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Institut français d’études andines Empresas coloniales | Susana Aldana Rivera Capitulo III. Los tineros p. 109148

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Este trabajo trata del conjunto de elementos presentados, que hicieron de las casas tina instituciones de importancia variable en elmundo económico de la Piura colonial.

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Capitulo III. Lostinerosp. 109­148

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Texto completoTodo el conjunto de elementos presentados, hicieron delas casas­tina instituciones de importancia variable en elmundo económico de la Piura colonial. Sin embargo, estemundo se compuso también de otros aspectos; la sociedadno debe ser dejada de lado en el análisis: las casas­tinafueron creadas por hombres que vieron en esta industriaun elemento de desarrollo económico pero también unfundamento en el universo social piurano. Universo quevinculaba a más de raigambre y tradición en la localidad,un número variado de relaciones humanas entre losdiferentes estratos sociales, fuesen relaciones de trabajo,de alianzas familiares, de comercio, etc.Los tineros no formaron un grupo aislado y distinto de laélite dominante de la sociedad piurana. Por el contrario, sumisma existencia como industriales sujetos al inestablecarácter económico de la colonia, los condicionó amantener una complementariedad con otras actividades1.Pudieron así, combinar la representación social de cadauna de éstas, el que un tinero fuera además de hacendado,ganadero y a veces hasta gran comerciante, fue cosacomún. Cuando a principios del siglo XVIII, el virreyPríncipe de Santo Buono requiriera de los piuranos el pagode un impuesto para la construcción del presidio deCallao, se convocó a los principales hacendados. De lossiete firmantes del acta, salvo uno, todos habían sido oeran tineros2. De igual modo, un siglo más tarde alactualizarse los pagos de los derechos de alcabala sobre laventa de ganado cabrío, los llamados, a más de tineros,eran los hacendados más importantes de la costa; inclusoen la apelación que se hizo a la Real Audiencia fuerondenominados como el “Gremio de Tineros y Hacendadosde la ciudad de Piura”3.Pero no bastaba contar con una posición social definida y

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1. REDES FAMILIARES

un sólido poder económico, la buena marcha de amboselementos requería de una actitud favorable por parte delos que gobernaban; actitud que los tineros ­comocualquier otro miembro de la élite­ aseguraban siendo unode los dirigentes o contando con alguien muy cercano en elpoder4, de allí la importancia de las redes familiares.Por otro lado, en los cimientos del mundo de tineros, seencuentran las relaciones que éstos tuvieron con la manode obra de sus fábricas. El proceso productivo por muysimple que fuera requería de un cierto número detrabajadores que respondía a una jerarquía y a ciertascondiciones de vida en las casa­tinas. Finalmente elproceso de decadencia de esta industria, iniciado a finesdel XVIII, propició el lento cambio en la esfera de interés delgrupo dominante hacia otras industrias más rentablescomo fuera el algodón en el XIX. A este cambio derentabilidad se sumó un creciente endeudamiento y unasituación de inestabilidad por la coyuntura derompimiento con la metrópoli y posterior establecimientode la República; elementos que determinaron el ocaso delos tineros como miembros de la élite.

Al igual que en el resto del virreinato, las relaciones entrelos hombres jugaron un papel muy importante no sólopara el mantenimiento del bienestar económico sino paraacceder a medios de control, a la política. Dichasrelaciones significaron el establecimiento de vínculos deparentesco que, gracias a los mecanismos que ellossuponen en cuanto a la continuidad en la posesión de unbien, permitieron la permanencia de las fábricas en el senode una misma familia por períodos de tiempo extensos. Ladedicación por tradición la industria de jabón, le imprimióa esta actividad un carácter empresarial familiar; los

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1a. el poder politico: el Cabildo

tineros se valieron de sus redes de parentesco y de susvinculaciones sociales para sostener la marcha de suindustria.

A nivel virreinal el máximo poder político estuvocentralizado en la figura del Virrey o, en su ausencia, en lade la Real Audiencia. Pero a nivel regional, el Cabildo seconstituyó en el núcleo de autoridad y gobierno. Más aúnen un territorio como el piurano, lo suficientementealejado del centro de poder y ubicado geográficamente enla periferia de la audiencia de Lima, a caballo entre dosregiones muy definidas5, como para no contar con unacierta autonomía local.El Cabildo piurano se estableció en base al esquemaorganizacional tradicional con dos alcaldes a la cabeza (deprimer y segundo voto) rodeados de un número deregidores que se encargaban propiamente del gobierno dela ciudad. Salvo los puestos de alcaldes cuyos ocupanteseran designados por votación en el consejo de regidores,los cargos se compraban, sobre todo los de gran prestigiolocal como el de Alférez Real (encargado del estandarte delRey.) En realidad, el Cabildo era la afirmación de clase delos criollos cuyo interés por el status social se debíatambién a la facilidad que daba en el acceso a préstamos,negocios, etc.; es decir para conseguir el bienestarindividual6.Los cabildantes tenían asegurado el control de la ciudad ydel territorio que caía bajo la jurisdicción de la misma. EnPiura, el Cabildo mantenía una esfera de influencia socialque abarcaba la zona de costera, Tumbes inclusive,mientras que la parte serrana se escapaba de ella, tal vezporque buena parte del año permanecía aislada por laslluvias. Todo el que necesitaba ocultarse de la justicia lohacía en la sierra y era en esta zona también en donde se

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.los tineros y el Cabildo

comercializaba el jabón que robaban los esclavos en latina.

Los tineros piuranos tuvieron su lugar en este núcleo depoder regional (ver apéndice 7). Un buen número de ellosocuparon el puesto de alcalde y prácticamente todos losdemás tuvieron algún cargo en el Cabildo. Estos regidoreseran los encargados de dar el pase al remate de lasdiferentes rentas del Ramo de Propios, fuente de ingresosdel Cabildo. El arriendo o venta en enfiteusis de trozos delos Egidos, por ejemplo, era determinado por loscabildantes aunque el encargado de cobrar las mercedesconductoras fuera un tercero. En la última década del sigloXVIII, el tinero Miguel de Arméstar se había hecho de Guan,un trozo de terreno de los Egidos de la ciudad de Piuraque, a causa de una negocio le había sido embargado. En1799, el rematista del ramo de Mojonazgo, Balsa y Egido,don Luis Josef Rentería y Noguerol, protegía su inversiónsolicitando que el tinero le cubriera la cantidad delarriendo7.Sin embargo era tan fuerte el status y prestigio que daba elhecho de ser miembro del Cabildo, que servía deprotección en este tipo de situaciones. Arméstar fueacusado por Francisco Menéndez Pabón, apoderado dedon José Matías Elizalde, Prior del Real Tribunal delConsulado de Lima, de utilizar su cargo de Alferez Real delCabildo de la ciudad de Piura para obstaculizar elcumplimiento del embargo y remate de esos bienes cuandoincluso dicha vara, (la de Alferez), debía ser confiscada ypuesta nuevamente a la venta8. Y esta utilización delprestigio como cabildante no parece haber sido un casoaislado. Una década antes a este juicio, en 1789, BaltazarRuiz Martínez pleitaba con el arriero Josef Tineo por losperjuicios que le había ocasionado el transporte

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“... quedara mui lijero de consiensia Ruiz Martínez como sitales prejuicios no me uviese irrogado y esto por que?porque a mi me falta la representacion y caudal queadorna a don Baltazar”9.

descuidado de sus jabones a la ciudad de Lima,impidiéndole judicialmente la salida de la ciudad. Elarriero señalaba:

Ruiz Martínez era Regidor Perpetuo del Cabildo de Piura eindependientemente de la justicia o injusticia del caso, espalpable la importancia que otorgaba la pertenencia adicha institución. Es más, el origen poco noble de unregidor podía ser borrado por esa pertenencia al Cabildo.Cuando don Miguel del Castillo de los Ríos fue elegidoJuez de Aguas y del Fierro, 'el Cabildo piurano informóque este regidor era de humilde extracción y distante de lanobleza (Garay 1987:36). Sin embargo el hermano de éste,el Ldo. Carlos del Castillo, inició a la familia en la industriadel jabón. Actividad continuada por su sobrino e hijo delprimero, el Ldo. Silvestre Antonio del Castillo y luego, porlos familiares y descendientes. Llegaron a formar unafamilia con reputada posición económica y de reconocidatradición tinera y hacendada (ver apéndice No. 5). Debetomarse en consideración además, la influencia delCabildo en el mundo social piurano si de los regidoresdependía ese tipo de información sobre la extracción socialo sobre la limpieza de sangre de cualquier persona.El poder del Cabildo se afirmó en el XVIII. En el sigloanterior el gobierno local parece haberse hallado bastantemás repartido entre esta institución y el Corregidor yJusticia Mayor del Corregimiento de Piura. Un corregidormedianamente fuerte podía alterar los intereses y latranquilidad del grupo dominante. Tal fue el caso de donPedro de Sada Valle, caballero de la orden de Santiago,quien llegó a Piura en 1680 como Corregidor, JusticiaMayor y Cajero Real, justo en el momento de expansión de

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.el Cabildo y las alianzas familiares

la industria tinera. A poco de su arribo y utilizando a susobrino don Joseph Valles como interpósita persona,alquiló una tina y curtiduría, pretendiendo estancar laslejías, petacas y costalillos. Más aún, aseguraban lostineros afectados ­Francisco de Sojo, Andrés de Urbina,Francisco de Herrera y Andrade y Bartolomé de Subiaur­Sada Valles “atravesaba” esos materiales, obligando a losindígenas a que sólo le vendiesen a él. Para ello se servíade los alcaldes de aquellos pueblos en que se fabricaba lalejía, haciendo que inscribieran en el padrón aquellosindígenas que no llevaran su material a la tina queadministraba Valles10.Utilizando el Cabildo o fuera de él, el grupo de tineros seunía para defenderse si sus intereses se veían afectados.Cuando en Lima se pretendió establecer el asiento depieles, lanas y cordobanes, se levantaron muchas voces dequeja por parte de los interesados: gremio de zurradores,de curtidores, de zapateros, etc. De igual forma loshacendados de Piura se hicieron sentir de inmediato,elevando sus reclamos al Virrey puesto que el privilegioexclusivo era perjudicial para los productores y para losintroductores de esas especies. Las numerosas quejasfueron oídas y se levantó el asiento11.

Las alianzas familiares aseguraron el acceso al poderpolítico local. En 1694, Mateo Gonzales de Sanjinés y JuanSojo Cantoral hicieron postura cada uno por el oficio deregidor con la condición expresa de poder entrar a votar enel Cabildo para la elección de alcalde de ese año. Estospersonajes eran cuñados y en la subasta por las varas,habían tenido que pujar contra Luis de la Cruz y JuanBenito de las Heras, relacionados a su vez; obviamentebuscaban influir en la elección del alcalde de ese año12.Contar con algún miembro de la familia entre las

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autoridades lugareñas resultaba conveniente pues podíahacer que la balanza de la justicia se inclinasefavorablemente. Al menos eso se deduce de las razonesque expone doña Rosa de Subiaur y Urbina en 1722, alhacer su apelación a la Real Audiencia de Lima. Ella eratenedora y albacea de su tío, el tinero y Pbo. Andrés deUrbina y Quiroz y litigaba por el pago del arrendamientode la hacienda Malingas y del beneficio de jabones porparte de doña María Leonarda Sojo Cantoral. DoñaTomasa no esperaba encontrar justicia en Piura puestoque el hijo político de la enjuiciada, Capitán Juan deArbisu, era el Corregidor y Justicia Mayor de Piura13.A veces las redes familiares cubrían los puestos de justiciamás importantes, obstaculizando la ejecución de la justiciamás simple como en el caso de doña María Tholosano.Siendo la viuda del tinero Joseph de Céspedes, se veíaimpedida de cumplir las funciones como albacea ytenedora de sus bienes. La causa no podía correr ante losalcaldes, uno era el Maestre de Campo Antonio Rodríguezde Taboada, su yerno, y el otro, el Ldo.Carlos de León, sumeto político14.Las familias piuranas más importantes mantenían siempreuna representatividad en los cargos políticos de la ciudad.Si retomamos la familia tinera de los Del Castillo, nosencontramos que Miguel Serafín del Castillo era Regidor,Juez de Aguas y del Fierro; su hijo político FernandoSeminario y Jaime, Regidor, varias veces Alcalde y JusticiaMayor, y su sobrino político Diego Manuel Farfán de losGodos, Regidor Fiel Ejecutor.Toda esta racionalidad política de los piuranos seencuentra enmarcada por un gran interés en resaltar supresencia social en la región a través de la posesión de ungrado militar. La élite provinciana se servía de estemecanismo para suplir su carencia de títulos nobiliarios15 ylos tineros piuranos como parte de esa élite, no escaparon

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1b. los vínculos de parentesco

“... en ella no concurre calidad, linaje, origen y cuna ycareciendo de estos requisitos legales, carece también delprivilegio que amplia la Ley a la mujer distinguida ...”

de la regla. Abundaron los Sargentos Mayores, losCapitanes, los Maestres de Campo y los Generales. Sinembargo, mientras que es más frecuente la utilización delgrado militar en los documentos del siglo XVII en los delXVIII la tendencia es referirse más al título de Cabildo.

Ellos fueron los que permitieron la permanencia de lascasas­tinas en manos de una misma familia por períodosbastante largos. El grupo familiar16 se veía reforzado por elinterés común en el desarrollo de cualquier actividadeconómica, en este caso la tinera, y aceptaba la presenciade miembros espúreos. La ilegitimidad era tolerada por lasociedad colonial piurana más no olvidada17. Y en ello seencontraría el motivo del desprecio de los españoles paracon los lugareños18 y tal vez también, ese afán de loscriollos por entroncarse con los recién llegados pese a que,en el fondo, los rechazaban.Al ser embargado el tinero Arméstar, los bienes de susobrino político Juan Miguel Larraondo fueron tambiénsecuestrados. Estando ausente, la responsabilidad recayósobre su mujer, doña Fernanda de la Guerra, a quien sepretendió encarcelar pese a que la mujer no podía serpresa por deuda, pues:

Pese a la “nobleza” del marido y ser doña Fernanda, hijalegítima de María Dominga Espinosa de los Monteros y dedon Antonio de la Guerra, no se había olvidado primero,que ella contaba con tres hijas naturales “habidas durantesu viudez” y luego que, a su vez, su madre era hija naturalde María Vicenta Flores con don Manuel FranciscoEspinosa de los Monteros. Lo curioso es que unos pocos

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años antes, en 1773, al efectuarse la división y partición delos bienes de doña María Vicenta, se remarcó si no lanobleza de origen, si la honestidad y los buenos créditos dedoña Dominga y su hermano, el tinero Gregorio Espinosade los Monteros. Inclusive al otro hermano, José Miguel lehabía sido disculpado la ilegitimidad de nacimiento yhabía recibido las ordenes sacerdotales19.Siguiendo el modelo esbozado por S. Socolow20, seencuentra que las buenas familias de la sociedad colonialpiurana buscaban asimilar a los foráneos que se instalabanen la zona. Y en el caso de Piura, foráneo era tanto limeñocomo peninsular. Es bien cierto que hay numerosasalianzas con familias lambayecanas y lojeñas pero máscomo para recrear las redes de relaciones que cimentaronlos circuitos comerciales de la región norte que para hacerpersistir la importancia y status del grupo familiar. Seasimilan foráneos que manejen cierto caudal o que poseanaptitudes comerciales o que desempeñen algún cargopolítico de importancia. En el caso de los tineros piuranosen la primera mitad del siglo XVII muchos son peninsularestal vez, porque las nuevas tierras aún atraían inmigranteso porque los españoles asentados aquí con relativoacomodo, traían a sus familiares. Sebastián FernándezMorante es español y también lo son Diego de Saavedra yAntonio Rodríguez de Taboada mientras que Francisco deHerrera y Andrade, contemporáneo de los anteriores, eslimeño. Salvo Saavedra, todos se casaron con hijas detineros, con las hermanas Juana e Isabel Céspedes yVelasco y Juana Rodríguez de Albújar, respectivamente(ver apéndice No. 5). Para la segunda mitad del siglo XVIII ycon la nueva oleada de inmigración española21, llegaron aPiura un número de peninsulares y se radicaron en ella. Almenos tres se dedicaron a la industria del jabón; dos seconvirtieron en propietarios de casas­tina para fines desiglo y uno en los primeros años de la República. Vicente

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.el mayorazgo

María Fernández de Otero y Miguel de Arméstar secasaron con mujeres que, si bien no pertenecían a la mejorsociedad piurana, si estaban bien conectadas y mejorestablecidas en el mundo comercial de la región. JosefaRuiz Martínez y María Mercedes Espinosa de los Monteros­mujeres de los mencionados­ eran hermanas de regidoresdel Cabildo y grandes comerciantes de cascarilla y textiles.El tercero, Joaquín de Helguero y Gorgoya sí se casó conuna rica heredera de una familia de hacendados, doñaJuan Josefa de Carrión e Iglesia y sólo por reveses de lafortuna, se dedicó en los primeros años de la República afabricar jabón22.Las casas­tina permanecieron en los mismo grupos defamilia por largos períodos de tiempo y además de laherencia lineal padre­hijo, los tineros se sirvieron de otrosmecanismos para asegurarse es la continuidad en laposesión de las fábricas. El mayorazgo, la dote y el derechode retracto ayudaron a que las casas­tina fueran retenidaspor las familias que tradicionalmente ejercieron laactividad tinera en Piura.

Ciertamente no fue el sistema más utilizado entre lostineros piuranos pero es interesante remarcar lavinculación de alguno de éstos con él. Los vínculossurgieron como protección contra las leyes de herenciaespañolas que iban en contra de la pervivencia de lasgrandes fortunas. Se aseguraba un número de bienesindivisible, inalienables e imprestables bajo un sóloindividuo pasando de generación en generación,prefiriendo el hombre a la mujer y el mayor al menor(Mörner 1983:347­348). Los mayorazgos solían serfundados por gente de grandes familias o por laaristocracia. En Piura, no hubo títulos de Castilla hastamediados del siglo XVIII aunque si familias nobles y muy

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.la dote

vinculadas a la aristocracia virreinal. Los mayorazgosencontrados se refieren a los Sojo y a los Fernández deParedes, familias con tradición tinera.La mayor relación familiar fue siempre con el marquesadode Salinas cuyo dos últimos representantes seestablecieron en Piura. A principios del XVIII, Juan SojoCantoral había casado a una hija, María Catalina, con donJoseph Antonio de Echarri y Xavier, caballero de la ordende Santiago y marqués de Salinas y, a la otra, JosephaGabriela, con el General don Diego Francisco de Echarri yXavier, caballero de la orden de San Juan; un dobleentronque que evidencia el alcance de las alianzasfamiliares de la élite piurana y que explica el porque estasfamilias se encuentran relacionadas a los mayorazgospiuranos.El tinero Juan Sojo Cantoral, además de llevar como partede su arras matrimonial un mayorazgo recibido por víamaterna y establecido en España, heredó el vínculoestablecido por su padre. A finales del siglo XVII, donFrancisco Sojo había fundado un mayorazgo sobre lahacienda trapiche Nuestra Señora de la Concepción y SanFrancisco de Buenos Aires y sobre la casa familiar en laciudad de Piura. Un siglo después, Thomás Fernández deParedes fundaría un vínculo de mayorazgo sobre el títulode Marqués de Salinas y la hacienda Tangarará con loexistente en ella (ganado y oficinas de tina); vínculo quedebía disfrutar su sobrino Francisco Xavier y que debíaunirse posteriormente con el mayorazgo de la hacienda deMorropón23. Al menos y aunque no fuera una de las másimportantes, una fábrica de jabón piurana estuvo incluidaen un vínculo, en el mayorazgo de Tangarará.

El matrimonio fue la forma más sencilla de establecervínculos de parentesco. Se buscaba aliarse más con un clan

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familiar que con una línea individual o de padre­hijo(Mörner 1983:351). El nuevo miembro masculino, piuranoo foráneo, era inmediatamente asimilado a la familia y ladote era la forma como el grupo ayudaba en la instalacióndel nuevo núcleo familiar. Por ello, dedicados a laindustria y comercio del jabón, la importancia de esteproducto entre los bienes con que los tineros dotaban a sushijas.Jabón o cordobanes fueron artículos comunes que llevaronlas piuranas al matrimonio. Sojo Cantoral al casar a su hijaJosepha Gabriela, la dotó con 23,000 pesos en plata “y enefectos de jabón y cordobanes que recibió por veintiquatromill pesos”24 aunque bastante más común, fueron dotesmás pequeñas. Por la misma época, doña Antonia deQuevedo y Subiaur, nieta y sobrina­nieta de los tinerosBartolomé de Subiaur y Andrés de Urbina, recibió 2,000pesos “procedidos de efectos de una manada de ganadocabrío que se mató en las tinas de esta ciudad”25. De igualmodo en la segunda mitad del siglo XVIII, doña MaríaMercedes Espinosa de Arméstar había dotado a su hija con1,500 pesos. Probablemente las dotes poco cuantiosas sehabrían debido a que lo más importante que la mujerllevaba al matrimonio eran las relaciones sociales y lasconexiones comerciales y no tanto los productos26.Incluso en el desarrollo inicial de esta industria, la dote noera dada tan sólo para el “fomento” del nuevo núcleofamiliar sino con el fin específico de llevar adelante unacompañía. En Piura, el 19 de julio de 1653 se establecióprimero una carta de dote entre Isidro de Céspedes ySebastián Fernández Morante e inmediatamente después,una compañía para la cría de ganado y fábrica de jabónentre los mismos. Céspedes había dotado a su hija con losmismos bienes que después Fernández Morante aportó ala compañía. Es más al año siguiente e igual en el mismodía, se ampliaron los bienes semovientes y el número de

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“...recibió en diferentes ocasiones varias cantidades endinero y en otros efectos de comercio como son frutos dehazienda y tina para girar con ellos vendiéndolos en dichomi hermano (Silvestre) y con sus utilidades yadelantamientos sostener las cargas del matrimonio”29.

mitayos de la compañía de un lado y la carta dotal porotro27. Igualmente, Pedro Rodríguez de Albújar —que sehabía iniciado con una compañía establecida con su suegroDiego Benites— dota a su hija Juana con la mitad de lahacienda Parales y la mitad de la casa­tina junto con lamitad de los negros esclavos; el resto de todo esto semantenía en posesión de Rodríguez28. Luego de su muerte,su hijo político Francisco de Herrera y Andrade entraría enposesión de toda la hacienda y casa­tina.Pero la norma era favorecer a la nueva pareja para que seinstalasen en el nivel del grupo familiar. Al concertar elLdo.Silvestre del Castillo el matrimonio de su hermanaMariana con Pedro Martín Ramos, señalaba éste últimoque:

El grupo familiar encauzaba a los nuevos miembros en lasactividades económicas que desarrollaban. FernandoSeminario y Jaime también se había iniciado en el giro delcomercio con Cuenca con 1,000 pesos de su pertenencia ylos 3,000 que en dinero, jabón y cordobanes, recibiera endote su mujer. Muchas veces esta dote era la plataformapara iniciarse en los negocios y luego ingresar en laindustria del jabón. Este mismo Seminario y Jaime, seharía de una fábrica de jabón en 1818.La diferencia de apellidos podría llevar a pensar entraspasos de la propiedad de la fábrica pero esgeneralmente por línea femenina como los tineros seencuentran vinculados al bien. Siendo el hombreasimilado por el grupo familiar al casarse, no esdesatinado pensar que la mayor relación era con la familiade la mujer. Baltazar Jaime de los Ríos y Rivera compra su

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.el derecho de retracto

tina de un Rivera; Vicente de Valdivieso casado con unaTaboada se hace de la tina de esta familia. Valga desalvedad que no sólo llega a la mujer por dote sinotambién por herencia fuese del padre o del esposo. Encualquier caso, los hijos la recibían por vía materna.

La regla general de la herencia supone el paso del bienpropio de los padres a los hijos. Sin embargo, en muchoscasos a la muerte de un tinero piurano se formaba un“concurso de acreedores” que subastaban sus bienes paracobrarse las deudas que éste pudiera tener. La escasez decirculante en Piura unida con la fuerte actividad mercantilde sus habitantes, indujo a que se trabajara mucho conpagarés, letras y libranzas. Cada tinero y comercianteestablecía toda una red de relaciones comerciales con lascuales movilizar su mercancía a pesar de no contar condinero en efectivo. Cortada abruptamente esa red ante eldeceso del tinero, los acreedores buscaban que se lescubrieran sus deudas. A menos que la familia del difuntocontara con el dinero en efectivo para hacerlo y sobre todosi el monto total de la deuda era alto, se formaba eseconcurso. Algún miembro del grupo familiar se encargabade negociar con los acreedores hasta llegar a un acuerdo.Por lo general, asumían los pasivos del difunto ycontinuaban con los negocios aunque reformulando lostérminos. Este concurso podía también formarse en vidadel deudor si algún acreedor exigía legalmente el pago desu deuda y el obligado no podía cumplirlo.En ambos casos, la fábrica de jabón era considerada comobien patrimonial. Si se realizaba el remate, el herederopodía ponerse como primera opción de venta al precio desubasta y recusar al rematista, quedándose con el biensubastado. Si se daba la circunstancia que el tercero que lacompraba era objeto a su vez de un concurso de acreedores

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o se deshacía de la tina rematada, el hijo o descendientedirecto del dueño anterior poseía el derecho preferencialde compra y podía retractar la operación, evitando la ventaa un cuarto del bien que fuera de su patrimonio.A finales del siglo XVII, al morir el Alférez Francisco deHerrera y Andrade se formó un concurso de acreedoressobre sus bienes y en 1702, la casa­tina fue cedida enarrendamiento a Joseph Velásquez y Tineo por un valorcontrario a los intereses de los herederos. Don PedroDomínguez Franco, segundo esposo de la viuda deHerrera, retractó el remate de arriendo en nombre delmenor hijo del Alférez. Su oposición fue aceptada y elarrendatario Velásquez y Tineo tuvo que hacer un nuevoacuerdo con él. A la muerte de éste, Domínguez recibe laadministración de la casa­tina como tutor del herederoJuan Joseph de Herrera y Neira30. Al deshacerse de la tinay pese a haber entroncado Rodríguez de Taboada quien“casualmente” habría comprado la misma tina que añosantes perteneciera a sus cuñados Céspedes y FernándezMorante. Unos cuantos años más tarde, el cuñado deHerrera, Joseph Velásquez y Tineo hijo, había comprado amedias con su cuñado León, la otra tina que fuera de suabuelo Céspedes.La tina de Rodríguez de Taboada, convertida en bienpatrimonial del grupo familiar de los Taboada tras tenerdos dueños ajenos al grupo, regresa a éste a través delheredero directo Juan Gervacio Rodríguez de Taboadaquien, en un juicio colateral, señalaba haber hecho uso desu opción preferencial de compra31.Este derecho de retracto parece haber tenido un lapso devigencia. El Ldo.Silvestre del Castillo no tenía relacióndirecta con Baltazar Jaime de los Ríos y sin embargo se leremató su tina pese a haber hecho también postura JosephMasías de Saavedra, descendiente del dueño originario dela tina. Mas el concurso se realizó en 1763 mientras que la

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“...cuia familia no tiene relacion de sangre con la de donMiguel de Annestar y como assi mismo es verdad que lacitada finca no es heredada de ascendientes algunos oabolengos de la dicha familia...”

tina había pertenecido a los Saavedra hastaaproximadamente 1690. En algún momento se comentaesa relación pero no se considera y prima la mejor oferta32.Donde más claro aparece el uso de este derecho es a finesdel XVIII, en el secuestro que se realizó a los bienes deltinero Miguel de Arméstar. Hecho el remate, la casa­tinaquedó en manos del Capitán Manuel Vascones yValdivieso y muy poco después de hecha la subasta, donGregorio de Muñoa, hijo político de Arméstar, alegaba que“le compite a su mujer el derecho de retraer esta finca” porlo cual pedía se le adjudicase la fábrica al precio desubasta. Inmediatamente le respondió la parte interesadaaclarando que hacía tan solo tres años que Arméstar habíacomprado la tina de don Nicolás de Vilela

Muñoa mismo tuvo que reconocer que ni él ni su mujertenían vínculos de sangre con los Vilela sino que hacíapoco que había sido comprada por remate. Visto entoncesque no eran bienes patrimoniales, se desestimó la solicituddel hijo político de Arméstar y se decretó no haber lugar aretracto33.Pero debe remarcarse que el que existiera ese derecho deretracto no significa que se haya utilizado siempre o enforma explícita, primero, porque se requería del dinero enefectivo al momento del remate para cubrir el precio yluego porque debieron entrar a tallar consideraciones deotro tipo. Socialmente los grupos de familia de tinerostuvieron su lugar establecido entre la élite y es bastanteprobable que perteneciendo además por tradición a laactividad, fuera visto como cosa común que poseyeran losbienes que en algún momento no muy lejano hubieransido de su familia.

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1c. la empresa familiar

Acercarse a estos mecanismos (mayorazgos, dote yderecho de retracto) permiten tener, al menos, una idea decomo las tinas se habrían mantenido en los mismos gruposde familia pese a encontrar que pasan a ser propiedad deterceros con relativa frecuencia. Sin lugar a duda cada unode ellos requiere de un estudio más profundo de lasociedad piurana pero es sobre todo el último punto, elretracto, el más oscuro.

La estrecha relación entre los tineros permite analizar laindustria del jabón como una empresa familiar. Se ha vistocomo de uno u otro modo las tinas quedan en posesión delgrupo familiar.La representación social y el poder económico de lostineros aunado a la necesidad de liquidez en zona de tantocomercio y tránsito como Piura, los llevó a fungir deprestamistas. En algunos casos con una connotacióndiferente de la que suele dársele pues se indicaba enmuchos contratos notariales que los préstamos eran “porhacer vien y buena obra”. No se establecía ninguna tasa deinterés ni otro tipo de recargo adicional y la operación eraafianzada por un tercero con reconocida solvencia social yeconómica, no por los bienes del que recibía el dinero. Eramás que un préstamo de plata al diario como se daríaluego en el caso del tinero Joaquín de Helguero34 sino queal parecer, era una ayuda real. Es más que probable que, asemejanza de México, en la segunda mitad del XVIII laIglesia fuera lentamente desplazada por los comerciantescomo suministradores de crédito (Von Wobeser 1988:25).Algunas veces, la cantidad de dinero prestado se convertíaen producto y se le negoceaba. Miguel Loayza pudocomercializar 600 pesos que en jabón le había prestado eltinero del Castillo, vendiéndoselo al precio ventajoso de 10pesos y con la condición de devolvérselo de la fecha del

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.las relaciones de familia

contrato en 10 meses35. Si se contase con los árbolesgenealógicos de ambos personajes, de seguro seencontraría que hay un vínculo familiar entre ellos.Por otro lado, las relaciones sociales también ayudaban enla producción de jabón. En los períodos en que abundabael ganado y aumentaba la demanda de casas­tinas, estasvinculaciones sociales permitían asegurar el beneficio delos animales y aprovechar el mercado antes que laproducción de jabón aumentase, rebajando precios. Por logeneral, Diego de Mesones labraba su jabón en la tina deJuan Sojo mas, teniendo éste material procesando, tuvoque buscar los servicios de otro tinero. Para ello se valió delos buenos oficios de Joseph Velásquez y Tineo quien lepresentó al tinero Antonio Bernaldo de Quiroz. Estaconexión que le permitió labrar su material a Mesonesaunque posteriormente se dieran problemas ende elhacendado y el tinero36

Pero el buen funcionamiento de las casas­tina se fundó enlas relaciones entre los miembros de la familia. A fines delXVII, Joseph Velásquez y Tineo arrendó una tina con suconcuñado Joseph de Valdivieso y con Francisco deIdiáquez —otro de sus cuñados— había formado unacompañía para vender ganado cabrío y lanar37. Un siglomás tarde, Bartolomé Ruiz Martínez comerciaba con jabónproducido en la casa­tina de su cuñado Vicente MaríaFernández de Otero. Este, por su parte, le avalaba unseguro y rápido beneficio de sus animales como paraaprovechar los buenos precios del mercado, limeño en estecaso38. Para la segunda década del XIX, Femando Seminarioy Jaime había beneficiado el jabón de la segunda esposa desu suegro. Pese a no ser costumbre por los riesgos de roboy merma y en virtud del parentesco, Seminario mantuvo eljabón de doña Mercedes Navarrete en su casa­tina por

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varios años a la espera que los precios del mercadomejorasen39.Las redes familiares extendidas por la región norteaseguraron la comercialización del jabón por los circuitosestablecidos. No sólo era común la diversificación de lasactividades económicas sino buscar que el respaldohumano al comercio de lo que con ellas se producía,fuesen los numerosos relacionados: “se usaban parientes oamigos confiables como consignatarios o agentes” (Mörner1983:350). Era común que los negocios se hicieran a labuena fe; los tineros no tuvieron por costumbre extenderrecibos del material recibido, tan sólo el mayordomollevaba un cuaderno más como diario de gasto ymovimiento de la tina que como apunte probatorio de lorecibido.El comercio del jabón y de los cordobanes piuranos, tuvolos focos de atracción, como se ha visto, Cuenca por elnorte, Lima y las ciudades intermedias, por el sur. Al igualque el resto de la sociedad piurana, los tinerosentroncaron con familias lambayecana y lojanas.Numerosos apellidos de los propietarios de haciendas deLambayeque que presenta S.Ramírez (1987:122­131)recuerdan a los piuranos: Saavedra, Carrasco, de los Ríos,Gastclú. Igualmente algunos apellidos de las autoridadeslojeñas suenan muy piuranos: Valdivieso, León, Aguirre(Anda 1987). Además el tinero piurano Gabino de Vilela semovía en la carrera de Lima, quedándose finalmente aresidir en ésta y Miguel de Arméstar antes de serpropietario de una tina en Piura, se había avecindado enCuenca y negociaba jabón, cascarilla y algodón.Las redes familiares que los piuranos establecieron con elsur de la audiencia quiteña y con los valles sureños hastaLima, cimentaron los circuitos económicos y permitieronla movilización de productos como jabón y cordobanes,líneas de giro de la empresa tinera.

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2. SU RELACION CON LA MANO DEOBRA

2a. los mayordomos

Poder llevar adelante el proceso industrial del sebo animal,vinculó necesariamente al tinero con sus trabajadores. Lamano de obra de las casas­tina fue fundamentalmenteesclava durante toda la etapa colonial. También hubotrabajadores libres pero relacionados colateralmente conel proceso productivo. Los tineros mantuvieron su fábricaen estrecha vinculación con sus haciendas, en todomomento se buscó mantener el binomio de hacienda­casa­tina. Por esta estrecha vinculación, los indígenas quetrabajaban en la hacienda estuvieron conectados con lasfábricas de jabón. La dirección de cada una de las partesde ese binomio estuvo a cargo de un mayordomo mientrasque el dueño dirigía y vigilaba la buena marcha delconjunto.

Fueron los administradores de las casas­tina y respondíadirectamente al tinero propietario. En algunos casos, comoel del tinero Urbina con su mayordomo Pedro deValladolid, compartían la dirección de la fábrica pero, en lageneralidad, el dueño sólo supervisaba la labor de sumayordomo. Entre sus funciones, estaba la obligación dellevar un “cuaderno” de tina donde apuntaba los gastosdiarios de la fábrica, las entradas y salidas del material asícomo los insumos recibidos. Como los negocios de lostineros eran llevados a la buena fe y sólo a veces, en casode litigio se recurría a estos cuadernos como testimoniopues la costumbre exigía la presentación de lo gastado ycorrido en la tina a manera de declaración jurada. Por otrolado, tampoco se acostumbró otorgar recibo por el seboque llegaba a la fábrica.Al recibir el material en la tina, la primera obligación del

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mayordomo era “romanearlo” (pesarlo en romana)personalmente pues debía revisarlo por si lo encontraba demala calidad para avisar de inmediato al tinero. Así éstepodía tomar las previsiones del caso. Pedro de Valladolid,mayordomo de la tina Quiroz, recibió el sebo delhacendado Diego de Mesones. Tras inspeccionarlo, loencontró ser más que nada “carnasa” y avisándole altinero, éste salvó su responsabilidad previniendo alhacendado de la mala calidad de su material40.También la lejía que llegaba a la tina era recibida por elmayordomo quien sólo en este caso, extendía un recibo enque anotaba cuidadosamente el número de fanegas yalmudes llegados, el precio de cada fanega y el arriero quela había entregado. Este era el único documento queemitía la administración de la casa­tina pues incluso,cuando se entregaba ya el jabón, bastaba con que el tineropreviniera su mayordomo de la salida del producto.También se acostumbraba que, una vez beneficiado eljabón y teniéndolo empetacado, el mayordomo se loentregara al dueño del material o a quien en su nombrefuera a recibirlo. Sólo cuando el propietario del jabón lovendía y enviaba al comprador a recogerlo directamentede la tina, había una orden de entrega o libranza de pormedio que el mayordomo guardaba para arreglar cuentascon el tinero mas no como prueba de lo que había sidofacilitado41.Los sueldos de los mayordomos eran una cantidad fija alaño, probablemente establecidos en razón de suexperiencia y de la importancia de la tina a dirigir. En1705, Joseph Quintín de Herrera, mayordomo de la tina deVelásquez y Tineo al momento, ganaba 400 pesos anualesmientras que Ventura Siancas, mayordomo de su haciendaGuapalas ganaba 150 pesos al año. Alrededor de estamisma fecha, Juan Prieto Dávila ­que había sido tambiénmayordomo de Velásquez­ ganaba 600 pesos más en esta

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.su ubicación social

cantidad se consideraba la contrata de dos ayudantes porsu cuenta. En 1722, Santiago de Silba, mayordomo deltinero León, ganaba 200 pesos y bastante más tarde, en1796, el mayordomo del tinero Arméstar ganaba 150pesos42. Con relativa frecuencia cambiaron de fábricas.Quintín de Herrera por ejemplo, señalaba que contaba congran experiencia porque había administrado varias casa­tinas por más de 10 o 12 años. Esta misma experiencia loshacía testigos imprescindibles en cualquier litigiorelacionado a las fábricas, su manejo o al producto. Eninventarios y tasaciones de casas­tina eran los primeros enser llamados como dirimentes sobre la calidad o sobre lapertenencia del jabón existente en ella.

Los mayordomos son difíciles de ubicar dentro de laestructura de jerarquías sociales. Los hubo relacionadosfamiliarmente con los tineros como el mayordomo Luis deVilela, sobrino del tinero Vilela, o como Miguel Sojo, hijode Juan Sojo. Pero también los hubo totalmente ajenos alpropietario de la tina e incluso de castas: CristóbalPalomino fue administrador de una casa tina y era pardolibre43. Un ejemplo totalmente opuesto al mencionado, esJoseph Quintín de Herrera, mayordomo de reconocidatrayectoria, quien fuera Ayudante General, Síndico delHospital de San Francisco y tuviera a su cargo elarrendamiento del derecho de la sisa y del Real Estanco44.Algunos tineros llegaron a establecer vínculos estrechoscon sus administradores. En algunos testamentos se tieneclaúsulas de reconocimiento que instituyen primas enpremio a la fidelidad y buenos servicios de losmayordomos. Debe resaltarse que en la mentalidadcolonial, estas primas eran independientes del parentescopuesto que en la liquidación de cuentas, por lo general, nose perdonaba la más mínima deuda incluso entre padre e

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2b. los indígenas

.los indios de las haciendas

hijo. El tinero Sojo Cantoral le dejó 1,000 pesos a suadministrador Rafael Sojo de Mogollón “en efectos dexabon y cordobanes por reconocer debérselos por susservicios personales en la tina”. Años más tarde, Vilela ledejaba a su mayordomo también 1,000 pesos por habertrabajado y “adelantado” su tina sin cobrar nada durante17 años, los que habían resultado en el aumento de dosesclavos a la muerte del licenciado. Más de medio siglodespués de éstos, Diego Farfán de los Godos le dejaba 300pesos a su mayordomo José Saavedra en reconocimiento asus buenos servicios45.

Poco tuvieron que ver con el proceso de producción deljabón. Fueron la mano de obra libre y asalariada de lacasa­tina la que debe de haber englobado también aalgunos mestizos. Sin embargo, la presencia de éstos no hapodido ser establecida con certeza. Una doble relación fueestablecida entre el tinero y su fábrica y los trabajadoresasalariados. Por un lado, estaban aquellos que sevinculaban a la tina por el binomio hacienda­casa­tina ypor otro, los que abastecían con su producción tejiera aestas fábricas. Además debe remarcarse que los indígenasretuvieron la “exclusividad del transporte balsero”;transporte utilizado para llevar jabón de Piura a Guayaquil(Borja 1976:298 y ss.).

Los indígenas fueron la principal mano de obra de lashaciendas, sobre todo en las de la sierra piurana; mano deobra mitaya en el XVII y libre en el XVIII. En las haciendas dela costa, a más de ellos y en algunas partes, se contó conmano de obra negra. Los mestizos y mulatos eran bastantemás difíciles de controlar y en todo caso, eran colonos o

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.los indios legieros

arrendatarios de los grandes hacendados.Las fábricas de jabón como centro transformadorestuvieron siempre conectadas con las haciendas,productoras de la materia prima. En el caso de las de lasierra que tenían que enviar su material a beneficiar, eranlos indígenas los encargados de su transporte. Trabajabancomo vaqueros o pastores y eran los que se ocupaban de lamatanza de animales en el momento adecuado. Tras darleun primer procesamiento al material, lo llevaban a la casa­tina.En el caso de las haciendas de la costa en que los animalesse beneficiaban directamente en la tina, los indígenaspodían cumplir otras labores como transporte de leña olejía. En julio de 1822, el tinero Seminario anotaba comogasto de trabajadores:

Notas46

El lito existente en los despoblados piuranos facilitó eldesarrollo de la industria saponífera en la zona. Losindígenas ubicados en las márgenes de estos despobladosse dedicaron a la producción de la lejía y en muchos casos,también a su comercialización. Principalmente sechuranosy morropanos se dedicaron a esta actividad. Establecieron

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un tácito acuerdo de mercado por el cual los primerosabastecían a Piura y los segundos, a Lambayeque. Sumisma ubicación geográfica coadyuvaba a ello. Sinembargo, son frecuentes las quejas del común de Mórropecontra los indios de Sechura por la irrupción de éstos en sumercado.Inicialmente en el siglo XVII, los sechuranos abastecían lastinas sólo con ceniza, luego se dedicarían a producirla,librando al tinero de la necesidad de fabricarla en supropia casa­tina. De modo semejante a este circuito deabastecimiento, las relaciones entre los tineros y losindígenas lejieros se fueron complejizando. De lanegoceación directa se pasó a la utilización deintermediarios. Por lo general, era el cura el que dirigía elcomercio del común, centralizaba el trabajo, lo distribuía yse quedaba con parte del excedente. Los tineros utilizabana sus parientes para el abastecimiento como en el casomencionado antes de Joseph Velásquez y Tineo queaprovisionaba su tina gracias a los oficios de su cuñadoIdiáquez. Otras veces era el mismo dueño del material elque facilitaba la lejía como Mateo Gonzales de Sanjinés o,a su muerte, su mujer, María Leonarda de Sojo Cantoral.Ellos llevaban directamente el insumo a la casa­tina porpropia mano o a través de su hijo político Juan deArbisu47. Sin embargo en ambos casos, se relacionaron conel cura de Sechura para la contrata de lejía. A finales delXVIII, también se podía conseguir este alcali por intermediode los mestizos asentados en el pueblo. Angulo Orrantia,vecino de Sechura, fue enjuiciado por Vicente Valdivieso;le había facilitado efectos y dinero por valor de 500 pesoscon la condición de que Orrantia le suministrase lejía porese valor puesta en su tina48.La contrata de lejía incluía el que fuera colocada en la tinay el mismo indígena se encargaba de llevarla. Pero lossechuranos como en general todos los indígenas piuranos

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2c. los negros

que se dedicaron al arrieraje, tuvieron fama deincumplidos. En la vuelta del siglo XVIII, los tineros sequejaba por el desabastecimiento de lejías. Los sechuranosse hacían adelantar dinero pero no la llevaban “en tiempooportuno y al plazo estipulado”, se fugaban con la plata opedían nuevo socorro. Por ello, el tinero “atraza su giro ydeshace sus contratos” (Helguero [1804] 1984:44). Noobstante lo temperamentales que fueron los indígenassechuranos debe hacerse la salvedad que la sequía que sedaba en Piura en esos momentos debe también habertenido su parte en el “atrazo” de los tineros.

Por lo general, fueron mano de obra esclava utilizada parala fabricación de jabón aunque también hubo libertos quetrabajaron en las casa­tina. Durante el virreinato, lamayoría de los esclavos estuvieron asentados en la costa yde manera desigual. El 73.7% se hallaba en la intendenciade Lima y de ellos, el 60% se encontraba en el partidolimeño. Incluso buena parte de éstos, se encontrabandentro de la capital virreinal. Con 4,725 esclavos, laintendencia de Trujillo resultaba la tercera másimportante con el 11.7% de la población total49. Por suparte, Piura con 884 esclavos, alcanzó el 2.2% del totalvirreinal, el 18.7% de la intendencia y algo menos del 2%de la población general de la provincia (ver gráfico 1).Los piuranos compraban esta mano de obra de Lima o dePanamá. Esta última fue el mercado ordinario de lospiuranos, sobre todo en el siglo XVII hasta mediados delXVIII. Los tineros iban personalmente o aprovechaban elviaje de algún comerciante conocido para hacer el encargo.Podían darle dinero pero lo más común era enviarmercadería y que con lo resultante de la venta se pagara elvalor del esclavo. Lima fue también un buen mercado en elcual comprar —y sobre todo colocar— esclavos. La práctica

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.su trabajo en la casa­tina

En 30 de junio y 1 de julio cargo leña de sapote MandingaEn 1 de julio se comenso a sacar la graza por Ñocoto yMatheo y se acabo de sacar el dia 4 de julio de 1716En 1 de julio de 1716 se echaron en las ollas onze botijas de

común fue nombrar un apoderado que realizase la venta ola compra. En este caso parecen haberse valido decualquiera que fuera a la capital o de un comerciante de lacarrera.Como a todo el virreinato, a Piura llegaron esclavos a losque se les señalaba por “castas”: mandinga, mina, caravelí,conga, chala, etc50. Hubo también esclavos zambos ymulatos. Parte de los que llegaron fueron llevados a lashaciendas del Alto Piura51 y como también eran símbolo destatus, gran parte permanecieron en la ciudad comoservicio doméstico y como mano de obra en las casas­tinas. Cabe recordar que “la esclavitud tuvo unsignificativo componente urbano en el Perú colonial”(Flores Galindo 1984:101). Un punto futuro de estudiotendrá que ser la ubicación y la movilidad del esclavo en elmundo social piurano pues no parece haber sido rígida einamovible su situación52.

Además de los insumos que se mezclaban en elprocesamiento del sebo, la buena o mala calidad del jabóndependía del “maestro jabonero”. Este era el esclavoprincipal, era el que conocía el momento justo paraagregar a la tinada, las cantidades necesarias de lejía.Contaba con ayudantes que realizaban las laboresmanuales, desde vaciar los zurrones de sebo en los fondosde tina hasta empetacar. Los negros se encargaban debeneficiar a los animales en la tina, separar la grasa, cortary cargar la leña y guardar los pellejos. Una anotación deltrabajo diario de los negros en un cuaderno de tina podíaser como la siguiente:

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graza Ñocoto y Matheo.En 3 dicho otras onze botijas53

Cuadro X: Número de esclavos de las principalescasas­tina de Piura

Sin embargo, se percibe como la anotación es retrospectivay no apuntada al momento.También había el maestro hornero que, como su nombrelo dice, se encargaba de atizar el fuego de los hornossubterráneos sobre los que estaban asentados los fondosde cobre. Podía contar con un ayudante para cargar elhorno con leña. Quizás y a semejanza de lo que encuentraRamírez para los ingenios en Lambayeque, los esclavosespecializados recibieran algún beneficio particular sobreel resto por su misma condición (Ramírez 1976:38).La leña generalmente la cortaban de los Egidos de laciudad aprovechando los algarrobos, el zapote e incluso,los cercos de alguna chacra sin vigilancia54.Extraer la grasa necesaria para una tinada requería de dospeones quienes la sacaban de los animales. Los pellejosque se obtenían, debían ser cuidados por otro peón máspor lo menos quince días para evitar que se secaran mal.Además mientras no se retiraban de la casa­tina debían sersacudidos cada diez días. El paneado o corte del jabón erahecho por el maestro cortador de jabón y finalmente, elnegro aguador se encargaba de abastecer con esteelemento a la fábrica.El número de esclavos que eran fijos de la tina casi nuncafue muy alto. Por el contrario podría incluso afirmarse quefue bastante bajo como para llevar adelante una industriapor muy incipiente que fuera.

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*a.No se cuenta con información para los años anteriores ydécadas posteriores.*b.número que varia dentro de la década.Fuentes: ADP: notarios Céspedes p25­1680, Rodríguez delas Varillas p110­1710, Farfán de los Godos p149­1796;cabildo 2 [37], 1704, corregimiento 23 [449], 1713;intendencia 1 [1], 1785 y gobierno político militar 1 [s/n],1821.

Pero debe considerarse que las fábricas de jabón teníanmás demanda por temporadas, en el tiempo de matanzas(diciembre) por ejemplo. Es muy probable que el tineromantuviera el número suficiente de esclavos como paramantener la tina en funcionamiento y que en épocas deincremento en la producción se echara mano de lossirvientes domésticos o mano de obra negra alquilada.Ambas prácticas parecen haber sido muy comunes. De lascasas­tina se sacaban esclavos para las casas (y quizáshasta para las haciendas que quedaban en los alrededoresde la ciudad) y viceversa. Al hacer su testamento, Sara deBargas anotó 7 esclavos como parte de la tina mientras que

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en el mismo año, su hijo y heredero Joseph de Sotomayor,sólo indicaba 2 en el contrato de arriendo de ella55.Fue tan común el intercambio que hasta en los contratosde alquiler se establecían claúsulas señalando que si eldueño se llevaba algún esclavo a su casa, debía reponérseloal arrendatario. En 1712, el tinero Rodríguez de Taboadaindicaba tener 16 esclavos, 8 en su casa y 8 en la tina y másde un siglo después, Fernando Seminario aseveraba poseer14 esclavos “entre la casa de su morada y su casa­tina”;afirmaciones indiferenciadas que remarcan el número depiezas más no la pertenencia específica a la casa­tina o a lacasa familiar. Incluso al hacerse el inventario por embargode la casa­tina de Arméstar a fines del XVIII, se encuentran7 esclavos, dos de los cuales no le pertenecían sino queeran de su socio, con quien tenía una compañía decomercio mas con el cual no compartía el negocio deljabón56. Podría ser que fueran esclavos momentáneamenteubicados en la tina o que hayan sido parte del capitalaportado por el socio o lo más probable, que estuvieranalquilados a la tina de Arméstar.Arrendar un esclavo costaba 3 reales diarios en 1682 ytambién fue una práctica tan generalizada que incluso sepermitía al arrendatario de la tina sacar los esclavos de ellapara hacerlos ganar jornal aunque sin que abandonaran laciudad57. A fines del siglo XVIII se cuenta con una pruebafehaciente de este alquiler de esclavos. En un juicio sobreel peso de jabón de la tina de Vicente Fernández de Oterofue llamado como testigo José Erquicia, “sambo esclavo dedoña Petronila Erquicia” que trabajaba comoempetacador58. En la colonia, muchos propietarios deesclavos, sobre todo mujeres, tuvieron por costumbrealquilarlos a terceros (Bowser 1977:147).Al embargarse una tina, todos los bienes eran puestos bajoel cuidado del Depositario General quien a su vez, colocabalos esclavos en alguna otra tina de la ciudad o mantenía

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ésta en funcionamiento. Si optaba por esto último,conforme se iban vendiendo para cubrir las deudas, ibaalquilando otros, anotándolos como gastos: un aguatero 2reales y medio diarios igual que un cargador de leña y unleñatero, 4 reales. En general, el salario común de unesclavo era 2 reales y medio diarios59.Pese a la contradicción en los términos, el esclavo piuranoposeyó bastante libertad de acción pues salía confrecuencia de la tina y se movía dentro de la ciudad. Esmás, por lo general salía fuera de ésta a recoger leña ytambién hubo veces en que fungió de arriero. Incluso seencuentra que un esclavo había comprado su libertadtrabajando “en dos chacras que tuvo y en su oficio decurtidor”. Este esclavo había sido labrador en la haciendade Suipirá y curtidor en la tina de Menéndez Pabón, tineroque no contaba con algún tipo de conexión con la haciendamencionada60. Quizás su condición de artesano o al menosde esclavo especializado, le diera mayor libertad demovimiento como para poder trabajar como chacarero tanlejos de la ciudad de Piura61.Los esclavos de la tina tuvieron dos tipos de resistencia alsistema: el robo y la fuga. Hurtaban pequeñas cantidadesde jabón y lo “malbarateaban” en la sierra. Los tineros ylos mayordomos reconocían que el principal problema conlos esclavos era ese; “continuamente hurtan los negroscuanto pueden”. Pese a ponerle llave a la almona, eranbastante frecuentes los robos. Por otro lado, la fugaimplicaba la contrata de alguien para que buscara a losfugitivos, hombres y mujeres. En 1705, los albaceas deltinero Velásquez y Tineo señalaban haber pagado 5 pesospor la captura de un sambo huido; a finales de ese sigloArméstar pagó 6 pesos por un esclavo fugitivo hallado enLambayeque y hacia 1820, Seminario había gastado 4pesos en la captura de una samba que se había escapado aYapatera62.

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.como inversión del tinero

También fue común que los libertos se contrataran en lasfábricas de jabón. Francisco de Vilela, a cargo de la tina desu hermano Gabino de Vilela mientras se realizaba sutestamentaría, señalaba entre los descargos de laadministración 803 pesos por los jornales de “dos peoneslibres que se han alquilado en dicha tina en el tiempoexprezado (3 años, 4 meses) a 3 rs cada uno”63.

Para el tinero la mano de obra esclava no sólo era la fuerzanecesaria para el funcionamiento de la fábrica sino unsímbolo de status económico y social. Al comprar unesclavo, el tinero estaba haciendo una inversión, un bienmás que pasaba a formar parte del capital de la tina y cuyovalor se incrementaría conforme se fuera adiestrando en eloficio. El esclavo era susceptible de ser comercializado ousado en operaciones legales: “a menudo se empleabancomo garantía de préstamos, se volvían objetos deespeculación” (Bowser 1977:146). Santiago de la Sota, alhacer postura al arriendo de la casa­tina de las CarmelitasDescalzas de Trujillo, afianzaba su propuesta con suspropiedades y la de sus hermanas “con especial hipotecade 9 piezas de esclavos y 1,000 pesos en alhajas y oro”64.Considerada como una inversión, la mano de obra eraprotegida. Si se embargaba a un tinero como Arméstar, losesclavos eran considerados como bienes sujetos a remate afin de cubrir el monto de la deuda contraída. Colocados endepósito, estos esclavos eran impedidos de salir de laciudad mas no de trabajar en forma medianamentenormal. Las siete “piezas” de Arméstar fueron depositadasen la tina del Ldo. del Castillo pero como fuera que elDepositario General de los bienes de Arméstar debía salirde la ciudad, solicitaba o que se nombrara a otra personacomo depositario o poder llevárselos con él al campo. Losacreedores pidieron de inmediato se diera pase a la

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Cuadro XI: Valor porcentual de los esclavos como

primera opción pues no había necesidad que salieran losesclavos de la ciudad además que en el campo podíancontraer alguna de las muchas enfermedades que habíanallí65 y disminuir su valor de venta. Probablemente estepedido también estuviera vinculado a la necesidad demano de obra en la ciudad.Los esclavos tuvieron un precio variable a lo largo delperíodo colonial. A mediados de la segunda mitad del sigloXVII, se inventarían las piezas de la tina de Saavedra,tasando a 600 pesos cada uno de los nueve existentes. Unsiglo después, el precio de un esclavo joven fluctuaba entrelos 300 y 400 pesos; inventariados los bienes del tineroDel Castillo, se anotaron 27 piezas de esclavos a 350 pesosen promedio. Pero los de la tina específicamente fueron 8,tan sólo uno a 350 pesos y el resto a 425 pesos66.El deterioro de la empresa fabril estaba directamenterelacionado con el envejecimiento de la mano de obra. Afines del siglo XVII, Andrés de Urbina señalaba que alcomprar la tina de Céspedes había encontrado que nocontaba más que con “tres esclavos biejos de los quales dosse me an muerto” y que el Ldo.Urbina la había remozadoimplementándola con dos fondos nuevos de tina y conocho piezas de esclavos (Schlüpman 1987:30). Para 1786 ytras haberla recuperado de manos de Jacinto de Aguirre,las madres carmelitas de Trujillo ofertaban a censo sucasa­tina señalando que sólo contaba con un negro decasta carabalí casado con una negra de casta chala, “ambosviejos”. Por el contrario, la buena situación de la casa­tinadel Ldo. Del Castillo es manifiesta al ver que los ochoesclavos inventariados por su testamentaría, eran todosjóvenes, entre 30 a 40 años de edad67. Considerados comocapital de la tina, el porcentaje de su valor en ella erabastante alto:

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capital de la casa­tina

a) Calculado tomando como promedio 400 pesos/esclavo.Fuentes: Partición bienes D.Saavedra (ADP Not.Céspedesp24, vol.2:74v, 1682), F.M.Saavedra solicita capellanía(AEP Cap.col. 11 [150] 1777); tasación de bienes delCastillo, testamentaría F.Seminario.

.Condiciones de vida

Alrededor de la mitad del valor de las fábricas de jabónestuvo representado por la mano de obra. Del Castilloadquirió por remate la tina de De los Ríos y si bien semantuvo el mismo número de esclavos, una mayorseguridad en la inversión la daba la juventud de losmismos. El bajo valor porcentual de la mano de obra de latina del licenciado, puede explicarse por la gran cantidadde material e insumos hallados al momento del inventariotestamentario. Además, Del Castillo se había dedicado ahacer rentable la tina de De los Ríos, reflotándola.

Los tineros capitalizaron sus fábricas con la compra deesclavos y el éxito o fracaso de esta inversión, tuvo muchoque ver con las condiciones de vida que lesproporcionaban. En los contratos de arriendo de fines delsiglo XVII, se establecía como condiciones que los esclavosdebían recibir comida o 2 y medio reales diarios a más deun vestido, un pantalón de pañote o cordellate (tela burda)y dos camisas anualmente. De igual modo, todas lasmedicinas corrían por cuenta del arrendatario aunque simoría alguno de los esclavos, ya era esto por cuenta del

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(a) una fanega = 12 almudes, (b) una vez se compra mediafanega a 2rs 1/2; al = almudes, fs=fanegas; p,ps=peso/pesos; r,rs= real/reales.

dueño68. Francisco de Vilela que tuvo a cargo la tina de suhermano durante 3 años 4 meses, señalaba en la rendiciónde cuentas haber gastado en ese tiempo 165 pesos en elvestuario de los 9 negros de la tina69. Es decir,gasto mensual 3p6rgasto anual 49p4rgasto mensual por esclavo 3r 1/2gasto anual por esclavo 5p4rLos esclavos de las casas­tina vivían comúnmente en ella.En sus inventarios se indican “piezas donde viven losnegros”. La fábrica de los Seminario por ejemplo, contabacon una plazoleta alrededor de la cual se encontrabantodas las demás piezas, cuartos de esclavos inclusive70.La dieta alimenticia de los esclavos se basaba en alimentoscon alto porcentaje calórico (Kapsoli 1975:13). Pedro deAlbújar señalaba como gastado en alimentos para susesclavos en nueve meses (mayo de 1647 a enero de 1648),37 pesos 2 reales mientras que sólo unos años más tarde,Velásquez y Tineo indicaba como gastos en un año (1704),252 pesos 3reales y medio.

Fuerte diferencia de gasto en mantenimiento que se

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explica por la presencia de gualdrapas de carne en el casode Velásquez y también por el número de esclavosexistentes en cada casa­tina, seis en la de Rodríguez deAlbújar y 10 en la de Velásquez y Tineo71. Pero esinteresante resaltar que lo común en ambas cuentas es lafuerte cantidad de maíz. Este fue, sin duda, la base de laalimentación de la mano de obra esclava.En algunos casos, se encuentra menciones a la cecina enestas cuentas. Si bien no se índica ni el precio ni el destinoque se le daba, es bastante probable que fuera repartidaentre la gente de la casa­tina. Por lo general, la carne de lasmanadas beneficiadas eran comercializadas. Pero cuandohabía carne en exceso o era período de lluvia en la sierra ypor tanto, no podía llevarse a la costa, la carne erarepartida entre los pobres de la zona, según argumentabael hacendado Diego Mesones. Por su parte en la ciudad, lostineros vendían la carne de las cabras beneficiadas y la quesobraba también la repartían entre los pobres pero sobretodo, determinaban que “se llevara a la almona para quecomiera la gente”. Y como esta carne “se consume en elmantenimiento de los esclavos”, no pagaba el derecho desiza72.Finalmente y en ocasiones, el tabaco era repartido entre lagente. Pese a haber estanco, no era tan fácil el conseguirloen la zona pues el contrabando había hecho que se tuvierauna excesiva vigilancia sobre el producto. Además, eltabaco junto con la miel y el aguardiente fueron productosdistribuidos excepcionalmente (Kapsoli 1975:18).Los esclavos pudieron acceder a la justicia para reclamarcontra sus amos. En 1778, el zambo esclavo GregorioCastro de 60 años, fugó a Lima para presentar ante la RealAudiencia, un petitorio por sevicia contra sus dueños, losVilela. Castro había sido esclavo de Gabino de Vilela y susherederos, sus hermanos, lo habían maltratado,amarrándolo a una escalera y azotándolo. Pese a que había

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3. SU DECADENCIA COMO GRUPO

estado muy enfermo, le habían dado únicamente medioreal de jabón diario que debió llevar a vender para podercomer. Se quejaba que, a pesar de haber puesto un recursoante el alcade ordinario, Luis de Mesones y contar con laintercesión de Francisco Navarrete y Carlos Vigil, “genterespetable” de la ciudad, lo habían vuelto a castigar. Esasegunda vez, lo había decidido a buscar justicia en Lima,no para pedir su libertad sino para que lo tasasen y lovendiera. Lo más seguro es que quisiera conseguir sulibertad y supo aprovechar la oportunidad73.Los tineros dieron a sus esclavos las condiciones de vidaque se acostumbró darles durante la colonia. Algunosdebieron ser buenos amos y otros no tan buenos, peroconsiderados como inversión, todos los aseguraroncondiciones mínimas de supervivencia.

Las actividades económicas en el período colonial sedesarrollaron de una manera bastante más lenta que enépocas posteriores. Si bien un mercader o un productor­comerciante podía llevar varios negocios en simultáneo,las riesgosas condiciones del mercado y sobre todo, ladificultad para encontrar circulante, determinó que elcapital invertido en esas operaciones permanecierainmovilizado por buen tiempo. Sin embargo se requería decantidades en efectivo para continuar desarrollando esasactividades, crédito comercial que se buscaba en personasde gran solvencia económica o en las institucionesreligiosas74. Los tineros accedieron constantemente a estoscréditos, garántizandolos con sus propiedades. Losintereses o réditos sobre estos préstamos coadyuvaron a suendeudamiento que, unido a los cambios de rentabilidaddel producto que se dieron desde finales de la etapacolonial, determinaron el fin de los tineros como grupo de

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3a. endeudamiento por censos y capellanías

representación social en el mundo piurano.

La Iglesia fue tomada como entidad crediticia en la coloniapuesto que ofrecía un interés más bajo que personasindividuales. La demanda de estos créditos eclesiásticos lepermitió escoger a sus clientes, opción en la que jugaronmuchos criterios extra­económicos, como la mayor omenor religiosidad del solicitante. Así, como por logeneral, la élite hacendada fue la favorecida con estospréstamos (Bauer 1983), los tineros también lo fueron. Nose debe dejar de señalar que a lo económico tambiénestuvo relacionada la visión social, los censos y lascapellanías fueron signos exteriores del status de quien lossolicitaba (Mörner 1983:349 y 357). En este caso, era unaobligación buscada y cuyos intereses no respondía a uncapital prestado, fueron tan sólo una carga económica,improductiva para el bien sobre el que estaba impuesto yque contribuía a la descapitalización (Von Wobeser1988:24­25). En Piura, los dos ejemplos de este tipo que sehan encontrado fueron establecidos en el período de augede las fábricas de jabón piurano. En 1692, el CapitánAndrés de Urbina y Quiroz estableció una capellanía “porsu alma y la de su mujer” por valor de 4,000 pesos.Algunos años más tarde y para ayudar a la construccióndel convento de los franciscanos en Piura, Juan SojoCantoral fundaba una de 2,000 pesos sobre su tina con laespecífica claúsula que sus réditos se utilizarían tan sólopor diez años en dicha construcción75.A cambio del dinero que se recibía, se “imponían” censos ycapellanías76. Los réditos cubrían los intereses anuales delpréstamo o los servicios religiosos que durante el mismotiempo, había hecho un presbítero. El excesivo valor deestos gravámenes eran un lastre para los propietarios delbien censado. Si lo vendían, se reducía el pago en efectivo

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por tener que descontarse el monto del préstamo yteniéndolo, ante cualquier crisis (malas cosechas, sequía,quiebra de un deudor, etc), los réditos impagos seacumulaban y podían ser causa de su bancarrota.En la región norte del virreinato, entre 1681 y 1700, el 26%del valor de las haciendas estaba gravado con censos ycapellanías mientras que entre 1781 y 1800, esteporcentaje había aumentado al 69% (Mörner 1983:350).Específicamente en la hacienda lambayecana de SanJacinto de Ucupe, los censos acumulados eran por el 55%de su valor total (Burga 1977:190) y es bastante probableque sea un indicador de la situación general de lashaciendas norteñas, las piuranas inclusive.Como cualquier otro bien inmueble las casas­tina fuerongravadas con censos y capellanías. Hubo casos en que elcenso permaneció impuesto sobre la misma fábricadurante todo el período colonial y pese a los cambios dedueños. En 1777, el presbítero Francisco Masías deSaavedra solicitaba la capellanía de 2,500 pesos queimpusiera su bisabuelo, Diego de Saavedra Rangel, sobrela que fuera su tina un siglo antes. Esta capellanía habíapasado con el inmueble por manos de Sojo, Rivera, Jaimede los Ríos, Del Castillo, Godos y finalmente Díaz Godos(ver apéndice No.4). Pese a que los censos y la capellaníapodían ser “redimidas” pagando el dinero prestado, no fuecostumbre de los tineros el hacerlo así estuvieran en plenoauge económico.El incumplimiento en el pago de los réditos le permitía alcapellán ejecutar acción de embargo. La imposición delcenso quedaba condicionado a que la fábrica debíasiempre “ir en aumento y nunca en disminución”; en esteúltimo caso el capellán era libre de mejorar y reparar lafábrica, cargándole la cuenta al dueño del bien. Y si lacasa­tina estaba en muy mala condición, el capellán podíallegar a solicitar su embargo tal como hiciera en 1760, el

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presbítero Joaquín Joseph de Saavedra con respecto a lafábrica de Baltazar Jaime de los Ríos. Sostenía Saavedraque se hallaba “la expresada tina sumamente deteriorada yen estado de que sea totalmente arruinada en detrimentode la capellanía”77. Los tineros no podían modificar nivender su fábrica impuesta sin previo consentimiento desus capellanes acreedores mientras el principal no seredimiera. Aún en pleno siglo XIX, los hermanos VegaSeminario se enfrentaron con este problema. La casa­tinaque heredaron de su abuelo Fernando Seminario y Jaimehabía llegado a manos de éste en 1818, poseyendo uncenso enfiteútico impuesto por las monjas carmelitas deTrujillo. Contando con un principal de 14,000 pesos, lapropiedad no podía ser dividida mientras no se redimierael gravamen o se llegará un acuerdo con las religiosas. Másaún, dentro de las claúsulas, las religiosas habíanestipulado su derecho a “poder obligar a que hagan nuebashipotecas dentro de tres meses de tiempo” si por cualquieraccidente fortuito, se destruyeran los bienes hipotecados.La venta a censo de esta casa­tina se había realizadobastante antes en 1786 a Fernández de Otero y su mujer,quienes avalaron de “mancomún insolidum” dicha compracon la fianza de sus haciendas de Chipillico, Curban,Suipirá y Pelingará78.Vista como una operación comercial cualquiera, laimposición de censos estuvo sujeta al pago de la alcabala.Miguel de Arméstar impuso sobre su tina dos capellanías,una de 500 pesos y otra de 1,500 pesos pagando por el 6%de alcabala, en total 120 pesos. El tinero Pedro Cabreratambién pagó este porcentaje al imponer una capellaníasobre su fábrica de Lambayeque. El había solicitado —yobtenido— en Piura una capellanía de 8,000 pesos79.Un bien ya gravado podía volver a ser impuesto y el nuevo“principal” o monto prestado se añadía a los existentes.Cabrera, el tinero lambayecano, impuso la mencionada

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capellanía sobre su casa­tina en construcción en ese vecinovalle pues su finca “sólo tiene 4,500 pesos de principal”. Almomento, el valor de su fábrica era de 18,000 pesos y connuevo gravamen, el porcentaje hipotecado de la casa­tinasubía del 25 al 70%. Igualmente en el caso de Arméstar,tinero que no impone una capellanía sobre su casa­tinasino dos y en el mismo día, gravando de golpe más de lamitad de valor de su fábrica80. Las capellanías podían serimpuestas originariamente sobre un bien y luegotraspasarse a otro. En 1793, Petronila de la Rosa habíaimpuesto una capellanía sobre la hacienda de Santa Ana,censo que, para 1839, ya había sido trasladado sobre lacasa­tina y hacienda de Miraflores81.Al ser vendida o rematada, el tinero sabía que losprincipales le serían descontados del valor total de lafábrica y los compradores, que debían reconocer losmismos. En el remate de la casa­tina de Jaime de los Ríos,el Ldo.del Castillo ofertó 3,000 pesos, 2,000 “a reconocera censo” y el resto de contado82. Este resto era el únicodinero real que recibía el ex­tinero propietario. Cuando seremató la casa­tina de Fernández de Otero, MenéndezPabón aceptó reconocer el censo impuesto en la fábrica ypagar el total de réditos acumulados aunque con unaminoración del interés83.No todas las tinas estuvieron cargadas de censos ycapellanías. También se encuentran tinas “libres de todahipoteca” como la vendida por Juan Joseph de Herrera yNeira hacia 1708. Pero por lo general, el porcentajecensado de las casas­tina piuranas fue regularmente alto yparece confirmarse la tendencia general mencionadaanteriormente para el caso de las haciendas lambayecanas.En el cuadro siguiente se ve que hasta la primera mitad delsiglo XVIII, el porcentaje del valor censado de estas fábricasno alcanza el 50%, salvo el caso de la tina de Céspedes. Sinembargo a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, el

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Cuadro ΧII: Gravámenes sobre las casas­tina

*a) Censo impuesto sobre la tina y la hacienda Ňomala, enmanos del dueño anterior valían 47,400ps. *b)arrendada aJacinto de Aguirre *c)tincro lambayecano pero con censosimpuestos en Piura *d)censo impuesto por mitad sobretina y hacienda Mira­flores *e)tasa de interés minorada al4% *f)tina vendida a censo. Fuentes: ADP, Notarios:Variospl48, Céspedes p25, Rodríguez de las Varillas p109­110­111, Montero p52, Seminario ρ 156, Adrianzén p149,Zavala p147, Del Solar p113­124­125; Ca.2 [37], 1704;Co.23[449], 1713, I.1 [1], 1785; JPI.83 [1671], 1851­87[1740], 1852­135 [2723], 1871; ALMRE­Lea 12­64.

porcentaje censado de los gravámenes se incrementa eincluso la tina más próspera del período, la del Ldo.DelCastillo, tiene más de la mitad de su valor colocado acenso. A principios del siglo XIX, Helguero señalaba que las“crecidas pensiones” que debían pagar los hacendados ylas sequías, los obligaban a girar en otros rubros ([1804]1984:9,11).

Estos gravámenes no sólo se dieron en Piura ni selimitaron a los tineros. Cosa semejante le sucedió a los

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3b. el cambio de rentabilidad

.las Reformas borbónicas y su impacto en Piura

productores laicos de azúcar pues si bien los ingeniosjesuítas también estaban cargados de censos, los religiososcontaban con los réditos de gravámenes impuestos sobreotros bienes y a su favor que eran reinvertidos en laindustria (Cushner 1980:133). Este mecanismo colonialfue utilizado como medio para capitalizarse pero,convertido en signo de status y reflejo de una buenaposición económica, entrampó a los productores —y engeneral a todo propietario de algún inmueble— con superenne fluido de dinero en intereses.

La industria tinera tuvo durante todo el período colonialaltibajos en su producción pero a fines del siglo XVIII,comenzará a decaer para no volver a levantar más. Lostineros pertenecientes a poderosas familias comenzaran aser cada vez menos numerosos pues es el algodón el nuevofoco económico de atención de la élite. El fin de los tineroscomo grupo de representación social estará signado,además de ese cambio de interés, por el impacto de lasreformas borbónicas y el establecimiento de la república.En el XIX, los tineros no serán más el grupo poderoso; lasfábricas se mantienen en las mismas familias pero máscomo recuerdo de la tradición que como actividadeconómicamente rentable.

Desde mediados de la segunda mitad del siglo XVIII secomenzó a implementar en el virreinato del Perú, lasreformas borbónicas. Estas medidas estuvieron dirigidas areconquistar las colonias que lentamente habíanconseguido un alto grado de autonomía frente a lametrópoli (Lynch 1973:I). De estas reformas, las que másdebieron resistir los tineros fueron las de carácter fiscal

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(aumento de alcabalas, creación de aduanas,etc.) puestoque sus intereses se centraron en la circulación ydistribución de productos agropecuarios.En general cualquier modificación o alteración en loscircuitos tradicionales de comercio, repercutía en lasactividades económicas de los piuranos. Seminario yJaime señalaba en su testamento que al iniciarse en el girodel comercio de textiles de Cuenca y llevarlos a Lima, seencontró con que en la capital se acababa de publicar “laPaz de la guerra que hubo en ese tiempo con la NaciónBritánica de que resultó una pérdida considerable en suventa”84. De igual forma, la implementación del LibreComercio repercutió fuertemente en estos circuitoscomerciales a través de los cuales se movilizaba el jabón.El sistema que usaban los piuranos para comerciarrequería de un núcleo abastecedor de manufactura, Limaen este caso, en el cual vender el jabón y convertir eldinero obtenido en efectos de Castilla. Pero Lima en 1786,había recibido 22 millones de pesos en mercaderíaeuropea cuando la capacidad de consumo del virreinatoperuano no era más que de 5 millones. Peor aún, en elquinquenio siguiente, recibió 46 millones de pesos de esamercadería, más que duplicando los 21 millones de pesosque se consumió en el mismo período. Llegó un momentoen que las mercancías no podían seguir siendointroducidas en las provincias e incluso, comenzaron a serdevueltas (Villalobos 1968:99­105). Esta situación tambiéntuvo su impacto en Piura. Muchos tineros eran a la vezgrandes comerciantes provinciales que distribuíandirectamente su producción de jabón junto con otrosbienes. Repitiendo lo sucedido en Lima, los mercadosdonde estos tineros­comerciantes colocaban los efectos deCastilla que traían de la capital, se saturaron. Tineroscomo Arméstar, Espinosa de los Monteros y Fernández deOtero se vieron envueltos en esta crisis y quebraron.

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.el siglo XIX y el establecimiento de la República

A pesar de ser superados los efectos iniciales de lasreformas, los tineros no pudieron levantar su industriacomo parece haber sucedido en otros sectores de laactividad económica virreinal85. En primer lugar, la sequíano permitió la estabilización económica de la zona,cultivos y sobre todo, ganados fueron muy afectados. Afines del XVIII, la ciudad de Piura estaba tan desabastecidaque un tinero como Espinosa se hacía mandar carne deLoja86. Hacia 1815, Miguel Gerónimo Seminario y Jaimehacía varios años que tenía cenada su casa­tina, José deLama se quejaba del poco movimiento de su fábrica,Menéndez Pabón dejaría esta actividad tan sólo tres añosmás tarde y el marqués de Salinas señalaba que en su tinasólo beneficiaba animales para comer a sus esclavos87. Aúnno salían de esta larga sequía cuando los tineros piuranosse vieron inmersos en el proceso independentista.En segundo lugar, las medidas borbónicas despertaron elinterés en el desarrollo de otra actividad: el cultivo delalgodón. Desde fines del siglo XVIII éste comienza aincrementarse; su alta rentabilidad económica se conjugacon los años secos que vivían los piuranos en la vuelta deeste siglo. Años que si bien eran poco convenientes para elcultivo del algodón, lo eran menos aún para la cría delganado. Progresivamente va captando el interés de losmiembros poderosos de la sociedad piurana. Los tineroscomparten la industrialización del sebo con el cultivo ycomercio del algodón. Gregorio Espinoza de los Monteros,arrendatario de Tangarará, cultiva algodón y fabrica jabónen la hacienda y Fernández de Otero comercia con algodóny posee también una casa­tina. Lentamente el cultivo delalgodón va substituyendo a la ganadería, proceso queterminará en el XIX ante la gran demanda de la década delos ’70.

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El proceso de rompimiento con España y la independenciasignificaron la desarticulación de los circuitos comercialesque Piura, lentamente, había establecido con el resto delterritorio virreinal a lo largo de casi tres siglos. Hacia elsur, la desarticulación sería momentánea aunque suposterior reestructuración se haría bajo otras reglas. Perohacia el norte, el desfase fue definitivo. En la colonia, Piuraera el paso obligado de la carrera de Lima­Quito y con laregión sur de esta última audiencia, había conformado uneje de complementaridad ecónomico; eje en el que Piuraera el centro productor del algodón, Loja la proveedora demuías para el transporte y Cuenca, el centrotransformados. Los tineros se sirvieron de este eje paraenviar su producción de jabón, inicialmente en ruta haciala región norte de la audiencia, Quito sobre todo, y luego afinales del período colonial hacia Cuenca principalmente.Sin embargo, desde principios del siglo XIX, Guayaquil seperfiló como el nuevo “centro comercial hegemónico” deesa audiencia. Entre 1806 y 1818 se había dado unacoexistencia con Lima, tradicional núcleo distribuidor enel territorio colonial, llegando Guayaquil a substituirlagracias a la introducción de productos importados.Por su parte Lima, que había sido “un mercado substancialy dinámico” en el período colonial tardío (Haitin1986:289), comenzó a sufrir los avatares político­militaresdel proceso independentista. Durante un cierto lapso detiempo no pudo seguir fungiendo de polo de atracciónpara los productos norteños. Una vez reestablecida lacalma, el nuevo orden, roto a cada momento por luchascaudillescas, implicó un creciente centralismo en la capitalrepublicana.Los tineros piuranos vieron alterarse el sistema tradicionalde comercialización de su producción. Los efectos deCastilla que compraban en Lima a cambio de lo obtenidopor sus jabones y que colocaban entre la sierra de la

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provincia y el sur de la audiencia quiteña, entraron encompetencia con los introducidos desde Guayaquil.Además desde Lambayeque y por mar se comenzó aintroducir algodón (Palomeque 1982:123) y siendo eljabón y el algodón productos que se comercializaban enconjunto, los tineros lambayecanos debieron aprovecharese comercio para colocar su jabón en Guayaquil; lugardesde donde debió ser redistribuido al resto de laaudiencia. De este modo, el mercado para los tinerospiuranos se habría venido limitando desde los primerosaños del siglo XIX.Pero el golpe de gracia para el grupo de los tinerospiuranos fue el establecimiento de los límites fronterizosentre las nuevas Repúblicas de Perú y Ecuador. A partir dela nueva definición de hegemonías comerciales en queGuayaquil ocupó el papel redistribuidor que antes poseíaLima, el eje Piura­Loja­Cuenca habría quedado en manosde pequeños comerciantes (Palomeque 1982:123). Losgrandes mercaderes limeños que aseguraban el flujo decapital, quedaron fuera de ese eje. Sin el poder económicosuficiente y sin el respaldo de capitales, los pequeños ymedianos comerciantes no lograron superar primero lalucha independentista ni luego las fronteras republicanas.La región económica establecida entre el norte de laaudiencia limeña y el sur de la quiteña, se vio fragmentadaartificial aunque oficialmente. Al quebrarse los circuitoscomerciales que la vinculaban, los tineros piuranos seencontraron sin modo de acceder a sus mercadoshabituales.Por otro lado, la situación climática piurana no había sidofavorable desde finales del siglo XVIII y había repercutidoen la actividad básica de los piuranos, la ganadería.Sumado esto al interés creciente en el cultivo del algodón,los miembros del grupo dominante dejaron de dedicarseprioritariamente a la industria del jabón y buscaron

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Notas1. O’Phelan (1986:56) encuentra entre los actores económicos de lazona sur un “esquema empresarial de inversiones diversificadas” enque “combinar más de una actividad económica no era desusual sinomás bien rentable.

2. La contribución tra por 200ps y los hacendados­tineros que semencionan fueron: Comisario Andrés de Urbina y Quiroz, Ldo.Nicolás de Vilela, D.Antonio Rodríguez de Taboada, Ldo. Carlos deLeón y D.Juan Sojo Cantoral. D.Joseph de Valdivieso había sidocoarrendatario de una casa­tina algunos años antes y tan sólo D.Diegode Adrianzen no se dedicaba a la producción de jabón. Obligaciónhacendados en favor Real Hacienda (ADP. Not. Peña p64: 105, 1717).

3. Estos hacendados tineros fueron: D.José Lama, D.Francisco Pabón,los albaceas de D. Vicente Valdivieso y D.Francisco Javier Fernándezde Paredes (Oficio J .Sanchez sobre pago de siza, ADT RH.aa. 136[311] 1815).

4. Demélas y Saint­Geours (1988) demuestran la formación deestrechas redes de parentesco como modo de acceder al poder ymantenerse en él para el caso del Ecuador.

5. Me estoy refiriendo a las regiones que forma Piura con Loja yCuenca al norte y con Lambayeque y Trujillo al sur; la primera porvinculaciones económicas de complemento (ver Palomeque 1983) y lasegunda por las de competencia en la producción y comercializaciónde bienes semejantes.

6. Al estudiar la estructura administrativa de la gobernación deCuenca, Achig y Lucas (1980) encuentran que el Cabildo en estaciudad además de “reafirmar el carácter de clase de sus miembros”también reafirman “intereses individuales que estaban muy encimadel bien común y de la colectividad”. Ver también J.P.Moore (TheCabildo in Perú under the Bourbons, 1966) y R.Konetzke (1982;123 yss).

7. Este arriendo era de 25ps/anuales. Inventario de bienessecuestrados de G.Espinoza, M.Arméstar y J.M.Larraondo (ADP

desarrollar actividades alternativas, sobre todo laagricultura. Las familias poderosas que antes contaron conmiembros dedicados a la empresa tinera en adelante,contaron con familiares dedicados al cultivo del algodón.

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I.comp 46 [33] 1799).

8. idm.

9. B.Ruiz contra M.Tineo por pago de jabones (ADP Ca.cc.8 [138],1789).

10. Poder de tineros a dos procuradores (ADP Not.J.Céspedesp25,v1:105, 1682).

11. El problema suscitado es narrado por el Virrey Teodoro de Croix ensu memoria (Fuentes 1859:T.V,95). El estanco de pieles, lanas ycordobanes se pretendió imponer en 1785 pero fue que tal el revueloque causó y la importancia de los personajes contrarios al mismo queel proyecto fue prudentemente dejado de lado (Agradezco lainformación al Sr. M.A. Seminario).

12. Caja Real de Piura, AGN, c6­1690.

13. El litigio es bastante complicado e involucra cuentas que van desde1706 a 1721. A grosso modo, Sanjinés le había hecho un préstamo alpadre de Urbina por el que este licenciado le había dado la haciendaen arriendo­pago. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda(AGN RA.cc.45 [286],1712).

14. M.Tholosano albacea de J.Céspedes (ADP Ca.cc.3 [55], 1712).

15. Kicza (1982:132) señala que para Méjico, el status de oficial daba alas élites provincianas honor y título que no eran necesarios a lasgrandes familias capitalinas. O’Phelan (1986:87) contextualiza estaidea para el Perú y en el caso de grandes productores y comerciantescraqueños.

16. Laslett (1972:850 y ss.) define claramente la terminología y lametodología a considerar para cuando se estudia a la familia.

17. Lebret,I (1981), toca un solo punto interesante de reflexión, laaceptación diferenciada de los miembros espúreos de la sociedad enbase su condición de natural (hijos de padres solteros) o adulterinos(con,por lo menos, un padre casado).

18. Demélas y Saint­Geours (1988:24­25) señalan que esto habría sidopor la “modificación del sentido de honor mediterráneo”.

19. M.Elizalde contra G.Espinosa y otros (ADP I.cc.45 [84] 1798);testamento de María Dominga Espinosa (ADP Not.Del Solarp120:375,1811) y de María Vicenta Flores (ADP Not.F.Monterop50:206,1784); J.M.Espinoza sobre concurso de bienes (ADPI.comp.46 [847], 1799).

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20. Socolow (1978:37) en su estudio sobre los comerciantes de BuenosAires, señala que la norma aceptada era que la mujer criollaestablecida socialmente se casase con los españoles recién llegados.

21. Konetzke (1982:50 y ss.) señala que en esta época se intensifica laemigración de España.

22. Testamento de B.Ruiz Martínez (ADP Not.Farfán de los Godospl54:20v,1794), de María Mercedes Espinoza (ADP Not. J.Adrianzenpl51:6v,1797) y de Joaquín de Helguero (ADP Not. M.Rebolledop77:120, 1831).

23. Testamentos de Juan Sojo Cantoral (ADP Not.J. Narciso deNivardo p62,vl:185,1733) y la de Thomas Fernández de Paredes (ADPNot.G.Figueroa p244: 63v, 1803).

24. Testamento de Juan Sojo Cantoral.

25. Garay, E 1987:55; carta de dote Da.Antonia Quevedo de Zeballos(ADP Not.Nivardo p62:41 1733).

26. Testamento de María Mercedes Espinosa; Socolow 1978:41.

27. Compañía I.Céspedes y S.Fernández Morante; carta de doteI.Céspedes (ADP Not.J.Morales p54:272v,274 1653)

28. Testamentaría de Juana de Albújar (ADP Ca.cc. 25 [264] 1684).

29. C.Ramos contra albaceas de Del Castillo (ADP I.cc.18 [4201 1803).

30. Testamentos de Juan Joseph Herrera y Neira (ADP Not.A.Rodriguez p109:153 1708) y de Pedro Domínguez Franco (ADP Not.A.Rodriguez p111:35, 1712); albaccazgo de Velásquez y Tineo (ADPCa.cc.2 [39] 1704); P.Domínguez contra J.Vetásquez y Tineooponiendose a remate (ADP C.cc. 19 [38] 1702).

31. Juan Josef Carrasco sobre pago de réditos que adeuda G.Rodríguez de Taboeda (ADPI.cc.3[33] 1876).

32. Capellanía sobre tina, B.Jaime de ¡os Ríos (AEP Cap.col. 8 [106]1760).

33. Inventario de bienes secuestrados de G.Espinosa, M.Arméstar yJ.M.Larraondo.

34. Señalaba su esposa Juan Josefa Carrión que en 1820 estaban enmala situación y que si su esposo abría créditos” era para ganar algode dinero. Rodríguez contra testamentaría de Helguero (ADP JPI,R 17[339] 1831)

35. (35) Poder S.A.Del Castillo a S.Esparsa (ADP Nol.Seminario

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p56:40, 1794)

36. D.Mesones contra B.Quiroz por cumplimiento en venta de grasa(ADP Co.cc.24 [475], 1719). 1719).

37. Testamentaría de J.Velásquez y Tineo.

38. B.Ruiz contra M.Tineo por pago de jabones.

39. Testamento de F.Seminario y Jaime.

40. Mesones no aceptaría la opinión de Quiroz y le entablaría juicioaduciendo que en realidad este tinero se había aprovechado de losbuenos precios para el jabón, beneficiando su propio material ydejando el suyo de lado. D.Mesones contra B.Quiroz sobrecumplimiento en venta de grasa.

41. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda.

42. Testamentaría de J. Velásquez y Tineo y albaceas de Velásquez yTineo (ADP Ca.cc.2 [39] 1704), testamento de Carlos de León (ADPNot.J.Adrianzen pl49:50,1722) e inventario de los bienes secuestradosde G.Espinosa, M.Arméstar y J.M.Larraondo.

43. Y esto en 1719. D.Mesones contra B.Quiroz por cumplimiento enventa de grasa.

44. Testamento de J.Quintín de Herrera.(ADP Not.S.Jimenesp33:28,1724).

45. Testamentos de Juan Sojo, Nicolás de Vilela (AGN RA.cc. 112[948] 1750) y de Diego Manuel Farfán de los Godos (ADP Nol.DelSolar pl2:258v,1812).

46. Testamentaría F.Seminario.

47. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda.

48. V.Valdivieso contra A.Orrantia por suministro de lejías (ADPI.cc.19 [340] 1804). 130

49. El orden fue: Lima, Arequipa(13%) y Trujillo. Flores Galindo1984:100­101.

50. Bowser (1974:418) en su apéndice sobre nombres étnicosafricanos, localiza a los caravelí como provenientes de NigeriaOriental, los congo de la Cuenca del Bajo Congo y los mandinga comodel valle de Gambia. No menciona a los mina ni a los chala.

51. Schlüpman (1986:91) toca algo sobre la mano de obra esclava en lahacienda Yapatera. Castillo (1977) trabaja el tema del esclavismo en

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Piura. A más de esto, sólo se cuenta con literatura sobre los esclavosen Piura, por ejemplo, “Mangachería rabiosa” de Jorge Moscol Urbina.

52. Señalo esto por haber encontrado entre otras cosas, el testamentode María de Céspedes y de Pablo Sojo, negros bozales, esposos ylibertos que dieron su poder para testar a nada menos que ThomasFernández de Paredes, marqués de Salinas (ADP Not. Lazurreguip36:51v, 1772).

53. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda.

54. Trozos de los Egidos eran alquilados y protegidos con cercas. Alserle embargado el trozo llamado Guan a Arméstar, éste señala supreocupación porque quede sin cuidado y a merced de los negrosleñateros. Inventario de bienes secuestrados de G.Espinosa, M.Arméstar y J.M.Larraondo.

55. Testamento de S.Bargas (ADP Not.Céspedes p25:24, 1682);arriendo J.Sotomayor a F.Herrera (ADP Not.Céspedes p25:137, 1682).

56. Composición de tierras (ALMRE­LEA 12­29); testamentaríaF.Seminario, inventario de bienes secuestrados de G Espinosa,M.Arméstar y J.M.Larraondo.

57. Arriendo F.Cortés a F.Sojo y B.Subiaur (ADP Not.Céspedesp25:144, 1682).

58. B.Ruiz contra M.Tineo por pago de jabones.

59. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda. 134

60. En el juicio, Menéndez aduce que Otero había comprado sulibertad con el dinero obtenido por la venta del jabón hurladomientras fuera esclavo en su casa­tina. F.Menéndez contra J.Otero porhurto de jabón (ADP GPM, cr. 12 [1], 1821).

61. F.Menéndez contra J.Otero por hurto de jabón.

62. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda; albaceazgo deJ.Velásquez y Tineo; inventario de bienes secuestrados de G.Espinosa,L. Annestar y J.M.Larraondo; testamentaría F.Seminario.

63. J.Merino por K.Ponce de León contra L.Vilela sobre bienesG.Vilela (ADPC.cc.30 [626], 1750).

64. Venu Carmelitas Descalzas a V.Otero (ADP Not.Zavala pl47:258v,1786).

65. F.Menéndez y J.M.Larraoodo sobre pago de pesos (ADP I.cmp. 45[844] 1798).

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66. Bienes D.Saavedra (ADP C.cc.15 [274] 1683); tasación bienes delCastillo (ADP I.cc. 18 [414] 1803).

67. Venta Carmelitas Descalzas a V.Otero.

68. Arriendo J.Sotomayor a F.Herrera; testamentaría J.Velásquez yTineo.

69. J.Merino por R.Ponce de León contra L.Vilela sobre bienesG.Vilela.

70. F.Menéndez contra J.Otero por hurto de jabón.

71. Cuentas de P.Albújar en Schlüpman 1987:axo V; albaceazgoJ.Velásquez y Tineo.

72. D.Mesones contra B.Quiroz por cumplimiento en venta de grasa;albaceazgo J.Velásquez y Tineo, Oficio J.Sánchez sobre pago de siza.

73. G.Castro contra Vilelas por sevicia (AGN.RA c.207 [1764] 1778)

74. Caillavel (1984:46) señala la existencia de censos que no ponen encirculación dinero en efectivo y señala la necesidad de prudencia alhablar del rol prestamista de la Iglesia. Sin embargo, me interesaenfatizar los censos y capellanías como elementos en la decadencia delgrupo de los tineros más que estudiar el mecanismo de estosgravámenes. Para tal caso, ver el trabajo sobre el censo consignativocomo mecanismo de crédito eclesiástico de Gisele Von Wobeser(1988).

75. F.Salazar y Merino sobre capellanía (AEP Cap.Rep.l [9], 1824);F.Sojo presentación de capellanías (ΕΑΡ Cap.col. 3 [15] 1732).

76. Bauer (1983:716­718) establece la diferencia entre censo ycapellanía. Para él la capellanía es utilizada como sinónimo de censoconsignativo. Ambos garantizaban una anualidad al individuo pero !acapellanía específicamente era usada para “describir la práctica deproveer de medios de vida a un clérigo”.

77. Capellanía sobre tina B.Jaime de los Ríos (AEP Cap.col. 8 [106]1760).

78. Hmnos Vega sobre división de bienes (ADP JPI.R cc.3 [1671]1851); venta Carmelitas Descalzas a V.Otero.

79. Manual de Alcabalas Piura. AGN cl5, 177 [880] 1796.

80. M.Ramírez apoderado P.Cabrera solicitando capellanías (AEPCap.col. 15 [212] 1796).

81. P.Lastra coaira M.Rodríguez sobre derecho a capellanías (ADP

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JPI.cc. 153 [3108] 1845).

82. Capellanía sobre lina B.Jaime de los Ríos. En otro documento, delCastillo señalaba haber pagado 5,200ps.

83. El interés común era del 5%; en este caso sólo pagaría el 4%

84. Testamentaría F.Seminario y Jaime.

85. La producción de plata en el virreinato del Perú mantiene un nivelestable en la última década del siglo XVIII y aumenta en la primera delXIX pese a una bajísima producción y prácticamente nula importación ­sobre todo en el último siglo mencionado­ de azogue. Esto indicaríauna explotación tinera más racional o una eficaz fiscalización en larecaudación del impuesto a partir de las Reformas Borbónicas. Ver:Fisher, 1977:cuadros pgs.157, 165 y 216.

86. Ropas de cargo G.Espinosa (ADP I.cc.4 [63] 1787).

87. Oficio J.Sánchez sobre pago de siza.

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Referencia electrónica del capítuloALDANA RIVERA, Susana. Capitulo III. Los tineros In: Empresascoloniales: Las tinas de jabón en Piura [en línea]. Lima: Institutfrançais d’études andines, 1988 (generado el 12 febrero 2015).Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/1890>.ISBN: 9782821845077.

Referencia electrónica del libroALDANA RIVERA, Susana. Empresas coloniales: Las tinas de jabónen Piura. Nueva edición [en línea]. Lima: Institut français d’étudesandines, 1988 (generado el 12 febrero 2015). Disponible en Internet:<http://books.openedition.org/ifea/1882>. ISBN: 9782821845077.Compatible con Zotero