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l EL VILLANCICO DE N A VIDAD COMO MENSAJE EN LA PO&C)IA POPULAR DE SALTA Y JUJUY (ARGENTINA) Ataría Fanny Osán de Pérez Sáez Poesía en apariencia simple, rústica, ingenua, transparente, el villancico navidei'\o llegó a América con la España de la conquista y su acción civilizadora y misionera. Esta común canción pretende descubrir alguno de los secretos de su mensaje. Tanto en Europa como en Oriente, la celebración del "ciclo de Navidad" es un tiempo "fuerte", que concentra a los cristianos alrededor de un acontecimiento fundamen- tal: la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, su Bautismo y la Adoración por los P.eyes La Navidao lleva consigo la tradición oe los "pese- bres", "helencs" o "nacimientos, que se iniciara en las catacumbas, se mantiene como parte del ritual de la celebración y se relaciona con las representaciones oel teatro sacro medieval. Se atribuve a San Francisco de Asís el gran impulso que tomó pesebrismo a partir del siglo XIII. La orden franciscana difunde la tradición por toda Europa, introouciéndola en España a comienzos del siglo XVI en momentos en que allí representaban entremeses y misterios que <iramatizaban temas del nacimiento2. 51

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EL VILLANCICO DE N A VIDAD COMO MENSAJE EN LA PO&C)IA POPULAR DE

SALTA Y JUJUY (ARGENTINA)

Ataría Fanny Osán de Pérez Sáez

Poesía en apariencia simple, rústica, ingenua, transparente, el villancico navidei'\o llegó a América con la España de la conquista y su acción civilizadora y misionera. Esta común canción pretende descubrir alguno de los secretos de su mensaje.

Tanto en Europa como en Oriente, la celebración del "ciclo de Navidad" es un tiempo "fuerte", que concentra a los cristianos alrededor de un acontecimiento fundamen­tal: la conmemoración del nacimiento de Jesucristo, su Bautismo y la Adoración por los P.eyes r1a~osl.

La Navidao lleva consigo la tradición oe los "pese­bres", "helencs" o "nacimientos, que se iniciara en las catacumbas, se mantiene como parte del ritual de la celebración y se relaciona con las representaciones oel teatro sacro medieval. Se atribuve a San Francisco de Asís el gran impulso que tomó ~1 pesebrismo a partir del siglo XIII. La orden franciscana difunde la tradición por toda Europa, introouciéndola en España a comienzos del siglo XVI en momentos en que allí representaban entremeses y misterios que <iramatizaban temas del nacimiento2.

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Ernesto Giménez Caballero divide la historia del pesehrismo en España en tres momentos: 1) etapa de las iglesias; 2) etapa de los salones y casas señoriales; 3) etapa popular, o sea, cuando el pesebre se traslada a las casas de familia sin distinción de estratos sociales3. Estas tres etapas confluyen en el noroeste argentino, que recihe la tradición, junto con el ciclo que integra, en la segunda mital del sig-lo XVT -época de la funnación de las principales ciudades de la región- por obra de misioneros franciscanos como San Francisco Solano y jesuitas como el padre Gaspar Monroy, que la introduce en los dominios de Viltipoco, en la Quebrada de Huma­huaca 4•

Fuertemente arraigado en las provincias de Salta y .Jujuy, el ciclo de Navidad es vivido año a año en sus puehlos v ciudades con un tipismo que lo peculiariza v es uno de los momentos más intensos .v af!lutinadores dE> In cultura popular de la rep:ión, siendo el pesebre su núcleo orrlenarlor. Si hien el pesehre se prepara en In mayoría oe los hogares cristianos, la integralidad del ciclo, conformado por hábitos transmitidos desoe los momentos de la conquista y fundidos con elementos oe las culturas precolombinas, se registra sólo en las clases populares de algunas comunidaoes.

Foster ha sei'talano que en el trasplante de IH cultura de EspañEl a América se produjo la reducción y simplifica­ción oe todo el ritual relip,-ioso y de costumhres locAles que le daban coloridos. En términos generales, puede aceptarse esta afirmación, pero la Navidnd en Salta y Juju~· , así como otras fiestas populares6, no sólo no ha perdido la fuerza y el color orip:inal, sino que lo conservo con gran integridad y con notas que le son propias.

F.l ciclo no tiene las mismas características en todo el territorio salto-jujeño. Nosotros nos referiremos particularmente a las tradiciones relevadas en el año 1977, 1 988 y 1989 en la línea que va desde la ciudad rle Salta en su zona suburbana, a Güemes, Palpalá (Jujuy), San Salvaoor de Jujuy, Yala, Purmamarca y Tilcara. La vigencia con que se conserva el rito en un área tan amplia, que indurlahlemente no a~T,ota la extensión geográfica

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del fenómeno, es otra de las manifestaciones del carácter conservador de estas provincias en las que la tradición hispánica es un elemento primordial de su cultura.

Los preparativos comienzan el primer día de diciem­bre con la siembra de trigo, cebada y alpiste en almácigos para que el renacer de la naturaleza acompañe el nacimien­to del Redentor?. Por esos dÍas se inicia el ensayo de los niños que participarán del coro de las "adoraciones"B con el canto de villancicos, las danzas, el baile rle las cintas y el acompañamiento de los músicos que tocan el bomho, el "redoble" e instrumentos americanos como la quena y la anata.

El villancico como texto lírico poético popular cumple en este ciclo una función esencial, y no podemos interpretarlo si no lo entendemos como signo que se halla en la intersección de una serie de micromensajes.

Los villancicos "a lo divino", compuestos por poetas como San Juan de la Cruz, Juan del Encina, Lope de VeP."a, Ambrosio de r1ontcsinos, y por autores anónimos, a imitación rle los cantares populares, se difunden especial­mente a partir del siglo XVI. En América, donde la labor doctrinal tiene un ímpetu especial, sacerdotes y hombres cercanos a la iglesia escriben villancicos y también se representan rudimentos de dramas sacros y pastorelas. El término "villancico" se utiliza Únicamente para referirse a canciones, romances y rorHmcillos populares y populAri­zantes que se cantaban rara adorar al Niiio Jesús. Tal es la acepción que aún se conserva.

Se ha producido con el villancico el proceso dinámi­co de traslación de los bienes culturales que caracteriza los fenómenos folklóricos, mediante el cual se proyecta la creación popular a la poesía culta, desde la que regresa por un movimiento de reflujo a sus orírenes, y allí se incorpora a la gran cort'iente de la creación anónima. Cortazar que estudiara especialMente este fenómeno9, recuerda haher escuchado "chanp:uitos que entonahar por Navidad villancicos de Lope de Vega"Io. "A América debió llegar el villancico a través de las dos vías:ln popular, representada por la memoria de los colonizadores y clérigos, que trasladaron su sabiduría ancestrAl a las

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nuevas tierras; y la culta popularizante, constituída por los hacedores de villancicos y músicos de iglesia y por los pliegos sueltos que traían las naves españolas a partir del siglo XVII. Perduran hasta hoy, junto con autos sacra­mentales, dan?.as y pastorelas que fueron medios eficaces para introducir a los aborígenes en la doctrina de Cristo.

Los cronistas misioneros P. Lozano v P. Guevara aportan datos, confirmados por la tradicicSn, según los cuales el primer pesebre navideño se levantó en 1594, un año después de la fundación de Jujuy en el "vallecito de los cerros colorados de los purumamarcas"ll. Fue precisamente en el atrio de la iglesia de la ciudad de Purmamarca donde el 6 de enero de este año (1989) recogi­mos un villancico que permite mostrar la continuidad horizontal y vertical de la tradición. Allí, un coro de niñas desgranó alegremente esta canción:

Buenas noche~ doña r1ar~, Buenas noches, don José. Turumbá, turumbé (bis) Cómo está su ~1erced

He sabido que el Niñito ha nacido en Belén. Torumbá, torumhé (bis) Cómo está su Merced.

Aquí le traigc juguetito, musiquita y cascabel. Turumt:Á, turumhé. his Cómo está su ~1erced.

Pobrecito el Niñito, el cuQuito lo va a comEr, turumbé, turumhé. bis Cómo está su ~1ercerl.

Este cantarcillo había sido rastreado por Olga Fernández La tour en 1 ~63, y ne su trabajo recogimos información que nos fue de mucha utilidad.

En 1 H21, el legajo 137 de la colección de Folklore, correspondiente a Catamarca, informa que "allí se acos­tumbraba a celebrar la fiesta de Navidad representnnno todas las escenas en la misma forma que se cree se prorlujo la noche rlel nacimiento del Niño .Jesús en Belén. TJna negra que rlice haher observado todo lo ocurrido con la venida rlel Niño, se enloquece ele alegría y cantA y baila". Con el título de "Curul]lbé" se transcriben ocho estrofas. La segunda dice así:

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Señora doña María, Tenga usted muy buenas noches, Cómo está el Vira Coche Y el Niño que ha parío anoche, Curumbá, curumbá, curum~é.

En 1937, .Jwm Alfonso Carrizo, entre las rimas infantiles del r.ancionero popular de Tucumón, incluye la siguiente versión:

Ruenos nías, cioña r.1aría, ¿Cómo está st.: Merced? ¿Cómo está el Señor José? Turumtá, turumhé. Aquí le traigo musiquita, r1usiquita y cascabel, Porque si llora el Niñito El cuquito lo va a comer, Turumbá, turumhé, Turumbá, turumhé.

En nota informa Carrizo que no había encontrado antecedente de este cantar, cuyo estribillo estaba regís·· trado por Rodríg-uez Marín en el siglo XVI al hablar de las "ollas de chachurumbel". Asimismo señala la existencia de un estribillo semejante en el siglo XVII en un entremés rle Francisco de Castro, ''Los cuatro pareadores":

Tururnbé ccn la turumt:ela, Vamos bailando la tarantela.l3

Pero el mismo Carrillo, años más tarde, en PI Cancionero popular de La P io;a, rlocumenta en ~, achigasta una versión en la que si hicn está ausente el estribillo, se evidenciAn otros elementos comunes:

Buenas noches, rloña r.1aría, ¿Cómo se halla su r-1erced ? ¡,Cómo estÁ el Viracocha y el Niño que parió usted? Oue sí, que tres, que lo enccntraréis. ¡Válgame Dios, me vuelvo loca! Loca cie tanto placer.

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De tanto g~;sto que tengo voy a bailar, a bailar, al ver que mi niño santo ha nacido en el portal.l4

Años más tarde, en Costumbres trarliciona/es argentinasl5 Isabel Aretz alude a tres danzas relevarlas en la Costa de Arauco de la Provincia rle La Rioja, llama­das "Don Pascual", "El Turumhé" y el "Baile de las Pasto­ras". La gran investigadora del folklore musical hispanoame ricano afirma que estas danzas forman parte de autos sacramentales simples que desarrollaha.n distintos pasajes de la tradición navideñal6. Se puede observar que entre los textos citados hay evidente unidad tipológica. En Juju~ no ha sohrevivido el auto sacramental, ':J el villancico se canta acompai1arlo de una danza rudimentariA sefllejante A la registrada por Isabel Aretz, cuyo origen, como el del estrihillo, estaría en el Siglo de Oro español, período caracterizarlo por una creciente incorporación del habla ':1 las costumhres de los negros a la literatura 17.

Este somero rastreo tiene como finalidad fllostrar A través de un ejerr.plo de qué modo el villancico se incor­pora a una corriente que flu~e al margen de la conciencia de lo~ intérpretes. El diá.lof!O de los ninos adorArlores v rle su discurso, con el pasado es perr1anente. A veces el texto ha sirlo fijado en cuarlernos y notas, pero cndA "enseñadora" posee su propia versión.

LA intertextualidarl df'l mf'nsaje rlel villancico tiene, pues, una dohle dirección: vertical o diacrónica, v horizontal o sirlCrÓnka. Interesa tener una ubicación histórica y el conocimiento de las áreas de dispersión rlel texto. Es lo que se ha llamAdo intertextualirlad de trarlición e intertextualidad tipológica 18, e importa nás aún penetrar en el sif!nificado rle la ampliturl del diálo~o histórico y actual rie P.ste texto, como rie tAntos otros, en el que el mensaje no resine sÓlo en la denotación oe la palahra, si11o Qttf' pose~~ llnH ri_;,r;:>;ignificaci6n su~tentfHia en los s,:>nt idos (jUP llegan al cantor rle sus propias expe­rienc-ias anteriores, en las que pudo haher sirio protagonistn, ohservador o heredero. Para nosotros, cor1o críticos,

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reside en las múltiples connotaciones que provienen de las omisiones, aiT'plificaciones, intensificaciones, variacio­nes de modalidad, alteraciones o incorporación de esquemas estructurales en relación con las otras muestras que contiene el corpus. Allí se halla en pnrtf'! el secreto de la poesía del villancico, simple, directa en su lenguaje, pero portadora de múltiples voces, una de las cuales es la tradición, de la que provienen símbolos cuya reiteración no los desemantiza -a diferencia de lo que sucede en la metáfora-:

Pisa, pisa, pastorcillo, Pisa, pisa con valor, Beberemos vino dulce En la viña del Señor

(Tilcara, 1989)

Esta noche es Nochebuena Y mañana es Navidad, Porque la Virgen María Esta noche ha de alumbrar.

(Yala, 1989)

Además, el villancico está sumergido en otro tipo de intertextualioad. El signo "villancico" tiene un nivel de significación que trasciende los límites del mensaje pragmático o poético y los eleva. Estrictamente hablando, su lenguaje está formado por varios significantes: e) discurso lingüístico, que se enuncia cantando; e) musical, expresado por los instrumentos; el pl8stico, por la danza y la representación oeJ pesebre; por el templo, el hogar y la barriada donde éstA se levanta o hacia donde se dirigen los conjuntos pera llevar "gracias" del Divino Infante. La práctica del diÁlogo se concreta en dos dimensiones, la terrena y humana, y la celestial y oivina. Esta Última compromete especialmente al hablante colectivo y está siempre presente en sus versos:

Una canastilla llenita de flores, Que recoge el Niño Para su:; pastores. Suban, suban, suhan

Cómc serl1 en P! ci~Jo La cunita de Jesús. SerÁ d(· blanca plumita, Será de rosado tul.

(Palpalá, 1989)

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Al altar mayor Para que alcancemos ne Dios el perdón.

(Palpalá, Jujuy, 198R)

Todos estos contextos confluyen en la consolidación de un proceso comunicativo particular que alcarza su mayor profundidad la noche del 24 de diciembre en el momento de la "ac'oración" arte el Niño, que se rememora recién nacido. A este momento se llega después del período de preparación, que comienza el 1° de diciembre y d~C:man­da la participación de todo el conjunto como ya se dijo. El pesebre se levanta en casa del "esclavo" del Niño 19, er la iglesia del pueblo o en un luear estratégico del barrio. El día 24 er.cuentra al grupo con los elementos necesarios para "armar" el Nacimiento. En diversas locali­dades de la Puna y d€ lo~ Valles Calchaquíes las figuras que lo adornan se hacen con arcilla rlel lugnr to(l\)~ lo~

año~, y al finalizar el ciclo son entregadas nuevamente a la tierrH: se incorpora de este modo al ritual cristiano un hlihito propio de la fiesta prehispánica rle IR Pachama­mA.. Ln nocJ-,e del 24 se lleva al Niño en "misachico"20 o la iglesia más cercana. Después de la misa c!el Gallo y cuando sP. ha "aforado" en el templo, los grupo~ revresan a sus respectivas comunidades para iniciar las "ac:>oracio­nes" rarticulares, que se van a prolongar hastH 21 ti G('

en0rc.. r:n e::;te entorno el vil1~ncico cumple una función especial. Los instrumentos acompañan a los niños que danzan el "Guaschi tórito, que tórito .•. ", la "churruca", el "remolino" o trenzar y destrenzar las cintas que penden oiP un r'lástil er. el "baile de lPs cintns" 21, Cuando los instrumentos callan, el conjunto entona a capella un villancico. Luego, nuevamente lof instrumentos anunciAn la danza, que permitirá destrenzar el árbol. Anoterno~ que el mástil se instala en el cent¡·o del espacio C:e~tinado a las "adoraciones", y en ese momento simboliza el centro del mundo, el origen de la vida 'i su transcurrir, el naci­miento de Cristo v también su crucifixión, nunca ausente de la conciencia popular. Así el árbol, de tan alargada trayectoria en la historia de las culturas, hace palpable

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el mundo invisible22. Lo dice el villancico: Destrencen las trenzas, Destrencen y trencen Vuelvan a trenzar, Vuelvan a trenzar, que el Rey de los cielos qlle el Rey de los cielos Ha nacido va. Se ha de coronar.

CPalpalá, 1988) (Palpalá, 19flR)

Pay, pues, una verdadera acción colectiva en toda la experiencia que lleva a la "adoración". Consciente o inconscientemente se da a cada momento un papel en el desarro1lo de los distintos pasos que configuran el ciclo. Lo mismo se debe decir del villancico, que es uno de los signos en la representación de este gran auto. La perfecta coherencia de su sucesión nos confirma en la idea de que muchos de ellos son textos fragmentarios que formaron parte de primitivos dramas populares aún existentes en algunas provincias como La Rioja y Santiago del Estero23, rada grupo de niños organiza su mensaje de modo particular, ~· en todos los casos se descubre una relación casi secuencial propia del drama, y el diálor,o, que el villancico actualiza con un personaje tÍnico, el coro. Y como sucede en la danza del "Curumbé" y en el •:auaschi, guaschi", se acompañan con gestos de valor dramático.

Los cantares van delineando un hilo de acción. F.n primer término, se presenta el movimiento de Jos pastores hacia '1elén, expresado en ingenuos diálogos, que se destacan por variaciones de tono:

- A Belén vamos, pastores, Vamos, pastores. A adorar al Niño Dios, Al Niño Dios.

- ¿Clué regalo le llevaremos, Le llevaremos?

- Una ovejita que diga así, Oue cante así: ¡Meee ... !

(Purmamarca, 1989)

En un segundo tiempo, los pastores llegan a Belén,

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saludan a la Sagrada Familia y expresan la admiración que produce en ellos la visión del Nino Jesús:

-Buenas tarde, Manuelito Buenas tardes, María y José Y a llegaron tus pastores De rodillas a tus pies.

- ¿ Oué contiene aquella cueva? Sin duda Cristo nació. Entre medio las tinieblas Con su luz nos alumbró.

- ¡Ah viva María! ¡En viva San José! ¡Oh viva el que nació!

~uenas tardes, Niño, María y San José. Ya llegan tus pastores de rodillas a tus pies. Cabellito rubio, frente de cristal, pestañas arquearlas, boquita i coral.

(Güemes, 1989)

(Purmamarca, 1 ~89)

El tercer momento es el de la "adoración" propia­mente dicho. Los villancicos se suceden alternando con la danza. Se cantan romances, romancillos y canciones. La mayoría de ellos están vigentes en todo el mundo hispánico. La poesía narrativa relata diversos pasajes rle la virla del Niño (La Virgen, el Niño y el Ciep.-o: el Niño perdido; en la punta de aquel cerro; cabellito hlanco; la llegada de Reyes, etc.):

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A las doce de la noche h. Un gallo nos despertó Js Con su canto tan alegre Diciendo cristo nació. t"lis

A las doce de la noche bis María habla a San José; Levantáte esposo mío b.

1 N.- JS que e tno va va a nacer

San José se levantó, b" Lo miró con alegría IS

al ver que nació el Niño bis en los brazos de Haría

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Esta noche nace el Nino Entre flor de maravillas, Y en el campo los zorzales Le cantan la bienvenida bis

Y la gente ya <iel Cielo se asoman por ver al Niño Y todos los tucu-tucus se han salido de sus nidos

(Purmamarca, 1980)

tris

El ofrecimiento que en los autos sacramentales y en las pastorelas hacen los pastores, se expresa en pequeñas joyas de la lírica popular:

l\1olinero, molinero llevame esta blanca harina bis Oue el Seflor ha elegido

para la hostia divina (Palpalá, 1 988)

Al Niño recién nacic~. Todos le ofrecen un don. Yo soy pobre, nada tengo, le ofrezco mi corazón

bis

Siguen los villancicos de despedida con que los adoradores anuncian su partida:

Hasta mañana, doña María, Hasta mañana, don José. Turumbá, turumbé, Cómo está su Merced. his

(Purmamarca, 1989)

Adiós, mi Niñito, Adiós, gran Seflor, Quisiera que me eches Tu gran bendición. Adiós, mi Niñito, Adiós, gran Señor, Mañana volvemos con el mismo amor.

(Yala, 1989)

El f\ de enero se levanta el pesebre. Entonces la "adoración" asume su plena dimensión comunitaria, pues en ella participan los jóvenes y los adultos. En esta circunstancia se capta vivamente el perfil diacrónico

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de la tradición y su vigencia, extrafta en estos momentos en que la ciencia, la técnica y los medios de comunicación han impuesto una concepción del mundo enlatada en las grandes urbes, que despoja al hombre de sus raíces y quiere proyectarJo sólo hacia la instantenicfad o el futuro.

El ritual previo al de la gran bendición final del Niño tiene un tono elevado de plegaria, expresada vivamen­te en la cancioncilla dística inicial, que funciona como estribillo en los distintos textos:

¡Niños, todos a adorar que el pesebre se va a levantar! Ahí viene la vaca Por el callejón Trayendo la leche Para el Niño Dios. Adiós, mi Niñito, pa'el año 'i volver Trayendo una rosa Y un bello clave l.

(Purmamarca, 19R9)

Debemos anotar que en ningún momento se registra el villancico con el tema de la petición del aguinaldo que tanta vigencia tiene actualmente en folklore peninsu­lar.

Así concluye el ciclo. El pesebre se ha levantado, los coros apaffan sus voces y los instrumentos se guardan hasta el próximo año. En febrero o marzo la comunidad tendrá otra fiesta, el Carnaval, pero durante su transcurso la memoria no traerá al presente los villancicos ni la danza ingenua de los niños, sino será la copla la que rasgará el espacio en las noches de chaya mientras el retumbar de la caja acompaña el diálogo de los copleros sumidos cada vez más en un delirio dionisíaco.

Euffenio Coseriu afirma que para la valoración de un hecho cultural y la captación profunda de sus sentidos debemos reconstruirlo en nuestra interioridad, pues sus funciones son funciones en acto y no dependen del signo aislado en sí mismo.24 En el caso del villancico esta

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reconstrucción requiere el conocimiento, aunque sea teórico, del contexto vital y cultural en que se instala, pues para las comunidades de Salta y Jujuy que lo practican la pieza literaria cumple una función esencialmente religiosa -no pragmática, no lúdica, no artística- y sus sentidos dependen de la copresencia de los otros elementos.

Concluimos: se ha cHcho que la brevedad del villan­cico profano está determinada por su bajo grado d~ satura­ción semántica 25. Pensamos que en el caso del villancico religioso la experiencia que instaura sólo se cumple con la participación de otros signos, y entre todos cubren los infinitos matices del verbo en plegaria. Los recursos de estilo propios de la poesía tradicional que estudiara tan detalladamente la escuela de Menéndez Pidal y el mismo Sánchez Romeralo se orientan hacia el mismo fin. De éste modo la lengua que Juan de 1'1ena había caracterizado di cien do "rudo y desierto romance, la humilde y baja lengua del romance" es vehículo para la traslación del hombre a la otra "orilla".Aunqueaparezca como la simple denotación del mundo inmediato con sus pastores, pájaros, flores y vida familiar rústica expre­sados en el habla casi cotidiana salpicada de apóstrofes, apelaciones, paralelismos, estribillos, circularidades, fragmentarismos, hay en los textos encuadre dramático y la tensión se establece entre el hablante colectivo y el Niño, que representa lo incógnito:

Niño chiquitito, niño valentón, ¿Cómo tan chiquito siendo gran señor?

Granito de arena, Florcita de azahar, Cluereme, Niñito, No me hagás llorar.

Como acontece en todo lenguaje simbólico, el mensaje va desde lo familiar y concreto a lo desconocido y sagrado.

Creemos que el secreto de la vigencia y vitalidad cinco veces centenaria del villancico saltojujeña se debe a la complejidad del ciclo en que se inserta como unidad esencial, al intercambio y cohesión social y cultural que genera, a la intensidad de la experiencia religiosa que comporta y al trabado universo de sentidos de su

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lenguaje, cuya fuerza vertical lanzada como una flecha hacia la infinitud se apoya fuertemente en la realidad y en el pasado.

Universidad Nacional de Salta,

IOTAS

1 El Nacimiento de Cristo, su bautismo y la adoración por los Reyes Magos eran celebrados por la Iglesia primitiva en una sola fecha, al rededor del 6 de enero. la Iglesia de Oriente separará la Natividad, dándole especial relieve antes del s. III. Posteriormente lo hizo la Iglesia romana, que fijó la Navidad entre el 17 de diciembre y el 16 de mayo, según tradición de San Clemente de Alejandría. Hacia el año 315 San Juan Crisó­tomo da como nueva fecha el 25 de di c iembre, . basándose en las Actas Quirinales y en la circunstancia de que los romanos dedicaran ese dia a la adoración del Dios perso Mitra o Sol. V. Miguel Angel Etcheverrigaray: "Liturgia de Navidad", en La Navidad l los pesebres en la tradición argentina, Bs. As., Hermandad de Santo Pesebre, 1963, pp. 17-21.

2 J. CARRUT, "Historia del pesebre", en la Navidad y los pese­bres •. . , pp. 21-2B.

3 E. GIHENEZ CABALLERO, "El Belén de Sa1zillo en Murcia, cit. por GARRUT, José, op. cit. pp. 27-28.

4 C. ROMERO SOSA, "Cuatro siglos de navidades en Salta", en La Navidad y los eesebres . .. 1 pp. 173-179. Y Armanini, José, "El pesebri smo mis1onal en la Quebrada de Huma huaca", en La Navidad y los pesebres ..• , p. 121.

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5 G.FOSTER, Cultura t conquista . Jalapa, México, Universidad Veracruzana, 1960, p. ~ y ss.

6 Citemos sólo para ilustrar la fiesta de la Virgen del Rosario en Iruya, la fiesta de La Candelaria en Molinos, el dfa de Santa Rosa de Lfma en Santa Rosa de Tastil, la Semana Santa en Yavi, el Viemes Santo en Tilcara, celebraciones todas que conservan un fuerte tono tradicional.

7 Ver Halisa HORETTI CANEDO, "La Navidad y los pesebres jujeftos", en La Navidad y los pesebres •.. , p. 125.

8 El término "adoración" se emplea en Salta y Jujuy referido especialmente a los villancicos y danzas en homenaje al Nifto.

9 Augusto Raúl CORTAZAR. Folklore y literatura, Bs. As., Eudeba, 1974.

10 - - - - - - - - - . El Cama val en el folklore calchaquf, Bs. As., Sudamericana, 1949, p. 88.

11 J. ARMANINI, op. cft. p. 121.

12 D. FERNANDEZ LATOUR, •Las danzas del pesebre•, en La Navidad y los pesebres ••• , pp. 54-55.

13 J. CARRIZO, Cancionero popular de Tucumán, Bs. As . , 1937, p. 381.

14 J. CARRIZO, Cancionero popular de La Rioja, Bs . As., 1g42, T. JI. p. 383 .

15 J. ARETZ, Costumbres tradicionales argentinas, Bs. As., Raigal, 1954.

16 Citado por Olga Fernández Latour, op. cit. p. 54.

17 Germán de Granda, "Sobre el origen del 'habla de negro' en la 1 fteratura peninsular del Siglo de Oro", en Proyemio, 11, 1, abril, 1971, Barcelona, Consejo Superior de Investigacio­nes Cientfficas, 1971, pp. 97-109.

18. V. NETZELTIA, M. VANDERMAELEN, Ch., "Cuento folklórico vs. cuento artístico tentativas de delimitación", en Literatura ~ folklore. Problemas de intertextual idad, Salamanca, Onfvl e Groningen-Unfv. de Salamanca, 1983, pp. 30-40.

19 "Esclavo" es el hombre o mujer que cumple una promesa, hecha por él o sus antepasados, de rendir tributo al Nifto, a la Virgen o a un Santo.

20 Los "misachicos" son procesiones populares en las que sin la participación de un sacerdote se traslada la imagen que se venera a un templo.

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21 El "ba11e de las cintas• es conocfdo en otros pafses hispa­noamericanos. Cada nffto toma de las cfntas que penden del mistfl y con pasos de danza al son de los instrumentos musicales van trenzando y destrenzando figuras de distinta forma y simbolismo.

22 R. DORRA, los extremos del lenquaje en la poesfa tradicional española, México, ONAM, 1981, p. 7t:78.

23 V. CACERES FREYRE, Julián, "La Navidad en La R1oja", en la Navidad y los pesebres •..• pp. 131-140.

24 E. COSERIU, lingüística del texto, San Juan, 1983, p. 55.

25 R. DORRA, op. cit ..

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