El Lazarillo de Luis Jaime Cisneros

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I.. .. .t ~ . - . . .,r.~ ~ . . C .-, . . - . Luis Jaime CISNEROS, UN AMAUTA ~• 4 ~. . ~ ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUA Fondo Editorial Universidad Nacional Mayor do San Marcos Facultad de Letras y Ciencias Humanas Decanato Marco Martos Carrera Gladys Flores Heredia EDITORES

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Examen de la edición del "Lazarillo de Tormes", preparada por Luis Jaime Cisneros como tesis de licenciatura en la U. de Buenos Aires. Publicada en 1946 en la editorial argentina Kier.

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  • I.. ...t ~ . - . .

    .,r.~ ~ . .C .-, . . - .

    LuisJaime

    CISNEROS,UN AMAUTA

    ~

    4 ~. .

    ~

    ACADEMIA PERUANA DE LA LENGUAFondo Editorial

    Universidad Nacional Mayor do San MarcosFacultad de Letras y Ciencias Humanas

    Decanato

    Marco Martos CarreraGladys Flores Heredia

    EDITORES

  • CARLOS GATTI MURRIEL

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    Este crnjL!~nto ar~iplio de obras est~i b.omplementado pruno awn ms amplio d~ artI~ulos y rese6s. Tratr de ofre~eruna imagen comprensiva de ellos es tarea ardwa, y no q~!Jierono debo asumir los papeles del cura y del ba~bero del libroaquel cwyo nombre no qpiero aordarme. Me limitar, porlo ta~to, a ~sbpzaij algwnos~de los ternas repwrr~ntes: DiegoMejIa, el Lunarejo~ Amarilis ~y en general: Ia Literatura CQloniajPeruana; Ia Literatura Espanola del Siglo de Ore: el Quijote,GOngora, Lope, Gracin; sintaxis espanola; estilo verbal;entonaciOn, puntuaciOn y ortograffa; didctica de Ia enseanzadel lenguaje; historia de Ia lengua en el PerU; estudios concretossobre etimologias en el mbito romnico; temas de lingufsticageneral y de psicolinguistica: incomunicacin, patologiadel lenguaje, relaciones entre Ia Psicologla y Ia Linguisticp. Ytambin me ci(cunscribir a mencionar alguas de las re~/istQsdonde aparecieron: el BoletIn del lnstituto Riva-Agero, el BoletInde Ia Real Academia Espaola, Lexis, Mar del Stir, el MercuricPeruano, Ia Nueva Revista de Ia Universidad Catlica, Sphinx.

    Luego de examinar, una obra coma Ia de Cisneros,uno tiende a coincidW con Borges en que el univrso es,efectivamenfe, una biblioteca. Sin embargo, pienso que, dpesar de lo impresionante que es su produccin bibliogrfica,Ia verdadera obra de Luis Jaime Cisneros no est qili. sinc~en Ia chispa que encendi su voz en nuestras concienciasad~lescentes.

    Desde ese mOmenta, lo hernos considerado maestro, ~en ese sent~o pod~famos decir que es amauta desde hacemueho tiempe y no es necesaria ninguna ceremonia parahacrselo s~iber, pues Ia realidad es anterior a Ia palabra y l~prolbngaci~h desu labor en sus discIpulos es un heeho ~robadbde efieaci~ docente. Pero coma Ia realidad se ~om~eta conlos nombres y Ia plenitud del sr come sostendrI~ J~r~Guilln no~es verdad~ah~ente plen~a hasta no ~er ,tombradaper Ia fil ~lenitud de las palabras, n~ es ~ino uh~ debe~ deji~sticia reoocer hoy cemo ama~uta a quien dtiwante t~d suvi~Ja h~i side tin raestr,o. Ast see.

    EL LAZARILLO DE FORMESDE Luis JAIME CIsNER0s

    FERNANDO RODRIGUEZ MANSILLAHobart and William Smith Colleges

    Hace ssenta Ly seis aos vio Ia IUz Ia edicinah~ot~dd.y con stt!idioiintrodu~torib del.Lazarillode Thrmes (Buenos Aire~: Kier, 1946) pre~aradapoi~ Luis ~aiine Cisneros, 1entont~es un joenfillo~go gradt!Ja~o en Ia Uni~iersidad de BUer~iosAires. L!as si~ui~rites p~inas sprii un intentode valordcin de aqUella opera prima en I

    contxto critico que l v~ st~rgir.

    T~d jercicio de investigaciOn inicial,~so era ~I trdbajo de Ci~neros, se prbpen un

    dil~go coh Ia trdieiO~n c~itica. Un vistazo a- Id bi1~Iibgraffa de su trdbajo sobre el Lazarillb

    de Torrh~s has permite comprobar queaqullb tradiciOh con Ia qu se diaIog~ es,Iegi~a~rn~er~e, de fir~iaIes del XIX e inieios delsi~Io XX. Lb m~s ~rOximo a nosotros en lo quese refiere a ~i~hci es el Erasrne t Espagn(~1~37) d~ Mardi B~taiIIen, en frances, ya queadn no se habi publicado Ia ;traduccin alcastellano de Akitorre y I~renk. Eneontramos,asimismo, los non~bres.seeros de Ia estilfstica:

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    Karl Vossler, Leo Spitzer y Amado Alonso. Igualmente, trabajoseruditos fundamentales en su poca de los eminenteshispanistas franceses Alfred Morel-Fatio y Raymond FoulchDelbosc. Otra secciOn Ia conforman los nombres de Ia escuelade Mnendez Pelayo: Bonilla y San MartIn, Rodriguez Mann yJulio Cejador.

    Pocos de los autores de esta nOmina se leen an ahorapara conocer mejor el Lazarillo de Tormes, pues nuestra actuallectura acadmica del libro anOnimo obedece, bsicamente,a trabajos de Ia segundo mitad del siglo XX, es decir,posteriores a Ia tradiciOn que manejaba entonces Cisneros. Dehecho, el punto de partida de toda Ia cnitica de estas ltimasdcadas lo constituye un articulo de Courtney Tarr, , donde por primeravez se dejan de ado aspeetos ecdticos y se defiende IacondiciOn orgnica, cn ella a modernidad del relato, encontraste con 1a5 . lctwras aeadrnk~as imperantes en Ia

    epoca, que consideraban ~l Lazariilo un~relato mal engarzado,fragmentario, cU~yo valor residia bsieaniiente en Ia recopilaciOnde materiales provenientes d~l M~.dioe~vo. El trabajo de Tarrdefendla, nove~dos~a~entp en su m:oni~ento de publicaciOn (enlas pginas de PMLA, en 1927), a disposicin premeditada delos tratados en aras de exhibir un proceso vital: el del pIcaro.Pese a su novedad, estas ideas no sern ~tomadas sino treirftaaos despus, per wri~ijoven Glaudio Guilln, qwien publica, enHispanic Review, z>, do~pde par primera vez s~ coVnsid~ra el texto comouna , una ~~ que exige al Lzaronarrador-protegonista seleccionar episodios relevantes de suvida. Tanto Tarr coma Guilln son pilares de l~ aproximaciOnde base narratolgica qiie despegar en los aos sesentay encontrar ~n un libro coma Language and Society in Lavida de Lazanillo de Tormes, de Harry Sieber (1977), su maximaexpresiOn, aunque ya con ribetes postestructuralistas. Unpuente entre los dos primeros autores y el ~iltimo mencionadoes Francisco Rico, quien publica en el BRAE dp 1966 otro articulo

    fundamental, , punto de partidade su influyente opsculo La no.~eia picaresca y el punto devista (1970). En ~~, Rico identifica, por primeravez, el refer~ido erj el prOlogo con el ~~ d~I ltimotratado, es decir, el mnage a trois de Lzaro, su esposa y elarcipreste de San Salvador. De ella, derivaba que el verdaderoinicio del Lazarillo se encuentra en su final, cuando Lzaro sevuelve biOgrafo de si n~ismo a peticiOn de . Eldesarrollo particular de algyno.~ de los pos~tuIados provenient~sde los estudios referidos, que operan cQmQ dir~ctnices, nosconduce, en ~l transcurso de lqs aos y de las perspecjivasteOricas, hacia las coordenadas actuales de Ia cnItica sobreel Lazqrillo: una pqrodJa de las contesiones ante el SantoQficio, sus vinculos con Ia retOniea de las Cartas de reIacin de!ndias, Ia psicoanalitia, Ia contestaciOn a Iaautoridad, etc.

    Pues bien, nala de lo resu,mido aprefadarnente en elprrafo anterior ex~tIa en Ia dcada del cuarer~ta, excepto,como un islote, el articulo de Tarn: Imperaban en esa pocaIa filosofla idealista de Benedetto Croce, las ideas Iinguisticasde Karl Vossler y gaban de s~ maypr auge los estudiosestilisticos, los cuales acabaron por relegar a Ia ,representada por los discipulos de Mnendez y Pelayo.Precisamente uno de estos, Julio Cej~idor y Frauca, era eteditor contemporjneo ms solvente del Lazarillo de To~nes(su ediciOn en CIsico~ ~si~pIIanos se reimprimir hasta 1976)y defe9sor de Ia au~rIa c~e Sebastian de Horpzco. El trabajode Cisnerps, par lo tantp, debla debatir con los fundamentosde Cejador, quienrepresentaba a otro ms de Iqs a quiepes los exponentes de Ia nuevp cnitica desplazanfaninevitablemente,. En el prOlogo a su libro, nuestro joven autorexplicaba Ia originalidad de Ia investigacin emprendidaen trminos de ~~ (Cisneros1946: 7), es decir, refrescar el panorama cnitico de Ia pnimeramitad del XX en torno al Lazarilio. A su vez, podrialeerse coma el aporI~e hispanoamenicai~o a un debate que,

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    hasta entonces, se ha Ilevado a cabo en Ia Orbita europea 0inclusive en Ia anglosajoria; Esta idease vera confirmada porotras ms, esbozadas a lo largo de su estudio, que incidi~nen Ia presencia de Amni~a dentro del panorama litrarioespanol.

    Este estudio introduetorio a Ia edicin andt~a delLazarillo posee el mrito de ofrecer uno sintesis del estado deId cuestiOn conternpornea (es decir, d hacia 1940) y a suvez dsarrollar-argumentos.mas o menos originales en torno atmas que tedavfa.hoy se mantienen.palpitantes. Me o~upara continuaciOn de algunos de ellos. En primer lUgar, Cisnerosdefiende Ia autorfa,.heredada del siglo XIX, de Diego Hur~adode Mendoza (1503-1575), eon Ia consecuente refutaeiOna Cejador, euyo candidato era Horozco. Para ello, feha eltexto alrededor de 1525, considerando que las Cortes aludidaspor Lzaro dn el Ultimo tratado son las llevadas a cabo en Iaprimera entrada de Carlos V a Toledo (.y no las celebradasen 1538). Ehtonces Hurtado de Mendoza, un veinteaneroestudiante en-Salamanea, habrIa compuestola ~~ quees Ia autobiografla del picaro, a partir de lo cualse comprende~ue Ia mantuviese anOnima ~or cuestiones de honra y porconsideraria obra juvenil.

    Un apartado interesante a este respecto es el queintenta explicar el origen del Lazarillo. E~te hab~1a surgidoen medlo de un &nbiente estudiantil de amenos paseosa briUas del Tormes. En esta atmOsfera idflica y humanista, ellibro, circulando manuscrito, pudo haber sido una suertede, valga Ia redundancia, ~~ o gula para los jOvenesqi.~ie entretenlan ast I~s horas fuera de las aulas. La imagen,avalada par testimonios de Ia epoca sobre dichos paseos,es sumamente poderosa y se confunde, evidentemente, conIa de Fernando de Rojas, estudiante de Ieyes tambin enSalamanca, autor de La Celestina. En efecto, es tan fuerte estatradicin que el propio Francisco Rico, pese a desestimar, enIa actualidad, Ia autorfa de Hurtado de Mendoza, no deja de

    comentar el hecho: (1992: 36).

    La atribl.LciOn q Hurtqdo de Meftdoza, relanzadarecientemente por Mercedes AgullO, no es menosyinierta queotras que semantierpen en vigor o que cobraronnueya vigenciaen a Ultima dcada, como las de Alfonso de Valds; Juande Timoneda o Juan Luis Vives1. Las.atribwciones del Lazarillohan experimentado un giro similar al de Ia propia perspectiigerItj~ca: Si en las primeras dcadas d~I XX el peso de Ia atribuciOngravitaba en el estilo a en aspectos estrictarnente literariosp biogrficos, ltimarnente estos se han vista acompanadospor Ia general del factor ideolOgico, que es, no obstante, tanresbalosq en Ia narracj~n de Lzaro de Tormes.

    Otra de las razones aducjdas para fechar Ia redacciOn deltexto hacia 1525 se ofrece en el apartado ~~.Aqul Cisneros aboga par considerar que, probable~nent, Iaausenci~ de America en Ja trayectoria vital de Lzaro sea unindiclo para situar Ia qbra en los aos previos obien los inme~iatosa las cpnquistas de ~xico y del Peni ~No estaban dernasia~ofrescos los sucesos (en America) para .que una mente joven eingeniosa. coma fue, sin .duda, Ia del autor, los desperdiciase?~Por qu no lo atrajp, entonces, Ia Conquista? Es preferjblepensar que porque~no habia cornenzado>~ (Cisneros 1946: 73).Aducia, adems, razonablemente, que otros picaros fueron alas Indias (coma Pablos de Segovia o~eI menos clebre Lzarode Manzanares) o al menos hablado de ellas (coma Guzmn1 Me refiero al esfudio de Rosa Navarro (2003) a favor del heterodoxo conquense;

    asi como a trabajos de Francisco Calero, a favor de Juan Luis Vives; y Ia propuestade Jordi Bilbeny, quien atribuye el Lazorillo a Timoneda. Me he ocupadode evaluar estos atribuciones, junto a Ia renovoda propuesta de Hurtado deMendozo, en ml articulo ~A vueltos con los autores del Lazariilo de Tormes (apropOsito del libro de Mercedes AguIIa)*, en prensa en el Bole tin de Ia AcademiaPeruana de Ia Lengua.

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    de Alfardche o Marcos~de Obre~gn, c~yo intento de viajar aAm~nica no llega a concretarse.).

    En ralidad, m~s. dlk~i de las referencias que podam~scatalogar en extenso en infinidad de IliSros de Ia epoca, lbsIndias no fueron un tema tan atractivo para Ia literatura urea.En el imiginario c~oletivo ~e k~ epoca representaban ms quenada un li~igar Iej~no y exOtic~ donde uno podia enriquecerser~pidament~. El gr~n gneio litrario aurisecular, Ia comedia,cuenta con ap~nas un punado de obras (casi una veintena)cuyos hedhos o~urren eh America. D~fts de muchas deellas (come ~curre con Ia fa~nosa TrilogIa de los Pizorros deTirso de Molina) se Ha desciibierto un afn propagandI~ficolentado por fam~lias de cbnqui~tadbres que, a a par depleitar eon Ia Corona per justas mercedes, propalaron enlos corrales las aza~s de sus antepasadbs pare ganarse aIa opiniOn pUbliea. Per afro lade, en el genera de Ia novelacorta, impulsado per Cervantes, contamos con historias quepueden oeurrir en Ia Italia espanola (N~ipoles, Sicilia y Milan)o haste en Flandes, pero nunca en Amrica, aunque siemprehay dlgUi~ personje venide del Peru o de Mexico, un galnjoven o, m~ a mehuo, viejo (come el vijo Canizares deEl celoso extremeo), qu~ pretende arregl~rlo todo con pesosensayados. Ciertarne~te, i*~r~ los pfcaros que suceden aLzaro de Tormes, tras un silencio ae casi cincuenta aos (de1554 a 1~5~9, con Pa a~arieiOri de Ia prirnera paffe del Guzm~nde Alfarache), las Indies y los fr~dianos son sinOnimo de un bueribotmn. La ~Icara protagonista de Teresa de Menzanares (1632).de Alonso d Castillo SdlOrzano, al encontrarse eon un supu~stogal~n rein~enido del Peri~i, confiesa: (1986: 406).

    En este mismo rubro, Cisneros, recogiendo una observaciOnde Niceto AIcaI-Zamora, vineula el desarrollo dela legislaciOnindiana con el auge de Ia picaresca. Sibien no se atreve aindagar ms en estas relaciones, sealaba:

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    Tormes original, hoy no cabe duda, debla de tener Ia forma deuna carta, es decir, de un texto dispuesto de corrido. Senalabaentonces Cisneros:

    ,~,No ~npresiona esta manera de iniciar el capitulo como Sihubiese sido desgiosado de Ia narraciOn anterior para danearquitectura propia? Esto debi estar escrito, sin duda, acontinuacin del tratado anterior (el tercero), y solo por Ianecesidqd de darlo a Ia imprenta llev el autor a hacer deeste trozo un capftuloespecial. (1946:18)

    En lo que respecta a Ia ediciOri deltexto del Lazarillo, Cisneros,siguiendo a Foulch-Delbosc, le otorgaba primacla al testimoniode Alcal; por ende, es el que edita indicando los anadidos(que en este testimonio son especialmente significativos) ennota a pie de pgina. Con esta decisiOn, marcaba distanciade Cejador, quien segufa el texto de Burgos. AdemOs, en variasde las notas filolOgicas al texto se rebaten, correctamerife, laslecturas de Ia ediciOn, por entonces canOnica, del eruditoespanol. A esto se suman las referencias a textos clOsicosque aportaba un completo estudio de Arturo Marasso (Laelaboracin del Lazarillo de Tormes), acadmico argentinoque habta insinuado (no defendido) Ia posibilidad de que elautor del Lazarillo fuese el bachiller Pedro de RUa, uno de loscrIticos mOs severos de Fray Antonio de Guevara en razOn delgusto de este Ultimo por componer apOcrifos como el Libroureo de Marco Aurelio fl528).

    La exegesis de una obra literaria puede determinarlos rumbos de su recepciOn, tanto Ia acadmica como Iageneral, pero una ediciOn lo hace indefectiblernente: el DonQuijote de Riquer, eIBuscn de Lzaro Carreter, el Rolifemo deDrnaso Alonso... La recepciOn de los textos est fuerternentemediatizada por los editores, a cuya autoridad eritica sesometen~ al fiarse de su edidn, todos los lectores. En Ultirnainstancia, todo ejercicio hermenutico debe tanto al tolentodel investigador como al texto que, a menwdo, otro ha

    establecido. Es asi que no puede existir un solo estydio. de Iapoesla de Quevedo que no empiece bajola sombra de JosManuel Blecua. En suma, no existe una crftica ms autorizada,contundente y laboriosa que Ia critica fiIoIOgica~ Bajo eseenfoque, el estudio y diciOn deI~Lazorillo de Tormes, del quese conocla mucho menos de lo que conocemos ahora (quesigue siendo relativamente poco), represJn~aba para un joveninvestigador el rndio rn~1s apropiado~pdra ga~iar~eUh espadioen Ia comunidad acadmica. Consciente de Ia precariedadde sus alcances, a merced del tiempo, nuestrordUtbr cerrab~5su estt~dio pIant~andp una serLe de preguntas que anahora, ms de sesenta aos despus, carecen de respuestasconcluyentes (Ia principal: ~,quin habrO sido el editor de Iaprinceps?). No queda sino aferrarse a los espeeialistcsippr v~enir,quizs aqu~os a quienes Luis Jairne Cisnerosse dirigia cuandoafirmaba que .

  • BIBLIoG1~FIA

    CIsNEROS, Luis Jalme (ed.)1946 Lazarillo de Tormes. Buenos Aires: Editorial Kier. REcuERD0

    PE Luis JAIME CIsNER0sRico, Francisco (ed.)1992 Lazarillo de Tormes. Madrid: Ctedra. 36.

    NAvARR0, Rosa2003 Alfonso de Valds, autor del Lazarillo de Tormes. Madrid:

    Gredos. GIULIANA CONTINIUniversidad Catlica Sedes Sapientiae

    REY HAzAs, Antonio1986 Picaresca femenina. Barcelona: Plaza y Jones. 406. Llegada a Peru y asum~endo mi responsabihdad

    como decana de Ia Facultad de EducaciOn, LuisJaime Cisneros no era, para ml, ms que el autorde los articulos sobre educaciOn que apareciancada domingo en La Repblica y que lela conmucho inters, junto a los de ConstantinoCarvallo. Fue asi que pens invitarlo para IapresentaciOn del nUmero 5 de nuestra revistaRiesgo de Educar. En esa ocasiOn fuimos a sucasa para entregarle el machote y me impactOsu disponibilidad y el gusto con que, a pesarde Ia dificultad de Ia voz, hablaba de lo quele interesaba, concedindonos generosamentesu tiempo. Me acuerdo tambin que estabapreocupado por algo que aquejaba a supequeno nieto, actitud cuya plena importanciadescubriria ms tarde.

    La presentacin de Ia revista, en Ia queparticiparon como panelistas dos de sus exalumnos: Carlos Gatti y Jos Quezada, resultOrealmente un acontecimiento y fue ahi que