El hombre dinero, de Mario Bellatín

7/22/2019 El hombre dinero, de Mario Bellatn

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El hombre dinero

Mario Bellatin


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No deja de ser trgico que a veces me ponga a con-templar a mis galgas correr por el bosque.

No s por qu razn, en esos momentos, suelo pen-sar que una de las pruebas ms difciles por las quetuvo que pasar mi madre fue regresar a su pas deorigen y mostrar a los suyos que el nico hijo con-cebido era vctima de un extrao sndrome.

En ese instante tuvo que ser insoportable constatarlo pienso ahora mientras las perras van de un ex-tremo a otro de la floresta que terminaba para ellauna categora determinada entre los miembros desu familia: ser considerada un elemento normal.

Mi madre dejaba atrs una existencia enmarcada enlos lmites propios por los que deba transcurrir lavida de una mujer joven de clase media en sus tiem-pos: estudiar slo la educacin primaria, contar conun grupo de amigas cercanas, mantener algunos ro-mances inocentes antes de casarse.

Pero ahora era funesto hacer frente, en el aeropuer-to al que acababa de llegar, a una serie de parientes


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ansiosos por conocer y examinar al nuevo miembrode la familia, quien por ciertas razones haba nacidoen el extranjero, donde permaneci hasta los diez

aos de edad.

Infancia: Desde siempre supe que deba lavarme losdientes en forma continua.

Escritura: Me parece terrible que no haya una forma

de expresar al monstruo, la escritura propia.

Fue un hecho ingrato que una semana despus delarribo de mis padres a su ciudad de origen tuvieraque visitar el hospital infantil ms cercano, dondeme ingresaron a una tienda de oxgeno por varios

das.

Acababa de sufrir el primer ataque de asma de mivida.

Es funesto tambin que se diga que esa enfermedad

tiene un alto componente psicosomtico.

Que se trata en realidad de una de las formas con lasque cuenta el cuerpo para llorar las penas que suelenaquejarlo.

Infancia: Si no los cepillaba adquiriran un tonoverdoso.


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Recuerdo que un primo hermano sufra en esa pocade un asma semejante.

Escritura: Desconozco el momento en que la ansie-dad por escribir, cuyo fin era slo ver selladas lasletras sobre una superficie, pas a formar parte deeso que algunos llaman la obra.

No era anormal entonces que yo sufriera de lo mismo.

A partir de ese momento mi defecto ms importanteconsisti en la imposibilidad ocasional para respirar.

El extrao sndrome que me acompaa desde mi na-cimiento poda pasar a un segundo plano.

Infancia: No de un verde claro sino oscuro, a la ma-nera de los estanques en los que crecen renacuajoso aquellas plantas de agua que casi siempre adoptanformas misteriosas.

Me parece indigno comprobar que a partir de en-tonces mi madre contara con el recurso necesarioel asma para tolerar de manera pblica mi serdesde una afeccin, de alguna manera, normalizadasocialmente.

Puede parecer lamentable, pero mis bronquios ce-rrados fueron capaces de absolverla de una culpaimpuesta tanto por ella como por su entorno.


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Escritura: Nombrar a un escritor como tal permiteque se tenga la sensacin de que en algn puntopuede ser entendible.

Ahora que veo con incomodidad correr a las galgaspor el bosque me pregunto: mi amor de hijo fue losuficientemente intuitivo como para generar un malacorde a las circunstancias que debimos sobrellevarcomo familia?

Hasta ahora constato con infortunio que no tengouna respuesta clara.

Infancia: Pero si alguien se atreviera a llevarme aalgn lavatorio, si alguien me colocara delante de un

chorro de agua y me pusiera un cepillo de dientesen la mano, huira.

Aunque siempre es posible advertir que el asma fuela primera manifestacin de defensa de la que hici-mos uso para salvarnos del peligro que seguramente

nos amenazaba.

Ignoro si alguien ms ha apreciado como yo que losatardeceres en Times Square tienen una intensidadparticular, que no se sabe bien si proviene de las cientosde personas que cruzan la esquina entre Broadway y la

42 o de los inmensos avisos publicitarios que hacen delos caminantes seres nfimos y de los personajes en loscarteles un smbolo de la exacerbacin de lo humano.


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La mayor parte de las veces los elegidos no son mo-delos profesionales.

Escritura: Lo cierto es que yo no cuento con memo-ria alguna respecto a mi propio ejercicio.

La mayora son personas que aparecen tal como sonen la vida diaria, quiz como una reafirmacin de quelo comn magnificado est al alcance de cualquiera.

Infancia: Mis dientes.

Cabra preguntarse quines son los que realmenteparticipan de aquel espacio pblico.

Sern acaso los seres congelados en los avisos o losannimos caminantes?

Quiz ninguno de ellos tenga la capacidad de reco-nocerse como protagonista de lo que ocurre en estelugar.

De pie en la esquina, conmigo en brazos, trat deimaginar el desconcierto de mis padres cuando lesencomendaron ir a examinar semejantes carteles.

Escritura: Algunas veces he pensado que no tener

registro mental de la propia escritura puede ser larazn para seguir escribiendo: poner en prctica loque denomino El Sello de la No Memoria.


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Infancia: La boca de mi familia.

En esa poca intentaron que yo un beb formara

parte de uno de esos carteles.

Los publicistas deseaban colocar mi cuerpo a la vistade todos.

Para qu desearan ponerme all?

En ciertas ocasiones trato de imaginar la sorpresaexperimentada por mis padres ante la propuesta dela agencia de publicidad para que fueran a visitar se-mejantes carteles.

Cmo habran conseguido localizar a mis padres?,seguramente fue la primera pregunta que se hicieron.

No era lgico que aquella agencia hubiese recorrido casapor casa hasta abandonar Manhattan, buscando a unafamilia con un hijo que sufra determinado sndrome.

A un lugar habitado en buena parte por trabajadoresforneos cuyo nico punto de relativo inters eraun cementerio que hizo clebre el poeta WilliamCarlos Williams.

Escritura: Me parece absurdo tratar de dar una ex-plicacin coherente a una accin de esta naturaleza,la escritura.


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La visita a los carteles fue ms que suficiente paraespantar a mis padres.

Era evidencia de que ellos, como pareja de inmi-grantes ilegales, haban empezado a dejar de sersocialmente invisibles.

Cuando tomaron semejante decisin la de pasarinadvertidos el resto de sus das yo ya haba sido

concebido.

Antes de mi futuro nacimiento, mis padres supieronacerca de la existencia del sndrome por ciertos in-formes mdicos.

Entonces partieron.

Abandonaron su lugar habitual de residencia.

Realizaron de manera rpida una serie de trmitesburocrticos y de un momento a otro desapare-

cieron.

Pero ahora ya haban sido descubiertos.

La agencia de publicidad dio con nuestro paradero.

De los primeros que sospecharon mis padres fuede los responsables del archivo del hospital dondeatendieron a mi madre durante el parto.


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Escritura: No quiero decir, con la idea del Sellode la No Memoria, que no soy capaz de justificarhasta la ltima palabra publicada, explicar por qu

se utiliz determinada estructura gramatical y nootra, por qu el proceso se realiz con tal precisiny certeza.

Fue en esa esquina, la de Broadway con la 42, debajode aquellos carteles, donde mis padres tomaron la

decisin de volver al lugar de origen.

Abandonaran su condicin de migrantes regresandoal punto del cual partieron.

Recuerdo que me contaron que el mdico les dio a

elegir entre la posibilidad de perder al nio recinconcebido o seguir adelante con el embarazo.

Infancia: A una de las personas que recuerdo msclaramente durante mi infancia es al Padre Felipe.

El mdico asegur que hasta antes del nacimientono se producira nada anormal.

Escritura: Carezco de palabras porque no existenpara tratar de decir algo as como que lo que est pre-sente en los libros es cierto y no al mismo tiempo.

Que el embarazo iba ser como uno de rutina.


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Inmediatamente despus de haber visitado el cruceformado por Broadway y la 42 escribieron una cartaa la familia contndoles que nac con un extrao

sndrome.

Infancia: Recuerdo la maana de invierno en la quelos compaeros pupilos fuimos convocados en elpatio principal, donde se nos inform a travs deun megfono de reciente adquisicin que uno

de uno de los compaeros pupilos se haba atrevidoa mancillar el honor del Padre Felipe.

Escritura: Es terrible desconocer el momento enque escribir sin un sentido preciso pas a formarparte de eso que algunos llaman la obra, lo literario,

lo que define a alguien con el trmino de escritor,creador, artista; elementos que permiten ser alguienclasificado, archivado, entendible.

Como seal, pocas semanas despus de nuestroarribo fui internado en un hospital infantil.

Cuando el asma tom un rol central en mi existenciamis padres, los mdicos y el entorno decidieron quellevara una vida plagada de privaciones.

Infancia: En ese entonces yo viva casi de tiempo

completo en la institucin dirigida por el PadreFelipe.


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Entre otras actividades prohibidas no poda co-mer golosinas, ciertas frutas y tuve que olvidar porcompleto la existencia de los productos embote-

llados.

Mi madre afirmaba que muchos de los mdicos fue-ron tajantes al afirmar que el gas presente en lasbebidas era letal para los bronquios.

No poda, adems, hacer ejercicio ni salir fuera dela casa despus del anochecer.

Creo que mis padres aquellos inmigrantes que sededicaron durante algn tiempo a trabajar empa-cando ropa en una fbrica ubicada en Patterson

nunca se enteraron de que a pocas cuadras de loscarteles que fueron invitados a visitar exista uncentro nocturno: The Mother.

Algunos de los clientes llamaban a aquel lugar conotros nombres, pero era The Mother el que haba

logrado imponerse.

The Mother est ubicado cerca de uno de los muellesdel ro Hudson, al lado de los depsitos de carne dela ciudad.

En ciertas ocasiones, la diversin consiste en ver enescena a unos tipos apalendose.


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Al final del espectculo suelen llevar, sobre una ban-deja, un corazn de vaca que de inmediato es masti-cado de manera furiosa por los contrincantes.

Pese a lo que algunos pudieran suponer, aquelespectculo incitaba ms a la hilaridad que a loperverso.

Repito, mis padres no supieron de la existencia de

The Mother.

Aquella era la primera vez que mis padres visitabanManhattan.

Infancia: Ms de uno puede pensar, con todo dere-

cho, que soy el mismo nio cuya imagen cierta vezestuvo a punto de ser colocada en uno de los cartelesque se levantan entre Broadway y la 42.

Mi madre nunca se lo quiso decir a mi padre, perodurante la revisin de rutina a la que sometan a

las trabajadoras a la hora de la salida, uno de losdueos de la fbrica de ropa sola revisarla ms dela cuenta.

Eso lo escuch siendo nio, cuando mi madre loconvers con una de sus hermanas

Aquel hombre, sin embargo, por lo que s, nuncalleg a propasarse del todo.


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Infancia: El nio sufri un ataque de asma pocosdas despus de llegar.

En la poca en que se desat el asma no poda, ade-ms, hacer ningn tipo de deporte.

Fuera invierno o verano.

Cada una de las estaciones pareca traer consigo algo

funesto, de distinta naturaleza, pero igualmenteperjudicial para mi respiracin.

Mi cuerpo comenz a intoxicarse con la cantidadcada vez mayor de medicamentos cortisona y anti-histamnicos que me debieron administrar.

En el escenario de The Mother, dependiendo del dade la semana, acostumbra ponerse en escena la di-nmica de la relacin entre el amo y el esclavo, la delnio torturado en la infancia o la de la muchachaatacada en la soledad de un terrapln.

En la puerta de entrada de The Mother se suelen re-partir algunos volantes donde se prometen distintasacciones prximas, como recrear pronto en el es-cenario el placer que se puede llegar a sentir aldisparar de manera indiscriminada contra alguna

escuela o en lamer los pies de algn extrao esco-gido al azar.


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Admirar ese tipo de espectculo es sin duda ms tristeque ponerse a ver a las galgas correr por el bosque.

Infancia: Soy al mismo tiempo el nio que repudiael lavado de dientes y el nio que debi soportar unaserie de tratamientos mdicos y caseros para llevaradelante su mal.

Aunque mirar a dos galgas sobre un prado verde

puede ser una experiencia agradable.

Lo terrible es cuando se trata de la nica escena quese est en condiciones de apreciar.

Una escena obtenida adems con el propio dinero.

Que no requiere ninguna circunstancia especial.

Infancia: S que el megfono a travs del cual noshabl el Padre Felipe era nuevo. El da en que laAsociacin de Madres de Familia discuti las venta-jas o desventajas de adquirir un nuevo altoparlante,

me toc limpiar la sala de la institucin donde seencontraban reunidas.

Para lograr la belleza del espectculo de las galgas co-rriendo, se busca en algn criadero especializado unpar de ejemplares a la venta. Luego no hay sino que

seguir el protocolo correspondiente de vacunas yalimentacin hasta que las perras se encuentren encondiciones de desplazarse solas a campo traviesa.


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Se sube a los animales al auto las veces que se deseey eso es todo.

Slo hay que conducir hasta el bosque.

Una escena prefabricada.

Las galgas acostumbran mostrarme cierto grado delealtad, quiz porque soy tal vez la nica persona que

conocen.

No tienen alternativa.

Infancia: Se necesitaba un megfono de alcance mayor.

Escritura: He mencionado en algn lugar unos ver-sos de T.S. Eliot? Hganme recordar, por favor, so-bre todo estos:He cometido fornicacinPero fue en otro pas y ademsLa persona ya est muerta

Soy consciente, se trata de una obviedad, las galgasno me han escogido.

De alguna forma, algo similar ocurre con los espec-tculos que promueve The Mother por las noches.

Prefabricados.


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Infancia: Antes de la compra del megfono, al PadreFelipe le hubiera sido imposible defender pblica-mente el honor de su madre.

Una escena obtenida con el propio dinero. Que norequiere de ninguna circunstancia especial para quesuceda.

A veces, que los sucesos se den en The Mother y no

en la vida cotidiana tiene sus ventajas.

Como tiene sus atributos que el nico espectculoagradable que tenga uno en la vida sea mirar correra unas galgas por el bosque.

Infancia: Aquel da, desde temprano en la maana,corri el rumor de que uno de nosotros, pertene-ciente al grupo de compaeros pupilos, haba lan-zado improperios contra la madre del Padre Felipe.

Escritura:El libro uruguayo de los muertos. Homenajes

secretos. Conversaciones absurdas con Juan CarlosOnetti, Felisberto Hernndez, Marosa de Giorgio,por citar slo a tres.

Infancia: El compaero haba insultado a una mujerque, segn nos dijo el propio Padre Felipe, haba

sufrido de manera indescriptible en el pequeo yremoto poblado de Bari all en Italia la partida delhijo sacerdote a una zona remota del planeta.


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Paseos diarios, comida de rutina, hasta que despusde ms o menos diez aos se lleva a los animales alveterinario y se solicita que se les aplique una inyec-

cin para liberarlos de sobrellevar la vejez.

Listo. Si uno cuenta con algo de vida por delantepuede visitar otro criadero, elegir dos nuevas cacho-rras galgas y empezar el ciclo otra vez.

Escritura: El Sello de la No Memoria. Una suerte detexto vaco.

Infancia: Me tom varios aos entender que la zonaremota del planeta a la que se refera la madre delPadre Felipe era donde estbamos presentes.

Escritura: El libro uruguayo de los muertostiene quever con el viaje que emprend a Montevideo con elescritor Fogwill.

Infancia: En realidad, segn me enter despus,

el compaero pupilo no haba buscado mancillar elnombre de aquella desconocida madre sino al pro-pio padre Felipe.

Mis padres partieron hacia los Estados Unidos y sepusieron de acuerdo para no salir nunca del peque-

o poblado donde encontraron trabajo.

Patterson.

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