, (incluso a principios de

verano). Fue la última conversación que

tuvo con ella, la mañana anterior. Su madre

se le abalanzó tras haber comprobado su

escaso equipaje, avisándole de que se

llevara más de un buen abrigo, ella se

excusó, diciendo que en verano no podía

hacer tanto frío en ningún lugar del mundo,

(era evidente de que se había equivocado) y

se martirizó por ello.

Los pocos que quedaban en el tren,

salieron de él, agotados por el viaje,

Katherine se puso de puntillas (su escasa

estatura no le permitía ver más allá de sus

deportivas), después de haber recorrido la

estación al completo varias veces, a lo lejos,

divisó una mano corriendo hacia ella, era,

(según le había comunicado su madre los

días anteriores, el tío Javier, de veinte

años).

- Lo siento – le gritó, mientras se le

aproximaba. Al alcanzarla, posó sus manos

sobre las rodillas, jadeando, (no estaba muy

acostumbrado a hacer ejercicio).

- No te disculpes, gracias por

haberme venido a buscar – le confesó ella.

- Tranquila, me pillaba de camino, se

me había gastado el cartón de tabaco –

mintió. ¿Es tonto? Se preguntó ella, ¿acaso

se creía que se iba a tragar semejante trola?

Javier, al verla agacharse en

dirección a la mochila, le dijo que no se

molestara que ya la llevaba él. Le dirigió

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una media sonrisa, mientras le conducía

camino al coche.

- ¿No te cuentas nada? - le preguntó.

- Uf – dijo ella en un suspiro.

- Tranquila, ya tendremos tiempo

para charlar, debes de estar muy cansada.

No, mejor dicho, lo estás, tus enormes

ojeras me lo dicen... - ella se llevó las

manos a la cara, acto seguido, él se empezó

a reír como un burro.

El trayecto fue bastante ameno, con

la primera impresión que Katherine se había

llevado de Javier, había imaginado un viaje

largo y estresante, pero se equivocó, él puso

la radio, cantando las canciones de rock que

transmitían a través de ella. Y Katherine de

mientras, miraba por la ventanilla, tras el

cristal, contemplando los maravillosos

campos del alrededor.

El auto se paró, Javier la miro por el

retrovisor.

– Ya estamos... - suspiró temerosa de

lo que podría encontrarse, nunca se le

habían dado bien las relaciones, y menos

con gente que solo conocía de vista por el

álbum familiar.

Bajaron del coche, Katherine no

quería tocar a nadie, así que, con la excusa

de que hacía un frío terrorífico, se puso los

guantes negros que se guardaba en el

compartimento derecho de la mochila.

Poco después de salir del auto,

empezó a distinguir el olor a salitre, y a

humedad que los rodeaba, a apenas

cincuenta metros de donde se encontraban

yacía una pequeña playa, bañada de oro por

el sol. Frente a ella, un gran caserón

construido en 1895, con un descuidado

jardín a sus pies, y completado por cuatro

pisos, sin contar el sótano y la buhardilla.

La fachada estaba repleta de ventanas

pequeñas, pero reinada por cuatro grandes

ventanales, dos de ellos en el primer piso, y

los restantes en el tercero. Javier abrió la

puerta principal, después de haber estado

media hora buscando la llave adecuada.

Entraron en la que a partir de aquel

día pasaría a ser el nuevo hogar de

Katherine, el primer piso era muy amplio,

con tan solo tres puertas comunicantes a

otras habitaciones, el salón, la cocina, y el

mayor cuarto de maño de los tres que había

repartidos por la casa.

Anduvieron de puntillas, no querían

despertar a nadie, Javier le dirigió a la

cocina, le señaló las sillas que rodeaban la

gran mesa de madera de pino, y le indicó

que se sentara.

-Yo no sé mucho de cocina, pero te

aré un “cola-cao” de los que yo me suelo

preparar -. Entonces, comenzó a buscar los

utensilios necesarios para ello, rebuscando

entre todos los armarios, parecía que el

nuevo en aquella casa fuera él. Sacó un

plato pequeño y alargado, puso a tostar unas

cuantas tostadas, y le sirvió leche en un

tazón gigantesco, con bacas dibujadas en él.

Unos segundos después, las tostadas

salieron de sus escondrijos, Javier, que se

había sentado junto a Katherine, se levantó

para cogerlas.

Cuando ya las llevaba sobre el plato,

resbaló con algo, y se le cayó todo al suelo,

rompiéndose, creando un ruido cristalizo y

chirriante. Ella se levantó, nerviosa, ¿le

habría pasado algo?, le tendió una mano.

- ¡Javier, Javier! - decía Katherine en

voz baja.

– Tranquila estoy bien – y la agarró.

En ese instante, todo a su alrededor

desapareció, por su cabeza recorrían miles

de imágenes que sus ojos visionaban, se

maldijo por no haberse prevenido más,

entonces le vino la primera imagen, la de un

hombre que estaba involucrado en una

pelea, una pelea ilegal, e injusta, eran tres

contra uno, él (el antepasado de su tío)

intentaba defenderse, pero los otros tres

hombres lo golpeaban continuamente,

patadas, puñetazos... por todas partes. Y el

dolor que ese hombre sentía la invadió,

rabia, frustración, venganza, dolor, tristeza,

amor... Quería salir de aquella visión, pero

no podía controlarlas, después con tan solo

un intervalo de una milésima de segundo, le

vino la siguiente imagen a la cabeza, esta

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vez, era la de una mujer, enterrada hasta los

hombros, con una bolsa tapándole la

cabeza, mientras alguien le tiraba piedras.

Unos segundos después se despertó,

jadeando, envuelta en sudor frío, con el

pelo empapado en él y miles de los

sentimientos que había visionado en su

visión recorriéndole el cuerpo a velocidad

de vértigo, es por ello que Katherine no

solía tener mucho contacto con personas, es

algo que le sucedía y no podía controlar, no

podía evitar el saber que pensaba la gente,

que sentían, como iban a morir, o qué les

pasó en sus vidas anteriores (si es que las

tenían).

En medio de aquel alboroto apareció

su tía, Ulalia, hermana de su madre,

enfurecida por no haber podido dormir las

horas necesarias, al verlos su expresión

cambió por completo.

- ¿Pero qué ha sucedido aquí? -

Javier se levantó, soltándole la mano, y

apoyándose en la encimera.

- Katherine, ¿qué te ocurre? - le

preguntó su tía, acercándose – está en

shock, su madre me dijo que a veces le

sucedía, ayúdame Javier, vamos a dejarla en

su cuarto – arrastraron su cuerpo hasta la

buhardilla y la tumbaron en la cama, ella

seguía sudando, ardiendo, envuelta en

aquellos horribles pasajes de los

antepasados de su tío.

El sol golpeaba el rostro de

Katherine, se había dormido, y se sentía

rara, ¿qué hora sería?, consultó su reloj,

eran las seis de la tarde. Su cuerpo aún

estaba dormido, envuelto en el sudor frío

que tan poco le gustaba. Tenía dolor de

cabeza, salió de la cama y la madera sonó al

compás bajo sus pies.

El pasillo yacía inundado en las

sombras, ella se apoyó en la pared, para no

tropezar con cualquier objeto, (estaba

mareada). Llegó a la escalera, se quedó en

silencio por unos momentos, intentando

distinguir unos sonidos provenientes del

primer piso.

Eran las voces de la televisión,

comenzó a descender por la estrecha

escalera, cuando de pronto, aún sumida en

la oscuridad de la casa, distinguió un ruido,

y no eran los de antes. Intentó localizar de

donde venía ese sonido, forzando los

sentidos.

Se adentró en una habitación situada

a la izquierda, ¿qué hacía?, se preguntó.

Algo en su interior la empujaba a descubrir

la procedencia del sonido. De pronto, un

olor a salitre la rodeó, ¿qué sucedía?, ¿qué

era ese olor?, al principio supuso que sería

el olor del mar que se adentraba en aquella

casa, pero no, el olor era demasiado intenso,

parecía provenir de esa misma habitación.

Entonces, le pareció vislumbrar algo

entre la oscuridad, parecido a una sombra,

<< ¡corre!>> gritó una voz en su interior.

Salió a toda velocidad, sudando de nuevo, y

con el corazón latiéndole a mil por hora.

Giró la mirada, tras haber cerrado la puerta,

y se llevó el mayor susto de su vida, gritó,

el cuerpo de una mujer la miraba.

- Vale... no me lo voy a tomar a mal,

porque según me han dicho eres un poco

rarita, ¿pero tampoco soy tan fea como para

qué grites de ese modo, no? - con la mano

en su pecho, y el cuerpo paralizado,

Katherine intentó distinguir a aquella mujer,

que no sería mayor que ella, entonces una

imagen le vino a la mente, se trataba de su

prima, Laura.

- ¿Estás sorda?, ¿acaso te ha comido

la lengua el gato? - le preguntó con

sarcasmo.

- Lo... lo siento – se disculpó, era lo

único que se le ocurrió, en ese momento,

era como un café cortado.

-¿Lo... lo siento...? - repitió,

burlándose - ¿qué lo sientes? - dijo,

colocándose las manos en la cintura, y

arrastrando la terminación de la última

palabra. Al ver que Katherine no decía

nada, concluyó.

- Eres muy rarita, ¿lo sabías?

– Toma... - Ulalia le tendió un tazón

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de leche caliente con azúcar – esto te

quitará el malestar

- Gracias.

- De nada mujer, que vaya susto nos

has dado a todos, tu tío se ha ido a trabajar

muy preocupado, menos mal que tu madre

me dijo que era algo que te sucedía

normalmente y que no tenía ningún riesgo,

que si no, me muero ahí mismo – rió. Y le

pegó un pequeño sorbo a la leche.

- Lo siento, de veras, no querría ser

un cargo para vosotros...

- No eres ningún cargo, ¡eres de la

familia! ¡Por dios! - la interrumpió.

- Lo siento – repitió Katherine.

- Tranquila mamá, es lo único que

sabe decir, parece un robot programado –

Laura entró en el salón, se sentó a su lado, y

prosiguió (antes de beber un trago de la

cerveza que llevaba en la mano).

– Es muy rarita – Katherine estaba

acostumbrada a ese tipo de comentarios, y

no le importaban, pero su tía no lo soportó

y le contestó.

- No llames a tu prima “rarita” - le

golpeó suavemente con la mano en la frente

- ¡y no bebas cerveza! - se la arrebató de las

manos.

- Ya tengo dieciséis años, ¡papá me

dejaría tomarme una! - protestó,

levantándose del sofá. Acto seguido se fue.

- Tu padre, está con una veinteañera,

perdido en América – le aclaró Ulalia,

mientras se marchaba. Katherine se quedó

muda, admirando sus nuevas deportivas.

- No le hagas caso, ella es así,

espontanea, y maleducada, ya te irás

acostumbrando a su presencia, pero si te

vuelve a llamar de esa manera, te dejo que

le pegues un buen tortazo. Eso es, un buen

tortazo es lo que necesita esta niña para

enderezarse – siguió hablando para sí

misma, asintiendo con la cabeza.

Desde aquél día, Katherine llevaba

los guantes puestos hasta para dormir, ellos

la ayudaban en su vida diaria, de ese modo

no podía saber lo que pensaban, o como

morirían las personas de su alrededor. Poco

a poco iría acostumbrándose, y de algún

modo u otro, ese sería el mejor verano de su

vida.

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Revista #1

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Libros Recomendados

HushHush

Es una novela espectacular, con una trama misteriosa, todo

empujado por los tres personajes

principales. Que la hacen exquisita.

Sinopsis:

Nora Grey es responsable y lista y nada inclinada a la

temeridad. Su primer error fue enamorarse de Patch. Patch

tiene un pasado que podría llamarse cualquier cosa excepto

inofensivo. Lo mejor que hizo nunca fue enamorarse de

Nora.

Después de ser emparejada con Patch en biología, todo lo

que Nora quiere hacer es permanecer lejos de él, pero él

siempre parece estar dos pasos por delante de ella. Puede

sentir sus ojos sobre ella incluso cuando no está cerca. Lo

siente cerca incluso cuando está sola en su habitación. Y

cuando su atracción ya no puede ser negada, conoce el

secreto de lo que es Patch y de lo que lo llevó hasta ella. A

pesar de todas las preguntas que tiene sobre su pasado, tal

vez haya una única pregunta que puedan hacerse: ¿hasta

dónde estás dispuesto a caer?

La estrategia del agua

Otra novela muy recomendable, con un

crimen simple, pero muy interesante, y en

éste libro la situación de ánimo del

protagonista te hace la lectura más amena.

Sinopsis:

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Revista #1

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Tras una decepcionante experiencia con el sistema judicial, que ha puesto en libertad a un asesino

al que había detenido después de una larga investigación, el brigada Bevilacqua, alias Vila, se

halla desencantado y más escéptico de lo que acostumbra. Así se enfrenta al nuevo caso que le

ocupa: un hombre llamado Óscar Santacruz ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor

de su casa. Parece el «trabajo» de un profesional, lo que se antoja desmesurado dada la poca

trascendencia de la víctima, que tiene algunos antecedentes menores por tráfico de drogas y

violencia de género. Vila y su compañera, la sargento Chamorro, afrontan la tarea, muy a

regañadientes por parte de Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven

guardia que poco a poco se irá ganando la confianza del brigada.

Parece que los problemas en la vida de Óscar, aparte de sus roces con la justicia, se limitan a su

divorcio, mal llevado y con un hijo de por medio. Pero, ¿qué esconde la denuncia que pesaba

sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos

estaba envuelto este hombre en apariencia tan poco peligroso?

Una novela sobre los claroscuros de las relaciones, sobre los errores y aciertos de los jueces,

sobre los vericuetos de la moderna investigación policial, sobre las injusticias que provocan las

leyes y sobre el mal, que a menudo está entre lo que tenemos más cerca, incluso entre lo que un

día amamos

Los sangre azul

Un nuevo vuelco a la literatura vampírica, interesante, y atrapante.

Altamente seductor.

Sinopsis:

En el seno de algunas de las familias más

elitistas de Nueva York, hay una sociedad

secreta de célebres americanos cuyos

ancestros navegaron en el Mayflower. Son

los ricos y poderosos-y, de hecho, no son

humanos. Son los Sangre Azul, un antiguo

grupo de vampiros.

Schuyler Van Alen nunca ha encajado en

Duchesne, su prestigioso colegio privado de

Nueva York. Prefiere ropa holgada y vintage

antes que los Prada y las perlas que llevan

sus compañeras de clase, y vive con su

reclusiva abuela en una mansión dilapidada.

Shuyler es una chica solitaria-y es feliz así.

Pero cuando cumple los quince, la vida de

Schuyler cambia dramáticamente. Tiene un

mosaico de venas azules en sus brazos, y

anhela carne cruda. La muerte de una chica

popular de Duchesne está rodeada por un misterio que la embruja. Y lo más raro de todo,

Jack Force, el chico más popular del colegio, está mostrando un repentino interés por ella.

Schuyler quiere descubrir los secretos que guardan los Sangre Azul. Pero ¿está ella misma

en peligro?

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Películas y Música

ToyStory 3

Inception

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Eclipse

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Revista #1

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Revista #1

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Miley Cyrus

Can´t be tamed

The Black Eyed Peas

The End

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Lady GaGa

The Fame Monster

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Revista #1

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Capítulo.2

Ojos

- Y dime, Katherine, ¿qué tipo de

libros sueles leer? - Laura, finalmente, tras

un largo tiempo, sentada en el sofá con la

mirada perdida (al igual que Katherine), le

hizo una primera y buena pregunta.

- Pues... - pensó - … me gustan todas

las novelas de Carlos Ruiz Zafón, sobre

todo “Marina” - le indicó.

- ¿Y no hay ningún otro escritor qué

te guste?

– Si, StiegLarsson, J.K. Rowling, Maite Carranza... - fueron los primeros nombres que le vinieron a la cabeza.

- La verdad, si son buenos escritores,

pero la mayoría de ellos muy juveniles, ¿no

crees? - ¿y qué somos nosotras? se preguntó

ella – yo prefiero leer a Anne Rice, o

Stephen King. La literatura de “terror” me

apasiona – afirmó.

- Pues a mí la verdad, no me gusta

mucho, lo máximo de terror que he leído ha

sido El príncipe de la niebla, y acabé bajo la

sabana, con una linterna en la mano, y con

el pestillo de la habitación echado – le

aclaró.

- Pues no sabes lo que te pierdes... -

si Katherine tenía que decir la verdad, la

literatura de terror tampoco le daba mucho

miedo, si no pánico, en cuanto escuchaba la

palabra terror, la piel se le ponía de gallina,

sus oídos comenzaban a aislarle del mundo

exterior, y empezaba a imaginarse cosas,

cada cual más estúpida.

De pronto sonó el timbre. Katherine

era la invitada, pero no quería abusar,

bastante la soportaban ya, así qué, se

levantó.

- Ya voy yo – se dirigió hacia la

entrada.

- Será Adam – dijo Laura – mamá

necesitamos dinero, ¡baja!

Katherine abrió la puerta, el corazón

se le detuvo, ¿qué le sucedía?.

- Hola – le saludó el joven chico. Se

puso roja. ¡Despierta gilipollas! se gritó a sí

misma.

- Ho... hola – dijo.

- Encantado... me llamo Adam – el

chico, le tendió la mano. Y ella se la

estrechó, entonces, una alarma se encendió

en su mente. ¡No! Gritó una voz en su

interior. Pero... no sucedió nada, seguía allí,

apretándole la mano a Adam, y no le venía

ninguna visión, no sentía nada, era la

primera vez que le ocurría. ¿Qué sucedía?.

- Esto... ¿podrías soltarme la mano?

- E... ¡sí!, ¡perdón!. Lo... lo siento –

Katherine parecía estúpida, se le trababan

las palabras cada dos por tres.

– Perdón, no me he presentado, mi nombre es K... – porun momento se le llegó a olvidar su propio nombre – Katherine – dijo finalmente.

- Si – asintió una voz femenina a su

espalda – y es muy rarita – afirmó. Ella

(Laura) estaba totalmente enamorada de

Adam, Katherine lo supo por su aura,

desprendía un increíble color rosado, y eso

que muy pocas veces sabía lo que pensaba o

sentía una persona sin tener que tocarla, por

lo que eso significaba, que Laura estaba

perdidamente enamorada de Adam.

- Hola cariño... - le saludó ella –

cuanto tiempo ¿no?

- Bueno, solo han pasado dos días

desde que viniste a encargar el pedido.

- Dime Adam, ¿qué te parece este

perfume? - se le acercó, colocando su cuello

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al nivel adecuado. Él lo olió.

- Huele bien... -

– Es una colonia echa a partir de mi propio olor corporal – sí, asintió Katherine, y huele a moho, se dijo para sí misma, (no quería llevarse un tortazo).

Ulalia apareció tras ellos.

- Hola, Adam, ¿dime hijo mío, cuánto

te debo? - dijo, mientras rebuscaba en su

cartera.

- Doce euros, señora – contestó.

- No me llames así, ¡que me hace

sentir vieja! - <<pues lo que eres>> susurró

Laura. Ulalia le entregó las monedas,

haciendo caso omiso a su hija.

- Mi padre me ha dicho que están

invitadas mañana a nuestra barbacoa.

- Pues dile a German, que allí

estaremos, ¿a qué hora? - preguntó.

- A las ocho de la noche – Adam se

dio la vuelta.

- Adiós – les dijo con la mano,

mientras se alejaba montado en la bicicleta.

Katherine se encontraba en su

habitación, rodeada de un montón de trastos

viejos, al día siguiente, Ulalia le había

prometido que los bajarían al sótano.

Ellaencontraba frente al espejo,

contemplando su cuerpo, ¿qué podría

ponerse?, dentro de dos horas debían

presentarse en casa de los Brown, y quería

ir bien vestida. Pero el escaso equipaje que

había rescatado de su armario antes de

trasladarse no le permitía elegir a sus

anchas, así qué, colocó todos los vestidos

ligeramente -aceptables- sobre su cama,

mientras los iba escogiendo, y

poniéndoselos delante del espejo, para saber

cuál le favorecía más. Hubo uno que no le

desagradaba, de color blanco (su preferido),

el vestido dependía de dos piezas, la de

arriba, la cual, tenía unas pequeñas mangas,

y dejaba su cuello al aire. Y la de abajo, una

falda, simple, que la tapaba hasta muslos.

Sonrió. Y de pronto, Laura irrumpió en su

habitación, con un traje entre los brazos, se

tapó la boca con la mano extendida.

- ¡O dios mío! - suspiró - ¿no

pensaras ponerte eso para esta noche,

verdad? -

– Si – asintió. - ¿¡Pretendes parecer una vieja como

mi madre!? - gritó.

- ¡Que te he oído! - dijo Ulalia desde

la cocina, la cual se encontraba lavando.

- ¿Tan feo te parece? - le preguntó.

- No si quieres ir a misa... - <<qué

graciosa>> pensó Katherine. - anda, ven, te

dejare uno de mis vestidos... - la agarró de

la mano, (después de tirar su vestido al

suelo). - Por cierto... ¿qué te parece este

para mí? - era precioso, le debería de haber

costado un ojo de la cara, o una vida entera

de esclavitud, pensaba Katherine mientras

lo miraba.

Laura la arrastró hasta su habitación,

en el piso de abajo, sonriente, transmitía

nerviosismo, y logró contagiárselo. Desde

aquel lugar, se podía ver perfectamente la

playa, un gran ventanal se lo permitía.

Hacía un tiempo idóneo para salir,

llevaba tres días en “Santiago” y aún no

había visto ni una sola parte delpueblo,

aunque no le preocupaba, tenía todas las

vacaciones por delante. Laura se introdujo

en su armario, (uno de los que poseía), tras

un rato tirando ropa a doquier al suelo, sacó

uno, era maravilloso, un vestido de noche,

aunque era negro, y muy ligerito, le gustó.

– Pruébate, y dime, me lo regalaron el año pasado, y ya no me vale. Automáticamente, Katherine subió a su habitación, se quitó el pijama de ositos, (si suena cursi, pero es que lo es), y se lo puso, le quedaba perfecto, un poco hueco en la parte de arriba, y le vinieron todos los estúpidos complejos que había en su cabeza, pero se hice la sueca y miró para otro lado. De repente, la luz se apagó, y la habitación se quedó a oscuras, (aún no había levantado la persiana). Y entonces, un poco asustada, algo la rodeó, el aire se quedó congelado, no le gustaba aquella sensación, era como si se hubiera sumergido en una bañera repleta de cubitos de hielo. La madera crujió, y una brisa rozo su cuello, algo no iba bien, y Katherine noquería seguir experimentándolo, se abalanzó cobre la ventana, agarrando la

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cuerda de la persiana, y con todas sus fuerzas la levantó, la luz se adentró en la habitación, mientras el ruido generado por la persiana, resonaba en ella. De nuevo el sudor frío. Le vino a la mente una conclusión, ¿y si se trataba de un fantasma?, le había sucedido muchas veces en el pasado, pero la sensación en la que esta le sumergía era diferente a las demás.

Decidió ducharse, para intentar

relajarse un poco.

Tenía el vestido puesto, realmente era

precioso, no podía dejar de mirarlo, -

perfecto- pensó. Estuvo deliberando si

llevarse una chaqueta (por si acaso), el

vestido era muy corto, dejaba sus hombros

al aire, y la falda no tendría más de treinta

centímetros. Pero era perfecto, y no podía

sacarle ningún defecto. Se alisó el pelo, el

cual le llegaba hasta los omóplatos,

entonces pensó, ¿qué calzado debería

ponerme?.

Cruzó el pasillo, desde el cuarto de

Laura al baño,con paso torpe, puesto que

los zapatos de tacón que le había prestado,

le hacían temblar de pies a cabeza, de

pronto, un pitido inundó la noche.

Laura salió al balcón.

- ¡Hola Romeo! - gritó, con un toque

sexy. - ahora bajamos – entró de nuevo en

casa, avisando a los demás de que Adam ya

había llegado.

- ¿Pero nos va a llevar él? - le

preguntó Katherine, mientras se pintaba las

rayas de los ojos. Su prima parecía una

Barbie. Eso sí, al estilo actual.

- ¡Mamá! - llamó a Ulalia, apoyada

en el borde de la escalera, mirando hacia

arriba.

- Os estoy esperando desde hace

media hora – dijo, con voz cansada, Ulalia

se encontraba en el primer piso, junto a la

puerta principal, esperándolas.

- ¿Estoy bien? - le preguntó

Katherine a Laura.

– Para hacer de florero estás más que estupenda, ¡hoy me toca pillar cacho! - gritó, sonriente.

- Pareces un hombre diciendo esas

cosas – le dijo su madre.

-Y tú una chacha, ¿a dónde vas con

esas pintas mamá?

- Estás muy guapa Katherine – le

susurró Ulalia,

pasando de su hija, mientras bajaban por las

escaleras del porche.

– Hola cariño – le saludó Laura a Adam, se le acercó, él fue a darle un beso, cuando ella le golpeó en el trasero, esquivándole.

Minutos después llegaron a su

destino, Adam salió corriendo del coche

para abrirle la puerta a Laura, mientras

sonreía, señalando la salida con gestos

nobles. Inmediatamente, un hombre salió a

saludarlos, se trataba de German.

– Bienvenidos... - dijo, besando la mano de Ulalia con delicadeza, ella rió, nerviosa.

- ¡Cómo eres! - exclamó ella.

Entonces un chico se asomó tras la puerta

de la entrada, Katherine le prestó toda su

atención, se saludaron. Más tarde cuando

Laura y Adam ya se habían sentado a cenar,

mientras se daban besos apasionados, y la

conversación entre Germán y Ulalia fue

creciendo, él se acercó a Katherine.

- Hola, ¿cómo te llamas? - le

preguntó.

- Soy Katherine – y sin darse cuenta

sus manos se tocaron. En ese instante, un

gran vacío invadió el cuerpo de Katherine,

un agujero negro crecía por momentos en

su estómago. Aquella sensación que él le

transmitía era tan grande que no le dejaba

visionar nada más.

– ¿Te sucede algo? - le preguntó, al ver su tez pálida, y su mirada perdida. Entonces se miraron a los ojos, pero a Katherine le transmitieron un mayor vacío, aquellos ojos estaban muy asustados, perdidos, doloridos... a Katherine se le hubieran ocurrido docenas de adjetivos -malos- con los que referirse a aquellos ojos.

- No – agitó la cabeza de un lado a

otro – estoy bien – mintió, su cuerpo estaba

embargado por una tristura que le

provocaba cierto dolor de cabeza.

Page 17: Escrito Por Ti

Revista #1

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