El Legado de John Reed

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    Petrogrado desde el 6 de octubre de 1917, quien se encontraba en la puerta de entrada del

    Instituto acompaado de su esposa.

    Con sorpresa, Reed not que Trotsky estaba confrontando dificultades para entrar al

    Instituto. Un soldado de apariencia simple le exiga credenciales que lo identificaran como un

    delegado bona fide al Congreso. Trotsky meti las manos en los bolsillos y no encontr nada que

    lo identificara. Acostumbrado como estaba a dominar por la mera fuerza e intensidad de su

    mirada, Trotsky le seal al soldado en un tono decidido: Mire, olvdese de las credenciales.

    Usted me tiene que conocer. Yo soy Trotsky. El soldado, con una actitud obstinada, le contest

    al lder revolucionario: Usted no tiene un pase. Los nombres no significan nada para m. No

    puede entrar. Sin que el soldado acabara de hablar, Trotsky ahora molestoincrep en el

    tono sarcstico que lo hizo famoso: Pero yo soy el presidente del Soviet de Petrogrado!. Elsoldado alz la vista y lo mir por un instante. No era cosa fcil sa de llevarle la contraria a

    Len Trotsky. Al fin y al cabo, una de las primeras cosas que hizo el Gobierno Provisional de

    Kerensky fue ordenar su arresto junto al de Lenin en el verano de 1917, pues ambos eran los

    lderes indiscutibles del proceso revolucionario en marcha. An as, el soldado no tard mucho

    en devolverle el sarcasmo: Bueno, si usted es una persona tan importante como dice, entonces

    de seguro que cargar encima, al menos, con un papelito que lo identifique. El presidente del

    Soviet de Petrogrado pudo eventualmente entrar, pero slo al ser debidamente identificado por

    un militar de mayor rango al del soldado.

    Con la ancdota anterior y otras similaresJohn Reed nos brinda el cuadro ms

    detallado y vivo que se haya hecho de la toma del poder por los bolcheviques. Diez das que

    conmovieron al mundo, su libro ms famoso, es, segn laIntroduccin del propio Lenin, una

    exposicin fehaciente y vvida de los eventos que llevaron al establecimiento de una dictadura

    proletaria en lo que por mucho tiempo conocimos como la Unin de Repblicas Socialistas

    Soviticas. Lo sorprendente y fantstico, al menos para m, es que el libro de Reed es casi como

    ver una pelcula de todo lo que estaba ocurriendo, sin dejar de lado el ms mnimo detalle y

    brindndonos una descripcin microscpica de la vida y conducta humana en un lugar que, a la

    vez, era el centro de grandes cambios sociales y polticos. El drama principal era la revolucin y

    sus lderes, pero John Reed tuvo el tiempo y la oportunidad de observar y constatar todo lo que

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    estaba acaeciendo, lo grande y lo pequeo. Y es as que funciona en realidad nuestro cerebro,

    amarrando los grandes eventos a fenmenos y cosas aparentemente sin trascendencia. La

    ancdota de Trotsky, por ejemplo, no pretende tanto el describir rasgos personales negativos y

    positivosdel revolucionario ruso, sino revelar el hecho patente de que el Petrogrado de

    noviembre de 1917 era muy distinto al de la poca zarista de tan slo ocho meses atrs. Ante

    todo, era la actitud de la gente lo que se haba transformado; un espritu de urgente cambio

    revolucionario se adue casi de repente de la disposicin de las clases trabajadoras y del

    campesinado en cosa de das y semanas. Tan fuerte y repentina fue esa alteracin en el espritu

    de las masas que hasta los lderes revolucionarios tuvieron que adaptarse. No haba marcha atrs:

    la revolucin llegara hasta sus ltimas consecuencias, el cambio social ya no le perteneca a los

    lderes sino a la gente. Algo me dice que, en lo adelante, Trotsky camin siempre con su

    "papelito" en el bolsillo.

    Periodismo revolucionario

    De John Reed se ha dicho una y otra vez que ocup un lugar privilegiado en la

    revolucin rusa: si bien estaba comprometido moralmente con la revolucin y quera verla

    triunfar, Reed era simultneamente un observador ajeno a lo que estaba pasando [J.P. Taylor,

    Introduccin a Diez das que conmovieron al mundo]. Salvo en ocasiones contadsimas, Reed se

    mantuvo al margen de la actividad revolucionaria directa de la organizacin bolchevique (o de

    cualquier otro grupo) e incluso de la labor de quien fuera su gran amigo, Lenin. El objetivo de

    Reed era ante todo contribuir a la revolucin de la manera en que slo puede hacerlo un gran

    periodista revolucionario: informando sobre lo que estaba ocurriendo de forma objetiva e

    imparcial, con una actitud de culto supremo a la verdad. l mismo nos explica esto en las

    primeras pginas deDiez das que conmovieron al mundo: "En la lucha mis simpatas no eran

    neutrales. Pero en narrar la historia de esos extraordinarios das, he tratado de ver los eventos con

    la mirada de un reportero consciente, interesado en hacer constar la verdad." Fue esa posicin de

    privilegio lo que le permiti a Reed acercarse a todos los protagonistas de la Revolucin Rusa

    de un bando y de otrode forma excepcionalmente honesta y reveladora, fueran partidarios de

    los bolcheviques o de Kerensky. Mas, en particular, Reed nunca se acerc a las grandes figuras

    revolucionarias de ese tiempo con un sentido de obligada reverencia, como ocurre a veces con

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    mucha de la literatura de izquierda, incluso hoy en da. Su descripcin de Lenin durante el

    Segundo Congreso, por ejemplo, es famosa precisamente por la forma poco ceremoniosa con que

    Reed lo describe: Eran solamente las 8:40nos dicecuando una ola ensordecedora de

    vtores anunci la entrada delpresidium, con Leninel gran Leninentre ellos. Una figura

    pequea y abultada, con una cabeza grande pegada a los hombros, sin pelos y sobresaliente. Ojos

    pequeos, una nariz respingona, boca amplia y generosa, una pesada quijada; ahora

    completamente afeitada, pero empezando a erizarse con la muy conocida barba de su pasado y

    futuro. Vestido con ropa demacrada, los pantalones demasiados largos para l. Poco

    impresionante para ser el dolo de una muchedumbre, amado y reverenciado quizs como pocos

    lderes lo han sido. Un extrao lder popularun lder por virtud exclusiva de su intelecto; de

    personalidad descolorida, sin sentido del humor, no dado a los compromisos y de afecto

    despegado, sin idiosincrasias pintorescaspero con el poder de explicar ideas profundas entrminos sencillos, de analizar una situacin concreta. Y combinada con perspicacia, una gran

    audacia mental. Con la misma honestidad, Reed nos revela momentos en que ni siquiera toda la

    grandeza intelectual de Lenin poda captar los detalles y riqueza de la coyuntura; y as, las cosas

    se resolvan por pura suerte o por errores garrafales de los opositores a la Revolucin.

    Ahora bien, en los escritos de Reedal igual que en el curso real de la Revolucinel

    papel protagnico principal lo jugaron las masas y no los lderes. Estos ltimos generalmente

    estaban a la retaguardia y haba que empujarlos. Reed nos presenta la actividad de las masas

    revolucionarias de Petrogrado y Mosc precisamente a travs de la narracin de decenas y

    decenas de eventos dramticos que se suceden unos a otros con la rapidez y energa de la vida

    real. (La influencia del cine mudo sobre la narrativa de Reed es obvia). Su pluma es harto

    generosa con cientos de personas que l conoci en las calles y cuyos rostros y nombres nunca

    tuvieron la ms mnima oportunidad de alcanzar los libros de la historia oficial. La narracin del

    entierro de los quinientos soldados asesinados por las fuerzas contrarrevolucionarias en Mosc,

    es tan slo una de esas descripciones que bastara para llenar un libro entero. Igualmente

    impactante es la historia de los nios de Petrogrado que, en medio de la guerra civil, jugaban a

    cruzar la calle sin que los alcanzaran los disparos entrecruzados de los ejrcitos en lucha. Reed

    nos describe cmo stos seguan repitiendo el juego a pesar de ver a sus compaeritos muertos

    en la calle. Y es que eso es la grandeza de la obra periodstica de Reed: el drama humano nunca

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    est ausente, pues las revoluciones, si bien abren el camino a una nueva sociedad, no dejan de ser

    procesos dolorosos que provocan una gran ansiedad social. De ah que la gente se aferre a las

    viejas rutinas como un mecanismo para sobrevivir: Toda la compleja rutina de la vida social

    aburrida incluso en tiempos de guerraprosegua como de costumbre. Nada es tan

    impresionante como la vitalidad del organismo socialcmo persiste, alimentndose,

    vistindose, entretenindose, incluso durante las peores catstrofes. Las masas, contrario a los

    falsos intelectuales, no piensan en cambios revolucionarios, a menos que stos sean

    absolutamente necesarios.

    Finalmente, Reed era ante todo un soador, alguien que crea en la revolucin y en la

    urgencia de cambiar el mundo en funcin de las necesidades de las grandes mayoras. Su visin

    del mundo no era nada infantil yentre prrafo y prrafonos revela una aguda perspectivasociolgica: Nada como esto imagin que pudiera ocurrir en la historia. De un lado, un puado

    de trabajadores y soldados comunes, con armas en sus manos, representando una insurreccin

    victoriosay perfectamente miserables; del otro lado, una chusma enardecida compuesta del

    tipo de gente que llena las aceras de la Quinta Avenida de Nueva York al medioda () La vasta

    Rusia estaba en estado de resolucin. Tan temprano como en 1905 haba empezado la cosa; la

    Revolucin de marzo slo vino a acelerar el proceso, dando vida a una especie de pronstico del

    nuevo orden social venidero, que termin perpetuando la estructura hueca del viejo rgimen.

    Ahora, sin embargo, los bolcheviques en una sola noche lo haban desvanecido todo, como si

    fuera tan slo humo. La antigua Rusia ya no exista ms; la sociedad humana brot fundida en el

    fuego primario, y del constantemente lanzado mar de flamas estaba emergiendo la lucha de

    clases, desnuda e implacabley la frgil, lentamente enfriadora corteza de nuevos planetas.

    No puedo negar que al leerDiez das que conmovieron al mundo pas por mi mente,

    fugazmente, la imagen de otros dos jvenes soadores igualmente dados a la narrativa y al

    periodismo revolucionario e irreverente: Julio Antonio Mella y Ernesto Guevara de la Serna.

    Algn da los deberamos estudiar en conjuntoMella, Guevara y Reeda ver de dnde les

    vena la magia al escribir y narrar las luchas sociales. Un seminario de periodismo revolucionario

    con estos tres grandes maestros

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    Un ser de otro mundo

    John Reed vivi una vida condensada, como si cada minuto valiera por tres. Era una

    persona de extrema valenta y no reparaba dos veces en arriesgarlo todo por ser testigo de los

    grandes eventos revolucionarios de su tiempo, ocurrieran donde ocurrieran. De Reed se ha

    comentado, quizs cnicamente, que su constante inters en conocer la condicin del mundo y

    en cambiarloera un sntoma de que no tena problemas personales o, de que si los tena, se

    rehusaba a confrontarlos. [Henry Miller comentando el personaje de Reed en la pelcula Los

    rojos, dirigida por Warren Betty]. Lo cierto es que Reed vivi su vida como quien evade

    conscientemente las trampas de la rutina diaria. Su desdn por los lujos y las comodidades no es

    poca cosa en un escritor que muy joven lleg a ser uno de los periodistas mejor remunerados de

    Estados Unidos.

    Este gran revolucionario y escritor estadounidense naci en Portland, Oregn, el 22 de

    octubre de 1887. Sus padres eran adinerados, pero de pensamiento socialmente progresista. En

    1910, Reed se gradu en la Universidad de Harvard, donde se dedic a escribir poemas y a la

    oratoria. En 1913 public su primer libro de poemas, titulado Sangar. Ese mismo ao Reed fue

    arrestado en Paterson, Nueva Jersey por envolverse en las huelgas de los trabajadores de seda.

    Estuvo cuatro das preso y us el tiempo para escribir una obra teatral para presentarse a

    beneficio de los trabajadores en huelga. Poco tiempo despus, John Reed se fue a Mxico, donde

    estuvo cuatro meses con Pancho Villa y sus tropas. En 1914 sali a la luz pblica su libro Mxico

    Insurgente. Durante la Primera Guerra Mundial, Reed fue corresponsal de guerra para el

    Metropolitan Magazine. Estuvo en Alemania, Serbia, Rumania, Bulgaria y Rusia. Sus escritos de

    esa poca estn recopilados en el libroLa guerra en Europa Oriental publicado en 1916. Ese

    mismo ao regres a Estados Unidos aquejado de una enfermedad renal y, luego de un feliz

    reencuentro, se cas con su gran amiga, Louise Bryant. Despus del triunfo de los bolcheviques,

    Reed regres a Estados Unidos y particip en el Congreso del Partido Socialista. Dada la

    divisin prevaleciente en el Congreso, se formaron dos partidos comunistas y Reed termin

    como lder en el Partido Comunista de los Trabajadores. En 1919 regresa a Rusia y le entrega a

    Lenin una copia deDiez das que conmovieron al mundo. Reed busc entonces salir de Rusia

    clandestinamente y fue apresado en un barco por las autoridades finlandesas, que lo acusan de

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    traficar diamantes y poseer cartas de Lenin y Trotsky. Pas tres meses en prisin comiendo

    pescado crudo y en confinamiento solitario. Como era buscado en Estados Unidos por sospecha

    de anarqua criminal, Reed regres a Mosc. En 1920 es electo al Comit Ejecutivo de la

    COMINTERN. Poco tiempo despus sale en un viaje a Bak para el Congreso Oriental y contrae

    tifus. Louise Bryant haba viajado poco antes clandestinamente a Mosc para reunirse con l.

    John Reed dur veinte das, sufriendo una terrible agona y secndose en vida. Ella describe del

    siguiente modo los ltimos das que pasaron juntos: Cuando llegu a Mosc, l estaba en Bak

    en el Congreso Oriental. La guerra civil arda en Ucrania. Un cable militar lo localiz y vino de

    regreso en un tren blindado. En la maana del 15 de septiembre entr hablando duro a mi cuarto.

    Un mes despus estaba muerto () Slo tuvimos una semana, antes de que cayera en cama, y

    estbamos terriblemente alegres de habernos encontrado. Sus ropas eran slo trapos. Se

    impresion tanto con el sufrimiento alrededor suyo que no cogi nada para l. Me sentestremecida y casi incapaz de alcanzar el nivel de fervor que l haba obtenido () De la

    enfermedad casi no puedo escribir -fue muy dolorosa. John Reed muri el 19 de octubre de

    1920, tres das antes de cumplir treinta y tres aos. Sin lugar a dudas, Reed era un ser de otro

    mundo, un animal de galaxia

    Un legado fundamental

    Es imposible explicar en breves palabras el legado importantsimo de la obra de Reed.

    No obstante, hay cinco cosas que deben mencionarse, aunque sea de pasada. En primer lugar, en

    la obra de Reed coinciden una gran historia y un gran periodista, como dice A.J.P. Taylor. Reed

    escriba muy bien y escriba de cosas que constataba personalmente con un poder de observacin

    maravilloso. Su periodismo tiene elementos fuertes de poesa. En segundo lugar, Reed logr un

    balance nico entre su visin ideolgica y la labor periodstica veraz. Para l no haba conflicto

    entre el reportaje directo y el anlisis riguroso y desapasionado .Su descripcin del Congreso de

    Campesinos el 24 de noviembre de 1917, en el cual Lenin su gran amigofue inicialmente

    abucheado, es un gran ejemplo. Reed no deja que el lector se olvide de que somos meros

    observadores de un gran drama cuya resolucin no est en nuestras manos y nos describe el

    evento a cmara lenta, bajando el tempo de la narracin. En tercer lugar, Reed no perdi de vista

    nunca el drama espiritual y humano subyacente a todo conflicto social. Su obra Las Masas

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    (1915), en que describe los campos de batalla en Europa y la naturaleza absurda de la guerra, son

    un testimonio de la poderosa y especial sensibilidad de Reed ante el sufrimiento humano. En

    cuarto lugar, Reed escribe siempre en primera persona, asumiendo toda la responsabilidad por

    sus comentarios, por lo que ha visto, escuchado y sentido. Aqu no abundan las consignas

    abstractas, sino la descripcin vvida de lo inmediato. Finalmente, la obra de Reed puede servir

    de referencia para la discusin de temas muy pertinentes en la poca actual como lo son el rol de

    los medios, el periodismo independiente o tico de que tanto se carece en estos tiempos, o la

    urgente necesidad de que se haga un periodismo como el de Reed que d a conocer las verdades

    que se ocultan, a la par que identifique y site a cada uno en su sitio, incluso a los lderes de

    izquierda.

    --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- Nota:Este artculo fue escrito originalmente en 2005. En apenas seis aos (2017) estaremos

    celebrando el centenario de la Revolucin bolchevique y de la redaccin de Diez aos que

    conmovieron al mundo. Nada poda imaginarse que Reed que en pleno siglo XXI la humanidad

    seguira confrontando los mismos males que inspiraron su obra periodstica: los conflictos

    militares, el imperialismo y la opresin de la humanidad por una pandilla de intereses y pases

    capitalistas poderosos. Diez aos que conmovieron al mundo es, en realidad, el preludio a una

    obra que permanece an por escribirse. La Revolucin bolchevique y en particular, los

    acontecimientos descritos por Reed entre abril y octubre de 1917siguen siendo un poderoso

    faro de luz para orientarnos en las gigantescas luchas que se avecinan.