El Principio Federativo Definitivo

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    EL PRINCIPIO FEDERATIVO

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    Pierre Joseph Proudhon

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    FEDERATIVO

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    Por lo tanto, aunque confront todo el tiempo mi traduccincon las mencionadas, siguindolas en contados casos, en generalhe traducido directamente de la primera edicin francesa, cuyasreferencias completas cito a continuacin: P. J. Proudhon, DuPrincipe Fdratif et de la ncessit de reconstituer le parti de larvolution, Paris, E. Dentu, Libraire-diteur, Galerie DOrlans,13 et 17, Palais Royal, 1863.

    Quisiera advertir al lector sobre algunos problemas detraduccin.

    Aunque ya es sabido, en primer lugar conviene recordar queen francs ser y estar se dicen con la misma palabra, por loque en algunos casos no es fcil determinar el sentido apropiadoen espaol.

    Lo mismo ocurre con la palabra sujet, que adems de tema

    puede significar tanto sbdito como sujeto, y no siempreresulta fcil elegir entre estos dos ltimos sentidos.La palabra partisan puede traducirse como partidario,

    pero pierde la connotacin de guerrillero que posee en fran-cs; por otro lado, si se la tradujera como partisano, sonaracasi literalmente a guerrillero, con lo que se dara un sentidodistorsionado del trmino segn lo emplea Proudhon; por elloopt por traducirlo como militante.

    Otra cosa: tal vez al lector le parezca extrao el uso queProudhon hace de las maysculas, las comillas y las cursivas olas bastardillas: escribe muchos sustantivos con mayscula o enbastardilla y transcribe citas a veces entre comillas y a veces enbastardilla. En generalhe preferido respetar la versin originalfrancesa, porque tal vez el autor intenta sugerir algo con ello.Me permit, sin embargo, introducir el uso de guiones y cambiarun poco la sintaxis para facilitar la lectura de algunas oracionesexcesivamente largas para el gusto actual.

    Tambin simplifiqu el empleo de los tiempos verbales segnlos modos habituales del castellano rioplatense.

    Tanto las notas de Proudhon como las notas de traduccinse encuentran numeradas sucesivamente al pie de pgina. Sloen la nota 14 aparece un asterisco para marcar la diferenciaentre la nota de Proudhon y la aclaracin de traduccin a lamisma nota. En todos los casos, las notas de traduccin llevanla abreviatura de rigor: N. de T.

    Anbal DAuriaInvierno de 2008.

    PIERRE JOSEPH PROUDHON

    EL PRINCIPIO FEDERATIVOy

    la necesidad de reconstruir el partido de la revolucin

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    PRLOGO

    No fue poca mi sorpresa cuando hace algunos meses a prop-sito de un artculo mo sobre Italia en que defenda la federacincontra la unidad los diarios belgas me acusaron de predicarla anexin de su pas a Francia. No saba si creer que el pbli-co alucinaba o si la polica me tenda una trampa; mi primerareaccin fue preguntar si mis denunciantes me haban ledo, yen tal caso, si semejante reproche era en serio. Ya se sabe cmotermin para m este increble incidente. En ms de cuatro aosde exilio yo no haba tenido prisa de aprovechar la amnista queme autorizaba volver a Francia; pero entonces tom mis cosas ypart bruscamente.

    Sin embargo, confieso que qued mucho ms estupefacto

    cuando vi a la prensa democrtica de mi pas acusarme y sobreel mismo asunto de abandonar la causa de la revolucin, recri-minndome, no por anexionista, sino por apstata. Me pregun-t si era yo un Epimnides salido de su caverna tras un siglo desueo, o si por azar no era la propia democracia francesa la queestaba movindose en sentido retrgrado, siguiendo los pasosdel liberalismo belga. Me pareca que la federacin era incom-patible con la contrarrevolucin y con la anexin; pero no podaaceptar que el que fue mi partido hasta entonces pudiera haberdefeccionado masivamente, y que en su fiebre unificadora, nocontento con renegar de sus principios, llegara incluso a traicio-nar a su pas. Estaba yo volvindome loco, o era el mundo elque se haba puesto a girar en sentido contrario?

    Como la rata de Lafontaine sospechando por debajo detodo ello alguna maquinacin pens que lo mejor sera pos-tergar mi respuesta, observando mientras tanto el estado de losespritus. Saba que debera tomar una enrgica resolucin, peroantes de actuar necesitaba orientarme en un terreno que habacambiado desde que me fui de Francia: los hombres que yo co-

    noca me parecan ahora figuras extraas.Me pregunt: dnde est hoy el pueblo francs? Qu estpasando con las diferentes clases de la Sociedad? Qu idea hagerminado en la opinin y qu sueos tiene la masa? Haciadnde va la nacin? Dnde est el porvenir? A quin seguire-mos y por quin juraremos?

    Iba as, interrogando hombres y cosas, buscando angustiadosin recoger ms que respuestas desoladoras. Al lector le pido mepermita compartir con l mis observaciones: servirn como excusaa una publicacin cuyo objeto, lo confieso, excede mis fuerzas.

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    PRIMERA PARTE

    EL PRINCIPIO DE FEDERACIN

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    Captulo II.Concepcin a priori del orden poltico:

    Rgimen de autoridad, rgimen de libertad

    Ya conocemos los dos principios fundamentales y antitticosde todo gobierno: Autoridad, Libertad.

    En virtud de la tendencia del espritu humano a reducir todassus ideas a un principio nico, eliminando las que le pareceninconciliables con ese principio, dos regmenes diferentes se de-ducen a priori de aquellas dos nociones primordiales, segn lapreferencia o predileccin que se d a cada una: el Rgimen deautoridady el Rgimen de libertad.

    Por otro lado, la sociedad se compone de individuos; y desdeel punto de vista poltico, la relacin de stos con el grupo puede

    concebirse de cuatro maneras distintas, resultando as dos for-mas gubernamentales para cada rgimen.

    I. RGIMENDE AUTORIDAD.A) Gobierno de todos por uno solo: monarqua o

    patriarcado;a) Gobierno de todos por todos:panarqua o comunismo.

    El carcter esencial de este rgimen, en sus dos especies, es la*| *c* *| del poder.

    II. RGIMENDELIBERTAD.B) Gobierno de todos por cada uno: democracia;b) Gobierno de cada uno por cada uno: an-arqua o self-

    government.

    El carcter esencial de este rgimen, en sus dos especies, es ladivisin del poder.

    Ni ms ni menos. Esta clasificacin es matemtica y surge apriori de la naturaleza de las cosas y la deduccin del espritu.No puede salirse de este esquema mientras se asuma a la polticacomo una construccin silogstica, como la suponan natural-mente todos los legisladores antiguos. Esta sencillez es notable:nos muestra en su origen y en todos los regmenes al jefe deEstado esforzndose por deducir sus constituciones de un soloelemento. La lgica y la buena fe son primordiales en poltica:ahora bien, ah est precisamente la trampa.

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    Captulo IV.Transaccin entre los principios: Origen de las

    contradicciones de la poltica

    Puesto que los dos principios en que descansa todo ordensocial la Autoridad y la Libertad son, por un lado, contra-rios uno del otro y estn siempre en lucha, mientras que, porotro lado, no pueden excluirse ni superarse, resulta inevitableuna transaccin entre ellos. Cualquiera fuere el sistema prefe-rido monrquico o democrtico, comunista o anrquico lainstitucin no se sostendr algn tiempo si no sabe apoyarse,en una proporcin ms o menos considerable, en los elementosde su antagonista.

    Por ejemplo, se engaara asombrado quien creyese que el

    rgimen de autoridad con su carcter paternal, sus costum-bres de familia y su iniciativa absoluta puede satisfacer, por susola energa, sus propias necesidades. Por poco extenso que seael Estado, esa paternidad venerable degenera rpidamente enimpotencia, confusin, desatino y tirana. El prncipe no puedeabocarse a todo; necesita de agentes que lo engaan, le roban,lo desacreditan, lo desprestigian ante la opinin, lo suplantan,y por ltimo, lo destronan. Este desorden inherente al poderabsoluto, la desmoralizacin que implica y las catstrofes quelo amenazan sin cesar, son la peste de las sociedades y de los Es-tados. As, se puede establecer como regla, que el gobierno mo-nrquico resulta ms benigno, moral, justo, soportable, y por lotanto, duradero hago abstraccin por ahora de las relacionesexteriores, cuanto ms modestas son sus dimensiones y msse acercan a la familia; y viceversa: este mismo gobierno resul-tar ms insuficiente, opresivo, odioso a sus sbditos y, conse-cuentemente, ms inestable, cuanto ms vasto sea el Estado. Lahistoria conserva el recuerdo y los siglos modernos abundanen ejemplos de esas espantosas monarquas, monstruosidades

    informes y verdaderos mastodontes polticos, que una civiliza-cin mejor debe progresivamente hacer desaparecer. En todosesos Estados, el absolutismo est en razn directa de la masa ysubsiste por su propio prestigio; por el contrario, en un pequeoEstado, slo con tropas mercenarias puede sostenerse un instan-te la tirana, y apenas asoma se desvanece.

    Para evitar ese vicio en su naturaleza, los gobiernos monr-quicos llegaron a darse en diversa medida las formas de la liber-tad: especialmente la separacin de los poderes o la particin dela soberana.

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    Captulo V.Gobiernos de hecho: Disolucin social

    En lo que sigue me ocupar slo de la monarqua y la demo-cracia: como ambos ideales surgen de la teora pero son irrealiza-

    bles en el rigor de sus trminos, ya dije que en la prctica debenresignarse a transacciones de toda clase, transacciones forzosasde las que surgen todos los gobiernos de hecho. Estos gobiernos,obras del empirismo y variables al infinito, son por lo tanto, esen-cialmente y sin excepcin, gobiernos compuestos o mixtos.

    Observar en este sentido que los publicistas se equivocan alintroducir en la poltica un elemento tan falso como peligroso;y hacen esto cuando no distinguen la prctica de la teora y larealidad de lo ideal, poniendo en el mismo plano a los gobier-

    nos de pura concepcin, irrealizables en su simplicidad, y a losgobiernos de hecho o mixtos. Repito que, en verdad, no existenni pueden existir gobiernos de la primera especie ms que enteora: todo gobierno de hecho es necesariamente mixto, se lla-me monarqua o democracia, no importa. Esta observacin esimportante: slo ella nos permite comprender como un error dedialctica las innumerables decepciones, corrupciones y revolu-ciones de la poltica.

    Toda la variedad de gobiernos de hecho en otros trminos,todas las transacciones gubernamentales ensayadas o propuestas

    desde los tiempos ms antiguos hasta nuestros das se reduce ados especies principales que llamar, segn sus denominacionesactuales, Imperio y Monarqua constitucional. Esto reclama unaexplicacin.

    Desde el origen, los pueblos se hallan en condicin de guerray de desigualdad de fortunas; la Sociedad se divide naturalmenteen un cierto nmero de clases: Guerreros o Nobles, Sacerdotes,Propietarios, Comerciantes, Navegantes, Industriales, Campesi-nos. Donde hay la realeza, ella forma su propia casta, la primera

    de todas: la dinasta.La lucha entre clases, sus intereses antagnicos y la maneraen que estos intereses se coalicionan, determinan el rgimenpoltico y, consecuentemente, la eleccin del gobierno, su grandiversidad y sus variaciones an ms numerosas. De a pocotodas esas clases se reducen a dos: una superior, Aristocracia,Burguesa o Patriciado, y una inferior, Plebe o Proletariado; yentre ellas flota la Realeza, rgano del Poder, expresin de laAutoridad. Si la aristocracia se une a la realeza, el gobiernoque resulta es una monarqua moderada, actualmente llamada

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    Captulo VI.Planteo del problema poltico Principio de solucin

    Si el lector sigui con alguna diligencia la exposicin que

    precede, debe parecerle que la sociedad humana es una creacin

    fantstica, llena de asombros y de misterios. Repasemos breve-mente los diferentes trminos de la cuestin:a) El orden poltico descansa en dos principios conexos,

    opuestos e irreductibles: la Autoridad y la Libertad.b) De esos dos principios se deducen paralelamente dos re-

    gmenes contrarios: el rgimen absolutista o autoritario, y elrgimen liberal.

    c) Las formas de esos dos regmenes son tan diferentes entres, incompatibles e inconciliables como sus naturalezas; las he-mos definido en dos palabras: Indivisin y Separacin.

    d) Ahora bien: la razn indica que toda teora se desarrollasegn su principio y toda existencia se produce segn su propialey: la lgica es condicin de la vida como del pensamiento. Peroen poltica se manifiesta justamente lo contrario: la Autoridad yla Libertad no pueden constituirse por separado ni dar lugar aun sistema que sea exclusivo y propio de alguna de ellas; lejos deeso, al establecerse una u otra, estn obligadas a hacerse siempremutuos y constantes prstamos.

    e) Se sigue, como consecuencia, que la fidelidad en poltica

    slo existe en el ideal; la prctica imponetransacciones de todotipo; aunque posea toda la buena voluntad y virtud del mundo,en ltimo anlisis, el gobierno se reduce a una creacin hbrida yequvoca, a una promiscuidad de regmenes que la lgica severarepudia y ante la cual la buena fe se retira. Ningn gobiernoescapa a esta contradiccin.

    f) Conclusin: lo arbitrario se introduce fatalmente en lapoltica; la corrupcin deviene pronto el alma del poder; y lasociedad, sin reposo ni consideracin, se desliza siempre en lapendiente sin fin de las revoluciones.

    El mundo es as. Esto no es efecto de una malicia satnica, nide un defecto de nuestra naturaleza, ni de una condena provi-dencial, ni de un capricho de la fortuna o de un decreto del Des-tino: las cosas son as, eso es todo. Nosotros debemos extraer elmejor partido de esta situacin singular.

    Consideremos que por ms de ocho mil aos los recuerdosde la historia no van ms all todas las variedades de gobierno,todas las combinaciones polticas y sociales, han sido sucesi-vamente ensayadas, abandonadas, retomadas, modificadas,

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    Captulo VII.Deduccin y despliegue15 de la idea de Federacin

    Puesto que la Autoridad y la Libertad se suceden en la teoray en la historia por una especie de polarizacin;

    Que la primera declina insensiblemente y se retira, mientrasque la segunda crece y se exhibe;

    Que de esta doble marcha resulta que la Autoridad se subor-dina cada vez ms al derecho de la Libertad;

    En otros trminos: puesto que el rgimen liberal o contractualprevalece da a da sobre el rgimen autoritario, debemos entoncesaferrarnos a la idea de contrato como la ms dominante en poltica.

    Qu se entiende, en principio, por contrato?

    El contrato dice el Cdigo civil en su artculo 1101 es un conve-nio por el cual una o muchas personas se obligan hacia una umuchas otras, a hacer o no hacer alguna cosa.

    Art. 1102.- Es sinalagmtico o bilateralcuando los contratantes seobligan recprocamente los unos hacia los otros.

    Art. 1103.- Es unilateralcuando una o muchas personas estn obligadashacia otra u otras, sin que haya compromiso de parte de stas.

    Art. 1104.- Es conmutativo cuando cada una de las partes se com-promete a dar o hacer una cosa considerada equivalente a la querecibe o a loque se hace por ella. El contrato es aleatorio cuandodicho equivalente consiste en la chance de ganancia o prdida

    para alguna de las partes en relacin con un evento incierto .Art. 1105.- Es contrato de beneficencia aquel en que una de las

    partes procura a la otra un beneficio puramente gratuito.Art. 1106.- El contrato a ttulo oneroso esel que sujeta a cada una

    de las partes a dar o hacer alguna cosa.Art. 1371.- Se llama cuasi-contratos a loshechos voluntarios del

    hombre que generan un compromiso cualquiera hacia un terce-ro o, a veces, un compromiso recproco entre las dos partes.

    A estas distinciones y definiciones del Cdigo sobre la forma

    y las condiciones de los contratos, yo aadir otra concernientea su objeto:

    Segn la naturaleza de las cosas de que traten o del objetoque se proponen, los contratos son domsticos, civiles, comer-ciales opolticos.

    15 Proudhon escribe dgagementque puede significar desprendimiento, li-beracin o desenvoltura. Pi y Margall traduce delimitacin, y GmezCasas nacimiento. Yo opt por la parfrasis deduccin y despliegue.[N. de T.]

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    Literalmente, los prncipes y los reyes estn pasados de moda:ya los hemos constitucionalizado; se acerca el da en que no se-

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    ya los hemos constitucionalizado;se acerca el da en que no sern ms que presidentes federales. Entonces habrn terminadolas aristocracias, las democracias y todas las cracias, gangrenasde las naciones, espantajos de la libertad. Acaso tiene siquierala idea de la libertad esa democracia que se cree liberal y slosabe lanzar anatemas al federalismo y al socialismo, como hi-cieron sus padres en el 93? Pero la prueba debe terminar. Yahora estamos empezando a razonar sobre el pacto federal; elretorno de la justicia est signado por el cataclismo que arrasea la presente generacin, y no creo que esto implique presumirque sta sea demasiado estpida.

    En cuanto a m, a quien cierta prensa quiso callar con unsilencio calculado, el disimulo y la injuria, ya puedo desafiar amis adversarios:

    Todas mis ideas econmicas de hace veinte aos a hoy seresumen en tres palabras: Federacin agrcola-industrial;Todas mis miras polticas se reducen a una frmula parecida:

    Federacin poltica o Descentralizacin.Y como no hago de mis ideas un instrumento de partido ni

    de ambicin personal, todas mis esperanzas sobre la actualidady el porvenir se expresan en un tercer trmino, corolario de losotros dos: Federacin progresiva.

    Desafo a cualquiera a que haga una profesin de fe ms cla-ra, de tanto alcance y a la vez tan moderada; ms an: desafo atodo amigo de la libertad y del derecho a que la rechace.

    SEGUNDA PARTE

    POLTICA UNITARIA

    A fructibus forum cognoscetis eos

    Captulo I.Tradicin jacobina:

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    Tradicin jacobina:Galia federalista, Francia monrquica

    Galia era una confederacin como su vecina Germania; la

    habitaban Galos, Kimris, Vascones y Ligures, cuatro razas dife-rentes subdivididas en ms de cuarenta pueblos. La naturalezale dio su primera constitucin, que es la constitucin de puebloslibres; la unidad le lleg despus por la conquista, y fue obra delos Csares.

    Los lmites generalmente asignados a la Galia son: el mardelNorte y el Canal de la Mancha, al Norte; el Ocano, al Oeste;los Pirineos y el Mediterrneo, al Sur; los Alpes y el Jura, al Este;el Rin, al Noreste. No voy a discutir ac esta circunscripcin, su-puestamente natural, aunque los valles del Rin, del Mosela, del

    Mosa y del Escaut pertenecen ms bien a Germania que a Galia.Slo quiero subrayar que el territorio de ese inmenso pentgono,fcil de poblar, como lo probaron a su turno los Romanos y losFrancos, afortunadamente no es menos apto para una Confede-racin. Se lo puede comparar con una pirmide truncada, cuyasladeras se unen en sus cimas y vuelcan sus aguas en diferentesmares asegurando la independencia de las poblaciones que lashabitan. La poltica romana, violentando a la naturaleza, habaunificado y centralizado Italia; luego hizo lo mismo en Galia,

    de suerte que nuestro desafortunado pas perdi para siempresu lengua, su culto, su libertad y su originalidad, recibiendo ungolpe tras otro: la conquista latina, la unidad imperial, y de in-mediato, la conversin al cristianismo.

    Tras la cada del Imperio de Occidente y la conquista de losFrancos, Galia recobr, bajo influencia germnica, una aparentefederacin que pronto se desnaturaliz y llev al sistema feudal.El establecimiento de las comunas habra reavivado el espritufederalista, sobre todo si se inspiraba en el modelo de la comunaflamenca y no en el municipio romano: pero fueron absorbidas

    por la monarqua.Sin embargo, cuando la Revolucin estall, la nativa idea

    federativa de la vieja Galia lata como recuerdo en el coraznde las provincias. Puede decirse que la federacin fue el primerpensamiento del 89. Abolidos la monarqua absoluta y los de-rechos feudales y respetada la delimitacin provincial, todo elmundo senta que Francia volvera a ser una confederacin bajola presidencia hereditaria de un rey. Los batallones de todas lasprovincias del reino enviados a Pars se denominaron federados.

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    TERCERA PARTE

    LA PRENSA UNITARIA

    Absque dolo et injuria

    Captulo I.De la dignidad del periodista Influencia del unitarismo

    sobre la razn y la conciencia de los escritores

    Fui atacado en mi persona por la prensa unitaria; no tomarrepresalias frente a ella. Por el contrario, quiero devolverle bien por

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    mal, hacindole ver de inmediato, a travs del ejemplo de algunosde sus representantes ms acreditados, el peligro quecorren la ra-zn y la conciencia del escritor cuando se deja dominar por un pre-juicio de tal naturaleza que afecte la independencia de su opinin.

    Leo en una reciente publicacin de M. Pelletan, La Tragdieitalienne, pgina 43:

    Pero dganme: no les parece extrao y hasta enojoso quela prensa democrtica y volteriana adorne sus ojales con la or-den doblemente edificante de San Mauricio y de San Lzaro, y

    defienda a ultranza al Piamonte con su librea en el pecho? Ycuando nos insulta por no compartir su admiracin beata ha-cia la poltica piamontesa, tenemos perfecto derecho a decirle:Qutense su condecoracin si pretenden que se les crea!.El autor que cito insiste recurrentemente con el tema de esas

    condecoraciones, de las que habl ya en un folleto anterior: La Co-mdie italienne. Ninguna protesta se levant contra sus palabras.

    Sin embargo, despus de lo que me ocurri, el reproche deM. Pelletan sera inexacto al menos en un punto: la ostentacin

    de la condecoracin. Los redactores de diarios monrquicos,como Les Dbats, La Patrie y Le Pays, ostentan su condecora-cin; los redactores de peridicos democrticos, como Le Sicley LOpinion Nationale,se abstienen. Por qu? No es porquela condecoracin les fuera dada por un gobierno extranjero: deotro modo, ms fcil habra sido rechazarla. Lo que se dice esque no agrada a los demcratas ostentar una insignia monrqui-ca. Singular escrpulo, en verdad!

    As, esto es lo que parece revelarse:El gobierno del Piamonte distribuy las condecoraciones

    entre periodistas franceses en reconocimiento por sus artculossobre la unidad italiana.

    Entre los que las recibieron, los que estn francamente li-gados al principio monrquico no tienen ningn problema deengalanarse con ella; los otros, demcratas o considerados tales,se cuidan ms y no las usan.

    Pero al margen de su opinin poltica, todos estn de acuer-do en que una recompensa honorfica concedida a periodistas en

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    Captulo III.LOPININNATIONALE Poltica basculante de

    M. Guroult

    Cuando pregunto a un periodista de la prensa democrti-ca si est condecorado con la orden de San Lzaro,el lectorno debe suponer que la pregunta equivale para m a una acu-

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    p q p g q psacin de corrupcin, ni que trato indirectamente al interpe-lado como escritor venal: se trata de otra cosa. Repito que,en lo que me concierne, no creo lo de las subvenciones, por laexcelente razn de que si fueran ciertas se disimularan, y yono podra denunciarlas sin exponerme a un proceso por ca-lumnia. En cuanto a los condecorados, no conozco ninguno.Todo lo que puedo decir es que el reproche ha sido articuladopblicamente y nadie ha protestado; todo lo que puedo decires que, entre los condecorados, unos llevan su condecoracin

    y otros se abstienen por mera consideracin partidaria; porlo dems, nadie tuvo problema de aceptarla. Segn mi modode ver, esto es grave. Todo particular tiene derecho a recibirde un soberano extranjero una condecoracin, o incluso unapensin. Pero el peridico tiene una funcin casi pblica yel periodista es una especie de escritor juramentado: la au-torizacin que debe obtener y la garanta que se le exige lodemuestran; la confianza implcita de los lectores est porsobre todo. En rigor de derecho, un periodista no debe recibirdistincin honorfica ni recompensa pecuniaria de nadie, nisiquiera del gobierno de su pas. No debe conocer otro favorque el de la opinin, ni otro dinero que el de sus abonados. Esuna cuestin de fe pblica, no de moralidad privada; y es eneste sentido que contino mis interpelaciones, sin acepcin niexcepcin de nadie.

    Al seor Guroult le pareci bien dedicarme dos o tresartculos en su peridico. Como hombre que sabe su oficio,comenz burlndoseme sobre la tesis y la anttesis, olvidandoque su patrn, M. Enfantin, se ocup bastante, sin mucha

    fortuna, de estas curiosidades metafsicas. Luego hizo unadescripcin poco halagadora de mi carcter; se ri de mi s-bita simpata por ese pobre Po XI, de quien dice que pron-to no tendr nadie que lo defienda, salvo el protestante M.Guizot, el judo M. Cohen y el ateo M. Proudhon. Explicmi federalismo actual segn mi anarquismo de otro tiempo;para abreviar: hizo todo lo que pudo para destruir mi ideadesconsiderndome como escritor.

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    Captulo VII.Cuestiones morales y polticas La razon de Estado

    La ltima y principal queja que me dirige M. Fr. Morin eshaber atacado a Mazzini. En este sentido, se sinti obligado ainstruirme haciendo la apologa de los servicios del gran cons-pirador.

    Una vez ms, agradezco el modo cordial que emplea M. Fr.Morin para atraer ahora mis sentimientos a favor de Mazzini.A p d i p t p l l l p l b

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    A pesar de sus simpatas por l, no me lanz la menor palabradenigratoria. Sin perjuicio de la verdad que ambos nos debemoscomo librepensadores, me esforzar en imitar su lenguaje, ejem-plo de moderacin y buen gusto.

    En principio, y con todo respeto, le har observar a M. Fr.Morin que su elogio de Mazzini muy sincero, sin duda meparece que slo fue incluido para que el resto del artculo lo-

    grara aprobacin, lo que se infiere por el lugar que ah ocupa.M. Fr. Morin necesitaba ese paracadas para dar a entender asus lectores lyoneses, sin riesgo de perder su confianza, que unhombre bien poda rechazar la unidad italiana y combatir la po-ltica de Mazzini sin ser un enemigo del pueblo y de la libertad.Del mismo modo, M. Pelletan, al protestar en sus dos folletoscontra el unitarismo italiano, se sinti obligado a mezclar en suscrticas, por un lado, un pomposo elogio de Garibaldi, aunquedebiera condenar su expedicin, y por otro lado, una diatribacontra Austria, aunque antes hubiera dicho: La libertad como

    en Austria! (que le vali un mes de prisin).Es tanta la miseria intelectual y moral de la democracia denuestros das, que sus ms consagrados defensores no puedenaventurar la menor observacin fuera del prejuicio corriente sinvolverse sospechosos al momento.

    Qu horrible juramento hace falta para gozar de seguridad?

    Un escritor demcrata debe recordar en todo momento eseverso de Hiplito a Teseo. Hombres como Fr. Morin o Pelle-tan deben resignarse a los mltiples cauces de una justificacinperpetua!

    Pues bien! hablemos un poco ms de Mazzini. Repito por l-tima vez que aqu no me refiero al hombre sino al tribuno; y quenadie admira ms que yo la constancia de su carcter: considero aMazzini tan honorable y virtuoso en su vida privada como Savo-narola y Garibaldi. Pero despus de esa reserva debida, aadoque hacerla permanentemente es humillante para la Democracia;

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    ndice

    Pg.

    El federalismo de P. J. Proudhon, por Anbal DAuria ........ 7

    ELPRINCIPIO FEDERATIVOy la necesidad de reconstruir el partido de la revolucin

    PRLOGO ........................................................................... 17

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    Primera parteEl principio de federacin

    Captulo I .................................................................................... 27Captulo II ................................................................................... 31Captulo III .................................................................................. 35Captulo IV .................................................................................. 41Captulo V ................................................................................... 47Captulo VI .................................................................................. 55Captulo VII ................................................................................. 61Captulo VIII ............................................................................... 67Captulo IX ................................................................................. 73Captulo X ................................................................................... 81Captulo XI .................................................................................. 89

    Segunda partePOLTICAUNITARIA

    Captulo I .................................................................................... 97Captulo II ................................................................................. 103Captulo III ................................................................................ 109Captulo IV ................................................................................ 113Captulo V ................................................................................. 117

    Captulo VI ................................................................................ 123Captulo VII ............................................................................... 127Captulo VIII ..............................................................................135Captulo IX ................................................................................141Captulo X .................................................................................145Captulo XI ................................................................................151

    Tercera parteLAPRENSAUNITARIA

    Pg.Captulo I .................................................................................. 159Captulo II .................................................................................. 165Captulo III ................................................................................ 171Captulo IV . ............................................................................... 181Captulo V ................................................................................. 191Captulo VI ................................................................................ 197Captulo VII ............................................................................... 207Captulo VIII ............................................................................. 213C t l IX 221

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    Captulo IX ................................................................................ 221

    CONCLUSIN ...................................................................... 229