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A la problemática de las malas especificaciones de las áreas públicas generadas en los nuevos
barrios, se suma la aparición de las unidades residenciales cerradas. Estos desarrollos
empezaron a construirse en la ciudad a fínales de los años setenta y se reglamentaron en los
años ochenta, se presentaron con mayor fuerza en los sectores de la población de clase media
alta en las zonas suroccidental y suroriental de la ciudad, justificadas en el problema de
seguridad que comenzó a padecer Medellín en este periodo, generaron espacios verdes al
interior con una negación rotunda al espacio público donde los andenes, las áreas de
protección al peatón y los parques públicos, no fueron contemplados en dichos proyectos
(DAPM, 2005).
En estas zonas de la ciudad se desarrolló una arquitectura suntuosa para vivienda construida
en buena parte con los dineros del narcotráfico que azotaban la ciudad, grandes edificios
ubicados en zonas que nunca fueron planificadas, propuestos para albergar gran número de
personas y vehículos, en los que no se tomaron las medidas necesarias para garantizar la
provisión de espacio público suficiente. Por tal razón se produjo el deterioro progresivo de las
originales calidades urbanísticas y ambientales de los barrios mas amables y gratos que tenía la
ciudad como Laureles, Belén y El Poblado. (DAPM, 2005).
Particularmente el Poblado, no siguió un proceso coherente de parcelación, urbanización y
edificación, al contrario, se densificaron las parcelas o fincas sin ningún tipo de planificación,
aprovechando las pequeñas vías existentes, obviando el proceso de urbanización requerido
para construir la infraestructura pública necesaria, como el espacio público, las vías, y los
servicios para la nueva población. En este sentido, se desarrollaron urbanizaciones cerradas sin
ninguna estructura urbana definida.
Por otro lado, además de una desestimulación en la generación de parques barriales, otros
fenómenos incidieron en la crisis de esta tipología, se presentó un grave problema de
sostenimiento y mantenimiento de los parques existentes, evidenciando la incapacidad del
Municipio de garantizar el uso adecuado del espacio público, por su parte, las zonas verdes
privadas con mejores calidades comenzaron a suplir muchas funciones que debería prestar el
espacio público en la ciudad.
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La Unidad Deportiva Atanasio Girardot se configuró en esta época como el escenario de mayor
representación y de esparcimiento, otros equipamientos como campos universitarios y clubes
privados prestaban servicios recreativos pero no se garantizaba el libre acceso debido a las
restricciones económicas.
En 1972 es inaugurado el centro comercial San Diego (primer centro comercial del país), a
partir de este se creó una nueva cultura comercial que cambió los hábitos de esparcimiento y
recreación de la población, especialmente de las clases medias y altas introduciendo por
primera vez “el espacio del shopping” en la realidad urbana. Simultáneamente, según
diagnósticos realizados por la Oficina de Planeación se había creado una conciencia y
apropiación de los parques de barrio que le otorgaron un carácter “popular”, pensados como
una necesidad exclusiva de las clases bajas, evidenciando un fenómeno de segregación social
en el uso del espacio público de la ciudad.
Imagen 91 Centro Comercial San Diego década 1980 , Fuente http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=672704
Imagen 92 Unidad Deportiva Atanasio Girardot1980, Fuente http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=672704
Adicionalmente, desde la planeación y el uso del espacio público se generó un cambio
sustancial en el concepto de recreación, siguiendo la propuesta de los campos deportivos
planteados en las unidades vecinales del Plan Piloto, en este periodo se enfatizó en la
necesidad de dotar la ciudad de espacios deportivos incluyendo los parques existentes con
escenarios deportivos y juegos infantiles impulsados en el Plan de Parques de 1964 y
posteriormente de 1976, el cual será analizado posteriormente con mayor detenimiento, por el
alcance e impacto de sus propuestas.
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Es así como se introduce un nuevo patrón de recreación en la ciudad que especializa el espacio
público bajo un criterio de optimización, comienzan entonces a manifestarse fuertemente las
patologías de redundancia, especialización y privatización del espacio público, que sumada a la
desestimulación en la generación de nuevos espacios lleva al parque barrial a una especie de
obsolescencia en estas dos décadas de la historia de la ciudad.
Todas estas problemáticas o patologías, generaron una preocupación desde la planeación de la
ciudad por el espacio público residencial:
“La pérdida de los espacios públicos desembocaron una incomunicación y disminución de la
vitalidad de la ciudad, la cual comprometió su identidad colectiva, espacios carentes de
seguridad, higiene, mantenimiento, comenzaron a privatizarse”(DAPM, 2011).
“(…) las condiciones del proceso de urbanización llevaron a un rápido crecimiento de la ciudad,
desbordando los límites de la planeación y regulación urbana, generando barrios desprovistos
de equipamientos y saturando otros ya existentes, cuyos espacios de consumo colectivo han
sido deficientes y por su densificación se ven sobrecargados”
Siguiendo esta preocupación, José Luis Set visita nuevamente a Medellín en 1977, 25 años
después de haber formulado el Plan Piloto para asesorar la Oficina de Planeación, con una
visión mas sensible sobre el patrimonio histórico y el espacio público de la ciudad. Reconoce el
valor de las plazas tradicionales “ como una maravilla del urbanismo”, e insistió reiterativamente
en abordar el desde la escala humana, en el modelo de la unidad vecinal la importancia
radicaba en vecindario, en la conformación de los “centros para la vida de la comunidad” que
garantizaban la cohesión social y urbana.
Por otro lado, insistió en la importancia de incluir densidades mas altas que permitieran liberar
espacios para campos de juego y espacios verdes, ya que la ciudad estaba ocupada con
construcciones muy bajas y cada vez mas se requerían espacios libres bajo un modelo de
ciudad compacta, en esta época la ciudad estaba saturada en su ocupación. (Schnitter, 2007).
“ Una de las cosas que padece nuestras ciudades es el estado de desequilibrio. Y este
desequilibrio está patentizado en Medellín. Es una falta de armonía que resulta de ese
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desequilibrio, porque por un lado, hacemos torres altas y por otro lado, destruimos lo poco que
había de cohesión en una calle… A uno le place hacer una casa alta y la hace entre
medianeros. El del lado hace una cosa totalmente distinta. El desastre total , es que las calles
ya no son calles. Los espacios urbanos han perdido su forma física. No hay plazas ni calles que
se puedan representar con tal nombre. La armonía está totalmente, ausente. El equilibrio deja
de existir … Es el momento para hacer un examen de conciencia no demasiado tardío. Y el
examen de conciencia , creo que deben admitir a los ciudadanos de Medellín. Yo creo que la
oficina de un plano, por buena que sea, por buenas ideas que tenga, está en un vacío total. No
tiene contacto alguno con la ciudad, mas que contactos de vaivenes políticos, cuando cambian
completamente los directores de un plano… La continuidad no se ha establecido y como no se
ha establecido, lo que ha habido es discontinuidad” (Schnitter, 2007).
Siguiendo esta línea, fue consciente que el modelo de espacio público propuesto en la unidad
vecinal no se aplicó correctamente en Medellín, insistió entonces en restituir los espacios
urbanos en las áreas residenciales, especialmente cuando en Medellín se había perdido la
característica del trazado antiguo, aquella escala que tenía la ciudad con barrios alrededor de
una plaza o de un parque, resultado de una manzana sin construir, con árboles y actividades
alrededor, un conjunto que parar Sert conformaba un núcleo. (Schnitter, 2007).
Insistió en al necesidad de conformar el espacio público como el elemento central de las áreas
residenciales, para el la ciudad debería incidir en que los nuevos desarrollos generaran desde
sus inicios un núcleo, “la ciudad empieza en un espacio vacío publico libre alrededor del cual se
desarrolla el resto…” . Como se mencionó anteriormente, reconoció que la propuesta de
conformación de parques lineales en las unidades vecinales no funcionó, fue idealista,
evidenciando una crisis en la concepción de los nuevos barrios “estos espacios realmente no
conformaron núcleos comunitarios, el núcleo aglomerante era el espacio que posibilitaba la vida
comunitaria para que la gente se conociera, de lo contario sucedía en las unidades vecinales
anglosajonas donde nadie se conoce y que es lo que sucede quizá en nuestras nuevas
unidades residenciales, en realidad no son vecinos porque no se conoce a nadie, ninguna otra
persona, el vecino del vecindario definido a la manera antigua, eran gentes que se conocían.. y
había una especie de familia mayor que la familia”
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En la crítica realizada a la aplicación de sus planteamientos, revaloró la antigua noción de barrio
y la necesidad de generar su núcleo, resaltando la intimidad y la cualidad aglutinante de los
espacio públicos de pequeña escala, como el campo de juegos, una pequeña plaza, un
pequeño parque como lugares de identidad y de agrupación social. (Schnitter, 2007).
La asesoría y evaluación realizada por José Luis Sert en Medellín demostró como aunque
desde la configuración urbana se evidenciaba una crisis del parque barrial, desde el discurso de
la planeación se comenzaba a valorar de nuevo el ámbito residencial, de este modo, era posible
pensar posteriormente en un resurgimiento de esta tipología en la planeación del espacio
público de la ciudad. “Seguimos creyendo que los lugares de reunión pública, tales como
plazas, paseos, cafés, etc., donde la gente pueda encontrarse libremente, estrecharse la mano
y elegir el tema de conversación que sea de su agrado, no son cosas del pasado, y que
debidamente adaptadas a las exigencias de hoy, deben tener un lugar en nuestras ciudades”
(Schnitter, 2007).
-El Plan de Parques para la ciudad.
Como se mencionó anteriormente dentro de la preocupación por el espacio público, Planeación
Municipal realizó varios diagnósticos que evidenciaban el estado de la configuración del espacio
público en esta época, la cual se caracterizó por la dispersión y la falta estructura. Espacios
insuficientes, inadecuados, mal localizados y distribuidos, los cuales no respondían a ninguna
política, ni a ningún plan.
Las áreas verdes estaban concentradas en la zona central de la ciudad, pero otras zonas
carecían totalmente de espacios verdes recreativos, y las pocas áreas existentes no cumplían
eficazmente su papel.
Dentro de la preocupación ambiental y el nuevo enfoque recreativo de la planeación en esta
época se realizaron estudios sectorizados, estudios hidrológicos, programas de arborización,
propuestas de parques regionales y conformación de cinturones verdes, proyectos basados en
una incipiente política ambiental bajo la concepción integral del manejo y la conservación del
medio ambiente.
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Es así como durante las décadas de los setenta y los ochenta, la acción del la oficina de
Planeación ya con una función Metropolitana se movió entre las intervenciones en el sistema
vial, los programas de renovación urbana, y las incursiones en el espacio público desde una
perspectiva ambiental” (DAP,2011).
El Plan Piloto y el Plan Director se constituyeron en un punto de partida para el manejo de los
espacios públicos del Valle de Aburrá, en 1958 mediante Acuerdo 32 de 1969 se autorizó un
dinero par la compra de tierra destinada a zonas verdes y a parques, siguiendo dicho acuerdo
en 1968 y 1969 el Departamento Administrativo de Planeación realizó el primer inventario de
zonas verdes y espacios para la recreación y el primer Plan de Parques para la ciudad.
Denominado como “Plan de zonas verdes, Programa de Parques y Unidades Deportivas para la
ciudad de Medellín”, diagnosticó una insuficiencia de servicios requeridos por la población para
la recreación y esparcimiento, evidenciando el gran potencial de la ciudad al contar en esta
época con zonas de reserva que aún no habían sido urbanizadas, las cuales deberían definirse
como zonas verdes públicas. Bajo un nuevo modelo de recreación activa, propuso dotar la
ciudad de todas las zonas requeridas para la recreación de la población en las diferentes
escalas: urbana, de comuna, de comunidad y de barrio.
Este plan realizó una primera clasificación de los espacios verdes existentes, tanto públicos
como privados, diferenciándolos funcionalmente en áreas recreativas ornamentales dentro de
los cuales se contabilizaban los parques barriales (50,36 H ), el zoológico, el Bosque de la
Independencia, el Cerro Nutibara y los principales cementerios ,campos universitarios y clubes
privados (rodeo y campestre). Las otras clasificaciones eran las áreas deportivos como campos
universitarios, clubes privados, el velódromo y la Unidad Deportiva Atanasio Girardot y las
zonas de reforestación de retiros del Rio Medellín y las Quebradas Ana Díaz y La Hueso. Estas
áreas sumaban un total de 10,77 m2/hab de zonas verdes, de las cuales se excluían las áreas
verdes lineales que hacían parte de la sección vial.
Este diagnóstico realizó una separación funcional de las áreas verdes de la ciudad en zonas
recreativas para recreación pasiva y zonas deportivas para recreación activa, una
especialización funcional del espacio público que en el caso de las áreas verdes privadas es
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excluyente para algunos grupos sociales, adicionalmente, evidenció la deficiencia de servicios
para el deporte y la recreación y la carencia de un organismo dinámico dentro de una política
que impulsara la construcción de parques recreativos y zonas deportivas
Imagen 93 Plan de Parques y Unidades deportivas, Fuente DAPM1964.
La propuesta de este primer plan, se basó básicamente en incrementar las zonas verdes con un
énfasis en los espacios deportivos, ya que según el diagnóstico realizado eran las áreas mas
deficitadas. En ese sentido los parques de barrio considerados como áreas verdes
ornamentales no fueron una prioridad. Surge entonces el parque recreativo, el Plan propuso
habilitar todas las zonas verdes posibles con escenarios deportivos, que desde un enfoque
segregacionista se destinaban para clases sociales media y baja ya que se daba por hecho,
que la clase alta practicaba deporte y se recreaba en espacios privados de otra categoría y no
requería de este tipo de espacios públicos, aumentando desde la planeación la segregación
social y la crisis del espacio público en dicha época.
El plan propuso dotar a la ciudad de las áreas adecuadas para recreación y el esparcimiento,
conforme a la demanda actual y proyectada a 5 años.
Se propusieron parques recreativos a escala urbana: El Volador, Nutibara, Parque Norte y
Pedregal, adicionalmente unidades deportivas cercanas a los núcleos escolares a escala de
comunidad y de comuna como el Parque Norte, el Parque Belén, Oriente, Miraflores, Pedregal,
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Atanasio Girardot, La Floresta, Castilla, Cristo Rey, los cuales contarían con dotación para la
práctica de deportes “populares”. Finalmente se propusieron zonas verdes de protección y de
reforestación en el rio, la Quebrada Iguana, Quebrada La Hueso, Quebrada Ana Díaz y la
Quebrada La Rosa(DAPM,1964).
La propuesta pretendía aumentar las zonas deportivas en 0,5 m2 /hab y las zonas recreativas
en 1m2/hab, cumpliendo con el objetivo de brindarle a la ciudad amplias facilidades de
recreación en todas sus formas, cantidad de áreas y funciones.
Específicamente, el Parque Norte se propuso con una función deportiva recreativa, se
planteaba la necesidad de su articulación con el Bosque de la Independencia el cual debía
renovarse y complementar sus funciones, el Parque Volador se propuso con funciones
recreativas y ornamentales aprovechando sus calidades paisajísticas, con la posibilidad de
construcción de un jardín botánico y el Parque Nutibara se planteo como sitio de observación
panorámica, como una especie de parque mirador. En todas estas la reforestación se consideró
como un factor relevante en su implementación.
A partir de este primer plan surgieron varios estudios y proyectos sobre planes de parques
realizados por la Administración Municipal donde se incluía el área céntrica, los barrios y
algunas zonas del perímetro. Se realizaron varios estudios para definir y clasificar los espacios
abiertos disponibles dedicados al deporte y al esparcimiento considerando su magnitud, función
y población atendida. La función recreativa-deportiva del espacio público era un enfoque ya
definido, el cual conceptualmente se había comenzado a perfilar desde la propuesta de campos
deportivos en los parques lineales propuestos en el Plan Piloto por Wiener y Sert.
En este sentido en 1976 se inició el segundo Plan de Parques para la ciudad con proyección a
1985, donde se propuso aumentar el indicador a 4 m2 de zonas verdes por habitante, este fue
aprobado mediante Acuerdo 23 de 1976 y priorizó varias obras propuestas en el primer plan
como el Parque Norte, El Cerro Nutibara, El Cerro Volador. De igual forma, dispuso la
construcción del Museo de la Ciencia y de parques y zonas deportivas en San Antonio de
Prado, San Cristóbal y algunos barrios de la ciudad.
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La diferencia de este segundo plan con el primero, radica principalmente en el cambio de escala
en el que fue presentado, al igual que otros planes sectoriales la planeación ya estaba
encaminada en un ámbito metropolitano que le exigía al espacio público una escala mayor a la
municipal, comenzando así un mayor interés por los parques de ámbito metropolitano y
regional.
El Plan proponía lo siguiente (DAP; 2011):
-Parques regionales: La Represa de Piedras Blancas, Rio Grande, El zoológico y el Jardín
Botánico se propusieron como parques regionales con valores históricos, culturales paisajísticos
y ecológicos, en los cuales se proponía adecuar algunas áreas para camping y recreación.
Imagen 94 Inventario Zonas verdes 1971. Fuente: DAPM, (1974)
Parques Metropolitanos: Parque Ancón Sur, Tulio Ospina, Parque Juan Pablo II y Unidad
Deportiva Atanasio Girardot, propuestos como integradores de los municipios del valle.
-Parques Urbanos: Cerro Nutibara, Volador; Parque Norte, Parque La Asomadera, y parques
públicos en las reservas de áreas del Club Campestre y El Rodeo.
-Parques comunales: Unidades Deportivas Miraflores, Castilla, al Floresta, Belén, El Poblado,
Finca Montecarlo, Parque la Ladera integrado con la Normal de Varones.
En cuanto a los Parques de Barrio se diagnosticaba que en 1976, existían 200 parques para
220 barrios, los cuales eran insuficientes para abarcar toda al población. Se hizo una propuesta
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a este nivel en cada zona de la ciudad, de las cuales muchas de estas incluían la construcción
de escenarios deportivos, proyecto impulsado por Coldeportes en 1977, cambiando totalmente
el carácter del parque barrial por un parque recreativo-deportivo a nivel barrial.
Nororiental: El Raizal, santa Inés, Las granjas El Pomar y Villa Guadalupe,
Noroccidental: Alfonso López, Pedregal, Santander, Centro comunal castilla Girardot
Centro oriental: Caicedo, Loreto y Salvador
Centroccidental: Los Alcázares y San Javier
Suroriental: Lleras y Provenza
Suroccidental: Las Playas , Trinidad y Cristo Rey
Imagen 95 Parque El Calvario, Fuente: Archivo digital DAPM
Imagen 96 Parque Villa Hermosa, Fuente: Archivo digital DAPM
La meta de este plan era básicamente elevar el índice de zonas verdes de la ciudad dotando la
os barrios de parques recreativos y a las comunas de unidades deportivas. Aunque la
administración reservó tierras y zonas verdes para al recreación, por dificultades económicas y
políticas muchas de estas obras no se pudieron materializar y en 1978 los índices cuantitativos
y cualitativos disminuyeron notablemente.
Según la evaluación del Plan de Parques realizado por el Departamento Administrativo de
Planeación, varios de los parques de barrio construidos estaban destruidos por la falta de
mantenimiento, las unidades deportivas carecían de dotación, muchos de los terrenos
adquiridos para parques no se dotaron y algunas propuestas no pudieron llevarse a cabo,
repitiéndose por parte de la Administración las malas prácticas de los urbanizadores privados
en cuanto a la construcción, dotación y entrega de las áreas verdes y servicios colectivos. Se
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presentaron grandes dificultades en la calidad de estos espacios, el aspecto cualitativo cobró
mayor importancia, evidenciando que el problema no era solo cuantitativo sino de dotación y
cualificación para que estos espacios realmente pudieran servirle a la comunidad.
“El Plan de Parques fue la oportunidad para proceder a utilizar con fines recreativos, los
terrenos de reserva cedidos al municipio por las urbanizaciones, como zonas verdes, estos
terrenos a razón de sus desventajosas características, en cuanto a su ubicación, condiciones
topográficas, su carácter de pequeños retazos de terrenos dispersos, no pudieron ser utilizados
y fue necesario proceder a comprar tierras a costos elevados, limitando así las posibilidades de
inversión para la ejecución de obras de dotación”(DAPM, 1976). En este sentido la
Administración adquirió terrenos para áreas recreativas en la ciudad como el Parque Norte,
Volador, Cerro Nutibara, entre otros, su financiamiento se dio a través de una sobre tasa en el
servicio telefónico.
Imagen 97 Unidad Deportiva Atanasio Girardot. 1980, Fuente: DAPM (2011)
A manera de evaluación este Plan adoptó una política de distribución de las áreas verdes
recreativas en distintas escalas como un precedente para los planes futuros realizados
posteriormente en la ciudad, se consideró como uno de los primeros inicios de dotaciones
deportivas a partir de la construcción de unidades deportivas y canchas en los parques de
barrio, no obstante, no reflexionó sobre el problema recreativo de la ciudad, tomando
deliberadamente la decisión de generar espacios para la recreación activa desconociendo otras
necesidades sin una definición clara de un “patrón recreativo”. Teniendo en cuenta lo anterior,
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se incursionó con la instalación de aparatos mecánicos y parques infantiles como un nuevo tipo
de amoblamiento urbano diferente al utilizado tradicionalmente en los parques barriales, los
cuales fueron transformados drásticamente en su forma y funcionalidad. ”(DAPM, 1976).
Para muchos este Plan fue realmente ambicioso, dentro de una visión metropolitana, el Parque
de Berrio se propuso unirlo con la plazuela Nutibara con el fin de “cambiar su escala inicial de
plaza mayor” (Bravo, 1991). Así el espacio público es abordado desde una escala metropolitana
acorde con las funciones que para ese entonces ya tenía el Departamento Administrativo de
Planeación el cual cumplía un papel institucional a este nivel.
Imagen 98 Área donde se construiría el Parque San Antonio 1983 Fuente: DAPM. (2011)
Finalmente, este plan inicia formalmente la “metropolización del espacio público”. En los años
80 varios acuerdos reglamentaron los usos del suelo para la destinación de parques regionales
y metropolitanos, entre estos las áreas de EPM que actualmente configuran el Parque Regional
ARVI, en 1974 se comienza a construir el Parque Norte, posteriormente e Parque Tulio Ospina,
el Parque Juan Pablo II y en la década de los ochenta el Parque San Antonio el cual introduce
un nuevo concepto de parque urbano en el diseño de espacio público de la ciudad.
4.3.3 Evolución de la planeación de la ciudad y la normativa:
A nivel nacional en esta época se generaron procesos importantes que insistieron en la
necesidad de conformar instancias entre las diferentes administraciones para fortalecer la
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planeación local y regional, caracterizando este periodo por la ”Metropolización” de la
planeación urbana. En 1973 surgió la necesidad de formular un Plan Metropolitano con una
participación interinstitucional que permitiera reordenar el desarrollo del Valle de Aburrá y
planificar el crecimiento de Medellín, esta preocupación por la planeación del territorio a nivel
supramunicipal generó la creación del Área Metropolitana del Valle de Aburrá mediante la
Ordenanza No. 034 de 1980, con la cual todo el valle de Aburra se consolidó como área de
planificación y desarrollo.
Posteriormente, el Alcalde de Medellín mediante Decreto No.040 de 1982, reestructuró el
Departamento de Planeación Municipal para que cumpliera las funciones de Planeación
Metropolitana y se fortaleciera la planificación de todo el territorio a este nivel. Lo anterior
significó una gran transformación de la planeación, la cual tomó un enfoque socio-económico
con gran influencia en lo físico, que dio paso a la planeación del desarrollo y a la planeación
estratégica. (Schnitter, 2007).
Se formularon planes de desarrollo y planes de ordenamiento físico sectoriales, el Plan vial de
1971, el “Plan Vial Metropolitano” de 1985 y el Plan General de Parques de 1976 con una
perspectiva metropolitana, en 1980 mediante el Decreto 3104 de 1979 se expide el Plan
Integral de Desarrollo “Para la consolidación de al metrópoli” De aquí se deriva la formulación
de los planes de ordenamiento territorial zona norte y zona sur, que definieron una propuesta de
ordenamiento físico para el Valle de Aburrá. (Schnitter, 2007).
Pese a los esfuerzos en la planeación se contaban con pocos instrumentos normativos que
permitieran reglamentar y planificar la gran dinámica urbanizadora de estas dos décadas y se
incidiera en la regulación ambiental, la cual comenzó a ser una de las principales
preocupaciones. Dentro de los instrumentos disponibles, se contaba con los planes integrales
de desarrollo, las normas sobre clasificación y uso del suelo, y las medidas de expropiación,
catastro y valorización.
En cuanto al espacio público, la planeación física se enfocó en la construcción de grandes
obras públicas, en su mayoría construcción de vías, servicios públicos y vivienda, este no era
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prioritario, no se consideró como una función pública básica y necesaria en los planes de
desarrollo que comenzaron a formularse. (DAPM, 2011)
No obstante, aunque desde la ejecución presupuestal el espacio público no fue una prioridad,
desde la planeación urbana hubo un hecho significativo, la formulación del Plan General de
Parques para Medellín, analizado anteriormente, el cual fue adoptado mediante Acuerdo 23 de
1976, con motivo del Tricentenario de la fundación y erección de Medellín, este Plan definió
específicamente un plan de obras, que incluían proyectos en la zona central, en los barrios
periféricos y en los corregimientos con un énfasis metropolitano. Siguiendo esta directriz
mediante Decreto 2838 de 1980 se definieron parte de los terrenos del Aeropuerto Olaya
Herrera para la construcción de un Parque Metropolitano. (DAPM, 2011)
Adicionalmente, tras el evidente auge de los desarrollos multifamiliares se reglamentan sus
densidades y dimensiones, incluyendo las especificaciones del espacio público.
Mediante Decreto 232 de 1976 “Por medio del cual se establecen normas generales, sobre el
tratamiento de arborización y zonas verdes del área urbana” se manifestó una preocupación por
el medio ambiente exigiendo a los urbanizadores y a los proyectos y programas propuestos por
la Administración un diseño urbanístico, el cual debería articularse con las propuestas del Plan
General de Parques y debería contar con el visto bueno del Departamento Administrativo de
Planeación Metropolitana.
Imagen 99 Tipologías de conjuntos y Edificios multifamiliares, localizados en su mayoría en las zonas suroriental, suroccidental y centroccidental de la
ciudad. Fuente: Acuerdo 451 de 1982 DAPM
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En 1982 se expidió “ El Estatuto de Planeación, Urbanismo y Construcción para Medellín”
mediante la Resolución 19 de 1982 y el Decreto 451 de 1982, el cual recopiló mucha de la
normatividad que a la fecha se había construido incluyendo la reglamentación acerca de las
áreas de cesión pública destinadas a espacio público para los desarrollos urbanísticos.
En el artículo 78º del mencionado Acuerdo, urbanizaciones mayores a 6000 m2 se estableció
un porcentaje mínimo del 10% del área total destinado a zonas verdes, reforestación y
recreación, para desarrollos entre 2000 y 6000 m2 no se exigió la obligación de cesión de suelo
para espacio público, dichos desarrollos deberían mantener el 70% del área libre privada
destinando dicha área a la recreación y deporte al aire libre (piscinas, parques infantiles
senderos entre otros).
Lo anterior explica como muchas de las urbanizaciones construidas en el Poblado y Laureles,
sobre lotes de antiguas casas y fincas no cedieron áreas par espacio público, generando
simplemente áreas libres privadas de uso común.
Imagen 100 Sectores Generales de usos. En verde se establece el uso complementario, de servicio y social, donde se señalaban los principales
equipamientos y espacios públicos en la ciudad . Fuente: Acuerdo 451 de 1982 DAPM
Adicionalmente, la cesión cuando se exigía estaba destinada a ”zonas verdes, reforestación y
recreación” un concepto muy amplio donde era factible aceptar retiros a corrientes de agua
siempre y cuando se garantizara se garantizara su accesibilidad como pago del total del área de
obligación establecida. De esta manera se explica como muchos desarrollos cedieron áreas de
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retiros de quebrada que aunque la norma exigía su dotación y adecuación, en muchos casos se
convirtieron en espacios residuales que posteriormente fueron privatizados por cuestiones de
seguridad, sumando el tema de problemas de zonas de riesgo y estabilidad de terrenos, el cual
en ese entonces no se revisaba con mayor detenimiento.
Se introduce de igual forma otra modalidad para el pago de la obligación de espacio público,
que hoy en día sigue siendo un instrumento novedoso para su gestión y desarrollo, el pago
podría realizarse en dinero cuando por razones técnicas el área de cesión no era posible
definirse dentro del proyecto, este debería ser equivalente al área a ceder y se iría al “fondo
rotatorio de zonas verdes y parques de recreación” con el cual se generarían otros espacios
públicos en la ciudad, en áreas que si fueran aptas. No obstante este instrumento posibilitaba
también que muchos desarrollos no generaran en el sitio el área mínima requerida para la
nueva población residente, teniendo en cuenta que el ámbito barrial de servicios de espacio
público y equipamientos no es factible de reemplazar por espacios de mayor escala y jerarquía,
descompensando de algún modo estos nuevos sectores de la ciudad.
Finalmente este Acuerdo desarrolla en el artículo 261º un programa de parques y plazoletas
urbanas centrales, dentro de la cual se propone la Plaza Cívica de Cisneros, entre otros
proyectos de espacio público planteados en el centro de la ciudad.
4.4 Cuarto Periodo, - La Ciudad Región 1985-2011 “El espacio público en el discurso de la planeación y el ordenamiento territorial de Medellín y
el Área Metropolitana, hacia un resurgimiento de la tipología del parque barrial”
Este periodo se caracteriza por grandes transformaciones económicas a nivel mundial, la
globalización trajo consigo cambios económicos, sociales, políticos, tecnológicas y culturales, el
mundo se enfrentó al crecimiento de la economía de mercado, la internalización del trabajo, la
apertura económica, y los países de América Latina como Colombia no fueron ajenos a su
influencia.
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A nivel local Colombia y específicamente Medellín a finales de los años ochenta y principios de
los noventa vivió una gran crisis social y económica, evidenciando una decadencia fuerte del
sector industrial, lo cual generó impactos en la economía regional y en lo social. Hubo una
fuerte crisis ambiental, social, económica y de gobernabilidad. La ciudad estaba vulnerable, las
condiciones de seguridad eran muy desfavorables, el narcotráfico y los conflictos generados por
la violencia detonaron un ambiente hostil, se agravaron las condiciones de pobreza, la
ocupación indebida y violenta del territorio las cuales produjeron un gran desequilibrio.
Por otro lado, a nivel político ocurrieron cambios que le permitieron al municipio tener un mayor
control y autonomía para atender las dificultades de su territorio, se promulgó una nueva
constitución política, que trasformó el estado paternalista que asumía toda la planificación, por
un estado participativo, donde la planificación debía ser compartida entre el estado y la
ciudadanía, convirtiendo al municipio en el protagonista del desarrollo. (Schnitter 2006).
Con la descentralización, el municipio quedo encargado de la planeación local, se le otorgaron
mas recursos para invertir, adicionalmente la participación ciudadana empezó a ser significativa
en la planeación, la cual en este periodo, se ha caracterizado por una gran influencia en el
componente físico espacial de la ciudad.
En 1989 se expidió la “Ley de Reforma Urbana” que obligó a los municipios a realizar los planes
de desarrollo, posteriormente la Ley 388 de 1997 la cual definió la obligatoriedad de los planes
de ordenamiento territorial como instrumento esencial del ordenamiento territorial municipal.
Teniendo en cuenta lo anterior, se formuló la primera generación de planes de ordenamiento
territorial entre 1999 y 2001, como una primera aproximación al territorio como plataforma para
el desarrollo económico y sociocultural, y la posibilidad de armonizar el desarrollo urbano con el
medio generando por primera vez una articulación entre la planeación del desarrollo y el
ordenamiento territorial. (Schnitter, 2006).
De igual forma, siguiendo el rumbo del periodo anterior, la planeación siguió trascendiendo la
escala municipal, entendiendo el municipio en su contexto regional y metropolitano, este cambio
de escala que incorporó las relaciones con el oriente y el occidente del valle incorporando el
discurso de “Gran Región Metropolitana”, se fortalecieron las figuras de las Áreas
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Metropolitanas con la Ley Orgánica 128 de 1994, la cual le otorgó con competencias muy claras
la función de planificadora del territorio, preservando las autonomías municipales pero
entendiendo la necesidad de una planeación supramunicipal requerida para afrontar las
condiciones y exigencias de la competitividad que trajo consigo los procesos de globalización
para la ciudad.
Por otro lado, otro cambio significativo en este periodo fue la incorporación del tema ambiental
como política urbana, aunque en los diferentes periodos del crecimiento y desarrollo urbano se
presentó como una inquietud, en este último se convirtió en un enfoque concreto del
ordenamiento territorial, el cual trascendió la planeación física de la ciudad.
En este sentido el país participa en la Cumbre de Rio de Janeiro de 1992, en la cual se hace un
reconocimiento internacional al medio ambiente como un asunto integral del desarrollo humano,
la dimensión ambiental se presentó como la temática principal, como un tema ineludible en la
formulación de políticas, incorporando conceptos de desarrollo sostenible y sustentable y
adquiriendo el compromiso de construir una legislación sobre medio ambiente y en especial
para los centros urbanos, firmando compromisos en la llamada “Agenda 21”. Lo anterior, dio
paso a una innovación institucional en materia ambiental, a la creación de la Ley 99 de 1993,
del sistema nacional ambiental y del Ministerio del Medio Ambiente. (Schnitter, 2006).
En Medellín la preocupación ambiental se asoció con la calidad de vida de los habitantes, el
manejo del agua y del ecosistema urbano, la política ambiental trajo consigo el reconocimiento
de los componentes naturales del espacio urbano como elementos claves, un énfasis en el
enverdecimiento de la forma urbana y del re direccionamiento de eventos socialmente
significativos al espacio natural. (DAPM,2005). Por otro lado se realizaron estudios de los
diferentes ecosistemas, se mejoraron e implementaron planes de ordenación y manejo integral
de cuencas y se propuso la implementación de un estatuto metropolitano de ambiente. (DAPM,
2011).
Como respuesta a esta orientación del ordenamiento territorial, El Plan de Ordenamiento para
Medellín, establecido mediante el Acuerdo 62 de 1999, se enmarcó en una “visión regional,
para construir la sostenibilidad de la región, consolidar la competitividad de Medellín y del valle
de Aburra”, revalorando el espacio público como esencia de la ciudad e incursionando el tema