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    ENCUENTROS Y DESENCUENTROS DE LA

    UNIVERSIDAD CON LA REVOLUCION

    Conversacin con los estudiantes

    En julio de 1965 un grupo de dirigentes estudiantiles plante a Rodney

    Arismendi cerca de 50 preguntas sobre el marxismo, la Universidad y el

    papel del estudiantado y los universitarios en el proceso de la revolucin

    latinoamericana. Arismendi respondi con una conferencia ante seiscientos

    dirigentes y militantes del movimiento estudiantil universitario, de variada

    tendencia.

    La conferencia se subdividi en dos partes: la primera corresponde al

    anlisis terico de la funcin de la Universidad y sus contradicciones,

    publicada bajo el ttulo de "Encuentros y desencuentros de la Universidad

    con la revolucin"; la segunda fue redactada ms tarde, con ms extensin

    y publicada como parte del libro "Insurgencia Juvenil".Al haberse cumplido en el mes de julio 40 aos de esta conferencia la

    Fundacin ha resuelto reeditar parte sustancial de la misma por

    considerarla de enorme inters.

    Compaeros:Los organizadores de esta asamblea -exigentes y osados- me han impuesto la obligacin deabarcar un temario por dems ambicioso. Pienso que aun extremando el esfuerzo de sntesis,ste no puede ser examinado durante el tiempo de una sola exposicin. Surge de aqu unaprimera e importante dificultad como es la de cruzar sobre cuestiones hondas y multiformes

    apenas si a vuelo de pjaro.Empero, no hemos rehuido su tratamiento. Porque si atribula esta imposibilidad deconsiderarlas hoy de modo total, nos sentimos obligados a participar en la dilucidacin por sucarcter vivo y perentorio. Estos puntos no han sido puestos en el orden del da por unaepisdica o presuntamente vocacional inquietud estudiantil. Concretan ciertos interrogantesde gente dispuesta a contribuir a la hora revolucionaria. Corresponden a la preocupacinavizora de quienes participan de la irrupcin de los estudiantes y la intelectualidad avanzada,en la pertinaz brega social y nacional que se derrama por Iberoamrica. Al nivel de nuestrospueblos, estos temas ya no se manejan -felizmente!- ensombrecidos por angustiasmetafsicas o esterilizados por la bsqueda de una mitologa a la moda. Por el contrario, traenpegadas al cuerpo las huellas de haber estado revolcndose en la tierra -a veces empapada ensangre- de nuestro presente matinal. Y esto les confiere una desbordante salud; antes quenada son problemas de un quehacer redentor, el rescate de nuestras patrias oprimidas y

    expoliadas. Al establecer esta prevalencia no estamos concediendo nada, en principio, aquienes piensan que el menosprecio de la teora, las especies del empirismo y el pragmatismodesprestigiados en otros campos, rinden honorarios en el plano de la prctica revolucionaria,o cuando menos, en el terreno circunscripto de la poltica diaria.Con Lenin proclamamos que no hay prctica revolucionaria, ni aun en la inmediatez tctica,sin una teora que la gue, y sin que se recreen ambas en la inseparable y frtil conexin. Porsuerte, nuestro temario que, en cierto sentido, participa del dilogo asptico de las academias-quito todo significado peyorativo al trmino- se integra hoy cmodamente en el temblor

    esperanzado de masas que avanzan hacia la revolucin, mejor dicho, que la estn haciendo ennuestra Iberoamrica.

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    Es -como gustan decir ustedes- una "problemtica" compleja. Caben en ella las preguntas conque la intelectualidad de nuestro continente escruta sin reposo el destino de estas tierrasdramticas; o sea, el gran tpico de una cultura nacional y popular, tema ste que aqu nopuedo siquiera tocar 1.Es que, compaeros estudiantes, cuando amigos y enemigos vemos que la revolucin

    liberadora no es slo perspectiva en el continente, sino que es carne de la carne de la hora quecruza fugaz y permanente, del minuto en que somos, las tesis acerca de la Universidad y deldesempeo estudiantil, si se piensan a la profundidad del hueso, slo pueden estimarse encuanto a las coordenadas de revolucin y contrarrevolucin. Y nuestro tiempo es revolucin!Desde octubre de 1917, la calle principal de la historia fue abierta por la revolucin socialista.Lenin nos previno: nadie deba esperar una lnea recta como la Perspectiva Nevski. Y a esacalle principal han ido desembocando, enroscndose ms bien, todas las vas de nuestrotiempo, avenidas y callejuelas, corredores y atajos... Y el viento que Alejandro Blok sintieralevantarse renovador sobre el planeta, sopl hasta la tempestad, al sumrsele las ondas de larevolucin de los pueblos coloniales y dependientes. Nuestra Amrica Latina sienteesparcirse por sus tierras este hlito poderoso y conjugado. Cuba lo est probando.

    Y, claro est, que cuando rugen a este ritmo las tormentas de la historia, se refrescan lascabezas de muchos catedrticos, la calle invade el aula y se levantan como alas las manos deuna muchachada dispuesta a arrancarle al cielo sus estrellas, para poder contar si tienen cincopuntas.

    I

    EL ESTUDIANTADO, ACTOR DEL DRAMA OPTIMISTA DE IBEROAMERICA

    Quin puede dudar que en todas las esquinas de nuestra Iberoamrica voces agudas obroncas de una fervorosa mocedad estudiantil resuenan como pregones no slo de una

    inquietud universitaria, sino de una revolucin nacional liberadora en marcha? Y si esmenester limpiarnos de todo mesianismo estudiantil y universitario -concubino muchas vecesde la maltrecha teora generacional que en las ltimas cuatro dcadas ha estado de turno y, aveces, para todo servicio- sera prueba de una miopa sin remedio no advertir la presenciainfaltable de los estudiantes entre los actores destacados de este drama optimista que a partirde Cuba nombramos como la segunda guerra de la independencia.Esta presencia estudiantil que va llevando tras ella al universitario como capa social, y a laUniversidad como escenario de una aguda lucha de clases, se destaca por su pertinacia, seextiende innumerable, se califica y concreta, se supera ideolgicamente. Hoy, las teorasgeneracionales cuelgan en la ropavejera junto al olvidado ensayo de Ortega y Gasset acercade la "misin de la Universidad", aunque a veces algn suprarrevolucionario hurgue en ellas,para apuntalar con trastos ideas prematuras.

    "Obreros y estudiantes, unidos y adelante"

    Los estudiantes y una parte de los universitarios han concretado su antimperialismo, handefinido su beligerancia democrtica, han resumido en nuestro pas en una consigna(obreros y estudiantes, unidos y adelante) la nocin estratgica de la alianza con elproletariado, clase avanzada, protagonista de nuestra poca, la clase que encarna porexcelencia el sentido profundo de nuestro tiempo, la revolucin socialista.Advirtase la proyeccin de este grito! l alborota al oligarca y encrespa a su hijo el seorito

    que debe recoger en la Universidad destrezas tcnicas y argucias jurdicas para gobernar, osimplemente dar lustre a la presidencia de la sociedad annima, rural o industrial, con un

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    certificado o un ttulo. Promueve el sobresalto del poltico de la gran burguesa conciliadoraque ve alzarse esta palabra de orden como un muro, en su juego doble y habitual de sobornodel universitario. Y es lgico que el gorila grua cuando los vientos revolucionarios denuestra Amrica esparcen esta frase como un eco augural.Claro est, su trascendencia no puede escapar a nadie. Formalmente se repite o evoca alguna

    de las hermosas frases de los reformadores universitarios que, del 18 al 30, hicieron vibrarsus dianas rebeldes en las urbes principales de la Amrica nuestra. Pero esta vez, el contenidoes otro, y aun la forma se ha ido precisando hasta bruirse en una nocin estratgica.Para medir el trasfondo socio-poltico que hoy representa y por lo tanto su valor como "idea-fuerza" en la transformacin nacional y social de nuestros pases, adems de registrar elescozor alrgico de las clases dominantes, conviene valorar esta consigna ("obreros yestudiantes, unidos y adelante") a la luz de una referencia ms prxima a nosotros aunquems lejana en el tiempo. Jos Carlos Maritegui, testigo lcido de la insurgenciauniversitaria, luego de apreciar los mritos de este movimiento puesto a andar en 1918 y quese propaga a lo largo de la dcada del 20 como una marejada, anota que el proceso deagitacin universitaria en Argentina, Uruguay, Chile, Per, etctera, acusa el mismo origen

    y el mismo impulso. "La chispa es casi siempre un incidente secundario, pero la fuerza quela propaga y la dirige viene de este estado de nimo, de esta corriente comn... Los

    estudiantes de toda Amrica Latina, aunque movidos a la lucha por protestas peculiares de supropia vida, parecen hablar el mismo lenguaje. Explica que l se conecta al temporalrevolucionario de postguerra cuyo hecho central es la Revolucin Rusa; tras sus conceptosdifusos, el joven siente que se lo convoca a cumplir una funcin heroica y realizar una obrahistrica. La crisis mundial invitaba a los pueblos latinoamericanos con inslito apremio a

    realizar y resolver sus problemas de organizacin y crecimiento. Y luego verifica: La

    ideologa del movimiento estudiantil careci al principio de homogeneidad y autonoma.nicamente -dice Maritegui- a travs de la colaboracin cada da ms estrecha con lossindicatos obreros, de la experiencia del combate contra las fuerzas conservadoras y la

    crtica concreta de los intereses sin principio en que se apoya el orden establecido, podan

    alcanzar las vanguardias universitarias una definida orientacin ideolgica2.

    Combate y crtica, artfices de la nueva conciencia estudiantil

    Esta condicin que seeramente Maritegui le peda entonces al estudiantado no esjustamente el rasgo ms interesante del movimiento universitario de nuestros das? Enaquella hora quiz an no se haban creado las premisas para su ocurrencia. Ni el movimientoobrero ni el estudiantil estaban en condiciones para ello. El curso del desarrollo capitalista seaceleraba luego de la guerra; los lderes de la Reforma deban elegir entre ser participes delproceso de formacin de los partidos comunistas, elevndose a la conciencia marxista-leninista- lo que hicieron Mella, Agosti, Gonzlez Alberdi3 - y tantos actuales militantesdestacados del movimiento revolucionario comunista o transformarse en idelogos delreformismo burgus, volverse nacional-reformadores. Haya de la Torre -prescindamos de supintoresquismo y su vocacin zarzuelera- es quiz el ejemplo ms tpico, inclusive por serhoy -tambin tpicamente- el personaje venal y grotesco del entreguismo peruano. CuandoHaya rompe con Maritegui invoca ideolgicamente la necesidad de aclimatar el marxismo alos mtodos criollos y al caudillismo iberoamericano. Segn l, tcitamente se trataba deser prcticos, de encontrar los caminos concretos, propios del pas, aislados de la

    revolucin mundial, para definir los objetivos transformadores en grandes partidos de masas.Ms tarde buscara en el Kuomintang la imagen de tal partido.

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    Su experiencia se parece a la de algunos de nuestros recientes innovadores de los partidostradicionales. Concluy donde deba concluir. Pero qu distancia insalvable guardan ennuestra poca estos personajes con la mayora del movimiento universitario!Es que el grito de guerra de los estudiantes uruguayos -todava sea o no, conciencia tericatransformadora, lo que supone una praxis revolucionaria socialista- ya est integrado en el

    proceso activo de la revolucin nacional-liberadora. En ella, ms que espejo, es hoy uno delos alfareros del futuro. Por eso es un grito desnudo; no condice con la chafalona poltica, nipuede ataviarse ya con la oratoria de ocasin. Sigue ofreciendo al historiador o al socilogomaterial precioso para ser cronista e intrprete del movimiento uruguayo y continental; pero -felizmente!- adems de grito es definicin: est sealando que luego de la nocinestratgica fundamental de nuestra revolucin -la alianza de los obreros y campesinos- la

    intelectualidad avanzada, y en su primera lnea la juventud estudiantil, son un ingrediente

    indispensable de este plato que est cociendo la "maga historia" en su caldero -glosopalabras de Marx- y cuyo crepitar se oye desde el Caribe hasta nuestro confn austral.

    Condicin social y superacin ideolgica

    Es natural pues, que si por un lado, la mayora de los universitarios, como integrantes de lascapas sociales intermedias, se sienten sacudidos por la crisis de la sociedad y tienden conardor aunque con hesitacin ideolgica hacia la revolucin; por otra, es tambin natural quemuchos entre ellos rebasen las fronteras mentales de su clase para adherir al socialismo, paraelevarse ideolgicamente a la condicin de revolucionarios de la clase obrera.Y ste es el tiempo de la revolucin socialista!Cuntos luchadores de la pequea burguesa intelectual, particularmente de esa cantera decombatientes y mrtires que es el movimiento estudiantil latinoamericano, se han idoincorporando a las filas comunistas, al marxismo-leninismo! Y cuntos vendrn an! Basterecordar el proceso de la revolucin cubana. Entre las numerosas originalidades de estaprimera revolucin socialista en Amrica, se puede verificar no slo el gran papel que comoparte de una capa social desempearon los estudiantes, sino el hecho mismo de que su jefefuera -antes que nada- por militancia y extraccin social, un tpico estudiante revolucionariode esta sacudida Amrica nuestra. Creo que nuestro amigo Fidel Castro no sentir disminuirsu poderosa personalidad y su condicin de jefe comunista porque lo ubiquemos, por origen,en tal torrente de la revolucin. Tampoco ello da lugar para que pretenda nadie extraer unaconclusin diminutoria del papel hegemnico de la clase obrera en la revolucin nacional-liberadora. Es que la historia -ceida a leyes rigurosas- hace a veces trampas como un fullerode calidad. Entre las numerosas "astucias de la historia" que ofrece la revolucin cubana,quiz la ms prominente sea esa elevacin de Fidel Castro y de muchos de sus compaeros de

    hazaa, a travs de la propia obra victoriosa antimperialista y democrtica, a la inteligenciaterica del conjunto del movimiento, a la ideologa socialista, tal como lo auguraran en ellejano 1848 Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.Hoy vivimos una hora nueva en el movimiento universitario: su incorporacin, desigual ytitubeante, pero su incorporacin, como un caudal o vertiente del movimiento antimperialistademocrtico que recorre Iberoamrica. En el fuego de la lucha, en funcin de la fortaleza dela clase obrera y del vigor militante de su ideologa socialista, se torna su aliado valeroso ydecidido, e inclusive, sus figuras ms destacadas se incorporan a la ideologa del proletariado,al marxismo-leninismo.

    Hay un ciclo fatal que va de la radiante juventud a la madurez traidora y filistea?

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    Estas afirmaciones -que, en ltima instancia, recogen los hechos de una realidadiberoamericana en veloz transicin- nos estn diciendo que cuando hablamos de losuniversitarios como integrantes -mayoritariamente- de una capa social, no debemoslimitarnos a su avanzada estudiantil. En trminos generales, los estudiantes -como toda lahistoria se ha encargado de probarlo, aqu no es menester ya el anlisis terico- son una

    antena sensible del subterrneo temblor revolucionario. Y hoy se elevan cada vez ms, de lasituacin refleja y de la pretensin populista de ver en el proletariado una especie de giganteciego que ellos iban a iluminar, a los planos de una militancia ms consciente por larevolucin. Pero con ello van arrastrando tras de s a otros sectores de la Universidad, a suvez maltratados econmica, poltica y culturalmente por la profunda crisis de las sociedadeslatinoamericanas.En consecuencia, tanto si observamos este proceso en curso, como si tomamos en cuenta queen muchos de nuestros pases el universitario -genricamente hablando- es porcin de lascapas medias, parte de sectores sociales sujetos a la opresin nacional y social delimperialismo y las clases dominantes, con su cuota de frustraciones especficas de ndolecultural y profesional podemos hablar slo del estudiante? Es que cuando sealamos a las

    capas medias como aliadas del proletariado en la revolucin, podemos prescindir de que granparte de los que hoy llamamos universitarios pertenecen a esas porciones de la sociedad? Oacaso puede considerarse como fatalidad la desercin, cuando el ardor estudiantil se aquieta yel ttulo aleja de la Universidad? O cuando el profesionalismo, inserto en las duras leyes dela sociedad capitalista, y las necesidades econmicas personales, elevan a una parte a lacondicin de contralor del movimiento obrero en la fbrica, a otros al cuadro poltico jurdicodel ejercicio del poder burgus, o a otros a sufrir la presin de la crisis de estructura y lasinsatisfacciones de su sueo de profesional o de representante de la cultura o de la tcnica,contradichas por un rgimen social que es incapaz de resolverlas bsicamente? O que apenasles permite evadirse en un presunto aristocratismo intelectual que es tambin una forma dealienacin?Pensamos que no. No es fatal que la hora de la insurgencia juvenil sea sustituida por laentrega o por esa mezquindad filistea que capt Andr Spire4 en su conocido poema acercade las estudiantes.Este verso amargo que toma por tema las estudiantes, podra en realidad documentar latrayectoria de tanto universitario que, ms all del fervor estudiantil, transit en la hora deldoctorado hacia el carro de los partidos tradicionales, los equipos de las clases dominantes ohacia el olvido de la lucha social en la Repblica.Pero podemos pensar que esto es fatal? Podemos creer que este temblor que sacude aluniversitario, que conmueve la Universidad y que ms all de ella desborda y toca una capasocial muy vasta, las capas medias y a los intelectuales de estos pases, confrontndolos al

    imperialismo y a las oligarquas dominantes, lleva desde ya el estigma fatdico como undestino, del alejamiento del pueblo, del proletariado, de la traicin del profesional y deldocente universitario?Pero acaso la Universidad no vive en su seno el drama de la sociedad y el presentidodesenlace de la revolucin? Qu son los universitarios?Cmo se debe valorar a la Universidad en relacin al proceso revolucionario de AmricaLatina y segn el pensamiento marxista-leninista que considera la lucha de clases el motordel desarrollo de toda sociedad dividida en clases?Y aunque por lo dicho nuestra opinin ya es clara y explcita, conviene seguir un poco msesta indagacin.

    II

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    ESTIMACION SOCIOLOGICA DEL UNIVERSITARIO

    Insistamos en lo primero. Cuando hablamos de los universitarios hay que pensar encategoras dispares, en el estudiante, en el docente, en el profesional. Bien recientemente,Mario Benedetti5, en su ltima novela ha tipificado en un profesor de la Facultad de Derecho,

    la fallutera de una clase; la traicin a la Universidad, al poltico-negocista culto, inspiradorde las clases dominantes de nuestro pas, entre mascullar cdigos, dirigir fbricas o enjuagarnegociados en los secretos de las cajas negras.Es decir, hablamos de personas surgidas de las capas sociales medias, pero que en su mayoracaen dentro de esa denominacin genrica de intelectuales, de acuerdo al criterio delmarxismo. Esa definicin se refiere a capas sociales intermedias, no homogneas, pero queabarcan no slo al estudiante, sino tambin al profesor, al profesional universitario, al artista,al escritor. De antemano excluimos de ella toda idea de cohesin social e ideolgica; sabemosque hay ttulos universitarios en la Asociacin y en la Federacin Rural, en la Asociacin deBancos y en la OEA, pero sabemos tambin que la mayora de los profesionalesuniversitarios y grupos cada vez ms significativos de docentes, corresponden a la inquietud

    de las capas medias confrontadas con la crisis de la estructura social, con la dominacinimperialista, aferradas por la mano de la inquietud econmica, abrumadas por la caricatura omuerte de sus sueos, por la quiebra de las grandes palabras que no soportan la cruda luz dela realidad, por la imagen de una sociedad gobernada por los grandes intereses enlazados alos bancos, los terratenientes, los sectores monopolistas de la industria y los representantesfinancieros o polticos de los imperialistas, por las camarillas gobernantes.La mayora de los estudiantes -especialmente- son hijos de una pequea burguesa sacudida yen parte radicalizada, que es partcipe potencial de la revolucin antiimperialista y tambin,potencialmente, es fuerza que en su mayora puede transitar con el proletariado hacia etapassuperiores, la revolucin socialista. Y si bien los cuadros de los docentes y profesionales uni-versitarios no reflejan an el tono y las notas vibrantes que las capas ms radicales de lapequea burguesa arrancan del movimiento estudiantil, en gran parte tambin pertenecen aesas capas medias, y en su actividad cultural o profesional, como lo decamos, chocan con losmarcos de una sociedad corroda por la ms profunda crisis.

    Del Plan Camelot a la sociologa de las "elites circulantes"

    No en balde el imperialismo norteamericano dedica hoy una atencin especial a lapenetracin en las universidades de Amrica Latina. Dirige su maniobra desde los sinuososcaminos del plan Camelot y otras "investigaciones", hasta los seminarios que acuan comovalor adquirido la concepcin sociolgica profundamente reaccionaria acerca de las elites

    como factor determinante de la evolucin social. Es el trabajo que le asigna a la OEA para lapenetracin de las universidades o de los institutos de estudios agrarios, son las becas y elcortejamiento de las autoridades de la enseanza al amparo de notorias carenciaspresupuestales, es el intento del soborno y conquista de sectores de la intelectualidad paraincorporarlos al carro del dominador. Su trabajo corresponde a la captacin que en otro planose hace de los cuadros militares por la Junta Interamericana de Defensa, o al soborno desectores de la burguesa nacional a travs de la Alianza para el Progreso o al gastadoexpediente de formar y comprar lderes sindicales en la caduca y decadente ORIT, golpeadapor la lucha de clases y el despertar nacional en el Continente.Tericamente, frente a la concepcin de que los universitarios provienen de capas socialespotencialmente aliadas del proletariado, partes de un frente comn antimperialista,

    antilatifundista y posibles transentes hacia etapas superiores como la revolucin socialista,

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    la sociologa norteamericana pretende que los universitarios y los intelectuales constituyenuna clase social

    6 nueva que va tomando la direccin de la sociedad.Ya en su poca, el vocero de la oligarqua financiera norteamericana J. Burnham, trotskistatransformado en tecncrata y propagandista de la geopoltica, afirmaba que el Estadocapitalista-imperialista, haba demostrado la superacin de Marx porque haba generado la

    revolucin "de los directores", de los "managers". Mucho ms claro es el planteamientobebido en Pareto que se encuentra en la orientacin sociolgica que domina la Universidadnorteamericana, y cuyo ms habilidoso y documentada expositor es Sorokin. La sociedadsera un movimiento permanente de elites; los cuadros mejores de las clases bajas en unmomento determinado transitan hacia las clases altas; se produce un movimiento dedirigentes y dirigidos, no de clases opresoras y clases oprimidas. Los intelectuales, losmejores entre ellos, tendran la opcin, en esa sociedad de transformarse en los timoneles delos negocios pblicos, en los conductores polticos e ideolgicos, en los directores de latcnica, en los presidentes de los consorcios y de los consejos de las sociedades annimas.Carl Zimmerman -cuyo prestigio en la Universidad uruguaya desborda sus mritos- alexponer tal idea sociolgica, ejemplifica con una referencia directa al Uruguay. Habla de unanueva intelligentzia. Y aclara sus propsitos: Aqu se estudia la reciente ascensin a la

    preeminencia social y a la direccin, de los grupos o clases de personas con educacin

    superior7. Y agrega: En civilizaciones complejas, tcnicamente hablando, tales como las de

    Europa, EEUU, muchas colonias europeas, Japn, Mxico, Brasil, Uruguay, Argentina yChile y otros pases la intelligentzia es actualmente la clase social ms importante, la clase

    social clave8. Esta nueva intelligentzia es producto de instituciones de enseanza superior

    tales como aquellas que dan los ttulos de licenciados, masters, doctores, abogados, maestros,ingenieros y otros9.Como se advierte, la nocin de clase social pierde su contenido concreto-material paratransformarse en el resultado de la posesin de determinados conocimientos y destrezas quepermiten a algunos egresadas de las universidades elevarse al rango que ocupan los dueos delas tierras, las fbricas, los comercios y los bancos de cada pas. Aparte de la ausencia de todamedida objetiva para definir lo que es una clase social, confunde la funcin de unos pocos -ejecutantes de una partitura escrita por los intereses histrico-sociales de las verdaderas clasesdominantes- con la posibilidad y la suerte de todo un vasto sector de las capas medias.Resulta luego bien cmodo explicar el proceso social, culpando individualmente a la mayorade los universitarios de no haber sido capaces de llegar al cielo. Acaso no es esta teora latraslacin, para uso del imperialismo, de la gastada leyenda edificante de la igualdad deoportunidades ante la vida?A la concepcin de la lucha de clases, a la idea del enfrentamiento entre explotadores yexplotados determinado por el lugar que ocupan en la produccin, por la posesin o no, de

    los medios fundamentales de produccin, oponen la imagen fraudulenta de una nueva clasesocial, que emergera de la Universidad, de la enseanza superior y para la cualgenricamente ya est resuelto su destino. A mayor abundamiento, el plato en la mesa yservido...De esta definicin seudo-cientfica a la prctica brutal pero cretina de los idelogos de lapoltica imperial yanqui que creen que es posible domar a las pueblos seduciendo a una partede la intelectualidad, no hay ms distancia que la que media entre el proyecto y la realizacin.Desnudas aparecen la intencin y la tarea: sobornar al universitario, llevar el proceso de sucaptacin hasta transformarlo en instrumento de poder del opresor yanqui y de las clasesdominantes aborgenes. Todo a los acordes del Himno de las Amricas o de su nuevaversin prosaica la Alianza para el Progreso!

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    Y cmo no sonrer cuando vemos a un Gino Germani invocar la pureza del conocimientocientfico, la prescindencia de toda poltica o reaccin emocional, con vistas a viabilizar estastendencias principales de la sociologa norteamericana?10Se queja de que nacionalistas y marxistas se prevengan contra ella y de paso disparen susdardos contra el bien rentado patrocinador. Bonita ciencia sta, la sociologa, como para

    situarla al margen de la poltica, de las luchas de clase y de la revolucin de los puebloscoloniales y dependientes!Y sobre todo cundo manejamos categoras sociolgicas tan virginales como la definicin declase social, o la impoluta teora de las elites!Intelectuales y estudiantes, ms all de los que ascienden, se conservan, o se integran en losequipos de las clases dominantes -los grandes capitalistas y terratenientes- son parte delpueblo en nuestros pases y de un pueblo social y nacionalmente oprimido. Dentro de esepueblo, forman en la gama heterognea de las capas medias, llamadas a la revolucin por lacrisis profunda e irrecuperable de toda la sociedad. En esa revolucin no pueden cumplir -como capa social- la funcin dirigente. Esa funcin le pudo corresponder otrora a laburguesa nacional; hoy slo el proletariado est en condiciones de ser el conductor, la clase

    hegemnica de la revolucin. En el frente que el proletariado aliado a los campesinos estconstruyendo, un amplio lugar debe ser ocupado por la intelectualidad, debe ser llenado porlos estudiantes. Y es, justamente, el proceso que estamos viviendo. Y esto explica -reiteramos- el acento y el nuevo contenido del grito estudiantil: obreros y estudiantes,unidos y adelante.No slo unidos, sino hacia adelante; cumpliendo ahora la fase antimperialista y agraria de larevolucin; transitando maana -en ese movimiento dialctico de unidady de lucha entre elproletariado y sus aliados- hacia el socialismo.

    III

    UNIVERSIDAD Y LUCHA DE CLASES

    Y ya estamos en la segunda parte de nuestra indagacin. Cul es el carcter de laUniversidad a la luz de la teora de la lucha de clases?La Universidad, como los centros de enseanza en su conjunto, se mueve en el mbito de lasuperestructura. Ustedes recuerdan el planteamiento de Marx, su concepcin histricamaterialista: la base de la sociedad est dada por sus relaciones de produccin; el desarrollode la sociedad se produce por el choque dialctico y la necesaria correspondencia entre eldesenvolvimiento de las fuerzas productivas y las relaciones de produccin. Sobre ese modode produccin material se edifican las distintas superestructuras, polticas, jurdicas,ideolgicas, que en grados diversos influyen sobre esa base social, que en grados diversos seinterrelacionan, que en grados diversos son tambin teatro de la lucha de clases que sedesenvuelve en el seno de toda la sociedad. Este conjunto dinmico de base y superestructuraconstituye una formacin econmico-social; la historia de la humanidad es la historia de lasdiversas formaciones econmico-sociales, de su nacimiento, de su desarrollo y de sumuerte11.La Universidad, por lo tanto, es fruto y expresin de un rgimen social determinado y, enltima instancia, cumplir las funciones que las necesidades culturales y tcnicas de esergimen le reclamen. Ideolgicamente, ms all de las doctrinas que disputan la orientacinde la ctedra, la Universidad siempre tender a ser bsicamente, en su enseanza, unaexaltacin ideal, embellecida, de los principios ms generales del rgimen que la nutre.

    No entendamos esta tesis en forma simplista; no sostenemos el absurdo de que se dedica atrasladar el esquema del grupo poltico que momentneamente ocupa el gobierno de un pas.

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    Menos an que todos los profesores ensean las mismas cosas, cumplen la misma funcin, seconfunden en el mismo sermn regresivo a rdenes inmediatas de las clases dominantes.El fenmeno es mucho ms complejo. Pero esa complejidad no niega, sino que parte de lasreferidas verdades fundamentales.Un poco primariamente podemos ir componiendo una definicin.

    En pos de una definicin marxista del proceso universitario

    Desde un ngulo que abarca parte significativa del panorama, se puede afirmar que laUniversidad es una institucin -en cierto sentido peculiar, un rodaje del aparato estatal- cuyamisin es formar tcnicos y cientficos segn las necesidades del desarrollo social,entendiendo stas de un modo histricamente concreto.Ya en esta primera aproximacin podemos distinguir dos elementos contradictorios.Por un lado nos encontramos con que la Universidad pertenece a una formacin econmico-social dada; ms todava, participa de su configuracin institucional.En esta condicin, y en una sociedad dividida en clases sociales antagnicas como la nuestra,

    deber responder en lo fundamental, al inters y al predominio ideolgico de la clase o lasclases dominantes. La condicin de dominio de esas clases se define por su posesin de losmedios fundamentales de produccin. Y estas relaciones de propiedad son las msimportantes dentro del conjunto complejo de relaciones de produccin que -como Marxensea- constituyen la base o estructura de una sociedad, y que condicionan el orden jurdico-institucional. Lo que no quiere decir que tales o cuales formas polticas cambiantes ycircunstanciales del Estado obedezcan automticamente, como un calco, a las modificacionesque se van procesando en la base econmica.Pero, por otro lado, las urgencias tcnicas y cientficas que se reflejan en la enseanzauniversitaria son promovidas por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, por losapremios y los enigmas que el propio movimiento histrico va suscitando. Los retardos, losdesacomodos y las crisis universitarias, en ltima instancia, tienen tambin que ver, en formadirecta o refleja, con las discordancias en el seno de la sociedad, con la correspondencia o no,de las tendencias dinmicas del desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones deproduccin. Y en consecuencia, con la lucha de las clases sociales, cuyo escenario es toda lasociedad y que se manifiesta peculiarmente en el proceso universitario. Conjuntamente conesta repercusin del drama general, o mejor dicho sobre la base de la contradiccinfundamental que desgarra y mueve a la sociedad en su conjunto, se gestan y se desencadenanotras de carcter cientfico y tcnico -y en casos individuales, ideolgico- que son privativasde la Universidad por sa su conexin dual con ambos componentes del modo de produccin,las fuerzas productivas que pugnan por desarrollarse y las relaciones de produccin que

    contienen o aceleran ese desarrollo.Esta complejidad adquiere todava ms relieve si consideramos que a la Universidad -como atodos los centros de enseanza- le cabe por desempeo especfico conservar y trasmitir laherencia cultural, es decir, poner al alcance de las jvenes generaciones la suma deconocimientos que la humanidad ha venido acumulando a travs de su historia. En dichaherencia cultural -como ustedes saben- se enlazan y pugnan entre s, los conocimientoscientficos en perpetuo avance con las limitaciones ideolgicas propias de la clase socialdominante de cada poca. Es as una imagen viva de la unidad dialctica (absoluto - relativa)del movimiento histrico. Y la Universidad puede ser no slo conservadora de esa herencia,sino su continuadora, inclusive la promotora de nuevas etapas, en tanto intervenga en elterreno de las investigaciones, anticipe tericamente el cambio tcnico, penetre en el secreto

    de la materia o cifre en las frmulas de la llamada ciencia pura, bases para las construccionesdel ms adelante.

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    Desde este punto de vista, en la Universidad se entrelazan, por un lado, los elementosideolgicos perecederos que cada clase social va exigindole y va determinndole comonorma, con los elementos de un quehacer cientfico que responde directamente al desarrollode las fuerzas productivas, y por ende, a la continuacin intelectual de la humanidad. LaUniversidad trasmite as, como una polea, a travs de la historia, lo que el hombre ha ido

    avanzando en el terreno del conocimiento, en el dominio de la naturaleza, en develar elsecreto de la materia, en una palabra, en el progreso general de la ciencia, en todas las formasdel conocimiento y la expresin. Recoge acumulativamente los frutos de ese largo itinerariohistrico que se confunde con la biografa del hombre; que arranca del instrumento primitivo,de los primeros constructores de herramientas, autoconstructores del hombre mismo, pasandopor los teorizadores en general deductivos de Grecia o de la Antigedad, hasta llegar aaquellos, que en los laboratorios y clnicas, o en la abstraccin de las frmulas matemticas,impulsan las ciencias naturales o fsicas, elaboran la teora de la relatividad o de los cuantos,dominan la electrnica y la ciberntica y nos otorgan actualmente, en medio de una granrevolucin tcnica, instrumentos fundamentales para lanzar a la humanidad hasta el cosmos,

    para la extensin y proyeccin de la figura humana por utensilios que hoy son de

    complejidad infinita; en fin, en la adjudicacin al hombre -criatura de la naturaleza y de lasociedad y que stas condicionan- de un poder transformador que eclipsa las ms audacesfbulas milagrosas.Todo simplismo pues, en esta materia, conduce a callejones sin salida, a la adulteracin delpensamiento del marxismo, a ideas primitivas errneas y mecanicistas, de las cuales bien quese burlara si pudiese, ese viejo Marx que tanto amaba la dialctica recogida de las manos deHegel.Prosigamos. Como todos los centros de enseanza, la Universidad se mueve en un mbitosuperestructural de muy viva reaccin sobre el conjunto de la sociedad. Si por un lado, formacuadros para la produccin, conserva y regenera la tradicin tcnica y cientfica, y es hastauna medida del acervo cultural de un pas y tiene que ver -con bastante inmediatez- con elgrado de desarrollo de las fuerzas productivas (que refleja pero de las cuales es, tambin, decierto modo, parte integrante)12, por otro lado, la Universidad es una propagadora ycultivadora de ideologas y una formadora de cuadros para la vida poltico-social, para ladireccin y administracin -a travs o no del Estado- de los negocios de las clasesdominantes. Y como es lgico, dentro de ambos aspectos, prepara especficamente a loshombres dedicados a asegurar la continuidad de la enseanza13. En sta su funcin, que enbuena parte cabe en la conservacin o continuidad de la herencia cultural, es donde mstpicamente conviven como hermanos mal avenidos, los conocimientos que corresponden alininterrumpido curso del dominio del hombre sobre la naturaleza, superacin prctico-crticade sus limitaciones e ignorancias a travs de toda la historia humana, con la concepcin del

    mundo y las direcciones ideolgicas de las clases dominantes, de la sociedad en que vive yensea. Como Marx lo dijera, la ideologa que domina en una formacin econmico-socialsiempre es la ideologa de su clase dominante. A ello no escapa el mbito universitario, lamajestad de la ctedra, siquiera la pretendida pureza esencial del razonamiento filosfico.Ni el laboratorio puede evadirse totalmente de este condicionamiento. Pues si bien lasciencias fisico-naturales no se definen por un carcter de clase, la concepcin del mundo delsabio y el investigador y las fronteras de la sociedad en que acta, pueden contradecir, limitary hasta confinar entre paredes de una ganga filosfica conservadora14 el oro puro de lacomprobacin cientfica o -ms an- del descubrimiento. Y ello, sin que hablemos de lautilizacin social por las clases dominantes para la expoliacin o la matanza, de los frutos delas cavilaciones y desvelos del investigador o el constructor.

    Quiz estemos ya en condiciones de hacer un resumen: para estudiar nuestra Universidaddebemos comenzar por el examen de su naturaleza superestructural, para, en tal sentido,

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    considerarla como una institucin del Estado y en su funcin de propagadora de ideologa, deformadora de tcnicos y transmisora de la herencia cultural. Pero no enfocando estoscaracteres multiformes de un modo abstracto, sino partiendo del estudio de la sociedad en quese mueve, el grado de desarrollo y las exigencias de la misma, el tipo de sus relacioneseconmico-sociales y su carcter de clase.

    Contradice al materialismo histrico este encuentro creciente de la Universidad con elpueblo?

    Todo ello nos conduce a comprobar que su ideal pedaggico deber corresponder a la idea

    de una clase dominante que desea formar con la arcilla del adolescente de hoy, el hombre

    tpico de esta sociedad en el maana.Pero si esto es as no caemos en contradiccin? Cmo comprender que las universidades setransformen cada vez ms en un dolor de cabeza para las clases dominantes de estos pases, yen uno de los centros espirituales y polticos de la conmocin antimperialista y democrtica?Porque nadie alimenta dudas de que hoy se elevan con otros acentos y mayores honduras, con

    otra violencia y otras esencias, las voces que en 1918 lanzaron los reformadores de Crdoba,aqullas sus palabras tan evocadoras: si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando

    y embruteciendo, proclamamos bien alto el sagrado derecho de la insurreccin. Los doloresque quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, la resonancia del

    corazn nos lo advierte, estamos pisando sobre una revolucin15.

    En aquel instante los reformadores de Crdoba expresaban el ingreso de las capas medias a laUniversidad, el proceso de desarrollo capitalista de estos pases y entraban en contradiccincon una Universidad que conservaba el pensamiento caduco de las rancias aristocracias, enverdad de las viejas oligarquas vacunas.Hoy estas frases se cargan de otro contenido, expresan la contradiccin de los universitarios,de los intereses avanzados de la educacin y la tcnica, y, en cierto sentido, en la propiaUniversidad como institucin, con la estructura econmico-social en crisis que la constrie yla somete a la quiebra de un modo implacable, que la acicatea segn los intereses dellatifundio, la gran burguesa y el imperialismo yanqui, los que no toleran ya siquiera latradicin democrtica, laica y nacional reformadora sobre la cual matriz la Universidad, eneste siglo, el eje de su vida intelectual. Pero esa contradiccin se enlaza con otraideolgicamente muy significativa, la que se origina por la radicalizacin de la pequeaburguesa que si bien choca con las propias fronteras de clase en que se mueve la Universidadconduce a una frecuente contraposicin social y poltica de todo el proceso universitario conel rgimen, pequea burguesa radicalizada que cuestiona el poder como tal de las clasesdominantes y transforma la institucin -al amparo de las mltiples contradicciones que la

    corroen- en arena de encendida lucha de clases, y muchas veces en reflejo mediato de unpensamiento que si no es dominante en la Universidad es dominante en nuestra pocarevolucionaria. Me refiero a las ideas del socialismo cientfico, del comunismo.A diferencia de Crdoba, la solucin de los problemas de la enseanza y de la cultura hoytocan con la mano las directrices programticas de una revolucin nacional-libertadora. Y lapropia ideologa de las capas medias -especialmente de la intelectualidad avanzada y de lapequeoburguesa radical- se va coloreando de un tinte socialista. Lenin advirti en su tiempoel fenmeno de este socialismo subjetivo en las revoluciones asiticas16. Desde este ngulo,si miramos a nuestro pas, veremos ello reflejarse en la voz grave del obrero sonando en elParaninfo, en la ensea de la Cuba socialista proyectando en el aula el ardor de su estrellasolitaria, en las ideas de la revolucin que encienden su brasa en la blusa de las muchachas,

    en el pecho del estudiante, o inclusive se cuelan entre cautelosas e irnicas en la intimidad dela ctedra.

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    Pero veamos mejor esto. Insistamos. No caemos en contradiccin? No invalida las ideas deMarx el auge avanzado de los universitarios? Es que se equivocaron Marx y Lenin? Es queha triunfado la ilusin de trasfondo arielista de una revolucin universitaria, de un cambio enla casa de estudios que al transformarse va a transformar luego a la sociedad, de unaUniversidad revolucionaria -quiste socialista en un rgimen burgus-latifundista dominado

    por el imperialismo? Es quiz la prueba por la vida de un posible cambio de la Universidadcomo postulan algunos muchachos desprendidos del anarquismo que alternan la utopa con latozudez anticomunista y se empean en remar contra la corriente de la historia? No, Marx nofall, siquiera Alfredo Palacios que no era Marx y que no deseaba por cierto ser unrevolucionario, y que ya lo haba advertido en su obra acerca de la Reforma Universitaria alos portavoces estudiantiles del 18. Palacios escriba entonces: Mientras subsista el actualrgimen social la Reforma no podr tocar las races recnditas del problema educacional...

    Claro est, Palacios luego traza las lneas con las cuales la Reforma deba conformarse, yesos objetivos son hoy asaz limitados: depurar la Universidad de muchos profesores

    burocratizados, permitir que accedan al profesorado a todos los capaces de hacerlo, sin

    excluirlos por sus convicciones, eliminar el chovinismo y estimular la investigacin y el

    sentido de la propia responsabilidad; contribuir a que la Universidad no sea, como es enrigor en todos los pases, como lo fue en la propia Rusia, donde se daba como en cualquierotra parte una intelectualidad avanzada que en la hora de la accin sabote escandalosamentela revolucin y fue una bastilla de la reaccin.17

    Marx no se equivoc

    No, Marx no se equivoc. Slo una revolucin social, democrtica y nacional, prlogo de larevolucin socialista, seguida luego por una revolucin cultural, puede cambiar el alma de laUniversidad al cambiar la esencia del rgimen. Cambiarla en el ideal del hombre a formar, enlas tareas culturales fundamentales, en la adecuacin definitiva de la Universidad con elpueblo, en el contenido de la enseanza, en la orientacin didctica, en los mtodospedaggicos, pero fundamentalmente en las fuerzas sociales que poblarn la Universidadcomo alumnos y profesores. Benditas sean la inquietud y la esperanza estudiantil que sigueenarbolando su ilusin de una Universidad para el pueblo, a fin de que el hijo del obreroasista al aula; pero entre su ilusin y la realidad se interpone la mano de los beneficios, de unrgimen dividido en clases sociales, que determina que el hijo del obrero sea educado paraobrero y slo una parte infinitesimal de toda la clase pueda ascender a la Universidad ymucho menos salir de ella. Ninguna revolucin universitaria traer masivamente al obrero

    del Cerro a las facultades y menos an al hijo actual del pen de tambo, de estancia, del arrozo de la caa. Pero ello no quiere decir que se deba vulgarizar el pensamiento de Marx,

    quitarle su alma palpitante la dialctica, ajena a todo dogmatismo, y en dicha vulgarizacinencontrar campo para negar su pensamiento. De todos modos, que haya que ver el procesouniversitario como una imagen especular de la clase dominante o ms an, como hacenciertos trotskistas y adlteres, como una especie de traslacin administrativa de las recetasideolgicas de las clases dominantes a cada aula, a cada ctedra, a cada texto universitario.El planteamiento es simplista en cuanto a la captacin de los fenmenos contradictorios, y aveces antagnicos, complejos y multilaterales que ocurren en la Universidad, pero a su vez,es de una tremenda indigencia terica y tctica en cuanto a valorar el papel de la mayora delos universitarios en el proceso de la revolucin. Reduce la tarea de la revolucin a laconquista ideolgica de una minora, en vez de comprender que esta tarea se inserta y seentrelaza con otra: la incorporacin de la mayora de los universitarios integrantes de las

    capas medias a la fuerza. social de la revolucin, como aliado del proletariado.

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    IV

    LAS CONTRADICCIONES SON PROPIAS DEL PROCESO UNIVERSITARIO

    Para comprender mejor todava el carcter del proceso universitario es necesario insistir

    acerca de las profundas contradicciones que mueven y hacen de la Universidad el teatro deuna mltiple y ardorosa lucha social, cultural, econmica, poltica, de una ardua lucha declases.Grosso modo, con un riesgo evidente de esquematismo podramos sealar aqu a lgunas delas principales contradicciones que minan la Universidad. La principal es visible: entre lalnea matriz de su enseanza, filosficamente metafsica e idealista, desde el punto de vistamoral, conformista o pragmatista, alternativamente profesionalista o libresca, sideral o terre terre, y las urgencias intelectuales de la poblacin universitaria, principalmente losestudiantes que la reciben, y en menor grado las de los profesores que la dictan o de losprofesionales que egresan. Contradiccin con la existencia social de toda esta gente querefleja las conmociones de la clase a que pertenecen y de la sociedad en que viven en su

    inquietud cultural, en sus necesidades econmicas, en su expresin ideolgica; que desdice enel momento actual del pensamiento de las clases dominantes y la acerca, en medio deconfrontaciones ideolgicas, al proletariado en el quehacer comn de vencer al imperialismo,abatir las viejas oligarquas y alumbrar un mundo nuevo.Y de este modo se traba en el seno de la Universidad una aguda lucha ideolgica que rodea elaula, que empalidece la voz de la ctedra, y que salvo en materias tcnicas es ms fuerte parala conciencia de cientos de estudiantes que el texto o el apunte de pasar exmenes. As seinsertan en la casa de estudios las corrientes ideolgicas que promueven la accin militante yla conmocin espiritual estudiantil, de profesores y otros. Esas corrientes ideolgicas reflejanparticularmente, la radicalizacin de las capas medias, el peso creciente de los sectores msavizores de la pequeoburguesa radical, avanzada de la Universidad, motor de susconmociones y actualmente la cantera de cuadros que nutre las promociones universitariasms brillantes y combativas.

    Un reflejo de la realidad nacional y latinoamericana y del carcter de la poca

    Esa aguda pugna social e ideolgica trasunta la presin de la realidad nacional ylatinoamericana, pero tambin el carcter de nuestra poca. Y ello la vuelve tan interesante ya veces, hasta paradojal.La hondura de la crisis de estructura de la sociedad uruguaya que promueve sus urgencias,sus interrogantes y que maltrata con dura mano el sueo del universitario; el temblor

    vertebral de la revolucin latinoamericana y el impacto cubano que barri tantas telaraas,que provoc tantos exmenes de conciencia; la irradiacin de la revolucin socialista mundialy del movimiento de liberacin de los pueblos coloniales y dependientes, marcan las grandescoordenadas del debate. Empero, por ste producirse en la Universidad y por ser loscontendores o dialogantes, estudiantes, docentes y profesionales -en su mayora hijos de lascapas medias- la pugna cobra proyecciones diversas. En primer trmino, se manifiesta comohostilidad contra los reductos de la reaccin que todava perviven en las casas de estudio, convistas a extirparlos; en segundo trmino, se perfila como la voluntad de oponer laUniversidad como tal a los poderes polticos de las clases dominantes burguesas ylatifundistas y a su conciliacin o entreguismo respecto a los imperialistas; en tercer trmino,se traduce en insatisfaccin, en denuncia y aun en encendida disputa con las directrices

    ideolgicas que aprisionan la enseanza en las fronteras de lo permitido por el rgimenburgus y, en cuarto trmino, se procesa como lucha ideolgica dentro del mismo

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    estudiantado y de algunas zonas de docentes y profesionales, como contradiccin entre elpensamiento vacilante y confuso de la pequeoburguesa radical o la ideologa nacional-reformadora de la burguesa media, y la concepcin marxista-leninista del proletariado, a lacual ya ha ascendido una influyente porcin de los universitarios. Esta contradiccin abarcadesde temas que tienen que ver con la organizacin de la Universidad y la democratizacin

    de la enseanza, hasta los tpicos candentes -tericos y tcticos- de la revolucin uruguaya ylatinoamericana. Esta friccin ideolgica es parte del proceso general de unidad y luchaentre el proletariado y sus aliados, en el campo general de la revolucin democrtica deliberacin nacional.Por aqu tambin se puede hallar alguna explicacin a la aparente paradoja de que en muchasuniversidades latinoamericanas, una de cuyas misiones es producir cuadros para las clasesdominantes o intelectuales ideolgicamente serviles al rgimen, sea tan fuerte la irradiacindel marxismo-leninismo y exista tan premioso hervor revolucionario. Es el signo de la poca.El sistema socialista timbra el desarrollo histrico; la revolucin de los pueblos coloniales ydependientes se consustancia o engrana objetivamente con el trnsito socialista mundial; lasnaves csmicas -hoy suprema sntesis de la revolucin tcnica y cientfica- pasean por el

    cielo la hoz y el martillo... Quin puede sellar las puertas del aula o enclaustrar la culturapara evitar un contagio de la teora cientfica del comunismo?No se inventar jams el muro que pueda detener una idea que exprese la direccin delcambio histrico.

    La Universidad "infiltrada", estudia poco y mal el marxismo-leninismo

    Sin embargo, he aqu la dualidad del fenmeno. Esta teora que preside la ms grandemutacin revolucionaria, es a la vez una triunfadora y una desconocida en la Universidad.Escasamente estudiada o tratada sin seriedad en tantas clases, a veces nunca leda en suspropias fuentes por el profesor, empero gana sus batallas en hombros de la vida. Resulta as,que el marxismo-leninismo, proscrito de la ctedra (an hoy en esa Universidad poseda porlos demonios rojos -como allan sus enemigos macartistas!), se cuela como un resplandor delmedioda por todos los resquicios; que el caricaturizado por el texto de filosofa, economapoltica y sociologa est presente, o sea testigo clandestino tras la avizora concienciaestudiantil, en cada aula, debate o investigacin.Pero este vigoroso fluir de la vida presionando en el mbito ideolgico no debe ocultarnos lamezquindad de su contracara. Por eso es bueno preguntarnos hasta dnde, a pesar delprogreso general de la Universidad en los ltimos perodos, de su papel notorio democrticoy avanzado, de su desempeo en la vida poltica y social, se est reflejando todo esto en lactedra o en la investigacin. Yo creo que hay que responder: mnimamente!

    Es un vulgar fraude macartista la campaa que acusa a la Universidad de ensear marxismo-leninismo o propagar comunismo por consecuencia de la famosa infiltracin. Por el contrario, si un cargo puede hacerse a la Universidad es su atraso en cuanto al estudioresponsable de una teora que no slo interpreta, sino que est transformando el mundo. Ytambin a su insuficiente conocimiento acerca de los adelantos cientficos y de la revolucincultural producida en un sistema -el socialista- que abarca casi el 36 por ciento de lapoblacin de la Tierra.Con esta verificacin crtica, no estamos pidindole peras al olmo, no le estamos reclamandoa la Universidad -como suean algunos- que sea socialista, ni siquiera radicalmente populardentro de un rgimen social como el nuestro. Esta vez hablamos de conocimientos efectivos,de obligaciones de elemental probidad intelectual e informacin cientfica y de

    contemporaneidad de la enseanza. Quin puede pretender una relacin verdadera y actual

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    con la cultura, si prescinde del conocimiento del marxismo-leninismo, si renuncia a conocerloen sus vertientes fundamentales, la filosofa, la economa poltica y el socialismo?Por todo ello, nosotros que consideramos utpica la pretensin de una revolucinuniversitaria, de un cambio socialista de la Universidad, slo posible a consecuencia de unarevolucin socialista, sin embargo comprobamos la agudizada contradiccin entre la

    inquietud de la poblacin universitaria y el carcter de la enseanza impartida. Y estacontradiccin -que en un sentido profundo se origina en el insuperable carcter de clase de lainstitucin, se nutre tambin en un mbito ms restricto, de los retardos y prejuicios quedistancian todava ms la enseanza de los adelantos del desarrollo social y cientfico. Y esadistancia s, que puede reducirse! A este respecto, la Universidad por cierto est urgida dereformas y mudanzas.

    Proximidad o mediatez de lo poltico-social en cada Facultad

    Hasta me atrevera -consciente de los riesgos a que uno puede resbalar!- a ejemplificar conalgunas facultades, que por la naturaleza de la enseanza impartida, exhiben ms

    tajantemente estas contradicciones y discordancias. Y si no se puede hablar de ningn centrode enseanza ajeno a las grandes y dilemticas contradicciones que reflejan losdesgarramientos actuales de esta sociedad, se puede s, distinguir entre ellos segn la materiaque se ensea, es decir, segn la mayor o menor inmediatez al problema poltico. A muygrandes lneas, se podra distinguir, por ejemplo, facultades como Ciencias Econmicas oDerecho, de muchas otras, donde la cuestin poltico-social aparece por otros caminos,bastantes veces en relacin con las barreras que el inters de clase y la ndole capitalista delrgimen oponen al conocimiento cientfico, al avance tcnico o la efectiva funcionalidad delas profesiones. En Ciencias Econmicas, la sustancia de la enseanza tiene que ver en elterreno terico, con la economa poltica; en el plano histrico, con la historia de laeconoma. Derivado de estos grandes rubros, viene el estudio de la poltica econmica, elllamado estudio de la hacienda pblica. En un plano ms concreto -ms estrechamentetcnico- se estudia la posible rentabilidad de las empresas capitalistas y de sus costos.Como ustedes saben, la economa poltica es la ciencia que estudia las relaciones deproduccin entre los hombres, las leyes de la produccin, del intercambio y de la reparticinde productos (Engels). Con razn, hablando de la economa en general, Lenin gustaba retenerun concepto de Marx: la poltica es la economa concentrada.Cmo creer, pues, que no va a manifestarse esta esencia poltica en las directrices tericas yen las relaciones prcticas de una facultad cuya enseanza nutre de cuadros a los ministerios,elabora una lnea de pensamiento para tratar la crisis, o en un plano ms variado, asesora lacontabilidad de empresas (bancos, industrias, comercios, sociedades rurales, etctera) en

    general ramificadas y a menudo transentes sigilosas por los vericuetos de la ley? Aunquetambin es cierto -por las razones ya apuntadas- que slo la minora de sus egresados trepahasta el santuario ntimo de los grandes negocios -como los nominara Robert Brady.Cmo no haber contradiccin entre una poblacin estudiantil desplazada hacia la militancia

    popular y la situacin de un centro de enseanza del cual salen los hacendistas del gobiernoy los ejecutores de reformas cambiarias y monetarias segn recetas del FMI? No es

    profundamente aleccionador desde el punto de vista terico y poltico que, por otro lado, eldesarrollismo se vuelva doctrina oficial y que sean hijos muy destacados de esta Facultad

    los que registren prolijamente las carencias del pas, los guarismos documentales de la crisisde estructura, para arribar empero a conclusiones perfectamente compatibles con lasrelaciones de produccin que originan esa crisis, y por lo tanto, tambin compatibles con el

    pensamiento de la burguesa conciliadora? O es un fruto de la casualidad que las msvariadas corrientes de la economa poltica -desde el economismo vulgar hasta el

    http://historia.de/http://historia.de/
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    marginalismo u otras concepciones del subjetivismo- sean tratadas con ms atencin queMarx o que Lenin?Se podra decir posiblemente lo mismo de la Facultad de Derecho, cuya materia principalconsiste justamente en el estudio de las relaciones polticas y jurdicas, en el estudio delEstado y de sus leyes. Pero agreguemos: nuestra Facultad se llama adems, de Ciencias

    Sociales!En otras facultades donde la finalidad de la enseanza es impartir primordialmenteconocimientos y destrezas tcnicas y especializar en ramas de las ciencias fsico-naturalesque habiliten para el ejercicio de determinadas profesiones, los problemas se plantean concaractersticas propias que agregan algunas contradicciones peculiares. Hemos venidoinsistiendo acerca de que es necesario distinguir siempre entre los problemas ideolgicos ylos cientfico-naturales que no son superestructurales. No pueden calificarse desuperestructurales muchos conocimientos y destrezas profesionales del mdico, del ingeniero,del arquitecto, del qumico, del agrnomo, o del veterinario. Pero, y a simple ttulo de esbozo,ya que no podemos internarnos en esta riqusima porcin del tema, las cuestiones ideolgicasse confunden y chocan con las otras, tanto en lo referente a las condiciones de la enseanza,

    como en cuanto al ejercicio de la profesin dentro de la sociedad capitalista. Estascontradicciones -mejor dicho toda una constelacin de contradicciones de ndole social eintelectual- pueden sealarse por ejemplo, entre las tendencias tcnicas avanzadas y eladelanto permanente en el terreno cientfico, y la insuficiencia de medios derivada delcarcter de las relaciones de produccin en un pas de deformada economa capitalista ydependiente del imperialismo; entre el conocimiento informativo de las conquistas de larevolucin tcnica contempornea y el carcter abstracto en ciertos aspectos de unaenseanza que escasamente puede basarse en la experiencia y en la investigacin; entre laelevacin relativa de la calificacin profesional y una estructura social que la impide ejercerplenamente porque ni la industria, ni el urbanismo, siquiera la lucha contra la enfermedad,pueden escapar a las leyes de una sociedad cuya alma es la carrera por los beneficios; dondela utilizacin de la ciencia para el progreso social y el enaltecimiento humano estncontenidos por la miseria de los ms y el inters de clase de una minora histricamentecondenada, duea de los medios fundamentales de produccin. Y ni qu hablar de losveterinarios y agrnomos en un pas de latifundio, ganadera extensiva y crnica crisis agra-ria! (Si rastreramos por aqu podramos hallar tambin el tema de la falsa pltoraprofesional, o del estrechamiento de las posibilidades de trabajo y perfeccionamiento deluniversitario que egresa, y tras ellos, toda una serie de grandes problemas filosficos ymorales que conducen por un camino al pragmatismo sin escrpulos y por otro a unaahincada labor profesional, doblada sin embargo por una postura crtica sin salidas, enraizadaen amargo individualismo con mucho de desolacin intelectual).

    Oposiciones entre lo ideolgico y lo cientfico, entre la cultura y el inters de clase, entrela Universidad y lo social, entre el profesional y el hombre...

    Es que el conocimiento tcnico-cientfico lucha, se entrevera y contradice con una ideologadominante que slo puede servir a las clases dominantes, y a la que se puede adecuar slo unaminora de usufructuarios, de sobornados o corrompidos. Pero tambin choca con lasvacilaciones ideolgicas de las capas medias de que provienen, adversas al rgimen pero queen ltima instancia, por s mismas, no pueden superar las fronteras del capitalismo quecondenan. La lucha ideolgica no es pues aqu, inmediata y gruesa como en economa o enderecho, pero es profunda y tenaz. Afecta a una concepcin del mundo que quita perspectivas

    a la enseanza, que dramatiza las posibilidades del mejor ejercicio de las profesiones. Por nosuperarla, cuntos que egresan con pasin vocacional, con nimo misionero, concluyen

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    ceidos por un sentimiento de frustracin moral! Se alejan intelectualmente del pueblo, al quesin embargo profesionalmente sirven con responsabilidad, por ejemplo, junto a la cama delhospital. Este desdoblamiento slo puede ser superado por una actitud critica revolucionariafrente a las causas que lo generan. La revolucin apuntando al cuadro social vigente enfoca ala vez las races del conflicto personal. Es que al final de cuentas, las dimensiones

    individuales del drama no escapan a la disyuntiva que se afronta al egresar de la casa deestudios: explotador o explotado, ingeniero, dueo de una gran empresa o realizador de untrabajo complejo que lo aproxima al obrero, aunque a veces sea cmplice de su explotador.Podramos abundar con ejemplos de otras profesiones18.Es natural que todas estas diversas contradicciones se engranen y que sus consecuencias seprocesen como reacciones en cadena.As, las limitaciones ideolgicas derivadas del carcter de clase de la institucin, traban sufuncin de continuadora de la herencia cultural; las carencias presupuestales y tambinaqullas surgidas del insuficiente desarrollo de la economa nacional, afectan lasposibilidades de la informacin y de la investigacin, entrando en conflicto con las misionesms especficas de las casas de estudio; pero a su vez, por ambos lados, se rebaja la calidad

    de la enseanza, se la est retrasando respecto al progreso cientfico contemporneo. Y ello secarga de hondas consecuencias sociales y aun individuales para docentes y para egresados.

    La Universidad, forma institucional que refleja en todas sus consecuencias la crisis

    misma de toda la sociedad

    La marcha de la Universidad a destiempo con el adelanto cientfico contemporneo -exhibidoostentosamente por la revolucin tcnica- se conjuga con los retardos que su carcter de clasele imponen en relacin a la revolucin socialista y an anticolonialista de nuestra hora. Sonproblemas que no pueden resolverse en el cuadro de esta Universidad, ni de este rgimensocial. La actual sociedad uruguaya se yergue como un muro contra el cual choca la inquietudcientfica, la dignidad del docente, el destino del investigador, la eficiencia de la Universidaden sus tareas fundamentales. Al plantearse en tono de interrogante sin respuesta el progresode la ciencia y la calidad de la enseanza, se est cuestionando la existencia misma de unasociedad que promueve tales preguntas pero que imposibilita la respuesta.Maritegui advirti certeramente que La Universidad es siempre la forma institucional en laque se refleja en todas sus consecuencias la crisis misma de toda la sociedad, es all donde

    consiguientemente tiene que hacerse visible toda la situacin real de la sociedad".

    La crisis de estructura -es decir, el antagonismo cada vez ms acentuado entre el desarrollo delas fuerzas productivas y las relaciones de produccin- que est exhibiendo crudamente a lasclases dominantes como una rmora al adelanto social y como un instrumento de abdicacin

    de la independencia nacional y de la tradicin democrtica uruguaya, se vuelve crisisideolgica dentro de la Universidad, ya que cuestiona la pervivencia de este rgimen no sloa la luz del futuro, sino tambin desde el pasado.La lucha por alumbrar un mundo nuevo se combina con la defensa de lo mejor en la historianacional. Aqu militan y estn presentes las condiciones democrtico-burguesasinstitucionales, los principios del laicismo, del civilismo, inclusive las concepciones nacional-reformadoras propias de la burguesa nacional, hoy insoportables para las clases dominantes,acorraladas por la marcha del proceso histrico.El deber del revolucionario consiste pues, en situar el problema educacional como parte delcambio revolucionario de la sociedad; pero a la vez, bregar por la defensa de la Universidadatacada por la reaccin, por la preservacin de sus mejores tradiciones, por la defensa de su

    papel democrtico en el proceso nacional, por su adelanto tcnico y pedaggico, por la msprofunda democratizacin, en fin, por lo que podramos llamar una poltica universitaria.

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    Por lo dems, cada avance de la Universidad por esta ruta acarrear un aumento de sucontradiccin con la estructura de esta sociedad y con el inters actual de sus clasesdominantes19.

    V

    LA CRISIS DE LA ESTRUCTURA ECONOMICO-SOCIAL VA MADURANDO

    LAS CONDICIONES REVOLUCIONARIAS

    En las contradicciones de la Universidad se manifiesta pues, la crisis generalizada de lasociedad uruguaya. Esa crisis desgarra el conjunto de las sociedades latinoamericanas ansometidas al imperialismo, pero en las que afloran poderosamente las fuerzas de lasuperacin. Al asalto de las estructuras caducas avanzan nuestros pueblos; algunos ya asedianla ciudadela del enemigo, otros se revuelven vigorosos pese a tener el torso cubierto decadenas; unos ms otros menos, todos participan en la vigilia de armas de la revolucin.En este marco social y econmico, en el carcter estructural de la crisis y sus desencadenadas

    consecuencias polticas y sociales, se debe situar el problema de la Universidad en suconjunto y estimar particularmente el contenido histrico cualitativamente distinto de suscontradicciones. Este hilo conductor nos facilita comprender la directriz del proceso general;l tambin nos otorga un punto de vista certero a los efectos de la interpretacin de losprincipales cambios del movimiento estudiantil y universitario en la ltima dcada.Esta crisis no es idntica a la del 18 ni a la del 30. Cuando hablamos de la actual crisis deestructura estamos definiendo las bases materiales de nuestra revolucin; aludimos a losprocesos que la tornan no slo histricamente ineluctable, sino que la estn erigiendo en obracotidiana, en tarea de los hombres de este tiempo.Por lo tanto, se cae en error cuando se valora el movimiento universitario -fundamentalmenteel estudiantil- como una repeticin de los mismos ciclos, en pos de parecidos mitos

    generacionales o como una recidiva de las insurgencias del 18 o del 30, o an de la SegundaGuerra Mundial y su inmediata postguerra.El movimiento del 18 al 30 -su anlisis ya es clsico20- correspondi tambin a cambios en labase de las sociedades latinoamericanas que aceleraban el curso capitalista de su desarrollo.La pequeoburguesa y la burguesa media de entonces -los hijos u otros descendientes deinmigrantes, agricultores, artesanos, talleristas o dueos de las nacientes fbricas, ms losintelectuales nutridos por una tradicin democrtica- formaron las filas de este notablemovimiento. En lo poltico apuntaban contra la hegemona universitaria de las oligarquaslatifundistas y comerciales; en el plano pedaggico pretendan adecuar la enseanza superiora las necesidades del desarrollo capitalista, al incremento de la industria, al mejoramientotcnico de la agricultura y la ganadera, al mpetu del capitalismo que avanzaba en las nuevassociedades latinoamericanas pese a estar constreido por el freno mulero del latifundio y elimperialismo.Pero, el desarrollo del capitalismo no aparej la destruccin del latifundio, ni laindependencia econmica de estos pases; y ello trajo como consecuencia la actualdeformacin de sus economas, matriz de las contradicciones crticas e insolubles delpresente.Por su filiacin social este movimiento de Reforma Universitaria llevaba en su seno la propianegacin, el desgarramiento y el drama. Como ya lo dijimos, dio algunos cuadros destacadosa la revolucin socialista, pero stos, al volverse comunistas expresaban de un mododinmico el movimiento de Reforma, es decir, lo negaban, dialcticamente; recogan el

    aspecto insurgente del movimiento, pero lo superaban ideolgicamente.

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    De un modo ms natural, el movimiento hall un cauce en las corrientes de la burguesamedia que emergan o se consolidaban en las primeras dcadas del siglo. Su rama principalestablecera puntos de contacto con el batllismo, el irigoyenismo, el liberalismo radical;aunque en algn pas diera origen a vetas socialdemcratas o en el Per llegara a sertrampoln de las falsificaciones apristas. Desde el punto de vista ideolgico empalm as con

    las ideas nacional-reformadoras por entonces en curso y hacia su cenit; como fenmenopoltico pudo ser administrado en buena parte, por los principales partidos renovadores de laburguesa nacional. Pero tambin aqu el movimiento se fue deslizando hacia otras crisis;hacia nuevos desgarramientos. A largo plazo, stos se procesaran como nuevas rebelionesfrente a la ndole claudicante de las transformaciones burguesas, mezquinas y autolimitadasen cuanto al latifundio y al imperialismo; en lo inmediato, esta objetivacin poltica por loscuadros de la burguesa nacional -socialmente joven pero inepta ya para la jefatura de uncambio revolucionario- implicara una cruel negacin: no slo porque abandonaba a la veradel camino la tremolante rebelda estudiantil, sino y principalmente, porque defraudaba elplanteamiento radical y jacobino del pequeoburgus.A pesar de las frustraciones que ello poda acarrear a algunas individualidades de entonces,

    esa lnea principal corresponda en cierto sentido con el ascenso del capitalismo, con lapresencia activa de la burguesa nacional, con las posibilidades de un manejo bastante ampliofuera del campo de la revolucin. Y si bien los sectores radicalizados de la pequeoburguesauniversitaria entraban en frecuente colisin con los hombres o partidos que impulsaban laevolucin burguesa de estos pases, existan empero zonas extensas en lo poltico eideolgico que permitan las confluencias y coincidencias. Cuntos dirigentes pasaron de lasbregas estudiantiles a travs de tales rutas, a fundar o encabezar las alas de izquierda de lospartidos nacionales-reformadores? Y cuntos siguieron luego el desplazamiento hasta lacorrupcin y el poder?

    En Uruguay se ha procesado una evolucin capitalista deforme

    En el Uruguay, el perodo sealado correspondi a la elevacin de la burguesa nacional alproscenio poltico con Batlle y Ordez; a la constitucin y fortalecimiento de unaimportante industria liviana; a la formacin de un sector estatal en la produccin, eltransporte, el crdito y los seguros de muy grande incidencia en toda la economa; a laextensin de las relaciones capitalistas al campo, a la conformacin del rgimen institucionaldemocrtico-burgus y a su consolidacin con las notorias interrupciones siguientes al 31 demarzo de 1933.En esta evolucin que arranca del siglo XIX, se consolidan la burguesa nacional y elproletariado. Empleamos estas categoras en el sentido moderno, es decir como las clasesfundamentales de la sociedad capitalista, aunque entonces el proletariado no fuere an lobastante fuerte -numrica y organizativamente, como desde el punto de vista ideolgico- paradisputarle a la burguesa nacional la direccin del desarrollo social.A travs de este perodo las concepciones nacional-reformadoras se volvieron ideologadominante.No hubo pues, una revolucin democrtico-burguesa; hubo s una evolucin capitalista queen ciertos perodos lleg a un ritmo relativamente impetuoso, y que en vez de destruir lasrelaciones agrarias fundadas sobre la propiedad latifundista las conserv y las fue adecuandocon todos sus rasgos negativos, a las nuevas condiciones. Tampoco emancipeconmicamente al pas del imperialismo: el retroceso de las inversiones y de la injerenciadel Imperio Britnico, se acompa por un crecimiento de la gravitacin econmico-poltica

    del imperialismo yanqui. En esta deformidad del desarrollo capitalista fincan las causas de laactual crisis de estructura.

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    Esta evolucin cojitranca de la economa repercute en el plano social, en la fisonoma de lasclases y en sus particularidades. Condiciona la formacin de una gran burguesa enlazadaestrechamente a los latifundistas; a ella pertenecen representantes de la industria, del capitalcomercial de exportacin e importacin y un ncleo de grandes capitalistas financieros, entorno a los cuales se congregan verdaderos intereses monopolistas. El desarrollo capitalista

    aburgues al terrateniente y territorializ a ciertas capas de grandes industriales ycomerciantes. A travs de los bancos se form una red inextricable de intereses de loslatifundistas, algunos grandes capitalistas de la industria, los propietarios del alto comerciointermediario y el capital extranjero, particularmente norteamericano. Simultneamente seform y concentr un fuerte proletariado industrial, del transporte y de la construccin -msdel treinta por ciento de toda la poblacin llamada activa- y un proletariado rural que es msdel tercio de la citada poblacin del campo.Una vasta pequeoburguesa urbana: una masa de pequeos campesinos y minifundistas(semiproletarios) superior a otro tercio de la referida poblacin activa rural; una muynumerosa capa de asalariados del comercio, la banca y los servicios, y una burguesa media(nacional) cuantitativamente importante aunque relativamente dbil en cuanto al peso

    especfico de sus capitales comparados con las disponibilidades de la gran burguesa, puedenofrecernos a muy rpidas pinceladas, rasgos para completar el retrato social del Uruguay queemergiera de este desarrollo deformado del capitalismo.

    A partir de la segunda postguerra acentanse las contradicciones de la economanacional

    Ya al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Uruguay poda ser definido como un pasindustrial-agrario, si para esa definicin se parta de las cantidades aportadas a la rentanacional por cada uno de los sectores de la produccin. Pero si situbamos el punto deobservacin en el mercado exterior se volva ostensible la deformacin del desarrolloeconmico y el nudo de contradicciones insolubles que esto aparejaba: la exportacin seguasiendo de tipo monocultural, casi exclusivamente de productos originarios del latifundioganadero. Y esta expresin del retardo en las relaciones agrarias era a su vez un espejo de lamantenida dependencia a los monopolios capitalistas internacionales, al imperialismo,particularmente el norteamericano. Este aspecto cobra mayor relieve, si advertimos que por laausencia de petrleo y de buena parte de las materias primas de consumo industrial, y por lacarencia de una produccin nacional de maquinaria pesada, debe efectuarse en el extranjeroel abastecimiento del poderoso sector estatal de la produccin y el transporte y de gran partede la industria liviana y los principales servicios.La lnea de atarse a las imposiciones norteamericanas en materia de comercio y orientacin

    de la poltica exterior, asume en estas condiciones caractersticas letales. En torno alcomercio exterior se fueron pues, anudando, las ms agudas contradicciones de la economanacional y se fue volviendo ao a ao ms sensible la expoliacin imperialista, ms crticaslas consecuencias de la succin externa de los frutos del trabajo nacional a travs delcomercio no equivalente, de los servicios de la deuda externa, de los altos beneficiosextrados por los inversores extranjeros.Cmo poda Uruguay proseguir los ritmos de incremento industrial si una porcinconsiderable de su renta nacional corra hacia el extranjero, si otra, tambin considerable, eraabsorbida por la renta agraria o por el despilfarro, el lujo insolente y el consumo parasitariode un puado de grandes capitalistas y terratenientes?As el pas fue perdiendo sus reservas de oro y divisas; as se fue endeudando fabulosamente;

    as se descapitaliz. Los resultados forman la actual situacin; los dficits acumulados delcomercio exterior y el desequilibrio irreversible de la balanza de pagos; la crisis agraria y el

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    retroceso de la ganadera y la agricultura y, pese a este retroceso, la modificacin de lasproporciones que aportan los sectores industrial y agrario a la renta nacional, en favor delltimo. Sntoma ste, actual, de ostensible retrogradacin.No vale la pena enumerar lo dems: lo gritan los ndices econmicos y financieros que adiario se debaten en todas las tribunas.

    Esta crisis que afecta toda la estructura econmico-social est tocando fondo. En ella seenclavan las races de los procesos generales que abarcan y sacuden tambin a laUniversidad. Es justamente al influjo de tales factores objetivos que han ido modificando sucurso las luchas estudiantiles y populares.A partir de 1952-55, la crisis de estructura comienza a manifestarse agudamente.Desaparecidas las condiciones que para las exportaciones de nuestro pas y otros pases deAmrica Latina creara la agresin yanqui a Corea, la crisis econmica nos golpea con dureza.El impacto de los fenmenos econmicos cuyos signos premonitorios anunciaban en casitodos los pases de Iberoamrica la realidad irreversible de las crisis de estructura, puso entela de juicio tambin, en el mbito continental, la poltica de las clases dominantes quehaban atado su destino a la estrategia belgera de los EEUU. Desde 1946 el chantaje atmicose haba acompaado de la histeria anticomunista, de la exaltacin de los pactoshemisfricos -jurdicos, econmicos y militares. Este furor fue in-crescendo hasta laderrota yanqui en Corea; la otra cara del frenes anticomunista era el saqueo sin cuento denuestras riquezas y el establecimiento de tiranas sanguinarias y corruptas, o con un levebarniz constitucional, en casi todo el continente. Esta poltica entra en bancarrota por eseperodo. La explosin revolucionaria de Bolivia dirigida por la burguesa nacional, lainstauracin de un gobierno democrtico avanzado en Guatemala y su apualamiento por losEEUU, las conmociones que van sucesivamente derribando o haciendo tambalear lasdictaduras implantadas y sostenidas por el dlar, el ascenso de las luchas obreras,democrticas, estudiantiles, anuncian junto con los ndices econmicos, la manifiesta crisisde la poltica de sometimiento al imperialismo yanqui y de complicidad con sus planes deagresin internacional, de las clases dominantes de nuestras pases.

    Sobre nuestro pas ejercen su influjo los cambios mundiales

    Los cambios en la correlacin de las fuerzas entre los sistemas capitalista y socialista, enfavor de este ltimo, por entonces se manifiestan de un modo ostensible. Es la hora de loscohetes intercontinentales y los sputniks.Maduraban las condiciones de una nueva etapa continental que tendra su punto nodular en larevolucin cubana; Cuba inaugura una nueva hora antimperialista y trae a la vez el socialismoa Amrica Latina.El movimiento universitario registra profunda e inmediatamente tales cambios, en muchosaspectos de los cuales haba sido uno de los participantes. Y ello ocurre tambin en el planoideolgico.Comienza una etapa nueva: la crisis de estructura va madurando objetivamente lascondiciones de nuestra revolucin.El crecimiento de las fuerzas productivas en agudo choque con las relaciones de produccinsita el problema de la revolucin democrtica y liberadora en la vida prctica, entre lasfinalidades alcanzables para los pueblos de Amrica Latina. El fracaso de la Alianza para el

    Progreso confesado por sus escenificadores, es una advertencia y un diagnstico. El mito

    desarrollista, las ideas de la gran burguesa conciliadora de un posible desenvolvimiento de laindustria y de las fuerzas productivas a costa del estrangulamiento mayor del proletariado y

    de las masas trabajadoras con la ayuda del imperialismo yanqui, en ltima instanciadesembocar en lo que est concluyendo, en un impotente y turbio sueo de las clases

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    dominantes que caen aqu nuevamente en la utopa reaccionaria. No se pueden resolver losproblemas bsicos del subdesarrollo sin romper las caducas relaciones de produccin: ellatifundio que estrecha el mercado interno y sorbe a la produccin capitales cuantiosos pormedio de la renta agraria, el imperialismo, especialmente yanqui, que a travs de susbeneficios extrados de las empresas o de los servicios de deuda pblica, y a travs del

    comercio no equivalente chupa la sangre del trabajo nacional, la gravitacin de una granburguesa que enlaza la posesin de la tierra y otras grandes empresas en un sistema debancos que supeditan la produccin, de una clase dominante que ya no tiene inters en eldesenvolvimiento industrial del propio pas porque no alcanza a la cuota de ganancias a quela han acostumbrado los perodos de auge econmico. Y que por ello colocaespeculativamente capitales en el extranjero.Slo un cambio profundo, que rompa esas relaciones de produccin, que abata el dominio deesas clases sociales, que lleve a las clases revolucionarias al poder podr modificar en su raztal situacin; y slo por la conformacin de una fuerza social de la revolucin integrada porlas grandes masas del pueblo, congregadas en torno a la alianza del obrero y del campesinadoy con actores destacados en el medio intelectual, ser posible transformar el pas.

    Desde el punto de vista nacional-democrtico y no slo del socialista, las formacionespolticas de las clases dominantes no pueden ofrecer soluciones atrayentes, como no puedenhacerlo desde el punto de vista tcnico-cientfico; sin cambios profundos no hay respuestasde ocupacin plena y avance profesional para el ingeniero, el arquitecto, el veterinario, elagrnomo, el mdico, el universitario. Tanto partiendo de los problemas especficos de laUniversidad, como de los problemas poltico-sociales del pas, se arriba a la mismaconclusin perentoria: el cambio revolucionario. Esta es la hora de Amrica, el tiempo delUruguay, la poca tormentosa y feliz del mundo contemporneo.

    El grito de la calle irrumpe en las aulas

    Por ello las masas estudiantiles que constituyen el alma de la Universidad encuentran suspropias reivindicaciones proyectadas como parte del programa de la revolucin. Esta verdadse comprueba en las confrontaciones de fondo, como en las ms relativas e inmediatas.En cierto sentido, la magnitud de las cuestiones planteadas, el sentido objetivo revolucionarioinclusive de ciertas movilizaciones limitadas, indican la presencia de la revolucin en la vidadel pas. Acaso las luchas presupuestales de la Universidad no se han insertado naturalmenteen la batalla nacional, en contradiccin violenta con la poltica de las clases dominantes? Aesta luz, principios democrticos burgueses como la autonoma universitaria se vuelveninstrumentos de la revolucin. La dialctica del desarrollo histrico -deca Lenin- determinaque las instituciones democrticas que en un instante montara la burguesa, se vuelvan contraella y sean tomadas por el pueblo al servicio de la revolucin.Esto posibilita que en ciertas condiciones la Universidad sea baluarte de las fuerzasavanzadas; que se debilite la funcin formadora burguesa de la enseanza universitaria; queaumente la contradiccin de la Universidad con las clases dominantes, en la accin poltica,en las necesidades tcnicas, en los fondos que quita a la represin. Paralelamente la vidamisma va inscribiendo los puntos cientficos y culturales en la temtica general de larevolucin.Ya las grandes movilizaciones del 56 al 58 que culminaron en la Ley Orgnica de laUniversidad anunciaron este otro contenido. Volvan a resonar las palabras de orden de laReforma, pero slo se parecan a ella en la ilusin de una Universidad abierta al pueblo sinefectuar antes una revolucin. Como en la frase de Herclito, ni el ro ni el hombre son ya los

    mismos. El ro mundial, latinoamericano y uruguayo era otro. Corra con otras aguas y otra

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    madurez revolucionaria. Y el adolescente uruguayo estaba en otra situacin social y bajootros impactos ideolgicos.Todava las corrientes terceristas, dominaban el ideario universitario. No obstante, alproducirse las manifestaciones del 58, la presencia de los obreros junto al caudal estudiantil,fue limando los rasgos anticomunistas consustanciales a la llamada "tercera posicin".

    Ello obedeca a causas diversas que se haran ms evidentes luego de la victoria cubana: en elplano nacional, los cambios que se produjeron en el movimiento sindical desde 1955; en elmbito continental la agudizacin de la crisis desde 1952 y el crecimiento de la olarevolucionaria; en la arena internacional, el ascenso de la influencia del sistema socialista y ladescomposicin del sistema colonial del imperialismo; todo ello contribua a que nuevastendencias a la unidad del pueblo se manifestaran. La precipitacin de los ndices crticos denuestra economa desde 1956 y el desplazamiento social y poltico que facilitara la irrupcinnardoniana y ubed en el terreno electoral y pondra fin a la sucesin de gobiernos batllistas,evidenciaron bruscamente la profundidad de la crisis de toda la estructura social.En las elecciones de 1958, tras la apariencia de una alternativa fatal entre los partidostradicionales, de una confirmacin aparente de estos, se evidenciaba en verdad, de un modo

    refractado y confuso, el cuestionamiento por la vida de estas configuraciones polticas, tancuidadosamente protegidas por la maraa de la ley electoral a efectos de conservar lasdefiniciones dentro del marco de las clases dominantes. La crisis que corroa las bases de lasociedad comenzaba a poner en tela de juicio la superestructura poltica y jurdica,simbolizada en el bipartidismo. Y por esa interrelacin de factores nacionales y continentales,la celebracin nardoniana y ubed de fines del 58 tuvo su contrapeso inmediato y suconvidado de piedra, en el amanecer del 59 con la entrada de Fidel Castro a La Habana. En elplano interior, la crisis implacable sigui su curso.La realidad se seguira burlando de quienes primero cultivaron la ilusin ligera al ver lasmasas en la calle en octubre del