El clan de atapuerca

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30/12/2013 Ana Palomares Cano 1º BACH A1 EL CLAN DE ATAPUERCA

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Ana Palomares Cano 1º BACH A1

EL CLAN DE ATAPUERCA

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El Clan de Atapuerca

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Capítulo I: Un edén de hielo

Los protagonistas de nuestra historia se encuentran en la última glaciación conocida como

Würm. Encuentran amparo en la Gran Dolina de Atapuerca, para protegerse de las condiciones de

vida peligrosas y extremas, a causa del frío, el poco alimento y los animales salvajes como son el

oso, los jaguares y los tigres dientes de sable. Nuestros protagonistas pertenecen al Clan Ata. Son

homos sapiens.

Antes de llegar a Atapuerca eran nómadas pues recorrían grandes distancias buscando

alimento y refugio. Enfermos y ancianos quedaban atrás por la supervivencia del grupo. Cuando

llegaron a la estepa de los caballos, de todas las cuevas de la Gran Dolina, eligieron la caverna más

grande y la prepararon para que fuese habitable. El Clan Ata tiene en el bisonte su tótem, su

protector, pero en el oso su mayor enemigo. Necesitaban acabar con él para poder buscar alimento.

Los cazadores se reunieron en la cueva de los sortilegios en donde el chamán, Tukul, invocó un

cantó para ser poseído por el espíritu del bisonte y de esta forma conseguir su protección y suerte.

Capítulo II: El grito del hombre

El grupo avanzaba hacia su objetivo. Para Kurtar, el hijo mayor del jefe, esta expedición

suponía el paso de niño a hombre con todos los derechos como conseguir una mujer. Tenía miedo del

oso pero el consejo de Biur, ‘El miedo nos da fuerza’, le hacía tener coraje. Sin embargo lo que

realmente le daba fuerzas era pensar en su amada Balka, para él, perfecta. Balka le había aconsejado

caer bajo el amparo de los loas, espíritus benéficos. Según la predicción de Balka para conseguir su

protección debía dibujarse tres cruces con ceniza en frente, boca y pecho. Alrededor de la hoguera el

clan repasó el plan: Ekes llamaría al oso imitando su sonido, dos lo atraerían y los demás lo matarían.

Cuando llegaron a la quebrada, Ekes rugió pero el oso no aparecía. Se confió e hizo ademán de entrar

en la cueva. Esta imprudencia le costaría la muerte. El oso mató a otros dos compañeros y se retiró

hacia la estepa de los caballos. El clan enterró a sus compañeros entre lágrimas jurando matar al oso

y con un gran aprendizaje, el necesitar de la prudencia y la astucia para conseguirlo.

Capítulo III: La hija del cielo

Cerca de las cuevas había un río, el Sendero que Camina. A lo largo de este río los Ata se

habían enfrentado a Neandertales. Ahora su preocupación era el paradero de la partida pues pasaban

los días y no volvían. Arika, la hermana de Balka e hija del gran cazador Belar, había visto gracias a

los loas la muerte de tres hombres. Ella ya sabía lo que iba a suceder. Todos tenían recelo de la joven

por el color de su pelo, rojo como el fuego y sobre todo de su pierna lisiada, símbolo de mal presagio

y de desgracias. La joven anunció a su hermana que el padre Sol les recompensaría la tragedia con la

llegada del Hombre Jaguar.

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Capítulo IV: El hombre jaguar

Las muertes fueron anunciadas a las familias de las víctimas del oso. Pero la tristeza dejó

paso a un nuevo sentimiento, el asombro a lo desconocido. Se trataba de una escultura tallada en el

colmillo de un mamut que representaba a un felino con dos piedras rojas brillantes por ojos. Se

trataba del Hombre Jaguar de las visiones de Arika. Se lo quedó Belar, pues fue él quien lo encontró.

Arika predijo que el alimento acudiría a ellos gracias a la ayuda del talismán, y acertó. El clan pensó

que el Gran Bedar se lo mandaba para su protección; para Belar, ese talismán era el regalo de su

esposa ya fallecida, que cuidaba de él y de sus hijas a través del Hombre Jaguar.

Capítulo V: La maldición de los espíritus

El hambre volvió a azotar al clan. Apenas tenían alimento. La hambruna ya pesaba sobre

ellos y producía dolor. En un momento pensaron que tendrán la oportunidad de cazar pero fue un

error desagradable y desconsolador. Tal era la situación que culparon a Arika. Supusieron que los

espíritus estaban de su contra, pues el que su madre falleciese en su parto y el estado de su pierna,

solo podía significar maldición, y el no haberla sacrificado, había sido la perdición para el clan.

Durante una asamblea intentaron desterrarla pero su padre, temido por su fuerza, se opuso

enfrentándose a ellos. La última palabra la tenía el jefe Karko. Decretó que si en siete lunas no daban

caza al oso, la muerte caería sobre Belar y Arika, y si el padre lograba matar al oso con sus propias

manos, el chamán perdería la vida. Arika que había escuchado todo junto a su hermana y los hijos

del jefe Kares y Kurtar, se hizo a la idea de abandonar el clan.

Capítulo VI: El hijo del viento

Tras el enfrentamiento con el clan, Belar volvió apesadumbrado junto a sus hijas. La tristeza

les invadió, pues el hombre sentía en sus carnes el paso del tiempo y temía el momento en que no

pudiese proteger a sus hijas o traerles sustento por la vejez. Para reconfortarse pensaron en la

protección que les brindaba el Hombre Jaguar, y en la visión de Arika: Los cazadores lograrían cazar

una buena presa.

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Capítulo VII: La madre de los sueños

Los cuatro jóvenes acudieron a buscar la ayuda de la chamán Súa, la Madre de los Sueños, de

tal importancia que vivía alejada del clan. Súa era una anciana inteligente y de gran sabiduría. Súa no

había nacido en Atapuerca a diferencia de todos los miembros del clan. Mientras se alimentaban, los

muchachos contaron lo acontecido incluyendo el encuentro del Hombre Jaguar y el mal que había

traído a los Ata. Antes de contarle sus reflexiones Súa narró su propia historia: Provenía de la Tierra

Caliente. Era una tierra feliz y con abundante alimento. Sus habitantes iban más adelantados que los

Ata con inventos como el anzuelo y la aguja de coser pero apartaban a aquellos que no siguiesen las

costumbres. Cerca de sus cuevas había un volcán. Una noche entró en erupción y los chamanes,

según lo dictado por la costumbre, concluyeron que para calmar la ira de los dioses se necesitaban

sacrilegios humanos. La familia de Súa abandonó el clan por esto. Fallecieron víctimas de una

manada de bisontes. Súa logró sobrevivir y ser aceptada en el clan Ata pese a ser diferente y a la vez

cercana a ellos. Es el miembro más antiguo y por eso la llaman Madre. Súa pretende enseñarles a los

jóvenes con su historia que hay que ser fiel a uno mismo, y no a las costumbres.

Capítulo VIII: Aretake Eiken Baites

El tiempo continuó trascurriendo sin encontrar sustento. Los ancianos del clan se reunieron en

el consejo, pues esta hambruna podía ser causada por un mal obrar del jefe Karko. El ritual de

castigo comenzó con la fabricación de un mejunje para alimentar a los espíritus y el resonar de los

tambores. El chamán Tukul cogió un cuchillo y amputó el dedo anular de la mano izquierda a Karko,

de esa forma apaciguarían el enfado del Gran Bleda. Hicieron dejar su huella sobre la roca para la

posteridad. Este ritual tuvo efecto ya que consiguió atraer el oso hacia la caverna. Tukul realizó otro

ritual que consistía en dibujar sobre la roca la figura del oso y los cazadores matándolo con sus

lanzas. En un momento de éxtasis en vez de darle al corazón del oso, lo hizo sobre un cazador.

Capítulo IX: La hora de Belar

Belar se propuso dar caza al oso por su hija sin contar con la ayuda de nadie. Antes de

marchar el chamán, Tekal que era una de las esposas del jefe Karko e Iaun el apestoso trataron de

convencerle para que les diese el talismán con las excusas de rezar con él para su protección, como

deuda a Karko por su ayuda o como pago por brindarle su ayuda acompañándolo. Ante esto, Belar le

dio el Hombre Jaguar a Arika para que cuidase de ella.

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Capítulo X: El tercer peldaño

Todos acudieron a ver la cacería. Belar era precavido y sabía protegerse de la fiera pero el oso

iba ganando terreno. Al llegar al desfiladero todos acudieron en su ayuda. Cuando el oso estuviese

acorralado lo matarían lanzando piedras y lanzas mientras que Belar se pondría a salvo escalando los

peldaños que el clan había puesto. Tenía que llegar al tercero para salvarse pero este se rompió por

su peso y cayó. Quedó desprotegido ante el oso, y este lo mató. El clan dolorido por la pérdida de su

mejor cazador atacó al oso con furia hasta su muerte. El oso no logró escapar ya que el paso estaba

cerrado. Nadie celebró la victoria, la pérdida era grande.

Capítulo XI: Sangre nuestra

Los cazadores recogieron el cadáver de Belar y las mujeres desollaron el oso. El entierro era

un ritual importante. Pusieron el cadáver sobre un lecho de flores. Todos acudieron a despedirse del

cazador, todos menos Súa. Se entonó la plegaria bajo el resonar de los tambores. A continuación se

le ofreció al fallecido el corazón del oso, sus armas y piedras de fuego. Balka le entregó el cuenco en

donde bebía de bebé y Arika trató de darle su Hombre Jaguar. Sin embargo Karko no se lo permitió

pues le recordaría a su padre. Súa llegó en el momento preciso para entregarle una corona de

muérdago a Arika, símbolo de volver a nacer. Arika se la colocó a su padre entre lágrimas. El clan

sació su hambre con el oso pero no lo celebraron pues tenían presentes los recuerdos del cazador. Las

hijas trataron de conseguir permiso para volver al desfiladero, pero se lo negaron pues estaba maldito

como consecuencia de la terrible muerte. Ahora Arika estaba desprotegida ante el clan y podrían

expulsarla. Kurtar y Kares prometieron protegerlas ante todo.

Capítulo XII: El apestoso busca esposa

Volvió la hambruna. Todas las mujeres culparon de las desgracias a Arika . Le mostraron su

desprecio y el deseo de que marchase. Iaun el apestoso, se dirigió al jefe y manifestó su deseo de

tomar por esposa a Balka para protegerlas ya que sin Belar estaban desamparadas. Ona, esposa del

jefe, se negó pues Balka era todavía muy joven. Sin embargo precisaban de un hombre para tener

sustento. Kurtar ofreció ante todos su protección a las hermanas pues pronto se haría hombre. Balka

también se opuso, pues le desagradaba la idea. Aún así Karko tenía la última palabra. La costumbre

de los Ata no podía obligar a las mujeres a estar con un hombre en contra de su deseo por eso negó a

la petición de Iaun hasta el encuentro con el Clan del Lobo. Tras esto, todos se retiraron menos los

cuatro jóvenes que reflexionaron sobre el deseo de los hombres por poseer el Hombre Jaguar.

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Capítulo XIII: Lagartos contra la fiebre

Yuna, la esposa del chamán y su hijo contrajeron una grave fiebre, Tukul pensó que se trataba

de un mal de ojo. Para curarla quemó lagartos secos y le hizo inhalar el humo. Tukul mientras

practicaba la curación, pensaba en el engaño de Yuna con otro hombre la noche anterior pues ella no

le acompaño durante las celebraciones con la excusa de cuidar al bebé, pero al volver olía a hombre.

Tukul fue a la cueva de los ritos para rezar por la curación del mal de ojo. Cuando terminó volvió

junto a su joven esposa con la confianza de su recuperación.

Capítulo XIV: El hijo del zorzal

Al día siguiente Yuna y su hijo yacían muertos por la fiebre roja. Tukul no aceptaba la muerte

de su esposa y mientras trataba de asimilarlo la gente pensaba que Inre era el joven amante de Yuna.

Inre era gran amigo de Kurtar. Hace lunas Inre le había confesado su deseo de viajar cuando fuese un

hombre, y de explorar otros lugares. Aquella noche Inre acudió a su encuentro y le confesó que

nunca había sido amante de Yuna, tan solo grandes amigos. También le expresó su deseo de partir

aconsejándole el protegerse de Tukul.

Capítulo XV: La elegida

Esa misma noche Inre marchó, pero ya nadie dudaba de él. Tukul continuaba decaído, pues

pensaba que los espíritus estaban enfadados, y por eso no le avisaron de la muerte de su esposa e

hijo. Todos supieron de nuevo que la culpable de la muerte de su esposa e hijo. Todos supusieron de

nuevo que la culpable era Arika, y levantaron sus voces contra ella. Sin embargo Tukul la protegió

pues llegó a la conclusión de que le habían arrebatado a sus dos tesoros para que el protegiese a las

dos muchachas y por esa causa Tukul propuso ser el esposo de Balka y así calmar a los espíritus.

Karko se opuso pues el que ella fuese tan joven también descontentaría a los espíritus y para

protegerlas estaba dispuesto a comerse al Hombre Jaguar para que la maldición desapareciese. Este

acto podría matarlo y esto bien lo sabía Tukul por eso propuso una nueva solución: Someter a Arika

al juicio de la Piedra del Sol, estar expuesta al sol durante siete lunas. De pronto apareció Súa

advirtiendo que nadie osaría causar mal alguno a las jóvenes pues Arika sería su heredera, en sus

manos nacían dos estrellas. Bajo su amparo y protección quedarían las jóvenes.

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Capítulo XVI: Tu también tienes <<maya>>

Súa fue acompañada por las jóvenes a su hogar. Ella les contó que el primer ser del planeta

era un serpiente llamada Sike, la creadora de la Tierra. Cuando se enfadaba los volcanes entraban en

erupción y otra serie de catástrofes. Súa explicó a Arika que tenía maya, una fuerza suprema de la

vida, pero todavía estaba dormida entro de ella. Arika aún tenía un gran viaje por delante, un largo

camino a recorrer por el otro mundo. Para recorrerlo había de confiar en sí misma, en su fuerza y no

tener miedo pues su padre la protegería a través del Hombre Jaguar y Súa le enseñaría a usar su

maya.

Capítulo XVII: Intrusos en el desfiladero

Había llegado la estación de lluvias, eso significaba que los salmones gigantes inundarían el

Sendero que Camina. Todos acudieron a su caza con alegría. Cuando acabaron, volvieron a la Dolina

pero Kares recordó que se había dejado el cuchillo y Balka lo acompañó a por él. Para volver más

pronto a las cuevas, Kares convenció a Balka para ir por el desfiladero pese a estar prohibido.

Mientras subían los peldaños Kares tuvo que ayudarla pues estaba conmocionada por el recuerdo de

su padre. Aún así Balka notó algo raro en el peldaño. Había incisiones. Alguien había agujereado el

peldaño para causar la muerte del cazador.

Capítulo XVIII: La aguja y el anzuelo

Balka contó su descubrimiento a Arika y Kurtar. Balka deseaba encontrar el asesino y ya no

podía confiar en nadie. Debían estar calladas, les aconsejo Súa, pues podían matarlas para hacerlas

callar. Súa sabía que un hombre había sido el asesino porque pudo verlo desde su terraza como

merodeaba por el desfiladero, pero no vio su rostro. Todos perdonaron el que no lo hubiese dicho

antes por protegerlas. Súa incitó a los jóvenes a buscar respuestas. Pensaron en Tukal, por su deseo

de casarse con Balka y también en los envidiosos cazadores pero desecharon la idea. Arika logró ver

a través del fuego a la serpiente. Dentro de su boca estaba su talismán. Esto significaba que el

asesino actuó para conseguir el talismán, entonces tres nombres vinieron a sus cabezas: Tukul, Karko

e Iaun. Pero el asesino no tenía que ser la persona que más lo codiciase. Al menos ya tenían el

anzuelo para atraparle: el Hombre Jaguar.

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Capítulo XIX: En el reino de los lubas

El clan no encontraba alimento por culpa de la manada de leones. Balka y Arika también

habían salido en busca de comida pero oscureció y se perdieron por el bosque. Ambas distinguieron

una sombra que no pertenecía un hombre. Se trataba de un luba. Era un demonio que se alimentaba

de carne humana. Ambas lograron salvarse al llegar al arrollo pues estos odiaban el agua. Barka

contó lo acontecido al clan que decidió darle caza fuese lo que fuese aquella misma noche

preparando un agujero lleno de lanzas y tapado que serviría de trampa.

Capítulo XX: ¡Yungaaaa!

La trampa funcionó pero no había nada dentro, tan solo sangre en las lanzas. Vieron huellas

de hombre pero no podían ser del clan del Lobo y tampoco de los neandertales pues ya habían sido

expulsados de esas tierras. Pese a lo pensado, se trataba de un grupo de cinco comedores de cabezas.

Su líder era un hombre robusto de cabellera roja. Llevaban consigo la presa de los Ata. Tenían un

aspecto temible, aún así Karko lanzó ‘su grito de guerra’. Los cazadores lanzaron flechas al jefe en

señal de reclamo de la presa. Una lanza con punta de fuego asesinó al cazador Ilter como negativa y

respuesta a las flechas.

Capítulo XXI: ¿Quién soy yo?

Habían caído en una trampa pues escondidos había más neandertales. Todos cayeron en una

salvaje lucha y la sangre brotaba por todos lados. Karko animaba a sus cazadores hasta que ambos

jefes se enfrentaron el uno contra el otro. El líder neandertal casi ahoga a Karko pero este le clavó un

puñal en el estomago, aún así el líder continuó apretando hasta que una flecha lo asesinó. Los Ata

vencieron gracias a los arqueros. Karko gritó de euforia pero nadie le acompaño, pues la pérdida era

grande. No dejaron supervivientes. Cortaron las cabezas de los enemigos y las colgaron en la roca

como señal de advertencia. Lloraron la pérdida de los siete cazadores y se llevaron el reno. Karko

llevó consigo la cabeza del gigante rojo.

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Capítulo XXII: Todo es para siempre

Cuatro cazadores más fallecieron y otra vez faltaba alimento. El clan comentaba que los

espíritus estaban enfadados con ellos cuando Súa llego en el preciso momento. Súa manifestó su

deseo de quedarse junto al clan por las hermanas, junto a ellas para protegerlas y alimentarlas. Súa

contó que la gran serpiente Sike le bailó la otra noche y le mostró que los espíritus estaban enfadados

con ellos por la sangre caída en el propio clan. Belar se le aparecía en sueños pues su espíritu no

podía descansar en paz. No se le entendía porque de su boca emanaba sangre ya que su muerte no fue

un accidente. Uno de ellos le había asesinado pero todavía desconocía el nombre. La serpiente les

había dado dos tiempos: El primero revelar el crimen y el segundo saber el nombre del asesino. Ante

tales revelaciones, en el clan reinó el sentimiento de desconfianza. Pese a todo, Balka y Arika se

sentían más protegidas pues habían ganado a una madre. Aquella misma noche soñaron con sus

padres en el cielo felices.

Opinión personal

En un principio el libro no parecía prometedor, me gustó más la idea de leer el Clan del Oso

Cavernario pese a que su extensión era superior. Los tres primeros capítulos de nuestro libro no me

atrajeron, pero poco a poco me fue interesando más la historia de Arika y me enganchó de tal modo

que varias noches quede leyendo hasta tarde. La historia me ha gustado aunque se repite mucho la

idea de que están pasando hambre, el libro gira en todo momento alrededor de eso. El final me ha

dejado con ganas de leer más y conocer el asesino, el porvenir de Arika…deja muchas preguntas por

contestar, así que si tengo tiempo libre, me gustaría leer los otros libros para saber el final de la

historia. Respecto al Oso Cavernario leí los seis primeros capítulos tan solo, pero la historia me

enganchó desde el primero, el que la niña se viese sola porque la tormenta engulló su hogar.

También me gustó como la autora describe minuciosamente cada detalle, el que los Neandertales

tuviesen recuerdos y aprendizajes de otras vidas, lo describió realmente bien. Aún así me quedo con

este libro, me ha gustado bastante y lo recomiendo.