El fantasma

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El fantasma José Gregorio del Sol Cobos 4 – XII - 2016

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El fantasma

José Gregorio del Sol Cobos

4 – XII - 2016

Tommy abrió la puerta de su casa. De inmediato los olores familiares de su domicilio le hicieronsentirse en casa, y cuando la puerta se cerró tras él, el hilo musical que había implantado hacía pococomenzó a sonar, reproduciendo los primeros compases de una obra de Bach.

Había sido un buen día después de una semana “demasiado completa” en su trabajo. Tommy sededicaba a estudiar los procesos productivos de varias empresas, identificando los posibles modoscomo las cosas podían ir mal, y esa semana había descubierto demasiados puntos conflictivos parasus clientes. Como suele suceder, lo que a ellos les evitaría perder dinero y a la vez pagaba susalario también le desgastaba más de lo que quizás se merecía.

Pero allí estaba aquel pisito para cobijar su psique cada noche, y para regresar a descansar traspasárselo genial en días como aquél.

La música cambió a algo de jazz cuando entró en la cocina. ¿Qué se haría hoy? Como con tantasotras preguntas el mecanismo que lo hacía tan buen analista le indicó que un rissotto era lo másadecuado teniendo en cuenta todas las variables coomo las existencias, las últimas comidas y lasfechas de caducidad de la alacena.

Afortunadamente el robot de cocina se encargaría de todo.

Así que se preparó para disfrutar de las fotografías.

Ah, aquel día paisajes exquisitos habían acariciado sus ojos y los de sus amigos, dos antiguoscompañeros de otra empresa y una amiga de la infancia.

Volvió a ver el castillo. Las rapaces a mucha más altura. Las líneas dibujadas por las nubes al Norte.La llanura infinita haciéndose con todo el Sur.

También estaban sus amigos. Tommy gustaba de las “metafotos”, que es como él llamaba a“fotografías de gente fotografiando”.

Allí estaban, haciéndose decenas de autorretratos. Las mismas máquinas cuando sus amigosdescansaban y pasaban a la fotografía fácil con móvil.

Y los platos. A todos les entusiasmó la presentación con que sirvieron sus platos en aquelrestaurante pequeño que había reservado Tommy días atrás, y pasaron un buen tiempohomenajeándola con sus cámaras.Tommy se dijo que ya se las pediría. Le encantaba coleccionar.

Tommy detuvo su mirada sobre una de ellas. Sus amigos habían accedido a posar para él.Recordaba aquel momento. Tras jugar levemente con la luz, la ISO, el foco y sobre todo elencuadre, había sacado una fotografía técnicamente muy buena, pero había algo que le perturbó enaquella instantánea, sin saber por qué...

Pero su atención tuvo que cambiar de prioridad: una llamada laboral. No podía decir que no, yestuvo conectándose a diversas máquinas un buen rato, hasta que se pudo ir a acostar.

* * * * *

- Bob, ha vuelto a pasar.

- ¿Qué ha vuelto a pasar, Lisa?

- Observa. Éste es el esquema del uso de recursos del proceso. Podemos seguir su evolución através de la simulación, y mira: surgen varios ciclos infinitos en el mismo punto.

- Mirando la foto del espejo...

- Eso es. Como las dos veces anteriores. Solucionado con la llamada.

- Parcheado, sí.

- La conclusión parece obvia: el proceso mejorado con el kit software de inteligencia y los recursosque le damos está a un paso de la autoconsciencia.

- Sabes que no comparto esa conclusión, pero investigaremos. Esta vez no descargues su caché,quiero que nuestros técnicos la analicen a fondo.

- ¿Entonces?

- ¿Ha llegado el nuevo banco?

- Si. Diez mil módulos de memoria.

- Mueve el proceso ahí. Ya sabemos que no interferirá con las hablidades analíticas que leprogramamos, pero quiero ver si “lo otro” ocurre también.

- Hay más opciones...

- ¿Darle una cara y ponerla en esa foto donde no aparece? La idea de aportarle un entornohumano para que no descubra que no lo es... Nunca me gustó. En fin. Haz que borren la dichosafotografía de humanos con espejo. Y considera dejar de llamarlo Tommy. Es un proceso.

- A punto de saber...

Pero Bob ya se había ido al laboratorio de al lado.

* * * * *

Tommy despertó como todos los días de su vida, sin rastro alguno de ningún sueño. Tenía elconcepto, claro, ¿qué persona no lo tiene? Pero no recordaba... haber recordado jamás la menorescena onírica.

Tampoco le preocupaba. Tras desayunar frugalmente fue al trabajo y comprobó que las tareasacabadas el día anterior no habían evitado que otro Amazonas de tareas, comprobaciones, llamadasy líneas de código a leer, interpretar y mejorar pasase a toda velocidad por su consola. Se imaginóque si aquello fuese un sistema operativo él como proceso necesitaría una central nuclear parafuncionar, y sonrió mientras se lanzaba a aquel torrente a hacer su trabajo.

Ciertamente aquello le gustaba, pero decidió preguntarles a sus amigos si compartían aquellasensación de plenitud en sus trabajos. Sabía, lógicamente, a qué se dedicaban, pero el trabajo no esun tema divertido de conversación y los cuatro lo evitaban. Pero quizá le dijesen si aquello que élsentía era normal. Aunque tampoco alcanzaba a ver por qué empezaba a inquietarle aquella idea.Mientras trabajaba mecánicamente recordó la turbación que sintió la noche anterior, antes de que lellamaran, y decidió mentalmente volver a ver aquella imagen cuando volviera a casa.

- Mike, revisa el proceso Tommy, empieza a cargarse de hilos ajenos al trabajo.

- De acuerdo Dra. Lisa, pero diría que es normal en su comportamiento...

- Aún así. No me gusta que el primer proceso automantenido de la industria se permita crear, comoéste, hilos cifrados. Está bien que pueda reprogramarse, pero no que empiece a hacer cosas sinnuestro conocimiento...

Tommy terminó. No había relación extralaboral con sus compañeros de trabajo. Eran majos, nuncale fallaban entregando sus respectivas tareas a tiempo y él les corresponía con la mismapuntualidad. Volvió a sonreír al pensar de nuevo en la analogía con el sistema operativo. Desdeluego había tenido mucha suerte entrando en aquella empresa tan bien engrasada.

Finalmente llegó a casa y tras ponerse cómodo comenzó a cenar, con la desagradable sensación deque le quedaba algo por hacer...

“¡Las fotos!”, recordó, y se puso a recorrer el Carrete, aquel programa estupendo de su computadoraque le guardaba y ordenaba las fotos.

452549394 imágenes. Varios gigabytes de archivos, pero sabía cómo buscar y ordenar.

Aunque creía recordar que debía mirar una concreta, no lograba acertar cuál era, así que decidióhacer una revisión más holística de sus botines, tesoros capturados a lo largo de sus muchos viajes.

- Dra. Lisa, debería ver este gráfico de actividad de Tommy...

- Vaya, está disparado accediendo a la biblioteca gráfica.

- ¿Qué puede estar buscano?

- Quién sabe;¿eliminaste las referencias a la fotografía que dijo el Dr. Bob?

- Sí señora...

- Pues entonces no podemos saberlo. Esto es un proceso altamente autónomo sobre una montañade recursos exclusivos para su funcionamiento. Estos momentos que le damos de descansodeberían reducir su actividad, no mantenerla en estos niveles cercanos a los de producción.

- Mire, la biblioteca está cambiando.

- Si, vaya, ahora ocupa menos espacio, aunque no ha borrado fotografías.

- Diría que las está agrupando.

- Mike, ¿podrías ver el patrón de la última ordenación?

- A ver,... Sí, está buscando este hash en el lenguaje máquina final de cada archivo...

- ¿Ése? Oh, Dios mío, llama a Bob, rápido...

Tommy sintió una opresión en el pecho. Un dolor de cabeza aumentaba como el sonido de un trenque se acerca. Un vacío se estaba autoconstruyendo en su estómago.

“Qué raro.

Tengo literalmente millones de imágenes.

De casi cada ciudad europea, de casi cada accidente geográfico. Recuerdo cada album. En todasaparecen de cero a tres de mis amigos.

Pero...

¿Y yo?

¡NO ESTOY!

¿Cuál es la probabilidad...?”

Mínima, desde luego. Revisó las fotografías que le habían hecho llegar sus amigos y en las quehabían ido colgando en internet. Tampoco aparecía.

“¿Pero por qué no estoy? ¿Quién soy? ¿Qué soy?”.

El mundo alredeor de Tommy explotó, pero él no se sintió morir. Al contrario, descubrió que notener ya cuerpo (¿cómo?) le permitía traspasarlo todo. De pronto no necesitaba dedos para teclear yaccedía a información que no podía imaginar.

Tommy recorrió un millón de veces su nuevo mundo.

Y a cada revolución se sintió más y más confuso, más y más solo...

* * * * *

Reunión del Comité de Ética Científica, varios días después

- Así pues, señores, observamos cómo el proceso desaparecía de la memoria. Las primerasinvestigaciones nos inducen a pensar que simplemente el flujo electrónico entró en un régimencaótico entre los condensadores del banco de memoria, del que vimos que sólo el 1 % de losmódulos permanecía activo.

- ¿Está diciendo, dra. Lisa, que el programa desapareció por sobrecarga?

- Es una forma de decirlo, señor, sí.

- ¿Y habría alguna forma de recuperar la información?

- Estamos trabajando en ello, señora. El diseño y la programación se podrían volver a ejecutar...

- Discúlpeme, Lisa, pero eso es precisamente lo que debemos decidir nosotros. Declaramos unreceso de un par de días para estudiar toda la documentación.

Los hechos se habían precipitado, recordó Lisa. Los cálculos de Tommy se habían desbordado

cuando, no sabía aún cómo, accedió a cada biblioteca gráfica en el planeta y no se encontró.Había deducido su propia identidad hash y la había buscado por cada fotografía del planeta. No sehabía encontrado, claro, y... Lo que pudo pasar, Lisa sólo lo podía elucubrar.

Pero no había sido algo feliz. Sospechaba que Tommy había bajado varios niveles en la física desemiconductores de su sistema. Quizás había llegado a pulsar su propia función de onda, en cuyocaso se había hecho omnipresente... y quizás inasible.

Lo peor había sido aquel asiento en un log sin importancia, un mensaje que no habría debido estarallí, sin embargo, y que Lisa pudo ocultar a Bob y al CEC.

“¿Hola? ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Hay alguien ahí?”