El Teletrabajo Entre El Mito y La Realidad

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    El teletrabajoEntre el mito y la realidad

    Jordi Buira

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    Diseño de la cubierta: Natàlia Serrano

    Primera edición: febrero 2012

    © Jordi Buira Ciprés, del texto© Editorial UOC, de esta edición

    Rambla del Poblenou 156, 08018 Barcelona www.editorialuoc.com Realización editorial: El Ciervo 96, S.A. Impresión: ISBN: 978-84-9788-544-7 Depósito legal B.

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede sercopiada, reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio,sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación fotocopia, o cualquier otro, sin la

    previa autorización escrita de los titulares del copyright .

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    Nuestro contrato

    Lectora, lector, este libro le interesará si quiere sabermás sobre:

    • Lo que es y lo que no es el teletrabajo

    • El teletrabajo en la sociedad del conocimiento

    • Cómo se ha desarrollado y cuál puede ser su futuro

    • Los interrogantes del teletrabajo en nuestra sociedad

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    ÍNDICE DE CONTENIDOS

    PRÓLOGO 7CONTEXTO: LA SOCIEDAD DE LAINFORMACIÓN Y DEL CONOCIMIENTO 9Recorrido hasta la sociedad de la información 9

    El marco europeo 11

    El marco español 14Emergencia de la sociedad del conocimiento 15

    HACIA UNA POSIBLE DEFINICIÓNDEL TELETRABAJO 21Concepto amplio 22

    Concepto jurídico 24

    Concepto funcional 24

    Una manera de trabajar y una organización del trabajo 25

    ELEMENTOS DEL TELETRABAJO 29Elementos definitorios 30

    Elementos jurídicos 35

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    Elementos empresariales 38

    El Acuerdo marco europeo sobre teletrabajo 42

    EL E-TRABAJO, O LO QUE NO ESTELETRABAJO 49Panorama 49

    Actividades 53

    TELETRABAJO Y SOCIAL MEDIA 63EL FUTURO DEL TELETRABAJO 67TELETRABAJADOR, EMPRESA, PAÍS 75Relaciones laborales y teletrabajo 75

    Talento, distancia y teletrabajo 79

    Idioma y teletrabajo 81 Teletrabajar: ¿Dónde? 82

    Teletrabajo y exclusión social 86

    Teletrabajo y transporte 89

    Teletrabajo y horario 91

    Teleformación y teleformadores 95 Administración pública y teletrabajo 101

    BIBLIOGRAFÍA 109

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    PRÓLOGO

    El teletrabajo es un fenómeno reciente en términoshistóricos. Pero dado que hace años que oímos hablar deeste fenómeno nos parece que ya ha pasado suficientetiempo para que lo sepamos casi todo sobre el mismo. Lasensación general es que se trata de un asunto del que todoel mundo tiene «una ligera idea», «una cierta opinión»…

    La realidad es que estamos ante una de las con-secuencias o reflejos de un fenómeno emergente muysuperior, la naciente sociedad del conocimiento de la que el

    teletrabajo, en la práctica, es algo así como la resultantede una segunda derivada económica y social.Sostenemos en estas páginas que el teletrabajo no

    es un tema accidental, menor, o incluso especial, deri- vado del trabajo tradicional industrial, hoy mayoritario.Creemos que el teletrabajo goza, en este aspecto, desustantividad propia. Pero tampoco es la panacea ni elmodelo irreal que algunos tecnólogos aventuraron haceun par de décadas.

    Una primera parte de este libro se corresponde conel intento de definir y enmarcar el teletrabajo como expo-nente de la nueva (o futura) actividad que llevarán a cabolos llamados «nuevos trabajadores del conocimiento».

    Otra parte se corresponde con lo que nos puede par-ticularmente sugerir este fenómeno y pretender encon-trar, más que respuestas, un puñado de buenas preguntas

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    para poderlas compartir con los demás, o sea, con todosustedes.

    En fin, nada más lejos de mi intención el pretender,mediante estas líneas que siguen, escribir un manual, unmemento o un trabajo académico de investigación.

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    EL CONTEXTO: LA SOCIEDAD DE LAINFORMACIÓN Y DEL CONOCIMIENTO

    Llamamos sociedad de la información al punto alque llega la sociedad capitalista de los países desarrolladoscuando se cruzan las políticas de desarrollo de las tecno-logías de las telecomunicaciones, de la informática y dela industria audiovisual, que hasta entonces andaban porseparado, gracias básicamente a la función catalizadorade la red, el naciente internet.

    En España cabría recordar el impulso definitivo

    a internet lo dio la red « infovia », en el que mucho tuvoque ver desde Telefónica Eliseo Sánchez Trasobares y elMinistro de Industria de entonces, Josep Borrell.

    Recorrido hasta la sociedad de la información

    Nadie duda de que la introducción generalizadade las nuevas tecnologías afecte a todos los ámbitos denuestras vidas. Está cambiando nuestra manera de hacerlas cosas: de trabajar, de divertirnos, de relacionarnos yde aprender. De un modo sutil también está cambiandonuestra forma de pensar. No sabemos con exactitud loque nos deparará el futuro y todavía nos resulta difícilrealizar una prospectiva, que no peque en exceso de

    voluntarismo, sobre los cambios que los avances tec-nológicos y de conocimiento producirán en la sociedad.Como afectará a cómo vivimos y organizamos nuestra

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    vida, nuestro trabajo y tiempo de ocio; cómo aprende-mos, fabricamos, ofrecemos servicios; qué posibles efec-tos tendrá sobre la cultura y la lengua, etc.

    Lo que si conocemos mejor es el pasado, la historiade la tecnología y el papel de esta como generadora detransformaciones sociales. Sin olvidar en ningún casoque la tecnología es también producto de las condicionessociales y por ende económicas de una época y de unpaís. Todos los avances tecnológicos tienen lugar dentrode un determinado marco socioeconómico que haceposible no solo su desarrollo en centros de investigaciónuniversitaria, sino también y de una forma especialmenteremarcable, su transferencia a la sociedad y su aplicacióna la estructura productiva.

    No tiene sentido analizar la tecnología si no es desdedentro mismo de su contexto.

    Con esta visión, podemos referirnos a los cuatrograndes saltos o revoluciones que se han producido en latecnología dominante de codificación, almacenamientoy recuperación de la información. Son los antecedenteshistóricos de la actual sociedad de la información.

    Primera revolución: Emerge el lenguaje humano. Elhombre codifica su pensamiento mediante sonidos pro-ducidos por las cuerdas vocales y la laringe.

    Segunda revolución: Se crea la escritura . El hombrecrea signos gráficos para registrar el habla. La escriturapermite la independencia temporal y espacial de unainformación que antes, tan solo con el habla, requería dela presencia del informante. La posibilidad mediante laescritura de acumular la información, de transferirla y detransportarla, representa un verdadero hito histórico enla reproducción del conocimiento humano.

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    Tercera revolución: La imprenta . El hecho decisivono es el código, que es el mismo que el de la escrituramanual, sino la posibilidad de producir y distribuir textosen masa. La difusión de conocimientos e ideas aceleróel progreso del conocimiento y realmente cambió elmundo.

    Cuarta revolución: El código digital . La creación deun código abstracto y artificial de representación de lainformación que, con ayuda de aparatos para producirloy descifrarlo, permite que esta información viaje casi ins-tantáneamente. La digitalización es la base sobre la que seha posibilitado la confluencia de tecnologías.

    Este es, a grandes rasgos, el marco mundial de lasociedad de la información en el que nacen las nuevasrelaciones en el ámbito económico de la función del tra-

    bajo, que darán como resultado la figura del teletrabajo.Richard Sennet describe así las realidades que a la vez estimulan y condicionan el teletrabajo: « En el nuevocapitalismo la concepción del trabajo ha cambiado radicalmente. Enlugar de la rutina estable de una carrera predecible, de adhesión auna empresa a la que se era leal y que a cambio ofrecía un puestode trabajo estable, los trabajadores se enfrentan ahora a un mercadolaboral flexible […] en la actualidad vivimos un ámbito laboralnuevo, de transitoriedad, innovación y proyectos a corto plazo».

    El marco europeo

    Europa adopta el término «sociedad de la infor-mación» contraponiéndolo en cierto modo al adoptadoen EE.UU. y Canadá bajo el nombre de «autopistas dela información». Europa en un principio quiso dar conesta divisa una pátina más social a un concepto típica-

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    mente utilitarista como podía parecer a primera vista elamericano. Ciertamente esta decisión europea no ayudóni a una mejor descripción del nuevo fenómeno, ni a sumayor impregnación social. Finalmente el pragmatismoha sido el verdadero motor del sistema productivo, socialy económico de los países que mejor han sabido integrarlas tecnologías de la información y de la comunicación(TIC). Estos países son, en su mayoría, los de Europa delnorte (Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca…).

    El envoltorio formal al nuevo orden económicointernacional emergente se produjo en las cumbres mun-diales de 2003 y de 2005 sobre la sociedad de la infor-mación patrocinadas por la UNESCO y por la UniónInternacional de las Telecomunicaciones, organismosambos dependientes de la ONU.

    Sus conclusiones finales se circunscribieron dentro

    de un marco un tanto economicista y neoliberal, en tresgrandes ejes:• La liberalización • La desregulación • El fomento de la competitividad internacional

    La consecuencia directa de las políticas adoptadas enestas cumbres mundiales ha sido la de dejar al mercadointernacional, en la práctica, en manos de unos pocosoligopolios empresariales que tienen la propiedad de lasinfraestructuras de las comunicaciones y que asimismoaspiran a suministrar la mayoría de los servicios que«corren por encima » de las mismas.

    Los impulsos legislativos y documentales de laComisión Europea los podemos situar a partir de 1987en el Libro Verde de la liberalización del mercado de lastelecomunicaciones, la Declaración de Lisboa de 2000, el

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    Plan de acción i-2010 y el Libro Blanco de 1993 y el de2006.

    La Comisión ya estableció (i-2010) las siete prio-ridades para el desarrollo de los estados miembros yrepresenta una orientación y un fomento para inversio-nes propias de los estados, mancomunadas o provenien-tes de organismos europeos:

    • Banda ancha• e-negocios• Administración virtual• e-salud• Alfabetización tecnológica• e-learning • Seguridad en las comunicaciones

    Siguiendo el plan e -Europe de 2005, que proponía

    potenciar lo siguiente:• e-Gouvernement • e-Commerce• e-Content • e-Contentplus• e-Learning • e-Health• e-Ten

    Los primeros referentes empresariales en cuantoal abordaje de las nuevas relaciones laborales y la emer-gente sociedad digital fueron las grandes empresas, enespecial Siemens-Nixdorf e IBM que jugaron el papelde locomotoras respecto a todas las demás. De lasexperiencias de estas empresas bebieron los legisladoreseuropeos y todas las demás empresas para adentrarse enla nueva realidad.

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    El marco español

    En España, desde el punto de vista legislativo, elimpulso inicial de la sociedad de la información fue la Ley34/2002 de 11 de julio, de servicios de la sociedad de lainformación y de comercio electrónico, con la vista pues-ta en las expectativas del naciente comercio electrónico ylimitándose a trasladar al «corpus» de la legislación espa-ñola la Directiva Europea del año 2000 sobre este asunto.

    Más relevante fue la iniciativa de la Secretaria deEstado de Telecomunicaciones para poner en marchael programa ingenio 2010 con pretensiones de cariz másestratégico y de visión más amplia. Además de propiciarmás recursos y mejorar la gestión de las telecomunica-ciones, propuso unos planes estratégicos con objetivoscuantificados a largo plazo. Se trataba de los tres conoci-

    dos programas: Cénit, Consolider y Avanza.La manera de proceder de España ha sido la de irgeneralmente a remolque de las iniciativas europeas ypretender acercarse a los estándares lo más rápido posi-ble. No obstante se ha echado en falta un liderazgo polí-tico, representado por alguna personalidad influyente,que con una visión estratégica de futuro haya impulsadoy dado paso a un discurso «global» y «digital» de la eco-nomía general española.

    Hasta la fecha, en España no hemos tenido un refe-rente tan decisivo como el que significó en su momentopara EE.UU. la figura del vicepresidente Al Gore.

    Se puede decir que España no ha sabido fomentar yacelerar la sociedad de la información de manera creativay diferenciada, no ha sido líder, no ha destacado espe-cialmente en su impulso, aunque en realidad tampoco haperdido el tren de su entorno europeo. Una crisis econó-

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    mica sistémica como la actual, puede todavía propiciar eneste sentido un sorpasso atrevido. Sería deseable… repre-sentaría aprovechar una magnífica oportunidad comolo hizo por ejemplo Finlandia, cuando todavía se está atiempo para ser excelente en algo. En este sentido, el tes-tigo sigue a la espera de quien pueda y quiera recogerlo.

    Cuadro 1

    Emergencia de la sociedad de conocimiento

    La convergencia de distintas tecnologías de infor-mación y de las comunicaciones produce un efecto socialy económico muy relevante. Pone en valor el conoci-miento y lo caracteriza como elemento fundamental dela nueva forma que toma la futura sociedad capitalista.

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    En la sociedad que se está dibujando, el recurso domi-nante llegará a ser el del conocimiento. Históricamente laproducción de riqueza venia dada fundamentalmentepor la tierra, el trabajo y el capital. Era el paradigma delcapitalismo antes de iniciar su transformación actual. Conello queremos decir que las empresas que pasarán a ser elcentro de la nueva economía son aquellas cuyo negocio

    versará sobre la producción y la distribución de conoci-miento y no ya sobre la producción y la distribución debienes objeto. En la futura nueva etapa, el auténtico pro-ductor de riqueza en el mundo pasa a ser el conocimiento.

    Conceptualmente el cambio es radical, aunque laexpansión de su implantación tenga resultados y rit-mos muy distintos. Nunca como hasta ahora se habíaapostado tan fuertemente por la producción de nuevoconocimiento. Piénsese que hoy se invierte en los países

    desarrollados, entre aproximadamente un 3 y un 5 %del PIB en I+D. La característica de este conocimientoes que se trata de conocimiento «útil», que «produce». De conocimiento aplicado y aplicable. De otro modo elnuevo conocimiento no podría superar el mero estadiode la información, y no se convertiría en productivo.

    Quien bautizó aquel indicio, aquella nueva sociedadque despuntaba, fue Peter Druker en 1993 y lo hizo conel nombre de «sociedad de conocimiento» , para marcardistancia conceptual sobre unas características del capi-talismo moderno que se definían hasta entonces por elprogreso y el uso intensivo de las nuevas tecnologías dela información y las comunicaciones, y que comúnmentese conocía como sociedad de la información.

    En esta nueva sociedad emergente, en la que lospaíses desarrollados, a partir de ahora, van a competirglobalmente basándose en economías del conocimiento,

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    el factor humano es fundamental, por cuanto el hombrees el único que en último término puede aportar los ele-mentos de conocimiento requeridos.

    En la nueva sociedad del conocimiento el «tipo» detrabajo, basado en conocimiento aplicable, genera un«estilo» de trabajador ad hoc.

    En general podemos decir que la sociedad modernabasada en el conocimiento estará constituida por tresgrandes bloques de trabajadores, según sus perfiles: Lostrabajadores de servicios, los trabajadores del conocimiento y los

    gerentes o gestores del conocimiento.Los primeros, los trabajadores de servicios, son los que

    podríamos llamar trabajadores tradicionales, cuya fun-ción es fabricar y desplazar objetos. Pero incluso estostrabajadores tendrán que estar familiarizados con lasnuevas tecnologías para realizar o controlar su trabajo.

    En la cadena de trabajo de la industria automovilísti-ca, por poner un ejemplo, los obreros manejan hoy yamucho más y con igual soltura el robot que la tradicio-nal y emblemática llave inglesa. Se trata de un aterrizajesuave, por cuanto la mayoría de ellos manejan tambiénlas nuevas tecnologías con toda naturalidad para su ociopersonal y sus comunicaciones, por ejemplo teléfonosmóviles, internet, videojuegos, redes sociales, etc.

    Los segundos son los trabajadores del conocimiento. Sonaquellos que se dedican a crear y a innovar, aplicandodirectamente el conocimiento al trabajo, con la finalidadde alcanzar una mayor productividad empresarial. Setrata de técnicos especializados y también de pioneros denuevas profesiones. Su relación con el tipo de trabajo querealizan es diferente al del anterior paradigma capitalistaindustrial, lo que se refleja en la organización del trabajo,por ejemplo en el teletrabajo, y también en las relaciones

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    jerárquicas y en definitiva de poder. Puesto que este tipode trabajadores son en buena parte propietarios de susconocimientos, pueden llevárselos con ellos dondequieraque vayan, incluso… ¡a la competencia! También y gra-cias a la necesidad de trabajo colaborativo, propiciadopor las facilidades en este aspecto que proporcionanlas TIC, las relaciones laborales en la empresa hasta elmomento más de tipo vertical (jefe) se superan por lasmás horizontales (coordinador).

    Los terceros son los gerentes del cambio. Si el conoci-miento es por su propia naturaleza cambiante, alguientiene que gestionar el fin del producto o servicio y el naci-miento de su sustituto. El gerente es quien aplica “cono-cimiento” al conocimiento previo existente. En términosde relaciones de poder, hasta mediados del siglo XX, elgerente se definía como la persona responsable del trabajo

    de subalternos. Mas adelante ya se convirtió en el respon-sable del rendimiento de las personas de su empresa. En lanueva economía del conocimiento, un gerente o directordebe de ser el responsable de la aplicación y el rendimien-to del conocimiento que la empresa tiene a su disposi-ción. Tendrá mucho más que ver con una estructura deun equipo de asociados que con una estructura de jefesy subalternos. El componente de la relación psicológicadel propietario con relación a su empresa dibuja un planoen el que por un lado las microempresas y por el otro lasgrandes empresas (por ejemplo tipo Google) son las másrápidas en adaptarse a las nuevas formas económicas,mientras que a las pymes les cuesta mucho más adaptarsey suelen ser especialmente inaptas al cambio, por lo gene-ral, las pymes de gestión exclusivamente familiar.

    Es muy conocido el símil de la orquesta para expli-car el tipo de organización moderna de la empresa. Cada

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    profesor músico es especialista en su instrumento. Lasinfónica es la orquesta en la que los 250 músicos eje-cutantes tienen una misma partitura y subordinan todosellos su especialidad a una finalidad harmónica común.Para que toquen todos la misma pieza y al mismo tiempo,se requiere precisamente un director. El director aplica«conocimiento al conocimiento»… ¡y no parece nadafácil!

    Cuadro 2

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    HACIA UNA POSIBLE DEFINICIÓNDEL CONCEPTO DE TELETRABAJO

    Una de las características del concepto de teletra-bajo es que tanto a la doctrina de investigación como allegislador les cuesta definir con exactitud el fenómeno.

    Es mucho más fácil describir un fenómeno ya muymaduro para poder fijar sus atributos, y no otro que seestá creando en tiempo casi real. Es típicamente el casodel teletrabajo.

    La repercusión de no precisar exactamente de lo

    que estamos hablando es grave y tiene su corolario enlos estudios sociológicos (o su ausencia) de métrica delfenómeno, que a su vez resulta determinante a la horade tomar decisiones políticas de fomento. Sin estadís-ticas fiables, es decir, que comparen exactamente lomismo, es muy difícil hacerse composiciones de magni-tud, y por ello es más complejo en este sentido captarla atención del hombre político que hay siempre detrásdel legislador.

    El teletrabajo puede entenderse desde un puntode vista o definición amplia, y desde otro más estric-to. También puede uno aproximarse a este conceptomediante una definición jurídica, o más bien de la manode un concepto de tipo funcional. Veamos algunos deestos conceptos que nos aproximan a su posible defi-nición.

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    Concepto amplio

    Es aquel trabajo que se realiza a distancia y con lacolaboración de las modernas tecnologías de la comu-nicación, o si se quiere precisar un poco más, es aquellaforma de trabajo que se realiza en un lugar alejado de lasoficinas centrales o centros de trabajo habituales, y queimplica la utilización de equipos informáticos y de tele-comunicaciones como herramientas primordiales para elcumplimiento de las actividades.

    De este concepto se confiere que se trata de unamanera de trabajar especialmente ligada a los espectacu-lares avances que la tecnología ha llevado a cabo en lasúltimas décadas. Las llamadas nuevas tecnologías hanpermitido que vinculemos nuestro trabajo a las mismas.¿Cuántas veces hemos dicho que no podemos trabajar

    sin tener a mano nuestro ordenador?Lo cierto es que antes, en el pasado siglo xx, lasempresas, la economía, el mundo y la vida funcionabansin la red (aunque esto pueda parecerles inimaginablea nuestros hijos). Efectivamente funcionaban, pero deotra manera. Parece ser que la historia, más que caminarpausadamente, avanza dando saltos. Ningún reproche,porque siempre ha sido así.

    Así nos hemos encontrado con unas tecnologías quenos han inducido a trabajar −nos han obligado incluso ahacerlo− de una forma distinta. Nos hemos acostumbra-do a trabajar con ellas según sus características funcionalesy nos preparamos y formamos en ellas porque realmenteel resultado conseguido vale la pena. Hemos creado tec-nologías que a su vez nos han condicionado en muchosaspectos, uno de los más transcendentes es el referido alámbito del trabajo. Nuestro trabajo de hoy es más eficien-

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    te. Con las nuevas tecnologías nuestro trabajo adquierelos visos de la vieja divisa olímpica «Citius , Altius , Fortius »:cada vez más rápido, a mayor distancia, con más potencia.Es una visión un tanto elemental, pero en el fondo cierta,de lo que algunos llaman «el progreso de la humanidad».

    e-trabajo:Un concepto muy amplio del teletrabajose corresponderá a esta nueva forma de trabajar ligadaa la tecnología y a la consecuente reducción general deltiempo y de la distancia. Alguna doctrina lo denominatambién e-trabajo o trabajo en red, porque se trata deuna definición tan amplia que permite diferenciarlanítidamente del teletrabajo estricto. Todo el teletraba-jo es e-trabajo, pero no todo el e-trabajo es teletrabajo.El e-trabajo representará el cajón de sastre donde irána parar aquellas actividades que requieran el uso denuevas tecnologías y que quedaran permeabilizadas por

    las TIC, y a las que desde entonces se les asignará unaconsideración de trabajo especial, diferenciado o denuevo cuño.

    Podemos afirmar que una persona que realice sutrabajo cotidiano apoyándose fuertemente en tecnologíasde la información y la comunicación (TIC), y que por lotanto relativice las distancias y acorte los tiempos, no esestrictamente un teletrabajador. Es, o podrá ser, sencilla-mente un trabajador que trabaja con los elementos tec-nológicamente más modernos que la empresa pone a sudisposición. Trabaja de una manera apropiada o exigidapor su entorno socioeconómico e histórico particular. Esel primer efecto automático que se produce cuando las

    TIC entran en íntima relación con el trabajo.Llega un punto en que el trabajo así realizado se trans-

    forma, en un espacio relativamente corto de tiempo, en unanueva entidad propia, hasta que podemos aventurarnos a

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    otorgarle una categoría de singularidad y llamarlo e-trabajo.Con un ejemplo resultará más comprensible. Tomemoscomo ejemplo el trabajo que realiza diariamente un contro-lador aéreo, que utiliza obligatoriamente la informática y lascomunicaciones de una manera realmente intensiva comobase de su trabajo. Podemos afirmar que en este caso nose trataría necesariamente de un teletrabajador en sentidoestricto del término. Por suerte para los que utilizamos elavión, el controlador aéreo no tiene la capacidad de autorre-gular su trabajo según su conveniencia y desde su domicilio.Es pues, un e-trabajador pero no un teletrabajador.

    El teletrabajo, si bien comparte ADN básico con ele-trabajo, posee más atributos definitorios que este y por lotanto es menos inespecífico. ¿Cuál es pues la definición másexacta y acotada del teletrabajo? Podemos aproximarnosal concepto estricto mediante una caracterización jurídica.

    Concepto jurídico

    Es una forma de organización laboral, que consisteen el desempeño de actividades remuneradas o presta-ción de servicios a terceros utilizando como soporte lastecnologías de la información y la comunicación (TIC )para el contacto entre el trabajador y la empresa, sin quese requiera la presencia física del trabajador en un lugarespecífico de trabajo. Podemos aproximarnos tambiénahora al concepto estricto mediante una caracterizaciónmás funcional.

    Concepto funcional

    Es cualquier forma de trabajo desarrollado porcuenta de un empresario o de un cliente, y por parte de

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    un trabajador dependiente, por un trabajador autónomoo por un trabajador a domicilio efectuado regularmentey durante una parte importante de su tiempo de trabajo,desde uno o varios lugares distintos al lugar de trabajotradicional y mediante el uso de tecnologías informáticasy de telecomunicaciones. O tal como lo define el CTESC:«el teletrabajo es el trabajo (dependiente o autónomo)realizado a distancia (del lugar físico que la organizacióndestina habitualmente a sus empleados o del cliente quelo contrata) con capacidades de autoprogramación (deincidencia en el resultado final del trabajo o de influenciaen la organización de las tareas profesionales) y medianteel uso de las TIC (el conjunto convergente de tecnologíasde tratamiento de la informática y la comunicación) queañade valor al trabajo».

    Todas las definiciones quieren aprehender una reali-

    dad conceptual que de por si es dinámica y que ha ido eirá variando con el paso del tiempo. El teletrabajo evolu-cionará. Sus vectores de variación en el tiempo serán sinduda el ritmo de la evolución de las tecnologías y la con-solidación de nuevas formas de management empresarial yorganización del trabajo en las empresas.

    Una manera de trabajar y una organización del trabajo

    Una definición del teletrabajo no se puede limitarúnicamente a averiguar y a enumerar cuales son los atri-butos que forman parte de ella. No es un puzle en el quesolo tenga sentido si al final se encajan perfectamentetodas las piezas y no falta ninguna por colocar. No estan solo esto, es algo más. Evidentemente que para tra-zar un perímetro que defina y distinga un concepto de

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    otro, debemos enumerar unos atributos o característicascuyo número y presencia deben darse y aparecer inex-cusablemente en su interior, pero además, en el caso delteletrabajo, debe también darse un factor adicional, comoconsecuencia de su nacimiento y ubicación dentro de unproceso histórico de la concepción del trabajo en las dis-tintas sociedades. Una disección aséptica sobre la defini-ción de teletrabajo, como se realizaría en un laboratorio,es útil, canónica y metodológicamente puede que estémuy bien. Hemos empezado y seguiremos con ella, perotenemos que tener en cuenta que no se la puede aislarde su contexto, y es precisamente en este y por su causaque se produce la incorporación a los atributos descritosde otro de nuevo cuño y dinámico : la nueva ordenación yorganización del trabajo interno de la empresa y su asunciónempresarial, versus el aprovechamiento y la eficiencia que

    pueden proporcionar las nuevas tecnologías. Y no nosreferimos exclusivamente a las técnicas y procedimientosinternos de la empresa, sino especialmente a la visiónempresarial, la predisposición al cambio y la actitud.

    Un ejemplo histórico, entre múltiples, podría ser eldel trabajo en cadena en la producción automovilística,implantado en el curso del pasado siglo .La produccióny montaje de piezas para la consecución de un productofinal complejo, en cualquier tipo de industria, siempreha seguido previamente un plan, ha requerido de uncierto orden, de un diseño mental, de una proyecciónde necesidades y de un ajuste de medios y de recursosen un espacio y en un tiempo. Lógicamente cada tipo deindustria, en función del producto que ha de realizarsey los recursos que moviliza y como consecuencia de suexpertise , tiene una manera de hacer, una manera de tra-bajar. El salto cualitativo importante se produce, en el

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    ejemplo puesto, cuando esa manera de hacer se transfor-ma en una verdadera organización del trabajo, cuando setransforma en la organización del trabajo en cadena y no enel anterior trabajo de ciclos más o menos encadenados.No es un tema solamente cuantitativo, es cualitativo y dementalidad.

    Con el teletrabajo ocurre algo similar. Si la activi-dad del teletrabajo no se convierte en una organizaciónsingular del trabajo, podrá ser lo que queramos llamarle,por ejemplo e-trabajo. El e-trabajo o trabajo en red no esauténticamente teletrabajo en sentido estricto.

    El teletrabajo más que una forma de hacer, másque una forma de utilización intensiva e imaginativa delas TIC, es ante todo un nuevo estadio de organizacióndel trabajo. En unos países y economías, este estadio seencuentra mas desarrollado que en otros, independien-

    temente, incluso a veces, del nivel de uso general dele-trabajo.

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    ELEMENTOS DEL TELETRABAJO

    Las definiciones de teletrabajo que se acaban deapuntar contienen unos elementos, que en distinto gradode peso sobre el resultado final conceptual, cabe analizarconcretamente.

    Podemos aproximarnos a su análisis mediante laagrupación de estos elementos en tres epígrafes: loselementos definitorios, los elementos jurídicos y los elementos empresariales.

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    Elementos definitorios

    Son los comunes y centrales en las definiciones delteletrabajo: el trabajo, la distancia, las TIC y la autoprograma-ción.

    El primer elemento definitorio del teletrabajo es eltrabajo

    Podemos definirlo como aquella prestación volun-taria, subordinada y retribuida de una actividad humanaencaminada a la producción de bienes y servicios. Lopodemos diferenciar en dos grandes divisiones, el trabajoasalariado o dependiente y el trabajo por cuenta propia o autónomo.

    En el primer caso, en el trabajo asalariado, el empleadormantiene con el empleado una relación más genérica ysostenida en el tiempo con la finalidad de conseguir la

    producción de un bien o servicio, y ello lleva consigo elestablecimiento de relaciones de dirección y jerárquicasentre empleador y empleado, lo que da lugar a un contra-to de trabajo, precisamente para explicitar esta relación,fijar las condiciones, el salario, etc.

    Y en el segundo caso, el autónomo o trabajo por cuenta propia, la relación en lo que se refiere a su objeto está acotadageneralmente a la realización de un trabajo, y el contratoque genera es, en la mayoría de los casos, el de prestaciónde servicios.

    Sin entrar en las múltiples subdivisiones y caracte-rología de los distintos contratos, reflejo de la variedadde relaciones entre empleado, empleador y trabajo, cabedecir que ambos supuestos: trabajo asalariado (trabajadoresdependientes, etc.) y trabajo por cuenta propia o autónomo (profesiones liberales, etc.) son o pueden ser objeto deteletrabajo, en su definición más precisa. Queda pues

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    excluida toda referencia a actividades que queden fuerade este perímetro, bien por no ser retribuidas o serloilegalmente, o por inexistencia de vínculo suficiente entreempleado y empleador (autoempleo, etc.).

    Parece una obviedad que para definir el teletrabajo,lo primero que deba de requerirse como elemento cons-titutivo sea precisamente el trabajo, pero no olvidemosque el teletrabajo responde a una realidad evolutiva dela economía y de las empresas, y surge y se implanta alritmo de ellas. El Estado, mediante el Derecho, corresiempre detrás de esta realidad para tratar de organizarlanormativamente. No es de extrañar que al nuevo fenó-meno del teletrabajo, a veces, le cueste hacerse un huecoconceptual en el cuadro previo, establecido y codificado,de las relaciones laborales.

    Queda claro que el teletrabajo no es exclusivamente

    asunto de los teletrabajadores dependientes. Los trabaja-dores por cuenta propia o autónomos, en cuanto estable-cen (y solo en este caso) una relación con el empleador ybajo la directiva de éste, para la consecución de un bien oservicio, también son considerados teletrabajadores (porproyecto, discontinuos, etc.).

    El segundo elemento definitorio del teletrabajo esla distancia

    Uno de los elementos que se ha de tener en cuentaen toda organización del trabajo ha de ser el espacio, osea ordenar el espacio mediante la medida de la distancia.El trabajo siempre ha tenido relación con el espacio, biensea para su propia realización, bien sea para gestionar suresultado (almacenar, distribuir, vender, etc.). Cuandoel trabajo requiere participación de diversos agentes,tiende a concentrarse en un espacio definido. El proceso

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    de concentración en un mismo espacio, de suminis-tros, mano de obra y tecnología en forma de máquina,propició que en un periodo histórico «la fábrica» fueraun agente económico muy eficiente de producción debienes. El proceso de producción nunca fue, ni es, linealni total. Hay fábricas que transforman o ensamblanproductos que anteriormente otros fabricaron o trans-formaron en otra parte. Hay también recintos fabrilesdonde la concentración convierte en mínima la distanciapara la transformación del producto. Los trabajadorestrabajaron primero juntos y en paralelo, después cada vezmás ordenados y jerarquizados, más especializados, másadelante en cadena, etc.

    La fabricación de aquellos bienes llevaba implícitauna organización del trabajo que primaba la concentra-ción de los recursos (humanos, materiales, tecnológicos

    y de conocimiento) sobre su dispersión. La eficiencia dela fábrica devino incuestionable.La maquinización progresiva de los procesos de

    producción y los nuevos suministros de energía (vapor,electricidad, etc.) hicieron de la concentración fabril el

    verdadero modelo industrial de progreso en su tiempo.Cuando, gracias al grado de automatismo que lle-

    garon a alcanzar, las herramientas de trabajo pasaron aautomatizarse y en definitiva a convertirse en máquinas,estas atrajeron como un imán a toda la organización derecursos, fijándolos en su espacio más próximo parapoder interactuar mejor con todos ellos: es lo que identi-ficamos generalmente como fábrica o centro de trabajo.

    Nuestro actual estadio económico está cambiandoeste paradigma. El teletrabajo, con su mera existencia,lo confirma. El teletrabajo promueve y explicita la afir-mación de Francis Ginsbourger de que: « por primera vez

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    en la historia, el trabajo no está relacionado con un lugar preciso. El trabajo ha devenido algo quese lleva a cabo…. Nodonde selleva a cabo». Para el concepto de teletrabajo, la distanciano tan solo deja de ser un posible inconveniente o barrerapara la organización eficiente de la producción −comoocurría en el caso del anterior paradigma−, sino que pasaa convertirse en algo sustantivo y positivo.

    El tercer elemento definitorio del teletrabajo son lasTICPara muchos representa el elemento de más pesode los tres. Su importancia reside que en un momentoconcreto las TIC fueron capaces de catalizar el procesoinnovador. Sin ellas nada hubiera sido posible. En todocaso su presencia como elemento imprescindible y defi-nitorio es evidente.

    El cuarto elemento definitorio del teletrabajo es laautoprogramación del trabajo

    La autoprogramación del trabajo es un elementoesencial, que rompe la antigua relación entre empleadoy empleador basada en la presencia, en la aptitud y enla actitud del empleado con respecto a unas actividadesllevadas a cabo en locales de la empresa, ordenadas ycontroladas por el empresario empleador, mediante unaestructura de comunicación de tipo jerárquico.

    El teletrabajo es una organización del trabajo compro-metida y requiere del manejo de unos conceptos que hastael día de hoy (tal vez como rémora del lejano Taylorismo)y por no ser de fácil e inmediata medición, resultan nove-dosos en la relación laboral. Se trata de la autodisciplina delteletrabajador por un lado y de la confianza del empresario enlos resultados del teletrabajador por el otro.

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    Autodisciplina y confianza son ideas que no siempreson fáciles de asimilar por colectivos de trabajadores y deempresarios acostumbrados básicamente a recibir y darórdenes, y a controlar su ejecución.

    La autodisciplina del teletrabajadorcomporta la mejororganización del tiempo con respecto al cumplimiento,en su momento y con la calidad requerida, de los dis-tintos hitos de un proyecto concreto o de una actividadsostenida. Implica una participación activa del empleadoen el diseño y en la organización del contenido del tra-bajo y con el engarce de éste con los demás trabajos delequipo o generales de la empresa. Ello trastoca el papelque históricamente ha desempeñado el empleado comomero ejecutante pasivo de unas actividades prediseñadasy pautadas por el empresario, y con una responsabilidadexclusiva sobre la adecuación o no de su trabajo a unos

    criterios prestablecidos en cantidad y calidad. El teletra-bajador también asume un mayor compromiso con eltrabajo que ha de realizar por cuanto una parte de lascondiciones para llevarlo a término están bajo su ámbitoparticular de organización y de ordenación horaria. Es laresponsabilidad que se deriva de ser el dueño y gestor delpropio tiempo de trabajo.

    La confianza del empresario se expresa en el cambio dedirección, de tipo mucho más colaborativa, por objeti-

    vos, con organigramas de estructuras más planas, conmedidas de control basadas en los resultados del trabajorealizado, en la profesionalidad y no en otros aspec-tos que todavía perviven como prioritarios en algunasempresas (fidelidad, antigüedad, disposición, etc.). Sinduda representa un reto para el empresario el hecho deejercer su liderazgo dentro de un nuevo marco de orga-nización, que le sirva para fijar unos objetivos claros y

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    controlar los resultados. La persistencia en la gestión decarácter informal por parte de algunos empresarios, queparece que necesitan tener al trabajador a su disposiciónpersonal y que hacen que todo ello prime sobre la gestiónpor objetivos, induce a pensar que ya no son aptos niestán habilitados para liderar empresas de teletrabajo enel futuro (ni posiblemente ya hoy día ninguna otra empre-sa de cualquier tipo).

    El empresario solo estará en disposición de cambiarsus antiguos hábitos de gestión desde el ejercicio de unauténtico liderazgo empresarial, moral y personal.

    El teletrabajo, no puede contemplarse con carácterindiscriminado y para todo el mundo. Reposa sobreuna importante relación de confianza, que permeabili-za finalmente al conjunto de las relaciones laborales yproductivas de toda la empresa hacia un nuevo «estilo

    colaborativo». Partiendo de esta idea, podría resultar inte-lectualmente interesante engarzarla con algunos aspectosdel discurso autogestionario que se propició en Europaen los años sesenta/setenta (CFDT, Michel Rocard, etc.).¡Queda la puerta abierta!

    Elementos jurídicos

    Las relaciones contractuales de trabajo entre empre-sario y teletrabajador pueden ser:

    • Obligaciones y contratos relativos a una relación jurídica de trabajo dependiente y

    • Obligaciones y contratos relativos a una relación jurídica de trabajo autónomo.

    Sea cual fuere el tipo de vinculación contractualentre trabajador y empresa, no estamos hablando en todo

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    caso de un trabajo circunstancial y anecdótico, sino de untrabajo que responde a un auténtico proyecto empresa-rial. Precisamente por tratarse de un vínculo con un pro-pósito finalista, se establecen orgánicamente las distintascontraprestaciones de trabajo remunerado.

    Cualquier actividad con apariencia de trabajo perosin que se llegue a establecer un vínculo claro y finalistaentre empleador y empleado y que arrastre el correspon-diente corolario de obligaciones libres y mutuas, no seconsiderará teletrabajo. Por poner un ejemplo, si yo hagoartículos para Wikipedia o actividades colaborativas deOpen Source, es evidente que, por más que me puedaresultar trabajoso (esfuerzo, tiempo, etc.), no mantengouna auténtica relación jurídica de trabajo y en consecuen-cia, no soy un teletrabajador.

    El contrato, como documento que constituye la

    expresión de la relación jurídica del teletrabajo, tiene porel momento solo una función instrumental de la filosofíay organización del trabajo de la empresa y una garantíade derechos laborales y sociales prestablecidos. Se limitaa unas clausulas «específicas». Todavía no existe el autén-tico contrato de teletrabajo absolutamente diferenciado yde ámbito europeo.

    Relación jurídica de trabajo dependiente.El teletrabajador«en nómina» de una empresa es aquel que por su tipo detrabajo no es imprescindible que se encuadre dentro deun horario laboral, ni en un espacio permanente en elcentro de trabajo, y que por acuerdo de las partes se rigepor un nuevo sistema organizativo de trabajo. La relaciónentre empleador y empleado se traduce en un contratolaboral que contiene en sus clausulas, además de las habi-tuales y preceptivas, una referencia a la organización deltrabajo, objetivos, confidencialidad, propiedad y uso de

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    hardware y software, etc. No se trata de ninguna modali-dad nueva de contrato, sino más bien de una adecuacióndel contrato laboral a unas características del objeto deltrabajo y ubicación del trabajador.

    Estas clausulas pueden representar un cambio conrespecto al anterior contrato que tenía el trabajador, obien puede ocurrir que el trabajador inicie por primera

    vez su relación con la empresa mediante estas clausulasen su contrato. A causa del tipo y organización del tra-bajo, en el primer caso se modifica, de común acuerdo,un contrato prexistente, y en el segundo caso se contratadirectamente con las nuevas clausulas incorporadas.

    Relación jurídica del trabajo autónomo. Al no existir uncontrato europeo de teletrabajo, el trabajador autóno-mo y el empresario empleador se vinculan mutuamentemediante un tipo de contrato de prestación temporal de

    servicios o por obra, donde se especifican las condicio-nes que significa el teletrabajo. Es igual al clausulado deltrabajo dependiente pero diferenciándose por la mayorautonomía y condición externa a la empresa de este tipode trabajadores.

    Las clausulas «típicas» que comportan ambas relacio-nes jurídicas, tanto las dependientes como las autónomas,

    vienen dadas por el uso de las tecnologías. Las clausulastienen que ver con la utilización de los medios y lasherramientas tecnológicas (equipo informático, correoelectrónico, dispositivos de almacenamiento) empleadospara llevar a cabo el trabajo en cuestión, que requiereunas regulaciones legales adaptadas a esta realidad. Esimportante, pues, destacar algunos aspectos en la relacióncontractual que permitan establecer todos los alcances,responsabilidades y obligaciones de las partes, principal-mente en lo que respecta a:

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    En algunas doctrinas se apunta la necesidad deexplicitar en el contrato el mínimo de días u horas queel teletrabajador estará obligatoriamente presente en elcentro de trabajo o en la sede de la empresa, con el finde que, más allá del tema empresarial que abordaremosa continuación, quede explícita la vinculación con laempresa y se salvaguarden sus derechos. En realidad esun esfuerzo más por pretender casar un derecho laboralcorrespondiente a unos modos de producción anteriorescon unos nuevos modos surgidos con el impulso de las

    tecnologías. La traducción jurídica inmediata ante estasnuevas realidades es actuar por excepción. Encajar en loprestablecido mediante la consideración de excepcional.¿El teletrabajo debe tener la misma consideración que untrabajo especial como sería por ejemplo el trabajo noctur-no o el trabajo peligroso? ¿O por el contrario merece una

    virtualidad propia y la homogeneización europea? ¿Elcontrato de teletrabajo europeo serviría para acelerar losprocesos de expansión de la sociedad de conocimiento?Parece que sí, aunque lo verdaderamente relevante seaque así lo entienda algún día el legislador.

    Elementos empresariales

    El teletrabajo no representa ni tiene por objetivoinmediato una mejora en las relaciones familiares delos trabajadores, ni es una receta contra la polución

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    medioambiental del planeta. No deberíamos pecar deinocentes. Si puede influir beneficiosamente en todo ello,bienvenido sea, pero el teletrabajo responde cabalmentea motivaciones de carácter estrictamente económico,

    vinculadas a la evolución del factor trabajo dentro de lametamorfosis histórica hacia nuevas formas que se pro-duce en el capitalismo.

    El cambio organizacional.Si el trabajo empieza a serotro, distinto que el de los inicios de la era industrial,lógicamente quien lo realice deberá hacerlo de diferentemanera, deberá poseer unas aptitudes distintas y unaformación adecuada. Para ello deberán de trastocarsebuena parte de las medidas organizativas que servían paralo anterior y adaptar o inventar otras que sirvan para lonuevo. Estos cambios no responden al capricho sino ala respuesta del factor trabajo ante un nuevo modelo de

    mercado. Si el mercado es global y tendente a consumirproductos y servicios con una mayor y más decisiva par-ticipación del conocimiento en su creación, este tipo detrabajo del conocimiento deberá organizarse de algunamanera. ¿Pero quién lo hace? ¿Quién encarrila este pro-ceso? La respuesta es fácil: los empresarios. Ellos en susempresas «viven» el mercado, sus cambios y evoluciones,y son ellos quienes gestionan las transformaciones quedeben sufrir sus negocios para adaptarse a la nueva reali-dad. Cabe decir que los empresarios no son espectadorespasivos de un mundo cambiante, porque ellos (y susintereses objetivos) participan activamente en la creaciónde lo nuevo y en su direccionamiento.

    No todos los empresarios tienen exactamente lamisma visión y los mismos intereses −si obviamos losmás básicos− y es precisamente en épocas de acelera-ción de cambios donde su clase empresarial se regenera,

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    cayendo unos y emergiendo otros. Los empresarios másavezados perciben el cambio y se posicionan frente aél, sin que sea garantía de que solo con esto alcanzaránla buena dirección. Deberán además encontrar la mejorsolución e implantarla a tiempo. Muchos empresarios queen una época triunfaron y entendieron «su» mercado, enotro momento pueden fácilmente fracasar y desaparecer.La capacidad para llevar a término la prospectiva de losmercados es mucho más importante descubrirla direc-tamente desde la empresa que no trasladársela a modode milagrosa receta desde una estereotipada escuela denegocios basada a menudo en realidades económicas yaen declive, de otro tiempo... De ahí el enorme merito deuna minoría de empresarios que son capaces de intuir ydescifrar los nuevos paradigmas y de abrir y trazar nuevoscaminos. Son los triunfadores de mañana.

    Estos empresarios propician una capacidad de emu-lación por parte de sus colegas y de toda la sociedad engeneral. Se conocen sus nombres, se imitan sus actuacio-nes y estrategias. ¿Quién no conoce a Stefan Jobs o a BillGates? ¿Cuántos otros a distintos niveles y en distintospaíses los secundan? Ellos son la auténtica esperanza. ¡¡Aque distancia sideral de todos ellos se encuentran aquellosque, no siendo en realidad más que patronos y capataces,pretenden tildarse de auténticos empresarios!! Algunosde ellos, todavía incomprensiblemente, rigen algunasempresas y patronales.

    Son sin duda ellos, los nuevos empresarios con visión, los que apoyan equipos de investigación y animanthink tanks , y alcanzan a aglutinar el conocimiento com-partido que les proporciona la fuerza para reorganizarno tan solo el objeto del negocio de sus empresas, sinoy muy especialmente, la propia organización del trabajo.

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    Un empresario responsable abordará el teletrabajo desdela perspectiva del cambio organizacional de su empresa,debido a la necesidad perentoria de abordar unos mer-cados e introducir unos productos o servicios. Para elempresario no representa ninguna fruslería el tener quecambiar ante todo su propia mentalidad con el fin deluego cambiar a su empresa. Varían sus relaciones con losempleados, entre ellos mismos y de todos con respecto alproducto o servicio que se va a ofrecer al mercado, varíael concepto mismo de dirección.

    En cuanto al sentido mismo de la dirección, el cam-bio de mentalidad es y debe de ser tan abismal como sicomparáramos hoy día lo que significa ser padre en unafamilia de la antigua Roma con lo que significa ser padreen el siglo XXI . Comparar el pater familias con un padremoderno no es comparar sus diferencias, sino la causa

    por la que, unos y otros, actuaban de otra forma. Bajo esamirada, ¡la distancia es todavía mayor!Los comportamientos y resultados asociados a este

    cambio de mentalidad en la dirección empresarial sonlos que propiciarán la sólida extensión del teletrabajoy la futura creación de nuevas figuras. ¿Por qué he decambiar lo que hasta ahora no ha resultado tan malo?,sin duda se puede preguntar alguien. ¿No es mejoresperar y ver lo que ocurre?... Estas son las preguntasdel empresario poco avezado, que no entenderá el tele-trabajo porque no lo considerará un resultado visible deun cambio de mentalidad y organización, que él propia-mente como empresario tiene miedo de llevar a cabo. Alo máximo, puede pensar, el teletrabajo serviría, en estascondiciones, para continuar su mentalidad paternalistade dirección, posibilitar alguna solución particular ypuntual de conciliación familiar de algún empleado, etc.

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    El empresario que solo perciba el teletrabajo como «lomismo, en casa y más barato» estará profundamenteequivocado y lógicamente fracasará.

    Cuando se trata de la Administración pública, sugeneralmente nulo sentido empresarial y sus dificultadesde gestión canónica proporcionan propuestas de teletra-bajo alejadas de una nueva concepción de la organizacióndel trabajo en unos colectivos que tienen enormes rigi-deces laborales y muy poca imaginación organizativa. Esmás, muchos de estos intentos se realizan bajo la fórmulade proyectos piloto y se alejan e insertan a menudo ennuevas y pequeñas estructuras, con la certeza de que enel caso de que se intentaran desarrollar directamente, lasdinámicas funcionariales terminarían rápidamente concualquier posibilidad de supervivencia del proyecto.

    Por ello es tan importante incidir fuertemente en

    estos planteamientos de organización del trabajo en lasescuelas de administración pública, antes que en cual-quier otra iniciativa aislada, ya que es de estos centrosdonde se espera que salgan nuestros futuros gestoresprofesionales públicos.

    En resumen, al teletrabajo no hay que considerarlouna solución perentoria, sino mas bien una consecuencia deun sistema mas complejo que es la organización del trabajo.

    El Acuerdo marco europeo sobre teletrabajo

    Impulsado por el Grupo de Alto Nivel surgido dela Cumbre Europea de Lisboa de 2000,se propone unabordaje legislativo de carácter europeo para el teletraba-jo .Algunos estados miembros habían puesto en marchaalguna iniciativa al respecto y los sindicatos europeos pre-sionaron también a la Comisión, cabe decir que en gran

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    parte por razones tácticas internas. Pretendían encontrarnuevos temas de futuro que cohesionaran su acciónunitaria de ámbito europeo y evitaran al mismo tiempoel peligro de creación «paraísos laborales», al estilo delos conocidos «paraísos fiscales». O sin llegar a tanto,evitar que el funcionamiento del libre mercado primaralas actividades laborales de teletrabajo exclusivamentehacia algunos de los países miembros con legislacioneslaborales con menores derechos para los trabajadores ymenores sueldos. Se trataba de evitar una localizaciónperversa del naciente teletrabajo.

    Sabido es que, según Jean Monnet, una de las técni-cas de creación de la nueva Europa era encontrar retosde futuro, simbólicos y no condicionados directamentepor el pasado, tormentoso y terrible, que condujo a dosguerras mundiales. Efectivamente el teletrabajo podría

    haber sido –de no abortarse en parte, como finalmenteocurrió– uno de estos grandes retos. Sin duda era uno delos horizontes posibles de Jaques Delors.

    Los precedentes que existían en aquel momento enEuropa eran de tres niveles:

    • Legislativos: algunos estados habían ya dictadoalguna ley, con más o menos fortuna, como porejemplo Italia (Ley Bassini, 1998).

    • Códigos de conducta:orientaciones de la adminis-tración para informar sobre el contenido dereglamentos, convenios, etc. (Irlanda).

    • Convenios colectivos:acuerdos laborales vinculantesentre las partes dentro de un marco de relacio-nes entre empresarios y trabajadores protegidoe impulsado por la Administración pública(British Gas, Reino Unido. IBM y Deutsche

    Telecom, Alemania).

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    Finalmente el modo escogido para el nuevo textoeuropeo tomó la forma de acuerdo marco, en el sentidode código de conducta supranacional de las partes com-prometidas en su firma, es decir, los agentes sociales.Se trataba más de una inspiración que de una auténticalegislación positiva. No hubo una ley europea común,aprobada por cada uno de los parlamentos de los estadosmiembros, para que formara parte su «corpus» legislativoy que tuviera fuerza legislativa real y de primera instan-cia. Para este caso la Comisión Europea no consideró lanecesidad de proponer una directiva. Por el contrario seoptó por facilitar unas coordenadas que contribuyerana la armonización conceptual, «por arriba», de las leyesy reglamentos que en el futuro se pudieran dictar a esterespecto en cada Estado, o los convenios colectivos quepudieran establecerse entre las partes interesadas de cada

    Estado. Para ello se actuó como si se tratara de una espe-cie de «supra convenio colectivo», recabando para ello elconcurso y la aprobación de los representantes sindicalesy empresariales a nivel europeo. Hay que tener en cuentael nivel de dificultad política en aquellos momentos parapoder implementar leyes en países con plena indepen-dencia legislativa y judicial, ya que, en cuanto al derecholaboral, algunos de ellos procedían de tradiciones jurí-dicas, históricas e ideológicas muy distintas del núcleooriginario europeo.

    Una vez más el proverbio popular captó lo ocurri-do como si se tratase de una instantánea: «quien muchoabarca, poco aprieta».

    El resultado fue la aprobación del Acuerdo MarcoEuropeo sobre teletrabajo de 23 de mayo de 2002.

    La filosofía que subyace y que inspira al acuerdo sebasa en tres ejes:

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    • Mantener un justo equilibrio entre la flexibilidady la seguridad en la organización del trabajo.

    • La posibilidad de compatibilizar la vida familiarcon la vida laboral de los trabajadores.

    • La mejora de la productividad y competitividadde las empresas.

    Para llevar a cabo todo ello, el acuerdo regula: La definición y el ámbito de aplicación:Se define como

    una forma de organización del trabajo y como una formade realización del mismo, utilizando, naturalmente, lastecnologías de la información. No menciona explícita-mente el domicilio como lugar de trabajo, utilizando elmás genérico de «fuera de los locales de la empresa».Exige que el teletrabajo se enmarque dentro de un con-trato de trabajo (sin especificar más).

    Naturaleza voluntaria del trabajo: La voluntariedad es unelemento imprescindible. Textualmente el Acuerdo esta-blece: «La negativa de un empleado a teletrabajar no es ensí un motivo de rescisión de la relación laboral ni de modi-ficación de las condiciones de trabajo para este trabajador».El hecho de que la introducción del teletrabajo no se con-sidere una modificación sustancial de las condiciones labo-rales es desconcertante y para algunas legislaciones puederesultar una idea conflictiva (en España choca directamen-te con el artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores). Noobstante, aparece un nuevo concepto de reversibilidad,por el que en cualquier momento el empresario o el traba-jador pueden pactar la vuelta al trabajo a los locales de laempresa. La reversibilidad es entendida como una formade explicitar el principio sostenido de flexibilidad.

    Salud y seguridad:El empresario sigue siendo el res-ponsable de estas materias y debe velar, mediante su

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    responsabilidad en la organización general del trabajo,para que se cumplan todas las medidas necesarias paraconseguir estos fines. En la aplicación práctica de estasmedidas, pueden colisionar derechos como el de la inti-midad del trabajador en su propio domicilio con el deberde control de su trabajo por parte del empresario. Elautocontrol , la autoorganización de su trabajo por parte deltrabajador parece quedar reforzada en este acuerdo, altraspasarse forzosamente al trabajador algunas funcionesde control para que no colisionen con su derecho a laprivacidad.

    Derechos colectivos:Como norma, «el teletrabajadorgoza de los mismos derechos colectivos que el resto detrabajadores de la empresa» y se introducen algunas carac-terísticas respecto a las condiciones de empleo en el sentido deque el teletrabajador no puede tener unos derechos meno-

    res que cualquier otro que realice un trabajo parecido enlas instalaciones de la empresa, lo que evita que la nuevaactividad y organización degrade derechos adquiridos ocree empleos de subcategorías inferiores para realizar elmismo trabajo. En lo que respecta a la protección de datos corresponde al empresario garantizar la protección delos mismos frente a terceros, también por pérdida, maluso o deterioro, como causa de su propia responsabilidadempresarial e independientemente de la organización deque se dote en cada momento para realizar la produc-ción o servicio. En todo caso el teletrabajador debe deestar informado de todas las restricciones y salvedades,bien sean legales, de equipos y programas, etc. sobrelos datos que él mismo utiliza para su trabajo. Sobre losequipamientos , le corresponde a la empresa facilitar, instalary mantener los aparatos y equipos necesarios para la reali-zación del trabajo encomendado, pero se pasa por alto la

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    regulación del uso privado de estos equipos por parte delteletrabajador. En lo referente a la organización del trabajo seinfiere que corresponde al teletrabajador la gestión de supropio trabajo dentro de los límites de los convenios, etc.Esta autogestión es significativa por cuanto el teletraba-jo, por su propia esencia, se desencaja naturalmente delcontrato laboral al uso y se acerca a otro tipo de contrato:el contrato civil de prestación de servicios. También seaboga para que la carga de trabajo y los criterios de resul-tados del teletrabajador sean similares a los que se aplicana los trabajadores que realizan su tarea en los locales de laempresa, en un último intento de nivelar organizacioneseconómicas productivas de moldes distintos y consideraral teletrabajo como una simple deriva «ocasional» deltrabajo «real» situado este si, en el centro de trabajo. Porúltimo, el Acuerdo plantea el tema de la formación , referida

    al objetivo de establecer un correcto y eficaz desarrollo deltrabajo por parte del teletrabajador, lógicamente centradaen el uso y las posibilidades de los medios técnicos pues-tos a su disposición y su posterior reciclaje y puesta al díade innovaciones y mejores prácticas. Todo ello no ha deresultar, en su conjunto, discriminatorio para el teletraba-jador con respecto a los derechos de formación y carreraprofesional dentro de la empresa.

    El Acuerdo significa una primera aproximación alteletrabajo, sin todavía considerarlo un modo de produc-ción nuevo (y por ello con poca incidencia económicageneral) surgido como una de las consecuencias del naci-miento de la sociedad del conocimiento. Más bien se lesigue considerando una simple característica de algunostrabajos, derivada de las posibilidades que ofrecen lastecnologías de la comunicación. Queda pues el campoabierto para que en un futuro próximo una directiva

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    europea consagre para los países miembros un auténticocontrato de teletrabajo de nuevo cuño.

    Este camino podría quedar abierto a través del Tratado de Lisboa, firmado el 13 de diciembre de 2007,que en su artículo 3.3 establece lo siguiente:

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    EL E-TRABAJO,O LO QUE NO ES TELETRABAJO

    Panorama A pesar del relativo éxito del teletrabajo, comparado

    con las desorbitadas expectativas que generó hace unosaños, cabe decir que la imparable irrupción y generaliza-ción de las nuevas tecnologías en la economía y en lasempresas facilita que estas decidan cada vez en mayor

    numero abordar nuevas clases de organización empre-sarial más colaborativa, dirigida por objetivos y másflexible, lo que de un modo directo o indirecto fomentala creación de teletrabajo.

    El ambiente general de interconectividad y globali-dad acoge y retroalimenta cada vez más iniciativas queno pueden vivir si no es en red. La tecnocomunicaciónde las empresas ha sido muy importante y se ha llevado acabo en poco espacio de tiempo, debido al componentede globalización de los mercados que ella misma fomen-ta y de la que a su vez es consecuencia. La intensidaddel trabajo en red ha sido espectacular en tan solo unasdécadas, pero también hay que decir que las percepcionesdel tiempo histórico también han variado y se han hechomucho más estrechas. Todo va mucho más deprisa por-que la información es más veloz. Nuestra historia va másacelerada.

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    La conectividad de las redes alcanza de una u otraforma (mediante unas tecnologías u otras) la prácticatotalidad de los territorios y con una posibilidad deacceso por precio que ya no representa ninguna barreraimportante a la competitividad intercontinental. El por-centaje de empresas con banda ancha, tomando la mediade los países de la OCDE, era ya en 2007 del 79,9 %. Parael trabajo en red se necesitan excelentes coberturas encomunicación, pero también la adquisición de habilida-des laborales en el uso de tecnologías que los Estados hanintentado promover, aunque se han visto desbordadospor la gran capacidad de aprendizaje intuitivo, especial-mente de los jóvenes, en actividades relacionadas con elocio (música, cine, juegos, etc.), lo que ha contribuido enbuena manera a soslayar algunos miedos por parte de losusuarios hacia el mundo de las tecnologías de la informa-

    ción y la comunicación. Sin duda se trata de un procesode impregnación cultural fuertemente asentado.En el ámbito de las empresas, este panorama induce

    a considerar «normal» (por habitual), el uso y la sustitu-ción relativamente frecuente de los modelos y las fun-cionalidades de ordenadores, la introducción de nuevosprogramas y «paquetes» de gestión para las distintas acti-

    vidades funcionales de las empresas. Además percibimoscomo algo de lo más habitual el uso comunicacional ycomercial de los correos electrónicos, la web en empresase instituciones en sus distintos estadios de evolución, elcomercio electrónico, etc.

    La intensidad del uso de las nuevas tecnologías en lasempresas, junto a la competitividad global, resulta indis-pensable para la empresa. Los trabajadores ven sus anti-guas tareas modeladas por estas tecnologías y aprendenlas habilidades básicas para llevarlas a cabo. Las empresas

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    invierten para ser cada vez más competitivas con la ayudade las nuevas tecnologías. Con la intensidad de uso de las

    TIC, se supera el viejo paradigma de la automatizaciónen el sentido de que no tan solo nos proporciona muchomás de lo mismo (eficiencia) sino que nos permite hacero producir algo realmente diferente.

    A causa de la idoneidad de las tareas que han derealizar, muchos puestos de trabajo hacen un uso muyintensivo (cuando no exclusivo) de las TIC. La pantalladel ordenador es su universo laboral, manejan y trasladandatos de distintas bases, elaboran nuevos datos, progra-mas, etc. y los transmiten a otros empleados, clienteso proveedores. Otros tienen una especial relación condistintos medios y técnicas, haciendo de todo ello un mix de gran utilidad para la atención al cliente o al ciudadano(por ejemplo con la ayuda del teléfono). Son sin ninguna

    duda trabajadores «conectados», son e-trabajadores , perono propiamente teletrabajadores.En una misma empresa (especialmente en las gran-

    des empresas) conviven actividades laborales básicas queutilizan intensivamente las TIC con otras actividades que,mediante distintos tipos de organización del trabajo, con-

    vierten a sus actores en auténticos teletrabajadores. Perotambién pueden no convivir exactamente, ya que algunas

    veces se prefiere crear filiales o marcas especializadas(por ejemplo, la banca, los seguros, etc.), o bien exter-nalizar servicios y tareas, lo que permite especializar yconcentrar estas actividades en centros tecnológicamentemuy avanzados (servicios en línea al cliente, etc.).

    El tipo de organización del trabajo es una decisiónaltamente estratégica del empresario y no es lo mismoinstaurarla ex novo en una pequeña empresa de nuevacreación, que modificar, aunque sea en parte, la organiza-

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    ción del trabajo en una gran empresa o en una empresacentenaria. En la realidad empresarial (y no en las pizarrasde algunas escuelas de negocios) se da la concurrencia demodelos organizativos (unos en alza y otros en declive)dentro de una misma empresa, y ello puede ser una de lascausas de que muchas veces se considere al teletrabajocomo objeto de experimento o como una modalidad conuna consideración especial para tan solo algunas tareas, yno un sustantivo nuevo tipo de organización.

    La tecnocomunicación de la empresa está ligadaa la competitividad más inmediata, es producto de lacompetencia en los mercados y de la mayor exigencia dela demanda (fidelización del cliente, etc.).Tiene que vercon la modernización de tecnologías, procesos y circui-tos, y con las nuevas posibilidades de negocios y tareas.Corresponde pues al empresario detectar el punto exacto

    en el que, partiendo de una progresiva modernización,implantación y uso de las TIC en su negocio y para susmercados, alcanza cuantitativamente un nivel a partir delcual se produce un auténtico cambio en su negocio, unsalto cualitativo que lo hace diferente a cómo era antes,bien sea por su forma de producción, por su tipo deorganización del trabajo, por su distribución/venta, etc.

    Durante todo este proceso los e-trabajadores iránadquiriendo nuevas habilidades, hasta que en algunoscasos y para algunas empresas el empresario se decida yse comprometa a cambiar el tipo de organización paraaplicar el teletrabajo.

    Todo ello estará determinado por la implantaciónde los «cuatro factores de éxito» para la consecución delteletrabajo, según Baruch:

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    • La libre voluntad de empleador y empleado,• el tipo de trabajo adecuado a las características

    del teletrabajo,• las habilidades técnicas y la capacidad suficien-

    te del trabajador para autogestionar en mayormedida su trabajo, y

    • finalmente una organización empresarial concultura basada en los principios de confianza ycontrol del trabajo por los resultados del mismo.

    Actividades

    Un teletrabajador no se distingue principalmente deun e-trabajador por un mayor o menor uso de las TIC enla realización de su trabajo., sino por la forma de organi-zar su propio trabajo.

    Algunos tipos de e-trabajo que no son estrictamenteteletrabajo según nuestra definición, por ejemplo:• Call centers o grandes centros de llamadas• Centros de control• Departamentos centralizados de actividades de

    empresas con sedes en todo el mundo• Empresas que concentran y tratan imágenes• Telecentros en ciudades• Telecentros rurales

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    Centros de e-trabajo

    En los call centers , los trabajadores trabajan sobre labase de posibles múltiples informaciones de diferentesbases de datos y en relación con el cliente, usuario ociudadano, con el que interactúan. El tipo de trabajomás evolucionado es el que está vinculado a la relacióntelefónica: la televenta. El objetivo es informar y venderproductos o servicios a un segmento de población quelos estudios de marketing indican como más teórica yposiblemente interesado en el producto o servicio ofre-cido. Los soportes están ya muy experimentados y sereducen esquemáticamente a:

    a. Contacto telefónico, b. Utilización de bases de datos ,c. Entrenamiento específico del vendedor sobre el producto y c.

    Formación del vendedor sobre la utilización más eficaz del medio (técnicas específicas de televenta).

    Puede decirse que se ha creado una nueva profesióncon una mezcla de aportaciones de un buen número

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    de técnicas provenientes del marketing, la telefonía, lainformática y la psicología aplicada. Desde hace muchotiempo las empresas han considerado a este tipo detrabajo una nueva línea de venta presencial paralela a latradicional, con sus propias características de marketing,pero a fin de cuentas presencial, por cuanto hoy día larelación telefónica se asume con toda naturalidad. Elmedio telefónico, la comunicación por voz a distancia,se ha insertado firmemente en nuestra cultura, en nuestra

    vida diaria, y actualmente la venta por teléfono tiene másque ver con una modalidad comercial diferenciada, quecon una posible barrera comunicacional.

    Este tipo de negocio ha sido uno de los primerosque han externalizado los departamentos comerciales delas empresas hacia otras empresas altamente especiali-zadas en televenta. Estas empresas externas les ofrecían

    en «alquiler» una red de ventas especializada y entrenadamientras que ellos podían dedicarse a consolidar suspropias redes tradicionales generalmente vinculadas a

    vendedores situados físicamente en el territorio.El impulso definitivo de este tipo de venta vino

    de la mano del éxito comercial que alcanzaron con estamodalidad las grandes empresas multinacionales. Estasempresas llevaban tras de si una amplia experiencia en elmanejo de canales de venta rentables para territorios conpoblaciones muy distantes entre si o muy diseminadas(venta por catálogo, etc.).

    Una de las grandes ventajas de la televenta es su ver-satilidad. Pueden establecerse a lo largo del año distintascampañas para distintos productos, con distintas inten-sidades, sin que ello represente un problema de recursoshumanos para la empresa contratante, ni un coste depersonal fijo.

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    Estos e-trabajadores acostumbran a ubicarse en gran-des centros perfectamente dotados tecnológicamente ycon unos puestos de trabajo y una organización conso-lidada por una importante experiencia (es su principalactivo). Adaptan sus horarios a las previsibles necesida-des de los clientes potenciales, y solo en casos realmentemuy extraordinarios teletrabajan desde sus domiciliospara alguna campaña especial (experiencias como las de

    Teletech, son relevantes).Lo que en un principio fue válido para la venta

    de productos o servicios se amplió rápidamente a todotipo de servicios de información. El mix apuntado masarriba daba la posibilidad no tan solo de ofrecer redesalternativas de ventas, sino de ampliar el foco a todo tipode información, y dentro de ésta, tanto a la informaciónemitida como a la información recibida. Se debía incluir

    al mix otro elemento: el sociológico.Estos grandes centros pasaron a recibir de empresase instituciones la externalización de tareas muy diversas,entre las cuales destacan las siguientes : 1. Encuestas; 2.Información ciudadana; 3. Emergencias; 4. Ayuda personal;5.-Citas sanitarias, etc.

    El e-trabajador adquirió cierta especialización enalguno de los servicios y también se crearon los llamados«segundos escalones», es decir, categorías de profesiona-les expertos, capaces y preparados para asumir informa-ciones más especializadas o estratégicas, hacia los que sederiva rápidamente el contacto según unos protocolospreviamente establecidos (por ejemplo, cierto tipo deteléfonos de emergencia social). Son precisamente algu-no de estos segundos escalones los que están atendidoso cubiertos por especialistas y profesionales libres, porejemplo los abogados que atienden posibles casos de

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    denuncia telefónica de maltrato de género mediante elnúmero telefónico publicitado y puesto a disposicióndel público por la Administración. En general atiendenla llamada por derivación del call center desde sus propiosdomicilios o despachos profesionales. Es aquí precisa-mente donde se establecería la frontera con el teletrabajo.

    En algunos casos, por la naturaleza del servicio ocualquier otra causa, la empresa o la institución puedeoptar bien por dotarse de su propio centro (de recepción,de emisión o bien mixto) de información y gestión dedatos mediante las telecomunicaciones (no exclusiva-mente la voz), o bien ceder la gestión de esta actividad auna empresa externa especializada.

    Cuando tenemos una avería en nuestro automóvil,el servicio de asistencia de la empresa que lo preste y nosatienda al teléfono, muy probablemente esté formado

    por e-trabajadores del propio centro de emergencias dela empresa, que es además su gran activo tecnológico,de negocio y de satisfacción del cliente. Si pretendemosuna cita previa para renovar nuestro pasaporte, proba-blemente nos atenderán telefónicamente desde un centro

    vinculado en cierta forma con la estructura organizativade la policía. Pero en este terreno no todo es tan evidentecomo pueda parecer a simple vista, porque si pretende-mos fijar la misma cita previa para un asunto relacionadocon nuestra declaración anual de impuestos, nos atenderáun amable e-trabajador de una empresa especializada endar servicio desde el call center , filial de una multinacio-nal de las telecomunicaciones, a la que el Ministerio deHacienda ha subrogado estas tareas mediante concurso.

    Este tipo de centros, sus múltiples actividades y lasempresas que se crean alrededor de este negocio sonsocialmente muy visibles. Esto puede inducir a no pocas

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    dudas cuando alguna gente se refiere confusamente aestos trabajadores y a su trabajo como teletrabajadoresy teletrabajo, cuando en realidad se trata, según nuestrocriterio, de e-trabajadores y e-trabajo.

    En los centros de control , encontramos el mismo tipogenérico de e-trabajadores pero con adiestramiento y tec-nologías más vinculadas a la imagen y a la geolocalización.Pueden interaccionar con el cliente o el ciudadano, o bienrelacionarse con diferentes servicios de las administracio-nes públicas. Cuando algunos servicios públicos, comopor ejemplo el transporte, se encuentran integrados fun-cionalmente en un territorio y generalmente servidos pordiferentes operadores comerciales, sus informaciones (entodas las direcciones posibles) adquieren auténtica rele-

    vancia estratégica y las consiguientes actuaciones poste-riores requieren de un control previo, incluso visual para

    ser plenamente eficientes (pensemos en metros, trenes,carreteras, pistas de aterrizaje, túneles, etc.).En la esfera empresarial privada, se ha desarrollado

    enormemente el negocio de la seguridad vinculada a laimagen y a su transmisión para gestionarla de forma con-centrada en grandes centrales de control, enormementeeficaces, y a la vez poder hacerla llegar, aunque puedaparecer paradójico, hasta el portátil mas pequeño y están-dar de un particular.

    Telecentros ruralesUno de los primeros aprovechamientos estratégicos

    que aparecieron para el teletrabajo estaba vinculado a laidea de cohesión territorial. Se acariciaba la idea de queel teletrabajo podía evitar lo que se denominó «fracturadigital territorial». En este sentido, el teletrabajo podíarepresentar una solución que estaba al mismo nivel que

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    el problema. Se trataba de evitar el peligro latente de queel crecimiento digital se concentrara exclusivamente, ensu despliegue y progreso, en núcleos territoriales de ren-tabilidad económica previsible y dejara fuera del ámbitodigital (y por lógica, de progreso y de futuro) a territoriosgeneralmente rurales, poco rentables para la comercia-lización de las tecnologías estándar. Se trataba de evitarque una parte de la población, por el mero hecho dehabitar en un territorio u otro, quedara descolgada delo que se apuntaba como «el futuro». Y todo ello por elmero hecho de no poder acceder a los servicios que pro-porcionaban unas tecnologías cuyo despliegue en segúnque territorio resultaba comercialmente inviable paralas operadoras de telefonía y comunicaciones. En aquelmomento las tecnologías mas avanzadas (y comercial-mente enfrentadas entre si) eran el cable y el adsl.

    Sin duda la introducción del teletrabajo en los pue-blos impediría en alguna medida migraciones laborales yevitaría efectos sobre la población rural (despoblamientode jóvenes, envejecimiento de la población, etc.). Encierto modo tendería a «fijar en el territorio» a los futu-ros trabajadores de los nuevos trabajos que se podríancrear y asimismo acogería a las nuevas profesiones.

    Teóricamente, el teletrabajo podría tener consecuenciasapreciables de tipo económico y sociológico para lascomarcas rurales, que contrarrestarían los efectos negati-

    vos que se presumía podían aparecer con el advenimien-to de la sociedad de la información y el futuro trabajosobre el conocimiento. El desequilibrio entre territoriosy su factor de despoblación/sobrepoblación es comouna bola de nieve. Las administraciones se posicionaron(mediante las indicaciones de la Comisión Europea) fren-te a nuevos términos que no se habían usado antes, como

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    la «fractura digital», el peligro del «analfabetismo digital»,etc. Las iniciativas de las diferentes administraciones(estatal, regional, local) se agruparon en torno al concep-to rápidamente aceptado de telecentros rurales .

    Los telecentros rurales cumplirían funciones dedifusión, formación y fomento del nuevo trabajo surgidode las TIC y también se pretendía que desempeñaran unpapel importante en la formación del público rural en elmanejo de las nuevas tecnologías.

    ¿Por qué nos referimos a todo ello en condicional?Sencillamente porque si bien es cierto que para que elteletrabajo pueda llevarse a cabo son necesarias unas con-diciones básicas de conectividad, etc., también es ciertoque son precisamente estas mismas las que de por sipueden llegar a constituir una potente barrera económicapara su implantación comercial. Es el sino de los territo-rios rurales frente al libre mercado. Pero en tecnología loque es imposible hoy puede ser posible mañana. En reali-dad, lo único que debían hacer los operadores era respon-der a esta pregunta: ¿a qué precio la tecnología podía lle-gar a estos núcleos? Para salir de este círculo vicioso, lasadministraciones públicas intentaron con diversa suertefomentar la nueva figura de los telecentros rurales , dandopor supuesto que en ciertos territorios rurales la suficien-te conectividad solo sería posible si se concentraba en

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    un único punto: el telecentro. Por otro lado, se esperabaque el hecho mismo de concentrar en un único centrofísico distintas actividades y profesionales podría creartodo tipo de sinergias relevantes económica y socialmen-te para el pequeño núcleo rural. En el contexto de lastecnologías ya apuntado, la administración suplía con susrecursos la presunta no rentabilidad comercial de ciertosnúcleos rurales para las empresas de telecomunicaciones.Como ocurre a veces con la Administración, cuandoésta analizó la «fotografía» que hizo en su momento elpaisaje ya se había movido y era otro… No obstante, lospaíses que no se quedaron en la sistemática de las pruebaspiloto, sino que se lanzaron sin titubeos a crear una red,consiguieron resultados interesantes, como en el caso delos «Telecottage», la red de T. C. Association, de GranBretaña

    Si bien el planteamiento del telecentro rural tenía sulógica, quedó desbordado por la propia dinámica de la velocidad de implantación tecnológica. La locomotorafue la telefonía móvil, que se implantó en toda Europacon una velocidad extraordinaria, como consecuencia deuna demanda potente y también con las tecnologías radio,que permitieron la conectividad estable para internet a laspoblaciones más aisladas. La premisa inicial de que no sepodía acceder a la red individualmente con una garantíade caudal suficiente empezó a caerse. A buen ritmo, laconectividad se generalizaba por todo el territorio. Eltelecentro, que pretendía ser una respuesta estructural, seconvirtió en una propuesta temporal de promoción de lasposibilidades de la nueva sociedad para algunas poblacio-nes rurales (lo que tampoco está nada mal).

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    TELETRABAJO Y 'SOCIAL MEDIA'

    Las mismas condiciones tecnológicas que hancoadyuvado a la expansión del teletrabajo también hanestablecido un nuevo estilo global de comunicación entrelas personas. Nos referimos a la conectividad en red, a lared internet. Gracias a ella y a través suyo, las personas,las empresas y las instituciones públicas establecen entresí vínculos de todo tipo, ya sean de producción (tele-trabajo), de relación personal (Facebook) , de búsquedade información (Google), etc. Estas vinculaciones son

    actividades que se trasladan a la red desde parámetrosy estilos comunicacionales anteriores al nacimiento deinternet y deben proceder a adaptarse con intuicióny rapidez al nuevo medio (por ejemplo