El paralenguaje. Entrada blog.docx

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El paralenguaje Hace poco hablábamos de la importancia de la lengua oral y en particular del español coloquial, por lo que, como profesores de idiomas, nos resulta imprescindible tratar los códigos no verbales, que completan y enriquecen la conversación coloquial. Las señales no verbales: quinésicas, proxémicas, cronémicas, etc., tienen una gran relación con los signos verbales, se superponen a ellos y pueden llegar a sustituirlos. Esta semana vamos a centrarnos en el código quinésico. La Kinesia es una ciencia que estudia los movimientos corporales y los gestos que hacen las personas cuando están hablando o no, la manera en que la gente se mueve, mira, toca, siente, emite y recibe mientras se comunica. Se distinguen tres clases de gestos quinésicos: simbólicos, icónicos y rítmicos. Los primeros son señales en las que existe una cierta relación entre el significante y el significado. Su significado es convencional y, por esto, pueden funcionar separados de la expresión verbal e, incluso, pueden sustituirla. Por ejemplo, el movimiento de la mano cerrada con el pulgar inclinado hacia la boca, significa que ‘alguien ha bebido mucho’. En cambio, en Rusia el movimiento es el del dedo índice, deslizándose por el pulgar, golpeando la garganta. Los segundos son señales en las que el significante es una imagen del significado. Su significado depende del contexto y de la expresión verbal a la que acompañan. Por ejemplo, el movimiento de la cabeza hacia abajo, en un contexto dado y acompañado de la expresión verbal ven tiene un significado ocasional de una ‘petición para que alguien se acerque’. Como decíamos al principio, los gestos llegan a veces a sustituir a la palabra, bien solos o combinados con sonidos onomatopéyicos, ruidos codificados, ocupan el lugar de enunciados completos. Por ejemplo, los movimientos de los labios, de las manos y de la boca, junto con ruidos como uuf, oj, y el movimiento del cuerpo que acompaña a la expresión, tiene un significado de: rechazo, de confirmación: Huele a tabaco. Uuf. Rechazo Qué calentito se está aquí. Uuf. Confirmación Me han suspendido. Oj. Fracaso

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El paralenguaje

Hace poco hablábamos de la importancia de la lengua oral y en particular del español coloquial, por lo que, como profesores de idiomas, nos resulta imprescindible tratar los códigos no verbales, que completan y enriquecen la conversación coloquial. Las señales no verbales: quinésicas, proxémicas, cronémicas, etc., tienen una gran relación con los signos verbales, se superponen a ellos y pueden llegar a sustituirlos.

Esta semana vamos a centrarnos en el código quinésico. La Kinesia es una ciencia que estudia los movimientos corporales y los gestos que hacen las personas cuando están hablando o no, la manera en que la gente se mueve, mira, toca, siente, emite y recibe mientras se comunica.

Se distinguen tres clases de gestos quinésicos: simbólicos, icónicos y rítmicos.

Los primeros son señales en las que existe una cierta relación entre el significante y el significado. Su significado es convencional y, por esto, pueden funcionar separados de la expresión verbal e, incluso, pueden sustituirla. Por ejemplo, el movimiento de la mano cerrada con el pulgar inclinado hacia la boca, significa que ‘alguien ha bebido mucho’. En cambio, en Rusia el movimiento es el del dedo índice, deslizándose por el pulgar, golpeando la garganta.

Los segundos son señales en las que el significante es una imagen del significado. Su significado depende del contexto y de la expresión verbal a la que acompañan. Por ejemplo, el movimiento de la cabeza hacia abajo, en un contexto dado y acompañado de la expresión verbal ven tiene un significado ocasional de una ‘petición para que alguien se acerque’.

Como decíamos al principio, los gestos llegan a veces a sustituir a la palabra, bien solos o combinados con sonidos onomatopéyicos, ruidos codificados, ocupan el lugar de enunciados completos. Por ejemplo, los movimientos de los labios, de las manos y de la boca, junto con ruidos como uuf, oj, y el movimiento del cuerpo que acompaña a la expresión, tiene un significado de: rechazo, de confirmación:

Huele a tabaco. Uuf. Rechazo

Qué calentito se está aquí. Uuf. Confirmación

Me han suspendido. Oj. Fracaso

Del mismo modo, los gestos simbólicos e icónicos pueden superponerse a la expresión verbal, cuando se producen al mismo tiempo que el lenguaje verbal y se utilizan para reforzarlo o ponerlo de relieve. También se anteponen cuando, por ejemplo, un chasquido de los dedos o unas palmas solicitan el silencio, la atención de alguien, para que escuche lo que se va a decir: ¿Podéis guardar silencio? ¿Queréis atenderme un momento?

Los terceros van siempre con el habla espontánea y parecen que marcan el ritmo de la misma, es como si al hablar utilizase una batuta para marcar el paso, el compás, de la expresión oral. Generalmente, no somos conscientes de ellos ni como hablantes, ni como oyentes, a no ser que sean muy marcados y frecuentes.

La lengua española es expresiva por naturaleza, nos comunicamos con y a través de los gestos, por lo que prestar atención a estos y enseñarlos en su contexto es fundamental para evitar posibles malentendidos a nuestros estudiantes.