Ensayo Irónico Sobre Los Obispos de Hoy de Mañana

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    ENSAYO IRNICO SOBRE

    LOS OBISPOS DE HOY Y DE MAANA

    TOMAS DE LA TORRE LENDINEZ

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    ENSAYO IRNICO SOBRE LOS OBISPO DE HOY Y DE MAANA

    Introduccin general

    La edad avanza para todos. Los obispos como todo ser humano que vive y respira cuandocumplen los 75 aos deben presentar su renuncia al cargo al Papa, quien segn motivos que se

    alcanzan a saber, o que los observadores nos imaginamos, envan el sustituto antes o despus.

    Por la fuerza del calendario los obispos nacidos entre 1938-1940 estn en la lista de los jubilados

    inmediatos o futuros. Son bastantes, aunque los cuatro aos prximos van a crear una larga cola

    de aspirantes a dejar sus sedes episcopales.

    Como a cualquier ser humano bastantes de los protagonistas tienen unas ganas de irse a la

    jubilacin de modo inmediato. Ellos creen que no se les nota, pero sus signos de abandonar el

    cargo, o la carga, segn se mire, son muy evidentes a los sacerdotes de sus dicesis, o a los laicos

    ms cercanos a la actividad propiamente pastoral de las parroquias y grupos cristianos.

    Cuando un obispo levanta el pie del acelerador del motor pastoral diocesano se nota muchsimo,

    porque los proyectos se quedan en vaguedades, las iniciativas se apagan, los documentos

    pastorales menguan, las ganas de renovar los cargos pastorales de los sacerdotes se reducen en

    muchos enteros, y todos piensan: Para lo que le queda de estar en el cargo, hacen bien de

    mantener una vida relativamente confortable hasta que llegue el sustituto.

    Algunos, ciertamente con sorpresa para los diocesanos, anuncian: Aunque yo me vaya, siempre

    estar presente en esta cofrada, en este movimiento apostlicoy cuando pueda me pasar

    por aqu como lugar de solaz esparcimiento pastoral y espiritual.

    Deben usarse estos modos de hablar o no?

    Creo que no, pues delatar una marcha de la que solamente se sabe el da del cumpleaos del

    obispo concreto, que es cuando presenta su renuncia del cargo al Papa, sin conocer la fecha

    exacta de su salida inmediata se puede convertir en una situacin de unas tragaderas

    excesivamente largas, o en una ocasin de mofa, si la estampida se produce de inmediato.

    He conocido obispos que han estado como emritos entre seis y doce meses, otros han pasado

    la fecha de caducidad de sobra, y los menos les han colocado un coadjutor con derecho a

    sucesin de modo inmediato. Estos ltimos son casos excepcionales demostrativos que en Roma

    conocen sus andanzas por la vida episcopal y cmo han dejado sus tierras pastorales

    completamente desrticas en los aos que pastorearon aquel territorio como si fueran seoresfeudales y el resto de las ovejas diocesanas miembros de la gleba ms baja que se pueda uno

    imaginar, excepto la camarilla de adeptos y adictos que eran los palmeros de aquel obispo

    mientras hubo que soportar su cayado como si fuera la varilla del dueo del burro asestando en

    las posaderas del asno.

    Mientras dura el tiempo de la interinidad las dicesis sufren unos parones, unos acelerones y

    una condensacin hasta del aire que deba respirarse siempre como la viveza del Espritu Santo,

    siempre activo en el movimiento de esa Iglesia local, encomendada a un sucesor de los

    apstoles.

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    La lentitud que observamos en la tierra de Espaa en los ltimos meses es la muestra de cmo

    se pretende tapar, conservar, y atar la accin del nico conductor de la Iglesia, que es la tercera

    persona de la Santsima Trinidad.

    Es cierto que nunca se puede meter prisa a la accin divina, pero si se ayuda, siempre ser mejor

    para los catlicos de esas dicesis, que nunca perdern la ilusin y las ganas de sentirse y serlabradores de la via del Seor.

    Es necesario observar la dureza de estos parntesis pastorales, la detencin siempre es enemiga

    de la iniciativa creadora e inventiva. Estas situaciones solamente se comprenden cuando se

    viven varias veces en la vida de entrega al servicio de la Iglesia del Seor.

    El natural miedo a lo desconocido produce en el pastor saliente un silencio normal y prudente,

    que cuando se alarga en el tiempo extraa mucho, quema a las personas y las coloca en el

    planteamiento: Esto se har cuando llegue el nuevo, mientras hagamos lo mnimo

    imprescindible y basta. Esta sentencia ha sido muy general en varias dicesis espaolas, en las

    que llevan con obispos dimisionarios varios y largos meses que sern aos dentro de poco.

    Por esto es el momento de preguntarse:

    Existen futuros obispos capaces de tomar y poner las manos en el arado?

    1.- Los campos donde se han criado

    La teologa eclesiolgica nacida en el Concilio Vaticano II dej muy clara la triple misin de los

    obispos: ensear, santificar y pastorear. Nadie con las luces intelectuales necesarias niega hoy

    la misin episcopal expresada en esos tres verbos. Siempre a imitacin del nico y eterno

    sacerdote: Cristo Jess, quien se inmol en la Cruz muriendo en ella para nuestra salvacin tras

    resucitar al tercer da segn l mismo haba anunciado.

    Los obispos son sucesores de los apstoles, teniendo como colaboradores necesarios a los

    presbteros, los cuales deben obediencia y respeto al obispo que los orden y a todos sus

    sucesores.

    En esta eclesiologa se han educado los futuros obispos que debern suplir a los que hoy estn

    a punto de jubilarse, o lo han pedido ya a la Santa Sede.

    Ahora bien, los candidatos estudiaron en unos aos setenta y ochenta del siglo pasado durante

    los cuales no haba libros de texto de teologa seria y razonada. Hasta bien entrada la dcada de

    los noventa las editoriales no desearon invertir dinero y buscar autores, quienes con magisterio

    responsable, pudieran elaborar unos manuales bsicos de los diversos tratados insertos en elcompendio de los estudios de la Sagrada Teologa.

    Aquellos seminaristas estudiaron con apuntes copiados a mano, o fotocopiados en las mquinas

    de la poca, an circulan por algn rincn de bibliotecas personales la edicin manual, que

    hicimos unos cuantos estudiantes de Teologa de finales de los aos sesenta y primeros setenta,

    que era la nica forma de compendiar el turbulento bullir de la ciencia teolgica, tratando de

    darle cierta lgica y un mnimo de cuerpo armnico para el estudiante.

    Adems, aquellos seminaristas, hoy candidatos a ser obispos no estudiaron en los tradicionales

    seminarios menores, institucin que declin su existencia con la entrada de la primera gran

    sequa vocacional ocurrida a partir del ao 1975 en Espaa.

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    Entraron directamente en los seminarios mayores procedentes de los institutos donde

    terminaron el curso de orientacin universitaria. Llegaban inadaptados a la vida comunitaria,

    lentos a la hora de tomar responsabilidades colectivas para sacar adelante la vida de los propios

    seminarios, instalados en edificios enormes construidos en los aos posteriores a la Guerra Civil,

    cuando el florecimiento vocacional era masivo y extraordinario.

    Estos seminaristas tenan un comn denominador: no eran nios, sino hombres de 18 aos en

    adelante, que hasta su ingreso en el seminario haban convivido en institutos mixtos, cursando

    los estudios del bachillerato unificado polivalente. Venan sin complejos infantiles, pero su

    madurez era tosca, sin modelar para la vida comunitaria de oracin, estudio y preparacin lenta

    para el sacerdocio.

    El profesorado que encontraron en un seminario inmenso siempre era superior en nmero al

    nmero de alumnos que estaban en el seminario donde haban ingresado. Esto supona estar

    un solo seminarista por un profesor, lo que supona una prdida de calidad en la enseanza

    teolgica de aquellos jvenes.

    En otras dicesis, los seminaristas vivan con determinados prrocos y acudan a las clases del

    seminario. Algo enriquecedor, pero que result muy peligroso, ya que el cura de turno tena al

    seminarista, ms como un sacristn ilustrado, o un laboratorio humano de experimentar recetas

    pastorales que en muchos casos fueron desastres hasta novelados por los autores de la poca.

    Ciertamente la salvacin vocacional de aquellos aos adoleci de rectores ausentes, superiores

    inmaduros que iban de tabernas con los seminaristas publicndose hasta en el diario Ya, de la

    Editorial Catlica, como prueba de exotismo noticiero de lo que algn da seran los futuros curas

    de la Iglesia en Espaa.

    Los obispos tenan la brjula imantada buscaban sin encontrar una frmula apta para sus

    seminarios diocesanos y sus pocas vocaciones a ser curas. La entrada en la sede de Pedro del

    Papa Juan Pablo II fue providencial, porque asegur la doctrina en muchos puntos discutidos y

    discutibles de la Sagrada Teologa, elabor el nuevo Cdigo de Derecho Cannico en el ao 1983,

    emiti diversos documentos sobre la formacin espiritual, moral e intelectual de los futuros

    sacerdotes, y el mismo Papa iba en sus viajes apostlicos ordenando sacerdotes que an

    contienen el brillo de la imposicin de manos de todo un Papa santo, como despus lo ha

    reconocido la propia Iglesia Catlica.

    La publicacin del Catecismo de la Iglesia Catlica alumbr a muchos docentes de las clases de

    Religin en los institutos para saber y sistematizar las verdades que se deban ensear en la

    juventud que llenaba las aulas, a pesar de las zancadillas legales que los diversos gobiernosespaoles fueron colocando en torno a la asignatura de Religin en los centros pblicos.

    En la apacible sombra de aquellas horas lectivas nacieron vocaciones sacerdotales, que hoy son

    curas valientes repartidos por las parroquias de muchas dicesis de Espaa, y que, an,

    mantienen su agradecimiento al profesor que tuvieron en aquellos aos decisivos de sus vidas.

    En los seminarios se perfilaba un tipo de sacerdotes muy centrados en la liturgia de la Iglesia,

    buscadores del renacimiento de la tirilla de la camisa del traje clerical, la sotana y otras

    vestimentas que la revuelta posconciliar haba metido en los inmensos cajones de las sacristas

    repartidas por toda Espaa.

    Cuanta ms liturgia se supiera, ms vocacin tenan los aspirantes; cuanta ms ropa se rescatarade aos anteriores al Concilio, mejores curas seran. Los fracasos de aquellos experimentos de

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    muchos seminarios trajeron tristes recuerdos, que no deseo explayar aqu, pero que los lectores

    sabrn ponerles nombres y apellidos concretos.

    Se olvidaba que los curas del tercer milenio deberan ser hombres audaces y valientes ante una

    cultura ofensiva, que desplaz a Dios de la escena humana y social, de la familia y de las

    instituciones educativas, laborales y recreativas.Para medio esconderse de los embates de esa cultura laicista exista la tirilla, como parapeto

    ante el cual los atacantes se ponan ms feroces o desistan de sus intentos de anulacin de un

    cura, que haba salido ordenado sin tener grados acadmicos acreditativos de su capacidad

    intelectual de sntesis, de anlisis y de bsqueda de una verdad mediante el estudio y la

    investigacin en el archivo o en la biblioteca de la facultad de teologa ms cercana, donde

    mediante la actuacin providencial del cardenal al frente de la Congregacin de la Doctrina de

    la Fe, haban sido sancionados sin venia docendi una serie de tipos llenos de un destilado y

    retintado marxismo, que an evacuan cuando escriben sus panfletos.

    Para esconderse de los embates de esa cultura laicista estaban equis movimientos apostlicos

    o grupos eclesiales, donde los curas jvenes eran recibidos como piezas de oro a custodiar de

    los ladrones y salteadores de caminos.

    Dentro de esas instituciones recibieron enseanzas modeladas cuadradas, cuadriculadas,

    cerradas, hermticas, que les hicieron capones mentales para una evolucin natural y libre de

    sus propias personas y actuaciones pastorales.

    Algunos de aquellos curas, estn hoy entre los candidatos a ser obispos maana, y dan pena

    verlos cmo beben, o desean que se les vea que beben en otras fuentes pastorales para salir del

    cors donde se metieron en los primeros aos de ordenacin. Muy pocos lo hacen bien. La falta

    de conviccin de su desenvolvimiento intelectual y pastoral es objeto de estudio clnico en un

    gabinete de psicologa actualizada.

    Estos curas fueron ordenados durante la segunda mitad del pontificado de Juan Pablo II y de

    Benedicto XVI. La ordenacin corri de las manos de los obispos que hoy estn en la espera de

    irse a la jubilacin, o la van a pedir en los aos inmediatos.

    A la sombra de esos obispos con carnet de jubilados estn sentados esos curas, esperando que

    les llamen de la Nunciatura y le indiquen el lugar donde sern mitrados en cuestin de meses.

    Existen varias dicesis que son la excepcin de la regla general: Toledo, Sevilla, Valencia,

    Crdoba, Madrid

    En ellas, como Toledo, la sombra inigualable del cardenal don Marcelo Gonzlez, evit unafuerte crisis en su seminario diocesano, de cuyo alumnado han salido ya varios obispos que estn

    repartidos por Espaa y Amrica.

    La realidad, en mayora en Espaa, es que el desierto vocacional ha inundado tierras

    tradicionalmente veneros de vocaciones sacerdotales o religiosas: Catalua, Vascongadas,

    Galicia, Extremadura, buena parte de Andaluca

    Este desierto vocacional se est viendo invadido por unos seres que indican poseer vocacin a

    curas, pero desean serlo con las condiciones que ellos llevan en sus mochilas, totalmente

    prohibidas por el Cdigo de Derecho Cannico. Esta situacin agrava y lleva al esperpento la

    propia escasez vocacional, que es el primer problema de numerosas dicesis espaolas.

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    2.- El cambio con Francisco

    Hasta la llegada del papa argentino, la Iglesia en Espaa estuvo siempre en conexin muy honda

    con Juan Pablo II y Benedicto XVI. Don ngel Suqua, cardenal de Madrid, tras monseor

    Tarancn, fue realmente la persona que identific la Iglesia en Espaa, es decir sus obispos en

    general, con el papa polaco y su manera de concebir el episcopado en las diversas dicesis.Tras la jubilacin de Suqua, ste mismo supo colocar en el mismo sitio a monseor Rouco, que

    tradujo muy bien los ltimos aos de Juan Pablo II y toda la estancia de su sucesor Benedicto

    XVI en el solio de San Pedro.

    Los obispos espaoles eran filtrados por las manos de Rouco durante una veintena de aos, con

    los diversos nuncios que estaban en la casa de la calle Po XII, de Madrid. Los observadores y

    crticos decan que nada se mova en la Iglesia en Espaa sin que Rouco no lo supiera ni lo

    mandara. La aparente unidad de la Conferencia Episcopal Espaola comenz a hacer aguas,

    cuando durante el septenato del zapaterismo estuvo al frente de los destinos espaoles.

    En temas como el aborto, el divorcio exprs, la asignatura Educacin para la ciudadanaciertosmovimientos apostlicos organizaban anualmente, en el da de la Sagrada Familia, la famosa

    Misa de las Familias, donde acudan obispos obedientes a la lnea de Rouco, quien no tuvo

    empacho en salir en manifestacin por las calles de Madrid protestando contra la ingeniera

    social del rgimen zapaterino.

    Naci otra corriente, dentro del episcopado espaol, ms proclive al buenismo por smosis sin

    necesidad de llegar a ser tan frentista contra el gobierno de Espaa democrticamente elegido

    por la ciudadana. A este movimiento contribuy mucho el nuncio portugus monseor Manuel

    Monteiro de Castro cmplice en varios momentos con el inquilino de la Moncloa, a donde era

    invitado a tomar unas tacitas de caldito.

    Semejante desfachatez le cost el cargo en Madrid, saliendo pitando para Roma. Sin embargo,

    dentro del episcopado, tanto el cardenal Caizares, elevado por Benedicto XVI a presidir la

    Sagrada congregacin de Liturgia y ritos sagrados, como el actual cardenal Blzquez, eran

    partidarios de la lnea de baja tensin y coordinacin con un zapaterismo destructor de la

    sociedad espaola en todos los rdenes, cuyos frutos se estn viviendo en estos momentos,

    cuando redacto este ensayo.

    La llegada del papa argentino supuso, primero, para los obispos espaoles un sorpresn como

    una catedral, ya que no estaba entre los nominati de las quinielas de los medios de

    comunicacin. Ya la dimisin anunciada y realizada de Benedicto XVI dej mudos a los prelados

    existentes en Espaa. Tardaron en asimilar la decisin pontificia, la explicaron mal, y se ponancolorados cuando algunos periodistas les preguntaban sobre tan novedosa situacin en la Santa

    Sede. No saban qu contestar. Se mantuvo un silencio prudente por tctica comn.

    Sin embargo, la noche del 13 de marzo de 2013, los obispos espaoles se quedaron ms mudos

    an al ver cmo el Cnclave haba elegido a un papa argentino y jesuita, quien eligi el nombre

    de Francisco.

    Con el nuevo papa se atisbaba otro tipo de sacerdotes para el inmediato hoy y el subsiguiente

    maana. Sus primeras declaraciones a los medios de comunicacin, sus actos de romper con

    modelos pasados, sus gestos ante el pueblo cristiano en el interior de la plaza de San Pedro,

    aquella primera Semana Santadej a los obispos espaoles descuadrados, faltos de aliento, ymudos como momias egipcias.

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    En este cuadro vena de lejos una negra y larga sombra: las conductas de los obispos catalanes,

    siempre sumisos por la accin, o por la omisin, al independentismo cataln, que haba tomado

    unos derroteros camino de la separacin de Espaa sin detener su velocidad. Los obispos

    catalanes se vean fuera del coro de la Conferencia Episcopal Espaola al disponer ellos de su

    propia conferencia episcopal catalana produciendo unos momentos de verdaderas

    alucinaciones separatistas en varios de ellos. Las homilas y los artculos de las hojas parroquialesfueron testimonio de la esquizofrenia de unos hombres esclavos de una nacin y de un

    nacionalismo, como forma de culto al mismo, que los pona en la fila de los enajenados.

    El papa argentino, que durante su formacin anduvo por Espaa, y que haba impartido

    Ejercicios Espirituales a todo el episcopado que dese acudir a ellos, conoca la deriva de los

    obispos de Espaa en la doble direccin mantenida durante aos.

    En la primavera de 2014 los invit a todos a la Visita ad Limina, en una semana en Roma, todos

    los obispos hispanos tuvieron que rendir cuentas pastorales y de todo tipo al nuevo papa. De

    aquellos das sali el cese fulminante del cardenal Rouco por haber rebasado la fecha de los 75

    aos, y los sucesivos nombramientos que despus llegaron.

    Y una cosa qued muy clara: Dada la situacin poltica con diversas elecciones pendientes dentro

    de Espaa, y con el asunto cataln, el papa no estara una hora en vila con motivo del quinto

    centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jess.

    Los obispos volvieron de Roma sabiendo que otro modelo de curas se atisbaba en el horizonte

    de la Iglesia. Pero la pregunta era: Hacia qu horizontes?.

    Cada uno entendi lo que le pareci pero lo callaron como estatuas. El nico documento firmado

    por el papa argentino la Evangelii gaudium sirvi para sacar unas pistas de cara a la formacin

    de los futuros curas espaoles, aunque no era una obra explcitamente dirigida a esta alta

    funcin.

    Los nuevos curas deberan ser y disponer de una mixtura del papel doctrinal del Vaticano II, pero

    con una valenta impropia de un mundo hostil. La interpretacin se la dieron los mismos curas

    que llevaban aos en el ministerio: Hagamos bien lo que hemos hecho siempre, pero buscando

    estar pegados mucho al papel caritativo de la Iglesia de Cristo.

    El tipo de cura liturgo pasaba, no de moda, pero s a un segundo plano. Ahora quien dominaba

    bien su papel pastoral era quien rescataba aquellos valores posconciliares positivos, pero sin

    pasarse la raya lo ms mnimo. No importaba tanto el legalismo, cuanto el carisma de vivir

    pobremente con los ms necesitados de una sociedad en continuo cambio.

    Nuestros obispos cayeron en unos silencios sepulcrales. Basta observar y leer sus circulares,

    porque llamar cartas pastorales a una hoja de folio y medio, es demasiado pretencioso. Los

    temas tratados: jornadas pastorales de la Iglesia espaola a lo largo del ao, tanto las de carcter

    nacional como las referidas a la Iglesia universal. Pero sin ms novedades ni compromisos.

    Ahora bien, el infantilismo comenz a salir a los medios de comunicacin social, tras los nuevos

    nombramientos de traslados de sedes obispales. Hombres de edades maduras convertidos en

    infantiles imitadores de las costumbres del papa argentino, cuando se sabe que segundas parte

    nunca fueron buenas, levantaban la risotadas en reuniones de curas, donde entre ellos mismos

    se les calificaba de seguidores o contrarios al papa argentino.

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    Entr de lleno en la Conferencia Episcopal Espaola el buenismo, el da y hora en que fue elegida

    la actual cpula de la misma, que es la traductora de los gestos e ideas del papa argentino, como

    si cada obispo tuviera que ser un imitador fiel del carcter y del pensamiento de una persona,

    que ostenta el rango y el servicio de ser sucesor de Pedro.

    Un ejemplo vale por mil palabras: un obispo pegado al silln nunca haba enviado un saludo asus curas en la fecha de la ordenacin o en la onomstica. De pronto comenz a hacerlo, porque

    el buenismo reinante impone relaciones afectuosas de tan nimio sentido comn.

    El buenismo dentro de todo un episcopado supone creer cierto como dogma de fe aquel dicho

    andaluz: To er mundo es gueno. No se debe juzgar a nadie, no se puede, todava menos,

    condenar a nadie, porque todo el mundo es bueno sin mezcla de mal alguno aunque sea en

    menoscabo de perder la propia identidad sacerdotal singularizada en ser: Maestros, pastores y

    liturgos.

    Con esta dispersin doctrinal era lgico que ya nada es estable en el plano de la moral catlica,

    porque aplicada sobre tal o cual oveja supone un juicio apriorstico que no debe darse hiriendo

    su bondad natural sin mezcla de mal alguno. La devaluacin de la moral catlica, sobre todo en

    el campo de la familia, estaba asegurada.

    Y adems voceada por la prensa internacional que solamente se quedaba con el anuncio de

    nen de que ya no era pecado tal acto de conducta, o tal manera de expresin del lenguaje, o

    tal frmula de exigencia legal contenida dentro del Cdigo de Derecho Cannico.

    Esta confusa situacin nos ha conducido a una Iglesia sin obediencia a una lnea determinada y

    concretada en los tiempos ms inmediatos de los aos ochenta y noventa del siglo pasado.

    Hemos llegado a unos silencios monstruosos, a un pasotismo impropio de la fuerza

    revolucionaria del evangelio de salvacin predicado por el Seor durante su vida pblica,

    sancionada por su muerte en la Cruz y justificada por su Resurreccin de entre los muertos,

    segn l haba anunciado a todos los oyentes de buena voluntad.

    Ahora mismo estamos en una Iglesia de francotiradores. Muchos no tienen armas ningunas.

    Viven su propio pasotismo. Otros estn en la brega de la defensa con sus palabras o sus escritos.

    Pero todos llevan el miedo dentro del corazn y el dolor de sentirse errantes sin norte dentro

    del propio Pueblo de Dios.

    Quienes disfrutan como enanos son tales o cuales medios de comunicacin, donde yacen

    herejes descarados y desorejados, amigos del luteranismo y de los modos asamblearios del

    mismo a lo largo de su historia. Organizan campaas de recogidas de firmas para proponer abolir

    determinados puntos, por ejemplo de la moral matrimonial secular de la Iglesia, creyendo quequien ms fraudes en las firmas comete, ms razn tiene para que cuando lleguen los resultados

    a las manos de quien las dirigen pueda atender a sus peticiones.

    Estas campaas se estn produciendo dentro del propio Colegio de cardenales, de modo

    singular ante la celebracin del Snodo sobre la familia convocado en Roma para el prximo mes

    de octubre.

    Este paisaje es desolador para una inmensa mayora, y esperanzador para otros.

    El decurso de este ensayo nos lleva a plantearnos el siguiente paso.

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    3.- Los inmediatos obispos

    Como la Conferencia Episcopal Espaola que cumplir cincuenta aos de su creacin el ao

    prximo sigue por los senderos de desgobierno, descoordinacin, enfrentamientos larvados, y

    actuaciones que son pblicas y publicadas, entonces, habra que preguntarse que para que se

    quiere un organismo tan caro de mantener y tan vaco de contenido como la han llevado loscomponentes de la actual cpula episcopal.

    El pasado mes de agosto se celebr en vila una reunin de jvenes europeos en torno a Santa

    Teresa de Jess, con motivo de su quinto aniversario natalicio. Acudieron menos de seis mil de

    todas las partes posibles. Hubo dicesis como Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela,

    Sevilladonde no se anunci nada, se public nada, y sus obispos no acudieron porque no les

    pareci bien o por los enfrentamientos internos, que entre ellos anidan.

    Convenientemente lo avis en otro lugar, en El Blog El Olivo, con una entrada donde afirm que

    me pareca una cantidad de jvenes ridcula, ahora lo puedo afirmar sin paliativos: cuando los

    propios obispos con sus obispados al frente se vuelven de espaldas a un acontecimiento como

    el de vila, es que el mar de fondo de las relaciones interpersonales son para que miren si de

    veras buscan la comunin, o desean hacer la guerra por su cuenta, algo totalmente en contra

    de la eclesiologa del Concilio Vaticano II.

    Si los obispos actuales son as, los que llegan tendrn que ser o iguales o mejores. Porque peores

    ya es imposible.

    Cmo deben ser los obispos entrantes?

    Primero escribir lo que no pueden ser, siempre segn el aire que sopla desde las orillas del ro

    Tber

    No pueden ser:

    Conformistas, canonistas, liturgos, especialistas, carreristas, derrochadores.

    1.- El conformista est contento con lo que hace, siempre que lo haga bien. El futuro obispo no

    puede ser as, debe, en todo caso, conformarse con acudir a los anuncios que llegan desde la

    capital italiana.

    2.- Tampoco deben ser canonistas, pues el derecho est quebrado porque est de vacaciones, y

    el mejor derecho cannico es el que cada uno inventa en el momento de inspiracin concreta,

    sin tener en cuenta las reglas universales y seculares de la Iglesia Catlica.

    3.- Un obispo amante de la liturgia cuidada, limpia, selecta, est de sobra en esta y en la

    inmediata Iglesia en la que estamos y vamos. Basta que use las ropas litrgicas normales y

    habituales en la tradicin eclesial, pero nada ms; se atenga bien a las rbricas y poco ms.

    4.- Tampoco interesan obispos especialistas, por ejemplo en Sagrada Escritura, en Sacramentos,

    en Santos Padres, ni tampoco en Historia de la Iglesia. No hacen faltas los especialistas, porque

    el pensar y proponer razones teolgicas serias no est bien, porque suponen pensar, verbo que

    ha dejado de usarse entre los actuales y futuros obispos.

    5.- Los futuros obispos no pueden aspirar a tener unos afanes de subir en el escalafn eclesial,

    porque ser cura u obispo que tenga o haga mritos para pasar de una dicesis a otra superior

    est mal visto, se valora ms las medianas que las grandes personalidades en el saber y en elbuen gobierno.

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    6.- Los derrochadores monetarios tienen una impotencia absoluta de alcanzar la mitra de

    ninguna dicesis, porque la riqueza est reida con la pobreza evanglica. Estn confundiendo

    la pobretera con la pobreza de Jess, algo que l dej muy claro en sus predicaciones. Pero

    quien manda tiene la razn, segn el articulado de aquella empresa donde quien sabe es el gua

    de toda iniciativa. No se admiten competidores.

    Deben ser:

    Misericordiosos, buenistas, sin juzgar a nadie, caminantes con sudores por las periferias, lderes

    de tendencia a la izquierda poltica, populistasimprovisadores

    1.- Misericordiosos, porque es la nica virtud que ha venido a oscurecer las virtudes teologales:

    Fe, Esperanza y Caridad. Una misericordia que es la medicina de todas las heridas, una

    misericordia ajustada a ver que todos somos, y remacho, somos, casi perfectos y con un poquito

    de misericordia despachada en pastillas vendidas en una parafarmacia haremos que to er

    mundo sea gueno.

    2.- Los prximos obispos deben ser buenistas en el ms amplio sentido de la palabra tan usadaen los ltimos meses. Tienen que practicar un buenismo ecumnico, sin que nadie se sienta a

    disgusto delante de su obispo, y a sus espaldas mucho ms. Este buenismo no tiene nada que

    ver con la Bondad del Seor en el evangelio. El buenismo es propio de gentes de poca capacidad

    mental, ya que se les impide algo esencial en el ser humano y cristiano: pensar.

    3.- Los obispos que llegan no deben juzgar a nadie ni para alabar y mucho menos para condenar

    las conductas irresponsables e impropias de curas o laicos. Existe una gran excepcin: si se trata

    de juzgar a algn pederasta, ah no ha existen barreras. Se cae con todo el equipo encima. Esto

    est bien. Pero circulan por la realidad del mundo de hoy seres humanos pecadores, que si han

    perdido su conciencia de pecado, nunca acudirn a pedir perdn, y si lo hacen, se deben

    encontrar: Quin soy yo para juzgar?.

    4.- Caminantes sudorosos por las periferias, deben ser los prximos obispos. Si usan un perfume

    de marca ser maldito, si se ducha igual, si se cambia mucho de ropa peor. As que los prximos

    obispos llevarn un botecito de spray para que los colaboradores inmediatos no caigan

    tumbados por el mal olor de sus sobacos o posaderas.

    5.- Deben ser lderes con tendencia a la izquierda poltica, porque es donde estn los

    pobretones, nunca los pobres que segn Jess de Nazaret siempre los tendremos en todas

    partes con nosotros. Los prximos obispos deben, y varios de los actuales ya lo hacen hasta en

    los medios de comunicacin, amar, asumir, no juzgar, las patadas a la legislacin vigente

    espaola, que gentes del comn militante en la izquierda ms extrema, hace o dicen, porqueson ovejas descarriadas que deben estar entre algodones de feria de los que el buenismo vende

    a granel en cualquier parafarmacia.

    6.- El obispo prximo que no sea populista no se comer un coln. Debe sobreactuar para que

    parezca lo que es aunque parezca que no es. Se imponen los futuros obispos un guardapolvo

    para acercar sus manos, sus caras y sus pies hacia todo tipo de seres humanos sin miedo a

    mancharse con la saliva de un anciano, con los mocos de un nio, o las lgrimas de una

    seorael guardapolvo, pasada la actuacin populista, se quita, se lava y hasta la siguiente

    actuacin ante el pueblo, que seguir tan inculto en la fe como siempre. Eso no importa. Lo

    esencial es la actuacin coram populo.

  • 7/23/2019 Ensayo Irnico Sobre Los Obispos de Hoy de Maana

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    7.- La excelente carta del papa argentino sobre la ecologa completa ha trado tambin un nuevo

    rasgo en los obispos que vendrn. Deben ser hombres defensores acrrimos de la vida completa

    desde la concepcin en el vientre materno hasta el ltimo suspiro en la casa o el hospital,

    sabiendo reconocer que la vida es entera: como dice el salmo, todo ser que respire alabe a Dios

    y la creacin salida de sus manos.

    8.- Una caracterstica esencial de los nuevos obispos ser la improvisacin rpida e instantnea.

    No vale esperar un minuto para pensar, porque ante un micro de un medio de comunicacin el

    nuevo obispo debe largar rpidamente lo que tenga que decir, aunque no venga mucho a cuento

    y suene ms como un slogan publicitario con luces de nen, y como los cohetes no tenga ninguna

    consistencia en el tiempo ni en el espacio. Lo bueno es improvisar, hablar, parlar, largar, que la

    audiencia luego entender lo que los medios de comunicacin le digan que tenga que ver, or o

    leer. Cuanto ms se hable mucho mejor. Si nadie entiende nada, mejor todava. Solamente para

    ciertas homilas se puede el prximo obispo coger a un papel escrito. Lo mejor sigue siendo la

    improvisacin pura y dura.

    4.- Existen estos curas en Espaa hoy?

    Si no los hubiera se inventan, as piensan muchos. O se imitan, que es lo que digo yo. Es lo que

    est ocurriendo, por desgracia, con la floracin de imitadores que crecen como setas con las

    primeras lluvias otoales en los bosques de Espaa.

    Lo primero es que son pocos los curas espaoles de hoy que frisen entre los 45 y los 60 aos,

    que es donde est el venero para encontrar agua episcopal suficiente para rellenar las sillas

    episcopales que se quedan vacas en los cinco prximos aos.

    Lo segundo es que entre ese poco nmero de curas son menos los nominati para sentarse en

    sillas episcopales y recibir la mitra correspondiente.

    Lo tercero es que son contados con los dedos de la mano quienes estn dotados de las

    caractersticas sealadas antes.

    Siempre sern mejores los originales que las fotocopias o imitaciones nacidas de un da para el

    siguiente.

    Conocen, amigos lectores, curas con esencia propia sin mezclas de plagio?

    Seguramente que s. Pero la verdad es que este tipo de futuros obispos acabarn sus imitaciones

    cuando no encuentren el marco de referencia, al llegar otro por razones vitales inevitables.

    Las dicesis a las que accedan este tipo de obispos sern miradas con lupa desde cualquierrincn de la aldea global que hoy es mundo gracias a las nuevas tecnologas de la comunicacin

    y de la publicacin rpida y universal.

    Como quien conduce la Iglesia Catlica siempre es el Espritu Santo, es natural pensar que una

    tipologa de obispos tan concretos y perfilados, no crearn una estela de aprendices de brujos,

    porque siempre encontrarn el suceso lgico: sern huesos fuera del sitio natural, que es la

    Iglesia del Seor, Cuerpo Mstico de Cristo y Pueblo de Dios en marcha a la casa del Padre.

    5.- Conclusiones

    1.- Sugiero al lector que tome este ensayo, como lo que es, una descripcin irnica de una

    situacin actual y de futuro sobre los obispos espaoles.

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    2.- La realidad es que estamos en unos momentos claves para la historia de la Iglesia en Espaa,

    tanto ahora mismo, como para el maana de los prximos cinco o diez aos.

    3.- Si el Espritu Santo es escuchado por quienes tienen en sus manos el nombramiento de los

    nuevos obispos, seguramente acertarn a llenar las dicesis espaoles de pastores buenos para

    la Iglesia que darn frutos efectivos para la vida cristiana de la Espaa que se avecina.4.- Espero que el Seor ilumine al actual sucesor de Pedro y a sus colaboradores para que vean

    que Espaa es una Iglesia madre de otras iglesias desde siglos atrs, y que debe seguir siendo

    punto de encuentro de todos los que vivimos en este solar patrio, que es la nacin ms antigua

    de Europa.

    TOMAS DE LA TORRE LENDINEZ