El simbolismo de la cueva1.docx
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EL SIMBOLISMO DE LA CUEVA
Deonicia Mónica Hernández
Toda sociedad tiene sus propias expresiones socioculturales y formas de
organización política, religiosa, social y cultural que son el resultado de diversas
formas de interpretar el mundo y la manera de relacionarse con la naturaleza. Las
creencias, prácticas, rituales que se mantienen vigentes en los pueblos indígenas
han sido objeto de investigación dentro de las el sincretismo disciplinas sociales y
humanísticas que dan cuenta de la significación que continúan dando a la
dimensión simbólico religiosa dentro de lo que se denomina, resultante de la
reelaboración activa que realizan constantemente la gente indígena con
elementos de la antigua religión mesoamericana, en este caso la maya, y el
cristianismo introducido por los españoles desde la época colonial.
Con la presencia de nuevos credos religiosos en la actualidad, aun existen
elementos que permanecen y de nuevo se van incorporando sincréticamente,
nutriendo la tradición religiosa mesoamericana formulada por López Austin. Tal
como sucede en Coquijá, lugar donde se llevó a cabo la investigación sobre las
prácticas y ritos en la cueva, arroyos y cerros el día 3 de mayo. A la luz del
planteamiento de López Austin se analiza si estas prácticas actuales guardan
relación con la antigua religión mesoamericana.
Es importante observar que la religión católica, en razón que fue la religión
impuesta desde la Colonia y por ello fue la religión que se mezcló más
profundamente con las creencias y prácticas ancestrales (mayas), de tal manera
que el universo simbólico religioso contiene, además de los elementos de la
religión católica (imágenes, mitos, liturgia y sacramentos), también acoge y
mantiene las prácticas antiguas que provienen de creencias mayas, realizan ritos
ceremoniales: para rendir culto a la tierra y sus deidades («Dueños»), ritos en
cuevas, manantiales y lugares sagrados para pedir a los dioses que les dé buenas
cosechas, la salud, la protección y la vida mediante rezos, velas, aguardiente,
sacrificio de animales, danzas y música.
Todos estos ritos se pueden observar en diferentes fechas según el calendario
agrícola. Por ejemplo, el 22 de abril los creyentes de Coquija acuden a la cueva de
San Antonio ubicada en la cabecera municipal de Tila para anunciarse que
celebrarán la fiesta de kiñ crus, ofrecen diversas promesas a diferentes santos;
realizan peregrinaciones, arreglan santuarios y dan limosna en los templos. Se
pueden citar muchos ejemplos como la fiesta del Señor de Tila, porque tanto en el
municipio como en la comunidad es fuertemente venerado. La fiesta del Señor de
Tila que tiene lugar el 15 de enero, se celebra en la Semana Santa y Corpus Cristi.
Otros investigadores por ejemplo, Enrique Florescano (2004), León Portilla
(1986), además de López Austin (1994) consideran que la cosmovisión indígena,
es una cosmovisión de matriz religiosa. Guarda además cierta similitud con la
formulación de Berger y Luckmann (2001), de construcción social y simbólica de
la realidad, Duch (2012), que puede ser equiparable al concepto de cosmovisión,
puesto que ambos @ cosmovisión y construcción social de la realidad @ parten del
sujeto, es decir, desde la perspectiva de cómo los sujetos (las personas)
construyen la realidad social como un proceso continuo de objetivación-
externalización-internalización, a través del cual, las experiencias forman el
«acervo de conocimientos a mano» tanto a nivel de las interacciones sociales,
tanto internas (sentimientos, sueños, emociones) como externas (interacción “cara
a cara”).
Esta experiencia subjetiva es interpretada por el sujeto y se le define como
significado subjetivo, el cual tiene la propiedad de ser compartido por otros sujetos
sociales y da lugar así, al establecimiento de la «realidad», socialmente asumida y
cuyo fundamento es la intersubjetividad de los sujetos (personas) que después se
convierte en objetivación, es decir, normas, costumbres y creencias Duch (2012).
Esta construcción social de la realidad, aporta los conocimientos «a mano» o de
«sentido común» que cumplen un papel fundamental dentro de cada grupo social,
y contribuye además a la construcción de una identidad que al final de cuentas se
convierte en procesos de identificación, porque se va construyendo a lo largo del
tiempo y en la cotidianidad que le rodea.
A través de la legitimación algunos grupos sociales explican el porqué están
establecidos en un cierto lugar y por qué mantienen una cierta creencia, cuya raíz
se encuentra en los mitos como lo afirma (Duch, 2006, p 71), y tiene sentido de
legitimidad, incluso desde la perspectiva de Émile Durkheim (1995), cuando afirma
que los actos sacramentales que tienen lugar en la religión, sacralizan las
prácticas sociales que instituyen la vida social a partir de normas o convenciones
que además fortalecen la cohesión social (nacimiento, matrimonio, bautizo,
comunión) en Las formas elementales de la vida religiosa.
En síntesis, la religión es también una empresa de construcción y conservación
sagrada del mundo Berger (2006) y en este sentido constituye tanto a nivel
individual como colectivo una experiencia frente a lo sagrado trascendente Eliade
(1996) que se legitima como sacramentalización, es decir como ejemplaridad que
conduce a las personas a la aceptación del sentido de las situaciones límite del
trayecto vital humano (la muerte, la incertidumbre, nuestra fragilidad frente a las
contingencias naturales y sociales del mundo).
En la actualidad las religiones siguen jugando un papel muy importante dentro de
la cosmovisión ya que algunos elementos prehispánicos como se mencionó
anteriormente se han resignificado dentro de ésta, algunas creencias se manifiesta
en las religiones como es el caso de los choles se puede observar que las
prácticas prehispánicas como es el culto de los muertos el uso de ciertos colores
para esta práctica da cuenta de ello y la celebración de la Santa Cruz donde
acuden a los lugares sagrados en estos días, aquí se puede observar el
sincretismo entre la religión católica y la cosmovisión indígena.
Mediante los rituales religioso-simbólicos en los lugares sagrados, las personas
actualizan las creencias, sentimientos y mitos que forman parte de su conciencia,
pues, como lo afirma Eliade, la experiencia religiosa es parte estructural de la
conciencia, no un momento de ella (1999, p. 15).
La cosmovisión es equiparable con la religión y por lo tanto son importantes para
la sociedad y para el individuo que lo conforma, porque ambos son estados de
conciencia, el lugar donde se realizan los cultos es considerada sagrado y
respetado, la deidad es representada a través de imágenes y símbolos, enseña
las maneras de comportarse dentro de una cultura, cohesiona la sociedad igual
que la cosmovisión ya que a través de ella explican el porqué pertenecen a un
cierto grupo por medio de esta crean una identidad colectiva que es construida en
el diario vivir.
En la comunidad de Coquijá se puede observar que el 3 de mayo, denominado por
los ch’oles, k’iñ, crus, la fiesta de la Cruz y que tiene lugar en una cueva. La Cueva
de San Antonio que se encuentra en el municipio de Tila, es la cueva sagrada por
excelencia, dado que se da una convergencia simbólica en torno a esta Cueva: la
de ser un lugar sagrado donde se efectúa la veneración de la Santa Cruz. Al
parecer “la Cruz” es más significativa porque reúne una mayor cantidad de
personas en la tarde del 2 de mayo muchos devotos suben al cerro de San
Antonio para hacer una velada; le sigue en importancia religiosa, la celebración
del Señor de Tila el 15 de enero, semana santa y por último, el día de Corpus
Christi.
Las cuevas fueron lugares de culto desde el Formativo hasta en Posclásico (2200
a.C- 1500 d.C.), según Linda Manzanilla (1994).
En Mesoamérica, las cuevas están asociadas a la imagen de «Tlalocan» según
López Austin (1994):
Es una montaña hueca llena de frutos porque en ella hay estación
productiva. A su interior van los hombres muertos bajo la protección o por el
ataque del dios de la lluvia: los caídos por el golpe del rayo, los ahogados,
los bubosos, los hidrópicos, cualquiera que haya parecido por mal de
naturaleza acuosa (1994, p. 9).
Tlalocan es considerada como el lugar de la muerte-regeneración, generalmente
una cueva al interior de una montaña, ahí llegan todos aquellos que han muerto a
causa de los poderes del agua, (1994, pp.9-11). Desde un punto de vista
tradicional podemos hablar de un sitio de transformación y de iniciación, más que
de muerte, porque se piensa que después de la muerte hay otra vida distinta a lo
mundano.
Mediante mi socialización primaria recibida como originaria de esta comunidad y
por el trabajo de campo, se observa entre los choles de Coquijá la persistencia de
esta creencia, que después de la muerte hay otra vida ya que cuando un
integrante de la comunidad fallece, las visitas que llegan conversan con la familia
del difunto, dicen que la muerte es normal pero que no estén tristes, él
(refiriéndose al difunto), estará en otro mundo donde estará libre de
preocupaciones, tendrá una vida alegre, se reencontrará con sus seres queridos
que ya tiene tiempo que fallecieron, el único compromiso que la familia tendrá, es
el apoyo para que en su llegada a ese nuevo mundo no sufra, el apoyo consiste
en rezos, oraciones, y encomendar al Señor Padre (Dios), para que lo reciba.
En este caso hay una cierta similitud de pensamiento sobre la muerte y la otra vida
después de este suceso, entre los choles se mantiene esta creencia sin importar
las causas de la muerte.
Se cita el artículo de (Linda Manzanilla, 1994, p. 59), publicado por la Universidad
Nacional Autónoma de México, menciona que, para los pueblos prehispánicos las
cuevas tuvieron una pluralidad de significados: refugio, sitio de habitación, boca o
vientre de la tierra, inframundo, espacio fantástico morada de los dioses del agua y
los de la muerte, recinto funerario, lugar de ritos de linaje y de pasaje, observatorio
astronómico.
Siguiendo a Linda Manzanilla menciona que “en el México prehispánico, las
oquedades naturales (túneles, abrigos rocosos, cuevas) estuvieron íntimamente
ligadas a la religión y a la mitología. Varios mitos refieren la creación del sol y de la
luna haciéndolos surgir de una cueva. En otros, la humanidad complementa a
ciertos grupos (por ejemplo, las siete tribus de Chicomóztoc) emergieron del
interior de la tierra. Los alimentos mismos fueron obtenidos del mundo subterráneo
cuando Quetzalcóatl robó el maíz a las hormigas” (pág. 60).
Existen diversos mitos que reflejan la importancia de las cuevas tanto en la
actualidad como en la tradición mesoamericana antigua, Silvia Limón (1990), en
su libro Las cuevas y el mito de origen, hace mención de dos pueblos
contemporáneos de la América precolombina, como lo son los Inca y el mexica,
ambos pueblos dentro del mito relatan su origen, recalcan, que ambos procedieron
de unas cuevas conocidas como TampuTocco y Chicomóstoc estas dos cuevas
representan el vientre de la diosa madre de la tierra.
Tanto los incas como los mexicas remontaban su origen a unas cuevas. Con ello
establecieron su procedencia directamente de la Tierra, que es la Madre por
excelencia, y dicho acto tuvo lugar en el tiempo primigenio, momento en que lo
sobrenatural y lo real confluyeron. Por esas razones existieron, tanto pueblos que
fueron elegidos para dominar a otros extendiendo su hegemonía por vastas zonas,
como grupos dirigentes señalados directamente por su dios para ejercer el poder
Silvia Limón (1990).
De igual manera se considera que los guardianes de los montes y los enanos
ayudantes del Dios de la Lluvia y el Viento vivían en los cerros y las cuevas, como
en la actualidad consideran los ch’oles que allí mora un duende con pies al revés
en ch’ol se llama wäläk ok este duende se encuentra cuando la persona que visita
la cueva de San Antonio no va con un “solo corazón”, es decir, con fe, el hombre
de espinas, xch’ix wiñik, el hombre de los cabellos largos que cuentan los ch’oles
de Sabanilla xtyami jol.
La cueva es la entrada al inframundo (y, por lo tanto, una cámara funeraria), pero
también es acceso al vientre de la tierra o la boca del monstro terrestre. Por
extensión, es sitio donde la fertilidad puede ser propiciada. De ahí que, en ciertos
lugares de México antiguo, las ceremonias de petición de agua para las cosechas
se hiciesen en cuevas éstas, junto con los climas de los montes y los manantiales,
eran casa de los espíritus del agua.
Esta tradición de lugares sagrados, arquetípicos: cuevas, cerros y arroyos ha sido
practicada durante mucho tiempo, tanto para honrar a los antepasados como para
celebrar el día de la Santa Cruz el 3 de mayo, como se puede observar en la
comunidad de Coquijá, donde la gente de mayor edad acude a los lugares
sagrados como cuevas en particular la cueva de San Antonio, es donde inicia el
rito del 3 de mayo en ese lugar se asiste cinco días o dos semanas antes de la
fiesta de la Santa Cruz, esto se encuentra en el municipio de Tila también acuden,
a los arroyos que se encuentran en la localidad ya el 3 de mayo es para la pedida
de lluvia, para las buenas cosechas y para pedir protección de sus animales y de
la comunidad en general.
En esos lugares encienden velas ponen inciensos y aguardiente, cada 3 de mayo
dentro de la comunidad desde muy temprano a las tres de la mañana los
“principales” que en este año 2014 fueron cuatro personas, encendieron 10 velas
con medidas de 30 cm. dentro de la iglesia, con lo que pude observar, es que la
primera persona que llega “principal”, comienza a acomodar y
parar las velas, primero comienza donde están los santos, posteriormente se
ponen cinco velas donde está la Cruz, todas las velas adornados con flores esto
se adorna en la mañana del 2 de mayo (lo realiza un grupo de mujeres
denominadas “congregaciones”, se adorna porque las flores mantienen un aroma
y así el Padre Dios se alegra al ver lo colorido y el aroma que mantiene, hace
que el padre se voltee a mirarlas y escuchar las peticiones y agradecimientos),
después se encienden las velas y comienzan a hacer las peticiones, comienzan
diciendo:
Hay dios mío, mi dios sagrado, padre que me escuchas hoy te vengo a
molestar y a saludarte, esperando me escuches en este día especial para
nosotros tus hijos, te vengo agradecer por la vida de mi gente, pero
también por la tierra que nos dejaste para alimentarnos nosotros y nuestros
animales, y la cosas que creaste de pedazos en pedazos, de montos a
montos para nuestro alimento, agradecerte también por la lluvia que hace
crezca nuestros frutos, que cuando mandes viento no dañe nuestras
cultivos, que la lluvia sea lo suficiente para nuestro alimento controla señor
el viento, la lluvia, el rayo que puede hacernos daño si es demasiado, ten
piedad y acuérdate de nosotros, nosotros te recordamos aquí en tu templo
Coquijá, cuídanos haznos justicia, ya fuimos también en la Cueva de San
Antonio donde moran nuestros padres, espero hayas tomado en tus manos
nuestra necesidad y petición porque es allí también donde viven “nuestros
dueños (Entrevista con el señor Ramón Gutiérrez, originario de la localidad
Coquija, de habla ch’ol su actividad principal es la agricultura, amablemente
me dictó la oración en ch’ol, mayo de 2014).
Luego de este preámbulo llaman a cada familiar a hincarse con el “principal o
rezador” y les van preguntando los nombres de cada integrante de la familia y van
encomendando a cada uno, les preguntan si han tenido pesadillas y lo que
necesiten es el momento que lo digan. El “Principal” en ch’ol denominado
“trencipal” es como el portavoz del integrante de la familia encargada de la fiesta y
de la comunidad en general1.
Es importante mencionar que no solo se acude a la cueva de San Antonio cuando
se a próxima la fiesta de 3 de mayo ya que cuando algún miembro (católico)
fallece, después de un mes o menos y hay muchos problemas dentro de la familia
o sueños, pesadillas, la familia se organiza y nombran a su “Principal”, para acudir
a la cueva de San Antonio y a la iglesia de San Mateo (iglesia Católica de la
cabecera municipal) que es un santuario importante del municipio, llegan a ofrecer
velas para su alma y encomendarlo al señor padre2 o Señor de Tila.
Así mismo se pide la bendición para la familia que todavía siente tristeza por la
muerte de un integrante, al mismo tiempo se pide la protección tanto de sus
animales domésticos como la familia en general, estas acciones los ch’oles de la
religión católica, les denomina “promesas”, y con esto las pesadillas se olvidan
poco a poco.
Se dice que la cueva de San Antonio solo es un lugar para pedir bendición y
protección y librarse de brujerías, tristezas.
En suma se reconoce a partir de los testimonios vertidos en este apartado que los
rituales de cueva que se continúan practicando como en el caso de Coquijá, da
cuenta de la permanencia de símbolos e imágenes que se relacionan con
elementos de la antigua religión maya, la piedra, el agua dentro de la cueva.
Sigue guardando continuidad la valoración que permanece en estas prácticas y su
papel que desempeña en la cohesión social interna.
1 Observación directa dentro de la iglesia católica el día 3 de mayo de20142 Dentro de las peticiones, con los principales nombran a dios como “señor padre”
La fiesta de la Santa Cruz en donde los choles en este caso, realizan ritos,
ceremonias en la cueva para la pedida de lluvia y buenas cosechas, estos ritos
han permanecido a pesar de la introducción de nuevas creencias religiosas en el
pueblo, porque hay gente que le tiene fe por la experiencia padecida.
Mediante los mitos de cada cultura de origen prehispánico se encuentra una
estrecha relación sobre la vida y la muerte por ejemplo los mexicas mencionaban
que el mundo inferior se relacionaba tanto con la vida como con la muerte. Allí
nacía el maíz y de allí venían los hombres, los grupos étnicos y sus dioses
patronos.
Es importante mencionar que dentro de la tradición religiosa Mesoamérica se
encuentra inmersa las cosmovisiones que permite la continuidad del “núcleo duro”,
(López Austin 1996, p.472) citado por Broda (2001), define la cosmovisión.
[…] como un hecho histórico de producción de pensamiento social inmerso
en decursos de larga duración; hecho complejo que se integra como un
conjunto estructurado y relativamente coherente por los diversos sistemas
ideológicos con los que una entidad social, en un tiempo histórico dado,
pretende aprehender racionalmente el universo. La religión, en su carácter
de sistema ideológico, forma parte de este complejo (p.18).
Es decir, es un producto de larga duración porque son procesos de la cotidianidad
del ser humano ellos lo producen y actúan con base en él. La cosmovisión es una
parte fundamental de las culturas indígenas es su visión del mundo y forma de
interpretarla: la creencia de la forma que tiene el cosmos, de la naturaleza, de los
dioses, de la condición de los seres humanos y de su papel en ese cosmos. Esta
concepción es conocida por los antropólogos como “cosmovisión”, es decir, visión
del cosmos o del mundo a través de la interpretación del cosmos explican su
comportamiento sus creencias con los dioses y con otros seres que existen en el
mundo. Dentro de este fenómeno lo central era la naturaleza y todo lo que ofrece
la tierra en ella rendían cultos y sacrificios de animales esto se ofrecían a una
deidad.
La cosmovisión de los pueblos indígenas influye en cada aspecto de su vida, esta
tiene que ver con la forma en que se explican los fenómenos naturales la manera
que interactúan con la naturaleza, organizan su vida social y religiosa, se
comportan en el mundo y se relacionan con los dioses y con los seres que existen
en el mundo de acuerdo a Broda (2001).
Para este trabajo cosmovisión es entendida como las diversas maneras de
interpretar y explicar el mundo, así como el comportamiento de una sociedad
indígena hacia la naturaleza y lo que hay alrededor de la humanidad.
Es importante mencionar que las prácticas están sostenidas mediante los mitos y
a través de esta, la estrecha relación con el rito tal como menciona Silvia Limón
(1990).
[…] el primero [el mito] le da sentido al ritual y lo describe, mientras que al
realizarse el segundo, aquél se pronuncia y lo actualiza, es decir, se hacen
presentes y se renuevan los actos originarios. En el rito se revelan y reviven
los mitos a los que aluden y esto únicamente se da en una atmósfera de la
festividad religiosa en la que todo el pueblo participa. […]. El rito por otra
parte, es su forma práctica ya que tiene como función transformar al mundo
de manera imaginaria. Por medio del rito se actúa mágicamente sobre la
realidad (Maurice Godelier, Economía, fetichismo y religión. Citado por
(Silvia Limón, 1990, p. 26).
Cabe mencionar que dentro de la mitología se encuentran los mitos de origen,
cada cultura tiene su propio mito de cosmología, ejemplo de ello son las culturas
antes mencionadas como la inca y la mexica, la mayoría de los pueblos indígenas
cuentan con mitos de origen entre los temas más comunes destacan los
siguientes: origen del mundo, del hombre, de los animales y plantas, diluvio,
invención del fuego, vida y lugar de los muertos, vida de dioses, héroes y
fundación de ciudades. A partir de estos mitos, la colectividad se constituye y
agrupa y de esta manera, se cohesiona el grupo social.
El mito es como un medio para conocer, aprender y explicar la realidad tanto
natural como sobrenatural forma que es totalmente valida dentro del contexto en el
que se da también es una forma de expresión del pensamiento y una manera por
la que el hombre y la sociedad en su conjunto se relacionan con la realidad.
Los mitos son historias verdaderas ya que es así como las consideran los que las
transmiten, y por otro lado, son racionales ya que presentan una coherencia
interna dentro del sistema de categorías en que son expresados.
Eliade (1991), menciona que:
Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad (o
simplemente la «sobre-naturalidad») de sus obras. En suma, los mitos
describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o
de lo«sobrenatural») en el Mundo. Es esta irrupción de lo sagrado la que
fundamenta realmente el Mundo y la que le hace tal como es hoy día. Más
aún: el hombre es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado y cultural, a
consecuencia de las intervenciones de los seres sobrenaturales (p.7)
[…]
«Vivir» los mitos implica, pues, una experiencia verdaderamente
«religiosa», puesto que se distingue de la experiencia ordinaria, de la vida
cotidiana. La«religiosidad» de esta experiencia se debe al hecho de que se
reactualizan acontecimientos fabulosos, exaltantes, significativos; se asiste
de nuevo a las obras creadoras de los Seres Sobrenaturales; se deja de
existir en el mundo de todos los días y se penetra en un mundo
transfigurado, auroral, impregnado de la presencia de los Seres
Sobrenaturales (p.13).
En resumen los mitos revelan que el cosmos, el hombre y la vida tienen un origen
y una historia sobrenatural, y que esta historia es significativa, preciosa y ejemplar
signo de reiteración.
El decir que el rito hace que vuelva a revivir el momento convirtiéndolo en sagrado
y como una práctica religiosa, es un hecho que pasa con el culto a la cueva de
San Antonio también mantiene ciertos mitos entre los choles, el significado que
tiene para los creyentes, ¿Qué pasa cuando vas sin fe?, si sucede una caída, que
pasa ¿queda atrapado el Ch’ulel (alma/espíritu)?, si no se efectuara la fiesta de la
Santa Cruz y los ritos que conforma ¿qué pasa?. Las diversas historias que
cuentan acerca de la Cruz y la cueva son algunos de los elementos que
conforman los mitos.
Por ejemplo en culto en la cueva en caso de los ch’oles, esta práctica está
sostenida con la narración, sobre la “sequía” que relatan los habitantes de Coquijá.
Esto dicen las personas de mayor edad (Principales):
Que hace mucho tiempo hubo escasez de lluvia y temblores y no sabían
porque estaba pasando esto, una persona dijo que habría que organizar a
la comunidad e ir a un lugar que es un cerro para pedirle a los dioses que
ya no estén enojados y que calmará el temblor, posteriormente a la cueva
de San Antonio para la pedida de lluvia”, el resultado de este rito fue la
lluvia y abundante cosecha. Es por ello que actualmente explican su
práctica y creencia de que existe un lugar sagrado llamada la cueva de San
Antonio. Por otro lado ya en sentido mas religioso también se cuenta que
allí se escondió el Señor de Tila en días de persecución y dejó grabada en
piedra su imagen, pero también hay agua y por lo tanto es una cueva viva,
por eso cuentan que si alguien se cae ahí, quedará atrapada su alma como
consecuencia se enfermará y sentirá mucho frio (Relato obtenido en la
fiesta de la Santa Cruz el día 3 de mayo de 2013, en una plática informal).
En conclusión, retomando la larga cita Eliade (1991), el tiempo del mito y del rito
alude al tiempo eterno y en la construcción del universo simbólico religioso Berger
(2006) del homo religiosus como una de sus facetas constitutivas Duch (2012), la
relación con la realidad no es causalidad racionalista, sino sentimental y emotiva
de ahí que el sentido de realidad en el universo simbólico tiene este tipo de
vínculo, pero esto sólo puede aprehenderse desde una antropología hermenéutica
de la cultura.
Las cuevas han tenido un significado durante muchos siglos entre los pueblos
antiguos, en primer lugar, las consideraban como una puerta de entrada al
inframundo, espacio de origen humano, lugar de manifestaciones sagradas a las
aguas, lo femenino y frío, y en la actualidad siguen siendo un elemento importante
para las culturas indígenas, considerándose como un espacio sagrado donde
moran los “dueños”, denominados así por los ch’oles: lak yumob.
La continuidad de este sentimiento sagrado hacia las cuevas y todo lo que allí
mora y representa, es gracias a las narraciones que se cuentan de una
generación a otra, dentro del grupo social, compuestas de elementos míticos
antiguos, de leyendas y de historias.
El simbolismo de la cueva que conocemos hoy, a través de los hallazgos
arqueológicos, de la iconografía y en las fuentes históricas coloniales y modernas,
puede verse que la Cueva ha sido concebida por los antiguos mesoamericanos
como:
a) oquedad-vientre femenina; son el Tlalocan depósito de los abastecimientos,
lugar de muertos, pero también de regeneración;
b) lugar donde germinan las plantas, espacio donde vive el dios de la lluvia y el
viento (chaneques, chaques o tlaloques);
c) lugar de origen de los grupos étnicos (Chicomoztoc);
d) templo de ritos; santuario donde los dioses guardan los tesoros agua y la tierra
fértil;
e) conexión entre tierra e inframundo; ombligo de mundo donde vivía el sol antes
de subir al cielo; lugar donde viven los ancestros de los hombres;
f) lugar de curación de los enfermos y de recuperación del espíritu de alguna
persona;
g) en algunas culturas, la cueva fue utilizada además como recinto funerario
donde depositaban huesos humanos López Austin (1995); Silvia Limón (1990).
La “forma” de la Cruz y el Quincunce mesoamericano
Como la Cruz cristiana es un elemento sagrado que se coloca en las cuevas
donde realizan sus rituales los pobladores de Coquijá. Se examina ahora el
antecedente propio de la Cruz mesoamericana: el quincunce.
En Mesoamérica fue la imagen del símbolo cosmogónico, como tal, refleja la
estructura de los cosmos con sus cuatro rumbos y colores, en cada extremo se
ubica un poste (Árbol, bacabe, pilar o vaso comunicante donde transitan las
esencias divinas celestes y del inframundo), que separan el cielo del agua y la
tierra Bonifaz Nuño (1995).
El centro de la Cruz es considerado como el centro u ombligo y es punto de
equilibrio de las fuerzas cósmicas, residencia de los ancestros, lugar de los dioses
fundadores, representa también los cuatro movimientos del sol, los cuatro colores
del maíz según los zoques (xiuhtotlaolli, iztactlaolli o coztictlaolli, yautlaolli y
matlactlaolli), (Bonifaz Nuño, 1995). También se relaciona con los cuatro colores
de los rumbos cardinales; rojo, blanco o amarillo, negro y azul las bandas
Cruzadas indican el año agrícola (brote del maíz). A continuación se presenta
algunas imágenes del quincunce.
El simbolismo del quincunce se expondrá con mayor profundidad en el apartado
3.2.1. de este capítulo como parte del “núcleo duro” de la religión mesoamericana.
Según Thompson (2008), la adoración en las cavernas, fue un factor muy
importante en la antigua Mesoamérica, la considera un tercer foco de la vida
Fig.3.Yautepec, caja conservada en el claustro del convento, Rubén Bonifaz Nuño 1995.
En Teotihuacán, Cruz de Quetzalcóatl, Rubén Bonifaz Nuño 1995.
religiosa maya, esto demuestra los vestigios de ofrendas, arquitectura religiosa
(altares, santuarios y escalinatas), que se encuentran dentro de las cuevas.
Muchas culturas actuales siguen realizando la peregrinación ritual en las cuevas
como sitio de culto de los dioses de la lluvia y de la tierra.
De acuerdo con Víctor Cruz (2007), estos espacios sagrados no son “resultado de
la elección humana, sino, más bien, sitios donde se han producido
manifestaciones extraordinarias de las potencias sobrenaturales” o hierofanía.
El espacio sagrado es construido simbólico, social y culturalmente; al ocurrir un
suceso importante, causa sorpresa en la gente que lo presencia y siente la
necesidad de tenerle fe o rendirle algún culto o rito con el fin de compartir el
sentimiento de lo sagrado y que se reproduce a través de lo que se cuenta. Se
actualiza mediante el ritual de agradecimiento por el milagro ya recibido, o por la
petición.
Tal como define Eliade (1995), define el término hierofanía como: la manifestación
de lo sagrado en la conciencia del hombre, a través de la revelación. El historiador
de las religiones, cuenta que el hombre llega a creer en algo exterior, una cosa
fuera de lo común en la vida diaria, ese algo, puede ser un elemento de la
naturaleza.
El autor menciona a la piedra, pueden existir muchas piedras pero una es la que
se convierte en sagrada por el hombre, por la manifestación y el significado que
esta encarna y, desde esta perspectiva ya no es solo una piedra cualquiera, sino
una piedra sagrada y única por el simple hecho de habérsele revelado al hombre
como sagrada: “constituye una hierofanía, posee mana, conmemora un acto
mítico. El objeto aparece entonces como un receptáculo de una fuerza extraña
que lo diferencia de su medio y le confiere sentido y valor” (Eliade, 1995, p. 14).
¿Cómo es que lo sagrado se experimenta? ¿Cómo se puede describir el
sentimiento religioso? que en realidad es la expresión de una emoción. Ante estas
interrogantes hay que tomar en cuenta la fenomenología de la religión, está la
obra de Rudolf Otto, Lo Santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios, en
donde, el autor expone la contraposición entre racionalismo y religión:
[…] se ha dicho muchas veces que el racionalismo consiste en negar el
milagro, mientras que la actitud contraria al racionalismo consiste en admitirlo.
La verdadera diferencia entre el racionalismo y su contrario es más bien una
cualidad diferente en el modo y temple o tono sentimental de la religiosidad
misma; a saber: que en la idea de Dios, el elemento racional predomine sobre
el irracional, o lo excluya por completo, o al revés, que prepondere el elemento
irracional (Otto, 2002, p.2).
Lo sagrado se forma a partir de la experiencia humana. Es inefable e indefinible,
porque no se puede explicar, no puede ser tocado, ni rozado, es un misterio, es la
expresión de una emoción irracional no entra en la razón se cree y ya.
Una vez que se ha establecido la perspectiva de comprensión de lo sagrado,
podemos entender las manifestaciones de lo sagrado entre los pobladores de
Coquijá. Entre los ch’oles se encuentra este comportamiento de creer que es
sagrado determinado elemento de la naturaleza, por su origen y porque que
puede servir como elemento de protección cuando se encuentra en el espacio de
la geografía sagrada (la cueva, la gruta, el pozo, etcétera).
El agua que consideran bendita por el hecho de sustraerse de una cueva, pero no
de cualquiera, sino de la cueva de San Antonio, también llamado Cerro de la Cruz,
junto a este se ubica la cueva antes mencionada, localizada al occidente de la
población, la cual se distingue de las demás porque se ha erigido sobre su cima,
una Cruz de siete metros aproximadamente.
Caso similar sucede en las cavernas de península de Yucatán, como dice
(Thompson, 2008), eran fuentes de agua “virgen” empleada en las ceremonias, ya
que el agua, los participantes así como los utensilios que tomaban parte en el
ritual, debían estar exentos de contaminación.
El agua que filtraba de los techos de la cueva era tan pura, (Thompson, 2008, p.
231). También recalca que las cuevas se utilizaban para el culto de los dioses de
la lluvia y de la tierra, se ha encontrado incensarios que manifiesta el uso de esta
como centro ceremonial.
Mucha gente que acude a este lugar, la Cueva de San Antonio, en especial el 22
de abril, fecha que comienza la fiesta de Santa Cruz, 3 de mayo en Coquijá, se
hace en la fecha antes mencionada porque el 3 de mayo se encuentran ocupados
los “principales”, dentro de la comunidad.
Durante esta celebración, la gente que acompaña el inicio de la petición, muchos
de ellos llevan botellas para traer el agua que emana de la cueva, también he
observado que hay peregrinos de otros estados, que recogen tierra que hay
dentro o alrededor de la cueva, elaborando con ello pequeños animalitos, formas
de bolitas, carros y casas, representando con estas figuras moldeadas por ellos,
el milagro que esperan recibir.
Para algunos es solo un recuerdo de su estancia en ese lugar sagrado, para otros
es una porción de elemento fresco, buena protección para la casa y sienten que
están llevando una pequeña parte de lo sagrado3.
La representación en un elemento de la naturaleza puede estar conformada por su
sustancia o por la forma como lo menciona Eliade, se trata de una creencia que no
puede ser comprendida por cualquier persona ajena a ella, por ello sólo puede ser
comprendida por el individuo o por el colectivo social que se trasmite de una
generación a otra: “lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición
ininterrumpida de gestos inaugurados por otros” (1995, p. 15).
El simbolismo en torno a la cueva, al agua y a los demás elementos de la
naturaleza se conformaron en el transcurso de milenios hasta su manifestación
plástica e iconográfica en el periodo formativo; las reminiscencias que afloran
todavía en las comunidades indígenas de hoy, como Coquijá en donde se
mantiene el sentimiento de sacralidad de los lugares en donde se continúa
realizando el ritual que se trasmite de una generación a otra.
Al paso de los años, se observa que, cada vez más se desconoce el origen y el
significado profundo que se va desgastando, y conforme pasa el tiempo se le
agrega otro significado sincretizado, en este caso, con el catolicismo, el cual no
alcanza a tener un acompañamiento religioso cotidiano o más cercano como
3 Plática informal con un peregrino originario de Villahermosa, Tabasco, el día 3 de mayo de 2014
sucede en las ciudades, por ello la gente del lugar, invoca “la costumbre” como
una legitimación (sacramentalización) de sus creencias que no derivan de la
religión católica y afirman: “así se hizo antes, así es nuestra costumbre, nuestros
antepasados de esta tierra así hicieron, tal vez si tiene significado”.
Lo sagrado se trasmite y se mantiene vivo a través de la creencia de relatos como
leyendas, mitos que marca el grupo cultural, cada imagen que tiene algún grupo
social es la representación del ser divino en la cual cree y le tiene fe.
Los paisajes como la cueva y el pozo son considerados para los ch’oles lugares
de comunicación con lo sagrado, porque es allí donde expresan sus necesidades
y favores. El culto a la cueva se demuestra que ha existido en muchos lugares
como entre los Lacandones tal como expone Alejandro Sheseña, “los mayas
también hacían ritos asociados con el agua en un cerro en Palenque donde nace
el río Otolum. También los glifos de Palenque mencionan cuevas, o ch’en, y
lugares de aguas sagradas como Lakam Há y Matawil” (2013, p. 113).
La cueva de San Antonio es importante para los ch’oles de Coquija porque no solo
les concede lo que llegan pedir sino porque es un lugar vivo y sagrado donde
moran “lak yumob” “nuestros dueños”, un espacio donde le encuentran respuesta
a la vida y a las necesidades de cada individuo.
Llevar a cabo un ritual para comunicarse con los “dueños” de la cueva es una
práctica relativamente habitual entre los mayas y en especifico de los ch’oles, el
rezo en la cueva está relacionado con la práctica prehispánica que actualmente
incorpora elementos católicos. Por ejemplo el empleo de velas blancas solamente
durante los rezos y rituales de cueva, curiosamente en la región de los Altos de
Chiapas los pueblos tsotsiles si emplean las velas de colores del cosmos, Guiteras
(1965), Gossen (1980) y López Austin (1995)
En la cueva de San Antonio se relata también que fue el lugar donde apareció el
señor de Tila, Cristo Negro venerado por el pueblo católico. Cuentan que un día
en el pueblo se observó un gran arco iris que salía en el cerro. Entonces una
persona que se dedicaba al trabajo agrícola para el autoconsumo y que estaba
cerca y pasaba por ese sitio es originario de San Antonio (Jol witz)”cabeza del
cerro”, entró por curiosidad al lugar donde el arco iris iluminaba y sobre una roca
se encontró con la imagen del señor de Tila, se cuenta que allí se había
escondido.4 Por esta aparición, se convirtió la población en devota de Cristo y de
la Cueva.
Es así como se encuentran muchos relatos en torno a las creencias actuales,
dentro de la comunidad sujeto de investigación, la Cruz se relaciona con la fe
cristiana como símbolo de salvación, sin embargo sigue siendo un símbolo
cosmogónico pero también el simbolismo del “centro”, axis mundi, ombligo del
mundo, por ello pueden encontrarse cruces puestas en los cerros sagrados, en la
cima de las cuevas sagradas y en el panteón Eliade (1995), Broda y Báez -Jorge
(2001)
Por lo tanto la Cruz no solo está presente en los templos católicos, en esta fusión
de creencias el símbolo de la Cruz las integra: en los cerros de Tila como en
Coquijá, los días 22 de abril y 3 de mayo, se observa una notable separación entre
las oraciones y discursos que dicen los principales, en la iglesia católica y las que
dicen cuando están en el cerro, es un lenguaje de advocación a los “dueños” del
agua, de la lluvia de la cosecha, del todo protector: lak yumuj añoj bû t’yij witz, lak
tyatñaoj, yumoj pejt’ye chuki añ wij t’yi mulawil, ak’eñolojon wat’yil kuxt’yil5,
(nuestros dueños que están en el cerro, nuestros antepasados, dueños de todo lo
que hay aquí en el mundo, danos nuestros ser y estar).
Lo anterior son las principales palabras que dicen los devotos como oración, tanto
en el cerro de Coquijá como en el de Tila donde está la cueva y dentro de la
iglesia católica solo el 3 de mayo (Entrevista a los señores, Plácido, Ramón y
Manuel originarios de Coquijá quienes son los principales por ser mayores de
edad, el día 3 de mayo de 2014).
Como todo elemento religioso prehispánico que se mantiene, se manifiesta como
una dualidad. También en la actualidad como mencioné anteriormente la cueva
también puede ser nefasta, recibe las peticiones para el buen vivir: “el ser y estar”,
pero si no se acude “de corazón”, la persona puede caer y quedar su ch’ulel
4 Relato que he escuchado por ser originaria del municipio de Tila5 Participación y observación directa el 3 de mayo de 2014
(alma) atrapado o salir desorientada de la cueva y perderse en el camino, porque
el lugar se considera de naturaleza fría, es el Tlalocan. El quincunce aquí aparece
como reminiscencia en forma de Cruz cristiana.
Los cerros así como las cuevas están asociados con los ancestros, el agua y
todas las cosas necesarias para las personas, también porque es el lugar donde
viven los dueños o señores de la tierra o del inframundo. Se observa la huella de
la antigua creencia del Tlalocan, la cueva de los abastecimientos.
(Pérez Chacón, 1993, p. 14), menciona: “los choles visitan las cuevas que se
encuentran en los cerros para pedir las cosas que necesitan, como la lluvia y las
buenas cosechas y para dar ofrendas para ayudar a curar los enfermos”. Es un
dato más sobre las creencias que se tienen y practican hasta en la actualidad.
Otro dato que menciona (Alejandro Sheseña, 2008 p. 121), citando a Vogt (1981),
con relación a las prácticas entre los pueblos tsotsiles: “Los tzotziles han hecho
peregrinaciones a las cimas de los cerros en ceremonias también para pedir la
lluvia, buenas cosechas, y curar a la gente enferma”.
Este grupo cultural también mantiene la creencia que el cerro está repleto de
cosas que necesitan las personas para sobrevivir, prosperar y seguir como una
comunidad reminiscencia simbólica del Tlalocan. Peregrinan también en los
manantiales para hacer ritos para la lluvia y para demostrar que siguen
recordando sus ancestros y el territorio que les dejaron.
Se puede demostrar que los rituales, creencias y prácticas cobra importancia en
los mitos que se cuenta y este hace que haya continuidad de estas creencias y
prácticas, en la actualidad persiste por el sentido profundo que le confiere el
devoto.
A continuación describo la fiesta de la Santa Cruz para demostrar la pervivencia
de las prácticas antiguas mayas. Como he venido señalando, la fiesta de 3 de
mayo en Coquijá comienza el día 22 de abril como el “Principal”, el señor Ramón
me explicó todo lo siguiente:
Es una visita que se hace para anunciarse que se aproxima la fiesta, que ya
se encontró la casa para la fiesta, y se pide que bendiga a la familia donde
se llevará a cabo la fiesta, días antes se organizan se da el anuncio y la
invitación de quienes gustan acompañar, los integrantes del hogar donde se
efectuara la fiesta van todos, la organización se hace terminando la misa
católica, se plantea varios asuntos como, el carro que los transportara a
Tila, la hora que saldrán para ir al cerro.
Semanas antes se elabora velas en la casa de un “principal”, se compran
velas, inciensos y bebida aguardiente, ya en la tarde un día antes del viaje
se adornan velas con flores naturales de dos metros de altura en centro de
la vela es donde se le tejen las flores, para darle presencia a las peticiones
y favores que se pide para la comunidad, en el adorno de las velas
participan cuatro mujeres que son las expertas en hacerlo, salen de la
comunidad a las cuatro o tres de la mañana se reúnen y todos contentos
como dice don Ramón de un solo corazón allí no se bromea se va hablando
de las cosechas de las cosas que afecta la producción agrícola entre otras.
De ahí se va primero a la iglesia, posteriormente a las 5 de la mañana
caminan para ir a la Cruz, llegando se dirigen hacia la Cruz, haciendo las
peticiones y mencionando que entrarán a la cueva donde descansan
nuestros dueños. El discurso ritual que se maneja dentro de la cueva es de
la siguiente manera:
Wä’ añoñlojoñ tyi jula’
Estamos aquí de visita
Ili ch’ujulbä ch’en, kuxulbä ch’en
En esta cueva sagrada cueva viva
Ñäch’ tyañ mu’bä ksubeñetylojoñ
Escucha lo que te decimos
(Plática realizada con don Manuel Gutiérrez, en Coquijá, el día 17 de septiembre
de 2014, en la que amablemente me dictó la oración arriba anotada).
Asistí a la cueva de San Antonio y observé que ofrendan aguardiente que se pone
primero en un vaso chico luego se tira al suelo formando una Cruz, una vez
concluido, entran a la cueva ponen la vela las encienden en lo que encomiendan,
mediante oraciones y peticiones van quemando el incienso, el aguardiente en ese
momento cobra otro significado no dicen que es trago o aguardiente, dicen (te
ofrendamos el ts’a’añ, “lo picoso” el liquido caliente para tu corazón), la vela
también en la oración se dice la luz o el juego (k’ajk).
Los que llevan botellas para su agua bendita terminando las peticiones comienzan
a poner el agua en sus botellas persignándose. Posteriormente conviven primero
pasándose el “ts’a’añ”6 en copitas. Terminado comparten lo que hayan llevado
para comer, todo esto ya fuera de la cueva, terminando entran de nuevo a la
cueva anunciando su salida y que les de protección a nuestros dueños en el viaje.
Don Ramón y don Manuel Gutiérrez mencionan que cuando llegan a la cueva
regresan con un corazón tranquilo porque ya fue confesar su petición (mi kmel
lakbäj).
Semanas antes del 3 de mayo, las mujeres católicas juntan frijoles, maíz, arroz,
azúcar, en la casa donde se hará la fiesta para ser consumidos el día 3 de mayo,
la gente está invitada o colaborar en la preparación del alimento, también los que
quieran acompañar a los “principales”, que actualmente son tres. En la iglesia se
citan a las 3 de la mañana, junto con músicos denominado “malent’sin”7, se
encienden 12 velas don Ramón explica:
Porque son los doce meses del año, se pide bendición para un año y las
velas son para cada mes que trae el año aunque se enciendan todos en un
día nos acompaña para un año. Primero se encienden 4 de bajo del señor
(altar), 2 en la casa del encargado de la fiesta, donde toma agua que es
pozo o donde llegan a lavar ropa 2 velas uno en la Cruz que se ubica en un
cerro dentro de la comunidad, en Tila, 4 en la iglesia esto se hace el día 22
de abril. Lo que se pone en la cueva son 2 pero no se cuenta porque es
6 Bebida alcohólica 7 Música tradicional que acompaña la fiesta los instrumentos musicales que utilizan es la guitarra y el violín y sonajas
para bendición especial es un regalo de nuestra morada lakyumob
(nuestros dueños) (Entrevista realizada a los señores Ramón y Manuel
Gutiérrez, en Coquijá, el 16 de septiembre de 2014)
Las mujeres son las encargadas de elaborar el alimento esto se hace el día 2 de
mayo, preparan tamales porque dicen “es la que mas rinde”.
Una vez que terminan las peticiones y las visitas en el pozo y en el cerro de la
comunidad el día 3 de mayo se agradecen entre los principales y van a convivir en
la casa del familiar donde se hizo la fiesta acompañados de la música tradicional.
Normalmente por la tarde de ese día comienza la lluvia. Es así como culmina la
fiesta de petición entre los ch’oles.
Conclusión
Las prácticas religiosas mayas existentes actualmente, no provienen de unos años
atrás, son resultado de un largo proceso histórico, desde que el hombre comienza
a cuestionar su realidad social buscando una respuesta trascendental para su
vida.
Toda sociedad en el transcurso del tiempo y en el espacio se va encontrando
nuevos elementos culturales ajenos a ella, pero las incorporan con su práctica ya
existente, y es así como va construyendo su realidad social y simbólica.
En la sociedad las personas siempre están sumergidas en procesos de
identificación, en la interacción las personas recrean su identificación una y otras y
por ello la identidad es siempre dinámica, no estática. Conforme van conociendo
encuentran nuevos elementos socioculturales, construye su realidad que responde
a necesidades y preguntas existenciales.
Para entender esta continuidad la propuesta de Alfredo López Austin de tradición
religiosa mesoamericana me sirvió como marco conceptual para analizar el
símbolo de la Cruz en Mesoamérica a la actual práctica y creencia ch’ol,
relacionados con los procesos de corta y larga duración del “núcleo duro” de la
religión mesoamericana.
En esta pervivencia de creencias, sentimientos y prácticas que tienen lugar en
Coquijá, el mito cumple una función social porque a partir de este la gente
experimenta una energía explicable, que tiene su raíz en la expresión de la
emoción humana, la emoción experimentada ante la situación límite de la muerte,
y esto lo vuelve además en un elemento cultural, con un sentido profundo para el
creyente (muerte-regeneración), por esta razón se mantiene, tarda en
desgastarse, pues el vínculo con el mito y el rito sobre la muerte es emotiva y no
racional como señala Cassirer y como se mostró en las entrevistas.
El culto a la cueva también impone una serie de preparativos entre los choles, el
significado que tiene para los creyentes es que, si no se acude con devoción,
durante la peregrinación puede perderse en el camino, una caída hace que quede
atrapado el Ch’ujlel (alma/espíritu).
Si no se realiza la fiesta de la Santa Cruz y los ritos que evocan a los dioses de la
lluvia “Nuestros Dueños” nos castigarían, no caerían lluvias para la fertilidad de la
tierra.
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