El Lugar de La Naturaleza

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L a colonialidad del saber:

eUfOcentrismo y ciencias sociales

Perspectivas latinoamericanas

Edgardo Lander

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E.mail: dacsÚ@c1llcso.eo.lu.arhllp:llwww.clllcso.edu.ar

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(~CLACSO

Consejo Latinoamericanode Ciencias Sociales

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~m~~Unidad Rt'fl:ional de Ciencias Sociales y

Humanas para América Latina y el Caribe

Prefacio

Presentación

!El1g"do Lander

Ci(!/Icias ,wu:;(I/r,t:

,m/Jefc,,, colm,;nlr,\' y ""HJr"ln'rkn.t

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9

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I

SecretArio Ejc('u(i,'o:

Dr. Alilio A. Doron

Di.!Ocño r compm;tdcln t'icctrúnicll:

 Joq;c A. Fmga

Coordinador Area de Difusión CLAC'SO

Corrección:

Florencia Enghcl

Impresión:

Gráficas y Servicios

.Primera edición: .. J

La colollialidad del salJ er: e"rocefltrismo)' ciencias sociales.

Perspectivas latinoamericanoJ ~

(Buenos Aires: CLA CSO, julio de 2000)

Arte de tapa e interior:Sur. 501 o1 1os cabeza abajo. Realizndo por "Proyecto Sur",

República Dominicana. febrero. 1993.

/

EnritlllC Dll:'iSl'1

Ellml'0' m"dr,."it/or/ )' rlll71r(',,'ri,wln

Wnlter n.Mignnln

LI.I c%II;alic!nd (l lo largo y a lo GfIC:1fn:

el hemisferio occir1entnll'fl ellwril.Ontr (.'ofrm;nl dr 1" mnde,."id(ld

Fernando Coronil

Naturaleza det poscolotliali.mlO:

del tllroce"'r;smo .al Rlobocen'rismo

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•El lugar de la naturaleza y la naturaleza rí,

lugar: ¿globaJizacíón opostdesarrollo!

Arturo Escobar'

1.Introducción: Lilgar-y Cultnra J J

En años recientes, el concepto de "lugar" ha sido nuevamente abordado des- ,de varios puntos de vista, desde su relación con el entendimiento básico de

ser y conocer. hasta su deslino bajo la globalización económica y la medida en laque sigue siendo una ayuda o un impedimento para pensar la cultura. Este cues-

tionamiento no es. por supuesto, una coincidencia: para algunos, la ausencia d~lugar -una "condición generalizada de desarraigo", como algunos la denominan-

se ha convertido en el factor esencial de la condición' moderna, una condiciónmuy aguda y dolorosa en muchos casos, como en el de los exiliados y refugi~dos. Ya sea que se celebre o se denuncie, el sentido de'atopía parece haberse instala-do, Eso parece ser cierto en la lilosofía occidental, en la que el lugar ha sido i;;.

norado por la mayoría de los pensadores (Case y 1993); las teorías sobre la gllJ kllización que han producido una marginalización significativa del lugar, o ( 1 . . .1 . . .

en üntropología que han lünzado un radical cuesrionamiento del lugar y (k l.,

creación del lugar. Sin embargo. el hecho es que el lugar -como la experiencia deuna localidad específica con algún grado de enraizamienlO, linderos y conexióncon la vida diaria, aunque su identidad sea const.ruida y nunca fija- continúa sien-do importante en la vida de la mayoría de las personas, quizás para todas, Existe

un sentimiento de pertenencia que es más importante de lo que queremos admi-tir, lo cual. hace que uno considere si la idea de "regresar al lugar" -para usar la

expresión de Casey~ o la defensa del lugar como proyecto -en el caso de Dirlik-no son cu~stiones tan irrelevantes después de todo.

l. TraducciÓn del original en íng1¿spor Elconora Garcla L arrolld~

2. Departamento de Anll"opologia, Universidad de Nonh Carolina.

3. El presente I l"l lbll jOle debe mucho 1 1 1 Il"llblljoyal diálogo con Arif Dirlill;. 1 I Juli e Grnham y al eeólogo mexicano,Enrique L eff. cuyo upoyo e inler¿s aprecio enorrnen~nte, Le debo tambí¿n iI Li bia Grueso. Y ellenA gui1ary CarlClSRo~ro. del PCN (Proceso de Comunidades Negra.>del Plldfi co). 1 1 quienes les lIgrl ldczco hayan compartido conmi-SO)U )OfiSli cadocOll ocimiento y su comprensióll del a eculu¡;ia polftica lid reN, prc:sentada en la ti1tinIJ partt del

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•Arlllro Escobar 

Por supuesto, la crítica recienle al lugar por parte de la antropología. la geo-grafía, las comunicaciones r  los estudios culturales, ha sido tanto esencial comoimportante y continúa siéndolo. Las nuevas metáforas en términos de movilidad-la desterritorialización, el desplazamiento. la di'áspora. la migmción, los viajes.el cruce de fronteras. la nomadología, etc.- nos han hecho más conscientes del he.cho que la dinámica prin<;ipal de la cultura y la economía han sido alteradas sig-nificativamente por procesos globales inéditos. Sin embargo ha existido ulln cier-ta asimetría en estos debates. Según Arif Dirl ik (1997). esta asimetría es más evi-

dente en los discursos sobre la globalización en los que lo global es igualndo alespacio, al capital. a la historia y a su agencia, y lo local, con el lugar, el Imbajoy las tradiciones. El lugar, en otms palabras, ha dcsaparecillo en "el frenesí de laglobalización" de los úhimos años y esle desdibujamienlo del lugar tiene conse-cuencias profundas en nuestra comprensión de la culluT3. el conocimiento, la na-turaleza, y la economía. Quizás sea el momento de revertir algunas de estas asi-'metrlas al enfocar de nuevo la constante importancia del lugar y de la creacióndel lugar, para la cultura. la naturaleza y la economía4 -desde la perspectiva de lu-

gar ofrecida por los críticos mismos.

Este es de hecho un sen~ir creciente de aquellos que trabajan en la i ntersec-ción del ambiente y el desarrQll0, a pesar de que la expericncia de desarrollo hasign1ficado/para.l~ mayorf~ de las personas un rompimiento dcllugar, más pro-

fundo que nunca antes. Los eruditos y activistas de estudios ambienlalistas no só-lo están siendo confront~dos por los movimientos sociales que mantienen unafuerte referencia a! lugar -verdaderos movimientos de apego e~ol6gico y culturala lugares y territorios- sino que también confrontan la creciente comprensión deque cualquier salida alterna debe tomar en cuenta los modelos de la naturaleza ba.sados en el lugar, así como las prácticas y racionalidades culturales, ecológicas y

económicas que las acompañan. Los debates sobre el posdesarrotlo. el conoci-miento local y los modelos culturales de la natuT3leza han tenido que enfrentaresta prob1emática del lugar. De hecho, y éste es el argumento principal de este tra-bajo, las teorías del posdesarrollo y la ecología política son espacios esperanza-dores para reintroducir una dimensi6n basada en el lugar. en 1 : .1 S discusiones so-

4. Abordemos. por ejemplo. ti rol del l ugar en ti primer volumen de Tht ln/fmnll'itITl ARt. de M:mutl Cn.~lel1~.(7ñt

R/st G/,1lt Ntfwori Socitt)'(1996)I. un libro maghlrnl 'J en mucho~~ntido~ e~nci:rl paro la comr!'tn~i6n dela eco-

nomrl '/ sociedad KtllaI. ParaC :utell~. el 5urgimiento del nuevo parodigm:l tecnológico ba.,ndoen la inronn.1ción.

las tecnologlll 5 electtónicas y biológica" e~t;i produciendo una mciedad de!'tde~en In que "el e~pacio de lo~nujO!!"

seI mpone al"upado del lugar", '/ donde "no ui~te lugar alguno fl Ord mi5nlO.dndoque l:r~po~idone~ l a~delinen

los flujos.... Ios lugms no desaparecen pero ~u16gica '/ significndo son o.b~orbldO!lpor l a red... e1~ignllicado u-truerural desa.parece, subsumido enla lógicn de lo metared", p. 412. En e.~lanueva 5iluaci6n, los lugares pueden ser

olvidados. lo que signili ca su decadencia y delerioro; la~gente~y e1lf:tbajo ~on rrngmentl1do~enel espncio de los

lugan:s, en la medida en quel os lugares ron de.~ctlneelDdosentre sI ("las tli tes son co~mopoliln.~. las genles son lo-

calesw,p. 415. La cultura global se impone a las culturas loctlle~. '/ en el mundo !'tsullllnle existe s610culturn y na-

dade naturaleza; lo que significa el verdadero inicio de lo Hbtorin. A pesar deque Ca"eJl ~ expreSBdert::llK )litnlgio

de logan:s en losque cuenl8Jll as interncciollC5 cnrna earo.y h\~acciones locnle.~(como el Belville que lo vio I I1lIdu-

rar como joven i nlelectual), esUi doro que el nuevo parndigma llegó para quedar~. Esta 1:$una de rmll:tmsi tutnn-

das de la asimetrfa en el discurso de globoliznci6n del que Dirli k habla.

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El lugar dela "a",ralez-,,,a,uraleza de/lugar: ¿globaU",ció" o pOJldesarrollo?

bre la globalización, quizás hasta para articular una defensa del lugar. Reconce-billa de esta forma, la ecologfa y el posdesarrollo facilitarían la incorporación delas prácticas económicas. basadas en el lugar, al proceso de delimitación de losórdenes alternativos. Dicho de otra manera, una reafrrmm;ión del lugar, el no-ca-pitalismo,'y la cultura local (lpuestos al dominio del espacio, el capital y la mo-dernidad, los cuales son centrales al discurso de la globalización, debe resultar enteorías que hagan viables las posibil idades para reconcebir y reconstruir el mun.do desde una perspectiva de prácticas basadas-en.el-I ugar. Esto podrfa ser de in-

terés para la antropología y 1m;estudios culturales que han visto en la década delos noventa una fuerte áílica a las nociones convencionales de la cultura comoalgo discreto, limitado e integrado. Esta crítica ha venido acompañmla de una se-rie de investigaciones innovadoras relativas a la relaciún entre'e1 espacio, la cul-tura e identidad, desde el punlo lIc vista de los procesos trallsnaciona1iza~os deproducción cultural y económica. Esta crítica tiene sus raíces en desarrollos ante-riores en economía plll ftica y en la crític::l de la representacilÍ n, en especial duran-te la década de los ochentél, y ha producido un 1ll0lllcnttlll1telÍrico importante,confnrmando lo quc sin duda es hoy unfl de las inslancia" rn:'lsfuertes del debatey la innovach'm en la tlllln'pnlol!íal• Tomando COI llOpunto de pílrt¡da el carácterproblemático de 1:1rel:1ciún enlre lugar y cultura. ("slns lrahajos hacen énfasis enel hecho de que los l11garesson crcflci(l Il cs hi~16ricCl<;.que deben ser explicados,no asumidos. y (1'-,eesla e:v.:plicaciündebe tOl llf lren cuenla las maneras en las que

la circulación global del capital. el conocimienlO )' lo~medius configuran la ex-periencia de la localidad. El foco, por l o tanto, cambi;l hadn los vínculos múlti-ples entre identidad, lugar y poder -entre la crcaci(JI 1dr.1 Il lg:lr y la creación degente- sin nalllralizar ticonstruir lug:¡rcs COll\O fuenle de idcntidades auténticas y

esencializadas. En la medida en que los camhios ell la economía polftica globalse vuelquen hacia concepciones distintas de IlI gar e identidad. la relación lugar-Ipoder/identidad sc hnce más complicada. ¿Ct'J1110 reconccbir la etnografía másallá de los lugares y culluras limitadas espacialmcnlc? ¿Cómo explicar la produc-ción de diferencias en un mundo de espacios profundamente interconectados?

Estas son preguntas valiosas y necesnrias. Más aún, siempre estuvo claro pa-ra la crílica anlropollÍgica .en contraste con las teorías de globalización brevemen.te mencionadas anteriormente. que los lugares siguen siendo importantes tanto pa-

ra la producción de cultura como para su elnograHa (Oupta y Ferguson 1992). Sinembargo, ha habido cierto -quizás necesario- exccso en el argumcnto que ha lleva-do a desenfatizar el tema de las bases, los l indero~, el significat!o, y el npego a loslugares, que también constituye parte de la experiencia oc l<lcre:.u:iúnde gentes ylugares. ¿Es posible regresar a alguno de eslos temas l uego de la crítica al lugar?

5. No ~etrlll a de reptlir:rquf 1:$05debates. Algunos rle los hilo5rl e In littraluro :lnrn'J'OlI!~icll son: H:lnnerz (1989);

Ap¡mdurui (1990. 1991); OupID y Fergu~on (1992,. E.,tos dcbnte~~eencuenlr:>n t'n (ill rln y rer¡,::t1~on.editores

(1997), en lO!!que se b-.I~nnlos rornl'ntttrlos de esta sección_ E.~lncoleeción Cl.'n,,;11IY (:.h:>'l:l nhnT:l.I n inlervend6n

COlectiV llmás importanle en e.~o~lemn.~.E l Autor de cada cnpfrulo cnntribuyt' elt'ml'l'1fl '1i"'rnrtnnle~ r3fll repen!M

la cultum. el l ugar y el poder. I nque I~ edilU lo de~t."\cnnro ~udie~"3 i Olro,lll cci(;n.

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" •Anuro Escobar-------

¿Es posible lanzar una defensa' del lugar sin naturalizarlo, feminizarlo o hacerlo

esencial, ulla defensa en la que el lugar no se convierte en la fuente lrivial de pro-

cesos o fuerzas regresivas? Si UIlO ha de desplazar el tiempo y el espncio del lugar

central que han ocupado en las ciencias físicas y sociales modernas -quizás incluso

contando con las metáforas de las nuevas ciencias que resaltan las redes, la comple-

 jidad, laautopoesis, etc., conceptos éSlos que no vinculan tanto al espacio y al tiem-

po- ¿es posible hacer eso sin reiticar la ~rnmnencia, la presencia, la utatiura, la cor-

poreidad y similares? ¿Puede uno reinterpretar los lugares como vinculándose pam

constiluir redes, espacios desterritorializados, e incluso rizomas? ¿Lugares que per-miten los viajes, el cluce de las fronteras, y las identidades parciales sin descartar

completamente las nociones de enraizamiento, linderos y pertenencia']'!

Un aspecto final de la persistente marginalización del lugar en lu teoría occi-

dental es el de las consecuencias que ha tenido en el pensar de las realidades some-

tidas históricamente al colonialismo occidental, El dominio del espacio sobre el lu-

gar ha operado como un dispositivo epistemológico profundo del eurocentrismo en

la construcción de la teoría social. Al restarle énfasis a la conslrucción cultural del

lugar al servicio del proceso abstracto y aparentemente universal de la fonnaci6n

del capital y del Estado, casi loda la teoría social convencional ha hecho inyisibles

fonnas subahernas de pensar y modalidades locales y regionales de configurar el

mundo. Esta negación del lugar liene múltiples consecuencias para l a teoría -desde

las teorías del imperialismo hasta aquéllas de la resistencia, el desarrollo, etc.- que

pudiesen ser exploradas mejor en el ámbito ecológico. En este ámbilo, la desapari-

ción del lugar está claramente vinculnda a lu invisibilidad de los modelos cultural-

mente específicos de la naturaleza y de la construcción de los ecosistemas. Soln-

mente en l os últimos años es cuando nos hemos dado cuenta de este hecho.

En lo que sigue he tratado de articular los rudimentos de una defensa del iu.

gar apoyándome, en pane, en los trabajos de la geografía postmoderna y en la

economía política, post.estructuralista y feminista que abordan explícitamente la

cuestión del lugar. Por otra parte, he reinterpretado desde la perspectiva del lugar

las tendencias recientes en la ecología antropológica que descubren los modelos

culturales de la naturaleza. Luego silúo estos trabajos en el contexto de los movi.

mienlos sociales, del posdesarrollo y de racionalidades ~cológicas alternativas .

Se ha omitido mucho de lo que tendría que ser tomado en cuenta para una defen-

sa más consistente del lugar, incluyendo temas centrales como el i mpacto de lalecnologfa digital (particularmente el internet) en los lugares; lugar. clase y géno-

ro; la vinculación de lugares a redes; y las implicaciones más amplias de la "re.

palriación" del lugar por parle de la antropología y la ecología para.Jos concep-

tos de cultura y naturaleza. Estas cuestiones sólo pueden ser introducidas en el

presente trabajo como objeto de desarrollo más adelante.

6. En Olla¡ pulll bnu;, e, posible lIbordar las lugares de~ 111dirección opuesta: no dc~deelll ldo de su Críticll sinodesde su llfi rmución: no dude el ladode lo globlllsino del o local. Esto es preciswnenle lo que 1/1ccologfu nos per-mite .de hecho- nos oblig/l. ti hllCU.

116

- ,, -o ~- ,- - . -- ";- -- - .

•El lugar de la nalJ lraleza y la uatllrale:.a del lugar: ¿globalización o postdesarrollo?

En última instancia, el objetivo del presente trabajo es examinar la medida en

la que nuestros marcos de referencia nos permiten o no visualizar maneras pre.

sen tes o potenciales de reconcebir y reconstruir el mundo, plasmado en prácticas

múltiples. basadas en el l ugar. ¿Cuáles nuevas fonnas de lo "global" pueden ser

imaginadas desde este punto de vista? ¿Podemos elevar los imaginarios -inclu-

yendo modelos locales de la naturaleza- al lenguaje de la teoría social, y proyec-

tar su potencial a tipos nuevos de globalidad, de manera que se erijan como for-

mas "alternativas" de organizar la vida social? En resumen, ¿en qué medida pa-

demos reinvenlar tanto el pensamiento como el mundo, de acuerdo a la lógica de

culturas basadas en el lugar? ¿Es posible lanzar una defensa del lugar con ellu-

gar como un punto de construc.ción de la teoría y la acción política? ¿Quién ha-

bla en nombre del lugar? ¿Quién lo defiende? ¿Es posible encontrar en las prác-

ticas basadas en el lugar una crítica del poder y la hegemonía sin ignorar su arrai-

go en los circuitos del c:.tpital y la mod~rnidad?

La primera parte de este trabajo repasa los estudios más recientes relativos al

conocimiento local y a los modelos de la naturaleza llevados a cabo en la antro-

pología ecológica y en la antropología del conocimiento; los he releído desde la

óptica del lugar. Con esto en mente, la segunda parte introduce un conjunto de es-

tudios recieOles, en especial de geografía postmoderna y feminista y de economía

polílica, I\)s cuales articulan, muy expresamente, una defensa del lugar y de las

prácticas económicas basadas en el lugar. Se podría discutir que -a pesar de la ne-cesidad de revisar los conceptos y categorías convencionales de lo local- el lugar

y el conocimiento basado en el lugar, continúan siendo esenciales para abordar la

globalización, el posdesarrollo y la sustentabilidad ecológica, en fonnas social ypolíticamente efectivas. Finalmente, la tercera parte reúne ambas secciones al in-

tentar aportar algunas orientaciones basadas en. el lugar, para una defensa de los

ecosistemas locales y modelos bajo el contexto de la globalización y el cambio

rápido. El rol de los movimientos sociales y de la ecología política en la articula-

ción de la defensa del lugar se reseña brevemente. La conclusión invita a visua-

lizar nuevas esferas ecológicas públicas en las que las racionalidades alternas

puedan ser articuladas y puestas en marcha1,

11.El L ugar de la naturaleza:conocimiento local y modelos de lo natural

La cuestión del "conocimiento local" -en especial, del conocimiento de los

sistemas naturales- también ha sido abordada en los últimos años desde varias óp-

ticas (cognitiva, epistemológica, etnobiológica y, de manera más general, antro-

7. Un esquema refinado del conceplo MIU gllf"estfl fuerll dellllcunce deeste trllbll jo. Ver. CIUCY(1993, 1997)puroun

ensilYo &nllO de IDfilosofill. Y o lo trutOdeunumwlem empfricll y Illll llftiCll.,es decir. como una ClU e¡:orilldel peu.ill I' y como una relllidatl consuuida

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•Arwro E.scobar

pol6gica) y en conexión con una variedad de lemas. desde las taxonomías primi-l¡vas y la conservación de la biodiversidad. hasta la política de territorialidad y

los movimientos sociales. Se ha conccn(rmlo 13atención en aspectos tales como:los mecanismos a través de los cuales el conocimiento local opera. incluyendo elaspecto de si "conocimiento local" es, en sí. una etiqueta apropiada para los me-canismos cognitivos y experimentales que están en juego en las relaciones de lagente con los entornos no humanos; la existencia y estructuración de modelos

culturales de la naturaleza. en los que el conocimiento local y los sistemas de cla-sificación estarían inmersos; y la relación entre formas de conocimiento localcs y

formas modernas expertas. en ambientes concretos. ecológicos e institucionales,por ejemplo. en el contexto de los programas de desarrollo y conservación, en es-pecial en las áreas de bosques tropicales. Se puede afirmar que la investigaciónsobre el conocimiento local y los modelos culturales de la nalUraleza, que surgi6de tendencias anteriores relativas a la etnoboHínica, la etnnciencia y la antropolo-gía ecológica. ha llegado a la mayoría de edad. Este resurgimiento ha d.ldo pnsoa recuentos cada vez más sofisticados sohre las cOllstnu.:ciollCS de la naturalezaelaboradas por la gente. y qlliz;is nos ha ofrccil.1l11<lposibilidad de deshacernos fi-

nalmente de la relación binaria entre la naturale7.a y la cultUn1que ha sido tan pre-dominante Y perjudicial para la antropología ecol6gica y campos relacionados

(Descola y Pálsson, edilores 1996).,

Antropólogos, geógrafos y ecologistas políticos han demostrado con crecien-te elocuencia que muchas\ comunidades rurales del Tercer Mundo "construyen" lanaturaleza de formas impresionantcmente diferentes a las formas modernas do-minantes: ellos designan. y por ende utilinm, los ambientes naturales de Im¡nerasmuy particulares. ESlUdios etnogr:ificos dc los escenarios del Tercer Mundo des-cubren una cantidad de prácticas .significativamente diferentes. de pensar. rcla-cionarse,'construir Y experimcntar 10biológico Y 10natural. Este proyecto se for-muló hace un tiempo y ha alc'nnzado un nivel de sofisticación muy nito en tos lí l.timos años. En un artículo clásico sohrc el tema, ~hrilyn Slrathern (1980) sostie-ne que no podemos interpretar los mapas nativos (no Tmxlcrnos) de lo social y lobiológico en términos de nuestros conceptos de la naturaleza. la cultura y la so-ciedad. Para empezar. para muchos grupos indígenas y rurales, "'a 'cultura' no

provee una cantidad particular de objetos con los cuales se puedn manipulnr 'lanaturaleza' ...I anaturaleza no se 'manipula'" (174,175). La "naturaleza" y la"cul-tura" deben ser analizadas, por ende, no co~o entes dados y presocialés, sino co-

mo constructos culturales, si es que deseamos determinar su funcionamiento cu-mo dispositivos para la construcción cultural, de la sociedad humana, del género

y de la economía (MacConnack y Stralhern, editores 1980).

No existe, por supuesto, una visión unificada acerca de lo que caracteriza

precisamente los modelos locnlcs de la naturaleza. aunque gnm parte de los estu-dios etnográficos comparten algunos puntos en común. incluyendo los siguientes:un interés en las cuestiones epistemológicas, que incluye la naturaleza de los dis-

1t8

ti

"'1 lugardela ua"''OI,,1 ua""al"a del fuga" iglabali,aciónopos/desarrollo?

positivos cognitivos que se encuentran en juego en los modelos culturales delmundo natural y la conmensurabilillad o no de los distintos modelos; los meca-nislIlos generales a través de los cuales la naturaleza es aprehendida y construida,

;en-icspecial la existencin o 3usencin úe esquemas genemles para la construcciónde la naturaieza. ya sean universales o no; y la naturaleza del conocimiento local,

incluyendo si este conocimiento est:i plasmado y desarrollado a tmvés de la prác-

tica o si es explícito y desarroll:l<.lo a través de algún tipo de proceso del pensa.miento. Quizás la noción más arraigada hoy en lI ía es que los modelos locales dela naturaleza no dependen de la dicotomía níltuwlclalsociedad. Además. y a dife-

rencia de las construcciones modernas con su estricta separación entre el mundo

hiofísico, el ~umal1o y el superJ1atllral. se cntiende cOTlllínmenle que los modeloslocales, en muchos contextos no Ot.:,cidenwlcs, son concehidos como sustentadossobre vínculos de continuidad entre las tres esferas. Esta conlinuill:uJ -que podríasin embargo, ser vivida como pl'oblcll l;ilica e incicrta- esuí culturalmente arraíga-

da a través <lesímholos. rituales y \mkticas. y est:i plasmada en especial en rela-ciones sl.Jcialcs que tamhién se diferencian del ¡ipo moderno, capitalista. De estarorlllá, los seres vivos y no vivos, y con frecuencia sl1pcrnalUralcs no son vistoscomo entes que consl;(uyen dominios disti.ntos y sCJlílrados -definitivamente no

son vistos C0l110esferas opuestíls de la natllTalc7.a y b.cultura- y se considera quelas relaciones sociales abarC:lll m:is que a los humanos. Ppr ejemplo. Descola sos.

tiene que "en tales 'sociedades de la naluralez3'.las plnnlas.los aninmles y otrasentidades pertenecen a una comunidaú sociocconómi,-a, sumetidiJ a las mismas

reglas que los humanos" (1996: 14)'.

Un modelo local lI c la naturaleza puede mostrar T:tsgos como los siguientes

que puedcn (J no corrcsponder a los panímclros de la naturille7.fI llI od~rna. o sólohacerlo parcialmente: c<llcgoriz.aciones del ser humano, entidades sociales y bio-

lógicas (por ejemplo. oe lo que es humano y lo ljue no lo es, lo que es sembrado ylo que no lo es, lo doméstico y lo salvíl je, lo que es producido por los humanos ylo que es produódo ptlr los hnsques, lo que es innato {}lo que emerge de la acc~ónhumana. lo que pertenece a los c-,pírilUs y lo que es de los humanos, etc.); escena-

. rios de linderos (dircrenciíll ldo. por ejemplo. los humanos de los animales. el bos.

que del asentamiento, los hombres de las I~ujeres, o entre distint3s partes del bos.

que); una clasificación sistemática de los animales, plantas y espíritus: etc, Tam-bién puede contener mecanismos para mantener el huen orden y balance de los cir-

cuitos biofísico. humano y supernatural; o puntos de vista circulares del tiempo y

de la vida biológica y social, a la larga validada por la Providencia. los dioses o

diosas: o una teoría de cómo todos los seres en el universo SOI1 "criados" o "nutTi.

dos" con principios similares, ya que en muchas culturas no moderna~, el univer-

8_Tengo en menle. p;Úticulnrmente, lo~~iguitnle~voh¡mel'le~: MncCormnck y Stmthern tdilOT'C~_ (19801; Gudtman yRiviero (1990); Hohnrt. edilor (1993); Mil 101l.editor (I9QJt Rl"~treJX''!dd V:111c.ed;lore~(19%1; Mi hon (1996): De.~-(1'11(1 Y pm~~l'In.edilOre~.(l9%). E~1eul1imovl'llunl('ne~'~dedicado C"du~ivmnenle al (llamell de 10'1modelO'!culru-r.ll e~de 1:1n<lhlrnl cmy 11de~¡Il .rc,lilnr!kli nili vanlcnle l adicntnmra muurnluNcu1tuT:l ,

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7/29/2019 El Lugar de La Naturaleza

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" •Arturo Escobar

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•El lugar de /a natllralez.a y la naturaleza del lugar: ¿g/Obtlfi'Z(lción o posldesarrollo?

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so entero es concebido como un ente viviente en el que no hay una separación es-tricta entre humanos y naturaleza, individuo y comunidad, comunidad y dioses¥.

Aunque las f6nnulas específicas para ordenar todos estos factores varían enor-

memente entre los diferentes grupos, tienden a tener algunas características en co-

~ún: revelan una imagen compleja de la vida social que no está necesariamenteopuesta a la naturaleza (en otras palabras, una en la que el mundo natural está inte-

grado al mundo social), y que puede ser pensado en términos de una 16gica soci¡¡1

y cultural, como el parentesco, el parentesco extendido, y el género vernáculo oanal6gico. Los modelos locales también evidencian. un arraigo especial a un ten.i-

torio concebido como una entidad multidimensional que resulta de los muchos ti-

pos de prácticas y relaciones; y también establecen vínculos entre los sistemas sim-bólico/culturales y las relaciones productivas que pueden. ser altamente complejas.

Dos preguntas que emergen de estos estudios son la conmensurabilidad o no

de las construcciones locales, y con relación a esto, la existencia o no de meca-nismos subyacentes en juego en todas las construcciones, "¿Debemos limitarnosa describir lo mejor que podamos las concepciones específicas de la naturalezaque las diferentes culturas han producido en distintos momentos?" -pregunta Des-cola (l996: 84).; "o ¿debemos buscar los principios generales de orden que nospermiten comparar la aparentemente infinita, empírica diversidad de los comple-

 jos de la naturaleza/cultura?" (ibid.). La pregunta, por supuesto, se remonta a los

debates en etnobiología (resumido en Berlin 1992) relativos a la universalidad delas estructuras laxonómicas de "un mapa de la naturaleza" subyacente. Antropó-logos ecológicos, orientados hacia lo simbólico, han respondido al acotado inte-rés etnobiológico en las taxonomías populares, desplazando la clasificación de sulugar privilegiado, afirmando que la clasificación es sólo un aspecto del procesopor el que los humanos dotan de significado y propósito las características del en-torno natural. En un intento de desplazarla, sin embargo, la mayoría de los antro-pólogos no están dispuestos a renunciar a la existencia de mecanismos subyacen.tes que organizan las relaciones entre los humanos y su 'ambiente.

Pua Descola, por ejemplo, estos mecanismos -o "esquemas de la praxis"

(1996: 87)- consisten en procedimientos estructurantes que combinan modos de.identificación, definiendo linderos entre el yo y el otro en las interacciones huma.

nas/no-humanas, modos de relación (tales como la reciprocidad, la predación o laprotección), y modos de clasificación (la señalización lingüística de éategoríasestables, reconocidas socialmente). Estos modos regulan la objetivización de lanaturaleza y constituyen un conjunto finito de posibles transformaci.o!1es'o. De la

9. Ell a fonnulación particulu estAen el centro del trabajo de ungnJPO peruano, PRA TEC (Proyeclo Andino deTec-nologfa Campesina). Ver Grill o (1991); Aprel-M arglin y Valladolid (1995).

10. En casi toda 5U obra, Ducola (1992, 1994, 1996) se aparta significativllrJ 'lCntedel e5truclumlismo de l.i vi-Stntus¡, y uo embargo 5Cmantiene ClI SadOcon ~I en otrOSII Spectos,por ejemplo. en sus nociones de uno lógico decombirtll dóQ y de estnlclunlS 5ubyacc:nte5,aunque tslaS no se ...-eancomo estructuras unive~ales di;:la mente.

120

misma manera, para ElIen (1996), existen tres ejes o dimensiones cognitivo::: 'pi,

subyacen a todos los modelos de la naturaleza. los cuales detenninan la COI1:.::.,

ción de cosas o tipos naturales; la manera en que estas construcciones se J I " , •• 1',

cabo en el espacio, y la medida en la que la naturaleza es vista como poseedlJ l'"

de una esencia más allá del control humano. Estos patrones subyacentes o mcl""nismos deben ser reconstruidos etnográficamente: emergen de procesos parlkl J

lares, históricos, lingüísticos y culturales. Para Ellen y Descola, estos P,H¡,,,,,

ofrecen una forma de evitar un relativismo que hace que las diferentes cons[[u.

ciones sean inconmensurables, a la vez que evitan el universalismo que reducil í ¡jlas construcciones no occidentales a manifestaciones del mismo mapa de la natu-raleza que la etnobiología puede discernir. Se llega a estas construcciones a tra-vés de mecanismos cognitivos que aún est¡ln siendo discutidos (Bloch 1996); es-to es lo que Ellen comprende como "prehensiones: aquellos procesos que, a tnl-vés (le distintos Ií lil iles cultumks y otros, dan IlI gur a dusiticaciones especiales,

designaciones Y representaciones" (1996; l 19)11.

Esto noS trae de lleno al tema del conocimiento local. Pareciera haber unacierta convergencia en los planteamientos untropológicos más recientes relacio-nados con el conocimiento local al tratar el conocimiento como "una actividadpráctica, situada, constituida por una historia de prácticas pasadas y cambiantes",es decir, al asumir que el conocimiento local funciona más a través de un conjull-to de prácticas que dependiendo de un sistema formal de conocimientos compar-tidos, libres de contexto (Habar! 1993: 17, 18; Ingold 1996), Esto se podóa llamaruna visión del conocimiento local orientada haciª la práctica que tiene su erigenen una variedad de perspectivas teóricas (de Bourdieu a Giddens). Una tendencia

similar hace énfasis en los aspectos corporeizados del conocimiento local, en l.:S

te caso apelando a las posturas filosóficas delineadas por Heidegger y tam¡'l. "por Marx, Dewey y Merleau-Ponty. Ingold, el más elocuente de estos e:r..l¡'..1;

res, sostiene que vivimos en un mundo que no está separado de nosotros, y nt.1t:_"

tro conocimiento del mundo puede ser descrito como un proceso de adiestramien.to en el contexto del involucrarse con el medio ambiente (l995,1996). Los sereshumanos, desde este punto de vista, están arraigados en la naturaleza e inmersosen actos prácticos, localizados. Para el antropólogo Paul Richards, el conocimien-

to agrícola local debe ser visto como una serie de capacidades de improvisación,

específicas de un contexto y de un tiempo, y no como constitutivas de un "siste-ma indígena del conocimiento" coherente, como fue sugerido en trabajos anterio-

11. Los lIspeCIOScognilivos d.: las COlIstruccion.:slk lamllurlll ~Zll 110 son dis~Ulidos lk manero significl ltin ennin-guno de sus lrabajos revisados en esUl sección, aunque por supueslo se sabe quejuegan un rol cenlml eneste pro-ceso. Al revisar algunos de los debates sobre el tema -(:n especial el de Airan sobre li tpsicologla cognitiva- Bloch(1996) ha seí\ll lado treSrequisitos parnlas explicaciones de las construcciones 10Clll csde la naturaleza: M I) llmilesque vienen del mundo como es y como se presenta, como oponunidild para la producción humana, conjunlllffi Cntecon 2) la hinoria culturnl especial de grupos o individllos y 3) la nalumleza de la psicologla humana" (p.3). Blochcree que l os investigadures -psicÓlogos, emobiólogos, lIntropólogos- esu!.nlejos de h.abcr aclarodo la cucstión delo cognitivo del mundo nalurul, i l pesar de lo~uvnnces hacia unllteorfa s.atisfactona. EsIOSdebales no serán aborda-

dos mds eneue (tabujo

121

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7/29/2019 El Lugar de La Naturaleza

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.12. tidiferencia enb"eronnas deconocimiento oómada.\ y estlldale\ ofredda por Deleutl" y Guattnri (1987), y 1:1di-ferenda que seílala Margli n enlre las formM epist~micil.\ y l~cniCII~(1991) ofre~n elemenlO~para resolver a'gurm~de esw preguntas. incluyendo la de la apropi:tción de umapnrtepor l a otro, un tema propue~lo pot"Gudeman y Ri .vera (1990) en relación 11los mode'os dominnnle~ de la economf¡1.

res. Desde este punto de vist<i interpretativo del conocimiento. es más correctohablar de capacidades corporeizadas que están en juego en la ejecución de tareasy que ocurren en contextos sociales, configurad9s por 1<lgicasculturales específi-

cas (1993),

Estas tendencias son bienvenidas, pero no resuelven todas las preguntasrelacionadas con la naturaleza y los modos de operación del conocimientolocal, sin embargo, s( ubican al antropólogo ecológicamente orientado, o al

ecólogo poHtico, en una posición de criticar las perspectivas convenciona.;,.les y de vincular las nuevas perspectivas al tema del poder y a la racionali-dad alternativa de producción (abajo). Si todo el conocimiento está corpo-reizado o no; si el conocimiento corporeizado puede ser visto como formalo abstracto de alguna manera;. si opera y está organizado de maneras con-trastántes, o se asemeja al discurso científico de alguna manera; o si existeun continuo o un viraje esporádico entre el conocimiento práctico y el co-nocimiento teórico/formal que emerge de una sintomática rencxi6n sobre laexperiencia, todas estas son preguntas abiertas'1. ¿ Y cuál es la relación en-tre el conocimiento y la construcción de modelos? En un trabajo excepcio-nal, Gudeman y Rivera s4girieron que los campesinos podrían poseer un"modelo local" de la tierra,Ja economía y la producci6n significativamentediferente de los modelos modernos, y que existe principalmente en la prác-

tica. Efectivamente, los modelos locales son "experimentos de vida"; se, ,

"desarrollan a través del uso" en la imbricaci6n de las prácticas locales, conprocesos y coñversaciones más amplios (Gudeman y Riv~ra 1990: 14). Sinembargo. esta propuesta sugiere que podemos tratar al conocimiento corpo-reizado, práctico, como constituyendo -sin embargo- un modelo de alguna

manera comprensivo del mundo. Es en este sentido que el término modelo

local se utiliza en este trabajo.

Las consecuencias de repensar el conocimiento local y los modelos localesson enoones. A pesar de que existe el peligro de reinscribii el conocimiento locnlde este tipo en formas de conocimiento de constelaciones jerárquicas, rcnfinnan-do nuevamente la devaluación, estigmatización y subordinación del conocimien-to local que ha caracterizado gran parte de la discusión sobre el tema (incluyen-

do los debates etnobiológicos vinculados a la conservación de la biodiversidad),el desplazamiento producido por este repensar orientado etnográficamente es es-peranzador de diferentes maneras. Quizás el más importante de nuestros objeti-vos es que esta nueva forma de pensar contribuye a desmontar la dicotomfa entre

naturaleza y cultura, la cual es fundamental para el dominio del conocimiento ex~perto en consideraciones epistemológicas y gerenciales. Si tomamos seriamente

Arturo Escobar • El lugar d, la natural''''' na'ural,,,, drllugar: ¿globalización opoS/desarrolla?

las lecciones de la antropologfa del conocimiento, debemos aceptar que el puntode vista común de los dominios diferentes de la naturaleza y la cultura que sepue.uen conocer y ser manejados separadamente el uno del otro, ya no es sostenible

u.

Se pueden obtener enseñanzas igu<tlmente radicales de la reinterpretación de10cognitivo de una tendencia relacion;n!a que aún no ha sido incorporada a estasdiscusiones, a saber, la hiolngfa fenomenol6gic<t de lIumberto Maturana, Francis-cu Yarel.l y colaboradores. I3revclllcn(c, estos biólogos sugieren que la cognición

no.es el proceso de construir representaciones del1l1

munc10prefigurado. por unamente prefigurada, externa a ese mundo, C0l110lo presenta la ciencia cognitivaconvencional; ellos soslie.nell que la cognición siempre es experiencia arraigada

que se lleva a cabo en un trasfondo histórico y que siempre se debe teorizar des-de el punlo de vista de la "ininterrumpida coincidencia de nuestra existencia.

.nuestro hacer y nuestro saber" (M alurana y 'larela 19R7:25). En 10que ellos lla-man un enfoque enaclil'o, la cognición se convierte r.n In clI;¡cción de una rela-ción entre la mente y un mundo basado en lahistoria de su interacción. "Las men-tes despiertan en un mundo", comienzan afirmando Vareln y sus colahoradores(Y arcla, Thompson y Rosch, 1991:3) de manera de sugerir nuestra ineluctable do-ble corporeidad -la del cüerpo como estrllctUr:1 ex.perimental vivida y como con-texto de la cognición. un concepto que toman prestado a Mcrleau-Pollty- y señ.a-lan cI hecho eleque no estamos scparmlos de esc mundo: qlle cml:] actó del cono-

cimiento de hecho, prot!ul::c un m.lI ndo. Esta circularidad conslilllli."<l de In exis-tellcin que emerge de la cnrporci(\ml no dcjet<lelenC'rconsecuencias pnTa la inves-tigacil)n de los modc1(ls loc:lles de..I~nalura1c7.n, al punto de que nuestra experien-cia -la praxis de nueslnl vivir- est¡Í ílcorlntla a un 11l1ll11111 circundante el cual apa-rece lleno de regularidades. que son en cada insl;lI lt~, el resultado de nuestms his-torias biológicas y sociales ... El paquete cnl11pleto de regularidades propias alvínculo de un grupo socinl es su tmdiciún biol6gica y cuItUr:1I... (Nuestro) patri-

monio biológico común es la base para el Illundo que nosotros. los seres huma-nos producimos conjunlnmcnte a través dc distinciones congruentes ... este patri-monio biológico común permite Ulladivergencia de los mundos culturales produ-cidos por la conslitm.'¡6n dc 10 que s~pUl'dc convertir en tradiciones culturales

ampl.iamente dircrentcs. (Matumna y Varela 19K7: 2-11-244)

Al rechaz.a.r In separnción del COllllcer y el hacer. y éstas de la existencia, es.tos biólogos nos ofrecen un lenguaje con el que se puede cuestionar mdicalmen-

13. l.E!; n~Ct."~lIri odecir que no 100M 11I~pr¡\~ticll ~I,ocntes<Ir 1:1natllr:l l':'I \ .~\'" IU llhi,'nlnlml"nlel ,,-.n;gnD~.y que nolodn.~Ins reladnne.~ sodlll es que las "rlirulltn 11(1~1IJ\1".\plnlH"lIrils"1.11O1"I,b en '11q!\{'el ronne;mh'nln y Ins pnk.lir;l s deI nn:ll urnle7.11lornle.\~on.'sllslenlllhle~'. o not's un:!.cltts'üin I"I Tll "hirll Ouids sean"hl fluien haY lIre~umi.do mejor este pnnto; MT od:\.,I;,s (:.1"011"\ nc:cesnriromenll"Itlll ntil"nrni"ca\ nrelClI de, ).achinn pnr m":I"\irjnd.~oble sumedio nmh;enle nntulI I!. E.\10 noqn;ere decir nere~11;alTll"ntequei K¡l lell(,sflll e \.iven comu rrocluc.orl"\ direcl(l\ de.nen unl!gmn comprensión ,i"cn,Micn. nunqlle en genernl. 10\ rrodllclole, '¡'le \,,"<i\ICO lienen no ron"l.'"imienlOde-tllll :ldodel runciOO:lmienlode mllchn~peqllc"n~n_~Jl I"ctn,de~unmhil"lI tchin'ó~icn. (iran rm1e rle e,l~conocimien .toha ,ido comproh<ldoJ X'f InuJ lI" ,iencia. alguno\ rooocinlienlr" ~nor:n,;nfo< '!runlr"rrt'Xlncc"'t'. y rlealgun3 f({r.maineom:cto~, ~in emhar¡;o runeionll n lo ~ulicicnlemen1e hien. I Dahl. editor' Qf).l "l.

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•ArlllrQ Escobar 

te las relaciones binarias y las asimetrías de la naturaleza y la cultura, y la teoría

y la práctica; también corroboran las percepciones agudas de aquellos que docu-

meman elnográticumente la continuidad entre l a naturaleza y la cultura, y los as-

pectos corporeizados del conocimiento, como en,las ideas de desarrollo de habi-

lidades y performalividad. La ecología se convierte en el vínculo entre el conoci-

miento y la experiencia (la ecología como la ciencia de la experiencia lransforw

Illutiva, basada en el reconocimiento de la continuidad de la mente, el cuerpo y el

mundo), y esto, a la vez, tiene consecuencias en la manera corno establecemos los

vínculos entre l a naturaleza y la experiencia.

Estamos en posici6n de resumir los diferentes enfoques al tema del conoci-

miento local, antes de introducir nuestra indag¡lci6n en torno al lugar C0l110 su

contexto. Hemos repasado hasta ahora diferentes conceptos que se refieren a es-

te tema: la performalividad (Richards), el adiestramiento (lngoldlPálsson), la

práctica y los modelos basados en la práctica (Gudeman y Rivera) y la etlacciólI

(Varela et aL). De hecho, este conjunto de conceptos no agota el dominio del "co.

nacimiento local", y tendrían que ser diferenciados aún más y refinados analíti-

camente, sin embargo constituyen una base sólida sobre la cual moverse hacia

adelante con la antropología del conocimiento, en especial. en el dominio ecoló-

gico de la aplicación. También establecen parámetros alternativos para pensar

acerca de la variedad de temas, desde la conservación de la biodiversidad hasta

la globalización (Escobar 1997a, 1997b).

¿Cómo considerar el lugar y su relación cun los nuevos puntos de vista rela-

cionados con el conocimiento local y los modelos culturales ya descritos? En tér-

minos generales, lo que es más importante de estos modelos desde el punto de

vista del lugar, es que se podría afirmar que constituyen un conjunto de significa-

dos-uso que, aunque existen en contextos de poder que incluyen más y más las

fuerzas Iransnacionales, no puede ser reducido a las construcciones modernas. ni

ser explicado sin alguna referencia a un enraizamiento, los linderos y la cultura

local. Los modelos decultura y conocimiento se basan en procesos históricos,lin-

güísticos y culturales, que, aunque nunca están aislados de las historias más am~

plias, sin embargo retienen cierta especificidad de lugar. Muchos de los aspectos

del mundo natural se colocan en lugares. Además, muchos de los mecanismos y

prácticas en juego en las construcciones de naturaleza -linderos, clarificaciones.

representaciones, aprehensiones cognitivas y relaciones espacialesw son significa.-

tivamenre específicas de lugar. L as nociones de perjomzatividad, adiestramiento,

enacción y modelos de práctica también sugieren vínculos importantes al lugar.

Pueden ser situados dentro de la antropología de las experiencias, para la cual "el

uso. no la lógica, condiciona las creencias" (Jackson, editor] 996: 12). Quizás es

tiempo de renovar nuestra conciencia de los vínculos entre lugar, experiencia y laproducción de conocimiento.

124

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~f  •El lugar de la naturaleza y la naturaleza del IlI gar: ¿globalización o postdesarrollo?

Finalmente, la misma dicotomía entre la naturaleza y 1acultura emerge como

una de las fuentes de otros dualismos predominantes desde los que están entre la

mente y el cuerpo, y la teoría y la práctica, hasta los del lugar y el espacio, el ca-

pital y el trabajo, lo local y lo global. Que las prácticas basadas en el lugar sigan

siendo socialmente signifi cativas está quizás más claramente afinnado por Gude~

man y Rivera, cuyos modelos de campesinos mantuvieron un carácter basado en

el lugar, a pesar del hecho de que son el resultado de "conversaciones" y relaciow

nes de larga data con los mercados y las economías globalizantes. En su trabajo,

encontramos una visión no globocéntrica de la globalizaci6n, esto es, desde laperspectiva del lugar y de lo local.

111.La Naturaleza del lugar: repensar lo local y lo global

Las mentes se despiertan en un mundo, pero también en lugares concretos, y

el conocimiento local es un modo de conciencia basado en el l ugar. una manera

lugar-específica de alargarle sentido al mundo. Sin embargo, el hecho es que en

nuestro interés, con la globa1izaci6n, el lugar ha desaparecido. Un conjunto de

trabajos recientes intentan superar esta paradoja al resolver algunas de las tram-

pas epistemológicas que limitan las teorías de la globalización. Al mismo tiempo,

ofrecen elementos para pensar más allá del desarrollo, es decir, para una concep-

tualización del posdesarrollo que es más favorable a la"creación de nuevos tiposde lenguajes, comprensión y acción! •. Debates nuevos sobre la economía y ellu-

gar parecen ser especialmente útiles en este aspecto. En estos trabajos, el1ugar se

afiOlla en oposición al dominio del espacio, y el no-capitalismo en op,?sición al

dominio del capitalismo como imaginario de la vida social.

Comencemos con una crítica esclarecedora del capitalcentrismo" en los re-

cientes discursos de la globalizaci6n. Esta crítica, que nace de ciertas tendencias

en la geografía postestructuralista y feminista, nos peOllitirá, creo, l iberar el es-

pacio para pensar acerca de la potencialidad de los modelos locales de la natura-

leza. Para las geógrafas Julie Graham y Catheri,ne Gibson, la mayoría de las teo-

rías acerca de la globalizaci6n y el postdesarrollo son capitalo céntricas, porque

sitúan al capitalismo "en el centro de la narrativa del desarrollo. por ende tienden

a devaluar o marginalizar las posibilidades de un desarrollo no capitalista" (Gibw

son y Graham 1996: 41). De una manera más general, estas autoras presentan una

argumentación poderosa contra la afirmaci6n, compartida tanto por las corrientes

dominantes como por los teóricos de izquierda, de acuerdo a la cual el capitalis-

mo es la foOlla actual hegemónica, quizás la única, de la economía. y que segui-

14. Lo noción de "posdesarrollo" es una ayudo para reaprender a ver y revalullt la realidad de 1115comunidades en

Asia. Afl ica y LotinOllll ltlica" ¿Es posible: disininuir el dominio de 1115representaciones del dcsll tl"Ol 1ocuando abor.damos eslll. realidad? El po5de~1I0 es ulla manera de sc:ftalareSlll posibilidad. un ¡nlento dedcsp::jur UIlespacio

para pensllt Oltospensamienlos, ver Oltll5cosas. escribir oltOSlenguujc5 (Crush. edilor 1995:Escobar 1995)..125

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7/29/2019 El Lugar de La Naturaleza

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Artllro Escobar •

IS. E l argume:nto es mAs complejo que 10 pre~ent.:ldo nqul. e i mplica una reddinici6n de ch~o;e~obre unll b;¡se ;¡nti-

esenciaJista que se apoya sobfe el trobajo de Allhusser y sobre el manismo posteslroclumlista de WoJrT y Re~nick(1987). 9reveme:nle, eslJ en juego la reinterpretaci6n de Ill.'IpmCticil~ cllpitalis~ como sobre determinada~ Y la libe.rnci6n del cnmpo discu~ivo de la econoRÚa resreclo al ClIpiud. como principio ünico de determinaci6n. Unido a I;¡definici6n trl\IlSformada de clase que enfoca el proceso de producir, apropi:me Y distribuir el trobajo excedente. e~tardnterp~tación da paso a una visión de la econoRÚa como constituida por una variedad de procesos de c1il~e.c:'pit:'.li~ta.~y no-capitalisw. Por ende, hace visible una variedad de pr&ticllS no-capitllli~tllS Ilevada.~ a cabo por mujeres.

a~alariados. campesinos, coopemlivM . economlll~ de 5ub~i~lenda, elc.

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,16. los má-~impor1:,ntcs Mln l os de Tl llI~t¡~ nl/flO}. SCl'rt (11/8~\. Onl: (\ ()~.71. Y {":\m;\r<lff y (':Im:'Tl!rT (l 091). Fo~y Starn. editores (191/1) fllcron m:b ull:í de In fnrnl:l.~cntidi¡,n;,s ¡le rC';tle'K;a hll~t:l cnll,i,jcr"r i1qne.1h~rorma.~deO1ovilización y protesta que se dnn "entre la resislrnci::J y la rt:vnlufÍón

u

• "lira nn rep:,!,n tle :,!II:\loo,le c~tos trahajos.

ver E .~cobar (1995). c:1plt\l10 4.17.La l iter:llurll sohn: la hil.ridi7:"i(>o y Sil relevanfÍa ¡11msdesarrollo ha ,illó (\""Ill:1(1:1~n' r.<c"";lT 1IQ9~). capllu.

lo 4.

El lugar de la llolllralellJ )' ¡.raleza dei fugar: ¿globalizaciól1opo.ffdesorrollo?

127

El rol de la etnografía puede ser especialmente importante en este aspecto Yexislen algunas tendencias que apuntan en esta dirección. En la década de losochenta, un grupo de etnógrafos se abocó a documentar las resistencias al capita-

, .Iism~ y a la modernidad en entornos v3riados. De esa manera se comenzÓ la ta-rea de hacer.visibles las prácticas y los procesos que revelaban que hahía múlti.pIes formas de resistencia acliva al dcsarrollo mism01". La resistencia misma, sinembargo, es sólo una insinuaci6n de lo que eSlaba ocurriendo en muchas comu-nidadcs, no II cgando a mostrar cómo la gente siempre crca activamente y recons-

truye sus mundos de vida y sus lugares. Tmhajos posteriores, como hemos visto,c:uacterizaron los modelos locales de la economía y el amhiente natuml que hansido mantenidos por los campesinos y las comunidades indígenas, en parle arrai-

gados en el conocimiento y pnícticas locl¡1c!'. La atem:itlll que se le ha otorgado,en especial en Latinoamérica, a la hibridi7.ación cultural, es otro intento de hacervisible el encuentro din:ímico de Ifls pr:ktic:;ls que se origil1nn en muchas matri-ces culturales y temporales, y la medida en la que los grupos locales, lejos de serreceptores pasivos de cOIúliciollCS transnflcionalcs, configuran activnmente elproceso de construir identidades, l'c1m:iones !'oC'Íalcs, y iJ réÍl:ticascconúmicas

ll

. Lainvestigación etnográfica de este tipo -que definitivamente continuará por mu-chos años- ha sido impurtante en esclarecer los discursos de las diferencias cul-turales, ecológicas y ecomímicas entre las cOIlHlI lidades del Tercer f\lundo en

contextos de globalizaci(ín Y desarrollo .

Si el objetivo de Graham y Gibson fue ofrecer un knguaje alternativo -unnuevo lenguaje de c1ase- para abordar el significado económico de las prácticaslocales, y si el objetivo de la litemtura del posdesarrollo cs, de igual manera, ha-cer visibles las prácticas de las difercncias culturalcs Y eco1l'J gicas que podríanservir de base para alternativas, se hace necesario reconoccr que estos objetivosestán indisolublemente vinculados a concepciones de localidad, lugar y una coo-

ci~ncia. basada en el lugar. El lugar -C0Il10la cultura local- puede ser considerado'lió otro" de la globalizncit"ln. uc manera que una discusión del lugar debería ofre-cer una perspectiva ill lpNlanlc. para lcpcllsar la globalizncidn Y la cuestidn de las

alternativas:.tl capitalisllHI y la lI lodCl'llidad.

Como lo ha seíialal!tl Arf Dirlik (1l:J97), el lugar y .Ia conciencia bascula en el

lugar h.an sido I llílrginali7.adas en los debates de lo local y lo global. Esto es do.

blemente lamentable porque, por un Indo, el lugar e!' central al tema del desarro-110,la cultura y c1l1ledio mnbienle, y es igualmente esencial. por el otro, para ima-ginar otros contextos pnra pem;ar ncerca de la con!'trucción de la políticíI, el co.

No se puede decir que todo 10que 'emerge de la globalización se adecua al

guión capitalista; de hecho, la globaHzación Y el desarrollo podrían propiciar una

variedad de vías para el des-arrollo económico, que sepodrían teorizar en ténninosdel posdesarrollo, de manera que "la naturalidad de la identidad del capitalismo

como patrón para toda la identidad ecolU.ll11ica!'£acuestionada" (Gihson y Graham1996: 146). Pero, ¿sabemos 10lJue e!'tá aM "cn el terreno" luego de siglos de ca-pitalismo Y cinco décadas lI edesarrollo? ¡.Sabemos. incluso, c6mo ver la realidadsocial de forma que puedan pennitirnos detectar elementos diferentes, no reduci.

bies a los constructos del capitalismo y la modernidad Y que, aún más, puedan ser-vir como núcleos para la articulación de prácticas sociales y económicas a1ternati.

vas? Y finalmente, incluso si pudiéramos comprometernos en este ejercicio de una

visión alternativa, ¿có,:"o se podrían promover tales prácticas alternativas?

rá siéndolo en el futuro previsible. El capitalismo ha sido investido de tal predo-minancia Y hegemonía. que se ha hecho imposible pensar la realidad social deotra manera, mucho menoS imaginar la supresión del capitalismo; todas las otras

realidades (economías subsistentes. economías biodiversificadas. formas de re-sistencia de) Tercer M undo. cooperalivas e iniciativas locales menores) son vis.las como opuestas. subordinadas o complementarias al capitalismo. nunca comO

fuentes de una diferencin económica significativa. Al criticar el capitalcentrismo.

estas autoras buscan liberar nuestra capacidad de ver sistemas no-capitalistas Y deconstruir imaginarios económicos alternlls1.

t

.

Esta reinterpretación pone en tela de juicio la inevitabilidad de la "penetra-

ción" capitalista. que se asume en gran parte de la literatura de la globalización:

En el guión debglobalizaciún ... solamente el cnpitalismo tiene In capacidad

de extenderse Y dc invadir. El cnpitalislllo se presenta como inherentcmenteespacial y como naturalmente más fuerte que las otras formas de economíano-capitalista (economíns tradicionales, economías de.1'Tercer Mundo'. eco-

nomías socialistas. experiencias comunales) debido a que se presume su ca-pacidad para universalizar el mercado para J os bienes capitalistas .... La glo-

balización, de acuerdo a este guión, implica la violació" Y eventual ":luerte-de 'otras' formas de econ'omía no-capitalista .... Todas las formas no-capita-

. listas son dañadas, violadas, caen. se subordinan al capitalismo .... ¿Cómopodemos retar la representación similar de la globalización como capaz de'tomar' la vida de los sitos no-capitalistas, en especial del 'Tercer Mundo'?

(Gibson y Graham 1996: \25.130),

126

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18. Esu: es ,luamenLe el 'lISOen lnl lIi1CU'W.llmbienLilIi.lI.1S.pur ejemplu. tU:la tUll.Iuvacióo tU:I~biOllivtn;idllll. en la que lu muic.rt:.1y 10.1indlsenas $Oni nveslido.l ¡;ull d ¡;unocilllitnlll de '.,l.;Ij varlanaluraleQ". Mas",y (1!I'\ l4)ya hadenulll;i'ldo la felllin¡z~dón delIu&u '1 dl: lo 1""11ell las lC()ffasdel espacio. Para un ejemplo <.Ir:laa.limell1a de laque Dillik ILil bla.ver 11$¡;iw lIcllibw de Casu:U.arrib;l (nOl.ilno. 2).

l!'. LlI du.lirn;ión que bll:e L:f,bvrt: !la.l<lo rt:lunl;War«icnlCmtnlC pu, Soja elllTluun.ollJ Inc:radl: ir mi1s.114dl:ldualismll de muchalit la !CM. ,I<'lI;ialy ",irn;ukarlc. la polhica ,on>.i<kr,w:iunu ddluSIl". B6lJ.n¡J~ cn cluawjo de Ltrebvrc: ').¡Ie 1""l Córi'rlS (eminis.p.¡.)' po.¡ll:olon~ Soja sUliere 11nudón <!tlltrt:u tsp••dnque tn,¡¡;icll<lcti dualismo dl:l primer c.lpll:i u (npar;io m~ltri~11 <!t l~¡;icrn;ia po.¡iúvi.su&(la "'Ol'lln~. la plilllilk:w;iOn.cu:.) '1 el K& UOOOe$pao;w(el espll:ÍDCOIlCcbido.u: I¡ Leonay ti díSl:Ao).u: la lCur1;I.';nlCrpn:liúvl$. Elltrr:cr Ci~1O implica WllO lo malCrial ,omo l o 1Ímbólil:o: n lo mts cercano.1 -Q~¡o. vivillu dirttumtnlC. 'On¡Olla~u iru.oIubilidlll l inllt:Llo.•.tI npado <!t'tu.biLlonlU' y 'u.warios'.' (1996.67). La M1rUdüfkQ"lk 10$c¡pao;i"" vivi llos. pc:r~ibidllSy¡;ur••..eb;dn¡ de Soja. puc<lc SCrví.J ll ,omo pruv«dorCl del SWolCnlopóltllun; elcc¡;i6n po!f1ka tWIlt&i l:a en okfclWl <!tI npaciu vivi.dD. ¿Sena pu5iblc p:ns.u lI;erca tU:l a prirneQ. K~Unda y ICn:C:Q"1Lil1¡¡r;¡lczaMok un.omalltr41Ímilar (11primc:ra naluralcza ¡; umo \lnarearid:ld biofll.iu.la w:gun.LttomD la de Iw ICtlriCOiy ItrcnLe¡. y la lC,e"t1lnl¡ur~L:ZI Cumu II qliCU vivida por II ,enll: en Su¡;"li.tJi ~oidad'l

nacimiento y la identidad. L adesaparición del lugar es unreflejo dela asimetríaexistente entre lo global y lo local enla mayor partede la literatura contemporá-neasobrela glohaliz.ación,en laque lo global estáasociado al espacio, el capital,la historiay la acción humanamientras lo local, por el contrario, es vinculado allugar, el trabajo y las tradiciones, así como sucedeconlas mujeres, las minorías.los pobres y uno podría añadir. lasculturas locales'l. Algunasgeógrafas feminis-tas han intentado corregir esta asimetría afirmando que el lugar también puedeconducir hacia articulaciones a travésdel espacio. por ejemplo, a travésderedesdediferentes tipos. En estos trabajos, sin embargo. la relación entre el lugar y laexperiencia enraizada, conalgunaclasede linderos,aunque porosose intersectu-dos conlo global, está insuficientemente conce'ptualizada.

Quizás enlosanálisis deDirlik son másfundamentales lasconsecuenci¿lsddabandono del lugar, por categorías actualesdel análisis social tal como clase, gé-nero y raza(y deberíamos añadir aquí, el medio ambiente), quehacen quedichascategorías sean susceptibles deconvertirse en instrumentos dehegemonía. En lamedida enque han sido significativamente escindidas del lugar en"el frenesí dela globalización" delas "identidades desterritorializadas" -yen muchosdiscursoseso privilegia los viajes. la movilidad, el desplazamiento, y la diásporu. las no-ciones contemporáneas dela culturanologranescapar aesteaprieto. porque tien-den a asumir la existencia de una fuerza global a la cual lo local está necesaria.mentesubordinado. Bajo estas condiciones, ¿esposible lanzar unadefensa del lu.

gar en laqueel lugar y lo local noderiven susignificado delayuxtaposición a loglobal? ¿Qui¿n hublapor el "lugar"? ¿Quién lo defiende? Como unprimer pasoen la resistencia a la marginalización del lugar, Dirlik convoca ladistinción quehace Lefebvre entre el espacio y el lugar (entre primery segundo espacio, en eltrabajo de Lefebvre), en especial su noción delugar como una fonna i:J eespaciovivido y enraizado y cuyareapropiaci6n debeser partedecualquier agenda polí-tica radical contra el capitalismo y la globalizaci6n sin tiempo y sin espacio. Lapolítica, en otras palabras, también estáubicada en el lugar, no sólo en los supraniveles del capital y el espacio. El lugar. sepuedeañadir, esla ubicación deunamultiplicidad defonnas depolítica cultural, esdecir, delo cultural convirtiéndo-se en política, como se haevidenciado en los movimientos sociales de los bos-ques tropicales y otros movimientos ecológicosl~.

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•El lugar de la naturaleza y la nalJ lraleza del lugar: ¿globalización oposldesanollo?

¿Puedeel lugarser reconcebido como proyecto? Para que esto suceda, nece-sitamos unnuevo lenguaje. Regresando aDirlik, "lo glocal" es unaprimeraapro-ximación que sugiere una atención pareja para la localización delo global y P¥Cl

la globalización delo local. Las formas concretas en lasque este tráfico en am-bos sentidossellevaa cabo, noseconceptualizan fácilmente. Aúp lo local de losmovimientos sociales encontra del capitalismo y las naturalezas modernas, estade alguna manera globa1izado,por ejemplo, en la medida que los movimientossociales toman prestados los discursos metropolitanos de identidad y ambiente

(Brosius 1997).A la inversa, muchas formasde lo local seofrecen parael consu-mo global, desdeel parentesco hastalos oficios y el ecoturismo. El punto aquí esdistinguir aquellas formas deglobalización de lo local que seconvierten enfuer,:,zas políticas efectivas endefensa del lugar y las identidades basadas enel lugar,así como aquellas formas delocalización delo global que los localespueden uti-lizar para su'beneficio.

Construir el lugarcomo unproyecto, convertir el imaginario basado enellu-gar en una crítica radical del poder, y alinear la teoría social con una crítica delpoder por el lugar, requiere aventurarse hacia otros terrenos. Esta propuesta re-suenacony semueveun pasomás allá dela ideadeJ aneJacobsdeque "al aten-der lo local, al t~mar en serio lo local, esposible ver cómo las grandiosas ideasde imperio seconvierten en tecnologías de poder inestables, con alcances a tra-vésdelliempo y el espacio" (1996: 158). Ciertamenle, el "lugar" y "el conoci-miento local" no sonpanaceas queresolverán los problemas del mundo. El cono-cimiento local noes"puro", ni librededominaci~n; los lugares pueden tener suspropias formas deopresión y hastadeterror; sonhistóricosy estánconectados almundo atravésde relacionesdepoder, y demuchas maneras, están determinadospor ellas. La defensa del conocimiento local que se propone aquí es política y

epistemológica, y surgedel compromiso con un discurso anti-esencialista de lodiferente. En contra de quienes piensan que la defensa del lugar y del conoci-miento local es innegablemente "romántica", uno podría decir, como Jacobs(1996: l61) "quees una forma de nostalgia imperial. undeseo delo 'nativo into-cado', quepresumequetalesencuentros (entre'o local y lo global) solamente sig-nifican otraformade imperialismo". Será necesario, sin embargo, extender la in-vestigación hacia el lugar, para considerar cuestiones más amplias, tales como larelación del lugar con economías regionales y transnacionales; el lugar y lasre-laciones sociales; el lugar y la identidad; el lugar y los linderos y los cruces defronteras; lo híbrido; y el impacto de la tecnología digital, particulannente Inter-net, enel lugar.¿Cuáles son los cambios que sedanen.lugares precisos como re-sultado de la globalización? Al contrario, ¿cuáles formas nuevas de pensar elmundo emergen de lugares como resultado de tal encuentro? ¿Cómo podemoscomprender lasrelacionesentre.las dimensiones biofísicas, culturales yeconómi-cas delos lugares?

128 129

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•Arlllr'O Escobar

IV . La defensa del lugar:algunas implicaciones para la ecología política

Como ya fue mencionado. la de'fensa del lugar puede ser vinculada a la prác-

tica de un grupo de actores. desde activistas 'de movimientos sociales hasta ar-

queólogos históricos, antropólogos ecol6gicos, psicólogos ambientalistas, Y ecó.

lagos. Un estudio a fondo de estos vínculos está más allá del objetivo de este tra-

bajo; más bien, esta última parte ofrece algunas consideraciones generales. en es-

pecial referidas a la investigación futura. Para comenzar con los movimientos so~

ciales, en particular los de los pobladores de los bosques tropicales. invariable-

mente.enfatizan cuatro derechos fundamentales: a su identidad, su territorio, a

una autonomía política, y a su propia visión de desarrollo. La mayoría de estos

movimientos son concebidos expHcitamente en ténninos de diferencias cultura.

les, y de la diferencia ecológica que ésta significa. Estos no son movimientos pa-

ra el desarrollo ni para la satisfacción de necesidades. a pesar de que, por supues-

to, las mejoras económicas y milteriales son importantes para ellos. Son movi-

mientos originados en un arraigo cultural y ecológico a un territorio. Para ellos,

el derecho a existir es una cuestión cultural, política y ecológica. Eslán obligato-

riamente abiertos a ciertas formas de bienes, comercio, y las tecnociencias (por

ejemplo~ através de una relal::ión con l as eslrategias de conservación de la biodi-

versidad), a la vez que resisten la completa valorización capitalista y científica dela naturaleza. De esa manera se puede considerar que adc1an.lnn. por medio de su

estrategia política, unas tácticas de racionalidad del posdesarrollo y de una alter-

nativa ecológica, en la medida en que eltos expresan con fuerza y defienden dis-

cursos y prácticas de las diferencias cultural, ecológica y económicalO

En Colombia, los activistas negros del bosque tropical de la región del Pací-

fico han estado articulando progresivamente conceptos acerca del territorio y la

biodiversidad en su interacción con las comunidades locales, el Estado, las ONO

y los sectores académicos. Su territorio es considerado como un espacio funda-

mental y muhidimensional para la creación y recreación de los valores sociales,

económicos y culturales de las comunidades. La relación entre los significados y

las prácticas _ y las relaciones !;;ociales en las que están arraigadas- está siendo

20. Estos comenWios están ba.udo~ principalmente en mi conocimiento del movimiento de 1Mcomunidade~ negrn.~

del PlIdli co colombiano que emergió en 1990.en el etlnte'"to de lareforma tJ c la con~lil udón naciontll (la cunl pro-

porcion6 derechos colectivos. cullumle~ y lerritoriale~ 11la~comunidadc~ negm~e india~de In regi6n del Padfico).

uf romo de la aoeler.teión en las actividade~del capilal y el E.~lndo.En la confonnnci6n dee~temovimiento, en n.

pedal desde 1993, es importante destacar Inll lenci6n nacional e inlernacional hacia In re~i6n. dada 5U rica biodiver.

sidad y sus recursos biogenlticos. No es mi i ntenci6n describir y anaHzllr e~le movimiento en profundidad enU le

~~ trabajo. S610 quiero indicar 105a.~pecIO!má~relevnntes del movimiento para fund.1mentar mi nrgumenlo uceren del

lugar y los modelos culturales de la nlllumlem. En otro trnoojo. di!'Cuto Ill -~polltica, cullumles de la biodivenid:td

(1997a). enfocnndo la regi6n del Pacifico. F J de5llfT1)1I0del movimienlo nt'~ro e5t6~gi~Trodo '1nnalizado en (tnlC-

so. Rasero y Escobar (1998). La eeolog1n poUtica articulada por el movimiento. micnlJl t'i enrrent:1Olema., eJecon-

sctvltCi6n debiodiversidad y desarrollo w~lenible. se pre~nta en Esrob:tr (19'J7b). Ver E.~cnhmy Pedr($:J. editores

(1996) para.antecedentes del movimiento y InCOSln Pacifica en ¡;ent'fld.

130

Ellllgor d.lo 1I0Illrol.,1 natllrol.", dellllgor: ¿globoli,oclón opostdesorrollo?

transformada hoy por la acometida del desarrollismo que conlleva la pérdida de

conocimiento y territorio. además de convertir la naturaleza en una mercancía. La

demarcación de los territorios colectivos otorgados a las comunidades negras de

hi 'región por la nueva Constitución del país (1991) ha llevado a los activistas a

desarrollar -una concepción del territorio que resalta las articulaciones enlre los

patrones de asentamiento, miO de l os espacios. y prácticas del conjunto del signi-

ficado-uso de los recursos. Esta cnncepcifln se valida por los estudios antropoló-

gicos recientes que documentan los modelos culturales de la naturaleza existen-

tes enlre las comunidades negras de los rfos (Restrepo y del Valle, editores 1996).

Los activistas han introducido otras innovaciones conceptuales importantes,

algunas de las cuales han aparecido ene1proceso de las negociaciones con el per-

sonal de un proyecto deconservación de la biodiver!;idad del gobierno, con el que

han ":Iantenido una relación diffcil y tensa, pero f ructífera de muchas maneras. La

primera es la definición de: "biodiversid"d" como "territorio más cultura". Estre-

chamente relacionado a esto está una visión del Pacífico como un "territorio-re-

gión" de grupos étnicos, una unidad ecoh>gica y cultural, que es un espacio labo-

riosamente construido a lmvés de prácticas cotidianas culturales, ecol6gicas y

económicas de las comunidades negras e im.lfgenas. Son preci~amel1te estas diná-

micas eco-culturales complejas la~que raramcnte son tomadas en cuenla en los

programas del Estado. los c"ale~ dividen el territorio de acuerdo a sus principios

-por ejemplo, la cuenca del río, de esa manera pasando por 311(1 la compleja red

que articula la actividad de varios ríos- y que fragmenla la espacialidad cultural-

mente construida de pnisajes particulares, precisamente porque no ven la dinámi-

ca socio-cultura PI.

S~ podría decir que el territori.o-región es una categoría administrativa de

grupos étnicos que. apunta hac¡'a la constOlcción de lIu)oclm alternativos de vida

y sociedad. El tel!itorio-regi6n es II na unidad conceptual y un proyecto poHtico.

Ello conlleva un intento de explicrtr la diversidad biológica desde adentro de la

lógica cultural del Pacífico.I.a demarcación de los territorios colectivos encaja en

este marco, incluso si las disposiciones del gobierno -que dividen la región del

Pacífico entre territorios colectivos, panlues naturales, áreas de utilizaci6n y aún

en áreas de sacrificio donde serán constOli<!os megaproyectos- de nuevo violan

este marco. El terna del terr,itorio lo consideran los aetivislas del PCN como un

reto al desarrollo de las economras locales y formas de gobernabi1idad que pue-

den servir de apoyo a una drremm efectiva. El refuerzo y transfonnaci6n de los

sistemas tr3lJ iciuIlalcs de produccián y lIe mercmlos y economías l(leales; la nc.

cesidad de seguir adelanle con el proceso de olorgamiento de títul(ls de propiedad

colectivos y el esfuerzo por lograr un fortalecimiento organizat.:ional y el desarro-

21. E.~larre~ntnci6n del mnrtO de 1•••«('<Inltrapolftic:¡ de.~:¡rrol1ad"por el PrOcevl fk Cnmllnhlade:, NeRrM u'eN)-queha .~idoe1l1oor¡u.lllde una m:lI lt':i m:1~eJllen<:'1por r~~cnb:lr(IQQ7"l- se ~;¡,a p:ill c1pnhntnte en ('onver~iI Cinn<:'

y enl~ ••.i"a.' Cllbnmliva~con nClh.icl:¡~cbvn tkl reN o enf'l rerl""" enlre 1991.97.::n e.'peci:11Lihin Glll e~o.(nr.

loe Ro~ro y Y elen Aguil;lr; -

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•Arturo Escobar

110de formas de gobernabilidad territorial, son todos componentes imp0l1antes deuna estrategia tolal centrada en la región.

Está claro que la ecología polÍl ica creada por estos movimientos socialesconlleva una defensa de la identidad, el lugar y la región que no da por sentado

ni el lugar ni la identidad, aún si está fomlUlada como la defensa de éstos. Una

construcción colectiva de la identidad es, por supuesto, crucial en este aspeclo21•

De hecho, se ha llegado a esW política ecológica en el encuentro con las fuerzasy discursos nacionales y lransn¡¡cionales -desde las nuevaS formas del capital mi-

 J1eW,maderero y agroindusfrial que se establece en la región, hasta las estrategiasde conservación de la biodiversidad originalmente concebidas por ONG ambien-

tal iSlas del Norle y organizaciones internacionales~ y en el contexto de un "espa-cio" nacion,,1 que comienza a hacer agua por lodas partes, que provocn l,lIl lCnla-bies descomposiciones y recomposiciones de identidad y regiunes. Si se vn a con-siderar al territorio como "el conjunto de proyectos y represenlaciolles en las que

una serie de lluevas conductas e inversiones pueden emerger pragmáticamente, enel liempo y en el espncio social. cullural eSlélico y cognilivo" -un espacio exis-lencial de aUlorreferencia en el que "disidencias subjelivns" pueden emerger(Guattari 1995: 23,24)~ enlances está daro que los movimienlOs sociales del Pn-cífico eSlán impulsando este proyeclO.

La visión deecología polílica delos movimienlos soci,¡lcs del Pacíficoresue-

na con las propueslas aCluales de repensar la producción como la ankulaci,íll deproduclividaJes especíticas de ¡ugur, ecológicas. y lecnoeconómicas (Letl 1992.1995a y 1995b). Leff. en panicubr, JefienJe la incorporación de criterios cullu-rales y h:cnológicos a un paradigma ah~rnalivo de producción que va mucho miÍ sallá de la racionalidad económica JOllliname. Leff insiste que si es verdad que::lasuslenlabilidad debe basarse en las propiedades estructurales y funcionales de los

distintos ecosislemas, cualquier paradigma de producción allernaliva conducen lea ello debe incorporar las aCluales condiciones cultural y tecnológicamente espe.cíticas bajo las cuales aClores locales se apropian de la naturaleza. "El desarrol1osustentable encuenlra sus raíces en condiciones de diversidad cultural yecológi-ca. ESlos pro~esos singulares y no reducibles dependen de las estructuras funcio-nales de ecosislemas que sustenlan la producción de recursos bióticos y serviciosambientales; de la eficiencia energética de los procesos tecnológicos; de los pro-

cesos simbólicos y forll1a~ione~ ideológicas que subyacen en la valorizac¡~n cul-22. Se puede decir que lu con~lrucción de idemidades coleclivas reulizada>:por el movimienlo se Ddecuan ula dU¡l-

 Jida,J de identidad que Uall (I990) enCllenlfaenjuego en d caso <:aribel1oyel afrn-brilánico: ~ considenl la¡den.tidad como lll Taigadaen prácticas culturales companidlll, una especie deser colectivo; per.9,lll .mbitn en lémtino~delas diferencias cread.a1por lahistorio, esdecir, en tlrminos deconvenirse en vcz deSoCr.de posicionamienlo más quede esencia, y de discontinuidad más que continuidad. La defensa deci ertus prácticas cultumles y ecológicas de 10lScomunidades fluviales es un paso estnllégico por parte del cOll ocimienlo, I li C.l.lfemoque¡on considerados como l ap¡:rsoniJi~ación deuna re¡istellcilll ll cupill ili ~moy la modemidad y como fuente deracionalidades ultemativas. Aun.que esta cOllstru¡;ción de id.:nlidad se I x al i a en" rcde¡ sumerGidas" de signilkalloli y pnkticll.~de las comullidlll lcs f1u.villl t:s (Melul:O:i 1989). tiene que ver igualmelll e ¡;Ollel encuelllfO ¡;Onla modernidad (l os Estados, el capili ll. la bill-diversidad,.

132

•El l ugar de lanafllmleza y la naturaleza del lugar: ¿globalización o postdesalo'Uo?

tural de los recursos naturales; y de los procesos políticos que detennill<Jll Lpiación de la naturaleza" (l995b: 61). Dicho de otra manera. la COH:.ll".

paradigmas alternalivos de producción, órdenes políticos, y sustental)lIl,,1.aspectos de un mismo proceso, y este proceso es impulsado en parte por l., J",1,

lica cultural de los movimientos sociales y de las comunidades en la defen"':l di.

sus modos de naluraleza/cultura. Es así como el proyecto de movimielllo ..les constituye una expresión concreta de la búsqueda de órdenes aherll,u!.;, ,¡,

producción y ambientales, prevista por los ecólogos políticos.

Se puede decir que esta noción de terrilOrio que eSlán investigando los acti-vistas de movimientos y eeólogos políticos representa una relación entre lugdr,cuhura y nalur:l1ez.1. De la misma manera. la detinición de los nctivisl:J .sd~la bUl-

diversidad como "Ierrilorio llli\S cuhura" es otro ejemplo de una l:OnCiellL"ia-bas~l-

da.en-e1~lugar, aún más. de la transformación de lugar y cullura en fuenle::de he-chos polílicos. Los modelos locales de la naluraleza pueden igualmenle ser rein-terpretados como conslitulivos de una serie de prácticas no-capitalistas. mucha~.

si bien no todas. ecológicas. Se puede considerar, para efeclos de este ilmíli~¡:,que los conjunlos de usos-significados eSlán dotados. al menos pOlencialmenlt:.de un significado económico no-capilalisla. Las economías de las comunidadt:~

se bnsan en el lugar (aunque no alados-al-lugar, porque panicipan en mercadosIranslocales), y frecuentemente mantienen un espacio común que consiste de Iie-rra, recursos materiales, conocimienlo, anceslfOS, 'espíritus, etc. (Gudeman y Ri.vera 1990;Gudeman 1996),

Las implicaciones de la perspectiva del fugar para la antropología ecológicatambién son sustanciales. Etnográficamenle, el enfoque estaría en la dOCUl!It:lll.lción de los significados-uso de lo natural como expresiones concrelas d,- ,( d" !

miento basado-en~e1-lugar. Desde una multiplicidad de conjuntos de sig'::'"uso. los antropólogos ecológicos pudieran proponer una defensa dellugal 1\'11"11

lada como la posibilidad de redefinir y reconstruir el mundo desde la perspecli'rd

de una lógica de lugar múltiple. ESla es una cueslión que los antropólogos ecolo-gistas parecen evadir, pero que debe ser .abordada directamente de manera deofrecer un discurso de la diferencia ecológica. Los activistas del movimienlO so-

cial y los ecólogos políticos, como pudimos ver, ya eSlán comprometidos en estatarea. A l hacer énfasis en el carácter vivido, disputado, de los paisajes del pasadoy el presente, los arqueólogos históricos también han desarrollado una perspecti-

va de lugar, apoyándose principalmenle en la fenomenología y el marxismo cul-lural (Bender, edilor 1993; Til ley 1994; Bender 1998), ESIOSson elementosdegran importancia para la ecología política erigida sobre la noción de racionalida-des cullurales, ecológicas y económicas, basadas en-el-lugar.

Por úhimo. los psicólogos ambienlalistas han comenzado más claramente adesarrollar un manejo de las herramientas del ecosistema sustenlado en el con-cepto de lugar. Al ir más allá de la concepción instrumental do,minante de gestión

133

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Artul'o Escobar • F:ll uga, del a "dI"ral,,1 ,,,,,,,'Ole,,, del I"ga" ¿glohalizadó" o poS/de,,",m/fo?

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e inventarios, estos estudiosos hacen énfasis en los signilicados culturales a tra-vés de los cuales los lugares -y tle hecho. los ecosistemas- se construyen. Al vcrlos ecosistemas como lugares socialmente construidos, concluyen que "el centro

del manejo de los ecosistemas es el de guiar las decisiones que afectan un lugar

usando un conocimiento abundante de su historia natural y cultural" (Williams yPatterson 1996: J8).lgualmente, "las decisiones sobre los recursos tleberían serguiadas por una comprensión de todos los procesos sociales que definen, estruc-

turan y alteran el significado de los paisajes" (p. 20). Esta posición dista de las

opiniones convencionales impulsadas por un paradigma instrumental o mercan-til; constituye una fi loso na del manejo de los recursos completamente diferente.La perspectiva de lugar también nos pennite dar un contenido etnogr:'ifico a la 110-

ción del "ecologismo de los pobres" (Guha 1997; Martfncz AI ;er 1992), es decir,la resistencia cuhural de facto de muchas comunidades pobres a la valorizaci{lI lcapitalista estricta de su ambiente. En el fondo del ecologismo de los pobres est:í 

el conjunto de usos-significados que se acaban dc discutir.

¿Será posible entonces, ac'eptar quc los lugares sielTlpre est:íll siendo defen-

didos. y que siempre surgen nuevas econOlnías? ¿Que las prJclicas ecológicas .11-

temativas no sólo pueden ser documentadas sino que siempre SOI1 ohjeto de pug-na eh muchas localidades? Atreverse a considerar seriamente estas preguntas de~

finitivamente supone una polÍ lica de lectura distinta, por parle dc nosotros como

analistas, con la necesidad concomitantc de contribuir a las políticíls diferentes dela representación de la realidad. También supone que el posdcsnrrol1o ya estiÍ (ysiempre ha estado) bajo una constante reconstrucción (Rahnema y Bawtree. edi-

tores 1997). Es en el espíritu del posdesarrollo donde podemós repensar la sus-

tentabilidad y la conservnción C01110aspectos claves de la polftic<I de lugar.

Queda un tema fundamental. y es el de las condiciones que hacen posible la

defensa y reforzamiento del lugar. A través de redes reales y virtuales de todo ti-

po; a través de coaliciones de movimientos sociales; y a través de coaliciones he-terogéneas de diversos actores como académicos. activist¡ls. ONG. etc. cstá claroque las pugnas basadas-en-el-I ugar com.ienzan a crear efectos y realidades supra-

lugar. ¿Cómo se pueden conceptual izar estas rentidades? ¿Cu:í1es son los efectosreales sobre lo local y lo global? ¿Tienen una verdadera oportunidad de redefinir

el poder. y a cuáles niveles? ¿Cuál coalición en especial ofrece más posibilida-des? Las últimas páginas de este I rabajo estarán dedicadas a esta pregunta C,In-

dente .•

En el nivel del conocimiento, la cuestión es engañosamente clara: ¿cómo

convertir el conocimiento.local en pocier, y este conocimiento-poder en proyec-

tos y programas concretos? ¿Cómo pueden las constelaciones de conocimiento-poder construir puentes con fonnas expertas de conocimiento cuando sea necesa-rio o conveniente, y cómo pueden ampliar su espacio social de influencia cuando

son confrontadas, como es el caso con frecuencia, en condiciones locales, regio-

134

;. . . . .

1 1

~ C

Ilnles, nacionale5 y transnacionales desfavorables? En una visión antropológicadc 1" glubillizaci6n se predicaba acerca de la necesidad de identificar los discur-sos socialmente significativos sohre la diferencia (cultural, ecológica, económi-ca, política). y las maneras en las que pueden operar como discursos de articula-citln de alterrmlivas; se examinaron las nHíltiples formas de construir la cultura.la naturaleza y las identidades hoy en día. así como In producción de diferenciasíl través de proccsos histórico-espacinles que no son exclusivíll llcllte el producto

de fuerzas globales -ya sea capitalislllo, nuevas tecnologías. integración del mer-

cado, o lo que sea- pero tmnbién vinculndos a los lugares y a Sil defensa. Es im-porlante hacer visibles las lTlúltiples lógicas locales de producción de culturas e

identidades, prácticas ecológicas y económicas que emergen sin cesar de las co-l1lunidmJes de lodo el mundo. ¿En qué mcdilia éstas formulan retos importantesy quiziís origirmlcs al capitalismo y :\ las ll10dernidades curocentradus?

Una vel. visibles. sin emhnrgCl. i.cuiíles serían las condiciones que permitiríanpnícticas hasíllJas-en-c1-lugnr para nenr estructuras alternativas que les ofrecierantilla oportunidlld de sobrevivir, y de t:fcccr y florecer? Este último nspeclo de la'\:ucstitlll de las alternativos" pennancce hastnnlc insoluble. Para Dirlik. la sobre-vivencia de las culturas baséldas-en-el-Iugar estaní nsegurada cuando la globali-zacilÍn de lo local compense las localizaciones de lo glohal, es decir. cuando la si-111t~tríaenlre lo local y lo global sea reinlrmJuci<la en términos socil1lcs y concep-

tuales, y debemos agregar. cuando el no-capitalislllo y las ~lirerenles culturas seconviertan igualmente cil centros de :lI1:í1isisy estralerias para la ílccióll. Tal si-metría requiere una pnralc1a entre las <lbstraccioncs modernas y la vida cotidiana.y las consideraciones de conlext(l. historia y cslrUl,:tura. En última instancia, sincmhargo. la imaginaci(l11 y la realizacilin de órdellC's significativamente diferen-tes ex.igen "la proyccci¡"1Il de lugares hada espncios para crear nuevns estructuras

de poder. .. dc manera de incorpofjJr los lugares a su propia constitución" (Dirlik

1997: 39). También exige la I ihcracilín de .imaginarios 1I0-cllpilnlistas para queformen parte de,1:1constiltlcitlll de Cl:onomías y estructuras económicas, y defen-

dcr las culturas locales frellle a la normalizaciilll por cn!lur:ls dominantes p<lTaquepuedan convertirsc en fuerzas polflicas y de vida ef('divas. Para que esto suceda,los lugares dchen "proycctílfSC hacia t'spaeio .••que son actualmente del dominiodel capit:.ll y la Illodernidad" (l)irlik 1997: 40). Algunos movimicntos sociales es~

tán apuntando ~n ese sentido' con su redefinicitln de la rclaci<ln enlre la naturnle-zay la sociedad, lo cultural y lo polflku.

Está claro que los lugares están siendo progresivamellle sometidos a las ope.raciones del capital global, más alÍn en 1:1era e1e1ncoliheralisl1lo y la degradacióndel Estado-nación. Sin embargo. esto sólo le otorgtl más urgencia a la cucslicín de

las regiones y las localidades. Redes tales corno las tic Ins ¡nd(genn .••.los arnbicn-talistas, las ONG y otros movimientos socinlcs seestán haciendo T11~S numerosasy de mayor influencia a niveles locales. nacionales y transnacionales. Muchas de

eslas redes puedcn ser vi!'ta~como prmlllcloras ~e identidades bas<H.I:1s-en-el-lu------------------------------------_  .. _---

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gar y a la vez lfansnacionulizatlas. También se pueden considerar como produc-

toras de "glucalidades" ahernativas a aquéllas del capital, los medios y la cultura

global. Todas las glocalitlades son tanto locales como globales, pero no son glo-bales y locales de la misma manera (Dirlik 1997). Es ~mportante considerar aqué~lI as que promulguen una política cultural en defensa del lugar y la naturaleza. Es-

las glocalidades podrían propiciar reorganizaciones visibles del lugar desde aba-

 jo y la reconquista del espacio desde timismo lugar de su arraigo. L a creación de

mundos regionales -regiones completas, t.des como ecosistemas )lmliculares o lo-calidades inlt:rconc:¡,;tadas- se estn conviniendo en un proceso cada vez nuís so-

bresaliente y disputado con la crecienle globalización. AClOres emergentes, prác-

ticas e identidades contigurun el proceso de la creación de mundos sociocultllnt~les y sociona(urales. Y aun4ue las redes de la creación de mundos sociocultura-

les y socionaturales están más y más lltlldas a las redes de la economía y las (ec-

naciendas (Castells 1996), los aclores basados-en-el.lugar son cada día más ca-paces para negociar todo el proceso de la construcción del mundo~J.

Se debe hacer énfasis en el hecho que esto no implica de ninguna mllnera rei-

ficar los lugares. las culturas locales y las formas de no-capitalismo como entes"intocados" o fuera de la historia. Darle atención al lugar y a las cuhuras locales

es desestabilizar "los espacios más seguros de poder y diferencia, demarcados porperspeclivas geopolíticas o de la economía polÍlka" (Jacobs 1996: 15). lacohs

añade, "'a dicotomía de lo aUlénticamellle 10c••1y lo global que IOdo se lo apro-

pia tiene su peculiar nostalgia problemática. En el mejor de los c••sos, la calego-

ría residual de lo local ofrece una esperanza de resistencia. En el peor de los ca-sos, lo local es visto como sucumbiendo a lo global, un espacio comprometido denegociaciÓn" (p. 36). Hablar de activar lugares. naturalezas y conocimientos lo-cales en contra de las tendencias imperiales del espacio. el capit ••lismo y la mo-

dernidad no es una operación dells ex machil/a, sino una m••nera de ir más allá del

redismo crónico fomentado por modos establecidos del análisis. Sin duda, los lu-gares y las localidades entran en la política de la mercantilización de bienes y lamasificación cultural, pero el conocimiento del lugar y la identidad pueden COIl-

tribuir a producir diferellles significados -de economía, naturaleza y deellos mis-

mos- dentro de las condiciones del capitalismo y la modernidad que lo rodean.

Las esferas ecológicas públicas alternativas pueden abrirse de eSla manera en

contra de las ecologías imperialistas de la naturaleza y la identidad de la moder-nidad capitalista.

Finalmente, es en esta intersección de los modelos de la nalurale~!, basados-en-el-lugar y la economía, por un lado, y la teorización de racionalidades produc-tivas. por el aIro. donde podremos encontrar un marco de referencia más amplioen el cual situar los debates sobre la sustentabilidad cultural y ecológica. Este

23. A nuJi w CUI!cieno dl:UlIl c:la polluclI di: II ISredc••cn e~pecilll uqu~lIi 1Sfucfliwdu5por el I nec:rnclen ono lr~b¡¡jllClI YOfoco ~OllI~srede, de lIIoj ere~)' hu rcdc:sccolÓgicu.s(EscoblU"J 9991,

136

'\!

•El lugar de la ll{liUrtllez.a y la Ilalllrafew (Jellllgar: ¿globalizaci6/1 o postdesarrolfo?

marco de referencia más amplio necesita maneras nuevas de pensar acerca de lasintersecciones globales/locales, tales como aquéllas aportadas por las teorías delugar; visiones alternativas del conocimiento e innovaciones locales y su relaciónal conocimiento fonnal, global; una reinterpretación de las afinnaciones políticas

de los movimientos sociales en términos de la defensa de los modelos locales de

la naturaleza y los territorios biológicos con productividades culturales-biológi-

cas específicas (Varesse 1996; L eff 1995a); y nociones de formas de gobierno de

base, suslcnti.ldas-cn-c1.ecosislcma, basadas en etnicidades ecológicas. la protec.ci6n a las comunidades de ciertos aspectos del mercado y una revitalización si-

multánea de la ecología y la democracia (Parajuli 1997),

V. Conclusión

¿Cuáles redefiniciones de significado y prácticas de la economía, la natura-

leza y las relaciones sociales son necesarias para adelantar un proyecto que per-mita imaginarse las alternativas al desarrollo y a las prácticas ecológicas no sus-

tentables y desiguules? ¿Qué tipo de investignción y cuáles prácticas políticas lIe~

vadas a cabo por intelectuales. movimientos sociales y comunidades se requierenpara otorgarle fuerza social a este proyecto? Ln antropóloga de Malasia, Wazir Ja-

han Karim se expresó sin rodeos en un trabajo inspirado sobre la antropología, eldesarrollo y la globalización. La antropología necesita ocuparse de proyectos de

transformación social, no sea que nos convirtamos en. como lo afirma ella apra-piadnmente, "disociados simbólicamente de los pr()cesos locales de la reconstruc-ción y de la invención" (1996: 24). Ahora podemos darnos cuenta que esta diso-

ciación está vinculada a la traducción de lugar en espacio, de las economías loca-les a los lenguajes no reformados de economía política y la globalización. de mo-

delos 10c~les de la naturaleza en dicotomías naturalezalcuitura. Karim ofrece una

nlternativa : l o este tipo de traducción semejante a lo que hemos expuesto aquí. Pa-ra ella. "el futuro del conocimiento local depende contextualmente de su poten.cial globalizante para generar nuevas fuentes de conocimiento desde adentro" (p.

128), Y los antropólogos tienen un papel que jugar en este proceso que también

exige de nosotros "un concepto diferenciado de quién es quién en lo global y lo

local" porque "se hace importante la elección de cuáles definiciones uno usa" (p.

I3S). De lo contrario. la antropología seguirá siendo una conversación básica-mente irrelevanle y provinciana entre académicos en el lenguaje de la teoría so.

cial.

Afirmar que la elección de las definiciones que uno usa de lo global, el lugar,la naturaleza. la cultura y la economía. es ciertamente crucial, es el argumentoprincipal de este trabajo y de alguna literatura en la que se basa. La crítica del pri-vilegio del espacio sobre el lugar, del capitalismo sobre el no-capitalismo. de lascultlJ .ras globales y las natllf<llezas sobre las locales. es unu críticn de nuestra COI11.

137

I

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para obtener dicha comprensión. Esta crCtica también es un intento de alinear la

leoría social con los puntos de vista del mundo y.de las estrategias políticas de

aquéllos queexistendel ladod~llugar. el no~capitalismoy el conocimiento local.

un esfuerzo en el que los antropólogos y los eeólogos están usualmente compro-

metidos. Si es cierto que las fonnas del posdesarrollo. del no-capitalismo y de al-

ter-naturaleza están bajo construcción constantemente, existe una esperanza de

que podrfan llegar a constituir nuevas bases para la existencia Y rcarticulacionessignifi cativas de subjetividad Y alteridad en sus dimensiones eCOl1()l t1icas.cultu-

rales y ecológicas. En muchas partes del mundo. estamos siendo testigos de mo-

vimientos históricos inauditos de la vida económica. cultural y biohlgica. Es ne-

cesario pensar acerca de las transformaciones económicas que podrían convertir,

dicho movimiento en un viraje esperanzador de los hechos en la historia socia.1de

las culturas. las economías y las ecologías.

En ü1tip13i nstancia -sugerid" ,,1menos por la imaginaci6n utópica t;O!110 1 : . ,

crítica de las actuales hegemonias- la pregunta es: ¿Puede el mundo ser rcconce-

bido y reconstruido de acuerdo a la lógica de las prácticas de la cultura. la natu-

raleza y la economía? ¿Cuáles' mundos regionales. Y cuáles formas de "lo global"

pueden ser imaginadas desde otras perspectivas múltiples. locales? ¿Cuáles con-

traestructuras pueden ser colocadas en su lugar para hacerlas viables y producti-vas? ¿Cuáles nociones de "política". "democracia". "desnrrnl1o" y "economía" se

necesitan para liberar la efectividad de 10 local. en tuda su multiplicidad Y sus

contradicciones? ¿Qué papel tendrán que jugar los distintos a('tores sociales -in-

cluyendo las nuevas Y viejas tecnologías-o de mancr:.l de crear redes snhrc las cua-

les las múltiples formas de lo local puedan depen~ler en su enfrentamiento cün las

múltiples m_anifestaciones de lo global? Es necesario considerar seriamente algu-

nas de estas preguntas eri nuestro empeño de darle forma a la imagina~ión de al-

ternativas al orden actual de las cosas.

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