El suicidio. Una aproximación desde la literatura

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[Ide@s CONCYTEG 6 (67): Enero, 2011] ISSN: 2007-2716 Cómo citar: Gómez Patiño, V.M. (2011), “El suicidio Una aproximación desde la literatura”, Ide@s CONCYTEG, 6 (67), pp. 173-188. 173 ISBN: 978-607-8164-02-8 El suicidio. Una aproximación desde la literatura Víctor M. Gómez Patiño 1 Resumen La sociología de la literatura nos permite entender acontecimientos tanto pasados como del mundo actual; da cuenta de diversos procesos sociohistóricos; el escritor se convierte en vocero de lo cotidiano, dentro de los temas que se pueden encontrar en la literatura se encuentra el suicidio; en algunas novelas está presente el fenómeno, que en cuanto a la técnica, métodos y objetos utilizados en el acto no dista de lo real. Es difícil conocer las causas reales que llevan al individuo al suicidio y, por el temor de la familia al estigma que conlleva el acto, se le atribuye a diversos factores como lo es la enfermedad mental y el alcoholismo. Palabras claves: sociología de la literatura, suicidio. Summary Sociology literature allows us to understand events from the past as well as from today’s world. It tells us about socio–historical processes. So the writer becomes the speaker of the daily. Among different subjects in literature you may find “the suicide”. This phenomenon is present in some novels therefore techniques, methods and used objects are not that different from the real world. Is hard to know the motives that cause somebody into suicide and because of this taboo usually relatives keep in silence to avoid to be rejected. But some possible reasons for this might be mental disorder and alcoholism. Keywords: sociology of the literature, suicide. 1 Profesor Egresado de la carrera de sociología de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM. [email protected]

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Artículo de Víctor M. Gómez Patiño centrado en el tema del suicidio visto desde un enfoque literario.

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[Ide@s CONCYTEG 6 (67): Enero, 2011] ISSN: 2007-2716

Cómo citar: Gómez Patiño, V.M. (2011), “El suicidio Una aproximación desde la literatura”, Ide@s CONCYTEG, 6 (67), pp. 173-188.

173 ISBN: 978-607-8164-02-8

El suicidio. Una aproximación desde la literatura

Víctor M. Gómez Patiño 1

Resumen La sociología de la literatura nos permite entender acontecimientos tanto pasados como del mundo actual; da cuenta de diversos procesos sociohistóricos; el escritor se convierte en vocero de lo cotidiano, dentro de los temas que se pueden encontrar en la literatura se encuentra el suicidio; en algunas novelas está presente el fenómeno, que en cuanto a la técnica, métodos y objetos utilizados en el acto no dista de lo real. Es difícil conocer las causas reales que llevan al individuo al suicidio y, por el temor de la familia al estigma que conlleva el acto, se le atribuye a diversos factores como lo es la enfermedad mental y el alcoholismo. Palabras claves: sociología de la literatura, suicidio. Summary Sociology literature allows us to understand events from the past as well as from today’s world. It tells us about socio–historical processes. So the writer becomes the speaker of the daily. Among different subjects in literature you may find “the suicide”. This phenomenon is present in some novels therefore techniques, methods and used objects are not that different from the real world. Is hard to know the motives that cause somebody into suicide and because of this taboo usually relatives keep in silence to avoid to be rejected. But some possible reasons for this might be mental disorder and alcoholism. Keywords: sociology of the literature, suicide.

1 Profesor Egresado de la carrera de sociología de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM. [email protected]

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Morir es un arte, como todo. Yo lo hago excepcionalmente bien. Tan bien que es una barbaridad. Tan bien que parece real. Se diría, supongo, que tengo el don.

Sylvia Plath

Introducción

entro de las bellas artes, es sin

duda la literatura la que nos

permite dar cuenta de una época

determinada: ideologías, tradiciones,

costumbres, conflictos, además de llevar un

registro de los diversos procesos

sociohistóricos vividos a lo largo del tiempo;

la literatura asociada a la sociología, adquiere

importancia debido a que se presenta como

un analizador y/o reflejo del desarrollo

económico, social, político o cultural de un

determinado tiempo, por lo menos en el que

se desenvuelve el escritor, el cual mediante su

obra puede dar cuenta de su modo de actuar,

de pensar, de lo que acontece a su alrededor,

en su propia vida y la forma en que el escritor

organiza la misma. A decir de Pospelov, “la

literatura es, […] el arte que mejor se presta

al estudio sociológico. Las obras literarias

son los depósitos más transparentes del

pensamiento creador; en su fondo brotan las

fuentes de la vida social que las nutren”

(Pospelov, 1984: 80).

La sociología de la literatura como análisis de

la sociedad, da cuenta de la situación y

condición que rodea al hombre dentro de la

misma y el grupo al que pertenece el escritor,

aunque si bien es cierto, el autor es parte de

su obra, ya sea como el personaje

protagonista, como narrador o como un

espectador más de lo que pasa ante sus ojos;

muestra sus sentimientos, la realidad, su

realidad; y en otras tantas ocasiones la crea a

partir de historias y vivencias:

Los escritores y los poetas han consagrado paulatinamente, más que todos los demás creadores de obras de arte, lo esencial de su pensamiento y de su curiosidad a los grandes problemas sociales de su tiempo. A menudo han tomado parte activa en los movimientos sociales de su época y han expresado con todo esmero sus convicciones en su correspondencia, en sus diarios íntimos y hasta, frecuentemente, en la prensa (Pospelov, 1984:77-78).

El escritor como un miembro más de un

grupo, puede darnos una reproducción de los

rasgos de la sociedad en la cual se ubica,

aunque ésta sea de manera subjetiva

(valores), puede dar testimonio de diversos

procesos, se convierte de observador a

narrador de la historia, de lo social y de la

vida de otros; es a través de los personajes

que podemos conocer estos procesos, en

ocasiones su actuar en determinadas

situaciones sirve para tomar una postura

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frente a una situación similar e incluso puede

llegar a proceder de la misma forma que

algún personaje ya que, en muchas ocasiones

“el lector [....], ve los personajes como si

fueran hombres de carne y hueso, como si

fueran responsables de sus actos, y los juzga,

y se juzga sus acciones y actitudes con

arreglo a sus propias opiniones y simpatías o

antipatías sociales” (Goldman, 1984: 50).

Es por medio de la novela que el escritor se

vale para que podamos apreciar eso que

quiere mostrarnos, ya que “la novela está

capturada en las redes de la realidad

inmediata y sólo puede reflejarla” (Fuentes,

1976: 14), y como tal es un retrato de lo que

está viviendo, de lo que percibe el escritor, el

cual nos lo muestra con una intención de

manifestarnos esa realidad, su vida, su

existencia; a decir de Carlos Fuentes, el

escritor actúa como “el portavoz de quienes

no pueden hacerse escuchar, que siente que

su función exacta consiste [...] en documentar

la realidad de su país” (Fuentes, 1976: 12),

forma una extensión de los que no pueden

estar presentes con alguna obra, de la realidad

negada y que, no puede ser mostrada al

mundo más que por algunas obras literarias.

En su andar, el escritor tiene diversas

experiencias, puede haber vivido, participado

o tener conocimiento de revoluciones,

guerras, conflictos económicos que en un

momento determinado sirven para poder

realizar su creación, además de que ésta se

puede ver impregnada por el sentir del

pueblo, de su comunidad, inclusive puede

llegar a ser una forma de denuncia, de

expresar lo que hasta entonces no se ha dicho.

La escritura le sirve para realizar críticas a

instituciones, personajes públicos, otras

novelas, su vida e inclusive a otros escritores;

la novela, menciona Kundera, no es otra cosa

que “la gran forma de la prosa en la que el

autor, mediante egos experimentales

(personajes), examina hasta el límite algunos

de los grandes temas de la existencia”

(Kundera, 2004: 158). Los escritores utilizan

la novela como el mejor medio del que se

pueden valer para poder explicar, crear y

reflejar la realidad; en donde existen

únicamente “tres posibilidades elementales

del novelista: cuenta una historia, describe

una historia o piensa una historia” (Kundera,

2004:154), además de que le permite poder

cuestionarse sobre su propia existencia, su

forma de ser ante el mundo y como lo asume.

Suicidio y literatura

El presente trabajo surge del interés por el

fenómeno del suicidio.2 De su relación entre

2 Producto del desarrollo de una investigación en la FES Acatlán. El proyecto tiene por título “Condiciones sociales de la dinámica familiar y los actuales patrones de violencia institucional” y está a cargo del Dr. Víctor Alejandro Payá y el Dr. Marco Antonio Jiménez, dicho proyecto cuenta con cuatro vertientes entre ellas la del suicidio, la investigación se llevo a cabo en el Servicio Médico Forense del Distrito Federal.

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la realidad observada y la literatura y de

cómo esta última refleja y organiza el mundo,

educa y nos permite entender tanto

acontecimientos pasados como del mundo

actual, “la literatura se distingue, de las

demás artes por su contenido intelectual.

Cuanto más evoluciona la sociedad y cuanto

más se ramifican las relaciones sociales, las

corrientes de ideas y la vida del espíritu, más

se enriquece, amplía y profundiza el

contenido intelectual de la vida humana”

(Pospelov, 1984: 77). El escritor como vocero

de lo cotidiano y de la realidad, plasma en su

obra temas y problemas sociales los cuales a

través de los años no carecen de importancia

ya que están vigentes en cada sociedad,

dentro de los temas y eventos que podemos

encontrar en la literatura se encuentra el

suicidio; en muchas novelas podemos

encontrar este fenómeno, que en cuanto a la

técnica, métodos y objetos utilizados en el

acto no dista de lo real. En algunos casos, no

se entiende ni se logra explicar el por qué

algunas personas decidan terminar con su

vida, Durkheim menciona que el suicidio es

“una cosa demasiado íntima, para que pueda

ser apreciada desde fuera” (Durkheim, 2006:

33) además de que en la mayor parte de los

casos la explicación del evento queda en

manos de terceros: familiares, amigos y

peritos. Es difícil conocer y entender los

motivos que llevaron al individuo a este

desenlace, incluso hubo épocas en que se le

atribuía a alguna posesión; el suicidio no

siempre fue visto como un acto consecuencia

de un mal o como pecado.3**

En algunas de las tragedias de la Grecia

antigua, Sófocles por ejemplo, hace alusión a

dos suicidios dentro de sus obras: el primero

aparece en Edipo Rey, esta tragedia adquiere

una importancia relevante sobre todo en el

terreno psicoanalítico con el complejo de

Edipo. En el desarrollo de la obra, Yocasta al

enterarse de que era esposa y madre del rey

da fin al infortunio sufrido por el destino, se

corta el cabello y con una cuerda trenzada se

cuelga, Edipo la bajará y quitará los broches

de su manto para herirse los ojos y así perder

la vista, prefirió quedar en la obscuridad a ver

los crímenes que había cometido (Sófocles,

1987: 112).

Otro caso es el de Áyax, el cual pretende

acabar con la ignominia sufrida, al darse

cuenta del engaño de que ha sido víctima por

parte de Minerva en apoyo a Ulises, además

de ser un castigo por haber insultado y

menospreciado a los dioses; así busca una

3 En la antigüedad el sentido del suicidio era diferente a como lo conocemos en la actualidad, Brown menciona que “en la Grecia Antigua poner fin a la propia vida no se consideraba un acto detestable, pero era preciso tener buenas razones para justificarlo” (Brown, 2001:24); como ejemplo de ello encontramos a varios personajes griegos que se privan de la vida: Diógenes, Demóstenes, Sócrates y Séneca, este último se corta las venas de brazos y piernas y, mientras está dentro de una tina con agua caliente, sigue hablando a sus discípulos, quienes escuchan sus enseñanzas hasta el último momento. Entre los griegos, tradicionalmente la cicuta era el principal elemento utilizado para privarse de la vida, esto se debía a que el efecto del veneno era inmediato.

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muerte digna, y la única forma la encuentra

por propia mano para terminar así con sus

males, como se aprecia en la obra:

Áyax: […] Vergonzoso es que alcance larga vida el hombre que no se esfuerza en salir de la desgracia. ¿Qué placer puede dar un día que viene tras de otro día sumándosele y agregándosele, que no sea el de morir? Yo en nada puedo estimar al hombre que se alimenta de vanas esperanzas; porque o vivir con gloria o morir heroicamente, es lo que debe hacer el noble (Sófocles, 1987: 29).

El cuerpo de Áyax sufre la sentencia por

parte de Menelao y Agamenón de no ser

sepultado y quedar a su suerte en los valles.

En casos como el de Áyax se “hace del

suicidio, no tan sólo una licencia, sino en

muchos casos un deber” (Landsberg, 1995:

101), existe un desapego por la vida, no es

necesario pensar perderla cuando es necesario

entregarla, es considerada una muerte libre y

honorable, no existen presiones para llevar a

cabo el acto.

En la antigüedad “cuando la compulsión

interior se hacía insoportable, la cuestión ya

no era matarse o no, sino cómo hacerlo con la

mayor dignidad, valentía y estilo” (Alvarez,

2003: 76), así pues, Áyax muere acorde a su

estatus de guerrero, Tecmesa lo encontraría

con la espada envainada en su pecho. Los

métodos utilizados tanto en el caso de

Yocasta como en el de Áyax tiene

considerables diferencias, “la espada tenía

una connotación de muerte honorable, de un

digno regreso a la tierra, pero la soga dejaba

el cuerpo suspendido entre el cielo y la tierra

y por eso se consideraba una muerte

indecorosa” (Brown, 2001: 46); además de

que el suicida debía tener alguna razón o

justificación válida para privarse de la vida,

en caso contrario eran considerados como

indignos, asimismo no podían recibir las

exequias correspondientes a cualquier

difunto; en su lugar, el cuerpo era en

ocasiones destazado o simplemente expuesto

en alguna encrucijada para que estuviera a la

vista pública y, con castigo a aquel que le

diera sepultura al cadáver; a los familiares se

les incautaban propiedades y toda posesión

material que tuvieran. La iglesia podía alegar

la posesión del cuerpo por algún ente

demoniaco, el cual provocaba que el sujeto

no tuviera control sobre su actuar, además de

que no se podía concebir el hecho de que

terminaran con su vida por propia mano.

El estigma del suicidio, menciona Brown

nace con el cristianismo, este tipo de muerte

se asocia con Judas, el cual se da muerte

colgándose tras haber traicionado y vendido a

su maestro, “considerándose una muerte

mala, cobarde o femenina” (Brown, 2001: 27)

debido a una vida llevada en forma incorrecta

y actos deshonrosos que pudo haber

cometido; la vida llegó a concebirse como un

bien divino, el darse muerte a sí mismo o por

lo menos el intentar privarse de la vida se

consideraba un atentado contra la divinidad y

sus mandatos, pues “si la vida es un bien

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dado al hombre por su Creador, es Dios quien

la concede y es Dios quien la quita” (Cohen,

2007: 29), incluso en ocasiones el acto se

hacía público. Hoy en día, el suicidio, “de ser

un acto heroico, pasa a ser uno irracional,

destructivo y clínico haciendo problemática

la posibilidad de su contemplación pública”

(Brown, 2001: 50); aunque en la actualidad

cierto tipo de suicidios, sobre todo en la

personas mayores puede ser considerado

como antaño: una muerte digna; la mayoría

de la gente de edad avanzada, lo lleva a cabo

como una salida a sus padecimientos y el

evitar seguir sufriendo con sus enfermedades

ya que, éstas afectan desde el funcionamiento

de órganos vitales hasta la perdida de la

movilidad, al grado de ya no poder

desplazarse; se piensa que con el acto la

familia queda liberada, ya no se absorberá el

tiempo de los otros, ni se generarán gastos

económicos en medicamentos, en algún

instrumento ortopédico, etcétera, para que se

puedan mover: dejan de ser una carga y un

estorbo; se entiende que en estos casos “el

suicidio […] suele ser impulsado por motivos

válidos: la vida humana puede ser

desdichada, y la prolongación de la

existencia, indeseable. Nadie pone fin a una

vida valiosa, sino sólo a una vida que se tornó

una carga” (Cohen, 2007: 158).

El suicidio de los personajes dentro de la

literatura y en particular dentro de la novela,

se encuentra impregnado por la imaginación,

la cercanía o conocimiento de algún evento

de esta índole que tuvo el escritor y que le

permite utilizar dicho evento como un pasaje

más dentro de su obra o un recurso para

culminarla. De la misma forma que en la vida

real, en las novelas cada acto mortal tiene

características distintas que lo hacen único,

los personajes bien pueden ser una extensión

imaginaria del autor, como refiere Eco “un

personaje de novela debe ser, […] un hombre

como cualquiera de nosotros, y aquello que

pueda sucederle debe ser tan imprevisible

como lo que puede sucedernos a nosotros”

(Eco, 2004: 229).

Con Shakespeare, en el teatro, el suicidio

aparecerá de manera diferente: el más famoso

de los suicidios que escribe el inglés es el de

los amantes de Verona, los cuales sólo podrán

reunirse y concretar su amor con la muerte; el

envenenamiento y una puñalada serán el

vehículo que los llevará a su encuentro, sus

respectivas familias ya no podrán intervenir

para que estén juntos. Por otra parte, en

Hamlet el suicidio aparece como una salida a

las aflicciones y la desdicha de Ofelia; ésta

pierde a Hamlet, el cual es desterrado y presa

de una supuesta locura, además de la muerte

de su padre Polonio a manos de su amado: el

príncipe Danés. Ofelia escoge un río para

terminar con su vida, la reina y madre de

Hamlet (Gertrudis) es portadora de la

noticias, le menciona a Laertes que su

hermana murió ahogada describiéndole el

acontecimiento:

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Reina: donde hay un sauce que crece a las orillas del arroyo, reflejando en las ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allá se dirigió, fantásticamente coronada de flores silvestres, violetas, margaritas y grandes flores púrpuras a las que los indecentes labradores les dan un grosero nombre, y las modestas doncellas las llaman “dedos de muerto”. En cuanto llegó se quitó la corona y quería colgarla de las pendientes ramas, cuando se tronchó un envidioso brote, y ella cayó al torrente fatal con todo y sus rústicos adornos. Sus ropas, huecas y extendidas, la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, en tanto iba cantando pedazos de canciones antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible mantenerse así por mucho tiempo, porque sus vestiduras, pesadas por el agua que absorbían, sumergieron a la infeliz, silenciando su melodioso canto con la muerte (Shakespeare, 2005:127).

Ofelia seguirá con tranquilidad el recorrido

del río siendo arrastrada por la corriente, el

agua es elemento que brinda la tranquilidad

de la muerte, Bachelard menciona que “es el

elemento de la muerte joven y bella, de la

muerte florecida y, en los dramas de la vida y

la literatura, es elemento de la muerte sin

orgullo ni venganza” (Bachelard, 2003: 128).

Ante el conocimiento de obras precedentes

algunos escritores como Dostoievski hará

alusión dentro de su obra al suicidio de

Ofelia: Adelaida Ivanovna Miusov madre de

Dimitri Karamazov termina suicidándose, “en

una noche de tormenta, se precipitó desde lo

alto de una roca a un río torrencial y profundo

en el que pereció víctima de su imaginación,

sólo por parecerse a Ofelia de Shakespeare”

(Dostoievski, 1972: 26). Los motivos,

menciona Dostoievski son por el desprecio

que siente hacia su marido ya que, él no le

amaba, habiéndose casado con ella

únicamente por obtener una buena dote y una

buena posición social, misma que le sería

concedida al introducirse en una buena

familia. Ella lo abandona dejándole a cargo al

hijo de ambos: Dimitri. El actuar de Feodor

Pavlovitch Karamazov tras recibir la noticia

de la muerte de su esposa fue inesperado: […] estaba borracho cuando le dieron la noticia de la muerte de su mujer. Dicen que corrió a la calle y comenzó a gritar con alegría, levantando los brazos al cielo: «deja morir ahora a tu servidor». Otros dicen que sollozaba como un niño hasta tal punto que daba pena verle, a pesar de la repugnancia que inspiraba. Es muy posible que las dos versiones sean verdaderas; es decir, que se regocijase por su liberación llorando a su liberadora (Dostoievski, 1972:28).

En los diferentes casos se observa que los

métodos, lugares y objetos utilizados por las

personas en los suicidios son muy variados,

cada una le imprime un sello o marca

particular al acto, se puede inferir que estos

no son seleccionados de manera fortuita

“siempre hay razones particulares para que

alguien prefiera morir de una manera y no de

otra” (Alvarez, 2003: 283).

Tanto los métodos como los objetos

utilizados para privarse de la vida son

diversos e infinitos, el fin es dejar de existir

sin importar el cómo; una agujeta, corbatas,

algún lazo para tender la ropa, el cordón de

algún cortinero, las mangas de alguna

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sudadera, la cadena de castigo del perro, la

ingesta de sustancias: medicamentos,

fertilizantes, raticidas así como algún

concentrado para limpieza de la casa e

inclusive cualquier ventana o azotea de un

edificio servirá para dar el salto que

conducirá de manera infalible a la tan

anhelada muerte. Las técnica en contra del

cuerpo son variadas, los individuos llegan a

crear novedosos sistemas que les permitirán

quitarse la vida de manera instantánea. La

imaginación y la creatividad estarán presentes

para poder inventar aparatos que pueden ir

desde una ingeniosa máscara de gas, sistemas

de cuerdas atadas en uno de sus extremos al

cuello y el otro extremo a los pies y, hasta

accionar una escopeta con una cuerda atada a

los pies.

La mayoría de las personas prefieren llevar a

cabo el acto en la comodidad de su casa ya

que, es un lugar en donde es seguro que

encuentren el cuerpo y no terminen en la fosa

común; otras personas se privan de la vida en

oficinas o lugares de trabajo por lo general en

un horario donde no se encuentra nadie en el

lugar, pero con seguridad los encontraran al

día siguiente cuando se inicien las actividades

cotidianas y por último, hay individuos que

prefieren terminar sus días en vía pública,

donde se presenta una exhibición del cuerpo,

además de que en la calle cualquier lugar

puede ser propicio para encontrar la muerte:

arrojarse desde algún puente vehicular o

peatonal, alguna reja, banca o árbol de algún

parque e inclusive se llegan a encontrar

cuerpos en las escaleras dentro de las

alcantarillas.

Las armas de fuego han sido siempre las

preferidas por los hombres, en cambio las

mujeres utilizan métodos que no implican

demasiada violencia, prefieren la tranquilidad

que posiblemente les puedan brindar los

fármacos como lo son los somníferos y

tranquilizantes; ejemplo de lo mencionado es

el joven Werther, el cual se da un tiro en la

cabeza, el suicidio no le era tan indiferente

como una forma para perder la vida,

anteriormente había pedido unas armas y

había estado jugado con ellas, las armas

ocupadas para el acto eran las de Alberto

(rival en amores, y al cual le pertenecía el

amor de su amada Lota).

Al igual que antaño, el estigma del suicida

permanece hoy en día, el evento se trata de

cubrir, familiares o personas cercanas son las

más expuestas a ser señaladas por lo que, se

busca la manera de ocultar el acto; “fue un

lamentable accidente” declaran

frecuentemente los familiares del suicida o

atribuyen su actuar a alguna deficiencia de

índole mental. En el caso de que el suicida

perteneciera a una familia acomodada y

tuviera una buena posición económica, le

facilitaba tener ciertos cánones con respecto a

los ritos funerarios; es el caso de Ofelia,

dentro del cementerio dos enterradores se

preguntan entre sí por los privilegios de los

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cuales gozaba ya que no sería expuesta en

algún cruce como era la costumbre ante esos

casos, incluso se permitió que el cadáver de

Ofelia portara atuendos de gala:

1er. Enterrador: ¿Y ha de sepultarse en cristiana tierra la que deliberadamente buscó su propia muerte? […] ¿Cómo puede ser, a menos que ella se haya ahogado tratando de salvarse? 2º. Enterrador: Así lo han creído 1er. Enterrador: Debe haber sido “en defensa propia”; no puede haber sido de otra manera. Aquí está el punto de la dificultad. Si yo me ahogo voluntariamente, esto supone una acción, y toda acción consta de tres partes, que son: hacer, actuar y ejecutar, de donde se infiere que ella se ahogó voluntariamente (Shakespeare, 2005: 129).

Los allegados de un suicida tanto en la

antigüedad como en la actualidad pretenden

darle sepultura al cadáver, para que este

pueda descansar en paz y que de cierta forma

esté presente en sus vidas, que pueda

permanecer en algún sitio donde pueda ser

visitado ya que, “la tumba es todavía una

morada, una morada que los vivos visitan

piadosamente. Un muerto semejante no está

del todo ausente” (Bachelard, 2003: 117).

En el caso de Werther, fue enterrado en el

sitio donde lo pidió. Ningún miembro del

clero lo acompañó, como era de suponerse,

por el atentado en contra del mandato divino.

Para Werther era la única salida a los

tormentos y sufrimiento, por un amor no

correspondido, opta por sacrificarse para que

Carlota tenga tranquilidad, el joven escribe:

“es preciso que desaparezca uno de nosotros

tres, y éste, quiero ser yo. ¡Oh amiga mía! En

este corazón, de hecho presa de tantos

tormentos, ha pasado algunas veces la idea, el

deseo furioso, de inmolar a tu marido…

¡Tú!... ¡Yo!... Pues bien, ¡sea pues, yo!”

(Goethe, 2009: 367); Werther desea la muerte

de Alberto para al fin poder estar con Carlota,

sin embargo la amistad que le une a él, el

amor que le profesa a ella será lo que lo

llevará a tomar la decisión de ser él el

sacrificado para que la pareja sea feliz. El

abandono y el sentimiento de soledad está

presente en muchos casos de suicidio, los

individuos al no contar con el apoyo de nadie

no encuentran sentido a la vida tomando el

camino más corto a lo que será la reunión con

sus seres queridos o piensan permanecer en

algún lugar en donde los esperarán, existe la

creencia en la posibilidad de una vida futura

más allá de la muerte, el acto es “una huída

en la cual el hombre trata de reencontrar el

Paraíso perdido, en lugar de querer merecer el

Cielo” (Landsberg, 1995: 127), aunque

también existe la posibilidad de que las malas

acciones puedan conducir al infierno,

creencia que está sobretodo presente en la

religión católica.

Para Werther la idea del suicidio no era del

todo una opción errada, anteriormente ya

había pensado cortarse las venas; acción que

se oponía a lo expuesto por Alberto, quien

consideraba el suicidio “una debilidad, como

una falta de ánimo, porque en conciencia, es

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más fácil el morir que el soportar con valor y

firmeza una vida llena de amarguras y

padecimientos” (Goethe, 2009: 311); es el

sinsentido de la vida, el absurdo del que habla

Camus (Camus, 2009), el confrontar un

estado del espíritu con el mundo real;

decepción propiciada por una concepción

diferente a la del mundo en que se vive y en

el que al igual que en la literatura “todo es

dado para ser comprendido y sin embargo,

como en nuestra misma vida, no hay

finalmente nada para comprender” (Barthes,

2006: 160).

Al igual que Werther, existen casos en donde

el suicida manifiesta con antelación los

deseos de privarse de la vida: escribe notas,

reparte sus bienes e inclusive puede llegar a

tener intentos previos al efectivo; cabe

mencionar que no todo intento de suicidio

tiene como fin la muerte, en algunos casos

menciona Menninger, “barruntamos un

inconsciente deseo de no morir –o, más

correctamente, la ausencia del deseo de

morir- en los muy frecuentes intentos de

suicidio que fracasan a causa de una técnica

defectuosa” (Menninger, 1972: 69) o debido

a que el método utilizado no era certero; el

intento suicida no sólo responde a un error en

lo planeado, sino que puede responder a un

llamado de auxilio que la mayor parte de las

veces se ignora por parte de los familiares.

Antes de cometer el acto, algunos suicidas

piensan en dejar arreglados lo asuntos que

tiene pendientes, en no dejar desprotegida a

su familia y sobre todo con la esperanza de

que algún día podrán reunirse de nuevo con

ellos, en un sitio donde no existan más

problemas y se terminen los conflictos y

males que le aquejan. Werther deja el encargo

y le escribe a su amigo Wilhelm: “he visto los

campos por la última vez y el cielo. Adiós

también madre mía, mi buena madre,

perdóname. Wilhelm, consuélala… ¡Que

Dios se digne bendeciros! Dejo arreglados

todos mis negocios. Adiós otra vez. Ya

volveremos a vernos, y entonces la dicha nos

sonreirá” (Goethe, 2009: 382).

La muerte se presenta como un refugio que

les podrá proporcionar la tranquilidad que

tanto anhelan, ésta se presenta “como una

especie de sueño que nos libera de una breve

e infeliz existencia, que la vida no tiene

sentido si sólo nos esperan sufrimientos y que

lo más razonable en esas condiciones es

ponerle un término” (Cohen, 2007:151). La

muerte se presenta como el sueño eterno el

cual se muestra como una forma placentera

para abandonar la vida, ya no habrá más

sufrimiento, la vida futura se proyecta como

tranquila en un lugar donde serán perdonados

por el acto cometido y los realizados durante

su vida, es una manera de expiar su culpa;

más allá de él no habrá dolor, preocupación

por eventos del mundo terrenal, no habrá

dificultades. En el período de la Edad Media,

menciona Brown “la muerte se veía más

como el paso de una vida a otra (transitus)

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que como un final (terminus), es decir, como

una liberación o incluso como una huida”

(Brown, 2001: 56). Se abandona el mundo

material en búsqueda de la eternidad; la

presencia ya no será de una manera física

pero desde otro sitio podrán velar por el

bienestar de su familia; el “morir… es

dormir… no más. Y con un sueño decimos el

final. Los dolores del corazón y las miles de

aflicciones naturales que nuestra carne

hereda, se acaban. Este momento sería

deseado devotamente. Morir, es dormir… y

dormir, tal vez soñar. […] ese sueño de

muerte que soñamos puede llegar, cuando

hayamos abandonado este despojo mortal”

(Shakespeare, 2005: 71).

Dentro de la religión católica e incluso para

algunas sociedades primitivas, el cuerpo es

sólo la morada de algo más, lo cual es la

esencia de todo ser, que le permite actuar, así

que, aunque el cuerpo quede reducido a

huesos o cenizas la esencia del ser

permanecerá con sus seres queridos y

allegados, continuará brindándoles protección

y ayudarlos en favores cuando sean

requeridos o como a alguien a quien contarle

diversos acontecimientos cuando sea

necesario, aunque también existe el temor a

los muertos ya que se ve en ellos a seres

amenazantes, “se ve en ellos a posibles

aparecidos, a los que hay que satisfacer y

agradar mediante ritos, principalmente para

evitar que causen daño” (Landsberg, 1995:

31). El individuo piensa que al ya no estar

presente físicamente su condición se situará

como un ser inmortal, “por agnóstica o

escéptica que crea ser la persona que proyecte

suicidarse, su acción delata su creencia en

alguna clase de vida futura más soportable

que su vida actual” (Menninger, 1972:19)

quedando presente en la vida de los demás.

Dentro de la literatura también se puede

encontrar que algunos personajes llegan a

dejar cartas, Dostoievski da una descripción a

detalle de lo acontecido y del evento:

Alioscha encontró a su hermano muerto

“encontró a Smerdiakov colgado todavía. En

la mesa había un papel con las siguientes

palabras: «pongo fin a mis días

voluntariamente; no se culpe a nadie de mi

muerte»” (Dostoievski, 1972: 744); evento

posterior a la confesión detallada que hizo a

Iván: el asesinato de su padre mediante

golpes en la cabeza con un pisapapeles de

hierro. El legado del hijo bastardo en relación

a su venganza será tanto hacia el padre como

hacia los hermanos (Iván y Dimitri):

problemas legales (prisión) y el tormento de

haber deseado darle muerte al padre sin tener

el coraje de hacerlo y con ello terminan las

ofensas procuradas por los hermanos hacia

Smerdiakov.

El testimonio de lo ocurrido a Werther

también aparece en sus cartas, situación que

prevalece en la actualidad, en donde, los

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suicidas escriben cartas o mensajes que dejan

sobre algún mueble que esté a la vista de

todos o las entregan a otra persona para que

se la hagan llegar a sus familiares, los escritos

van desde la justificación del acto, aclaración

del por qué llegaron a esa decisión, una

despedida, dejan instrucciones, hasta el

reproche y culpabilizar a determinadas

personas de manera directa. El tiempo es un

factor que juega un papel muy importante, la

situación no es la misma en todos los casos,

muchos individuos planean su muerte con

anticipación, la preparación puede ir desde

escoger el instrumento con el cual se privaran

de la vida; el suicida “escoge su hora y

medita su plan con mucha anticipación. Ni

siquiera le repugnan los medios lentos. Una

melancolía tranquila y que, muchas veces, no

carecen de dulzura, caracteriza sus últimos

momentos. Se analiza hasta el fin”

(Durkheim, 2006: 323) para que el resultado

sea efectivo y no errar, ya que de ser así y

sobrevivir, pueden quedar secuelas que le

dañarían algunas funciones vitales del

organismo, llegando incluso a perder la

capacidad de movimiento para poder

desplazarse.

En la actualidad la tecnología permite que

cuente con una infinidad de posibilidades

para dejar algún mensaje, se pueden

expresarse mediante escritos, dibujos, videos,

correos electrónicos y mensajes vía teléfono

celular; para algunos suicidas es de suma

importancia dejar algún testimonio ya que,

con estos tratan solucionar los asuntos

pendientes y que después de desaparecer se

dé cumplimiento a su última voluntad,

tratando de se puedan generar conflictos entre

sus familiares, incluso pueden hacer

recriminaciones por deudas, relaciones

afectivas o de carácter amoroso; con las

cartas o mensajes póstumos se puede inferir

los motivos, circunstancias en que acontece el

evento, cual es la situación y el sentir que

vive el sujeto para llevar a cabo tal

determinación y lo que pudo provocar tal

desenlace. Por lo general los documentos son

realizados con días de anticipación al evento,

están cargadas de emociones y sentimientos

como puede ser reproches, agradecimientos,

vergüenza, sentimientos de abandono y

venganza, dando a conocer sus malestar

físico, incluso el suicida puede llegar a pensar

que con el acto y su partida se restituye un

orden dentro del grupo familiar, que se

establece la calma y tranquilidad que se

necesita en el grupo, entrega su vida en

sacrificio hacia el bienestar de los demás;

algunas ocasiones la muerte se percibe como

una transición hacia el paraíso, se piensa que

tras su muerte estará mejor en un lugar en

donde no habrá más sufrimiento ni

contrariedades por lo que, si la vida comienza

a verse como un problema al cual hay que

darle una solución, únicamente se puede

resolver dejando de vivir; “el ser humano

siente horror del sufrimiento y busca la

felicidad. Si el hombre se mata, casi siempre

es para escapar del sufrimiento de esta vida

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hacia una felicidad y una tranquilidad

desconocidas” (Landsberg, 1995: 120), el

individuo tiene la creencia de que sus

familiares podrán contar con su presencia

aunque ya no de manera física, esta si será

eterna, y podrán contar con él en cualquier

instante y ante cualquier situación que se les

presente; se cree que de cierta forma puede

ser una victoria sobre la muerte.

El cuerpo pasa a ser un despojo, y en

ocasiones, en el suicidio adquiere la función

de proyectil, la muerte puede ir dirigida a que

otra persona se sienta culpable de que se

llegue a tomar esa decisión, dejando

remordimientos y culpas por no haber

prestado la atención ni cedido ante la otra

persona, sin duda, el cuerpo tiene relevancia

en el acto puesto que, los suicidas además de

dejar cartas, mensajes y notas impresas en

papel, también pueden utilizar el cuerpo cual

lienzo para plasmar con tinta algún mensaje.

Conclusión

La literatura referente al suicidio es extensa,

filósofos y escritores además de llegar a

atentar en contra de su vida al grado de

perderla, llevan a algunos personajes dentro

de sus obras a tomar la misma decisión, están

condenados a tener el mismo fin; la novela se

convierte en “el paraíso imaginario de los

individuos. Es el territorio en el que nadie es

poseedor de la verdad […], pero en el que

todos tienen derecho de ser comprendidos”

(Kundera, 2004: 175), escritores crean y

representan el mundo en que habitan, Barthes

menciona que “la literatura se afana por

representar algo. ¿Qué? Yo diría brutalmente:

lo real” (2004: 127); es precisamente la

novela la que nos permitirá conocer eventos y

temas que han transcurrido a lo largo de

nuestra existencia, mediante la literatura, el

lenguaje y la creatividad del escritor,

podemos observar que algunos problemas

persisten en la actualidad.

Aunque no toda la gente piensa en morir,

unas personas si se preparan para el final,

piensan en dejar en orden sus asuntos

mediante testamentos, más aún cuando

conocen el mal que los llevará a terminar con

su existencia; no obstante, asumen el hecho

de continuar viviendo, tal vez ante el temor

de dejar desprotegida a su familia y por no

saber qué puede pasar más allá de la muerte,

eligen soportar las intemperancias que tienen

en la vida; “¿quién podría tolerar tanta

opresión, sudando y gimiendo bajo el peso de

una vida agotadora, si no fuera por el temor

de que existe una cosa más allá de la muerte:

el desconocido país, de cuyos límites ningún

viajero regresa, que nos llena de dudas y nos

hace sufrir esos males que tenemos, antes de

ir a buscar otros que no conocemos?”

(Shakespeare, 2005: 71-72), existen

individuos que prefieren no esperar a que la

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muerte les llegue de manera natural o pensar

que pueda alcanzarlos de manera accidental y

prefieren darse muerte por sí mismos y

terminar con sus problemas, optan por

liberarse de los males que les aquejan y de

liberar a la familia del sufrimiento o por el

contrario de culparlos de su muerte.

El suicidio es un fenómeno de interés para

diversas disciplinas, ya sean éstas de carácter

jurídico, político, filosófico, histórico,

psiquiátrico, médico, literario e incluso hasta

de índole religioso, a decir de Barthes “todas

las ciencias están presentes en el monumento

literario. Por esto puede decirse que la

literatura, […] es absoluta y categóricamente

realista: ella es la realidad, o sea, el

resplandor mismo de lo real” (Barthes, 2004:

124), la mayoría trata de indagar las causas

de obrar de los individuos, los cuales buscan

deliberadamente autoinfligirse daño al grado

de privarse de la vida; para la sociología es de

gran interés por considerar que el fenómeno

responde esencialmente a causas sociales y

no como anteriormente se asumía, que era

únicamente un acto individual; “lo que busca

son las causas por medio de las que es posible

obrar, no sólo sobre los individuos

aisladamente, sino sobre el grupo”

(Durkheim, 2006: 45).

Reproche, venganza, problemas de índole

amoroso, económico o familiar, enfermedad

física o mental; realmente es difícil conocer

la etiología del suicidio, cada una de las

disciplinas tendrá una postura diferente y

realizará aportes que posiblemente ayuden a

conocer más sobre el fenómeno ya que, no

existe sociedad alguna que esté libre del

fenómeno del suicidio; Durkheim trata de

desmitificar todo lo que rodea al fenómeno,

menciona que los factores naturales (factores

cósmicos), económicos y congénitos no son

los principales elementos que predisponen a

los individuos para matarse, que “no es

precisamente el medio físico el que la

estimula de una manera directa; sobre todo,

no es él el que marca su huella en la marcha

de los suicidios. Esta marcha depende de

condiciones sociales” (Durkheim, 2006: 128).

Muchos de los factores que se pensaban eran

la causa de que una persona se prive de la

vida no lo son realmente ya que, el fenómeno

tiende a estar encausado por el ámbito social

en que se desenvuelve el individuo, por las

relaciones que sostiene con los demás

integrantes del grupo; no se niega la

existencia en algunos casos de enfermedades

de índole mental, las cuales colocan al

individuo en una estado de vulnerabilidad que

le permita llevar a cabo el acto. La muerte,

cuando llega de manera inesperada, cuando la

persona se encuentra en condiciones

favorables en cuanto a salud se refiere, se

percibe como algo increíble y a su vez como

algo que horroriza, imposible de creer,

“únicamente la experiencia de la muerte del

otro nos enseña lo que son, cualitativamente,

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la ausencia y el alejamiento” (Landsberg,

1995: 42).

Aunque las prácticas hacia los cuerpos y

familias de los suicidas han cambiado, estas

quedan devastadas, con el estigma y la

vergüenza por lo acontecido, en muchos

casos se trata de justificar el actuar del

individuo, se suele “atribuir el suicidio a una

enfermedad mental excusa y, aparentemente,

desestigmatiza el hecho como la

consecuencia no deseada de la enfermedad, al

mismo tiempo lo incrimina y estigmatiza de

nuevo como una temida manifestación de la

locura” (Szasz, 2002: 24).

Las afectaciones de tipo mental están

presentes en los individuos, pero son en un

número reducido y no como reflejan las

estadísticas, ya que estas se elaboran en base

a la declaración de los familiares, los cuales

arguyen que el deceso se debió a un mal de

esta índole; comentan que el suicida llevaba

años padeciendo alguna enfermedad y que se

encontraba en tratamiento psiquiátrico. En

algunos casos, sobre todo de los suicidas que

ingieren sustancias o medicamentos, la

muerte les llega cuando se encuentran en el

hospital, debido a que la dosis no es

suficientemente letal para causar la muerte de

una manera instantánea, pero no por esto deja

de ser suicidio, la intención y el fin del acto

es quitarse la vida, pues “se mata uno lo

mismo rehusando alimentarse, que

destruyéndose por el hierro o por el fuego, y

no es tampoco necesario que el acto

producido haya sido el antecedente inmediato

de la muerte, para que ésta pueda ser

considerada como efecto suyo; la relación de

causalidad puede ser indirecta, sin que el

fenómeno cambie por esto de naturaleza”

(Durkheim, 2006: 32).

Existen algunos casos en donde los familiares

declaran que antes del evento, el suicida

había escuchado sobre algún caso por lo que,

refieren a que posiblemente el acto fue por

imitación, “en realidad, lo que puede

contribuir al desarrollo del suicidio […] no es

el hecho de hablar de él, sino la manera como

se habla [de él]” (Durkheim, 2006: 152), ya

que se puede ejercer una influencia en el

individuo por conocer este los por menores

del acontecimiento o por el hecho de

cuestionarse sobre la vida o por la muerte;

situación similar a la que se le atribuyó al

libro de Goethe, debido a que muchos

jóvenes que tenían problemas de índole

amoroso y lo habían leído, tomaban la misma

salida que Werther.

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