El Señorío de Cristo

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EL SEÑORÍO DE CRISTO Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Colosenses 1.15-20 Introducción “Vosotros me llamáis Maestro, y Señor (κριος); y decís bien, porque lo soy.” Jn 13.13 Cristo reconoce su personalidad divina y su derecho de que seamos sus siervos. 1. El Señorío de Cristo en la Creación – Cabeza de la creación En este pasaje, Pablo va a presentar una serie de afirmaciones contrarias al gnosticismo, y otras filosofías, que estaban y continúan insatisfechas con la “ruda sencillez” del Cristianismo, y siempre han querido convertirlo en un sistema filosófico en línea con los otros de su tiempo. Imagen (εκν) del Dios invisible (15a) El gnosticismo postulaba que Jesucristo era una emanación bastante alta, hasta posiblemente la más alta, pero una más entre muchos. El gnosticismo creía que como la materia era absolutamente mala, también el cuerpo lo era. Y de ahí que Aquel Que fue la revelación de Dios no podía tener un cuerpo material. No podía haber sido más que un espíritu desencarnado que se presentaba en forma corporal. Negaba la humanidad real de Jesús.

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Jesucristo tiene señorío sobre la creación por cuanto todo fue creado por él y para él, Pero también tiene señorío sobre la nueva creación por cuanto es Cabeza de la Iglesia. Pero su señorío se extiende a todo.

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EL SEÑORÍO DE CRISTO

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.Porque en él fueron creadas todas las cosas,

las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;

todo fue creado por medio de él y para él.Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos,

para que en todo tenga la preeminencia;por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos,

haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.Colosenses 1.15-20

Introducción

“Vosotros me llamáis Maestro, y Señor (κυριος); y decís bien, porque lo soy.” Jn 13.13Cristo reconoce su personalidad divina y su derecho de que seamos sus siervos.

1. El Señorío de Cristo en la Creación – Cabeza de la creación

En este pasaje, Pablo va a presentar una serie de afirmaciones contrarias al gnosticismo, y otras filosofías, que estaban y continúan insatisfechas con la “ruda sencillez” del Cristianismo, y siempre han querido convertirlo en un sistema filosófico en línea con los otros de su tiempo.

Imagen (εικων) del Dios invisible (15a)El gnosticismo postulaba que Jesucristo era una emanación bastante alta, hasta posiblemente la más alta, pero una más entre muchos.El gnosticismo creía que como la materia era absolutamente mala, también el cuerpo lo era. Y de ahí que Aquel Que fue la revelación de Dios no podía tener un cuerpo material. No podía haber sido más que un espíritu desencarnado que se presentaba en forma corporal. Negaba la humanidad real de Jesús.El gnosticismo decía que Jesús no era más que uno entre muchos intermediarios; y que, por muy glorioso que fuera, era solo una revelación parcial de Dios.Imagen del Dios invisible (18). Es la revelación exacta de Dios (Jn 1.18; 14.9), la expresión exacta de su Ser (He 1.3). Una representación tan perfecta de Dios, que es una manifestación, la perfecta manifestación de Dios. El representante perfecto de Dios. Lo que Dios había previsto que los hombres fuéramos al crearnos, la perfecta manifestación del hombre. La foto perfecta, el retrato perfecto de Dios.Algunos dicen que esta descripción es reveladora, más que ontológica. Nos cuenta lo que Cristo hace (para revelar a Dios), en vez de aquello que Él es en Sí mismo.

Primogénito de toda creación (15b)El gnosticismo decía que el que llevó a cabo la obra de la creación fue un dios inferior, que desconocía al verdadero Dios y Le era hostil. El arrianismo y sus sucesores, los testigos de Jehová, dicen que Jesucristo es el primer ser creado.

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Primogénito (πρωτοτοκος) de toda creación, significa que Él fue engendrado antes de toda creación, que es anterior, distinto y superior a toda creación. El que tiene autoridad sobre toda la creación. El Señor de la creación y que no tiene ningún rival entre las criaturas. A Quien le pertenece el mayor honor que se encuentra en la creación. El Mesías, el más excelso de los reyes (Sal 89.27).

Todo fue creado en (εν) Él (αυτος) (16a)Cristo es la esfera dentro del cual ocurrió la obra de la creación. Todas las leyes y propósitos que guían la creación, así como el gobierno del universo, residen en Él.Todo lo creado se originó en el plan y en el poder del Señor.Su corazón deseó el mundo; Su mente lo planificó; Su voluntad lo concibió y Su palabra lo trajo a existencia.

Todo fue creado por medio (δια) de Él – El Agente de la Creación (16b)Según el gnosticismo, la materia era eterna. El universo se había formado de aquella materia.El gnosticismo afirmaba que como Dios es Espíritu, y por tanto absolutamente bueno, no podía tocar la materia absolutamente mala. Por tanto, Dios no era agente de la creación. Creía que una emanación muy distante, ignorante y hasta hostil hacia el verdadero Dios creó el mundo. Identificaban a esa emanación con el Dios del Antiguo Testamento.El evolucionismo natural supone que la vida surgió espontáneamente y que desde allí evolucionó en procesos constantes, a través de billones de años, hasta llegar al universo que hoy conocemos.El evolucionismo teísta supone que Dios creó la materia, pero que la evolución se encargó de que las cosas sean como son.Según este versículo, la materia fue creada, y por tanto no es eterna, sino contingente, temporal y dependiente.Cristo fue el Agente, el instrumento inmediato de la Creación. Él trajo todo a la existencia; no, una emanación ignorante y hostil (16). Los ángeles, las galaxias, los mundos estelares, los hombres y todo el universo fueron creados por medio de Él. Cristo fue el Verbo dinámico de la creación, trajo a la existencia lo que no existía. Todo fue hecho por Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho (Jo 1.3).

Todo fue creado para Él – La meta de la creación (16c)Todo fue creado para ser Suyo. Él es Heredero de todo. Para gloria de Dios Padre (Flp 2.11). Todo el propósito de Jesús es, no Su propia gloria, sino la de Dios. Al final, Él mismo se sujetará al Que Le sometió todas las cosas (1Co 15.28). Jesús atrae a Sí a todos los seres humanos para presentárselos a Dios. La finalidad de Jesús es concentrar todas las miradas en Dios.

Anterior a la creación (17a)Anterior en tiempo y posición.Jesucristo preexiste a la creación, es independiente de la creación y mayor a la creación. Su gloria no deriva de la creación.Jesucristo no fue creado, Él es el Creador. Él no tiene origen, Él es el origen de todas las cosas. Él es coeterno con el Padre y con Espíritu Santo.

Sustentador de la creación – El Que mantiene unida la creación (17b)El Hijo mantiene el universo unido entre el principio y el fin, es decir, durante el tiempo tal como nosotros lo conocemos. Es decir, que todas las leyes que mantienen el mundo en orden y no en caos son la expresión de la mente del Hijo.

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Jesucristo es el centro de la coherencia y de la cohesión del universo. Es Él quien interrelaciona y da simetría a todas las leyes de la física, de la química, de la biología y de la astronomía.

2. El Señorío de Cristo en la Iglesia – Cabeza de la nueva creación

Cabeza de la Iglesia (18a) (Ef 1.22-23)El catolicismo romano enseña que el papa es la cabeza de la Iglesia.Este versículo enseña que Cristo es la Cabeza de la Iglesia. Ninguna criatura, ningún cristiano puede ser cabeza de la Iglesia.Cristo es la Cabeza orgánica de la Iglesia. Él es su fuente de vida, su fuente de poder, su origen. Así como el cuerpo no tiene vida sin la cabeza, la Iglesia no existe aparte de Cristo. Si Cristo no es la Cabeza de la Iglesia, ella está muerta.Cristo es la Cabeza gobernante de la Iglesia. Él es quien la gobierna, controla y dirige. Sólo Cristo tiene autoridad y poder para controlar y gobernar la Iglesia. El cuerpo actúa, pero es la cabeza que gobierna el cuerpo. Todos los movimientos y acciones del cuerpo proceden de la cabeza. La Iglesia no puede pensar la verdad sin Él, ni actuar correctamente, ni decidir su dirección. El cuerpo está al servicio de la cabeza y es impotente sin ella.

El principio (αρχη) (18b)El catolicismo romano dice: “Ubi Petro, ibi eclesia”, “donde está Pedro, allí está la iglesia”. Para ellos, la Iglesia está edificada sobre el papa.A la luz de este versículo podríamos afirmar: “Ubi Cristo, ibi eclesia”, “donde está Cristo, allí está la Iglesia”. La palabra arjé, tiene el significado de poder creador. La Iglesia es la idea de la mente de Cristo, el plan de Su corazón, el deseo de Su voluntad, la obra de Su penoso trabajo, el resultado de Su amor y el objeto de Su cuidado.Cristo es el origen, el poder motor que pone en funcionamiento la Iglesia. Su Fundamento, la fuente de la vida y del ser de la Iglesia. Cristo es el Director de su continua actividad.

El primogénito (πρωτοτοκος) de entre los muertos (18c)La resurrección de Cristo es la razón de existir de la Iglesia. Si Cristo no hubiese resucitado de entre los muertos, no habría Iglesia. “El sepulcro vacío es la cuna donde nació la Iglesia.” Sin la resurrección de Cristo no habría redención para los pecadores.Cristo es el primogénito de entre los muertos. El no sólo resucitó como sucedió a otras personas; Él volvió a vivir para nunca más morir, para vivir para siempre (Ap 1.18).La resurrección de Jesucristo es Su título de señorío supremo. Con Su resurrección ha mostrado que ha conquistado todo poder que Le fuera contrario y que no hay nada en la vida o en la muerte que Le pueda atar.

3. El Señorío de Cristo en todo

En quien habita (κατοικεω) toda plenitud (πληρωμα) (19)Para el gnosticismo, el pléroma denominaba todas las emanaciones que ocupaban el espacio entre el dios espiritual y el mundo material.La palabra pléroma, describe en este contexto, la suma de todas las perfecciones y poderes divinos. Toda necesidad del Dios verdadero es suplida por Jesucristo.

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La palabra katoikesai, no significa una residencia temporal, sino una habitación necesaria y permanente.Toda la plenitud de la divinidad y todas las perfecciones de Dios residen en Cristo. Esa plenitud no es algo acrecentado a Su ser como algún elemento no natural, sino como algo que es parte permanente de Su esencia.La totalidad. Jesús no es simplemente un boceto de Dios, o un resumen, o no más que un retrato sin vida de Dios, ni una imitación de Dios. En Él no falta nada; es la revelación completa de Dios, y no necesitamos nada más. En Él está la totalidad de Dios. Señor sentado a la diestra de Dios (Sal 110.1; Ef 1.20-21). Con la misma dignidad de Dios; con la misma participación en el poder (1Re 45.9; Ef 1.20; Mr 16.19).

El reconciliador (αποκαταλλασσω) (20)El gnosticismo creía que el fin principal del hombre era encontrar el camino hacia Dios. Pero como ese camino estaba cerrado por la vasta serie de emanaciones, el hombre tenía que atravesarlas a través de un conocimiento especial y consignas especiales, que el Evangelio no puede dar. El gnosticismo enseñaba que se accedía a la salvación mediante un conocimiento intelectual; que la salvación integral estaba fuera del alcance de las personas corrientes. Sólo la minoría intelectual, o sea los espirituales, podían ser salvos de veras.Los gnósticos consideraban la materia esencial e incurablemente mala, consideraban que también el universo era malo.El universalismo, cree que todos los hombres serán salvos, y hasta incluso el diablo y sus demonios (Orígenes).Es importante resaltar que reconciliación no significa salvación; aquí, el sentido es de una reconciliación a través de la subyugación y una confesión forzada de parte de los poderes rebeldes de que Dios en Cristo los despojó de su posición (Bruce). La intención aquí es refutar cualquier idea de que parte del universo está fuera de la intención de la obra reconciliadora de Cristo; y, especialmente resaltar que no hay poder extraño o fuerza espiritual hostil que pueda destruir la Iglesia (Ro 8.38-39; Co 2.15). La victoria de Cristo en la cruz venció eficazmente todo agente maligno y lo incapacitó. En este sentido todos los poderes malignos son “reconciliados” y restaurados a su lugar bajo su legítima Cabeza (Co 2.10) del cual se habían desligado para rebelarse contra el propósito divino. La realización de Cristo al hacer la paz en la cruz demuestra cómo su expiación llegó hasta las mismas fuerzas malévolas y obtuvo para ellas un lugar en el designio de Dios para el universo, en que, finalmente, no habrá discordia alguna (Ef 1.10).Reconciliador de todas las cosas que están en la tierra. Cristo vino para remediar la brecha y puentear la sima entre Dios y la humanidad. Vino para que los hombres fueran reconciliados con Dios. La salvación no es un conocimiento; es redención y perdón de pecados. No se necesita nada más que las verdades salvíficas del Evangelio de Jesucristo. Reconciliador de todas las cosas que están en los cielos. Cristo murió para traer restauración al universo (Ef 1.10). El universo es obra de Dios, y participa de la reconciliación. Reconciliador mediante la sangre de su cruz. No fuimos reconciliados con Dios por medio de la vida de Cristo, de Sus enseñanzas, ni por medio de Sus milagros. El medio de la reconciliación fue la sangre de Su Cruz. La dinámica de la reconciliación fue la muerte vicaria y sustitutoria de Jesucristo.