El Yo Saturado

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El YO SATURADO

KENNETH GERGEN

Están amenazadas todas las premisas tradicionales sobre la naturaleza de la

identidad del ser humano. No se trata simplemente de que el curso actual de

los acontecimientos haya alterado el énfasis puesto en la racionalidad, las

emociones, etcétera, o haya añadido nuevos conceptos al dialecto vernáculo;

mas bien, come el riesgo de ser erradicado el concepto mismo de verdad, de

objetividad, de saber, y aun la idea de un ente individual, dotado de

determinadas propiedades mentales. Lo que esto significa para nuestra vida en

común es a la vez inquietante y estimulante, y merece un examen amplio. (12)

Ligazón entre epistemología y psicología. Conocer(nos). Ambas nacen

conjuntamente en la modernidad (Meditaciones Cartesianas: Ego y Cogito).

Estamos en los confines del privilegio epistemológico del modelo

representacionalista: esto implica conjuntamente la muerte del sujeto y del

mundo como lo conocíamos.

Lo que quiero es examinar el impacto de la saturación social en la manera

como conceptualizamos nuestro yo y las pautas de vida social que le son

anexas. Nuestro vocabulario relativo a la comprensión del yo se ha modificado

notoriamente a lo largo del siglo, y con El carácter de los intercambios sociales.

Pero la creciente saturación de la cultura pone en peligro todas nuestras

premisas previas sobre eI yo, y convierte en algo extraño las pautas de relación

tradicionales. Se está forjando una nueva cultura.

Período de transición: “crisis” paradigmática. Vivir una época interesante:

Estímulo, creatividad, tensión, incertidumbre, productividad, angustia. Cuidado

con endiosar la duda y la confusión como giro inversor de su diabolización

moderna.

La vida cultural del siglo XX ha estado dominada por dos grandes vocabularios

del yo. Hemos heredado, principalmente del sido XIX, una visión romántica del

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yo que atribuye a cada individuo rasgos de personalidad: pasión, alma,

creatividad, temple moral. Este fabulario esencial para el establecimiento de

relaciones comprometidas amistades fieles y objetivos vitales. Pero desde que

surgió, a comienzos del siglo 20, la cosmovisión modernista, el vocabulario

romántico corre peligro. Para los modernistas, las principales características del

yo no son una cuestión de intensidad sino más bien una capacidad de

raciocinio para desarrollar nuestros conceptos, opiniones e intenciones

La cosmovisión modernista es una “vuelta de tuerca” de principios del XX sobre

la concepción iluminista moderna. Cuidado con el achatamiento histórico.

El posmodernismo no ha traído consigo un nuevo vocabulario para

comprendemos, ni rasgos de relevo por descubrir o explorar. Su efecto es mis

apocalíptico: ha sido puesto tela de juicio el concepto mismo de la esencia

personal.

Nuestra consideración del individuo resultaría anómala en muchas culturas del

mundo. Veamos a los balineses. A los individuos se los considera mis bien

representantes de categorías sociales mis generales.

Es gracioso que tiene que usar “individuo” cuando está diciendo que no hay tal.

¿Cómo llegó nuestra cultura a asignar tanta importancia al yo individual? Uno

los estudios mis interesantes de esta evolución es el de John Lyons1, quien

expone que la posición central del yo se asienta como producto del

pensamiento de fines del siglo XVIII. Antes de esa fecha, las personas tendían

a concebirse a sí mismas como especimenes de categorías generales:

miembros de una religión, clase, profesión, etc.

“La invención del yo no puede remontarse a un grito de ¡Eureka! Lanzado

desde alguna bañadera, sino que se fue conformando por partes y agregados.”

(pag 326/nota 11)

1 Lyons, John “The invention of the self”. Carbondale Southern Illinois Univ. Press, 1978.

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