El legado de alberto benavides

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a2 I EL COMERCIO DOMINGO 2 de enero del 2011 venderlo como activo de refugio. Sí agregamos valor y producimos lo que el mundo demanda. ¿Y en el caso del cobre? Entre el 17% y el 18% sale en for- ma de cátodos. En todo este tiempo de auge de la industria minera, ¿por qué no se ha ido un poco más allá? Sí lo hemos hecho, en alguna me- dida. Ya fabricamos cables de co- bre, Indeco y, si no me equivoco, una empresa del grupo Brescia lo hacen. ¿Por qué no hemos ido más allá? Por falta de mercado. Tenemos que ir a pelear el mer- cado de EE.UU., por ejemplo, donde las fábricas son mucho más grandes, tienen una serie de facilidades y están al lado de la demanda, mientras que nosotros tenemos que pagar el flete. Siempre se dice que solo se ha explorado el 5% del territorio peruano, ¿cuán cierto es esto? Creo que sigue siendo verdad, pero era más verdad hace 10 o 15 años. Yo estoy realmente... no voy a decir deprimido, pero sí fastidia- do, con esto de que a esta compa- ñía Centauro no la dejen explorar. ¡Explorar! ¿En qué puede conta- minar la laguna de Conococha el que se explore? Me parece una barbaridad. El impacto ambien- tal de la exploración es mínimo. Aun cuando se hacen trabajos de perforación diamantinos, el ma- terial que se acumula es escasísi- mo, pues uno hace la perforación para llevarse la muestra y poderla ver en un microscopio. Qué cosa puede hacer, pues, un hueco de dos pulgadas en la tierra. La preocupación de algunos es que eso lleve a algo más grande… Sí, pues, pero para eso está la auto- ridad y la autoridad tiene que ver que en una exploración no se con- tamine. Después, cuando se pasa a la etapa ya de construcción de la mina, ahí es cuando la autoridad tiene que dar permiso o denegar- lo. Y luego, una vez construido todo, todavía se puede denegar la autorización para explotar si se incumple alguna ley. Pero son, pues, etapas. Yo no veo cómo se puede quitar el derecho a explo- rar si explorar lo único que hace es aumentar las reservas de mi- nerales conocidas en el país. Me ha parecido que esto de Centauro realmente es un mal signo... A veces ocurre que ese primer encuentro entre la empresa mi- nera y las comunidades no se da en los mejores términos. El Es- tado tampoco interviene mucho para facilitar las cosas... Yo creo que los mineros tenemos la obligación de ir a hablar con las comunidades y convencerlas de que les vamos a traer eventual- mente bienestar y no fastidio. ¿Cuánto ha cambiado este te- ma en las últimas décadas? Habríaquesepararlascosasporzo- nas.Deaquíhaciaelnorte,másallá deHuachoyPativilca,empiezanlas dificultades.Enlasierracentral,en lazonadeCerrodePasco,porejem- plo,lascomunidadesyaestánmuy acostumbradas a la minería. Y lue- gopasandomásalsur,enelfamoso trapecio andino, desde Huancave- lica, pasando por la parte altoandi- na de Arequipa y hasta Puno, ahí la gente está, pues, desesperada por vías de comunicación. Si hubiera que elegir al empresa- rio más exitoso del país,les pre- sentamos aquí al principal candi- dato. Aunque su modestia le im- pida aceptar una nominación de ese tipo, Alberto Benavides de la Quintana bien podría serlo. A di- ferencia de Dionisio Romero Se- minario o de los hermanos Mario y Pedro Brescia, a don Alberto no le tocó expandir una fortuna que heredó de sus padres, sino crearla desde cero. Compañía de Minas Buenaventura, la firma que presi- de y que lleva su impronta desde hace 57 años, no es solo la prin- cipal empresa minera peruana, sino una de las responsables de que el Perú haya llegado a ser el mayor productor mundial de pla- ta y el quinto mayor de oro. Don Alberto tiene ya más de 90 años y sigue tan lúcido como siempre, yendo a trabajar todos los días. Ha pasado ya más de medio si- glo desde que inició esta aven- tura en Huancavelica... Es curioso. En 1952 llegué a la mi- na de Julcani como arrendatario por un año pero, al año siguiente, la dueña, que era la Sociedad Mi- nera Suizo-Peruana Julcani, me puso contra la pared: o compras o te vas. Así que hubo que comprar. ¿Fue una decisión difícil? Bueno, ciertamente no tenía el dinero y no había suficientes re- servas en la mina, pero yo tenía 32 años, más o menos, y a esa edad uno es más corajudo, más avezado. Así que nos lanzamos a formar Buenaventura y, a Dios gracias, nos ha ido bien. Me die- ron un préstamo contra entrega de minerales, y con ese dinero y un poco de ahorros que yo tenía por ahí, sacamos adelante la mi- na de Julcani. ¿Cómo le fue con el pago? La compra se hizo a mediados de 1953. Para diciembre del si- guiente año ya habíamos pagado todo, en 18 meses. Y el préstamo me lo habían dado por 3 años. ¿Quién le prestó en esa época? La Cerro de Pasco Corporation,de donde yo venía de trabajar. Lo que ellos querían era comprar los minerales para procesarlos en La Oroya. Fíjese usted qué intere- sante, pues esta historia muestra cómo funcionan los mercados. La Cerro de Pasco tenía especial in- terés en los productos de Julcani porque tenían bismuto, 1% o 2%, ya ni me acuerdo. ¡En esa época me pagaban el bismuto y ahora lo castigan cuando viene en el con- tenido del mineral! Eso porque ya no tiene mercado, ha perdido utilidad. Como anécdota, dicen que fue esta artista de cinema que representó a Cleopatra… Elizabeth Taylor. Exacto, Liz Taylor. Ella se pintaba las uñas con un esmalte que bri- llaba, y el bismuto era lo que lo hacía... iridiscente es la palabra. Entonces el consumo de bismuto voló por la demanda del esmalte, pero ya eso pasó y el uso que tiene hasta ahora es para metales anti- fricción. Pero parece que han en- contrado otros sustitutos y ya han dejado de lado el bismuto. Esa parece ser la historia del negocio minero: lo que puedes vender hoy quizá ya no tenga compradores mañana... Así es. Vea usted el caso del plomo, que tuvo su auge hará pues 50 años, cuando se usaba en pintu- ras, en cañerías, en los baños y la- vatorios, porque es muy flexible. Se usaba plomo tetraetílico y, de repente, dejó de tener todos esos usos, pero lo que perduró fue su utilidad para la fabricación de ba- terías. El plomo siempre fue más barato que el zinc, pero hoy no sé exactamente qué ha pasado, qui- zá la gente dejó de buscarlo por- que no era atractivo, y ahora vale más que el zinc, está por encima del dólar por libra. Yo lo trabajaba en la Cerro de Pasco cuando esta- ba a solo 20 centavos. Es que ha crecido el interés de las compañías automotrices, que están pensando en él y en el litio para las baterías de sus autos eléctricos... Imagino que sí. Desde esa perspectiva, lo que uno deduce es que la riqueza minera verdaderamente no es tal si el mercado no le da un uso y, sobre todo, si se mantiene en el subsuelo... Siempre nos dicen: “Ustedes solo exportan minerales”, pero el 95% del oro se exporta en barras ya re- finadas, para hacer joyería o para Diálogos con el poder ALBERTO BENAVIDES DE LA QUINTANA El presidente de Buenaventura sigue siendo, a sus más de 90 años, la voz más lúcida y respetada entre los empresarios mineros del Perú POR Augusto Townsend K. El legado de don Alberto ANéCDOTA. Benavides de la Quintana recuerda que Elizabeth Taylor puso de moda el esmalte de uñas iridiscente fabricado con bismuto. Yo creo que los mineros tenemos la obligación de ir a hablar con las comunidades y convencerlas de que les vamos a traer eventualmente bienestar y no fastidio Ciertamente no tenía el dinero y no había suficientes reservas en la mina, pero yo tenía 32 años, más o menos, y a esa edad uno es más corajudo, más avezado Buenaventura tiene 57 años. ¿Cuánto ha cambiado la em- presa en todo este tiempo? Imagínese. Cuando yo la to- mé éramos 4 o 5. No teníamos oficina en Lima, sino una allá en Julcani, donde contába- mos con 30 o 40 obreros. Hoy empleamos directamente en nuestras operaciones a más de 3.000 personas, y si contamos nuestra participación en Ya- nacocha y en Cerro Verde, son como 9.000. ¿Cuándo se decidió abrir el ca- pital de la empresa a inversio- nistas que no fuesen de la fa- milia Benavides? Fue así desde el principio. Yo no tenía el dinero para com- prar toda Buenaventura, así que invité al doctor Fernan- do Schwalb, a Manuel Ulloa, a Mario Samamé Boggio, al doctor Gonzalo Otero Lora, al doctor Daniel Olaechea y, por supuesto, a mis hermanos y a mis suegros. Todos suscribie- ron, así que desde el principio “Nos hemos manejado con la mayor transparencia” CONTINúA EN LA PáGINA A4 no fuimos una empresa familiar. Y el número de accionistas fue ampliándose... Así es. Por ejemplo, en unos mo- mentos difíciles que tuvimos, nos enteramos de que Southern Perú estaba obteniendo muy buenas utilidades, pero no podía sacar al extranjero sus dólares porque el gobierno de Juan Ve- lasco Alvarado no lo permitía. Así que fui y los invité a que sus- cribieran una buena cantidad de acciones de Buenaventura, y lo hicieron. ¡Traían acá los dólares en maletas! Después de eso, un buen día, el gerente general de Southern en el Perú vino y me di- jo: “Esta decisión la han tomado en Nueva York contra mi volun- tad y contra mi buen juicio, pero tengo que acatarla”. Decidieron vender para poner los fondos en otro lado. ¿Quién compró esas acciones? Una serie de fondos mutuos de EE.UU. y Canadá se interesa- ron. Entonces, fui al Banco de Crédito y ellos me dijeron que sí me apoyarían con el tema, siempre y cuando Buenaven- tura se comprometiese a sus- cribir 10% o 15% del paquete que tenía Southern. Al poco tiempo les pregunté dónde quedó ese 10% o 15% que nos tocaba comprar a noso- tros, y me dijeron que todo se había vendido entre fondos canadienses y americanos. Las AFP también participan en su accionariado, lo cual con- vierte a los peruanos afiliados al sistema privado de pensio- nes en propietarios indirectos de Buenaventura… En efecto, tenemos allí 3 millo- nes de accionistas representa- dos por los fondos de pensio- nes. Y la relación que tenemos con las AFP es muy positiva. Creo que hemos manejado la gerencia con la mayor transpa- rencia. Ahora nos han invitado a tocar la campana de cierre en la Bolsa de Valores de Nueva York en febrero o marzo de es- te año, si mal no recuerdo.

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a2 I El ComErCio DOMINGO 2 de enero del 2011

venderlo como activo de refugio. Sí agregamos valor y producimos lo que el mundo demanda.

¿Y en el caso del cobre?Entre el 17% y el 18% sale en for-ma de cátodos.

En todo este tiempo de auge de la industria minera, ¿por qué no se ha ido un poco más allá?Sí lo hemos hecho, en alguna me-dida. Ya fabricamos cables de co-bre, Indeco y, si no me equivoco, una empresa del grupo Brescia lo hacen. ¿Por qué no hemos ido más allá? Por falta de mercado. Tenemos que ir a pelear el mer-cado de EE.UU., por ejemplo, donde las fábricas son mucho más grandes, tienen una serie de facilidades y están al lado de la demanda, mientras que nosotros tenemos que pagar el flete.

Siempre se dice que solo se ha explorado el 5% del territorio peruano, ¿cuán cierto es esto?Creo que sigue siendo verdad, pero era más verdad hace 10 o 15 años. Yo estoy realmente... no voy a decir deprimido, pero sí fastidia-do, con esto de que a esta compa-ñía Centauro no la dejen explorar. ¡Explorar! ¿En qué puede conta-minar la laguna de Conococha el que se explore? Me parece una barbaridad. El impacto ambien-tal de la exploración es mínimo. Aun cuando se hacen trabajos de perforación diamantinos, el ma-terial que se acumula es escasísi-mo, pues uno hace la perforación para llevarse la muestra y poderla ver en un microscopio. Qué cosa puede hacer, pues, un hueco de dos pulgadas en la tierra.

La preocupación de algunos es que eso lleve a algo más grande… Sí, pues, pero para eso está la auto-ridad y la autoridad tiene que ver que en una exploración no se con-tamine. Después, cuando se pasa a la etapa ya de construcción de la mina, ahí es cuando la autoridad tiene que dar permiso o denegar-lo. Y luego, una vez construido todo, todavía se puede denegar la autorización para explotar si se incumple alguna ley. Pero son,

pues, etapas. Yo no veo cómo se puede quitar el derecho a explo-rar si explorar lo único que hace es aumentar las reservas de mi-nerales conocidas en el país. Me ha parecido que esto de Centauro realmente es un mal signo...

A veces ocurre que ese primer encuentro entre la empresa mi-nera y las comunidades no se da en los mejores términos. El Es-tado tampoco interviene mucho para facilitar las cosas...Yo creo que los mineros tenemos la obligación de ir a hablar con las comunidades y convencerlas de que les vamos a traer eventual-mente bienestar y no fastidio.

¿Cuánto ha cambiado este te-ma en las últimas décadas? Habría que separar las cosas por zo-nas. De aquí hacia el norte, más allá de Huacho y Pativilca, empiezan las dificultades. En la sierra central, en la zona de Cerro de Pasco, por ejem-plo, las comunidades ya están muy acostumbradas a la minería. Y lue-go pasando más al sur, en el famoso trapecio andino, desde Huancave-lica, pasando por la parte altoandi-na de Arequipa y hasta Puno, ahí la gente está, pues, desesperada por vías de comunicación.

Si hubiera que elegir al empresa-rio más exitoso del país,les pre-sentamos aquí al principal candi-dato. Aunque su modestia le im-pida aceptar una nominación de ese tipo, Alberto Benavides de la Quintana bien podría serlo. A di-ferencia de Dionisio Romero Se-minario o de los hermanos Mario y Pedro Brescia, a don Alberto no le tocó expandir una fortuna que heredó de sus padres, sino crearla desde cero. Compañía de Minas Buenaventura, la firma que presi-de y que lleva su impronta desde hace 57 años, no es solo la prin-cipal empresa minera peruana, sino una de las responsables de que el Perú haya llegado a ser el mayor productor mundial de pla-ta y el quinto mayor de oro. Don Alberto tiene ya más de 90 años y sigue tan lúcido como siempre, yendo a trabajar todos los días.

Ha pasado ya más de medio si-glo desde que inició esta aven-tura en Huancavelica...Es curioso. En 1952 llegué a la mi-na de Julcani como arrendatario por un año pero, al año siguiente, la dueña, que era la Sociedad Mi-nera Suizo-Peruana Julcani, me puso contra la pared: o compras o te vas. Así que hubo que comprar.

¿Fue una decisión difícil? Bueno, ciertamente no tenía el dinero y no había suficientes re-servas en la mina, pero yo tenía 32 años, más o menos, y a esa edad uno es más corajudo, más avezado. Así que nos lanzamos a formar Buenaventura y, a Dios gracias, nos ha ido bien. Me die-ron un préstamo contra entrega de minerales, y con ese dinero y un poco de ahorros que yo tenía por ahí, sacamos adelante la mi-na de Julcani.

¿Cómo le fue con el pago? La compra se hizo a mediados de 1953. Para diciembre del si-guiente año ya habíamos pagado todo, en 18 meses. Y el préstamo me lo habían dado por 3 años.

¿Quién le prestó en esa época? La Cerro de Pasco Corporation,de donde yo venía de trabajar. Lo

que ellos querían era comprar los minerales para procesarlos en La Oroya. Fíjese usted qué intere-sante, pues esta historia muestra cómo funcionan los mercados. La Cerro de Pasco tenía especial in-terés en los productos de Julcani porque tenían bismuto, 1% o 2%, ya ni me acuerdo. ¡En esa época me pagaban el bismuto y ahora lo castigan cuando viene en el con-tenido del mineral! Eso porque ya no tiene mercado, ha perdido utilidad. Como anécdota, dicen que fue esta artista de cinema que representó a Cleopatra…

Elizabeth Taylor.Exacto, Liz Taylor. Ella se pintaba las uñas con un esmalte que bri-llaba, y el bismuto era lo que lo hacía... iridiscente es la palabra. Entonces el consumo de bismuto voló por la demanda del esmalte, pero ya eso pasó y el uso que tiene hasta ahora es para metales anti-fricción. Pero parece que han en-contrado otros sustitutos y ya han dejado de lado el bismuto.

Esa parece ser la historia del negocio minero: lo que puedes vender hoy quizá ya no tenga compradores mañana...Así es. Vea usted el caso del plomo,

que tuvo su auge hará pues 50 años, cuando se usaba en pintu-ras, en cañerías, en los baños y la-vatorios, porque es muy flexible. Se usaba plomo tetraetílico y, de repente, dejó de tener todos esos usos, pero lo que perduró fue su utilidad para la fabricación de ba-terías. El plomo siempre fue más barato que el zinc, pero hoy no sé exactamente qué ha pasado, qui-zá la gente dejó de buscarlo por-que no era atractivo, y ahora vale más que el zinc, está por encima del dólar por libra. Yo lo trabajaba en la Cerro de Pasco cuando esta-ba a solo 20 centavos.

Es que ha crecido el interés de las compañías automotrices, que están pensando en él y en el litio para las baterías de sus autos eléctricos...Imagino que sí.

Desde esa perspectiva, lo que uno deduce es que la riqueza minera verdaderamente no es tal si el mercado no le da un uso y, sobre todo, si se mantiene en el subsuelo... Siempre nos dicen: “Ustedes solo exportan minerales”, pero el 95% del oro se exporta en barras ya re-finadas, para hacer joyería o para

Diálogos con el poder Alberto benAvides de lA QuintAnA

el presidente de buenaventura sigue siendo, a sus más de 90 años, la voz más lúcida y respetada entre los empresarios mineros del Perú

PorAugustoTownsend K.

El legado de don Alberto

AnéCDoTA. benavides de la Quintana recuerda que elizabeth taylor puso de moda el esmalte de uñas iridiscente fabricado con bismuto.

Yo creo que los mineros tenemos la obligación de ir a hablar con las comunidades y convencerlas de que les vamos a traer eventualmente bienestar y no fastidio

Ciertamente no tenía el dinero y no había suficientes reservas en la mina, pero yo tenía 32 años, más o menos, y a esa edad uno es más corajudo, más avezado

Buenaventura tiene 57 años. ¿Cuánto ha cambiado la em-presa en todo este tiempo?Imagínese. Cuando yo la to-mé éramos 4 o 5. No teníamos oficina en Lima, sino una allá en Julcani, donde contába-mos con 30 o 40 obreros. Hoy empleamos directamente en nuestras operaciones a más de 3.000 personas, y si contamos nuestra participación en Ya-nacocha y en Cerro Verde, son como 9.000.

¿Cuándo se decidió abrir el ca-pital de la empresa a inversio-nistas que no fuesen de la fa-milia Benavides?Fue así desde el principio. Yo no tenía el dinero para com-prar toda Buenaventura, así que invité al doctor Fernan-do Schwalb, a Manuel Ulloa, a Mario Samamé Boggio, al doctor Gonzalo Otero Lora, al doctor Daniel Olaechea y, por supuesto, a mis hermanos y a mis suegros. Todos suscribie-ron, así que desde el principio

“nos hemos manejado con la mayor transparencia”

ConTinúA En LA páginA A4

no fuimos una empresa familiar.Y el número de accionistas fue ampliándose...Así es. Por ejemplo, en unos mo-mentos difíciles que tuvimos, nos enteramos de que Southern Perú estaba obteniendo muy buenas utilidades, pero no podía sacar al extranjero sus dólares porque el gobierno de Juan Ve-lasco Alvarado no lo permitía. Así que fui y los invité a que sus-cribieran una buena cantidad de acciones de Buenaventura, y lo hicieron. ¡Traían acá los dólares en maletas! Después de eso, un buen día, el gerente general de Southern en el Perú vino y me di-jo: “Esta decisión la han tomado en Nueva York contra mi volun-tad y contra mi buen juicio, pero tengo que acatarla”. Decidieron vender para poner los fondos en otro lado.

¿Quién compró esas acciones?Una serie de fondos mutuos de EE.UU. y Canadá se interesa-ron. Entonces, fui al Banco de Crédito y ellos me dijeron que

sí me apoyarían con el tema, siempre y cuando Buenaven-tura se comprometiese a sus-cribir 10% o 15% del paquete que tenía Southern. Al poco tiempo les pregunté dónde quedó ese 10% o 15% que nos tocaba comprar a noso-tros, y me dijeron que todo se había vendido entre fondos canadienses y americanos.

Las AFp también participan en su accionariado, lo cual con-vierte a los peruanos afiliados al sistema privado de pensio-nes en propietarios indirectos de Buenaventura…En efecto, tenemos allí 3 millo-nes de accionistas representa-dos por los fondos de pensio-nes. Y la relación que tenemos con las AFP es muy positiva. Creo que hemos manejado la gerencia con la mayor transpa-rencia. Ahora nos han invitado a tocar la campana de cierre en la Bolsa de Valores de Nueva York en febrero o marzo de es-te año, si mal no recuerdo.

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a4 I El ComErCio DOMINGO 2 de enero del 2011

A lo largo de los años, la ges-tión de Buenaventura ha afrontado un cambio gene-racional. Sus hijos Roque y Raúl han asumido posiciones muy importantes dentro de la empresa. ¿Cómo ha visto us-ted este cambio? Tuve la suerte de que Roque estudiara primero ingeniería civil, lo que me parecía muy bien porque la base de la inge-niería minera está en la inge-niería civil. Lo apoyé en todo. Pero lo mejor fue cuando me dijo que se iba a ir a estudiar administración de negocios a Inglaterra. No es que yo me quiera tirar al suelo para que me levanten, pero yo nunca he sido, pues, un administra-dor de negocios, he sido un profesional de geología. Así que la venida de Roque fue espléndida porque él se en-cargó de la administración, contabilidad y finanzas de la empresa...

¿Y en el caso de Raúl?Fue quizá más fácil porque él me dijo desde el principio que quería ser ingeniero minero, y por supuesto se lo fomenté.

Lo llevé mucho a las minas y disfrutaba mucho ver cuán en-cantado estaba él en ese am-biente.¿Sus hijos nacen cuando us-ted ya había fundado Buena-ventura? Blanca y Alberto antes de la fundación. Mercedes, la terce-ra, nació justo cuando estaba por tomar Julcani. Siempre di-cen que cada chico viene con un pan bajo el brazo. Pues yo le digo a Mercedes: “Tú viniste con un panetón”. Y después nacieron Roque y Raúl en Lima, pero en mis viajes los llevaba mucho a la sierra.

Usted ya tenía una familia que alimentar cuando se le presentó la posibilidad de comprar Julcani. ¿Por qué se arriesgó en lugar de ir por lo seguro y quedarse en la Ce-rro de Pasco?La gente me decía: “Vas a per-der la camisa en Julcani, es una aventura, una locura, lo que estás haciendo. ¡Cómo te vas si tienes un porvenir en la em-presa!”. Quizá algunos piensen que yo quise salir de la compa-ñía porque la disciplina era muy

dura y vivir en Cerro de Pasco tampoco era fácil. Pero yo me aclimaté mucho y me acos-tumbré a todo esto. Trabajé en la Cerro de Pasco desde 1944 hasta 1950 como geólogo, y a finales de 1950 me trajeron a Lima como jefe de exploracio-nes. Entonces, yo ya estaba re-sidiendo en Lima, y todo hacía pensar que tenía un futuro den-tro de la Cerro de Pasco. Y ahí era cuando me decían: “Cómo te vas a ir a una mina en Huan-cavelica, quédate acá porque tienes un camino trazado”. Ahí visité Antamina –que se la reco-mendé a la Cerro–, Tintaya, Las Bambas. Pero me arriesgué y afortunadamente me fue bien.

¿Cómo mantiene la humildad un empresario cuando em-pieza a crecer su fortuna? Supongo que depende de los individuos. La gente puede creer que no soy sincero, pe-ro la verdad es que esto nunca fue para mí una búsqueda de dinero. ¡Me entusiasmaba tan-to esto de abrir las minas y ver qué pasaba! En esta actividad todos los días cuentan y yo los disfruté todos.

“Me decían: ‘Vas a perder la camisa en Julcani’”

VIENE DE LA PÁGINA A2

Entonces, cuando ven un mine-ro venir, están encantados. Mi experiencia es que son muy bien recibidos. Ahora, habiendo dicho esto, sale este chupo de Tía María. Pero fíjese que esto no ha salido al comienzo, ha salido después. Es indudable que ahí la empresa ha fallado. Han pasado tres, cuatro, cinco años y no han estado lle-gando. Cuando arribaron segura-mente los recibieron con los brazos abiertos, porque significaba canon y otros beneficios para ellos.

¿Qué puede estar pasando en esos casos? A veces parece que la comunidad sencillamen-te dice: “No queremos minería”, y excluye la posibilidad de ne-gociar…Yo no he encontrado eso. Que me digan así: “No quiero negociar”, nunca. Lo que uno escucha, más bien, es: “Qué me vas a dar a mí”.

¿Ha sido difícil ese trabajo de generar empatía, de trabajar con las comunidades?No es fácil, pero hay que hacerlo. Yo creo que nuestro gran instru-mento en la minería es el agua. Tenemos que dotar de recursos hídricos a las zonas donde traba-jamos.

Esa es una inversión que la mi-nería puede dejar para la pos-teridad.Nosotros tenemos el ejemplo de Minera La Zanja, que acaba de arrancar. Y, bueno, no hemos tenido ninguna dificultad para empezar porque hicimos una re-presa. Y la hemos hecho porque nosotros necesitamos el agua, pero le vamos a dar una parte a ellos. Y están encantados.

Pero también es verdad que la minería antigua, incluso la es-tatal, dejó muchos pasivos am-bientales…No solo la estatal. Nosotros mis-mos lo hicimos.

¿Qué se debe hacer para ir cu-rando esas heridas?Hay que ir arreglando las cosas. Yo no tengo una receta ni una va-rita mágica, pero lo que sí creo que hay que hacer con las comu-nidades afectadas es darles más agua, darles electricidad. En La Zanja hemos denunciado eso hace 16 años. Han llegado hasta a quemarnos el campamento, ha-ce 4 o 5 años.

¿Cómo se revirtió la situación?Empezamos a trabajar para ver cómo podíamos ir convenciendo a la gente. La habíamos corteja-do, le habíamos dado un centro ganadero, un centro lechero, ha-bíamos colaborado en una serie de cosas para ganarnos su buena voluntad. Todo esto funcionó, es positivo y hay que hacerlo. Pero la puntilla fue que decidimos lle-var la línea de alta tensión antes

de que tuviéramos lista la mina. Esto lo acordamos ahí y alguien nos dijo: “Pero ustedes todavía no tienen el permiso para la mina”. Bueno, tuvimos que jugárnosla. Pusimos la línea y pudimos darle corriente a una serie de pequeños pueblos.

¿Nadie se quejó?Oiga, hubo un pueblo, que se lla-ma Gordillo, que nos dijo: “Por nuestro terreno no pasa la línea”. Bueno, nos dimos la vuelta y a la semana estaban rogando que les pusiéramos la línea. Total, la gen-te ahora está encantada. No hay ningún problema, estamos pro-duciendo, se ha volteado el pas-tel. La empresa tiene que tomar la iniciativa en este tipo de cosas.

Muchas veces se discute en el Perú si la minería es la industria que nos va a sacar de la pobre-za o no…Mi opinión puede estar parciali-zada, pero yo estoy convencido

LEGADo. Para el presidente de Compañía de Minas Buenaventura, la minería es la principal herramienta para integrar al país. “No podemos vivir separados de la sierra”, afirma.

LESLIE SEARLES / ARChIVo

VíNCULo. Su actividad no lo apartó de la familia y los amigos. MéRIto. Su labor fue reconocida a principios del año que pasó.

de que así es. Sobre todo, va a in-tegrar la sierra con la costa. Los costeños siempre hemos tenido un gran desprecio por los serra-nos. Yo recuerdo que se decía por acá: “El serrano nunca es bueno, y cuando bueno nunca perfecto, y cuando perfecto siempre serra-no”. Era un dicho muy común. Bueno, yo me he pasado 50 años en la sierra, tengo muchísimos amigos en Huancavelica, Cerro de Pasco, Cajamarca, Arequipa. Siempre he encontrado un am-biente muy acogedor, a pesar de ser la topografía tan agreste, como es en Huancavelica, pero el carác-ter de la gente es muy bueno. Qui-zá yo llegué en momento en que no había ni carretera, en que se de-cía que la mina la iban a cerrar, que no había reservas. Quizá dijeron: “Pobre muchacho, está haciendo el esfuerzo”. Total, yo recibí todo tipo de apoyo, así que sería suma-mente injusto si me quejara de los huancavelicanos, que me acogie-ron con los brazos abiertos.

Usted empezó en Huancaveli-ca, que después de medio siglo sigue siendo el departamento más pobre. ¿Qué ha pasado?Una de las razones es la falta de vías de comunicación. Nosotros hemos hecho todo lo posible por desarrollar una mina grande en Huancavelica, y no hemos tenido suerte. Lo único que sabemos es que hay una mina un poco más al norte que podría tener algo de valor, pero esa la tuvo primero Rio Tinto, una compañía ingle-sa, después nosotros quisimos entrar ahí, pero Milpo ganó y la tiene ahora y no se está haciendo mayor cosa.

Desde los 90 ha habido una cantidad fortísima de inver-siones mineras en el Perú. ¿En qué medida se ha producido un cambio en la mentalidad del empresario minero peruano?Esa es una de mis quejas. No hay prácticamente mineros peruanos. Está Jesús Arias, estaba Bobby

Estoy convencido de que así es [que la minería es la industria que nos va a sacar de la pobreza]. Sobre todo, va a integrar la sierra con la costa

Letts, que ha muerto pero su fa-milia sigue en Volcan, está Guido del Castillo, los Brescia con Min-sur, pero allí paramos de contar, los demás son más chicos. Y el res-to son todas compañías inmensas internacionales. Nosotros hemos tenido la suerte de participar en Minera Yanacocha, que la consi-deran extranjera pues la maneja Newmont, pero estamos siem-pre detrás de ellos empujándolos a que hagan más cosas en el Perú. Vamos a tratar de sacar adelante el proyecto Minas Conga, pues yo creo que ya llegó al punto de no retorno. Eso no lo para nadie, es-tamos embalados.

¿De todas las minas en las que ha participado, cuál tiene para usted mayor valor sentimental?Julcani, que sigue trabajando y que todos los días nos da sorpre-sas. Cuando yo la tomé me dije-ron que no había reservas sino para dos meses. Y han pasado cincuenta y tantos años.

Así de sorpresiva es la geología del Perú…Sí, pero también es el resultado de una política de seguir con las exploraciones, de no bajar los brazos, de no darse por vencido.

¿Cuánto del éxito de una empre-sa minera es suerte y cuánto el resultado de una buena gestión? Yo diría que 50% de cada lado. Creo que la base es mantener el ritmo de las exploraciones. La perseverancia es el sustrato del negocio minero. Esa ha sido siempre la política de Buenaven-tura. Una vez que encontramos Julcani, empezamos a explotarla y a pagar la deuda, pero no nos quedamos tranquilos y fuimos a buscar algo más en la zona de Huachocolpa, en Huancavelica. Esta todavía está funcionando, pero no resultó ser la mina que queríamos, así que nos fuimos a Arequipa, a Orcopampa, y de ahí a Huacho, a la zona que se llama Ucchuchaqua. Nosotros no he-mos parado de explorar minas. Ahora, habiendo dicho eso, sin duda creo que la suerte nos ha acompañado. Una anécdota, o un caso quizá extremo de buena suerte, fue que, estando en Or-copampa, la comunidad vecina nos pidió un tractor para limpiar un derrumbe que habían tenido en uno de sus canales. Nosotros mandamos el bulldozer, pero

junto con este fue un geólogo. Al ver este lo ocurrido, empezó a muestrear las fracturas que había por allí, y cuando hicieron los en-sayos, se encontró una veta que, para sorpresa de todos, dio una onza de oro por tonelada. Fue un golpe de suerte. Todavía segui-mos extrayendo mineral en la zona de Chipmo.

¿Cuántas veces usted ha senti-do que ha fracasado? Varias. Traté, por ejemplo, de desarrollar las minas Colqui-pucro, a unos 60 km al norte de Cerro de Pasco, y no funcionó. Mis hijos se reían de mí porque yo les decía: “Ahí tiene que haber mineral, los quechuas eran muy hábiles y ‘colqui’ significa plata y ‘pucro’ colina, así que eso debe ser una colina de plata”. “No lo dudamos -me decían-, pero lo que vas a encontrar allí no son minerales de plata, sino la mis-ma plata que le has metido al proyecto, que ya has enterrado”. Bueno, pues, no salió. Después estuve metido también en este tema de los fosfatos en Bayóvar. Una larga historia allí, pero fi-nalmente me retiré porque no la vi clara [la mina ahora es de propiedad de la brasileña Vale].

A veces uno tiende a hacer el paralelo entre ustedes y el ne-gocio minero de la familia Hoch-schild, cuya estrategia se ha en-focado, más bien, en expandir-se fuera del Perú...Nosotros también hemos bus-cado cosas en otros lados, pero, como siempre digo, cada vez que encontrábamos algo inte-resante fuera del Perú, encon-trábamos algo mejor dentro del Perú. Así que mejor me quedo aquí tranquilo.

¿Cuál quisiera usted que fuese su legado en el sector empre-sarial? Mire, yo nunca he buscado no-toriedad. Pero sí mantengo con gran entusiasmo que la minería es el elemento integrador del Pe-rú. Nosotros no podemos vivir se-parados de la sierra, tenemos que vincularnos con ella, y la minería es lo que nos permitirá hacerlo. Y si queremos algún día llegar a nuestra selva, integrémonos pri-mero con nuestra cordillera. Si bien es agreste, su gente es muy buena. Yo quisiera que el Perú en-tero reconozca eso. π

La perseverancia es el sustrato del negocio minero [...] Nosotros no hemos parado de explorar minas. Ahora, habiendo dicho esto, sin duda creo que la suerte nos ha acompañado

Nuestro gran instrumento en la minería es el agua. Tenemos que dotar de recursos hídricos a las zonas donde trabajamos