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El sorprendente Jesús de Marcos (lectura del evangelio desde el segunldo nlivel) SECUNDINO CASTRO, OCD Universidad de Comillas (Madrid) La sorpresa es 10 habitual en Marcos. Casi ignorado en la historia del cristianismo por considerarle falsamente el «abre- viador» de Mateo, en el siglo pasado muchos pensaron que en él se encontraba la «fuente original» de los otros evangelios o la narración más exacta y aproximada de la realidad histórica de Jesús *. Pero esta sospecha pronto se difuminó en el horizonte de los estudios bíblicos; y si bien se sigue hoy manteniendo casi unánimemente que es el primer evangelio que poseemos, con igual uniformidad se admite que, como los otros, Marcos nos transmite la historia y los hechos de Jesús leídos y orientados desde perspectivas catequéticas y teológicas 1. Marcos fue pro- bablemente el creador del género evangélico 2; esa literatura tan * Para la elaboraci6n de este estudio hemos tenido delante el texto original griego por la edici6n Nestle-Aland, Novum Testamentum Graece, 26 edici6n. Por motivos prácticos hemos transcrito la traducci6n de la Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée, 1975, aunque en alguna ocasi6n nos hemos separado de ella. También, pensando en un público amplio no hemos transcrito palabras griegas, aunque los estudiosos fácilmente podrán localizar los vocablos originales a que nos referimos. 1 Cfr. J. CABA, El Jesús de los evangelios, Madrid, 1977, BAC, pp. 5-6. X. LÉoN-DuFouR, «Los evangelios sin6pticos», en Introducción crítica al Nuevo Testamento, publicado bajo la direcci6n de A. GEORGE y P. GRE- LOT, Barcelona, Herder, 1983, p. 258. 2 «Un giro en la literatura cristiana, un momento clave en la vida de la Iglesia: tal es la impresi6n que produce en el lector el evangelio de Marcos. Con la 'escritura' del evangelio nace un género literario nuevo» (J. AUNEAU, «Evangelio de Marcos», en Introducción a la lectura de la Biblia, 9, Madrid, Cristiandad, 1983, p. 71. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 47 (1988), 9-48.

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El sorprendente Jesús de Marcos (lectura del evangelio desde el segunldo nlivel)

SECUNDINO CASTRO, OCD

Universidad de Comillas (Madrid)

La sorpresa es 10 habitual en Marcos. Casi ignorado en la historia del cristianismo por considerarle falsamente el «abre­viador» de Mateo, en el siglo pasado muchos pensaron que en él se encontraba la «fuente original» de los otros evangelios o la narración más exacta y aproximada de la realidad histórica de Jesús *. Pero esta sospecha pronto se difuminó en el horizonte de los estudios bíblicos; y si bien se sigue hoy manteniendo casi unánimemente que es el primer evangelio que poseemos, con igual uniformidad se admite que, como los otros, Marcos nos transmite la historia y los hechos de Jesús leídos y orientados desde perspectivas catequéticas y teológicas 1. Marcos fue pro­bablemente el creador del género evangélico 2; esa literatura tan

* Para la elaboraci6n de este estudio hemos tenido delante el texto original griego por la edici6n Nestle-Aland, Novum Testamentum Graece, 26 edici6n. Por motivos prácticos hemos transcrito la traducci6n de la Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée, 1975, aunque en alguna ocasi6n nos hemos separado de ella. También, pensando en un público amplio no hemos transcrito palabras griegas, aunque los estudiosos fácilmente podrán localizar los vocablos originales a que nos referimos.

1 Cfr. J. CABA, El Jesús de los evangelios, Madrid, 1977, BAC, pp. 5-6. X. LÉoN-DuFouR, «Los evangelios sin6pticos», en Introducción crítica al Nuevo Testamento, publicado bajo la direcci6n de A. GEORGE y P. GRE­LOT, Barcelona, Herder, 1983, p. 258.

2 «Un giro en la literatura cristiana, un momento clave en la vida de la Iglesia: tal es la impresi6n que produce en el lector el evangelio de Marcos. Con la 'escritura' del evangelio nace un género literario nuevo» (J. AUNEAU, «Evangelio de Marcos», en Introducción a la lectura de la Biblia, 9, Madrid, Cristiandad, 1983, p. 71.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 47 (1988), 9-48.

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peculiar que es propia del cristianismo, aunque él no fuera el primero que pusiera por escrito los sucesos de Jesús.

Parece posible demostrar que en este escrito existen dos planos que recorren toda la obra 3. Uno viene dado por ciertos datos referidos a Jesús. Y el otro por la lectura simbólica, mejor, profunda, con que son entendidos por Marcos. Este segundo nivel da por supuesto la realidad del primero globalmente con­siderado, aunque algunos detalles hayan sido modificados para resaltar mejor la intencionalidad del otro. Como en los demás evangelios, Marcos, en ocasiones, hace una reasunción de datos y los tipifica en algún personaje que, bajo esta consideración, l'esul ta ficticio.

No es fácil en todos los casos justificar científicamente este segundo nivel. Existen no pocos lugares en que esto es del todo innegable. Si determinadas perícopas claves asumen esta orien­tación, no parece temerario suponer que todo el evangelio fun­cione de esa forma. De todos modos, el intentar descubrir este apasionante simbolismo es una pretensión exigida por el hallazgo de la segunda línea de lectura de pasajes centrales.

Pretendemos en estas páginas ofrecer la visión que el llama­do segundo evangelio nos da de Cristo. Tarea que sólo cumpli­remos si logramos descifrar el entramado literario y sus preten­siones. El lector, sin duda, después de una atenta lectura de este evangelio se sentirá impelido a interrogarse: ¿Es el evange­lio de Marcos un conjunto de datos sobre Jesús, de los que se extrae una serie de enseñanzas, o, por el contrario, late debajo de esas aparentes sencillas narraciones y anécdotas un significado especial que constituye el eje de la obra literaria, en la que cada cosa tiene su significado y se orienta a un proyecto que pone al descubierto la verdadera fisonomía del autor como escritor y como cristiano? 4. Si comprobamos que esta última disyuntiva debe ser afirmada positivamente, entonces Marcos ha percibido en cada dato de Jesús una trascendencia y universalidad que los

3 Pueden verse algunos datos muy sugerentes, aunque disiento en mu­chos aspectos, en J. MATEaS, Los Doce y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos, Madrid, Cristiandad, 1982.

4 «Los estudios más recientes sobre Marcos o parte de su obra des­cubren en ella una rigurosa estructura y el uso de un lenguaje cuidado­samente calibrado» (J. MATEas, Los Doce, o. c., p. 31).

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desborda por completo, ocultándose en ellos muchas vivencias y experiencias eclesiales posteriores.

Junto a estos dos niveles es fácil sorprender otros que se cruzan y entrecruzan, aunque nuestra mirada se va a fijar pre­ferentemente en el segundo. El evangelio resulta así un libro arcano para aquellos que se hallan «fuera» de la comunidad, donde se supone que es leído y explicado, Los de «fuera», pala­bra que aflora con cierta persistencia en Marcos para referirse a quienes no se encuentran en el «círculo de Jesús», sólo al­canzarían a comprender el significado del primer nivel, que les serviría de reclamo para acercarse a la comunidad cristiana. Se cumplirían así las palabras del Señor: «A vosotl'OS se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan» (Mc 4,11).

El primer nivel constituiría una aproximación al misterio de Jesús para el hombre que todavía carece de la fe. El segundo iría referido al creyente, y en él se explicaría el sentido profundo de esos hechos que se trascienden a sí mismos. Pero la grandio­sidad de nuestro evangelio no radica en haber sabido leer en profundidad cada dato de la existencia del Señor, sino en ha­berlos ordenado de modo que se produzca un dinamismo pro­gresivo, que se remitan unos a otros, y todo ello dentro de la estructura de una obra literaria bien llevada 5.

Esto nos deja entrever que el evangelista ha jugado con los datos que le han suministrado las fuentes anteriores. Para des­cubrir ese segundo plano, de que venimos hablando, hay que ir más allá de las conclusiones a que pueda haber llegado la historia de lat:i formas. Dicho nivel sólo será posible encontrarle desde la historia de la redacción. En una palabra: Marcos leído desde Marcos 6. Descubrir la intencionalidad de un autor es tarea

5 Cuando decimos obra literaria bien llevada, queremos decir que Marcos ha logrado expresar su pensamiento de forma dinámica y profun­da, aunque la gramática, la sintaxis y el vocabulario sean muy pobres.

«Los múltiples estudios de que hoyes objeto el evangelio de Marcos obligan a reconocer que el texto sólo comunicará sus secretos a quien esté dispuesto a estudiarlo por sí mismo» (J. AUNEAU, Evangelio de Mar­cos, o. c., p. 71).

6 Hoyes insostenible la opinión de BULTMANN según la cual Marcos fue incapaz de dominar la tradición que recibió [Die Geschichte der Synoptischen Tradition, Gotinga, 19677

, p. 375].

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sumamente compleja, y no es sorprendente que a especialistas de renombre, preocupados principalmente por encontrar las fuen­tes, se les escape el juicio formal que sobre ellas emite el último redactor o la finalidad global a la que ordena los datos recibidos.

Adelantamos que la fuerza de nuestra argumentación se apo­yará en una serie de pasajes en que esta intencionalidad se ma­nifiesta claramente demostrable, y en la suma de sugerencias que reclaman una determinada interpretación de aquellos lugares que la dinámica de la obra va exigiendo, junto con algún indicio sospechoso del texto.

Muchas cosas permanecen todavía sin resolver. Marcos sigue siendo misterioso y depal'ándol1os de cuando en cuando alguna que otra sorpresa 7. Creemos que la lectura que proponemos puede contribuir a esclarecer algunos puntos controvertidos. Hace algunos años hicimos este mismo tipo de lectura con el evange­lio de Juan y pudimos comprobar que de esta forma el libro aparecía como un todo, los pasajes recibían nueva luz y el con­junto brillaba más armónico 8.

Sin esta visión de conjunto el evangelio queda reducido a una suma de sucesos escogidos entre muchos, pero sin relación seria entre ellos. En Juan el simbolismo subyacente es fácilmente de­mostrable. En Marcos no lo es tanto, aunque me atrevo a confiar que estoy plenamente convencido de que la lectura que propongo es científicamente más seria que su contraria.

Como hemos dicho, pretendemos encontrar la figura de Jesús en el evangelio de Marcos. Nos situamos de inmediato en el nivel redaccional. No prejuzgamos la historicidad de los sucesos, que deben ser estudiados con otro tipo de análisis, aunque recorda­mos lo ya dicho, a saber: que Marcos los orienta y vincula entre sí en función del mensaje que él intenta transmitir.

Dos HECHOS LLAMATIVOS

Es chocante que el evangelio comience ignorando los oríge­nes humanos de Jesús y finalice sin narrar las apariciones. La

7 Cfr. A. PRONZATO, Un cristiano comienza a leer el evangelio de Marcos, Salamanca, Sígueme, vol. 1, p. 29.

8 Cfr. S. CASTRO, «Hemos visto su gloria. Aproximación al misterio del cuarto evangelio», en Revista de Espiritualidad, 43 (1984), pp. 283-322.

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resurrección de Jesús se proclama, pero no se narra. El final ori­ginal de Marcos sigue siendo indescifrable 9. Las mujeres reciben la orden del joven de vestiduras blancas de comunicar a sus dis­cípulos y a Pedro el anuncio de ir a Galilea donde podrán ver a Jesús, y llenas de temor nada dicen a nadie (Me 16,5-8). El lector se interrogará sorprendido: ¿Entonces cómo se dio a co­nocer la resurrección? Un final así, tan misterioso y lacónico, hace suponer a muchos que el verdadero final se ha perdido 10.

En él se narrarían las apariciones. En este sentido habrían sido redactados los versículos últimos no originales de Marcos. Pero esto no es más que una hipótesis, que por explicarlo todo no explica nada. Lo más probable es que Marcos no haya querido narrar las apariciones, del mismo modo que ha silenciado todo lo relativo a los orígenes humanos de Jesús. Quizá ha supuesto que ambas cosas podrían caer fácilmente en descripciones mito­lógicas, terminando por deformar el significado auténtico de Jesús que él quiere recalcar: 10 divino se manifiesta en el hom­bre Jesús no como una superestructura de lo humano, sino como hondura.

Sea 10 que fuere, estamos ante un hecho innegable: el Jesús de Marcos se revela lleno de misterlos en sus comienzos y en su final. Caben, es cierto, toda clase de suposiciones e hipótesis para dar respuesta a este vacío, pero no se puede poner en duda que, al contrario de los otros evangelistas, ha preferido guardar silencio, aunque un silencio muy elocuente. Quizá nos ha que­rido decir que los orígenes y la resurrección de Jesús se en­cuentran descubriendo su persona 11. Jesús surge de 10 más hondo de Dios y allí toma, cosa que se esclarece por la profun­didad infinita a que ha llevado a lo humano. En esta dirección habría que entender el mensaje del ángel a las mujeres para que advirtieran a los discípulos y a Pedro que para verle resucitado debían marchar a Galilea, a donde él les precedería. La cosa comenzó en Galilea (Hch 10,37). Allí debemos marchar si que­remos ver a Jesús. Pero ¿qué significa ir a Galilea?

9 Nos referimos a 16,6-8. Porque los versículos que siguen, aunque canónicos, no pertenecen a Marcos.

10 Sobre esta problemática, cfr. J. GNILKA, El evangelio según San Marcos, Salamanca, Sígueme, 1986, vol. II, p. 404, nota 699.

II Cfr. J. PlKAZA - F. DE LA CALLE, Teologia de los evangelios de Jesús, Salamanca, Sígueme, 1975, p. 24.

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UN PASAJE CLAVE PARA COMPRENDER A MARCOS (8,22-26)

Después del minucioso estudio del mismo por un autor de nuestros días 12 ha quedado suficientemente demostrado su ca­rácter simbólico. El autor descubre doce detalles -«marcas textuales»- que obligan a entenderlo en perspectivas de símbo­lo. Recogemos algunos. La curación del ciego tiene lugar des­pués que Jesús reproche a sus discípulos que teniendo ojos no ven (8,18). La mención de la aldea que, por 10 que después se dice, no es el lugar de la casa del ciego. El hecho de que la curación tenga lugar en dos momentos, razón por la que quizá los otros sinópticos la omitan. El que Jesús le saque de la aldea, le mande ir a su casa sin entrar en la aldea, al tiempo que se utilizan los mismos términos que en Jeremías (LXX) 38,32 13

Al término aldea corresponde, en el texto de Jeremías, Egipto. El empleo de dos vocablos distintos para referirse a los ojos del ciego, en tanto que, por su parte, éste usa dos verbos para ex­presar la recuperación parcial de la vista, que podría ser para­lelo de Mc 4,12: «Para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan».

Si tomamos a este ciego como simbólico, podría estar en función de significar cuanto sigue: Jesús pregunta a los discí­pulos quién es él (8,27). Pedro responde que el Mesías (8,29). Jesús prohíbe a sus discípulos que se 10 revelen a nadie. Pero Pedro, que cree saber que Jesús es el Mesías, se opone a Jesús cuando éste habla de la necesidad de sus sufrimientos y humilla­ciones (8,32). Con ello demuestra que su idea del mesianismo no es la misma que la de Jesús. Ha logrado percibir algo, pero no lo ve como es realmente. Lo verá claramente cuando acepte la Pasión y la muerte, que ahora rechaza, y acoja la invitación del ángel de ir a Galilea (16,7), adonde nos encon­tramos precisamente cuando Pedro se opone al proyecto de Jesús. Sólo pasando por la cruz se revela la verdadera naturaleza del Mesías. Allí le proclamará el centurión pagano Hijo de Dios (15,39). Hasta aquí Jesús adoctrinando a sus discípulos ha hecho como con el ciego la primera cura, e igual que él ven incorrec-

12 J. MATEOS, Los Doce, o. c., pp. 268-269. 13 Te~to hebreo, Jr 31,32.

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tamente. El ciego veía a los hombres al revés (como árboles que andan) (8,24), y ellos entienden el mesianismo de Jesús también al revés. La segunda parte del evangelio, que va a comenzar (8,31), tendrá por objeto la segunda curación. Sólo al Unal, como el ciego, verán las cosas correctamente. Así queda ilumi" nado el misterio de la aldea (las instituciones israelitas, Israel mismo), que ahora los apóstoles deberán abandonar, como en el texto de Jeremías los hebreos Egipto 14.

Los autores, en general, están de acuerdo en situar en 8,:51 el inicio de la segunda parte del evangelio. A teno!' de Mc 1,1, éste va a tratar de Jesús Mesías, Hijo de Dios 15. Con la confesión de Pedro sobre el mesianismo hemos alcanzado la primera parte. Se trata de una confesión equívoca hecha por un judío,- que se esclarecerá en la segunda parte, cuando un pagano confiese a Jesús Hijo de Dios (15,39).

Las numerosas incongruencias del pasaje quedan totalmente resueltas si el ciego, situado precisamente en la mitad del evan­gelio e ignorado por Mateo y Lucas, comporta un sentido sim­bólico 16. Por otra parte, si el suceso no encerrara esas caracte­rísticas, no es admisible que Marcos narrara un milagro en el que fueran necesarios dos momentos para realizarlo, a estas al­turas del evangelio, cuando ninguna fuerza opone resistencia al poder mayestático de Jesús 17.

EL EVANGELIO PASO A PASO

El ciego de Betsaida tipifica dos momentos en el proceso re­velacionÍstico de Jesús y en la estructura literaria del evangelio de Marcos, que es progresiva. Estamos ante dos niveles de reve­lación. En el primero se presenta a Jesús como taumaturgo, un

14 Gran número de exegetas considera totalmente simbólico este' .relato. 15 La omisión de «Hijo de Dios» por algunos testimonios textuales no

obliga al'echazar la originalidad del mismo según crfticos de solvencia. Cfr. V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, Madrid, Cristiandad, 1980, p. 163.

16 «Pero si no se supone un sentido simbólico de la curación de la ceguera es imposible captar la intención de la redacción de Marcos». J. GNILKA, o. C., p. 367.

11 Esa probablemente es la causa de la omisión por parte de Mateo y Lucas.

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profeta, el Mesías en sentido judaico, en cuya comprenSlOn no entra como elemento esencial la cruz. Se trata del primer acer­camiento a la naturaleza íntima de la persona de Jesús. En el segundo, se expresa la necesidad de la cruz para llevar adelante el plan de Dios. Jesús debe pasar por ella y sus seguidores han de comprender su persona aceptándola. Después de alcanzar el segundo nivel se descubre la profundidad del primero. Por eso el día de la resurrección se invitará a los discípulos a ir a Galilea. El sentido de Galilea se comprende solamente después de haber asumido la situación de Jerusalén.

I. GALILEA, LA AMADA

1. Jesús Mesías, Hijo de Dios, nuevo comienzo de la historia (1,1-15)

Marcos es consciente de que va a narrar la más bella de las noticias (el evangelio). Esta noticia es una historia que, al igual que la del Génesis, ha tenido un comienzo. Marcos inicia su evangelio casi con las mismas palabras que la Biblia griega el Génesis. Pero en realidad «el principio» del Génesis (Gn 1,1) remite a éste (Mc 1,1). Jesús es el principio de la historia. De hecho, el Bautista, que concentra a todos los profetas y es la voz del Antiguo Testamento tiembla ante Jesús (1,7), que viene del misterio. El Antiguo Testamento no es digno de ser ni si­quiera su esclavo; ha sido una tímida introducción a la historia de Jesús. Jesús sustituirá el bautismo del agua por el del Espí­ritu (1,8). Jesús realizará un nuevo Exodo, que tendrá por objeto conducir la historia a su situación primera. Este último dato viene avalado por la alusión al Génesis y por la mención de las fieras con las que convive Jesús (1,13), hecho que había previsto IsaÍas (ls 11,6-9) y que alude al señorío del nuevo Adán sobre la creación entera (Gn 2,20). La escena, además, está calcada en los relatos de Isaías sobre el Siervo de Yahvé. Los cielos se han rasgado (1,10) definitivamente y Dios ha bajado (ls 63,19). Este dato ha de relacionarse con el otro de la cruz, cuando Jesús sea proclamado «Hijo de Dios» por el centurión después de rasgarse la cortina del templo (15,38). Resumiendo, podemos decir que todo el Antiguo Testamento estaba orientado a este momento.

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Jesús brota de lo más interior de Dios: de los cielos que se rasgan y del interior del santuario, después de también rasgado el velo, Jesús es el verdadero Hijo de Dios, la imagen perfecta del hombre (nuevo Adán, principio de la historia), pero revelaní estas características en actitud de siervo, dejándose bautizar como un pecador y muriendo crucificado como un maldito. El nuevo proceso histórico se va a realizar en forma de camino. Ya aquí, en estos versículos, apenas se abre el evangelio, toda la Tierra Santa queda conmovida: Judea, Jerusalén, el desierto, los cielos. Jesús recorrerá por entero este espacio e irá transformando todas las instituciones. Al final, cuando Jerusalén sea destruida, ha­bremos alcanzado la meta,

Decíamos antes que Marcos oculta los orígenes de Jesús, pero ya en este preámbulo nos dice que viene de Nazaret 0,9), del Jordán (1,9), del desierto (1,12), del Padre (1,11), del cielo (1,10) y del Espíritu (1,12). Más tarde afirmará que es «el Hijo de María» (6,3).

La brevísima conexión explícita de Jesús con el Antiguo Testamento quizá intente poner de relieve su casi absolula no­vedad. Con la conclusión del ministerio de Juan, Marcos da por tetwinada la etapa del Antiguo Testamento y Jesús proclama la gran noticia: ¡El evangelio! (1,14).

2. Jesús, nunca sin discípulos (1,16-20)

Antes de la elección de sus seguidores, el evangelista se limita a decir que Jesús proclamaba la Buena Nueva, pero dando a entender que la llamada fue inmediata. Para la redacción evangélica, Jesús ha comenzado su misión rodeado de discípulos. Marcos anota que para el discípulo el quehacer del evangelio exige la renuncia a su estilo de vida anterior. Comporta una dedicación completa y obliga a dejar la propia familia. En pocas líneas se deja traslucir la fuerza de la Buena Nueva, que todo 10 arrasa. La inmediata reacción de los discípulos sólo se explica por la majestad que emanan las palabras y gestos de ese galileo, que habla con suma autoridad y en primera persona. El lector de Marcos ya puede comenzar a interrogarse: ¿Quién es éste?

Como más adelante tendremos ocasión de comprobar, la barca

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y el mar junto con el oficio de pescadores presagian horizontes universales para estos cuatro hasta ahora desconocidos galileos.

A. PRIMER NIVEL DE ACCESO A JESUS (1,21-8,21)

3. Comienza la purificación de Israel (1,21-28)

Algunos rasgos de esta escena, junto con el dinamismo que exigen las siguientes, nos hacen suponer que la curación del en­demoniado está en función de la purificación de la sinagoga, lu­gar donde se exponía la doctrina de la Escritura. Pues bien, en este espacio, a juicio del evangelista, se movían libremente los demonios. El hecho de que resalte que se trataba de «su» sina­goga (1,23), posesivo innecesario en este caso, y que el endemo­niado hable en plural (1,24) nos hace concluir que en la sinago­ga de «ellos» (judíos) había muchos demonios 18. Si después tenemos en cuanta que los allí presentes se admiraban de la auto­ridad y de las palabras de Jesús, fácilmente deduciremos que existía una gran sintonía entre aquellos hombres y los demo­nios, pues éstos no entraban en colisión con las doctrinas que allí se exponían; se sentían muy a gusto en la sinagoga. La acción de Jesús cmando al poseso, se orienta a la pmificacÍón de la sina­goga, que sin él seguiría en poder de Satanás. El primer acto mesiánico de Jesús se ha dirigido a liberal' el lugar donde se revelaba la palabra de Dios.

4. La casa de Pedro, casa de Jesús (1,29-31)

Jesús, sin embargo, no va a utilizar la sinagoga para la pro­clamación de su evangelio. Las sinagogas seguirán siendo pose­sión de ellos (1,39). Va a escoger por casa la de Pedro y Andrés, donde por el momento expondrá la palabra y curará a la gente. Pero al acercarse por primera vez a ella descubre que allí también perviven las fuerzas del mal: la suegra de Pedro se encuentra enferma. Jesús, agarrándola de la mano, la cura (la levantó), y ella se puso a servirles. ¿No estará significando esta mujer, al igual que el poseso anterior, que la casa de Pedro en sus

'8 Cfr. J. MATEaS, Los Doce, o. c., pp. 270-273.

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raíces judías era alcanzada por el mal y que para que Jesús la adopte como su propia casa debe ser previamente purificada? El hecho es que sólo a través de esta acción de Jesús, la casa de Pedro se pone a su servicio. En adelante ya será su casa 19.

A partir de este momento, la «casa» tendrá un reliev= especial en la narración de Marcos.

5. Todo el mundo quiere ir a la nueva casa de Jesús (1,32-34)

En ella Jesús se convierte en un foco de atracción: «La ciu­dad entera estaba agolpada a la puerta» (1,33). La casa, en la que yacía enferma la suegra de Pedro, se convierte ahora en una fuente de donde fluye a raudales la salud. Las curaciones no provienen de la sinagoga, sino de la casa de Pedro, que ahora es ya también la casa de Jesús.

6. De la «casa» a toda Galilea (1,35-39)

Pero Jesús no puede ser retenido en la «casa». Su mlSlOn tiene carácter universal. Por eso cuando Pedro y sus compañe­ros quieren reducir su actividad a la «casa», él les dice: «Vaya­mos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique, pues para eso he salido» (1,38) 20. Y así el evangelio alcanza en seguida toda Galilea; pero la expansión se realiza desde la «casa», a la que se retornará con frecuencia. Induda­blemente, en esta casa Marcos está contemplando a la Iglesia.

7. Jesús libera al temido desierto, lugar de demonios y leprosos (1,40-45)

Acabamos de ver que la gran noticia ha alcanzado la entera Galilea y las sinagogas de «ellos» (1,39), en las que Jesús expulsa a los demonios. Una confirmación más de cuanto antes decíamos

19 Sobre la casa, término de significado peculiar en Marcos, cfr. E. LA­FONT, «Du rassemblement au retrait? La maison dans l'évangile du Marc», en Masses ouvrieres, 362 (1980), 37-47.

20 La Biblia de Jerusalén anota: «Salido de Cafarnaum, V, 35, tal es el sentido inmediato. Pero otro sentido más profundo podría referirse a la salida de Jesús de junto a Dios, Jn 8,24; 13,3; 16,27s.30; cfr. Lc 4,43».

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de la posesión diabólica en que yacían. El presente episodio de la curación de un leproso nos da a entender que Jesús rescata el mismo lugar donde habitan los demonios: el desierto. Jesús, traspasando las leyes judías, «le toca» y le cura. Su fama se extiende de tal manera que ya no puede ir a ninguna ciudad. Tal es su prestigio que todos quieren acercarse a él. Jesús entonces se retira a los lugares desérticos, ésos que hasta ahora eran propios de los demonios y de los leprosos. Y la gente va a buscarle allí. Asi, la majestad de Jesús va ahuyentando todos los mitos y ma­leficios. El evangelio llega al temido desierto. Ya los leprosos no están solos.

En este primer capítulo el evangelio ha alcanzado a todas las zonas de Galilea.

8. Pero Jesús no cabe en Israel (2,1-12)

No pocos detalles de este suceso nos hacen sospechar la orientación claramente simbólica que le ha querido dar el evan­gelista 21. Jesús está de nuevo en la «casa». La multitud es tan numerosa que no permite el acceso del paralítico que traen entre cuatro. De ahí que no se les ocurra otra cosa a los portadores que «destechar el techo» por encima mismo de donde se encon­traba Jesús e introducirle desde allí. La escena no parece posi­ble; pero tiene profundo sentido, si tenemos en cuenta que el número cuatro en Marcos significa la universalidad, o mejor, los gentiles (eL 8,9). Se habla también de que «estaban allí sen­tados algunos escribas» (2,6). Llama la atención 10 de «sentados». Por primera vez aparece la palabra «tierra» (2,10) para hablar del mundo entero; hasta ahora la referencia era Galilea. Se opone la casa de Pedro, donde se halla Jesús, a la del paralítico (2,11). El episodio siguiente tendrá por objeto la llamada de Leví (2,13-14), relacionado expresamente con el mundo gentil. Todo esto significa que la casa que Peclto le ha prestado a Jesús (Iglesia judaica) no es suficiente para él. Por eso hay que cleste­charla, lo que es lo mismo que abrirla a la gentilidad, dejarla abierta de par en par. Los escribas allí «sentados» significa que las autoridades judías han reducido la salvación de Dios a los

21 Cfr. J. MATEOS, Los Doce, o. c., pp. 263-267.

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estrechos márgenes de su pueblo y a su propia interpretación de la Ley. Nos vienen a la mente las palabras de Jesús: «En la cáte­dra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos ... ; quie­ren el primer puesto en les banquetes y los primeros asientos en las sinagogas» (Mt 23,1.6). También los gentiles quieren ver a Jesús (cf. Jn 12,21). Su fuerza y majestad ya no sólo invade Galilea, sino el mundo entero: «Tiene en la tierra poder de perdonar pecados» (2,10). Y por primera vez sale en Marcos la palabra «Hijo del hombre», que pudiera insinuar la dimensión universal del ser de Jesús. El paralítico tipifica la llegada de los gentiles a la «casa» de Jesús. El relato que viene a continuación pondrá aún más en evidencia esta conclw,ión.

9. U/1 gentil en la familia de Jesús (2,13-17)

El contexto y texto mismo de estos versículos favorecen la interpretación de que los refiramos a personas afectas a la gen­tilidad (publicanos y pecadores). Jesús llama a Leví, uno de ellos, para agregarle al grupo de los otros cuatro. Esto se hace en una ambientación muy similar (1,16ss), también junto al mar. El «mar» y la «barca» se relacionan con la universalidad de la doctrina, como tendremos ocasión de ver. El mal' (aquí se trata del lago de Genesaret) separa y une a Israel con los otros pue­blos (cf. 5,1.21).

Después de la elección de Leví se celebra un banquete en la «casa», que ya está abierta a todos. Por eso, el banquete pudo ser en la casa de Leví -el evangelista lo deja en cierta ambi­güedad-, que ya también es casa de Jesús. Al banquete asisten los dos grupos: los de la casa de Pedro (judíos) y los de la casa de Leví (publicanos y pecadores). Ambos grupos festejan gozosos la llamada de Leví (los gentiles) al apostolado.

10. La nueva familia con alegría de bodas (2,18-22)

Ya tenemos constituido el grupo y Jesús se presenta como el Esposo. Es una familia cuyas características principales se encuentran en la alegría y en el amor, en contraposición a la de los fariseos y a la de los discípulos de Juan Bautista. Marcos, como de costumbre, es muy lacónico, pero su narración reZ1.1ma

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alegría, gozo y familia. Dios se ha hecho presente en Jesús como gracia.

11. El grupo de Jesús se siente libre (2,23-3,6)

El suceso de las espigas arrancadas en sábado y el hombre de la mano paralizada curado por Jesús forman un todo. En la primera parte, los discípulos se abren camino arrancando espi­gas 22. Se hacen camino traspasando la Ley, según el juicio de los fariseos, mientras que Jesús afirma que el centl'O de la legis­lación es el hombre (2,27). El sábado, síntesis de las prescrip­ciones hebreas, está orientado al hombre. Los seguidores de Jesús inauguran esta nueva doctrina expresando en sábado toda su libertad. Hacerse camino significa aquí utilizar todos los medios puestos por Dios en favor del desarrollo de la persona, que se siente verdaderamente libre y ella misma con la buena noticia de Jesús. El evangelio no ata al hombre.

En contraposición a esta libertad de los discípulos, en la sinagoga se encuentra un hombre con la mano paralizada (3,1). Da la impresión de que, como en casos anteriores, este tipo de enfermo está personificando toda la sinagoga, que sustenta el sábado, ese día de Dios que no deja ser libre al hombre. Con­traste tremendo entre el hombre de la mano inmovilizada y los discípulos arrancando espigas para hacerse camino. Pero la cosa es más llamativa si tenemos en cuenta el final: los fariseos deci­den eliminar a Jesús porque su doctrina se orienta a dar libertad al hombre (3,6).

12. El grupo de Jesús sigue creciendo (3,7-12)

De todos los lugares de la Tierra Santa vienen a Jesús. El evangelista quiere recalcar que todo Israel está conmovido. Por eso afirma que llegan gentes hasta de los sitios más extremos de

22 «Comenzaron a hacer camino arrancando espigas», así sería la tra­ducción al pie de la letra. Pensamos que Marcos le ha dado una orien­tación peculiar a la tradición recibida. Para todo este asunto, cfr. V. TAY­LOR, Evangelio según San Marcos, o. e., p. 240. Obcecados por el sentido obvio de los otros sinópticos, la mayoría de los exegetas no capta la in­tencionalidad de Marcos. Cfr. Biblia de Jerusalén, nota Me 2,23, que traduce bien, pero interpreta mal.

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Israel, ya colindantes con otros pueblos. Tal es la crecida que Jesús no cabe en su tierra y se ve obligado a suplicar le traigan una navecilla para replegarse en el mar: «Dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca para que no le aplastaran» (3,9). Todos quieren aproximarse a él. Unos por anhelos espi­rituales: «Al oír lo que hacía» (3,8), y otros para ser curados de sus enfermedades. Jesús ha desencadenado un movimiento incontenible. Su epicentro ha sido Galilea. El evangelista sigue con el trasfondo isaiano (eL ls 8,23-9,1).

13. El sentido de la elección de los Doce (3,13-19)

Jesús subió «al monte». La localización significa que 110 se trata de «un» monte, sino del monte en abstracto, es decir, de ejercer un acto religioso, al estilo de Moisés. Por cuanto sigue veremos que Jesús va a constituir las instituciones de su nuevo pueblo. Hasta ahora sólo tenemos unos discípulos, de los que no se nos dice sus funciones, y una gran masa. A partir de este momento nos vamos a encontrar con dos grupos, al menos: la gente que está alrededor de Jesús, palabra que utilizará varias veces Marcos, y el grupo ahora elegido, al que se le asignarán determinadas funciones. Ambos componen la gran familia de Jesús. Los Doce rememoran a las doce tribus; ¿la distribución en cuatro grupos de dos pudiera significar que aunque el grupo es judío o surge dentro del hebraísmo (dos), está orientado al mundo, a la gentilidad (cuatro)? Ya sabemos que en Marcos el número cuatro significa los gentiles y el dos los judíos 23.

14. ¿A qué familia pertenece Jesús? (3,20-35)

Vienen algunos de sus familiares y quieren llevárselo, pues dicen que «está fuera de sí». Esta exp1"esión se traduce ordina­riamente por estar loco. Mas si tenemos presente que después se afirmará de sus parientes que estaban «fuera» del grupo de Je­sús (3,31), quizá no signifique eso, sino que Jesús ha roto con el círculo carnal; él pertenece a otro ámbito, al que no se tiene acceso, sino aceptándole como el verdadero y definitivo enviado de Dios.

23 Sobre la ordenación de la lista existe una copiosa literatura.

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Por su parte, los escribas, llegados de Jerusalén (3,22), que representan la institución judía, piensan que Jesús tiene su Ol'i­gen en los demonios (3,22). Tanto la familia carnal como las instituciones israelitas quedan fuera de la auténtica familia de Jesús. Verdaderamente está fuera de sí: de Dios (1,38), de su familia (3,21) y de su pueblo (3,22). Los enviados de Jeru­salén atribuyen las fuerzas maravillosas que actúan en Jesús al demonio, no a una crisis de locura. Esto revela que el significado que ordinariamente se da a la frase que nos ocupa no es la co­rrecta. Aquí se pone de relieve que después de la elección de los Doce, Jesús ha roto con su pueblo.

15. Las parábolas explican la vitalidad de la palabra de Jesús (4,1-34)

Hasta ahora Marcos nos decía que Jesús enseñaba, pero no especificaba el contenido de sus enseñanzas. En esta ocasión, fesús expresa su pensamiento en forma de parábola. La del sem­brador pone de relieve que si bien la palabra por sí misma es eficaz, exige las disposiciones del oyente para fmctificar (4,20). Pero aunque esto sea verdad, el autor quiere dejar bien claro que el reino es dinámico por sí mismo. Dentro de él germina una fuerte vitalidad, como demuestra la parábola de la semilla que crece por sí sola (4,26-29). Dígase otro tanto de la parábola del grano de mostaza (4,30-32).

No es suficiente para comprender los misterios del Reino con limitarse a escuchar la parábola. Esta constituye sólo un primer acercamiento (4,33-34). La parábola necesita ser explicada pOl' Jesús dentro del círculo de los suyos (4,10-11). Desde esta pers­pectiva es fácilmente inteligible el texto de IsaÍas que aquí in­serta Marcos (4,12). Las parábolas son sólo un primer reclamo. Si el oyente se queda en él y no da un paso adelante, la parábola se convierte en un obstáculo para llegar al interior de Jesús 24.

Implícitamente se pone de relieve aquí el sentido arcano de todo el evangelio y de la misma persona de Jesús, que necesitan un segundo nivel de acceso (el espiritual) dentro de la comunidad.

24 Sobre el sentido de las palabras de Isaías, cfr. J. GNILKA, o. c., vol. 1, pp. 190-195, especialmente p. 194.

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No es improbable que Marcos piense en la necesidad del Espíritu Santo para esta comprensión. Ya anteriormente había aludido a él al hablar del misterio que encierra la realidad humana de Jesús (3,29).

La comprensión ele la doctrina de Jesús sólo se puede reali­zar en el seno de la comunidad bajo la iluminación del Espíritu. Posiblemente estas insinuaciones de Marcos sean una anticipa­ción de 10 que acontecerá después de Pascua en el grupo de Jesús.

16. ¡Ay de mí! si no evangelizare (4,35-41)

La palabra tiene tal dinamismo que es irrefren<lble. No sobo" mente crece en quien prende, sino que exige ser llevada hasta los confines del mundo. Allí adonde haya hombres tiene que llegar. La conexión de estos versículos con 10 anterior se encuentra en el vocablo «este día» (4,35). El autor nos presenta las enseñan­zas de Jesús pronunciadas desde una barca para darnos a enten­der que éstas han de atravesar los mares. Una vez que ha predi­cado en Israel, Jesús quiere aproximarse a los paganos. Los mo­radores de la otra orilla eran una población semipagana. La pa­labra reclama alcanzarla: «Pasemos a la otra orilla» (4,35). El mar se alborota, porque el monstnlO que vive en sus fondos, según reminiscencias veterotestamental'Ías y que simboliza al de­monio, se opone a que la salvación se expanda. Pero Jesús lo apacigua y se muestra Señor del mar. El trasfondo bíblico del relato es innegable. Se perciben como telón de fondo los sal­mos 107,28-30; 74,13. La majestad de Jesús domeña el oleaje y la barquilla (pequeña Iglesia) llega al ansiado puerto (5,1).

17. La palabra toca las puertas del paganismo (5,1-20)

No pocos simbolismos se esconden aquí. Indudablemente, el endemoniado representa a alguien que se halla fuera de las fron­teras de Israel. No está claro, si es un pagano o un judío pagani­zado. Parece más bien esto último. Porque al encuentro de Jesús con los paganos se referirá Marcos más tarde (7,26). Como, por otra parte, el número dos en este evangelio simboliza al judaís­mo, y aquí se habla de dos mil puercos, pensamos que se trata de un judío que vivía paganizado en ambiente de paganos y se-

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mipaganos. El relato, según algunos, estaría calcado en 18 65,1-7. El endemoniado representa muy vivamente la autoridad del de­monio en la esfera del paganismo. Nadie era capaz de ponerle freno, a pesar de los diversos intentos. Jesús domina a los demo­nios y los envía al abismo, su lugar de origen. El endemoniado ya liberado pide seguirle (5,18). Pero Jesús le invita a que se vaya a su casa, a su familia. De este modo se convertirá en un misionero de Jesús. Más tarde veremos cómo posiblemente el evangelista insinúa que este hombre con su predicación pre­paró la llegada de Jesús a la Decápolis (7,31). El final dell'elato es muy similar al del paralítico, a quien identificábamos como representante del paganismo que se dirige a Jesús.

18. La hemor/'oísa o Israel que se extingue y la hija de ¡airo o la joven Iglesia que surge de él (5,21-43)

Estas dos figuras aparecen después de que Jesús regresa de su gira misionera a la otra orilla del lago. A mi modo de ver, ambas representan la misma realidad, pero contemplada desde una do­ble vertiente 25. La hemorroísa, doce años extinguiéndose en san­gre, nos recuerda al pueblo de Israel, que después de tantos mensajes proféticos no lograba restablecerse (5,26-27). Los mu­chos médicos a que acudió son los diversos enviados que no lograron curarlo, antes bien le fueron conduciendo a una si­tuación más desesperada. Jesús sana a la enferma (cura al pue­blo). Pero éste ya no va a ser el mismo; en realidad Jesús le recrea, le rejuvenece. De modo que podemos decir que va a sm­gil' un nuevo pueblo. Novedad reflejada en la niña de Jairo, que precisamente era un jefe de la sinagoga (5,22). Ya estamos acos­tumbrados a que algunos personajes del libro tipifiquen la ins­titución.

La hemorroísa revela parte de 10 que Jesús hizo con su pue­blo, al que no fue suficiente con cmarlo, hubo de hacerle surgir de sus mismas cenizas. La identificación de estas dos figmas viene dada por los doce años que se aplican a ambas (5,25.42),

25 «La interpretación simbólica, que estuvo muy extendida, contrapo­nía a la mujer con flujo y a la hija de Jaito. La segunda representa a la sinagoga; la primera, por el contrario, a la Iglesia de los pueblos». J. GNILKA, El evangelio segrín San Marcos, o. e., vol. I, p. 257.

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así como por el término «hija» atribuido también a las dos (5,34-35).

Es posible que la niña pueda representar al resto de Israel, que también tuvo que morir y ser resucitado por Jesús en su nueva Iglesia. De ahí los alaridos y gritos por él (5,38-39). Jesús dirá que no ha muerto, sino que está dormido (5,39), como en el caso de Lázaro en el evangelio de Juan, que tiene este mismo significado On 11,11).

El endemoniado (5,1ss) y estas dos mujeres manifiestan 10 que era común en la predicación paulina, bien conocida de Mar­cos, que tanto judíos como paganos gimen oprimidos por la culpa.

19. Visita a Nazal'et o genealogía de Jesús (6,1-6)

DeRpués de que Jesús ha llevado a cabo la primera parte de su misión, de haber presagiado la resurrección de Israel (5,35ss) y la conversión de los paganos (5,20), Marcos presenta su «ge­nealogía». Sólo a estas alturas puede plantearse con rigor sus orígenes. Al final del capítulo cuarto se preguntaban los discí­pulos: ¿Quién es éste? (4,41). Ya hemos visto cómo los escribas que habían descendido de Jerusalén decían que Jesús procedía del demonio, sus familiares que estaba «fuera de sí» y la multi­tud se interrogaba curiosa por la procedencia de sus poderes (6,2). Ahora es el evangelista quien da su opinión de una forma curio­sa al decir que la gente le llamaba «el hijo de María» 26. Para los de fuera, Jesús desciende de una mujer sin relieve, pero para los de «dentro» es hijo de María y de Dios. Se afirmaría así de forma velada y chocante, como es costumbre en este evangelio, la concepción virginal. Marcos desconoce la figura de un hombre como padre de Jesús. De ahí que la pregunta de los lectores se hace más incisiva. A pesar de que Jesús venga del misterio no desborda los horizontes de 10 cotidiano (6,3).

Con esta vuelta a Nazaret y aclarados sus orígenes, Jesús cumple su primer ciclo galilaico. Hasta ahora la mirada de Jesús ha estado más bien dirigida a Israel, al que hay que restaurar y dar nueva vida. En adelante, hasta la subida a Jerusalén, van

26 Sobre el problema textual, cfr. V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, o. c., pp. 347-348.

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a ser sus discípulos y la nueva comunidad el objeto de sus preocupaciones.

20. Comienzan a actuar los Doce (6,6b-13)

Por primera vez entran en acción los Doce. Jesús les hace partícipes de su poder. Su misión va a consistir en hacer lo mismo que él hacía. Se trata de una entrega total a la predica­ción del evangelio, sin búsqueda alguna de intereses humanos y exigiendo a sus oyentes la conversión plena.

21. La vida de los discípulos puede correr peligro (6,14-29)

Apenas comenzada la misión, Jesús quiere advertir a los su­yos que la predicación de la palabra puede acarrearles persecu­ciones. Marcos 10 da a entender con la incrustación de la narra­ción de la muerte violenta del Bautista 27, así como con la noticia de que ha llegado hasta el rey Herodes la fama de Jesús. Preci­samente el Bautista muere a causa de su predicación 28. Quizá se nos advierta también que el mensaje de Jesús debe ser predi­cado en toda su integridad, sin ningún tipo de complacencia con los oyentes. Fácilmente podrían suponer que si la suerte del Precursor había sido ésa, no escaparían ellos de ocasiones si­milares.

22. La cena del Señor para la comunidad judía (6,30-44)

La primera multiplicación de los panes la sitúa Marcos al regreso de la misión de los Doce. Hace notar que el trabajo apostólico era tan grande que no les quedaba tiempo ni para comer. Por otra parte, se presenta a la muchedumbre ansiosa de la palabra. La referencia a la Eucaristía es innegable, según admiten generalmente los escritul'Ístas. Lo más llamativo es que

27 W. TRILLING supone que la narración de Marcos acerca de la muerte del Bautista reviste carácter novelístico [«Di Tiiufertradition bei Matthiius», en Biblische Zeitschrift, 3 (1959), pp. 272-275].

2' Véase el -testimonio de Josefo sobre Juan Bautista en J. ALONSO DÍAZ, «Evangelio según San Marcos», en Sagrada Escritura. Texto y co­mentario. Nuevo Testamento, 1, Madrid, BAC, 1973, pp. 396-397.

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toda la nomenclatura hace referencia al mundo judío. Los núme­ros cinco, dos, cinco mil, y las fórmulas de bendición, así como la posible alusión a los salmos 23,2; 78,29 (6,39.42).

Situado el milagro, como decimos, después de la primera misión, nos enseña que el mensaje de Jesús está orientado a la maduración del hombre. Hemos dicho que anuncia la Eucaristía, pero también la comunión de bienes y la capacidad rehabilita­dora de la doctrina de Jesús, que promete a sus seguidores ale­gría, familia, sociedad. Pero el proyecto no puede ir adelante sin la colaboración de los Doce 29,

23. ¿Dónde se asienta [([ majestad de Jes/Ís? (6,45·'52)

El suceso tan extraordinario de la multiplicación de los panes podría haber enorgullecido a sus discípulos. Por eso les retira rápidamente de la gente (6,45). Además, se trataba de un gesto profético, cuyo contenido esencial sería revelado más adelante. Para obviar ese malentendido 10 mejor era que la gente se dis­persara y que los discípulos no estuvieran entre ella. La mani­festación portentosa de Jesús en el lago con la solemne afirma­ción «yo soy», le sitúa en la esfera de 10 divino, con lo que el hecho anterior cobl'a una mayol' densidad. Jesús hace esta por­tentosa declaración después de la misión de los Doce y de la multiplicación de los panes. Con ella revela el origen de donde dimanan tales potestades. En la escena puede fácilmente descu­brirse un tupido trasfondo bíblico referente al poder de Dios sobre el mar (ls 43,16; Sal 77,20; Jb 9,8), al que ahora domina Jesús. Al recordarla, el evangelista no puede menos de compro­bar que la mente de los discípulos estaba embotada para com­prender su significado 30.

24. La majestad de Jesús irrefrenable (6,53-56)

El presente ritornello le dispensa al evangelista de ir narran­do la actividad taumatúrgica de Jesús. Todo su ser se ha con-

29 Sobre el sentido de la doble multiplicación de los panes de Mt y Mc, cfr. Biblia de Jerusalén, nota a Mt 14,13.

3. Sobre el fundamento histórico de estos hechos, remitimos a J. JERE­MíAS, Teología del Nuevo Testamento, vol. 1, Salamanca, SÍgueme, 1974, pp. 108-115.

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vertido en un instrumento divino. De él emerge una fuerza sobrehumana: con sólo tocar la orla de su manto los enfermos quedaban curados.

25. Cristo actúa como Dios legislador (7,1-23)

Algunos rasgos de este apartado orientan claramente su con­tenido. La discusión con los escribas venidos de Jerusalén (7,1). El reproche que hacen a Jesús de que sus discípulos no viven en conformidad con las tradiciones de los mayores; la alusión al precepto de Dios, y la autoproclamación de Jesús como legis­lador absoluto. Nos encontramos en un contexto netamente judío. Jesús manifiesta que la sinagoga ha tergiversado el proyecto de Dios.

y de nuevo el evangelista llama la atención sobre el hecho de que sus discípulos no comprendían estas enseñanzas, siendo necesario que Jesús se las explicara en particular, en la «casa». Nueva alusión a la necesidad de la Iglesia y del Espíritu Santo. A partir de la multiplicación de los panes, la soberanía de Jesús ha ido creciendo y ahora se expresa ante los mismos guardianes de la revelación de Israel. Jesús se arroga poderes superiores a Moisés y retorna las fuentes de la moralidad al mismo Dios. Desde esta autoridad sobrehumana puede ahora abrir Israel a los gentiles y cumplir así el sueño de algunos profetas. As­pecto que Marcos abordará de inmediato.

26. Jesús entre los gentiles (7,24-8,10)

Este epígrafe comprende: el encuentro de Jestts en territorio gentil con una pagana, la curación del tartamudo sordo (símbolo del paganismo) y el banquete que se ofrece a los paganos.

a) El encuentro con la gentilidad (7,24-30).-Por primera vez se habla explícitamente de este encuentro (7,26). Por ello creemos que el endemoniado de Gerasa, antes aludido (5,lss), no era propiamente un gentil, sino t111 judío que había renegado de su religión y vivía como gentil en territorio habitado por éstos.

Ahora Jesús entra en territorio gentil y ya no puede pasar inadvertido. ¿Cómo había llegado hasta allí su fama? Ya se nos ha comunicado (3,8) que el nombre de Jesús había traspasado

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los contornos de Galilea, pero no sería ajeno a la mente del autor atribuir en parte esa difusión al endemoniado de Gera­sa (5,20), pues inmediatamente después de este suceso hablará del tartamudo sordo de la Decápolis (7,31), región donde ejerció su predicación aquél: «El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo 10 que Jesús había hecho con él, y todos queda­ban maravillados» (5,20).

Marcos recalcará que la mujer era pagana. Jesús, al resistirse a satisfacer su petición, le dice que primero había de cumplir con su pueblo judío (7,27). La respuesta de la mujer deja entre­ver su fe, que Jesús acoge complacido con las siguientes pala­bras: «Por 10 que has dicho», y no duda en «anticipar su hora». No parece improbable cierto paralelismo pretendido entre la niña de Jairo y la de esta mujer, que podrían significar la Iglesia resucitada por Jesús del judaísmo (hija de J airo), del paganismo (la niña de la pagana).

b) El tartamudo sordo, símbolo del paganismo (7,31-37).­Por cuanto antecede -el asunto de la mujer pagana- y por cuanto sigue -la nueva multiplicación de los panes descrita en una clara ambientación helenista-, nos inclinamos a contem­plar en este enfermo el símbolo del paganismo, curado en medio de una región gentil, y del que se afirma que después de su sana­ción habla correctamente (7,35), frase muy semejante a la diri­gida por Jesús a la sirofenicia (7,29). Todo sumado parece que nos exige llegar a esa conclusión.

c) El banquete de los perritos (paganos) (8,1-10).-La frase de la mujer: «Que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños» (7,28), además de ser una preciosa ima­gen, alude a los paganos. En efecto, los judíos denominaban a éstos con el apelativo de perros (1 Sm 17,43; 2 R 8,13; Jb 30,1). Pero Jesús no se va a contentar con permitir a los gentiles comer las migajas, les ofrecerá el mismo banquete que a los judíos.

Como advertimos, esta segunda multiplicación está salpicada de términos y alusiones helenistas. En la multiplicación ante­rior éstos eran de resonancia judía 31. Aquí se usa en lugar de

31 «En el primer episodio de los panes comió una multitud judía; ahora una multitud pagana (lo mismo en Mc). La diferencia se manifiesta en numerosos detalles; en vez de cinco, siete panes, alusión a los setenta

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«bendecir», «dar gracias», típico de los gentiles. Los números siete y cuatro. Las frases: «hace ya tres días que permanecen conmigo»; «algunos de ellos han venido de lejos». El acomodarse sobre la tierra, en contraposición a la vez anterior que 10 hicie· ron sobre la hierba verde. Un análisis más minucioso encontraría todavía más datos en relación con esta orientación.

27. El misterio de Jesús sólo se descubre en la fe (8,11-21)

Después de tan grandes prodigios y de haber abierto la sal­vación a los gentiles, los fariseos piden una señal. No se trata de un nuevo milagro, sIno de un acontecimiento grandioso, una actuación cósmica de Dios 32. Pero Jesús se niega a concedérsela. E inmediatamente dice a sus discípulos que tengan cuidado con la doctrina de los fariseos y herodianos, a causa de la visión politizada que ambos grupos tenían del Mesías. Les recuerda detenidamente la doble multiplicación de los panes, al darse cuenta de que discutían porque sólo llevaban consigo un pan. ¿A qué preocuparse? Si llevan un pan podrá multiplicarse. Quizá en este pan, como piensan algunos autores, se aluda veladamente a la Eucaristía o a la propia persona de Jesús.

Esta discusión con los fariseos está estratégicamente coloca­da, pues después de la segunda multiplicación de los panes ter­mina el primer nivel de manifestación de Jesús. Ahora el proyecto del Señor se orientará a hacer comprender a sus seguidores, judíos y paganos, otro nivel más profundo. Los discípulos van a darse cuenta en seguida que entrar en esa nueva dimensión sobrepasa del todo las fuerzas humanas.

pueblos paganos; en vez de doce (Israel) cestos, término usado en Pa­lestina, siete 'espuertas', término usado fuera de Palestina (cfr. 16,9s.); en lugar de cinco mil hombres, cuatro mil, alusión a los cuatro puntos cardinales, es decir, a la humanidad entera; en vez de 'bendecir', ex· presión hebrea, 'dar gracias', expresión griega del mismo significado» (J. MATEO S - F. CAMACHO, El evangelio de Mateo. Lectura comentada, Ma­drid, Cristiandad, 1981, p. 158). Cfr. ¡también B. HURAULT, Sinopsis pas­toral de Mateo; Marcos-Lucas-Juan, Madrid, Ediciones Paulinas, 1980, pp. 147-148. J. DELORME, El evangelio segan San Marcos, Estella, Verbo Divino, 1974, pp. 62-67.

32 «El signo del cielo que buscan es un signo milagroso obrado direc­tamente por Dios, al estilo del maná o del sol detenido por Josué en Gabaón (cfr. Jn 6,30-31)>>. J. ALONSO DíAZ, Evangelio de San Marcos, o. C., p. 411.

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EL SORPRENDENTE JESUS DE MARCOS

B. PERICOPAS CLAVES PARA LA COMPRENSION DE MARCOS (8,22-30)

28. El simbolismo del ciego de Betsaida (8,22-26)

33

Ya explicamos esos versículos al comienzo de estas páginas. Allí decíamos que los gestos que Jesús utilizó con el ciego para devolverle la vista querían significar el doble proceso seguido con sus discípulos. Así como el ciego, después de la primera acción de Jesús en sus ojos, comenzó a ver, pero de forma desproporcionada (8,24), de esta misma manera les sucede ahora a los Apóstoles (8,30.33): ven a Jesús incorrectamente. Este nuevo estadio del evangelio corresponderá a la segunda vez que Jesús toque los ojos del ciego. El resultado será el mismo: le verán claramente.

29. De nuevo la pregunta por Jesús (8,27-30)

Después que Jesús ha pasado algún tiempo con sus discípu­los, les interroga acerca de lo que piensan sobre él (8,27). Con­viene que no olvidemos que la pregunta por Jesús es la tesis central del evangelio de Marcos. Ahora J esus conducirá a sus discípulos a la parte norte de la Tierra Santa y desde allí em­prenderá un largo camino hacia el Sttl', cuya meta será Jerusalén. Así recorrerá prácticamente todo Israel. Pero antes de ponerse en ese camino, que será paradigmático, les hace la pregunta. Los discípulos por boca de Pedro le confiesan Mesías (8,29). Jesús les prohíbe que lo divulguen. La razón de esta prohibición, creemos, se basa en que el mesanismo de Jesús no es como ahora 10 entienden Pedro y sus compañeros. Estamos en el caso del ciego de Betsaida. Ven incorrectamente.

C. JESUS SE REVELA MAS PROFUNDAMENTE (8,31-10,52)

30. Comienza la nueva revelación (8,31-38)

Antes Marcos nos decía que Jesús enseñaba, pero no se preocupaba por transmitirnos el contenido de estas enseñanzas. Ahora escribe con énfasis que «comenzó a enseñarles» (8,31)

3

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y nos revela su mensaje. En el proyecto de Dios figura que su Mesías ha de ser despreciado por las instituciones de su pueblo, que no cejarán hasta eliminarle. Pedro, que le había confesado como tal hacía bien poco, rechaza estas enseñanzas. Jesús, ante esta actitUd, no duda en llamarle Satanás (8,33), porque sus pen­samientos no son los de Dios, sino los de los hombres. ¿Oposi­ción entre la razón y la fe? ¿Oposición sólo entre el hombre materialista y la fe? Quizá Marcos piense en la mentalidad judía, que interpretaba muy materialmente la Escritura.

y ahora se dirige a todos (8,34), no solamente a sus discípu­los: Para pertenecer a su grupo es necesario negarse a sí mismo, tomar su CIUZ y seguirle. El seguimiento exige prescindir de los propios planes y orientar la vida entera por las enseñanzas del evangelio. Pero el mesianismo de Jesús no tiene como finalidad la muerte. Su meta es la resurrección: «El Hijo del hombre re­sucitará a los tres días» (8,31),

31. El resplandor de la fe ilumina la cruz (9,1-8)

Después de revelaciones tan severas por parte de Jesús, narra Marcos la transfiguración. ¿Qué sentido l'edaccional tiene este hecho? Significa que es imposible seguir el camino duro de Cristo sin percibir su resplandor. La voz del Padre, la luz que emerge de Jesús, la presencia de Moisés y de Elías, confirman que el sentido auténtico del mesianismo es el que le está dando J eslts. Por otra parte, nos muestra que quien se decide a seguir el camino queda transfigurado. Dios en él se presencializa en momentos fugaces; pretender aprisionarlos, como lo intentaron los discípulos, es no entender el proyecto. La transfiguración estaba orientada a los discípulos. Era la iluminación de Cristo que necesitaban para poder seguir escuchándole. Los seis días seguramente aluden a la condición de Jesús después de su re­sU1'1'ección 33. ¿La presencia de Elías y de Moisés, que hablan con Jeslts, podría rememorar sus coloquios con Dios en el Sinaí? (Ex 24,17ss; 1 R 19,9-14).

33 Unica referencia temporal en Marcos fuera de la Pasión. A partir de la entrada en Jerusalén hasta la resurrección ,tenemos seis días, Me 11,1.12.19.20; 14,1.12; 15,42; 16,1. Otros autores hablan de los seis días de estancia de Moisés en el Sinaí.

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32. Los tiempos están alcanzando su final (9,9-13)

Era creencia muy extendida en ciertos ambientes que la llegada de los últimos tiempos vendría precedida por la de Elías. En sus encuentros con Jesús, los discípulos presienten que con él ha llegado el final. Por eso surge la pregunta. Jesús les desvela el misterio, dejando implícitamente entender que Elías ha vuelto en la persona de Juan el Bautista. Así comprenden que los tiem­pos escatológicos han llegado. Estos eran entendidos por la lite­ratura judía como momentos de grandes pruebas y crisis. A esta realidad responde el relato que sigue, en el que se narra la situa­ción trágica de Israel y de los discípulos ante el Dios inminente que exige respuestas inmediatas.

33. Israel es el niíio epiléptico (9,14-29)

Por primera vez comprueban los discípulos que se les resis­ten los demonios. En este caso, también parece que el poseso representa al pueblo, que se halla en esa situación desde «niño» (9,21). La alusión al niño, arrojado muchas veces al fuego y al agua, nos recuerda a Elías y a Moisés, citados por este orden en el pasaje anterior (9,4). La situación es tan desesperada que el padre acude a Jesús como último remedio: «Si algo puedes. ayúdanos; compadécete de nosotros». Jesús se extraña de ese «si puedes» y le invita a creer. Pero el padre se siente incapaz de creer y comienza a gritar: «Creo, ayuda mi poca fe». Enton­ces Jesús cura al niño. Este pasaje indica que las exigencias de Jesús se hacen cada vez más trágicas. A partir del primer anun­cio de la Pasión, el seguimiento ha dado un salto cualitativo. Se necesita una fuerza sobrehumana para que Israel pueda acep­tar a Jesús. El niño retorciéndose y echando espumarajos ex­presa bien a las claras la situación crítica en que se encuentran el judaísmo y los discípulos para creer en la palabra de Jesús. Hemos llegado a un claro enfrentamiento entre el Antiguo Tes­tamento y el Nuevo. La razón y la fe. El salto sólo puede darlo la oración (9,22.29).

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34. También los gentiles reos de la muerte del Mesías (9,30-32)

Una vez más Marcos nos llama la atención sobre el camino. En él quiere centrarse Jesús para enseñar a sus discípulos ese nuevo nivel de su persona iniciado después de la confesión de Pedro (8,31). Estamos justamente ante la segunda predicción de su Pasión, que es semejante a la primera en cuanto al resul­tado final, pero distinta en cuanto que aquí se atribuye la autoría a los hombres (gentiles), mientras que en la otra se alude a an­cianos, sumos sacerdotes y escribas.

35. En la casa de Jesús la máxima dignidad la constituye el servicio (9,33-37)

Los discípulos siguen sin comprender, ya que por el camino discuten sobre aspiraciones humanas, cuando Jesús no hace sino hablar de renuncia y de cruz. En un gesto solemne, «en la casa», Jesús llama a los Doce y «sentado» (9,35) declara ex cathedl'a: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servi­dor de todos» (9,35).

36. Hasta el seguimiento debe ser desmitificado (9,38-40)

Los discípulos han pretendido impedir a un predicador que no pertenece a su grupo expulsar los demonios en nombre de Cristo. Jesús no aprueba este modo de proceder. Con sus afir­maciones viene a decir que hasta la condición de discípulo, como razón de poder, ha de ser sobrepasada. El discipulado no queda reducido a los estrechos márgenes de un grupo; está al servicio del hombre.

37. Cristo, la razón suprema (9,41-50)

Quien le siga ha de tener siempre presente que la valoración determinante de todo es él mismo. Vale aquello que sirve para cumplir su palabra y carece de valor cuanto nos separa de él. El discípulo se moverá siempre en esta disposición. Sin ella se vacía de contenido el evangelio.

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38. La sexualidad y las riquezas tienen sentido desde Jesús (10,1-31)

37

Ahora Marcos aborda el tema de las riquezas y de la sexua­lidad, aspecto que suele condicional' la existencia de la mayoría de los hombres. Pues bien, para el evangelista ambas realidades no tienen consistencia en sí mismas y son verdaderos lazos que pueden poner en peligro el seguimiento.

Se refiere a la sexlJalidad dentro del campo del matrimonio. Jesús la orienta según el proyecto primitivo de Dios, anterior a la interpretación mosaica, por el que el hombre y la mujer en fuerza de su amor constituyen una nueva personalidad. Jesús se muestra expresamente superior a Moisés. Los impulsos seXUH les en todo momento quedan sometidos a la soberanía de Dios.

El pasaje relativo a los niños en este contexto pretende ha­cemos ver que la grandeza consiste en depender en todo momen­to de Dios. Lo mRs peculiar del niño se halla en que para él no es posible gozar de nada le.ios de sus padres. Para ellos no existe nlldll sin referencia a aquéllos.

Situada esta anécdota entre el tema del sexo y de las riquezas, expresa con diáfanll c1m'idad el pensamiento de Jesús sobre am­bas. A saber, que estas cosas deben utilizarse, pero sin permitir el reposo del corazón en el111s, que siempre ha de encontrar su descanso final en Dios 34.

El cristianismo se diferenciará del judaísmo en que en mate­ria de matrimonio no asume las permisiones mosaicas.

El hombre rico, por su parte, es el símbolo de Israel, que aunque guarda los mandamientos no está en disposición de seguir a Cristo. La identificación en tal sentido de este personaje se infiere del hecho de que ningún mandamiento de la Vieja Ley obligaba a entregar las riquezas a los pobres. La lección moral evangélica es bien sencilla: el ser humano está en función de Cristo y de los demás. Por tanto, aquí no se plantea el signifi­cado de la perfección cristiana, sino la actitud de fondo que separa al judaísmo del cristianismo. Algunos otros rasgos pare­cen transparentar en el hombre rico al pueblo israelita: el térmi-

34 «Todos admitimos la belleza de este relato, que produce una im­presión imborrable en los lectores y revela que 'apenas hay algo más ca­racterístico de Jesús que su actitud ante los niños» (BARTLET, 292), citado en V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, o. c., p. 503.

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no «Maestro», el dato según el cual había guardado los man­damientos desde la juventud, y, finalmente, el que Jesús, fijando en él su mirada, le amara.

Que los mandamientos del Antiguo Testamento no tocaban él fondo el tema de las riquezas en la dirección que ahora las orienta Jesús, se deduce claramente de la extrañeza de los dis­cípulos (10,23-27).

39. Todos culpables ante la muerte de Cristo (10,32-34)

A medida que el camino se va acercando a Jerusalén, las exigencias de la renuncia se hacen más rigllrosas: «Iban de ca­mino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo» (10,32). y una vez más les va a recordar los sucesos de su Pa­sión, pero en esta ocasión la responsabilidad de la misma recaerá sobre judíos y gentiles. En la primera predicción aparecían sólo los judíos; en la segunda, los hombres (gentiles). Esta tercera hace de síntesis. Se percibe aquí cierto tono paulina 35.

40. Pero el ansia de poder no muere en los suyos (10,35-45)

Después de cada anuncio de la Pasión, se muestra una acti­tud de incomprensión del misterio por parte de los discípulos. En este momento el grado de la misma alcanza el límite. Cuando Cristo acaba de hablar sobre las humillaciones de su muerte con un lenguaje más expresivo y lacerante que nunca, ellos piensan en grandezas y apoteosis. Ahora no pretenden honores terrenos, sino escatológicos, pero contemplados desde horizontes munda­nos. Jesús vuelve a insistir en que el puesto más encumbrado corresponde a quien hace de su vida una entrega a los demás. Si un hombre entiende su existencia como servicio ha escalado la cumbre.

3S Sobre el contenido teológico de las tres predicciones de la Pasión, cfr. R. TREVIJANO, «Antropología cristiana en Marcos», en Revista de Espiritualidad, 43 (1984), pp. 225-228.

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41. El ciego de Jericó símbolo de la impotencia del hombre 00,46-52)

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A partir de la segunda parte del evangelio hemos ido viendo que los discípulos no son capaces de asimilar el proyecto de Jesús 36. Pero a pesar de la incomprensión se percibe el denoelado esfuerzo que están haciendo. Acabamos también ele contemplar cómo los hijos del Zebedeo aspinmdo a la gloria escatológica la comprenden desde dimensiones puramente humanas, pasando por alto la tragedia de la cruz. El ciego de Jericó 110S permite com­prender que el seguimiento auténtico es un don del mismo Jesús. En efecto, el ciego se halla fuera de la ciudad. Tericó por su si­tuación geográfica era la ciudad del «confort» 37. fcsús mismo, como anota el evangelista en contra ele Lucas (Lc 19,1ss), no se detiene en ella. Para Marcos, la ciudad de Jericó representa la mundanidad, por eso Jesús la atraviesa rápidamente. También el ciego la ha dejado atrás; ha hecho todo, pero no es capaz de ponerse en el camino de Jesús: está sentado junto al camino (10,46). Cuando Jes{¡s le llama tira 10 {¡nico que le queda, el manto. Ya no posee nada. Atrás queda la ciudad del lujo y del bienestar. Ante la pregunta de Jesús acerca de sus intenciones, el ciego grita: ¡que vea! Y recuperada la vista, ya puede ir con Jesús: « Y le seguía por el camino» 38.

11. JERUSALÉN LA HOSTIL

Expondremos más sintéticamente el contenido de esta parte. Marcos hace su bit' él Jesús a Jerusalén por primera vez. Sube

36 Cfr. GNILKA, El evangelio según San Marcos, o. c., vol. n, p. 117. 37 «Es un oasis fertilísimo. Respecto de Jerusalén suele tener una

temperatura de unos diez grados más de calor. Lo cual, especialmente en el período invernal, representa una gran ventaja. Jericó se convierte de este modo en una estación de descanso muy frecuentada. LAGRANGE, como buen francés, no duda en calificarla la Niza de Judea» (A. PRON­ZATO, Un cristiano comienza a leer el evangelio de Marcos, o. c., vol. n, p. 117).

3. «Bal'timeo, el ciego que vio a Jesús y le siguió sin dudar es el pro­totipo del seguidor perfecto, que sin haber visto nunca a Jesús, oye que pasa por su vera, es llamado por los otros seguidores, se encara personal­mente con el Cristo y termina uniéndose a la comitiva que sube a Jeru:­salén» (J. PIKAZA - F. DE LA CALLE, Teología de los evangelios, o. c., p. 86).

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para morir en ella. Aquí hará sus grandes revelaciones dogmáti­cas. En Galilea éstas revestían más bien un carácter moral. Jerusalén, símbolo de la instihtción judía que eliminará a Cristo, va a ser destruida. Pero ya antes que llegue esa catástrofe per­derá su razón de existir a causa de las grandes revelaciones hechas por Jesucristo. No será digna de acoger en su ámbito al Resucitado, que, en cambio, invitará a los suyos a contemplarle en la amada Galilea. Divide Marcos este apartado en dos sec­ciones. En la primera, narra la entrada en la ciudad y las grandes revelaciones dogmáticas en ella, para terminar profetizando su ruina. La segunda comprende desde el capítulo catorce hasta el final, en la que la Pasión y Resurrección acaparan la mente del evangelista.

42. Grandes revelaciones dogmáticas (11,1-13,37)

El autor señala un espacio de tres días 39 de grandes revela­ciones en Jerusalén. Proponemos brevemente el orden lógico en que las ha presentado y su sentido.

Tesús, noble y humilde, se acerca a la ciudad (11,1-11). En el ca/11ino un grupo de gente la aclama como Rey mesiánico. Téngase presente que esta aclamación se la hacen a las puertas. Jerusalén permanece hostil a ese reinado de David, que Jesús va a revelar (11,10). El relato termina con la visita al templo. Es significativa la afirmación: «y entró en Jerusalén, en el tem­plo)} (11,11). El dato de que Jesús observó todo lo que acon­tecía en el templo prepara su purificación, que va a tener lugar al día siguiente. El suceso de la higuera preanuncia la destruc­ci ón de Jerusalén (11,12-14). La ntina de la ciudad comienza con la purificación de su corazón: el templo (14,15-19) 40.

Y la higuera se secó (11,20-25). Ello indica la fuerza que emana de la palabra de Jesús. De ella pueden participar sus discípulos, a condición de que perdonen al hermano y acudan con fe a Dios. Ante la postura adoptada por el Señor en pleno

39 11,11.12.19.20. 40 «La historia de la repercusión de la perícopa de la entrada se carac­

teriza por dos extremos. Por un lado, se la interpretó alegóricamente durante siglos. Por otra parte, recientemente, R. EISLER la empalma con su interpretación zelota de Jesús» (J. GNILKA, El evangelio según San Marcos, o. c., vol. n, p. 140).

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templo, tratando de corregir su profanación, las autoridades ju­días le exigen la razón de tal comportamiento (11,27-33). Pero Jesús no les responde directamente, ya que ellos no aceptarían esta respuesta, como hicieron con la palabra del Bautista. Su pensamiento en tal sentido puede descubrirse en la parábola de los viña dores homicidas (12,1-12). En ella si quieren podrán leer el origen de su autoridad. El es el hijo del dueño de la viña. Le pertenece la heredad de Dios, es su predilecto (12,6). Por eso puede determinar con competencia las atribuciones del poder civil (12,13-17).

Desde esta condición tan privilegiada de hijo revela la natu­raleza Íntima de la vida después de la muerte, proclamando que Dios es un Dios de vivos (12,18-27). Jesús está yendo mucho más eUá que Moisés y los profetas. Habla de su cOlntmión con el Padh~. En plena Jerusalén, en su corazón, en el templo, está apareciendo una revelación nueva. Desde aquí se esclarece cuál es el mandamiento principal (12,28-34). Los preceptos de Dios del Antiguo Testamento siguen vigentes, pero es necesario supe­rar esa moral. Por eso al escriba que le aprobó complacido, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios» (12,34). Para dar auto­ridad a estas afirmaciones se siente obligado a revelar la natura­leza del Mesías (12,35-37). La moral antigua puede quedar so­brepasada porque el Mesías es Señor de David.

y 10 inaudito. Jesús se atreve a juzgar la conducta de los escribas (12,38-40), y a considerar superior el óbolo de la viuda pobre a las grandes ofrendas de los ricos (12,41-44).

A continuación, el evangelio nos transmite el discurso esca­tológico en el que Jesús predice la crisis inminente de Jerusa­lén 41 y sus instituciones (13,1-37). Pero en realidad con las ense­ñanzas de Cristo, la institución judía y Jerusalén misma ya no tienen sentido. Así, el cristianismo se inscribe en la marcha de la historia.

41 Sobre el discurso escatológico, cfr. las atinadas reflexiones de la Biblia de Jerusalén, nota a capítulo 13. Por su parte, escribe .R. SCHNAC­KENBURG: «Tras una lectura atenta de todo el discurso, se puede reconocer claramente que no pretende ningún descubrimiento apocalíptico de acontecimientos futuros, sino que intenta dar consejos y consuelo para el momento presente» (El evangelio según San Marcos, tomo segundo, Bar­celona, Herder, 1973, p. 196).

Cuando estábamos ,terminando de redactar este artículo apareció una obra que abordaba exclusivamente el capítulo 13 de Marcos. He aquí en

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43. La tragedia de Cristo (14,1-15,32)

Todo el evangelio está lleno de contrastes. La figura de Jesús lleva al lector de sorpresa en sorpresa. En el tema de la Pasión, aunque el autor es más deudor de sus fuentes que en otros, ha dejado también su impronta 42. Después de una simple constata­ción de fechas y de la voluntad de las autoridades judías ele condenar a muerte a Jesús (14,1-2), se abre el relato con la unción en Betania (14,3-9). Una mujer le ofrece un perfume precioso antes de marchar a la humillación y al dolor. Jesús lo recibe y acepta complacido, contra la crítica de algunos que reclama­ban el importe de tan valiosa ofrenda para los pobres. El dato parece que hace inclusión con la intel1ción de las mujc¡'es de ir al sepulcro la mañana de Pascua para embalsamar el cuerpo de Jesús (16,1). Esta nota ele amor hace comprender nI lector que en la Pasión de Jesús, en la que se cometieron toda suerte de atropellos, hubo alguien que comprendió y agradeció ese gesto. Más tarde las mujeres serán las escogidas para transmitir el mensaje de la resurrección. No es improbable que en ellas haya contemplado Marcos a la Iglesia, como realidad superior al conjunto de los individuos, del mismo modo que el ciego de Betsaida y el de Jericó son figuras representativas de discípulos ideales.

Contrasta esta actitud con la traición que en estos momentos está preparando Judas (14,10-11). De este modo la institución de la Eucaristía (14,22-25) se enmarca en un ambiente de triste­za y de dolor (14,12-31). En efecto, queda situada entre el

síntesis su pensamiento: «El discurso puede llamarse escatológico en cuan­to se refiere a la última época de la historia, pero de ningún modo apo­calíptico, pues no trata de una transformación (catastrófica) que acabe con el eón presente y abra el futuro. Puede precisarse aún la clase de escatología que propone Marcos. Es una escatología de presente, en cuanto la época final de la historia comienza con la ruina de Jerusalén y del templo y en ella se va realizando el reinado de Dios» (J. MATEas, Marcos 13. El grupo cristiano en la historia, Madrid, Cristiandad, 1987, p. 459).

42 «Se ha llegado a la suposición casi unánime de que un relato pri­mitivo de la pasión y muerte de Jesús, relato de gran antigüedad, debe de subyacer en las tradiciones de la pasión de nuestros evangelios. Con toda razón se puede partir de que la cristiandad primitiva tendría interés especial en los acontecimientos de los últimos días de Jesús y en su muerte, que cuidó de ellos y se enfrentó teológicamente con ellos}) (J. GNILKA, El evangelio seg¡íl7 San Marcos, o. c., vol. JI, p. 254).

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anuncio de la traición (14,17-21) y la negación de Pedro (14, 26-31). Este preámbulo junto con la interpretación que hace Jesús de su muerte violenta: «Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores» (14,41), nos aproxima al sentido de sus angustias en GetsemanÍ (14,32-42), Aquí estuvo a punto de morir debido a una inmensa tristeza. Las causas de ella no se señalan. A mi juicio, son dos: la pérdida de fe de los discípulos y el que se le vaya a prender y a juzgar como a un zelota. La pérdida de fe de sus seguidores dejaba sin contenido su mensaje, y la condena como rebelde político ponía en entredicho la figura del Dios que él había anun­ciado. Estas dos cosas privaban de sentido a su vida y a su muer­te. De ahí la exclamación en la ClUZ: «¿Para qué me abando­naste?» (15,34). De todas formas, Marcos, que no ha dudado en sumergir a J eslts en tristezas de muerte, ha suavizado -cosa rara en él- esta experiencia, al poner en sus labios la palabra «Abbá», término lleno de ternura y de confianza, al mismo tiem~ po que formulaba el deseo de que la voluntad de Dios se cum­pliera por encima de todo (14,32-42) 43.

El prendimiento de Jesús (14,43-52) se hace en la noche, adoptándose las medidas empleadas con bandidos y rebeldes. J eslts no se queja de la detención, sino de que se le trate como a un salteador. Creo que el Señor hubiera aceptado gustoso un juicio religioso. Todo termina con un dejo de tristeza: «y aban­donándolo huyeron todos» (14,50).

Marcos presenta con ironía el proceso que la sinagoga deparó a Cristo, pues antes de escuchar a los testigos ya le había conde­nado (14,53-65). El juicio en plena noche, después de haber celebrado la cena pascual, llena de bochorno a aquellos hom­bres. Ante acusaciones tan extrañas, Jesús se sumergió en el silencio, sólo interrumpido para proclamarse Mesías, Hijo de Dios, ante el Sumo Sacerdote que le interrogaba sobre esto

43 «La petición de Jesús de que pase de él aquel cáliz (Mc 14,36 par.), difícilmente la interpretamos como es debido si en ella quisiéramos des­cubrir solamente el deseo de que pudiera hallarse una salida para una situación desesperada. Porque en este caso, Jesús habría podido hacer el intento de escapar. Más bien la petición tiene orientación escatológica. Esta petición cuenta con la posibilidad de que Dios haga llegar el reino sin que lo preceda el sufrimiento» (J. JEREMÍAS, Teología del Nuevo Testamento, o. C., pp. 166-167).

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(14,63). Por estas palabras el Sanedrín lo consideró reo de muerte 44.

Entre el proceso religioso y el civil, Marcos inserta las nega­ciones de Pedro (14,66-72). Aunque en el momento del prendi­miento «le abandonaron y huyeron todos» (14,50), al llevar a Jesús ante el Sumo Sacerdote, el evangelista anota que «Pedro le siguió de lejos». La palabra «lejos» tiene gran contenido y está puesta por el autor con toda intención. Tres veces niega Pedro pertenecer al grupo de Jesús y tener alguna relación con él. La última 10 hará con más rotundidad. Así, Pedro rechaza el mesianismo de Jesús 45.

Los jefes de Israel juzgan a [esús, contra lo prescrito en la Ley, durante la noche 46. A la mañana del día siguiente convo­can una reunión para conferir carácter oficial a 10 acordado en la noche (15,1-20). Estamos en el día solemne de Pascua, y to­man la decisión de entregarle al pl'ocmador romano (15,1-16). Era lo que siempre había temido Jesús. Al igual que ante el Sanedrín, confiesa aquí su mesianidad, pero bajo el título de Rey, con el que los gentiles comprendían el mesianismo judío. Al comparar a Jesús con un agitador asesino, Barrabás, los jefes de la sinagoga pretenden identificar su movimiento con un mero proyecto político desnaturalizando su causa. Así, su idea de Dios se perdía en un proyecto insurreccionístico y rebelde. Ante tal patraña, a JeslLs no le quedaba más salida que el silencio 47. El relato termina con la proclamación de Jesús por parte de la chusma como rey de burla (15,16-20). E inmediatamente es expulsado de su pueblo; le sacan «fuera» para crucificarle.

Pero apenas es expulsado de Israel, es aceptado por los gen-

.. Curiosa interpretación del desgarrón de la túnica del sumo sacerdote en M. CLÉVENOT, Lectura materialista de la Biblia, Salamanca, Sígueme, 1978, pp. 142-148.

45 De esta forma Marcos sitúa el proyecto mesiánico de Jesús en la esfera de la fe. Ni siquiera sus seguidores más próximos lograron captar­

·10. El final del versículo 72, que se suele traducir: «y comenzó a llorar», sigue siendo indescifrable. Véanse las posibles traducciones en V. TAYLOR, Evangelio según San Marcos, o. c., pp. 697-698.

46 «Sobre el proceso de Jesús se han escrito obras voluminosas y las discusiones sobre el mismo no han cesado. Quien afronta el problema histórico de este proceso, que incluso hoy se ha querido volver a abrir, tropieza con dificultades casi insuperables» (R. SCHNACKENBURG, El evan­gelio según San Marcos, o. c., vol. JI, p. 282).

47 Aunque el evangelista lea este silencio desde el salmo 38,14-16.

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tiles, representados en Simón de Cirene (15,21-22), a quien se le obliga a llevar la cruz de Jesús. Este hombre resultará ser d padre de dos cristianos: Alejandro y Rufo. Uno de nombre griego y otro romano 48. El representa a la gentilidad que acoge a Jesús, al tiempo que los judíos lo rechazan en ese día que estaban celebrando la fiesta de Pascua. El centurión no guardaba el día festivo: «volvía del campo» (15,21). Resultó, sin embar­go, que los primeros quedaron fuera de la salvación, y al se­gundo se le «obligó» a aceptarla. Simón de Ch'ene cumplió a la letra las palabras de Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (8,34).

El lector queda hondamenle impresionado por la forma en que el evangelista narra la crucifixión. No puede ser más es­cueto: «Le crucifican». Jesús permanecerá en la cruz durante todo el día de Pascua. Elevado en la cruz, de nuevo Israel lo rechaza. La fuerza del desprecio de los jefes judíos queda con­centrada en aquellas palabras: «¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz para que lo veamos y creamos» (15,32). Precisamente, un gentil, el centurión, le confesará Hijo de Dios porque no ha bajado de la cruz (15,39). Marcos no desaprovecha ninguna ocasión para llamar la atención sobre el dinamismo trágico de la fe. La adhesión a la persona de Jesús supera todos los presupuestos y no puede realizarse sin una iluminación interior. Pedro no logró confesarle Mesías en el sentido auténtico, y ahora los jefes de Israel con el Antiguo Tes­tamento y las tradiciones rabínicas piden el signo más contrario al verdadero mesianismo.

44. La muerte de Jesús (15,33-39)

La muerte de Jesús es el punto más encumbrado de la «Theologia crucis» de Marcos. El lugar hacia donde marchaba secretamente todo el evangelio. En ese instante «hubo oscuridad

48 «Es padre (origen) de Alejandro (nombre griego) y de Rufo (nombre latino), ambos sin artículo, por lo que no parecen indicar personajes conocidos. Así expresa Marcos, él mismo de origen judío, por qué canal se propagó en su tiempo el mensaje de Jesús, dando origen a comunidades cristianas procedentes de las dos grandes culturas del paganismo contem­poráneo» (J. MATEas, Los Doce, o. c., p. 188).

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sobre toda la tierra» (15,33). El mundo había rehusado la salva­ción y, por consiguiente, había quedado sin sentido.

Jesús invoca a Dios con el primer versículo del salmo 22, que, al traducirlo al griego, Marcos modifica un tanto. Según esto, Jesús no dijo: «¿Por qué me abandonaste?», sino: «¿Para qué me abandonaste?» 49. De todas formas, el contexto del salmo, que al final habla de confianza y esperanza, así como la invocación, dan a entender que Cristo no sintió la separación del Padre, sino su misterio. Si a esto se añade la modificación señalada, aparece claro que en ningún momento Jesús perdió la confianza en su Dios. El se había sometido plenamente a su voluntad en GetsemanÍ. Desde el contexto del evangelio de Marcos podemos precisar que Jesús esperaba un final trágico. Tarde o temprano, el enfrentamiento con la sinagoga se produ­ciría. Y este choque no se resolvería con una condena de tipo moral, dada la gravedad teológica de las afirmaciones de Jesús.

Las palabras de la cruz no significan sino que en él se está cumpliendo la experiencia dolorosa y abandono de los amigos de Dios, tal como se refleja en no pocos pasajes del Antiguo Testamento, particularmente en el salmo 22 y en los cantos del Siervo. El salmo, por su parte, termina con un himno de victoria y esperanza. Para evitar incluso la sospecha infundada de que haya podido existir la más pequeña merma de confianza en el Padre, se ha visto obligado a modificar, como hemos visto, la queja.

Jesús muere inmediatamente después de dar un fuerte grito (15,37), momento en que la cortina del santuario se rasga en dos y el centurión le confiesa «Hijo de Dios». No es fácil preci­sar cuanto haya querido decirnos Marcos con estas connotacio­nes 50. Se clan opiniones para todos los gustos. Una de ellas se refiere a que con su muerte se cumple el plan de Dios. A par­tir de ese momento Dios no quedará ya encerrado en unos ritos, ni será patrimonio de ningún pueblo. La confesión del centurión

49 Con el respeto debido a la tradición y al misterio que envuelve todo lo de Jesús, me atrevo a suponer que la queja se refiere a su con­dena injusta como zelota y al abandono de la fe por parte de los discí­pulos. ¿Parll 'lué ha sido necesario esto? Por otra parte, no se puede ase­gurar cientíticamente qué palabras pronunció Jesús.

50 Diversas interpretaciones en P. LAMARCHE, Revelation de Dieu chez Marc, Paris, 1976, pp. 121s.

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y el desgarramiento de la cortina muestran que Dios ya puede ser acogido por todo el mundo y que Israel queda abierto a las naciones.

Algunos autores van más lejos y proponen que la ruptura de la cortina, el grito de Jesús y la confesión de fe del centurión, que le llama «Hijo de Dios», significan el nacimiento a la vida de Cristo. La ruptura del velo es el desgarramiento de Dios, que cual mujer parturienta abre su seno para que salga el niño. El grito de Jesús sería el del niño que entra en la vida. Es difícil encontrar en Marcos apoyo directo para esta interpretación. Po­dría hallarse algún barrunto en la escena del bautismo, cuando, «rasgados los cielos» (1,10), el Padre le proclamó Hijo. AquÍ, el seno sería el cielo; allí, el santuario 51. Apoyo indirecto po­dríamos considerar la idea ampliamente extendida en la Biblia sobre Sión en trance de parto, relacionando la imagen con el alumbramiento de la salvación. Marcos es siempre sorprendente.

El grito con el que Jesús se marcha a la vida y que es im­pensable en un crucificado, le dispensa al autor de nanar las apariciones pascuales. Jesús ha comenzado a vivir. Su signo, el grito, como el del niño que acaba de entrar en la vida: «Ver­daderamente este hombre era Hijo de Dios».

45. Junto a la cruz de Jesús muerto comienza la vida (15,40-47)

Ya hemos visto cómo el centurión hizo la confesión supre­ma. Ahora son las mujeres y José de Arimatea (15,40-47). De las mujeres se hace el mejor elogio posible: «Le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y ( ... ) habían subido con él a Jerusalén» (15,41): El retrato del verdadero cristiano. Se confiesa así su fidelidad plena a Jesús. A ellas se les anunciará la resurrección y el encargo de transmitir a los discípulos las palabras del ángel (16,7).

José de Arimatea expresa al judío futuro que aceptará el evangelio, pero para ello tendrá que enfrentarse con valentía a la oposición de su pueblo (15,43). Las mujeres, entre un gentil -el centurión- y un judío -José de Arimatea-, son la ima­gen de la Iglesia en su aspecto fiel. Son las auténticas seguido-

51 Este desgarramiento de la cortina ha ido precedido del de la túnica del sumo sacerdote (14,63).

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ras de Jesús. y mientras él dormía, el corazón de ellas velaba (15,40; 16,1).

Las instituciones israelitas que habían matado a Jesús, le infligieron todo su peso, obligándole a permanecer inactivo el sábado de su muerte. Muerte y sábado quedan identificados en el evangelio. Pero el poder de ambos está a punto de extinguirse. Cuando Marcos inicie el relato de la resurrección, escribirá no sin cierta ironía y regocijo: «pasado el sábado» (16,1).

46. Jesús vive (16,1-8)

Estos versículos ya han sido estudiados al comienzo de nues­tro estudio. Hace un instante Marcos se refería a la muerte del sábado. Ahora aludirá a la soledad en que va a quedar Jerusa­lén. Aquí sólo permanecerá de Jesús el sepulcro abierto. El re­sucitado se dejará ver en la dulce y amada Galilea (16,7). A las mujeres, siempre fieles, se les anuncia la resurrección (16,1-7). El joven vestido de blanco, que la proclama, enseña que el anuncio proviene del cielo, es escatológico. Pero la experiencia del resucitado sólo se realizará en Galilea. 11' a Galilea significa para los discípulos comenzar de nuevo el camino de Jesús, que surgió precisamente en esa región. La experiencia de la resurrec­ción sin el seguimiento es impensable.

Marcos ha querido expresamente dejar inconcluso su evan­gelio, porque la experiencia de Jesús y la historia cristiana no tienen final.