Elogio de la incertidumbre (2003)

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    SECCIN AMRICA LATINA

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    ELOGIO DE LA INCERTIDUMBRE.LA CONSTRUCCIN DE LA CONFIANZA:ENTRE LA PREVISIN Y EL DESAMPARO.

    (SANTA FE, GOBERNACIN

    DEL RO DE LA PLATA, SIGLO XVIII)1

    Griselda Tarrag y Daro Barriera*

    Resumen

    El trabajo destaca la configuracin de una red de comerciantesla cual no slo se articula por los intereses comerciales sinotambin por diversos cdigos como el honor y la confianza loque le permite recrearse como una comunidad. La investiga-

    cin parte de la hiptesis de que ese tipo de relaciones tieneun peso decisivo como factor de estructuracin y que son staslas que constituyen a las redes de accin para que las personaspuedan, incluso, ablandar los rigores que impone el modelo devnculos construidos por los actores sociales.

    Palabras clave: historia social Sudamrica Argentina siglo XVIII redes sociales elites comerciales.

    * Griselda Tarrag es Licenciada en Historia por la Universi-dad Nacional de Rosario (UNR) Argentina, y docente en la ca-rrera de Historia de la misma universidad. Correo electrnico:[email protected]. Daro G. Barriera es Doctor en His-toria por la cole des Hautes tudes en Sciences Sociales, Pars, ydocente de la UNR. Correo electrnico: [email protected]

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    Abstract

    This work highlights the creation of a network of merchantswhose relationship was brought about not only by theircommercial interests, but by diverse codes of honor and

    trust as well, thus allowing them to live in community. Thisinvestigation departs from the hypothesis that this type ofrelationship has a strong incidence as a structuring factor,and constitute the action networks whereby people may evenmitigate the rigors imposed by a relationship model createdby the social actors.

    Keywords: Social History South America Argentina 18th Century Social Networks Elite Business Groups

    Introduccin

    El viajero no dej ningn comentario al respectopero, para quienquiera que haya pasado por la ciudadde Santa Fe, no ser difcil componerse la situacin: unatemperatura muy alta, una humedad aplastante, o segu-

    ramente ambas condiciones a la vez, debieron haber sidola tnica climtica de la jornada del 6 de diciembre de1762. Tal da, Manuel Ferreyra Braga de Couto portu-gus nacido en Braga, agente, pariente y hombre de con-fianza de un importante mercader santafesino llamadoBartolom Diez de Andino inici su camino hacia la ciu-dad de Charcas, que le vera llegar promediando el mes demarzo del siguiente ao.

    El hecho no tiene nada de sorprendente: la rutaentre Santa Fe y alguno de los puntos neurlgicos de laregin altoperuana (La Plata, Potos) o sus antepuertas(Salta, Jujuy) se recorran haciendo tanto caso al ritmo dela naturaleza como al que imponan una cierta urgenciaen la saca de productos o las coyunturas de precios loca-les: en definitiva, la lgica de los negocios comprenda unagestin ms o menos competente acerca de las previsionesque venan al caso. Evaluar el impacto que pudieran tenersobre ella los avatares del clima o de las plagas, era undato ms, pero no el menos importante.

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    El viaje que Braga de Couto iniciaba entonces aquelda fue el punto de partida de una comisin que no lleg aconcretarse del todo y que, a la postre, dio origen a la acu-mulacin de gruesos expedientes. Demandas, alegatos,pedimentos y contrademandas aparecen tramados en uncopioso legajo que contiene las actuaciones de varios plei-tos desarrollados en la jurisdiccin de la Real Audienciade La Plata cuyo traslado consta de unas ochocientas fo-jas2 que muestran las muchas caras del funcionamientode una empresa a partir de algunos fenmenos relaciona-dos con el final de su historia: el incumplimiento de unade las partes frente a sus obligaciones, la superposicin deacusaciones y la muerte del mercader sedentario a cuyonombre se realizaban los negocios.

    Este juicio funcionar como punta de madeja paradesandar el camino de esta pequea sociedad comercial,que de hecho estaba funcionando desde haca una doce-na de aos, para leerla a travs del cristal que ofrece elmomento de su descomposicin. El estudio detallado de

    este momento nos permitir acceder a informacin hastaentonces nunca expuesta acerca de lealtades sospechadas,de los circuitos de circulacin de la informacin, del ejer-cicio efectivo de la inf luencia y de una medida del peso dela confianza en la organizacin mercantil de esta socie-dad. Valores que, dichos bajo otra forma en el lenguaje yla experiencia de los mercaderes coloniales, hoy podemostraducir como capital relacional, capacidad estratgica y

    acceso al crdito.El estudio de esta compaa constituye slo un as-pecto del montaje de negocios que organizaba BartolomDiez de Andino, comerciante y vecino notable de la ciudadde Santa Fe que vivi entre 1700 y 1763.3 Esta arista espe-cfica de las actividades del mercader puede proporcionar-nos tambin algunos elementos que nos permitan msadelante discutir o matizar aspectos de modelos consen-

    suados. Ubicar el recorrido de esta experiencia contribuyea afinar mejor los perfiles de aquellas imgenes nuevassobre la economa y las relaciones sociales coloniales enel Ro de la Plata que, en los ltimos aos, han sido ela-boradas a partir del acceso a la documentacin desde una

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    ptica que podramos denominar como constructivistaconfiguracional mostrando los aspectos ms cotidianosy concretos de las prcticas de los actores, ubicadas aho-ra menos como ilustraciones de una categora cuya lgicales resulta impuesta que como producido y generacin apartir de las acciones de los agentes de los circuitos mer-cantiles rioplatenses durante el siglo XVIII.4

    Proceso que no se comprende, sin embargo, fuera dela relacin macroeconmica que lo ordena: el predominiodel capital mercantil en la organizacin de esta economa.El mismo implic un complicado sistema donde se involu-craron no slo un amplio abanico de rubros y un recorridodesplegado en un circuito que muestra los hilos conduc-tores del flujo mercantil interregional los caminos delmercado interno colonial ya sealados por Garavaglia yAssadourian y discutidos por Gelman sino tambin unbuen nmero de personas que formaban parte, adems,del universo social ms cercano y ms vital de actorescomo Bartolom Diez de Andino, mercader-estanciero,

    jefe sedentario de negocios que requera de sujetos msdispuestos al nomadismo.En efecto, por dentro de estas extensiones aparente-

    mente annimas, haba unaorganizacin, y es esta orga-nizacin lo que convierte a la extensin enespacio.5Estaorganizacin, que responde de algn modo a la integra-cin entre regiones a partir de polos generadores de mo-vimiento y de centros de distribucin y de paso, est tra-

    mada de una manera absolutamente ajena al anonimato:las relaciones parentales (reales y ficticias), la amistad, elcompadrazgo y para ciertas tareas como el reclutamientode fleteros, boyeros y peones el control de las pequeasclientelas en cada pago, constituyen la argamasa, la sus-tancia del funcionamiento efectivo y cotidiano del circuitomercantil que integra ese sistema econmico colonial delRo de la Plata, Paran arriba y pampa adentro, hasta la

    cordillera, la puna y las menas argentferas.

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    Bartolom Diez de Andino:un mercader sedentario y estanciero

    El esbozo de algunos rasgos de la figura de Bartolo-m, organizador de la compaa comercial que se disuelvecon su muerte y punto en comn que une a los actoresque analizaremos ms adelante, resulta imprescindible.En tanto que esta vez nos interesan precisamente las re-laciones entabladas con algunos de aquellos que fueronsus parientes, socios y partes en el negocio, retomar lacaracterizacin de su perfil es el paso obligado para faci-litar la comprensin de los movimientos de generados entorno suyo.

    Pertenece a la tercera generacin de una familia cas-tellana venida al Paraguay hacia 1660. Juan Diez de Andi-no su abuelo fue gobernador del Paraguay entre 1662 y1671, y desde 1679 hasta su muerte en 1683. Pas a Indiasel 7 de octubre de 1660 acompaado de hijos de dos primassuyas: Juan Gonzlez Alonso de Guzmn y Miguel Diez

    de Andino, nacido en 1648. Ambos sern agentes mvilesen sus negocios yerbateros, ya que segn sus propias pala-bras, se ocupaban ...en aquello que yo les hordenava....6 Aeste grupo familiar se agreg en 1663 el Alfrez AntonioGonzlez de Andino, otro sobrino, natural de Jerez de laFrontera, que llega en calidad de criado y que se radicaren Santa Fe donde se cas con Mara de Torrejn.

    En el ltimo cuarto del siglo XVII un personaje lla-

    mado Miguel Diez de Andino se casa y avecinda en SantaFe: no se trata del hijo de su prima, venido de Espaa,sino de un hijo natural de Juan, nacido en el Paraguay,de su relacin con Ana Barbosa. Juan Diez de Andino,que muere soltero, deja a Miguel el grueso de sus bienes.El casamiento de Miguel con Petrona lvarez de la Vega7apunta a una unin ciertamente frecuente entre el comer-ciante recin llegado y la familia antigua que, sin ofrecer

    bienes materiales en la dote, le provee del lustre necesa-rio para elevar su rango social.8 El vnculo matrimonialoficiaba sin duda como un medio idneo para ligar a losindividuos y familias en grupos y clanes, promoviendoadems la estabilidad territorial.9 Miguel Diez de Andino

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    se haba dedicado bsicamente al comercio de yerba y deganado; no hay referencias documentales que lo sindiquencomo propietario de tierras, aunque seguramente las tuvo.Los crditos que l haba otorgado a otros comerciantesconformaban el grueso del patrimonio en su inventario de1718. Su distribucin, ya diseaba el camino que una elParaguay con Salta, Jujuy y Potos donde se encontrabasu deudor ms importante.10 Una de sus hijas, Josepha, fuedotada con una suma bastante considerable en total msde 25.000 pesos por su casamiento con Diego LedesmaValderrama, personaje vinculado estrechamente a los ne-gocios de don Miguel, y que continuar esta relacin con sucuado, Bartolom. Miguel falleci en 1718 y hacia 1749, delos cinco hijos que haba procreado junto a Petrona lvarezde la Vega, el nico que haba sobrevivido era Bartolom.

    En 1750, encontramos a Bartolom Diez de Andinovolviendo de Buenos Aires con una carga importante.11Poco tiempo despus, en 1752, est comprando la estan-cia de Luduea al noreste de la ciudad y desde hace

    unos cinco aos viene manteniendo una correspondenciaque muestra que ha comenzado a manejar un movimientocomercial ms o menos importante desde Santa Fe, inter-cambiando en direccin de Buenos Aires, hacia el norestey el noroeste. Su movilidad, a diferencia de los operadoresque analizaremos ms adelante, parece haberse reducidoa eventuales viajes a la ciudad de Buenos Aires. Desde susede junto al Paran, el universo de intercambios de este

    mercader sedentario12

    o jefe sedentario de empresas13

    puede describirse con la imagen de una hlice quieta ypoco ortodoxa, cuyas aspas apuntan a Buenos Aires (sur),Mendoza y Chile (al oeste), el Alto Per (hacia el norte) yAsuncin (al noreste).

    Su padre ya visitaba Buenos Aires con cierta asi-duidad, desde finales del siglo XVII, con un movimientocomercial precario pero evidente: gozaba de crdito y, a

    su muerte, su principal acreedor es un comerciante por-teo. Las primeras relaciones estables y ms o menos du-raderas son las que Bartolom mantiene con FranciscoPereira de Lucena y Joseph de Ramos,14 importantes ve-cinos y comerciantes que participaron por ejemplo en una

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    representacin contra el contrabando hacia 1750.15 Unaserie de cuentas con mercaderes y comerciantes porteosestn sealando el universo de transacciones por las cua-les Bartolom Diez de Andino se vinculaba con ellos. Lamayora de las cuentas anteriores a 1750 hace mencin acobros de pesos ...por libramientos..., lo cual no brindarealmente demasiada informacin; pero las composicionesde cuentas con Prez de Saravia, por ejemplo, hablan deun pago de 1000 pesos de sisa; los otros cobros son pormontos menores y parecen estar relacionados bsicamen-te con crditos obtenidos por el envo de sacos con yerbade palos y azcar.16

    Este mercader-estanciero est implicado en una so-ciedad donde la importancia del comercio es estratgica ydonde los principales sectores de ella se encuentran vin-culados de alguna forma a este registro de la economa.Estaba directamente involucrado en y con el ms impor-tante centro de toma de decisiones que exista en el nivellocal: fue capitular durante los aos 1745, 1749 y 1750.

    Llev adelante la mayor cantidad de actividades que pudoincorporar a su espectro de accin, en lo que puede lla-marse una estrategia de frentes mltiples. Este tipo deplanteo de la organizacin de la economa de la casa queincluye el comercio a larga distancia, la produccin agra-ria y la participacin en la vida poltica local combina, deuna manera paradjica, la seguridad de lucrar siempreen algn frente con la certeza de estar invariablemente

    expuesto a tormentas o contratiempos. As, para tener encuenta su accionar, es necesario tomar nota de que su eco-noma estaba signada por la prctica simultnea de acti-vidades que son las ms de las veces lucrativas como porejemplo el flete con otras de ms alto riesgo, que ofrecanproblemas y prdidas pero que lo convertan en una refe-rencia en la ciudad y la regin, justamente por esta exhi-bicin de capacidades mltiples.

    Una de estas capacidades es la de proveer prsta-mos adelantos en plata, moneda de la tierra u otros efec-tos, combinando la habilidad econmica de soportar lasdemoras con la elasticidad necesaria para componerla deuda con un margen de amplitud importante frente a

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    lo que se ofrezca como pago llegado el momento. Esta esla figura del habilitador,17 un mercader (o comerciante)que capitaliza una multitud desuplencias hechas a indi-viduos de variados espacios y niveles, que se constituyenen sus deudores y, eventualmente, en hombres de confian-za: Bartolom Diez de Andino lo era, sin duda, y podemosconstatar su destreza en el manejo de este rol en variosajustes, o arreglos de cuenta en los cuales se evidenciatanto su solvencia en el dispositivo de la suplencia como laparticular amplitud de su giro comercial potencial, en lamedida que acepta gneros de los ms diversos18 que, ob-viamente, luego enviar, por ejemplo, como efectos ...parapagar a la gente.... en su estancia de la otra banda.19

    La actividad mercantil:riesgos, previsin y confianza

    Una elasticidad de esta naturaleza, necesita de unaagenda de contactos importante. De hecho, la cantidad,

    diversidad y calidad de ubicacin de los contactos se rela-ciona muy estrechamente con esta capacidad estratgica.Quien contara entre sus contactos, por ejemplo, a aqulque tena la capacidad o el poder de decidir sobre el ori-gen del suministro de los productos en las milicias, podatener la amplitud de recibir gneros variados, que luegogirara a este contacto bajo la forma de suministros. Peronada de esto es un dato dado. La red necesita tejerse y

    para tejer una red es necesario hacer nudos. Cada nudode lo que muy a posteriori ser una red de operadores,de factores o de agentes se constituye en el momento desu uso: es decir, no puede afirmarse que el mercader-sedentario dispona de estos recursos de manera latentey, llegado el momento, los utilizaba, como quien presionasencillamente sobre un dispositivo que, sensible al tacto,se dispara. Por el contrario, aqu el dispositivo se monta

    en el mismo momento en que se planea y planifica su uti-lizacin, con los consiguientes altos niveles de riesgo queesto implicaba, riesgo que tenda a ser minimizado menospor la existencia de mecanismos jurdicos que aseguraranalgn tipo de tranquilidad a quien ms arriesgaba que

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    por la existencia de una recproca necesidad de las partesen el marco de un funcionamiento que excediera lo inme-diato: la correcta consecucin de uno o dos negocios, elcorrecto comportamiento del operador menor para con elmercader que le permite llevarle sus negocios, constituauna buena plataforma que provea de seguridad a uno yde una probable continuidad al otro. Por lo tanto, la utili-zacin es mutua: las compaas se formalizaban en tantohaba razones convenientes para las partes, razones quemuchas veces incluan, por ejemplo, el pago de una deudaanterior o la posibilidad de abandonar un sitio.

    El tema de las estrategias de previsin frente a losaltos grados de riesgo en general no es el centro de estetrabajo ni ha sido descuidado por otros estudiosos;20 enuno anterior,21 puntualizbamos que deban considerarsefundamentalmente el comportamiento de la naturaleza,el conocimiento de las coyunturas de precios locales tan-tas veces subrayado por Gelman, estables en el largo pla-zo pero de variaciones sensibles en el corto las cuestiones

    del crdito y la venta al fiado, pero tambin la construc-cin de los vnculos prximos en funcin de un horizontede expectativas.

    Que los comerciantes y mercaderes prefirieran traerconsigo a sus sobrinos o recomendados para llevar cuen-tas, o que casaran a sus hijas y sobrinas con sus socios,nos habla claramente de una poltica de construccin devnculos primarios en funcin de una especulacin: estos

    acuerdos les permitiran obtener lealtades muy condi-cionadas, lo que, en esta lgica, supona una importantedisminucin del riesgo. Este planteo no anula otros, comoel de Jorge Gelman, que apunta fundamentalmente a ladiversificacin de las actividades. Creemos que son per-fectamente complementarios; por lo dems, el tema de laconfianza ligado al de la riqueza desde Aristteles...est ntimamente vinculado al estudio de las condiciones

    del crdito, y no slo en sociedades antiguas.El hecho de que un agente pueda llevarse un montoimportante de mercaderas por cuenta de otro, no siemprees encuadrable dentro de la figura del fiado: revisan-do las cuentas que Bartolom Diez de Andino tiene con

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    varios corresponsales suyos,22 y combinando la lectura delas cuentas con la de su epistolario lo que no siemprees necesario hacer, puesto que en varias oportunidadesaparecen ya confundidas puede encontrarse un tipo derelacin que no tiene que ver con el fiado ni con el crdito,sino con una operacin que se monta sobre capacidadescomplementarias. Esta complementariedad de capacida-des poder tener, en el caso del mercader sedentario ypoder circular en el caso del agente o factor de nego-cios est en la base de un pacto, de un trato no siempreescrito segn el cual las partes se comprometen bien acompartir los dividendos, bien a reintegrarse la suma enotro momento de una manera que ser convenida en elfuturo. Algunas de estas liquidaciones de cuentas llevanaos, y con el cierre de negocio, el mercader o el factor quedeba el cumplimiento, conserva sobre todo la confian-za de quien lo habilit. En la sociedad preliberal, dondeel marco jurdico no provee de los instrumentos ptimospara la previsin23 e, insistimos, quizs tambin en mu-

    chos casos que se pueden considerar en sociedades mo-dernas la confianza es al compromiso mercantil lo queel juramento a la prueba jurdica: es su garante, ms alldel efectivo funcionamiento de la garanta. Como sealaDalla Corte,

    palabras como fiador, fianza o confianza no eran trminospronunciados al azar, sino conceptos que en el mbito del dere-cho adquiran un sentido definido y versaban tanto sobre las

    obligaciones que contraan las personas como sobre los docu-mentos escritos que podan presentarse como prueba en juiciospotenciales.24

    Esta confianza es un elemento clave de este sistemaporque es un valor clave de esta sociedad: en la bsque-da de un mundo seguro, se presentaba como el caminoms directo. Presentada pocas veces como sustantivo,esta palabra sola y suele utilizarse para caracterizar

    una relacin o una actitud: fcilmente identificable comopredicado, como adjetivo, puede llegar a olvidarse que suconstruccin es una relacin. Una relacin que no era unfin en s mismo.

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    Los hombres de confianza:de la previsin al desamparo

    As no es objeto propio del valor

    el procurar dinero, sino confianza ...

    ARISTTELES,Poltica, Libro 1.

    Los contactos de este mercader-sedentario y estan-ciero santafesino, como hemos caracterizado a BartolomDiez de Andino, no eran pocos ni menudos. Su correspon-

    dencia lo muestra vinculado con importantes comercian-tes porteos, como Domingo de Basavilbaso, Carlos Wrig-ht, Juan de Lezica, Francisco Pereira de Lucena y Josephde Ramos, como los ms notables entre muchos otros.25 Larazn es, en estos casos, ese rol de articulacin que juegaDiez de Andino entre las lejanas economas del Paraguay,el Alto Per, la regin de Cuyo y Buenos Aires. Los tratosindican que tiene operadores por su cuenta en varios pun-

    tos estratgicos.26

    El contacto con el Paraguay requiere demuchos hombres; los nombres que aparecen como agentesde Diez de Andino son ms de una docena en tan slo unadcada, y las repeticiones no son numerosas, lo que mues-tra el carcter coyuntural y acotado de cada comisin onegocio.27 Esta muestra de intercambios, ms la consta-tacin de la percepcin de unas tasas de inters por habi-litacin -usuales, pero importantes que oscilaban entre

    el 8 y el 11%,28 parecen configurar un panorama bastantealentador: si el giro es variado e importante, en principio,estaramos ante una administracin de negocios que haprevisto reducir los niveles de riesgo. Pero an para elms cuidadoso de los comerciantes, algunas veces, podasuceder que las estrategias no fueran exitosas o bien, lasms pulidas, podan dejar de funcionar aceitadamente...

    La construccin de los vnculos prximos,o la planificacin de la confianza

    El 25 de noviembre de 1762, das antes de su par-tida en comisin hacia Potos, Manuel Ferreyra Braga de

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    Couto reciba de Bartolom Diez de Andino un poder cuyaredaccin se prest a no pocos avatares jurdicos a partirde interpretaciones enfrentadas. El nico aspecto que nose discuti de este papel fue aquel relacionado con la tareaprincipal que deba realizar el apoderado: deba dar condon Francisco de Bara, entonces considerado como vecinoy comerciante de La Plata,29 y cobrarle una partida de yer-ba adeudada a Diez de Andino cuyo monto ascenda a nadamenos que 30.000 pesos. Hacia septiembre de 1774, Bragade Couto solicitaba y consegua por ensima vez originalesy copias de las actuaciones a la cura de la Real Audienciade Chuquisaca durante los ltimos doce aos, en relacina esta evidentemente dilatada gestin. Si las artimaas ylos procedimientos que permitieron tamaa demora soninteresantes, no lo son menos algunos aspectos de esta do-cumentacin que nos ponen en contacto con las relacionespersonales que estos actores haban construido o intenta-ban construir y, a travs suyo, con el mundo jurdico, deuna cultura que constitua el soporte y la materia misma

    de las prcticas comerciales que estudiamos.La relacin comercial se confunda, como era muyfrecuente, con la familiar: Braga se haba desempeadoya como agente de negocios de Bartolom Diez de Andinoen Asuncin del Paraguay y, con seguridad, desde 1756eran socios.30 El parentesco se haba formalizado cuandoBraga desposara a Feliciana Morales,31 una sobrina deJuana Maciel, legtima esposa de Bartolom Diez de An-

    dino.32

    La joven falleci cuando las hijas del matrimonioeran an pequeas. Esto no impidi que Braga continuararealizando sus itinerarios comerciales, ya que como erapor otra parte una clusula corriente en las compaasel mismo Bartolom mantena a sus hijas, hurfanas demadre, mientras Braga se encontraba ocupado en sus via-jes, haciendo negocios por su cuenta y orden.33 El lazo co-sanguneo se refuerza entonces a partir de esta obligacin

    con retribucin que se nutre desde una tradicin doble:como en otros aspectos, la cultura de los comerciantes,sus costumbres, se confunden, retroalimentndose, con lacultura que se deriva de las relaciones familiares consan-guneas o espirituales. Afirmando algunos aspectos de la

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    construccin de este entramado, Bartolom se llama a smismo el tutor de las hijas de este matrimonio.34

    Pero este vnculo, exceda por mucho su carcter re-ligioso. La tutora del compadre, haba sido objeto de unconvenio muy especfico, oral. Un compromiso que incluala promesa de uno de dar y la del otro, condicionada, decorresponder. La correspondencia tena varias posibilida-des, pero exista. Haban pactado la prestacin y las dife-rentes formas que poda adoptar la contraprestacin. Enun documento posterior, Bartolom parece obligarse a smismo a ponerlo por escrito, cuando se refiere al texto delacuerdo que l mismo haba propuesto a Manuel FerreyraBraga de Couto:

    Digo yo el imfra escripto Don Bartholome Dies de Andino quees verdad que para quese casase Don Manel Ferreyra Braga deCouto con mi sobrina Doa Pheliciana Morales ademas de qui-nientos pesos que le di luego despues de casado le prometi ver-balmente que le havia de dar veinte mil pesos en plata acuada

    para que comerciase el dicho con ellos, interesado con migo a lamitad de ganancias con tal condicion quesi ganase con dicha

    plata tanto que a su parte le tocase libre de costas veinte milpesos poco mas o menos en brebe o largo tiempo se quedariacon las dichas sus ganancias y me bolveria todo el principal ymis ganancias y si por atrasos inculpables no adelantase asta ladicha cantidadfue el trato para el efecto del dicho Don Manuel,

    selebrar dicho matrimonio quelos tales veinte mil pesos queda-

    rian para el para siempre por modo de dote o arras y por quenohe cumplido hasta la ora presente con esta condicione y promesarason de ser el dicho Don Manuel Portuguez y por lo mismo re-selarme que algunos ministros de extravidos ladesCaminasselas mercaderias motivo de no estar indultado aun y aora sin em-bargo de se hallar ya viudo de dicha mi sobrina tiene se dichomatrimonio tres hijas y Camina actualmente asi a Chuquisacacon barios documentos de su favor con animo de indultarsey no

    se lo que en el interior dispondra Dios de mi vida y para descargo

    de mi conciencia digo que por est firmado de mi puno que hi di-

    cho Don Manuel se indultase y cobrase de don Francisco Bara

    veinte y tantos mil pesos que el dicho Bara me debe o parte de

    dicha dependiencia en virtud de los Poderes y recomendaciones

    que lleva con varios documentos mios en tal caso es mi volun-tad que pueda Comerciar con dicha plata durante sus dias vajo

    de las condiciones arriva expresadas y prevengo a la Justiciasde su magestad que ademas que todo mi caudal que pase ya altiempo de dicho casamiento y el dia de oy poseo ser de mi parteprovsedido y no de mi muger es tamvien y fue al tiempo de dicho

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    matrimonio de mi sobrina con dicho don Manuel tanto que mivien cabia y cave en mi tercio quinto los dichos veinte mil pe-sos a quese aplique los gananciales adicha mi mugery si yo memuriere en brebe y el dicho don Manuel me sobreviviere puede

    correr con mi muger a herederos la misma parseria condicionalcomo llevo expresada y para que conste lo firme de mi puo eneste campo y costa del rio salado en sinco de diciembre de misetecientos sesenta y dos aos.35

    En principio, Bartolom est pensando aqu unasuerte de dote condicionada, entendindola como unlote, como parte anticipada de la herencia de una mu-jer de su familia, pero que en realidad forma parte de un

    trato de negocios, muy mezclado con posibles ganancias ycon varias prevenciones que indican sus estrategias parareorganizar el patrimonio familiar pensando sobre todoen su propia muerte. De mantenerse con vida, la donacinno es tal: se trata en ese caso de un prstamo generosopero a ttulo oneroso. El beneficiado puede manejarse concierta comodidad, pero debe rendir cuentas. Los usos deestos acuerdos tampoco eran infrecuentes: en otros casos,

    la asignacin de una dote ha servido para cerrar tran-sacciones comerciales o para pagar deudas.36 No habien-do cumplido con aquella promesa hasta este momento, elpoderdante se siente obligado a fijar pautas por escritoen el presente de la redaccin: de igual manera, que elprstamo convertible en dote o arras debida a pesar dela viudez del beneficiario o la donacin, o lo que fuere,se concrete realmente, est supeditado a la ejecucin de

    la comisin que lleva como apoderado. Invirtiendo ciertaafirmacin marxiana, para estos hombres que ya habanvisto desvanecerse lo slido en el aire aquello que estabaen el aire tena cierto aspecto de solidez.

    Contacto, agente, socio, cliente, pariente, compadre.Mucho del orden de la previsin exceptuando el conoci-miento del terreno, de los avatares de los mercados localesy el manejo del oficio pasaba en estas sociedades por de-

    tentar un capital relacional basado en la confianza mu-tua. Gran parte del conocimiento del oficio de mercader yen buena medida, el xito que de l poda obtenerse estestrechamente relacionado con la habilidad demostrada a

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    lo largo del tiempo para edificar este capital relacional dedifcil construccin.

    Tal y como lo hacan otros sectores de la sociedad,los comerciantes intentaron estrechar vnculos con laspersonas asociadas a su actividad: el jefe de familia es-peraba y normalmente lograba ejercer adems los cri-terios de autoridad inherentes a este tipo de relaciones.Existe un consenso bastante generalizado en torno a lacapacidad estructurante y constructiva de estos valoresen sociedades de antiguo rgimen: el ejercicio de la auto-ridad en el mbito de las relaciones familiares, donde lasrelaciones afectivas y de dependencia estaban estrecha-mente ligadas a una comunidad de intereses que promue-ve y necesita de la solidaridad de los ms prximos parallevar adelante, en casos como el que aqu analizamos, losnegocios de la casa.37

    Confianza, sospechas y negociacin:gajes del oficio, pautas de la sociedad

    Algunas de las cartas escritas por Bartolom con-tienen indicios que permiten caracterizar su relacin conBraga de Couto: ...querido primo..., ...muy amado compa-dre..., ...compadre y mui amado sobrino... son algunos delos encabezamientos ms frecuentes que brotan del puodel mercader santafesino durante los meses que van deenero de 1762 al mismo mes del ao siguiente.38 Idntico

    trato le dispensar Doa Juana Maciel en las primeras car-tas39 de lo que terminar siendo un rspido epistolario: unavez viuda, Juana tom contacto directo con Manuel Bragade Couto, con el fin de tratar de resolver el negocio que laabrupta muerte de su marido haba dejado inconclusos.

    Las relaciones entre Manuel Ferreyra Braga deCouto y don Bartolom Diez de Andino parecan ptimashacia finales de 1762. En las primeras pginas del pleito

    que venimos trabajando, se transcribe una minuciosa ins-truccin que Bartolom habra redactado para el primero.Comencemos por retener ahora algunas lneas que le de-dica a Francisco de Bara.

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    La instruccin de cobro de los 30.000 pesos debidospor Bara, incluye algunas observaciones que hacen a lamarcha de los negocios sin rozar el tema del importe: ...estando Bara de mi veneficiado qual ninguno sin dever-le yo ningunas obligaciones y teniendo en su poder tantocaudal de mi cuenta ba atantos aos nome responde si-quiera a alguna carta mia por sinco aos.... El hombretiene algunos motivos para desconfiar. Acto seguido, lopreviene sobre Bara primero y sobre los pasos a seguircon l despus:

    ...y asi tenga vuesamerced mucho cuidado con el que sus ardi-

    des lo puede enrredar que asi asen los hombres que pierden elpunto pero no le diga nada de esto ni le muestre esta instruccinmientras pudiere hagale buena plaza.40

    Tampoco debe importunar a Bara si lo encuentrade camino hacia Santa Fe o Buenos Aires: Bartolom pre-fiere tenerlo dentro de la jurisdiccin, pues piensa que deesta manera podr cobrarle ms fcilmente. Si, en cam-bio, Bara se encuentra en Potos, Braga deber intentar

    hospedarse en su casa, sin decirle palabra de la preten-sin de cobro hasta pasados los tres primeros das.

    Pero si en los tres dias nole diere siquiera quinse mil pesoshaga escripto contra el para executarlo por toda la cantidad mu-dandose ya en tal caso de su casa y con el Escripto hecho buelbaa verle dandole la segunda carta en que le digo todas las verda-des que el hamerecido [...] y si vista deella no le diere toda via laplata executelo con todo rigor de derecho que no merece menos

    su ingratitud y pesima correspondencia que atantos desintere-sados y grabosos veneficios ha tenido.41

    Bartolom no escatima en instrucciones estratgi-cas; a las descriptivas-preventivas acerca del comporta-miento de su apoderado, acompaar otras, relacionadascon los objetos y mercancas que debe bajarle desde elPotos, en caso de que la cobranza se realice sin incon-venientes: la mitad en ropa de la tierra, un quintal de

    estao, moldes para cavesadas, una piedra de ara y vi-najeras con su plato y el resto, deca, en plata noms, paracomprar aqu ms efectos de Castilla, ...para la tiendaque avemos de mantener interesados como avemos trata-do por disposicion de vuessa mersed.... La diversificacin

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    no es muy amplia, pero s evidente: Bartolom recuerdaa su apoderado haber tratado sobre el tema; mantener lavinculacin con el Potos no deba llevar a desatender laprovisin de la tienda, la venta local, al menudeo, por locual el mercader est previendo destinar un poco menosde la mitad de la deuda de Bara para efectos de Cas-tilla. An cuando esta cifra lejos est de concretarse enun cobro efectivo, la disposicin en el esquema de inver-siones que se hace Bartolom es significativo: contemplaartculos para la industria local, para hacer suplencias,para venta al menudeo y no olvida los favores debidos a laIglesia. Antes de cerrar la instruccin que diera a Braga,Diez de Andino afirma ...pero siempre quiero que sea co-rriendo vuesa merced mis consejos como mas practico quesoy en estos negocios de por aca.

    Las palabras del mercader trazan una suerte decartografa de las especialidades: toca a Braga el conoci-miento de la coyuntura potosina (...si hallare vuesamer-sed por alla alguna conveniencia ental caso hara como

    quien tiene la cosa presente...) y se reserva a para s elsaber sobre el dominio de la tienda o el menudeo. Noparece distanciarse mucho de las prcticas de Belgrano,comerciante porteo del mismo periodo analizado por Jor-ge Gelman. Tanto en el caso del santafesino como del por-teo, lo que queda en evidencia es que el arreglo de estascompaas les permiten ampliar su red de actividades,

    ...sin tener que aportar ningn trabajo personal y garantizn-

    dose un mximo de beneficios [...ya que...] as se elimina la inter-mediacin de un comerciante del interior y a su vez al estable-cer los porcentajes de utilidades como paga del compaero, esteltimo se ve estimulado a vender los productos en las mejorescondiciones posibles.42

    En las instrucciones dadas por Diez de Andino, seobservan tambin con claridad los puntos de la conste-lacin de relaciones con las que Bartolom cuenta para

    sostener el camino entre Santa Fe y el Potos. Esta redcuenta con elementos variados, desde el punto de vista dela extraccin social hasta la disposicin o disponibilidadde asentamiento, saberes y movilidad geogrfica. Varie-dad que, en efecto, garantiza en parte su eficacia. Veamos

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    los ejemplos: en una carta de comienzos de enero de 1763,Bartolom ha puesto en camino a un capataz indgenadel mismo Braga, envindole con l unas carretillas parahornear ladrillos. Braga no deber desampararlas hastallegar al poblado de El To (actual provincia de Santiagodel Estero) donde otros contactos suyos se ocuparan deellas. Hasta all, Braga debe tener cuidado con Don Die-go de Ledesma cuado de Bartolom, quien casara consu hermana Josefa por decisin de Miguel Diez de Andi-no, de quien ya era socio a cargo de la tropa, pero muienfermo. Si su cuado llegara a morir repentinamente,Braga quedara a cargo de las cosas que Ledesma lleva desu cuenta. Con el poder de cobranza, Braga est llevan-do tambin unas mulas, que deben llegar al Potos; peroentre tanto, debe encontrar a algunos contactos que le se-ala en Santiago del Estero (Miguel Antonio Fernndezy Agustn Diez entre otros, quienes le daran informacinsobre los negocios de Bara con su yerba en Potos), comoas tambin hacer unas cobranzas en el Tucumn. All, su

    agente por el negocio de las maderas y carretas era doaMara Prez, negocio en el cual est tambin involucradoel Padre Rector Provincial del Colegio de la Compaa deJess... Braga debe enviarle noticias desde Santiago delEstero (estaba previsto que un tal Diego, que le hara decorreo, volviera desde all con cincuenta pesos y noticias)y tambin desde el Tucumn. En Salta, deba obtener lacuenta del romaniaje de la yerba que haba llevado Bara

    en su momento (elemento que le servira para probar elvolumen del envo y, por ende, la cifra a cobrar) mientrasque en Potos, deba contactar a Joseph de Acosta y CarlosGuerrero, cobrarles, darles recibo y solicitarles ayuda.

    Pero en medio del tratamiento afable, de instruc-ciones claras, exhibicin de contactos y promesas de cier-tas regalas, Diez de Andino no deja de sealarle a Bragaalgunos trminos que refuerzan la proximidad de los vn-

    culos y, al pasar, unas lneas dedicadas a hacerle notarque, de alguna manera, la confianza es ms una relacinque un dato dado:

    Yten tamvien prevengo, queno por que se vea Duenio de dichaPlata dexe de acordarse de ayudarme en lo posible maiormente

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    por sus hijas por queno obstante haverme hecho cargo de ellasy tener la mira de dotarlas con lo que pudieren mis fuerzsasnosera rason que vuesamersed baia coger las maas de Baraque ha abandonado su Casa que otros que se encantan en elPeru que ademas de ser punto de hombre de vien el cuidado desus hijas en vuesamersed es obligacion atenderlas con parte dedicha Plata porque cuando la prometi fue para que sirviera asia vuesamersed comoa mi sobrina e hijas si Dios selos diese yaunqueno lo preferi asi pero se dexa mui vien entender que esafue mi intencion....43

    Lo prometido es deuda, y se cubrir, pero lo prome-tido est indisolublemente ligado a las mujeres de la casaque, antes como marido y ahora como padre, Braga debeatender: el patrimonio aparece atado al circuito doms-tico por estas doncellas que, si bien sern dotadas por supadrino, deben ser tenidas muy presentes por su padre.

    Estas prevenciones, por otra parte, tienen su asi-dero si consideramos que, el mismo Francisco de Bara,tena excelentes relaciones con Bartolom Diez de Andi-no algunos aos antes. Hacia 1752, cuando Bara era

    vecino de la Villa Rica de la Gobernacin del Paraguay,Bartolom supla al hijo de aqul con vestimenta (chupas,calzones, capas y zapatos entre otras cosas) que cargabaen la cuenta de su corresponsal y amigo.44 Carlos SantosGuerrero, contacto de Bartolom en Potos, que recibe yhabilita a Braga en su viaje, tambin lo era. Esta amistady colaboracin durar incluso ms all de los ltimos dasde Diez de Andino: en la carta que Santos Guerrero escri-

    be a Bartolom desconociendo la noticia de su deceso, elprimero le manifestaba su afecto y satisfaccin por haberconservado la relacin y las cuentas claras durante tanlargo tiempo.45 Bara, en cambio, haca ms de cinco aosque ni siquiera contestaba las cartas ms amables...

    El mercader que espera su muerte

    En la carta desde el Salado, Bartolom preveacomo por otra parte era normal entre los hombres de ne-gocios de una cierta edad de qu manera deban mane-jarse algunas cuentas o asuntos de negocios y de familiaen caso de que la muerte lo sorprendiera antes del final de

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    una comisin.46 La referencia normativa en cuanto a estassituaciones son las leyes espaolas de tradicin castella-na acerca de la divisin igualitaria del patrimonio. Queun comerciante casara a sus hijas con jvenes aprendicesla mayor parte de las veces tambin parientes era otrade las opciones muy frecuentadas, al igual que lo vemospara Buenos Aires y Santa Fe durante la misma poca.Las mejoras y las dotes son mecanismos habituales paratratar de lograr la continuidad patrimonial a partir de lasmujeres. Manuel Ferreyra Braga de Couto no era hijo niyerno de Bartolom Diez de Andino, pero funcionaba comotal: es el titular del arreglo matrimonial que Bartolompropuso con la sobrina de su esposa, Feliciana Morales. Aesta situacin se enfrentar Braga de Couto, tratando dehacer valer el poder y las cartas como garantes del funcio-namiento de un pacto que trascienda el acaecimiento dela muerte del poderdante.

    El poder, entre la vida y la muerte

    Hacia diciembre de 1764, Braga, presentndose anteel juez de Chuquisaca todava en tren de cobrar a Bara,dice quejosamente que, tras dos aos de su partida, le hasido preciso hacer algunos empeos. En el nterin de lasidas y venidas por la validez de su poder frente a una viudaque se empeaba en desplazarlo de la negociacin y de ladonacin que esgrima, Braga haba apelado al mecanismo

    de la composicin para el arreglo con Bara.47

    As fue queacudi a Blas Ximenes, comerciante potosino que realizarauna de las mediaciones en su propia casa. En esta y otrascircunstancias, Braga va dejando asentado que la repenti-na y desgraciada muerte de su poderdante no significa quel haya perdido derechos sobre las donaciones y poderesque el mismo le otorgara de su puo y letra.

    La viuda y albaceas de Bartolom Diez de Andino,

    doa Juana Maciel, evidentemente, no piensa lo mismo ya 27 de julio de 1763 otorga poder a Joseph Gil, padrede la Compaa de Jess.48 Al comienzo, la viuda argu-menta desconocimiento de los documentos que su difuntoesposo otorgara a Braga y, sobre todo, la inconveniencia

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    que significa el origen portugus de ste en una coyun-tura de guerra. Haciendo uso de un poder para testar,recibido de su esposo en 1757, revoca el poder otorgado adon Manuel Ferreyra Braga de Couto. Este argumento,aunque recuperado a partir del conocimiento de un nuevopoder obrante en el padre Gil, que llegaba por entonces ala jurisdiccin de la Audiencia de La Plata, es esgrimidopor el apoderado de Bara, Juan de Cabrera y Urriola.Quizs sorpresivamente, Gil procurador por el Colegiode la Provincia del Tucumn se excusa de ser el apo-derado de Juana Maciel. Pero aunque no utilizar el po-der, deja sentado que la viuda no le haba prevenido de laexistencia del pleito del que acaba de tomar conocimiento,como tambin de que la donacin a la que se refiere Bragade Couto en el mismo proceso ...no se halla comprovada yes necesario haserle saber a la viuda...

    El epistolario entre Braga y la viuda es reveladorde las estrategias del apoderado y la heredera. Juana Ma-ciel afirma que su difunto esposo jams tuvo nimo de

    pleitear y que el proceso que ste est llevando adelantecontra Bara es para ella una novedad. La viuda pone elacento en que la va del pleito es tan costosa como ries-gosa: ....yo nunca he pensado tener pleytos de ningunamanera por temer no susediese tal ves perder principal ycostos y asi estranio mucho se haya metido en semejantecosa pues nunca tubo orden expesa para ello del dicho di-funto ni mia tampoco.

    La viuda informa a Braga de que ha dado el poder alPadre Gil, recordndole que en otras oportunidades ya lehaba escrito dicindole que no se meta en pleitos.49 Juanale seala a Braga tambin algunas contradicciones: mien-tras hace ejercicio del poder del difunto intentando encon-trar argumentos de derecho que le apoyen en esto, en lacarta anterior, haba expresado que la muerte de Bartolo-m haba provocado la caducidad del poder, que le peda le

    renovase, aunque sin mencionarle el pleito. Pero la viudaafirma que no slo no le haba mencionado el pleito, sinoque adems le haba dado indicios de mantener buenasrelaciones con Bara, a quien estara debiendo algunos

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    favores y le habra invitado a participar en ganancias pro-ducidas por cierto negocio de gneros.50

    Esta circunstancia de la carta, hizo imaginar a laviuda una cierta connivencia entre el deudor y el apodera-do de su difunto marido, que haca quizs asideras aque-llas presunciones de Bartolom, cuando prevena a Bragasobre aquello de adoptar las maas de Bara... Eviden-temente, la viuda se inclina por la eleccin de otro apode-rado, ya que a su vista, Braga ...mas se interesava en laconveninecia y partidos que le hacia mi poder deudor queatender a lo que hera de mi utilidad. Por otra parte, ha-berse endeudado a su cuenta y por un pleito, no le pareceserio: como consta del testamento, asegura, los cincuentamil pesos que tiene estn ...en el ayre, como dicen..., yaque slo ...tengo el ttulo y otros poseen mi plata....

    La letra de la viuda, la letra del difunto

    Francisco de Bara, de buenas relaciones persona-

    les con Braga de Couto, no escatima de todos modos enestrategias dilatorias, que lograr esgrimir con xito du-rante muchos aos ms: en una declaracin del 21 de fe-brero de 1765, plantea que la instruccin escrita a orillasdel Salado es de letra de Braga, slo la firma es de Bar-tolom. Como se ve, de una manera aparentemente para-djica, el deudor y la viuda de Bartolom Diez de Andino,enfrentados por la deuda insatisfecha, coinciden en algo:

    aunque por diferentes intereses, ambos estn tratando dequitar a Braga de Couto del camino y, anular la validezdel poder otorgado, resulta un punto en comn.

    La viuda opta entonces por tomar contacto directocon don Francisco de Bara: le recrimina no haber contes-tado las varias cartas que le dirigiera y le muestra su me-jor disposicin, franquendole la brecha del arreglo: mianimo nunca fue de pleytear sino de cobrar buenamente

    ssin pelyto alguno....En respuesta a uno de los tantos recursos presenta-dos por Bara para demorar el pleito, los jueces de la RealAudiencia solicitan a las partes el reconocimiento de laescritura y de las firmas de Bartolom Diez de Andino y

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    de su viuda. As, Bara pretenda afirmar la hiptesis delpoder apcrifo: al no haber sido redactado completamentede puo y letra por Diez de Andino, sino escrito por Bragay firmado por el difunto, este ltimo bien podra haberfirmado una hoja en blanco. Aqu se vuelven a encontrarel deudor y la viuda: sta se apoyar sobre el mismo argu-mento para dejar sin efecto la donacin.

    Respecto de las cartas de Juana, Braga llegar adecir que no sabe si es su letra ...porque nunca la ha vistoescribir..., infiriendo incluso que no podra ser la escritu-ra de la viuda por el hecho de que ...han sido de buena le-tra..., habiendo oido decir por all que apenas sabe firmar.Juan de Cabrera y Urriola, apoderado de Bara, ni lerdoni perezoso, va a la carga con todo el sentido comn: queBraga desconozca la letra de Juana Maciel es inadmisible,ya que l siendo como dice ser, el apoderado del difuntopretende que es apoderado de la viuda. As, ofrece com-parar las cartas que la misma enviara a su cliente, donFrancisco de Bara, para que se reconozcan semejantes

    ...por el contesto y asumpto que se trata....51

    Esto resul-taba fundamental para probar adems que, en las notasescritas en los mrgenes, su cliente y el apoderado de losDiez de Andino haban acordado el pago de la deuda en6.000 pesos. Tras varias reticencias a incorporar al proce-so las cartas recibidas, Braga finalmente las presentar,diciendo que no lo haba hecho antes porque ...ignora sila exivicion de dicha carta inpedira la execucion que tiene

    pedida.... Las cartas que Braga reciba, reclamadas porlos jueces como elementos del proceso, contenan anotacio-nes al margen realizadas por el apoderado portugus.52

    En su declaracin del 10 de marzo de 1766, Bragavuelve a dudar sobre si es la letra de ..la dicha juana....Comparada con las escritas a Bara, dice, parecen lasmismas, pero hay otras que le parecen distintas, sobretodo porque se encuentran all algunas declaraciones con-

    trarias a la verdad: l, asegura Braga, nunca le pidi nue-vo poder por chasque, o al menos no se acuerda, lo mismoque no le parece verdadero aquello de que la viuda nuncaquiso pleitear. Las notas al margen de las cartas, sin em-bargo, son incontestablemente suyas.

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    En la carta enviada desde Santa Fe, hacia el 13 dejunio de 1765, Juana escriba ...le remito mi poder jur-dico para que pueda cobrar la cantidad de seis mil pesosen que se havia compuesto o transado el pleyto con DonFrancisco Bara..., solicitndole se cobre los costos y que,habiendo comprado ropa de la tierra con el resto, vuelvacon la documentacin a Santa Fe. Braga vuelve a hacerpeticin frente a la Real Audiencia, afirmando que se ha-lla notoriamente insolvente, a 600 leguas y a ms de tresaos de mantenerse sin que Bara le pagase a pesar delconcierto. Bara, mientras tanto, solicita que a este se leimponga ...perpetuo silencio en este asunto...., ya que esexplcito el espritu de no pleitear afirmado por la viudaen sus cartas. El poder que Diez de Andino diera a Braga,sostiene Bara, ....no era para pleitear sino para cobrarsecreta y prudentemente.... agregando que la nica quepuede interpretar los alcances del poder tras la muerte delpoderdante es la viuda.

    Si nuestra recurrencia a los epistolarios es perma-

    nente, no se debe ms que al peso que este tipo de in-tercambios en principio comunicacionales tena en estasociedad y entre los comerciantes en particular, como ele-mentos que daban cuentas de las acciones y las intencio-nes, de planificacin, de estrategia e incluso de prueba,como se deduce del gran nmero de ellos devenidos en ver-daderos instrumentos judiciales y legales.53

    El espritu de la letra o elogio de la interpretacin

    Bara basa su razonamiento en la siguiente se-cuencia: si la intencin de Diez de Andino hubiera sidola de hacer pleito, Braga debi haber presentado el poderinmediatamente; al haberlo hecho con posterioridad a lamuerte del mercader, Bara presume falsas las cartas einstrucciones posteriores a la partida del apoderado des-

    de Santa Fe. Habiendo confirmado que las firmas sonde Andino pero no las cartas lo que Cabrera y Urriolaen representacin de Bara pone en primer plano es lacuestin de la interpretacin:

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    ...todo esto se compadese vien de que el animo de aquel no haiasido lo que suena pues no es nuevo sino mui frecuente entremercaderes y aun entre los que no lo son dar a parientes orde-nes para instimular a sus deudores este modo sus intentos sinembargo de que su animo sea mui contrario pero es muifrec yregla firme de derecho que mas que a las palabras se debe estar

    a lamente intencion y animo del que las profiere [...] se sigue queen este estado debemos solo estar y arreglarnos aeste animo yno al sonido material del Poder ni a las expreciones de las cartasdel mismo Don Bartholome aun permitido que no sean falsas ysupuestas....54

    As, Braga habra incurrido en un exceso en la in-terpretacin del poder lo que constituye, en la mirada de

    Bara, un notorio vicio de nulidad [..lo cual..] es cierto yconstante en derecho.....55 Otro de los motivos de expira-cin del poder, y entre ellos el ms importante, es la muer-te del mandante. No hay nada tan sabido para todos. Siel apoderado lo sabe o no, da igual. Bartolom, por lo de-ms, falleci antes del uso de su poder por parte de Braga.Francisco de Bara se siente triunfante, ya que tiene dosinvincibles fundamentos. Caducidad del poder por muertey por revocacin. Su situacin frente a la supuesta presinde Braga de Couto no poda ser mejor. Por otra parte lascontradicciones de Braga sealadas por la viuda clarifi-can algunas cosas.

    En primer lugar, que Manuel Braga tuvo noticias dela muerte de Bartolom antes de marzo de 1764; si el apo-derado no lo recuerda se trata, segn Cabrera y Urriola,de un doloso olvido. Otra de las cartas muestra a Bragareconociendo la muerte de Andino antes de utilizar el po-der y celebrar el compromiso de pago con Bara y que porentonces (como se desprende del poder que la viuda da aGil en julio de 1763), no slo estaba de buenas relacionescon Bara sino que ni siquiera haba mencionado el plei-to. En segundo, el acuerdo se firm en octubre de 1763y Cabrera y Urriola afirma que Braga de Couto estabaanoticiado de la muerte de su poderdante desde al menostres meses antes. ste, entonces, habra violado todas lasleyes de mandatario y, por lo dems, no haba usado suderecho de donatario: se present a la justicia como apo-derado y no como derechohabiente de donacin. Toda apro-bacin de derecho de apoderado o donatario es torpe.56

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    Cabrera y Urriola por Bara sigue haciendo galade su cultura letrada, ...es visto por la vulgar regla delderecho que a las tradiciones y no a los desnudos pactosse transfiere el dominio de las cosas...; Blas Ximenes, co-merciante de Potos, haba oficiado en su propia casa comocomponedor. El apoderado de Bara dir que todo fue he-cho no slo sin poder legtimo sino con ...animo declaradode injuriar y gravar a mi parte en su honra y en sus inte-reses..., ya que dho poder fue limitado para entender eneste negocio y no en otro....57

    La parafernalia de normativas alegadas, sin em-bargo, no fue tenida en cuenta en las instancias de ne-gociacin: bien por el contrario, antes de estos inconve-nientes, Braga de Couto era desde luego portugus, lacoyuntura no era la mejor y, sin embargo, comerciaba ygozaba de la confianza de su poderdante. El recurso a uncomerciante como rbitro del acuerdo era, por otra parte,la prctica ms corriente entre mercaderes, sector socialque ser protagonista, durante todo el siglo XVIII, de un

    importante proceso de construccin, delimitacin y elabo-racin de mbitos de negociacin especficos.58

    El acento sobre la omisin de su utilizacin de de-rechos de donatario hace que no pueda surtir efecto so-bre el ejercicio de su calidad de apoderado. No hizo causapropia, slo lo hizo a nombre de Andino. Lo que se salvaes la posibilidad de que se justifique la legitimidad de ladonacin y opere en consecuencia. Pero la donacin tam-

    bin necesita ser probada. Los documentos, en este casolas cartas, ...tienen contrasi las grandes sospechas y pre-sumpciones de ser falsos...59 entre otras razones, porqueBraga no se refiere a ellos hasta despus de la muerte deAndino y, sobre todo, porque estn escritos de puo y letradel beneficiario, sin otro elemento identitario del donanteque su firma. El letrado de Bara deslizar la sospecha deque la firma ha sido fraguada, sospecha que se acrecienta

    ms todava cuando Braga mismo afirma que el finado notena por costumbre decir nada a su mujer, prefiriendo s,en cambio, comentarlo con otros allegados. Cmo es posi-ble, se pregunta la defensa de Bara, que un hombre comoBartolom Diez de Andino perjudicara los intereses de su

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    legtima mujer e hijo? Bartolom no era un hombre tangeneroso como para regalar 20.000 $ y menos ...cuando laexperiencia ensea que el dinero [...] sirve a su comodidady descanso,60 cmo, entonces, podra querer enriquecer aun extrao? Pero preguntamos nosotros qu tan extraoa Diez de Andino era Braga? Tan extrao resulta que unmercader del siglo XVIII confiara sus cuestiones menos asu esposa que a su agente? Desde una mirada histrica,esto resulta menos ectpico que corriente.

    Volviendo a la interpretacin, Cabrera y Urriola seapega ahora a la vertiente literal: el donante, haba cedi-do ese dinero ...con condicin de que comerciare con ellosdurante los das de su vida hasta adquirir aquella gana-cia...,61 lo que lo expone como un prstamo condicionadoy no como una donacin como fin, no conforme a derecho.De Braga dice que tiene genio litigioso, que es maliciosoy acostumbra faltar a la verdad. En la transaccin conAndino, adems, no intervino juez alguno. Lo que debeser tomado como vlido es el poder de la viuda al Padre

    Gil (que lo haba declinado); que se ejecute lo que tienenpedido, se le remitan a la viuda todos los papeles y cuen-tas para que enterada de todo la viuda ajuste sus cuentaslegtimamente,

    ...pues todo el deseo de Don Francisco no ha cido nies otro sinoliquidarlas Christianamente y dar una plena satisfaccion desu legalidad y buena fee.. Y como ninguno mejor quela viudasave las verdaderas sircunstancias dela Cantidad y Calidad dela yerva que administro mi parte ni este puede en otro lugarmejor que en santa fee justificar las esepciones y defensas queporsumisma senseridad he injenuidad dej de produsir ante el

    juez arbitro persudiendose a que todos en todo obrarian de bue-na fee omitiendo sutilesas y apises de derecho comforme a esti-lo de mercaderes y comforme a la amistad satisfaccion y buenacorrespondiencia quesiempre conserbo con Don Bartholome de

    Andino y sufamilia es mas nesesario eindispensable quese hagala remicion que previene la viuda...62

    Por lo tanto, la viuda...no es ni deve ser culpable en nada delo dicho nies ni deveser parte enel articulo presente sino solo Don Manuelpor haver

    obrado desde el prinsipio contra el animo intencion y ordenes de

    los dueos y contra el secreto y confiansa quesele encarg como

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    por haver espirado su Poder con la muerte de Andino, averserebocado, con el primero quedi la viuda mucho antes queseselebrase el compromiso y haver Don Manuel Prosedido aesteyatodo lo demas saviendo y ocultando maliciosamente estassustanciales sircunstancias pues siendo asi conmo loes y quedacomvencido solo con el se deve entender el presente arrticulo ydeclarando la nulidad condenarle en todo las costas de lo fechoy executado63

    En casa de Ximenes, Braga y Bara haban inter-cambiado mutuos elogios; pero la entrega que Bara de-ba realizar segn el dictamen de la composicin, nuncafue verificada. Todo esto ocurri en noviembre de 1764.

    Bara insiste en que las cartas de la viuda indican queBraga us el poder en una direccin no deseada porella.64 Bara apela diciendo que para que valga el laudode Paz, lo primero es aclarar si el poder de Braga serva.De todos modos, el laudo de Paz (arbitraje) quedar nulohacia fines de 1766, cuando la RALP decide reponer lacausa a su estado anterior, pero sentenciando en trminoscasi idnticos al arbitraje que anula...

    Aqu comienza a sonar como una prioridad parala causa judicial cundo realmente Braga tom conoci-miento de la muerte de Bartolom. Balenzuela, apoderadode Braga, admite finalmente que el poder expira con lamuerte, pero indica que no si se ha empezado a utilizar ymucho menos si el apoderado no est enterado de la muer-te del poderdante. Afirma entonces que Braga no se ente-ra del deceso de Bartolom Diez de Andino hasta agosto

    de 1764, cuando ya tena varios arreglos hechos.65 Hacia1766, en una presentacin del 19 de abril, Braga vuelve ala carga presentando una suerte de reflexin sobre la re-lacin entre negociacin y cumplimiento: cuanto mayor esla rebaja, menor la excusa para incumplir, a fin de la tran- quilidad de los nimos. Se reafirma como apoderado deAndino porque, durante el lapso que l realiz los acuer-dos, no le constaba el deceso de su poderdante. La noticia,

    o mejor, el rumor de esa muerte, poda ser supuesto. Bra-ga, en un alegato soberbiamente inteligente, sugiere queeste tipo de noticias ...suelen divulgarse por los mismosdeudores...,66 a fin de descalificar a los apoderados. Enjunio de 1766, Cabrera y Urriola vuelve a comparecer por

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    Bara: no slo vuelve a negar la validez del poder sinoque agrega que Braga ha podido manipular informacinfrente a la viuda. Insiste en la nulidad de la transacciny dice que la viuda confirma en sus cartas que Braga eramuy inclinado a litigios y sutilezas del derecho. El temadel cobro es inseparable del de la nulidad y hay una di-ferencia muy grande entre litigiosidad y sosiego y buenacorrespondencia.

    La sentencia de la Real Audiencia, dictada en 1767,favorecer finalmente a Braga de Couto, y por el importepactado con el rbitro que haba sido ms generoso con l,Paz. Los ms de dieciocho mil pesos que Francisco de Ba-ra debe integrar, no obstante la sentencia, seguirn siendoobjeto de una nueva negociacin, ahora sin intermediarios,entre ste y Juana Maciel. La correspondencia imposiblede desplegar y comentar aqu por razones de espacio losencuentra negociando todava una docena de aos despusde la sentencia y pasados veintitrs aos de aquel acto deconfianza de Bartlom Diez de Andino, habilitndolo con

    un cargamento de yerba valuado en 30.000 pesos

    Conclusin. El vnculo, la posibilidady la posibilidadde un estudio alternativo de los vnculos en historia

    Segn una imagen muy difundida y consensuada,en las sociedades de Antiguo Rgimen la entidad de losdiversos vnculos sociales constituan estructuraciones

    sociales reales, en un entramado social visualizado comoun plural y complejo conjunto de corporaciones o comuni-dades, de vnculos personales y redes sociales.67 El giro deptica de lo descriptivo a lo vincular tuvo, sin duda alguna,cantidad de mritos y acordamos en que estas sociedadesse encontraban organizadas en un orden poltico plural,caracterizado por poderes plurales y policntricos.

    Hombres y mujeres se encontraban adscriptos por

    vnculos de pertenencia a formaciones colectivas de diver-sa ndole. Eran sociedades centradas en el grupo y no enel individuo, invencin de la modernidad.68 La idea degrupo surge por la existencia de nexos permanentes de untipo particular, con formas propias de autoridad, reglas de

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    funcionamiento internas, lugares y formas de sociabili-dad69 y comportamiento reglados por la costumbre.

    Pero aqu queremos proponer una inflexin: si, comoquieren algunos estudiosos de la antropologa del AntiguoRgimen, la definicin de estos nexos y cuerpo de reglasno depende de la voluntad de los hombres, ya que resultandel nacimiento en un grupo determinado, habr que ad-mitir que no existe opcin frente a una estructura y moda-lidades de pertenencia que estn fijados previamente porla costumbre o por la ley. Pero dnde se ubica entoncesel sustento que permite argumentar el carcter estructu-rante de las relaciones sociales? Es la adopcin de la vadel intersticio algo mucho ms slido que una salida decompromiso? Quizs debamos considerar la posibilidad deque el resultado final depende, en gran medida, del puntode vista que se adopte: si concedemos todo el peso a lanormativa incluso a la no escrita no tendremos otra op-cin que aceptar el resultado final de una sociedad ms omenos inmvil. Dentro de esta tnica, la consideracin de

    los intersticios o mrgenes de accin para las personas, enalgunos casos, no hace ms que ablandar un poco el mo-delo. Sin embargo, existen otras maneras ms funda-mentalistas? de abordar el problema de la relacin entreactor y sistema y vamos a detenernos sobre una de ellas.

    Varios estudios, el nuestro incluido, indican que losmercaderes, quienes seguan algunos patrones para mi-nimizar los riesgos fortaleciendo la confianza con base en

    la construccin de vnculos prximos, no siempre tuvieronel xito esperado en esta empresa.70 El orden de la posi-bilidad, entonces, se construye sobre la base del vnculopero, como lo plantea Mauro Ceruti, no es mecnicamentededucible de esta trama.71 En efecto, la posicin que consi-dera la estructura social como un ente que define vnculosy a cuya cuenta deben acreditarse el grueso de las posi-bilidades de familias y personas (en clave de constriccin)

    ha recibido ya duras crticas. En un trabajo tericamentesuperador, Zacaras Moutoukias ha llamado la atencinsobre las consecuencias derivadas de estas posiciones.72Desde una perspectiva como la suya, relaciones socialesinstitucionalizadas, tales como la familia y el parentesco,

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    la amistad y el paisanaje, el patronazgo y la clientela,dejan de ser considerados solamente como elementos decontexto, en sentido esttico.

    Si admitimos que las relaciones tenan un peso de-cisivo como factor de estructuracin, y que son stas lasque constituyen a las redes sociales, nos encaminamoshacia una conceptualizacin completamente distinta a laanterior: contexto y configuracin son menos marcosde referencia que resultados, menos cortes especficos queconstelaciones mviles. La apuesta por el vnculo lleva,como primera medida, a abandonar la sensacin de segu-ridad y tranquilidad epistmica brindada por las estruc-turas y los contextos estticos de aquellos aos felices. Loque viene a instalarse en su lugar es la idea de incerti-dumbre y el manejo de laposibilidad.

    Pero esto no agota tampoco la crtica al modelo: to-dava resta plantearse re-flexivamente las consecuenciasde una postura tal sobre el punto de vista adoptado. Eneste sentido, si la norma de la antropologa del antiguo

    rgimen indica que los vnculos son la materia prima deun tipo de relacin derivada la lealtad lo que se imponees revisar nuestra concepcin en lo que a la naturalezaterica del vnculo se refiere. Esto se torna particular-mente claro si retomamos algunas reflexiones tericas. Vnculo y posibilidad juegan, en el esquema terico delinvestigador, dentro de una relacin jerrquica: el vncu-lo puede ser considerado como estructurante del esque-

    ma de posibilidades dentro del cual los acontecimientosy los comportamientos se producen. Ahora bien qu sig-nificado tiene aceptar este esquema? no se acepta as,simplemente, que los acontecimientos, una vez obtenidoslos datos referentes a los vnculos primarios, seran de al-guna manera previsibles?. Introducir la posibilidad comovariable en escala histrica implica hacerse cargo de quelos vnculos, como hemos visto en la relacin estudiada,

    cambian, y mucho.El caso que abordamos es, justamente, una vario-pinta muestra que se resiste a ser objeto de encuadressimplificadores: a pesar de una enorme cantidad de pre-visiones, el mercader sufre los avatares que le imponen la

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    sancin de otras alianzas momentneas, a la postre, mseficaces que las suyas. A pesar de su ubicacin privilegia-da, los menos poderosos o mejor, los que tienen otro po-der, el que les otorga la movilidad y la habilidad para ex-plotar los recursos de la misma sociedad que no les asignaun lugar entre los poderosos consiguen que l cumplacon su parte en los acuerdos pero no le corresponden. Porotra parte, el recurso a la justicia nos muestra todos suscostados bizarros: el marco jurdico termina por adoptarel criterio corporativo y la cultura letrada de Cabrera yUrriola para nada sirve frente al peso de composicionesque, desde su punto de vista y, segn l mismo, desde elms vulgar de los conocimientos del derecho son ilegti-mas. La viuda del mercader, menos torpe y desamparadade lo que quiere hacernos creer cuando se autocaracteri-za, nos ofrece un catlogo de recursos estratgicos: desdela exclusin del apoderado, pasando por la bsqueda deamparo y representacin en hombres de la Iglesia, o poruna renovacin de la alianza con el apoderado de su di-

    funto marido hasta el tiro del final, cuando decide tomarlas riendas de la negociacin ella misma con el escurridizoFrancisco de Bara. La negociacin es intentada por to-dos los canales y, sin sorpresa, encontramos que los malllamados informales la va de la correspondencia, laapelacin a la voluntad de arreglar las cuentas cristia-na y pacficamente o la mediacin de clrigos u otros co-merciantes resultan en realidad la materia prima de la

    formalidad: la mismsima Real Audiencia de Charcasno hace sino confirmar un acuerdo extrajudicial.En el panorama presentado por estos cambios, la

    posibilidad puede verse modificada por la transforma-cin de los vnculos. Pero, y esto es lo interesante, es lacontingencia de la posibilidad lase el desplazamiento yemplazamiento de las posiciones relativas de los agentesen el proceso, generalmente reconsiderada a partir de una

    evaluacin de los recursos (bienes, distinciones o habilida-des sociales) acumulados lo que pudo haber jugado un roldecisivo en el curso que finalmente deriv en la transfor-macin del vnculo.

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    Atravesando todo este proceso, y como objeto im-prescindible de cualquier estudio, se instalan entoncespara algunos, quizs como una novedad o un desafo lasospecha, la incertidumbre, la capacidad de accin y lamovilidad. En el centro, aparece emplazado el fenmenosocial de la negociacin. La intencin, claro est, no esla voluntad posmoderna de abandonar toda certeza: muyal contrario, es asumir la certeza impresicindible de quea una realidad pasada o presente presentada como undato dado, siempre puede plantersele otra alternativa.

    Notas1. Los autores de este trabajo queremos agradecer expresamente

    al Dr. Carlos Fabin Romitti: su aporte ha sido fundamentala la hora de establecer las relaciones sobre bases genealgicasconcretas y fiables. Idntico sentimiento de gratitud guarda-mos para con el Dr. Michel Bertrand y la Dra. Gabriela DallaCorte, cuyos comentarios y alentadoras sugerencias enrique-cieron las primeras versiones de este escrito. Desde luego, cr-guense a nuestra sola cuenta los errores y omisiones conteni-

    dos en esta publicacin.2. Archivo General de la Nacin, Buenos Aires (en adelante AGN),

    Sala IX-40-7-7, exp. 27 y AGN Sala IX-32-9-6, exp. 271.

    3. Ver Griselda Tarrag. Los Diez de Andino: un linaje colonialsantafesino (1660-1822). En: Cuadernos de Historia Regional,16, UNLu, Lujn 1994, pp. 43-71.

    4. Por razones editoriales, evitamos aqu la inclusin in extensode un estado de la cuestin, el cual puede salvarse remitien-do a la lectura de los trabajos de Carlos Sempat Assadourian.

    El sistema de la economa colonial.Lima: Instituto de EstudiosPeruanos, 1982 y Juan Carlos Garavaglia. Mercado interno y

    Economa Colonial.Mxico D.F.: Enlace-Grijalbo,1982. Como essabido, ambos estos estudios constituyen el cimiento ms firmeen relacin a la formacin y funcionamiento de un mercado in-terno colonial; pero mientras que los estudios del primero ponenel acento en una dinmica que se basa en las teoras de Perrouxy el rol de Potos como polo de atraccin que provoca un efectode arrastre sobre las economas del Tucumn y cuyo principalproblema parece ser la subestimacin del lado atlntico para elsiglo XVII Garavaglia se ocup justamente del circuito de layerba mate, producto de la regin paraguaya a partir de cuyoflujo mercantil se traza la parablica AsuncinSanta FeCr-dobaSaltaPotos. No obstante, tanto este autor como Jorge

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    Gelman entre otros sostienen que Buenos Aires no se afirma-r de manera definitiva como centro de arrastre hasta finalesdel siglo XVIII -Cfr. con Jorge Daniel Gelman. De mercachiflea gran comerciante. Los caminos del ascenso en el Ro de la Pla-

    ta Colonial. Sevilla: Universidad Internacional de Andaluca,UBA, 1996, especialmente p. 19. En cuanto al dinamismo delfrente atlntico durante el siglo XVII, el trabajo de ZacarasMoutoukias. Contrabando y control colonial. Buenos Aires:CEAL, 1988, es insoslayable. Al tratarse de investigaciones queperseguan objetivos que permitan prescindir del tema, en nin-guna de ellas encontramos una suficiente atencin sobre SantaFe (exceptuando quizs el libro de Garavaglia, quien aborda in-cluso la problemtica del puerto preciso), sealada solamentecomo llave de paso; esta pequea brecha que dejan los excelentesestudios mencionados constituyen el punto de partida desde elcual pretendemos hacer una contribucin al tema. Cfr. tambinZacaras Moutoukias. Rseaux personnels et autorit coloniale:les ngociants de Buenos Aires au XVIII sicle. En: Annales

    E.S.C., No. 4-5, juillet-octobre 1992, pp. 889-915; Narracin yanlisis en la observacin de vnculos y dinmicas sociales: elconcepto de red personal en la historia social y econmica. En:Mara Bjerg y Hernn Otero (comp.)Inmigracin y redes sociales

    en la Argentina moderna. Tandil: Instituto de Estudios HistricoSociales CEMLA, 1995, pp. 211-241; Redes sociales, compor-

    tamiento empresario y movilidad social en una economa de nomercado (el Ro de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII).En: Blanca Zeberio, Mara Bjerg y Hernn Otero. Reproduccin

    social y sistemas de herencia en una perspectiva comparada. Eu-

    ropa y los pases nuevos, (siglos XVIII al XX). Tandil: Institutode Estudios Histrico-Sociales - Facultad de Ciencias Humanas- Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Ai-res, 1998, pp. 63-81. Enrique Tandeter, Vilma Milletich y Rober-to Schmitt. Flujos mercantiles en el Potos colonial tardo. En:

    Anuario del IEHS, 9, Tandil 1994, pp. 97-126; Guillermo Mira.

    La minera de Potos, las lites locales y la crisis del sistema co-lonial En: Margarita Menegus Bornemann (coord.)Dos dcadasde investigacin en historia econmica comparada en Amrica

    Latina. Homenaje a Carlos Sempat Assadourian, Mxico D.F.: ElColegio de Mxico, 1999, pp. 401-402. Zacaras Moutoukias. Co-mercio y Produccin. En:Nueva Historia de la Nacin Argentina.Buenos Aires: Planeta, 1999, pp. 51 y ss.

    5. Antnio Manuel Hespanha. Vsperas del Leviatn.Madrid: Tau-rus,1989, p. 52.

    6. AHPSF, CDA, Legajo I, Carpeta 4.

    7. Archivo del Arzobispado de Santa Fe, Libro de Matrimonios deSanta Fe, 1642-1714, f. 117 v. El matrimonio tuvo lugar el l4 defebrero de 1704 y Miguel muri el 2 de julio de 1718. Para am-pliar ver Tarrag, op. cit., pp. 45-49.

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    8. Refirindose a los mercaderes de Buenos Aires del siglo XVIII,Socolow aunque sosteniendo que para este momento la riquezaes ya el ndice ms importante dimensiona la combinacin de losvalores atribuidos (el apellido, las riquezas heredadas, los ttulos)con el peso de la posesin del circulante: Era ms fcil casarsebien, tener asociaciones personales y comerciales prestigiosas yaprovechar las relaciones con el gobierno, si uno tena un apelli-do importante. Sin embargo, un desconocido industrioso poda,a travs del trabajo intenso, la acumulacin de capital, el matri-monio y el parentesco y un poco de suerte, abrirse camino en losrangos del respetable grupo medio de los comerciantes. SusanSocolow.Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y co-mercio.Buenos Aires: De la Flor, 1991, p. 37.

    9. Idem, pp. 49, 51 y 63. La legislacin hispana sobre el tema de la

    promocin de la estabilidad geogrfica de quienes van a Indiasconstituye una verdadera obsesin, que puede constatarse tantoen las compilaciones ms antiguas (p. e. la de los Reyes Catli-cos) como en laRecopilacin.

    10. Tarrag, op. cit., p. 50.

    11. AHPSF, CDA, Carpeta 10.

    12. La distincin entre mercader y comerciante aparece aunque no

    muy bien resuelta, como veremos en trabajo de Susan Socolow:Las palabras mercader y comerciante se usaban antes comosinnimos para referirse a los comerciantes de larga distancia,y en general se prefera la forma ms antigua mercader. Sinembargo, en Buenos Aires hacia 1750 haba una clara distincinentre la actividad econmica y el status social descriptos por es-tos dos trminos. Un comerciante era ...un individuo... que girasus negociaciones a los puertos habilitados de la Pennsula, y de

    Amrica y colonias permitidas; y para las ciudades interiores deeste Virreynato, el de Lima, recibiendo sus retornos en plata,

    frutos, y efectos de sus producciones y manufacturas, compre-hendindose en su manejo y giro todos los efectos de las fbricasde Europa. Por contraste, un mercader era un individuo... quemantiene tiendas de menudeo de ropas en esta ciudad, y entreellos hay muchos que giran tambin por mayor. El comercio pormenor abraza todos los gneros comerciables de Castilla y dela tierra. Tan esencial como la divisin entre comerciante ymercader como mayorista versus minorista, era la diferenciaentre comercio ultramarino y comercio local. Socolow, op. cit.,p. 25. La fuente de referencia es el Almanaque Mercantil, Ma-

    drid, 1802. A pesar de esto cfr. tambin las pp. 33 y 71, y deocuparse concretamente de los grandes comerciantes, Socolowtitula su libro apelando a la denominacin antigua, lo que seajusta ms al tratamiento que se les da a los muy grandes comer-ciantes en la legislacin indiana, desde la Casa de Contrataciny en las Reales Cdulas expedidas durante el reinado de los

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    Austrias para la atencin de los Consulados de Lima y Mxico,donde la relacin Consulado/Mercaderes/Casa de Contratacin,lexicogrficamente, est fuera de toda duda. Ver por ejemplo losttulos 1 a 3, el sexto, 22, 23 y 35 de los Sumarios de la Recopi-lacin General de Leyes de las Indias Occidentales, (1628), con-tenidos que aparecen sin variaciones sustantivas en la Recopi-lacin... de 1680. David Brading, refirindose a testimonios quevan del ltimo ao del siglo XVI hasta el de los viajeros JorgeJuan y Antonio de Ulloa, afirma tambin que ...por comercioestos observadores entendan la importacin de mercancas delotro lado de los ocanos, de Sevilla y Manila, y no el intercambiode productos locales. David A. Brading. Mineros y Comerciantes

    en el Mxico Borbnico (1763-1810). Mxico D.F.: FCE, 1975 [1.Ed en ingls 1971], p. 135. As, a pesar de esta cierta confusinque atraviesa el trabajo de Susan Socolow, mantendremos eneste trabajo la denominacin de mercader [y sedentario] paraBartolom Diez de Andino, reservando la de comerciante paraquienes mantienen entonces un contacto ms fluido con ex-portadores peninsulares o de naciones no autorizadas.

    13. La expresin es de Carlos Sempat Assadourian, op. cit., p. 86.

    14. AHPSF, CDA, Carpeta 9; III; las cuentas con Lucena abarcan elperodo que va de marzo de 1746 a marzo de 1748, mientras queel contacto con Ramos comienza en 1752 y parece interrumpirse

    en 1755.

    15. Jos Mara Mariluz Urquijo. Bilbao y Buenos Aires. Proyectosdieciochescos de compaas de comercio. Buenos Aires: Univer-sidad de Buenos Aires, 1981, pp. 155 a 157.

    16. AHPSF, CDA, Carpeta 9, III, f. 17 a 22, Cuenta annima, 1754-55.

    17. La figura del habilitador, como mercader que adelanta plata y

    mercanca a los productores directos, en Concolorcorvo.Lazari-llo de ciegos caminantes.Buenos Aires, 1946, pp. 110-111.

    18. Tal el caso de los tratos con Juan de Setbal, entre otros. En1764, ste arrienda un horno de ladrillos a Juana Maciel enla otra banda; y le ha dado vacas, novillos, terneros, yeguas,mulas, borregas, en parte de pago por 840 pesos y sus rditos,suplidos por Bartolom tiempo antes. AHPSF, CDA, Carpeta 9,III, f. 26.

    19. Por ejemplo el detalle del envo a Casafus, el 7 de septiembre de

    1748, que se compone de 44 efectos distintos desde vacas has-ta botones forrados y por cuya cuenta recibe, adems, nadamenos que diez carretas y una docena de ejes... AHPSF, CDA,Carpeta 9, III.

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    20. Cfr. fundamentalmente con el ms completo de los que hemosconsultado, Gelman. De mercachifle..., pp. 14, 92-95; 110, 116-118; 138 para las coyunturas de precios.

    21. Griselda Tarrag y Daro Barriera. El vnculo y la posibilidad.

    Prctica mercantil, construccin de vnculos sociales y factoresde riesgo (Santa Fe, siglo XVIII), ponencia presentada en lasPrimeiras Jornadas de Historia Regional Comparada, Porto

    Alegre, agosto de 2000.

    22. AHPSF, CDA, caja 9.

    23. No ignoramos que de hecho los haba la escritura de obliga-cin, la libranza y la cesin de deudas, entre otros, analizadospor Gelman, op. cit., pp. 95 y ss. ni que es el Comercio el rea

    dentro de la cual un derecho especfico se va a desarrollar mstempranamente. Sin embargo nos estamos refiriendo a factoresque, justamente, han sido descuidados y que nos parecen medu-lares en relacin al marco jurdico; la traicin de la confianza,efectivamente, es como veremos ms adelante un punto queaparece como materia argumental en procesos judiciales entrecomerciantes.

    24. Gabriela Dalla Corte. Vida i Mort duna aventura al Riu de laPlata. Jaime Alsina I Verjs, 1770-1836.Barcelona: Publicacio-

    nes de lAbadia de Montserrat, Biblioteca Serra dOr, 2000, pp.76-78.

    25. AHPSF, CDA, Carpeta 9, III, f. 17 a 22, cuenta annima de1754-55; acerca de estos comerciantes porteos Socolow, op. cit.,p. 41.

    26. En 1753 Domingo de los Ros le despacha cinco sacos de tabacodesde el Paraguay; en este mismo ao, mantiene corresponden-cia con Don Carlos Guerrero, nombre que tambin aparece concierta frecuencia en las cuentas de Andino y que recibe en elParaguay unos envos de vino en botijas provenientes de Men-doza; le recomienda se deshaga de ellas rpidamente para queno se pase, como sucediera con una partida anterior. AHPSF,CDA, Carpeta 9, I y II correspondencia con Domingo de los Rosy Carlos Santos Guerrero.

    27. Ramn de Espndola, otro de sus operadores en tierra paragua-ya, le escribe en febrero 1762, anuncindole un envo de casi 100arrobas de yerba y unas 17 de tabaco, pidindole lo supla conefectos de Castilla. ...para surtimiento del conchabo de la xen-

    te...., AHPSF, CDA, Carpeta 9, I, carta de Ramn de Espndola. Vicente Ascona es otro socio ocasional, que opera en la direc-cin del noroeste: en 1759 se encuentra en la frontera (quizs enSantiago del Estero) esperando un envo de ganado (poco msde mil cabezas) para vender en Salta o Jujuy. Parte de este ga-nado proviene de las propias estancias de Bartolom aunque es

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    posible que incorporara a la tropa animales de otros, AHPSF,CDA, Carpeta 9, III, ff. 44 a 53, Cartas y vales de Vicente de

    Ascona, 1759. Tambin entre 1760 y 1762 aos que parecensealar el pico ms alto de su giro tiene cuentas con BartolomQuiroga, socio de Manuel de Ordua, quienes tambin operandesde el Paraguay. En cuanto a la referencia al surtimiento a lagente de conchabo, cfr. tambin Garavaglia, op. cit., pp. 312, 330y 372; tambin Jorge Gelman. Un repartimiento de mercancasen 1788: los sueldos monetarios de las milicias de Corrientes.En: Cuadernos de Historia Regional, 3, Lujn 1985, pp. 3-17.

    28. AHPSF, CDA, Cuentas con Pereira Lucena, Cuentas con Josephde Ramos.

    29. AGN, Sala IX, 40-7-7, exp. 29, f. 115.

    30. En 1756, lo encontramos enviando una partida de tabaco a Bar-tolom AHPSF, CDA, Carpeta 9, III, f. 25 - Razn del tabaco,octubre de 1756.

    31. Manuel Ferreyra Braga de Couto, hijo legtimo de FranciscoGonzlez del Monte y de Doa Mara Ferreira, haba casado enprimeras nupcias en Portugal con Mara Isabel de la Visitaciny Saa matrimonio que fuera anulado. De este casamiento, sonhijos legtimos Catalina y Manuel Ferreyra Braga de Couto. La

    descendencia de su matrimonio con Feliciana Morales consisteen tres hijas: Mara del Carmen (casada con Melchor Piedrabue-na en Santa Fe el 21 de mayo de 1770 donde testificaron, entreotros, Manuel Ignacio Diez de Andino y su esposa), Rosala(monja) y Agustina (monja). Las referencias se encuentran en

    A.G.N., Reg. 3, 1790/1793, F. 159, y fueron gentilmente propor-cionadas por el Dr. Carlos Fabin Romitti.

    32. AHPSF, CDA, Carpeta 11, Cartas y documentos vinculados alconflicto Braga-Bara. Auto de liquidacin de cuentas.

    33. Una manutencin que no parece ser a ttulo gracioso: ManuelFerreira ha dejado 132 cabezas de ganado a Bartolom para cos-tear la manutencin de sus hijas... AHPSF, CDA, Carpeta 9,II, f. 9-10, carta a Francisco Roiz de vida, 30/1/1762. Lo mismoparece suceder en el caso analizado por Jorge Gelman: ...unaclusula normal en las compaas era que durante la ausenciadel compaero, Belgrano se haca cargo de la manutencin dela familia de ste en BA, y por lo tanto para saldar esta deuda,todas las utilidades van para Belgrano. Gelman.De mercachi-

    fle..., p. 37.

    34. En una carta suya, aparece claramente de qu manera se iden-tifica y define su vnculo con Braga de Couto, apelando a unafigura que no deja duda alguna acerca de la estrechez del vncu-lo, en lo que podramos denominar uncompadrazgo en ejercicio

    pleno: ...[soy el ] tutor de dhas sus hijas menores y qe tengo en mi

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    casa como mis propias hijas por los trabajos en que se hallabadho su padre en el Paraguay al tiempo que falleci su mujer enmi casa..., AHPSF, CDA, Carpeta 9, III, Carta a Francisco Roizde Vida, el resaltado es nuestro.

    35. AGN, Sala IX, 40-7-7, exp. 29, ff. 14 y 15.

    36. Socolow, op. cit., p. 56.

    37. Tomamos y compartimos estas reflexiones vertidas por JosMara Imzcoz Beunza en Comunidad, red social y lites. Unanlisis de la vertebracin social en el Antiguo Rgimen. En:Jos Mara Imizcoz Beunza. (director).Elites, poder y red social.

    Las lites del Pas Vasco y Navarra en la Edad Moderna (Estado

    de la Cuestin y perspectivas). Bilbao: Universidad del Pas Vas-

    co, 1996.38. AGN, Sala IX, 40-7-7, exp. 29, ff. 1, 7 y 8.

    39. Idem, ff. 34 y ss.

    40. AGN, Sala IX, 40-7-7, exp. 29, f. 10.

    41. Idem, f. 11.

    42. Gelman,De mercachifle..., p.