En Una Ciudad Tan Punk

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EN UNA CIUDAD TAN PUNK, ¿POR QUE ASOMBRARSE DE BELLAS ARTES? A Paul Leduc El teatro mexicano siempre ha sido pésimo. A diferencia de otras artes en las que, a pesar de las dificultades, de pronto el país ha podido producir obras y figuras relevantes, el teatro nacional jamás ha dado un director, un actor ni un autor de importancia. Y las más de las veces, sobre todo hoy en día, ha sido precisamente el teatro el encargado de entonar la nota más ridícula o estúpida de la cultura nacional. Y sin embargo, ¡qué cuantiosos presupuestos ha consumido desde el principio de nuestra historia independiente! Santa Anna no tenía dinero sino para sus peleas de gallos y para hacer edificar su teatro, y don Porfirio, que no consideraba que fuera función de gobierno establecer escuelas primarias, se gastó fortunas en llenar el país de teatros suntuosos, especialmente el de Bellas Artes. Teatros para el mal teatro. Casi todos los escritores lo denunciaron en el siglo pasado. Obras ridículas, generalmente incompletas; pésimamente representadas por las peores compañías españolas en gira por América, sin mayor escenografía que unos cuantos garabatos de tela y cartón (el límpido cielo del Anáhuac siempre aparecía, de tan roto, parchado con deslumbrantes rectángulos de papel estraza, entre las nubes y el rubicundo sol); y aun las compañías más publicitadas, con las divas más litografiadas, en las obras más célebres, difícilmente alcanzaban más de seis representaciones si no venían provistas de algún número de can-can, en cuyo caso llegaban —una vez en diez años— a dieciséis. Sólo iban a ver tales horrores la estúpida aristocracia —"la tribu invariable", en palabras de Altamirano, cronista de teatro— y la no menos inmoral pero muchísimo más lista burocracia militar del momento. Las obras, las divas, el can-can, la escenografía eran lo de menos; los ricos y poderosos no iban al teatro sino a verse a sí mismos. La burocracia universitaria no va a las cultisureñas salas Sor Juana y Ruiz de Alarcón —a quienes desde luego no conoce ni entiende—, sino a codearse con sus colegas y superiores,

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José Joaquín Blanco

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EN UNA CIUDAD TAN PUNK, POR QUE ASOMBRARSE DE BELLAS ARTES?

A Paul Leduc El teatro mexicano siempre ha sido psimo. A diferencia de otras artes en las que, a pesar de las dificultades, de pronto el pas ha podido producir obras y figuras relevantes, el teatro nacional jams ha dado un director, un actor ni un autor de importancia. Y las ms de las veces, sobre todo hoy en da, ha sido precisamente el teatro el encargado de entonar la nota ms ridcula o estpida de la cultura nacional. Y sin embargo, qu cuantiosos presupuestos ha consumido desde el principio de nuestra historia independiente! Santa Anna no tena dinero sino para sus peleas de gallos y para hacer edificar su teatro, y don Porfirio, que no consideraba que fuera funcin de gobierno establecer escuelas primarias, se gast fortunas en llenar el pas de teatros suntuosos, especialmente el de Bellas Artes. Teatros para el mal teatro. Casi todos los escritores lo denunciaron en el siglo pasado. Obras ridculas, generalmente incompletas; psimamente representadas por las peores compaas espaolas en gira por Amrica, sin mayor escenografa que unos cuantos garabatos de tela y cartn (el lmpido cielo del Anhuac siempre apareca, de tan roto, parchado con deslumbrantes rectngulos de papel estraza, entre las nubes y el rubicundo sol); y aun las compaas ms publicitadas, con las divas ms litografiadas, en las obras ms clebres, difcilmente alcanzaban ms de seis representaciones si no venan provistas de algn nmero de can-can, en cuyo caso llegaban una vez en diez aos a diecisis. Slo iban a ver tales horrores la estpida aristocracia "la tribu invariable", en palabras de Altamirano, cronista de teatro y la no menos inmoral pero muchsimo ms lista burocracia militar del momento. Las obras, las divas, el can-can, la escenografa eran lo de menos; los ricos y poderosos no iban al teatro sino a verse a s mismos. La burocracia universitaria no va a las cultisureas salas Sor Juana y Ruiz de Alarcn a quienes desde luego no conoce ni entiende, sino a codearse con sus colegas y superiores, presentarse a sus esposas ataviadas para la ocasin y preparar el salto de "Por mi raza hablar el espritu" de la corrupcin universitaria a la corrupcin estatal. A eso tambin iban la aristocracia y la burocracia al Teatro Santa Anna, una mezcla, dice la marquesa Caldern de la Barca, de diamantes, sedas y rasos con aromas excrementicios, polvo y dejadez. Para eso se proyect el Teatro Nacional, inaugurado como Palacio de las Bellas Artes hasta 1934, tres dcadas despus de iniciada su construccin con fondos e ilusiones de Don Porfirio. El proyecto de Adamo Boari se basa en la funcin social social en el sentido de plana de sociales de los diarios de la aristocracia y de la burocracia. Viva el teatro, y sobre todo el ms aparatoso de todos, el ms grandilocuente, la pera! La mentalidad porfiriana era de un nuevo rico pulquero: "tenemos todo el dinero, lo compramos todo"; queremos un teatro apantallante, el ms grande del mundo, el ms caro del mundo, el ms vistoso del mundo. Vengan mrmoles y estructuras de acero, artistas y contratistas; que vengan de Hungra y de Chicago, de Roma y de Nueva York, de Espaa y de Alemania. Un teatro con un mezanine ms grande que el propio teatro, donde habra pasillos con invernaderos, jardincillos cerrados; mesitas de mrmol para el vermouth y escaleras de mrmol para lucir las colas sedosas y llenas de encajes pavorreales de la modista de las aristcratas damas pulqueras. Y no pidamos entonces, ni ahora que Mxico tuviera una (una sola) pera digna! Siquiera una obra teatral en un acto, sin escenografa ni vestuario: una sola, pequeita, pero que no d tanta lstima. Para eso nunca ha habido presupuestos. A quin le importa que la obra sea buena, si lo que se quiere es un hipdromo humano con escaleras y palcos para que compitan sastres y modistas en las engordadas y acedas siluetas de prceres y mandonas? Durante la colonia se luca la gente en los templos: por eso, y no por Dios y los santos, se hicieron templos de oro, montaas de exquisita cantera en filigrana, retablos delirantes, lmparas y clices, ornamentos y custodias que valan en s mismas ms que ciudades enteras. Los porfirianos seguan yendo a la iglesia, pero preferan lucirse en los teatros, en donde adems organizaban sus bailes: Bellas Artes es el sueo de show-off, la tan deseada pasarela de los triunfadores presuntuosos del Porfiriato. La riqueza es estpida. El proyecto, tan delirante como los idnticos que se ensayaban en trpicos coloniales de la India o el Brasil, nada tena que ver con Mxico. Ni en su costo, ni en los materiales y estilos absurdos, ni en su utilidad; tena todo que ver, en cambio, con lo que pensaban los aristcratas mexicanos de la poca que era triunfar en el mundo. Don Porfirio construa su Arco Triunfal, sus Tulleras; se festejaba y conmemoraba a s mismo; era la perfecta escenografa para que celebraran su riqueza los triunfadores de Mxico. Las artes no contaban: con una milsima parte de su presupuesto, si se hubiera querido hacer arte, se podran haber formado docenas de dramaturgos, escultores, pintores o bailarines; o aun mejor piedra bsica de toda poltica cultural se podran haber construido escuelas primarias, hospitales y sobre todo (pues la cultura empieza dentro de uno) obras de agua potable y alcantarillado. Pero en fin, veamos el hermoso sueo estpido. Lo estpido es evidente. Lo hermoso es importado. Arte europeo carsimo, el nico que consideraban Arte los oligarcas: musas, ninfas y pegasos, apolos y altorrelieves de trpico parisino, que ms parecen una pesadilla suntuosa de Garganta, despus de haber devorado los vinos y los manjares de Europa, que una obra pblica de un pas pauprrimo. La riqueza estpida calcul mal. Levantaba este monumento del mismo modo que otros, como el Palacio Legislativo, que se nos volvi el feo e irritante Monumento de la Revolucin, para celebrar su final acceso al concierto de las aristocracias mundiales, el momento en que finalmente parecan estimar a los oligarcas mexicanos los grandes bancos, bolsas de valores, empresas ferrocarrileras y dems hroes del capitalismo mundial, cuando ms le hubiera valido iniciar su mausoleo. Bien mirado, Bellas Artes tiene facha de tumba; interiores de cmara mortuoria; como las de Egipto, Palenque, Bonampak o Teotihuacn, result una onerosa pirmide para preservar el cadver de una clase. Slo que el cadver ya se haba desintegrado antes de que su pirmide se inaugurara. Estall la Revolucin. Largos aos las obras quedaron detenidas: armatostes de hierro como panten de dinosaurios. La pera pas de moda y empez el furor del cine. La electricidad y diversos adelantos tcnicos, as como un cambio de sensibilidad mundial, hacian intiles tantas pesadas y gravosas obras de antigua tramoya, de subterrneos para carrozas de caballos, de terrazas y explanadas marmreas para fingirse princesas en palacios. Los nuevos aristcratas europeos y norteamericanos ya no admiraban a la nobleza antigua, sino a los deportistas: queran ser y parecer tenistas, aviadores o automovilistas, con un tipo fsico saludable y deportivo, y espacios prcticos y cmodos. Todo lo contrario a Bellas Artes, que contiene locuras tan anacrnicas como toda una alberca en el techo del escenario, para hacer llover torrentes verdaderos cuando ocurra que en mitad de una pera haya que representar, en vivo y en tamao natural, el diluvio universal o las cataratas del Nigara. Pero aun as, se trataba de una obra enorme, de una inversin cuantiosa que la nacin no poda tirar por la borda. Ninguno de los regmenes revolucionarios desatendi el monstruoso palacio, sin bien ninguno tuvo con qu terminarlo. Slo el auge de Calles pudo inaugurar Bellas Artes a travs de la mdica imagen de ese genio presidencial para los casinos y el negocio de la ruleta, Abelardo Rodrguez. El Palacio de Bellas Artes son dos. Uno, el teatro, que es una sala relativamente pequea en proporcin con la enormidad del escenario y de sus intiles, mltiples casi infinitos e inutilizables recursos: un gran teatro de foro pantagrulico y moderado aforo (y eso que la cantidad actual de butacas es mucho mayor de la que consideraban los planos originales): unos cuantos porfiristas queran ver Ada con toda la ms bablica compaa de Pars. El segundo es el que deba ser el jardn cerrado, el mezanine, que Mariscal el reanudador del proyecto, ya en los treintas pens como un Palacio de Exposiciones y Conferencias, un palacio interior, cvico y neoyorkino, en art deco. El Palacio de Bellas Artes cost muchos millones de pesos en la poca en que Mxico era ms pobre de l904 a l934, de modo que, por el solo esfuerzo nacional de edificarlo, merece un tanto ser desligado de la estpida quimera porfiriana de su proyecto. Y en cambio, puede relacionarse con la historia viva de la cultura mexicana contempornea. Durante muchos aos las bellas artes ocurran slo en Bellas Artes. Slo ah se oan los conciertos; slo ah se decan las conferencias; slo ah se vean las exposiciones. No siempre fueron tan bellas: yo dira que slo por excepcin algo bueno ha ocurrido en Bellas Artes, como el velatorio de Frida Kahlo. Se organiz un recital ah de Lola Beltrn, no para democratizar el palacio, ni para enaltecer la cancin ranchera, sino como parte del nico proyecto oficial de cultura: parecerse a la televisin comercial. Por unos momentos, el Elefante Blanco fue el Estudio A de Televisa. Pero en fin, el mito era que la Cultura tena su Palacio, al que haba que llegar, como pblico o como artista; y ya era algo, aunque se tratara de un mamotreto esperpntico, que las orquestas, las compaas de teatro, danza y pera, los declamadores y cantantes, los pintores y los conferenciantes tuvieran donde llegar; que el pblico tuviera un teatro en forma (aunque slo se tratara del edificio). Ya para entonces, sin embargo, la poltica era ms teatro que el teatro. Nuestras buenas puestas en escena han sido todas ceremonias polticas del PRI; as, nuestras divas y mesas, nuestros fanfarrones y canbales: puros polticos que manejan mejor que nadie el falsete y los ampulosos ademanes de cartn. Nuestro Sir Lawrence Olivier fue Lpez Portillo, ofreciendo su reino por un caballo (o por un perro); Lpez Mateos y Echeverra se dedicaron ms a ser las grandes estrellas de sus sexenios que a gobernar: cuntas giras, cuntos miles y miles de extras en cada toma, cuntos sets polticos del tamao de todo el pas!; nuestros Broadway y Hollywood fueron la CNOP, la CTM, la CNC. En consecuencia, se habilit el Palacio de Bellas Artes, con sus lechosas ninfas encueradas y sobrenutridas, sus apolos y pegasos, sus caras de changos o de pjaros, sus adornos de doradas mscaras de Tlaloc en las puertas, como teatro poltico teatro del bueno para la clase poltica, durante muchos aos. Pero qu le vamos a hacer, el pas crece! Los acarreos de Jonguitud Barrios no caben sino en estadios de futbol y los del papa exigen valles enteros. En una sociedad de masas no hay otro teatro que los mapamundis de tamao natural. Primero Bellas Artes fue desplazado por el Auditorio Nacional, luego por el Palacio de los Deportes y por el Estadio Azteca. Cerca de Monterrey Juan Pablo II inaugur el Valle de Josafat con millones de monterreyenos conmovidsimos. Y qu nos queda ahora? Algo soberbio: un edificio loqusimo, tan delirante, que excede cualquier utopa de la arquitectura camp. Es ms abigarrado, ms ridculo, ms majestuosamente anticuario, ms declamatorio y ms intil que cualquiera de nuestros templos, bailes folklricos, novelistas tpicos o platillos regionales. Es todo un viaje. Y en la Ciudad de Mxico, que no cumpli su destino de Ciudad de los Palacios y se volvi un campamento mugroso y montono de edificios cuadradotes, el propio delirio blanco del Palacio lo hace entraable. Tanto, que no podemos imaginar la ciudad sin l. Es absurdo, viejo, ridculo, pero mucho menos digno de olvido o demolicin que el 99 por ciento de los otros edificios capitalinos. Uno empieza a amarlo, a reconocerlo, a reconciliarse con l, como hemos hecho ya las paces con catedral edificio mucho ms caro, mucho ms tardado y con ms turbia historia; con las fuentes de la Alameda, con el chatote Palacio Nacional; con las estatuas de Reforma, y la verdad, hasta con la Glorieta del Metro (Insurgentes). Porque hasta en sus fealdades o ms elocuentemente en sus fealdades la ciudad refleja a sus habitantes. "Nuestra ciudad ma", defina Novo: al fin y al cabo, todos hemos sido tan jvenes o tan romnticos como para delirar/viajar tan sin medida como nuestra mi arquitectura capitalina: la Villa de Guadalupe, Garibaldi, CU, Metro Pino Surez; la Merced, el Cuadrante de la Soledad, Bellas Artes; los enloquecidos interiores decorativos del Cine Alameda, del Palacio Chino: eso s era un pasn; el viaducto bajo el diluvio, el perifrico dem; Avenida Zaragoza, la Lagunilla, los separos de la polica de su preferencia. Total, en una ciudad tan punk, por qu asombrarse de Bellas Artes?

ENVIO Felicidades, obesa, sobremaquillada, grotesca, marmrea, adorada diva! SMACK!!! Ochenta aos de existencia; cincuenta de "vida artstica". Toda diva que se respete pesa miles de toneladas y suma ms de ochenta aos... Pero la donna movile, como pluma al viento! Que tu pastel de cumpleaos sea tu propia, opulenta figura! Te lo mereces! Happy birthday to you! (8-X-1984)