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CAPITULO
7
OCHO EDADES
DEL
HOMBRE
l
CONFIANZA BSICA
VEBSUS
DESCONFIANZA BASICA
L
PRIMERA demostracin de confianza social
en
el nio pequeo
es
la
facilidad de su alimentacin,
la
profundidad de su sueo
y
la
rlacin de sus intestinos. La e>.-periencia de una regulacin
mutua enrre sus capacidades cada vez ms receptivas
y
las tcnicas
maternales de abastecimiento,
lo
ayuda gradualmente a contrarres
tar
l
malestar provocado por la inmadurez de la homeostasis con
que ha nacido. En sus horas de vigilia, cuyo nmero va en au
mento, comprueba que aventuras cada
vez
ms frecuentes de los
~ e n t i d o s
despiertan una sensacin de familiaridad, de coincidencia
con un sentimiento de bondad interior. Las formas del bienestar,
y las personas asociadas a ellas, se vuelven tan familiares como el
corrosivo malestar intestinal. El primer logro social del nio, en
tonces, es su disposicin a permitir que la madre se aleje de su
lado sin eiq>erimentar indebida ansiedad o rabia, porque aqulla
se
ha convertido
en una
certeza interior
as como
en algo exterior
previsible. Tal persistencia, continuidad e identidad de la expe
rienda proporcionan
un
sentimiento rudimentario de identidad
yoica
que
depende, segn creo, del reconocimiento
de
que
existe
una poblacin interna de sensaciones e imgenes recordadas y an
ticipadas que estn firmemente correlacionadas con la poblacin
externa de cosas
y personas familiares y previsibles.
Lo que aqu llamamos confianza coincile con el trmino utili-
zado
por
Therese Benedek.
Si
prefiero esta palabra es porque hay
en ella ms ingenuidad y mutualidad: s puede decir que un nio
tiene confianza
y, en
cambio, sera ir denasiado lejos afirmar que
experimenta seguridad. Adems, el estado general de confianza
implica no slo
que
uno
ha
aprendido a confar
en
la mismidad
y la continuidad de los proveedores externos, sino tambin que uno
puede confiar en uno mismo y en la capacidad de los propios 6r
ganas para enfrentar las urgencias, y que uno es capaz de conside
INFANCIA
SOCIEDAD 3
rarse suficientemente digno de confianza como para que los pro
veedores no necesiten estar en guardia para evitar un mordisco.
El
ensayo y
la
verificaci6n constantes de
la
relacin entre aden-
tro y afuel'l . tiene su prueba crucial durante las rabietas de la
etapa del
morder, cuando los dientes provocan dolor desd.e adentro
y
cuando
los amigos externos demuestran no servir de mucho o
se
apartan
de la
n ~ c
acci6n que parece ofrecer
algn
alivio:
morder. No se t r ~ de que la aparicin de los dientes provo'que
todas las horribles consecuencias que a veces se
le
atribuyen. Como
ya
se seal, el nio se ve ahora llevado a tomar ms, pero las
presencias deseadas tienden a eludirlo: el pez6n y el pecho,
y
la
atencin y el cuidado concentrados de la madre. a aparicin de
los
dien
tes parece tener
una
significacin prototpica
y
podra muy
bien constituir el modelo de la tendencia masoquista a lograr
un
bienestar cruel d i s f r i J t a ~ d o con el propio dolor toda
vez que
a uno
le resulta imposible impedir una prdida significativa.
En p s i c o p t o l o g ~ la mejor manera de estudiar
la
ausencia de
c o ~ f i n z bsica consiste en observarla
en la
esquizofrenia infantil,
mientras
que la debilidad subyacente
de
esa confianza a
lo
largo
de toda una vida resulta evidente en las personalidades adultas en
las que es habitual un retraimiento
ha
cia estados esquizoides y de
presivos.
Se ha
comprobado
que en
tales casos, el restablecimiento
de un estado de confianza constituye el requisito bsico para la
terapia, pues cualesquiera hayan sido .las circunstancias que pro-
vocaron un e r r u m ~ e psictico, el carcter bizarro y
el
retraimiento
de
la conducta de .muchos individuos muy enfermos oculta
un
intento
por recuperar la mutualidad social
medjante una
verifica
cin de las lneas fronterizas
entre
los sentidos y
la
realidad fs
ic
a,
entre
las palabras y los significados sociales.
El psicoanlisis supone que el
temprano
proceso
ae
diferencia
cin
entre
adentro y afuera es
el
origen
de
la
proyeccin
y
la
introyeccin que perm::necen como dos
de
nuestros ms profun-
dos y peligrosos mecanismos de defensa. En la ntroyeccin sent
i
mos y actuamos como si una bondad exterior se hubiera con:vertido
en una certeza interior. En la proyeccin, experimentamos un da-
o interno
como externo: atribuimos a personas
signifi
cativas el
mal que en realidad existe en nosotros. Se supone, entonces, que
estos dos mecanismos, la proyeccin y
la
inttoyecci6n, estn mo
delados segn
lo
que tiene lugar
en
los
nios cuando
stos quieren
extemalizar el dolor e internalizar el placer,
intento
que en ltima
instancia debe ceder ante el testimonio
de
los sentidos
en
madu
racin y, en ltim instancia, de la r_azn. En
la
edad adulta,
estos mecanismos reaparecen, ms o
menos
normalmente en las
crisis agudas
del
amor, la confianza
y
la
fe
y
pueden
caracterizar
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