EL NOROESTE DEL 9 AL 16 DE JULIO DE 2015 N13 …...EL NOROESTE 14 NSuplemento cultural DEL 9 AL 16...

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De vez en cuando uno recuer- da paraísos de la infancia, islotes en los que, por unas horas, tocó la huidiza materia de la felicidad. Fueron espacios, tiempos o per- sonas y se quedaron grabados en nuestro espíritu como un tatuaje de la fortuna de estar vivo. Aun- que no toda mi infancia fue lu- minosa ni fácil, yo recuerdo aho- ra las piscinas del Peña, en lo profundo de la huerta moratalle- ra como un símbolo ineludible de algunas fechas memorables. El agua era la del río y entraba por su pie en aquella pequeña finca y en las dos piscinas comu- nicadas, una más pequeña para los niños y la otra mayor, en la que solo nos metíamos los que sabíamos nadar bien, con un me- rendero en sombra y algunos ár- boles frutales que daban al con- junto una atmósfera decidida- mente edénica. Ahora sé que fui feliz porque me gustaba mucho el agua, por- que era un crío como tantos otros y necesi- taba jugar, porque a veces me encontraba con otros amigos o con ciertas mucha- chas que despertaban en mí la antigua ca- lentura del enamora- miento fácil. Era, al cabo, verano y casi todo residía en la piel y casi todo nos llega- ba muy hondo en aquella época, como si sintiéramos con una mayor intensi- dad. Pero era feliz, ante todo, cada vez que emprendíamos a pie el camino polvoriento y abrupto de la huer- ta., bajo un sol inclemente, por- que aquel viaje era idéntico al que muy a menudo realizaba pa- ra acompañar a mi padre o a mi abuelo en las pesadas y aburridas tareas del campo. Era el mismo camino y, sin embargo, era tan diferente que no podía evitar el alborozo de mi corazón dema- siado tierno, habituado a renun- ciar a demasiadas cosas que úni- camente los otros poseían. Por unas pocas veces al- gunos veranos, el ca- mino del sacrificio se convertía, como por arte de gracia, en el camino del descanso y del placer y yo asis- tía perplejo a aquella inusitada transmuta- ción sin entender del todo qué lo hacía tan diferente. Y luego, el resto del día, me limitaba a disfrutar y a ser feliz hasta que las som- bras del cielo anun- ciaban el momento de regresar a casa. Pero en ese lapso de tiempo, me sumergía en nume- rosas ocasiones en el agua fresca y limpia que venía del río, cha- poteaba, buceaba, jugaba con mis primos y, cuando llegaba la hora de la comida o de la merien- da, devorábamos todos juntos la tortilla de patatas, el pollo con to- mate frito o el conejo al ajo ca- bañil y bebíamos fanta, a la que solo teníamos acceso en aquellas ocasiones y, después, volvíamos al agua para aprovechar las horas de la tarde que iba consumién- dose a una velocidad de vértigo, porque, además, nos obligaban a respetar una hora, al menos de digestión. La dicha era aquello y ahora pienso que lo era, sobre todo, porque tenía la certeza de que se acabaría y de que durante bas- tante tiempo no cruzaría aquel camino, salvo para bajar a la huerta y ocuparme de las faenas que mi padre me mandaba. Pero el camino, siendo el mismo, era tan diferente que no podía creer, mientras lo enfilaba en dirección a Las Torres, en esa extraña y du- ra metamorfosis. Y entonces soñaba con el des- tino de aquéllos que siempre ve- nían a las piscinas del Peña. SUPLEMENTO CULTURAL DEITANIA EL NOROESTE DEL 9 AL 16 DE JULIO DE 2015 13 N Pascual García [email protected] Años fugitivos Paraísos de la infancia Estamos en la comisaría de la Ertzaintza en Oiartzun, en un grupo de investigación dirigido por la estricta oficial Baraibar. Un día, cuando nada hace presa- giar que se avecina un cambio drástico en su rutina, descubren que tienen entre manos un caso mucho más escalofriante de lo que es normal: alguien está ase- sinando a personas que llevan ta- tuajes y luego les corta esa por- ción de piel, de forma tan precisa como inmisericorde. El caso queda en manos de la agente Ei- der Chassereau y el suboficial Jon Ander Macua, quienes co- mienzan sus primeras labores in- terrogando a varias personas re- lacionadas con el caso e inten- tando reunir indicios y pruebas. Muy pronto van a descubrir que existe un nexo que une a todas las víctimas: Lorena, una tatua- dora de renombre que trabaja en la parte vieja de Donostia. Con este planteamiento inicial, la escritora Noelia Lorenzo Pino (Irún, 1978) arranca La sirena roja, una de las novelas negras más bien orquestadas que he leído en años. Y lo consigue utili- zando el método más difícil pero más meritorio: escri- biendo una espléndida nove- la que, además, es negra. Co- mienza construyendo gran- des personajes, llenos de so- lidez y matices (cada uno de los que aparecen por las pá- ginas de esta novela tiene un pa- sado, una familia, unos tics, unas fobias, unos gustos, que le dan espesor, consistencia y credibi- lidad); luego, relaciona a estos personajes entre sí mediante ne- xos “naturales” (es decir, que no hay vínculos forzados, ni caram- bolas urbanas que los reúnan por azar, sino que todo está conduci- do con suavidad de aceite); y, por fin, inserta a todos en una trama envolvente, en la que cada pel- daño de la escalera está más que justificado y donde los sucesos se vertebran de un modo cohe- rente, ágil y eléctrico... Para ce- rrar la maravilla, Noelia Lorenzo concluye su novela entregán- donos a un culpable al que no veíamos venir (utiliza, eso sí, la técnica de crear sucesivos sospechosos que van siendo descartados, pero lo hace con una enorme elegancia, en ab- soluto tributaria del cliché). Aquejados por debilidades evidentes o secretas, todos los protagonistas de la obra se muestran como seres hu- manos, demasiado humanos: Eider está obsesionada con el tamaño de sus pechos, que juzga excesivo; Jon Ander Macua recibe unos mensajes de corte misterioso a los que no quiere contestar y que solamente al final de la novela alcanzarán sentido; Baraibar vive con la cul- pa de haber sufrido el suicidio de su pareja; Ibon Fernández, anti- guo novio de Lorena, de la que tiene que mantenerse alejado por orden judicial, vive trapicheando con droga; Gabriel, un cirujano que aparece hacia la mitad de la novela, se encierra en una casa de las afueras, donde se reúne con otras personas para realizar actividades misteriosas; La- rraitz, la mejor amiga de Lorena, va a correr una suerte aciaga cuando el asesino se fije en ella como la siguiente víctima... No voy a desvelar nada de la trama ni de su resolución (esos placeres les dejo que los disfru- ten ustedes solos), pero sí que emitiré un juicio tan claro como meditado: creo que Noelia Lo- renzo Pino es uno de los descu- brimientos literarios de la tem- porada. Toda mi gratitud, pues, a la editorial Erein, por apostar por ella y no permitir que una obra tan valiosa como La sirena roja se pierda en los cajones del olvido. La sirena roja Rubén Castillo Gallego www.rubencastillo. blogspot.com

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Page 1: EL NOROESTE DEL 9 AL 16 DE JULIO DE 2015 N13 …...EL NOROESTE 14 NSuplemento cultural DEL 9 AL 16 DE JULIO DE 2015 DEITANIA Ahora que se ha estrenado la pe-lícula Suite Francesa,

De vez en cuando uno recuer-da paraísos de la infancia, islotesen los que, por unas horas, tocóla huidiza materia de la felicidad.Fueron espacios, tiempos o per-sonas y se quedaron grabados ennuestro espíritu como un tatuajede la fortuna de estar vivo. Aun-que no toda mi infancia fue lu-minosa ni fácil, yo recuerdo aho-ra las piscinas del Peña, en loprofundo de la huerta moratalle-ra como un símbolo ineludiblede algunas fechas memorables.El agua era la del río y entraba

por su pie en aquella pequeñafinca y en las dos piscinas comu-nicadas, una más pequeña paralos niños y la otra mayor, en laque solo nos metíamos los quesabíamos nadar bien, con un me-rendero en sombra y algunos ár-boles frutales que daban al con-junto una atmósfera decidida-mente edénica.Ahora sé que fui feliz porque

me gustaba mucho el agua, por-

que era un crío comotantos otros y necesi-taba jugar, porque aveces me encontrabacon otros amigos ocon ciertas mucha-chas que despertabanen mí la antigua ca-lentura del enamora-miento fácil. Era, alcabo, verano y casitodo residía en la piely casi todo nos llega-ba muy hondo enaquella época, comosi sintiéramos conuna mayor intensi-dad.Pero era feliz, ante

todo, cada vez queemprendíamos a pie el caminopolvoriento y abrupto de la huer-ta., bajo un sol inclemente, por-que aquel viaje era idéntico alque muy a menudo realizaba pa-ra acompañar a mi padre o a miabuelo en las pesadas y aburridas

tareas del campo. Era el mismocamino y, sin embargo, era tandiferente que no podía evitar elalborozo de mi corazón dema-siado tierno, habituado a renun-ciar a demasiadas cosas que úni-camente los otros poseían. Por

unas pocas veces al-gunos veranos, el ca-mino del sacrificio seconvertía, como porarte de gracia, en elcamino del descansoy del placer y yo asis-tía perplejo a aquellainusitada transmuta-ción sin entender deltodo qué lo hacía tandiferente.Y luego, el resto

del día, me limitaba adisfrutar y a ser felizhasta que las som-bras del cielo anun-ciaban el momentode regresar a casa.Pero en ese lapso de

tiempo, me sumergía en nume-rosas ocasiones en el agua frescay limpia que venía del río, cha-poteaba, buceaba, jugaba conmis primos y, cuando llegaba lahora de la comida o de la merien-da, devorábamos todos juntos la

tortilla de patatas, el pollo con to-mate frito o el conejo al ajo ca-bañil y bebíamos fanta, a la quesolo teníamos acceso en aquellasocasiones y, después, volvíamosal agua para aprovechar las horasde la tarde que iba consumién-dose a una velocidad de vértigo,porque, además, nos obligaban arespetar una hora, al menos dedigestión. La dicha era aquello y ahora

pienso que lo era, sobre todo,porque tenía la certeza de que seacabaría y de que durante bas-tante tiempo no cruzaría aquelcamino, salvo para bajar a lahuerta y ocuparme de las faenasque mi padre me mandaba. Peroel camino, siendo el mismo, eratan diferente que no podía creer,mientras lo enfilaba en direccióna Las Torres, en esa extraña y du-ra metamorfosis.Y entonces soñaba con el des-

tino de aquéllos que siempre ve-nían a las piscinas del Peña.

S U P L E M E N T O C U L T U R A LDEITANIA

EL NOROESTEDEL 9 AL 16 DE JULIO DE 2015 13N

Pascual Garcí[email protected]

Años fugitivos

Paraísos de la infancia

Estamos en la comisaría dela Ertzaintza en Oiartzun, en ungrupo de investigación dirigidopor la estricta oficial Baraibar.Un día, cuando nada hace presa-giar que se avecina un cambiodrástico en su rutina, descubrenque tienen entre manos un casomucho más escalofriante de loque es normal: alguien está ase-sinando a personas que llevan ta-tuajes y luego les corta esa por-ción de piel, de forma tan precisacomo inmisericorde. El casoqueda en manos de la agente Ei-der Chassereau y el suboficialJon Ander Macua, quienes co-mienzan sus primeras labores in-terrogando a varias personas re-lacionadas con el caso e inten-tando reunir indicios y pruebas.Muy pronto van a descubrir queexiste un nexo que une a todaslas víctimas: Lorena, una tatua-dora de renombre que trabaja en

la parte vieja de Donostia.Con este planteamiento

inicial, la escritora NoeliaLorenzo Pino (Irún, 1978)arranca La sirena roja, unade las novelas negras másbien orquestadas que he leídoen años. Y lo consigue utili-zando el método más difícilpero más meritorio: escri-biendo una espléndida nove-la que, además, es negra. Co-mienza construyendo gran-des personajes, llenos de so-lidez y matices (cada uno delos que aparecen por las pá-ginas de esta novela tiene un pa-sado, una familia, unos tics, unasfobias, unos gustos, que le danespesor, consistencia y credibi-lidad); luego, relaciona a estospersonajes entre sí mediante ne-xos “naturales” (es decir, que nohay vínculos forzados, ni caram-bolas urbanas que los reúnan por

azar, sino que todo está conduci-do con suavidad de aceite); y, porfin, inserta a todos en una tramaenvolvente, en la que cada pel-daño de la escalera está más quejustificado y donde los sucesosse vertebran de un modo cohe-rente, ágil y eléctrico... Para ce-rrar la maravilla, Noelia Lorenzo

concluye su novela entregán-donos a un culpable al que noveíamos venir (utiliza, eso sí,la técnica de crear sucesivossospechosos que van siendodescartados, pero lo hace conuna enorme elegancia, en ab-soluto tributaria del cliché).Aquejados por debilidades

evidentes o secretas, todoslos protagonistas de la obrase muestran como seres hu-manos, demasiado humanos:Eider está obsesionada con eltamaño de sus pechos, quejuzga excesivo; Jon Ander

Macua recibe unos mensajes decorte misterioso a los que noquiere contestar y que solamenteal final de la novela alcanzaránsentido; Baraibar vive con la cul-pa de haber sufrido el suicidio desu pareja; Ibon Fernández, anti-guo novio de Lorena, de la quetiene que mantenerse alejado por

orden judicial, vive trapicheandocon droga; Gabriel, un cirujanoque aparece hacia la mitad de lanovela, se encierra en una casade las afueras, donde se reúnecon otras personas para realizaractividades misteriosas; La-rraitz, la mejor amiga de Lorena,va a correr una suerte aciagacuando el asesino se fije en ellacomo la siguiente víctima...No voy a desvelar nada de la

trama ni de su resolución (esosplaceres les dejo que los disfru-ten ustedes solos), pero sí queemitiré un juicio tan claro comomeditado: creo que Noelia Lo-renzo Pino es uno de los descu-brimientos literarios de la tem-porada. Toda mi gratitud, pues,a la editorial Erein, por apostarpor ella y no permitir que unaobra tan valiosa como La sirenaroja se pierda en los cajones delolvido.

La sirena rojaRubén CastilloGallegowww.rubencastillo.blogspot.com

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DEITANIA

Ahora que se ha estrenado la pe-lícula Suite Francesa, basada enun libro de Irène Némirovsky,es necesario recordar a esta es-critora y la historia de este libro,que sobrevivió a los nazis, a losaños, a la melancolía de unas hi-jas y al paso de tiempo hasta quevio la luz cuando todo el dolordejó paso al perdón de una vidadeshecha por las miserias deotros. Irene nació en Kiev, en 1903,

hija de uno de los banqueros másricos de Rusia, Léon Némi-rovsky y algo parecido a una ma-dre que se llamaba Faïga, pero sehacía llamar Fanny, Su infanciaes una sucesión de internados ynurses mientras la madre viajabapor Europa intentado que no lapillase la vejez y el padre hacíanegocios y recorría los casinosde media Europa. La Revolu-ción soviética de 1917 pilló a losNémirovsky en su residencia deSan Petersburgo, donde estuvie-ron escondidos un año, que Irenededicó a leer a Oscar Wilde,

Huysmans, Maupassant y el pen-samiento de Platón. No se le ha-bían acabado los filósofos a la jo-ven cuando la Revolución deci-dió que Léon Némirovsky teníaque morir. Y así, huyendo de lamuerte como antes lo hacía de lavejez y del aburrimiento, la fa-milia emprendió el camino deFrancia. Durante todo este tiem-po, Irene no deja de escribir, so-bre su familia, sobre los judíos,sobre todo lo que les ha tocadovivir y sobre lo que está viviendo.En París se dedica a ser tan solouna joven judía rica, vive bien yasiste a fiestas. En una de ellas en1926, conoce a Michel Epstein yno tardan mucho en casarse. En-tre 1929 y el estallido de la IIGuerra Mundial Irène publicaránueve novelas, hasta que el 3 deoctubre de 1940, el Gobiernofantoche del mariscal Pétain dic-ta un primer "estatuto del judío"que deja a Michel Epstein sin tra-bajo y a Irène sin poder publicar.Sería el primer paso de un largo

camino hacia la muerte. El se-gundo lo dan en 1940 cuando hu-yen a un pequeño pueblo francésjunto a sus hijas Denise y Elisa-beth. Hasta el 13 de julio de 1942,que vienen a buscarla, Irène sehabía dedicado a esconderse yescribir. Para entonces había aca-bado Suite françesa y esbozadolos dos volúmenes más. Pero esdetenida e internada en un campode concentración francés, el últi-mo paso sería en Auschwitz. Te-nía 39 años. Su marido intentarescatarla, pero también para élel final del camino está cerca. Enoctubre, lo detienen a él, quemuere en Auschwitz el 6 de no-viembre de 1942, tres meses des-pués que Irene. Las pequeñasquedan solas, pero no tardan enser buscadas y siempre prepara-das para la huido, llevan consigolos últimos manuscritos de los li-bros de su madre. Son persegui-das, escondidas y por fin cruzanla frontera hasta Niza, donde re-cuerdan que su madre les habla-

ba de una abuela. Cuando llamana la puerta de la gran mansión, lavieja Fanny, que moriría solaaños más tarde, les hace llegarcon un sirviente el consejo que"puesto que vuestros padres hanmuerto, debéis vivir en un orfa-nato". Y eso es lo que hacen. Dantumbos entre orfanatos, casas deacogida las dos hermanas y lamaleta, hasta que rehacen sus vi-das entre las cenizas de la madrequemada en Auschwitz. No seríahasta 1993 que una de las hijas,decidió abrir la maleta y organi-zar los últimos escritos de la ma-dre, ese recuerdo constante desus vidas. De ahí salió SuiteFrancesa. Denise Epstein re-cuerda que "al principio no pudeleer el manuscrito. El dolor y lacólera me lo impedían. Luego,cuando lo leí, no comprendí en-seguida que se trataba de una no-vela. Las anotaciones eran terri-bles.” Para Denise, el éxito del li-bro es "una victoria sobre el pa-sado, el abandono y el nazismo".

Irène, suite francesa

El artista caravaqueño JesúsCristóbal Fernández ha obte-nido el segundo premio en elconcurso DKV fresh art (elconcurso de arte para jóvenesmás importante de España)dotado de una beca de 2.000euros.“Despues de pasar descartes

de entre más de dos mil obrasde toda españa se selecciona-ron 21 obras, y esos 21 fuimosa pasar una semana a la poli-técnica de Valencia, y de estos21 salieron 3 premiados ( yo el2º) por la escultura que hice enla facultad durante esa sema-na”.

Edición 2015En esta edición se han recibido1.583 obras procedentes de to-das las comunidades autóno-mas, un 8,8% más que en2014. De ellas, han sido selec-cionadas 21: cuatro trabajos deescultura; cinco de pintura;cuatro de dibujo; cuatro de fo-tografía; dos de videoarte ydos de grafiti. Las dos especialidades de lasque más obras han presentadofueron dibujo (34%) y pintura(26%). Le siguieron fotografía

(20%) y escultura (11%). Lasdisciplinas menos concurridashan sido vídeo y grafiti, consolamente un 5 y un 4% departicipación, respectivamen-te.

DKV Fresh ArtEl concurso DKV Fresh Art esuna iniciativa de DKV Segu-ros España. Nace con la inten-ción de impulsar la creatividade innovación a través del arte.Pretende promover las inquie-

tudes artísticas entre estudian-tes de bachillerato y ciclos for-mativos de grado medio, pre-miando a aquellos que desta-quen por su creatividad en al-gún campo de expresión delarte contemporáneo.

Jesús Cristóbal Fernándezobtiene el segundo premio en el

DKV Fres Art

Los ganchos periodísticospueden llegar a ser pernicio-sos. Ahora que la coyunturade la ola de calor pide temasque giren en torno del sol, sesaca uno un artículo de lamanga sudada y se pone a re-comendar un libro para estosdías de canícula como porejemplo Pedro Páramo deJuan Rulfo. En vez de ofrecerinstrucciones sanitarias so-bre cómo afrontar las calo-res, va uno y sugiere aden-trarse en el territorio infernaly fantasmagórico de Coma-la, ese Jalisco sempiterna-mente en llamas que fue ins-piración, modelo y germendel famoso boom. La otra na-rración de Juan Rulfo se lla-ma precisamente El llano enllamas. Si a alguno de uste-des se le asomara de repenteel deseo repentino de quererproclamar a los cuatro vien-tos ardientes eso de que almenos una vez en su vida halogrado leerse la obra enterade un autor, yo le aconsejoque empiece por Rulfo, quesolo tiene las dos señaladasy otra menos conocida lla-mada El gallo de oro, una no-vela corta que me la reco-mendó el otro día un vetera-no periodista que fue durantemuchos años redactor jefe dela revista Triunfo, VíctorMárquez Reviriego, que alllegar a la redacción dondeyo hago prácticas me dice,tienes que leer esto y lo otro,mientras yo no doy abastoapuntando recomendacionesdel viejo maestro que ha leí-do más que toda mi genera-ción junta. De modo queahora me avergüenzo de es-tar sacando provecho de lainsoportable maldad del soly escribiendo que sería opor-tuno leer a Rulfo y tal y cual.Después de esto, solo mequeda decir que a dormir encueros y a meter botellas deagua al congelador se ha di-cho. Pero ojo con el ansia detragar, que las anginas se re-sienten y no hay cosa más jo-dida que tener fiebre concuarenta grados en la calle.

Antonio F.Jiménez

CaloresGloria López Corbalán

Jaime Parra Navarro

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DEITANIA

E1 pasado fin de semana levantóel telón el “XVIII Festival Inter-nacional de Jazz de San Javier”,con una velada inicial en la quela primera voz a escuchar fue, co-mo ya es tradicional, la de su pre-sentador y director, Alberto Nie-to Meca, quien recordó aquellode “parece que fue ayer” para ha-cer la metáfora del transcurso deltiempo. Este año, teniendo encuenta que “una imagen vale másque mil palabras” y aprovechan-do la inmejorable, sana y desin-teresada disposición de Goio Vi-llanueva, fotógrafo profesional yuno de los oficiales inmortaliza-dores de imágenes del festival, alque hemos conocido gracias a lainconmensurable amabilidad deÓscar Sánchez Domingo, dili-gente componente de la inquietaoficina de festivales de San Ja-vier, vamos a relegar la palabraescrita en favor de la imagen porlo mucho que representa, máxi-me cuando las fotos vienen demanos de profesionales que sa-ben captar el momento óptimode cada actuación, siendo, al fi-nal, Rafa Mellado, otro profesio-nal de altura, quien nos facilitalas fotos como fruto de una ges-tión conjunta e impagable de to-dos ellos, a quienes agradece-mos, muy de verdad, su generosogesto. Lo que ocurre es que estefin de semana último hemos con-tado con dos sesiones dobles yuna tercera con el artista que re-presentaba el único espectáculofuera del abono marmenorense.

Chris Minh Doky y The No-madsAsí, pues, comenzaba el ciclocon Chris Minh Doky y The No-mads, siendo el primero un ex-cepcional bajista escandinavoque se ha ganado el respeto de to-dos los instrumentistas del ele-mento de las cuatro cuerdas. Trascomenzar la actuación, que ini-ció y acabó con el bajo tradicio-nal, pasó a manejar el contrabajoeléctrico acompañado por unabanda sensacional formada porDave Weckl, en la batería; DeanBrown, en las guitarras, y George

Whitty, con tres “bandejas” deteclados que deslumbraron a laconcurrencia con su magistraldominio. El guitarrista, excep-cional en algunos “solos” y unbatería contundente, de golpe se-co y enorme dominio de la per-cusión, así como un impecablesentido del ritmo. Dos horas me-nos cuarto de actuación les sir-vieron para resultar muy aplau-didos y verse “obligados” a con-ceder un “bis”.

John Hiatt & The ComboEl segundo de la velada fue JohnHiatt & The Combo, reputado yrespetado cantautor estadouni-dense, maestro de la guitarra,mago de la armónica, virtuosodel piano y excelente intérpretecuyas canciones han sido versio-nadas por monstruos tales comoLinda Ronstadt, B. B. King,Willy de Ville, Willie Nelson,Bob Dylan, Joan Baez y otrosmuchos. Acompañado por DougLancio (guitarra, banjo y mando-lina), Nathan Gehri (bajo), Ken-neth Blevins (batería y voz) y uncuarto músico que no figuraba enlos créditos del programa y quemanejaba pandereta y demás pe-queños elementos de percusión,aunque también se colgó la gui-tarra. Guiños al country con la ar-mónica, rock fuerte en buenaparte del concierto y música ex-traordinariamente ejecutada ymuy agradable sirvieron parapresentar su vigesimosegundodisco de estudio, titulado “Termsof my surrender”.

Tony Desare QuartetUn mago del piano apareció enel escenario del “Parque Alman-sa” para abrir la segunda velada,un jovencísimo Tony Desare(1976) presentando su cuarteto ysu magia ante las teclas del ins-trumento de cola. Cantó de ma-ravilla y demostró ser un autén-tico showman y especialista enel “revival” jazzístico y de otrosgéneros. Asombró al públicomanejando el piano con una des-treza brutal y una exquisita finu-ra, lo que no se debilitó cuando,para ratificar sus habilidades,hasta tocó el piano con su pie de-recho, zapato enfundado incluí-do. No atinamos a saber valorarsi es mejor pianista que cantante

o al revés, pero sí que las dos co-sas las hace de maravilla, pues,no en vano, ha sido comparado,por los mayores especialistasmundiales, con Frank Sinatra,Billy Joel y otros “grandes”. Su-bió a la grada, se enredó entre elpúblico y, al final de su actua-ción, departió con los espectado-res, firmando discos, con unasencillez que muchos deberíanpracticar. Piropeado por “ellas”y aplaudido por todos, estuvoacompañado por los excelentesmúsicos que, junto a él, confor-man el cuarteto, como Ed Decker(guitarra), Steve Doyle (contra-bajo) y Mike Klopp (batería). Unverdadero lujo que era la primeravez que visitaba España, país delque, en perfecto español, dijo“me encanta”.

Flamencuba con Antonio Car-mona. La continuación de esta segundavelada nos la ofrecía “Flamencu-ba”, una nutrida banda proceden-te de la más grande de las islas delas Antillas Mayores que, en unaproducción del propio “Festivalde Jazz de San Javier”, se unía aAntonio Carmona para brindar-nos una mezcla muy original delos sonidos isleños como la rum-ba, guaracha, bolero, mambo,cha-cha-cha o guajira con el másfiel exponente del flamenco ac-tual. Carmona se erigió en lídernada más pisar el escenario, bai-ló, disfrutó y se ganó a un públicoque respondió, inmediatamente,cuando, en un guiño a Ketama,

la formación con la que se dio aconocer el español, interpretaron“No estamos locos” o uno de susmás recientes éxitos en solitario,“Vengo venenoso”. Pusieron co-lor y sabor a la noche con unosveteranos músicos que, ademásdel citado Antonio Carmona,eran Javier Masssó “Caramelo”(piano y teclados), Antonio Se-rrano (Armónica), Josemi Car-mona (guitarra), Alain Pérez (ba-jo), Kiki Cortinas (cante), J. M.Ruiz Motos “El Bandolero” (per-cusión) y Kiki Ferrer (batería).En el bis final, una niña, quizásde menos de dos años, con chu-pete, salió de entre el público quellenó el foso para convertirlo enpista de baile, y recorrió el esce-nario hasta que Josemi Carmonala tomó en su regazo y la abrazóentre su cuerpo y el mástil de laguitarra, mientras ella aplaudíacomplacida y el músico seguíatocando ininterrumpidamente.El público se sorprendía de queno llorara ni extrañara nada. Y esque, al final, supimos que era Lu-cía Carmona, su hija. Un gestomuy entrañable para cerrar la no-che. Digamos, finalmente, queAntonio Carmona preguntó, endos ocasiones, por “los de Cara-vaca”, al parecer paisanos denuestra tierra que le habrían visi-tado en el camerino, que teníaidentificados, pero no localiza-dos entre el público. Otro gestodigno de agradecer desde nuestraposición comarcal.

Jackson Browne

Un concierto magistral, relajado,profesional, serio y amplio el quenos ofreció Jackson Browne, elúnico que se hallaba fuera delabono y, por cierto, muy acerta-damente. Un pedazo de artistaque, sin desmerecer a nadie ni anada, marcó diferencias y, paranosotros, se integra en el “paque-te” de lo mejor que ha pasado porSan Javier. Shane Fontayne (gui-tarras), Greg Leisz (guitarras, pe-dal steel y lap steel), Jeff Young(Hammond, piano y coros), BobGlaub (bajo), Mauricio Lewak(batería) y Alethea Mills (coros).Cómodo, complacido, como enel cuarto de estar de su propia ca-sa, así se encontraba este esta-dounidense que manejó una do-cena de guitarras y demostró to-car el piano con inusitada sensi-bilidad, rodeado de unos exce-lentes músicos, aunque no seríajusto no felicitar al ingeniero desonido que supo calibrar, gra-duar, modular y lograr una acús-tica perfecta que hacía el concier-to mucho más agradable, si cabe.Con “You know the night” con-siguió el coro de gran parte delpúblico y la complicidad de losasistentes en todo momento. Pre-sentó su disco titulado “Standingin the Breach” (el decimocuartode estudio de su carrera) y mez-cló, como nadie, el folk america-no, con el country-rock y la máspura balada. Y, como no quedamás espacio, resumimos con unsencillo trío de palabras: magis-tral, intimista y brillante. Buenosdías.

Levanta el telón el “XVIII Festival Internacional de Jazzde San Javier” con artistas de auténtico lujo

Pedro AntonioHurtado García

Director de Zona de CAJAMURCIA-BMN en el Noroeste murciano

Selección de fotos de los conciertos más destacados de San Javier. R. MELLADO/JAZZ SAN JAVIER