El Pacifismo

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El pacifismo 21 de Junio del 2010 LIMA | A los que me han escrito criticando mi visión de la naturaleza humana, les respondo que efectivamente yo no tengo una opinión romántica del bípedo en cuestión. Rousseau pensaba que "el hombre nace bueno y que es la sociedad la que lo corrompe". La hipótesis era tan hermosamente tonta, que fue imposible que pasase desapercibida, así que se convirtió en la voz de orden de una multitud de poetas, moralistas, místicos, filósofos y revolucionarios. Lamentablemente, creo como Revel, que lo contrario es lo cierto. El hombre nace malo o violento, o lo que es lo mismo: caprichoso, voluble, territorial, codicioso, mentiroso, desenfrenado e irracional, y son la sociedad, la familia y el Estado los que lo inducen a ser "casi" bueno. Para que esto suceda, es decir para que el hombre se comporte moralmente, la sociedad tiene que poner en práctica una serie de medidas que desde que el hombre es hombre han funcionado con eficiencia: la educación, la disciplina, el castigo, la cárcel. No es pues una buena idea enseñarles a nuestros hijos que los hombres en sus relaciones comunes actúan movidos por el amor, la verdad y la justicia. Desafortunadamente, esta teoría también es falsa. Lo que sí es cierto, es que muy por encima de estos valores están los instintos de sobrevivencia, el deseo sexual y el egoísmo, que son los impulsores más poderosos que existen en el alma humana. Quien intente comprender al hombre sin estos instintos que le marcan y le determinan, no podrá hacerlo, menos dirigirlo. No digo que el pacifismo sea un mal, pero cuando este permite el mal, sí lo es: es un delito contra sí mismo y una felonía contra los demás. Pecado es oprimir, pero también lo es dejarse oprimir. El pacifismo sin fuerza sólo exacerba al conquistador (que no ha desaparecido ni desaparecerá) y conduce al aplastamiento de los más débiles. El pacifista que se niega a ser fuerte y rapaz para así frenar al ambicioso que siempre es fuerte y rapaz, se merece el mal que le llega y la injusticia tiene derecho a reinar sobre su estupidez. ¡Ay! del cretino que se desarma en nombre de la paz, y mil veces ¡ay! por el pueblo que le confíe su destino.

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    21 de Junio del 2010

    LIMA | A los que me han escrito criticando mi visin de la naturaleza humana, les respondo que efectivamente yo no tengo una opinin romntica del bpedo en cuestin. Rousseau pensaba que "el hombre nace bueno y que es la sociedad la que lo corrompe". La hiptesis era tan hermosamente tonta, que fue imposible que pasase desapercibida, as que se convirti en la voz de orden de una multitud de poetas, moralistas, msticos, filsofos y revolucionarios. Lamentablemente, creo como Revel, que lo contrario es lo cierto. El hombre nace malo o violento, o lo que es lo mismo: caprichoso, voluble, territorial, codicioso, mentiroso, desenfrenado e irracional, y son la sociedad, la familia y el Estado los que lo inducen a ser "casi" bueno. Para que esto suceda, es decir para que el hombre se comporte moralmente, la sociedad tiene que poner en prctica una serie de medidas que desde que el hombre es hombre han funcionado con eficiencia: la educacin, la disciplina, el castigo, la crcel. No es pues una buena idea ensearles a nuestros hijos que los hombres en sus relaciones comunes actan movidos por el amor, la verdad y la justicia. Desafortunadamente, esta teora tambin es falsa. Lo que s es cierto, es que muy por encima de estos valores estn los instintos de sobrevivencia, el deseo sexual y el egosmo, que son los impulsores ms poderosos que existen en el alma humana. Quien intente comprender al hombre sin estos instintos que le marcan y le determinan, no podr hacerlo, menos dirigirlo. No digo que el pacifismo sea un mal, pero cuando este permite el mal, s lo es: es un delito contra s mismo y una felona contra los dems. Pecado es oprimir, pero tambin lo es dejarse oprimir. El pacifismo sin fuerza slo exacerba al conquistador (que no ha desaparecido ni desaparecer) y conduce al aplastamiento de los ms dbiles. El pacifista que se niega a ser fuerte y rapaz para as frenar al ambicioso que siempre es fuerte y rapaz, se merece el mal que le llega y la injusticia tiene derecho a reinar sobre su estupidez. Ay! del cretino que se desarma en nombre de la paz, y mil veces ay! por el pueblo que le confe su destino.