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^•1 enereens de Un planteamiento rariií José Alduncite, SJ. En este artículo, el autor se propone fijar la contribución de la encíclica Laborem Exercens en la crisis histó- rica de la doctrina social de la Igle- sia, destacando sus principios fun- damentales, su enjuiciamiento del capitalismo liberal y del socialismo de su tiempo. Finalizará proyectan- do las líneas fundamentales de la ética social de la encíclica sobre la situación actual de globalízación neoliberal. n lector de Mensaje nos ha recordado que este septiembre se cumplía el 20" aniversario de la promulgación de Laborem exercens, la primera encícli- ca social de Juan Pablo II. La elaboró en 1981, conmemorando a su vez la Rerum novarum de León XIII de 1891. Esta recordación fue muy oportuna porque nos permite reavivar la memo ria de una encíclica muy valiosa, pero demasiado olvidada. En un comentario que le hice a Laborem exercens (LE. en adelante) en ese entonces 1 , decía: "LE. se inscribe entre las grandes encíclicas sociales de los últimos tiem- pos, marcando decididamente un nue- vo rumbo en la enseñanza social de la Iglesia y definiendo planteamientos muy orientadores para la pastoral de los cristianos y para sus opciones po- líticas". Estas profecías ciertamente no se han cumplido. Al contrario: la encícli-

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enereens de

Un planteamiento rariiíJosé Alduncite, SJ.

En este artículo, el autor se propone

fijar la contribución de la encíclica

Laborem Exercens en la crisis histó-

rica de la doctrina social de la Igle-

sia, destacando sus principios fun-

damentales, su enjuiciamiento del

capitalismo liberal y del socialismo

de su tiempo. Finalizará proyectan-

do las líneas fundamentales de la

ética social de la encíclica sobre la

situación actual de globalízación

neoliberal.

n lector de Mensaje nos ha recordadoque este septiembre se cumplía el 20"aniversario de la promulgación deLaborem exercens, la primera encícli-ca social de Juan Pablo II. La elaboróen 1981, conmemorando a su vez laRerum novarum de León XIII de 1891.Esta recordación fue muy oportunaporque nos permite reavivar la memoria de una encíclica muy valiosa, perodemasiado olvidada.

En un comentario que le hice aLaborem exercens (LE. en adelante)en ese entonces1, decía:

"LE. se inscribe entre las grandesencíclicas sociales de los últimos tiem-pos, marcando decididamente un nue-vo rumbo en la enseñanza social de laIglesia y definiendo planteamientosmuy orientadores para la pastoral delos cristianos y para sus opciones po-líticas".

Estas profecías ciertamente no sehan cumplido. Al contrario: la encícli-

EL "SUJETO" DEL TRABAJO NO ES EL SOLO INDIVIDUO:

ES TAMBIÉN LA SOCIEDAD. POR EL TRABAJO, EL INDIVIDUO SE "SOCIA-

LIZA": SUPERA SU INDIVIDUALISMO Y SE HUMANIZA.

ca fue. a mi juicio, incomprendida y si-lenciada. Y ciertamente olvidada en laiglesia, incluso por el mismo Papa. Novemos que él se refiera a LE. en sus dis-cursos ni la cite en sus escritos. ¿Que hapasado?

Sin duda daremos con algunas pis-tas que podrán responder a esta pregun-ta. Pero lo que nos interesa es otra cosa:desentrañar los aportes definitivos deesta encíclica para reorientar la enseñan-za social de la Iglesia, ayudándola a en-frentar los desafíos de los tiempos.

lamiente en su carta social Octogésimaadveniens de 1971 dieron un nuevo en-foque a la moral social. Hubo una mu-tación epistemológica. Paulo VI con re-ferencia a ella, ya no quiso llamarla"doctrina". Hahló del fin de las ideolo-gías y el replanteamiento de las utopías.La Iglesia elabora sus enseñanzas a par-tir del análisis de las situaciones cam-biantes del hombre y de la sociedad, vis-tas a la luz de la fe y nuestra vocacióncristiana. De Pablo VI es la consigna:"De situaciones menos humanas a situa-

lización.Paulo VI murió en 1978. Fue un

hombre de gran inteligencia, que captóel alcance que tenía el "aggiornamen-to" que la Iglesia necesitaba paja poner-se en el mundo moderno y al serviciodel hombre. Fue un tanto tímido y cau-teloso en los pasos que fue dando.

En 1978 llega al pontificado KarolWoytila. obispo de Cracovia, tomandoel nombre de Juan Pablo II. Un nuevopapa que presentaba muchas incógnitas.¿Qué línea tomará su primera encíclica

frente al capitalismo

Por "doctrina social" entiendo la quela Iglesia ha desarrollado desde LeónXIII hasta Juan XXIII a través de lasencíclicas y demás enseñanzas, sobretodo papales. Esta "doctrina social" en-tró en crisis con el Concilio Vaticano II(1962-5) y con Pablo VI (1964-78), queconjuntamente encabezaron la renova-ción conci liar de la Iglesia. Fue una cri-sis de cuestionamiento, de cambio y re-nacimiento condicionado, como era na-tural por la renovación de la TeologíaMoral.

El Concilio en su Constitución Gau-dium el Spes, y Paulo VI muy parlicu-

ciones más humanas".Este vuelco en la ética social de la

Iglesia encontró una profunda resonan-cia en la Teología de la Liberación quese gestaba en América Latina y se ex-presó en la Conferencia Episcopal deMedellín (1968) y también, no obstanteresistencias, en Puebla (1979).

Esta línea social, muy marcada porel tema de la liberación de los pueblos,se vio confirmada por los sínodos ro-manos con la participación de obisposlatinoamericanos y africanos y con laExhortación Apostólica Evangeliinuntiandi (1975). El Papa declaraba enella que la defensa de los derechos hu-manos y la liberación integral del hom-bre son exigencias de la misma evange-

"El aporte de Laborem exercens", en La Iglesia y ios Trabajadores, PEC (ProgramaEcuménico de Estudios del Cristianismo), Concepción, 1982, 135 páginas.Hablar de !a crisis de la "doctrina social" y, más todavía, de la Teología Moral, es tocar untema delicado. Estoy consciente de que muchas de mis afirmaciones necesitarían másmatización y más fundamentacíón. En otros escritos he podido explayarme másampliamente Pido, por lo tanto, indulgencio al lector.

social?Juan Pablo II comienza su encíclica

reivindicando la continuidad de la "doc-trina social de la Iglesia". Y aun man-tiene el término "doctrina social de laIglesia". Sin embargo. LE. se ha de co-locar en la línea renovadora de Paulo VI.Es lo que veremos al exponer sus líneasfundamentales.

L.l

Juan Pablo II parte colocando al"laborem exercens". al trabajador queejerce una labor, como el centro o la"clave" de la doctrina social. León XIIIhabía centrado la "cuestión social" enel problema de la propiedad. Fue éstauna intuición genial del nuevo Papa. Sinnombrar a Marx coincidía con él en quela liberación del trabajo de todas sus alie-naciones era la tarea fundamental parauna justicia social. Así también se acer-

có a las posiciones de la Teología de laLiberación. La meta o utopía cristianadebía ser la humanización del trabajo.Un trabajo liberado y liberador.

La inspiración de esta utopía la en-cuentra Juan Pablo II en la primera pá-gina de! Génesis. Dios confía al hom-bre los bienes de la creación para quelos trabaje y haga fructificar en benefi-cio de toda la humanidad. Le da al hom-bre el dominio sobre estos bienes:"Henchid la tierra y dominadla..." Enesle trabajo de dominación, el hombretiene la prioridad: él es el sujeto y el be-neficiario final. Las cosas todas son ensus manos, medios e instrumentos parasu labor.

hl Papa amplía su análisis haciendouna fenomenología de las relaciones la-borales. El capital como factor de la pro-ducción viene a ser un conjunto de me-dios que sii-ven a la actividad producti-va. Pero allí ei único "sujeto" es la per-sona del trabajador. Y él ha de tener laprioridad. El capital, la técnica y todolo demás están a su servicio.

El Papa contrasta luego esta "ima-

gen coherente" con la realidad del"economieismo" o del "capitalismo",entendido aquí por el Papa como el pre-dominio del capital sobre el trabajo. Allíse pervierte el plan de Dios y la exigen-cia de nuestra propia naturaleza.

"El hombre es (entonces) tratadocomo instrumento y no según la verda-dera dignidad de su trabajo, o sea. comosujeto y autor y, por consiguiente, comoel fin de todo el proceso productivo"(n. 7).

Toda ética social debe, pues, buscarrestablecer la dignidad del trabajo,liberarla para que sea sujeto y fin de todoel proceso productivo.

L.L. \ II!V\L

El capitalismo liberal se caracterizapor la defensa que hace de la propiedadde los medios de producción y do lasprerrogativas que confiere tal propiedada sus dueños. León XIII se abocó a estetema.

León XIII se propuso conciliar dos

JUAN PABLO II PARTE COLOCANDO AL "LABOREM EXERCENS",

AL TRABAJADOR QUE EJERCE UNA LABOR, COMO EL CENTRO O

LA "CLAVE" DE LA DOCTRINA SOCIAL.

concepciones éticas sobre la propiedad,que no son fácilmente concordables.Una es la de santo Tomás de Aquino.Prioriza el destino común de todos losbienes. La apropiación privada se justi-fica como una medida adecuada para unmejor aprovechamiento y puesta en co-mún de dichos bienes.

La segunda concepción es propia dela escuela liberal y fue aceptada porLeón XIII en Rentm Novarían. La pro-piedad privada, también la de los me-dios de producción, es fruto del trabajode la persona y espacio necesario parasu libertad. Es un derecho natural y hade reconocerse como fundamento delorden social {R.N. n. 25).

La conciliación de ambas concepcio-nes se hizo atribuyendo a la propiedaddos funciones, una individual y otra so-cial (Quadragésimo anno n. 50). Peroen la teoría y en la práctica prevalecióla función individual.

Efectivamente, se estimó que el in-dividuo era anterior a la sociedad y sesobreestimó el "derecho natural". En lapráctica, la función social del propieta-rio se reducía a algo muy adjetivo. Ytodo esto valía también para la propie-dad de los medios de producción.

LE., en cambio, no hace menciónalguna de que la propiedad fuera un de-recho natural. La tradición a la que ape-la es únicamente la de santo Tomas. Tra-tándose de la propiedad de los mediosJe producción, sólo reconoce la prima-cía del trabajo sobre lodo otro presuntoderecho.

"El considerarlos (a los medios deproducción) aisladamente como un con-junto de propiedades separadas, con elfin de contraponerlos al "trabajo" enforma de "capital", y más aun, realizarla explotación del trabajo, es contrarioa la naturaleza misma de estos medios yde su posesión. Estos no pueden ser po-seídos contra el trabajo, ni siquiera pue-den ser poseídos para poseerlos. Porqueel único título legítimo para su posesiónes que sirvan al trabajo" (n. 14).

Concluye, pues, el Papa: "El prin-cipio de la primacía que se le debe altrabajador exige que este derecho (elde la propiedad sobre los medios deproducción) sea sometido a una revi-sión constructiva en la teoría y en la

práctica" (n. 14).Podemos concluir que para L.E. es

inadmisible el derecho a un uso arbitra-rio de la propiedad de los medios de pro-ducción, que confieren nuestros códigosy que pone en práctica el capitalismoimperante. La función esencial de estosmedios es servir al trabajo.

El socialismo parecía realizar oficialy estrucluralmcnte lo que postulaba elPapa: ponía en manos de la sociedad, esdecir, de la colectividad trabajadora losmedios de producción. El Papa ha usa-do la palabra "socialización" en sentidopositivo: había que "socializar" los me-dios de producción. Pues esto mismo pa-recían realizar los sistemas socialistasal estatizar las empresas.

Efectivamente, Juan Pablo II en LE.aceptaba en principio la colectivizaciónaun total de los medios de producciónen manos del Estado. No condenó estossocialismos. Pero les puso ciertas con-diciones.

Este tipo de socialización no debíahacerse a priori. Hay otras formas desocializar, aun partiendo del capitalis-mo (cooperativas, accionarado obrero,etc.). Por otro lado, insiste el Papa enque estas colectivizaciones no bastan. Seven desvirtuadas por la burocracia, elexcesivo centralismo, la corrupción. Esnecesario que el obrero sienta realmen-te que está trabajando "en lo propio".

"Se puede hablar de socializaciónúnicamente cuando queda asegurada lasujetividad de la sociedad, es decir,cuando toda persona, basándose en supropio trabajo, tenga pleno título a con-siderarse, al mismo tiempo, "co-propie-tario" de ese gran taller de trabajo enque se compromete con todos" (n. 14),

Notemos cómo el "sujeto" del tra-bajo no es el solo individuo: es tambiénla sociedad. Por el trabajo, el individuose "socializa": supera su individualismoy se humaniza. A través de ese "grantaller" —una imagen muy querida porel Papa— el hombre, nos dice él mis-mo, "entra en posesión de un doble pa-trimonio que le permitirá realizar ple-namente el encargo que recibió de Diosel día de la creación". Recojamos la

"imagen coherente" que nos hace elPapa de lo que significa para el hombreel trabajo socializado.

"El hombre, por su trabajo, entra enun doble patrimonio, el que ha sido dadoa todos los hombres con los recursos dela naturaleza y el patrimonio de lo quelos demás hombres ya han elaborado an-teriormente, desarrollando la técnica yel conjunto de los medios o instrumen-tos de producción, etc." (n. 13).

Detrás del pensamiento papal hayuna antropología integral del hombre,individuo y a la vez miembro de la co-lectividad, basada en los textos del Gé-nesis. Estas "imágenes coherentes" sonfundamentales si queremos reorientaruna ética cristiana.

Observemos, finalmente, la eviden-te novedad que nos ofrece LE. con unanueva actitud frente al socialismo. Y estase suma a la que tuvo frente al capitalis-mo. Diríamos que las posiciones tradi-cionales de la "doctrina social" se haninvertido. Antes, el capitalismo era "le-gítimo en sf' y sólo condenable por sus"abusos" (Pío XI en Q.A.). En cambio,el socialismo era "intrínsecamente per-verso" (Santo Oficio en 1949). Ahora,según LE., el capitalismo sería "intrín-secamente viciado" y el socialismo en sílegítimo aunque perfectible. Hay. es cier-to, verdad en estas apreciaciones, aun-que habría que matizarlas. Dan razón enbuena parte del silenciamiento que su-frió y sigue sufriendo esta encíclica.

En estas dos últimas décadas, la doc-trina social de la Iglesia ha sufrido al-ternativas y aun no encuentra un estatu-to epistemológico definido. A mi juicio,esta ambigüedad deriva de la contrapo-sición de las dos concepciones dominan-tes que se disputan en moral fundamen-tal: la deontológica, prevalente en eloficialismo romano, y la ideológica,prevalente en la periferia. Se produjo unserio desencuentro de la doctrina socialcon la Teología de la Liberación, mar-cado por la Instrucción de la Congrega-ción para la Doctrina de la Fe de 1984.Después fue la luz verde y la Instruc-ción de 1986. La encíclica Solicitudo reisocicüis de 1987 refleja un acercamien-

to a las posiciones de aquella teología.Con la caída del muro de Berlín, la ce-lebración del Centesimus anuas en 1991y la radicalización de una moral funda-mental tradicional con Veritatis splendor(1995), las posiciones más propias deLE. han quedado aun más relegadas.

Mientras tanto ha surgido unneoliberalismo triunfante y globalizador,en que el poder financiero traspasa lasfronteras sobre las alas de una técnicacomunicacional realmente revoluciona-ria. Frente a estos poderes capitalistas.las organizaciones laborales se encuen-tran impotentes para defender sus dere-chos. Es aquí donde uno se pregunta quénos podrá aportar el mensaje de L.E.

- Un gran aporte sería poner nueva-mente a la enseñanza social de la Igle-sia en la huella del Concilio Vaticano IIy de Paulo VI, volviéndola nuevamentesituada, utópica, Ideológica. Sólo talesenfoques podrán enfrentar los cambiosradicales del presente. Los otros apor-tes son:

- El haber centrado el problema so-cial en el trabajo, en su liberación yhumanización, estableciendo la prima-cía del hombre trabajador sobre todoslos medios de producción, particular-mente el capital.

- La construcción de una utopía so-cial: la humanidad trabajadora, un grantaller, los bienes y el trabajo de todos,destinados al bien de todos.

- La exigencia de socializar los me-dios de producción en el sentido de po-nerlos al servicio del hombre de trabajo.

- La exigencia de un trabajo adecua-do para todos y, por tanto, de un plenoempleo. Y para esto la necesidad de pla-nificación.

- El realismo de reconocer las situa-ciones o los sistemas vigentes sin nece-sidad de condenarlos, pero a partir deellos ir recreando las condiciones de untrabajo humanizado y humanizador.

Finalmente, L.E. nos deja esa "ima-gen coherente" llena de dinamismo paraun mundo en vías de globalización. Ladel "gran taller" en que el hombre reci-be ese doble patrimonio y ha de aportarsu trabajo solidario para construir la fra-ternidad humana.

Convidamos a nuestros lectores aproseguir esta reflexión.n