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1
EL TEXTO ESPAÑOL DEL ÚLTIMO DISCURSO RADIADO
DE GOEBBELS: ¿UNA FALSIFICACIÓN?
Santos Bernardo.
Durante mucho tiempo ha circulado en los ambientes NS un texto que era
presentado como traducción del último discurso radiado de Goebbels, el cual tuvo
lugar el 19/IV/45 con motivo del cumpleaños del Führer. El texto traducido de este
discurso llamaba poderosamente la atención por el hecho de que anunciara una
serie de acontecimientos que de forma asombrosa se materializaron años más
tarde. Goebbels, como si de un Nostradamus se tratara, vaticinaba el llamado
milagro alemán, la paz en Europa y las guerras en el Tercer mundo, la división de
Alemania y la nueva independencia de Austria, el fenómeno de la superpoblación
y las tensiones raciales en los Estados Unidos, de ahí que yo me atreva a calificar
al supuesto discurso de Goebbels como “el discurso de las 7 profecías”. Durante
los años setenta dicho discurso era presentado en los ambientes NS de habla
española como si se tratara de una especie de testamento político que no podía
menos que ensalzar la figura de Goebbels como político clarividente. Por
desgracia aún hoy pervive dicho texto como ejemplo de lucidez NS (en Junio de
1998, el número 4 de la publicación NR argentina “EL ATAQUE. Contra el
comunismo y el capital”, reproducía parte del mismo en su portada). Sin embargo,
muchos elementos apuntan a que el texto español conocido es, en su mayor
parte, falso.
2
Una vez consultada la recopilación en dos tomos de los principales discursos de
Goebbels, comentados por el historiador Dr. Helmut Heiber, colaborador del
Instituto de Historia Contemporánea de Munich, y editados en 1972 por la editorial
Droste de Düsseldorf, las diferencias con el texto español son demasiadas, y de
forma significativa, de las siete profecías, únicamente la relativa al llamado
“milagro alemán” –e incluso ésta, con notables variaciones- figura en el texto
alemán. Alguien puede aducir que el libro mencionado sea el que contenga el
discurso falso –cosas más raras se han visto-, pero lo considero bastante
improbable. Ni a la editorial ni al historiador les merece la pena jugarse su
prestigio comercial y profesional por un discurso de Goebbels; por otra parte, se
mencionan datos precisos de la fuente, en este caso, los archivos de la radio
alemana (Deutschhe Rundfunk-Archive [DRA]) y a los responsables de la misma
(los señores Dr. Scharlau y Zahn); en concreto, el número de archivo del
documento sonoro de la época es el DRA Nr. 52-12544, y especifica que el texto
fue reproducido, entre otros, por el Völkischer Beobachter del 20 de Abril de 1945.
Mientras no se demuestre lo contrario (y no hay elementos que apunten a que ello
vaya a suceder), debemos admitir que el discurso auténtico es el que aparece en
el citado libro alemán, por doloroso que sea reconocer el hecho deshonroso de
que desde el ambiente NS se haya puesto en boca de Goebbels determinadas
ocurrencias literario-políticas.
El origen involuntario de todo este lamentable fraude está en un disco con distintos
discursos de Goebbels comercializado en la década de los sesenta por el NS
inglés Colin Jordan, del que CEDADE –al igual que tal vez otras organizaciones-
extrajo material sonoro para una cinta de discursos. El disco inglés contenía -entre
otras alocuciones- fragmentos del discurso del 19/IV/45. Lógicamente estos
fragmentos figuran en el texto íntegro reproducido por el Dr. Heiber, constituyendo
aproximadamente un tercio del total del mismo, y esos mismos fragmentos, aún
cuando no en su totalidad, también se hallan presentes en el “discurso de las 7
profecías”, si bien, en mi opinión, traducidos de forma somera y no excesivamente
literaria, lo cual en absoluto pretende ser un reproche, pues evidentemente se
parte de la base de que cada trabajo se hace de forma honesta y en la medida de
las posibilidades de cada uno; pero lo que resulta inadmisible es que se añadan
trozos inventados cuyo único resultado es conducir a engaño y empañar el buen
nombre de una idea que todos tenemos la obligación de defender con las armas
de la verdad y del honor.
Pero lo que resulta más llamativo es el hecho de que en los mencionados
fragmentos sonoros no figura ninguna de las profecías impactantes, ni que decir
tiene que tampoco están presentes en el libro del Dr. Heiber. De todo ello cabe
deducir que el “discurso de las 7 profecías” es una traducción hecha sobre la base
3
de los fragmentos reproducidos en el disco de Colin Jordan, aderezados con
añadidos que son fruto de la invención de una fuente desconocida; desconocida
porque, puesto en contacto con los antiguos responsables de CEDADE, nadie
recuerda con exactitud de dónde proviene la contaminación, máxime en una
época en que casi nadie dominaba el alemán y en la que era muy difícil hacerse
con fuentes originales, por lo que en muchas ocasiones la única guía era la buena
fe en la honradez de los camaradas.
Nadie duda que Goebbels fuese un político inteligente e intuitivo, pero los autores
de la falsificación quisieron añadirle además dotes de pitoniso. Mas nadie crea, tal
como cualquiera puede apreciar a continuación de su lectura, que el discurso
auténtico, aún desprovisto de profecías, desmerezca en cuanto a magnificencia al
que hasta ahora ha circulado en español. Todo lo contrario.
Resumiendo, estos son los datos:
1º) El 19/IV/45 Goebbels emite por medio de la radiodifusión alemana el que sería
su último discurso, el cual es reproducido, entre otros, por el Völskischer
Beobachter del 20/IV/45.
2º) En la década de los sesenta el NS inglés Colin Jordan edita un disco que
contiene fragmentos de dicho discurso.
3º) En la década de los setenta CEDADE hace uso del disco de Colin Jordan para
reproducirlo en un cassette de discursos de Goebbels.
4º) Junto con el cassette aparece una traducción al español cuya autoría ha
quedado en el olvido. Esa traducción recoge una parte de los fragmentos del
mencionado discurso (traducidos de una forma un tanto pobre) y otros que son
pura invención y que tienen un contenido principalmente profético, constituyendo
el aquí llamado “discurso de las siete profecías”.
5º) El “discurso de las siete profecías” es reproducido hasta hoy en diversas
publicaciones NS de habla hispana.
6º) La consulta de una de las obras que recoge los discursos de Goebbels, en
concreto la presentada por el Dr. Heiber y publicada en 1972 en Alemania por la
editorial Droste, indica que la traducción española que nos ha sido presentada
hasta la fecha constituye en buena medida un fraude.
4
7º) Mi traducción íntegra del discurso de Goebbels, extraída del libro del Dr.
Heiber, permite por primera vez su difusión en español y posibilita la comparación
con la falsa traducción anterior.
Sin más preámbulos, contraste el lector ambos discursos y juzgue por sí mismo.
Santos Bernardo
EL FALSO DISCURSO DE GOEBBELS DEL 19 DE ABRIL DE
1945 (“DISCURSO DE LAS SIETE PROFECIAS”) (1)
Hombres y mujeres de mi pueblo alemán:
Es en un momento crítico del acontecer bélico en el cual otra vez –y uno quisiera
creer que por última vez- las fuerzas del odio y de la destrucción, provenientes del
Oeste, Este, Sudeste y Sur, irrumpen en nuestras fronteras para negociarlas y
para asestarle al Reich el golpe mortal, que me presento ante el pueblo alemán
como lo vengo haciendo siempre, desde 1933, todas las noches anteriores al 20
de Abril, para hablarles de nuestro Führer.
Hubo en el pasado momentos felices y desgraciados en los que esto ocurrió pero
nunca, hasta ahora, las cosas han estado, como hoy, tan sobre el filo de la navaja.
Nunca antes tuvo el pueblo alemán que defender su vida desnuda bajo la presión
de tan enormes peligros y, al mismo tiempo, asegurar en un último y violento
esfuerzo la defensa de las amenazadas estructuras del Reich.
Hace algunos días, una revista británica decía que el resultado seguro de la
política demencial practicada hasta ahora por las potencias aliadas sería el
alzamiento de todos los pueblos de Europa contra la plutocracia angloamericana y
que Hitler había sido el hombre que, cuando se abocó a la tarea de reestructurar
política y económicamente a Europa, había sido detenido precisamente por esa
misma plutocracia, aliada con el bolchevismo asiático.
Por un lado uno podría decir que es una lástima que los estadistas británicos no
presten mayor atención a algunos de sus periodistas (2). Pero por el otro lado, si
nuestro pueblo no hace suya esta misión, si no se compromete a realizarla como
si fuese un mandato divino, ya no tendrá derecho a continuar existiendo. Y con la
5
pérdida de ese derecho perderá también hasta las posibilidades de existir en
absoluto.
Lo que hoy vivimos es el último acto de un tremendo y trágico drama que comenzó
el primero de Agosto de 1914.
El mundo entero se pregunta cómo el pueblo alemán ha podido soportar tanto.
Soportamos una guerra, soportamos la ignominia, la miseria, el hambre y la
desocupación; soportamos las vicisitudes de la más profunda y auténtica de las
revoluciones que jamás viera la humanidad, y ahora soportamos otra guerra
desatada precisamente por los oscuros intereses internacionales que estuvieron
más que dispuestos a traicionar a toda Europa.
Hoy, en el mundo entero, se habla de la lealtad como de una virtud alemana. Y
estamos orgullosos de ello. Nuestra lealtad y nuestro honor son ciertamente
nuestras más hermosas virtudes. ¿Cómo podría nuestro pueblo haber soportado
los horrores de esta guerra sin ellas, y cómo podría –sin ellas- resistir las últimas
vicisitudes que aún le restan?
Porque las penurias que todavía tenemos por delante serán seguramente las
últimas. La guerra se aproxima a su fin. La demencia que las potencias enemigas
desataron sobre la humanidad ya ha pasado su punto culminante en lo que a esta
guerra se refiere. Lo único que dejará detrás de sí, y en todo el mundo, será
solamente un indescriptible sentimiento de vergüenza y de asco. Y no puede ser
de otro modo. La artificialmente construida y corrompidamente mantenida
coalición entre plutocracia y bolchevismo terminará por romperse. Suceda lo que
suceda, Alemania renacerá en pocos años después de esta guerra. Y no será sólo
por nuestro propio esfuerzo. Alemania es tan imprescindible en Europa que hasta
nuestros propios actuales enemigos tendrán que impulsar su reconstrucción (3).
Nuestros campos y provincias destruidas serán repoblados con nuevas ciudades y
pueblos, a los cuales concurrirán los inventos más asombrosos de la técnica
alemana desarrollados bajo la necesidad impuesta por esta guerra insensata (4).
Toda Europa y el mundo entero participarán de los avances que le hemos dado a
la ciencia. Pero la pregunta decisiva es la de si en este mundo más nuevo y
brillante vivirán también personas más felices.
Si nosotros logramos nuestros objetivos, entonces el trabajo de la reconstrucción
social de la nación que comenzáramos en Alemania en 1933 y que abruptamente
se interrumpiera en 1939, volverá a ser retomado y continuado con renovadas
fuerzas. Volveremos a ser amigos de todos los pueblos de buena voluntad que
habitan en la tierra y junto con ellos haremos cicatrizar las serias heridas que
deforman el noble rostro de nuestro continente. Habrá trabajo a montones y de él,
6
cual manantial profundo y generoso de la felicidad humana, surgirán bendiciones y
fuerza para todos.
Pero si nuestros enemigos imponen su voluntad, la humanidad naufragará en un
mar de sangre y lágrimas. Habrá guerras y más guerras que se sucederán
prácticamente sin interrupción. Sin duda serán más reducidas y más aisladas
geopolíticamente que esta guerra, porque ya nadie se atreverá a provocar tan
irresponsablemente una hecatombe semejante a la actual (5). Pero si bien podrán
ser guerras reducidas serán tanto más deshonrosas. El honor en el campo de
batalla será definitivamente suplantado por la fría y sistemática decisión de matar
y de destruir a cualquier precio. Toda nuestra cultura europea se hundirá en el
lodo de revoluciones y más revoluciones que terminarán destruyendo todos
nuestros valores más sagrados.
Los hombres se matarán por poseer las cosas más superfluas y banales. Las
plutocracias naufragarán en una desesperada carrera por dar cada vez más lujos
a la humanidad corrompida por la molicie y al final terminarán no pudiendo dar ni
de comer a una población cada vez más numerosa (6). Habrá otra vez hambre y
desocupados. Y vendrá el bolchevismo a ofrecer tentadoramente las mismas
soluciones falsas que se nos ofrecieron a nosotros durante ese monstruoso
monumento al fracaso y la ignominia que fuera la República de Noviembre.
Al final, en la terrible sucesión de guerras, revoluciones, muertes y hambre, se
terminará destruyendo totalmente hasta el último resto de un mundo que aún era
bello y digno de ser amado.
Y aquellos que querrán poner un remedio a este estado de cosas no tendrán otra
alternativa que volver la vista hacia lo que nosotros hicimos y hacia aquello por lo
cual seguiremos peleando hasta el amargo final. Aquellos que quieran mejorar
este mundo decadente y corrupto tendrán que comprender que plutocracia y
bolchevismo no son los dos últimos caminos transitables para redimir a la
humanidad de la miseria y del fracaso. Porque hay un tercer camino, que es el
nuestro, que es el único y mejor y que es aquél que Adolf Hitler nos señalara.
Vendrán hombres que aún sin mencionarnos, porque les estará prohibido o
porque temerán hacerlo, intentarán transitar por este camino nuestro (7). Y serán
combatidos y traicionados al igual que nosotros lo fuimos. Pero al final
venceremos porque lo bueno y lo verdadero siempre triunfa en este mundo.
La historia alemana no es rica en grandes estadistas. Pero cuando éstos han
surgido tuvieron algo que decir y ofrecer, no solamente a su pueblo, sino también
al mundo. ¿Qué habría aún de europeo en Europa si emperadores y reyes,
príncipes y militares alemanes no hubiesen mandado siempre sus ejércitos contra
7
los también siempre renovados ataques desde el Este? Y la mayoría de las veces
tuvieron a sus espaldas un continente que, o bien no los comprendió, o bien hasta
los trabó en su honrosa tarea de salvar a Europa. ¿Por qué habría esto de ser
distinto en la actualidad?
En el actual estado de cosas es absolutamente preciso interpretar esta constante
histórica. Lenin dijo una vez que el camino de la revolución mundial roja pasaba
por Polonia y por el Reich.
Polonia está ya en poder del Kremlin, a pesar de todos los intentos
angloamericanos de acusarnos. Si Alemania la hubiera seguido, o si alguna vez la
siguiera, ¿qué sería de los restos de nuestro continente? Poner la pregunta
implica contestarla.
Alemania terminaría dividida (8). Austria terminaría librada a su propio destino (9).
Los Soviets extenderían su influencia hasta el Atlántico. Inglaterra tarde o
temprano perdería la totalidad de su imperio, recibiendo así su merecido castigo
por su traición a Europa, que encuentra su máxima expresión en su concubinato
con el bolchevismo. Hasta los Estados Unidos pronto pensarían distinto sobre este
estremecedor fenómeno mundial. Guerras raciales internas y una decadencia
indetenible que les ocasionaría la pérdida de su prestigio y poder mundiales,
terminarían por abrirles los ojos a ciertos dirigentes americanos que incluso
llegarán a pagar con sus vidas (10) el haber comprendido una realidad que hoy,
por tendenciosas razones, le es presentada a la opinión pública USA de un modo
totalmente descolorido y distorsionado.
Cuando hace algunos años Mr. Churchill habló de las probabilidades de esta
guerra, declaró que Inglaterra triunfaría, pero que lo que aún no sabía era el cómo.
Nosotros solamente podemos contestarle: el Führer triunfará, y lo hará en lo
esencial, porque no solamente sabe que triunfará, sino también cómo triunfará. El
Führer ha impregnado a la nación de su espíritu. La nación se orienta de acuerdo
a su voluntad. En la lucha por su existencia aprobará la prueba de su destino y
con ello terminará la serie de errores y omisiones alemanas que vienen
sucediéndose desde hace cuatro siglos. Por eso es para nosotros, los alemanes,
esta época tan grande y aún a pesar de la guerra tan plena de felicidad. Porque le
da a nuestro pueblo una oportunidad, y la aprovecharemos. ¡Un pueblo en armas,
conducido por una voluntad y férreamente determinado a cumplir con su deber!
¡Ese es el ejemplo a seguir! ¡Esa es la victoria!
Un hombre que llegó a hacer y a forjar algo semejante está muy por encima del
aplauso y de la adulación. Ante él la nación sólo puede unificarse en
agradecimiento. Y eso es lo que esta hora difícil queremos hacer. Queremos
8
agradecer al destino, sin importarnos lo que aún nos depare, el que nos haya
concedido al Führer en un momento de los más amargos y tristes de nuestra
historia. Y sobre todo nosotros, sus viejos camaradas de todo el amplioReich
alemán y que ahora somos soldados en todos los frentes, queremos declarar que
estamos agradecidos al destino el que nos haya permitido conocerle cuando
éramos jóvenes y el que nos haya permitido acompañarle en su largo y difícil
camino. No hay uno solo entre nosotros que quisiera no haber participado en
estos años duros, eternamente plenos de lucha y de trabajo. ¿Quién de nosotros
no considera como su mayor satisfacción, y hasta como real contenido y objetivo
de su vida, el haber estado a su lado cuando ganó una revolución y el estar ahora
a su alrededor cuando está empeñado en ganar la gran guerra por el honor de
Alemania?
Hace tanto que peleamos a su lado que las promesas ya no tienen razón de ser.
Sólo queremos expresar que su destino será nuestro destino. Estaremos a su lado
y pelearemos a su lado mientras tengamos sólo un poco de aire en los pulmones.
Hasta las últimas consecuencias.
De este modo lo saludamos, la noche anterior a su cumpleaños. Mañana lo
honraremos en la fanática determinación de proseguir su trabajo. A pesar de la
guerra, sobre la nación se extenderá un brillo de fiesta. Es su día, y es nuestro día.
Nos trae otra vez la conciencia lo que era nuestra vida antes de él y lo que fue
después de su revolución. Y por eso deseamos, como lo hemos deseado siempre,
toda vez que en días como hoy nos dirigimos a la nación, que permanezca siendo
para nosotros lo que siempre fue y aún es: ¡nuestro Hitler!
Berlín, 19 de abril de 1945.
MI TRADUCCIÓN DEL DISCURSO DE GOEBBELS DEL 19 DE
ABRIL DE 1945, EXTRAÍDO DEL LIBRO DEL DR. HEIBER
(11)
[¡Mis compatriotas alemanes!
En un momento del desarrollo de la guerra, en el que –así desearía uno creer- una
vez más, tal vez la última, todos los poderes del odio y la destrucción del Oeste,
Este, Sudeste y Sur acometen contra nuestros frentes, a fin de romperlos y dar al
Reich el golpe de gracia, me presento ante el pueblo alemán, como siempre desde
1933, en la víspera del 20 de Abril, para hablarle del Führer. Hubo en el pasado
9
momentos felices e infelices en los que esto sucedió. Sin embargo, nunca
anteriormente estuvieron las cosas sobre el filo de la navaja como hoy, nunca el
pueblo alemán tuvo que defender su simple existencia bajo peligros tan enormes,
ni el Reich tuvo que asegurar la protección de su amenazada estructura en un
último y vigoroso esfuerzo].
Tiempos como éstos se dan sólo muy esporádicamente en la historia. Se
presentan por tanto para la correspondiente generación viva y combativa, que ha
de soportarlos, carentes de comparación y ejemplo. Acontecimientos históricos de
semejante carácter y extensión palidecen en nuestro recuerdo bajo el pesar que
soportamos, bajo las preocupaciones que parecen ahogarnos, y bajo las
preguntas angustiosas sobre nuestros seres queridos y sobre el futuro de nuestro
valiente y duramente probado pueblo...
Este no es el momento para hablar en ocasión del cumpleaños del Führer con las
habituales palabras de antaño ni para ofrendarle con los tradicionales buenos
deseos. Hoy debe ser dicho más, y en especial por parte de alguien que ha
adquirido un título ante el Führer y ante el pueblo. Yo he permanecido durante
veinte años al lado del Führer, he participado en la ascensión de su (12)
Movimiento desde los más pequeños e insignificantes comienzos hasta la toma
del poder, y he contribuido a ello con mis mejores fuerzas. Compartiendo con el
Führer alegrías y penas, las de victorias históricas sin precedentes así como las
de reveses terribles que tanto abundan en los años de 1939 hasta hoy, he vivido
junto a él y permanezco ahora a su lado, cuando el destino coloca ante él y su
pueblo la última y más dura prueba, para después –de ello estoy seguro- tenderles
a ambos el laurel. Sólo puedo decir que la época, en toda su oscura y dolorosa
grandeza, ha encontrado en el Führer a su único representante digno. Si aún vive
hoy Alemania, si Europa y con ella el Occidente decente con su cultura y
civilización aún no se ha hundido completamente en el remolino del tenebroso
abismo que se abre ante nosotros, a él únicamente se lo han de agradecer.
Pues él será el hombre de este siglo que –ciertamente bajo dolores y pesares,
pero aun así seguro de sí mismo- se abre camino ascendente (13). Él es el único
que permaneció fiel a sí mismo, el que no vendió ni traicionó sus creencias y sus
ideales por coyunturas más baratas, el que siempre siguió firme su recto camino,
al encuentro de una meta que ciertamente hoy reside invisible tras las montañas
de escombros que nuestros enemigos llenos de odio erigieron de los florecientes
campos de nuestro continente antaño tan feliz y orgulloso, pero que reaparecerá
reluciente ante nuestros ardientes y doloridos ojos una vez que las hayamos
atravesado.
10
Tiempos como los que hoy vivimos requieren de un Führer algo más que
conocimiento, sabiduría y energía; para su superación es necesaria una clase de
tenacidad y perseverancia, de valentía del corazón y del alma, que sólo rara vez
se da en la historia, pero que cuando se hace efectiva, conduce a los más
admirables resultados del ingenio humano. Burckhardt, en sus “Consideraciones
sobre la historia mundial” (14), escribió lo siguiente: “Los destinos de pueblos y
Estados, las direcciones de civilizaciones completas pueden depender de que un
hombre extraordinario sea capaz de soportar determinadas tensiones del alma y
esfuerzos de primera clase en determinados momentos. Todo añadido numérico
de cabezas y corazones ordinarios no puede reemplazar lo anterior”.
¿Quién querría negar que para nuestra época y para la venidera, durante muchas
generaciones, sólo el Führer tiene el derecho a ser llamado con esta palabra, y
que ella alude a su persona y a sus obras? ¿Qué le han opuesto en verdad los
hombres de Estado enemigos? Nada salvo la preponderancia del número, su
estúpida locura destructiva, una diabólica furia exterminadora tras la que ya
aguarda el caos de la disolución de la humanidad civilizada. ¿En qué se han
convertido sus tesis de felicidad proclamadas tan ruidosa y patéticamente? ¿En
qué se han convertido su Carta del Atlántico (15) y sus cuatro libertades (16)?
Sólo en hambre, miseria, pestilencia y masacre. Todo un continente profanado les
acusa. Ciudades y pueblos antaño florecientes de todos los países de Europa han
sido transformados en un paisaje de cráteres; centenares de miles, sí, millones de
indefensas mujeres y niños en el Norte, Este y Sudeste del continente gimen y
lloran bajo el látigo rabioso del bolchevismo.
La más brillante cultura que jamás haya dado la Tierra se hunde en ruinas, y no
deja más que un recuerdo de la grandeza de una época que estos poderes
satánicos destrozaran. Los pueblos serán sacudidos por las más duras crisis
económicas y sociales, que son precursoras de aún más terribles acontecimientos
venideros. Nuestros enemigos afirman que los soldados del Führer pasaron por
las tierras de Europa como conquistadores, pero allí donde fueron propagaron la
prosperidad y la dicha, la tranquilidad, el orden, la estabilidad, trabajo en
abundancia, y como resultado de ello, una vida digna. Nuestros enemigos afirman
que sus soldados van a las mismas tierras como libertadores, pero allí donde se
presentan les siguen la pobreza y la pesadumbre, el caos, la devastación y la
aniquilación, el desempleo, el hambre y las masacres; y lo que queda de la
pretendida libertad, ésta vendría a ser como un pordiosero que ni tan siquiera en
la parte más oscura de África se atrevería a calificarse de humano digno.
Aquí se alza un programa de reconstrucción claramente definido, que en nuestro
propio país y en todos aquellos de Europa donde encontró una oportunidad para
11
ello, ha resultado útil, dichoso para los hombres y para los pueblos, positivo y
previsor, en contra de la palabrería nebulosa de la destrucción mundial judeo-
plutocrática-bolchevique. Aquí se alza un hombre, seguro de sí mismo, con una
firme y recta voluntad, en contra de la perversa coalición de hombres de Estado
hostiles, que sólo son los lacayos y órganos ejecutores de esta conspiración
mundial. Europa ya ha tenido una vez la opción de decidirse entre ambos. Se ha
decantado en favor de la anarquía latente, y hoy debe pagarlo con pena infinita.
No habrá mucho más tiempo para decidir una segunda vez sobre su futuro
destino. ¡Se trata pues de vida o muerte!
[Una revista británica (17) publicó unos días atrás, que el producto resultante de la
política demencial de las potencias enemigas será con seguridad una revolución
de los pueblos de Europa contra la plutocracia anglo-americana, y que Hitler es el
hombre que cuando se puso manos a la obra para construir la felicidad política y
económica de Europa, fue detenido precisamente por esa misma plutocracia en
alianza funesta con el bolchevismo asiático]. No tengo nada que añadir. Así es en
efecto, y ninguna tentativa de disimulo puede exculpar de este crimen a nuestros
enemigos plutocráticos.
El deber de defenderse contra una prepotente coalición de fuerzas de destrucción
mundial claramente satánicas, implica ciertamente pruebas y cargas de naturaleza
sobrehumana, pero ello tampoco es ningún deshonor, ¡al contrario! Tomar
valientemente a su cargo una lucha que es inevitable e ineludible, llevarla a cabo
en el nombre de una providencia divina, confiando en ella y en su bendición
siquiera tardía, mantenerla firme frente a su destino con la conciencia y las manos
limpias, soportar toda pena y toda prueba, pero sin dedicar jamás ni un sólo
pensamiento a ser infiel al cometido histórico ni en la hora más angustiosa de la
decisión última tornarse vacilante y arrojar la carga: ¡esto no es sólo viril, también
es, en el mejor sentido, alemán! [Si nuestro pueblo no hiciera suyo este cometido y
no abogara por él como si de un mandato divino se tratara, no merecería ninguna
existencia ulterior, y junto con el derecho a ella perdería también toda posibilidad.
Lo que hoy vivimos es el último acto de un drama tremendamente trágico, que
comenzó el 1 de Agosto de 1914 y que nosotros, los alemanes, interrumpimos el 9
de Noviembre de 1918 precisamente en el momento en que se hallaba próximo a
su conclusión. Este es el motivo por el que tuvo que ser renovado e iniciado de
nuevo el 1 de Septiembre de 1939. Lo que quisimos ahorrarnos en Noviembre de
1918, lo recuperamos hoy en volumen duplicado y triplicado. Ante ello no existe
vía de escape alguna –a no ser que el pueblo alemán se separe de una vida
humana y esté dispuesto a llevar una existencia por todo el porvenir de la que
deberían avergonzarse las tribus más primitivas de África.
12
Mas si es viril y alemán, como Führer de un gran pueblo valeroso, soportar esta
lucha puesta por entero sólo sobre él, hacer frente a enemigos prepotentes y
amenazantes con la confianza puesta en la propia fuerza y seguridad así como en
la ayuda de Dios, combatir contra ellos en lugar de capitular ante ellos, entonces
del mismo modo es viril y alemán, como pueblo, seguir a semejante Führer de
forma incondicional y fiel, sin subterfugios ni limitaciones, sacudirse todo
sentimiento de debilidad y flaqueza, confiar en la buena estrella, que reside sobre
él y sobre todos nosotros, también y precisamente cuando está
momentáneamente oscurecida por negros nubarrones, no ser en la desgracia
cobarde, sino obstinado, no ofrecer en ningún caso a un malicioso mundo
contemplativo la visión de un carácter infame, enarbolar, en lugar de las banderas
blancas de la sumisión esperadas por el enemigo, el viejo estandarte de la cruz
gamada de una resistencia fanática y salvaje, renovar el juramento que tan a
menudo hemos jurado en los felices y seguros tiempos de paz, agradecer a Dios
una y otra vez que Él nos donara un auténtico Führer para esta época grande y
terrible, sentirse día y noche en lo más profundo del corazón unido a sus
preocupaciones y cargas, y ya sólo con ello mostrar al mundo enemigo que nos
pueden herir, pero no matar, golpear sangrientamente, pero no derribar,
atormentar, pero no humillar].
¿Existe algún alemán que no le apruebe? ¿Podría nuestro pueblo, tras seis años
de semejante lucha, rebajarse tanto que olvidara todo honor y todo deber y, en el
vértigo del momento, vendiera por un plato de lentejas su sagrado e inalienable
derecho a una grandiosa vida venidera? ¿Quién querría atreverse a afirmar esto?
¿Quién piensa tan despreciablemente de nosotros que cree, justamente ahora que
estamos en el último y decisivo asalto de la guerra, que traicionaríamos todos
nuestros ideales jurados, que arrojaríamos por la borda todas las esperanzas en
un futuro más hermoso para nuestro Reich y entregaríamos, en el desconcierto de
la desgracia que nos ha correspondido, nuestro propio ser, nuestra tierra, nuestro
pueblo y la vida de nuestros hijos y nietos?
[Se habla en el mundo de la lealtad como de una virtud alemana. ¿Cómo habría
podido soportar nuestro pueblo las pruebas de esta guerra] sin ella, [y cómo sin
ella habría de soportar las últimas por venir? ¡Pues éstas serán las últimas! La
guerra se aproxima a su fin. La locura que las potencias enemigas han llevado a la
humanidad ha atravesado ya su punto más alto. Ella deja atrás en el mundo
entero únicamente un sentimiento de vergüenza y asco. La perversa coalición
entre plutocracia y bolchevismo va a romperse]. La cabeza de la conspiración
enemiga ha sido destrozada por el destino (18). Fue ese mismo destino el que
permitió al Führer el 20 de Julio de 1944 permanecer en pie e ileso entre muertos,
13
heridos graves y escombros, y con ello ultimar su obra, ciertamente bajo pesares y
cargas, pero aun así, tal como establece el sentido de la providencia.
Una vez más los ejércitos de las potencias enemigas se lanzan contra nuestros
frentes defensivos. Tras ellos babea como fustigador el judaísmo internacional,
que no desea ninguna paz hasta que haya alcanzado su meta satánica de
destrucción mundial. ¡Pero será en vano! Cuando Lucifer se encuentre ante las
puertas del poder sobre todos los pueblos, Dios, como tantas otras veces ya, le
arrojará nuevamente de vuelta al abismo del que ha salido. Un hombre de
auténtica y secular grandeza, de un ánimo sin par, de una constancia que eleva y
conmueve a los corazones, será su instrumento para ello. ¿Quién querría sostener
que este hombre se encuentra en el caudillaje del bolchevismo o de la
plutocracia? No, el pueblo alemán le ha dado a luz. Le ha elevado de la nada, le
ha elegido como Führer en elección libre; conoce sus obras de paz y ahora está
dispuesto a conducir y a ejecutar sus impuestas obras de guerra hasta un final
fructífero.
[Después de esta guerra, Alemania florecerá en pocos años como nunca
anteriormente. Sus destruidos paisajes y provincias serán reconstruidos con
nuevas y más bellas ciudades y pueblos, en las que habitarán hombres felices.
Toda Europa participará de este auge. Seremos de nuevo amigos de todos los
pueblos de buena voluntad, cicatrizaremos junto con ellos las graves heridas que
desfiguran el noble rostro de nuestro continente]. De los ricos campos de cereales
crecerá el pan de cada día, que apacigüe el hambre de millones que hoy padecen
desnutrición y sufrimiento. [Habrá trabajo en abundancia y de él brotará, cual del
más profundo manantial de la felicidad humana, prosperidad y fuerza para todos].
¡El caos será subyugado! No serán los infiernos quienes dominarán este
continente, sino el orden, la paz y el bienestar.
¡Esta fue siempre nuestra meta! Aún lo es también hoy. [Si las potencias
enemigas hicieran prevalecer su voluntad, la humanidad se hundiría en un mar de
sangre y lágrimas. Guerras se alternarían con guerras, revoluciones con
revoluciones, y en su terrible sucesión sería echado a perder hasta el último
vestigio que hubiera quedado de un mundo que fue y volverá a ser hermoso y
digno de ser amado.
Pero si nosotros hacemos prevalecer nuestras metas, entonces el trabajo de
construcción social de la nación, iniciado en Alemania en 1933 y tan abruptamente
interrumpido en 1939, será reanudado y continuado con reforzado vigor]. Otros
pueblos se nos unirán, no obligados por nosotros, sino por su propia y libre
voluntad, puesto que no hay otro camino derivado de la crisis mundial. ¿Quién
sino el Führer podría señalar la dirección hacia él? Su trabajo es un trabajo de
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orden. Sus enemigos sólo pueden oponerle un trabajo diabólico de anarquía y de
devastación de los hombres y de los pueblos.
[La historia alemana no es rica en grandes hombres de Estado. Pero cuando han
entrado en ella, la mayoría de las veces tuvieron algo que decir y que dar no sólo
a su pueblo, sino también al mundo. ¿Qué habría aún de europeo en Europa, si
los emperadores, reyes, príncipes y mariscales alemanes no hubiesen rechazado
constantemente con sus ejércitos los asimismo constantemente repetidos asaltos
procedentes del Este? La mayor parte de las veces llevaron sobre sus espaldas a
un continente desunido que, o bien no les entendió, o bien hasta les frenó en su
tarea de salvar a Europa. ¿Tendría ello que ser distinto hoy? En la actual fase de
los acontecimientos, en que la guerra está cerca o tal vez ya en medio de su
desenlace, se hace difícil una interpretación definitiva de esta enorme lucha de los
pueblos]. Pero hay una que hoy no puede ser negada ya por más tiempo: no
hubiera un Adolf Hitler, y Alemania fuera dirigida por un gobierno como el de
Finlandia, Bulgaria y Rumania, entonces hace mucho tiempo ya que se habría
convertido en un botín del bolchevismo. [Lenin dijo en una ocasión que el camino
hacia la revolución roja mundial pasa por Polonia y el Reich. Polonia está en poder
del Kremlin a pesar de todos los intentos angloamericanos por disimularlo. Si
Alemania la hubiera seguido, o alguna vez la siguiera, ¿qué sería del resto de
nuestro continente?
Plantear la pregunta implica contestarla. Los soviéticos probablemente se situarían
ya en la costa del Atlántico, Inglaterra recibiría tarde o temprano su merecido
castigo por su traición a Europa, que encontró en su concubinato con el
bolchevismo su expresión más desesperada, y por consiguiente también en los
Estados Unidos presumiblemente pronto se opinaría de otra forma acerca de un
horripilante fenómeno mundial, que hoy es descrito totalmente distorsionado y
desfigurado por la propaganda USA en razón de los precisos fines de una prensa]
judía.
[Si por tanto el mundo aún vive, no sólo el nuestro, sino también el restante, ¿a
quién otro sino al Führer ha de agradecérselo?] Hoy puede injuriarlo y denigrarlo, y
perseguirlo con su odio infame, ¡mas algún día tendrá que revisar este punto de
vista o arrepentirse amargamente! Él es el núcleo de la resistencia contra la
decadencia mundial. Él es el corazón más valeroso de Alemania y la más ferviente
voluntad de nuestro pueblo. Puedo permitirme hacer un juicio sobre ello, y éste ha
de ser dicho precisamente hoy: si la nación aún respira, si ante ella aún descansa
la posibilidad de la victoria, si aún hay una salida al peligro mortal de la mayor
gravedad, hemos de agradecérselo a él. Él es la constancia misma. Nunca le vi
estar vacilante o desanimado, débil o cansado. Él seguirá su camino hasta el final,
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y allí lo que le espera no es el hundimiento de su pueblo, sino un nuevo y feliz
comienzo hacia un auge sin par del germanismo.
¡Escuchad alemanes! Hoy millones de seres humanos de todos los países de la
Tierra miran ya a este hombre, todavía dudando y preguntándose si él conoce
alguna salida a la gran desgracia que le ha tocado al mundo. Él se la enseñará a
los pueblos, pero nosotros le miramos llenos de esperanza y en una creencia
profunda e imperturbable. Obstinados y combativos permanecemos junto a él:
soldado y civil, hombre, mujer y niño, un pueblo, resuelto hasta el último, puesto
que se trata de la vida y del honor. Él no ha de perder de vista a sus enemigos,
por lo que le prometemos que no necesita mirar tras de sí. No vacilaremos y no
nos ablandaremos, no le abandonaremos en hora alguna, ya sea ésta la más
vertiginosa y peligrosa. Estamos con él como él con nosotros: en fiel camaradería
germánica, tal como le hemos jurado y tal como queremos cumplir. No le
insistimos, puesto que él ya lo sabe y debe saberlo: ¡Führer, ordena; nosotros te
seguimos! Le sentimos en nosotros y entre nosotros. Que Dios le dé fuerza y
salud y le proteja de todo peligro. El resto queremos hacerlo nosotros.
Nuestra desgracia nos ha hecho maduros, pero no faltos de carácter. Alemania
todavía es la tierra de la lealtad. Ha de celebrar en el peligro su triunfo más bello.
La historia nunca podrá informar que en este período un pueblo perdió a su Führer
o un Führer a su pueblo. Esta es pues la victoria. Lo que tan a menudo en alegría
pidiéramos al Führer en esta tarde, hoy en la pena y en el peligro se ha convertido
para todos nosotros en un ruego muy profundo e íntimo: [¡Qué él siga siendo lo
que para nosotros es y siempre fue: nuestro Hitler!]. (19).
NOTAS:
(1)- Varios ejemplos de la reproducción de este falso discurso son los siguientes:
· ”Joseph Goebbels. Cuadernos de Formación Popular nº 3”, Ediciones Bausp;
Barcelona; Abril de 1978; pág. 15-20;
· Separata del ejemplar nº 108 de Verano de 1982 de la revista “CEDADE” titulada
“¿Por qué lucharon?”, pág. 12.
· Nº 4 de la publicación argentina “EL ATAQUE. Contra el comunismo y el capital”,
Junio de 1998, pág. 1.
(2)- Esta frase no aparece en la edición alemana (por tal me refiero a la incluida en
el mencionado tomo de discursos de Goebbels de la editorial Droste), y cabe
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pensar que el traductor/autor se la sacó de la manga para unir de forma coherente
dos trozos que en la grabación aparecen seguidos, pero que en la trascripción
comprobamos que no es así
(3)- Nos encontramos ante lo que podemos calificar de primera profecía de
Goebbels, la cual, al igual que las seis siguientes, no aparece en su edición
alemana.
Efectivamente, las necesidades de la guerra fría impusieron la necesidad a ambos
bandos de reconstruir y armar a las dos Alemanias. Es notable el hecho de que
Goebbels realmente vislumbrara la reconstrucción alemana, tal como podemos
comprobar escuchando el discurso, pero parece que eltraductor/autor, no
satisfecho con ello, pretende rematar la faena aclarando las causas de la misma.
(4)- Tampoco hay en la edición alemana referencia alguna a los inventos de la
técnica alemana. Todo apunta a que nos encontramos ante el deseo de apuntalar
la profecía anterior.
(5)- Segunda profecía. Ciertamente, tras la Segunda Guerra Mundial no ha habido
más conflictos bélicos en Europa (salvo el habido recientemente en la antigua
Yugoslavia), y en el mundo las guerras han tenido lugar en las antiguas colonias
(Corea, Vietnam, Congo, Irak...), guerras que no han destacado precisamente por
su sentido caballeresco.
(6)- Tercera profecía, que hace mención al problema de la superpoblación, el cual
era uno de los temas candentes de debate en la década de los setenta, momento
en que salió a la luz el texto que comento.
(7)- Cuarta profecía. Parece que Goebbels adivinó cuál sería la situación del
Nacional Socialismo tras la guerra. En la mayor parte del mundo occidental estaba
prohibido. Allí donde aún no lo estaba (caso de Argentina o España) era objeto del
ataque continuo de los medios de comunicación, por lo que en los grupos NS
había dos corrientes en pugna: los “históricos”, que se negaban a renunciar a sus
señas de identidad hitlerianas, y los “alternativos”, que aseguraban que mientras
se estuviese ligado al pasado no había posibilidad alguna de éxito, o dicho de otro
modo, que temían, tal como dice eltraductor/autor, mencionar a Hitler.
(8)- Quinta profecía, que mantendría su vigor hasta 1989.
(9)- Sexta profecía. En verdad tiene mérito profetizar que el país que viera nacer a
Hitler y que de forma tan entusiasta y masiva se uniera en 1938 a su hermano
alemán, escapase de la culpabilidad de la guerra adoptando para ello el papel de
víctima de Alemania y el status de nación independiente
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(10)- Séptima profecía. En la edición alemana no se encuentra mención alguna a
las guerras raciales internas (no olvidemos que la lucha contra la segregación
racial se inició en plena década de los sesenta, es decir, pocos años antes de la
aparición de este escrito); respecto a “los dirigentes americanos que incluso
llegarán a pagar con sus vidas”, tal vez el traductor/autor se esté refiriendo al
senador McCarthy o al político NS George Lincoln Rockwell
(11)- Goebbels Reden, 1939-1945. Presentación a cargo del Dr. Helmuth Heiber.
Droste Verlag GMBH; Dusseldorf; 1972; tomo II, pág. 447-455.
(12)- Al referirse al Movimiento, Goebbels usa dos adjetivos posesivos (seinen und
seiner Bewegung), enfatizando que el Movimiento pertenece tanto al pueblo como
al Führer.
(13)- Goebbels se está refiriendo al siglo, no al Führer
(14)- Jacob Burckhardt (1818-1897:( Weltgeschichtlichen Betrachtungen; Capítulo
V: Das Individuum und das Allgemeine (“El individuo y la colectividad”); Edición
completa, tomo 7, pág. 180; Stuttgart, 1929 (nota extraída del libro del Dr. Heiber;
op. cit., pág. 449).
(15)- .- Acordada el 12 de Agosto de 1941 como cierre de la Conferencia del
Atlántico llevada a cabo en los buques de guerra anclados ante Terranova: “Ocho
principios para el desarrollo del mundo tras el fin de la guerra” (nota extraída del
libro del Dr. Heiber; op. cit., pág. 449).
(16)- .- El programa de las Cuatro Libertades (libertad de expresión, de religión,
ante la necesidad y ante el temor) ya lo había desarrollado Roosevelt medio año
antes de la Conferencia del Atlántico en su mensaje al Congreso con motivo del
año nuevo (nota extraída del libro del Dr. Heiber; op. cit., pág. 449).
(17)- Se trata de la revista New Leader (nota extraída del libro del Dr. Heiber; op.
cit., pág. 450).
(18)- Goebbels se refiere a la muerte de Roosevelt, acontecida el 12 de Abril de
1945
(19)- Las partes del discurso comprendidas en [ ] son las que están incluidas en el
disco inglés de Colin Jordan que incluye este discurso, que a su vez fue
reproducido en cinta de cassette por CEDADE y que presumiblemente sirvió de
base para el aquí denominado “Discurso de las siete profecías