El cuerpo del señor

16
EL CUERPO DEL SEÑOR FRANCISCO ESCRIBE SOBRE LA EUCARISTIA Francisco vivía en un tiempo de mucha confusión doctrinal. Habían surgido varios grupos de católicos que querían renovar la iglesia, volviendo a la vida apostólica: los humillados, los pobres de Lyón, etc. Además en el sur de Francia había una fuerte concentración de Cátaros o albigenses, que no profesaban una doctrina Católica. Eran dualistas, creyendo en (un dios bueno, puro espíritu, y otro malo, material.) Todo lo que era espiritual era bueno; todo , lo que ocupa materia era malo. El cuerpo humano, por ejemplo, era material., y por eso malo. También creyeron que el pan y el vino, siendo materia, eran malos, Por eso rechazaron la Eucaristía. Además de la confusión doctrinal causada por los Cátaros y otros, la práctica de muchos sacerdotes dejaba una impresión de que la Eucaristía no valía mucho. Muchos sacerdotes no se preocupaban por cuidar las iglesias y los altares. Los decretos del IV Concilio del Letrán hacen referencia a algunos abusos: "... clérigos que convierten las iglesias en almacenes para los muebles de su casa... Hay quienes que no sólo no mantienen a las iglesias limpias sino también dejan los sagrados utensilios, ornamentos, palias, y corporales tan sucios que hasta a veces dan asco," (Canon 19) El mismo Concilio decretó el fin de estos abusos, exigiendo la limpieza de las iglesias y de los ornamentos, y vasos sagrados. El canon 20 ordenó una protección adecuada de la eucaristía y el crisma bajo llave. El canon 21 hizo obligatorio el deber pascual para todos los fieles. Estos decretos fueron publicados el fin de noviembre de 1215. La Admonición primera de nuestro padre san Francisco (Adm 1) es originariamente un rechazo, transido (acongojado, apesadumbrado)de fe, de la incredulidad de los cátaros de su época, contra cuyo pernicioso influjo procuró Francisco preservar a sus hermanos. Pero la significación e importancia de esta exhortación rebasan las circunstancias históricas que la motivaron. Trata, en efecto, del misterio de Cristo, de su persona y de su obra salvífica, y, especialmente, de su anonadamiento y su pobreza, que tienen un significado capital y básico para la vida de la Orden franciscana y que, por tanto, debemos comprender con fe viva y responder a ellos con idéntica fe. El Papa Inocencio III, quien había convocado el Concilio y lo había presidido, iba implementando los decretos conciliares cuando murió en Perusa en julio de 1216. Le costó a su sucesor, Honorio III, tres años antes de promover la reforma eucarística por medio de su Bula, "Sane cum Olim" sobre la Eucaristía, publicada el 22 de noviembre de 1219. En ese momento, Francisco se encontraba en Egipto, y no regresó antes de mayo de 1220.

Transcript of El cuerpo del señor

EL CUERPO DEL SEÑORFRANCISCO ESCRIBE SOBRE LA EUCARISTIAFrancisco vivía en un tiempo de mucha confusióndoctrinal. Habían surgido varios grupos de católicosque querían renovar la iglesia, volviendo a la vidaapostólica: los humillados, los pobres de Lyón, etc.Además en el sur de Francia había una fuerteconcentración de Cátaros o albigenses, que noprofesaban una doctrina Católica. Eran dualistas,creyendo en (un dios bueno, puro espíritu, y otro malo,material.) Todo lo que era espiritual era bueno; todo ,lo que ocupa materia era malo. El cuerpo humano, porejemplo, era material., y por eso malo. Tambiéncreyeron que el pan y el vino, siendo materia, eranmalos, Por eso rechazaron la Eucaristía. Además de laconfusión doctrinal causada por los Cátaros y otros, lapráctica de muchos sacerdotes dejaba una impresión deque la Eucaristía no valía mucho. Muchos sacerdotesno se preocupaban por cuidar las iglesias y los altares.Los decretos del IV Concilio del Letrán hacenreferencia a algunos abusos: "... clérigos que conviertenlas iglesias en almacenes para los muebles de su casa...Hay quienes que no sólo no mantienen a las iglesiaslimpias sino también dejan los sagrados utensilios,ornamentos, palias, y corporales tan sucios que hasta aveces dan asco," (Canon 19) El mismo Conciliodecretó el fin de estos abusos, exigiendo la limpieza delas iglesias y de los ornamentos, y vasos sagrados. Elcanon 20 ordenó una protección adecuada de laeucaristía y el crisma bajo llave. El canon 21 hizoobligatorio el deber pascual para todos los fieles. Estosdecretos fueron publicados el fin de noviembre de1215.

La Admonición primera de nuestro padre sanFrancisco (Adm 1) es originariamente un rechazo,transido (acongojado, apesadumbrado)de fe, de laincredulidad de los cátaros de su época, contra cuyopernicioso influjo procuró Francisco preservar a sushermanos. Pero la significación e importancia de estaexhortación rebasan las circunstancias históricas que

la motivaron. Trata, en efecto, del misterio de Cristo, de su

persona y de su obra salvífica, y, especialmente, de su

anonadamiento y su pobreza, que tienen un significado capital y

básico para la vida de la Orden franciscana y que, por tanto,

debemos comprender con fe viva y responder aellos con idéntica fe.

El Papa Inocencio III, quien había convocado el

Concilio y lo había presidido, iba implementando

los decretos conciliares cuando murió en Perusa

en julio de 1216. Le costó a su sucesor, Honorio

III, tres años antes de promover la reforma

eucarística por medio de su Bula, "Sane cum

Olim" sobre la Eucaristía, publicada el 22 de

noviembre de 1219. En ese momento, Francisco se

encontraba en Egipto, y no regresó antes de mayo

de 1220.

La fe es la virtud teologal por la que creemos enDios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado,y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es laverdad misma. Por la fe "el hombre se entregaentera y libremente a Dios" (DV 5). Por eso elcreyente se esfuerza por conocer y hacer lavoluntad de Dios. "El justo vivirá por la fe" (Rm1,17). La fe viva "actúa por la caridad" (Ga 5,6).

La palabra fe proviene del latín fides, que significacreer. Fe es aceptar la palabra de otro,entendiéndola y confiando que es honesto y por lotanto que su palabra es veraz.

Se trata de fe divina cuando es Dios a quien secree. Se trata de fe humana cuando se cree a un serhumano. Hay lugar para ambos tipos de fe (divinay humana) pero en diferente grado. A Dios ledebemos fe absoluta porque Él tiene absolutoconocimiento y es absolutamente veraz. La fe,más que creer en algo que no vemos es creer enalguien que nos ha hablado. La fe divina es unavirtud teologal y procede de un don de Dios quenos capacita para reconocer que es Dios quienhabla y enseña en las Sagradas Escrituras y en laIglesia. Quien tiene fe sabe que por encima detoda duda y preocupaciones de este mundo lasenseñanzas de la fe son las enseñanzas de Dios ypor lo tanto son ciertas y buenas.

EL CUERPO DEL SEÑORDice el Señor Jesús a sus discípulos:

“Yo soy el camino la verdad y la vida; nadiellega al Padre sino por mi. Si me conocierasa mi, conoceríais, por cierto, también a mipadre; y desde ahora lo conoceréis y lohabéis visto.

Felipe le dice: Señor muéstranos al Padre ynos basta. Le dice Jesús: “Tanto tiempo llevocon vosotros, ¿y no me habéis conocido?Felipe, el que me ve a mi, ve también a miPadre” ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos elPadre?(Jn 14, 6-9)

El padre habita “en una luz inaccesible”(CF. 1Tim 6,16), Y “Dios es Espíritu” (Jn.4,24) “y a Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn1,18). Y no puede ser visto sino en elespíritu, “porque el Espíritu es, el quevivifica; la carne no es de provecho enabsoluto” (Jn 6,63) Ni siquiera el Hijo esvisto por nadie en lo que es igual al Padre,de forma distinta que el Padre, de formadistinta que el Espíritu Santo.

Esta Admonición esta dividida en 3 partes: I- VER A DIOS

II El MISTERIO DE LA SANTA EUCARISTIA

III LA EUCARISTIA CENTRO DE LA VIDA CRISTIANA

VER A DIOS

EL CUERPO DEL SEÑOREl padre habita “en una luzinaccesible” (CF. 1Tim 6,16), Y “Dioses Espíritu” (Jn. 4,24) “y a Dios nadielo ha visto jamás” (Jn 1,18). Y nopuede ser visto sino en el espíritu”.

Pero Dios es espíritu y, por tanto, esabsolutamente distinto de nosotros. Es tanradicalmente diferente de nosotros quecualquier idea que nos formemos de Él ytoda palabra que pronunciemos sobre Él,tendrán siempre que rendirse ante sumisterio. «El Padre habita en una luzinaccesible». Nosotros, hombres, nopodemos acercarnos a Él, no podemosabordar al Dios majestuoso y misterioso.Pensemos en Moisés, a quien se le aparecióDios en la zarza ardiente. Pensemos enaquellos hombres a quienes se les apareciósimplemente un mensajero de Dios, unángel del Señor. La primera palabra del ángeles siempre: «¡No temáis!» Si tenemos estopresente, experimentaremos efectivamenteque la grandeza de Dios es inalcanzable.

Vemos también en Isaías 41,10 No Temas,que contigo estoy yo. No receles que Yo soytu Dios.

Al hombre que está a mi lado lo comprendo demuchas maneras. Está aquí, presente. Debocontar con su presencia. Más aún, puedoentablar contacto con él de maneraexperimental y vital, puedo hablarle y recibirsu respuesta. Vivimos una reciprocidad decontacto y palabra.Con Dios, en cambio, es muy distinto. Y, noobstante, como cristianos y religiosos,debemos vivir sólo para Dios, hablar con Él enla oración, existir exclusivamente para Él. El«peso» de Dios pesa tanto sobre nosotros quepensamos que ya no lo podemos soportar, yentonces huimos y nos refugiamos en elmundo que podemos captar con nuestrossentidos, conocido por nosotros, y en el cualnos sentimos más a gusto. Pero Dios conocetodas estas dificultades y necesidadesnuestras. Sabe que queremos tenerlo a Élconcreto; que, incluso, en cierto sentido,necesitamos tenerlo concreto. Por eso, salió desu luz inaccesible.

EL CUERPO DEL SEÑOR El padre habita “en una luz inaccesible” (CF. 1Tim6,16), Y “Dios es Espíritu” (Jn. 4,24) “y a Diosnadie lo ha visto jamás” (Jn 1,18). Y no puede servisto sino en el espíritu, “porque el Espíritu es, elque vivifica; la carne no es de provecho enabsoluto” (Jn 6,63) Ni siquiera el Hijo es visto pornadie en lo que es igual al Padre, de forma distintaque el Padre, de forma distinta que el EspírituSanto.

Por eso todos los que vieron según la humanidadal Señor Jesús y no lo vieron ni creyeron, según elespíritu y la divinidad, que Él era el verdadero Hijode Dios, quedaron condenados; del mismo modoahora, todos los que ven el sacramento, que seconsagra por las palabras del Señor sobre el altarpor manos del sacerdote en forma de pan y vino, yno ven ni creen, según el espíritu y la divinidad,que es verdaderamente el santísimo cuerpo ysangre de nuestro Señor Jesucristo, estáncondenados, como atestigua el altísimo mismo,que dice “Este es mi cuerpo y la sangre de minuevo testamento, que será derramada por muchos(Mc 14.22,24); y: quien come mi carne y bebe misangre, tiene vida eterna (Cf. Jn 6,55)

Así pues, es el Espíritu del Señor, que habita en susfieles, el que recibe el santísimo cuerpo y sangre delSeñor. Todos los otros, que participan de ese mismoEspíritu y presumen recibirlo, se comen y beben susentencia (Cf. 1 Cor 11,29).

Por eso, “Oh hijos de los hombres”, ¿hasta cuandoseréis duros de corazón? (Sal 4,3). “¿Por qué noreconocéis la verdad y creéis en el hijo de Dios?” (Cf.Jn 9,35). “Ved que diariamente se humilla” (Cf. Flp2,8), “como cuando desde el trono real” (Sab 18,15)descendió al seno de la Virgen, diariamente viene anosotros Él mismo en humilde apariencia; diariamentedesciende del seno del Padre al altar en manos delsacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles encarne verdadera, así también ahora se nos muestra anosotros en el pan consagrado. Y lo mismo que elloscon la vista corporal veían solamente su carne, pero conlos ojos que contemplan espiritualmente creían que elera Dios, así también nosotros, al ver con los ojoscorporales el pan y el vino, veamos y creamosfirmemente que su santísimo cuerpo y sangre vivo yverdadero, y de esta manera, esta siempre el Señor consus fieles, como El mismo dice “Ved que yo estoy convosotros hasta la consumación del siglo” (Cf. Mt 28,20)

San Francisco de Asis.

El cuerpo del señor

La fe no pertenece para él al dominiointelectual, sino al moral: la fe esconsagración del corazón».

Francisco se encontraba dentro de «latendencia teológica a prestar másatención al hecho de la consagración,como acción de la omnipotenciadivina por la que se presenta Cristoentre nosotros bajo las especies depan y vino, que al mismo donsantificado que ofrecemos nosotros, yen el que nos ofrecemos a nosotrosmismos, unidos en el cuerpo deCristo».2

Francisco compara nuestra fe con la de los Apóstoles: ya que en la

Eucaristía se nos da en vez del hombre-Jesucristo de otro tiempo,

nuestra fe debe tomar de nuevo el mismo camino que los

Apóstoles: «Y como se mostró a los santos apóstoles en carne

verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan

consagrado. Y lo mismo que ellos con la vista corporal veían

solamente su carne, pero con los ojos que contemplan

espiritualmente creían que Él era Dios, así también nosotros, al

ver con los ojos corporales el pan y el vino, veamos y creamos

firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre vivo y

verdadero» (Adm 1,19-21).

Según Francisco, ante la Eucaristía debemos comportarnos como

los Apóstoles que vieron a Cristo: vieron el cuerpo sensible y, con

la luz del Espíritu, creyeron en la presencia del Hijo de Dios.

Así, de igual modo que el Hijo de Dios era revelador del Padre

para los Apóstoles, la Eucaristía lo es hoy para nosotros.

Observémoslo bien; justamente por resaltar la función reveladora

de la Eucaristía, escogió Francisco en todos estos versículos 14-

21, las palabras «aparecer» (2 veces), «mostrarse». El Apóstol

Felipe pidió a Cristo que les mostrara al Padre. Esta petición es

escuchada en favor nuestro en la Eucaristía: «Así también ahora

se nos muestra a nosotros en el pan consagrado». El mismo

pensamiento se halla en la Carta a la Orden cuando Francisco

habla de la humildad de Dios en la Eucaristía en estos términos:

«Mirad, hermanos, la humildad de Dios... En conclusión, nada de

vosotros retengáis para vosotros mismos, para que enteros os

reciba el que todo entero se os entrega» (CtaO 27-29).

La Eucaristía, verdadero sacrificio, es participación en elsacrificio de Cristo en la cruz. Francisco describe esta realidadsolamente en relación con la comunión: «Por ello, os aconsejoencarecidamente, señores míos, que... hagáis penitenciaverdadera y recibáis con grande humildad, en santa recordaciónsuya, el santísimo cuerpo y la santísima sangre de nuestroSeñor Jesucristo» (CtaA 6); y en la Regla escribe: «Recibancon gran humildad y veneración el cuerpo y sangre de nuestroSeñor Jesucristo, recordando lo que el Señor dice: "Quien comemi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna"; y "Haced esto enmemoria mía"» (1 R 20,5). Este pensamiento lo desarrollavigorosamente en otra parte: «Y poco antes de la pasióncelebró la Pascua con sus discípulos, y, tomando el pan, dio lasgracias, pronunció la bendición y lo partió, diciendo: "Tomad ycomed, esto es mi cuerpo". Y tomando el cáliz dijo: "Esta es misangre del nuevo testamento, que será derramada por vosotrosy por todos para el perdón de los pecados". A continuación oróal Padre, diciendo: "Padre, si es posible, que pase de mí estecáliz". Y sudó como gruesas gotas de sangre que corrían hastala tierra. Puso, sin embargo, su voluntad en la voluntad delPadre, diciendo: "Padre, hágase tu voluntad; no se haga comoyo quiero, sino como quieres tú". Y la voluntad de su Padre fueque su bendito y glorioso Hijo, a quien nos dio para nosotros yque nació por nuestro bien, se ofreciese a sí mismo comosacrificio y hostia, por medio de su propia sangre, en el altar dela cruz; no para sí mismo, por quien todo fue hecho, sino pornuestros pecados, dejándonos ejemplo para que sigamos sushuellas. Y quiere que todos seamos salvos por Él y que lorecibamos con un corazón puro y con nuestro cuerpo casto.Pero son pocos los que quieren recibirlo y ser salvos por Él,aunque su yugo es suave y su carga ligera» (2CtaF 6-15).

2. Cristo, como Hijo de Dios, participa de la invisibilidad deDios.

«Pero tampoco al Hijo, en cuanto igual al Padre, lo ve nadie,si no el Padre y el Espíritu Santo» El Verbo, como Hijounigénito, es consustancial al Padre y es por ello, comotambién el Espíritu Santo, infinitamente partícipe de sunaturaleza espiritual.

3. Cristo, como Verbo encarnado, es perennemente elrevelador del Padre.

Dios invisible e inaccesible se hace visible y accesible alhombre en el Verbo encarnado. «Oídme, hermanos míos: Sila bienaventurada Virgen es de tal suerte honrada, como esdigno, porque lo llevó en su santísimo seno... ¡cuán santo,justo y digno debe ser quien toca con sus manos, toma en sucorazón y en su boca y da a los demás para que lo tomen, alque ya no ha de morir, sino que ha de vivir eternamente y hasido glorificado, a quien los ángeles desean contemplar!» «Elaltísimo Padre anunció desde el cielo, por medio de su santoángel Gabriel, esta Palabra del Padre, tan digna, tan santa ygloriosa, en el seno de la santa y gloriosa Virgen María, decuyo seno recibió la verdadera carne de nuestra humanidad yfragilidad»). «Quien me ve a mí, ve también a mi Padre» (Jn14,9).

Para Francisco la única forma desalvación es la Eucaristía. Francisco creefirmemente que en la Eucaristía se hacepresente el camino que Cristo recorriópara nuestra salvación, y que en estacelebración recibimos nosotros la fuerzay la posibilidad de recorrer este mismocamino de Cristo, siguiendo sus huellascon fe. En el misterio de la eucaristíaactúa el Señor glorificado; como tal estácon nosotros hasta el fin del mundo.

1. Dios invisible:

Francisco revive, de forma refleja eintensísima, esta verdad de fe: Dios esinfinitamente superior a toda criatura;Él es invisible por naturaleza, porque,siendo espíritu puro, necesariamentese esconde al ojo humano.

4. Ver a Cristo según el espírituVer a Cristo según el espíritu significa no permanecer

anclados en la dimensión puramente humana, sino llegar a la

fe en la divinidad de Cristo. «Contemplarlo espiritualmente»

no es más que abrirse dócilmente a la gracia de la fe para

superar los límites de una observación puramente

experimental. las palabras del Santo: «contemplar» a Dios, a

Cristo, los misterios divinos, «con los ojos espirituales» o

«espiritualmente», traducen admirablemente lo que encierran

la meditación franciscana y la actitud contemplativa del

auténtico hijo de san Francisco

5. Creer, según el espíritu, en el cuerpo y sangre de CristoEl «espíritu» que vivifica, como don y fruto del EspírituSanto, no es sino la facultad «visiva» espiritual y nuestradisponibilidad interior para saber llegar, a través de lossentidos y por encima de ellos, a la fe en la continua ybenéfica presencia de Cristo en el misterio eucarístico de laIglesia. A pesar de que san Francisco se declararepetidamente iletrado, llegó a intuiciones teológicas desorprendente profundidad. Aquí se nos revela otra de lascaracterísticas de la espiritualidad franciscana: su acentuadatendencia a la concretez.

6. «Viene a nosotros en humilde apariencia»

Francisco ilumina los puntos comunes entre Eucaristía yEncarnación incluso bajo el prisma del anonadamiento deCristo. La exinanición(agotamiento o extenuación) del Hijoque oculta la gloria de su condición divina tras el velo de lahumanidad asumida realmente en María, se prolonga através de los siglos en la humillación de la presenciasacramental de Jesús. Su obediencia incondicional al Padredivino se renueva y perpetúa en el «sacramento del cuerpode Cristo, que se consagra por las palabras del Señor sobre elaltar por manos del sacerdote en forma de pan y vino».

La minoridad franciscana se inspira profundamente en lahumildad de Cristo eucarístico. Si queremos vivir realmenteeste elemento constitutivo del espíritu de san Francisco, noexiste ejemplo más sublime ni fuente más rica que elmisterio eucarístico.

7. «El espíritu recibe el santísimo cuerpo de Cristo»

«Y lo mismo que ellos (los Apóstoles) con la vista

corporal veían solamente su carne, pero con los ojos

que contemplan espiritualmente creían que Él era Dios,

así también nosotros, al ver con los ojos corporales el

pan y el vino, veamos y creamos firmemente que es su

santísimo cuerpo y sangre vivo y verdadero». En

Francisco impresiona de inmediato la insistencia en la

cualidad de «vivo y verdadero» (cf. 1 Tes 1,9) que el

Santo atribuye a Jesús hecho presente bajo las

apariencias del pan y del vino.

Quien come el cuerpo de Cristo no consume sólo un

alimento espiritualmente nutritivo, ni sólo toma posesión

de una cosa, aunque sea preciosísima, ni recuerda

simplemente la memoria de un finado queridísimo, sino

que se encuentra realmente con la persona viva y

vivificante de Cristo mismo.

Es evidente que Francisco no quiere afirmar que el

Espíritu Santo, como tercera persona de la Santísima

Trinidad, de quien todo cristiano en estado de gracia es

templo vivo, recibe en nosotros la comunión eucarística.

Es, en cambio, el «amor de Dios» que «inunda nuestros

corazones por medio del Espíritu Santo» (Rom 5,5) y

que habita en nosotros (cf. 1 Cor 6,19), quien hace

fructífera la recepción del sacramento.

De hecho, la resonancia teologal de la fe y de la caridad

y el amor hecho don oblativo total son los que favorecen

el encuentro perfecto entre Cristo y los fieles.

En la Carta a toda la Orden, el Seráfico Padre describe talactitud de forma insuperable. Dirigiéndose a loshermanos-sacerdotes, les exhorta: «Que toda lavoluntad, en cuanto la gracia la ayude, se dirija a Dios,deseando agradar al solo sumo Señor en persona».Además, con una frase de insondable profundidad y deperenne actualidad, amonesta: «Por consiguiente, nadade vosotros retengáis para vosotros, a fin de que osreciba todo enteros el que se os ofrece todo entero»(CtaO 15 y 29).

8. Presencia viva y perenne de Cristo en la Iglesia

Francisco lleva su meditación hasta un punto que concluyeel vasto panorama teológico-espiritual que nos ha abiertohasta ahora. Sin pretender en absoluto el mérito de laoriginalidad, une la promesa de Cristo durante su últimaaparición a los apóstoles reunidos en Galilea: «Mirad que yoestoy con vosotros cada día, hasta el fin del mundo» (Mt28,20), con su indefectible presencia eucarística en la Iglesia.Si bien el vaticinio de Jesús no se agota en el amor que Élprodiga infatigablemente en el sacramento eucarístico, esinnegable que la Iglesia vive y crece por su presencia realpor excelencia en la Eucaristía. En este misterio, en efecto,convergen y se arraigan todos los demás sacramentos. ElMagisterio eclesiástico ha expresado esta relación con unafrase feliz e incisiva: «Por ello, el sacrificio eucarístico es lafuente y el culmen de todo el culto de la Iglesia y de toda lavida cristiana» (Instr. Euch. Myst.).

Frases de San Francisco sobre Jesús Eucaristía

"Qué admirable grandeza ¡Qué amorestupendo! ¡Qué humildad sublime! El Señorde todo el universo, Dios y el Hijo de Dios, pornuestra salvación se humilló a sí mismoasumiendo la forma de un pequeño pan."

"Te adoramos, santísimo Señor Jesucristo, aquíen todas tus iglesias extendidas por el mundoentero, porque por tu santa cruz redimiste almundo."

"Creo que tú, Jesús, estás en el SantísimoSacramento. Te amo y quiero estar contigo.Ven a mi corazón para que te abrace. Nuncame dejes. Te suplico, Señor, que el ardiente ydulcísimo poder de tu amor se apodere de mimente y así yo sepa morir por amor de tuamor, que tuvo la compasión de morir poramor de mi amor."

LA SANTA MISA EXPLICADA POR SAN PÍO DE PIETRELCINA(Testimonio del P. Derobert, hijo espiritual del Padre Pío)

El me había explicado que celebrando la Eucaristía había que poner en paralelo la

cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de comprender y de darse

cuenta, en primer lugar, de que el sacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese

momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.

Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse con Jesúsen Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta "mareanegra" de pecado. Hay que unirse a él en el dolor de ver que la Palabra del Padre,que él había venido a traernos, no sería recibida o sería recibida muy mal por loshombres. Y desde esta óptica había que escuchar las lecturas de la misa comoestando dirigidas personalmente a nosotros .

El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado ...

El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padreque le ha permitido llegar por fin a esta "Hora“ .

Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración nosencontramos ¡rápidamente! con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, sucoronación de espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalénteniendo presente en el "momento" a todos los que están allí y a todos aquellospor los que pedimos especialmente .

La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora.Es místicamente, la crucifixión del Señor. Y por eso el Padre Pío de Pietrelcinasufría atrozmente en este momento de la Misa.

Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este

instante, al Padre, el Sacrificio Redentor. Es el sentido de la oración

litúrgica que sigue inmediatamente a la Consagración .

.

El "Por él, con él y en él" corresponde al grito de Jesús: "Padre, a tus

manos encomiendo mi espíritu". Desde ese momento, el Sacrificio es

consumado y aceptado por el Padre. Los hombres, en adelante, ya no

están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos. Es la razón por

la que, en este momento, se recita la oración de todos los hijos:

"Padre Nuestro.”... .

La fracción del Pan marca la muerte de Jesús....

La intención, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado la Hostia

(símbolo de la muerte...) deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en

el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección,

pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien

vamos a recibir en la comunión .

La bendición del Sacerdote marca a los fieles con la cruz, como signo

distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del

Maligno... .

Se comprenderá que después de haber oído de la boca del P. Pío tal

explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya

pedido seguirle por este camino...lo que hago cada día...¡y con cuánta

alegría!.