El gran pez
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![Page 1: El gran pez](https://reader036.fdocuments.mx/reader036/viewer/2022073120/563db926550346aa9a9a7e2b/html5/thumbnails/1.jpg)
Por SUPUESTO que esto que te mando no es serio. Que faltan precisiones, la investigación
concreta, solo, como digo yo, un estornudo de madrugada; por supuesto, que lejos está de
ser el primer renglón siquiera de una ponencia. Tengo que reponer miles de cosas para lo
cual quiero ver la película nuevamente e investigar la dinámica del director, a los actores,
etc. Con respecto a El gran pez, se me hará más sencilla la cosa porque, incluso, pienso
tomarla, como te dije, para mi trabajo final en el Instituto. Con respecto a Los crímenes de
la calle Oxford tengo la intuición, seguramente no validada por la realidad, de que hay una
evocación del cuento de Poe Los crímenes de la calle Morgue. Hace mucho tiempo que vi
esa película. Si recuerdo haber visto Crimen ferpecto, y que, en su momento, disparó
infinidad de análisis.
¿Será que Tim Burton dirigió al personaje principal de El gran pez hacia ese destinatario
directo que desea pescar al ser acuático más grande de los ríos porque el hombre de su
adentro es el más me pequeño de los charcos? Será que ese hombre narrador de historias es
carne y hueso que transmuta en enunciador de una verdad construida, de una mentira
piadosa, de la construcción de un discurso basado en una historia, en parte autobiográfica?
Y será que esos halos de magnificencia, de hecho insólito sin explicación, se desvanecen a
la luz de ese hijo, lector empírico, hombre real, descendiente avergonzado de un padre que
miente, de un padre al que desconoce.
¿Quién dijo quién dijo? Quién dijo que cuando se miente no se dice la verdad. En esta
película, el padre quiere ser amado, el padre cree que para ser amado tiene que contar
elocuencias, tiene que ser muy grande, necesita que alguien ponga la atención en su boca y
en sus gestos, que alguien lo ame por lo que cuenta, que alguien se entretenga, como un
lector ávido de apoblarse en otros mundos, en su pueblo, en su historia, aunque
vanagloriada con los artificios de la imaginación.
¿Será que Tim Burton dirigió al personaje principal de El gran pez hacia esa
intertextualidad impensada, no querida, que llevó al personaje principal de Axolotl a
meterse, como un dios, y perder la libertad de Hombre, dentro de un ser acuático, sin saber
cómo salir, lo que llevó al padre de familia a hallarse y ahogarse en su presente, frente a su
hijo, en las anécdotas de su pasado para dotarlas, con toda la omnipotencia de un ser
superior, de aristas fantásticas y maravillosas?
![Page 2: El gran pez](https://reader036.fdocuments.mx/reader036/viewer/2022073120/563db926550346aa9a9a7e2b/html5/thumbnails/2.jpg)
¿Por qué el hijo no le cree si entre las líneas de lo que cuenta se narran los hechos de su
autobiografía fragmentada? ¿Por qué el hijo, en definitiva, le cree, cuando próximo a la
muerte, el hombre que quiere atrapar al gran pez es despedido, en ceremonia de fiesta,
hacia su muerte y Tim Burton delega esa dirección en el personaje del hijo que, al modo del
padre, escribe el final de la vida más elocuente, tan elocuente que, algún día, persuadidos
por la última escena, a partir de esa última escena, sabemos, queremos, nos dan ganas de
morir asi
*Desde otro punto de vista, recurriendo a lo que Genette consideraría metatexto (una obra
cinematográfica describe cómo una historia se cimenta como discurso), en la película El
gran pez1, el personaje principal (el padre) construye diversas versiones de
acontecimientos que el narrador significa como autobiográficos: el hijo lo subestima
porque piensa que «no son la verdad de la vida del padre» y le demanda esa verdad, La
Verdad, que le cuente algo “real” de él (¿puede contarse algo verdadero de uno?). Hacia el
final de la película, cuando el padre está por morir, el hijo conoce a los personajes/personas
que el padre refería en sus relatos narrados oralmente, comprende que hay algo de
“verdad”, que cuando le contaba su vida, le hablaba, de algún modo, desde la verdad,
aunque ornamentando los acontecimientos con artificios que lo engalanaban. ¿Por qué?
Porque necesitaba contar, acaparar la atención de su público, pensar en un lector presente
que lo aceptara, incluso en ese principal oyente que era su hijo. ¿El padre mintió? ¿lo hizo
por amor? ¿Para darlo, para recibirlo, para pedirlo por favor? Puede ser. Puede ser que no.
Puede que no hayan sido sino mentiras amables, en el decir de Liliana Bodoc (2012) y las
mentiras amables de la literatura y el cine suelen perdonarse antes de sentarse frente a un
libro, antes de sentarse frente a una pantalla (suelen agradecerse, en definitiva): el lector u
oyente avezado, que reconoce el pacto de lectura «sabe» que, cuando un otro narra
oralmente o por escrito, está construyendo y reconstruyendo un acontecimiento y se adentra
a la escucha y a la lectura sin subestimar (suponiendo un lector modelo) lo que claramente
es fantástico. En efecto, el hijo en El gran pez, era un lector empírico: no asumió un pacto
con el narrador que relataba su vida habilitando, de pronto y sin explicación, la irrupción de
1Daniel Wallace (autor); John August (guionista) BARTON, TIM (director), El gran pez. Estados Unidos: Columbia pictures, 2003.
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un elemento fantástico. El hijo, sin embargo, consiente ese pacto cuando el padre está por
morir: deviene en lector modelo.
En definitiva, en El gran pez, cada historia vívida por el padre se convierte en una
serie de versiones, readaptaciones del mismo acontecimiento (discursos). Como lector y
escritor (se me presenta la extrañeza de que un personaje que encarna a un escritor no logre
comprender el pacto propuesto), asumen ese rol cooperativo: el hijo de El gran pez acepta
retroactivamente el pacto que el padre le ha propuesto toda su vida y él mismo reconforta al
padre, imprimiendo desde su impronta narrativa una arista fantástica al último hecho
autobiográfico del padre: el principio de su muerte.