Encuentro con católicos que participan en política

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Encuentro con católicos que participan en política "La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio"(GS n.75). Fecha: Sábado 12 de Julio de 2008 Pais: Chile Ciudad: Concepción Autor: Monseñor Ricardo Ezzati Andrello 1.- ¿Políticos católicos o católicos que participan en política Una anécdota: Con ocasión de un encuentro de universitarios, un joven le preguntó a Dn. SERGIO MOLINA, si era posible ser político y católico a la vez. Lo pensó un momento y después respondió decididamente: "es muy difícil que un político sea un buen católico, pero es posible que un católico sea un buen político". Esta anécdota me sirve como introducción y para justificar la iniciativa de haberlos convocados en el día de hoy. Es el Obispo de su Iglesia, de la Iglesia Católica, quien los ha convocado. Ustedes son un grupo de fieles que desarrollan su vocación humana, animada por la fe en Jesucristo, en un campo tan delicado y necesario para la sociedad, como lo es la política. Los he convocado en su calidad de creyentes en Jesucristo que participan en una tarea eminentemente laica, signada por la complejidad y el pluralismo y en la cual están llamados a ofrecer como lo recordaba el recordado Juan Pablo II "el pleno testimonio de la esperanza que está en nosotros" (cf 1Pt 3,15), sin temer que pueda constituir una ofensa a la dignidad del otro, lo que en cambio, es anuncio gozoso de un don para todos, y que se propone a todos con el mayor respeto a la libertad de cada uno"(Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte n 56). El Papa Benedicto XVI ha destacado la misma convicción y recuerda que la doctrina social católica: "no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento". Agrega: "La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural, es decir, a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano" (Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 28). Cito dos otras luminosas expresiones del Papa Benedicto que ayudan a ubicar la identidad cristiana frente al compromiso político "La fuerza del cristianismo se extiende mucho más allá de las fronteras de la fe cristiana"(Deus caritas est n. 31) y "Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros"(Benedicto XVI, Spe Salvi, n. 48). Los saludo con mucho aprecio y respeto y les agradezco que hayan reconocido la voz del pastor y hayan acudido a su llamado con generosidad, dedicando algunas horas de su apretada agenda a este encuentro, un encuentro que, desde mi llegada a la sede episcopal de Concepción, he deseado y que algunos de Ustedes también han alentado. Espero que, más allá de las legítimas opciones políticas de cada uno, es decir, de las "modalidades concretas por las que la comunidad política organiza su estructura" (GS 74), este encuentro sirva para encontrarnos en lo esencial y común de nuestra fe, sabiendo que las diferencias pueden transformarse en riqueza cuando éstas están orientadas a la finalidad última de la política, puesta al servicio del bien común de la sociedad, es decir ayudar a garantizar el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección"(GS n.26), sabiendo que la perfección del ser humano no representa solamente un bien individual, del cual cada persona es responsable, sino también un bien para todas las comunidades en las que

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Encuentro con católicos que participan en política

"La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa pública y aceptan las cargas de este oficio"(GS n.75).

Fecha: Sábado 12 de Julio de 2008Pais: ChileCiudad: ConcepciónAutor: Monseñor Ricardo Ezzati Andrello

1.- ¿Políticos católicos o católicos que participan en política

Una anécdota:

Con ocasión de un encuentro de universitarios, un joven le preguntó a Dn. SERGIO MOLINA, si era posible ser político y católico a la vez.Lo pensó un momento y después respondió decididamente: "es muy difícil que un político sea un buen católico, pero es posible que un católico sea un buen político".

Esta anécdota me sirve como introducción y para justificar la iniciativa de haberlos convocados en el día de hoy. Es el Obispo de su Iglesia, de la Iglesia Católica, quien los ha convocado. Ustedes son un grupo de fieles que desarrollan su vocación humana, animada por la fe en Jesucristo, en un campo tan delicado y necesario para la sociedad, como lo es la política. Los he convocado en su calidad de creyentes en Jesucristo que participan en una tarea eminentemente laica, signada por la complejidad y el pluralismo y en la cual están llamados a ofrecer como lo recordaba el recordado Juan Pablo II "el pleno testimonio de la esperanza que está en nosotros" (cf 1Pt 3,15), sin temer que pueda constituir una ofensa a la dignidad del otro, lo que en cambio, es anuncio gozoso de un don para todos, y que se propone a todos con el mayor respeto a la libertad de cada uno"(Juan Pablo II, Novo Millenio Ineunte n 56). El Papa Benedicto XVI ha destacado la misma convicción y recuerda que la doctrina social católica: "no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento". Agrega: "La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural, es decir, a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano" (Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 28).

Cito dos otras luminosas expresiones del Papa Benedicto que ayudan a ubicar la identidad cristiana frente al compromiso político "La fuerza del cristianismo se extiende mucho más allá de las fronteras de la fe cristiana"(Deus caritas est n. 31) y "Nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros"(Benedicto XVI, Spe Salvi, n. 48).

Los saludo con mucho aprecio y respeto y les agradezco que hayan reconocido la voz del pastor y hayan acudido a su llamado con generosidad, dedicando algunas horas de su apretada agenda a este encuentro, un encuentro que, desde mi llegada a la sede episcopal de Concepción, he deseado y que algunos de Ustedes también han alentado.

Espero que, más allá de las legítimas opciones políticas de cada uno, es decir, de las "modalidades concretas por las que la comunidad política organiza su estructura" (GS 74), este encuentro sirva para encontrarnos en lo esencial y común de nuestra fe, sabiendo que las diferencias pueden transformarse en riqueza cuando éstas están orientadas a la finalidad última de la política, puesta al servicio del bien común de la sociedad, es decir ayudar a garantizar el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección"(GS n.26), sabiendo que la perfección del ser humano no representa solamente un bien individual, del cual cada persona es responsable, sino también un bien para todas las comunidades en las que

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participa, las cuales se hacen así co-responsables del bien compartido.

2.- Constructores de la nueva sociedad desde la política

Del 13 al 31 de mayo de 2007, en la ciudad de Aparecida (Brasil), se ha desarrollado la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Se trató de un acontecimiento netamente eclesial, sin embargo, como nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de los cristianos (cf.GS n. 1), la vida de nuestros pueblos ha estado presente en todos los horizontes de la reflexión episcopal, en su juicio sobre la realidad, en la iluminación que brota del Evangelio de la vida y en los propósitos y tareas propuestas para inculturar el evangelio del Señor en la nueva cultura globalizada.

La mirada de los discípulos misioneros de Jesucristo sobre nuestra historia da cuenta de una realidad marcada por grandes cambios que afectan profundamente la vida del Continente. En el nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja. Es frecuente que algunos quieran mirar la realidad unilateralmente, desde la información económica, otros, desde información política o científica, otros, desde el entretenimiento y el espectáculo. Sin embargo, ninguno de estos criterios parciales logra proponernos un significado coherente para todo lo que existe. Y, cuando las personas perciben esta fragmentación y limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas. Muchos estudiosos de nuestra época han sostenido que la realidad ha traído aparejada una crisis de sentido.

El Documento Conclusivo de Aparecida (DA), dedica varios números al análisis de la dimensión socio-política de la realidad continental (cf nn.74 al 82). Como síntesis, cito un estudio recientemente publicado por el CELAM en el que se destaca: "Los pastores señalan que si bien es cierto se pueden señalar progresos en el camino democrático (n.74), hay una serie de signos que preocupan así como animan los testimonios de nuevos actores que desde la sociedad civil y a todos los niveles quieren tomar el relevo para luchar contra formas renovadas de corrupción, de omisión de obligaciones, de violencia, de crimen organizado, de narcotráfico, de debilitamiento en el respeto de la vida y de la dignidad del ser humano, y en general, el aumento de situaciones de crímenes que claman al cielo y que se cometen contra niños, contra minorías y, en especial, contra aquellos que no solamente no pueden defenderse, sino que no tienen voz y, si la llegaran a tener, no existe la voluntad de escucharlos" (Guillermo León Escobar Herran, El arte de ser constructores de la nueva sociedad., en Testigos de Aparecida, vol II, pág. 205-221).

La invitación es a leer los rostros de la pobreza, los de la indigencia, los de la marginación y, más urgente aún, aquellos de la exclusión: "de indígenas que no son tratados con dignidad e igualdad de condiciones; de mujeres excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes que reciben una educación de baja calidad; desempleados, migrantes, campesinos sin tierra, niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, quienes dependen de drogas, portadores y víctimas de enfermedades"(DA n. 65). Son estos rostros los que colocaron frente a la evidencia que el Continente más católico, más cristiano, es aquel que a pesar de sus enormes riquezas peca con más desparpajo contra la equidad. Es el continente donde la brecha entre ricos y pobres se ha abierto con mayor claridad amenazando no tener ya solución. Se puede recordar que los obispos de Chile hemos definido esta situación como "escandalosa" (Cf. Declaración de la Conferencia Episcopal de Chile, mayo de 2005).

Aparecida invita a los cristianos a ser discípulos y misioneros en la vida pública; exhorta a "iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social", conscientes que "si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte es debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales"( DA 501).

El Documento insiste, en forma reiterada, que "la realidad de nuestro continente pone de manifiesto una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas" (Ib. 502).

Esta ausencia se manifiesta principalmente en algunos campos de mucha significación:

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- la concepción del ser humano cerrado a Dios y a los otros;- las agresiones a la vida;- pobreza aguda y exclusión;- corrupción y relativismo ético;- laicismo exacerbado como fundamento de la democracia;- rechazo a toda contribución de la Iglesia en la vida pública.

La llamada es clara: "Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios".

La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que en este campo puede ser iluminada por la Doctrina social de la Iglesia. Al mismo tiempo le pide cimentar su misión en el seguimiento del Señor que da la fuerza necesaria para no sucumbir ante las insidias del materialismo y del egoísmo.

Pide también integridad moral, para superar el mal de la corrupción y conservar la honestidad.

Por su parte, los Obispos se han comprometido a: - llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque la vida cristiana se expresa también en las virtudes sociales y políticas. (Cf. DA 505).- Acompañar a los constructores de la sociedad, ya que es la vocación de la Iglesia en este sector, formar las conciencias; ser abogada de justicia y de la verdad; educar en las virtudes individuales y políticas.- Llamar al sentido de responsabilidad de los laicos presentes en la vida pública y más en concreto en la formación de los consensos necesarios yen la oposición contra las injusticias (DA 508).

¿Qué se espera de los católicos presentes en política"¿Qué podemos esperar", se pregunta Benedicto XVI en su Encíclica "Spe Salvi". Y responde: "la ambigüedad del progreso resulta evidente. Indudablemente, ofrece nuevas posibilidades para el bien, pero también abre posibilidades abismales para el mal, posibilidades que antes no existían (Recuerda al Theodor Adorno: "el progreso va de la honda a la superbomba"). Todos nosotros hemos sido testigos de cómo el progreso, en manos equivocadas, puede convertirse, y se ha convertido de hecho, e un progreso terrible en el mal. Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el crecimiento del hombre interior (cf. Ef ,16; 2Co 4,16) no es un progreso sino una amenaza para el hombre y para el mundo"(Benedicto XVI, Spe Salvi, n.22).

3.- Católicos en la vida política de nuestro medio regional

Para concluir mi aporte a la reflexión de esta mañana, quisiera detenerme sobre algunos aspectos, que a mi juicio, necesitan una acción más decidida de parte de los cristianos de nuestra Región.

No nos faltan desafíos. Sería inútil y estéril proponer una larga lista de urgencias. Destaco algunas que me parecen más emblemáticas:

3.1.- El desafío de un desarrollo armónico y sostenido de nuestra Región.Somos una Región que, por el número y la relevancia de sus Universidades, concentramos un universo altamente significativo de "capital humano". Lo mismo ofrece la presencia de industrias significativas que suponen la presencia de un personal altamente calificado. Sin embargo, pareciera inalcanzable un proyecto de desarrollo fundado y compartido. ¿A qué se debe esta debilidad ¿Por cuáles razones no se logra caminar más decididamente por esa senda

3.2.- El desafío de enfrentar adecuadamente la emergencia educativa y la violencia juvenil.Estoy convencido que el tema de la educación es fundamental para cada niño y niña, pero es también estratégico para nuestra sociedad. Estoy convencido también que es una falacia esperar la solución de este problema en una feliz regulación legislativa o en una mayor afluencia de recursos económicos. Hay razones más hondas que postulan una

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nueva educación. Y esta no es sólo tarea de la escuela. Aquí está involucrada la familia, los medios de comunicación social, las propuestas de humanidad y de sociedad que puedan entusiasmar. No basta "pan y circo".

3.3.- El desafío de un trabajo digno y retribuido en justicia.

Es uno de los temas sociales más agudo de nuestra Región. Lo indican los índices de desempleo y la realidad que en nuestras comunidades constatamos día a día. Ordinariamente las manifestaciones, pacíficas o no tan pacíficas están relacionada con este tema. El desempleo además de las consecuencias en el campo de la economía doméstica, acarrea otros problemas más profundos que afecta la dignidad de la persona, la estabilidad de la vida familiar y el deterioro de las relaciones sociales.

3.4.- El desafío de los pueblos originarios.

El tema mapuche ha vivido momentos de particular tensión y sigue manifestando síntomas de problemas no resueltos. ¿No será posible potenciar la búsqueda de soluciones más integrales, maduradas con el concurso de los interesados, en la perspectiva de fortalecer sus identidades y organizaciones, una educación bilingüe, etc. y, al mismo tiempo, creando mayor conciencia en nuestra sociedad de la realidad indígena y sus valores

3.5.- El desafío de buscar juntos, más allá de las diferencias legítimas, el bien común.

Los partidos políticos no son un fin a sí mismos. Son un medio, una mediación en la búsqueda y en la realización del bien común. Aquí se debe encontrar el punto de convergencia: el bien común. Cuando la ideología invade y ocupa el lugar del bien común; cuando se convierte de medio en fin, entonces el diálogo se hace imposible. La experiencia cristiana nos lo señala con mucha lucidez. Recuerdo a este propósito una expresión del Papa Benedicto en su Encíclica "Deus Caritas est" "El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. Un estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones, dijo una vez Agustín la justicia es el objeto y, por tanto, también la medida intrínseca de toda política. La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos" (n. 28).

Conclusión

"Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida". Esta es la misión que Aparecida nos invita a asumir. En una misión para todos los miembros de la Iglesia.

Cada uno está llamado a esta gran misión para la vida de nuestro pueblo de Chile, de nuestra Región.

Hay un lenguaje común y a la vez distinto que aprender. A los cristianos que militan y trabajan en política no se les pide el lenguaje del catequista o del sacerdote que pronuncia una homilía. Deberá buscar el lenguaje propio de la política y traducir a ese lenguaje la única verdad del Evangelio: un lenguaje que deberá ser portador de la esperanza que no engaña.

Termino citando nuevamente el Papa Benedicto XVI, quien, a su vez, recuerda una expresión de Juan Pablo II: "Como ciudadanos del Estado, los fieles laicos están llamados a participar en primera persona en la vida pública;, no pueden eximirse de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común" (Spe Salvi 29).