El Pensamiento Identitario

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  • Utopa y Praxis LatinoamericanaISSN: [email protected] del ZuliaVenezuela

    Biagini, Hugo E.El pensamiento identitario

    Utopa y Praxis Latinoamericana, vol. 6, nm. 15, diciembre, 2001, pp. 93-99Universidad del Zulia

    Maracaibo, Venezuela

    Available in: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27901507

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  • El pensamiento identitario

    Thoughts on Identity

    Hugo E. BIAGINIUniversidad de La Plata y Universidad de Belgrano, Argentina.

    NOTAS Y DEBATES DE ACTUALIDAD

    Utopa y Praxis Latinoamericana Ao 6. N 15 (Diciembre, 2001). Pp. 93-99

    Recibido: 07-07-2001 Aceptado: 27-07-2001

    RESUMENEl anlis, investigacin e interpretacin

    sobre el concepto de identidad, en la Amrica La-

    tina, est muy lejos de haberse agotado. En esteartculo se presenta un esbozo de las nuevas pro-puestas que se estn tejiendo sobre tan importan-te tema. As, el nuevo pensamiento identitario seencuentra orientado hacia una aprehensin de larealidad con su cmulo de contradicciones; laidea de unidad en la diversidad ms all de barre-ras tnicas, geogrficas o sociales; un requeri-miento de autoafirmacin mensurable desde ins-tancias como la coparticipacin en el poder y lariqueza; el impulso hacia un actvo proceso de hu

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    manizacin y democratizacin tendiente a esti-mular el afianzamiento individual y comunitario;la propensin a estimular el intercambio y a lostrasvasamientos culturalesPalabras clave: Pensamiento identitario, Am-rica Latina, cultura, diversidad.

    ABSTRACTThe analysis, research and interpretation

    of the concept of identity in Latin America is farfrom over. In this article an outline of new propo

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    sals that are being formulated in relation to thisimportant theme is presented. Also new thoughtson identity are found to be oriented towards anunderstanding of reality with its numerous con

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    tradictions; the idea of unity in diversity beyondethnic, geographic or social barriers; the require-ment for self-affirmation measured through co-participation in power and wealth; a movementtowards an active process of humanization anddemocracy with tendencies towards individualand community stimulation; the tendencytowards stimulating cultural exchange andtrans-culturalization.Key words: Thoughts on identity, Latin Ameri-ca, culture, diversity.

  • Uno de los grandes tpicos en el cual se bifurcan la tradicin filosfica occidental y elrumbo que ha ido adoptando el pensamiento latinoamericano gira en torno al concepto deidentidad. En el primer caso, este concepto se vincula estrechamente a la idea de igualdad,tanto desde el punto de vista de la ontologa y la metafsica, todo ente es igual a s mismocomo de la lgica proposicional si p, entonces p, lo cual se ha hecho extensivo al dominiopsicolgico con la nocin de sujeto autnomo que resulta a su vez compartida por la cos-movisin liberal. En lneas generales, cabe sostener que la filosofa moderna ha pasado poralto el rol que desempean los componentes sociales en la elaboracin de la identidad indi-vidual y comunitaria.

    Ms all de las numerosas derivaciones que ha jugado en la meditacin filosfica la-

    tinoamericana semejante nocin fijista de identidad para caracterizar desde el ser al puebloy al hombre de nuestro continente, en las ltimas dcadas se produce en el mismo terrenouna significativa reversin hermenutica que ha quedado al margen tanto de los repertoriosespecializados como de los estudios panormicos mundiales. No slo suelen omitir dichainnovacin conceptual las obras de referencia actuales de orientacin universalista, porejemplo, Edgar y Sedwick1 sino hasta un diccionario abierto a nuestra problemtica comoel de Ferrater Mora2. Acusan en cambio mayor recibo de la cuestin identitaria otras apor-taciones globales de corte local: Di Tella3 (1989), Gonzlez lvarez4, Salas5. Dado esa re-lativa orfandad temtica que guarda un asunto de tanta magnitud especulativa y existencial,se procura ofrecer aqu un muestrario donde aparecen sistematizados distintos abordajesque desde 1980 se han efectuado en nuestro medio sobre el particular, incluyendo por lti

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    mo mi propia visin ad hoc.Obviando sus limitaciones metodolgicas, sus condicionamientos ideolgicos y sus

    contradicciones terico-prcticas, la preocupacin por establecer la mismidad americana co-mienza a bosquejarse con las revoluciones de la independencia y los movimientos insurrec-cionales que las precedieron. Las ideas de la Ilustracin apuntaron a interrogarse por los atri-butos propios y originales concernientes a las poblaciones de nuestro territorio. Con la gene-racin de 1837 los ingredientes romnticos e historicistas reforzaran el mentado americanis-mo, tras la bsqueda explcita de una emancipacin mental y cultural. Las vertientes positi

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    vistas y la multifactica reaccin en su contra pretendieron desentraar los resortes raciales,las disposiciones anmicas, el sentimiento territorial, la fuerza telrica o el alma nacional.

    PANORAMAS RECIENTESEl primer trabajo de la serie acotada6, embiste la ptica esencialista y plantea la falta

    de rasgos nucleares compartidos en Amrica Latina, cuya identidad, adems de constituir

    Hugo E. BIAGINI94 El pensamiento identitario

    1 Edgar, A. y Sedwick (1999): Key Concepts in Cultural Theory. Londres, Routledge.2 Ferrater Mora, J. (1994): Diccionario de Filosofa. Barcelona, Ariel. Gonzlez lvarez, L. J Coord. (1994):

    Diccionario de filosofa. Bogota, El Bho.3 Di Tella, T. (superv.) (1989): Diccionario de ciencias sociales y polticas . B. Aires, Puntosur. 2 ed. aum.,

    Buenos Aires, Emec, 2001.4 lvarez, S. (1873): Credo de una religin nueva. Madrid, Impr. de M.G. Hernndez.5 Salas, R. Dir., (1997-1998): Antologa del Pensamiento Latinoamericano, Boletn de Filosofa, 9. Santiago

    de Chile.6 Sambarino, M. (1980): Identidad, tradicin, modernidad. Caracas, Centro de Estudios Latinoamericanos.

  • una categora sujeta a mltiples fluctuaciones temporales, ha sido empleada equvocamen-

    te: como explicativa de la facticidad y como poseyendo funciones normativas que impul-

    san la accin. No hay una identidad global de Latinoamrica y mucho menos una identidadcultural afn con el Tercer Mundo como se haba supuesto en los sesenta. Se adolece asi

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    mismo de correlatos estatales y de unidad territorial. Tampoco puede hablarse de una na-cionalidad moral comn cuando ella slo resulta concebible para una nfima parte de la po-blacin latinoamericana. Estamos ante un encuadre antisustancialista no slo para referir-se a una entidad latinoamericana en general como para cada una las naciones singularesque descree de la psicologa de los pueblos y los tipos regionales. Anlogamente y extre-mando las consecuencias, investigadores como Brubaker y Cooper7 estn postulando elabandono liso y llano del trmino identidad en las ciencias humanas y en el anlisis socialpor adjudicarle un alto monto de ambigedad.

    Los restantes enfoques examinados, aunque mantienen sus reservas, no llegan alpunto de considerar como exenta de rigor la problemtica identitaria y arriesgan distintossealamientos caractersticos. Cuestionando las versiones europestas y la concepcin on-tolgica del americanismo, junto a sus elementos reaccionarios, el ensayista venezolanongel Lombardi8 recuper sin ambages a la identidad. Pese a constituir esta ltima un limi-tado recurso terico, opera como nuestra clave cultural dentro de una constante evolutivasignada por las contiendas populares en pos de libertad a travs de varias etapas histricasespecficas y sus coordenadas intelectuales. A ttulo de balance, Lombardi enaltece la figu

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    ra de Manuel Ugarte como aqul que, adems de ofrecer un megaproyecto poltico concre-

    to desarrollar un gran mercado econmico frente al colonialismo anglosajn, supo aunarnacionalismo con latinoamericanismo y antiimperialismo con socialismo.

    Dos mexicanos, el antroplogo Guillermo Bonfil9 y el filsofo Leopoldo Zea10, tam-bin han incursionado por el asunto en cuestin. El primero no slo enfatiz el salto civiliza-torio americano con respecto a Occidente sino que ha acentuado las milenarias diferencias t-nicas y culturales de nuestros indgenas, resaltando las hondas desigualdades inherentes a lossistemas sociales y econmicos con sus relaciones asimtricas de dominacin/subordina-cin. Por otra parte, en el dilatado corpus de Leopoldo Zea la identidad, entendida como apti

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    tud para reconocer aquello que es tpicamente humano, ocupa un papel central, en tanto re-

    presenta una necesidad ineludible, una ntima pertenencia, posesin como la de la sombrapara el cuerpo, mientras permite tomar distancia frente a los prejuicios y maquinaciones pla

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    netarias. Se formula as un interjuego entre diversidad e igualdad: todos los hombres y pue-blos son iguales por el hecho de ser distintos; por contar con una personalidad y una indivi-dualidad singulares. Nos hallamos ante seres humanos concretos que luchan por hacer paten-te su identidad, por intervenir como pares junto a los dems. Se afirma la igualdad a partir delas filiaciones peculiares y sin desmedro del entendimiento mutuo.

    Utopa y Praxis Latinoamericana. Ao 6, No. 15 (2001), pp. 93-99 95

    7 Brubaker, R.-Cooper, F (2001): Ms all de identidad, Apuntes de Investigacin del CECYP, 7, pp. 30-67.8 Lombardi, A (1989): Sobre la unidad y la identidad latinoamericana. Caracas, Academia Nacional de la His-

    toria.9 Bonfil, G (1992): Identidad y pluralismo cultural en Amrica Latina. B. Aires, CEHASS/Edit. Universidad

    Puerto Rico.10 Zea, L (1990): Descubrimiento e identidad latinoamericana. Mxico, UNAM. Ibid (1990): Discurso desde la

    marginacin y la barbarie. Mxico, F.C.E.

  • Fernando Ainsa11 despliega toda su versatilidad e invectiva en torno al rostro ambi-

    valente de una Amrica de extramuros y otra Amrica remisa a los ascendientes forneos,mientras admite la perspectiva de una validez universal que no se pliega forzosamente a loscnones occidentales. Ainsa se hace cargo del tenso equilibrio existente entre la imagenpropia y la ajena, entre el polo de la mundializacin y el regionalismo, entre las fuerzas en-dgenas o nacionalistas y las centrfugas o importadas. Dentro de ese movimiento antag-nico, la sntesis de nuestra identidad cultural se ha plasmado mejor en el mbito literarioque en el ideolgico. No obstante, la obsesin por la especificidad de lo americano falsificaa veces su verdadera naturaleza cuando para resaltarla se levantan muros folklricos, habi-da cuenta que la situacin presente tiende a fomentar la multiculturalidad y la intercultura-lidad, delinendose una cartografa de las pertenencias identitarias que rompe diversas ata-duras y asume la marginalidad de los migrantes, los exiliados, los desocupados y las mino

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    ras que forman el variado mosaico civilizatorio americano. El planteo de Ainsa cuenta conilustres ascendientes dentro del ideario socialista, durante la globalizacin decimonnica,como lo enunciarav. gr. el republicano espaol Serafn lvarez: La patria no es el suelo enque hemos nacido ni el horizonte que primeramente dibuj nuestra mirada [...] es toda la su-perficie de la tierra en que se respeta al hombre12 (Credo, pp. 216, 218).

    Desde Centroamrica, el pensador nicaragense Alejandro Serrano13, sin dejar deadvertir las rupturas e inconsecuencias denotadas por la cultura continental, ha hecho hin-capi en el proceso identitario presente en nuestras artes y en nuestra reflexin crtica. A di

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    ferencia de estas expresiones distintivas, Serrano alega que el mbito jurdico y sociopolti-

    co reproduce formas y modelos extraos que, ya desde los mismos tiempos de la Indepen-

    dencia, no responden a las expectativas e intereses generales, producindose un hiato entrelas leyes y la realidad, entre una marcha institucional orientada por principios de avanzaday el devenir econmico sujeto a recetas premodernas como las que imparte el Fondo Mone-tario o el Banco Mundial. Ello resulta ms agraviante si se concibe la afirmacin de la iden-tidad no slo como un bucear en las races pasadas sino sobre todo como desafo para la su-pervivencia de los pueblos y las culturas. Se proponen alternativas valederas: elaborar nue-vas herramientas tico-polticas, favorecer alianzas nacionales e internacionales de losnuevos agentes societarios, lanzar estrategias para el desarrollo y la educacin, fortalecer lasociedad civil y crear una conciencia colectiva identitaria que no abreve nicamente en lamsica popular. En suma, se alienta la articulacin de un Acuerdo o Proyecto Nacional encada pas para inducir a la democracia social y a la autonoma regional.

    Una serie de trabajos han visto la luz en suelo chileno. En un texto pionero, donde seaduce que Amrica Latina le aporta a la filosofa una nueva manera de reflexionar, MarioBerros14 enfoc a la identidad centrndola en el rescate de las peculiaridades frente a louniversal, en tanto reivindicacin del mundo particular ante otro que aparece como el nico

    Hugo E. BIAGINI96 El pensamiento identitario

    11 Ainsa, F (1986): Identidad cultural de Iberoamrica en su narrativa. Madrid, Gredos. Ibid (1999): La re-construccin de la utopa. B. Aires, Edics.del Sol. Ibid (1992): Amrica Latina ms all de sus antinomias,Cuadernos Americanos, n. 32, pp, 33-48. Ibid (1997): El desafo de la identidad mltiple en la sociedad glo-balizada, ibidem, n. 63, pp, 60-78.

    12 Alvarez, S (1873): Op. cit. Pp. 216-218.13 Serrano Caldera, A (1998): La unidad en la diversidad. Managua, Edics. Progreso.14 Berros, M (1988): Identidad-Origen-Modelos. Santiago de Chile, Instituto Profesional de Santiago.

  • legitimable, en definitiva como reconocimiento de la alteridad. Vergara y Larrain15 hanprocurado desmenuzar las identidades en toda su complejidad: desde las nuevas a las tradi

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    cionales, las macro o las micro, las globales o sectoriales junto a sus variantes sin descartarlas identidades deportivas. Segn ellos, la preocupacin identitaria no ha registrado siem

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    pre la misma importancia en Latinoamrica sino que se ha ido acentuando en pocas degrandes crisis. Tampoco se traza una lnea abismal entre lo propio como algo a preservar ylo extrao como lo enajenante, tal el caso de la lengua que, oriunda de extramuros, terminpor ser reapropiada. La misma modernidad sigue distintas rutas: en nuestra Amrica recinse inicia a comienzos del XIX, tras la cerrazn de Espaa y Portugal. Modernidad e identi-dad no son excluyentes para ambos autores, quienes intentan desmantelar tanto las concep-ciones identitarias hispanfilas e indianas como las que preconizan una bsqueda perpetua.Se trata de una mproba tarea dada la fuerte impregnacin que han ejercido en nuestro me

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    dio el catolicismo y la metafsica europea en detrimento del empirismo, la dialctica y elhistoricismo con su obsesin por dar con referentes culturales estables. De all las actitudesmonistas en pos de una identidad primordial, el rechazo al pluralismo y las sobresimplifica

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    ciones que han pululado en nuestras sociedades.Bajo una atmsfera minimalista de recortes fiscales, sociales y doctrinarios nos

    sale al cruce un generoso volumen de Eduardo Devs16 que no se reduce a desplegar el den-so cuadro de nuestra historia intelectual durante la ltima centuria sino que establece ade-ms unaWeltanschauung sobre el devenir del pensamiento latinoamericano. Tal desenvol

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    vimiento se visualiza en trminos de tensiones-conciliaciones y ciclos espiralados en tornoa un eje tan relevante como el de la modernizacin y la identidad junto a sus equivalentesconceptuales: nivelacin-diferenciacin, homogeneizacin-originalidad, apertura-autoc

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    tona; un proceso de oposiciones y sntesis entre tendencias asimilativas, productivistas opragmticas, por una parte, e inflexiones que defienden valores humanitarios, estticos eigualitaristas, por el otro lado. En el terreno hermenutico se intenta soslayar el esquematis-mo y los encasillamientos del tenor o reaccionarios o progresistas, desestimndose el ca-rcter omnicomprensivo del binomio escogido en tanto tendencia dominante: moderniza-cin-identidad. Al decurso epocal Devs le adjudica los siguientes rasgos fundamentales:El pensamiento latinoamericano se ha estructurado sobre la base de la fascinacin y el re-chazo respecto de los modelos provenientes de los pases ms poderosos [...] Fascinacinha querido decir modernizacin, siguiendo los patrones sealados, copindolos o imitn

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    dolos; rechazo ha sido reivindicacin de una identidad (pretrita y/o futura) diferente17.Por lo dems, se procura constatar el hecho de que, mientras el ensayismo, la filosofa lati

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    noamericana, la crtica literaria y las humanidades en general han estado vinculados con elpolo identitario, concientizante y existencial, las ciencias sociales en cambio han tenidoque ver con el polo eficientista y modernizador.

    Utopa y Praxis Latinoamericana. Ao 6, No. 15 (2001), pp. 93-99 97

    15 Larrain, J. y Vergara, J (1998): Identidad cultural y crisis de modernidad en Amrica Latina. Santiago deChile, (informe acadmico).

    16 Devs, E (2000): Del Ariel de Rod a la CEPAL. Buenos Aires, Biblos/Centro Investigaciones Diego BarrosArana.

    17 Ibid., p. 308.

  • AUTOPERCEPCINEn estos tiempos globalizados, con crisis de sustancialismos y paradigmas, uno de

    los mayores desafos vigentes se vincula con el dilema identitario, tan arraigado en la cultu-

    ra y en la filosofa latinoamericanas18. Sin embargo, ms all de los legtimos intentos poraproximarnos a nuestro perfil distintivo, corresponde eludir inveteradas expresiones comolas de ser nacional o espritu del pueblo no slo por su vaguedad sino tambin por el lastremetafsico y manipulatorio que ha conllevado la atribucin de caracteres esenciales a lossujetos colectivos. Tampoco cabe admitir ya ciertas versiones antropolgicas que se hanreferido a la aculturacin como el impacto arrollador ejercido por una sociedad mentada-mente evolucionada sobre otra de menor complejidad y pujanza. Ambas categorizaciones,pese a haber adoptado un ropaje apoltico, poseen componentes elitistas o etnocntricosque han contribuido frecuentemente a justificar los tutelajes y la inmovilidad, elevando alparoxismo ora los valores regionales ora la impronta cosmopolita. Tales conceptuacionesentran en crisis con los planteamientos identitarios que fueron formulndose antes de lamundializacin financiera, antes de la llamada revolucin conservadora de los 80 e inclu

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    so antes de la implantacin del neoliberalismo y de la posmomodernidad; planteamientosdiscordantes cuya irrupcin puede ser datada a partir de los conatos liberadores y de desco

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    lonizacin que suceden a la Segunda Guerra Mundial.Es entonces cuando empieza a plasmarse la nueva nocin de identidad que, lejos de

    constituir un seudoproblema como aseguran algunos mirajes escpticos, en su sentido po-sitivo remite a los siguientes aspectos:

    una aprehensin de la realidad con su cmulo de contradicciones; la idea de unidad en la diversidad ms all de barreras tnicas, geogrficas o so-

    ciales; un requerimiento de autoafirmacin mensurable desde instancias como la copar-

    ticipacin en el poder y la riqueza; el impulso hacia un activo proceso de humanizacin y democratizacin tendiente

    a estimular el afianzamiento individual y comunitario; la propensin al intercambio y a los trasvasamientos culturales.Adems de implicar un reconocimiento de la mismidad y la alteridad, de la tradicin

    y la continuidad junto con la ruptura y el cambio, la visin renovadora sobre la identidadapunta a la introduccin de mejoras graduales o estructurales en las condiciones de vida. In-volucra una sntesis dialctica que procura superar los planteos discriminatorios tanto delpopulismo fundamentalista que presupone la existencia de masas o culturas vernculashomogneas y desalineadas como de la ciega adscripcin a los modelos exgenos del pro-greso perpetuo y la modernizacin conservadora. En definitiva, representa un enfoqueacerca de la identidad como al conjunto de ideales reguladores y directrices que emanan deuna intrincada construccin histrica. Bajo tales lineamientos, la dinmica identitaria cabeser asociada con la funcin utpica, en tanto ambas simbolizan aspiraciones para transfor

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    Hugo E. BIAGINI98 El pensamiento identitario

    18 Biagini, H. E (1989): Filosofa americana e identidad. B. Aires, EUDEBA, 1989. Ibid (1996): Fines de siglo,fin de milenio. B. Aires, UNESCO/Alianza; Ibid (2000):Entre la identidad y la globalizacin. Buenos Aires,Leviatn.

  • mar el orden dominante y erigirse en un magno proyecto civilizatorio, por su alto grado deuniversalidad.

    La gnesis de esas formas identitarias alternativas en nuestra Amrica ha contadocon diversas manifestaciones: desde los emprendimientos insurgentes previos a la gestaemancipadora y la prdica bolivariana para asumirnos como un subgnero humano hastalos empeos finiseculares para distanciarnos de las potencias opresivas; empeos retoma-dos ulteriormente por las vanguardias artsticas, por algunas corrientes tercermundistas ypor la filosofa intercultural. Tales exigencias han sido resignificadas con los frentes popu-lares, las propuestas innovadoras de integracin supranacional y los movimientos cvicosemergentes que desde distintos sectores pugnan por lograr una tierra ms habitable. Entreesas agrupaciones autogestionarias se encuentran aquellas ms tradicionales como el sindi

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    calismo independiente, las organizaciones estudiantiles y las entidades cooperativas juntocon los nucleamientos feministas o de gnero, tnicos, campesinos, ecolgicos, pacifistas,de derechos humanos, las ONGs, las PYMES, los msicos contestatarios, las asociacionesde consumidores y hasta de nios de la calle, las comunidades eclesiales de base, los parti-dos polticos menos dispuestos a pactar con el privilegio y tantos otros actores sociales que,herederos del espritu libertario del 68, han convertido las reclamaciones identitarias en unasunto plenamente vital que sobrepasa con holgura los abordajes de la intelligentzia dondepareca centrarse toda la cuestin. Primordialmente, las identidades se definen como fluc-tuantes y contextuales, exhibiendo un cariz valioso o derivaciones distorsionantes y autori

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    tarias como acontece en algunas modalidades de la negritud o del poder juvenil que, sibien surgen genuinamente para oponerse al sojuzgamiento racial o etario, a veces se petrifi

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    can y suelen llevar a la satanizacin del hombre blanco, los adultos o los ancianos.Las demandas populares por mayor justicia y las organizaciones civiles en su

    demanda de peculiaridad idiomtica, religiosa, ambiental, etc. trascienden la bsquedapropia de acreditacin para inclinarse hacia una concepcin ms abarcativa que, adems dereflejar reivindicaciones parciales, genere un pensamiento principista frente a sistemasprofundamente inequitativos. De all que se trate de complementar la aceptacin de lasdiferencias y el aporte de los movimientos sociales con un rescate crtico de las grandescausas que han permitido figurarnos o acceder a un mundo para todo el mundo en estemundo, segn concluimos en nuestra declaracin del IV Encuentro del Corredor de lasIdeas del Cono Sur lanzada en territorio paraguayo (julio 2001).

    Utopa y Praxis Latinoamericana. Ao 6, No. 15 (2001), pp. 93-99 99