El león español (y otras bestias del Reino)

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EL LEÓN ESPAÑOL (Y OTRAS BESTIAS DEL REINO) José Manuel Erbez Artículo publicado originalmente en: Banderas, boletín de la Sociedad Española de Vexilología, nº 106, 2008 www.vexilología.org Esta obra puede ser reproducida y/o modificada total o parcialmente siempre que se trate de un uso no comercial y se cite la procedencia.

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Origen, evolución y significado de la figura del león como símbolo de España, con referencia a otros animales que de una u otra forma han tenido un papel similar

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EL LEÓN ESPAÑOL (Y OTRAS BESTIAS DEL REINO)

José Manuel Erbez

Artículo publicado originalmente en: Banderas, boletín de la Sociedad Española de Vexilología, nº 106, 2008

www.vexilología.org

Esta obra puede ser reproducida y/o modificada total o parcialmente siempre que se trate de un uso no comercial y se cite la procedencia.

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EL LEÓN ESPAÑOL (Y OTRAS BESTIAS DEL REINO)

José Manuel Erbez

Entre los distintos símbolos que los grupos humanos, ya sean tribus, naciones o equipos de fútbol, eligen para identificarse ocupan un lugar principal los animales, cuyas cualidades, reales o supuestas, se pretenden transferir así al grupo.

A lo largo de la Historia de España nos encontramos con varios animales que de una forma u otra han cumplido esa función de encarnar los valores de soberanía, fuerza, poder, etc., pero entre ellos destaca de forma sobresaliente uno: el león. En este estudio vamos a hacer un recorrido por la iconografía para ver cómo el león fue pasando de ser un emblema de la realeza a simbolizar al conjunto de la nación española.

Los primeros testimonios El primer animal de que existe constancia que, de alguna forma,

pretendiera representar simbólicamente al territorio de la actual España es uno que podríamos considerar lo más opuesto al león. En el reverso de algunas monedas del emperador Adriano, Hispania aparece representada por una figura de mujer que sostiene una rama de olivo, reclinada sobre una roca, (quizá Calpe, la actual Gibraltar), con un conejo al pie. (fig. 1) Este animal parece aludir a la abundancia del mismo en el centro de la Península (Catulo habla de la “cuniculosa Celtiberia”), al igual que el nombre Hispania podría provenir de un término fenicio que significaría “costa de los conejos”. Probablemente como alusión erudita a este hecho, en el s. XV heraldistas alemanes inventaron para los imaginarios reyes de la antigua Hispania un escudo con tres conejos (fig. 2).

No parece haber constancia del uso de animales con fines simbólicos por parte de los pueblos germánicos que se establecieron en la Península tras el fin de la dominación romana, aunque el Marqués de Avilés, en su “Ciencia Heroyca” (publicada en 1725) habla sin ningún fundamento de un dragón verde como emblema de los suevos y unos escudos con leones usados por los visigodos Ataúlfo, Wamba y sucesores.

En cuanto al periodo islámico, aunque el uso de figuras zoomorfas por los musulmanes fue muy limitado, el historiador andalusí Ibn Hayyân dice que Abderramán III, usó un águila como emblema en sus banderas, siendo quizás imitado por gobernantes posteriores.

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El león de León Pero es evidente que la aparición del león como animal emblemático

está relacionada con el reino de nombre homónimo, donde desde comienzos del s. XII aparecen en distintas miniaturas representaciones de leones asociadas a imágenes de reyes: decoraciones de tronos, tapices y cetros.

Es bien sabido que el nombre de la ciudad de León, y por ende del reino del que fue capital, no tiene ninguna relación con el del animal, sino que deriva del latín legio (legión), por haber sido sede de la Legio VII Gemina. Sin embargo, parece muy probable que la evolución legio→legión→león no sea una mera coincidencia fonética, o en todo caso fue hábilmente aprovechada por la monarquía leonesa para representar gráficamente los ideales de fuerza, valor y poder que encarnaba el Rey. Así, el Chronicon Mundi del Obispo de Tuy (1236), dice: “...antiqui Reges... Leonem depingere consueverant, eo quod Leo interpretatur Rex, vel est, omnium bestiarum” (… los antiguos reyes… solían representar al león, al que se considera Rey, como lo es, de todas las bestias). Por tanto, el león representa sobre todo el poder del Rey, antes que el nombre del reino, aunque la homonimia refuerza el valor del símbolo.

El león aparece en monedas de Alfonso VII (1126-1157) (fig. 3), y con un carácter ya casi heráldico en el Tumbo A de la Catedral de Santiago (ca. 1180), con ese extraño color que ya prefigura el controvertido púrpura de los blasones posteriores (fig. 4)

Por otra parte, en el poema latino Prefacio de Almería, posterior a 1147, se habla expresamente del uso de leones en banderas y escudos de Alfonso VII: “Sunt in vexillis, et in armis imperatoris / illius signa…” (los emblemas del Emperador están en sus banderas y en sus armas)

El hecho de que los reyes de León, y especialmente Alfonso VII, se consideren emperadores de toda España, hace que sus armas puedan considerarse como el primer emblema que pretende representar al conjunto de los territorios que hoy conocemos con ese nombre. Según Sánchez Badiola, el león fue al conjunto imperial hispano lo que el águila al germánico, aunque su falta de continuidad le impidió afianzarse al modo del Sacro Imperio.

El león pierde su preeminencia heráldica cuando, hacia 1230, Fernando III une definitivamente los reinos de Castilla y León, lo que se refleja en el famoso cuartelado. Es curioso notar cómo a menudo el color de los leones varía, pudiendo ser púrpuras, pero también rojos o negros (fig. 5)

Juan II, en el Armorial del Toisón de Oro, usa como cimera un león saliendo de un castillo, la misma cimera que aparece representada en las

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doblas “de a diez” acuñadas en su reinado. De esta forma, el animal “sale” del campo del escudo y empieza a adoptar una cierta “autonomía” simbólica (fig. 6)

Simbología del león En este punto, es interesante pararse a considerar el contenido

simbólico de la figura del león para la sociedad de la Edad Media. Durante la segunda mitad del s. XI y todo el s. XII se asiste a una

irrupción masiva de leones y de “caballeros del león”, al principio como motivos figurados en las decoraciones pintadas y esculpidas, y después como temas literarios y narrativos. Según Pastoureau, la causa es la influencia de los tejidos y los objetos artísticos importados del Próximo y Medio Oriente, sobre los cuales se representa frecuentemente a leones, a menudo en actitudes casi heráldicas.

Pero tras esta atracción estética coexiste todo un conjunto de motivaciones ideológicas. La Biblia habla a menudo del león y subraya su fuerza: vencer a un león es una proeza, y todos los reyes o héroes dotados de una fuerza singular son comparados a leones. Además, junto a león feroz, diabólico, existe también el buen león, que pone su fuerza al servicio del bien común y cuyo rugido expresa la palabra de Dios. Es el más valiente de todos los animales y el emblema de la tribu de Judá, la más poderosa de Israel. En ese sentido, está asociado a David, a su descendencia, e incluso a Cristo: “No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, el vástago de David, él ha conseguido la victoria, él va a abrir el libro y a romper los siete sellos” (Apoc., V, 5.) Otro detalle significativo es que en la tradición cabalistica, donde a cada palabra hebrea le corresponde un número resultado de la suma del valor numérico de las letras que lo componen, el número de la palabra aryeh (león) es 216, el mismo que el de la palabra gevurah (poder)

Por otra parte, la concepción que relaciona al león con la virtud de la justicia, dentro de la simbología cristiana, se apoya en la descripción que hace la Biblia del trono de justicia de Salomón, hecho de marfil y oro, y que descansaba sobre seis gradas guardadas por doce leones (I Re 10, 18-21) La Edad Media continuó esta relación del león con la justicia, de modo que las jurisdicciones eclesiásticas solían tener su sede en los pórticos de las iglesias, entre leones de piedra que enmarcaban el portal, y así los juicios se celebraban, según una conocida expresión, "inter leones et coram populo", entre leones y ante el pueblo reunido.

Isidoro de Sevilla, cuando habla de las bestias salvajes (de bestiis) comienza por el león y lo califica de “rex, eo quod princeps sit omnium

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bestiarum” (rey, pues es el príncipe de todas las bestias) Del mismo modo, los enciclopedistas del s. XIII califican al león de rex animalium y le consagran mucho más espacio que a cualquier otro animal. Subrayan su fuerza, su coraje, su generosidad y magnanimidad, cualidades todas que son propias de los reyes. Y así, en el siglo XIV, todos los tratadistas consideran al león el rey de los animales, y lo revisten de todas las virtudes del jefe y del guerrero (fuerza, coraje, fiereza, generosidad, justicia), a las que se ajusta a menudo una dimensión cristológica (caridad, sacrificio, misericordia)

El breve vuelo de las águilas Con el fin de la Edad Media se produce un cierto retroceso en la

importancia simbólica del león. Isabel I de Castilla adopta como emblema personal el águila de San Juan, que aparece ya como soporte del escudo de Castilla y León en un sello de 1473, aún como Princesa de Asturias. Tras la unión dinástica con Aragón, el águila aparece en los escudos de Isabel como reina de Castilla o en los escudos conjuntos de ambos cónyuges (fig. 7), pero nunca en los de Fernando como Rey de Aragón, por lo que no resulta apropiado, como a menudo se ha hecho, considerarlo el primer símbolo de la España unida.

Sin embargo, también en esta época encontramos ejemplos de leones representados fuera del escudo, como los soportes del magnífico conjunto que remata una de las fachadas del antiguo Colegio de San Gregorio de Valladolid (fig. 8) o el que sostiene las armas de Castilla y León en la Fachada del Hospital de San Juan en Burgos (fig. 9)

El carácter de emblema personal del águila lo demuestra el hecho de que desapareciera de las armas de Juana como Reina de Castilla. Con su sucesor Carlos I vuelve a aparecer un águila en los escudos españoles, esta vez dotada de dos cabezas (fig. 10). A pesar de su origen foráneo, el águila imperial bicéfala tuvo un importante impacto en la heráldica española, quedando permanentemente vinculada a las armas de ciudades como Toledo o Villaviciosa (Asturias). Cuando en 1556 Carlos I deja el gobierno imperial a su hermano Fernando y España y las Indias a su hijo Felipe, el águila bicéfala deja de estar vinculada a España.

Leones y Austrias En época de Felipe II volvemos a encontrar el león usado como cimera,

como se puede observar en un escudo existente en el Escorial (fig. 11)

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Fernando de Herrera, en su oda a la victoria de Lepanto (1572), usa el símil del león para aludir al poder español:

Quebrantaste al cruel dragón, cortando las alas de su cuerpo temerosas y sus brazos terribles no vencidos, que con hondos gemidos se retira a su cueva, do silbando tiembla con sus culebras venenosas, lleno de miedo torpe sus entrañas, de tu león temiendo las hazañas; que, saliendo de España, dio un rugido que lo dexó asombrado y aturdido.

Por otra parte, en la cartografía de los siglos XVI y XVII a menudo se representa a España por medio de una panoplia con los escudos de sus reinos sujetos por un gran león armado de una espada, como en este ejemplo tomado del libro Teatro della Guerra, de Vincenzo Maria Coronelli, impreso a comienzos del s. XVIII (fig. 12)

Los Borbones

Pero es con el advenimiento de la dinastía borbónica cuando empezamos a encontrar más abundantes ejemplos del uso simbólico del felino. Así, en algunas monedas de Felipe V aparece un león coronado, empuñando un cetro y una espada, guardando dos mundos (fig. 13) Este es un motivo que, como veremos, se repetirá en las banderas militares de la época.

Las Ordenanzas de 30 de diciembre de 1706 añaden a las banderas coronelas 2 leones y dos castillos en los ángulos de la Cruz de Borgoña (fig. 14) Según Manzano, la combinación de castillos y leones constituye un modelo de simbología militar, pues combina las cualidades de fortaleza defensiva del castillo con la cualidad agresiva del león. Aunque este modelo desaparece en 1728, hacia 1746 aparece un nuevo modelo en el que una pareja de leones soporta el escudo real (fig. 15)

Los estandartes de caballería de esta época presentan una variedad mucho mayor de motivos, y entre ellos se encuentran a menudo los leones. Así, de acuerdo con Sorando, encontramos lo siguiente: El Regimiento de Caballería de Granada tenía en 1737 estandartes con un

escudo con una granada sostenido por dos leones

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El Regimiento de Caballería de Montesa tenía en 1737 estandartes con un león “de todo arte” en una de las caras; en 1751, armas reales sostenidas por dos leones en una cara, y Cruz de Montesa sostenida por un león, en la otra; y en 1760, armas reales sostenidas por dos leones en una cara, y en la otra cara un león imperial con una mano sobre el mundo y una espada en la otra.

El Regimiento de Caballería Real Alemán tenía en 1735 estandartes con las armas reales sostenidas por dos leones colocados sobre dos esferas, en una cara, y en la otra escudo verde sembrado de flores de oro, un águila, y encima un león con espada, y el lema Sub hoc tutamine vinces.

El Regimiento de Caballería de Santiago tenía en 1751 y 1760 estandartes con venera de plata con cruz de Santiago coronada, con trofeos a sus pies y sostenida por dos leones, uno con bordón y calabaza y el otro con estandarte, cruz, sombrero y espada.

El Regimiento de Dragones de Sagunto, el 9 de abril de 1748, modificó el escudo de su guión en premio por los estandartes austriacos capturados en la Batalla de Camposanto (1743), añadiendo al pie del monte un león echado y dormido sobre las astas de seis estandartes, más la orla Leonis praeda Sagunti.

El Regimiento de Dragones de Villaviciosa tenía en 1735 un guión con un león con dos coronas sobre su cabeza, una imperial y otra de laurel, portando espada y cetro. En 1772 adoptó escudo de plata, con un león de oro y dos verdes, y el lema Leo Villaviciosa victor et vindex.

El Regimiento de Dragones de Almansa añadió a su guión en 1765 un emblema conmemorativo de la batalla de Almansa, con un león con orbe y espada y el lema Leo cum lilis Almansa pompa triumphi.

El Regimiento de Dragones de América tenía en 1762 un estandarte con un león detrás de dos mundos (fig. 16)

También contienen figuras de leones otras banderas, como la del Regimiento Talavera, conservada en Argentina (fig. 17)

Durante el siglo XVIII los buques de guerra españoles solían llevar como mascarón de proa un león dorado, y aunque por Real Orden de 10 de septiembre de 1793 se dio libertad para que pudiesen llevar figuras alusivas al nombre del buque, muchos siguieron ostentando dicho animal, como el "Santísima Trinidad", hundido en 1805 durante la batalla de Trafalgar (fig. 18, reconstrucción) Por otra parte, cuando Carlos III manda construir el Palacio Real de Madrid, hace colocar a los lados del trono cuatro leones adquiridos por Diego Velázquez en Italia (fig. 19)

El hecho de que tanto los leones de las banderas como los de mascarones de los barcos sean dorados, y no rojos ni púrpuras, hace que,

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según Manzano, quepa considerarlos como el primer emblema general de las Fuerzas Armadas.

La Guerra de la Independencia y el liberalismo Durante la Guerra de la Independencia, la propaganda antifrancesa

solía representar a un león, España, aplastando a un águila, símbolo del Imperio Napoleónico. Así, cuando el 17 de julio de 1808 Teodoro Reding entró en Málaga se acordó levantar un arco de triunfo con la inscripción: «Al vencedor de los tiranos de Europa y libertador de Andalucía»; encima del arco se instaló una gradería con un pedestal que sostenía un león luchando con un águila y en el que se leía: «Viva nuestro amado Monarca don Fernando VII». Aún hoy día pueden verse claros ejemplos de esta iconografía en el escudo del municipio de El Escorial (fig. 20), o el Monumento a los Sitios de Astorga (fig. 21) También en las banderas se representaba esta simbología, como se indica en un boletín del ejército napoleónico: «…Hay banderas, entre las que hemos cogido, en que el Águila Imperial es desgarrada por el León de España»

Probablemente, esta imagen contribuyó a la identificación del león como emblema de la fuerza del pueblo español. Sin embargo, es curioso que en la propaganda inglesa España aparezca representada por un toro, probablemente debido a que los ingleses consideraban al león como su propio símbolo (fig. 22)

En la sesión del 19 de marzo de 1814, el presidente de las Cortes dijo: “Entre los días más gloriosos que debe contar una nación es el primero aquel en que da su primer paso a la libertad e independencia. Tal es para nosotros el día 19 de marzo, día glorioso, grande y memorable, en que el león de España despierta y con sus garras rompe los grillos” (Diario de Sesiones de las Cortes, 19-3-1814, pp. 146-147)

Pero el momento en el que el león alcanza su máxima consideración como símbolo español tiene lugar a raíz del pronunciamiento de Riego y el establecimiento de un efímero régimen liberal. El 16 de septiembre de 1820 el Gobierno Provisional presenta a las Cortes un proyecto de ley en el que se incluye un dibujo de un león dorado que debía concederse como recompensa a los cuerpos que se distinguieran en la defensa del nuevo orden constitucional, a imitación de las águilas napoleónicas. Pero la idea tuvo una acogida tan entusiasta que se decidió ir más allá de la simple recompensa y sustituir todas las banderas y estandartes de los cuerpos del Ejército y la Milicia Nacional por un león de bronce sosteniendo una libro de la Constitución. Cuando el 15 de mayo de 1821 la Comisión de Guerra de las

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Cortes tomó esta decisión argumentó, entre otras cuestiones: “…es tan antigua y conocida la significación del León de España, que no se puede ocultar a nadie esta alusión, de que tan frecuentemente se hace uso para indicar las nobles cualidades del carácter español.”

Pero aunque esta medida fue sancionada por Decreto de 2 de noviembre de 1821, en la práctica el único león que se entregó fue el del 2º Bon. del Rgto. de Asturias, el primero en sublevarse con Riego (fig. 23)

La restauración del régimen absolutista en 1823 puso fin a este experimento, si bien en 1836 se recuperó el león de bronce como insignia de la restaurada Milicia Nacional, llegando a entregarse varios.

El régimen liberal que se instala en España a la muerte de Fernando VII establece definitivamente la separación entre el Rey y el Reino, o lo que es lo mismo, entre la Monarquía y la Nación, lo que tiene su plasmación iconográfica en las numerosas alegorías que representan a España en la forma de una matrona acompañada por un león. También puede aparecer el león solo, como en una propuesta de monumento a los héroes del 2 de Mayo realizada en 1843 (fig. 24)

Es muy significativo que cuando el General Prim consigue una gran victoria sobre Marruecos en 1860, los cañones tomados al enemigo son fundidos y convertidos en dos leones de bronce que se colocan a la entrada del edificio de las Cortes (fig. 25)

Cuando en 1868 cae la Monarquía borbónica, y ante la incertidumbre acerca del régimen que le debe sustituir, se propusieron diversos símbolos inspirados en la Antigüedad, entre ellos un león echado, aunque la iconografía preferida es la de la matrona y el león, símbolo de la nación española independientemente del régimen que la gobierne. La única diferencia entre unos diseños y otros consistirá en los adornos que luzca la mujer: corona mural, gorro frigio, tablas de la Ley, balanza, etc., pero casi siempre aparecerá el león sus pies. La caída de la I República y llegada de la Restauración borbónica no significará la desaparición de estas alegorías, aunque probablemente sí su disminución, ante un uso más generalizado de símbolos monárquicos (figs. 26 a 31)

Para las piezas de 10 y 5 céntimos de peseta acuñadas en cobre en 1870 se diseñó la imagen de un león erecto sobre sus patas traseras, girando la cabeza hacia atrás en forzado escorzo y sujetando el escudo nacional con sus patas delanteras. La extraña posición semejaba un perro más que un león, e hizo que la guasa popular bautizara estas monedas como “perra gorda” y “perra chica”, respectivamente (fig. 32)

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El siglo XX Con la llegada de la II República se reactivó el entusiasmo por la

alegoría de la Nación, y de ahí la profusión de estas imágenes en la iconografía republicana, lo que probablemente haya llevado a identificarlas entre gran parte del público con ese régimen. A ello contribuiría el hecho de que el régimen franquista eliminara prácticamente de su iconografía este símbolo que representaba a la Nación y no a sus gobernantes (figs. 33, 34 y 35)

En otras ocasiones, el animal aparece sin la matrona, como en una ilustración del Programa de 13 puntos de Negrín (fig. 36), en la que el león parece simbolizar la unidad de la nación española junto a la diversidad regional representada por las banderas; también en la bandera del Batallón Leones Rojos, perteneciente al 5º Regimiento e integrado por dependientes de comercio de Madrid (fig. 37), o en el estandarte de las Brigadas Blindadas (fig. 38), donde el escudo de España aparece sostenido por dos leones, a la manera de las coronelas del siglo XVIII.

El 12 de febrero de 1938 el bando sublevado adopta un nuevo escudo cuya principal característica es la de recuperar el águila de San Juan de la época de los Reyes Católicos (fig. 39), de forma que este ave eclipsa al león en la iconografía oficial. Otro águila, esta vez la imperial bicéfala, es usada a menudo como emblema por las tropas carlistas del Requeté (fig. 40)

Sin embargo, el león no desapareció del todo de la simbología, como lo demuestra el que apareciera en el emblema y la bandera de la Organización Juvenil Española (fig. 41), creada en 1960 como sucesora del Frente de Juventudes, el cual, por cierto, tenía por emblema otro animal, en este caso el cisne del Cardenal Cisneros (fig. 42) También se mantuvo, acompañando a la matrona, en la Medalla Militar (fig. 43), creada en 1920 pero cuyo diseño no cambió posteriormente.

Por otra parte, el león se ha mantenido como símbolo deportivo, sin dura favorecido por los atributos de valor, fuerza y coraje que le caracterizan, de modo que actualmente aparece en los emblemas de distintas federaciones, como la de baloncesto (fig. 44), atletismo (fig. 45) o golf (fig. 46)

Para finalizar, cabe señalar que en los últimos años ha irrumpido con fuerza, especialmente en los ámbitos deportivos, otro animal que pretende simbolizar el poder o, mejor, la “furia” española: el mucho más autóctono toro, que parece salir del toril de siglos de injusto olvido para reivindicar su sitio en la simbología hispana (figs. 47 y 48)

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BIBLIOGRAFÍA

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MANZANO, A. Las banderas históricas del Ejército español. Madrid, Ministerio de Defensa, 1997

MENÉNDEZ PIDAL, F.; O'DONNELL, H.; LOLO, B. Símbolos de España. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000

PASTOUREAU, M. Une histoire symbolique du Moyen Âge occidental. Paris: Seuil, 2004

SÁNCHEZ BADIOLA, J. J. El león español. Argutorio, 2006, nº 16 SORANDO, L. Banderas, estandartes y trofeos del Museo del Ejército,

1700-1843: catálogo razonado. Madrid: Ministerio de Defensa, 2001 Mi agradecimiento muy especial a Luismi Arias y Juanjo González por

la información e imágenes facilitadas.

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