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57 AyTM 12.2, 2005 En este artículo se resume la formación del sistema de asentamientos de los reinos cristianos en la Edad Media, correspondientes a la actual región de Castilla y León, durante los siglos de formación de la red urbana entre finales del siglo IX y comienzos del siglo XIII: en esta época se forma el sistema de asentamientos que confi- gurará la red urbana que permanecerá duran- te un milenio y que será la estructura del sis- tema urbano actual de la región, como ocurre en el resto de Europa y del mundo antiguo, que incluye territorios de África y de Asia. Los reinos cristianos realizan su avance de repoblación en la meseta norte desde el siglo IX hasta la conquista de Toledo en 1085. Duran- te este periodo de más de dos siglos se pro- ducen diversos modos de repoblación. En una primera etapa la repoblación de los cristianos del norte alcanza hasta el Duero, momento en El sistema medieval de asentamientos en Castilla y León Félix Benito Martín * * Catedrático de Urbanismo y Ordenación del Territorio. Escuela Superior de Arte y Arquitectura. Universidad Europea de Madrid. RESUMEN Éste título obedece al intento de formular cómo se produjo el sistema de asentamientos en el actual terri- torio de Castilla y León. Sobre un terreno virgen, des- poblado a raíz del control musulmán de la península, hasta que a partir del siglo X se produce un intenso fenómeno de creación urbana, semejante pero más comprimido en el tiempo que en resto de Europa. Se indican diferentes periodos de asentamiento sobre este terreno despoblado: sistema altomedieval, evo- lución plenomedieval al norte del Duero, la repobla- ción entre diversas líneas fronterizas entre reinos cris- tianos y la colonización de las tierras al sur del reino tras la toma de Toledo por Alfonso VI en 1085. Este intenso proceso repoblador, de gran trascendencia en el control del territorio y finalmente en el dominio de gran parte de la península, fue también el anteceden- te de la tarea de colonización del continente ameri- cano, que Castilla realiza con una enorme eficacia en un periodo de treinta años del siglo XVI. PALABRAS CLAVE: Historia de la ciudad; terri- torio y sistema de asentamientos; formación urbana en Castilla y León; Comunidades de Villa y Tierra. ABSTRACT This heading goes according with the aim of making out how was it produce the organization of the popu- lation centres in the actual territory of Castilla y León. On virgin places, inhabited because of the Moslem control on the Iberian Peninsula, from the X century an intensive phenomenon of urban creation appea- red, similar but shorter than in the rest of Europe. They are shown different urban centres periods on these unpopulated areas: high-medieval system, ple- num medieval evolution on the north of the Duero River, the repopulation of different Christian king- doms and the colonization of the south places after the Toledo’s conquest by Alfonso VI in 1085. This intensive repopulation process, so transcenden- tal in the control of the territories and finally in the dominance of a big part of the Peninsula, was also the antecedent of the colonization job of the Ame- rican Continent, that Castilla realized with a huge effi- ciency on a thirty year period of the XVI century. KEY WORDS: Historia de la ciudad; territorio y sistema de asentamientos; formación urbana en Cas- tilla y León; Comunidades de Villa y Tierra.

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En este artículo se resume la formación delsistema de asentamientos de los reinos cristianosen la Edad Media, correspondientes a la actualregión de Castilla y León, durante los siglos deformación de la red urbana entre finales del sigloIX y comienzos del siglo XIII: en esta época seforma el sistema de asentamientos que confi-gurará la red urbana que permanecerá duran-te un milenio y que será la estructura del sis-tema urbano actual de la región, como ocurre

en el resto de Europa y del mundo antiguo,que incluye territorios de África y de Asia.

Los reinos cristianos realizan su avance derepoblación en la meseta norte desde el sigloIX hasta la conquista de Toledo en 1085. Duran-te este periodo de más de dos siglos se pro-ducen diversos modos de repoblación. En unaprimera etapa la repoblación de los cristianosdel norte alcanza hasta el Duero, momento en

El sistema medieval de asentamientosen Castilla y León

Félix Benito Martín *

* Catedrático de Urbanismo y Ordenación del Territorio. Escuela Superior de Arte y Arquitectura. Universidad Europea de Madrid.

RESUMEN

Éste título obedece al intento de formular cómo seprodujo el sistema de asentamientos en el actual terri-torio de Castilla y León. Sobre un terreno virgen, des-poblado a raíz del control musulmán de la península,hasta que a partir del siglo X se produce un intensofenómeno de creación urbana, semejante pero máscomprimido en el tiempo que en resto de Europa. Seindican diferentes periodos de asentamiento sobreeste terreno despoblado: sistema altomedieval, evo-lución plenomedieval al norte del Duero, la repobla-ción entre diversas líneas fronterizas entre reinos cris-tianos y la colonización de las tierras al sur del reinotras la toma de Toledo por Alfonso VI en 1085. Esteintenso proceso repoblador, de gran trascendencia enel control del territorio y finalmente en el dominio degran parte de la península, fue también el anteceden-te de la tarea de colonización del continente ameri-cano, que Castilla realiza con una enorme eficacia enun periodo de treinta años del siglo XVI.

PALABRAS CLAVE: Historia de la ciudad; terri-torio y sistema de asentamientos; formación urbanaen Castilla y León; Comunidades de Villa y Tierra.

ABSTRACT

This heading goes according with the aim of makingout how was it produce the organization of the popu-lation centres in the actual territory of Castilla y León.On virgin places, inhabited because of the Moslemcontrol on the Iberian Peninsula, from the X centuryan intensive phenomenon of urban creation appea-red, similar but shorter than in the rest of Europe.They are shown different urban centres periods onthese unpopulated areas: high-medieval system, ple-num medieval evolution on the north of the DueroRiver, the repopulation of different Christian king-doms and the colonization of the south places afterthe Toledo’s conquest by Alfonso VI in 1085.This intensive repopulation process, so transcenden-tal in the control of the territories and finally in thedominance of a big part of the Peninsula, was alsothe antecedent of the colonization job of the Ame-rican Continent, that Castilla realized with a huge effi-ciency on a thirty year period of the XVI century.

KEY WORDS: Historia de la ciudad; territorio ysistema de asentamientos; formación urbana en Cas-tilla y León; Comunidades de Villa y Tierra.

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que se fija la frontera en este río con las posi-ciones de Zamora, Toro, Simancas y Aranda.Al otro lado de la frontera los terrenos per-tenecen al califato de Códoba, más culto ymucho más poderoso militarmente, pero queternía menos interés en repoblar la meseta. Asíla zona entre el Duero y el Tajo permanecíaprácticamente desierta, eso sí con el podero-so control militar del califato.

Al norte del Duero se produce durante lossiglos IX y X un proceso de repoblación alto-medieval, que más tarde se transformará duran-te los siglos XI y XII hasta convertirse en lasáreas centrales en un esquema en el que losnúcleos responden a recintos murados, espe-cialmente en la áreas centrales de la meseta.A estos procesos de doble y paulatina gene-ración se contrapone todo el esfuerzo de con-trol del territorio plasmado al sur del Duerotras la conquista de Toledo en 1085, y amplia-ción de la frontera hasta el Tajo. Entre este ríoy el Duero se utiliza el método de las comu-nidades de Villa y Tierra, donde se concentranlos mecanismos urbanos y de control en deter-minadas ciudades o cabezas de comunidad,siendo estas villas las que organizan y contro-lan todo el territorio y la gran cantidad de alde-as sin muralla de cada entidad.

El panorama se completa con las villas fron-terizas que se fundan sobre todo para garan-tizar la referencia y control de esas zonas y lafidelidad al reino promotor de su fundación.Curiosamente son las fronteras entre reinoscristianos las que más han sido objeto de estereforzamiento mediante la colonización. Eneste apartado especial importancia tuvo la divi-sión del reino por Alfonso VII entre los reinosde León y Castilla, que permaneció durante73 años.

I. LA ÉPOCA ALTOMEDIEVAL.840-1035. LA REPOBLACIÓNAL NORTE DEL DUERO

La estabilización de la frontera cristiano-musulmana en la línea del Duero desde 940hasta 1085 divide la meseta en dos zonas cuyocarácter en cuanto al sistema de asentamien-

tos va a ser completamente diferente. En lamitad septentrional se fue decantando una red,que en un primer momento será indiferencia-da para posteriormente estructurarse y jerar-quizarse. Toda una serie de fenómenos tuvie-ron lugar, primero durante los siglos X y XI, enque se produce la primera etapa de asenta-mientos, para, imperceptiblemente, durante lasegunda mitad de este siglo (XI) y sobre tododurante el siguiente llegar a un sistema máscomplejo y articulado, en el que los núcleosurbanos empiezan a consolidarse.

Por el contrario, al sur del Duero este pro-ceso no se produce de un modo evolutivo,sino que se crea una estructura urbana a par-tir de los resultados producidos en las áreas sep-tentrionales. Este nuevo sistema se introducedebido a la necesidad de mayor eficacia y rapi-dez necesaria para colonizar el amplio espacioque quedaba asumido entre las líneas del Dueroy del Tajo, tras la conquista de Toledo en 1085.Estas zonas se denominaron entonces Extre-madura, al sur del Duero, y Transierra, al surdel Sistema Central. Aquí se estableció un sis-tema de comunidades de Villa y Tierra en elque una villa asumía todo el poder institucio-nal y de control del territorio y el resto eranaldeas dependientes de la cabecera y carecíande muralla.

Hemos visto como la zona norte, profun-damente desarticulada tras los sucesos del sigloVIII, había quedado extremadamente deprimi-da desde el punto de vista demográfico

Todo hace pensar que las estructuras terri-toriales visigóticas y tardo-romanas se des-compusieron efectivamente. De la antigua redurbana queda el nombre y prestigio de algu-nos asentamientos tal como lo reflejan las cró-nicas del siglo X. Tales núcleos apenas estaríanhabitados, siendo a lo más pequeños puntosdébilmente fortificados sobre las ruinas de ciu-dades anteriores.

No sólo las crónicas sino sobre todo los car-tularios de los grandes monasterios, que con-centrados en el tercio norte de la meseta irra-diaron su potente efecto de dominio sobre elmedio, nos han dejado gran cantidad de testi-

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monios sobre el tipo de asentamiento que seprodujo en este período.

Tres son las denominaciones más habitua-les que se dan a los lugares habitados en esteépoca: civitas, castrum y villae. Son tipos denúcleos cuyos perfiles no aparecen claramen-te definidos y a veces presentan una ciertaambigüedad en sus términos.

La “civitas” es una denominación común aloccidente europeo y denomina a un tipo depoblaciones en las que se desarrolla un ciertopoder institucional y una asecendencia sobreel territorio circundante que, en numerosasocasiones, incluye la dignidad episcopal.

En la meseta existen poblaciones que habíansido sede episcopal durante la época visigóti-ca (Astúrica, León, Auca, Palantia, Salmántica,Avila, Segovia y Uxama).

Junto a ellas, otras ciudades comienzan adesempeñar un papel decisivo y adquieren elcarácter de "civitates", asumiendo las funcio-nes episcopales, como sucede en el caso deZamora.

De entre todas las poblaciones que se habíanhecho acreedoras a la denominación "civitas",se consolidarán como tales durante el siglo XIalgunas de ellas, cuyo carácter rector se va amanifestar a lo largo de la Edad Media e inclu-so épocas posteriores. Tienen en común haberalcanzado el rango de sede episcopal, lo queles garantizó una pervivencia en su papel ins-titucional a lo largo de los siglos. León, Astor-ga y Zamora, en el reino de León, son las prin-cipales. Las dos primeras surgen sobre losrecintos de trazado romano que aún se con-servaban, la tercera es, sin embargo, una "civi-tas" de nueva creación. Poder militar, poder ecle-siástico y dominio sobre el territorio son tresaspectos que definen el carácter de estos núcle-os. Son sin duda los que presentan mayor com-plejidad urbana de toda la meseta en estos tiem-pos altpomedievales. En el caso de Astorga yLeón, conocemos exactamente su extensión,que corresponde con el primitivo asentamien-to romano, cuyos muros se reconstruyeron enesta época. La configuración exacta de Zamo-

ra es algo más incierta, pero sabemos que setrata de un núcleo de cierta importancia sur-gido en el extremo de un espolón vecino alDuero y cuyo trazado refleja una disposiciónde origen típicamente medieval.

La contextura del resto de las "civitates" esmenos conocida, aunque se puede deducir quefueron de escasa magnitud y con la reducidaentidad demográfica, quizá apenas suficientepara servir de base al control del territorio cir-cundante.

El origen de la denominación "castrum" apa-rece muy tempranamente en las crónicas refe-ridas a poblaciones. Ya desde el siglo VIII quedaclaro su carácter genuinamente militar y decontrol del territorio. Muchos de ellos se levan-tan sobre asentamientos preesxistentes ibéri-cos o hispano-romanos, pero en otros casosson de nueva creación. En ocasiones la exis-tencia de un punto ya poblado atrae de mane-ra explícita a los repobladores, pero en otroscasos la fractura histórica del siglo VIII y partedel IX supone una solución de continuidad enla ocupación de dichos lugares.

Como todo sistema de ocupación y con-trol, las líneas defensivas de los castros, clara-mente estructuradas durante la repoblacióntienen una imbricación absoluta con el territorio.Una visión espacial de la localización de lasprincipales líneas establecidas es muy revela-dora de la visión del espacio que tuvieron losrepobladores.

Hay que señalar que van a ser los valles loselementos fundamentales que atraerán la aten-ción de los nuevos pobladores para controlarel territorio.

En la zona del reino de León la direcciónnorte-sur de las corrientes fluviales va a serdecisiva en la configuración de la trama urba-na. Órbigo, Esla, Cea, Valderaduey, Sequillo,Carrión y Pisuerga van a ser ejes de control ypenetración en el territorio. En Castilla, sinembargo, la dirección este-oeste de los cursosdeterminará el establecimiento de tres barre-ras paralelas a lo largo del Arlanzón, Arlanza yEsgueva.

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Al sur se configura como gran línea estra-tégica la propia del Duero, en la que coexisti-rán los "castra" con "civitates" de mayor empe-ño, como Zamora, Toro o Simancas.

Hay un tercer factor que es fundamental ala hora de conocer el territorio y su ocupaciónen la meseta superior, sobre todo en sus zonascentrales y es el contacto campo-páramo quese produce en ellas. En efecto, el páramo y lacampiña son dos realidades complementarias quemarcan el carácter de los diversos ámbitos. Elpáramo, boscoso en tiempos medievales, máspobre agrícolamente, determinará una ocupa-ción extensiva muy adecuada para la explota-ción ganadera. La campiña por el contrario esmás apta para el cultivo de cereal y permite unaocupación más intensiva del territorio. Ambasestán separadas por las nítidas cortadas, tancaracterísticas del paisaje de la meseta. No tienepor tanto nada de extraño que sea en estaszonas de contacto, frecuentemente apoyadas enescalones naturales que marcan la diferencia decota de los dos espacios, donde surjan los pun-tos de control del territorio desde los que esposible abarcar una gran extensión.

La configuración de los castros era prácti-camente homogénea en toda la región. Con-sistía en un pequeño recinto cercado, dondela función militar y residencial estaban estre-chamente imbricadas. Sistemáticamente se asen-taban en elevaciones del terreno, más o menosabruptas, con la misión de controlar el terri-torio. Su envolvente es casi siempre circular oelíptica, adaptándose a la cima del promonto-rio en el que se asientan. El tipo es absoluta-mente homogéneo en toda la mitad septen-trional de la meseta.

La documentación alto-medieval está reple-ta de menciones de “villae”. Se trata sin dudade la célula residencial básica de asentamien-to de la primera repoblación y, aunque lasacepciones de "villa" ofrecen diversos maticesy no obedecen a una realidad homogénea, hoyconocemos con suficiente aproximación suconstitución.

La tipología de "villa" no es homogénea entodo el territorio. En el páramo la estructura

de asentamiento consistía en una "hereditas" entorno a un minúsculo núcleo formado por la"corte" con sus casas, herrenes, corrales, etc. Estasfueron de origen familiar, cuyos vínculos conti-nuaron manteniendo los pobladores. La unidadde explotación villa-heréditas se mantuvo duran-te los tiempos altomedievales, siglo IX-X.

Sin embargo en la campiña se detectanpoblaciones más complejas en las que las pro-piedades se delimitan en las transacciones muchomás detenidamente. Parece que estos núcleosde población estaban ya formados en el sigloX por yuxtaposición de diversas cortes, en laszonas más ricas de la campiña.

Dos son los aspectos que interesa plante-ar desde el punto de vista de la configuraciónespacial de estos núcleos. De la documenta-ción se deduce casi invariablemente un carác-ter cercado o al menos el carácter cercado delespacio denominado "corte" que se puede asi-milar al inicial embrión de la villa.

Sea de una forma o de otra, nos encon-tramos a finales del siglo X con pequeñas “villae”que comprendían varias cortes, cada una de ellascon su cerca y calles o carreras que entre ellasdiscurrían.

La transformación de estos primeros núcle-os, y fundamentalmente las "villae" como célu-la primaria de ocupación del territorio, en comu-nidades de aldea o núcleos mayores constituyeuna de las claves del entendimiento del pro-ceso de la formación urbana de Castilla y León.Aunque es un fenómeno paulatino, y ya semanifiesta durante el siglo X, será a lo largo detoda la centuria siguiente cuando se produzcade una manera determinante la cristalización enuna red de asentamientos jerarquizada. Variosfactores coadyuvarán a este proceso de decan-tación natural, que desde una estructura indi-ferenciada llevará a una red mucho menos dis-persa y más concentrada de núcleos. Laevolución demográfica, en constante progre-sión durante esos períodos, y el control delsuelo, propio del continuo proceso de feuda-lización que se produce durante este período,son dos aspectos que matizarán y cualificaráneste fenómeno de concentración de la pobla-

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ción, que por otra parte se nos aparece comola natural transformación entre un primer asen-tamiento de carácter más primitivo a una segun-da etapa más estructurada y racional desde elpunto de vista de la ocupación del territorio.

II. LA ÉPOCA PLENOMEDIEVAL.1035-1300. LA CONSOLIDACIÓNDE LA RED URBANA AL NORTEDEL DUERO

La época en que cristaliza la formación urba-na de Castilla y León es aquella que abarcadesde la mitad del siglo XI hasta que se con-solida dicha red a mediados del siglo XIII. Lastendencias apuntadas a principios del siglo XIde concentración y jerarquización del habitat seacentúan hasta llegar a la eclosión durante elsiglo siguiente, que se manifiesta en la apariciónde un gran número de núcleos de carácter pro-tourbano, embriones de ciudad y que ya supo-nen una clara jerarquización y dominio sobreel territorio. Al norte del Duero, esta estruc-tura territorial tendrá un carácter muy distintosegún nos refiramos a las zonas centrales de lameseta -los Campos Góticos, los valles bajos delEsla, Carrión, Pisuerga y el propio Duero, juntocon los páramos centrales intercalados entreellos- o a las zonas periféricas del este, norte yoeste de la meseta, en las que los procesos deformación urbana fueron menos intensos.

Al sur, los amplios territorios entre el Dueroy el Sistema Central quedan ahora amparadospor la posición de Toledo (1085) y se produ-ce una masiva ocupación de los mismos. El sis-tema utilizado recoge la experiencia que se haproducido durante todo el siglo al norte delDuero, de tal modo que se instituye el siste-ma de las Comunidades de Villa y Tierra, quepermiten ocupar con elevada eficacia grandesterritorios con una clara organización territo-rial y económica.

Al norte los procesos son más complejos.Como norma general podemos afirmar que seproduce un fenómeno de desaparición de nume-rosos núcleos y su concentración en entidadesde mayor magnitud, que en numerosas ocasionesconstituyen ya un embrión de ciudad.

Aquí es necesario resaltar cómo el proce-so de formación urbana se completa con lacreciente importancia de algunos núcleos queya comienzan a descollar durante el siglo XIIy comienzos del XIII como verdaderas ciuda-des, aunque aún es pronto para hablar de talesen el sentido bajo-medieval. Hay núcleos quesobre ese primer escalón de poblaciones decarácter proto-urbano comienzan a despuntar.Algunos de ellos no alcanzarán después elgrado de ciudad (como Dueñas, Carrión oCastrojeriz), pero otros, que serán en el futu-ro las principales ciudades de la región, ya des-tacan en esta época.

Las cinco ciudades que se consolidaráncomo sedes episcopales al norte del Dueroserán con el tiempo destacados núcleos urba-nos. Astorga y León, la última capital del reino,se levantaron sobre los muros de los antiguosestablecimientos romanos. Burgos se erigiópronto en el principal núcleo del Condado deCastilla, y potenciado por el Camino de San-tiago aparece en el siglo XII como una verda-dera ciudad. Zamora verá ampliado duranteestos dos siglos (XI y XII) el primitivo recintoque surgió a raíz de la posición conseguidapor Alfonso III. Palencia, cuya evolución comonúcleo urbano corrió pareja con la fundacióndel Obispado en 1035, fue una población deseñorío episcopal y ya en el siglo XIV era laprincipal ciudad del entorno, con crecientehegemonía sobre Dueñas, Paredes, Becerril oMonzón.

El proceso general de formación urbanadurante dos siglos (XI y XII) transformó radi-calmente el sistema de asentamientos en lamitad septentrional de la meseta. Los núcleosque se acaban de citar representan quizá elgrado más evolucionado de dicho proceso,junto con algunos matices específicos deriva-dos de su creciente papel institucional. Junto aellas se desenvuelve el conjunto del proceso,quizá uno de los más sugestivos de la forma-ción urbana de la región, que partiendo de unaextensa e indiferenciada red de núcleos rura-les (villae, castra) se transforma en un conjun-to de asentamientos de carácter protourbanoque articulan el territorio.

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Estas villas -no confundir con los núcleosaltomedievales- serán núcleos amurallados, con-tarán generalmente con una organización urba-na más compleja, con una estructura pluripa-rroquial, con la aparición de espacios específicospara las funciones urbanas (plazas o lugares demercado) y con una clara función de hege-monía territorial. El origen de estos núcleospuede obedecer a primitivos puntos neurálgi-cos del territorio o a transformaciones poste-riores, debidas a una mejor aptitud comercialo agrícola, una vez desaparecida la primitivafunción militar.

Falta por señalar brevemente el carácter dela franja septentrional de la meseta desde losconfines del Bierzo y el alto valle del Orbigohasta el páramo de la Lora, que marca la tran-sición al valle del Ebro. Solar de un primer esca-lón de repoblación durante la segunda mitaddel siglo IX, pierde muy tempranamente supapel de avanzada en favor de las zonas cen-trales de la meseta durante el final del siglo IXy definitivamente durante todo el siglo X. Yahemos comentado como muchos de los repo-bladores de villas del páramo y de las campi-ñas durante el siglo X proceden a su vez denúcleos colonizados en las cabeceras de losvalles. La pérdida de importancia de estos luga-res y su menor aptitud para la agricultura medie-val fueron determinando su paulatina deca-dencia, tanto en la transición hacia el páramocomo en las zonas más montañosas de losvalles. En estas últimas el hábitat fue siempremás disperso, mientras que ya en la transiciónhacia la llanura surgió la red de aldeas queconocemos de las otras zonas. Incluso algunade las posiciones hegemónicas en los prime-ros momentos fueron cediendo su importan-cia a localidades situadas más al sur : Cea oAmaya son ejemplos de ello, pero también Sal-daña, que, aun conservando después el carác-ter de villa amurallada, perdió su primitivo rangode sede condal frente a la más próspera Carrión,situada aguas abajo del río ya en contacto conlas llanuras centrales de la meseta, potenciadasu importancia por el Monasterio de San Zoiloy por el paso por ella del Camino de Santia-go. Este cambio de papel producido entre Sal-daña y Carrión en uno de los más importan-

tes territorios condales de la meseta es para-digmático del proceso más general producidoentre el primer escalón septentrional de repo-blación y las zonas centrales consolidadas alalcanzar la línea del Duero.

Si bien el fenómeno de transformación delhabitat producido durante el siglo XI y el XIIen todas las zonas anteriores fue de gran alcan-ce, mucho más radical fue el producido en lasáreas centrales. Se trata de una zona formadapor las campiñas y páramos centrales divididospor los valles de los ríos. Como se explicó conanterioridad, nos encontramos ante el paisajemás característico de la meseta: a una cotasuperior los páramos, formados por calizas pon-tienses, que componen extensas llanuras cubier-tas de monte bajo, dividiendo los amplios vallesde sección de artesa invertida, como el bajoArlanzón, Arlanza, Pisuerga, Carrión, Esla, Duero;y en contraste las extensas campiñas suave-mente onduladas y muy aptas para el cereal.Esta zona, de evidentes aptitudes para una eco-nomía agrícola medieval, ejerció durante lostiempos medievales un gran poder de atracción,constituyéndose en el centro neurálgico de lameseta. No en vano, tras la división del reinopor Alfonso VII (1157-1230), en los conflictosfronterizos entre sus sucesores fue la zona másdisputada y problemática de la frontera.

La zona central, la más próspera de la mese-ta, a caballo de los dos reinos unificados duran-te las monarquías de Fernando I, Alfonso VI yAlfonso VII, va adquiriendo una creciente impor-tancia, como lo demuestra la fundación delObispado de Palencia con un notable señoríoy la expansión de la ciudad de Valladolid, quedurante el siglo XII se convierte en un prós-pero asentamiento comercial. Desde la divi-sión de los reinos por Alfonso VII en 1157hasta su definitiva unificación en 1230 por Fer-nando III, la frontera entre ambos fue teatrode avatares y conflictos, pero sobre todo deun intenso proceso de creación urbana porparte de los monarcas de ambos reinos, aun-que más del leonés, cuyo resultado fue unadensa red de villas reales en Tierra de Cam-pos y en los principales cauces fluviales leone-ses, sobre todo el Esla.

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Sobre esta zona, la densa red de "villae" delsiglo X se va transformando durante los siglosXI y XII en una red de núcleos amurallados ocercados que cubren la totalidad del territorio.Sólamente algunos pequeños asentamientosaltomedievales permanecen sin cercar duran-te estos dos siglos. Paralelamente al procesode concentración y fortalecimiento de todosestos núcleos se produce la paulatina despo-blación y consiguiente desaparición de otrosnúcleos. La aparición de numerosos despobla-dos documentados durante los siglos XI, XII,XIII son el resultado del proceso de recom-posición del hábitat y de la concentración endeterminados núcleos.

De los diversos casos conocidos, se dedu-ce que los nuevos pobladores de estos núcle-os proceden en gran medida del entorno pró-ximo, esto es, de antiguos vecinos de los núcleosque van quedando despoblados. La entrada endependencia de una gran parte de los antiguoscampesinos libres es un hecho documental-mente comprobado en estas zonas centralesde la meseta. Ello dejaba el campo abierto alos señoríos para trasvasar y concentrar la pobla-ción en aquellos núcleos que garanticen, median-te un hábitat más estructurado, una más racio-nal ocupación del espacio y un mejor dominioeconómico del territorio, a la vez que le per-miten controlar más eficazmente los movi-mientos de población. Es muy habitual que elmecanismo normal de población, que quedareflejado en todos los fueros de señorío es ladesvinculación de la propiedad del suelo de lade los edificios y la subordinación del valor delos inmuebles al papel desempeñado por loscampesinos en la explotación de los bienes raí-ces productivos. El núcleo urbano queda vin-culado a la explotación agraria, en el sentidode que los inmuebles carecen en principio devalor de cambio y sólo son útiles en relacióna la residencia del campesinado que cumpleuna función en el medio agrícola.

Están documentados numerosos casos devillas de fundación real cuyo origen fue un pri-mitivo núcleo altomedieval. Villafrechós, Agui-lar de Campos, Bolaños pueden mostrar ejem-plos muy significativos. En torno a un pequeñonúcleo inicial, surge una ampliación muy supe-

rior en extensión que recibe contingentes huma-nos de pequeños núcleos vecinos, que consi-guientemente desaparecerán. En estas ocasio-nes, la fundación de una villa venía precedidade una intensa actividad de adquisición y pre-paración de suelo, frecuentemente en terrenosde la iglesia, a la que se compensaba con losbeneficios de las futuras parroquias, así comode traslado de pequeños núcleos que desapa-recían como tales y llevaban consigo la propiaiglesia y su advocación.

Un ejemplo extremadamente esclarecedor loencontramos en la villa de Paredes de Nava,que durante la Baja Edad Media llegó a ser unode los principales núcleos de su comarca. En elactual territorio del término se llegan a consta-tar hasta dieciocho despoblados, casi todos ante-riores a la gran crisis del siglo XIV. El paralelis-mo entre la magnitud de la villa resultante y lacantidad de asentamientos altomedievales luegodespoblados es en este caso muy elocuente.

El proceso de transformación de esos ini-ciales núcleos altomedievales a las villas delsiglo XII y XIII como recintos amurallados esuno de los más sugestivos del urbanismo medie-val castellano-leonés, y sin duda uno de losmás difíciles de desentrañar. Una vez consoli-dada la "villa" altomedieval se producen pro-cesos espontáneos de ampliación, tanto deyuxtaposición de cortes como de pequeñosasentamientos en los accesos al primitivo núcleo.Desde ese primer momento de carácter espon-táneo hasta la consolidación de la muralla comoeslabón más significativo de una actuación con-junta sobre el núcleo urbano, tienen lugar todauna serie de pasos generados por un trasvasede población propiciado por los señores, lai-cos o religiosos, en un intento de racionalizarlos asentamientos. En este proceso desempe-ñarán un papel muy importante no sólo el con-trol del suelo y la lotificación en solares parauso privativo o viviendas y el suelo público,para egidos o futuros asentamientos, sino deotros elementos trascendentales en la confi-guración de estos núcleos, como son las parro-quias. Ya veremos más adelante cómo parale-lamanete a esta transformación de primitivosnúcleos en recintos amurallados se transformana su vez el carácter de los templos desde su

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concepción dominical y patrimonial en la AltaEdad Media, hasta su papel estructurador enla sociedad que adquieren durante la Plena yBaja Edad Media.

III. VILLAS FRONTERIZAS

Las fronteras entre los reinos cristianos tuvie-ron una cierta trascendencia desde el punto devista de la repoblación. La necesidad de con-trol de estas zonas determina una fuerte con-centración de polos de repoblación en estasáreas para mantener la fidelidad y control delas mismas. Curiosamente las contextura de lasdistintas fronteras son distintas entre sí. Al surse encuentra la frontera con el mundo islámi-co ante el cual no hubo frontera explícita y losprocesos de repoblación no fueron aquí signi-ficativos. Distinta es la frontera occidental conlos reinos de Galicia y Portugal. En esta zonala calidad del terreno era menor y la presen-cia de algunas villas permitía mantener estafrontera, así Ponferrada, Puebla de Sanabria,Fermoselle o más tarde Ciudad Rodrigo cum-plían ese papel. Sin embargo la frontera orien-tal, con los reinos de Navarra y Aragón, fue siem-pre teatro de importantes operaciones decreación urbana. En la parte norte, en la actualprovincia de Burgos hay numerosos lugares querefuerzan el carácter de zona fronteriza, algu-nos de ellos con trazado regular como Miran-da de Ebro, Medina de Pomar o Briviesca, a loscuales hay que añadir muchos otros como Pan-corbo, Santa Gadea, Frías, Oña, Poza de la Sal.

Más al sur se desarrolla la frontera entre losreinos de Castilla y Aragón. Magaña, Ágreda,Ciria, Borobia, Deza, Monteagudo de las Vica-rías y Medinaceli cumplían este papel.

Mucha mayor trascendencia desde el puntode vista urbano tuvo la división del reino entreCastilla y León adoptada por Alfonso VII en 1157y que duró hasta la reunificación llevada a cabopor Fernando III en 1230. Los dos nuevos rei-nos reforzaron su línea fronteriza, que discu-rría por el corazón llano de la meseta. Ambosreinos, ya en los siglos XII y XIII, percibieroncon claridad que el mejor medio de reforzarsu frontera no era mediante fortificaciones sino

fundando villas de pertenencia real. Así, ambosreinos, especialmente el que se sentía más débil,en aquellos momentos el de León, optaronpor concentrar las villas en esta frontera. La zonamás estratégica de la frontera es la corres-pondiente a la Tierra de Campos, la zona másrica en aquellos momentos y totalmente llana.Allí los reyes Fernando II y Alfonso IX de Leónfundan las siguientes villas reales: Benavente,sobre la antigua población de Malgrat, Valde-ras, Mayorga y Valencia de Don Juan, antigua-mente denominada Coyanza, todas ellas en eleje del Esla y Cea. El rey Alfonso VIII de Cas-tilla funda Aguilar de Campos sobre el antiguolugar de Castro Mayor. Más al norte el rey deLeón funda Mansilla de las Mulas sobre el Cami-no de Santiago a su paso por el Esla y más alsur, al pie del Sistema Central, la villa de Miran-da del Castañar.

Las villas reales, sobre todo las de Tierra deCampos, componen una tipología de creci-miento específica en la región. Cuando el reyde León decide llevar a cabo la fundación dela villa real ya eran núcleos plenomedievalescon la huella de su primer núcleo altomedie-val y el recinto posterior con el trazado de sumuralla plenamente perceptible en la fotogra-fía aérea. Sobre esta doble presencia se advier-te una tercera que corresponde a la fundaciónreal. Todas ellas alcanzan en esta tercera etapade crecimiento una gran extensión. Valencia deDon Juan alcanza las sesenta hectáreas, Bena-vente cincuenta y Mayorga y Valderas más deveinte cada una.

IV. LAS POBLACIONESDE LA EXTREMADURA

En el norte del Duero observamos un pro-ceso de decantación de los sistemas produc-tivos y de asentamientos, en tanto que en elsur se produce un esfuerzo de planificaciónque recoge la experiencia acumulada en lagénesis del sistema urbano de los territoriosanteriores. El sistema empleado es el de lasComunidades de Villa y Tierra. La villa se con-vierte en un lugar fuertemente protegido yfavorecido desde el punto de vista jurídico,directamente ordenado bajo la actuación real

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y donde en los primeros momentos surge unapujante estructura comunal. Y a su vez se con-vierte en cabeza de un extenso territorio decarácter fronterizo.

Este sistema se mostró tremendamente efi-caz de cara a la repoblación y control del terri-torio, ya que con un reducido número de cen-tros de poder permitía a los monarcas unefectivo control del territorio. Por otro lado lacreación de fuertes concejos, que no teníandependencia señorial, permitía reforzar el poderde la corona.

En la Extremadura -actuales provincias deSoria, Segovia, Ávila y Salamanca-, todo el papelurbano se concentra en las cabezas de comu-nidad, que atesoran todas las funciones atri-buidas a las ciudades medievales. En efecto,fuera de ellas nos encontramos un gran núme-ro de aldeas, ninguna de ellas cercada y quejurídica e institucionalmente aparecen subordi-nadas a la cabecera.

A cada una de estas ciudades cabeceras decomunidad corresponden diversas aldeas y todoel territorio que a estas corresponde. Varíaeste número entre las diversas comunidades,pero las mayores Ávila y Segovia tienen másde cien aldeas, no sólo en la Extremadura sinotambién en la Transierra. Las aldeas de la comu-nidad carecían de un elemento tan urbanocomo es la muralla y tienen una sola parroquia.

Las características que definen a las villasque se están formando al norte del Duero,aparecen como punto de partida en la forma-ción de las cabezas de la comunidad: la estruc-tura de parroquias y la muralla son los aspec-tos físicos más evidentes en todas ellas, peroen su base se encuentran una cierta estructu-ra institucional, unos mecanismos de control delsuelo que posibilitan el desarrollo del núcleourbano, una ordenación jurídica mediante fue-ros o cartas pueblas, y una creciente comple-jidad funcional. En la Extremadura estos aspec-tos se dan de manera mucho más clara. Lainiciativa de su formación procede casi siem-pre de la Corona y el concejo aparece desdelos primeros momentos organizando la vida dela comunidad, mientras que la influencia de los

fueros, muy ventajosos para atraer pobladores,es decisiva en su formación.

Además de esta primera característica dife-rencial de los núcleos de la Extremadura, con-sistente en una explícita voluntad de creaciónurbana, hay otro aspecto definidor de estosnúcleos derivado asimismo de su papel terri-torial. Comparado con los núcleos al norte delDuero, las villas y ciudades de la Extremaduracastellana y leonesa tienen por término mediouna mayor magnitud y complejidad en su estruc-tura urbana. Dejando al margen Salamanca,Segovia y Ávila, que son los mayores concejosde la Extremadura, a los que habría que aña-dir su condición de sede episcopal, muchos deestos núcleos alcanzan por su población, super-ficie urbana y número de parroquias una mayorrelevancia que la media de los núcleos delnorte. Sólo las históricas ciudades instituciona-les como Zamora, Toro, Burgos, León, y algu-nas villas reales fronterizas de Tierra de Cam-pos (Mayorga, Benavente, Villalpando, Valenciade Dom Juan) les son comparables. En efecto,Soria, Salamanca, Segovia, Ávila, Cuéllar, Olme-do y Medina superaban las quince parroquiasy otras mucho menores, como Maderuelo oCalatañazor tuvieron nueve.

Las características, por tanto, de las villas yciudades de la Extremadura se pueden resu-mir como sigue: son cabezas de una Comuni-dad de Villa y Tierra, con lo que se erigen encentros de un territorio subordinado; su mag-nitud y superficie media es mucho mayor quelas villas de la mitad septentrional de la mese-ta; su status jurídico e institucional más estruc-turado y organizado, siendo además de granhomogeneidad a lo largo de todo el área; sugénesis y formación aparece planificada a par-tir de su carta de población, aunque en ningúncaso se base en un plano regulador; la estruc-tura física es más compleja, con mayor núme-ro de parroquias y más diversificada en susespacios urbanos. Esta estructura nuclear o decolaciones viene potenciada por la diversa pro-cedencia de los pobladores, que se agrupan entorno a una parroquia y que es mucho másheterogénea que en los núcleos del norte, quecasi siempre se nutren de los núcleos de suentorno. Al partir de un acto de voluntad más

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explícito, los límites del asentamiento, esto esla muralla, suele venir prefijada al inicio de larepoblación. Debido a la función militar de lasComunidades y a la necesidad de poder darcobijo a los ganados en tiempos de guerra,algunas murallas engloban más suelo del nece-sario para la población (Salamanca, Soria ySepúlveda son los ejemplos más significativos).

V. EVOLUCIÓN URBANAY TERRITORIALIZACIÓNECLESIÁSTICA

La comparación entre las dos etapas de laestructura religiosa que corresponden a las dosfases de la evolución urbana -altomedieval ypleno o bajomedieval- muestra los cambios pro-ducidos en ella por la reforma gregoriana y porla introducción de la influencia cluniacense, pre-cedida y potenciada por los diferentes conciliosque tuvieron lugar durante los siglos XI y XII,alguno de ellos en León y Castilla.

La primera época nos muestra a la iglesiaprofundamente enraizada en los procesos defeudalización. Precisamente algunos de los másimportantes, y sin duda mejor conocidos, domi-nios feudales de la meseta son los de los gran-des monasterios del norte del Duero: San Pedrode Montes, San Isidoro de León, San Facundoy San Primitivo, San Pedro Cárdeña, San Pedrode Arlanza o San Millán de la Cogolla. Nos hasido perfectamente transmitido, gracias a lasfuentes documentales de los mismos cómoestos monasterios fueron constituyendo susdominios monásticos según una gama de com-pras, donaciones y entradas en dependencia,que nos muestra todo un variado repertoriode modos de penetración del poder feudal enuna primitiva sociedad de presores. Las pri-meras diócesis -León, Astorga, Zamora- esta-ban sin duda más cercanas a un modelo deseñorío, similar al de los grandes cenobios, quea una estructura institucional.

Finalmente, la existencia de iglesias y san-tuarios propios, en los que el señor o propie-tarios mantenían el derecho de presentaciónde clérigos, entra de lleno en el concepto patri-

monial de los lugares eclesiásticos coherente conuna sociedad feudal.

Los cambios producidos por la reforma gre-goriana, potenciados en León y Castilla a par-tir del reinado de Alfonso VI por la influenciacluniacense, supusieron un cambio en la posi-ción de la iglesia.

Si bien, explícitamente, la reforma grego-riana aboga por un distanciamiento de los pode-res temporales y un reforzamiento de la estruc-tura institucional, ello coincide sin duda con lanueva realidad de la vida urbana, que surgíajunto al modo de producción feudal como uncampo abierto con un elevado potencial deestructuración social. La iglesia adecua su estruc-tura secular a esta nueva realidad, alejándosede su anterior configuración patrimonial. Deeste modo potencia la creación de la parro-quia como célula religiosa básica, pero tambiénadministrativa y fiscal, desgajándola de la anti-gua dependencia dominical de las primitivas"iglesias propias". Ello produce un reforzamien-to de la estructura eclesiástica y, sobre todo,del papel de la parroquia, la cual, identificadacon la aldea en lo rural y con la colación o barrioen lo urbano, será la célula básica de la orga-nización urbana.

La realidad de la parroquia se va fraguandodesde finales del siglo XI y se consolida duran-te todo el siglo posterior. En las más tardíaspoblaciones y en las ciudades de la Extrema-dura la composición parroquial es más com-pleja; ello obedece a que cuando esos núcle-os surgen ya está formulado el concepto deparroquia y ésta aparece como la célula bási-ca de la nueva estructura urbana.

VI. LA CIUDAD MEDIEVALDE CASTILLA Y LEÓN

Una serie de aspectos específicos caracte-rizan a la ciudad de esta región en los tiemposmedievales, sobre todo en la relación con elparalelo fenómeno de formación urbana queen toda Europa Occidental se produjo en aque-lla época.

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El rasgo más definitorio es, sin duda, el deri-vado de la gran cesura histórica que supuso lainvasión musulmana. Debido a ello, la herenciaurbana tardo-romana, que en otros lugares deEuropa resultó significativa, desaparece casi porcompleto en la región del Duero. Sólo dos ciu-dades fueron reconstruidas sobre la base deestablecimientos y trazados romanos, León yAstorga; sólo ellas fueron de algún modo here-deras de la tradición clásica. Pero aún así, sólola muralla aparece como un potente antece-dente urbano, pero no así el trazado, que setransformó radicalmente. El resto de pobla-ciones que se reinstauraron sobre antiguas ciu-dades romanas, fue sólo a efectos de recupe-ración del asentamiento, de modo que no seencuentran vínculos de conexión con el anti-guo trazado.

En lo referente a la herencia de las ciuda-des del pasado, tiene un peso importante elhecho de que toda la red urbana sea estable-cida de nuevo. El término "repoblación" se tra-duce en la historia urbanística en términos deinstauración urbana. La práctica totalidad delos núcleos surgen de nuevo a partir del sigloIX, sin antecedentes importantes que incidanen su morfología.

Este período, que ve surgir acompasada-mente los núcleos urbanos en otras regionesde Europa, se reduce en nuestra región -y enlos demás reinos cristianos peninsulares- a unestrecho margen, que transcurre entre finalesdel siglo IX y comienzos del XIII. En este peque-ño lapso de tiempo, la mitad septentrional dela meseta se puebla de una multitud de orga-nismos preurbanos. Esta floración, que surgeen un primer momento con un carácter delibertad, de individualidad y de dispersión, seorganiza y se jerarquiza a una velocidad inusi-tada, apareciendo los procesos de intensa feu-dalización que se estaban produciendo en elresto de Europa y que precisamente ya sehabían comenzado a generalizar en la épocavisigótica. A finales del siglo X y comienzos delsiguiente la feudalización era ya un fenómenoplenamente desarrollado. En poco más de unsiglo, una primera hornada de pioneros, conun derecho embrionario y una organización

sumaria, había dado paso a una sociedad muchomás evolucionada, coherente con la perspec-tiva de la época.

El siglo XI fue muy intenso en cambiosestructurales en el sistema urbano. La con-centración del hábitat y su jerarquización fue-ron el resultado lógico de un proceso de decan-tación de las estructuras productivas ydemográficas. A un período inicial de disper-sión, sucede otro de concentración y raciona-lización del sistema de asentamientos. Sin dudaesto fue potenciado por el creciente poderfeudal para mejorar sus rendimientos y el con-trol sobre sus dominios. En dicho siglo se pro-duce el paso de los asentamientos altomedie-vales a los núcleos plenomedievales -las aldeasy las villas amuralladas-.

El siglo XII, siglo de esplendor urbano en laEuropa occidental, ve consolidarse en la regiónlas estructuras urbanas que acaban de surgir enla época precedente, así como aparecer lanueva hornada de villas y ciudades de la Extre-madura. Es muy difícil distinguir los crecimien-tos de uno y otro siglo, y se trata en conjun-to como una sola etapa, si bien en ella seproducen dos fenómenos que en otros luga-res de Europa son sucesivos en el tiempo: laadquisición de un grado urbano y su propio pro-ceso de crecimiento.

Como demuestran las fuentes demográficasy la propia evolución de las ciudades, el creci-miento urbano sufre una ralentización a partirdel segundo cuarto del siglo XIII. Esta última etapade florecimiento de las grandes ciudades medie-vales europeas, donde surgen los terceros ycuartos recintos, ya con superficies muy supe-riores a las cien hectáreas, y donde se reagru-pan en una sola cerca los diversos burgos decada ciudad, está casi ausente en nuestra región.

Esta compresión, en tres siglos, de un pro-ceso que en otros lugares de Europa se desa-rrolló durante el doble período de tiempo, tuvounas indudables consecuencias en la estructu-ra de la red urbana. A ello hay que se que setrata de fenómenos de creación urbana enunos territorios vírgenes en cuanto a organi-

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zación territorial. Ello supuso que se multipli-caran las actuaciones de localización, según dis-tintas pautas y factores que se superponen enel tiempo. Así, a modo de ejemplo, constata-mos en el siglo XII al menos cuatro fenóme-nos simultáneos de génesis urbana de distintaetiología. En primer lugar, la propia evoluciónde los núcleos protourbanos, que paulatina-mente se transforman en urbanos, reciben susfueros o carta de población, se dotan de sumuralla y alcanzan una estructura parroquialque les articula. Al mismo tiempo, se realiza todoel esfuerzo de implantación de las Comunida-

des de Villa y Tierra al sur del Duero, con todolo que ello supone de intensos procesos de cre-ación urbana. Por otro lado, se refuerzan las fron-teras entre reinos cristianos, utilizadas por losmonarcas para incrementar su control en eljuego de fuerzas medieval, y su paralelo fenó-meno de génesis de organismos urbanos. Y,finalmente, se comienzan a producir los pri-meros intentos de implantaciones urbanas paraarticular la colonización de algunas zonas mar-ginales. Todo ello nos da idea de la gran can-tidad y variedad de núcleos urbanos que segeneran simultáneamente en la región.

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LA OCUPACIÓN DEL TERITORIO

SEDES EPISCOPALES, ZONA NORTESEDES COLEGIALESANTIGUOS CASTROS, CONTROL DEL TERRITORIOCREACIONES EN TORNO AL CAMINO DE SANTIAGOBURGOS MONÁSTICOSVILLAS DE LAS LLANURAS CENTRALESVILLAS FRONTERA NAVARRAVILLAS FRONTERA ARAGÓNVILLAS LEONESAS. FRONTERA CASTELLANAVILLAS CASTELLANAS. FRONTERA LEONESAVILLAS FRONTERA ALTERNATIVASEDES EPISCOPALES. EXTREMADURACABEZAS DE COMUNIDAD. VILLA Y TIERRACOLONIZACIÓN DE TIERRAS MARGINALESOTRAS VILLAS AMURALLADAS

Fig. 1. La ocupación del territorio

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POBLACIÓN A FINALES DEL S. XVIESTADÍSTICA DE 1954 - TOMÁS LÓPEZ

MÁS DE 4000 VECINOS

MENOS DE 400 VECINOS

DE 2000 A 4000 VECINOS

DE 800 A 2000 VECINOS

DE 400 A 800 VECINOS

Fig. 2. La población a finales del S.XVI

TIPOS DE EMPLAZAMIENTO

LLANURALADERAESCALÓNMESETAESPOLÓNCOLLADO

Fig. 3. Tipos de emplazamiento

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Lám. 1. Cea. Esta villa en la cabe-cera del Cea tuvo gran relevanciaen la alta Edad Media, de lo cualquedan testimonios. En la fotogra-fía aérea se aprecia la considera-ble dimensión de este primer recin-to, situado al noroeste del núcleo yen la actualidad deshabitado, salvola iglesia.

Lám. 2. Melgar de Arriba. En estapoblación del río Cea se observamuy bien la existencia de un peque-ño recinto altomedieval, un castro deapenas una hectárea, junto al pasodel río, que queda englobado en elrecinto plenomedieval, mucho mayor.

Lám. 3. León. La capital del reino heredó el recinto rec-tangular romano, sobre el que superpuso un viario pro-piamente medieval de conexión entre puertas. A pesar delos dos arrabales medievales el conjunto de su superficieno es extenso al contrario que ocurre con las fundacionesmás meridionales.

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Lám. 4. Zamora. Esta ciudad, posi-ción avanzada sobre el Duero delreino de León y fundación episco-pal desde su origen, muestra unode los conjuntos urbanos más com-plejos de la región. En él se advier-ten: un recinto altomedieval de cier-ta entidad en el extremo occidentaldel espolón; un recinto plenome-dieva del siglo XI; una fundación deAlfonso VI contemporánea de lasde las extremaduras, una pueblacercada en el valle de fundacióntardía y, finalmente un completoconjunto de arrabales.

Lám. 5. Valladolid. En el centro dela meseta esta población, sustenta-da por una colegiata, acabó tenien-do en la Baja Edad Media el mayorrecinto en superficie de la región. Alinterior de esta última cerca de masde cien hectáreas se pueden obser-var el recinto del siglo XI y otro debi-do a la ampliación en función de lacolegiata.

Lám. 6. Miranda del Castañar.Esta villa salmantina, situada ya enla vertiente sur de la cordillera, fuefundada a principios del siglo XIII porAlfonso IX, lo cual se advierte en sutrazado con todas las calles de lamitad norte, paralelas entre sí, per-pendiculares a la calle Derecha ydescendiendo por la máxima pen-diente.

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Lám. 7. Valderas. Característicavilla real leonesa en la frontera conCastilla. Se advierten los tres recin-tos: al noroeste el antiguo castroaltomedieval, junto al río Cea. Haciael este se percibe con claridad elrecinto plenomedieval, bastantemayor. Finalmente vemos como laextensión del núcleo se duplica haciael sur con la fundación real

Lám. 8. Salamanca. Típica población de la Extrema-dura, con un primer recinto y otro mayor de casi cienhectáreas que engloba al primero y con muchas parro-quias como mecanismo de repoblación, casi todas ellasintramuros, debido a la holgura del recinto.

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Lám. 9. Soria. Que esta ciudad escabeza de comunidad de villa y tie-rra queda claro por su configuraciónurbana: recinto muy extenso, que laciudad no alcanzó a colmatar y grannúmero de parroquias con las peque-ñas colaciones alrededor de ellas.Queda también muy clara en laimagen la función de la ciudad comocontrol del paso del Duero entreCastilla y Aragón.

Lám. 10. Burgo de Osma. Cuan-do se planteo la restauración de lasede episcopal en los territorios orien-tales de la Extremadura no se optópor la principal ciudad, Soria, sino porsituarse junto a la antigua sede visi-gótica Uxama. Al pie de las ruinasde la antigua ciudad se fundó elBurgo de Osma, mitad conjunto epis-copal, de las más completos de Cas-tilla, mitad ciudad regular con callesparalelas.