Es la pura verdad

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OTROS CUENTOS DE ANDERSEN Cecilia Blanco Ilustraciones de Alex Dukal URANITO EDITORES ARGENTINA – CHILE – COLOMBIA – ESPAÑA ESTADOS UNIDOS – MÉXICO – PERÚ – URUGUAY – VENEZUELA

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OTROS CUENTOSDE ANDERSENCecilia BlancoIlustraciones de Alex Dukal

URANITO EDITORES

ARGENTINA – CHILE – COLOMBIA – ESPAÑAESTADOS UNIDOS – MÉXICO – PERÚ – URUGUAY – VENEZUELA

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Una plumita puede convertirse en cinco gallinas. Es la pura verdad.

La historia comenzó un atardecer, en un gallinero de los tantos que había en el pueblo. Una gallina blanca y paticorta que no dejaba un día sin poner un huevo, muy respetable, muy educadita, se subió a la percha porque ya era la hora de descansar. Pero antes, como lo hacía siempre, empezó a acicalarse con el pico. En eso, ¡zas!, se le salió una pluma.

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—Bueno, cuanto más me desplumo, más guapa estoy —bromeó, y se quedó dormida.

La frase la dijo casi en un susurro, pero la gallina que estaba a su lado alcanzó a es-cucharla y sin hacer ruido se fue moviendo por la percha hasta arrimarse a otra galli-na, que ya estaba roncando.

—Pst, pst, amiga, despierte. —La otra abrió un ojo—. No sabe lo que acabo de escuchar. No voy a dar nombres porque no soy chismosa… pero entre nosotras hay una que se saca las plumas para hacerse la linda.

—¿En serio? —dijo la gallina abriendo el otro ojo.

—¡Es la pura verdad! —cacareó la otra.

En el techo del gallinero vivía una familia de lechuzas. Mientras escuchaba a las dos gallinas, mamá lechuza se abanicaba con las alas y repetía: “¡Qué barbaridad!”.

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—¿Qué es una barbaridad? —preguntó papá lechuza.

—Ay, querido, en este gallinero hay una gallina que ha perdido la decencia. Se está arrancando todas las plumas, una por una, ¡y lo hace enfrente del gallo!

—Por favor, querida —exclamó el padre tapando a los pichones con sus alas—, no cuentes esas cosas delante de los niños…

—Tienes razón —respondió la lechuza—, pero esto lo debe saber mi comadre.

Y mamá lechuza voló hasta el techo de otro gallinero, donde vivía una lechuza vie-ja. Esta, mientras escuchaba el relato, abría más y más grandes los ojos.

—¡No lo puedo creer! —decía.—¡Es la pura verdad! —respondía la otra.—¿Dónde, dónde? —preguntó una pare-

ja de palomas que también tenían su nido en ese techo.

—¡En el gallinero de enfrente! —corea-ron las dos lechuzas.

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Con tanto alboroto, se despertó el gallo y asomó la cresta por la ventana a ver qué pasaba.

—Parece que allá hay una gallina, aun-que algunos dicen que son dos —le conta-ron las palomas—, que se están arrancan-do las plumas para llamar la atención del gallo. Parece que ya han muerto de frío, ¡las dos!

—¿Muerto de frío? —preguntó el gallo.—De frío o de resfrío, no lo sabemos,

pero es la pura verdad.—Despierten, despierten —gritó el gallo

entrando como un torbellino al gallinero—. ¡Tres gallinas han muerto! Muertas de amor por un gallo que ni siquiera les pres-tó atención mientras las pobrecitas se iban desangrando por sacarse una a una las plu-mas de sus pequeños cuerpos. ¡Una histo-ria horrible, horrible! Perdón —se disculpó el gallo secándose una lágrima—, pero no

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podía quedármelo en el buche. Esta histo-ria es la pura verdad y hay que contarla.

—¡Sí, sí, hay que contarla! ¡Hay que con-tarla! —gritaron las gallinas, las lechuzas, las palomas y un murciélago que pasaba de casualidad.

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Así, la historia se desparramó por todo el pueblo, de gallinero en gallinero. Hasta que finalmente llegó hasta el primero, don-de había comenzado todo.

—Eran cinco… —La gallina bataraza hacía una pausa y ponía cara de circunstan-cia—. Cinco gallinas en un estado de locu-ra tal que se arrancaron todas las plumas, solo por conseguir el amor del gallo. Y no contentas con eso —la bataraza ponía los ojos en blanco y movía las alas para dar más dramatismo al relato—, se picotearon unas a otras… ¡hasta matarse!

Las demás gallinas escuchaban a la bata-raza con los picos abiertos. Entre ellas estaba la gallina blanca, la paticorta, la educadita, que comentó:

—Esas gallinas merecen nuestro total y absoluto repudio. Y está muy bien que la noticia se difunda. ¡Ojalá se publique en el diario!

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Y su deseo se cumplió. Porque al otro día la noticia apareció en la portada del prin-cipal periódico del pueblo y entonces no quedaron dudas de que una plumita pue-de convertirse en cinco gallinas. Es la pura verdad.