Equilibrio e Integridad en La Vejez

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Equilibrio e integridad en la vejez Andrés Urrutia & Mercedes Nicasio de Corcoba Equilibrio e integridad en la vejez Diferentes perspectivas Tomaremos en consideración algunos aspectos del proceso de envejecimiento, especialmente aquellos que atañen al trabajo psíquico intenso que se juega en esta época de la vida y que tiene como central objetivo el restablecimiento de la función de homeostasis o de equilibrio subjetivo, frente a los cambios de la persona, su ambiente en un sentido amplio y el logro de la autoestima y valoración social necesarios para todo ser humano. Esta puntualización requiere el establecimiento de algunas diferencias entre la perspectiva médica y la visión de la psicología en relación al proceso de envejecimiento. Ambas perspectivas constituyen dos especificidades que no podemos confundir. Si bien los hechos biológicos determinarán cambios sustantivos en la vida de las personas y producirán efectos en la vida anímica, la perspectiva del análisis y por lo tanto de la intervención a seguir es distinta. Como ejemplo podemos pensar que un cambio en el sistema vascular o una isquemia, producirá, en muchos casos, cambios en el comportamiento como la restricción de la autonomía o la disminución de la movilidad. Estos cambios repercutirán en el ánimo de cada persona, en su satisfacción personal y también en la forma en que se vinculará con esta nueva situación mórbida y con quienes lo acompañan en su entorno familiar y social. La angustia que este accidente provoca encontrará su cauce y los mecanismos de defensa pondrán en movimiento ciertas acciones y barreras para que la misma no desborde el psiquismo y pueda llevar adelante esta situación, ya sea negándola, racionalizando, con un dejo de esperanza, haciéndole al mal tiempo buena cara, poniendo el enojo en las personas cercanas o quejándose permanentemente de su situación y de su salud. Existen infinidad de reacciones posibles, tantas como la diversidad de personas mayores que pueden sufrir esta situación. 1

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Psicología Evolutiva del Adulto y la Senectud

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Equilibrio e integridad en la vejez

Equilibrio e integridad en la vejez

Andrs Urrutia & Mercedes Nicasio de Corcoba

Equilibrio e integridad en la vejez

Diferentes perspectivas

Tomaremos en consideracin algunos aspectos del proceso de envejecimiento, especialmente aquellos que ataen al trabajo psquico intenso que se juega en esta poca de la vida y que tiene como central objetivo el restablecimiento de la funcin de homeostasis o de equilibrio subjetivo, frente a los cambios de la persona, su ambiente en un sentido amplio y el logro de la autoestima y valoracin social necesarios para todo ser humano.

Esta puntualizacin requiere el establecimiento de algunas diferencias entre la perspectiva mdica y la visin de la psicologa en relacin al proceso de envejecimiento. Ambas perspectivas constituyen dos especificidades que no podemos confundir. Si bien los hechos biolgicos determinarn cambios sustantivos en la vida de las personas y producirn efectos en la vida anmica, la perspectiva del anlisis y por lo tanto de la intervencin a seguir es distinta. Como ejemplo podemos pensar que un cambio en el sistema vascular o una isquemia, producir, en muchos casos, cambios en el comportamiento como la restriccin de la autonoma o la disminucin de la movilidad. Estos cambios repercutirn en el nimo de cada persona, en su satisfaccin personal y tambin en la forma en que se vincular con esta nueva situacin mrbida y con quienes lo acompaan en su entorno familiar y social. La angustia que este accidente provoca encontrar su cauce y los mecanismos de defensa pondrn en movimiento ciertas acciones y barreras para que la misma no desborde el psiquismo y pueda llevar adelante esta situacin, ya sea negndola, racionalizando, con un dejo de esperanza, hacindole al mal tiempo buena cara, poniendo el enojo en las personas cercanas o quejndose permanentemente de su situacin y de su salud. Existen infinidad de reacciones posibles, tantas como la diversidad de personas mayores que pueden sufrir esta situacin.

Desde la perspectiva geritrica tradicional se buscar la rehabilitacin y devolver a la persona la motricidad y el mayor nivel de autonoma posible. En esta misma direccin el tratamiento muscular y la intervencin para favorecer el mantenimiento de la vida independiente forma parte del tercer nivel de atencin y apunta a la recuperacin de la funcin prdida o a la adaptacin de la persona y su entorno a este dficit.

Como mencionamos, la perspectiva geritrica tradicional tiene como eje central restablecer y/o adaptarse a la prdida de la funcin en trminos especficos y en general se promueve prolongar el perodo de la vida. Esta prolongacin implica, muchas veces, un incremento en la morbilidad crnica en los mayores. Por lo tanto los esfuerzos de la medicina y de las prcticas de salud asociadas a ella implican paliar y tratar las enfermedades que esta prolongacin suele conllevar, con consecuencias directas en la calidad de vida de los mayores.

Desde este punto de vista, la perspectiva biomdica se considera a la vejez como un perodo en el que el desmedro de las funciones fsicas y psquicas alcanza su mxima expresin. As, las tareas centrales de la accin teraputica desde la medicina son: luchar con ese desmedro insoslayable y mejorar las condiciones de vida, a travs de un aprovechamiento ms criterioso del caudal biolgico vital. En este mismo marco de actuacin se adscriben todas las prcticas geritricas y psicogeritricas (rehabilitacin fsica o cognitiva), las nutricionales, fisioteraputicas y laborteraputicas. Se atiende al cuerpo del viejo que padece, se realiza el tratamiento de la enfermedad y se busca la rehabilitacin de la funcin. Desde este modelo de intervencin, lo anmico, lo emocional y lo subjetivo son procesos concomitantes que se producen a la vez y como consecuencia de los cambios biolgicos. La esfera psquica tiene una relativa importancia, ya sea como defensa frente a la angustia o como fenmenos asociados a la translaboracin de la crisis. Estos componentes resultantes del dao biolgico no son centrales, son marginales por lo cual su tratamiento es por derivacin y siempre a posteriori y paliativamente.

Desde la psicologa, consideramos a la vejez como un perodo evolutivo con sus caractersticas especficas y con una tarea o trabajo psicolgico nuclear o central. En este sentido los cambios asociados al proceso de envejecimiento, tanto biolgicos, fsicos, psicolgicos como sociales sern ledos no slo desde el punto de vista del efecto anmico que estos cambios producen, sino desde una perspectiva de cambio, de estructura y de relacin entre el sujeto, el tiempo, su edad y su poca. Tambin la psicologa ha sostenido una vertiente paliativa frente al envejecimiento: se analiza los efectos y daos en el psiquismo de la persona mayor y se interviene sobre ellos o sus efectos. Es decir se ponderan los daos producidos o los dficit ocasionados, desde esta perspectiva el psiquismo acta como una malla de contencin de tales daos a la vez que es una reservorio de experiencia favorables, aprendizajes y dolores, en el cuales, como en una matriz se inscriben los mismos. Esta perspectiva supone una posicin subrogante de los fenmenos psicolgicos y una dependencia causal de los cambios psicolgicos y sociales a los cambios del cuerpo y sus avatares. En el sentido biolgico del estudio del envejecimiento lo psicolgico tiene slo entidad en trminos de consecuencia o efecto a medir, curar o paliar. Sin embargo veremos otras perspectivas en las cuales los hechos y cambios psicolgicos y sociales tienen entidad por s mismos, sin desconocer la importancia del reloj biolgico, la teora no se centra en este determinismo.

Cambios e integridad en la vejez.

Desde el psicoanlisis el equilibrio y la madurez en la adultez se logran y alcanzan a travs del despliegue del amor y el trabajo. Erik Erikson (Erikson, 1971; Erikson & Erikson, 2000), realiz aportes conceptuales que permiten comprender el desarrollo adulto desde la niez y hasta el envejecimiento. La teora de Erikson supone que en diferentes etapas de la vida, las personas cursan crisis que los ponen de cara a un peligro o amenaza a su propio yo, pero tambin estn invitados a desarrollar una potencialidad intrnseca que devendr en una expansin del yo. Estas vicisitudes que se transitan a lo largo de la vida implican un balance entre lo que se conoce como componentes egosintnicos y egodistnicos.

As, la persona mayor que ya hizo su tarea de amar y trabajar, tareas propias de la adultez, le queda por integrar los logros y frustraciones. Las personas que transitan ntegramente su vejez, segn la teora epigentica de Erikson, se han adaptado a triunfos y decepciones que supone ser el originador de otros y el generador de cosas e ideas. La tarea de la madurez ser conservar y seguir nutriendo lo logros generativos; mantener el amor hacia los otros, hacia uno mismo y conservar la confianza y la autonoma y cierto grado de laboriosidad; es decir, la tarea central estar centrada en conservar las fortalezas adquiridas y sostener su identidad. Ese trabajo tan complejo y cambiante, frente a las amenazas de las prdidas fsicas, la muerte de los seres queridos y el cambio cultural que se impone da a da, supone la integridad, evitando as, el aislamiento y el desdn.

El anciano como criatura psicosocial se enfrentar con una nueva edicin de la crisis de identidad que podemos formular del siguiente modo: soy aquello que sobrevive en m.

Qu supone la integridad del yo?

Como mencionbamos en los prrafos anteriores, desde la psicologa del desarrollo, el equilibrio entre valencias positivas y negativas es un desafo vital constante. En la vejez la integridad psicosocial implicar que este balance se juegue entre prdidas fsicas, personales y sociales y logros de la productividad adulta y los frutos del amor. En un sentido amplio, la trascendencia personal se lograra rescatando los logros del pasado, las fortalezas del presente que se ven amenazados por enfermedades y prdidas. El sentido de trascendencia y la satisfaccin con la vida, estn fuertemente ligados a la sabidura.

En este sentido, la sabidura tomando los criterios de Paul Baltes (Baltes & Smith, 1990), aparece como logro de esta crisis. Se constituye en un sistema de conocimiento experto que pone en juego un sistema cognitivo, que incluye un conocimiento general de la vida, las personas y su devenir, una fina evaluacin de cada situacin (conocimiento especfico) y la puesta en tensin de estos conocimientos a fin de considerar la mejor forma de proceder para cada situacin, contexto y valores. Todo esto permitira optimizar integralmente el autoconcepto y la autonoma, an ante la incertidumbre o frente a las limitaciones que le impone el cuerpo, la familia o la sociedad en la que se envejece.

La proyeccin de s implica una reafirmacin identitaria, del poder hacer a travs de un proyecto que lo haga factible.

Esta fortaleza es el resultado de un yo ntegro, que puede darle sentido a lo vivido y que vive con plenitud el ltimo trayecto vital. En este sentido la muerte, como interrupcin no se vivir como una amenaza sino como un destino comn que cierra una vida valorada positivamente.

A qu amenazas y prdidas nos enfrenta el hecho de envejecer?

Nuestro cuerpo se modifica, percibimos cambios fsicos, disminucin de la vista, la agudeza auditiva, la marcha se enlentece, sentimos en el cuerpo las marcas del paso de los aos. Tambin cambia nuestra apariencia fsica, la piel se arruga, los cabellos encanecen y hay una repuesta a estos cambios en quienes nos rodean. Estos cambios no los sentimos, slo percibimos aquellos que los otros denotan en nosotros. Decimos: Yo no me siento viejo, lo descubro en el trato de los otros.

Los cambios fsicos graduales anuncian un declive fsico irreversible y son parte del proceso de envejecimiento. Cuando dejamos de crecer comenzamos a envejecer. Ciertos trastornos que pueden estar asociados a la edad o a ciertas disposiciones genticas o a estilos de vida particulares, por su acceso brusco o por el compromiso de funciones muy especficas denotan la prdida temporal o definitiva de ciertas funciones como la marcha, el habla o la comprensin. Estos deterioros implican un esfuerzo y un trabajo psquico extra vinculado al duelo por la funcin perdida y a la adaptacin de la persona a su nueva condicin o limitacin especfica. Estos cambios implican un esfuerzo excepcional psquico dado el impacto de un cambio brusco e inesperado en el cuerpo, evento que puede debutar en la vejez, o en algn perodo anterior de la vida. Nos parece importante sealar que, a diferencia de los ejemplos anteriores y dado que el envejecimiento es un proceso, el declive es sumatorio y da seales sutiles a lo largo de la adultez, lo que permite establecer cierta continuidad, un paulatina integracin y adaptacin a los cambios y no una disrupcin con la propia imagen y funcionalidad.

En la direccin de estos cambios graduales y progresivos tambin percibimos cambios fsicos de aquellos que nos rodean: los nios que fueron nuestros hijos, se vuelven hombres y mujeres. Vemos crecer a nuestros nietos a pasos agigantados. Los amigos y compaeros de ruta muestran cambios en su propia integridad y vitalidad; reconocemos a los otros con marcas distintivas que fue imponiendo el tiempo.

En el mbito de lo interpersonal, tambin es importante que el psiquismo pueda tolerar las prdidas e integrar, en su yo lo mejor de aquellos que eran y que nos dejaron, las personas amadas. La partida de seres amados va dejando ausencias, primero de nuestros mayores, amigos, o del compaero o compaera de la vida en la viudez.

La ausencia de un ser con quien compartir la vejez y los recuerdos es el desafo ms grande de este perodo y el hecho ms doloroso. La viudez implica la prdida del sentimiento de ser un objeto de amor; la prdida de alguien a quien cuidar y la prdida de alguien que nos cuide. Este perodo de duelo aparece como una privacin de una presencia que brinda ayuda, que nos ha acompaado a lo largo de la vida y que en conjunto construimos relaciones sociales, de afecto, familiares y de amistad. Esta presencia no se restituye, sin embargo la transicin de este perodo implica el poder rearmarse en mltiples funciones vitales y sociales sin sucumbir en el aislamiento y la soledad.

Adems de las prdidas fsicas y alejamiento de seres queridos, la vejez tambin impone ciertos cambios en los roles familiares y sociales. Los roles y vnculos nucleares del psiquismo como la paternidad y la maternidad ceden su protagonismo a favor de la paternidad de nuestros hijos, inaugurando un rol familiar nuevo: la abuelidad.

El desarrollo tico se expresa fuertemente en las mujeres que ya no cuidan hijos pero se sienten responsables de la vida de todos en general. En los hombres hace crisis el machismo y hay un acercamiento de los gneros.

La diferencia hombre-mujer menos marcada permite el mutuo reconocimiento en la pareja y un nuevo encuentro en compartir intereses. Es como si los aspectos femeninos y masculinos que todos portamos se hicieran menos tajantes en su expresin y se unieran en la consideracin de lo humano. En quienes consiguen ir integrando poco a poco los aspectos masculinos y femeninos y se ajustan menos a los estereotipos sexuales asociados a su gnero, se incremente la comprensin y se consolida una mirada que se eleva por encima de las diferencias individuales.

Si bien existen cambios fsicos que pueden disminuir nuestra potencia sexual o afectar la frecuencia o la fisiologa de la funcin, la sexualidad se combina ms fcilmente con la ternura y el intercambio subjetivo.

La genitalidad es una funcin de los rganos genitales, un fenmeno fisiolgico para satisfacer el instinto, que puede practicarse tambin sin participacin de la relacin afectiva. En cambio, la sexualidad tiene una dimensin tpicamente personal y humana que incluye la genitalidad pero la supera y trasciende, sta no es slo la satisfaccin de un deseo provocado por un estmulo hormonal, de una fase de excitacin, es mucho ms porque afecta a toda la persona. La genitalidad no es ms que uno de los elementos de la relacin sexual en la cual intervienen: afectividad, fantasa, emocin, amor.

Cuando hablamos de libido, de energa sexual dependiente del inconsciente ertico tenemos que hacer otra consideracin. Desde sus primeros momentos en las formas infantiles el placer libidinal tiene origen en el marco de una relacin interpersonal, de modo que nos remite a un otro imprescindible para la atenuacin de un sentimiento de soledad; contrapartida del sentimiento de socializacin y humanizacin.

Hay algo inherente a la condicin humana y es el sentimiento de la soledad que en la vejez puede acentuarse por sucesivas prdidas, de padres, parejas, amigos, de su mundo, de su espacio, de su trabajo como actividad que lo enlaza con el grupo y que le permite un reconocimiento de s y le proporciona un sentimiento de autoestima.

Ese sentimiento de amor en el que se une el de sexualidad, genitalidad y proximidad es el nico antdoto ante la amenaza de morir solos en nuestro mundo interno. La senectud es el momento de la vida en que el amor cumple su mayor funcin.

Amor, bsqueda del placer, de la felicidad, de estar bien con otro que me hace sentir que no estoy solo. En este sentimiento el cuidado por el otro predomina: cuidar, proteger a alguien, preservar a alguien.

La necesidad de amor y de sentirse amado es un componente esencial del psiquismo desde el nacimiento hasta la muerte. El amor salvaguarda la autoestima.

Entonces, tambin pueden a la vez caer ciertos tabes y ciertas exigencias fantaseadas en relacin a las prcticas sexuales. La sexualidad cambia en su imaginario y pueden inaugurarse nuevas formas de su ejercicio ms desinhibidas y menos regladas.

En esta etapa, hay un mayor entrecruzamiento femenino-masculino, pasividad-actividad. La opinin propia legitimada le pone tope al registro de los deberes, si se hacen las cosas es porque estn autorizadas desde dentro y por ese camino se expresa ms la autenticidad de los deseos que no se someten al qu dirn.

Las transformaciones biolgicas tienen prdidas, algunas irreversibles, stas son ms o menos soportadas, bien o mal por el individuo de acuerdo a su estructura personal anterior. Pero tambin la sociedad, los que rodean a la persona mayores, exigen que su conducta se adapte a roles sociales o imgenes que se tiene de l. Sin importar lo que el individuo quiera ser, los viejos sufren los tabes sociales ms que la carga de los aos vindose permanentemente amenazados por la desvalorizacin.

En lo social nuestro papel se achica. Nos enfrentamos a lo que los psiclogos identifican como un rol sin rol: la jubilacin. Un hecho que en muchos casos es liberador y placentero, mientras que en otros implica un cercenamiento de la funcin productiva y del reconocimiento social que implica el trabajo. As en muchos casos el retiro laboral est ligado a una palabra dramtica: jubilado; o bien a una categora social an ms infame: la clase pasiva. En las instituciones nos transformamos en emritos, vitalicios, consultos, premios consuelos que ocultan la destitucin de roles.

Finalmente nos cabe integrar el recuerdo de lo que ya no est, de las cosas que no volvern, de hbitos y costumbres que se transformaron en antiguas. El desafo psquico es superar la nostalgia de lo vivido, y la angustia por el tiempo pasado. Tambin cambian las cosas, se transforman los barrios; se demuelen edificios significativos que slo existirn en el recuerdo; evoluciona la moda, se mudan o demuelen los lugares de encuentro, las viejas pautas de interaccin social y los modos de acercamiento, de seduccin y galanteo forman parte de un pasado que habita slo en el recuerdo propio y de los pares. An los lderes sociales, los modelos a seguir y los valores cambian y desafan permanentemente nuestra flexibilidad, acomodacin y comprensin del presente, obligando a una incorporacin de la nocin de inevitabilidad de estos cambios. Nos esforzamos por hallar cosas familiares en un momento en que la adaptabilidad ha perdido su calidad de natural y espontnea.

En el medio cultural vamos a recibir crudamente el significado que a la condicin de ancianos se le atribuye. Nos incorporamos a una categora social que posiblemente hemos considerado de forma negativa.

Estamos invitados a escribir un papel social distinto, un rol para el cual no nos hemos preparado. Nadie nos indica cmo envejecer y esto acontece de formas distintas segn las pocas y las diferentes sociedades.

Nos reconocemos mayores a travs de las miradas y gestos de los otros; a travs del espacio y de las instituciones, de la consideracin, de la actitud de las generaciones ms jvenes hacia nosotros. El impacto de estas miradas, algunas veces con respeto, veneracin, o cario, muchas otras veces negativas, en algunos casos con desprecio o repulsin, tambin requiere ser procesada. El psiquismo necesita encontrar un sentido distinto a la atribucin negativa, a la representacin fantaseada de quienes asocian esta etapa a la enfermedad, a la decrepitud y a la muerte. Este desafo no es slo en relacin a los otros. En muchos casos la tarea psquica de encontrar nuevos sentidos a esta etapa de la vida, generar y mantener vnculos enriquecedores y actividades significativas y placenteras es una labor personal.

La integridad psquica y la sabidura en la vejez consisten en construir representaciones sobre la edad de la madurez que incluyan potencialidades del desarrollo creativas y expresivas sin negar los condicionantes que la edad impone.

El fracaso de la integridad puede deberse a perturbaciones ms o menos severas del desarrollo del individuo a lo largo de la vida con las consabidas races en la primera infancia cuando la indefensin hace ms vulnerable a las personas atentando contra su necesidad de dependencia en cuyo caso ser permanente. En otros casos la falta de integridad del yo en los mayores o su interrupcin puede atribuirse a alteraciones bruscas de un estado de equilibrio que por tener caractersticas no esperables adquieren connotacin de crisis; en este caso la situacin ser transitoria aunque podr cronificarse por razones diversas.

En sntesis, el equilibrio psquico en la vejez supone integrar: la realidad de un cuerpo que envejece y se menoscaba, la percepcin del mundo del ayer y del afuera que se derrumba y la dolorosa experiencia de nuestros seres queridos que se ausentan. Se apela a modificaciones intensas que llamamos defensas que tienen como finalidad posibilitar un equilibrio que permita acomodar un balance entre lo biolgico, lo social, lo cultural y nuestro narcisismo.

Pero esa transformacin psquica que permite un nuevo balance influye en nuestras actitudes personales, gustos, conductas, en la manera de comportarnos con los dems, en la forma de ubicarnos ante nuestras posesiones.

Este proceso de integracin psquica se da en un contexto social fuertemente juvenal y que considera e iguala a lo y a los viejos con lo decrpito y antiguo. Nos encontramos de modo descarnado con la valoracin negativa que nuestra cultura concede a la vejez. Este desafo tiene entonces un doble juego, rescatar lo positivo en nuestra historia y adems, ponerlo en valor en un contexto social y cultural que lo desacredita como algo digno de ser apreciado.

Frente a todas estas realidades, el psiquismo intenta recuperarse, mantenerse en pie, y encontrar la satisfaccin con lo vivido y el aprecio, ms no el apego, a los logros de las etapas anteriores. Esta transaccin contempla tambin la realizacin de planes y metas ajustadas a las posibilidades y tiempo de vida que queda por transitar.

En palabras de Erikson (Erikson, 2008), en la madurez tendramos que retirarnos del liderazgo social, dando paso a las nuevas generaciones, sin que esta renuncia implique una desvinculacin del mundo de la familia, de las instituciones y de la cultura que nos sostiene y determina.

La muerte, ya no es la muerte de los otros. En la vejez la finitud no es ya una expresin lejana o metafrica, es el fin de nuestra existencia y el lmite real de nuestras posibilidades y continuidad. Si fuimos significativos, lo seremos en la memoria de los otros, trascenderemos en aquello que supimos dar, que pudimos dejar y que continuar en quienes nos sobrevivan.

Algunos logros de la integridad psquica

Los cambios subjetivos que se aprecian en un desarrollo psicolgico positivo pueden plantearse en una serie de temas que pasamos a considerar.

Lo ms notable es la superacin de los roles asumidos en la vida y la apertura a nuevos intereses marcados por una conciencia ms fuerte de individualidad. Reinvestimos relaciones y amistades antiguas, inauguramos con un entusiasmo nuevos roles como la abuelidad; recuperamos tareas, deudas vocacionales y rutinas aplazadas en la urgencia de la adultez.

Si observamos lo que se nos demanda en esta etapa vamos a encontrar ciertas cosas opuestas: experiencia y flexibilidad. Slo una elaboracin personal puede entender el sentido de estas dos palabras. La combinacin integral de estos dos componentes nos abre las puertas de la sabidura y supone, no slo tolerar sino tambin enriquecerse de ciertas condiciones y situaciones ambiguas y contradictorias. Entendemos que esta fortaleza propia de algunos mayores es siempre el resultado de la integracin de ciertos conocimientos generales sobre el buen vivir y proceder, contemplando de manera flexible la incertidumbre implcita de tales aprendizajes.

Cuando envejecemos ntegramente y satisfechos con el recorrido vital que hemos transitado, hemos acumulado cierto caudal de conocimiento general sobre la vida y sus vicisitudes, somos capaces de aplicarlo para nuestro beneficio y el de quienes nos rodean, sin necesidad de transformar en dogma o en sentencias taxativas aquello que hemos aprendido. En sntesis, la sabidura transforma en indulgencia y comprensin los errores cometidos y los aprendizajes construidos.

El aprendizaje no se detiene con la vejez. Las personas nos volvemos selectivos en nuestros centros de inters que suelen expresarse a travs de la bsqueda del sentido de la vida, la profundizacin del sentimiento humano; por ello estos temas adquieran ms consistencia y estn como teln de fondo de todas las actividades.

Cuando envejecemos con cierto equilibrio psicolgico aprendemos a usar el tiempo con ms flexibilidad y valorizamos el placer del encuentro con amigos, familiares, vecinos, porque deja de imperar la rigidez de los roles. Los diarios se leen de otra manera, estando ms abiertos a las vicisitudes ajenas sin por ello perder el sentido de individuacin que ya tiene firmeza.

La integridad en la vejez conlleva ms sinceridad con uno mismo y con los otros, se es consciente de los propios defectos y virtudes que no se disfrazan de hipocresas y de falsas modestias.

Las crisis superadas dan nuevos impulsos al desarrollo y un sentido de unidad personal que nos autoriza como intrpretes. Nuestro Yo, es el que elabora el sentido de las cosas. As, cuando envejecemos con integridad, podemos narrar nuestra vida de manera coherente, incorporar en el relato nuestras prdidas, logros, frustraciones y anhelos. La identidad en la vejez, supone integrar aquello que sobrevive en nosotros mismos, a la vez que descubrimos nuestras potencialidades y fortalezas adquiridas. En cada revisin vital que realizamos, en los balances, evocaciones de nuestro pasado se abre una nueva oportunidad hacia la resignificacin, hacia la comprensin.

Cada ejercicio reflexivo es una oportunidad de desarrollar la sabidura en la vejez. Si la persona creci en un ambiente adecuado con modelos identificatorios no contradictorios, posee una valoracin positiva de sus objetos parentales y si no ha estado expuesto a situaciones excesivamente traumticas (enfermedades, muertes, cataclismos, guerras) le ser posible enfrentar con un mnimo de ansiedad sus recuerdos y utilizar plsticamente sus defensas. Cuando una persona mayor vivi as, la interioridad se transformar en reminiscencia. Cada revisin de vida, cada acto de pensar, reflexionar y relatar las propias experiencias, permite resignificar, reelaborar tambin experiencias dolorosas y estos procesos contribuyen esencialmente a dar continuidad a la propia historia de vida y a sostener su identidad.

La elaboracin simblica augura un envejecimiento feliz dado que resulta de adquisiciones que no se menoscaban con los aos; siempre se puede disfrutar de la lectura, de la msica, de las artes en general y del cine como esttica de nuestro tiempo.

En este sentido nos interesa destacar las palabras del pensador latino Marco Tulio Cicern en su escrito de Senectute (Acerca de la vejez): Las grandes cosas no se obtienen con la fuerza, la velocidad y la agilidad fsica, sino con el juicio, con la autoridad y el aplomo; cualidades que no slo no faltan en la vejez sino que se fortalecen en ella.

En lo interpersonal y ms all de las prdidas hay deseos por generar y sostener redes ms amplias que las familiares. Estas nuevas relaciones dan ms amplitud a la vida y abren los intereses hacia los otros; se siente ms responsabilidad amorosa por personas lejanas.

Muchas veces se confunde vejez con serenidad. La vejez puede ser una poca en la que enfrentamos y superamos la desesperacin y el desasosiego frente a la finitud. La vida no est caracterizada por la quietud pero est ms centrada en el estilo personal. El sufrimiento es menos desgarrador porque se enfrenta con la solidez de la experiencia.

Todo llega, todo pasa, todo se olvida, todo se arregla. Nadie entiende todo; nadie comprende todo si todo el mundo supiera lo que todo el mundo dice de todos, nadie hablara de nadie. Sobre todo no tenga nunca miedo, el enemigo que le hace retroceder tiene miedo de usted en el mismo instante

En estas frases se resume la sabidura y la madurez que el escritor francs Andr Maurois (1939) pone en el protagonista de su libro Un arte de vivir como resumen de serenidad y confianza frente a los conflictos de la vida. En ella lo que se hace claro es el pensamiento de lo pasajero de la vida y la disminucin de la demanda exigente que tenemos hacia los otros.

Estos son los respaldos con que se enfrenta la vida. Hay recursos creados para moderar los impactos de las cosas negativas y disfrutar sin exigencia lo que la vida ofrece. Las pautas evolutivas confluyen a travs de distintos recursos para enfrentar la realidad; tambin la capacidad de aislarse sin remordimiento de las tensiones innecesarias.

Sintetizando un adulto mayor unificado, en evolucin perpetua es una persona que ha integrado sus aspectos femeninos y masculinos, es flexible y a la vez ordenado y es capaz de superar las determinaciones de la edad y del gnero que la sociedad y los estereotipos culturales imponen a las personas.

La vejez con integridad prescinde de miradas nostlgicas y melanclicas en relacin al pasado y nos distancia del enojo, ofuscacin e irritabilidad que en muchos casos provocan los cambios de poca, de valores o los jvenes. Contrariamente la integridad supone una amplia red de apoyo social, un acercamiento intergeneracional y bsquedas sociales que posibilitan el ingreso de nuevos otros, desafiando la soledad y el aislamiento. En sntesis la integridad implica nuevas relaciones, ms flexibilidad y mejores defensas.

Si eso se produce surge un bienestar, una valoracin de uno mismo y el deseo de una nueva esttica acorde con los cambios internos. Se superan las divisiones interiores. No se pretende ser hermoso pero es imprescindible sentirse agradable. Entre la pasin y la depresin, la serenidad.Todas estas caractersticas son resultados del esfuerzo por la homeostasis que realiza el psiquismo para acomodar como un balance entre las amenazas y potencias que devienen de lo biolgico, de lo social, de lo cultural y de nuestro narcisismo.

La comprensin ms profunda y contextuada mejorara el clima de intolerancia que caracteriza el dilogo de las generaciones. El envejecimiento va acompaado de reestructuraciones que intentan un equilibrio psquico, reestructuraciones que buscan un reacomodamiento ante las prdidas, que buscan reestablecer en el anciano una homeostasis.

Lo que es inevitable porque vivimos en un mundo de interrelaciones es que esos cambios produzcan respuestas afectivas en los ms prximos y esas respuestas son justamente las que vuelven difcil y crtico el momento. De estas reacciones surgen las amenazas ms perturbadoras de ese equilibrio. En este sentido y para finalizar, reafirmamos que el sentido de integridad del yo, siempre es intrapsquico, se da y se sostiene en un contexto social y cultural que puede facilitarlo o dificultarlo. Es decir nuestra vejez ser un reflejo de los aos vividos y de aquello que los otros esperan de nosotros.

Bibliografa.

Baltes, P. & Smith, J. Hacia una psicologa de la sabidura y su ontognesis. En La Sabidura. Su naturaleza, orgenes y desarrollo. Stenberg, R. (Comp.) Editorial Descle de Brouwer, Bilbao. 1990

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Erikson, Erik. Identidad, juventud y Crisis. Buenos Aires: Paids. 1971.

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Erikson, Erik & Erikson, Joan. El ciclo vital completado. Barcelona, Buenos Aires, Mxico: Paids. 2000.

Maurois, Andr. Un arte de vivir. Ed. Librera Hachette, Bs. As. 1969.

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