El_gemelo_de_Jesús__un_alumbramiento_al_budismo

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  • el gemelo de jess

  • James W. Heisig

    El gemelo de Jessun alumbramiento

    al budismo

    Herder

  • Diseo de cubierta: Claudio Bado

    2007, James W. Heisig 2007, Herder Editorial. S.L., Barcelona

    ISBN: 978-84-254-2509-7

    La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentimientoexpreso de los titulares del Copyright est prohibida al amparode la legislacin vigente.

    Imprenta: ReinbookDepsito legal: B -188 - 2007Printed in Spain Impreso en Espaa

    Herderwww.herdereditorial.com

  • ndice

    Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    ProfanumIndagar el texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Una voz desde fuera de la tradicin 16Los manuscritos 20Los cristianos tomasinos y la conexin gnstica 26Una ptica en el texto 34Notas 39

    FanumDialogar con el texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

    SaeculumConvivir con el texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175

    Colocar el Evangelio de Toms 177La extradicin de la tradicin tomasina 182El Evangelio de Toms y la mstica 187Conclusiones 193Notas 195

    Bibliograf a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197

    Texto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203

  • Prefacio

    Desde la primera vez que tropec con el Evan-gelio de Toms, ms de veinte aos atrs, en plena prepara-cin de un seminario de posgrado sobre textos hermticos, supe enseguida que estaba en presencia de algo extraordi-nario. Recog cuantos materiales pude para familiarizarme con el estado actual de la erudicin y, a continuacin, me puse a leer el texto lnea por lnea con mis alumnos. Qui-zs debido al ao que habamos dedicado al estudio de tex-tos maniqueos, mandeanos y valentinianos, quizs debido a la sensibilidad japonesa de los estudiantes, sea cual sea la razn, el caso es que los alumnos sintieron una simpa-ta espontnea por esta coleccin de dichos secretos de Jess. Un ao despus, tuve la ocasin de leer el texto nuevamente con un grupo de personas del pblico gene-ral, entre las que se hallaba solamente una cristiana. Una vez ms, su entusiasmo por el texto me sorprendi. Lo que descubrimos juntos me hizo cuestionar la idea dominante entre los eruditos de que Toms se fund en una base gns-tica en cuanto al dualismo entre el bien y el mal, el rechazo del cuerpo como inherentemente corrupto y el empeo deestablecer una comunidad de elites iluminados se re ere.

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  • Los pocos recursos que existan en japons seguan la mis-ma lnea. Descontento con lo que haba ledo, me puse a escribir un ensayo largo con la intencin de demostrar no solamente que Toms no comparte esta cosmovisin gns-tica sino que, de hecho, propone una restauracin de los sentidos como parte integral del autoconocimiento.

    Pasaron diez aos antes de que el texto volviera a caer en mis manos para leerlo una tercera vez con otro grupo de estudiantes. En el transcurso de nuestras discusiones se me hizo evidente que el evangelio tena mucho ms de lo que yo en un principio le haba concedido. As que, des-contento con lo que haba escrito, me puse a recoger una bibliograf a ms extensa de materiales y a ponerme al da de los avances en el campo. Pese a lo revelador que esto result, una vez ms qued insatisfecho con lo que esta-ba leyendo y decid escribir un comentario propio sobre el texto. El resultado es el pequeo libro que ahora tienes en las manos.

    Estoy convencido, como estas pginas demostrarn, de que los motivos para excluir el Evangelio de Toms de la tradicin cristiana son, al n y al cabo, carentes de sentido para nosotros hoy. Despus de ms de medio siglo de di-logo concertado con otras tradiciones, estamos en mejor posicin para reconocer que no todo alter Jess es un Jess alius. Al mismo tiempo, la atencin a las exigencias espiri-tuales hechas al cristianismo en nuestra poca nos ayuda a adentrarnos ms profundamente en el texto en s mismo y a controlar mejor la tendencia a inmunizarnos contra lo que de l nos incomoda, sea por la distraccin derivada de las disquisiciones acadmicas, sea por la preocupacin por conservar la ortodoxia.

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  • Agradezco al decano Vctor Martnez y al profesor Gabriel Surez su amable invitacin a dictar un seminario abierto en la facultad de teologa de la Universidad Javeria-na, en Bogot, donde he podido utilizar el texto de Toms como un puente entre el pensamiento mstico cristiano y las ideas budistas del yo despertado. Aunque este aspec-to no aparece directamente en el comentario, la voluntad de alumbrar el budismo con los dichos de Jess es subya-cente a lo largo de toda la obra. Doy gracias especialmente a Gustavo Castao por proporcionarme un lu gar donde vivir y trabajar. Ha sido una mezcla ideal de soledad y com-paa. Finalmente, no puedo dejar de mencionar a Verni-ca Calafell, cuya atencin a la creacin de estas pginas ha sido casi maternal.

    Bogot, Colombia15 de agosto de 2005

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  • ProfanumIndagar el texto

  • Como hijos de nuestra poca, hemos de tener cuidado de no arrojarnos deprisa en los recintos sagra-dos, el fanum, del texto del Evangelio de Toms sin prime-ramente tomar en consideracin su lugar en los recintos exteriores de la erudicin corriente, el pro-fanum del texto. De lo contrario, corremos el riesgo de cometer el sacrilegio de leer demasiado en el texto y sacar demasiado poco de ello; en otras palabras, de reducirlo a un acontecimiento de moda que destella en la imaginacin por un momen-to solamente para ser reemplazado por otra novedad en el siguiente. El mero volumen de indagaciones histricas sobre el texto compiladas durante los ltimos cuarenta y cinco aos, as como el hervor de debate acadmico que ste ha suscitado, imposibilitan un resumen sencillo. Casi todo lo que sigue precisa alguna que otra calificacin, y muchas de las opiniones a las cuales he decidido no pres-tar atencin han menester de la cortesa de ms discusin detallada de la que les voy a conceder. Mi intencin es ms simple: enmarcar la gama de cuestiones que ocupan a los eruditos en relacin con la historia y la composicin del texto y, de esta manera, aclarar el punto de vista desde el cual intentar leerlo. Slo despus de haber acabado esa lectura estaremos en situacin para realizar la pregunta que estos comentarios provocarn seguramente una y otra vez, a saber, dnde ubicar el Evangelio de Toms en la tra-

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  • dicin cristiana y en la ms amplia herencia religiosa de la humanidad.

    una voz desde fuera de la tradicin

    El Jess del Evangelio de Toms tiene un carcter diferente de cualquier otro en las escrituras o teologa cris-tianas. Las especulaciones posteriores al redescubrimien-to y edicin del texto en 1959 con rmaron las crticas que haban circulado ya desde el siglo iii, identi cndolo como poco ms que un portavoz para el cristianismo gnstico. Cuando estudios ms ceidos empezaron a cuestionar el carcter gnstico del evangelio, voces en la periferia del marco acadmico dieron un paso adelante para sugerir que Jess en el Evangelio de Toms pareca ms un sabio hind o budista, un maestro suf o incluso un cabalista.1 El polvo que ha levantado esta gura en el mundo cristiano no se ha posado todava,2 pero una cosa queda clara desde ahora: no es cosa fcil injertarla en ninguna de la gran variedad de imgenes de Jess que han dominado la tradicin cristiana a travs de los siglos.

    La argamasa de mito y detalles histricos sobre la vida y muerte de Jess que hallamos en el credo apostlico del siglo ii como tambin algn rastro del lenguaje meta-f sico aadido en el iv estn ausentes en el Evangelio de Toms, como tambin lo est cualquier referencia a su bautismo, tentaciones y curaciones encontradas en los cua-tro evangelios cannicos. No hay espritus malvolos ame-nazando la humanidad ni demonios que expulsar; no hay tampoco un cielo y un in erno. De hecho, el Jess de este evangelio no es ni siquiera un maestro de doctrinas sobre-naturales en el sentido en el que se le presenta en los cua-

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  • tro evangelios cannicos.4 Es ms bien la voz de un orculoque el predicador del amor desinteresado y del cuidado de los pobres, los hambrientos, los enfermos y los excluidos. Sus dichos no deparan verdades divinas, ni hacen profe-cas, ni construyen argumentos los cos, ni pretenden captar a discpulos. l no se muestra redentor o justi cador de una humanidad pecadora. Nada se dice sobre su muer-te, por no hablar de una resurreccin o ascensin. No hay ni rastro de un apocalipsis inminente ni de un regreso para juzgar al mundo en los ltimos das. En efecto, la persona histrica de Jess es todo menos transparente al lector del texto, como para permitir que sus palabras, las palabras del Jess viviente, resuenen con mejor claridad.

    La imagen de la condicin humana que figura en Toms tambin supone una desviacin radical de la tradi-cin bblica y teolgica conocida por los cristianos. Si el lenguaje de redencin est ausente del texto es porque los seres humanos no somos considerados criaturas nacidas en un estado de desobediencia pecaminoso que solamente un ser divino y ultramundano pueda recti car. Ms bien, sufrimos de una conciencia oscurecida, de un fracaso fun-damental consistente en no entender aquello que queda dormido en lo profundo de nuestra propia naturaleza.5 No hay relacin alguna con un Dios personal, e incluso la idea de un creador trascendente que reina en un mundo ms all del nuestro, donde nos esperan las alegras del cielo o los tormentos del in erno es totalmente ajena al espritu del texto.

    Todo esto parece razn ms que su ciente para recha-zar el Evangelio de Toms del cristianismo. Pero cuandoempezamos a considerar lo que el texto de hecho dice y a

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  • reconstruir la historia de su composicin, los motivos de su exclusin son menos seguros.

    La primera cosa de la que uno se entera al leer Toms por encima es que, de manera extraa, nos resulta fami-liar. De hecho, todos menos 20 de sus 114 logia o dichos incluyen oraciones y frases con paralelos en el cannicamente aprobado nuevo testamento.6 Cierto es que los dichos causan la impresin de haber sido recopila-dos descuidadamente con poco orden y sin trabazn, pero eso plantea la posibilidad de que tengamos en Toms un recuerdo de cosas dichas ms el que el de los evangelios cannicos donde las enseanzas de Jess estn reordena-das en historias deliberadamente construidas. El asun-to no es tan fcil, pero al menos la pregunta nos orienta en la direccin correcta por sugerir que Toms no es una mera antologa de dichos sacados de Mateo, Marcos y Lucas, sino que representa una tradicin distintivamente suya. Aunque sigue habiendo exegetas del nuevo testa-mento que continan oponindose a ella, esta idea ha sido ampliamente aceptada por historiadores del cristianismo temprano.7

    El Evangelio de Toms no es el nico recuerdo de los dichos de Jess que se supone que estuvo en circulacin durante las generaciones que sucedieron su muerte. (Lucas mismo cita un dicho que no se encuentra en su propio evangelio.8) La ms importante de estas colecciones es la llamada simplemente Q (del alemn Quelle o fuente). Su existencia como una fuente previa para los evangelios cannicos ha sido aceptada por gran parte de los eruditos del nuevo testamento, si bien no se ha descubierto nin-gn texto real hasta la fecha. Y sta es solamente una de las numerosas antologas de dichos atribuidos a Jess que

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  • los documentos histricos de la poca referencian como conocimiento comn.

    La prctica de anotar y utilizar dichos inconexos no fue en modo alguno exclusiva de las primeras comu-nidades cristianas. En realidad, fue un fenmeno bastan-te habitual a lo largo del mundo judo y greco-romano de la antigedad, con rastros que datan hasta del segundo y tercer milenio a.C. en la antigua literatura sapiencial de Egipto y Oriente Medio una sabidura en parte obvia, enparte un desaf o a lo que se consideraba obvio, pero todo accesible como re exin sobre la experiencia ordinaria. Vemos ejemplos de este gnero en los libros de la biblia hebrea de Proverbios, Qohelet, Sabidura de Salomn y Sircides. Es ms, en el tiempo y el lugar en los que pre-dic Jess, los dichos de los cnicos o lsofos perros el apodo jado a los seguidores de Digenes de Sinope (~400325 a.C.) cuyas mximas tiles o chreiai fueron adoptadas para intranquilizar a la gente y cuestionar sus ideas convencionales as como para ofrecer otro modo de pensar circulaban extensamente.9

    El Evangelio de Toms se parece mucho ms al gnero de esas colecciones de dichos que a un cuadro narrativo como los que adoptaron los evangelios del nuevo testa-mento para proporcionar a las palabras de Jess un con-texto concreto. Hacia el n del siglo i, la utilidad de estas colecciones para las comunidades establecidas de cristia-nos empez a disminuir, en la misma medida en que los evangelios biogr cos crecan en importancia. A media-dos del siglo ii, la literatura sapiencial misma haba empe-zado a ser considerada anacrnica.10 De esta manera la tradicin de recopilar dichos lleg a ser asociada princi-palmente con predicadores itinerantes y con grupos de

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  • cristianos que los reescribieron en forma de dilogos entre Jess y sus discpulos que se inclinaron ms y ms hacia la emergente tendencia del pensamiento cristiano que hemos llegado a generalizar con el nombre de gnosticismo.11Dejando por ahora a un lado el problema de dnde ubicar a Toms en este lienzo, basta notar que la mezcla de aforis-mos, parbolas y dichos crpticos en sus dilogos no est en ningn momento interrumpida por glosas interpretati-vas o explicaciones alegricas de la clase que encontramos en los evangelios cannicos. Las palabras simplemente hablan por s solas, como si hubiesen salido directamen-te de la boca de Jess.

    los manuscritos

    Igual que en otras colecciones de dichos que circulaban antes y despus de la composicin de los evan-gelios cannicos, con toda probabilidad muchos de los logia del Evangelio de Toms fueron transmitidos oralmen-te antes de ser transcritos.12 Y, una vez en forma escrita, continuaron yendo de mano en mano y siendo ajustados segn las necesidades de aquellos que los usaban y de las lenguas a las que eran traducidos. Adems, puesto que estos ajustes tenan lugar al mismo tiempo que los evan-gelios de Mateo, Marcos y Lucas iban tomando forma, es dif cil imaginar que la composicin de estos ltimos no afectara a Toms de alguna manera y Toms a ellos. Aparte de la omnipresente posibilidad de simples errores escriptuarios, debemos tener en cuenta el hecho de que la idea de copiar y traducir tena un sentido distinto en una edad en la que la tradicin oral estaba viva y ore-ciente al que tuvo luego cuando ya haba muerto a manos

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  • de la desconfianza para ser sometida al dominio de la palabra escrita. Las razones son simples: por un lado, un texto utilizado para la predicacin itinerante, como lo fue Toms durante sus aos formativos, naturalmente habra sido reordenado y parafraseado para crear asociaciones de palabras y palabras claves que facilitaran su memoriza-cin.13 Por el otro, es impensable que los escribanos, aun con el texto delante, lo reprodujeran palabra por palabra o frase por frase como si fuesen esclavos. Cada uno tena sus propios recuerdos, su conocimiento de otros textos y una idea de lo que sus lectores esperaban de l. Ni siquiera con el aparato acadmico en pleno a su disposicin le es fcil a un erudito de hoy distinguir entre un simple lapsus de la pluma y una redaccin intencional, y la distincin se vuel-ve tanto ms dif cil cuanto ms ha viajado un texto por el es-pacio y el tiempo. Nada de lo que los primeros cristianos escribieron sobre Jess est exento de este proceso. (Por ejemplo, se especula que en el ao 300 pudo haber hasta cinco versiones distintas del Evangelio de Marcos reparti-das entre las comunidades cristianas.) No es sorprendente que los historiadores se estremezcan ante la tentativa de elevar ciertos textos o partes de textos por encima de las condiciones de su nacimiento.

    En el caso del Evangelio de Toms, los nicos docu-mentos cuantiosos que nos quedan de este proceso son un juego de fragmentos de papiro escritos en griego y un texto completo escrito en copto, cada cual con su propia historia que contar.

    El manuscrito griego es el ms antiguo de los dos,fechado hacia el n del siglo ii, aunque el texto mismo pro-viene de un tiempo considerablemente anterior, al menos contemporneo con los evangelios sinpticos. No hay nin-

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  • guna di cultad en particular en concluir que existi una versin previa, pues el evangelio es mencionado textual-mente en documentos escritos que han sobrevivido has-ta hoy. No obstante, cuando se trata de darle una fecha precisa, hay bastante desacuerdo entre los familiarizados con los estilos literarios e idiomas del siglo que sigui a la muerte de Jess. El consenso general es que alguna que otra versin del Evangelio de Toms en griego era cono-cida por los autores de los evangelios cannicos, y que sus dichos se derivan de una etapa de la tradicin de dichos en desarrollo que es ms original que Q.14 Siendo as, Toms nos remite a las memorias ms primarias de lo que Jess de hecho dijo. No que los dichos recogidos tuvieran la intencin de reproducir objetivamente las palabras de l, sino slo que la seleccin se hizo en un tiempo menos dis-tanciado del Jess histrico que los evangelios cannicos. Ms precisin sobre el parentesco del texto, dado el estado actual de la indagacin, es conjetura.15

    Sin descartar la posibilidad de una recensin griega recopilada en Jerusaln por comunidades a liadas al aps-tol Jacob (conocido como el hermano de Jess y, por ende, de Toms tambin),16 se ve una convergencia de opinin erudita en que el lugar ms probable de la composicin del texto griego que tenemos hoy fue la ciudad de Antioquia, en el oeste de Siria, que Pablo haba usado como base pa-ra sus viajes.17 Debido a la fuerte influencia helnica en la zona, traducciones al griego eran tanto posibles como necesarias para reverenciar la memoria de Jess. La pre-sencia cristiana en Antioquia incluso precede la llegada de Pablo de hecho, se piensa que es el primer lugar en el que las comunidades se referan a s mismas como cris-tianas y eso ocasionara conflictos sobre cuestiones

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  • de doctrina y prctica. Fue en esa ciudad donde se com-puso el Evangelio de Mateo, que tiene ms paralelos con el Evangelio de Toms que ningn otro. Cuando conside-ramos la diferencia de estructura de los dos textos y las radicalmente divergentes imgenes de Jess que resultan de ella, una vez ms nos vemos obligados a reconocer que no exista nada que pudiera llamarse el cristianismo; lo que haba era slo una pluralidad de cristianismos, sepa-rados por diferencias tan marcadas como sus semejanzas. Dada la variedad de lenguas, de ambientes intelectuales, dehistorias religiosas, de formas litrgicas, de organizacin comunitaria, de liderazgo y de orientacin teolgica en la que los dichos de Jess circulaban cual una amalgama de cristalitos de colores re ejados en los espejos de un cali-doscopio, no nos debe sorprender que hubiera tan poca uniformidad. Tan obvio como hoy se le antoja todo esto al historiador del cristianismo es el modo en el que esta plu-ralidad llegara a ser eclipsada por la uniformidad impuesta en generaciones posteriores.18

    Todo esto se relaciona con el Evangelio de Toms. Losmateriales escritos de los que disponemos hoy en da nos remiten a otros textos y tradiciones orales a los que sim-plemente no podemos acudir. El hecho de que fragmen-tos del texto griego estuvieran escritos a mano cincuenta aos antes de ser identi cados como parte de Toms indi-ca cun perdido estuvo este evangelio. En los aos 1857 y 1903, en una excavacin arqueolgica de una antigua biblioteca ubicada en Oxyrhynchus (a unos 160 kilmetrosal suroeste del Cairo, cerca de un arroyo del ro Nilo en lo que es hoy Bahnasa, Egipto), se descubrieron en un verte-dero tres papiros con dichos de Jess que no pertenecie-ron a ninguno de los evangelios conocidos. Poco despus

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  • fueron editados y algunos eruditos intentaron reconstruir las partes mutiladas de los fragmentos pero, puesto que carecan de ttulo, no hubo un acuerdo sobre de qu docu-mento podan formar parte.19 La transcripcin fue fechada alrededor del ao 200. En aquel momento se supona que aqulla no era la primera vez que los escribas siracos y egip-cios haban copiado y alterado el texto, pero slo con el descubrimiento de la posterior traduccin copta se pudo evidenciar la hiptesis de un original en griego que circulaba ya desde la mitad del siglo i, antes de la escritura de los evan-gelios cannicos. La recensin copta, que incluye 20 dichos coincidentes con el texto Oxy rhynchus,20 no slo permiti identi car ese texto, sino que proporcion adems una pie-dra de toque para citas y alusiones al Evangelio de Toms dis-persas a lo largo de los escritos de historiadores y padres de la Iglesia en la antigedad. Y eso, en consecuencia, patenti-z la existencia de otras variaciones del texto ya perdidas.

    A nes de 1945, no lejos de la ciudad de Nag Hamma-di, en un derrumbadero mirando al Nilo en el Alto Egipto, un grupo de campesinos tropezaron con un jarro sellado que contena trece cdices de papiro que han llegado a ser conocidos como la biblioteca de Nag Hammadi.21 Los manuscritos estaban todos redactados en copto, una len-gua egipcia tarda cuya forma escrita se basaba en el alfa-beto griego y que fue usada principalmente para traducir textos del griego a un egipcio inteligible.22 Entre ellos hubo un texto completo del Evangelio de Toms. Este mto-do de conservar textos fue prctica comn a lo largo del Nilo, pero la evidencia sugiere que este jarro haba sido escondido a propsito.

    Los orgenes de esta particular traduccin copta del Evangelio de Toms, cuyo cdice es fechado alrededor

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  • del ao 340, es decir, un siglo y medio despus de los papiros de Oxyrhynchus, son desconocidos. Lo que se conoce es que, si bien la coleccin Nag Hammadi entera representa traducciones de textos griegos que abarcan un perodo de unos quinientos aos, las traducciones al cop-to (en realidad, a dos dialectos coptos) fueron producidas en una amplia rea de Egipto durante ms de un siglo. Los manuscritos restantes demuestran la labor de numero-sas manos.

    Las teoras sobre las circunstancias de la transcrip-cin del evangelio y los motivos para esconderlo junto con otros materiales son un tanto conjeturales. La proximidad de Nag Hammadi a Kenoboskin, el pueblo nativo de Pan-comio, fundador del primer monasterio cristiano en el ao 320, a resultado en hiptesis demasiado diversas, desde la suposicin de una secta secreta dentro de dicho monaste-rio hasta una recopilacin de los textos con el propsito de estudiar y derrotar herejas. Estudios ms rigurosos sobre la cuestin dan a entender que ambos extremos son equi-vocados. El cuidado con el que se produjeron las copias sugiere una reverencia por sus contenidos que contradice la idea de que fuesen tratados simplemente como herti-cos.23 Al mismo tiempo, la evidencia apunta a que la comu-nidad monstica fue bastante ms tolerante con la diversi-dad religiosa que los in exibles pensadores ortodoxos de la poca, y que no tenan tanta prisa en sacar una espada de hierro para trazar una lnea en la arena entre doctrinas ver-daderas y falsas.24 En realidad, parece que los monjes esta-ban mucho ms interesados en corrientes de pensamiento religioso bastante anteriores a la emergencia del gnosticis-mo cuyos ecos resuenan tambin en otros textos de Nag Hammadi.

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  • Todo esto nos lleva a la cuestin ms espinosa que cir-cunda la obra: los cristianos tomasinos y sus relaciones con el pensamiento gnstico.

    los cristianos tomasinosy la conexin gnstica

    Dejando a un lado la cuestin de la populari-dad general que los dichos del Evangelio de Toms pudie-ran haber disfrutado entre las primeras comunidades cristianas, ha sido fcil suponer que el texto, tanto como cada uno de los evangelios sinpticos, debi de tener una importancia especial en de nir la identidad de estos cris-tianos que honraban de una manera sealada la memoria del apstol Toms, como lo haca la comunidad cristiana en la Siria oriental.25 Fue en esta regin donde le dieron el nombre distintivo de Judas Toms, a veces con la adi-cin de Ddimo, la traduccin griega de su apodo arameo Toms (el gemelo). Adems, se ha sugerido tambin que el texto fue ledo e interpretado en un marco litrgi-co.26 Recientemente, sin embargo, argumentos cuidadosos sealan que los cristianos tomasinos no se organizaron en comunidades establecidas sino ms bien en un gru-po anchamente disperso de itinerantes radicales, hom-bres y mujeres, con poca o ninguna estructura.27 Ellos visitaran comunidades de cristianos establecidas donde predicar su mensaje de desarraigo extremo y, a cambio, recibir apoyo en la forma de alojamiento temporal, comi-da y ropa. Esta idea recurre el soporte no solamente de la evidencia recogida sobre un temprano movimiento jesunico que se extendi de Palestina hasta Oriente, sino tambin por indicios internos del texto del mismoEvangelio de Toms.28

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  • Mientras las comunidades cristianas establecidas se vol-van ms seguras de s mismas y empezaban a estribar cada vez ms en los evangelios cannicos, el con icto con el ele-mento radical se intensi c, lo que acab con el aislamiento del cristianismo tomasino y, nalmente, con su fallecimien-to. El Evangelio de Toms es la mejor prueba que tenemos de la existencia de tal movimiento. Por supuesto, por s mis-mo esto no desmiente la posibilidad de que comunidades establecidas utilizaran el texto de otra manera. Parece poco racional suponer que aceptasen el evangelio predicado por itinerantes que pasaban por all, slo para olvidarlo luego hasta la siguiente visita. No menos improbable es que los itinerantes mismos lo utilizaran solamente para predicarlo a otros, sin emplearlo ritualmente entre s o como medio de instruccin para nuevos miembros. En todo caso, el mensa-je de Toms es ms lato y ms profundo de aplicacin que el mero estilo de vida de un tal movimiento.29

    Debemos recordar que el trmino mismo cristianos tomasinos se relaciona ms comnmente con otra tra-dicin que tiene poco o nada que ver con el Evangelio de Toms, a saber, la creencia de que Toms predic el evan-gelio cristiano en la India. Alusiones dispersas entre los primeros historiadores de la Iglesia a la misin de Toms lo identifican alternamente como el apstol al Reino de los Partos (el Irn actual) y a la India. Hasta hoy, Toms es venerado en la India como el fundador del cristianismo all. La leyenda que habla de que Jess pas un perodo en la India antes de su relativamente tarda vida pblica en Palestina y mientras era miembro de la comunidad ese-nia alrededor del mar Muerto ha circulado al menos desde el siglo vi. Se dice que viaj a la India a los trece aos y convivi all durante unos seis aos con los budistas. Otra

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  • variacin habla de su huida de la cruci xin hasta Orien-te donde encontr a Pablo, quien haba sido enviado para devolverlo a una segunda cruci xin. Despus de recupe-rar la salud, Jess continu hasta la India, donde Toms le haba precedido. All pas el resto de sus das hasta su muerte in Kasmir.30 Aunque la relacin especial de los cristianos tomasinos con los budistas del sur de la India es bien conocida y al menos una parte de la literatura que trata sobre la leyenda es respetable, el ncleo de verdad de las historias de Toms y Jess en la India si de veras lo haya ha eludido la prueba histrica.31

    El cach de manuscritos de entre los cuales fue sacado a la luz el Evangelio de Toms proporciona una rica mina de informacin sobre ese misterioso movimiento llamado gnosticismo que los padres de la Iglesia se haba esfor-zado en borrar de la identidad cristiana. Una gran parte de la historia del gnosticismo ha tenido que ser reescrita desde el descubrimiento de la biblioteca de Nag Hamma-di, y todava hoy sigue la tarea. Para aquellos que conside-ran toda tendencia gnstica enemiga de la fe, el trmino ha sido sinnimo de una simple hereja. No son pocos los doctos de la biblioteca Nag Hammadi que han llegado a sentir una cierta simpata para con las ideas gnsticas pero que siguen, sin embargo, dando su heterodoxia por senta-da.32 Esta actitud no hace justicia a los nes de los textos y, por si fuera poco, pasa por alto tambin el papel que su aporte ha desempeado en coordinar sincrticamente el cristianismo en una tradicin doctrinal, aunque esa tradi-cin excluyera posteriormente el gnosticismo de los con -nes de la ortodoxia.

    El hecho es que mucho pensamiento del siglo i fue gnstico y la apariencia de la figura de Jess indudable-

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  • mente tuvo in uencia en ese desarrollo y no simplemente lo repudi. Solamente en generaciones subsiguientes fue el gnosticismo en su totalidad tildado de sospechoso por algunos padres de la Iglesia que sistematizaron sus opo-nentes y los obligaron a de nirse cara a cara con la tradi-cin preferida de los telogos.33 Esto no destierra el hecho de que s hubo elementos en el gnosticismo que no podan ser percibidos como contrarios a lo que Jess ense. Pero los cristianos no eran los nicos a quienes les escamaban ciertos aspectos del gnosticismo. El lsofo egipcio Plo-tino, por ejemplo, y por motivos bastantes diferentes, fue tambin crtico de sus excesos. Dada la pluralidad de for-mas del gnosticismo y una maleabilidad que comparticon el pensamiento cristiano, al menos durante los aos formativos de ste,34 esta lucha con las ideas gnsticas es muy distinta de la condenacin cabal de la teologa de aos posteriores.

    Por lo tanto, es totalmente errneo descartar las ten-dencias gnsticas de los logia del Evangelio de Toms como una adicin posterior a un originalmente puro evange-lio.35 Al contrario, representan un estrato del modo en que los dichos de Jess fueron acordados y transmitidos, un estrato ms primitivo que el de los evangelios sinpticos o incluso de Q36 que introdujeron una lengua apoca-lptica para tirar la rienda de esas tendencias. No hay una lnea bien de nida entre el cristianismo primitivo y el naci-miento del gnosticismo, y como un examen textual mos-trar repetidas veces, Toms representa un desvo radical del rumbo que haba tomado el pensamiento gnstico.37

    Grosso modo, las ideas gnsticas tienden a apiar-se alrededor de uno (o ambos) de dos conceptos centra-les: que la creacin en su totalidad es defectuosa desde el

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  • principio y que existe algo no creado en el espritu huma-no que nos conecta con una realidad prstina, anterior al mundo como lo conocemos. A menudo, pero no siempre, este mundo es visto como la obra de un dios demiurgo, errante y disfrazado del Dios trascendente. Esta idea de una emanacin rebelde del Dios verdadero gener una cos-mologa elaborada de estratos celestiales ms o menos conforme con la astrologa medio oriental de la poca. A veces, el pensamiento gnstico se encamin con resenti-mientos contra la idea de los judos como un pueblo esco-gido por identi car el malvolo demiurgo creador con el Yahv de la Biblia hebrea. Pero, ms a menudo, se limit a una simple repudiacin del cuerpo y sus funciones como obstculo al reconocimiento de la verdad de nosotros y de nuestro mundo. Tan sobrepujante era el poder de la car-ne que slo mediante repetidas encarnaciones poda uno trascenderla.38 Se crea que el conocimiento de la verdad (gnosis(( ) liberaba la luz no nacida encarcelada en las tinie-blas de lo material pero accesible en los recintos interio-res de nuestra humanidad. Esta luz puede verse a veces pero, de nuevo, no siempre, como el Adn andrgeno y eterno.

    El desarrollo de este dualismo csmico de bien y mal, de espritu contra carne,39 est ausente en el Evangelio de Toms, donde el mal es considerado una funcin de la ignorancia y no de una rebelin que tuvo lugar en las cor-tes celestiales y que result en la creacin del mundo y la necesidad de un redentor que lo restaurara a su condicin primigenia.40 En este sentido, si se puede llamar Toms gnstico, es solamente un gnosticismo de forma drsti-camente desmiti cada.41 Pese a todo esto, se le han endil-gado a Toms todos los parafernales de sistemas gnsticos

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  • totalmente ajenos a sus intenciones. Ireneo, escribiendo alrededor del ao 180, no menciona el Evangelio de Toms por nombre pero no es imposible que fuera su intencin incluirlo en una condenacin general dictada contra los escritos secretos sobre Jess. Demostr poca pacien-cia para con las colecciones de dichos que amenazaban el canon de los cuatro evangelios que a l le interesaba pro-mover. Dice textualmente de sus recopiladores:

    Leen de dichos no escritos y, como se dice, se meten a trenzar sogas con arena; traen materiales y les da una forma nueva; de esta manera descarran a mucha gente por la fantasa malinten-cionada de sus compilaciones de las palabras del Seor.42

    La primera referencia textual clara al Evangelio de Toms aparece alrededor de 230 en un texto de Hiplito, obispo de Roma, quien cita un pasaje del evangelio cuya redaccin se asemeja a palabras empleadas por una secta gnstica conocida como los Naasenos.43 Igual que su con-temporneo Orgenes, quien conden el texto por nom-bre como apcrifo, Hiplito rechaz todos los evangelios menos los cuatro que hoy se reconocen como cannicos. A principios del siglo iv, Eusebio de Cesarea conden el textovvexplcitamente, declarando que unos herticos lo haban atribuido errneamente al apstol Toms. Pocos aos des-pus, Cirilo de Jerusaln a rm que el evangelio haba sido compuesto por los seguidores malvolos de maniquesmo, una de las dos formas principales del gnosticismo propio derivada de la primera parte del siglo iii. Esta cadena de condenas de Toms, inspirada en gran parte por la tenta-tiva de organizar a la comunidad cristiana y eliminar sec-tarismos vistos como perjudiciales para la armona de la unidad cristiana, culmin en 367 con la carta pascual de Atanasio, obispo de Alejandra. En ella se mand que los

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  • monjes de Egipto, quienes haban conservado cuidadosa-mente los textos secretos en sus bibliotecas, sometieran a fuego todo lo no certi cado como cannico. Con toda pro-babilidad fueron estos monjes, quizs del monasterio de Pancomio, quienes recogieron un cach de estos manus-critos y los escondieron en un jarro de dos metros en los derrumbaderos que anquean el ro Nilo, donde quedaran ocultos durante casi diecisis siglos.

    Si la tinta gnstica en Toms (y probablemente en Q tambin) fue todo menos borrada de los evangelios sinp-ticos a favor de una teologa mesinica, centrada en la muerte y la resurreccin de Jess y por ello ms apropiada para el establecimiento de una identidad cristiana distin-tiva, el retrato de Pedro y Mateo en Toms, segn el cual fracasaron en entender las palabras del Jess viviente, podra sealar un desprecio complementario de los pun-tos de vista ideolgicos que ellos representaban, as como tambin de la estabilidad institucional de la Iglesia. El autor del Evangelio de Juan toma una estrategia ms directa al rechazar el Evangelio de Toms.45 Organizando su evan-gelio alrededor de una narracin de la pasin de Jess, l rechaza las tentativas de Marcos y de las variaciones de Mateo y Lucas de presentar a Jess como fundador de una comunidad con un liderazgo autorizado.46 El Jess de Juan se dirige a todos, en un lenguaje que es alterna-mente claro y enigmtico. En este aspecto se muestra de acuerdo con Toms. Pero la semejanza acaba aqu. El aps-tol Toms (fuera o no fuera el hermano o incluso el herma-no mellizo de Jess)47 y, por asociacin obvia, toda perso-na que suscribiera a los dichos recogidos en el evangelio que llev su nombre, es cali cado como un dudoso que rehsa creer lo que no pueder ver por s mismo (Juan 20.29).r 48

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  • La descripcin no es inexacta. Para Toms, la fe no es una sustitucin del deseo de ver lo que no puede verse, sino una consecuencia de haber visto todo lo posible de lo quehay que ver.

    El problema ms serio que Juan tiene con Toms esteolgico.49 En cierto sentido tiene que ver con sus distin-tas maneras de apropiarse ideas gnsticas para incluirlas en el pensamiento cristiano, lo que expuso al Evangelio de Juan y a sus eles a las mismas acusaciones de blasfemia que l mismo haba lanzado contra Toms. Juan evidente-mente va ms all de los evangelios sinpticos en elevar a Jess del estado de un agente del Dios trascendente a una manifestacin encarnada de Dios. El Jess de Juan es el logos coeterno, la palabra hablada desde antes de la crea-cin del mundo, el nico (unignito). Este Jess puedetomar por s mismo el nombre por el cual Yahv se identi- c a Moiss: Antes que Abraham naciera, yo soy (8.58).Para Toms, al contrario, Jess es un arquetipo de la per-sona humana despertado a la luz divina que compartimos todos por haber nacido con la imagen divina impresa en nuestra naturaleza. Mientras los evangelios sinpticos se quedaban cortos al divinizar a Jess, re rindose a l como el Mesas (el Cristo) o mortal legado con poderes sobre-naturales que lo separan de los dems hombres, perma-necan abiertos a una interpretacin casi gnstica de una luz divina venida a la tierra en forma humana. Toms tomaeste paso adelante en ver a Jess como uno de nosotros, distinguido slo por la consciencia que somos ms que los seres cotidianos que solemos pensar, que estamos ligados a Dios en virtud de la imagen divina dormida en lo ms ntimo de nuestro ser. Juan hace a Toms preguntar a Jess cul es el camino, slo por recibir la respuesta: Yo soy

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  • el camino (14.5), rea rmando as la unicidad de la persona de Jess a la cual ningn otro puede reclamar la relacin de un gemelo.

    El Evangelio de Toms es claramente una voz desde fuera de la tradicin para quienes la heredaron despus de que este evangelio fuera rechazado por hertico. Vis-to el contexto de su creacin y uso en los primeros siglos del cristianismo, Toms merece por lo menos el mismo lugar en la tradicin que merecera Q si fuera algn da descubierto. En el sentido arqueolgico, es ms apropiado llamarlo el primer evangelio del cristianismo que el quin-rto. Como mnimo, uno tiene que preguntarse qu forma habra tomado el cristianismo si Toms, y no Juan, hubiera sido seleccionado para contraponer a los evangelios sinp-ticos.50 Pero sta es una pregunta sin respuesta. La cuestin vital es cmo, dada la historia de las escrituras cristianas, podemos aproximarnos al Evangelio de Toms como texto sagrado.

    una ptica en el texto

    Pese a todo lo que se ha dicho hasta ahora sobre la historia y orgenes del Evangelio de Toms, si hemos de leerlo como texto sagrado, el conocimiento de las cir-cunstancias de su nacimiento no bastar y cuanto ms tengamos esta cuestin en mente, mayor el impedimen-to. Por otra parte, acercarnos al texto como suplemen-to con el que redondear los evangelios cannicos equivale a no percatarse del carcter nico del texto y acabar as por deshacer su propsito.51 La poca informacin que nos da con respecto a Jess y la primera comunidad cristiana tiene el mismo efecto desinspirante que el anlisis exeg-

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  • 35

    tico del texto. Toms es mucho ms que sus orgenes. Por muy oscuro que sea el pie y la estructura del faro mismo,uno ha de levantar la cabeza y mirar lo que ilumina para comprender lo que es un faro. En cuanto a la cuestin de su composicin, ninguna de las mltiples teoras dando vueltas en el remolino acadmico, ni siquiera sus trabazo-nes con el pensamiento gnstico, justi ca sacudir Tomsas, sin ms, de las fuentes del cristianismo, no ms que todo lo que hemos aprendido de los otros libros del nuevo testamento nos equipa a devaluar tradiciones teolgicas basadas durante siglos en informacin equivocada, malas traducciones o disputas polticas. Luego cmo hemos deleer este texto sino a travs de la lente de la tradicin bbli-ca recibida? Cmo leerlo sin exiliarlo a la arcana de una tradicin subterrnea o esotrica? Debemos esperar que Toms sea el al Jess de la doctrina cristiana actual? O debemos estar listos a aceptar la necesidad de in delidades como parte integral de la historia doctrinal misma?

    Puede ser que estas preguntas, si bien tienen un sen-tido inmediato, no sean las preguntas que se deben hacer sobre el texto por lo menos no en un primer momen-to. Para empezar, hace falta encontrar Toms en su propio terruo, y eso exige renunciar a la bsqueda de verdades sagradas que nos revelaran hechos de otra manera ms all del alcance del conocimiento humano. En otras pala-bras, esperar que brillara en el texto un lumen revelationis es imponerle expectativas ajenas a l. Por la misma razn, las preguntas que la tradicin teolgica establecida nos predispone a hacer deberan ser realizadas slo despusde que hubiramos encontrado un punto de vista desde el cual enterarnos del sentido del texto mismo. En realidad, el propsito de Toms no es otro que conducirnos justo

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    a ese punto. En este sentido no es en primer lugar un tex-to con un contenido particular que puede ser escrutado y comparado con el contenido de otros evangelios, sino un modo de revisionar cualquier contenido doctrinal del cris-rtianismo.

    Parafraseando una frase clebre del Maestro Eckhart, la lente con la que el cristiano ve el texto debe ser la mis-ma lente con la que el texto ve al cristiano.52 A no ser que el intrprete de Toms se vuelva el interpretado, el texto se convierte en poco ms que un documento muerto, una caricatura del encuentro con los dichos del Jess vivien-te que se anuncia en su comienzo.

    La metfora conductora de este encuentro aparece slo al nal del texto, en su ttulo: el Evangelio del Gemelo. No trata de Judas Toms, ni siquiera fue escrito por l. Quien ha escuchado las palabras de Jess con entendimiento est all donde est Jess cuando las habla. Ambos se vuelven como gemelos, mellizos en apariencia pero gemelos de espritu. El Libro de Toms, el Atleta, otro de los manus-critos de Nag Hammadi y cuyo lenguaje de rechazo por el cuerpo contrasta notablemente con el Evangelio de Toms, nge asociacin con la idea central de ste. En sus palabras incipientes, Jess (llamado el Salvador, un concepto aje-no a Toms) se dirige a Toms:

    Puesto que se ha dicho que eres mi gemelo y mi compaero autntico, investiga para que sepas quin eres, y de qu modo existes y qu llegars a ser. Puesto que te llaman mi hermano, no es conveniente que seas ignorante de ti mismo Pues el que no se ha conocido a s mismo no ha conocido nada, pero el que se ha conocido a s mismo ha comenzado ya a tener conoci-miento sobre la profundidad de todas las cosas.53

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    En cuanto al texto de Toms mismo, no hay que supo-ner que ser gemelo es simplemente una cuestin de ilumi-nacin privada y, por ello, fundamentalmente esotrica.54Para ser honesto con el texto, si no con su reputacin his-trica, no es esencialmente ms privado y esotrico que la mstica cristiana. Toms cede sus riquezas mejor cuando es hermaneado como ejercicio espiritual una asctica, como lo llama uno de los ms astutos comentaristas55 que cuando es tratado como doctrina secreta, literatura oculta o manual de adivinanza.56 En otras palabras, para entender el Evangelio de Toms por medio del nuevo entendimien-to de nosotros mismos que exige, es preciso entrar en un tipo de dilogo interreligioso con el texto.

    El dilogo, en su sentido principal, es el ejercicio de acumular ideas y resolverlas en diferentes dialectos y des-de diferentes puntos de vista; significa argir, discutir y disponerse con palabras ledas y escuchadas, habladas y escritas. Tal dilogo puede tener lugar entre distintas tra-diciones religiosas solamente cuando es reconocido como una actividad religiosa que va ms all de las fronteras que separan una tradicin de otras. Describirlo como actividad religiosa no quiere decir que constituya otra religin en s mismo, ni que en ningn caso pueda sustituir los smbolos y la historia de ninguna va religiosa. Simplemente signi -ca que religiones particulares expresan una dimensin de nuestra comn humanidad sin agotarla y que, por lo tanto, siempre hay lugar, un lugar sagrado, donde individuos dediferentes expresiones religiosas pueden encontrarse sin que ninguno de ellos tenga que permanecer dentro de su propia expresin. Ese lugar no es dominio de ninguna reli-gin y, sin embargo, es la tierra natal de todas las religio-nes. Es una losof a en su forma ms pura, el desapegado,

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    ilimitado amor del entendimiento. All es donde debemos encontrar al Evangelio de Toms antes de empezar a con-siderar lo que tiene que ofrecer si al nal tiene algo que ofrecer a la tradicin cristiana que lo rechaz tantos siglos atrs.

    Por supuesto, quienes pre eran que su fe permanez-ca estrechamente envuelta en los brazos de la tradicin y no sientan la necesidad de realzarla mediante el encuentro con otras vas religiosas o mediante lecturas alternativas a la tradicin, no se aventurarn hasta la periferia de la cris-tiandad y el lugar de dilogo desde donde estas pginas fueron escritas. No tengo intencin de disputar con ellos pero, tras el dilogo con el texto, tendremos que volver a retomar la cuestin del signi cado de este realce.

    Pese a lo amplio que ha sido este Profanum, todava queda mucho que decir sobre la indagacin del Evange-lio de Toms en relacin con otros textos de la biblioteca de Nag Hammadi, con la literatura sapiencial posterior, el pensamiento platnico y la variedad de ideas gnsticas y hermticas que circulaban durante la poca de la vida de Jess.57 stas son preguntas que involucran la frasis y voca-bulario del texto mismo. Por mucho que todo ello pudiera tal vez enriquecer nuestro aprecio del texto, en lo siguien-te me abstengo de estos asuntos y de toda referencia a la literatura secundaria sobre el evangelio, como tambin a sus paralelos con los evangelios cannicos o a variantes del copto en los papiros de Oxyrhynchus. Esto no es tan fcil como parece. Justamente porque vamos a ubicar Toms en un tipo de tiempo y espacio sagrados, las palabras y frases se asocian casi incontrolablemente con imgenes e ideas a lo largo de la historia, anterior y posterior al texto mismo.

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    La represin de estas memorias es dif cil en extremo y, a veces, imposible de sostener.

    Es ms, desde el momento en que elijo leer el texto como un dilogo, me comprometo a respetar el orden en el que ste se nos presenta, permitiendo que su conte-nido se abra as gradualmente. Al hacerlo, he encontrado que muchos de los llamados logia otantes y frases mal ubicadas sealadas por los exegticos son bien inteligibles en el contexto dado.

    La traduccin, basada en la redaccin castellana de Csar Vidal Manzanares,58 ha sido ajustada libremente a la luz de otras redacciones indicadas en la bibliograf a nal, aunque no se ha hecho especial hincapi en los cambios. Los principales comentarios consultados se encuentran en la misma bibliograf a. Sin esos trabajos, el dilogo con Toms que he tejido en las pginas siguientes habra sidoimposible, pero me pareci que estar volcando constan-temente el telar para ver el reverso del tapiz disminua la claridad del patrn que emerge cuando uno se pone cara a cara con el texto.

    notas1. Leloup asemeja el texto a una cadena de kan japoneses que

    nos invita, con frmulas paradjicas, a tomar conciencia de nuestroorigen no creado (2003, 6, 8). El arquitecto y poeta Pincherle,quien se toma excesivas libertades en su traduccin del texto, espe-cula que se parece ms al hinduismo o sufismo en su rechazo del ayuno, la limosna y la oracin a favor de una bsqueda de la propiadivinidad interior (2001, 1011); su postura es tpica de la bsquedade un Jess cuya divinidad puede ser compartida por cada individuoy cuyo mensaje puede acercarnos a las religiones de Oriente, un anti-guo tema que despierta una creciente atraccin hoy en da que poco tiene que ver con el Evangelio de Toms. Peradejordi (2003) en su

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    comentario se re ere a menudo a paralelos a la cbala y a otras tradi-ciones esotricas.

    2. Una buena vista panormica del estado de la cuestin ha sido presentado por Davies en forma de Introduccin a una nue-va edicin de su estudio de 1980 sobre el Evangelio de Toms (2005, i-xlvii). Vase tambin el detallado ensayo de Trevijano (1997, 77120).

    3. Vale mencionar aqu que la perdida (y por eso hipottica) coleccin de dichos conocida como Q, fue en su sustancia, simple-mente circunvalada en la composicin del credo apostlico (vase Robinson 1998, 62) pero fue conocida por los autores de los evange-lios sinpticos y libremente utilizada en sus relatos de las enseanzas de Jess. De hecho, tanto el credo apostlico como el credo niceno omiten toda referencia a sus enseanzas en su recapitulacin del ncleo de la fe cristiana.

    4. Davies observa que, como galileo, la actitud de Jess para con la religin judaica habra sido muy diferente de la de los judos de Judea, lo que representa un desaf o a la imagen tradicional de Jess como un rab que enseaba el Torah (2005, xxxiv).

    5. Como lo expresan Ruysbeek y Messing, el individuo huma-no no es presentado en el Evangelio de Toms como pecador sino como un simple unwissend (1993, 14).

    6. Para una breve lista de paralelos bblicos, vase Guillau-mont et al. 1959, 5962. Para una ms detallada exposicin de semejanzas de los contenidos y de la secuencia de los dichos, vase Patterson PP 1993, 17110. No conozco ningn erudito que apoyara la ingenua declaracin de que Toms contiene las palabras ms puras y originales de Jess el Cristo que poseemos. Christoph Greiner, Das Th omas Evangelium. Oberstaufen: Genius Verlag, 1998), iii. En cambio, el equipo de eruditos que compusieron el Jesus Seminar ha preparado una nueva traduccin de los cuatro evangelios can-nicos con el Evangelio de Toms que indican sus paralelos mutuos y su dependencia comn en Q, a la vez que evalan la probabilidad de que algunos dichos particulares representen las palabras verdaderas de Jess ( Funk et al. 1997). Dicho eso, su comentario sobre el texto, tal vez porque fue compuesto en colaboracin, es notablemente esca-so de profundidad. Es tambin algo decepcionante encontrar capri-chos y anacronismos de humor dudoso incluidos hacia el nal de su comentario (525, 526, 531, 532).

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    7. Quizs el argumento ms extenso para la autonoma (si no una independencia total) del Evangelio de Toms de los evangelios sinpticos ha sido presentado por Patterson 1993. Para un breve resumen de este libro, incorporando algn material nuevo, vase el ensayo en Patterson et al. 1998, 3375. La opinin contraria, que Toms es nada ms que una extraccin selectiva de los evangelios sinpticos, ha sido sostenida con constancia por Jacques-. Mnard. Vase su Lvangile selon Th omas (Leiden: Brill, 1975). John P. Meier, en su Un judo marginal. Nueva visin del Jess histrico, vols. iiii (Estella: Editorial Verbo Divino, 19982003), arguye que el materialoriginal de Mateo, tomado prestado a posteriori por Toms, demues-tra sin duda alguna la dependencia del evangelio del segundo en los datos del primero. Esta conclusin es coherente con su rechazo de laentera biblioteca de Nag Hammadi como puro gnosticismo carentede todo valor para nuestra comprensin de los primeros cristianos (i: 4660, ii: 4045, iii: 216, 562, 585). Vase tambin las crticas a -ladas pero equilibradas de Davies (2005, xx-xxvi. xxviii). DominicCrossan, en El Jess de la historia: Vida de un campesino mediterr-neo y judio (Barcelona: Crtica, 2000) toma una postura ms com-prensiva y objetiva, otorgando a los dichos de Toms el mismo dere-cho a tenerlos en consideracin que los de los evangelios sinpticos.Vase la aproximacin de Patterson (1993, 923), quien propone de manera razonable que, mientras Toms estaba siendo copiado y recopiado, hubo intentos de armonizar sus logia con dichos poste-riores de los evangelios sinpticos.

    8. Ms bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20.35).9. Brevemente documentado en Meyer 1992, 1617. Sobre la

    comparacin de los cnicos, vase especialmente Crossan, El Jessde la historia, que llama al Jess histrico un cnico judo de carc-ter campesino (483). La tradicin de los cnicos dur hasta el si-glo vi, aunque sus dichos siguieron siendo utilizados hasta el siglo xvipor eruditos de la gramtica y la retrica. En Q, la voz de la Sabidura,personi cada como femenina, se intercambia libremente con la de Jess (Meyer 1992, 9).

    10. Davies, 2005, 13. Sin embargo, el gnero del discurso deSabidura perdur hasta mediados del siglo iv, hecho atestiguado porvvlos dichos de los maestros del desierto (vase la referencia en Valan-tasis 1999, 15).

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    11. Vase PattersonPP 1993, 11617, que cita las aportaciones aca-dmicas sobre la cuestin.

    12. Una de las ms ricas fuentes de informacin sobre la tradi-cin oral respecto a la vida y las enseanzas de Jess desgracia-damente perdida y en todo caso probablemente de abilidad dudo-sa ha sido atribuida al obispo Papas de Frigia del siglo ii. Su obra es mencionada por el historiador del siglo iv, Eusebio. Papas parece vvhaber conocido los evangelios (al menos la versin de Marcos que tenemos hoy), pero era un vido coleccionista de la tradicin oral y, como tal, recoga dichos de visitantes y de seguidores de los discpu-los inmediatos de Jess. Eusebio consider gran parte del material recopilado por Papas de poca abilidad por haber sido recogido sin examen crtico. En todo caso, la tradicin oral de este perodo tuvo que ser bastante confusa. Vase Grant y Friedman 1960, 258; Markschies 2002, 5164.

    13. En los primeros aos de la indagacin de Toms, G. Garitte sugiri que casi la mitad de los logia estn relacionados con otros por asociacin de palabras. Le premier volume de ldition photographi-que des manuscripts gnostiques copties et lvangile de Th omas, Le Muson lxx (1957), 5973. Ms recientemente, PattersonPP ha inten-tado identi car las palabras clave utilizadas para la ordenacin de los dichos (1993, 1002).

    14. sta es la conclusin a la que llega Koester en su Intro-duccin al Evangelio de Toms, en Bentley Layton, Nag Hammadi Codex ii (Leiden: Brill, 1989), 43. Se basa en parte en el criterio de que el tipo de interpretacin apocalptica del Reino hallada en Q es posterior. Esto indica, adems, que cuando encontramos coinciden-cias entre Toms y la fuente de dichos Q que Mateo y Lucas usaron para componer sus versiones alternativas al Evangelio de Marcos, la in uencia de Toms fue indirecta. Frid y Svartvik expresan la misma opinin (2004, 42). La conclusin por la cual aboga Meyer parece representativa de cada vez ms eruditos del texto: Hay razones bien fundadas para la posicin que el Evangelio de Tomsno es fundamentalmente dependiente de los evangelios del nuevo testamento, sino que conserva dichos que a veces parecen ser ms originales que los paralelos neotestamentales (1992, 13). De modo semejante, Patterson concluye que Toms fue escrito ms o menos contemporneamente con los textos cannicos evanglicos (1998, 656).

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    15. Para un resumen cronolgico del proceso de la composicin de los evangelios y su interdependencia, teniendo en cuenta la entera gama de manuscritos ya en mano, vase Crossan, El Jess de la historia, 42734.

    16. Cabe notar que como el Evangelio de Toms, la Carta de San-tiago, aunque no escrita por l, le reconoce como autoridad. Dejandoa un lado los detalles de su composicin, es interesante ver como des-taca de los libros del nuevo testamento por su proximidad a Tomsen lo referente a la tradicin de los dichos de Jess. Vase Patter-son 1993, 17888, y Trevijano 1997, 285320.

    17. Frid y Svartvik concluyen que la recensin ms antigua del Evangelio de Toms deriva del siglo I y circul durante un tiempo por Oriente Medio y Siria antes de ser traducida al griego (2004, 42). Si bien las opiniones sobre el lugar de origen del texto copto originalestn divididas, se acumulan los indicios que apuntan a que no fue en el este de Siria. Para un resumen ms detallado de la controversia,vase Michael Desjardins, Where was the Gospel of Th omas Writ-ten? Toronto Journal of Th eology 8 (1992): 12133. La hiptesis de unprototipo semtico, quizs siraco, escondido detrs de las recensio-nes griegas y coptas (vase por ejemplo De Santos 1999, 6801) no tiene mucho apoyo en el mundo acadmico.

    18. Elaine Pagels trata este tema en un ameno libro reciente-mente editado, Ms all de la fe (2004).

    19. Para ser histricamente preciso, Hugh G. Evelyn-White en sulibro Th e Sayings of Jesus from Oxyrhynchus (Cambridge: CambridgeUniversity Press, 1920) haba previsto mucho antes que Toms pudie-ra ser el origen de los fragmentos, pero su conjetura slo fue aceptada tras el descubrimiento de la biblioteca de Nag Hammadi en 1945.

    20. Los logia en cuestin son 17, 24, 2633, 3639 y la segun-da parte del logion 77. Los tres fragmentos mismos de Oxyrhynchus,aunque sealan un texto ms original que la recensin copta, provie-nen de tres copias distintas del texto griego.

    21. Una breve descripcin del descubrimiento, contado por una de las personas principales, puede encontrarse en Robinson 1990, 225; para ms detalles de la intriga que rodeaba el logro de los textos, vase la contribucin iluminadora del mismo Robinson en Patter-son et al. 1998, 77110.

    22. La idea de que el copto era conocido slo por un pequeo y elitista grupo de gnsticos sigue siendo repetida por comentaristas de

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    Toms (por ejemplo, Pincherle 2001, 10). De hecho, los vnculos de los primeros misioneros del cristianismo a la difusin de la lengua y su forma escrita son lo su cientemente evidentes como para restar toda credibilidad a la idea.

    23. Robinson 1990, 17.24. Para un esmerado estudio de la cuestin, vase Philip Rous-

    seau, Pachomius: Th e Making of a Community in Fourth-Century Egypt (Berkeley: University of California Press, 1985), 2028.

    25. Este hecho ha animado a algunos eruditos a abogar por una composicin de la recensin griega original en Edessa (actualmente, Urfa, Turqua). Vase, por ejemplo, Helmut Koester, Introduc-tion, 40. Sobre teoras ms recientes, vase nota 17 arriba.

    26. Vase Karen King, Kingdom in the Gospel of Thomas, Foundation and Facets Forum 3/1 (1987), 4897. Segn una hiptesis an ms audaz, propuesta en primer lugar por Jonathan Z. Smith, el evangelio entero pertenece a un rito bautismal. Si bien esta idea tie-ne el apoyo de Steven Davies (2005, 136), uno de los ms destacados eruditos del campo, a mi parecer estrie demasiado el cuadro para entender el contenido mismo del texto. Por supuesto, si uno cree que el evangelio fue recopilado originalmente en un crculo gnstico esotrico y que fue hecho esotrico para restringir el acceso exclusi-vamente a los iniciados, ello elimina toda posibilidad de un cristianis-mo tomasino desde un principio. Por ejemplo, vase el comentario de Piero (1999, ii: 5578), que sigue esta lnea, mostrando un des-dn evidente por todo lo que est en desacuerdo con los evangelios cannicos y expresamente leyendo el texto como si fuera una forma genrica de gnosticismo, de manera que cualquier semejanza con el gnosticismo con rmara su punto de vista. En este aspecto, Piero parece depender excesivamente de la obra temprana de H.C Puech, Doctrines sotriques et thmes gnostiques dans lvangile selon Th omas, Annuaire du Collge de France 62 (19621963), 195203. Vase tambin de Santos 1999, 6801.

    El erudito japons Arai Sosogu opta por la misma postura (1994, 120, 290), pero sin tener en cuenta la gran cantidad de investi-gacin disponible en la poca. En general, sus opiniones se basan en estudios muy tempranos sobre Toms y aaden muy poco de impor-tancia a la discusin. Es una lstima porque el rico y muy distinto trasfondo espiritual de Oriente pudo haber servido para iluminar a sus colegas occidentales sobre muchos puntos del evangelio. Sin

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    embargo, he incluido su obra en la bibliograf a selecta al nal de este libro porque, pese a pasar por alto los ms obvios matices del texto, de vez en cuando hace comentarios de inters en su anlisis detalla-do. Con relacin a esto quisiera mencionar tambin la conclusin de Ramn Trevijano (1977) quien, despus de un resumen exhaustivo de opiniones eruditas sobre la cuestin, tiende a ver toda enseanza en discordancia con la tradicin cristiana doctrinal como indicio de una interferencia gnstica en el texto. A pesar de sus muchos aos dedevocin a Toms y sus paralelos textuales a otras obras de la biblio-teca Nag Hammadi, su erudicin meticulosa y ejemplar no ha recibi-do la atencin que merece.

    27. El Evangelio de Toms insiste en el derecho de las mujeres aser discpulos, pero puesto que los problemas que una mujer podra encontrar en la vida itinerante eran mayores que los de los hombres, nos preguntamos en qu medida participaron ellas en esta vida sin domicilio jo. Patterson propone que podran haberse disfrazadode varones para viajar sin molestia (1993, 155).

    28. sta es la tesis central de Patterson, donde la inspiracinde la hiptesis de Gerd Th eissen sobre un radicalismo itinerante caracteriza el estilo de vida de las personas que por primera vez reco-gieron y transmitieron los dichos de Jess (1993, 1312, 1567).

    29. Al no haber sabido tener este elemento en consideracin, latesis de Patterson, por lo dems atractiva, nos conduce al extremoinnecesario de leer la totalidad de Toms en referencia al estilo de vida itinerante de unos pocos elegidos como manifestacin de su contraposicin a la mayora de cristianos y de su idea gnosticizan-te de poseer un verdadero conocimiento esotrico que les aparta del rebao conforme a su posicin actual en las comunidades cristianas (1993, Cp. 8).

    30. Una gran parte de estas leyendas ha sido recopilada y sin-cronizada en un libro un tanto extrao, Th e Fifth Gospel editado por lFida Hassnain y Dahan Levi (Srinagar, Kasmir: Dastgir Publicatio-ns, 1988).

    31. Un resumen general de las leyendas se encuentra en Ruys-beek y Messing 1993, 5570.

    32. Algo evidente en Elaine Pagels, Los evangelios gnsticos(Barcelona: Crtica, 2003), pero ms matizado en su libro ms recien-te (Pagels 2004).

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    33. Rousseau, Pachomius, 21.34. Vase Markschies 2002, 2950.35. Una variacin de este tema arguye que Toms se basaba en

    dichos autnticos de Jess que fueron subsecuentemente distorsio-nados y gnosticizados dentro de los mundillos herticos en los que circulaban (Grtner 1961, 52). ste es el principio que gua los estu-dios de Trevijano sobre el texto (1997, 119).Vase tambin Davies 2005, 268. En contraste, la conclusin de Davies que la cristologa so olgica de Toms exista antes de, o al menos ignorante de lo que muchos llaman gnosticismo (147) parece errar demasiado en el sen-tido opuesto.

    36. Los exegticos han llegado a proponer dos etapas, el original Q1 y un Q2 que explicara la transicin de los dichos sapienciales de Jess al mensaje apocalptico predicado por Juan el Bautista. Vase Kloppenborg et al. 1990, 171245.

    37. sta es la conclusin de los patriarcas de la investigacin de los textos de Nag Hammadi, Helmut Koester y James Robinson, citada en Patterson 1993, 1069. Es ms, Koester ha observado que, por muchos rasgos de gnosticismo que haya en Toms, no es posible adscribir la obra a ninguna escuela o secta gnstica en par-ticular. Vase su introduccin a Th e Gospel of Th omas (II, 2), en Robinson 1990, 1256.

    38. Grtner, ya predispuesto a leer Toms como un testamen-to gnstico, se desgozna para encontrar evidencia de su posicin en el logion 109 del evangelio (1961, 137).

    39. En un ensayo originalmente publicado en 1994 discrep de esos eruditos que lean en Toms un desprecio gnstico del cuerpo, abogando ms bien por una idea de la iluminacin conforme a la exi-gencia del budismo por una restauracin de los sentidos a su capaci-dad plena como parte de la restauracin de la mente. Vase Recupe-rar los sentidos: Contra una poca de asceticismos, Dilogos a una pulgada del suelo: recuperar las creencias en una poca interreligiosa(Barcelona: Editorial Herder, 2005), 95136.

    40. Me sorprende que alguien tan familiarizado con el texto y tan reacio a identi carlo como mero gnosticismo como Stephen Patter-son encuentre en Toms no solamente un dualismo csmico gnstico sino tambin una presentacin de Jess como redentor enviado por

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    Dios a un mundo hostil y malo para rescatar a una raza de personas elegidas (Patterson et al. 1998, 53, 5961).

    41. Esta distancia intencional del mito fundamental del gnosti-cismo hace dif cil aceptar la conclusin de Pearson que el Evangelio de Toms copto es una redaccin gnstica de un evangelio no-gns-tico (De nyfunna gnostiska handskrifterna frn Nag Hammadi,Svensk religionshistorisk rsskrift 1: 6473). Civra se inclina haciauna postura redivida al presumir una in uencia demasiado gnsticaen la teologa de Toms, que l considera un paliatorio al entusias-ta pero testarudo Pablo (2001, 17), y al identi car el propsito del texto como sustentar y reforzar el pensamiento gnstico (67).

    42. Adversus haereses, 1.8.1.7. stas y otras referencias puedenencontrarse en Grant y Freedman 1960, los primeros en localizar pacientemente las alusiones al texto en los padres de la Iglesia. Sin embargo, su obra es estropeada por un acuerdo algo sorprendente con las crticas all halladas, que les lleva a argir que Toms represen-ta una combadura de las lneas maquetadas en nuestros evangeliosy que, por falta de un cuadro histrico, es esencialmente gnstico,no cristiano (108). En parte, esto es debido a que su libro fue escrito antes de que el resto de la biblioteca de Nag Hammadi hubiera sido editada, con la suposicin gratuita de que el carcter gnstico del tex-to sera corroborado por lo dems de los textos (105). Lo que pas fue todo lo contrario, con lo que sus contorsiones para interpretarlo todo en trminos gnsticos deja hoy una impresin algo ridcula.

    43. El pasaje dice as : Quien me busque me encontrar en nios de ms de siete aos; pues all, en la decimocuarta edad, aun escondi-do estar manifestado (Ref., 5.7.20). Las palabras muestran acuerdo ffcon logia 35 de Toms. Irnicamente, Hiplito mismo rompi con la Iglesia de Roma por razones de una disputa doctrinal y se estable-ci cono un antipapa, slo reconciliado a la hora de su muerte.

    44. A nes del siglo v Gelasio, el primer papa en condenar el texto e incluirlo en una clase de ndice de libros prohibidos, tam-bin lo consider maniqueo.

    45. Muchos de los resultados de la investigacin sobre la relacin entre los evangelios de Toms y Juan pueden encontrarse en Pagels 2004, 4591; de hecho, la nica seccin de su libro que trata el temaanunciado en su subttulo, El evangelio secreto de Toms.

    46. Es signi cativo que en la poca de la composicin del Evan-

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    gelio de Juan, Ignacio de Antioquia escriba sus cartas (100118) en las que promova la organizacin jerrquica de la Iglesia en imitacinde Jess y sus discpulos, la idea del martirio como una imitacin de Cristo y una comunidad sacramental basada en la eucarista. Juan evita toda asociacin con una jerarqua o un sistema sacramental. El tipo ideal para Juan es el discpulo amado; el tipo ideal para Ignacio es el obispo monrquico (Valantasis 1999, 19).

    47. Meier rechaza del todo la idea avanzada por Koester y otros sobre la base de una creencia tradicional entre los cristianos siracos, de que Judas Toms y Jess fueron hermanos (Un judo marginal, iii: 2756). Aparte la referencia oscura en Marcos 6.3 a Judas como uno de los hermanos de Jess (los otros siendo Jos, Jacobo y Simn, por no mencionar a sus hermanas), el texto siraco de Los hechos de Toms hace a Jess declarar, Yo no soy Judas quien es tambin llamado Toms, sino su hermano (14.22). Trevijano contradice la opinin de Koester y otros que Toms fue un hermano de Jess como ms una confusin posterior que una tradicin primitiva y por eso propiamente reprimida por la ortodoxia (1997, 310, 83).

    48. DeConick (2001) insiste que, si bien Juan no conoca el Evangelio de Toms y la comunidad de cristianos tomasinos, no cabe duda de que polemiza en contra de ellos. Gregory Riley no sola-mente acepta que Juan estaba en contacto con la comunidad rival de Toms sino que declara explcitamente que Juan de hecho invent la gura de Toms el dudoso para ridiculizar las creencias de los cris-tianos tomasinos (1995, 1223). Ntese tambin que Juan se re ere a l con el nombre extrao de Toms, llamado el Ddimo (11.16). Vase tambin Frid y Svartvik, 2004, 46.

    49. Sobre la indagacin de la coincidencia de trminos y concep-tos con el evangelio de Juan, vase Davies (2005, 10616).

    50. As sugiere Pagels (2004, 54).51. Esto me parece el error fundamental de Koch (2003), quien

    absorbe el evangelio en la biograf a cannica de Jess ad libitum sin el respeto su ciente por lo que se sabe de la historia del texto. Una tentativa semejante de reconciliar Toms con la imagen tradicional de Jess se encuentra en el comentario de Winterhalter (1988).

    52. Entiendo de esta manera la insistencia de Valantasis (1999, 7) que la teologa de Toms es principalmente una teologa actuante

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    y desde luego que el texto queda incompleto sin la creacin de una nueva y alternativa subjetividad (12) en los que lo leen.

    53. Piero 1999, ii: 2745. He ajustado la ltima frase para leer todas las cosas en lugar de todo, conforme a objeciones que eseltimo sabe a un trmino tcnico del neoplatonismo que sera ajenoa este contexto. Pagels (2003, 57) y Winterhalter (1988, 1213)ambos citan este pasaje como apoyo a su comprensin de Tomscomo una invitacin a convertirnos en gemelos de Jess. Las refe-rencias excesivas que Winterhalter hace a las Odas de Salomn,un texto obviamente de origen posterior a Toms, le hacen correr el riesgo de leer en el texto ideas que no estn presentes. Hay otros muchos problemas relacionados con su con anza en la simple aso-ciacin de palabras para sealar paralelos en los evangelios cannicos que hacen dif cil seguir su comentario sin considerable cautela.

    54. sta es la conclusin de Koester, basada en el argumentode que el evangelio ofrece la sabidura divina como la verdad del yo humano (Introduction, 4950). Otros que traen un prejuicio neo-gnstico a su lectura del texto, aunque muchas veces perspicaces ensus interpretaciones, se inclinan en la misma direccin. As: No setrata ya de comentar las palabras de Jess sino de meditar sobre ellas en una tierra cultivada por el silencio. Creemos que es justo all,ms que en la agitacin mental, donde se puede sacar su fruto a la luz (Leloup 2003, 10). La nica cosa esencial es autoconciencia,la bsqueda interior; no precisa ninguna otra cosa para intentar cum-plir la voluntad del Padre y entrar en el Reino que ya est escondidodentro del yo ( Pincherle 2001, 15).

    55. El fin de la asctica no es reprimir deseos mundanos sinoformar nuevos hbitos. Como tal, no es algo que una persona pueda cumplir por otra o en comunidad, si bien sus efectos se extienden ms all del individuo. Vase Valantasis (1999, 214).

    56. Francamente, encuentro absurda la sugerencia de Davies (2005, 14969) que el Evangelio de Toms fue empleado como un tipo de manual de adivinanza, tanto por la impracticabilidad del tex-to mismo como por la ausencia de evidencia alguna de que tal culturaexistiera entre los primeros cristianos.

    57. Vanse Frid y Svartvik y (2004) y Meyer (1992): ambos pro-porcionan una rica y sorprendente seleccin de paralelos a la Biblia y tambin a la literatura patrstica y gnstica. Con todo, no representa

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    ms que una mnima parte de la amplia red de relaciones textuales a la cual Toms abre.

    58. Vidal 1991, que encuentro ms fuerte que la traduccin de Trevijano incluida en la edicin castellana de la biblioteca de Nag Hammadi (Piero ii, 1999, 7997 y 1997, 5576). Vale mencionar aqu que la suposicin de partida de la traduccin de Peradejordi, que no se trata de palabras destinadas a unos pocos elegidos sinosimplemente al hombre interior (18) me parece ms convergente con el contenido mismo de Toms. Al mismo tiempo, sus interca-laciones de trminos tradicionales cristianos no dados en el texto original y la tentativa ocasional de clari car trminos decididamente ambiguos, ha hecho preciso ajustar la traduccin de Trevijano y de otras indicadas en la bibliograf a al nal de este libro. (Para dar sola-mente un ejemplo, donde el texto lee El reino est dentro de voso-tros (logion 3), su traduccin pone en cambio, El Reino de Diosest en vuestro interior.)

  • FanumDialogar con el texto

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    Como hijos de nuestra poca, hemos de tener cuidado de no entretenernos tanto en el profanum del Evangelio de Toms que lo sagrado del texto quede sometido al balance de la discusin acadmica. Entrar en el fanum es entrar en otro mundo. No reconocer esto equi-vale a arriesgarse a la blasfemia de inmunizarnos contra la posibilidad de ser inspirados por lo que encontremos all.

    Dados el peligro y la complejidad en la produccin de una escritura como Toms, llamarlo sacro exige que ampliemos la nocin de lo sagrado ms all de las palabras impresas para incluir el continuo proceso de seleccin que form parte de su creacin. Y si vamos a consagrar ese proceso, no hay razn para suponer que la seleccin que implican la lectura, la interpretacin y la transmi-sin del texto hoy en da tenga que ser una simple profa-nacin del mismo. En el profanum buscbamos la sincro-na con el texto mismo. En el recinto sagrado del fanum buscamos la sincrona con la voz que habla por l. Intenta-mos estar donde Jess est y heredar una sabidura aplica-ble a nuestra poca y nuestras circunstancias.

    stos son los dichos secretos que el Jess vivo habl y que Ddimo Judas Toms escribi.

    Aqu tenemos la descripcin original o incipit del texto, cuya identi cacin como conjunto de palabras

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  • secretas parece instruir al lector que lo que sigue pertene-ce al gnero de otras colecciones similares en circulacin. Sin embargo, como veremos, el secretismo de los dichos en Toms es de otro tipo. No es funcin ni de un gnosis eso-trico reservado a gente iniciada en un crculo clandestino, ni de un sentido oculto, privilegio especial de una elite en posesin del cdigo para descifrar los dichos. Al contra-rio, ya que la mayora de los dichos eran ya ampliamente conocidos y muchos de ellos se hallaran despus en otros evangelios, la razn de su secretismo ha de ser diferente. Al mismo tiempo, son las palabras que son llamadas secretas (apokrypha) y no su signi cacin. Por lo tanto, debemos preguntarnos qu es lo que impide que estn abiertas y accesibles a todos. Hasta saber ms al respecto, tendremos que resignarnos a la expectativa de que algo extraordinario est a punto de revelarse ante nosotros.

    Se podra pensar que la atribucin de los dichos a un Jess vivo se refiere a las palabras pronunciadas por alguien resucitado de entre los muertos, o tal vez por un Jess doctico o ilusorio que supuestamente habita un dominio eterno y nunca ha nacido o muerto en la tie-rra. Por ahora, no podemos sino aplazar el juicio y esperar que se nos revele el signi cado de este misterioso ttulo. A diferencia de los ttulos conocidos que los evangelios cannicos reservaron para Jess Hijo del Hombre, Hijo de Dios, Salvador, Redentor, Cristo, Mesas, ste es lo su cientemente poco convencional como para hacernos preguntar si la imagen de Jess que encontraremos aqu ser tan distinta que ninguno de los ttulos anteriores habran sido adecuados.

    El nombre del escribiente de los dichos, Ddimo Ju-das Toms, slo intensi ca el suspense. La persona his-

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  • trica de Judas el Gemelo (Toms en arameo, Ddimo en griego) es conocida como uno de los discpulos in-mediatos de Jess, y no es sorprendente ver su nom-bre asociado con un florilegio de dichos de su maes-tro. Pero el hecho de que fuera considerado el hermano hermano gemelo, incluso de su propio maestro espi-ritual sugiere que lo que vamos a leer nos dar un enten-dimiento de las palabras de Jess bien dismil a lo que aquellos que conocieron a Jess slo como adulto no han dado a conocer.

    1. Y l dijo: Cualquiera que encuentre la interpreta-cin de estos dichos no saborear la muerte.

    El hablante del primer dicho del Evangelio no est indicado, pero parece evidente que se trata de Toms. Esto signi ca que el texto pretende hacernos pensar o bien que Toms, el escribiente, est escribiendo sobre s mismo en tercera persona, o bien que alguien est contando la his-toria sobre la base de transcripciones hechas por Toms. Si sustituimos el apodo del autor, tenemos Y el Gemelo de Jess dijo, lo que nos abre an una tercera posibilidad: el que nos cuenta los dichos no es ni siquiera una perso-na histrica sino un narrador creado por otro motivo que la produccin de un registro preciso de cosas escuchadas. Esto tendra sentido si presumimos, como deberamos en el caso de un texto cuyo contenido pasaba de boca en boca y fue sometido a varias recensiones, que la obra fue un producto de grupo. Entonces el motivo de la narracin sera involucrar al lector en los dichos mismos y distraer su atencin de cualquier signi cado objetivo que pudiesen tener en s mismos.

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  • En otras palabras, sin el compromiso del lector, el tex-to queda incompleto, nada ms que las palabras de un Jess muerto. En cuanto a Judas Toms el escribiente, su papel sera el de una ccin legitimante que proporciona unidad al todo y le con ere autoridad como evangelio. Esto lo rea r-ma el hecho de que el nombre propio de Judas es omitido del ttulo del Evangelio que aparece al nal del texto: Evan-gelio de Toms. Es ms, de este punto en adelante la per-sona histrica de Judas Toms desaparece del texto, siendo reemplazado simplemente por Toms, el gemelo. A quin o qu este gemelo representa, y qu relacin tiene con el Jess vivo son preguntas que habr que dejar en el aire por ahora. Una vez entendida esa relacin, no ser dif cil com-prender el sentido en que l se re ere a Jess y a Toms.

    Lo que el Gemelo tiene que decirnos es narrado desde el punto de vista de quien ya ha hallado la interpretacin de las palabras, es decir, de alguien para quien el secreto ha salido a la luz. Si podemos estar all donde el Geme-lo est, sabremos lo que signi ca no saborear la muerte. No es Jess en un primer lugar quien nos extiende esa prome-sa, como hubiramos esperado, sino el Gemelo de Jess, quien parece estar hablando desde un lugar en las profun-didades detrs de las palabras que el toque de la muerte es incapaz de alcanzar. No se dice que vayamos a eludir el destino de morir que pertenece a todo ser humano, ni que de una manera u otra vayamos a resucitar al otro lado de la muerte. Simplemente se nos sugiere que lo que hay que saborear en estas palabras es diferente de otras cosas de la vida que nos satisfacen por un momento para dejar-nos insatisfechos al siguiente.

    En este primer dicho tenemos la piedra de toque de todo lo que sigue: la nica garanta de que hemos entendi-

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  • do lo que el Gemelo ha entendido es que nos dejar en la boca el sabor de la muerte.

    2. Jess dijo: Que aquel que busca contine buscando hasta que encuentre. Cuando encuentre, se turbar. Cuando se turbe, se sorprender y regir sobre to-das las cosas.

    Como hemos visto en el logion 1, el narrador docu-menta los dichos, pronunciados en el presente, en el tiempo pasado. Jess dice nos habra invitado a un mundo ms all del tiempo para encontrar a un Jess que nos dirige la palabra en un ahora eterno. No sera ms que una estrate-gia literaria para separar una verdad sempiterna de la otra. Claro es que esto no es el n del Evangelio. Las voces que escuchamos son voces de un tiempo pasado dicindonos algo que hemos de entender en el presente. Quienes han dicho las palabras nos han dejado ya, han muerto, pero algo en sus palabras no ha muerto. Objetivamente hablan-do, es probable que Jess dijese muy pocas de las cosas que le son atribuidas aqu, y no cabe duda que aquellos que seleccionaron, recopilaron y editaron los dichos eran cons-cientes de esto. El uso del tiempo pasado no tiene el fin de simular la documentacin de hechos histricos. Lo que hace es otorgar una autoridad a los dichos: no la autoridad de la persona que habla sino la autoridad de uno que sabe de lo que est hablando por experiencia propia. Asimismo, compartiendo la misma experiencia, podemos estar donde el hablante estuvo y hacer nuestra su voz.

    En otras palabras, nuestra tarea es buscar por nosotros mismos lo que el hablante ya ha encontrado pero que no puede comunicarse simplemente mediante palabras. Sin

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  • esa bsqueda, los dichos pertenecen a un pasado irrecupe-rable. Sin embargo, esta bsqueda es peculiar y diferente del sentido acostumbrado de perseguir algo hasta hallar-lo. Por un lado, esperaramos ser informados de qu es lo que hemos de perseguir concretamente, pero no lo somos. Como mucho, podemos suponer que tiene algo que ver con la interpretacin de estos dichos. Por otro lado, el ni-co indicio para saber que hemos encontrado lo que busca-mos es que nos dejar ms turbados de lo que estbamos antes de empezar. He aqu la sorpresa que nos espera y nos transformar de personas controladas por nuestra bs-queda en personas que reinarn sobre todas las cosas.

    Si todo esto suena sumamente abstruso es porque la intencin no es hacernos embarcar en una busca misterio-sa sino cuestionar la preconcepcin que llevamos al proce-so de buscar y encontrar. Yo, un sujeto, salgo para encon-trar alguna cosa, el objeto de mi busca. Estoy satisfecho cuando tengo el objeto en mano y frustrado cuando no. Poco importa que lo que busco sea algo material, una per-sona o un estado mental; el proceso es el mismo. En cierto sentido, saber con anterioridad lo que uno busca signi ca ya haberlo encontrado, al menos en parte. De no ser as, no podramos reconocerlo cuando lo hallramos.

    No es as en este Evangelio. Aqu el trmino de la bus-ca no es el resultado de una conversin del buscador en hallador mientras el objeto de la busca permanece igual. El proceso termina al enterarnos de que cuando se tra-ta de reinar sobre todas las cosas, el patrn de buscar-y-encontrar es una ilusin. En ningn momento se dice que encontraremos lo que estamos buscando. Al contra-rio, se insina que el hallazgo implica una transformacin de la bsqueda, no el n de la misma. Esto ser con rma-

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  • do ms adelante, cuando tengamos una idea ms clara de lo que este reino entraa. Una primera indicacin aparece en el logion siguiente.

    3. Jess dijo: Si aquellos que os guan os dicen: Mi-rad, el reino est en el cielo, entonces los pjaros del cielo os precedern. Si os dicen: Est en el mar, entonces los peces os precedern. El reino est den-tro de vosotros y est fuera de vosotros. Cuando lleguis a conoceros a vosotros mismos, entonces seris conocidos, y os daris cuenta de que vosotros sois los hijos del padre viviente. Pero si no llegis a conoceros a vosotros mismos, moris en la pobreza y vosotros sois esa pobreza.

    Por lo familiar que la frase el reino est dentro de vosotros suene, ya tiene un signi cado distinto en este Evangelio, y eso es porque vosotros signi ca nosotros que somos ya parte del texto. Las palabras no son dirigidas a un pblico genrico sino al lector inmediato, al que, como acabamos de or, tiene que aprender nuevamente cmo buscar las cosas que ms importancia tienen. El Evangelio no habla de un Reino de Dios o un Reino del Cielo que sugiera algn escaton futuro o al menos un ms all cuya llegada a la tierra no podamos sino esperar mientras nos preparamos para ella. No imagina, como imaginaramos nosotros de la idea que tenemos de los reinos mundiales, una corte celestial dominada por un nico monarca divino a la que pertenezcamos como sujetos. Se trata ms bien de un reino en el que cada individuo es rey, en el que todos y cada uno de nosotros tenemos el poder de reinar sobre todas las cosas.

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  • Al mismo tiempo, el logion no dice que el reino est solamente dentro de la persona humana. Esto invitara a un nuevo dualismo, entre un mundo exterior y un mun-do interior, para reemplazar el dualismo que rechaza. Lejos de menospreciar el mundo en el que vivimos, habla de un reino que est tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros un reino cuyo centro est en todas partes y su circunferencia en ninguna parte. La manera ms fcil de perder de vista este reino es buscarlo como si estuviera lejos de este mundo, en las profundidades del mar o en lo alto de los cielos. Las palabras de Jess pretenden desviar nuestra bsqueda de lo que queda por encima y a lo lejos hasta un punto en el que todo, mar y cielos incluidos, estn al alcance de la mano. Estar all, en ese punto, es conocerse a s mismo y ser conocido.

    Todava no queda claro qu tiene que ver el conocer que uno es conocido con el reino, pero dejemos el texto tal como est, sin presumir que ha habido un lapsus clami por conoceris el reino. En vez de acusar al Evangelio de oscuridad de expresin y antes de pretender compren-der sus insinuaciones, tenemos que aceptarlas como otra manera de implicar al lector ms profundamente en el tex-to. Lo nico que se nos dice aqu, en un lenguaje agudo y casi sarcstico, es que el contrario de un reino en el que el individuo reina sobre todas las cosas es el estado de cauti-verio que aquellos que nos guan pretenden hacernos creer que es el reino verdadero; y que el colmo de tal cautive-rio es no saber ni siquiera que uno est bajo su dominio. Esto es lo que el Evangelio llama la pobreza de no saber quin eres. No es slo que uno habite en la pobreza de esta oscuridad de ignorancia; uno se vuelve esa pobreza. Slo una conversin de la idea de quin pienso que soy puede

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  • llevarme a la riqueza de reinar sobre todas las cosas como hijos del padre viviente.

    Si bien quisiramos identi car este padre viviente con un Dios creador trascendente, el texto no lo exige. Ni nos dice qu es lo que hace a Jess, y ahora tambin al padre, vivientes. Slo declara que el enterarnos de quines so-mos nos dir algo sobre nuestra paternidad verdadera y nos ayudar a comprender qu signi ca vernos nuevamen-te a nosotros mismos, y ser vistos, como hijos. El logion siguiente empieza desde ese punto.

    4. Jess dijo: El anciano en das no dudar en pregun-tar a un nio pequeo de siete das sobre el lugar de la vida y vivir. Porque muchos que son los primeros llegarn a ser los ltimos y se convertirn en uno y el mismo.

    Jess y sus discpulos saban que el primer contacto que un infante con los que guan tena lugar el octavo da despus de su nacimiento, cuando era presentado en el templo para el rito de circuncisin y para recibir el nom-bre por el cual sera conocido en la sociedad. Y es de sen-tido comn que instruir a los jvenes sobre las cosas que ms importancia tienen en la vida es prerrogativa de los ancianos. Por lo tanto, no deja de resultar profundamente irnico que este logion nos dibuje una escena en la que un anciano consulta a un nio, que todava no ha sido inicia-do en los arcanos de la religin, sobre el lugar de la vida, y que, con eso, sea guiado a vivir de un modo en el que no haba vivido hasta ahora. As la primera cosa que se nos dice sobre este lugar de la vida es que no se encuentra en el espacio de las convenciones religiosas y del sentido comn

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  • sino en un lugar ms cercano al punto de origen del cual stos nos han alejado, un lugar donde los que habitual-mente consideramos ser los primeros a menudo acaban siendo los ltimos.

    Hasta aqu, bien. Pero qu tiene un nio de siete das que ensear a una persona anciana? Ni siquiera sabe hablar, mucho menos responder a preguntas sobre la vida. Lo que tiene que comunicar se hace sin palabras. Quin de nosotros no se ha inclinado sobre un infante y admirado la lucidez de sus ojos cuando intentan absorber el entorno, o la incondicional sensualidad de su contacto con todas las personas y cosas que le rodean? Quin no ha sentido en algn momento el deseo de regresar a ese punto donde la relacin entre los sentidos y el mundo no era entorpe-cida por el hbito? Si la mente del infante representa una sensualidad pura y todava no sometida ni elevada al mundo del lenguaje y las ideas, y si esto tiene algo que ver con buscar el reino, entonces uno de los signos de hallar-lo ha de encontrarse en la restauracin de los sentidos. Si hallar el lugar de la vida tiene algo que ver con el rejuvene-cimiento, esto ser lo ms joven de corazn que uno puede aspirar a ser.

    No hay necesidad de leer las palabras sobre la inversin del orden de quin viene primero y quin ltimo como un simple reproche cnico contra las categoras acostumbra-das por las que nos medimos el uno al otro. Abarca un sen-tido ms positivo, que es captado en la idea de convertirse en uno y el mismo. Cuando decimos que un anciano que ha recuperado algo de la chispa de la vida ha alcanzado una nueva unidad en su persona, ello no signi ca que hasta entonces estuviese fragmentado, sino simplemente que una unidad cede el lugar a otra. As tambin, cuando

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  • decimos que los primeros y los ltimos se intercambiarn unos por otros, ello no quiere decir que sean simplemente uno y el mismo, sino slo que hay un punto de vista desde el cual su distincin resulta irrelevante.

    Para entender el signi cado de la frase con que