En La Estela de Childe. Lull

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Artículo aparecido en catalán en Revista Cota Zero, 22:22-31.

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“En la estela de V. Gordon Childe (1892-1957)”

Vicente Lull*

Resumen La arqueología, en todas sus versiones actuales, tiene su principal referencia en V. G.

Childe. El objetivo de este artículo es sugerir los elementos que ayudaron a conformarla

y las condiciones sobre las que fue edificada. Se hace especial hincapié en sus trabajos

teórico-metodológicos, sus claves interpretativas, las tendencias que supo integrar y el

sustrato marxista que definió su actitud social y científica.

Abstract

The main reference of Archaeology, in all of its present day versions, lies in V.G.

Childe. The aim of this paper is to suggest the elements which helped to shape it and the

conditions on which it was build. Of special interest are his theoretical and

methodological contributions, his interpretative keys, the perspectives he integrated and

the Marxist background which defined his social and scientific attitude.

Childe remins an enigma. Bruce T. Trigger

En la trayectoria intelectual de Vere Gordon Childe, probablemente el arqueólogo más

leído e imitado en la corta historia de la disciplina, podrían distinguirse cuatro fases. Se

trataría, en todo caso, de etapas difusas que enfatizarían diferentes aspectos de su interés

intelectual. La primera destilaría una dependencia histórico-cultural, tamizada por el

aprendizaje oxoniano que recibió de Evans y Myres, por el respeto a las ideas

difusionistas de Montelius y por la traducción moderada que se atrevió a hacer de

Kossinna1. La segunda, caracterizaría su nuevo interés por la historia socio-económica e

introduciría un leve giro en su percepción del cambio social. Aunque en ella se quiera

ver un prematuro gesto funcionalista, la difusión y el culturalismo todavía protagonizan

la escena. En la base de su criterio discriminador asoma, por primera vez, la perspectiva

del desarrollo de las formas económico-sociales, preferentemente tecno-económicas,

como el motor del cambio social. Sin embargo, el progreso de las tecnologías todavía

resultaba más crucial que la organización social del trabajo; un tinte ambientalista sigue

coloreando, en ocasiones, la escena económica2. Desde su primer viaje a la URSS en

1935, y hasta 1945, podría definirse una tercera fase que debería su criterio a la

influencia marxista, que no marxiana; su conocimiento de la obra de Marx no puede

* Departament de Prehistòria. Universitat Autònoma de Barcelona. 1 Las obras que ilustran esta etapa son The Dawn of European Civilization (1925), The Aryans: a study of

Indo-European origins (1926) y The Danube in Prehistory (1929). El éxito científico del primero de estos

libros le facilitó en 1927 el acceso a la primera cátedra Abercromby de Arqueología en la Universidad de

Edimburgo. 2 The Bronze Age (1930) y New Light on the Most Ancient East (1934) darían buena cuenta de este nuevo

interés que en The Most Ancient Past (1928) ya se vislumbraba.

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decirse que sea significativo hasta 19453. A partir de este momento, corrige los

elementos obreristas de antaño, si es que se les puede denominar así4. Su versión

marxista va esbozándose y, aunque suela traducir el trabajo acumulado marxiano por

conocimiento acumulado y control sobre la naturaleza, defiende la sobredeterminación

de las condiciones objetivas sobre las subjetivas e inter-subjetivas, y sitúa, en un punto

marxista ortodoxo, la esfera económica sobre la ideológica. Por último, aunque no haga

un uso explícito de la lucha de clases, considera que donde la superestructura ejerce

dominio la sociedad resultará conservadora; acepta la tendencia, inevitablemente

progresista, de que las bases oprimidas protagonizarán el cambio y reafirma su creencia

en que los antagonismos (contradicciones) sociales son el motor del cambio histórico.

En este tiempo, su pensamiento se sedimenta e intenta conciliar ciertos desajustes entre

progreso y bienestar (a costa del segundo) mientras abre heridas que no resuelve, tanto

sociológicas (a mayor comprensión objetiva, mayor control social) como arqueológicas

(la prehistoria no puede dar cuenta de las creencias5).

La última fase de Childe, desde el final de la II Guerra Mundial hasta su muerte, sigue

sometida a debate. Algunos biógrafos y/o colegas quieren ver en ella una continuidad e

incluso una mayor intensidad del marxismo de la tercera etapa6, mientras que otros

abogan por una decepción progresiva de ese aliento hasta su total extenuación7. Sea

como fuere, fue después de la contienda y hasta su muerte cuando la producción

intelectual de Childe destaca, por vez primera, por su interés teórico y metodológico

más que por el despliegue sustantivo de sus síntesis empíricas8.

3 Su primer libro, How Labours Govern: A Study of Worker´s Representation in Australia, escrito en

1923, no es de arqueología, sino de teoría política. Contiene las primeras referencias a Marx, aunque sólo

seis y de poco interés (capítulos III, IX y X, en este último cuatro veces). El texto destaca por su crítica

hacia las formas de gobierno liberal-burguesas auspiciadas por el partido laborista y por su carga obrerista

de claro matiz británico, más que por su conocimiento de la obra de Marx. El texto es de fácil acceso en

http://www.marxists.org/reference/subject/politics/childe/how-labor-governs/index.htm 4 Recuérdese que Childe adoptó una actitud políticamente comprometida antes de ir a Oxford en 1914,

participando en debates sindicales y en movimientos políticos de izquierda (Orser y Patterson 2004: 2).

Cuando volvió a Australia dos años más tarde, tras sus estudios en Oxford, su compromiso se intensificó,

lo que le impidió acceder a un puesto de trabajo en la Universidad de Sidney y, más tarde, le obligó a

abandonar su país. Para hacer oposición contra la conscripción obligatoria del primer ministro australiano

W. M. Hugues, se unió a un grupo antibelicista llamado Australian Union Of Democratic Control (Allen

1976, 636, http://www.reasoninrevolt.net.au/bib/PR0000818.htm). Desde allí, luchó contra la doble

política del laborismo en su afán por participar en una guerra mundial que salvaguardara los intereses de

la burguesía mediante la utilización de los trabajadores y beneficiara políticamente a unos cuantos. Está

por demostrarse hasta qué punto la praxis política de Childe estuvo más influida por teorías contestatarias

que aprendiera en los pasillos universitarios ingleses, que de lo que aprendiera durante los primeros años

en su país de origen. Sobre este último tema véase Mulvaney (1994, 57), aunque para otros investigadores

su crecimiento intelectual filosófico-político durante esta época procede, en mayor medida, de las

intensas conversaciones sobre Hegel y Marx que mantuvo con su amigo R. P. Dutt, quien llegó a ser

miembro del Comité Ejecutivo del Partido Comunista de Inglaterra entre 1922 y 1965 (Treitsman 1974,

28). 5 En forma más moderada que la que liderará más tarde C. F. C. Hawkes (1954). Las obras destacadas de

este momento son textos de divulgación: Man Makes Him Self (1936), What Happened in History (1942)

y Progress and Archaeology (1945a). 6 Gathercole 1976, 5 o Trigger, 1988, 14.

7 Daniel 1958, 66-7 o Clark 1976, 3.

8 Aunque durante esta etapa produce obras arqueo-históricas de gran interés como Prehistoric migrations

in Europe (1950) y The prehistory of European civilization (1958a), su producción teórica (History,

1947a; Social Evolution, 1951 y Society and Knowledge, 1956a) y metodológica (Piecing together the

Past, A Short Introduction to Archaeology, ambas de 1956) las supera.

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Basta echar una hojeada a los artículos que publicó durante su vida para distinguir que

el interés conceptual al que aludimos reside principalmente en sus últimos años. Hasta

1935, y coincidiendo con sus dos primeras etapas, no se encuentra en la bibliografía de

Childe ningún artículo de contenido estrictamente teórico-metodológico9. Entre 1935 y

1946 su vocación marxista se traduce en informes sobre el estado de la arqueología y la

prehistoria en la URSS10

más que en publicaciones especializadas, aunque siete de sus

artículos manifiestan indicios de ese interés teórico-metodológico renovado11

. En

cualquier caso, sólo se trata de trece publicaciones entre más de setenta. Sin embargo,

entre 1935 y 1945 publica sus obras más emblemáticas y de mayor impacto social: Man

Makes Himself (1936), What Happened in History (1942) y Progress and Archaeology

(1944). Las tres suelen ser consideradas obras de divulgación, pero en ellas se encuentra

el contenido principal de su perspectiva histórica y las herramientas que facilitaron el

camino para elaborarla. Precisamente, dedicó los años que siguieron a esta etapa a

matizar, revisar, mejorar y enriquecer el procedimiento que iluminó su lectura y los

resultados a los que llegó.

Durante los últimos diez años de su vida, los textos reflexivos se intensificaron,

alcanzando la tercera parte de su labor intelectual. Algún colega, quizás por distancia

ideológica, minusvalora sus logros y conclusiones históricas12

o el de su compromiso

con el marxismo en esta etapa final de su vida13

y hasta se quieren ver motivaciones

psico-políticas en su decisión de quitarse la vida. Nada de eso importa ya, pues Childe

continúa siendo el punto de arranque de una arqueología científica no exenta de raíz

histórica al modo procesualista, sino embebida en los procesos que la humanidad

transita al hacerse a sí misma, colectiva y socialmente.

Desarrollo conceptual: la cultura y sus tipos

Como no podría ser de otra forma, las categorías childeanas y las teorías histórico-

sociológicas a las que van ligadas cambian con la renovación y ajuste de sus criterios.

Sin embargo, mantuvo algunas de ellas, como cultura, difusión o migración

acompañando, hasta el final de sus días, la perspectiva marxista que les otorgaba un

9 Entre una sesentena de artículos escritos en esta etapa, sólo dos, por otra parte inclasificables, podrían

ser considerados, hasta cierto punto, teóricos: “Is Prehistory Practical?” y “Races, Peoples and Cultures in

Prehistoric Europe”, ambos publicados en 1933, mientras sólo uno, “Changing Methods and Aims in

Prehistory”, publicado en 1935, podría ser considerado metodológico. 10

Seis contribuciones tienen ese fin: dos publicadas en Nature (1940, 1946b) y cuatro en Man (1942b,

1942c, 1942d, 1943a), mientras que otra publicación de corte similar aborda el estado de las ciencias

humanas en la URSS (1946a). 11

Podemos vislumbrarlo, en mayor o menor grado, en “The History of Civilization” (1941),

“Archaeology as a Science? (1943), “The future of Archaeology” (1944), “Archaeological Ages as

Technological Stages” (1945), “Rational order in Prehistory (1945), “Human cultures as adaptations to

environment” (1946) y “Archaeology and Anthropology” (1946). 12

Tringham (1983, 87) bordea el ridículo cuando afirma que el trabajo de Childe ha sido relegado a la

historia de la disciplina y actualmente visto como irrelevante. 13

Para Wheeler, el marxismo de Childe “coloreaba más que conformaba sus interpretaciones”; Piggott

llegó a decir que su marxismo era un “retorcido chiste intelectual”, mientras Daniel asegura que al final

de su vida empezó a cansarse del marxismo, con lo que concuerda con Clark en que fue el propio Childe

quien afirmó que el marxismo no servía para explicar procesos culturales (en Trigger 1982, 19-23).

Quizá, de haberse publicado “Prehistory and Marxism” (1979) treinta años antes, cuando él lo escribió,

nos habríamos librado de los comentarios precipitados de algunos “notables” de la arqueología

anglosajona; aunque posiblemente no hubiera sido así, pues también confunden relevantes pasajes de

“Retrospect” (1958b) y “Valediction” (1958c) que conciernen tanto al marxismo de Childe como al móvil

de su suicidio.

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sentido y mordiente históricos, alejados de presupuestos “antropologicistas”14

. Junto a

los conceptos que fue elaborando, preservó también ciertas creencias de las que nunca

se pudo liberar: que los seres humanos somos conservadores por naturaleza, que la

historia es impredecible, que el progreso (índice de la adecuación entre ideas y realidad)

es la pauta del devenir histórico, o que al desarrollo material le corresponda siempre un

retroceso moral, sólo son algunas de las más emblemáticas.

“Cultura” constituye el trasfondo y el sustento de todo el entramado conceptual de

Childe. Es la categoría global y primordial. Adopta el término desde una pre-visión

típicamente neokantiana que distingue la ciencia natural de la ciencia social y deduce

que las ciencias humanas tienen por objeto la cultura y, como disciplina paradigmática,

la historia. Muy re-conocida es su dependencia de Kossina a este respecto, como

también lo fue su intento de poner freno a los excesos racistas y xenófobos que, en un

principio, también le ganaron15

.

A partir de Kossinna, de la tradición geográfica alemana y de la influencia de Myres,

esbozó el campo espacial y semántico de “cultura” y lo aplicó, con más o menos

fortuna, al registro arqueológico. Al principio, no define su alcance, y aplica el concepto

siguiendo el criterio de la distribución regional de unos artefactos que considera clave o

diagnósticos16

. Después, apela a la redundancia de los rasgos materiales como

sustentadora de etnias o pueblos; así como los rasgos materiales proporcionan culturas

arqueológicas, los rasgos físicos sugerirían razas. Ambos procesos podían mostrar

“pueblos” que, según fuera la distribución de sus restos, permitirían dictaminar su cuna

y movimientos17

. En otras palabras, averiguaríamos sus orígenes y el rastro de las

migraciones que tuvieron que emprender. Las migraciones, a su vez, constituirían el

suceso-motor del cambio social, y actuarían según fueran las condiciones históricas y

las posibilidades de los receptores o los emisores de influencias18

.

Para Childe, la migración y el comercio siempre aportaron beneficios al realizar

mixturas multiplicando las variables para el comportamiento, y facilitar el progreso

material y social. No le arredró mantener que los arqueólogos siempre deberían ser

evolucionistas y difusionistas19

.

El carácter empirista y al mismo tiempo esencialista20

del primer contenido que otorga a

“cultura” van siendo matizados a medida que abre su perspectiva de análisis. La carga

14

Así lo ilustran sus publicaciones póstumas: “Prehistory and Marxism”, “Valediction” y “Retrospect”. 15

En The Aryans, argumenta que la riqueza del lenguaje y la mentalidad superior que se deduce de ella

fueron los factores que fundamentaron la excelencia y el éxito de este pueblo (1926, 212). Ante el peligro

que representaba la Alemania nazi y el ascenso de Hitler, sus críticas contra la intolerancia arreciaron

(1933 a y 1933 b). 16

Childe 1925. 17

Childe 1929. 18

El orientalismo radical que tomó de Montelius le sirvió en sus primeras obras para dar cuenta del

origen de los cambios sociales y para distinguir la “dinámica” Europa del “conservador” Próximo

Oriente. En la sexta edición de The Dawn, corregida y actualizada poco antes de su muerte (su prefacio es

de marzo de 1957), reconoce que la nueva evidencia arqueológica le obliga a tener una actitud orientalista

menos dogmática que la que mantuviera en 1925; un cambio de cantidad que no de calidad. En el último

capítulo de esa misma edición también aclara que el dinamismo europeo frente al estatismo oriental no

debe ser leído en clave racial o ambiental mediante místicas propiedades de sangre y suelo, sino en

términos histórico-sociológicos (p. 343) 19

Cfr. Childe 1956b. 20

Cfr. Childe 1925, 1926 y 1929.

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económico-ambientalista cobra naturaleza un poco más tarde, cuando empieza a valorar

la experiencia colectiva como la realidad en la que hallan sustento las distintas

culturas21

. Más adelante, sintetiza todas estas intuiciones y sugiere que las tradiciones

comunes, ligadas a los territorios de convivencia y a las formas económicas condicionan

la expresión concreta que manifiestan las culturas, aunque advierte que tradición y

ambiente sólo condicionan las formas sociales e ideológicas sobre la determinación del

modo de producción de la sociedad22

.

En 1950, continúa diciendo que los arqueólogos usan “cultura” en un sentido

restringido, en cuanto conjunto de rasgos materiales asociados y reiterados, pero matiza

que las divergencias históricas y sociales fraguan distintos itinerarios no sólo por la

función de los objetos, el material en que están hechos o el medio en que aparecen. Son

las variaciones en tipos, estilos o prácticas sociales específicas las que más nos ayudan a

distinguir culturas23

. Este importante matiz traslada la clave interpretativa de la empiria

al comportamiento, y enfatiza el papel de la tradición y sus mecanismos de

comunicación y aprendizaje como el sustrato que proporciona las distancias materiales

concretas que se observan entre culturas. De ahí que no extrañe su arriesgada propuesta

de que los rasgos que parecen más insignificantes muestren más fehacientemente las

diferencias entre culturas24

. Es por ello que, para Childe, con la evidencia material se

pueden sugerir “conjeturas plausibles sobre la existencia de esclavos, la posición de la

mujer y la herencia de la propiedad. Incluso la superestructura ideológica puede llegar a

constituir el tema de prudentes hipótesis”25

. Tradición social, difusión y relaciones de

producción constituyen, durante la última década de su vida, los tres factores que

permiten distinguir culturas y manifestar, al mismo tiempo, las estrategias sociales.

El procedimiento a seguir26

Hasta el final de sus días, Childe conjugó una teoría del desarrollo histórico-social de

clara filiación marxista y evolutiva, una propuesta instrumental sociológica de corte

histórico-culturalista y una hipótesis de cómo puede producirse el cambio afincada en el

progreso social y la comunicación de conocimientos, que le permitió mantener vivo un

difusionismo sensu lato. Adelanté que entre 1925 y 1935 deambuló desde el sustrato

empírico hasta el culturalismo y que, entre 1935 y 1945, intentó sintonizar evolución,

culturalismo y marxismo. Después de la II Guerra Mundial dió el giro definitivo (quizás

la “vuelta boomerang” a sus intereses de origen) al creer primordial lo que hoy se

denominaría Arqueología Social y relegar a ella el procedimiento empiricista que

permitiría desarrollarla. Sin duda, fue un maestro en entrecruzar tendencias

21

Defiende que los conjuntos de materiales redundantes que la arqueología rescata proceden de una

experiencia compartida en un mismo ambiente. Tradición y ambiente se constituyen aquí, resueltamente,

como la evidencia de un mismo pueblo: “Los rasgos de una cultura se presentan juntos ante los

arqueólogos porque son creaciones de un único pueblo, adaptaciones a su entorno aprobadas por la

experiencia colectiva; expresan, así, la individualidad de un grupo humano unido por tradiciones sociales

comunes” (Childe 1935, 3). 22

Childe 1946c. 23

Entre ellas, otorga a las prácticas funerarias el mismo protagonismo que ya le concediera años antes

(Childe 1929, vii y 1930, 42-3). 24

Tampoco se debe olvidar que Childe mantuvo siempre la hipótesis de que un tipo de evidencias, como

la cerámica a mano o los ritos funerarios, tiende a persistir proporcionando indicios de identidad étnica

mejores que los que poseen un significado tecnológico y son más eficientes al ser adoptados rápidamente

por otras culturas debido a las ventajas que proporcionan (Childe 1929, 248) (Cf. Trigger 1994, 12). 25

Childe 1951 (1984, 49) 3ª ed. castellana. 26

Childe desarrolla en dos de sus obras (1956a y 1956b) los rasgos primordiales de su proceder

metodológico.

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historiográficas y en superar desajustes doctrinales27

. En cambio, su procedimiento

arqueológico instrumental mantuvo un estándar casi constante.

Según Childe, para dar cuenta de la evidencia arqueológica hay que proceder

sistemáticamente como se haría en cualquier otra ciencia28

. Primero, se debe clasificar

la información mediante preguntas sencillas de distinto orden y que denomina

funcional, es decir, ¿para qué sirvió?; cronológico o ¿cuándo se hizo? y ¿quién lo hizo?,

corológico29

. Preguntas sin respuesta si no se cuenta con los tipos que se puedan sugerir a partir de las evidencias materiales. Childe insiste en que el arqueólogo estudia

abstracciones: no cosas, sino tipos. El tipo es una abstracción que pretende acercarse al

modelo o a los modelos por los cuales las cosas son como son y no de otra manera, pues

para él sólo así puede reducirse la confusa variedad del comportamiento a proposiciones

manejables del método científico30

.

Una vez llegados hasta aquí, se puede pasar a lo importante que no es más que averiguar

tipos asociados a conjuntos sincrónicos. Precisamente, denomina cultura a esa

coincidencia fenoménica redundante que expresa modelos de comportamiento comunes

a un grupo de personas. Aplica sobre ella un axioma sociológico, aunque en puridad

pueda tratarse de una simple intuición, que considera que cuanto más pequeña sea una

sociedad, menos libertad tendrá el individuo para desviarse de la norma, y cuanto más

pequeñas sean dos sociedades, más se diferenciarán sus modos de comportamiento y, a

su vez, producirán diferencias más visibles en los objetos materiales31

.

Paralelamente a lo expuesto, y necesario para establecer sincronismos y diacronías, se

debe dar cuenta del tiempo de los tipos32

. Sin embargo, para el último Childe, las

culturas ya no eran contenedores estáticos de objetos similares y recurrentes, sino que

variaban en su desarrollo y entre sí según en el movimiento de bienes y recursos en que

participaban.

Childe como referencia

La influencia de Childe en toda la arqueología posterior es de tal calibre que muchos

colegas, incluidos los alérgicos al marxismo, manifiestan un cierto tinte marxista al

utilizar claves interpretativas de las que desconocen o disimulan su verdadero origen33

.

27

Para Orsen y Patterson (2004: 2), fue capaz de yuxtaponer Durkheim y Spencer con las perspectivas

socio-históricas de Marx, Engels y sucesores. 28

El carácter científico de la disciplina nunca fue puesto en duda por Childe (1943c, 1947b), incluso

trascendiendo la necesidad finalista de formular leyes generales. Para él las leyes eran descripciones de lo

observado, fórmulas probabilísticas con diversos grados de ajuste o aplicabilidad (Childe 1958b, 74) 29

Se accede a las respuestas mediante tipología y analogía, tipología y/o estratigrafía o preguntándose

¿qué culturas pudieron proporcionar la evidencia arqueológica y beneficiarse de ella?, respectivamente. 30

Childe 1956c, 1972, 13-22. 31

Childe 1956c 1972, 20. 32

Childe intenta evitar el razonamiento circular (los tipos resultan los tiempos cuando los tiempos se

deben a los tipos) apelando a la estratigrafía, sirviéndose del axioma de que los mismos objetos no pueden

ser utilizados para tipos y tiempos a la vez, o insistiendo en la necesidad de desarrollar un mecanismo de

contrastación independiente. Recuérdese que el método de datación por radiocarbono todavía estaba en

experimentación en aquellos años. El propio Childe comienza su “Valediction” (1958c, 1ss) insistiendo

en que el primer deber de la arqueología del futuro es fijar la cronología, una tarea, comenta, ni tan

siquiera propia de la arqueología; también concluye “Retrospect” de igual manera (1958b, 74). 33

Childe mantuvo incluso relaciones científicas cordiales con fascistas y ultraconservadores, en aras de la

ciencia o por su interés en compartir información profesional. Díaz Andreu (2007, 31, 33-4) aporta

evidencias de este orden utilizando la correspondencia de Childe con L. Pericot y con J. Martínez Santa

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Childe es como un icono al que en vida se le concibe teóricamente ubicuo (se le

considera, al mismo tiempo, historicista-cultural, particularista, evolucionista,

funcionalista o marxista) y al que, tras su muerte, investigadores de todas las tendencias

reclaman como precursor. El procesualismo que se desarrollará desde principios de los

años sesenta está en deuda con él por el peso que otorga a los patrones de asentamiento

o por el énfasis tecno-adaptativo-ambientalista que propuso para la definición social,

algo que él no siempre secundó. También se le quiere ver en el origen del “intertexto”

postestructuralista y hasta podría parecer precursor de los estudios de género34

. En

cambio, sí que se pueden encontrar argumentos más complejos y adecuados para

comprender el impacto que Childe tuvo en las futuras arqueologías sociales. El objetivo

de sus investigaciones fueron, en última instancia, las relaciones sociales y la

organización de las gentes en todas sus manifestaciones, fueran estas económicas,

políticas o religiosas. Su interés científico siempre estuvo en esa dirección, aunque

dudara de los recursos de la arqueología para desvelar alguna de ellas.

Es bien sabido que la Arqueología Social tiene diversos colores, como lo tienen las

clases sociales, aunque las teorías de la globalización intenten difuminar las

desigualdades malentendiendo las diferencias. Un correlato de esta situación puede

observarse entre la arqueología social anglosajona y la latinoamericana, referentes

inexcusables de malentendidos políticos y científicos. Confrontar las obras

procesualistas con cualquier texto de la arqueología social latinoamericana da como

resultado un abismo entre las intenciones sociales que se persiguen y una estrecha

vecindad de los procedimientos metodológicos que secundan. La estrategia política que

debía respetar la obra de Childe no contribuyó especialmente a fijar el rumbo de una

Arqueología Social distintiva y, por eso, ambas tendencias pueden pasearlo como

estandarte. No hay que olvidar que, en su tiempo, las formas democráticas, más que el

contenido que la democracia dice atesorar, dictaban la posibilidad de ser aceptado

socialmente o, simplemente, la de poder trabajar en iguales condiciones que los que

residen cerca del poder; una manera quizá más ruda que la que sigue dominando en

occidente en gran parte de la esfera pública. En cualquier caso, ambas arqueologías

comparten un elemento crucial: la necesidad de establecer vínculos entre el pasado y el

presente, aunque no se acierte en la práctica a comprender qué es lo que tiene de

moderada una o de revolucionaria la otra, más allá de la ideología que supuestamente

contienen las palabras.

El último reclamo que sitúa a Childe en el origen de una tendencia procede de las

propuestas de conceptualización centro-periferia y/o análisis de los sistemas-mundo,

recientemente considerados fértiles para la arqueología por diversos investigadores

(Kristiansen, Rowlands, Frankenstein, etc.). A. Gunder Frank, uno de los impulsores de

ese enfoque, sitúa a Childe como uno de sus pioneros35

.

Olalla, considerados por la investigadora un franquista simpatizante con el Opus Dei, el primero, y un

falangista, el segundo. 34

Si bien los argumentos de Trigger, su comentarista más relevante, pueden resultar convincentes para el

caso procesualista, no creo que tengan entidad para alentar la senda post-estructuralista (1994, 23).

Tampoco comparto que existan motivos adecuados para ponerlo en relación con el origen de los estudios

de género, aunque desoculte espacios de género en sus primeros estudios de Skara Brae (1994, 15) o

afronte un tratamiento progresista de la mujer a partir de los años cuarenta (1994, 18). 35

Gunder Frank 1993, 386. No hará falta insistir en el riesgo de aplicar mecánicamente estas propuestas a

sociedades anacrónicas al mundo moderno. Esta tendencia, en la estela del último marxismo, incluye

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Childe y el marxismo

Dado que el perfil marxista de Childe es el que más le caracteriza, resulta oportuno

esbozarlo en la clausura de este texto. Al comenzar su vida universitaria, el marxismo

fue su inspiración y configuró su actitud social; tras su primer viaje a la URSS, le sirvió

para consolidar el aspecto científico que siempre pretendió para la arqueología. Ya

avancé anteriormente algunas facetas de su actitud política progresista y comprometida;

ahora es el momento de comentar sucintamente los aspectos marxistas que más

valoraba36

y aquellos con los que la enriqueció.

Antes de 1935, su conocimiento de la obra marxiana era deficitario. Debido a ello, el

motor del cambio social creyó haberlo hallado en las características ambientales y en

los mecanismos que aceleraban la difusión de las ideas, en forma de avances

tecnológicos. Según interactuaran ambos factores, se asistiría a un proceso que una

década más tarde entenderá más evolutivo y social y menos naturalista. Recuérdese que,

en 1925, sugería que la economía tomaba la forma de los vínculos comerciales y la

explotación de los recursos locales. En 1928, daría a la economía un peso mayor y, en

1934, argumentaría que el cambio tecnológico conlleva un inevitable crecimiento

demográfico y un consiguiente éxito adaptativo. La economía se convertiría, para él, en

la principal fuente de progreso.

El impacto que le causó la arqueología soviética es de difícil valoración, pero fue

inmediato37

. En las obras de esta fase de su vida, se puede observar cómo supera la

determinación de los factores geográfico y migratorio, y pasa a considerarlos meras

condiciones del desarrollo social, dado que los instrumentos llevan el sello de las

realidades sociales y económicas bajo las que han sido manufacturados y que las ideas

son, en gran parte, producto de la adaptación al entorno38

.

Hacia 1946, aceptó de Marx que la producción determinaba la organización social y las

creencias39

. La economía era vista también como el fundamento de la sociedad y la

ideología. No se trata, sin embargo, de una economía que resida en la abstracción, sino

aquella que propicia la existencia objetiva de la materialidad social, concreta y práctica,

aquella que responde a una relación dialéctica entre las fuerzas productivas y las

relaciones sociales de producción.

Childe seguía a Marx en que la tecnología dependía del marco de un sistema económico

y social que, inevitablemente, contenía muchos elementos sociales y culturales que lo

antecedían y que condicionaban toda concreta evolución tecnológica. En el cambio

histórico influían también las relaciones de producción, las formas de propiedad, la

aplicación del conocimiento científico objetivo, los medios de producción y, cómo no,

el entorno natural40

. Por todo ello, el conocimiento detallado de la economía tenía que

permitir al arqueólogo inferir lo significativo de la organización social y los sistemas de

además, en arqueología, influencias estructuralo-funcionalistas e incluso liberales, por lo que no es de

extrañar que utilicen interesadamente a Childe. 36

La influencia que recibió del marxismo ha sido subrayada por muchos investigadores (Klejn 1977,

1994; Trigger 1980, 1988, 1994; Spriggs 1984; McGuire 1992; Patterson 2003; Orsen y Patterson 2004 y

Lull y Micó 1997 y 2007, entre otros). 37

Childe 1936 (1986, 16-20). 38

Childe 1945a, 78. 39

Childe 1946c (2004, 76 y ss.). 40

Cfr. Trigger 1980, 100 y ss.

Page 9: En La Estela de Childe. Lull

9

creencias. Para Childe, a partir de 1946, el cambio social es ya producto del desarrollo

de las fuerzas productivas cuando entran en contradicción con las relaciones de

producción y propiedad existentes41

.

Salvo en la primera etapa de su obra científica, siempre se opuso al unilinealismo o al

economicismo42

para entender el desarrollo social. Para Childe, la historia está liberada

de leyes trascendentales, lo que no significa que sea un caos, o imposible de

comprender en sus líneas fundamentales. Las leyes son descripciones de lo observado y,

como tales, fórmulas probabilísticas con un diverso grado de aplicabilidad43

. En la

retrospectiva que escribió al final de su vida, en un momento en que dice haber valorado

en mayor profundidad a Marx, explicita que “despojé mi mente de leyes trascendentales

que determinaron la historia y de causas mecánicas, ya sean económicas o

medioambientales, que pautan automáticamente su curso”44

. Su dependencia de un

Marx más materialista-dialéctico constituye el ingrediente principal de sus últimas

obras. En ellas, destaca su insistencia en que la teoría nunca debe ir divorciada de la

práctica, que la estructura de la realidad no trasciende a su expresión histórica o que la

función del conocimiento es práctica y su objeto es guiar la acción45

. En cuanto a la

arqueología, insiste en que su principal tarea es la interpretación económica, sociológica

y, en última instancia, histórica a partir de la información que facilita, lo que realzaría

su posición y supondría un avance en la historia humana46

.

Childe se suicidó el 19 de octubre de 1957 en las Blue Mountains de Nueva Gales del

Sur (Australia). Su acto viene avalado por sus propias palabras47

. En ellas pueden

encontrarse motivos económicos: “me he vuelto muy dependiente de gran cantidad de

comodidades superfluas –hasta lujos- (...), con mi jubilación, por cierto, no podría

mantener mi nivel de vida, sin el cual me parecería intolerable la existencia y necesario

para evitar que me transformara en un inválido y una carga para la sociedad”, “siempre

he considerado que una sociedad sana debería desembarazarse de tales parásitos48

ofreciendo la eutanasia como el máximo honor o imponiéndola incluso en casos

41

Childe 1946c (2004). 42

De cualquier signo en que se manifestaran, fuera liberal o marxista mecanicista. En un pasaje muy

conocido ataca lo que denomina perversión marxista, refiriéndose explícitamente a los marristas quienes

“apelan a las uniformidades de la evolución social, que si bien parecen hacer inteligible el desarrollo de

cada cultura a la cual aplican este concepto, fracasan por completo al tratar de explicar las diferencias

entre culturas, y borran o descartan las diferencias observadas al considerarlas irrelevantes. De esta

manera, la prehistoria se vuelve ahistórica” (Childe 1958c, 5). Para Childe, las laxas relaciones entre

economía y superestructura, combinadas con la diversidad medioambiental, producen una pauta

multilineal evolutiva, más que una pauta unilineal.

La confusión de Clark entre marrismo y marxismo le hace decir que Childe, al final de sus días, sufrió

una gran decepción en sus ideas marxistas. Véase Klejn (1994, 88) para evaluar el alcance de ese error. 43

Como acertadamente comenta Trigger (1980, 138). Childe matiza además que “los arqueólogos no

pueden predecir el futuro con precisión, pero la comprensión del pasado puede aportar una base para su

planificación” (1947a, 68-69). 44

Childe 1958b, 74. 45

Childe 1956a. En las frases en cursiva utilizo la traducción literal de la versión castellana de J. B. De

Frondizi para ediciones Galatea (1972, 129, 135-6). 46

Childe 1958c, 2. 47

La información procede de unas cartas que Childe envió a Grimes, su sucesor en el Instituto de

Arqueología de Londres, a quien rogó mantuviera inéditas hasta pasados diez años. Daniel, a instancias

de Grimes, las sacó por fin a la luz en 1980 en un editorial de la revista Antiquity (Cf. Childe 1980, 1-3).

De ahí proceden las frases extraídas. 48

Se refiere a los “distinguidos profesores que mascullan clases diez años desactualizadas y gastan los

fondos de los departamentos en equipos obsoletos”.

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extremos, aunque no condenándolos a la miseria y el hambre por la inflación. Siempre

pensé en dejar de vivir cuando esto ocurra”; motivos sociales: “poner fin a su vida es

algo que distingue al Homo sapiens de otros animales mejor que la inhumación

ceremonial de los muertos”, y también motivos ideológicos: “el prejuicio británico

contra el suicidio es por completo irracional”, que se convierten en predictivos: “un

accidente puede sobrevenir fácil y naturalmente en un acantilado de montaña”.

Si hubiera que listar las principales características de Childe todas ellas cobrarían

fundamento en su actitud científica materialista, realista, objetiva y dialéctica y en su

compromiso social, fundamentalmente anti-burgués. Bien distante de conformismos,

rodeos, sensiblerías y doble moral, su mejor perfil podría ser esbozado con sus propias

palabras:

“No me interesan las verdades absolutas, los objetos de la contemplación

pura en un mundo supra-sensible de ideas, de existencia eterna, más allá de

toda posibilidad de cambio o perturbación por la acción humana, inmóviles

como estrellas en un firmamento remoto, fuera del alcance de la

sociedad”49

.

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