El joven albañil que devino guerrillero - Revista...

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20 de septiembre de 2019 54 J UAN Almeida Bosque (17 de fe- brero de 1927-11 de septiembre de 2009), nació negro y pobre dentro de una sociedad clasista en la que imperaban las desigual- dades sociales. Supo desde muy temprana edad de la discrimina- ción por el color de la piel y las angustias del desalojo, cuando a sus padres no les alcanzaba el dinero para pagar el alquiler y la familia era arrojada a la vía pública con sus bártulos. Vivió en barrios periféricos, olvidados por Dios y el acueducto municipal, en los que había que acarrear agua en latas desde distantes lugares a través de matorrales y trillos. Como muchos niños de su con- dición social, canalizó su rebeldía JUAN ALMEIDA BOSQUE El joven albañil que devino guerrillero Asaltante al Moncada, expedicionario del Granma y fundador del Ejército Rebelde; como jefe del Tercer Frente Mario Muñoz cumplió exitosamente todas las misiones que Fidel le asignara Por PEDRO ANTONIO GARCÍA en pandillitas que protagoniza- ban batallas a pedradas, de las que no siempre salió bien para- do. Pero pronto tuvo que despo- jarse de los juegos de infancia y comenzar a trabajar. A los 11 años el entonces prea- dolescente Juan Almeida en- tró a laborar en un balneario de Miramar como mozo “hace de todo”. Realizaba tareas de limpie- za, podaba el césped y las plantas, regaba agua, paleaba arena en la playa, le arreglaba sus juguetes a la hija del director. Su mayor ha- zaña fue pintar un asta de unos 25 metros de alto, colgado de una guindola (andamio volante de tres tablas) que con el fuerte aire se mecía peligrosamente y puso en riesgo su vida. A los 16 años quedó cesante. En el balneario conoció a un estudiante de bachillerato del colegio de Belén llamado Fidel Castro. No intimaron mucho por- que la apretada agenda de trabajo de Juan no le permitía socializar. Volvieron a reencontrarse casi una década después, inmersos ambos en la oposición armada contra la tiranía batistiana. El muchacho de Birán, devenido prometedor abogado, lo recono- ció enseguida para sorpresa del joven negro, que desde los tiem- pos del balneario había tenido que desempeñarse como aprendiz de constructor, listero, tractorista, cobrador de anuncios en un perió- dico, hasta convertirse en albañil. El joven revolucionario Su amigo Armando Mestre, alba- ñil también y vecino como él del capitalino reparto Poey, lo vinculó a la Generación del Centenario. En Prado 109 (sede del Partido Ortodoxo), Fidel los captó para su Movimiento y los citó para hacer prácticas de tiro en seco, primero; y luego en varios sitios de Habana campo, donde ya dispararían con armas verdaderas. En la Granjita Siboney, en víspe- ras de las acciones del 26 de julio de 1953, le destinaron un fusil calibre 22. Luego vino la retirada, su cap- tura por el Ejército, el Vivac, la pri- sión de Boniato. Durante el juicio a los moncadistas, ante el fiscal que le interrogaba, contestó: “Yo decla- ro bajo juramento que sí participé en el asalto al cuartel Moncada y que nadie me indujo, a no ser mis propias ideas que coinciden con las del compañero Fidel Castro y que en el caso mío provienen de la lectura de las obras de Martí y de la historia de nuestros mambi- ses”. Cuando le preguntaron si se arrepentía de su participación en los hechos, replicó: “No, señor, si tuviera que volver a hacerlo lo ha- ría, que no le quepa la menor duda a este tribunal”. Sancionado a 10 años de reclu- sión, devino el preso 3833 en el lla- mado Presidio Modelo de Isla de Pinos. Con Fidel y Raúl en los días de la Sierra Maestra. Autor no identificado

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20 de septiembre de 201954

JUAN Almeida Bosque (17 de fe-brero de 1927-11 de septiembre de 2009), nació negro y pobre

dentro de una sociedad clasista en la que imperaban las desigual-dades sociales. Supo desde muy temprana edad de la discrimina-ción por el color de la piel y las angustias del desalojo, cuando a sus padres no les alcanzaba el dinero para pagar el alquiler y la familia era arrojada a la vía pública con sus bártulos. Vivió en barrios periféricos, olvidados por Dios y el acueducto municipal, en los que había que acarrear agua en latas desde distantes lugares a través de matorrales y trillos. Como muchos niños de su con-dición social, canalizó su rebeldía

JUAN ALMEIDA BOSQUE

El joven albañil que devino guerrilleroAsaltante al Moncada, expedicionario del Granma y fundador del Ejército Rebelde; como jefe del Tercer Frente Mario Muñoz cumplió exitosamente todas las misiones que Fidel le asignaraPor PEDRO ANTONIO GARCÍA

en pandillitas que protagoniza-ban batallas a pedradas, de las que no siempre salió bien para-do. Pero pronto tuvo que despo-jarse de los juegos de infancia y comenzar a trabajar.

A los 11 años el entonces prea-dolescente Juan Almeida en-tró a laborar en un balneario de Miramar como mozo “hace de todo”. Realizaba tareas de limpie-za, podaba el césped y las plantas, regaba agua, paleaba arena en la playa, le arreglaba sus juguetes a la hija del director. Su mayor ha-zaña fue pintar un asta de unos 25 metros de alto, colgado de una guindola (andamio volante de tres tablas) que con el fuerte aire se mecía peligrosamente y puso en

riesgo su vida. A los 16 años quedó cesante.

En el balneario conoció a un estudiante de bachillerato del colegio de Belén llamado Fidel Castro. No intimaron mucho por-que la apretada agenda de trabajo de Juan no le permitía socializar. Volvieron a reencontrarse casi una década después, inmersos ambos en la oposición armada contra la tiranía batistiana. El muchacho de Birán, devenido prometedor abogado, lo recono-ció enseguida para sorpresa del joven negro, que desde los tiem-pos del balneario había tenido que desempeñarse como aprendiz de constructor, listero, tractorista, cobrador de anuncios en un perió-dico, hasta convertirse en albañil.

El joven revolucionarioSu amigo Armando Mestre, alba-ñil también y vecino como él del capitalino reparto Poey, lo vinculó a la Generación del Centenario. En Prado 109 (sede del Partido Ortodoxo), Fidel los captó para su Movimiento y los citó para hacer prácticas de tiro en seco, primero; y luego en varios sitios de Habana campo, donde ya dispararían con armas verdaderas.

En la Granjita Siboney, en víspe-ras de las acciones del 26 de julio de 1953, le destinaron un fusil calibre 22. Luego vino la retirada, su cap-tura por el Ejército, el Vivac, la pri-sión de Boniato. Durante el juicio a los moncadistas, ante el fi scal que le interrogaba, contestó: “Yo decla-ro bajo juramento que sí participé en el asalto al cuartel Moncada y que nadie me indujo, a no ser mis propias ideas que coinciden con las del compañero Fidel Castro y que en el caso mío provienen de la lectura de las obras de Martí y de la historia de nuestros mambi-ses”. Cuando le preguntaron si se arrepentía de su participación en los hechos, replicó: “No, señor, si tuviera que volver a hacerlo lo ha-ría, que no le quepa la menor duda a este tribunal”.

Sancionado a 10 años de reclu-sión, devino el preso 3833 en el lla-mado Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Con Fidel y Raúl en los días

de la Sierra Maestra.

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Año 111/No. 19 55

Persecución implacable

Bajo la presión del pueblo, Batista se vio obligado a conceder la am-nistía a los moncadistas. No por ello cejó en su persecución y a los pocos meses de la salida del pre-sidio (15 de mayo de 1955), Raúl primero y luego Fidel tuvieron que marchar a México. La tiranía no les dejaba otra opción a los re-volucionarios que la del 68 y el 95. A los combatientes que permane-cieron en Cuba la Dirección del Movimiento 26 de Julio les dio la indicación de que, cuando el aco-so del régimen difi cultara su mo-vilidad y les hiciera casi imposible desarrollar sus actividades como militantes, partieran también ha-cia el exilio.

Sobre Almeida el aparato re-presivo de la tiranía desarrolló una vigilancia tenaz. Un policía, vestido de paisano, frente a la puerta de su casa, intentaba con-trolar sus salidas y lo seguía a to-das partes. El joven albañil lo elu-dió varias veces cuando salía por el patio trasero y se internaba en un terreno sin edifi car al fondo de su vivienda. La Policía tomó represalia y el 30 de diciembre, a media tarde, irrumpió en su hogar.

Lo llevaron al tenebroso Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Sufrió un inútil y largo interrogatorio. Respondió con monosílabos y frases cortas. Lo retuvieron unas 24 horas. Haydée Santamaría comenzó a hacerle los trámites para el pasaporte y un pasaje en barco para Veracruz, México. Partió el 9 de febrero de 1956.

En el hermano país realizó entrenamientos guerrilleros. Emprendió caminatas de cinco o seis kilómetros diarios que luego se extendieron a ocho y nueve ki-lómetros. Cruce de farallones con sogas, salto, dormir a la intempe-rie, andar de noche sin luna uni-dos uno a otro por una soga.

De nuevo en la capital mexica-na lo detuvo la Policía Federal. En la sede de esa institución se en-contró con Fidel y cuatro comba-tientes más. Lo sometieron luego a un prolongado interrogatorio. Todos fueron trasladados des-pués a la cárcel de Miguel Schulz

136. La solidaridad mexicana no se hizo esperar y diversas organi-zaciones estudiantiles y profesio-nales reclamaron su libertad. El general Lázaro Cárdenas interce-dió ante el Presidente de la repú-blica y los revolucionarios lograron salir de la prisión.

DespedidaEn vísperas de la partida hacia Cuba, Juan Almeida sintió, aun-que desconocía la fecha exacta, que el momento se acercaba. Por ello le pidió a otro combatiente que lo acompañara a encontrarse con Guadalupe, una linda mexi-canita con la que había manteni-do relaciones desde su llegada a estas tierras. Por orientaciones de Fidel nadie podía andar solo bajo ninguna circunstancia y tam-bién estaba prohibido hablar por teléfono.

Ella presintió algo porque en vez del acostumbrado paseo le pi-dió ir a la Ermita a ver a la Virgen de la Guadalupe, la patrona de ese pueblo hermano. “Le he pedido por ti, porque todo te salga bien”, le dijo a Almeida delante de la imagen de la santa. Sin mirarle a los ojos, inquirió: “Juan, ¿te vas?”. Entre los dos se interpuso el silen-cio. “Sí, nos estamos preparando”. “¿Escribirás?”. “Tan pronto pue-da”. Se miraron. “Eso me con-suela, sabré de ti. Como ya le pedí a la Virgen, todo te saldrá bien”.

Abandonaron la Ermita. Afuera estaba lloviznando.

La temperatura había des-cendido. En el tranvía, él, amoro-samente, le abrochó el cuello del sobretodo. Ella se quitó la bufanda y la anudó al cuello del cubano. Se abrazaron por última vez. Ya era de noche. De regreso a la casa que le servía de refugio Almeida buscó lápiz y papel, y comenzó a escribir: “Ya me voy de tu tierra, mexicana bonita…”.

Alegría de Pío, 5 de diciembre de 1956

Los expedicionarios del Granma, extenuados, con ampollas san-grantes en los pies, acamparon en un bosquecito a la orilla de un cañaveral, en una hondonada ro-deada de elevaciones. A media tarde comenzaron a repartir dos galletas y un pedazo de chorizo por persona. Cuando Almeida es-taba a punto de recibir su magra ración, instintivamente observó que su reloj marcaba ya las 4:20 p.m. Una avioneta surcó el cielo y se entretuvo mirándola. Entonces se generalizó el tiroteo.

Parecía como si dispararan de todos lados. Se tiró al suelo y arrastrándose avanzó hacia don-de estaba el Estado Mayor. Che, herido en el cuello, estaba senta-do, recostado a un tronco. El joven albañil sacó su pistola ametralla-dora y comenzó a disparar hacia donde le tiraban. Un guardia gritó: “Ríndanse, ríndanse”. “¡Aquí no se rinde nadie, cojones!”, respondió.

Cuartel de El Uvero, 28 de mayo de 1957

Fidel, con un certero disparo, dio la orden de ataque. Almeida avanzó al frente de su grupo. Cuenta un testigo que desafi ando la balacera le gritaba al pelotón: “Avancen, otro avance más, otro avance más”. Los hombres se levantaron al mis-mo tiempo que él y emprendieron una carga temeraria. El nutrido fuego del enemigo hizo estragos en los rebeldes. Alguien comenzó a cantar el Himno Nacional y para Almeida fue como una orden. Se volvió a parar y gritó: “Adelante, hay que tomar el cuartel, hay que tomarlo… Avancen, avancen”. Neutralizó a un soldado que dis-paraba desde la trinchera, pero a

El joven albañil.

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20 de septiembre de 201956

EFEMÉRIDES DE OCTUBRE

la vez recibió balazos en el pecho y en un muslo. Dos combatientes lo arrastraron a un lugar seguro. “Sigan, sigan, hay que tomar el cuartel”. A lo lejos oyó voces: “Se rindieron, se rindieron los guar-dias”. Cuando Fidel vino a ratifi -carle la noticia, Almeida ya había perdido el conocimiento.

El Tercer FrenteEl 27 de febrero de 1958 Fidel in-formaba públicamente su ascenso a Comandante, a la vez que lo de-signaba “jefe de la Columna 3 que operará en el territorio de la Sierra Maestra al este del poblado de María Tomasa, debiendo extender el campo de operaciones lo más lejos posible hacia esa dirección”. Dos días después su tropa y la de Raúl emprendieron la marcha ha-cia sus futuras zonas de combates. En Puerto Arturo ambas fuerzas se separaron. A partir del 5 de marzo Almeida y sus compañeros iniciaban la primera etapa de lo que después se conocería como el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy.

Las primeras tareas que em-prendieron fueron la organización de los grupos de escopeteros, que ya existían en esa zona, y la preparación de acciones con vis-tas a apoyar la Huelga General Revolucionaria que la dirección del Movimiento 26 de Julio estaba preparando en el llano. Entre el 10 y el 11 de abril, efectuaron ataques al entronque de Mergarejo y al po-blado de El Cobre. En esta última localidad volaron el polvorín.

El revés de la Huelga del 9 de abril provocó que Fidel ordenara el regreso secreto y paulatino al te-rritorio de la Columna 1 de las fuer-zas al mando de Camilo, Almeida, Ramiro y Crescencio Pérez, ya que la tiranía batistiana se propo-nía desarrollar la famosa Ofensiva de Verano o plan FF (Fin de Fidel) contra el bastión guerrillero de la Sierra Maestra. Aunque Almeida acudió con el grueso de su tropa al llamado de Fidel, el Tercer Frente no dejó de existir ni de luchar pues en su zona quedó un valeroso gru-po de ofi ciales y combatientes.

Derrotada la ofensiva batis-tiana, el 16 agosto de 1958 Juan Almeida estableció su campamen-to en La Lata. El Tercer Frente,

con más efectivos y tres columnas, tenía ahora como misión estrechar el cerco a Santiago de Cuba. Junto con fuerzas del Primer y Segundo frentes sus efectivos participaron durante los últimos días de la tira-nía en varios combates decisivos, como los de San José del Retiro, Maffo, Baire Abajo, Central Palma y Palma Soriano. Paralelamente columnas de ese frente culmina-ban el cerco a Santiago de Cuba.

El 1º de enero de 1959 amane-ció con una agradable noticia que propagaba la radio: “Se fue el tira-no”. Feliz inicio de lo que sería, al decir del propio Almeida, “un año agraciado, extraordinario e inolvi-dable”. Pero no se había alcanzado la meta, como Fidel alertó en más de una ocasión, sino solo el princi-pio: “no nos engañemos creyendo que todo será más fácil. Quizás en lo adelante todo será más difí-cil”. Pero el joven albañil devenido guerrillero, sin dejar de recono-cer la certeza de las palabras del Comandante en Jefe, siempre es-tuvo optimista: “será más difícil, pero esta vez, con el pueblo partici-pando a nuestro lado, más segura está la victoria”.

Los libros ¡Atención! ¡Recuento!; La Sierra; Por las faldas del Turquino, y La Sierra Maestra y más allá, de Juan Almeida y El juicio del Moncada, de Marta Rojas.

Fuentes consultadas

El preso 3833.

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16 (1959) El Consejo de Ministros aprueba la Ley 599, que establece la disolución del Ministerio de Defensa Nacional; y la Ley 600, median-te la cual se crea el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar). El co-mandante Raúl Castro Ruz es designado para ocupar el cargo de ministro. ANIVERSARIO 60.18 (1959) Los Malagones, un grupo de 12 campesinos entre-nados por el Ejército Rebelde y encabezados por Leandro Rodríguez Malagón, captu-ran en Pinar del Río una ban-da de contrarrevolucionarios. ANIVERSARIO 60.21 (1959) Fidel denuncia ante el pueblo congregado frente al cuartel Ignacio Agramonte, en Camagüey, la traición contrarre-volucionaria de un grupo de ofi -ciales y civiles de esa ciudad. Ese día, un avión procedente de Estados Unidos ametralla zonas densamente pobladas en Ciudad de La Habana, cau-sando dos muertos y más de 40 heridos. ANIVERSARIO 60.22 (2004) Fallece la destaca-da revolucionaria, científi ca y dirigente cubana Rosa Elena Simeón Negrín, quien se desem-peñó como ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. ANIVERSARIO 15.26 (1959) En una concen-tración efectuada frente al Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), se fundan las Milicias Naciona- les Revolucionarias (MNR). En ese acto, Camilo pronun-cia su último discurso público. ANIVERSARIO 60.28 (1959) Desaparece el co-mandante Camilo Cienfue- gos. En un pequeño avión con él viajaban, de Camagüey a La Habana, el piloto Luciano Fariñas y el soldado Félix Ro- dríguez. ANIVERSARIO 60.

SEGUNDA QUINCENA