El Siglo de María - El Dominical

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Artículo periodístico publicado en El Dominical (02/08/2015), suplemento del diario El Comercio, sobre el centenario de María Rostworowski.

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  • EDletras + artes + ideas

    EL DominicaL

    Ao 62 N 19 Lima, domingo 2 de agosto del 2015

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    Los cien aos de Mara rostworowski, La historiadora deL antiguo Per.en portada /pgs. 8-11

    sigLo DE oro

    entrevista/pg. 3 Hernn romero: no tengo idea de en cuntas obras he participadohallazgo /pg. 4 La sorprendente intervencin de orson Welles en el cine para adultosinterpretaciones /pg. 6 Vallejo en sueco (va Transtrmer y roy andersson)

    Una fantasa de horror infantil por santiago roncagliolo ficcin /Pg.12

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    En portada

    personaje. Mara rostworowski, la gran historiadora del per prehispnico, cumple 100 aos.

    El siglo de MaraPor Jorge Paredes laos

    Espero celebrar mis cien aos sentada en este mismo sof, le dijo Mara Rostwo-rowski a la periodista Nelly Luna Amancio en agosto del 2011, cuando tena 96. No s si hoy Mara estar senta-da en ese sof de su sala que tanto le gus-ta, y desde donde a travs de la ventana puede contemplar la calle Ignacio Merino y el cielo de este impredecible invierno li-meo. El prximo sbado 8 de agosto ella celebrar su cumpleaos nmero cien. No se encuentra muy bien de salud. Vive con su nica hija, Krysia, y recibe a muy pocas personas. Cuando uno pregunta qu tiene, le responden cien aos. Suficiente para entender que esta mujer, que abri tantos caminos de investigacin sobre nuestro pasado e inspir a varias generaciones de historiadores, arquelogos, antroplogos, socilogos y psicoanalistas, hoy prefiera el silencio, el reposo y la tranquilidad.

    La imagen que guardo de ella es la de una mujer menuda. Liviana pero fuerte. La recuerdo de pie, sonriente y cordial, espe-rndome en el pasillo del segundo piso del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), su segunda casa. Era una maana luminosa de enero y yo buscaba informacin sobre la Lima prehispnica, un tema que a Mara siempre le haba apasionado. Entonces te-na ya 89 aos, pero se mova con agilidad y su mente fijaba con precisin nombres, fechas y lugares. Cuando hablaba, mova con insistencia las manos, como si quisiera dibujar en el aire sus ideas y recuerdos.

    Entonces me cont con detalles las ve-ces que camin por los campos de Collique y Canta, y por las lomas tras Pachacmac, lu-gares que conoca al detalle. Los recorri de palmo a palmo entre los aos sesenta y se-tenta, cuando ningn investigador presta-ba atencin a la costa central ni a las etnias, pueblos y seoros que la haban habitado antes de la llegada de los espaoles. Es una pena me dijo, que los limeos no co-nozcan su historia. Desde mucho antes de que llegaran los espaoles e incluso los in-cas, este valle pareca un vergel por la can-tidad de rboles frutales y ornamentales.

    ***Mara naci en 1915 en Barranco, en los tiempos en que ese lugar era un balneario casi idlico rodeado de chacras. Ella solo recordaba fogonazos. Una calle y al fondo mucha luz, le dijo al historiador Rafael Va-rn en una extensa entrevista publicada en 1995, con ocasin de sus 80 aos. Su padre era polaco y su madre punea, y ese origen entre dos mundos marc desde temprano su existencia.

    Varn ha sido uno de sus colaboradores y discpulos ms cercanos, y en esa prolon-gada charla la historiadora repas su larga vida, desde su viaje a Polonia, a los cinco aos, llevada por su padre; hasta su retor-no al Per y su ingreso a la vida acadmica, gracias a su incansable formacin autodi-dacta. Mara senta un gran aprecio por su padre, una persona con unas caractersti-cas particulares, un agricultor noble que senta una especie de agitacin por la vida.

    Su mam era muy afectuosa tambin, pe-ro muy calmada. Tambin recordaba con afecto y dolor a su hermana, su nica her-mana, que falleci muy pequea (Mara tena entonces ocho aos), hecho que le dej una huella muy marcada para toda la vida, evoca Varn.

    Los recuerdos europeos de Mara es-tn asociados al campo y los viajes. Como a su madre no le gustaba el fro de Polo-nia, su padre compr una hacienda cerca de la Costa Azul francesa, que ella siempre identific como la patria de sus primeros aos. Entonces el Per era para ella solo un punto de interrogacin, imaginado apenas por los relatos de su madre, quien descenda de una familia que haba hecho fortuna llevando recuas desde Puno hasta Tucumn.

    Resulta que era un cuarto grande lleno de libros, con ventanas y luz; me hice un nido, todo de paja, lindo. De ah creo que me gusta tanto escribir y leer en la cama.

    Rostworowski en su oficina del Instituto de Estudios Peruanos, institucin que ha publicado la mayora de sus libros. Ella prefiri siempre la mquina de escribir.

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    personaje. Mara rostworowski, la gran historiadora del per prehispnico, cumple 100 aos.

    Casi no fue al colegio. Aprendi a leer y escribir en francs con institutrices par-ticulares. A los 13 aos recin se pudo ins-cribir en un internado ingls. Pero no se acostumbr al sistema escolar. Luego pas a otra escuela en Bruselas. Su nico refugio fueron entonces los libros que desde chica lea con avidez. Clsicos franceses, textos sobre el medioevo, el arte romntico, el g-tico. Yo lea de todo, porque encontr que los antiguos dueos de la hacienda haban dejado una biblioteca en el segundo piso de la caballeriza. Haba una puertecita que un da encontr, y me met. Resulta que era un cuarto grande lleno de libros, con ventanas y luz; me hice un nido, todo de paja, lindo. De ah creo que me gusta tanto escribir y leer en la cama, cont en aquella entrevis-ta de 1995.

    ***Regres al Per en 1935 casada con un jo-ven noble polaco. Pero esta unin no pros-per y al poco tiempo la pareja termin divorcindose. l march a la guerra en Europa, y ella, con su pequea hija, volvi a vivir bajo la tutela del padre, quien haba vuelto a radicar en nuestro pas.

    En esa poca Ancn era un lugar de descanso, apenas agitado en los meses de enero y febrero, cuando algunas familias limeas iban a pasar el verano. Ah, en una pensin llamada Paulita, Mara conoci al empresario Alejandro Diez Canseco, hijo de un poltico sanchezcerrista. Se enamo-raron y se casaron en medio de una ola de murmullos. Creo que fue el segundo o ter-cer matrimonio en Lima de gente divorcia-da, ha contado ella.

    La pareja realiz intensos viajes por el interior del pas y juntos fueron descu-briendo el Per. Sus lecturas continuaron. A Mara le sorprendi un libro de Markham sobre los incas sobre todo porque habla-ba mucho de Pachactec y Tpac Yupan-qui y luego otro de Riva Agero. Era in-vierno y Mara se repona del paludismo en Ancn. Sola leer mucho y no despega-ba los ojos del libro de Riva Agero, cuan-do alguien la interrumpi. Era Ral Porras Barrenechea. La madre del historiador tena una casa en el balneario y l sola al-morzar tambin en la pensin Paulita. A Porras le debe haber sorprendido esta jo-ven de rasgos europeos absorta en la lectu-ra de un autor que por entonces ya era una celebridad. Se conocieron, conversaron y ella tuvo la osada de contarle que planea-

    ba escribir una biografa de Pachactec. Esto cambi el rumbo de su vida. Porras orden sus lecturas, le hizo descubrir a los cronistas, le ense a fichar fichas que ella guardaba en cajas de zapatos y la co-menz a guiar en un trabajo intelectual que sera determinante.

    Con el tiempo, Mara lo invitaba a cenar a su casa. Le haca pastelitos y tomaba apun-tes apuradamente de todas sus indicacio-nes, mientras el maestro se paseaba por su sala dando largos pasos. Porras cedi ante su persistencia y la anim a asistir a sus cla-ses en San Marcos. Despus la ayud a sacar libros de la biblioteca, y finalmente le pro-puso que sea alumna libre de la universidad. Mara no tena documentos para demostrar todo lo que haba estudiado su internado ingls haba cerrado por la guerra ni mu-cho menos todo lo que haba ledo.

    ***En 1952 ya tena listo su libro Pachacutec Ynca Yupanqui. El trabajo haba sido rea-lizado con dedicacin a partir de mltiples lecturas y visitas a archivos. Fue recibido con entusiasmo por Porras, quien propuso a Mara para el Premio Nacional de Histo-ria Inca Garcilaso de la Vega. La comisin, integrada por Manuel Moreyra, Alberto Tauro del Pino, Aurelio Mir Quesada y el propio Porras, le otorg el premio. Pero el gobierno de Odra no reconoci la resolu-cin y por conveniencias polticas se lo en-treg a otra persona. Para paliar el escn-dalo le ofrecieron publicar el libro. Mara se lo cont a su esposo, y este le dijo tajante: No aceptes, yo te lo publico.

    As apareci un ao despus uno de los hitos de la historiografa peruana. Un estu-dio minucioso de la figura del inca que tras-ciende la simple biografa para adentrarnos en la historia del Tahuantinsuyo. Un libro que abre un nuevo camino y que llev a su autora a persistir en sus lecturas de los cro-nistas y, sobre todo, a recorrer archivos en el Per y el extranjero, donde cada documen-to que hallaba se converta en material para una futura publicacin. Ah se produjo un quiebre con Porras: mientras este la alenta-ba para que volviera sus ojos a lo colonial, Mara insisti en el mundo andino para re-velarnos una historia que hasta entonces era ms idealizada que estudiada en serio.

    Fue en primer lugar una impulsora de la etnohistoria. Es difcil hacer una selec-cin, pero, desde mi inters personal, dira que una de sus grandes investigaciones fue sobre las estructuras andinas de poder, comenta Liliana Regalado, historiadora de la Universidad Catlica.

    Rostworowski en su oficina del Instituto de Estudios Peruanos, institucin que ha publicado la mayora de sus libros. Ella prefiri siempre la mquina de escribir.

    RicaRdo altamiRano duaRte

    interpretacin original: La independencia de Mara Rostworowski en su vida personal se hizo tambin evidente en su trabajo intelectual, explorando nuevos temas y colaborando con diversos especialistas para ofrecer interpretaciones originales de la historia de los Andes, sin temor a criticar viejos mitos. (Julio Cotler, antroplogo, socilogo e investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos).

    ramos un mixtum compositum: una historiadora, Mara Rostworowski; un an-troplogo, Luis Millones; y tres psicoana-listas: Max Hernndez, Alberto Pndola y yo. No recuerdo cul de ellos me convoc a principios de los ochenta, pero lo cierto es que fue alrededor de la mesa de la casa de Mara en Ignacio Merino que se gest el Se-minario Interdisciplinario de Estudios An-dinos (Sidea). El primer paso fue establecer una metodologa. Los psicoanalistas gene-ralmente trabajamos con los sentimientos y las respuestas de los pacientes. En este ca-so analizamos las reacciones que cada uno de nosotros presentaba frente al material.

    Nos fuimos adentrando as en los veri-cuetos de la sociedad andina guiados de la mano por Mara. Que las reuniones se lle-varan a cabo en su casa es claro indicador de quin iba tejiendo con su sabidura los insights grupales en torno a cuatro hitos: el mito de los orgenes del Tahantinsuyu; la expansin del Estado inca con Pachactec, que implic un cambio de dioses; la cada y destruccin que signific la llegada de los conquistadores; y la esperanza de renaci-miento que se expresa en el Taki Onqoy.

    Nunca podr agradecer lo suficiente a Mara por habernos abierto con tanta gene-rosidad y entusiasmo las puertas de la enig-mtica historia andina cuyas llaves posee. Es una deuda incalculable que no solo sus colegas y amigos del Sidea sino todos los peruanos tenemos con ella. [Moiss Lemlij]

    testimonio

    Las llavesdel pasado

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    tributo. Mara rostworowski, la gran historiadora del Per prehispnico, cumple 100 aos.

    Con los investigadores Carlos Ivn Degregori, Efran Gonzales de Olarte, Jrgen Golte, Alberto Escobar y Julio Cotler en el IEP.

    Mara en la campia francesa.

    Ella se convirti en la sacerdotisa del grupo. Los convocaba cada mircoles en su casa, a la hora de almuerzo, para discutir y estudiar los mitos y las crnicas coloniales.

    ***La repentina muerte de Alejandro Diez Canseco la llev por otros rumbos. Sa-li, conoci a otros investigadores, man-tuvo correspondencia con John Murra y John Rowe, y reforz su inters por lo pe-ruano. En 1963 conoci al antroplogo Jo-s Matos Mar y a Rosala valos, quienes la invitaron a una reunin en Huampan, donde un grupo de investigadores planea-ba crear un instituto. Era la nica mujer. En la mesa estaban Jos Mara Arguedas, John Murra, Anbal Quijano, Luis E. Valcrcel y el propio Matos Mar.

    Su relacin con el IEP ha sido larga y fructfera, sobre todo despus de la publi-cacin de Etnia y sociedad, en 1977, su seleccin de artculos que definieron la centralidad de la costa peruana en la cultu-ra andina. Entonces Matos Mar la invit a formar parte del equipo de investigadores. Le dio libertad absoluta y ella public dos libros en tres aos. Cuando estaba a punto de partir, Matos la detuvo y le dijo: Qu-date y escribe una historia del Tahuantin-suyo. Mara crey que estaba bromeando. Uy, qu pesado, fue lo primero que se le vino a la mente. Solo atin a decirle que lo pensara. En ese momento no lo saba, pe-ro ese fue el inicio de su obra mayor. Efran Gonzales de Olarte, director general del IEP por esos aos, recuerda: Llegaba a las ocho y media de la maana y se iba a las do-ce del da. Mi oficina estaba al costado de

    la suya, y a media maana vena con su t verde, y yo me tomaba mi cafecito.

    Historia del Tahuantinsuyu es hoy el libro ms vendido y reeditado del IEP y uno de los ms importantes de las ciencias sociales peruanas. De 1988 a 1996 tena ya seis reimpresiones. Casi olamos que iba a ser un xito porque se necesitaba una histo-ria menos anecdtica, basada ms en la in-vestigacin, en la arqueologa y la etnohis-toria. Y Mara logr hacer todo eso, agrega Gonzales de Olarte. Podramos decir que el libro no fue producto de una formacin especfica, sino de una intuicin multidis-ciplinaria. De un slido manejo de las fuen-tes escritas: las crnicas, las actas judicia-les, las visitas y los censos.

    Mucho tiempo despus, entrada la pri-mera dcada del 2000, la investigadora Ca-rolina de Belaunde recordar el incansable sonido de su mquina de escribir. Mara nunca us computadora. All la encontr, clida, dispuesta a escuchar diversas con-sultas y dudas, interesada en promover la investigacin en los jvenes, ms an si eran mujeres, rememora.

    ***El psicoanalista Max Hernndez la recuer-da de pie en lo alto del templo de Pachac-mac, leyendo a viva voz la crnica del es-paol Miguel de Estete. Eran los aciagos tiempos de la violencia poltica y l, junto con sus colegas Moiss Lemlij y Alberto

    Pndola y el antroplogo Luis Millones, haban sido convocados por ella para tre-par hasta lo alto del templo prehispnico y entender, de esta manera, con la fuerza del viento y el magnetismo del lugar, algo de la mentalidad andina del siglo XIV.

    Como dice Lemlij, ella se convirti en la sacerdotisa del grupo. Los convocaba cada mircoles en su casa, a la hora de almuer-zo, para conversar, discutir y estudiar los mitos y las crnicas coloniales. As naci el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos. Un da que las discusiones no lle-gaban a ningn lado, ella sac un vodka polaco, uno muy fino que tena una hierba especial que coman los bisontes, y eso ins-pir a todos.

    Con su gua fuimos adentrndonos en dimensiones importantes de nuestro ser nacional, comenta Max Hernndez. Fue gracias a Mara que pude tener una refe-rencia fundamental de los ltimos incas, y el hecho de que me impulsara a leer Dioses y hombres de Huarochir me sirvi tam-bin para conocer el sustrato precolombi-no de Lima.

    En un trabajo conjunto rara vez visto en las ciencias sociales, Rostworowski, Her-nndez, Lemlij, Pndola y Millones pu-blicaron a diez manos algunos libros que explican de manera novedosa esa persis-tencia de lo andino en nuestra sociedad, como El umbral de los dioses y Entre el mito y la historia, psicoanlisis y pasado andino. Miradas al pasado desde el presente desafiante.

    Resulta imposible resumir todos los aportes que Mara Rostworowski ha hecho al conocimiento de nuestra historia. Entre sus mltiples trabajos estn los dedicados a Francisca Pizarro, la hija mestiza del con-quistador, que era la anttesis de Garcilaso, alejada de todo lo andino y separada de su madre despus de la lactancia; o sus ha-llazgos sobre los matriarcados en la costa norte; o su comentado libro sobre los sote-rrados vnculos milenarios entre el dios de Pachacmac y el Seor de los Milagros.

    Con los aos, ella tambin ha sido la abuela que les contaba relatos andinos a sus nietos, y que luego se han ido transfor-mando en inspirados libros para nios; en la FIL se presentaron Cuentos de los An-des y El origen de los hombres y otros cuentos del antiguo Per. Una pensa-dora independiente, como ha destacado Julio Cotler, que ha recibido el grado de doctor honoris causa de seis universidades sin haberse matriculado jams en ningu-na, y cuya existencia centenaria ha sido y es una constante fuente de aprendizaje y asombro.

    archivo iep

    archivo familiar

    Los testimonios de Carolina de Belaunde, Julio Cotler, Efran Gonzales, Max Hernndez, Liliana Regalado y Rafael Varn fueron dados al IEP y se pueden ver en www.rostworowski.iep.org.pe/.

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    La autora de Historia del Tahuantinsuyu recuerda en estas lneas su paso como alumna libre por la Universidad de San Marcos.

    Brillantes eran las charlas de Porras, los sucesos de la conquista eran repasados con erudicin y ante la expectante audiencia desfilaban los galeones, los soldados con sus yelmos y arcabuces.

    MIS RECUERDOS DE SAN MARCOSTexto indito

    He manifestado muchas veces que soy au-todidacta, hecho que influye en mis remem-branzas y las hace ms personales. Sin embar-go, puedo decir que los aos de aprendizaje los viv en los claustros sanmarquinos. Mi con-dicin no me obligaba a nada, poda asistir a los cursos que ms me interesaban. No daba exmenes, pero a pesar de estas ventajas ao-raba dejar de ser una alumna libre y hubiera preferido estar atada a horarios y deberes. So-lo con los aos he comprendido y valorado mi situacin y mi libertad de aquel entonces, al no tener que asistir a cursos obligatorios.

    Me veo en la situacin de explicar por qu no poda ingresar normalmente a la universi-dad: por no poseer los certificados que acredi-taban siquiera haber aprendido a leer. Haba pasado la mayor parte de mi niez y juventud en Europa y mi padre, con cierta despreocu-pacin, no conserv los papelitos necesarios. Acaso una hija tena que estudiar? El matri-monio no era la meta de toda joven?

    Me faltaban los certificados de educacin media porque la primaria la pas en el campo, con profesores, situacin bastante aburrida que me era imposible acreditar. Al momento de rescatar de los colegios los necesarios cer-tificados, el estado del mundo era un caos, no

    se poda obtener nada de Europa, no exista nin-gn tipo de correspondencia ni de comunicacin. El colegio ingls donde curs dos aos se situaba sobre los acantilados de Brighton y se haba con-vertido en un cuartel para los soldados de la de-fensa de la costa britnica. Bruselas sufra la ocu-pacin alemana.

    Me perdonarn esta digresin para explicar mi situacin y el no poder ingresar a San Marcos; fui una alumna marginal, situacin que me dola profundamente.

    Por esos aos, grandes e ilustres maestros dictaban cursos en el Patio de Letras, como Ral Porras Barrenechea, Luis Valcrcel, Julio C. Tello y otros. Para mi buena suerte conoc a Porras y se in-teres en mis investigaciones. No solamente apo-y mi proyecto de escribir una biografa del inca Pachacutec, sino que con su profunda vocacin de maestro me orient y ense cmo investigar historia, cmo fichar, y me suministr la biblio-grafa necesaria. Adems, me consigui la auto-rizacin para ser alumna libre en San Marcos y el acceso a la biblioteca central.

    As un da, tmidamente y con gran respeto, me asom por primera vez a la universidad. El au-la donde hablara el maestro estaba colmada y los alumnos se apiaban. Con dificultad me hice un sitio, nadie quera perderse ni una palabra del cur-so. Brillantes eran las charlas de Porras, los suce-

    sos de la conquista eran repasados con erudicin y ante la expectante audiencia desfilaban los ga-leones, los soldados con sus yelmos, arcabuces y alabardas. Imaginbamos la llegada de Pizarro en su tercer viaje a Tumbes y su sorpresa al hallar la ciudad en ruinas y quemada despus de la derrota naval que sufri Atahualpa ante el empuje del cu-raca de la isla Pun, partidario de Huscar.

    En otras ocasiones Porras Barrenechea ex-plicaba el valor de cada crnica y analizaba la ve-racidad de sus autores. Distintas eran las confe-rencias de Arqueologa del Dr. Julio C. Tello, ellas tenan lugar a las siete de la maana y era una ca-rrera para llegar a tiempo a San Marcos. Primero haba que tomar el urbanito, un pequeo bus un tanto destartalado, atestado de gente, que des-pus de dar mil vueltas por el balneario permi-ta tomar el tranva hasta el Centro de Lima. Mis salidas tan matutinas de la casa disgustaban a mi marido y a mi hija, y ambos se confabulaban en sus protestas.

    No menos interesantes eran las charlas del Dr. Luis Valcrcel sobre Etnohistoria; fue l quien acu- el trmino para designar el estudio del pasado andino por ser el pueblo del Ande su tema princi-pal de estudio. Las noticias y la investigacin gira-ban en torno al hombre y a los grupos tnicos. El doctor hablaba sobre el Cusco, sus soberanos, los episodios conocidos de su historia; sus palabras me obligaron a desear viajar a la capital del Ta-huantinsuyu, y recuerdo el impacto que me pro-dujo su primera visin. Qued deslumbrada por su belleza, su luminosidad y los colores de su cam-pia. El Cusco se volvi un recuerdo inolvidable.

    Un importante acontecimiento en San Marcos fue el Primer Congreso Internacional de Peruanis-tas, organizado por el doctor Porras Barrenechea, director del Instituto de Historia de la Facultad de Letras, con ocasin de celebrarse, el 12 de mayo de 1951, el IV Centenario de su fundacin por Cdula Real de Carlos V y de la Reina Madre Doa Juana.

    En respuesta a la convocatoria acudieron eminencias, profesores y alumnos nacionales y extranjeros de las especialidades de Historia, Ar-queologa, Etnologa, Arte y Folclore.

    Por entonces haba terminado la primera ver-sin de la biografa de Pachacutec Inca Yupanqui, y Porras me pidi presentar una ponencia sobre un captulo que trataba de las sucesiones inca por encontrarlo novedoso. Aquello fue mi debut, y por supuesto estaba aterrada de hablar ante des-tacadas personalidades. Recuerdo que Wendell Benett se percat de mi angustia y me tranquiliz con palabras de aliento.

    Para terminar estas cortas notas sobre mis re-cuerdos no en vano pasan los aos aadir que al no haber sido una alumna en situacin nor-mal, ni haber enseado en San Marcos, no tuve la oportunidad de ver los defectos que otros pudie-ron sufrir []. Para m San Marcos representaba un ideal, un centro de sapiencia.

    *Texto entregado a la biblioteca del IEP.

    Por Mara rostworowski*

    rolly reyna/archivo