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Equilibrio Económico, Año XI, Vol. 6 No. 1, pp. 63-92 Primer Semestre de 2010 El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975 Stella Maris Settimi* Patricia Audino** Resumen La Argentina experimentó, entre 1973 y 1976, uno de los períodos más controvertidos de su historia reciente. La sociedad imaginaba que la transformación y la superación de las contradicciones existentes eran posibles. Sin embargo, las tensiones acumuladas, la imposibilidad de implementar el "Pacto Social" y la dificultad de incluir el heterogéneo movimiento social convergieron hacia una crisis múltiple. El objetivo del presente trabajo es analizar las causas que condujeron a la crisis económica argentina de 1975 teniendo en cuenta la multiplicidad de factores que la sustentaron. Se utiliza la metodología de la historia económica, analizando cronológicamente las políticas aplicadas y sus resultados, teniendo en cuenta el contexto nacional e internacional, además de incluir algunos hechos extra económicos. Se presenta también una revisión, aunque incompleta, de otras interpretaciones de la crisis que han intentado explicarla desde diferentes puntos de vista sobre el fenómeno. Abstract Between 1973 and 1976 Argentina experimented one of the more controversial periods of its recent history. The society imagined that the transformation and the overcoming of existing contradictions were posible. Nevertheless, the accumulated tensions, the impossibility to implement " social agreement" and the difficulty to include the heterogenous social movement converged towards a multiple crisis. The objective of the present work is to analyze the causes that lead to the Argentine economic crisis of 1975 considering the multiplicity of factors that sustained it.The methodology of economic history is used, analyzing chronologically the applied policies and their results, considering the national and international context, besides including some extra economic facts. A revision, although incomplete also appears, of other interpretations of the crisis that have tried to explain it from different points of view on the phenomenon. PALABRAS CLAVE: política económica- crisis económica- inestabilidad socio política CLASIFICACIÓN JEL: N1 Recibido el 3 de noviembre del 2009. Acepado el 24 de febrero del 2010 * Profesora en Economía y Sociología. Licenciada en Economía. Profesora Adjunta de la Universidad Nacional del Sur de las cátedras Historia Económica e Historia Económica Argentina [email protected] ** Licenciada en Economía. Magister en Economía. Asistente de docencia de la Universidad Nacional del Sur de las cátedras Historia Económica e Historia Económica Argentina [email protected] u.ar

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Equilibrio Económico, Año XI, Vol. 6 No. 1, pp. 63-92

Primer Semestre de 2010

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

Stella Maris Settimi*

Patricia Audino** Resumen

La Argentina experimentó, entre 1973 y 1976, uno de los períodos

más controvertidos de su historia reciente. La sociedad imaginaba

que la transformación y la superación de las contradicciones

existentes eran posibles. Sin embargo, las tensiones acumuladas,

la imposibilidad de implementar el "Pacto Social" y la dificultad de

incluir el heterogéneo movimiento social convergieron hacia una

crisis múltiple. El objetivo del presente trabajo es analizar las

causas que condujeron a la crisis económica argentina de 1975

teniendo en cuenta la multiplicidad de factores que la

sustentaron. Se utiliza la metodología de la historia económica,

analizando cronológicamente las políticas aplicadas y sus

resultados, teniendo en cuenta el contexto nacional e

internacional, además de incluir algunos hechos extra económicos.

Se presenta también una revisión, aunque incompleta, de otras

interpretaciones de la crisis que han intentado explicarla desde

diferentes puntos de vista sobre el fenómeno.

Abstract

Between 1973 and 1976 Argentina experimented one of the more

controversial periods of its recent history. The society imagined

that the transformation and the overcoming of existing

contradictions were posible. Nevertheless, the accumulated

tensions, the impossibility to implement " social agreement" and

the difficulty to include the heterogenous social movement

converged towards a multiple crisis. The objective of the present

work is to analyze the causes that lead to the Argentine economic

crisis of 1975 considering the multiplicity of factors that

sustained it.The methodology of economic history is used,

analyzing chronologically the applied policies and their results,

considering the national and international context, besides

including some extra economic facts. A revision, although

incomplete also appears, of other interpretations of the crisis

that have tried to explain it from different points of view on the

phenomenon. PALABRAS CLAVE: política económica- crisis económica- inestabilidad socio política CLASIFICACIÓN JEL: N1

Recibido el 3 de noviembre del 2009. Acepado el 24 de febrero del 2010

* Profesora en Economía

y Sociología. Licenciada

en Economía. Profesora

Adjunta de la

Universidad Nacional

del Sur de las cátedras

Historia Económica e

Historia Económica

Argentina

[email protected]

** Licenciada en

Economía. Magister en

Economía. Asistente de

docencia de la

Universidad Nacional

del Sur de las cátedras

Historia Económica e

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Argentina

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El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

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Introducción

La Argentina experimentó, entre 1973 y 1976, uno de los períodos más

controvertidos y complicados de su historia reciente. La sociedad entera,

con sus diversas manifestaciones políticas y sociales, imaginaba que la

transformación y la superación de las contradicciones existentes eran

posibles. Sin embargo, la magnitud de las tensiones acumuladas, la

imposibilidad de implementar exitosamente el "Pacto Social" y la dificultad

de incluir el heterogéneo movimiento social dentro de los tradicionales

modelos -nacionales y populares- desembocaron en una crisis múltiple,

política, social y económica.

El objetivo del presente trabajo es analizar las causas que condujeron a la

crisis económica argentina de 1975 considerando, para ello, la multiplicidad

de factores que interactuaron entre sí. El drástico giro operado en la

economía, la desfavorable coyuntura internacional, el escenario de las

fuerzas políticas y la espiral contradictoria de intereses desembocaron en

una de la crisis más importantes de la Argentina. La intención de este

análisis es exponer una interpretación alternativa a las que, a nuestro

parecer, solo presentan una explicación parcial del fenómeno. Para ello, se

presenta en primer lugar, una revisión, aunque incompleta, de diversas

interpretaciones de la crisis de 1975 que han intentado explicarla desde

diferentes posiciones sobre el fenómeno.

En este análisis, se recurre a la utilización de la metodología de la historia

económica, analizando cronológicamente las políticas aplicadas en cada

período y sus consiguientes resultados, teniendo en cuenta el contexto

nacional e internacional del momento, además de incluir algunos hechos

extra económicos relevantes para el análisis.

Maris - Audino

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I. El contexto internacional en los años setenta: estanflación y

crisis

La economía del mundo capitalista comenzó a percibir, en la última mitad

de los años sesenta y principios de los setenta, una serie de transformaciones

que auguraban el comienzo de una etapa de crisis.

A lo largo de los años ´60 la situación de la moneda norteamericana se fue

deteriorando como consecuencia del déficit sistemático de su balanza de

pagos dada la creciente competitividad de la producción europea y japonesa

y por la permanente salida de capitales hacia el exterior bajo la forma de

gastos militares e inversiones de las empresas. Por otro lado, la suspensión

de la convertibilidad del dólar en agosto de 1971 derrumbó uno de los pilares

básicos de Bretton Woods. Se establecieron recargos a las importaciones

norteamericanas y controles de precios y salarios para detener la inflación.

El resultado fue una devaluación sustancial del dólar que sería seguida por

otras monedas. El dólar terminó con el sistema de paridades fijas

estimulando las políticas de expansión monetaria y crediticia para prevenir

los inconvenientes derivados de la disminución del comercio internacional.

Estas medidas contribuyeron al incremento sostenido de precios que se

potenció en estos años por la espiral precios-salarios que se desencadenó en

una situación de pleno empleo. Por otro lado, el aumento del precio del

petróleo, en octubre de 1973 dado en un contexto de crisis del capitalismo,

tuvo un impacto decisivo aunque sus efectos no fueron similares para todo el

mundo.

De esta manera, la existencia de factores externos, como el aumento del

precio del petróleo y también de las materias primas, determinó claramente

un escenario de crisis: estancamiento productivo, persistencia de la inflación

y desocupación.

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

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Esta singular combinación, sin precedentes históricos, llevó a acuñar el

término estanflación. El estancamiento vino acompañado de elevados niveles

de desempleo, que se disparó y no dejó de crecer, acompañado por una

inflación generalizada, que se triplicó en el momento más agudo de la crisis.

La caída de la actividad y el consiguiente aumento del desempleo, por un

lado, y la inflación por el otro originaron una contradicción difícil de

superar, pues todo esfuerzo de relanzamiento económico para luchar contra

el desempleo agravaba la inflación; de igual manera, los intentos para

contener la inflación acababan frenando la economía y agravando el

problema. En este contexto de crisis aguda, las sociedades del mundo

desarrollado se encontraron con la necesidad de realizar cambios que

transformaran la situación establecida desde 1945. Desde el punto de vista

productivo, la crisis alentó la búsqueda de nuevas formas de organización de

la producción capaces de ahorrar materia prima y mano de obra. El quiebre

del sistema fordista dio paso a nuevas formas como el toyotismo en el Japón.

Otro aspecto a destacar es el inicio de una etapa de expansión multinacional

cuya estrategia era la segmentación de su producción con el objetivo de

generar una nueva división internacional del trabajo.

El abandono del sistema monetario de Bretton Woods y la crisis del petróleo

añadieron más confusión al ya convulsionado estado de cosas en la economía

y en la teoría económica. El cuestionamiento permanente de las teorías

keynesianas, por considerárselas responsables de la inflación, permitió el

surgimiento de las teorías neoliberales.

Las grandes transformaciones de los años setenta constituyeron un punto de

inflexión que dieron origen a grandes cambios en la economía y en la

sociedad. Fueron apareciendo, en estos años, los elementos constitutivos de

una realidad económica inédita, impulsada por una revolución tecnológica

acompañada por un desempleo persistente, el cuestionamiento creciente al

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welfare state y la reivindicación del mercado libre como el asignador más

eficiente de recursos.

II. Algunas interpretaciones de la crisis argentina de 1975

Existe cierto consenso entre quienes analizan esta crisis acerca de las causas

generales que llevaron al fracaso de los sucesivos planes económicos del

período. A las características propias de una crisis de stop & go, se agregan

conflictos distributivos exacerbados por la enorme inestabilidad y caos

político y social que aceleran el desenlace inflacionario en 1975.

Sin embargo, la mayoría de los autores enfatizan solo sobre cuestiones

particulares del período. En este sentido, se han identificado tres líneas de

investigación de acuerdo al aspecto que los autores destacan respecto de la

génesis de la crisis.

Un primer grupo de trabajos subraya el carácter inflacionario de la crisis y

que el fracaso en la contención de la misma se debió a la incapacidad del

gobierno para resolver los conflictos originados en la reditribución del

ingreso. En uno de los primeros y más citados análisis sobre el tema dentro

de esta línea de investigación es necesario mencionar el aporte de Adolfo

Canitrot. El mismo desarrolla la dinámica del modelo peronista de

redistribución del ingreso por aumentos salariales y afirma que “…las propias

características de esas experiencias engendran, al ponerse en marcha, los

elementos objetivos que han de ponerles fin" (Canitrot, 1975:331).

El modelo también permite explicar el éxito del Plan Gelbard en el corto

plazo:“La alianza política del populismo nace en la recesión y se propone un

programa expansivo. Asalariados y burguesía industrial tienen entonces

intereses complementarios....El éxito del programa destruye el elemento

constitutivo de la alianza. Al aproximarse al pleno empleo, los intereses

conflictivos reemplazan a los complementarios" (Canitrot, 1975:348). El

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conflicto se intensifica en medio de un contexto inflacionario explosivo, que

resulta de incrementar los salarios para expandir la demanda. Esta situación,

de empresarios nacionales débiles y sindicatos fuertes, es la contradicción

institucional más grave de la política redistribucionista.

En esta línea de pensamiento algunos autores estudian la generación de

estos conflictos como resultado de la evolución en las relaciones de poder

entre el Estado y el resto de los actores sociales. Juan Carlos Portantiero en

1987 destaca la peculiar distribución de poder entre los distintos actores,

que resultó de la firma del Pacto Social. Este arreglo institucional funcionó

mientras Perón pudo mantener el “equilibrio corporativo” entre los

suscriptores al pacto. Para él se mantuvo una situación de "empate

hegemónico" que dilataba la pugna entre sectores que carecían del poder

suficiente como para imponer sus intereses en forma permanente. El autor

sostiene que el retorno del peronismo al poder agravó la crisis económica

existente, por haber trasladado al Estado la crisis por la que atravesaba el

propio peronismo.

Daniel Heymann y Fernando Navajas en 1989 estudian los conflictos de

distribución que se generan en torno de los recursos fiscales y las presiones

inflacionarias a que dan origen, desde una perspectiva que combina el

análisis institucional con la metodología de la teoría de juegos. La hipótesis

del trabajo sostiene que, en economías con gran debilidad institucional, la

política fiscal no se basa en un presupuesto discutido y decidido de

antemano, sino que resulta de las presiones que van surgiendo a medida que

se presentan los desequilibrios. En el juego, cada grupo presiona

bilateralmente al gobierno, quien cede ciertas transferencias o concesiones

impositivas, en función de la presión que es capaz de ejercer cada uno de los

sectores que, a su vez, no se autolimitan por los costos que implica un

déficit elevado. "Bajo determinadas condiciones, el grupo obtiene

efectivamente la transferencia y el costo (que incluye la pérdida atribuible

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al mayor déficit fiscal, con su impacto inflacionario) está diluido en el

conjunto; pero al generalizarse esta situación a todos los grupos, y ante la

ausencia de impuestos poco distorcionantes con suficiente capacidad de

recaudación, se genera un déficit que debe cubrirse con impuesto

inflacionario" (Heymann y Navajas, 1989:323).

Las crisis inflacionarias, como la del ‟75, son el resultado de esta

descentralización de las decisiones de presión, que implican costos sociales

mayores a los que surgirían de un compromiso duradero de distribución de

los recursos públicos. "El análisis anterior es obviamente parcial. Sin

embargo tal vez tenga alguna relevancia para el análisis de ciertos casos. La

experiencia argentina parece interesante como materia para una discusión

en ese sentido, dado el carácter agudo de la inflación y la dificultad para

encontrar mecanismos permanentes de financiamiento del sector público"

(Heymann y Navajas, 1989: 312).

Un segundo grupo de trabajos está inscripto en el marco de la Teoría de la

Regulación. La importancia de esta visión radica en que contextualiza la

crisis de 1975, dentro del fenómeno mundial de la caída del fordismo, como

paradigma tecno-productivo y político. Si bien no se descarta la existencia

de una dinámica propia de nuestra economía, estos autores sostienen una

visión más bien externa del conflicto que debía desatarse, tarde o temprano,

por la presión de los gigantescos cambios que estaban operando en el mundo

desarrollado.

Los autores de esta escuela (Panigo y Torija-Zane, 2004; Quenan y Miotti,

2004; Neffa, 2004) señalan que el proceso de crisis de mediados de los '70,

se explica por las contradicciones existentes entre el modo de regulación –

predominantemente monopolista – y el régimen de acumulación, restringido

por el tradicional estrangulamiento externo y por una caída tendencial en la

tasa de inversión.

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El poder de los sindicatos se revelaría en la sobre-indexación salarial

(respecto de la productividad del trabajo) y en el aumento en la

participación de los salarios en el PBI, factores que inciden negativamente

sobre la tasa de ganancia y de inversión. El régimen de acumulación se

tornaría aún más inviable, si se tiene en cuenta el resultado hallado

econométricamente por Luis Miotti que indica que hacia 1975, las decisiones

de inversión se muestran más sensibles a la tasa de beneficios, que al nivel

de la demanda interna.

Por su parte, Robert Boyer sostiene que las perspectivas de profundización

de la industrialización sustitutiva se vieron muy comprometidas hacia

mediados de los ‟70, no sólo por sus propias limitaciones, sino también por la

llegada de una nueva ola tecnológica de escala mundial. Para él, en los

países de América latina, las crisis reiteradas no tienen su origen en la

incoherencia de la viabilidad en ese modelo de desarrollo, sino más bien a su

llegada al límite, debido a su propio éxito.

En un tercer grupo de trabajos pueden incluirse las perspectivas de la

historia y la política económica argentinas, de autores como Mario Rapoport,

Roberto Cortés Conde, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach y Juan Carlos De

Pablo.

Para Rapoport, la principal falla en los planes peronistas reside en la

carencia de definiciones e incentivos de largo plazo. Si debía sostenerse un

incremento en la oferta monetaria, éste debía tener su correlato productivo,

algo que era imposible lograr en dicho contexto, ya que las nuevas

inversiones se determinan por las expectativas a largo plazo. Por otro lado,

el plan Rodrigo tampoco podía frenar la inflación, ya que la concebía como

“…un acontecimiento autónomo y sin vínculos con otros aspectos de la

economía”. (Rapoport, 2005:571).

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Por su parte, Cortés Conde afirma que si bien, las administraciones

peronistas generaron un enorme déficit fiscal y una emisión monetaria en

consonancia, que detonaría la crisis en 1975, “…debe decirse que los

problemas de fondo que tan mal manejó, venían de vieja data, muchos de

ellos de su anterior gestión” (Cortés Conde, 2005:276). El autor se refiere a

los errores en la concepción de la inflación que cometieron las diferentes

administraciones anteriores, que se movían pendularmente desde el

estructuralismo a la ortodoxia, sin término medio. De acuerdo a la

periodización que realiza el autor, en 1974 comienza una “gran depresión”,

que llegaría a su fin recién en 1989.

De Pablo analiza el Pacto Social en cuanto “institución”: “aparece en forma

clara, sobre todo en las medidas de naturaleza coyuntural, la idea de

modificar por última vez las reglas de juego, es decir, de modificar y

congelar la nueva realidad (por un par de años)”. Respecto al fracaso del

plan Gelbard, coincide con Cortés Conde en destacar la inconsistencia

técnica entre el manejo financiero y la dinámica del gasto público.

De acuerdo a la interpretación de Gerchunoff y Llach, el deterioro del plan

comenzó a partir de los shocks externos. Si bien el Pacto Social había

resultado eficiente para controlar la inflación originada por la puja

distributiva, su rigidez le impidió absorber los desequilibrios que provocaba

una inflación importada no prevista. La distribución de sus efectos iba a

depender, entonces, de una pugna renovada, por afuera de lo acordado, y

por lo tanto, con límites desconocidos.

Por otro lado, los autores no descartan la importancia de los conflictos

políticos en el desencadenamiento de la crisis (y el posterior golpe de

Estado), afirmando que “…el 24 de marzo de 1976, concluía por la fuerza la

segunda experiencia del peronismo en el poder, ese extraño caso de un

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gobierno que cayó casi exclusivamente por las luchas internas en el partido

oficial” (Gerchunoff y Llach, 1998: 336).

III. El marco político y sus actores

La apertura política iniciada por el anterior gobierno militar desencadenó un

proceso en el cual tanto peronistas como radicales1 recurrieron a sus viejos

líderes para movilizar políticamente a sus seguidores dado que, el largo

período de proscripciones había impedido la renovación de dirigentes

políticos; los estudiantes universitarios cuestionaban la estructura

universitaria, el contenido de la enseñanza y a la sociedad en su conjunto

haciendo sentir su presencia en las luchas políticas; los trabajadores cada

vez mejor organizados y con una larga experiencia de lucha exigían al

gobierno la eliminación de las proscripciones para el retorno de Perón y por

último el movimiento guerrillero se oponía con violencia al gobierno militar.

En esa situación se convoca a elecciones, el peronismo triunfa y se presta a

gobernar. Retorna así el populismo que intenta reeditar la política social del

anterior período peronista.

En estos años se pueden identificar tres momentos claramente definidos por

las presidencias constitucionales del período. El primero de ellos transcurre

durante la presidencia constitucional de Héctor J. Cámpora - entre el 25 de

mayo y el 12 de julio de 1973- y se caracteriza por una marcada movilización

de las distintas fuerzas sociales2 que coinciden en identificar el regreso de

Perón con la posibilidad de introducir grandes cambios.

El segundo momento comprende desde la renuncia de Cámpora y la asunción

inmediata del presidente provisional Raúl Lastiri -en julio de 1973- hasta la

muerte de J. D. Perón - 1 de julio de 1974-. En este período se hacen

evidentes las contradicciones entre los distintos actores sociales que

1 Unión Cívica Radical, fundado en 1890.

2Junventud, sectores del sindicalismo combativo e intelectuales ligados a la modernización desarrollista.

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terminarían interrumpiendo el cumplimiento de los objetivos enunciados en

el Pacto Social, tanto en el plano político como en el económico. El

antagonismo entre los distintos sectores políticos culminaría desvaneciendo

aquella esperanza de reencuentro nacional que giraba en torno al regreso de

Perón.

La última etapa se corresponde con la gestión de María Estela Martínez de

Perón -entre julio de 1974 y marzo de 1976- y el rasgo central es la crisis

social, política y económica una vez producida la disociación de las fuerzas

sociales movilizadas anteriormente.

Ya en el poder el peronismo intentará rearticular su antigua alianza de clases

para revertir el proceso de acumulación anterior. Pero el país había

cambiado significativamente en los dos decenios anteriores. En lo

económico, el modelo vigente hasta ese momento encontraba serias

dificultades para su continuidad lo cual se expresaba en inflación, alto

endeudamiento externo, pérdida del dinamismo del PBI y un considerable

déficit fiscal. La primera noticia sobre las intenciones del gobierno de

Cámpora fue la designación, por sugerencia de Perón, de José Ber Gelbard

(líder del movimiento empresario que se nuclea en torno a la Confederación

General Económica –CGE-) como Ministro de Economía. Comenzó su gestión

apelando a un acuerdo social entre sectores empresariales, gremiales y el

Estado cuyo objetivo era, en el corto plazo, mejorar la participación de los

asalariados en la distribución del ingreso y frenar la creciente inflación.

Electo por tercera vez Juan Perón, no introduciría modificaciones en el

rumbo y en la conducción económica.

La muerte de Perón significó la pérdida del más importante factor de poder

que mantenía aglutinados intereses casi siempre opuestos. Gelbard fue

reemplazado por el economista peronista Alfredo Gómez Morales. En

septiembre de 1974, terminó las negociaciones establecidas en el Pacto

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

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Social y elaboró un Plan de Emergencia. Pero la falta de respuesta hacia el

mismo, por parte de la presidente, obligó al ministro a presentar su

renuncia, a fines de mayo de 1975. El nuevo Ministro de Economía, Celestino

Rodrigo a pesar de la brevedad de su gestión, marcó una decidida

reorientación económica que puso fin a la política económica nacionalista y

reformista que había caracterizado al peronismo.

IV. Un intento de compromiso nacional: el "Pacto Social"

El nivel de desarrollo alcanzado por la economía argentina, el cambio

registrado en la composición del empleo y su repercusión sobre el

comportamiento de la sociedad y la modificación del encuadre internacional

que enmarcó el retorno del peronismo diferían de los que caracterizaron a

los diez años que conformaron la anterior experiencia del movimiento (1946

- 1955).

Además, durante el anterior gobierno militar, las empresas multinacionales

habían comenzado a adquirir paquetes accionarios de empresas argentinas lo

que generaba gran preocupación entre los empresarios nacionales. Por otro

lado, la disminución en la participación en el ingreso nacional, la pérdida del

poder político y el aumento de la desocupación inquietaban también al

sector asalariado. No resulta extraño, entonces, que el nuevo gobierno

acudiera a la antigua receta cooperativa para resolver los problemas

económicos.

Por otro lado, las empresas estatales mostraban un acentuado desequilibrio y

la tasa de inflación mensual alcanzaba al 6%, aunque en el orden

internacional, el panorama se presentaba favorable debido al incremento de

los precios de las exportaciones argentinas, lo que representó un alivio, al

menos en el corto plazo.

Maris - Audino

75

El mencionado acuerdo político entre la CGT3, CGE4, y los principales

partidos políticos nacionales, conocido como “Coincidencias programáticas

del plenario de organizaciones sociales y partidos políticos”, se había

firmado tres meses antes del triunfo peronista en las elecciones de marzo de

1973.

Las coincidencias giraban en torno al desarrollo nacional autónomo, la

justicia social, la independencia económica, la integración regional del país,

la transformación del Estado y el cambio del modelo económico por entonces

vigente. Los diversos sectores firmantes se comprometían a implementar los

lineamientos generales de la política económica y social. Se explicitaron la

política laboral y de seguridad social, tributaria, crediticia y de comercio

exterior, el rol del Estado y el tratamiento al capital externo.

En junio de 1973, la CGE, la CGT y el Ministerio de Hacienda y Finanzas,

firmaron el Acta de Compromiso Nacional, una explícita institucionalización

del compromiso que asumían las partes, para el cumplimiento de un

programa de estabilización y la puesta en marcha de un plan de reformas

estructurales.

Lo que se conoció como el "Plan Gelbard" es la expresión en el campo de la

política económica de un plan de capitalismo nacional autónomo apoyado en

una alianza entre sectores empresariales y sindicales e insertado en un

acuerdo básico entre la mayoría de los partidos políticos del país y que

parecía contar con una sólida base de sustentación política en la sociedad

civil argentina.

El "programa antiinflacionario" que formaba parte del plan económico más

amplio, se proponía principalmente lograr una solución cooperativa del

3 Confederación General de Trabajo

4 Confederación General Económica

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problema de la puja distributiva, basándose en la idea de que la inflación

era una cuestión de expectativas, de tal forma que si se lograban eliminar

las expectativas inflacionarias se evitaba la lucha por la distribución del

ingreso y así la economía podría estabilizarse.

Como dice Arnaudo "las medidas tomadas se focalizaron casi

exclusivamente,..., en los mecanismos de propagación inflacionaria, dejando

de lado los problemas de las presiones inflacionarias que pudieran haber

existido". (Arnaudo, 1979:31)

El programa implicó el congelamiento de los salarios, de los precios de los

bienes de consumo y la suspensión de las negociaciones colectivas de trabajo

por dos años. Según el Acta de Compromiso Nacional se establecía "fijar el

salario mínimo en $ 1.000 ley por mes a partir del 1°-6-73. Incrementar los

salarios en $ 200 ley por asalariado y por mes a partir del 1°-6-73". (Arnaudo,

1979:30). Este aumento alcanzó aproximadamente al 20% del nivel salarial

mínimo y a una cifra un poco inferior para los salarios más altos, de acuerdo

al propósito de disminuir los diferenciales y compensar la caída de los

salarios reales del año anterior. En cuanto a los precios "no podrán

modificarse los precios de las mercaderías y servicios por motivo de los

mayores costos originados por los aumentos salariales dispuestos.

Infracciones a estas normas serán severamente penadas". (Arnaudo,

1979:30). Respecto a las Convenciones Colectivas de Trabajo ”tendrán plena

vigencia para la discusión y acuerdo de condiciones laborales que no

modifiquen la política salarial establecida". (Arnaudo, 1979:30). También se

contemplaba un aumento de tarifas y precios de los servicios públicos, no

uniforme y selectivo, vigente hasta el 1 de junio de 1975, sin posibilidad de

modificarlas.

Teniendo en cuenta que el objetivo de las medidas anteriores era el recorte

de las utilidades de las empresas se dispuso, para compensarlas, una rebaja

Maris - Audino

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de la tasa de interés y la apertura de líneas de créditos especiales para

empresas nacionales (públicas o privadas) a efecto de atender los aumentos

salariales.

Hacia fines de 1973 el gobierno dio a conocer el "Plan Trienal para la

Reconstrucción y Liberación Nacional", cuyos objetivos primordiales

apuntaban a la reactivación de las industrias nacionales, la corrección de las

diferencias regionales, la independencia económica a través del control de la

inversión extranjera y el comercio internacional y un decidido apoyo a la

integración de América latina. El Estado establecería las reglas y las

orientaciones básicas para las nuevas actividades.

Por consiguiente, las medidas del plan que intentaban evitar los efectos

perjudiciales de las devaluaciones sobre el nivel de la actividad económica y

los ingresos reales de los trabajadores, incluyeron estrictos controles sobre

el mercado cambiario y una política de cambios sobrevaluados. Para

proteger el mercado interno de la competencia extranjera se prohibió la

importación de bienes suntuarios y se fijaron aranceles para proteger la

producción nacional. En cuanto a las exportaciones industriales recibirían

incentivos fiscales y créditos fáciles. Al mismo tiempo se ampliaron las

funciones de las Juntas Nacionales de Granos y de Carnes centralizando el

comercio exterior de esos productos, con el objetivo de ejercer un mayor

poder en los mercados internacionales. En cuanto a las inversiones

extranjeras, si bien no fueron prohibidas, se fijaron requisitos tan estrictos

que, en la práctica, constituyeron un verdadero desaliento.

IV.1. Resultados en el corto y largo plazo

El Pacto Social, como política transitoria y bastante excepcional, demostró

su validez, por lo menos, en cuanto a su capacidad para contener durante

corto tiempo las expectativas de inflación. "Desde el punto de vista formal,

del comportamiento de precios y salarios, el programa lanzado a fines de

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

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mayo de 1973 tuvo un resultado sustancial e inmediato" (Arnaudo, 1979:32).

Los números con los que cerró el año fueron francamente alentadores, la

consigna "inflación cero" se convirtió en un logro. Sin embargo, es necesario

aclarar que, esto fue posible solo durante un tiempo porque las empresas

habían tomado recaudos contra la inflación aumentando los precios con

anterioridad permitiéndoles absorber el aumento de los salarios.

La congelación de precios de todos los bienes y servicios se tradujo en un

aumento salarial de igual impacto en cuanto a términos de recuperación del

poder adquisitivo y si a ello le agregamos que hubo una significativa

disminución en el nivel de desocupación5 el resultado fue un efectivo

aumento del sector asalariado en la distribución del ingreso de un 4%

respecto al año anterior. Además es necesario señalar que las políticas de

demanda implementadas lograron ese crecimiento no inflacionario del PBI,

gracias a la existencia de una importante capacidad instalada subutilizada.

Otros indicadores de la economía resultaron favorables durante la segunda

parte de 1973. El incremento efectivo en la demanda de bienes y servicios

determinó un aumento del PBI del 4.5% en el año; las reservas en poder del

Banco Central crecieron de 790 millones de dólares, al inicio del plan, a 1412

millones para fines de 1973; las exportaciones agropecuarias crecieron un

86%, incentivadas por un alza en los precios de la carne y de los cereales en

el mercado mundial y una cosecha récord de granos, lo que produjo una

mejora sustancial en la balanza comercial.

Sin embargo, la inflación es un fenómeno que está relacionado con la

diferencia entre la cantidad de bienes que hay en el mercado y la demanda

de esos bienes determinada a través de la cantidad de dinero que hay en el

5El índice de desocupación que en abril de 1973 era de 6.1% disminuyó al 5.5% en julio y al 4.5% en octubre del

mismo año. La tendencia continuó hasta llegar al 2.5% en octubre en 1974. De manera que se podría decir que

técnicamente no había desocupación. (Podestá, 2004:176)

Maris - Audino

79

mismo. Esto constituyó el principal error del Plan para contener la inflación.

El aumento de los precios, se pensaba, no era tanto producto de la

expansión monetaria a la que conducía el déficit fiscal, es decir, frenar el

aumento de precios no era exclusivamente un problema monetario o

financiero.

Si bien el congelamiento de precios había sido eficaz para quebrar las

expectativas inflacionarias no lo fue tanto en presencia del significativo

crecimiento de la demanda, causado por los aumentos en la cantidad de

dinero y en los salarios reales. Por otro lado, la disminución de la tasa de

desocupación fue el resultado de la creación de puestos de trabajo en el

sector público.

Es de destacar que la cantidad nominal de dinero era más del doble de la

que existía al comienzo del plan, lo cual implicaba una tasa de emisión

mensual del 4.5%. Esta expansión monetaria fue consecuencia directa de un

mayor gasto de la tesorería general necesario para afrontar los gastos

corrientes, especialmente el pago de aumentos salariales y de nuevas

designaciones de personal.

La evolución del plan en el largo plazo estuvo sensiblemente condicionada

por la incidencia de shocks externos y crecientes conflictos políticos, que se

agravaron desde mediados de 1974.

Una hipótesis compartida por la mayoría de los autores es que el alto grado

de conflictividad social resultante de estas tensiones, funcionó como fuente

de inestabilidad económica e institucional, y determinó el

desencadenamiento de la crisis en 1975. Según Di Tella, las propuestas de

reformas estructurales presentadas por el gobierno se constituyeron en

equívocas señales de política económica, que gravitaron sobre las

expectativas que se formaron los actores, respecto a la dirección general

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

80

que tomaría el gobierno. Este es un aspecto que no puede ser minimizado,

en el examen de un período donde “…incluso estuvo en cuestionamiento la

deseabilidad de mantener el propio sistema capitalista en el país.” (López,

2004:360).

Entre las diversas iniciativas de reforma presentadas en el Congreso, se

pueden mencionar las más controvertidas de acuerdo a su incidencia sobre

los distintos actores.

El sector agropecuario se vio especialmente afectado por dos medidas. Una

de ellas es la nacionalización de las exportaciones de granos (ley 20.573/73)

y carnes (ley 20.535/73), “…estas leyes suponían un avance del papel del

Estado en momentos en que un sector de éste se encontraba en manos de

elementos de izquierda; ello creó, por parte de los grupos tradicionales, una

oposición que fue más allá de lo que habría podido esperarse en respuesta a

las medidas mismas" (Di Tella, 1985:157). Además estas leyes hallaron una

fuerte resistencia por la forma en que se preveía su implementación y

porque el momento en que se aplicaron resultaba inoportuno, hacia finales

de 1974 los precios agropecuarios comenzaron a descender.

La otra iniciativa, que no llegó a ser aprobada en el Congreso, proponía la

aplicación de un impuesto progresivo al propietario de un predio rural que

arrojara una renta inferior a la estipulada como “normal”. El malestar que

causó esta propuesta en el sector rural fue agudizado por la incertidumbre

en torno de cuáles serían las verdaderas intenciones del gobierno peronista.

La industria local fue, en principio, beneficiada con las medidas aprobadas,

que implicaban mayores márgenes de protección, estimulando los nuevos

proyectos industriales y la instalación de pequeñas y medianas empresas.

Maris - Audino

81

Un punto particularmente sensible de las reformas se refiere a la nueva Ley

de Inversiones Extranjeras (20.557/73)6. La disconformidad que generó la

medida es paradójica: el peronismo más radicalizado la consideraba

insuficiente para frenar el avance del “imperialismo”. Para el otro extremo

del arco político, era otra clara muestra de la orientación “marxista” del

gobierno. Sin embargo, el factor de disuasión más decisivo que actuó sobre

las inversiones extranjeras no fue tanto la ley en cuestión sino el creciente

deterioro de la situación política y económica.

A las tensiones políticas deben agregarse la repercusión de los shocks

externos: en 1974, la CEE prohibió la importación de carnes.

Simultáneamente, la primera crisis petrolera comenzó a repercutir a nivel

local, provocando un considerable aumento en los costos de producción. El

brusco cambio de precios relativos, en un marco de precios congelados,

castigó severamente los márgenes de ganancia de las pequeñas empresas,

base política de la CGE, ya que dependían en alto grado de las

importaciones, para las que no existían sustitutos locales.

Ante el reclamo de los empresarios para efectuar un cierto ajuste de

precios, la CGT opuso una fuerte resistencia. El gobierno, intentando

sostener el plan original, sin perder el apoyo político de sus bases,

implementó un mecanismo alternativo al aumento de precios: la revaluación

del tipo de cambio para trescientos insumos importados. “Era un lujo que el

gobierno podía darse gracias a las cuantiosas reservas acumuladas durante el

año, pero no dejaba de ser síntoma de nuevas dificultades.” (Gerchunoff y

Llach, 1998:346)

6Las implicancias más sobresalientes de esta ley son: prohibición de adquirir empresas ya constituidas de

capital nacional; exclusión de capitales extranjeros en determinadas áreas (servicios públicos, bancos, seguros,

transportes, medios de comunicación); límites a la transferencia de utilidades, repatriación de capital y

endeudamiento externo; prohibición de efectuar pagos a las casas matrices, entre otras.

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

82

El gasto público también fue utilizado como instrumento para aliviar las

presiones. De esta forma, el gobierno respondía a las demandas sindicales (a

través del aumento en el número y en los sueldos de los empleados

públicos), y a las de los empresarios (a quienes se les concedieron crecientes

subsidios). Sin embargo, si bien se crearon nuevos impuestos, el

financiamiento genuino comenzó a resultar insuficiente, por lo que se

produjo un ascendente déficit fiscal, que fue cubierto con una impresionante

creación de dinero. Según Cortés Conde, la expansión monetaria, contenida

por los controles de precios, ocultaba una importante inflación reprimida

aunque el equipo económico confiaba en que la emisión no crearía tensiones

inflacionarias.

La combinación entre aumento del consumo interno y falta de nuevas

inversiones llevó a la economía a trabajar en niveles muy próximos al pleno

empleo, pero a la vez, indujo a los empresarios a adoptar mecanismos

ilegales (desabastecimiento, cobro de agio, mercado negro) para evitar los

efectos del congelamiento de precios.

Las presiones sectoriales fueron cada vez más intensas y las formas de

expresión cada vez más virulentas lo que provocó el fin del Pacto. En marzo

de 1974 se firmó una nueva Acta de Compromiso Nacional entre las mismas

partes: CGT, CGE y Gobierno Nacional. Las nuevas medidas acordadas no

lograron revertir la situación, sino que por el contrario se agudizaron las

presiones sectoriales en torno a un cambio de rumbo en la política

económica.

La muerte de Perón, en julio de ese año, significó la pérdida del más

importante factor de poder que mantenía aglutinados intereses casi siempre

opuestos. En septiembre de 1974, Gelbard fue reemplazado por el

economista peronista Alfredo Gómez Morales por iniciativa de la Presidente

M. E. de Perón.

Maris - Audino

83

V. Una política económica gradual y sin rumbo

Durante la gestión de Gelbard, Alfredo Gómez Morales se había

desempeñado como Presidente del Banco Central. Sin embargo discrepancias

en torno a la forma de financiar el déficit fiscal con emisión monetaria

determinó su alejamiento definitivo del cargo.

La misión prioritaria del reemplazante de Gelbard consistió en

compatibilizar, por un lado, una economía próxima al pleno empleo con una

fuerte expansión monetaria y expectativas inflacionarias y por otro, con la

crecientemente desfavorable situación externa. El nuevo ministro no se

animó a efectuar cambios drásticos en el rumbo de la política económica. En

su breve gestión intentó resolver los problemas de coyuntura a través de una

intervención gradual y, en la medida de lo posible, solidaria con los acuerdos

que habían inspirado al Pacto Social.

Se pusieron en práctica una serie de medidas que tendían a la reducción del

gasto público y la expansión monetaria, a la mejora de la rentabilidad

mediante un reajuste de precios paulatino y avanzar hacia la atracción del

capital extranjero con el propósito de compensar la reducción de la inversión

pública planeada. En un clima de indefinición marcado por la falta de aval

del poder ejecutivo para lanzar su plan económico, se produjo un nuevo

llamado a las negociaciones colectivas de trabajo. En noviembre de 1974 la

CGT y la CGE fueron convocadas para suscribir una Nueva Acta de

Compromiso Nacional, según la cual se acordó un aumento en los salarios y

en las asignaciones familiares. A su vez, el gobierno estaba dispuesto ahora a

autorizar alzas en los precios siempre que pudiera demostrarse un aumento

en los costos exceptuando, el originado por el aumento de los salarios. Esta

flexibilidad apuntaba a evitar la pérdida de rentabilidad de las empresas y el

desabastecimiento. Los empresarios, frente a controles más débiles,

comenzaron a aumentar los precios de acuerdo con los costos efectivos y los

incrementos salariales. Mientras la inflación crecía a un ritmo cada vez

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

84

mayor el gobierno, en medio del desorden económico, insistía en la

necesidad de comprimir la demanda y aumentar la productividad.

Por otro lado y para atenuar el déficit de las empresas estatales se dispuso

una modificación de las tarifas de los servicios públicos que se trasladó

inmediatamente a los precios. Ante esta situación el Gobierno concedió, una

vez más, un nuevo ajuste para todos los asalariados prohibiéndose su

traslado a los precios. A su vez, la mayor erogación originada por los

incrementos salariales impactaba negativamente sobre el gasto público y era

financiada con emisión monetaria.

En materia de política cambiaria la nueva conducción económica, tratando

de evitar presiones inflacionarias, no introdujo ninguna modificación hasta

marzo de 1975 cuando el tipo de cambio del mercado negro empezó a

superar la tasa oficial. En este momento el peso fue devaluado pero no logró

eliminar la sobrevaluación de la moneda que había alcanzado ya niveles muy

altos. Esto significaba un estímulo a la importación de bienes, complicando

más aún la situación del sector externo que debía soportar la caída de los

precios de nuestros productos exportables.

También se puso en marcha un riguroso recorte en los planes de construcción

de viviendas económicas y en los gastos corrientes del gobierno, en especial

los del personal, lo que provocó una fuerte oposición.

Por otro lado, se intentó reducir la cantidad de moneda en circulación,

medida que se vio favorecida por el déficit en el sector externo y se

emprendió un estudio tendiente a liberalizar la ley de inversiones

extranjeras con la intención de que estos capitales compensaran la

reducción de las inversiones estatales. Pero estas medidas no podían tener

efecto a corto plazo y de hecho, no lo tuvieron.

Maris - Audino

85

Los precios en continuo aumento y los salarios ajustados de tanto en tanto

determinaron un significativo proceso de deterioro del salario real. Los

conflictos recrudecieron entre mayo y junio de 1975. La proliferación de las

protestas obreras, las manifestaciones callejeras y las ocupaciones de

fábricas hicieron abandonar la calculada inacción del grupo presidencial que

aceptó la renuncia de Gómez Morales y nombró en su reemplazo a un

miembro del círculo más íntimo del ala derecha del peronismo, el Ingeniero

Celestino Rodrigo.

VI. "Remedio", crisis y colapso

"...La situación económica que tomamos como punto de partida de nuestra

gestión es grave. Las medidas que vamos a implementar, serán

necesariamente severas y durante un corto tiempo provocarán desconcierto

en algunos y reacciones en otros. Pero el mal tiene remedio...". (Restivo y

Dellatorre, 2005: 104) . Con estas palabras concluía Rodrigo su primer

mensaje dirigido al país el 2 de junio de 1975, cuando asumía sus funciones

como Ministro de Economía. Si bien ese día no hubo anuncios concretos de

política económica, identificó como enemigos a la violencia y al terrorismo

que según sus palabras "obedecen a fuerzas e intereses foráneos que

quieren imponerse a nuestra voluntad nacional..."(De Pablo, 1984:193) y a la

especulación "...que lucra con las necesidades del pueblo y con las

distorciones del sistema económico para hacer ganancias no lícitas y

sustraerlas al quehacer nacional inviertiéndolas en plazas financieras

extranjeras" (De Pablo, 1984:193). Para Rodrigo, estos factores entorpecían

la actividad produtiva y hacían disminuir el bienestar general. Indicó

además, otros signos de perturbación en la estructura económica: el control

de precios no había logrado contener la inflación y había originado mercado

negro y especulación; una fuerte caída de divisas en el último año; el

incremento del déficit fiscal; una caída de la productividad nacional que

generaba una oferta escasa para una demanda creciente por razones

inflacionarias.

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

86

Al momento de asumir sus funciones Rodrigo contaba con el apoyo del Poder

Ejecutivo y la colaboración del Congreso Nacional para poner en práctica las

medidas necesarias tendientes a superar los problemas coyunturales y estaba

convencido de que el proceso de negociaciones paritarias había terminado y

que no se fijarían nuevas remuneraciones superiores a las últimas otorgadas

del 38% en los salarios nominales vigente a partir del 1 de junio7.

El 4 de junio el ministro en conferencia de prensa dio a conocer las medidas

que serían conocidas como el "Rodrigazo". Las mismas consistían en una maxi

devaluación de la moneda. La devaluación no fue única dado que al

momento regía un control de cambios y que dentro de éste existían cambios

múltiples. Se devaluó el dólar utilizado para transacciones financieras en un

100%; el dólar turista en un 80% y el dólar para transacciones comerciales en

un 160%.

En cuanto a las tarifas públicas, la nafta común aumentó 181%, la especial

172%, el gasoil 50%, el gas tuvo un aumento promedio del 50% al igual que la

electricidad, las tarifas del transporte un 75%, el cospel del subterráneo

150%. El incremento en el precio de los combustibles tenía como objetivo

disminuir su importación y mejorar los ingresos de las empresas.

Por otro lado, se dispusieron reajustes en los préstamos del Banco de la

Nación y del Banco Nacional de Desarrollo y se liberó la tasa de interés para

los depósitos transferibles a plazo fijo. Al mismo tiempo se anunciaba una

nueva política en materia de precios, tales como el congelamiento y control

de treinta productos esenciales y la liberación para el resto de los productos.

A su vez, se determinaron alzas en los precios sostén para el campo y en las

retenciones a las exportaciones.

7La convocatoria a paritarias se había hecho en febrero de 1975, conforme al Acta de Compromiso Nacional de

junio de 1973 y marzo de 1974.

Maris - Audino

87

La reacción fue inmediata, el descontento se generalizó a todos los sectores.

La CGT rechazó el plan económico y decidió no aceptar el último aumento

de salarios del 38% que había quedado totalmente rezagado en virtud de

estas medidas. De aquí en más los acontecimientos comenzaron a

precipitarse. Dos días después el Poder Ejecutivo anunció un aumento del

salario mínimo del 65% y una semana después el gobierno ofreció reemplazar

las paritarias por un incremento del 45% en los salarios nominales. Mientras

tanto, los trabajadores exigían el cumplimiento de las negociaciones libres y

firmaban algunos convenios (gremio de la construcción, empleados públicos,

industria automotriz, metalúrgicos, textiles) acordándose subas entre un 60

y 200%, con un promedio estimado de 160% (Restivo y Dellatorre, 2005:83).

En un contexto de medidas de fuerza que exigían la confirmación de los

aumentos negociados con las patronales, el Ministerio de Economía lanzó una

nueva propuesta que se dio a conocer el 26 de junio: dejar sin efecto los

acuerdos salariales concluidos en las paritarias y autorizar un aumento

inmediato del 50% en los salarios nominales retroactivos al 31 de mayo más

otros dos del 15% para octubre y para enero del año siguiente.

Estos anuncios no hicieron más que aumentar la tensión, mientras los paros y

las manifestaciones de protesta se sucedían en todo el país. Con el propósito

de calmar los ánimos el Ministro de Economía se dirigió al país para explicar

la real situación de la economía nacional. Mientras tanto, la CGT disponía un

nuevo paro general de 48 horas para los días 7 y 8 de julio con movilización

exigiendo la renuncia de Rodrigo. Finalmente, el gobierno ante la

contundencia de la medida de fuerza decidió homologar los convenios

laborales que originaría la renuncia de todo el Gabinete de gobierno incluido

el mismo Rodrigo.

El resultado del drástico reajuste de Rodrigo, de acuerdo a lo expresado por

Di Tella (1985:215), tuvo entre otras, las siguientes consecuencias: gracias a

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

88

la devaluación de la moneda aumentaron en términos reales algunos precios

públicos (combustibles); disminuyó la cantidad de circulante dada la caída

de la demanda de dinero; el promedio de los salarios reales no bajó y

aparecieron grandes diferencias entre los salarios de los distintos sectores; la

actividad industrial se resintió aún cuando algunas empresas deudoras se

beneficiaron por la disminución de sus deudas en términos reales; el sector

agropecuario siguió declinando. La economía se movió entre la hiperinflación

y la recesión mientras se acrecentaba el desempleo.

VII. Otros intentos de solución

En el Ministerio de Economía, se sucedieron en el cargo Pedro Bonanni,

Antonio Cafiero y Emilio Mondelli.

Bonanni quien solo permaneció en el cargo durante 20 días, careció de todo

sustento político dentro del gobierno y de los sectores de poder. No tuvo

propuestas propias, se limitó a dar a conocer la decisión del Poder Ejecutivo

de convocar a todos los sectores para elaborar conjuntamente un Plan de

Emergencia Económica.

El nuevo titular de Economía Antonio Cafiero debió enfrentar, ante la

ineficacia de Bonanni, los problemas heredados de la gestión de Rodrigo. El

nuevo equipo económico decidió alcanzar sus objetivos por medio de

medidas graduales. En materia salarial, después de un aumento general del

27% en promedio se acordó que los salarios serían aumentados cada tres

meses conforme la inflación. Respecto a los precios, se permitirían aumentos

justificados por incrementos de costos. Las tarifas de los servicios se

incrementaron en promedio un 25%. Por último, el tipo de cambio se

modificaría según un régimen de miniedevaluaciones periódicas con el

objetivo de no desestimular las exportaciones y no perjudicar a los

importadores. A pesar de estas medidas la economía nacional continuaba sin

rumbo.

Maris - Audino

89

Emilio Mondelli será quien cierre este período de gobierno. En principio,

intentó resolver la crisis del sector externo y el impulso inflacionario, que a

su juicio representaban los dos problemas prioritarios. Solicitó tres clases de

créditos al Fondo Monetario Internacional y aumentó el control sobre los

precios de bienes y servicios prohibiendo el traslado automático a precios de

los aumentos tarifarios y salariales dados anteriormente.

Estas medidas no hicieron más que agravar el clima de desconfianza e

inseguridad que se vio reflejado en una nueva aceleración del índice

inflacionario.

VIII. Conclusiones

En 1973 el gobierno reencauzó la política económica dentro de la línea

histórica del peronismo hacia la redistribución del ingreso, la expansión del

empleo improductivo en el sector público y la hostilidad al capital

extranjero, sin considerar una política de inversión alternativa. Sin embargo,

la situación económica, social y el contexto internacional que enmarcó el

retorno del peronismo, diferían de los que caracterizaron los diez años de su

anterior experiencia.

La dificultad de conducir eficazmente, partiendo de un sector público

ineficiente, controles tan amplios y complejos dentro de una economía mixta

donde, las respuestas del mercado tienen una importancia considerable

demostraron una gran falta de realismo. El Pacto Social demostró su validez

para contener, en el corto plazo, la expectativas de inflación que se

redujeron en forma espectacular, quizá más de lo previsto. Sin embargo, a

fines del año la reversión de la coyuntura internacional y la política de

expansión monetaria comenzaron a crear algunas dificultades. A su vez, las

autoridades económicas no tenían claro si el congelamiento de precios sería

una política permanente o cómo habría de continuar frente a estas nuevas

dificultades y esto se convertiría en un problema crucial para el futuro

El desenlace de la experiencia populista en Argentina: la crisis de 1975

90

desenvolvimiento del plan. En este contexto hicieron eclosión todas las

contradicciones del Pacto Social. Trabajadores y ermpresarios se enfrentaron

vulnerando uno de los frentes básicos de la alianza política que sustentaba el

Pacto Social generando inestabilidad y el comienzo de una espiral

inflacionaria que justificarían el drástico reajuste del período siguiente. La

política implementada, que no apuntaba a modificar la estructura

productiva, intentó atacar la inflación a partir de una interpretación

puramente monetaria y fiscal. Lejos de ser exitosa provocaron el

recrudecimiento de la puja distributiva. La economía se acercó a una

situación de caos y de parálisis. A las dificultades económicas se sumaron los

enfrentamientos políticos entre los diferentes sectores en pugna, dentro y

fuera del partido gobernante, condicionando la acción del gobierno. La

acción del terrorismo, el desorden administrativo y la incapacidad de la

Presidente de la Nación para imponerse al caos, parecieron justificar la

intervención militar y la ruptura constitucional.

Por lo tanto, en este análisis, se puede advertir el carácter sistémico de la

crisis -en la medida en que actúan diversos factores que se refuerzan

mutuamente- como una interpretación alternativa a las que, a nuestro

parecer, solo presentan una explicación parcial del fenómeno.

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