El Diablo Cojuelo

download El Diablo Cojuelo

of 135

Transcript of El Diablo Cojuelo

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

1

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de GuevaraThe Project Gutenberg EBook of El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.net Title: El Diablo Cojuelo Author: Luis Vlez de Guevara Release Date: May 27, 2004 [EBook #12457] Language: Spanish Character set encoding: ISO-8859-1 *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK EL DIABLO COJUELO *** Produced by Stan Goodman, DP Spanish Team, Virginia Paque and the Online Distributed Proofreading Team. EL DIABLO COJUELO Luis Vlez de Guevara CLSICOS CASTELLANOS

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara EL DIABLO COJUELO Luis Vlez de Guevara PRLOGO Y NOTAS DE FRANCISCO RODRGUEZ MARN 1922 A LA GRATA MEMORIA DEL INGENIOSSIMO ESCRITOR HISPALENSE DON FELIPE PREZ Y GONZLEZ, MI LEAL AMIGO DESDE LOS TAN REGOCIJADOS COMO FUGACES AOS DE LA MOCEDAD. FRANCISCO RODRGUEZ MARN PRLOGO

2

Luis Vlez de Guevara--como dije en otra ocasin[1]--fu tan pobre, que bien puede dudarse si en algn tiempo de su vida lleg a tener dos trajes en mediano uso; pero, en cambio, a los doscientos y mas aos de su muerte tiene dos biografas diversas: la que le inventaron algunos escritores, que es la mas conocida[2], y la que despacio y a retazuelos, como de limosna, pero slidamente, le vamos escribiendo algunos investigadores de nuestra historia literaria[3]. Segn la primera de entrambas biografas, Vlez naci en Ecija por enero de 1570, estudi Leyes en la Universidad de Sevilla y vino a ejercer su profesin a la Corte, en donde muy luego gan estimacin y fama por su sagacidad, gracejo y elocuencia. Defendiendo a cierto criminal capt a los jueces con su donaire; pero como el fiscal apelase de la benigna sentencia dictada, el reo fu condenado a muerte, y Luis Vlez a pagar una multa. Tuvo noticia de ello el Rey, y cuando convers con el festivo abogado prendse tanto de l, que no slo le perdon la multa, y la vida al delincuente, sino que, adems, ya no pudo pasar sin el trato de Vlez de Guevara, a quien protegi sobremanera. Esto fu lo que suele llamarse hablar de memoria, porque en todo el relato no hay otra cosa verdadera que lo de ser Ecija la patria del escritor. Y lo realmente sucedido y cierto es, en este caso como en otros muchos, menos bello y agradable que la mentira. Vamoslo. Luis Vlez de Guevara naci en Ecija, a fines de julio de 1579, de padres hidalgos, pero pobres[4]: sabido es que la hidalgua y la pobreza casi siempre anduvieron juntas[5]. Estudi la Gramtica en su ciudad natal, y por julio de 1596 se gradu de bachiller en Artes en la Universidad de Osuna, eximindose por pobre de pagar los derechos acadmicos[6]. Seguidamente entr a servir como paje a don Rodrigo de Castro, cardenal arzobispo de Sevilla, a quien acompa en el viaje que hizo a Madrid y a Valencia para asistir en las bodas de Felipe III y doa Margarita de Austria, de las cuales y de sus esplendorosas fiestas trat el poeta adolescente en un poemita que hizo imprimir en Sevilla, a su regreso[7]. Muri el Cardenal en septiembre de 1600; pero a esta sazn no perduraba Vlez en su palacio, pues, ya harto talludo para paje, dos meses antes haba dejado su empleo, a fin de abrazar la profesin de las armas. l, en un memorial dirigido al Rey, dijo haber permanecido seis aos en la milicia[8]; pero que exager en cuanto a la duracin de su vida soldadesca demustrase con otras palabras suyas, porque l mismo, muchos aos antes, haba declarado que en el esto de 1603 estaba en Valladolid, y en tal declaracin, prestada en Sevilla a 26 de mayo de 1604 e indita hasta ahora, llambase nuestro poeta, sin mencionar para cosa alguna la cualidad de soldado, vecino al presente en esta ciudad, en la collacin de Santa Marina[9]. Ya apellidndose Vlez de Guevara, en lugar de Vlez de Santander, como se haba llamado hasta poco antes[10], escribi y public en 1608 un nuevo opsculo potico intitulado Elogio del Ivramento del

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

3

serenssimo Prncipe don Felipe Domingo, Quarto deste nombre, y en la portada de esta obrita se decia criado del Conde de Saldaa. Haba entrado, en efecto, a su servicio como gentilhombre antes o poco despus de enviudar de su primer matrimonio: del primero de los cuatro con que prob su grande aficin a este santo sacramento[11]. Para sus nuevas nupcias con doa rsula Ramisi Bravo de Laguna[12], el mencionado Conde le hizo donacin de cuatrocientos ducados, amn de sealarle una pensin anual vitalicia de otros doscientos; pero estas larguezas de los grandes de antao eran comnmente ms nominales que efectivas, porque a la hora de cobrar--tan endeudados andaban de ordinario--solan desvanecerse como el humo. Y en 1618, fallecida su segunda mujer, que le dej, amn de algn otro hijo, a Juan, sucesor de su padre en la profesin y en el ingenio[13], nuestro escritor contrajo nuevo matrimonio, que la muerte haba de romper antes que pasaran dos aos, con doa Ana Mara del Valle[14]; y dejando la casa del conde de Saldaa, pas a la del marqus de Peafiel, manirroto primognito del gran duque de Osuna, a cuyo servicio estuvo, asimismo como gentilhombre, cerca de un bienio[15]. Los continuos apuros, la perdurable indigencia y la negra fortuna de Luis Vlez de Guevara en los aos de 1622 y siguientes estn pintados de mano maestra por l mismo en cinco memoriales en verso que salieron a luz pocos aos ha[16]. Ora pretende un humilde puesto en la servidumbre del cardenal e infante don Fernando; ora, ya frustrado este propsito, logra en 1623 la efmera portera de cmara del Prncipe de Gales, nuestro husped; ya, en 1624, obtiene, despus de grande esfuerzo, la tambin harto breve mayordoma del archiduque Carlos, muerto an no transcurrido un mes desde su llegada a Madrid, y ms adelante solicita infructuosamente del Rey, alegando sus mritos y servicios y la nobleza de su linaje, una plaza de ayuda de su guardarropa. Al cabo, este hombre celebrado y aplaudido de todos por sus excelentes comedias, a la par que por su deliciosa y amensima conversacin, aludiendo a la cual haba escrito Cervantes: Top a Luis Vlez, honra y alegra y discrecin del trato cortesano, y abracle en la calle a medio da, consigui en 1625 entrar definitivamente en la servidumbre de Palacio, ocupando una plaza de ujier de cmara de Su Majestad. Pero esto, que pareca algo, era muy poco, salvo en lo honorfico, pues no tuvo sealada racin, y hasta el ao de 1635, en que el infortunado poeta entr en gajes[17], sigui condenado a vivir de lo poco que entonces producan las obras dramticas[18] y de lo que peda a sus amigos; tanto fu as, que se hicieron proverbiales su extremada pobreza y sus donosas esquelas petitorias, casi siempre en verso.[19] Como si compartiendo la escasez de recursos se cupiese a menos porcin de ella, Vlez se cas an por cuarta vez, en 1626, con una viuda llamada doa Mara Lpez de Palacios,[20] bien que sta aport a su nuevo enlace algunos bienes; mas pronto fueron vendidos, y juntos y procreando y criando algunos hijos, vivieron entrambos cnyuges en cristiana estrecheza, hasta el da 9 de noviembre de 1644, en que falleci el donairoso autor de tantos primores literarios[21]. Su testamento, otorgado cuatro das antes, contiene una larga lista de pequeas deudas. Al comienzo de este documento consign: Iten, declaro que por el presente estoy muy alcanado y necesitado de hacienda, para poder disponer y dejar las misas que yo quisiera por mi alma.[22] Vlez de Guevara fu celebradsimo de sus contemporneos, as por la amenidad de su trato, que le ganaba amigos en todas partes, como por su facundia potica y su florido e inagotable ingenio. Claramente llambale en 1613, en el Inquiridion que va al fin de su Letana moral, floridissimo ingenio de Ezija, de quien esperamos grandes escritos y trabajos, y a hecho hasta oy muchas famosas comedias. Cervantes no le elogi menos en estos dos tercetos del cap. II de su Viage del Parnaso (1614): Este que es escogido entre millares, de Gueuara Luys Vlez es el brauo, que se puede llamar quita pesares. Es Poeta Gigante, en quien alauo el verso numeroso, el peregrino ingenio, si vn Gnaton nos pinta, o vn Dauo.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara Lope de Vega le ensalz dos veces, en sendas epstolas de La Filomena, con otras diversas Rimas, Prosas y Versos (1621):

4

Aqu de Valdivielso el santo empleo, De Luis Vlez, florido y elocuente, La lira que ya fu del dulce Orfeo. ...Y el famoso Luis Vlez, que tena En xtasis las Musas, que a sus labios Iban por dulce nctar y ambrosa. Y aun volvi a loarle en la silva II de su Laurel de Apolo, publicado en 1630: Ni en cija dejara el florido Luis Vlez de Guevara de ser su nuevo Apolo, que pudo darle solo, y slo en sus escritos, con flores de conceptos infinitos, lo que los tres que faltan: as sus versos de oro con blando estilo la materia esmaltan. Para qu seguir transcribiendo frases laudatorias? Baste recordar muy resumidamente que Tamayo de Vargas (1622) ponder su donaire; y don Fernando de Vera y Mendoza (1627) le llam el Rey de Romanos; y Prez de Montalvn (1632) encareci los pensamientos sutiles, arrojamientos poticos y versos excelentsimos y bizarros de sus comedias; y Salas Barbadillo (1635) afirm que en el Parnaso no se conocen otras salinas sino las de su felicissimo ingenio.... El insigne poeta ecijano, hoy ms famoso por su novela intitulada El Diablo Cojuelo, an muy leda, que por sus obras teatrales, desterradas, como todas las antiguas, de la escena actual, principalmente por falta de buenos cmicos y consiguiente carencia de buenas compaas, escribi ms de cuatrocientas comedias, de las cuales ha llegado hasta nosotros un centenar escaso. Por stas se le puede diputar, si no como autor de sealadsima personalidad literaria, a lo menos, como uno de los ms aventajados discpulos de Lope de Vega, cuyas huellas sigui tan constante y acertadamente, que a las veces se hace harto difcil diferenciarlos. Tal sucede, verbigracia, con la comedia intitulada Los Novios de Hornachuelos, que pasa comnmente por obra de Lope; pero hay alguna indicacin antigua que la atribuye a Vlez de Guevara, y, leda y estudiada, qudase perplejo el entendimiento ms avisado, sin resolverse a adjudicarla con cabal certeza a ninguno de entrambos ingenios. La misma grande semejanza con las de Lope se echa de ver en todas las comedias del poeta ecijano: las fuentes, unas; iguales los procedimientos; igualmente rica la diccin; anlogo el nervio en lo dramtico; parecidsimas las gracias en lo festivo, e idntica en ambos la propensin a avalorar lo propio entreverndolo con todos los elementos del folklore nacional; aqu, con la conseja vulgar y la tradicin legendaria; all, con el refrn hbilmente desledo y glosado en cuatro o seis versos; acull, con la vieja cancioncilla histrica, que siempre, por lo grata, parece nueva a los odos espaoles; y en otro lado, en fin, con el sabroso cuentecillo popular, picante sin demasa. De El Diablo Cojuelo, nica de las obras de Vlez que ha conservado para su nombre alguna parte de la amplia popularidad que disfrut en vida, se han hecho en nuestros das, amn de tal cual edicin corriente, dos eruditas y anotadas. Ambas se deben a la vasta cultura y harto probada laboriosidad de don Adolfo Bonilla y San Martn, ventajosamente conocido en el campo literario y en el filosfico. Enderezando un antiguo entuerto que se haba hecho a Vlez de Guevara con interpretarle desaforadamente[23], public la primera de estas dos ediciones (Vigo, 1902); pero como mi antiguo camarada y docto amigo don Felipe Prez y Gonzlez, cuyo felicsimo ingenio estaba emparentado muy de cerca, a pesar de los siglos que se haban puesto en medio, con el del donairoso ecijano, juntase burla burlando, artculo por artculo, en La Ilustracin Espaola y Americana, para formar un libro muy interesante y ameno, que sac a luz en 1903 bajo el ttulo de El Diablo Cojuelo: notas y comentarios, libro en el cual patentiz algunos errores de las notas del seor Bonilla, ste, en 1910, ao en que tras cruelsima enfermedad pas a mejor vida su festivo, pero amable corrector--que no sin fundamento haba usado en su mocedad el seudnimo de Urbano Corts--, di a la estampa en Madrid una nueva edicin de la obrita de Vlez, mejoradas las notas y reconocido con nobleza el valioso auxilio que para ello le haba prestado el tan culto como donairoso escritor hispalense[24].

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

5

Pero, aun as, El Diablo Cojuelo se haba hecho del todo accesible a la inteligencia de los lectores medianamente ilustrados de nuestros das? Aun rectificadas en su segunda edicin, bastan las notas del seor Bonilla para ahorrar tropiezos, en muchos lugares de la novela, hasta a los lectores ms avisados e instruidos? A estas preguntas, que algunos aficionados a las letras nos hacamos, respondi, como si estuviera en nuestro pensamiento, don Enrique Nercasseau y Morn, en su discurso de recepcin ledo ante la Academia Chilena, correspondiente de la Espaola, el da 21 de noviembre de 1915[25]: La novela toda de Vlez de Guevara--dijo--es una stira corts de la sociedad de su tiempo, felicsima en la mayor parte de sus cuadros, y no afeada por la licencia y crudeza tan comunes en las novelas de la poca. El Diablo Cojuelo sera una narracin clsica de primer orden, y aun leble hoy da, si no la deslustrara el conceptismo, y si no se hallara sobreabundante en equvocos y frases convencionales de difcil o imposible comprensin en nuestra era. Aun despus del trabajo llevado a cabo por don Adolfo Bonilla y San Martn en su edicin de Madrid de 1910, la novela de Vlez de Guevara queda aguardando un comentario que la explique y la ponga al alcance general. Ese comentario que el seor Nercasseau echaba de menos es el que, con temeridad que no puede buscar disculpa en la inexperiencia de los pocos aos, he intentado en la presente edicin. Habr conseguido darle cima? Nuestro seor el pblico lo dir: a su inapelable fallo me someto gustoso. En las aprobaciones insertas en la edicin prncipe de El Diablo Cojuelo elogiaron esta novela fray Diego Niseno, padre basilio, y fray Juan Ponce de Len, de la orden de los Mnimos. En sentir del primero, la obrita contiene muchas cosas de mucha moralidad y enseana, escritas con la sazn y variedad que de tal ingenio se podan esperar. Merece--aadi--la licencia que pide, porque este linage de escritos es difcil de enquadernar con lo honesto y recatado de nuestras christianas leyes, y Luis Vlez ha sido en ste gloriosa excepcin desta vniuersal dolencia. Ms extremado es el parecer del segundo, que encarece el sazonado gusto de Vlez, por auer puesto la naturaleza en su ingenio la elegancia del estilo, la suabidad del dezir, la aduertencia en el colocar, la atenta circunspeccin en las palabras, y todo con tal modo, que dexa suspensa la razn sobre a qual de estas partes se deba con ms justificacin la primacia: en todo este discurso se corre la cortina a los conocidos engaos deste mundo, de modo que, para penetrarlos con sutileza, no necesita nuestra Nacin de salir de sus estendidos lmites, pues dentro de s cra sugetos que, aun en sueos y burlas, la dexan superiormente ilustrada. Diametralmente opuesta a estas opiniones fu la de Francisco Santos, pues dijo en El Arca de No y Campana de Belilla[26]: Toc la Campana y desaparecieron todos los Autores de viejo, siguindolos vno que avia venido tarde, y tambin llevava vn libro en las manos, que preguntando a Noe quin era, me dixo: el libro se intitula el Diablo Cojuelo, Aventuras de Don Cleofas Leandro Perez Zambullo, digno de que le consumiera vn Polvorista: est sin enseana buena, ni moralidad, y esto, sobre acabar como la nieve.... Ni tanto, ni tan poco, podra haberse dicho a los tres censores, porque, en realidad de verdad, la novelita de Vlez de Guevara, que se muestra en ella como un buen discpulo de Quevedo, de cuyas obras cmicas y satricas tiene reminiscencias muy frecuentes, sin ser una maravilla, es de agradable lectura, y ms lo fuera sin la pesada y adulatoria enumeracin de todo aquel inacabable seoro que el autor, en el tranco VIII, hace pasar por el espejo de Rufina Mara, dispuesto ad hoc por el redomado desenredomado. En la visin, que pudiramos llamar cinematogrfica, de los diez trancos o captulos en que est dividido El Diablo Cojuelo, cada uno sabe a cosa diferente de los dems: son cuadros distintos e independientes entre s, que no tienen de comn sino la intervencin, o la presencia cuando menos, de los dos hroes de la novela. El tranco II, verbigracia, en que entrambos, desde el capitel de la torre de San Salvador, descubierta la carne del pasteln de Madrid, otean despus de la media noche cuanto sucede en la coronada villa, trae a la memoria, por la traza y manera, como indiqu en las notas de mi edicin crtica del Quijote[27], aquella inspeccin que desde la torre de la Giralda de Sevilla, y acompaado asimismo de un cicerone, el maestro Desengao, haba hecho Rodrigo Fernndez de Ribera, autor de Los Antoios de meior vista[28]. El desaforado poeta del tranco IV es pariente propincuo de otros dos muy conocidos en nuestra literatura: el del Coloquio de los Perros, de Cervantes, y el de la Vida del Buscn, de Quevedo. A hacer entretenida y agradable la lectura de El Diablo Cojuelo contribuyen con lo ingenioso de la invencin la interesante variedad de las escenas, la soltura y viveza del dilogo, y, especialmente, el chispeante gracejo de Vlez de Guevara. En cambio, la elocucin suele ser descuidadilla, entre otras cosas, por la excesiva abundancia de gerundios.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

6

Del Diablo Cojuelo, entremetido espritu infernal que da nombre y ser a la novela, trat el seor Bonilla en una breve nota. Mucho ms mereca el que trujo al mundo la zarabanda, el dligo y la chacona, y yo he de volver hoy por su negra honrilla, recordando la mucha familiaridad que nosotros los espaoles hemos tenido con l. Hyase de llamar Renfas, o Asmodeo, o de otro cualquier modo, es lo cierto que este travieso diablillo, con parecer de menor cuanta y ser cojo por aadidura, tom entre nosotros tal importancia, que nada malo se pudo hacer sin l. El Diablillo Cojo sabe ms que el otro, ense el refrn, y cuando en el calor de la ira se dijo a alguno que le llevase el diablo, no falt quien, rectificando festivamente, respondiera: El Diablo Cojuelo, que es ms ligero. En las frmulas supersticiosas llevbanle y traanle como un zarandillo nuestras hechiceras de los siglos XVI y XVII, para que les llevase y trajese sus galanes y paniaguados, y le daban prisa, y le adulaban celebrando su ligereza. Vanse algunos ejemplos. Doa Antonia Mexa declar, entre otras cosas, en un proceso que se le sigui por los aos de 1633[29]: Que habr seis aos que la dicha Beatriz dixo a sta que tomase un pedernal y le pusiese la mano encima y dixese: Estos cinco dedos pongo en este muro; cinco demonios conjuro: a Barrabs, a Satans, a Lucifer, a Berceb, al Diablo Cojuelo, que es buen mensajero, que me traigan a fulano luego a mi querer y a mi mandar. Y as, en 1668, Agueda Rodrguez, vecina de Madridejos, tambin procesada por hechicera[30]: ...Diablo Cojuelo, tremele luego; diablo del pozo, tramele, que no es casado; que es mozo; diablo de la Quintera, tremele en la fera; diablo de la plaza, tremele en danza.... Tenase al Diablo Cojuelo, como dice el refrn, por el ms listo de todos: Esperanza Bonfilla, procesada por la Inquisicin de Valencia en 1600, hizo que cierta mujer, para atraer a un hombre, hiciese vn conjuro en la forma siguiente: tomando vna escoba, la puso vna toca como muger, y encendida vna bela que no fuese bendita, se arrodill delante de la escoba, y sin haer cruz, juntas las manos, dixo: Marta, Martica, no la santa ni la digna, ni la digna de rogar, ni la que est en el altar, sino la que de noche andas por las beredas y los das por las encrebelladas, yo te conjuro con Satans y con Barrabs, con Berceb y todos los diablos, y con el diablo coxo, que corre mas que todos, que todos vais a fulano y le deis tiempo para vestirse y le traigais por puntos ante m y mis ojos, sin hacerle mal[31]. Corra ms, y tena ms poder que sus iguales y superiores, o no supo lo que se pescaba Isabel del Pozo al hacer sus conjuros, ni Mara Castellanos cuando lo declar ante la Inquisicin de Toledo en 1631[32], pues deca: ... que tom en las manos dicha Isabel del Poo un poco de sal de sardinas y ilantro, lo qual mezcl todo y lo echaba de una mano en otra diciendo: Conjrote, sal y ilantro, con Barrabs, con el Diablo cojuelo, que puede ms. No te conjuro por sal y ilantro, sino por el corazn de fulano; y echando la sal y ilantro en la lumbre, prosegua diciendo: As como te has de quemar, se queme el corazn de fulano, y aqu me le traygas, y conjrote por la reina Sardineta, y con la tataranieta, y con los navegantes que navegan por la mar. Pero la cualidad de diablo bullidor y zaragatero, aficionado a bailes y holgorios y a meter en danza a los mortales, hacindoles ganar el infierno alegremente, de ningn texto inquisitorial resulta tan clara como de la manifestacin de otra hechicera de Madridejos, llamada Mari Fernndez, que, procesada en 1532, al ser interrogada, trajo a colacin, como vamos a ver, un estragado fragmento de cierto curiossimo romance, desconocido hoy[33]: Preguntada sy ha dicho esta declarante a alguna persona como avia hecho erco con ynvocacion de diablos, que eran berzeb y satans y el diablo coxuelo, diziendo esta declarante que sin el diablo coxuelo no se poda hazer aquel erco, y que en aquel erco que hizo avia esta declarante visto lo quel diablo queria hazer contra ierta persona, que diga lo que erca desto ha dicho e fecho, dixo que ella suele

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara cantar vn Romance que dize:

7

A caa yba bienhecho por Riberas de la mar, no por mengua de vjno ni menos mengua de pan; por miedo del Rey Ramjro que lo querja matar. Ellos en aquesto estando enbjaronle a llamar. Vamonos, dixo, amigo, vamonos, dixo, a enar; de que ovjeremos enado dios dixo lo que ser; desque ovjeron enado tom libros en sus manos y comen de Rezar; a los pecados mayores enpeolos de llamar: Qu es de ti, berzebu, qu es de ti, barravas, qu es de ti, diablo coxuelo, que eras t el juglar?... Tanto don Adolfo Bonilla como don Felipe Prez indagaron con prolijidad cundo hubo de escribir su obrita Vlez de Guevara, y si la escribi seguidamente, o a trozos y aun con largos intervalos entre unos y otros captulos. Convienen ambos investigadores en esta ltima creencia, pero no en lo dems; porque si en opinin de Prez y Gonzlez la novela fu escrita despus de febrero de 1636 y antes de mayo de 1639, a juicio de Bonilla, Vlez empez a escribirla despus de febrero de 1637 y la termin hacia julio de 1640[34]. No creo que el poner en claro este punto, siendo corto, como lo es, dentro de la ordinaria duracin de la vida humana, el tiempo comprendido entre unas fechas y otras, merezca el mprobo trabajo que echaron sobre si estos denodados eruditos[35]. Unas advertencias, para terminar. Vlez de Guevara, como Quevedo--not el seor Bonilla--, es un escolstico del idioma. No hay que perder una sola de sus palabras, no hay que confiar en el valor directo de cualquiera de sus frases, porque lo mejor del cuento pasara quizs inadvertido. Es preciso estar siempre ojo avizor para saborear como es debido aquellas atrevidas metforas, aquellas extravagantes relaciones, aquellos estupendos equvocos, aquellas arbitrarias licencias en que se complace. Esta indispensable atencin fatiga en ocasiones; pero hace sacar doble fruto de la lectura de un libro cuyo atractivo consiste, ms bien que en el inters de los lances, en la ingeniosidad d los pensamientos. Slo el muy familiarizado con los secretos del habla podr darse cabal cuenta de las bellezas de una obra semejante. Exactsimo todo ello, y porque lo es y a los ms de los lectores falta esa extremada familiaridad a que se refiere el seor Bonilla, no podan buenamente pasar sin nota muchas de las frases que no la tienen en sus ediciones. Ciento treinta y cinco que estn en este caso seal de primera intencin cuando, ledo el sobredicho discurso del seor Nercasseau y Morn, me sent deseoso de preparar, para la simptica coleccin de Clsicos Castellanos, esta humilde edicioncita de El Diablo Cojuelo. Como el seor Bonilla, procuro pecar antes por carta de ms que por carta de menos, por lo cual a veces he explicado palabras y giros que podrn parecer a los eruditos de muy llana inteligencia. Tngase en cuenta, sin embargo--aado con l--, que me dirijo a la generalidad y que mi propsito es facilitar la comprensin del libro de Vlez de Guevara a todo gnero de lectores. Con mayor motivo haba yo de hacer lo propio en una edicin vulgarizadora, como es la presente. Pero aun as, he hudo con mucho cuidado de escribir notas por las cuales se me pudiese encasillar junto a Lucas de Valds y Toro, aquel empecatado cirujano cordobs que en 1630 di a la estampa un opsculo perogrullesco intitulado as: Tratado en que se prueba que la nieve es fra y hmeda[36]. No obstantes mi buena voluntad y la diligencia con que procur evitarlo, se me han quedado por entender algunas frases del texto. Hay quien, puesto a anotar uno cualquiera, explica lo que buenamente se le alcanza, y en cuanto a lo que no, hace, como dicen, la vista gorda y pasa de largo sin decir palabra, dando a colegir con su silencio que aquello que no explic no lo ha menester, por ser cosa llansima. Jams comet esa reprobable fullera: antes por el contrario, en casos tales confieso paladinamente que aquel lugar merece y pide explicacin, y que, por malos de mis pecados, yo no acert a drsela[37]. Por ltimo, aunque en esta edicin sigo el texto de la original de Vlez de Guevara (Madrid, Imprenta del Reyno, 1641), no la he copiado tan fielmente, tan servilmente, que reproduzca su endiablada ortografa, digo, la de los brbaros cajistas que compusieron los moldes. Para regalar a los lectores--escrib trece aos

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara ha[38]--con bocados como abaricia, hajo, coetes, hizquierda, voca, vobos, obtica, valbucientes, abitos, hancas y hacechar, como lo hizo el seor Bonilla reproduciendo la edicin prncipe de El Diablo Cojuelo, siempre hay tiempo, o, dicho mejor, no debe haberlo nunca. Ya no es poco hacer morder el ajo a uno; pero hacerle morder el hajo es crueldad doblada, porque pica an ms la hache que el ajo mismo. Y con esto, lector amable, qudate a Dios, y perdname si te caus enfado o tedio con la lectura de mi prlogo. FRANCISCO RODRGUEZ MARN. Madrid, 2 de junio de 1918. EL DIABLO COJUELO [AL EXCMO. SR. D. RODRIGO DE SANDOVAL, DE SILVA, DE MENDOZA Y DE LA CERDA, PRNCIPE DE MLITO, DUQUE DE PASTRANA, DE ESTREMERA Y FRANCAVILA, ETC.] Excelentsimo seor:

8

La generosa condicin de V.E., patria general de los ingenios, donde todos hallan seguro asilo, ha solicitado mi desconfianza para rescatar del olvido de una naveta[39], en que estaba entre otros borradores mos, este volumen que llamo El Diablo Cojuelo, escrito con particular capricho, porque al amparo de tan gran Mecenas salga menos cobarde a dar noticia de las ignorancias del dueo. A cuya sombra excelentsima la invidia me mirar ociosa, la emulacin muda, y desairada la competencia; que con estas seguridades no naufragar esta novela y podr andar con su cara descubierta por el mundo. Guarde Dios a V.E., como sus criados deseamos y hemos menester. Criado de V.E., que sus pies besa, LUIS VLEZ DE GUEVARA. PRLOGO A LOS MOSQUETEROS[40] DE LA COMEDIA DE MADRID. Gracias a Dios, mosqueteros mos, o vuestros, jueces de los aplausos cmicos por la costumbre y mal abuso, que una vez tomar la pluma sin el miedo de vuestros silbos, pues este discurso del Diablo Cojuelo nace a luz concebido sin teatro original fuera de vuestra juridicin; que aun del riesgo de la censura del leello est privilegiado por vuestra naturaleza, pues casi ninguno de vosotros sabe deletrear; que nacistes para nmero de los dems, y para pescados de los estanques[41][42], de los corrales[43], esperando, las bocas abiertas[44], el golpe del concepto por el odo y por la manotada del cmico, y no por el ingenio. All os lo habed con vosotros mismos, que sois corchetes[45] de la Fortuna, dando las ms veces premio a lo que aun no merece odos, y abats lo que merece estar sobre las estrellas; pero no se me da de vosotros dos caracoles: hgame Dios bien con mi prosa[46], entretanto que otros fluctan por las maretas[47] de vuestros aplausos, de quien nos libre Dios por su infinita misericordia, Amn, Jess. CARTA DE RECOMENDACIN AL CNDIDO[48] O MORENO LECTOR. Lector amigo: yo he escrito este discurso, que no me he atrevido a llamarle libro, pasndome de la jineta de los consonantes[49] a la brida de la prosa, en las vacantes que me han dado las despensas[50] de mi familia y los autores de las comedias por su Majestad[51]; y como es El Diablo Cojuelo, no lo reparto en captulos, sino en trancos[52]. Suplcote que los des en su leyenda[53], porque tendrs menos que censurarme, y yo que agradecerte[54]. Y, por no ser para ms[55] ceso, y no de rogar a Dios que me conserve en tu gracia.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara De Madrid, a los que fueren entonces del mes y del ao, y tal y tal y tal[56]. EL AUTOR Y EL TEXTO. DE DON JUAN VLEZ DE GUEVARA A SU PADRE. SONETO[57] Luz en quien se encendi la vital ma, De cuya llama soy originado, Bien que la vida slo te he imitado, Que el alma fuera en m vana porfa,

9

Si eres el sol de nuestra Pesa, Viva ms que l tu aplauso eternizado, Y pues un vivir solo es limitado, No te estreches al trmino de un da. Hoy junta en el deleite la enseanza Tu ingenio, a quien el tiempo no consuma, Pues tambin viene a ser aplauso suyo. Y sufra la modestia esta alabanza A quien, por parecer ms hijo tuyo Quisiera ser un rasgo de tu pluma. TRANCO PRIMERO Daban en Madrid, por los fines de julio, las once de la noche en punto, hora menguada para las calles[58], y, por faltar la luna, juridicin y trmino redondo de todo requiebro lechuzo y patarata de la muerte. El Prado boqueaba coches[59] en la ltima jornada de su paseo, y en los baos de Manzanares los Adanes y las Evas de la Corte, fregados ms de la arena que limpios del agua[60], decan el Ite, ro[61] es[62], cuando don Cleofs Leandro Prez Zambullo, hidalgo a cuatro vientos[63], caballero huracn y encrucijada de apellidos[64], galn de noviciado y estudiante de profesin, con un broquel y una espada, aprenda a gato por el caballete de un tejado, huyendo de la justicia, que le vena a los alcances[65] por un estrupo[66] que no lo haba comido ni bebido[67], que en el pleito de acreedores de una doncella al uso estaba graduado en el lugar veintidoseno[68], pretendiendo que el pobre licenciado escotase solo lo que tantos haban merendado[69]; y como solicitaba escaparse del para en uno son[70] (sentencia difinitiva del cura de la parroquia y auto que no lo revoca si no es el vicario Responso[71], juez de la otra vida), no dificult arrojarse desde el ala del susodicho tejado, como si las tuviera, a la buarda[72] de otro que estaba confinante, nordesteado de una luz que por ella escasamente se brujuleaba, estrella de la tormenta que corra, en cuyo desvn puso los pies y la boca[73] a un mismo tiempo, saludndolo como a puerto de tales naufragios, y dejando burlados los ministros del agarro[74] y los honrados pensamientos de mi seora doa Tomasa de Bitigudio[75], doncella chanflona[76] que se pasaba de noche como cuarto falso, que, para que surtiese efecto su bellaquera, haba cometido otro estelionato ms con el capitn de los jinetes a gatas que corran las costas[77] de aquellos tejados en su demanda, y volvan corridos de que se les hubiese escapado aquel bajel de capa y espada[78] que llevaba cautiva la honra de aquella seora mohatrera de doncellazgos[79], que juraba entre s tomar satisfaccin deste desaire en otro inocente, chapetn[80] de embustes doncelliles, fiada en una madre que ella llamaba ta, liga donde haba cado tanto pjaro forastero. A estas horas, el Estudiante, no creyendo su buen suceso[81] y deshollinando con el vestido y los ojos el zaquizam, admiraba la regin donde haba arribado, por las estranjeras estravagancias de que estaba adornada la tal espelunca, cuyo avariento farol era un candil de garabato, que descubra sobre una mesa antigua de cadena[82] papeles infinitos, mal compuestos y ordenados, escritos de caracteres matemticos, unas efemrides abiertas[83], dos esferas y algunos compases y cuadrantes, ciertas seales de que viva en el cuarto de ms abajo algn astrlogo, dueo de aquella confusa oficina y embustera ciencia; y llegndose don Cleofs curiosamente, como quien profesaba letras y era algo inclinado a aquella profesin, a revolver los trastos astrolgicos, oy un suspiro entre ellos mismos, que, parecindole imaginacin o ilusin de la noche, pas adelante con la atencin papeleando los memoriales de Euclides y embelecos de Coprnico; escuchando

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara segunda vez repetir el suspiro, entonces, parecindole que no era engao de la fantasa, sino verdad que se haba venido a los odos, dijo con desgarro y ademn de estudiante valiente: --Quin diablos suspira aqu?, respondindole al mismo tiempo una voz entre humana y estranjera:

10

--Yo soy, seor Licenciado, que estoy en esta redoma, adonde me tiene preso ese astrlogo que vive ah abajo, porque tambin tiene su punta de la mgica negra[84], y es mi alcaide dos aos habr. --Luego familiar eres?--dijo el Estudiante[85]. --Harto me holgara yo--respondieron[86] de la redoma--que entrara uno de la Santa Inquisicin, para que, metindole a l en otra de cal y canto, me sacara a m desta jaula de papagayos de piedra azufre. Pero t has llegado a tiempo que me puedes rescatar, porque este a cuyos conjuros estoy asistiendo me tiene ocioso, sin emplearme en nada, siendo yo el espritu ms travieso del infierno. Don Cleofs, espumando valor, prerrogativa de estudiante de Alcal, le dijo: --Eres demonio plebeyo, u de los de nombre? --Y de gran nombre--le repiti el vidro endemoniado--, y el ms celebrado en entrambos mundos. --Eres Lucifer?--le repiti don Cleofs. --se es demonio de dueas y escuderos--le respondi la voz. --Eres Satans?--prosigui el Estudiante. --se es demonio de sastres y carniceros--volvi la voz a repetille. --Eres Berceb?--volvi a preguntalle don Cleofs. Y la voz a respondelle: --se es demonio de tahures, amancebados y carreteros. --Eres Barrabs[87], Belial, Astarot?--finalmente le dijo el Estudiante. --Esos son demonios de mayores ocupaciones--le respondi la voz--: demonio ms por menudo soy, aunque me meto en todo: yo soy las pulgas del infierno, la chisme[88], el enredo, la usura, la mohatra; yo truje al mundo la zarabanda[89], el dligo[90], la chacona[91], el bullicuzcuz[92], las cosquillas de la capona[93], el guiriguirigay, el zambapalo, la mariona, el avilipinti, el pollo, la carretera, el hermano Bartolo, el carcaal, el guineo, el colorn colorado[94]; yo invent las pandorgas[95]; las jcaras[96], las papalatas[97], los comos[98], las mortecinas[99], los tteres[100], los volatines[101], los saltambancos[102], los maesecorales[103], y, al fin, yo me llamo el Diablo Cojuelo. --Con decir eso--dijo el Estudiante--hubiramos ahorrado lo dems: vuesa merced me conozca por su servidor; que hay muchos das que le deseaba conocer. Pero, no me dir, seor Diablo Cojuelo, por qu le pusieron este nombre, a diferencia de los dems, habiendo todos cado desde tan alto, que pudieran quedar todos de la misma suerte y con el mismo apellido[104]? --Yo, seor don Cleofs Leandro Prez Zambullo, que ya le s el suyo, o los suyos--dijo el Cojuelo--, porque hemos sido vecinos por esa dama que galanteaba y por quien le ha corrido la justicia esta noche, y de quien

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

11

despus le contar maravillas, me llamo desta manera porque fu el primero de los que se levantaron en el rebelin[105] celestial, y de los que cayeron y todo[106]; y como los dems dieron sobre mi, me estropearon, y ans, qued ms que todos sealado de la mano de Dios y de los pies de todos los diablos, y con este sobrenombre; mas no por eso menos gil para todas las facciones que se ofrecen en los pases bajos, en cuyas impresas nunca me he quedado atrs, antes me he adelantado a todos; que, camino del infierno, tanto anda el cojo como el viento[107]; aunque nunca he estado ms sin reputacin que ahora en poder deste vinagre, a quien por trato[108] me entregaron mis propios compaeros, porque los traa al retortero a todos[109], como dice el refrn de Castilla, y cada momento a los ms agudos les daba gato por demonio. Scame deste Argel de vidro; que yo te pagar el rescate en muchos gustos, a fe de demonio, porque me precio de amigo de mi amigo, con mis tachas buenas y malas[110]. --Cmo quieres--dijo don Cleofs mudando la cortesa[111] con la familiaridad de la conversacin--que yo haga lo que t no puedes siendo demonio tan maoso? --A m no me es concedido--dijo el Espritu--, y a ti s, por ser hombre con el privilegio del baptismo y libre del poder de los conjuros, con quien han hecho pacto los prncipes de la Guinea infernal[112]. Toma un cuadrante de esos y haz pedazos esta redoma; que luego en derramndome me vers visible y palpable. No fu escrupuloso ni perezoso don Cleofs, y ejecutando lo que el Espritu le dijo, hizo con el instrumento astronmico jigote[113] del vaso, inundando la mesa sobredicha de un licor turbio, escabeche en que se conservaba el tal Diablillo; y volviendo los ojos al suelo, vi en l un hombrecillo de pequea estatura, afirmado en dos muletas[114], sembrado de chichones mayores de marca[115], calabacino de testa y badea de cogote, chato de narices, la boca formidable y apuntalada en dos colmillos solos, que no tenan ms muela ni diente los desiertos de las encas, erizados los bigotes como si hubiera barbado en Hircania[116]; los pelos de su nacimiento, ralos, uno aqu y otro all[117], a fuer de los esprragos, legumbre[118] tan enemiga de la compaa, que si no es para venderlos en manojos, no se juntan. Bien hayan los berros, que nacen unos entrepernados con otros, como vecindades de la Corte, perdone la malicia la comparacin. Asco le di a don Cleofs la figura, aunque necesitaba de su favor para salir del desvn, ratonera del Astrlogo en que haba cado huyendo de los gatos que le siguieron (salvo el guante[119] a la metfora), y asindole por la mano el Cojuelo y dicindole: Vamos, don Cleofs, que quiero comenzar a pagarte en algo lo que te debo, salieron los dos por la buarda como si los dispararan de un tiro[120] de artillera, no parando de volar hasta hacer pie en el capitel de la torre de San Salvador[121], mayor atalaya de Madrid, a tiempo que su reloj daba la una, hora que tocaba a recoger el mundo poco a poco al descanso del sueo; treguas que dan los cuidados a la vida, siendo comn el silencio a las fieras y a los hombres; medida que a todos hace iguales; habiendo una priesa notable a quitarse zapatos y medias, calzones y jubones, basquias[122], verdugados[123], guardainfantes[124], polleras[125], enaguas y guardapis, para acostarse hombres y mujeres, quedando las humanidades menos mesuradas, y volvindose a los primeros originales, que comenzaron el mundo horros de todas estas baratijas; y engestndose[126] al camarada, el Cojuelo le dijo: --Don Cleofs, desde esta picota[127] de las nubes, que es el lugar ms eminente de Madrid, malao[128] para Menipo en los dilogos de Luciano, te he de ensear todo lo ms notable que a estas horas pasa en esta Babilonia espaola, que en la confusin fu esotra con ella segunda deste nombre. Y levantando a los techos de los edificios, por arte diablica, lo hojaldrado[129], se descubri la carne del pasteln de Madrid como entonces estaba, patentemente, que por el mucho calor estivo estaba con menos celosas, y tanta variedad de sabandijas racionales en esta arca del mundo, que la del diluvio, comparada con ella, fu de capas y gorras. TRANCO II

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

12

Qued don Cleofs absorto en aquella pepitoria[130] humana de tanta diversidad de manos, pies y cabezas, y haciendo grandes admiraciones, dijo: --Es posible que para tantos hombres, mujeres y nios hay[131] lienzo para colchones, sbanas y camisas? Djame que me asombre que entre las grandezas de la Providencia divina no sea sta la menor. Entonces el Cojuelo, previnindole, le dijo: --Advierte que quiero empezar a ensearte distintamente, en este teatro donde tantas figuras representan, las ms notables, en cuya variedad est su hermosura. Mira all primeramente cmo estn sentados muchos caballeros y seores a una mesa opulentsima, acabando una media noche[132]; que eso les han quitado a los relojes no ms. Don Cleofs le dijo: --Todas esas caras conozco; pero sus bolsas no, si no es para servillas[133]. --Hanse pasado a los estranjeros, porque las trataban muy mal estos prncipes cristianos--dijo el Cojuelo--, y se han quedado, con las caponas[134], sin ejercicio. --Dejmoslos cenar--dijo don Cleofs--, que yo aseguro que no se levanten de la mesa sin haber concertado un juego de caas para cuando Dios fuere servido, y pasemos adelante; que a estos magnates los ms de los das les beso yo las manos, y estas caravanas las ando yo las ms de las noches, porque he sido dos meses culto vergonzante de la proa[135] de uno de ellos y estoy encurtido de excelencias y seoras, solamente buenas para veneradas. --Mira all--prosigui el Cojuelo--cmo se est quejando de la orina un letrado, tan ancho de barba[136] y tan espeso, que parece que saca un delfn la cola por las almohadas. All est pariendo doa Ffula[137], y don Toribio su indigno consorte, como si fuera suyo lo que paria, muy oficioso y lastimado; y est el dueo de la obra a pierna suelta en esotro barrio, roncando y descuidado del suceso. Mira aquel preciado de lindo, o aquel lindo de los ms preciados, cmo duerme con bigotera[138] torcidas de papel en las guedejas y el copete[139], sebillo en las manos[140], y guantes descabezados[141], y tanta pasa[142] en el rostro, que pueden hacer colacin[143] en l toda la cuaresma que viene. All, ms adelante, est una vieja, grandsima hechicera, haciendo en un almirez una medicina de drogas restringentes para remendar una doncella sobre su palabra[144], que se ha de desposar maana. Y all, en aquel aposentillo estrecho, estn dos enfermos en dos camas, y se han purgado juntos, y sobre quin ha hecho ms cursos[145], como si se hubieran de graduar en la facultad, se han levantado a matar a almohadazos. Vuelve all, y mira con atencin cmo se est untando una hipcrita a lo moderno, para hallarse en una gran junta de brujas que hay entre San Sebastin y Fuenterraba, y a fe que nos habamos de ver en ella si no temiera el riesgo de ser conocido del demonio que hace[146] el cabrn, porque le di una bofetada a mano abierta en la antecmara de Lucifer, sobre unas palabras mayores que tuvimos; que tambin entre los diablos hay libro del duelo[147], porque el autor que le compuso es hijo de vecino del infierno. Pero mucho ms nos podemos entretener por ac, y ms si pones los ojos en aquellos dos ladrones que han entrado por un balcn en casa de aquel estranjero rico, con una llave maestra, porque las ganzas son a lo antiguo, y han llegado donde est aquel talego de vara y media estofado de patacones[148] de a ocho, a la luz de una linterna que llevan, que, por ser tan grande y no poder arrancalle de una vez, por el riesgo del ruido, determinan abrille, y henchir las faltriqueras y los calzones, y volver otra noche por lo dems, y comenzando a desatalle, saca el tal estranjero (que estaba dentro dl guardando su dinero, por no fialle de nadie) la cabeza, diciendo: Seores ladrones, ac estamos todos[149], cayendo espantados uno a un lado y otro a otro, como resurrecin de aldea[150], y se vuelven gateando a salir por donde entraron. --Mejor fuera--dijo don Cleofs--que le hubieran llevado sin desatar en el capullo de su dinero, porque no le sucediera ese desaire, pues que cada estranjero es un talego bautizado[151]; que no sirven de otra cosa en

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara nuestra repblica y en la suya, por nuestra mala maa.

13

Pero, quin es aquella abada[152] con camisa de mujer, que no solamente la cama le viene estrecha, sino la casa y Madrid, que hace roncando ms ruido que la Bermuda[153], y, al parecer, [bebe][154] cmaras de tinajas y come jigotes de bvedas? --Aqulla ha sido cuba de Sahagn[155], y no profes--dijo el Cojuelo--si no es el mundo de agora, que est para dar un estallido, y todo junto puede ser siendo quien es: que es una bodegonera tan rica, que tiene, a dar[156] rocn por carnero y gato por conejo a los estmagos del vuelo[157], seis casas en Madrid, y en la puerta de Guadalajara[158] ms de veinte mil ducados, y con una capilla que ha hecho para su entierro y dos capellanas que ha fundado, se piensa ir al cielo derecha; que aunque pongan una garrucha en la estrella de Venus y un alzaprima en las Siete Cabrillas, me parece que ser imposible que suba all aquel tonel; y como ha cobrado buena fama[159], se ha echado a dormir de aquella suerte. --Atngome--dijo don Cleofs--a aquel caballero tasajo que tiene el alma en cecina, que ha echado de ver que es caballero en un hbito[160] que le he visto en una ropilla[161] a la cabecera, y no es el mayor remiendo que tiene, y duerme enroscado como lamprea empanada, porque la cama es media sotanilla, que le llega a las rodillas no ms. --Aqul--dijo el Cojuelo--es pretendiente, y est demasiado de gordo y bien tratado para el oficio que ejercita. Bien haya aquel tabernero de Corte, que se quita de esos cuidados y es cura de su vino, que le est bautizando en los pellejos y las tinajas, y a estas horas est hecho diluvio[162] en pena, con su embudo en la mano, y antes de mil aos[163] espero verle jugar caas[164] por el nacimiento de algn prncipe. --Qu mucho--dijo don Cleofs--si es tabernero y puede emborrachar a la Fortuna? --No hayas miedo--dijo el Cojuelo--que se vea en eso aquel alquimista que est en aquel stano con unos fuelles, inspirando una hornilla llena de lumbre, sobre la cual tiene un perol con mil variedades de ingredientes, muy presumido de acabar la piedra filosofal y hacer el oro; que ha diez aos que anda en esta pretensin, por haber ledo el arte de Reimundo Lulio y los autores qumicos que hablan[165] en este mismo imposible. --La verdad es--dijo don Cleofs--que nadie ha acertado a hacer el oro si no es Dios, y el sol, con comisin particular suya. --Eso es cierto--dijo el Cojuelo--, pues nosotros no hemos salido con ello. Vuelve all, y acompame a rer de aquel marido y mujer, tan amigos de coche, que todo lo que haban de gastar en vestir, calzar y componer su casa lo han empleado en aquel que est sin caballos agora, y comen y cenan y duermen dentro dl, sin que hayan salido de su reclusin, ni aun para las necesidades corporales, en cuatro aos que ha que le compraron[166]; que estn encochados, como emparedados, y ha sido tanta la costumbre de no salir dl, que les sirve el coche de conchas, como a la tortuga y al galpago, que en tarascando cualquiera dellos la cabeza fuera dl, la vuelven a meter luego, como quien la tiene fuera de su natural, y se resfran y acatarran en sacando pie, pierna o mano desta estrecha religin; y pienso que quieren ahora labrar un desvn en l para ensancharse y alquilalle a otros dos vecinos tan inclinados a coche, que se contentarn con vivir en el caballete dl. --Esos--dijo don Cleofs--se han de ir al infierno en coche y en alma. --No es penitencia para menos--respondi el Cojuelo--. Diferentemente le sucede a esotro pobre y casado, que vive en esotra casa ms adelante, que despus de no haber podido dormir desde que se acost, con un rgano al odo de nios tiples, contraltos, terceruelas[167] y otros mil guisados de voces que han inventado para llorar, ahora que se iba a trasponer un poco, le ha tocado a rebato un mal de madre de su mujer, tan terrible,

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara que no ha dejado ruda en la vecindad[168], lana ni papel quemado, escudilla untada con ajo, ligaduras, bebidas, humazos y trescientas cosas ms[169], y a l le ha dado, de andar en camisa, un dolor de ijada, con que imagino que se ha de desquitar del dolor de madre de su mujer. --No estn tan despiertos en aquella casa--dijo don Cleofs--donde est echando una escala aquel caballero que, al parecer, da asalto al cuarto y a la honra del que vive en l; que no es buena seal, habiendo escaleras dentro, querer entrar por las de fuera.

14

--All--dijo el Cojuelo--vive un caballero viejo y rico que tiene una hija muy hermosa y doncella, y rabia por dejallo de ser con un marqus, que es el que da la escalada, que dice que se ha de casar con ella, que es papel que ha hecho con otras diez u doce, y lo ha representado mal; pero esta noche no conseguir lo que desea, porque viene un alcalde de ronda, y es muy antigua costumbre de nosotros ser muy regatones[170] en los gustos, y, como dice vuestro refrn, si la podemos dar roma, no la damos aguilea[171]. --Qu voces--dijo don Cleofs--son las que dan en esotra casa ms adelante, que parece que pregonan algn demonio que se ha perdido? --No ser yo, que me he rescatado--dijo el Cojuelo--, si no es que me llaman a pregones del infierno por el quebrantamiento de la redoma; pero aqul es un garitero que ha dado esta noche ciento y cincuenta barajas, y se ha endiablado de clera porque no le han pagado ninguna y se van los actores y los reos con las costas en el cuerpo, tras una pendencia de barato[172] sobre uno que juzg mal una suerte, y los mete en paz aquella msica que dan a cuatro voces en esotra calle unos criados de un seor a una mujer de un sastre que ha jurado que los ha de coser a pualadas[173]. --Si yo fuera el marido--dijo don Cleofs--, ms los tuviera por gatos que por msicos. --Agora te parecern galgos--dijo el Cojuelo--, porque otro competidor de la sastra, con una gavilla de seis o siete, vienen sacando las espadas, y los Orfeos de la maesa, reparando la primera invasin con las guitarras, hacen una fuga[174] de cuatro o cinco calles. Pero vuelve all los ojos, vers cmo se va desnudando aquel hidalgo que ha rondado toda la noche, tan caballero del milagro[175] en las tripas como en las dems facciones, pues quitndose una cabellera, queda calvo; y las narices de cartula, chato; y unos bigotes postizos, lampio; y un brazo de palo, estropeado; que pudiera irse ms camino de la sepoltura que de la cama. En esotra casa ms arriba est durmiendo un mentiroso con una notable pesadilla, porque suea que dice verdad. All un vizconde, entre sueos, est muy vano porque ha regateado la excelencia a un grande. All est muriendo un fullero, y ayudndole a bien morir un testigo falso, y por darle la bula de la Cruzada, le da una baraja de naipes, porque muera como vivi, y l, boqueando, por decir Jess, ha dicho flux. All, ms arriba, un boticario est mezclando la piedra bezar[176] con los polvos de sen. All sacan un mdico de su casa para una apopleja que le ha dado a un obispo. All llevan aquella comadre para partear a una preada de medio ojo[177], que ha tenido dicha en darle los dolores a estas horas. All doa Tomasa, tu dama, en enaguas, est abriendo la puerta a otro; que a estas horas le oye de amor. --Djame--dijo don Cleofs--: bajar sobre ella a matarla a coces. --Para estas ocasiones se hizo el tate, tate[178]--dijo el Cojuelo--; que no es salto para de burlas. Y te espantas de pocas cosas[179]: que sin este enamorado murcilago[180], hay otros ochenta, para quien[181] tiene repartidas las horas del da y de la noche. --Por vida del mundo--dijo don Cleofs--que la tena por una santa! --Nunca te creas de ligero--le replic el Diablillo--. Y vuelve los ojos a mi Astrlogo, vers con las pulgas y inquietud que duerme: debe de haber sentido pasos en su desvn y recela algn detrimento de su redoma. Consulese con su vecino, que mientras est roncando a ms y mejor, le estn sacando a su mujer, como

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara muela, sin sentillo, aquellos dos soldados. --Del mal lo menos--dijo don Cleofs--; que yo s del marido ochodurmiente[182] que dir[183] cuando despierto lo mismo.

15

--Mira all--prosigui el Cojuelo--aquel barbero, que soando se ha levantado, y ha echado unas ventosas a su mujer, y la ha quemado con las estopas las tablas de los muslos, y ella da gritos, y l, despertando, la consuela diciendo que aquella diligencia es bueno que est hecha para cuando fuere menester. Vuelve all los ojos a aquella cuadrilla de sastres que estn acabando unas vistas[184] para un tonto que se casa a ciegas, que es lo mismo que por relacin, con una doncella tarasca, fea, pobre y necia, y le han hecho creer al contrario con un retrato que le trujo un casamentero, que a estas horas se est levantando con un pleitista que vive pared y medio dl[185], el uno a cansar ministros y el otro a casar todo el linaje humano; que solamente t, por estar tan alto, ests seguro deste demonio, que en algn modo lo es ms que yo. Vuelve los ojos y mira aquel cazador mentecato del gallo[186], que est ensillando su rocin a estas horas y poniendo la escopeta debajo del caparazn, y deja de dormir de aqu a las nueve de la maana por ir a matar un conejo, que le costara mucho menos aunque le comprara en la despensa de Judas[187]. Y al mismo tiempo advierte cmo a la puerta de aquel rico avariento echan un nio, que por partes de[188] su padre puede pretender la beca del Antecristo[189], y l, en grado de apelacin, da con l en casa de un seor que vive junto a la suya, que tiene talle de comrselo antes que criallo, porque ha das que su despensa espera el domingo de casi racin[190]. Pero ya el da no nos deja pasar adelante; que el agua ardiente y el letuario[191] son sus primeros crepsculos, y viene el sol haciendo cosquillas a las estrellas, que estn jugando a salga la parida[192], y dorando la pldora[193] del mundo, tocando al arma a tantas bolsas y talegos y dando rebato a tantas ollas, sartenes y cazuelas, y no quiero que se valga de mi industria para ver los secretos que le neg la noche: custele brujeleallo por resquicios, claraboyas y chimeneas. Y volviendo a poner la tapa al pasteln, se bajaron a las calles. TRANCO III Ya comenzaban en el puchero humano de la Corte a hervir hombres y mujeres, unos hacia arriba, y otros hacia abajo, y otros de travs, haciendo un cruzado[194] al son de su misma confusin[195], y el pilago racional de Madrid a sembrarse de ballenas[196] con ruedas, que por otro nombre llaman coches, trabndose la batalla del da, cada uno con disinio y negocio diferente, y pretendindose engaar los unos a los otros, levantndose una polvareda de embustes y mentiras, que no se descubra una brizna de verdad por un ojo de la cara[197], y don Cleofs iba siguiendo a su camarada, que le haba metido por una calle algo angosta, llena de espejos por una parte y por otra, donde estaban muchas damas y lindos mirndose y ponindose de diferentes posturas de bocas, guedejas, semblantes, ojos, bigotes, brazos y manos, hacindose cocos[198] a ellos mismos. Preguntle don Cleofs qu calle era aqulla, que le pareca que no la haba visto en Madrid, y respondile el Cojuelo: --sta se llama la calle de los Gestos, que solamente saben a ella estas figuras de la baraja de la Corte, que vienen aqu a tomar el gesto con que han de andar aquel da, y salen con perlesia de lindeza, unos con la boquita de rin[199], otros con los ojitos dormidos, roncando[200] hermosura, y todos con los dos dedos de las manos, ndice y meique, levantados, y esotros, de Gloria Patri[201]. Pero salgmonos muy apriesa de aqu; que con tener estmago de demonio y no haberme mareado las maretas[202] del infierno, me le han revuelto estas sabandijas, que nacieron para desacreditar la naturaleza y el rentoy[203]. Con esto, salieron desta calle a una plazuela donde haba gran concurso de viejas que haba sido damas cortesanas[204], y mozas que entraban a ser lo que ellas haban sido, en grande contratacin unas con otras. Pregunt el Estudiante a su camarada qu sitio era aqul, que tampoco le haba visto, y l le respondi:

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

16

--ste es el baratillo de los apellidos, que aquellas damas pasas truecan con estas mozas albillas[205] por medias tradas, por zapatos viejos, valonas, tocas y ligas, como ya no las han menester; que el Guzmn, el Mendoza, el Enrquez, el Cerda, el Cueva, el Silva, el Castro, el Girn[206], el Toledo, el Pacheco, el Crdova, el Manrique de Lara, el Osorio, el Aragn, el Guevara y otros generosos apellidos los ceden a quien los ha menester ahora para el oficio que comienza, y ellas quedan con sus patronmicos primeros de Hernndez, Martnez, Lpez, Rodrguez, Prez, Gonzlez, etctera; porque al fin de los aos mil, vuelven los nombres[207] por donde solan ir. --Cada da--dijo el Estudiante--hay cosas nuevas en la Corte. Y, a mano izquierda, entraron a otra plazuela al modo de la de los Herradores[208], donde se alquilaban tas, hermanos, primos y maridos, como lacayos y escuderos, para damas de achaque[209] que quieren pasar en la Corte con buen nombre y encarecer su mercadera. A la mano derecha deste seminario andante estaba un grande edificio, a manera de templo sin altar, y en medio dl, una pila grande de piedra, llena de libros de caballeras y novelas[210], y alrededor, muchos muchachos de diez a diez y siete aos y algunas doncelluelas de la misma edad, y cada uno y cada una con su padrino al lado, y don Cleofs le pregunt[211] su compaero que le dijese qu era esto, que todo le pareca que lo iba soando. El Cojuelo le dijo: --Algo tiene de eso este fantstico aparato; pero sta es, don Cleofs, en efeto, la pila de los dones, y aqu se bautizan los que vienen a la Corte sin l. Todos aquellos muchachos son pajes para seores, y aquellas muchachas, doncellas para seoras de media talla[212], que han menester el don para la autoridad de las casas que entran a servir[213], y agora les acaban de bautizar con el don. Por all entra agora una fregona con un vestido alquilado, que la trae su ama a sacar de don, como de pila, para darla el tusn[214] de las damas, porque le pague en esta moneda lo que le ha costado el crialla, y aun ella parece que se quiere volver al pao[215], segn viene bruida de esmeril. --Un moo y unos dientes postizos y un guardainfante pueden hacer esos milagros--dijo don Cleofs--. Pero qu acompaamiento--prosigui diciendo--es este que entra agora, de tanta gente lucida, por la puerta deste templo consagrado al uso del siglo? --Traen a bautizar--dijo el Cojuelo--un regidor muy rico, de un lugar aqu cercano, de edad de setenta aos, que se viene al don por su pie, porque sin l le han aconsejado sus parientes que no cae tan bien el regimiento. Llmase Pascual, y vienen altercando si sobre Pascual le vendr bien el don, que parece don estravagante[216] de la iglesia de los dones. --Ya tienen ejemplar--dijo don Cleofs--en don Pascual, ese que llamaron todos loco, y yo, Digenes de la ropa vieja, que andaba cubierta la cabeza con la capa, sin sombrero, en traje de profeta, por esas calles. --Mudranle el nombre, a mi parecer--prosigui el Cojuelo--, por no tener en su lugar regidor Pascual, como cirio de los regidores. --Dios les inspire--dijo don Cleofs--lo que ms convenga a su regimiento, como la cristiandad de los regidores ha menester. --En acabando de tomar el seor regidor--dijo el Cojuelo--el agua del don, espera all un italiano hacer lo mismo con un elefante que ha trado a ensear a la puerta del Sol. --Los ms suelen llamarse--dijo el Estudiante--don Pedros, don Juanes y don Alonsos. No s cmo ha tenido tanto descuido su ayo o naire, como lo llaman los de la India Oriental; plebeyo deba de ser este animal, pues ha llegado tan tarde al don. Vive Dios que me le he de quitar yo, porque me desbautizan y desdonan los que

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara veo. --Sgueme--dijo el Cojuelo--, y no te amohines; que bien sabe el don dnde est; que se te ha cado en el Cleofs como la sopa en la miel. Con esto, salieron del soado (al parecer) edificio, y enfrente dl descubrieron otro, cuya portada estaba pintada de sonajas, guitarras, gaitas zamoranas, cencerros, cascabeles, ginebras[217], caracoles, castrapuercos[218], pandorga prodigiosa de la vida, y pregunt don Cleofs a su amigo qu casa era aquella que mostraba en la portada tanta variedad de instrumentos vulgares[219],--que tampoco la he visto en la Corte, y me parece que hay dentro mucho regocijo y entretinimiento.

17

--Esta es la casa de los locos--respondi el Cojuelo--que ha poco que se instituy en la Corte, entre unas obras pas que dej un hombre muy rico y muy cuerdo, donde se castigan y curan locuras que hasta agora no lo haban parecido. --Entremos dentro--dijo don Cleofs--por aquel postiguillo que est abierto, y veamos esta novedad de locos. Y, diciendo y haciendo, se entraron los dos, uno tras otro; pasando un zagun, donde estaban algunos de los convalecientes pidiendo limosna para los que estaban furiosos, llegaron a un patio cuadrado, cercado de celdas pequeas por arriba y por abajo, que cada una dellas ocupaba un personaje de los susodichos. A la puerta de una dellas estaba un hombre, muy bien tratado de vestido, escribiendo sobre la rodilla y sentado sobre una banqueta, sin levantar los ojos del papel, y se haba sacado uno con la pluma sin sentillo. El Cojuelo le dijo: --Aqul es un loco arbitrista[220] que ha dado en decir que ha de hacer la reduccin de los cuartos, y ha escrito sobre ello ms hojas de papel que tuvo el pleito de don Alvaro de Luna. --Bien haya quien le trujo a esta casa--dijo don Cleofs--; que son los locos ms perjudiciales de la repblica. --Esotro que est en esotro aposentillo--prosigui el Cojuelo--es un ciego enamorado, que est con aquel retrato en la mano[221], de su dama, y aquellos papeles que le ha escrito, como si pudiera ver lo uno ni leer lo otro, y da en decir que ve con los odos. En esotro aposentillo lleno de papeles y libros est un gramaticn[222] que perdi el juicio buscndole a un verbo griego el gerundio. Aquel que est a la puerta de esotro aposentillo con unas alforjas al hombro y en calzn blanco, le han trado porque, siendo cochero, que andaba siempre a caballo, tom oficio de correo de a pie. Esotro que est en esotro de ms arriba con un halcn en la mano, es un caballero que, habiendo heredado mucho de sus padres, lo gast todo en la cetrera y no le ha quedado ms que aquel halcn en la mano, que se las come de hambre. All est un criado de un seor que, teniendo qu comer, se puso a servir. All est un bailarn que se ha quedado sin son, bailando en seco. Ms adelante est un historiador que se volvi loco de sentimiento de haberse perdido tres dcadas de Tito Livio. Ms adelante est un colegial cercado de mitras, probndose la que le viene mejor, porque di en decir que haba de ser obispo. Luego, en esotro aposentillo, est un letrado que se desvaneci en pretender plaza de ropa[223], y de letrado di en sastre, y est siempre cortando y cosiendo garnachas. En esotra celda, sobre un cofre lleno de doblones, cerrado con tres llaves, est sentado un rico avariento, que sin tener hijo ni pariente que le herede, se da muy mala vida, siendo esclavos de su dinero y no comiendo ms que un pastel[224] de a cuatro, ni cenando ms que una ensalada de pepinos, y le sirve de cepo su misma riqueza. Aquel que canta en esotra jaula es un msico sinsonte, que remeda los dems pjaros, y vuelve de cada pasaje como de un parasismo. Est preso en esta crcel de los delictos del juicio, porque siempre cantaba, y cuando le rogaban que cantase, dejaba de cantar. --Impertinencia es sa casi de todos los desta profesin. --En el brocal de aquel pozo que est en medio del patio se est mirando siempre una dama muy hermosa,

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

18

como lo vers si ella alza la cabeza, hija de pobres y humildes padres, que querindose casar con ella muchos hombres ricos y caballeros, ninguno la content, y en todos hall una y muchas faltas, y est atada all en una cadena porque, como Narciso, enamorada de su hermosura, no se anegue en el agua que le sirve de espejo, no teniendo en lo que pisa[225] al sol ni a todas las estrellas. En aquel pobre aposentillo enfrente, pintado por defuera de llamas, est un demonio casado, que se volvi loco con la condicin de su mujer. Entonces don Cleofs le dijo al compaero que le enseaba todo este retablo de duelos: --Vmonos de aqu, no nos embarguen[226] por alguna locura qu nosotros ignoramos; porque en el mundo todos somos locos, los unos de los otros[227]. El Cojuelo dijo: --Quiero tomar tu consejo, porque, pues los demonios enloquecen, no hay que fiar de s nadie. --Desde vuestra primera soberbia--dijo don Cleofs--todos lo estis; que el infierno es casa de todos los locos ms furiosos del mundo. --Aprovechado ests--dijo el Cojuelo--, pues hablas en lenguaje ajustado. Con esta conversacin salieron de la casa susodicha, y a mano derecha dieron en una calle algo dilatada, que por una parte y por otra estaba colgada de atades, y unos sacristanes con sus sobrepellices[228] pasendose junto a ellos, y muchos sepultureros abriendo varios sepulcros, y don Cleofs le dijo a su camarada: --Qu calle es sta, que me ha admirado ms que cuantas he visto, y me pudiera obligar a hablar ms espiritualmente que con lo primero de que t te admiraste? --sta es ms temporal y del siglo que ninguna--le respondi el Cojuelo--, y la ms necesaria, porque es la ropera de los agelos, donde[229] cualquiera, para todos los actos positivos[230] que se le ofrece y se quiere vestir de un agelo, porque el suyo no le viene bien, o est trado, se viene aqu, y por su dinero escoge el que le est ms a propsito. Mira all aquel caballero torzuelo[231] cmo se est probando una agela que ha menester, y esotro, hijo de quien l quisiere, se est vistiendo otro agelo, y le viene largo de talle. Esotro ms abajo da por otro agelo el suyo, y dineros encima, y no se acaba de concertar, porque le tiene ms de costa al sacristn, que es el ropero. Otro, a esotra parte, llega a volver un agelo suyo de dentro afuera y de atrs adelante, y a tremendallo con la agela de otro. Otro viene all con la justicia a hacer que le vuelvan un agelo que le haban hurtado, y le ha hallado colgado en la ropera. Si hubieres menester algn agelo o agela para algn crdito de tu calidad, a tiempo estamos, don Cleofs Leandro; que yo tengo aqu un ropero amigo que desnuda los difuntos la primera noche que los entierran, y nos le fiar por el tiempo que quisieres. --Dineros he menester yo; que agelos no--respondi el Estudiante--: con los mos me haga Dios bien[232]; que me han dicho mis padres que deciendo de Leandro el animoso, el que pasaba el mar de Abido en amoroso fuego todo ardiendo[233], y tengo mi ejecutoria en las obras sueltas de Boscn y Garcilaso[234]. --Contra hidalgua en verso--dijo el Diablillo--no hay olvido ni chancillera que baste, ni hay ms que desear en el mundo que ser hidalgo en consonantes. --Si a m me hicieran merced[235]--prosigui don Cleofs--, entre Salicio y Nemoroso[236] se haban de hacer mis diligencias, que no me haban de costar cien reales; que all tengo mi Montaa, mi Galicia, mi Vizcaya y mis Asturias[237].

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara --Dejemos vanidades agora--dijo el Cojuelo--: que ya s que eres muy bien nacido en verso y en prosa, y vamos en busca de un fign, a almorzar y descansar, que bien lo habrs menester por lo trasnochado y madrugado, y despus proseguiremos nuestras aventuras. TRANCO IV

19

Dejemos a estos caballeros en su fign almorzando y descansando, que sin dineros pedan las pajaritas que andaban volando por el aire[238] y al fnix empanado[239], y volvamos a nuestro astrlogo regoldano[240] y nigromante enjerto, que se haba vestido con algn cuidado de haber sentido pasos en el desvn la noche antes, y, subiendo a l, hall las ruinas que haba dejado su familiar en los pedazos de la redoma, y mojados sus papeles, y el tal Espritu ausente; y viendo el estrago y la falta de su Demouelo, comenz a mesarse las barbas y los cabellos, y a romper sus vestiduras[241], como rey a lo antiguo. Y estando haciendo semejantes estremos y lamentaciones, entr un diablejo zurdo, mozo de retrete de Satans, diciendo que Satans su seor le besaba las manos[242]; que haba sentido la bellaquera que haba usado el Cojuelo; que l tratara de que se castigase, y que entre tanto se quedase l sirvindole en su lugar. Agradeci mucho el cuidado el Astrlogo y encerr el tal espritu en una sortija de un topacio grande, que traa en un dedo, que antes haba sido de un mdico, con que a todos cuantos haba tomado el pulso haba muerto. Y en el infierno se juntaron entre tanto, en sala plena, los ms graves jueces de aquel distrito, y haciendo notorio a todos el delito del tal Cojuelo, mandaron despachar requisitoria para que le prendiesen en cualquier parte que le hallasen, y se le di esta comisin[243] a Cienllamas, demonio comisionario que haba dado muy buena cuenta de otras que le haban encargado, y llevndose consigo por corchetes a Chispa y a Redina, demonios a la veinte[244], y subindose en la mula de Lin[245], sali del infierno con vara alta[246] de justicia en busca del dicho delincuente. En este tiempo, sobre la paga de lo que haban almorzado haban tenido una pesadumbre el revoltoso Diablillo y don Cleofs con el Fign[247], en que intervinieron asadores y torteras, porque lo que es del diablo, el diablo se lo ha de llevar, y acudiendo la justicia al alboroto, se salieron por una ventana, y cuando el alguacil de Corte con la gente que llevaba pensaba cogellos, estaban ya de esotra parte de Getafe, en demanda de Toledo, y dentro de un minuto, en las ventillas de Torrejn, y en un cerrar de ojos, a vista de la puerta de Visagra, dejando la real fbrica del hospital de afuera a la derecha mano; y volvindose el Estudiante al camarada, le dijo: --Lindos atajos sabes: malhaya quien no caminara contigo todo el mundo, mejor que con el Infante don Pedro de Portugal, el que anduvo las siete[248] partidas dl. --Somos gente de buena maa--respondi el Cojuelo. Y cuando estaban hablando en esto, llegaban al barrio que llaman de la Sangre de Cristo y al mesn de la Sevillana[249], que es el mejor de aquella ciudad. El Diablo Cojuelo le dijo al Estudiante: --sta es muy buena posada para pasar esta noche y para descansar de la pasada; ntrate dentro y pide un aposento y que te aderecen de cenar; que a m me importa llegarme esta noche a Constantinopla a alborotar el serrallo del Gran Turco y hacer degollar doce o trece hermanos que tiene, por miedo de que no conspiren[250] a la Corona, y volverme de camino por los Cantones de los esguzaros[251] y por Ginebra a otras diligencias deste modo, por sobornar con algunos servicios a mi amo, que debe de estar muy indignado contra m por la travesura pasada; que yo estar contigo antes que den las siete d la maana. Y, diciendo y haciendo, se meti por esos aires como por una via vendimiada, meando la pajuela[252] a todo pajarote y ciudadano de la regin etrea, a fuer de los de la jerigonza crtica[253], y don Cleofs se entr a tomar posada, que, aunque estaba llena de muchos pasajeros que haban venido con los galeones y pasaban a la Corte, con todo, al gsped nuevo hicieron cortesa, porque la persona de don Cleofs traa consigo cartas de recomendacin[254], como dicen los cortesanos antiguos.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

20

Convidronle a cenar unos caballeros soldados aquella noche, preguntndole nuevas de Madrid, y despus de haber cumplido con la celebridad de los brindis por el Rey (Dios le guarde), por sus damas y sus amigos[255], y haber dado las aceitunas[256] con los palillos carta de pago de la cena, se fu cada uno a recoger a su aposento, porque haban de tomar la madrugada para llegar con tiempo a Madrid, y don Cleofs hizo lo mismo en el que le seal el Gsped, sintiendo la soledad[257] del compaero en algn modo, porque le traa tan entretenido; y haciendo varios discursos sobre el almohada, se qued como un pajarito[258], jurando al silencio de las sombras, como lo dems del mundo, el mesn de la Sevillana el natural vasallaje con el sueo, que solas [las][259] grullas, los murcilagos y lechuzas estaban de posta a su cuerpo de guardia, cuando a las dos de la noche unas temerosas voces repetan: Fuego, fuego! despertaron a los dormidos pasajeros, con el sobresalto y asombro que suele causar cualquier alboroto a los que estn durmiendo, y ms oyendo apellidar fuego!, voz que con ms terror atemoriza los nimos ms constantes, rodando unos las escaleras por bajar ms apriesa, otros, saltando por las ventanas que caan al patio de la posada, otros que, por las pulgas u temor de las chinches, dorman en cueros, como vinagre, hechos Adanes del baratillo[260], poniendo las manos donde haban de estar las hojas de higuera, siguiendo a los dems, y acompandolos don Cleofs, con los calzones revueltos al brazo y una alfaja que, por no encontrar la espada, hall acaso en su aposento, como si en los incendios y fantasmas importase andar a palos ni a cuchilladas, natural socorro del miedo en las repentinas invasiones. Sali, en esto, el Gsped en camisa, los pies en unas empanadas de Frenegal[261], cinchado con una faja de grana de polvo[262] el estmago, y un candil de garabato en la mano, diciendo que se sosegasen; que aquel ruido no era de cuidado; que se volviesen a sus camas, que l pondra remedio en ello. Apretle don Cleofs, como ms amigo de saber, le dijese la causa de aquel alboroto; que no se haba de volver a acostar sin descifrar aquel misterio. El Gsped le dijo muy severo[263] que era un estudiante de Madrid, que haba dos u tres meses que entr a posar en su casa, y que era poeta de los que hacen comedias, y que haba escrito dos, que se las haban chillado en Toledo y apedreado como vias[264], y que estaba acabando de escribir la comedia de Troya abrasada, y que sin duda deba de haber llegado al paso del incendio, y se converta tanto en lo que escriba, que habra dado aquellas voces; que por otras experiencias pasadas sacaba l que aquello era verdad infalible como l deca; que para confirmallo subiesen con l a su aposento y hallaran verdadero este discurso. Siguieron al Gsped todos de la suerte que estaban, y entrando en el aposento del tal Poeta, le hallaron tendido en el suelo, despedazada la media sotanilla, revolcado en papeles y echando espumarajos por la boca, y pronunciando con mucho desmayo: Fuego, fuego!, que casi no poda echar la habla, porque se le haba metido monja. Llegaron a l muertos de risa y llenos de piedad todos, dicindole: --Seor Licenciado, vuelva en s y mire si quiere beber o comer algo para este desmayo. Entonces el Poeta, levantando como pudo la cabeza, dijo: --Si es Eneas y Anquises, con los Penates y el amado Ascanio, qu aguardis aqu, que est ya el Ilin hecho cenizas, y Pramo, Paris y Policena, Hcuba y Andrmaca han dado el fatal tributo a la muerte, y a Elena, causa de tanto dao, llevan su presa Menalao[265] y Agamenn? Y lo peor es que los mirmidones se han apoderado del tesoro troyano. --Vuelva a su juicio--dijo el Gesped--; que aqu no hay almidones ni toda esa tropela de disparates que ha referido, y mucho mejor fuera llevalle a casa del Nuncio[266], donde pudiera ser con bien justa causa mayoral de los locos, y metelle en cura; que se le han subido los consonantes a la cabeza, como tabardillo. --Qu bien entiende de afectos el seor Gsped!--respondi el Poeta, encorporndose un poco ms. --De afectos ni de afeites--dijo el Gsped--no quiero entender, sino de mi negocio: lo que importa es que maana hagamos cuenta de lo que me debe de posada, y se vaya con Dios; que no quiero tener en ella quien

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

21

me la alborote cada da con estas locuras: basten las pasadas, pues comenzando a escribir, recin llegado aqu, la comedia de El Marqus de Mantua, que zozobr y fu una de las silbadas, fueron tantas las prevenciones de la caza y las voces que di, llamando a los perros Melampo, Oliveros, Saltamontes, Tragavientos, etctera, y el Ataja, ataja! y el Guarda el oso cerdoso, y el jabal colmilludo!, que malpari una seora preada que pasaba del Andaluca a Madrid, del sobresalto; y en esotra de El Saco de Roma, que entrambas parecieron cual tenga la salud[267], fu el[268] estruendo de las cajas y trompetas, haciendo pedazos las puertas y ventanas deste aposento a tan desusadas horas como stas, y el Cierra, Espaa![269], Santiago, y a ellos!, y el jugar la artillera con la boca[270], como si hubiera ido a la escuela con un petardo, o cridose con el basilisco de Malta[271], que enga el rebato a una compaa de infantera que alojaron[272] aquella noche en mi casa, de suerte, que, tocando al arma, se hubieron de hacer a escuras unos soldados pedazos con otros, acudiendo al ruido medio Toledo con la justicia, echndome las puertas abajo, y amenaz a hacer una de todos los diablos; que es poeta grulla, que siempre est en vela, y halla consonantes a cualquiera hora de la noche y de la madrugada. El Poeta dijo entonces: --Mucho mayor alboroto fuera si yo acabara aquella comedia de que tiene vuesa merced en prendas dos jornadas por lo que le debo, que la llamo Las Tinieblas de Palestina, donde es fuerza que se rompa el velo de el Templo en la tercera jornada, y se escurezca el sol y la luna, y se den unas piedras con otras, y se venga abajo toda la fbrica celestial con truenos y relmpagos, cometas y exhalaciones, en sentimiento de su Hacedor; que por faltarme los nombres que he de poner a los sayones no la he acabado. Ah me dir vuesa merced, seor Gsped, qu fuera ello! --Vyase--dijo el Mesonerazo--a acaballa al Calvario, aunque no faltar en cualquiera parte que la escriba o la representen quien le crucifique a silbos, legumbre y edificio[273]. --Antes resucitan con mis comedias los autores--dijo el Poeta--; y para que conozcan todos vuesas mercedes esta verdad y admiren el estilo que llevan todas las que yo escribo, ya que se han levantado a tan buen tiempo, quiero leelles sta. Y, diciendo y haciendo, tom en la mano una rima de vueltas de cartas viejas, cuyo bulto se encaminaba ms a pleito de tenuta[274] que a comedia, y arqueando las cejas y deshollinndose los bigotes, dijo, leyendo el ttulo, de esta suerte: --Tragedia Troyana, Astucias de Sinn, Caballo griego, Amantes adlteros y Reyes endemoniados. Sale lo primero por el patio, sin haber cantado, el Paladin[275], con cuatro mil griegos por lo menos, armados de punta en blanco[276], dentro dl. --Cmo--le replic un caballero soldado de aquellos que estaban en cueros, que parece que se haban de echar a nadar en la comedia--puede toda esa mquina entrar por ningn patio ni coliseo de cuantos hay en Espaa, ni por el del Buen Retiro, afrenta de los romanos anfiteatros, ni por una plaza de toros? --Buen remedio!--respondi el Poeta--. Derribarse el corral y dos calles junto a l para que quepa esta tramoya, que es la ms portentosa y nueva que los teatros han visto; que no siempre sucede hacerse una comedia como sta, y ser tanta la ganancia, que podr muy bien a sus ancas sufrir todo este gasto. Pero escuchen, que ya comienza la obra, y atencin, por mi amor. Salen por el tablado, con mucho ruido de chirimas y atabalillos, Pramo, rey de Troya, y el prncipe Paris, y Elena, muy bizarra en un palafrn, en medio, y el Rey a la mano derecha (que siempre desta manera guardo el decoro a las personas reales), y luego, tras ellos, en palafrenes negros, de la misma suerte, once mil dueas a caballo. --Ms dificultosa apariencia es sa que esotra--dijo uno de los oyentes--, porque es imposible que tantas dueas juntas se hallen.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara

22

--Algunas se harn de pasta[277]--dijo el Poeta--, y las dems se juntarn de aqu para all; fuera de que si se hace en la Corte, qu seora habr que no enve sus dueas prestadas para una cosa tan grande, por estar los das que se representare la comedia, que ser, por lo menos, siete u ocho meses, libres de tan cansadas sabandijas?[278] Hubironse de caer de risa los oyones[279], y de una carcajada se llevaron media hora de reloj, al son de los disparates del tal Poeta, y l prosigui diciendo: --No hay que rerse; que si Dios me tiene de sus consonantes, he de rellenar el mundo de comedias mas, y ha de ser Lope de Vega (prodigioso monstruo espaol y nuevo Tostado en verso) nio de teta conmigo, y despus me he de retirar a escribir un poema heroico para mi posteridad, que mis hijos o mis sucesores hereden, en que tengan toda su vida que roer slabas. Y agora oigan vuesas mercedes...:--amagando a comenzar (el brazo derecho levantado) los versos de la comedia, cuando todos a una voz le dijeron que lo dejase para ms espacio, y el Gsped, indignado, que saba poco de filis[280], le volvi a advertir que no haba de estar un da ms en la posada. La encamisada[281], pues, de los caballeros y soldados se puso a mediar con el Gsped el caso[282], y don Cleofs, sobre un Arte potica de Rengifo[283], que estaba tambin corriendo borrasca entre esotros legajos por el suelo, tom pleito homenaje[284] al tal poeta, puestas las manos sobre los consonantes, jurando que no escribira ms comedias de ruido, sino de capa y espada, con que qued el Gsped satisfecho; y con esto se volvieron a sus camas, y el Poeta, calzado y vestido, con su comedia en la mano, se qued tan aturdido sobre la suya, que apost a roncar con los Sietes Durmientes[285], a peligro de no valer la moneda cuando despertase. TRANCO V Dentro de muy pocas horas lo fu de volverse a levantar los gspedes al quitar[286], haciendo la cuenta con ellos de la noche pasada el gsped de por vida, esperezndose y bostezando de lo trasnochado con el Poeta, y trataron de caminar, ensillando los mozos de mulas y poniendo los frenos al son de seguidillas y jcaras, y brindndose con vino y pullas los unos a los otros, ribetendolas con tabaco en polvo y en humo, cuando don Cleofs tambin despert, tratando de vestirse, con algunas saudades[287] de su dama: que las malas correspondencias de las mujeres a veces despiertan ms la voluntad; y antes que diesen las ocho, como haba dicho, entr por el aposento el camarada, en traje turquesco, con almalafa y turbante, seales ciertas de venir de aquel pas, diciendo: --Heme tardado mucho en el viaje, seor Licenciado? El le respondi sonrindose: --Menos se tard vuesa merced desde el cielo al infierno, con haber ms leguas, cuando rod con todos esos prncipes que no han podido gatear otra vez a la maroma de donde cayeron. --Al amigo, seor don Cleofs--respondi el Cojuelo--, chinche en el ojo[288], como dice el refrn de Castilla? Bueno, bueno! --Pocos hay--respondi el Estudiante--que en ofrecindose el chiste, miren esos respetos; pero esto lo digo yo en galantera[289], y la amistad[290] que hay ya entre nosotros. Mas dejando esto aparte, cmo nos ha ido[291] por esos mundos? --Hice todo a lo que fu, y mucho ms--respondi el genzaro recin venido--, y si quisiera, me jurara por Gran Turco aquella buena gente; que a fe que alguna guarda mejor su palabra, y saben decir verdad y hacer amistades, que vosotros los cristianos.

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara --Qu presto te pagaste!--dijo don Cleofs--. Algn cuarto debes de tener de demonio villano.

23

--Es imposible--respondi el Cojuelo--, porque decendemos todos de la ms noble y ms alta Montaa de la tierra y del cielo, y aunque seamos zapatero de viejo, en siendo montaeses, todos somos hidalgos[292]; que muchos dellos nacen, como los escarabajos y los ratones, de la putrefaccin. --Bien s que sabes Filosofa--le dijo don Cleofs--mejor que si la hubieras estudiado en Alcal, y que eres maestro en primeras licencias. Dejemos estas digresiones y acaba de darme cuenta de tu jornada. --Con el traje del pas, como ves--respondi el Diablillo--, por ensuciallos todos, como cierto amigo que, por desaseado en estremo, ensuci el de soldado, el de peregrino y estudiante, volv por los Cantones, por la Bertolina[293] y Ginebra, y no tuve que hacer nada en estos pases, porque sus paisanos son demonios de si mismos, y ste es el juro de heredad que ms seguro tenemos en el infierno, despus de las Indias[294]. Fu a Venecia, por ver una poblacin tan prodigiosa, que est fundada en el mar, y de su natural condicin tan bajel de argamasa y sillera, que, como la tiene en peso el pilago Mediterrneo, se vuelve a cualquier viento que le sopla. Estuve en la plaza de San Marcos, platicando con unos criados de unos clarsimos[295], esta maana, y hablando en[296] las gacetas de la guerra, les dije que en Constantinopla se haba sabido, por espas que estaban en Espaa, que hay grandes prevenciones della, y tan prodigiosas, que hasta los difuntos se levantan, al son de las cajas, de los sepulcros para este efeto, y hay quien diga que entre ellos haba resucitado el gran Duque de Osuna[297]; y apenas lo acab de pronunciar, cuando me escurr, por no perder tiempo en mis diligencias, y, dejando el seno adritico me sorb la Marca de Ancona, y por la Romana, a la mano izquierda, dej a Roma, porque aun los demonios, por cabeza de la Iglesia militante, veneramos su poblacin. Pas por Florencia a Miln, que no se le da con su castillo dos blancas de la Europa. Vi a Gnova[298] la bella, talego del mundo, llena de novedades, y, golfo lanzado[299], toqu a Vinaroz[300] y a los Alfaques, pasando el de Len y Narbona. Llegu a Valencia, que juega caas dulces con la primavera, metme en la Mancha, que no hay greda que la pueda sacar, entr en Madrid, y supe que unos parientes de tu dama te andaban a buscar para matarte, porque dicen que la has dejado sin reputacin; y lo peor es lo que me chisme Zancadilla, demonio espa del infierno y sobrestante de las tentaciones: que me andaba a buscar Cienllamas con una requisitoria; y soy de parecer, para oviar[301] estos dos riesgos, que pongamos tierra en medio. Vmonos al Anduluca[302], que es la ms ancha del mundo; y pues yo te hago la costa, no tienes que temer nada; que, con el romance que dice: Tendr el invierno en Sevilla y el veranito en Granada[303], no hemos de dejar lugar en ella que no trajinemos. Y volvindose a la ventana que sala a la calle, le dijo: --Hgote puerta de mesn. Vamos, y sgueme por ella, don Cleofs; que hemos de ir a comer a la venta de Darazutn[304], que es en Sierra-morena, veinte y dos o veinte y tres leguas[305] de aqu. --No importa--dijo don Cleofs--, si eres demonio de portante[306], aunque cojo. Y diciendo esto, salieron los dos por la ventana, flechados de s mismos[307], y el Gsped, desde la puerta, dndole voces al Estudiante cuando le vi por el aire, diciendo que le pagase la cama y la posada, y don Cleofs respondiendo que en volviendo del Andaluca cumplira con sus obligaciones; y el Gsped, que pareca que lo soaba, se volvi santiguando y diciendo: --Pluguiera a Dios, como se me va ste, se me fuera el Poeta, aunque se me llevara la cama y todo asida a la cola. Ya, en esto, el Cojuelo y don Cleofs descubran la dicha venta, y, apendose del aire, entraron en ella,

El Diablo Cojuelo, by Luis Vlez de Guevara pidiendo al Ventero de comer, y l les dijo que no haba quedado en la venta ms que un conejo y un perdign, que estaban en aquel asador entretenindose a la lumbre.

24

--Pues trasldenlos a un plato--dijo don Cleofs--, seor Ventero, y venga el salmorejo[308], ponindonos la mesa, pan, vino y salero. El Ventero respondi que fuese en buen hora; pero que esperasen que acabasen de comer unos estranjeros que estaban en eso, porque en la venta no haba otra mesa ms que la que ellos ocupaban. Don Cleofs dijo: --Por no esperar, si estos seores nos dan licencia, podremos comer juntos, y ya que ellos van en la silla, nosotros iremos en las ancas. Y sentndose los dos al paso que lo decan, fu todo uno, trayndoles el Ventero la porcin susodicha, con todas sus adherencias y incidencias[309], y comenzaron a comer en compaa de los estranjeros, que el uno era francs, el otro ingls, el otro italiano y el otro tudesco, que haba ya pespuntado la comida ms aprisa a brindis de vino blanco y clarete, y tena a orza la testa[310], con seales de vmito y tiempo borrascoso, tan zorra[311] de cuatro costados[312], que pudiera temelle el corral de gallinas del Ventero. El Italiano pregunt a don Cleofs que de adonde vena, y l le respondi que de Madrid. Repiti el Italiano: --Qu nuevas hay de la guerra, seor Espaol? Don Cleofs le dijo: --Agora todo es guerra. --Y contra quin dicen?--replic el Francs. --Contra todo el mundo--le respondi don Cleofs--, para ponerlo todo l a los pies del Rey de Espaa. --Pues a fe--repli el Francs--que primero que el Rey de Espaa.... Y antes que acabase la razn el Gabacho, dijo don Cleofs: --El Rey de Espaa.... Y el Cojuelo le fu a la mano, diciendo: --Djame, don Cleofs, responder a m, que soy espaol por la vida, y con quien vengo, vengo[313]; que les quiero con alabanzas del Rey de Espaa dar un tapaboca a estos borrachos, que si leen las historias della, hallarn que por Rey de Castilla tiene virtud de sacar demonios, que es ms generosa ciruja que curar lamparones[314]. Los estranjeros, habiendo visto callar al Espaol, estaban muy falsos[315], cuando el Cojuelo, sentndose mejor y tomando la mano[316], y en traje castellano, que ya haba dejado a la guardarropa del viento el turquesco, les dijo: --Seores mos, mi camarada iba a responder, y a m, por tener ms edad, me toca el hacello; escchenme atentamente, por caridad. El Rey de Espaa es un generossimo lebrel, que pasa acaso solo por una calle, y no hay gozque en ella que a ladralle no salga, sin hacer caso de ninguno, hasta que se juntan tantos, que se atreve uno, al desembocar della a otra, pensando que es sufrimiento y no desprecio, a besalle con la boca la c