El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde...

14
EL CUERPO DE LA VIDA CARLOS CRIVELL REYES

Transcript of El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde...

Page 1: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

EL CUERPODE LA VIDACARLOS CRIVELL REYES

Page 2: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

_ “¿Estás ahí?

No sé si estoy hablando sola

¿Me oyes?

Es la primera vez que vengo a verte aquí, bueno ver solo veo una puertecita plateada con cerradura, y una llama que pare-ce respirar sobre una vela roja. Quiero hablar contigo ¿Es posi-ble?

¿Puedes hacerme alguna señal para saber que me estás es-cuchando?

Te siento, pero no te veo.

Espero que mi voz, que rebota en estas altas y frías paredes, que cae en espiral por las volutas de madera teñidas de oro, que se cuela en las rendijas de metal y resbala por los frescos coloristas de esta estancia apartada, te llegue clara y nítida, aunque un poco temblona por lo nervios. No me lo tengas en cuenta, tan solo soy una niña, y todavía nadie me ha enseña-do a venir a orarte a una capilla sin imágenes, sin ojos que mi-ren, sin rostros que consuelen, ni manos adonde poder aga-rrarse.

I. ¿ESTÁS AHÍ?

1. ¿ESTÁS AHÍ?

1

Page 3: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

Me llamo María, y tengo 9 años

¿Estás ahí?

No sé si me escuchas, si eres real o ilusa imaginación humana, pe-ro necesito de ti porque tengo miedo, mucho miedo, aunque mi ma-dre diga que no pasa nada. No es que no confíe en ella, pero he vis-to a otras personas en mi situación sufrir hasta perder la batalla. No quieren decirme que me pasa, pero cada día se me escapa -entre los poros de la piel, en el aliento y en los ojos que se apagan- un tro-cito de mi ser, que va menguando como un papel que se consume entre las llamas.

¿Puedes tú arrancar mi desdicha y sembrar la calma, y dibujar una sonrisa -que me devuelva a ser niña- en mi cara?”

El silencio lo envolvió todo. María estaba arrodillada en el primer re-clinatorio del sagrario, sola, esperando -con la mirada perdida entre losas de mármol e inscripciones latinas- una respuesta que no llega-ría desde donde podría haberse imaginado. Porque a los pocos mi-nutos, la puertecita plateada seguía con la cerradura echada, la luz roja continuaba respirando atormentada, pero sintió en el aire una presencia, justo a su espalda. Estaba segura de ello, pero la inquie-tud por aquella compañía inesperada, en la que no había reparado, la tenía paralizada.

_ “No temas chiquilla, no pretendo hacerte nada. Tan solo quiero col-mar mi deseo de poder encender alguna luz en tu negra borrasca de miedos, angustias y preguntas que nunca acaban, y de las que

a veces preferimos no conocer sus respuestas. Me llamo Yeshúa, y perdón por la intromisión en tu sacra conversación con el Altísimo”.

_ “¿Yeshúa? ¿Y ese que nombre es?”

_ “Es un nombre extranjero. Viene del arameo, pero es una larga his-toria que no podría contarte ahora”.

_ “No sé qué significa Yeshúa. Pero aun así, no te preocupes, no has interrumpido nada, pues más bien hablaba en voz alta sin sa-ber si mis lamentaciones estaban siendo atendidas. Quiero creer que sí, pero la puerta sigue cerrada. Y por más que miro no encuen-tro nada que mitigue las ansias de la duda y la incertidumbre.

¿Y cómo sabes tú de mis desvelos si hasta hace un momento sola me veía ante el altar?”

_ “No le des importancia, porque puedo ofrecerte un remedio con-tra el mal que te aqueja, y que siembra tu desasosiego y desgana”.

_ “¿Tú puedes curarme?”

_ “Estás en las mejores manos médicas, María, y al final al tren del “polvo eres y en polvo te convertirás” nos tenemos que subir todos en un trayecto obligatorio, aunque nos venza el pánico de solo pen-sarlo. Pero la medicina de la que te hablo es la fórmula magistral con la que nunca más encontrarás el sufrimiento.

Mira, eso que ves ahí delante, que descansa tras la portezuela repu-jada y una cortinilla aterciopelada, es más que una simple oblea bendecida y consagrada; o un simple confesor, que nunca dice na-da, al que acudimos presos de la desesperación y el abatimiento. Ahí está la vida, para quien quiera tomarla.

2

Page 4: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

_ “¡Todavía no he comulgado!, pero cuento los días para hacer mi primera comunión, y mis pensamientos felices vuelan todos hacia el mismo momento: Vestido blanco con finos encajes; diadema de flo-res engarzadas; cruz de humilde madera al pecho; notas que su-ben al cielo; alegría, coro y guirnaldas; niños vestidos de marinero, junto a sus inocentes damas, en busca de la ración divina en Co-pón y Hostia Consagrada.

¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre!

Pero no conozco sus secretos, ni su fuerza, ni la vida que regala, ni su esperanza. Ni mucho menos sabía que pudiera detener, la Euca-ristía, a esa alimaña, que despacio, pero sin pausa, se alimenta de mí. Ojalá el tiempo sea condescendiente y me permita comulgar, aunque sea una sola vez”.

_ “¿Quieres saber qué es estar en comunión con Dios, María? ¿Quie-res sentir la fuerza de la Eucaristía en el hombre? ¿Quieres ver có-mo brota la vida allí donde se participa en la bendición del pan y el vino?

Yo he visto un corazón desbocado queriendo salir de su cárcel; unas manos huesudas y temblorosas sudar hielo en el instante; unas piernas torpes de palo llegar antes que nadie; unos ojos salir y temblar como islas en un mar bravío de lágrimas; una sonrisa tími-da, aliviada como brasa que se enfría después del fuego que arde.

Lo he visto todo estremecer, y el malestar apaciguarse, y la inquie-tud hundirse, y el llanto secarse, y la ansiedad dormirse, y el amar-gor endulzarse, y la pena desvanecerse, camino del altar, en busca del nuevo maná que alimenta y apacigua los desmanes.

Ven conmigo María, que te lo voy a enseñar”.

3

Page 5: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

Aquel extraño hombre, que había surgido como una aparición misteriosa, guió a la niña por las calles de la ciudad hasta el convento de San Leandro, de las ma-dres Agustinas Ermitañas.

A pesar de resquebrajarse con heridas ocasionadas por la edad y la desidia, todavía se alzaba el cenobio majestuoso, defendiendo y guardando, como último

II. UNO MÁS EN EL CONVENTO

Page 6: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

baluarte, la historia, el arte y la vida consagrada de un tiempo que ya no existe, pero que se resiste a morir entre los muros, retablos y espadañas. La niña y el hombre entraron por la puerta de San Ilde-fonso, y los recibió la madre superiora.

_ “¿Por qué me has traído a este lugar?”

_ “María, quiero que palpes la intensidad que alcanza la vida donde a menudo se piensa que los días van cayendo uno tras otro al abis-mo del silencio y del desaprovecho, en una convivencia religiosa al-go así como inútil e innecesaria.

Nada más lejos de la realidad, ¿verdad Sor Natividad?”

_ “¡Solo tienes que ver nuestras caras hijo!

¿Quién despertó a la flor más pura del cuerpo, que perfuma con su brisa nuestros actos e impulsos? ¿Quién la regó para que brotara esbelta y robusta, suave y delicada, con algunas espinas para no caer en manos equivocadas?

Se abrió como un pajarillo se abre al cielo sobre sus alas; como la luz que va rasgando el horizonte en la amanecida; como el río que en el mar se ensancha; como la montaña que escapa de su prisión en la tierra, hacia la libertad más alta. ¿Quién fue sino el Señor el que despertó esta vocación extraña, que iza las banderas de la po-breza, la castidad y la obediencia como únicas armas?

Nosotras nos estamos consagradas a nada y a nadie, sino por Él, que un día nos llamó al igual que hizo con sus apóstoles: “Déjalo to-do, y sígueme”. Nuestras manos están encallecidas del trabajo, que

nos hace personas, y que regamos con el azúcar de la alegría, co-mo a las yemas que degustan todos nuestros hermanos, en los que vemos a Dios.

Pero en la liturgia de las horas de retiro y contemplación, cuando pa-rece que nos escondemos tras las paredes, nuestros hábitos desa-parecen y en la arcada del claustro solo reverbera el tonillo de la oración, encomendamos al Señor todas las necesidades de la hu-manidad para que reparta su misericordia a un mundo, que ha re-nunciado a su bondad. ¡Menuda tarea nos ha encargado el Señor!”

_ “¿Lo ves María? Te he traído a San Leandro para que entiendas el encanto espiritual de unas mujeres que son felices haciendo felices a los demás. Que se han despojado de todo para quedar desnudas de bienes materiales, y afrontar su misión revestidas de interioridad, vida en común y eclesialidad.

Y eso que no nos han descubierto su mayor secreto, que ahora yo te desvelo: El señor es uno más en el convento, vive con ellas en el Sagrario, y lo veneran desde Laudes a Completas para luego servir de corriente eucarística que impulsa sus divinos quehaceres. Es tan motivo de felicidad su bendita compañía en la casa, que en la maña-na del Corpus festejan su día con una procesión variopinta de ra-zas, cánticos, flores y bailes de origen tribal.

Y no hay desconchones que puedan con ellas, ni crisis devociona-les ni económicas, ni clausuras que aisladas las mantengan, cuan-do arranca el motor de Fe y de vida, al rememorar el sacrificio de la Eucaristía”.

5

Page 7: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

III. NACE LA PRIMAVERA

Page 8: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

María estaba asombrada e inmensamente feliz de la lección que acaba de recibir de las monjas. Caminaba junto a un desconocido que le resultaba tremendamente familiar en su forma de hablar, más en las cosas que decía, y en su mirada cautivadora, de miel, que estremecía y pacificaba los corazones. Y pensaba. Pensaba en có-mo aquel sacramento podía influir tanto en los actos y el ánimo de las personas, hasta sacarlas del pozo más mísero y llevarlas a la ci-ma más alta.

_ “¿Dónde me llevas ahora?”

_ “Estamos en Triana, en los Salesianos de San Pedro. Quiero que viajes a través de la voz de don Fernando, director del colegio, a las misiones de África. Los salesianos son muy activos, desde aquel sueño de Don Bosco, a la hora de plantar su formación, su caridad y su evangelio en aquella tierra sembrada de desesperanza y podre-dumbre. Presta atención, porque hay que estar algo loco para aban-donarlo todo y entregarse al mundo más primitivo, para dar una oportunidad a miles de almas descarriadas y sin recursos, ¿no cre-es, director?

_ “Algo loco si hay que estar amigo, pero cuando pisamos los jara-magos de la putrefacción humana; el cenagal del hambre y la sed extrema; los caminos de piedras afiladas de la ausencia de paredes y techos; y los charcos torrenciales de cuando lo humano linda con el salvajismo; nuestro blando corazón se vuelve roca al revelarse an-te tamaña injusticia. Ni siquiera la miseria puede descender a esos límites infrahumanos, como cuando cientos de niños jadean por un poco de agua enfangada, o rebuscan en vertederos su menú diario.

Pero hemos aprendido a integrarnos. Nos convertimos en su mundo para poder cambiarlo desde lo más elemental, que es la educación de los más jóvenes. Tanto que, por encima de todo, nos sentimos misioneros humildes en tierras inhóspitas, donde enseñamos a escri-bir y a leer, a dialogar, a respetar, a amar, a curar, a trabajar, a creer, a planificar un futuro para que vuelva a nacer tímidamente la prima-vera.

Esto hace que los más de 10.000 salesianos misioneros, a lo largo de la historia, nos hayamos sentido orgullosos de contribuir, con nuestra locura, a que el hombre sea más hombre allá donde la hu-manidad no quiso presentarse”.

_ “¿Lo entiendes María?

Ante toda esta gran representación del drama, los salesianos son actores protagonistas que llevan aprendido su propio guión, aquel que se escribió en Turín hace mucho tiempo y que mantiene intacta su vigencia.

Y van repartiendo gracias bañadas por la razón, el amor y la religión cristiana, con la alegría de saberse protegidos por la hostia todos los días consagrada. La que enciende a las misiones en las tinie-blas, la que alimenta de plenitud el alma, la que solivianta a la adver-sidad, la que acompaña en el desorden y une en la calma, y evan-geliza a los desheredados de espíritu y creencias ingratas.

Tantos son sus frutos, que muchos de ellos abrazarán con fuerza la palabra salesiana. Sin miedo, y con Dios en la Eucaristía, buscarán tierras vacías para hacerse misioneros”.

7

Page 9: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

María sentía una fuerte opresión en el pecho por un doble moti-vo. La sangre le bombeaba a toda máquina, con tembleques en el pulso del cuello, ante el júbilo y la necesidad ansiosa de querer comulgar. Aquellos testimonios le estaban provocando una urgencia hasta entonces desconocida por experimentar la comunión total con Jesús.

Pero también sabía que aquellas punzadas agudas eran la res-puesta de su cuerpo a que algo por dentro no funcionaba bien.

Volvió a mirar a Yeshúa, aquel hombre nimbado que despren-día una aureola invisible, pero muy perceptible para los demás sentidos, y que hablaba con la suavidad de una dulce melodía.

Caminando, llegaron hasta un bazar. Al entrar, la niña se sor-prendió al ver a una joven de piel morena que la miraba a tra-vés de dos intensas esmeraldas de color verde.

_ “María, te presento a Mireille Al Farah, una joven siria que ha tenido que huir de su país por haber cometido el delito de creer en Jesús, ante la hostilidad y violencia de aquellos que hacen la guerra en nombre de la religión. ¿Habrá mayor contradicción que matar por Dios, que es amor?”

IV: UN SOLDADO

8

Page 10: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

_ “No la hay, amigo Yeshúa, nos persiguen por amar al prójimo. Las brumas de la muerte acechan a cada instante, nos esperan en ca-da esquina para intentar calarse en los huesos, y ahogar nuestra oración. Las misas se convierten en una temeridad, en verdaderas trincheras de vanguardia en el campo de batalla en las que llegas a acostumbrarte al sonido de las balas, al rugir de las bombas, y a las lágrimas.

Biblias tintadas de sangre, rosarios usados como sogas, sagrarios profanados y comunidades enteras masacradas, cuyas familias lle-gan a dividirse para que los hijos no caigan en la orfandad. ¿Quién puede soportar ese tormento? ¿Cómo se vence el miedo de saber que en la Iglesia te espera tu condena por ser cristiano y seguir el Evangelio?

Pero cuando abrazamos nuestra Fe, la cogemos completa, a pesar de la persecución. Aprendemos a luchar, con una cruz, que es el único arma que nos han enseñado a utilizar. Volveré a Siria, porque quiero ser cirinea de los que caen, y vencer a la sinrazón, o perecer en la tierra que me vio nacer.

Y allí me espera un soldado en el frente, en el batallón apostado en el sagrario, que arma a su ejército en las noches de vigilia con la vir-tud, la paz y el amor, cuando la brisa del Mediterráneo, que baila en-tre la media luna y los alminares, arrastra la más valiente y ardorosa arenga que se oye entre susurros: “si te golpean, ¡pon la otra meji-lla! y ama a tus enemigos”.

Un soldado que abre el camino, asiste en la lucha, consuela al heri-do, defiende la posición y dispara balas de perdón al enemigo. Un soldado capitán del ejército de los cristianos sirios, en fila tras la custodia al cielo alzada -¡alabado sea el Santísimo!- que nos prote-

ge de todo mal. Y no hay disparo que lo roce, ni bomba que lo cai-ga, ni cuchillo que lo corte, ni odio que lo parta.

Por su fuerza y protección, hemos decidido seguir viviendo y llenan-do las iglesias.

Con nuestro capitán en la Eucaristía, preferimos morir con el Cuerpo de Cristo, que en la traición que apague nuestra alegría”.

9

Page 11: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

María miraba el mosaico luminoso de estrellas que pun-teaba el manto oscuro de la noche, mientras caminaba junto a Yeshúa. Estaba excitada, aturdida y cansada, pero un soplo ardiente de emoción se encendía cada vez que ese hombre hablaba.

V. LO QUE NOS HACE GRANDE

Page 12: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

_ “Te agradezco lo que estás haciendo por mí esta noche. He visto cómo brota la vida allá donde la Eucaristía emana, por encima de clausuras, penalidades y violencia desgarrada. Y no me queda otro anhelo que participar por primera vez en esa fiesta interior y plena entre el hombre y Jesús. Pero todavía no sé cómo puede curarme del mal que me atenaza, y que va invadiendo mi ser a cada minuto que pasa”.

_ “Los caminos de Dios son inescrutables María. A veces las cosas no son como esperamos que sucedan, pero no dejes nunca de con-fiar.

Antes de que te vayas a casa, quiero llevarte a un último lugar”.

_ “¿Dónde estamos?”

_ “Estamos en la iglesia de Los Terceros, donde tiene su sede la co-fradía de La Sagrada Cena. Mira, te presento a Carmen, que es miembro de su junta de gobierno. Ella va a contarte lo que hace una hermandad de penitencia los 365 días, lejos de esa imagen frí-vola de estar todo el año pensando en la Semana Santa, o gastan-do su dinero en rico patrimonio para sus pasos e imágenes”.

_ “Así es, María. Una hermandad es mucho más que poner nazare-nos en la calle. Al llegar los días de penitencia, oración y limosna, medio sueño y todas las fuerzas las dejamos en los cultos, el monta-je, las papeletas, los tramos, y en los ensayos, para que todo reluz-ca como el sol el Domingo de Ramos; al igual que en el Corpus, que celebramos con esmero y devoción.

Pero La Cena se mueve más que por una “revirá” en Gerona, o una mañana de altares adornados de juncia y romero. Sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha, hay hermanos como Adolfo que conocen las dificultades del barrio, y también de los que llegan de fuera con la vergüenza en el rostro de las necesidades que lo ahogan.

Y con la implicación desmedida de todos, nunca faltan ropas o ali-mentos donde no llegan, ni se queda sin pagar ese recibo que tanto cuesta; coloreamos la felicidad de los niños que no entienden de fa-tigas para tener nuevo material escolar; acogemos a niños Bielorru-sos cada verano, participamos en el economato del Casco Antiguo, y damos aliento a nuestras monjas vecinas de San Leandro, que bastante hacen con lo poco que tienen; y nos entregamos a ese ter-cer mundo invisible que crece en el Sur de Sevilla, en fraternidad con el resto de cofrades que se han quitado la venda de los ojos.

¡Así bulle La Cena!

¿Y sabes cuál es la energía que calienta los corazones, que mantie-ne la algarabía de entregarnos a los más pobres, e inunda de ale-gría nuestros cultos y procesiones?

Va presidiendo una gran mesa, de testigos los doce; entre frutas y racimos de perla negra, se alza el cáliz que la sangre recoge; el Se-ñor bendice la cena, para siempre en el mundo quedarse; y el trai-dor con sus monedas mira al pueblo con desplante; pues sabe que aunque venda su entrega, está escrito que resurja triunfante. En el paso y en la custodia está el Cuerpo de Cristo para venerarse, pues el misterio de la Eucaristía es lo que nos hace grandes.

11

Page 13: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

VI. LA ETERNA COMUNIÓN

Page 14: El Cuerpo de la vida EUCARISTIA 2016.pdf¡Cuántas veces he soñado con ir a mi primera misa, donde te pre-sentan a Dios de frente, cara a cara y para siempre! Pero no conozco sus

María estaba agotada. Se sentó en un banco de la iglesia para po-ner en orden sus ideas, y para dar reposo a su corazón, que latía descontrolado. Fue a pedirle a Yeshúa que la llevara a casa, pero cuando volvió la mirada no lo encontró.

El templo estaba vacío, oscuro, y en él solo flotaba, al fondo, una dé-bil luz roja parpadeante. La niña pensó en aquel hombre que le ha-bía acompañado esa noche, y como pájaros revoloteando sobre su cabeza volvieron imágenes y palabras que no podía atrapar:

“El señor es uno más en el convento...”;

“... con la alegría de saberse protegidos por la hostia todos los días consagrada...”;

“...preferimos morir con el Cuerpo de Cristo que en la traición”;

“el misterio de la Eucaristía es lo que nos hace grandes”.

De repente, se sintió desfallecer. Como si el mundo se hubiera ocul-tado bajo un gran manto negro, el miedo la inundó junto a una triste sinfonía lejana de voces y ruidos. Pero pronto comprendió que ese ya no era su mundo, cuando se vio ante una gran puerta que se abría.

Y al entrar, se halló vestida del blanco más puro y radiante, con dia-dema de gardenias y azucenas sobre el pelo, además de un peque-ño libro y un rosario sostenidos en sus manos.

Su corazón parecía estallar de felicidad cuando un sacerdote la invi-tó a arrodillarse ante el altar.

Entonces, comió el pan, bebió el vino, y una voz atronadora y diáfa-na, reverberó en su corazón:

“Tu Fé en la Eucaristía, te ha regalado la vida, y la eterna comunión con Dios”.

Y miró hacia la izquierda,

encontrando la mirada de Yeshúa,

que le sonrió.

13