Enrique Barrios, Wonder Writer

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Libro: Cuentos de Amor, Estrellas y Almas Gemelas. Autor: Enrique Barrios Wonder Writer Quienes nos ganamos la vida escribiendo, como yo, que soy periodista, sentimos una atracción magnética muy especial por las máquinas de escribir; por eso cuando vi aquella maravillosa reliquia centelleando en la vidriera de la tienda de antigüedades (sólo a mí me parecía ver ese brillo sobrenatural), no pude impedirme la tentación de entrar a mirar de cerca esa joya. "Wonder Writer, decía la etiqueta metálica. Busqué alguna otra inscripción, pero no la encontré; ningún made in. No quise demostrar demasiado interés al anticuario para que no me fuese a subir el precio. Tratando de fingir indiferencia me puse a observar una vieja lámpara de bronce mientras preguntaba: -¿Cuánto vale esa máquina de escribir de la vidriera? Pero ahora que lo pienso, tal vez sea justamente ésa la actitud que los expertos ojos de los comerciantes en antigüedades detectan como señal de vivísimo interés. Costaba una fortuna, claro. Me retiré simulando que esa cifra no me impresionaba, aunque en realidad me había producido el efecto de un fuerte golpe en el vientre, pero poco antes de alcanzar la salida, un "pero podemos conversar el precio" me detuvo. -Pruébela y después hablamos -me dijo mientras la ponía sobre una mesita. Quise creer que el tipo me la rebajaría hasta la mitad por lo menos, aun así resultaba muy cara, pero no pude resistir la tentación de probarla. La hoja blanca se deslizó elegante y silenciosa por el rodillo. Escribí mi nombre. Me gustó el tipo de letra, grande, visible, espaciada. Ese Juan González se veía impecable en el papel, casi parecía hecho por una imprenta. -Esta marca no es nada conocida -dije, intentando desvalorizarla. -Claro que no. Esta es una pieza de colección, construida para un experimento científico. Es un prototipo singular. -¿Y eso qué significa? -Que no hay ninguna otra en todo el mundo. Se construyó sólo ésta. Eso hace que tenga un valor incalculable... Me sedujo la idea de poseer algo exclusivo, que nadie más tiene. Cuando el anticuario vio el brillo de mis ojos, consideró que era el momento de negociar. -Puedo rebajarle un cinco por ciento sobre el precio. -¡Sólo un cinco por ciento! ¿Hizo que volviese por sólo un cinco por ciento menos? Entonces lanzó la estocada mortal: -No puedo rebajarle más. Es una verdadera oportunidad, un prototipo singular, nada menos, pero como en estos países la gente no entiende de cosas finas... Vale diez veces más, pero un delicado coleccionista

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Libro: Cuentos de Amor, Estrellas y Almas Gemelas.Autor: Enrique Barrios

Wonder Writer

Quienes nos ganamos la vida escribiendo, como yo, que soy periodista, sentimos una atracción magnética muy especial por las máquinas de escribir; por eso cuando vi aquella maravillosa reliquia centelleando en la vidriera de la tienda de antigüedades (sólo a mí me parecía ver ese brillo sobrenatural), no pude impedirme la tentación de entrar a mirar de cerca esa joya."Wonder Writer, decía la etiqueta metálica. Busqué alguna otra inscripción, pero no la encontré; ningún made in. No quise demostrar demasiado interés al anticuario para que no me fuese a subir el precio.Tratando de fingir indiferencia me puse a observar una vieja lámpara de bronce mientras preguntaba:-¿Cuánto vale esa máquina de escribir de la vidriera?Pero ahora que lo pienso, tal vez sea justamente ésa la actitud que los expertos ojos de los comerciantes en antigüedades detectan como señal de vivísimo interés.Costaba una fortuna, claro.Me retiré simulando que esa cifra no me impresionaba, aunque en realidad me había producido el efecto de un fuerte golpe en el vientre, pero poco antes de alcanzar la salida, un "pero podemos conversar el precio" me detuvo.-Pruébela y después hablamos -me dijo mientras la ponía sobre una mesita.Quise creer que el tipo me la rebajaría hasta la mitad por lo menos, aun así resultaba muy cara, pero no pude resistir la tentación de probarla.La hoja blanca se deslizó elegante y silenciosa por el rodillo. Escribí mi nombre. Me gustó el tipo de letra, grande, visible, espaciada. Ese Juan González se veía impecable en el papel, casi parecía hecho por una imprenta.-Esta marca no es nada conocida -dije, intentando desvalorizarla.-Claro que no. Esta es una pieza de colección, construida para un experimento científico. Es un prototipo singular.-¿Y eso qué significa?-Que no hay ninguna otra en todo el mundo. Se construyó sólo ésta. Eso hace que tenga un valor incalculable...Me sedujo la idea de poseer algo exclusivo, que nadie más tiene.Cuando el anticuario vio el brillo de mis ojos, consideró que era el momento de negociar.-Puedo rebajarle un cinco por ciento sobre el precio.-¡Sólo un cinco por ciento! ¿Hizo que volviese por sólo un cinco por ciento menos?Entonces lanzó la estocada mortal:-No puedo rebajarle más. Es una verdadera oportunidad, un prototipo singular, nada menos, pero como en estos países la gente no entiende de cosas finas... Vale diez veces más, pero un delicado coleccionista alemán, el Barón de Hofenhofen, quedó en venir ahora a buscarla, y no pidió rebaja alguna... Es un caballero -afirmó malignamente mirando hacia la puerta, esperando que entrase en cualquier momento el comprador.Como soy bastante tonto para los negocios, le creí y me apresuré a extenderle el cheque de inmediato, antes de que ese Barón se me fuese a adelantar.Sólo cuando abandoné el local y estuve fuera del alcance de la hipnótica atmósfera mental del anticuario, sólo entonces, al ver la calle vacía, tuve la impresión de haber caído en una rudimentaria treta comercial.Bueno, qué iba a hacer, pensar en la excelente adquisición que acababa de efectuar y reducir mis gastos hasta el próximo sueldo. A mis amistades les diría que me costó unas dos veces menos... tres, mejor.Media hora más tarde relucía en una mesita de mi departamento.Aparte de periodista, me gusta escribir cuentos de amor. Para inspirarme pongo de fondo un disco de Julio Iglesias y me dejo llevar por la nostalgia y el dulce despecho.Logré publicar una novelita que se titula Tesoros de fuego. La edición de quinientos ejemplares tuve que financiarla yo mismo.En aquel tiempo me gustaba imaginar que un día un crítico literario importante iba a decidir que mi libro era genial, y después, ¡la gloria!Pero como eso no sucedía nunca y pasaban los años y todavía me quedaban más de cuatrocientos ejemplares, se me ocurrió pensar que tal vez mi fuerte no estuviese en el romance, sino en la. literatura policíaca."Quién sabe", pensé, «a lo mejor voy a ser el nuevo Conan Doyle latinoamericano".Pero no se me venía nada a la imaginación, ningún argumento de suspenso. Entonces tuve la brillante idea de apoyarme en alguna noticia policial, de crear un libro a partir de un titular de la prensa.

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Bajé de mi departamento para ir al quiosco de la esquina en busca del periódico más escandaloso del país. En la foto de la. portada aparecían vacíos cadáveres carbonizados en un incendio.

Como el día estaba agradable, decidí leer ese diario sentado en algún banco de la plaza frente a mi edificio.Recorrí las páginas llenas de sangre en busca de la noticia capaz de iluminarme. Casi me parecía que el rojo líquido iba a salpicarme los pantalones.Una hora más tarde estaba peor que al principio. No sólo no conseguí la noticia que buscaba, además quedé con un gran dolor de cabeza. De alguna manera el contenido impreso logró contaminarme, porque ahora mis pensamientos inconscientemente elaboraban historias de crímenes, ultrajes, estafas y asaltos a mano armada.Quise arrojar el inmundo pasquín a la basura, pero pasó un anciano mendigo y me pidió una limosna. Puse el periódico en su mano. Pareció alegrarse. El se las ingeniaría para convertirlo en algo necesario para su persona; tal vez le serviría de abrigo en la noche, o de combustible para una fogata nocturna bajo un puente, o lo cambiaría por un vaso de vino. Eso nunca se sabe.Pensando en ese tipo de cosas, de pronto se me ocurrió una idea que me pareció genial.Corrí a mi departamento para escribir yo mismo un titular que podría servir de base al cuento.Al dirigirme hacia mi escritorio me pareció observar un destello de luz proveniente de la mesa en la que se encontraba decorativamente la vieja máquina nueva. Sí, aquellas letras grandes mostrarían mejor el titular.Saqué una hoja blanquita, la introduje en la Wonder Writer y escribí lo siguiente: -MENDIGO SE HACE MILLONARIO""Le regalaron periódico que tenía el cupón ganador del millón de pesosluego de leerlo y sopesarlo me pareció una soberana estupidez. Aquello no tenía nada de policial. Difícil de creer además. No.Molesto arranqué la hoja y la convertí en una bola ajada que fue a parar al cesto de las ideas abortadas.Días más tarde, en la plaza, sentado en el mismo banco anterior, un automóvil se detiene frente a mí. De él descienden dos hombres. Uno de ellos, el más viejo, se me acerca con los ojos brillantes de emoción, mirándome como si yo fuese un hijo al que acaba de reencontrar luego de años de separación. Una vez a mi lado me abraza diciéndome gracias, gracias, muchísimas gracias.Como es natural, pensé que me confundía con alguien, pero el otro individuo me dijo que ese anciano se había ganado un millón de pesos gracias a un periódico que yo le regalé...Acosado por lacrimosos abrazos, con un ojo libre logro leer el titular que el otro sitúa frente a mi vista:«MENDIGO SE HACE MILLONARIO"Sentí vértigos, no podía hilvanar bien mis ideas. Vi que el ex mendigo ponía un manojo de billetes de los grandes en mis manos, lleno de agradecimiento, pero yo, sin comprender claramente qué significaba todo aquello, sólo procuraba poner en orden mi cabeza.Me importaba un cuerno haber perdido, o más bien, haber dejado de ganar esa cifra fabulosa. Eso no hubiera sucedido jamás, porque nunca participo en concursos; cupón que me llega termina en la basura. lo que me tenía maravillado era que algo que yo imaginé se había hecho realidad... Así parecía al menos.Cuando pude desembarazarme del emocionado viejo le dije que en lugar del dinero me diese aquel ejemplar del periódico.No hubo forma. Estaba empecinado en regalarme unos cuantos miles. No me entregaría el periódico sin que yo aceptase además su muestra de gratitud. Y también me chantajeó, sí, porque dijo que había que ser recíprocos en la vida, y que si él no lo era conmigo, entonces Dios podría hacerle perder aquella fortuna.No me atreví a poner en peligro su riqueza...Una vez en mi departamento, con el equivalente a dos sueldos mensuales en el bolsillo, pero más interesado en encontrar aquel titular escrito por mi unos dos o tres días antes, me abalancé hacia el cesto de los papeles rogando que la señora que de cuando en cuando me asea el departamento no hubiese venido últimamente.Por suerte, el canasto estaba lleno todavía. Escarbé un poco hasta encontrar la bola de papel. Con los dedos temblorosos procedí a desenvolver el ajado escrito. Después puse la hoja al lado del titular del periódico.Ambos decían lo mismo."MENDIGO SE HACE MILLONARIO""Le regalaron periódico que tenía el cupón ganador del millón de pesos".Pasé toda la tarde, hasta avanzada la noche hundido en mi sillón intentando analizar todas las posibilidades de explicación a ese hecho tan portentoso..Llegué a las siguientes conclusiones:

1. Pudo ser simple casualidad.

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2. Puedo adivinar el futuro.3. Puedo crear el futuro.4. La Wonder Writer es mágica.

En aquel tiempo no creía en lo que yo calificaba de "cuentos de campesinos", es decir, magia, brujas, extraterrestres, aparecidos y todo eso; pero consideré las tres últimas posibilidades porque... no había otras.La número cuatro me resultó, entre las tres estrambóticas, la más interesante. Especialmente porque se parecía en forma asombrosa al cuento de Aladino y la lámpara maravillosa... Una tienda de antigüedades, un prototipo singular... además, busqué en el diccionario y supe que wonder significa maravilla y que writer quiere decir escritor o escritora... ¡escritora de maravillas!La examiné por debajo. Tenía una tapa atornillada. La saqué y vi un millón de cables eléctricos... ¡Cables eléctricos!... si ni siquiera había que enchufarla en ningún lado. Demasiado misterio para mí. Volví a taparla.A eso de las dos de la madrugada decidí salir de dudas haciendo inmediatamente un experimento. Me sentí ridículo, pero como nadie me miraba, escribí:"A las 2.05 AM del 28 de abril se siente una explosión muy fuerte en la ciudad. Se desconoce la causa".Como estaba convencido de que no escucharía nada, me fui a la cocina a tomar un vaso de jugo para luego irme a acostar, después de que llegase la hora señalada, en la que con toda seguridad no sucedería nada, por supuesto.En el momento en que llenaba el vaso, una tremenda explosión quebró varios vidrios del departamento...Pero más quebrado por dentro quedé yo, aferrado, como un niño que por jugar pone una piedra en el riel del tren y luego ve con horror cómo el convoy se descarrila.No. -Esto no puede ser, es absurdo, ¡absurdoooo! – grité desencajado-Fui al balcón para ver si el extraño fenómeno había ocurrido sólo en mi departamento o si también más allá de él.Todos los vecinos estaban asomados a las ventanas y balcones.-Eso fue una bomba, los terroristas...-Inconscientes...-Degenerados comunistas...-Qué comunistas, ésos fueron los fascistas...---Como si los vidrios los regalaran...-Tengo que levantarme a las seis, y ahora, ¿quién puede dormir?-Debe haber sido un avión que rompió la barrera del sonido. Estos militares.. ."Fui YO, fui yo", me decía con remordimiento, "pero"...-¡Pero esto es una locura, no puede ser! -volví a gritar.-Así son los terroristas, vecino -me dijo una señora desde el balcón de más arriba.Hubiera querido decirle que estaba equivocada, que yo era el culpable, el inconsciente, el degenerado; pero el absurdo de todo aquello me detenía. ¿Cómo podía creer algo tan ilógico? las evidencias estaban allí, pero no podía ser, yo no era capaz de aceptarlo.Algunos vecinos sintonizaron la radio para informarse. Yo también lo hice; así fue como supe que el misterioso suceso había quebrado el treinta por ciento de los vidrios de la ciudad, y que cuatro millones de personas tuvieron un brusco despertar... por culpa mía...Se llamó a la policía, bomberos y militares. Nadie sabía nada acerca del origen de tan extraña explosión. la fuerza aérea dijo que ningún avión había roto la barrera del sonido, ni civil ni militar, nacional ni extranjero. Se habló de un aerolito, un meteoro, pero como nadie lo vio, se desestimó esa hipótesis. Algunos consideraron la posibilidad de intervención extraterrestre; otros vieron allí una señal de fin del mundo, pero en definitiva, misterio.Miré a la Wonder Writer sin decidirme a creer que tan inocente artefacto pudiera ser capaz de albergar un poder así de inmenso . Es que me jactaba de ser un hombre racional, analítico, equilibrado, egresado universitario además, por eso mi intelecto, a pesar de lo ocurrido, se negaba violentamente a aceptar algo tan ilógico como aquello.Encontré que no era cien por ciento descartable el factor casualidad nuevamente... ¿Cómo iba a aceptar que el Universo no funcionaba como yo creía desde niño, que la universidad, los periódicos y la gente normal estábamos todos equivocados, porque se podían dirigir los destinos de la humanidad desde un teclado de máquina de escribir? ... Ab-sur-do.

"Casualidad, simple casualidad", me dije, buscando la lógica empecinadamente, aferrado a ella como náufrago a su tabla, como creyente a su dogma, sin darme cuenta de que considerar como casualidades el asunto del mendigo más el de la explosión era más ¡lógico que reconocer que efectivamente estaba ante un misterio evidente, pero, no convencido todavía, decidí enfrentar los poderes de la máquina a una

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prueba irrefutable: le pediría que sucediese algo imposible, algo así como ver aparecer una gallina con patas de cocodrilo... algo así.

Pensé un poco, luego tomé otra hoja y escribí:"A las 4.22 AM del 28 de abril, por mi ventana ingresa volando un orangután inteligente y que puede hablar. Trae en sus manos una bandeja de oro, en ella viene el presidente de los Estados Unidos, pero reducido a diez centímetros de estatura".No pude evitar reír al leer tales estupideces.Pero a la hora indicada entra por mi ventana un orangután que me dice:-Aquí está, servido, jefe.Y luego deposita sobre la mesa una bandeja dorada sobre la que se encuentra el muy asustado mini presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Venía en pijamas, porque en la Casa Blanca también era hora de dormir.Quedé aterrorizado, con mis conceptos acerca de la realidad, elUniverso y sus leyes hechos trizas.El orangután comprendió la situación, por algo era inteligente, me dio unas palmaditas en la espalda mientras me decía:---Calma, jefe, calma.Cuando fui capaz de hablar, mientras miraba de reojo al presidente norteamericano intentando esconderse dentro de un florero vacío, pregunté:-Co.. . ¿cómo es posible esto?El simio decidió sentarse en un sillón frente a mí, pero no lo hizo a la manera humana, sino a lo mono, es decir, con las patas sobre el asiento. Luego, mientras observaba un piojillo que se había encontrado en la cabeza, antes de llevárselo a la boca, dijo:--Bueno, yo tampoco sé qué sucede aquí. Sólo sé que hace cinco minutos estaba en mi jungla africana viviendo como un orangután normal, y de pronto me veo entrar volando por la ventana, con esa hermosa bandeja entre mis manos y ese minúsculo hombrecillo sobre ella, además, con mi nivel de conciencia aumentado en forma asombrosa, y con conocimientos que jamás tuve... ¿Sabía usted que nuestra galaxia tiene diez mil millones de años de edad, jefe?-No, ni me interesa.-¡No le interesa el conocimiento!... Qué curioso --dijo, rascándose la barbilla con un brazo cruzado por sobre su cabeza.Sus palabras me hicieron pensar que tal vez ese animal podría responderme algún interrogante.-¿Qué sabes acerca de esa máquina? --pregunté indicando con la vista hacia la inquietante Wonder Writer. El mono la observó, meditó unos segundos y dijo:-Ah, sí. Mmmm... ¡Vaya! ahora entiendo.-¿Qué es lo que entiendes? Explica, por favor.-Sí. Mmmm. Bueno, resumiendo: ¡esa máquina es mágica! -exclamó.-Ah, ¿sí? Qué novedad --dije.-¡Puede volver realidad todo lo que en ella se escriba!...Me miró buscando en mí algún signo de sorpresa.-Oh --dije sin entusiasmo.El orangután parlante continuó:-La construyó un sabio, un mago, es lo mismo, porque la sabiduría que no lleva a la magia, no es sabiduría... Interesante eso que dije.. . Entonces yo debería ser capaz de realizar prodigios, pero no estoy seguro acerca de...-La máquina --le recordé, porque el animal comenzaba a disgregarse en sus pensamientos.-Ah, sí, pero resulta que este sabio no era tan sabio, porque de algún modo permitió que el primero en utilizarla fuese un hijo suyo...No sé cómo es que sé estas cosas, es como si recordara, me llegan imágenes, pero eso es bastante ¡lógico, porque soy un orangután... Ah, los archivos akásicos...-La máquina---insistí.-Perdón, jefe. Bueno... ¿Por qué le digo jefe?...-¡La máquina! -alcé impaciente la voz.-Está bien, calma, está bien... Qué desarmonía interior...Entonces el hijo del sabio que no era tan sabio estaba molesto con su padre.-¿Por qué?-Porque el hombre se pasaba encerrado en el desván construyendo la máquina, ocupación que le consumía todo el tiempo y la mayor parte del dinero que le entraba por varias patentes industriales...¿Qué son las patentes industriales?... Ah, sí, las patentes industriales son...

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-Sé lo que son. Continúa con la historia del sabio.-Bien, entonces la familia pasaba penurias por culpa de esa máquina, y como el hijo quería una moto... ¿Qué es una moto?

-Sé lo que es una moto. Continúa.-Pero yo no sé lo que es... ¡Ahhhhi con razón... ¿Podría yo dar un paseito en moto, jefe?-¡Continúa con la historia, animal'Me observó con una mirada llena de confusión y tristeza.-¿Animal? ... ¿yo?... Claro, soy un animal... un simple orangután lleno de piojos.. . Snif .. . No merezco respeto ni afecto... Snif.Aquello me conmovió, me sentí mal por haberlo ofendido, tuve que calmarme y consolarlo. Me acerqué a él y le acaricié la cabeza.-Note pongas triste, eres un orangután muy inteligente. Perdóname por haber sido brusco contigo. lo que pasa es que estoy muy interesado en esa historia, y como tú me cambias el tema...Se abrazó a mí muy emocionado y no me atreví a rechazarlo.-Oh!, qué hermoso es sentir que le entregan cariño a uno... Esto es mejor que saber cosas... Siento algo muy dulce en el pecho, jefe... Te amo, jefe...Me alarmé. En aquel tiempo Mi sensibilidad era bastante rudimentaria"Lo que falta es que este mono se enamore de mí", pensé torpemente. Me alejé de él asustado y me senté en mi sillón.-Note vayas, jefe, yo quiero sentir amor, abracémonos más...Tuvo la intención de acercarse a mí de nuevo, pero lo detuve.-No. Basta ya. No confundamos las cosas, por favor. Tú eres un orangután y yo un ser humano. Además los dos somos machos y...-¿No se pueden entregar cariño todas las criaturas?... ¿por qué? --preguntó muy triste.-Cariño sí, pero nada más...-Yo no te pido nada más, jefe, sólo cariño --dijo con una mirada tan inocente que me hizo comprender mi error. Me sentí mal.-Está bien, pero quiero saber más acerca de esa máquina. Sigue contándome.-¿Y después nos abrazamos, jefe?-Ejem... Sí. Continúa.-¿Me juras que después nos abrazamos?-Si, te lo juro, ¡pero continúa, por favor!Descubrí con sorpresa que aquel mono era bastante inmaduro, a pesar de ser tan inteligente, porque se puso a saltar por todo el departamento, colgándose de las lámparas y cortinas mientras cantaba:-¡Viva mi jefe, viva mi jefe!Lo observé sin decir nada hasta que volvió al sillón.-¿Podrías continuar ahora con el relato?...-Oh... sí, MMM... Los humanos no expresan así su alegría... Perdón entonces, jefecito... Bueno, un día, justo cuando el sabio se aprontaba a probar la máquina por primera vez, hubo una disputa familiar, él perdió los nervios, claro, no era tan sabio... y salió a la calle dejando el desván sin llave. Entonces el hijo aprovechó la ocasión para ir a echar un vistazo. Al ver la odiada máquina se le ocurrió dejarle un mensaje ofensivo en ella a su padre. Escribió lo siguiente:"Mi padre es un idiota que vive en la luna".-¿Y qué pasó? -pregunté con interés.-Pasó que el pobrecito sabio primero se convirtió en idiota y luego fue a parar al satélite natural de este planeta, y como allá las condiciones no son aptas para la vida humana... Me pregunto qué pensarán los que descubran en el futuro sus restos en la luna... --dijo el primate balanceando la cabeza.-¡AiguantugoujouM, plis! -se escuchó el pequeño grito desgarrado desde adentro de¡ florero.-El presidente dice que quiere volver a su casa, jefe.-Oh, lo había olvidado. ¿Qué hacemos entonces? -pregunté-Fácil. Simplemente ordena que vuelva a su casa.Me dirigí hacia la máquina y escribí lo que el simio me recomendó, pero antes de estampar el punto final, me detuvo.-Espera, jefe. No querrás que el pobre hombre vuelva en esas condiciones, ¿no?Sólo entonces recordé que debería hacer algo para que recuperase también su estatura de siempre."En sus condiciones normales", agregué.Del florero salió un humillo y el presidente desapareció.-¡Esta máquina es el mayor poder del mundo! -exclamé.-Del universo --corrigió el orangután.

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-¡Del universo! -volví a exclamar sin comprender.-Sí, pero sólo del universo personal de quien la utilice, porque cada ser es el centro de su propio universo... ¡Qué bárbaro!... El universo se va gestando a partir del punto focal de la conciencia individual... ¡Todo está adentro, jefe! ¡Somos dioses!Como yo no comprendo mucho acerca de filosofías abstractas, me molestó que un animal dominase mejor que yo un tema profundo, pero me calmé cuando recordé que aquél no era un primate normal.-Háblame más acerca de la máquina, orangután.-¿Orangután? No. Ese no es mi nombre. Me pondré uno... Mmm... ¡Tobías! Ese me gusta.

-Tobías? Ja, ¡a. Bueno, pero te diré Tobi. ¿Te gusta?-Tobi?... Sí, es suave, como yo.

-Bien. Háblame acerca de la máquina, Tobi.-Esa máquina está dotada del poder de precipitación instantánea ... Con ella se puede dominar el mundo... Si cayera en malas manos ...Creí observar un brillo de ambición siniestra en la mirada del animal, pero ahora que lo pienso, tal vez era la mía propia, porque en forma rápida como un relámpago me sedujo la idea de dominar el mundo. En ese mismo instante comencé a temer que el mono se me adelantase. Le hubiera bastado ponerse de pie y escribir unas palabras para hacerme desaparecer y transformarse en el orangután dictador del mundo, por ejemplo. Comprendí inmediatamente el peligro para la humanidad que encerraba esa máquina en malas manos, en otras que no fuesen las mías, claro...Sí, no iba a entregar a nadie aquel poder ni aquella maravilla.En un rapto de heroico patriotismo por la humanidad me abalancé hacia la Wonder Writer y escribí:"El orangután vuelve a su lugar y condiciones nor»...-¡No nos hemos abrazado, jefecíto! -gritó el bicho desesperado, comprendiendo que me aprestaba a deshacerme de él, pero como el temor y la desconfianza nos hacen ser crueles, proseguí implacable escribiendo...."males".Cuando me volví para mirar, el mono ya no estaba allí. Sólo la bandeja de oro me revivía su presencia. Sentí algo desagradable en el pecho, recordé que Tobi tenía una mirada muy dulce y que necesitaba mucho afecto..."Pero ahora es un animal como todos y no recuerda nada", me justifiqué. Miré hacia la máquina con ojos brillantes de ambición y deseo, en mi mente aparecieron yates, mansiones, mujeres espectaculares, casinos, automóviles, fama, sobre todo ¡fama! Y olvidé al mono, sin comprender que en algún lugar del tiempo y del espacio, o fuera de ellos, había una conciencia esperando frustrada una promesa de cariño que no cumplí.Es curioso, pero en cosa de minutos ya estaba adaptado a mi nueva realidad de amo del mundo... ¿del universo?... y ya no me importaba la lógica ni nada; al contrario, ojalá nada perturbase mi nuevo universo con su nueva ley fundamental: mi deseo.Debo reconocer humilde y gallardamente que no soy un santo, y menos todavía lo era en aquella época. Soy un hombre normal, del montón. Eso quiere decir que mi naturaleza inferior predomina sobre la superior, como le ocurre a la mayoría. Mis ganas de recibir eran más fuertes que las de dar, ayudar y servir; por eso, la última cosa con trazas de nobleza que escribí fue la siguiente:«Gobierno norteamericano paga los vidrios rotos para fingirse dueño de arma secreta inexistente y atemorizar a los rusos y a todo el mundo".Y así ocurrió efectivamente.Pero de allí en adelante, mis órdenes mágicas eran del siguiente tenor:"John Smith gana el Premio Nobel de Literatura. Críticos mundiales descubrieron grandes valores en 'Besos de fuegoY así también sucedió.Debo aclarar que John Smith soy yo, pero como encontré que Juan González era muy común, busqué un nombre de mayor categoría ...Luego hice lo que hubiera hecho cualquier vecino:"John Smith en fogoso romance en las Bahamas con escultural actriz sueca".Era un caramelo..."John Smith dueño de las principales compañías multinacionales del mundo"."Fondo Monetario Internacional en las manos de John Smith".Etcétera.Primero fueron los aviones particulares, pero como la Wonder Writer era capaz de realizar cualquier deseo mío, con el tiempo me fui poniendo más imaginativo. Fue así como después cruzaba los continentes en inmensas alfombras voladoras llevando abordo un harem dispuesto a satisfacer mis caprichos más inverosímiles.

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Si me excedía en la comida, la bebida o en cualquier otra cosa, me bastaba con escribir:«John Smith lleno de energías".Y solucionado el problema, y a seguir en lo mismo.Me hice crecer quince centímetros, borré mis arrugas, me puse seductores pelos en todo el cuerpo y características espectaculares en mi cabellera (que ahora era rubia), ojos (azules), hombros, cintura. Etcétera.Como es natural, las mujeres se morían por mí. Me convertí en el personaje más famoso del jet set mundial. Donde yo iba, multitudes me ovacionaban.Sólo por disfrutar me hice cantante melódico y actor de telenovelas y cine romántico. Triunfé en Hollywood, canté en el Olympia de París, le pusieron mi nombre a una calle de Miami y tomé el té en la Casa Blanca con la Primera Dama.Allí fue donde pasé un susto, porque el presidente me dijo que yo le recordaba a un personaje que vio en un mal sueño. Y me lo contó con lujo de detalles. Habló del orangután que hablaba y de la máquina. Dijo que justo cuando el hombre parecido a mí escribía sobre ella, él despertó, pero quedó con la certeza de que aquello no fue sueño, porque en el fondo del florero había cenizas de cigarrillo, y al volver a casa tenía cenizas en su pijama, y él no fuma. Agregó que mandó analizar las muestras y que un departamento del Gobierno se encontraba haciendo la investigación correspondiente...Como pensaba mucho y se rascaba demasiado la barbilla cuando me miraba, temí que atase cabos, por eso, apenas llegué a casa solucioné definitivamente el asunto.Presidente y Gobierno norteamericanos olvidan el suceso de orangután".Más adelante me pareció una pérdida de tiempo, un fastidio tener que viajar, inclusive en alfombras mágicas, así que me construí un palacio bastante ingenioso en Beverly Hills, lugar en donde fijé mi residencia permanente, por su proximidad con Hollywood.Una puerta interior iba a dar al salón principal de mi castillo de París ...¡Para la Wonder Writer no había nada imposible!Otras puertas me llevaban a los salones de mis otras propiedades alrededor del mundo.Me gustaba mucho pasar desde mi mansión de California, al mediodía, a mi palacio en Pekín, en donde era medianoche (hice que todos los países se pasaran al sano capitalismo). Todo instantáneo.Pero nunca me atreví a ponerme a jugar más allá de este mundo. Eso me causaba temor o no se me ocurría nada al respecto, no recuerdo bien. Siempre me mantuve dentro de las fronteras de lo conocido.Y así, entre cenas fastuosas, orgías y aclamaciones apoteósicas en los principales escenarios del mundo, y también entre molestas juntas directivas en las que mis asesores me informaban acerca de ingresos crecientes en forma geométrica, así pasaba dulcemente mi vida.Poco a poco fue aflorando una especie de Pachá oriental que dormitaba en mí. Inconscientemente buscaba decorar mis recintos privados a la manera persa.Me seducían las sedas, los inciensos, las gemas caras y las mujeres hermosas.En los momentos libres me gustaba que alguna de las chicas de mi harem me leyese historias bonitas mientras yo escuchaba recostado entre almohadones. Por esa afinidad misteriosa, prefería los cuentos de Las mil y una noches. Así me fui enamorando de Bagdad antigua y fue creciendo en mí el deseo de conocer y ver al Califa Harum Al-Raschid en persona.No sabía si la Wonder Writer podría llevarme al pasado, pero lo intenté. Puse la máquina sobre una alfombra y escribí que ella me llevaba a volar sobre Bagdad de los tiempos del Califa mencionado.¡Funcionó! Fue algo maravilloso poder ver aquella ciudad con sus gentes de hace más de mil años transitando por esas calles estrechas, igual que en las películas, pero lo más impresionante fue ver el palacio de Harum-Al-Raschid, una hermosa joya de blanca arquitectura.Pedí ver una imagen del Califa. Ahí mismo apareció sobre la alfombra la figura tridimensional y en colores de éste. Casi me voy de espaldas, porque era idéntico a mí, a Juan González, quiero decir, antes de mi cambio físico. Pensé de inmediato que yo había sido él en una vida anterior. Por eso conservaba el gusto por el estilo persa antiguo de vivir.Me consideré autorizado entonces para utilizar mi Palacio también en esta vida, así que escribí:"Cuando yo llego, el Califa desaparece y el palacio queda bajo mi mando. Además hablo la lengua de este lugar y conozco los asuntos de este reino".¡Paf! Heme allí instalado como un Pachá.Pero no iba a ir a trabajar, así que mi primera orden fue que me dejasen en paz dentro del harem hasta que yo diese aviso.Pasé tres dulces días y noches reviviendo el pasado, hasta que eché de menos mis ovaciones de Nueva York, París, México, y decidí volver. Sin embargo, comencé a regresar a Bagdad por lo menos dos o tres veces por mes. Me era un lugar muy familiar y querido. Claro que agregué luz eléctrica, aire

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acondicionado, refrigeradores y equipos de video para que mis queridas odaliscas pudiesen conocer el futuro.

Luego tuve la brillante idea de poner una puerta más en mi mansión de Beverly Hills. Ella conducía directo a mi palacio de Bagdad.Allí fue que una noche, mientras les mostraba a las favoritas de mi harem una película de un futbolista famoso, doblada al persa antiguo por la Wonder Writer, y mientras en mi mente iba cobrando forma la idea de convertirme en un futbolista más grande que aquél, una de mis secretarias me llama desde la puerta de Beverly Hills para preguntarme si me interesa ver una curiosa carta. Como recibía miles de ellas diariamente, había dado instrucciones para que me hiciesen llegar sólo las importantes, es decir, aquellas en las que se Me informaba que alguna señorita se había suicidado por mí, o las que contenían invitaciones del jet set o de presidentes.Menos que eso, basura.Esta carta pasó porque era Muy extraña Fue la primera en la que no se me halagaba la vanidad.Provenía de una jovencita que me preguntaba si no podría utilizar mi fama y dinero para contribuir a aliviar el dolor del mundo.Con algo de curiosidad, mientras acariciaba la impresionante curva de la cintura de esa secretaria y le acomodaba un poco el uniforme obligatorio que todas ellas deben utilizar en mis recintos privados, una minúscula y transparente bata, le pregunté si ella sabía cuál es el famoso dolor del mundo, porque para mí sólo había dicha.Hablándome como una gata al oído, según les he ordenado hacer, me informó acerca de los pobres.-¡Claro, los pobres! -dije contento, porque allí mismo se me ocurrió la forma de quedar una vez más como rey ante la opinión mundial.Al otro día media humanidad se enteraba de que John Smith había donado diez millones de dólares para los pobres. Se le dio gran relevancia a la noticia (los principales periódicos, canales de televisión y estaciones de radio del mundo eran de mi propiedad)...Nada como la limosna para brindarnos una imagen de abnegación, altruismo y bonhomía; para revestirnos de santidad y aliviarnos de cualquier molestia en la conciencia.Me bastó escribir que ante mí aparecían veinte millones (diez para gastos personales) y gané un prestigio inmenso con mi gesto humanitario. Recibí cartas de felicitación de los principales personajes del mundo. Pero entre todas ellas venía otra de la misma jovencita. Esta vez, en lugar de felicitarme por mi generosidad, me recriminaba en forma insolente por lo que ella llamaba "un teatral gesto fantoche e hipócrita", y me incitaba a actuar contra "la raíz del dolor del mundo", en lugar de "hacer sonar trompeta y cacarear a nivel mundial", y decía que la limosna es un acto que tiende a "perpetuar las injustas diferencias, sin afectar la raíz del mal"; que ella es "un parche inútil en el gastado traje que se debe cambiar'...No comprendí la razón de sus injustas acusaciones y ofensas, pero por primera vez desde mi cambio de vida tenía las mejillas ardientes, de ira o de alguna otra cosa.Quise irme de cabeza a la Wonder Writer a escribir algo como: "Jovencita muere estrangulada misteriosamente".Pero logré dominarme. Su carta había conseguido encender mi curiosidad una vez más. ¿Cuál sería esa extraña "raíz del dolor del mundo"?Llamé de inmediato a mis asesores y secretarias y les pedí que me informasen la respuesta, pero las opiniones fueron muy variadas: el armamentismo, el egoísmo, la violencia, el karma, la maldad, el materialismo, la injusticia, etc.No hubo claridad y quise ir a pensar a solas.Como jamás me despego de la máquina, la puse en el maletín de oro que le hice construir a ella misma, crucé la puerta que me dejaba en una pequeña casita en los Alpes, de sólo diez habitaciones , y dejé atrás a mi séquito compuesto por trescientas personas, de las cuales doscientas cincuenta pertenecían a mi harem (sin contar las de Bagdad).Si se me critica, bueno, el rey Salomón tenía mil, siendo sabio y hombre de Dios. Yo no pretendía ser lo primero ni mucho menos lo último."Vaya", pensé molesto, "qué manera de echarme a perder la fiesta cotidiana la jovencita esa. Me hace cavilar idiotamente en los molestos problemas mundiales, en lugar de permitirme estar alegremente reunido con las chicas más hermosas del planeta".No encontré la raíz del dolor del mundo, pero más tarde recordé que había alguien que sí tenía la respuesta: la Wonder Writer.Me pareció curioso que no la hubiese utilizado jamás como fuente de conocimiento o sabiduría, pero se comprende, porque no eran el conocimiento ni la sabiduría mis apetencias dominantes.Ordené lo siguiente:

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"Esta máquina escribe sola cuál es la raíz del dolor del mundo".

Funcionó, como siempre, porque instantes después mi portentosa amiga se puso a escribir obedientemente:“La raíz del dolor se encuentra allí donde falta el Amor".Me pareció una cantinela poco seria, buena para las estampitas o posters de colegiales, pero no algo realista.Después de mucho pensar llegué a la conclusión de que si la máquina lo decía, tendría que ser verdad."Bueno", me dije, "si lo que el mundo necesita es amor, démosle entonces amor". Escribí simplemente esto:"En el mundo, todos los seres humanos se aman” .Al instante comencé a experimentar algo muy hermoso y agradable en el centro del Pecho. Fue como si una luz rosada, pero viviente, un ser de luz, hubiese venido a instalarse allí. Sentí que había estado toda Mi vida dentro de un túnel o alcantarilla y que sólo ahora salía al aire puro, a la claridad.Jamás hubiera imaginado lo extraordinariamente bello que iba a ser eso. Me llené de afecto sincero y profundo por toda la gente que conocía, y también por la que no conocía, por los niños del mundo ypor los que todavía no habían llegado, por los viejos Y los jóvenes, por los ricos Y los pobres, por todos.Fui comprendiendo paulatinamente que lo que en realidad buscaba mi ser mediante la persecución del éxito y de la fama era obtener el cariño, el afecto de los demás, pero por un camino errado. Ahora me daba cuenta de que la verdadera dicha no consistía tanto en ser amado, sino en amar. Así se me hizo claro que no necesitaba nada más, simplemente amar, y ni siquiera la Wonder Writer me hacía falta ya. Ella había cumplido con su parte. Ahora había amor en todos los corazones. le di las gracias y la encerré en su estuche pensando que ya no volvería a ocuparla, pero estaba equivocado.-¡Qué fácil es ser inmensamente feliz!---exclamé jubiloso-. Basta con amar.No pude evitar un llanto muy tibio y sereno, sintiéndome como quien llega de pronto al final luminoso de una búsqueda de muchas existencias. la vida verdadera me abría sus amantes brazos.Pero poco después llegaron los remordimientos. Recordé mis faltas de gentileza hacia mis servidores y admiradoras, el trato poco respetuoso con las chicas del harem...Enrojecí, recordé mi vanidad en los escenarios mi ego hinchado, mi superficialidad y falsedad, mi falta de consideración hacia toda la humanidad, engañando a la pobre gente, utilizando un inmenso poder que Dios me había dado, para entregarles basura y ganar falsos elogios ...Lloré, porque ahora amaba a todas las personas, y nos duele dañar a quienes amamos.Mis propiedades ostentosamente lujosas me parecieron vulgares desde la perspectiva del amor, frías, arrogantes, exentas de ternura.Creo que estuve a punto de morir de vergüenza, pero entonces recordé que por mi intervención el mundo había, por fin recibidoel amor que le iba a liberar del dolor, y comencé a amarme yo mismo también. Me vi desde lo alto de mi conciencia y no mecensuré. Había estado haciendo travesuras, no maldades. Me perdoné porque ya no repetiría esas malcrianzasQuise abrazar a alguien, necesitaba imperiosamente hacerlo. Corrí hacia la puerta de Beverly Hilis, la abrí y... aquello era un verdadero carnaval. Todos, mis servidores se abrazaban, reían, lloraban. Me integré al grupo como uno más. Me recibieron con un cariño inmenso, pero no diferente del que recibía cualquiera de ellos y ellas.Decidimos salir a la calle a encontrarnos con más personas. Los automóviles avanzaban haciendo sonar sus bocinas, como si se hubiese salvado la humanidad, bueno, así había sido realmente.Cuando llegamos a una avenida principal vimos que el carnaval allí era mucho más intenso. Se formaban espontáneas rondas de adultos y niños. No importaba el oficio, el color de la piel ni la condición social. Muchos lloraban de emoción, igual que yo.La radio y la televisión informaban que lo mismo estaba sucediendo en Tokio, en Moscú y en Buenos Aires; en fin, en todo el mundo.Al amanecer volvimos a la mansión con nuestros corazones rebosantes de entregar y recibir cariño, entonces recordé que en algún lugar había un ser que sólo quería un poquito de aquello que allí teníamos a raudales: amor.Fui hacia la puerta de la casa en las montañas. La máquina estaba en su estuche de oro. La abrí y ordené que apareciese el orangután.Me emocioné al verlo. Estaba algo más adulto. No me reconoció a primera vista. Claro, mi físico había cambiado mucho desde entonces.Me miró con desconfianza y expresó.-¿Quién eres?

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-¿No me recuerdas, viejo amigo? -pregunté sonriéndole.-Mmmm, la única persona que conozco es otro que no sonríe

como tú, no es alegre, no tiene los ojos azules ni el cabello rubio, pero cuando abraza, uno siente algo muy agradable en el pecho... aunque es un mentiroso.-¿Cómo abraza? --pregunté acercándome a él---- ¿así?Y nos abrazamos como dos grandes amigos del alma.-¡Qué lindo, qué cosa hermosa!... ¡Eres tú, jefe, lo sé-, eres tú! -Claro que soy yo, viejo Tobi.-Sí, ya veo, te dedicaste a hacer tonterías durante estos años, pero ahora salvaste el mundo y descubriste el poder del amor y me hiciste volver para abrazarme... ¡Gracias, amigo, muchas gracias!-Y si quieres quedarte a vivir aquí...-¿En serio, jefe, en serio?-Siempre que tú lo quieras, Tobi, pero si prefieres volver a Africa...-No, gracias. ¿Sabes? No me hizo bien haber venido, nunca pude volver a ser un orangután normal. Con mi pobre inteligencia no comprendía nada de lo que me pasó, pero siempre conservé el recuerdo de ese abrazo, y busqué sentir lo mismo. Una vez vi a unos seres humanos y me acerqué idiotamente en busca de cariño.-¿Y?-Creyeron que iba a atacarlos y me persiguieron a balazos... pero tuve la suerte de poder escapar.-Pobre monito solitario... ¿Y no buscaste cariño entre los de tu especie?-Sí, claro que sí, pero no era igual, no con esa intensidad... mmm, ya sé por qué.-¿Porqué, amigo querido?-Porque a mayor nivel de conciencia, mayor intensidad del amor... Ya no puedo volver. Este es mi mundo.-Pero vas a tener problemas afuera para explicar tu situación...---No, ya no hay nada que temer. Ahora todos comprenderán, porque en el mundo hay amor.-Tienes razón, mucha razón, pero vas a estar un poco solo con tu inteligencia en un cuerpo de animal. Si quieres, yo puedo darte un cuerpo humano.-Mmm, no, gracias. No sería yo mismo.-Pero no vas a tener una compañera adecuada para ti.-A menos que tú trajeses a cierta orangutanita en especial... Me tiene loco... Mmm... Ya sé por qué, jefe, ¡es mi alma gemela! pero está tan dormida la pobre... Si viniese con un nivel de inteligencia parecido al mío...-No faltaba más. Excelente idea.Escribí las instrucciones necesarias y de pronto apareció la compañera de Tobi.-Hola, belleza -dijo él. Ella estuvo confundida unos instantes, pero poco a poco fue comprendiendo todo.---Hola, mmm, tú eres ese que me perseguía tanto y que hacía latir más fuerte mi corazón... Pero estos conocimientos, esta conciencia, mmmm, ya voy entendiendo... la máquina mágica...-Y cuando sientas lo que es el amor vas a comprender mucho mejor -dijo Tobi alegremente. ¿Sabes? Vamos a quedarnos aquí para siempre. Esto es muy lindo, ya vas a ver.-Sí, este lugar es muy hermoso... y saber tantas cosas es algo muy agradable también... pero no sé si me gustaría quedarme para siempre aquí... y en estas condiciones extrañas...-Claro que te gustará quedarte inteligente, y conmigo en este lugar, querida amiga... ¿Cómo vas a llamarte, amorcito? -preguntó Tobi. Ella pensó un poco y luego dijo:-Tita, mi nombre es Tita-¡Qué bonito nombre! Démonos un abrazo entonces, y después decidirás si te quedas o no, Tita ---le propuso él cerrándome un ojo. Yo comprendí y me retiré con la máquina en la mano, dejándolos solos allí, sabiendo que ella iba a optar por este mundo, porque el amor lo decide todo.Pero él me había dado una lección. Ordené volver a mi apariencia normal y así fue, Juan González era más viejo y feo que John Smith, pero era yo, el buen y noble yo mismo. Hubiera querido salir de mi cuerpo lampiño y sin espectacularidad para abrazarme.Luego comprendí que debía volver a mi vida anterior, a mi humilde departamento y a mi trabajo de periodista.Aparecí ante mis ex servidores y les expliqué todo, les pedí disculpas por mis torpezas. Ellos rieron sin darle importancia al pasado y luego nos dijimos adiós fraternalmente.Después fui a interrumpir el cálido romance entre los orangutanes Les pregunté si querían venir conmigo, ellos decidieron pasar unos meses de luna de miel en esas montañas y luego ir a visitarme. Nos despedimos casi como hermanos.

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Clausuré las puertas mágicas de mis mansiones y ordené que el tiempo volviera atrás, a como estaba antes de escribir la primera orden mágica, pero conservando mi memoria y el amor en el mundo, y a los orangutanes en los Alpes. Sólo ellos y yo recordaríamos todo lo que había sucedido.

Volví a mi departamento, en el más perfecto anonimato, a pesar de haber sido una especie de Mesías del mundo, gracias a la Wonder Writer, claro.Pocos días más tarde, y sin que yo hubiese vuelto a utilizar la máquina, los titulares de los periódicos decían más o menos lo siguiente:"LAS NACIONES UNIDAS RECIBEN EL GOBIERNO MUNDIAL"."TODOS LOS PAÍSES SE DESARMAN"."EL AMOR DECLARADO PRINCIPIO SUPREMO DE LA HUMANIDAD".“TODO SE COMPARTIRÁ EN LA FAMILIA PLANETARIA"Y la dicha comenzó a reinar, gracias al amor.Yo temí que alguien hiciese mal uso de la fantástica máquina, la Salvadora del mundo; por eso la desarmé hasta sus partes más pequeñas. Eché el enjambre de piezas a una bolsa y me dirigí al río. Desde un puente fui lanzándolas al agua una a una.Cuando arrojé la última pieza comencé a sentir una molesta picazón en el cuerpo, luego una especie de malhumor se apoderó de mí.De vuelta a casa observé que unos transeúntes discutían acaloradamente, y no me importó un pepino.Dos días después comenzaron de nuevo las intrigas, las rivalidades y egoísmos en las Naciones Unidas.Un mes más tarde todo había vuelto a la normalidad, es decir, a las fronteras, las divisiones, las armas, los ricos y pobres y la falta de fraternidad.Los problemas del trabajo en el periódico me estaban haciendo olvidar a los monos, pero en esos días me llegó una carta de un circo alemán con una oferta por la pareja de orangutanes inteligentes; al mismo tiempo recibí otra, escrita por ellos mismos. Allí manifestaban sus ganas de estar conmigo y me preguntaban qué había pasado, porque la gente estaba diferente, dura, cruel; decían que no los trataban con cariño, que sólo querían utilizarlos para ganar dinero, y me pedían que con la máquina los transportase hasta mi lado.Lo que no sabían era que la Wonder Writer ya no existía, y yo no tenía recursos para traerlos por avión ni las posibilidades de albergarlos conmigo, así que decidí aceptar la oferta del circo y les escribí una carta, a los del circo, no a los simios...Ya dije que no soy un santo, sino una persona común. Todo había vuelto a la normalidad; yo también.la Wonder Writer había sido la fuente de amor para el mundo, pero ya no estaba.Ahora, para intentar poner el amor salvador en la Tierra no había más que seres humanos, simples seres humanos.Pensando en eso comprendí que cada uno debía comenzar por si mismo si quería vivir algún día en un mundo como aquel que fugazmente conocí, pero el recuerdo me bastó y decidí empezar por tratar de amar a mis seres cercanos por lo menos, y no mandé la carta al circo alemán. Pedí un préstamo y me traje a mis queridos monos.Lloramos de alegría cuando nos encontramos en el aeropuerto.Al principio estuvimos bastante incómodos en el departamento, incómodos pero felices.Y después se nos arregló todo con "El show de Tita y Tobi" programa de televisión que se ve en todo el mundo.