Denisse Gracida CermeñoAntropología avanzada

Trabajo Final: Ensayo de la Doctrina del Shock de Naomi Klein

“El negocio de la guerra”

El mito del capitalismo y libre mercado es simple como devastador: libertad. Esta “libertad” que es más bien la máscara de la guerra, el saqueo y la pobreza, pero lo que realmente se esconde detrás de esa idea de libertad y bienestar es el acto más vil y cruel del hombre: el enriquecimiento a costa del pueblo.

La Doctrina del Shock, como analogía a la terapia de electrochoques es muy acertada, produciendo trauma y monotonía, (borrar la memoria, borrar la historia), como resultado de un seceso dramático, lo que aplicado en masas, es la reducción de la capacidad crítica y, si este no fuera el caso, encarcelamiento o peor aún, asesinato.

Milton Friedman, como demonio, fue un genio, imponiendo a la fuerza su doctrina de la política económica basada en el miedo, que junto con sus “chicago boys” llevaron a millones de personas a la ruina, hambruna y pobreza en general y, aun así, eran considerados todos unos genios, reafirmado por el Premio Nobel de economía que obtuvo Friedman en 1976, lo que me pone a pensar sobre los parámetros establecidos para elegir a los candidatos y ganadores.

Sus infames experimentos en Chile, Argentina y Brasil, al más puro estilo de los realizados en los psiquiátricos en la década de los 50´s, demuestran una vez más la infame y egoísta (no encuentro adjetivos capaces de descripción a tal situación) ideología de los oligarcas del Shock, creando crisis en la humanidad como las guerras o las epidemias sin sentido y moldeando sociedades a través de los aliados medios de comunicación o mundiales de futbol, donde bien hago referencia a Klein cuando dice que los gritos de miles de personas gritando ¡GOOOL!, ahoga y cubre los gritos de la gente presa y torturada a causa de defender a su familia, su historia, su dignidad.

Me da risa del coraje de la forma en que nos vendan los ojos, y de lo obvio que es una vez que se conoce el trasfondo de los mitos; inmediatamente después del Shock, Mundiales de Futbol, ahora nos regresan más que futbol, celulares, “glamour” de Hollywood, tecnología, videojuegos, telenovelas, etc. están en el menú.

El shock es esa guerra falsa, esos Golpes de Estado Falsos, esas muertes y esas torturas, ese narcotráfico, ese terrorismo, e incluso esos desastres naturales, ¡QUE

INTELIGENTE ES ÉSTA GENTE! y que ciegos hemos sido nosotros. Aunque no se debe dejar de lado esas luchas contra los poderosos que no hemos podido ganar, porque ellos usan cualquier recurso para ganar, ganan porque no tienen sentimientos, ganan porque no son humanos.

“Si quieren ver capitalismo en acción, vayan a Hong Kong” lo dijo Friedman en el 2006, un mes antes de su muerte, éste demonio sí que fue cínico, pero bueno, su perspectiva de capitalismo y libertad era algo maravilloso.

El mito de Estados Unidos el salvador, son como Dioses poderosos, saqueadores y asesinos ¡BASTA! basta ya de jodernos más. La historia se repite una y otra vez, lo mismo en contextos diferentes, pero no tan diferentes, pues existe esa pobreza y necesidad, usan las mismas mentiras, los mismos mitos, las mismas promesas de desarrollo y bienestar y para lo mismo y nos devuelven a cambio puro circo, porque ni siquiera pan.

Ojala y lo que Naomi Klein expuso en su obra sea cierto y que las maniobras estratégicas del Shock estén siendo inservibles cada vez más, ya que nos hacemos inmunes a éstas poco a poco. Pero no se debe bajar la guardia en ningún momento, porque los oligarcas son los mismos y, claro que buscarán nuevas formas de aumentar su riqueza y poder, hasta que al final no haya nada que puedan robar.

Se necesita al pueblo unido, al final de cuentas somos muchos más pobres que ricos, solamente así se logrará ganar… mejor dicho, solo así dejaremos de ser gobernados por neoliberales infernales, oligarcas multimillonarios. Y he usado, precisamente el mito del diablo como referencia porque se adecua, pero no es el diablo en si, como trasfondo del mito no es el Diablo, sino Dios, engañados y ciegos confiando en lo que realmente no vemos.