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Revista de Economía Institucional, vol. 14, n.º 27, segundo semestre/2012, pp. 255-272 Gonzalo Cataño* EL CAFÉ EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA T erminados sus estudios de crítica social, Luis Eduardo Nieto Arteta volvió sobre el asunto del café. El libro estaba destinado a la colección “Tierra Firme” del Fondo de Cultura Económica. Debía ser un texto de lectura fluida, parco en citas y en cuadros estadísticos, destinado al lector corriente sin descuidar la sobriedad de la exposi- ción y la seriedad de los esfuerzos interpretativos. En diciembre de 1947 le escribió a Cosío Villegas: “La obra sobre el café y la sociedad colombiana la terminaré a mediados de febrero. Usted la recibirá a finales del mismo mes” 1 . Con este compromiso llegó 1948 y Nieto se inclinó sobre la máquina de escribir para cumplir la obligación que se había trans- formado en cuestión de honor. Organizó las secciones, pidió datos a sus amigos de Bogotá y emprendió la excitante y angustiosa tarea de redacción. “Será una obra sociológica, no económica –le comentó a Arturo Gómez Jaramillo de la Federación de Cafeteros–. Figuran en ella algunos datos estadísticos, los necesarios para fundamentar las conclusiones que sustentaré. El propósito es hacer girar la vida toda de Colombia en torno al café. No sé si tendré éxito en llevar al ánimo del lector la convicción de que las conclusiones son objetivas” 2 . Abandonó el Hotel Paysandú y, junto a su esposa y su hijo, tomó un apartamento en el afamado barrio de Copacabana sobre la calle Aires de Saldaña próximo a la playa. “He podido verificar –le manifestó a * Sociólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá, Colombia, [[email protected]]. Este escrito es parte de un trabajo más extenso sobre Luis E. Nieto Arteta y la recepción del pensamiento moderno en Colombia. Fecha de recepción: 17 de septiembre de 2012, fecha de modificación: 4 de octubre de 2012, fecha de aceptación: 16 de octubre de 2012. 1 Carta a Daniel Cosío Villegas, Río de Janeiro, 28 de diciembre de 1947. 2 Carta a Arturo Gómez Jaramillo, Río de Janeiro, 15 de febrero de 1948.

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  • Revista de Economa Institucional, vol. 14, n. 27, segundo semestre/2012, pp. 255-272

    Gonzalo Catao*

    EL CAF EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA

    Terminados sus estudios de crtica social, Luis Eduardo Nieto Arteta volvi sobre el asunto del caf. El libro estaba destinado a la coleccin Tierra Firme del Fondo de Cultura Econmica. Deba ser un texto de lectura fluida, parco en citas y en cuadros estadsticos, destinado al lector corriente sin descuidar la sobriedad de la exposi-cin y la seriedad de los esfuerzos interpretativos. En diciembre de 1947 le escribi a Coso Villegas: La obra sobre el caf y la sociedad colombiana la terminar a mediados de febrero. Usted la recibir a finales del mismo mes1.

    Con este compromiso lleg 1948 y Nieto se inclin sobre la mquina de escribir para cumplir la obligacin que se haba trans-formado en cuestin de honor. Organiz las secciones, pidi datos a sus amigos de Bogot y emprendi la excitante y angustiosa tarea de redaccin. Ser una obra sociolgica, no econmica le coment a Arturo Gmez Jaramillo de la Federacin de Cafeteros. Figuran en ella algunos datos estadsticos, los necesarios para fundamentar las conclusiones que sustentar. El propsito es hacer girar la vida toda de Colombia en torno al caf. No s si tendr xito en llevar al nimo del lector la conviccin de que las conclusiones son objetivas2.

    Abandon el Hotel Paysand y, junto a su esposa y su hijo, tom un apartamento en el afamado barrio de Copacabana sobre la calle Aires de Saldaa prximo a la playa. He podido verificar le manifest a

    * Socilogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Externado de Colombia, Bogot, Colombia, [[email protected]]. Este escrito es parte de un trabajo ms extenso sobre Luis E. Nieto Arteta y la recepcin del pensamiento moderno en Colombia. Fecha de recepcin: 17 de septiembre de 2012, fecha de modificacin: 4 de octubre de 2012, fecha de aceptacin: 16 de octubre de 2012.

    1 Carta a Daniel Coso Villegas, Ro de Janeiro, 28 de diciembre de 1947.2 Carta a Arturo Gmez Jaramillo, Ro de Janeiro, 15 de febrero de 1948.

  • un amigo que a esta distancia de Colombia las consideraciones que el tema me suscita son como ms ntidas, claras, objetivas. Al parecer, el espacio es una buena perspectiva para comprender los hechos de la patria lejana, pero espiritualmente muy prxima3. Trabaj sin des-canso, y el 20 de enero tena, en medio del agotador verano carioca, treinta pginas y se acercaba al captulo vi, Las dos Colombias, que consideraba clave en su razonamiento. Tres semanas despus superaba el captulo y entraba airoso en los dems. Estaba entusiasmado con la obra y pensaba que sera un complemento necesario de Economa y cultura, donde el caf apenas se mencionaba. Le resumi el ma-nuscrito a un colega de la Cancillera:

    En la obra sobre el caf y la sociedad colombiana habr un captulo titulado Las dos Colombias. En l quiero describir cmo el caf ha ocasionado una gran diferencia o desigualdad en el desarrollo econmico de Antioquia, Caldas, Valle del Cauca comparado con el del resto de la nacin. Los datos de la produccin industrial en esos tres departamentos, as como tambin los del valor de la produccin del caf, ya remitidos, como le dijeron a usted en la Federacin Nacional de Cafeteros, son de inmenso valor para mostrar esa diferencia. En ese mismo captulo hablar, en consecuencia, del llamado mo-vimiento descentralista. Dir que el caf ha unido, al travs de la distincin (lo dialctico), a la nacin colombiana, creando la economa nacional. En el captulo quinto titulado Humanistas, poetas, y empresarios, aludo al general Pedro Nel Ospina. Digo as: Corresponde a un antioqueo, a un hombre que vena del caf, el general Pedro Nel Ospina, iniciar la nueva poca. No es un intelectual. Afortunadamente no fue un intelectual. Los antioqueos son realistas, lcidos, claros. Tienen una particular intuicin para los problemas econmicos (un remoto semitismo?). En Antioquia la economa se ha desa-rrollado con naturalidad y espontaneidad. Es una realidad que ha suscitado en los habitantes de ese departamento una tendencia al contacto permanente y ateortico con la realidad. En ese mismo captulo he escrito lo siguiente: Es una poca radicalmente nueva. El caf exige que los colombianos estn en permanente vinculacin con los problemas de la economa nacional. Es la tirana de los hechos econmicos. La vida tiene ahora un estilo distinto, presenta unos modos diversos. El caf ha modificado al hombre colombiano4.

    Avanzaba el mes de febrero y todava no finalizaba. Le escribi a Coso Villegas que hacia el 10 de marzo recibira los originales. Los ltimos captulos se haban demorado en espera de estadsticas soli-citadas en las lejanas y algo demoradas oficinas de Bogot5. Pero diez das despus le manifest con regocijo:

    Fiel a lo prometido le remito los originales de la obra El caf y la socie-dad colombiana. Cuando usted tenga ocasin de leerla ver que result un breve tratado elemental de sociologa colombiana [...] Procur ajustarme a los trminos del contrato. No hay un recargo de citas ni de estadsticas. Es un ensayo ligero. Lo escrib pensando ms en el lector americano que en el

    3 Carta a Aurelio Caicedo Ayerbe, Ro de Janeiro, 3 de enero de 1948.4 Carta a Pedro Rueda Martnez, Ro de Janeiro, 21 de febrero de 1948. Las

    citas corresponden a Nieto (Bogot, 1958, 56-57).5 Carta a Daniel Coso Villegas, Ro de Janeiro, 22 de febrero de 1948.

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  • colombiano. Si mal no recuerdo [el documento lo dej en Bogot] en el texto del contrato se estipulaban los mrgenes que deban tener las pginas de los originales a mquina y el nmero de las mismas. No s si las 55 pginas que tiene el ensayo a mquina [alcancen la] extensin adecuada en relacin al formato habitual de las obras de la coleccin Tierra Firme6.

    La respuesta no se hizo esperar. Coso Villegas lament que Nieto no tuviera a mano el contrato, donde se estipulaba con claridad que la extensin mnima era de 150 pginas y la mxima de 300. Las hojas enviadas apenas llegaban a un folleto. Lo que usted nos ha enviado solo es la tercera parte de lo que necesitamos. No eran suficientes para un libro7. Nieto contest que poda aumentar las pginas, pero el director del Fondo, siempre ocupado, lo dej a su eleccin. Presenta que el libro se demoraba y que en su actual estado difcilmente llegara a buen trmino. Nieto pareci entenderlo y pronto archiv sus folios y no volvi a hablar del asunto. Meses despus, sin embargo, recibi una autorizada y entusiasta carta del economista Vctor Urquidi, estrecho colaborador del Fondo, y ahora funcionario del Banco Mundial en Washington, donde lo alentaba a continuar la investigacin:

    En cuanto a su precioso ensayo sobre el caf, se me ocurren algunos temas que quiz podra usted hacer figurar en captulo aparte, o bien ampliar en donde estn, si es que piensa alargar el estudio para darle la magnitud de una de las obras de Tierra Firme. Los temas son los siguientes: 1) el caf en la depresin de 1929-1933 y consecuencias de sta; 2) el caf y la tcnica agrcola; 3) el caf y las organizaciones obreras o el movimiento sindical; 4) el caf y la Flota Mercante Grancolombiana, y 5) el caf y las finanzas p-blicas. Me doy cuenta de que en muchos casos sera un poco de repeticin, pero valdra la pena tal vez concentrar en un solo captulo o seccin algo de lo que se dice en diversas partes. En cualquier forma, no tengo sino admi-racin por lo que me parece ser un estupendo estudio sociolgico, adems magnficamente escrito8.

    Nieto agradeci las sugerencias, bastante ricas por cierto, pero ahora su mente estaba en otra parte. Un nuevo inters embargaba su co-razn y a l se entreg de lleno durante los convulsionados das que siguieron al asesinato de su abominado Jorge Elicer Gaitn. No le haba contestado le manifest a Urquidi porque me haba dedicado a escribir con febril entusiasmo e ingenua alegra una obra orgnica de filosofa que se llamar Lgica y ontologa. Ya tengo 110 pginas a mquina. Creo que la filosofa me ganar definitivamente para su causa, pero [tambin s que] no podr abandonar totalmente la ob-jetiva, seca y dura ciencia econmica9.

    6 Carta a Daniel Coso Villegas, Ro de Janeiro, 6 de marzo de 1948.7 Carta de Daniel Coso Villegas, Mxico, 17 de marzo de 1948.8 Carta de Vctor L. Urquidi, Washington, 1o. de junio de 1948.9 Carta a Vctor L. Urquidi, Ro de Janeiro, 7 de agosto de 1948.

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  • El estudio sobre el caf se conoci una dcada despus de su apu-rada redaccin en los calores de Ro de Janeiro. Gerardo Molina lo rescat de los papeles pstumos de su amigo y lo llev a la imprenta en 1958, en un folleto de 98 pginas auspiciado por la efmera coleccin Breviarios de Orientacin Colombiana. Dos aos despus, el severo Luis Ospina Vsquez, poco dado al elogio, lo llam opsculo de mucho arte y sabor (1960, 16). El marxista-leninista Jaime Cullar, ms conocido como Anteo Quimbaya, uno de sus primeros crticos, lo calific de jugoso ensayo (1967, 97). El folleto se gan el favor del pblico y se convirti en lectura obligada en los cursos universitarios de ciencias sociales. Profesores y estudiantes de historia y problemas agrarios colombianos se apropiaron de su marco de referencia para emprender investigaciones sobre el desarrollo. Sera uno de sus textos ms editados y citados y, junto a Economa y cultura en la historia de Colombia, la obra que lo llevara a ocupar un puesto de liderazgo en la ciencia social nacional. Aos despus apareci incluso un fascculo divulgativo del periodista Rafael Duque Naranjo (2002) de amplio uso entre docentes y alumnos de pregrado y de la enseanza media, que resuma, explicaba y actualizaba sus datos. En pocas palabras, lo negado en una poca se traduca en exaltacin y fogosidad en la siguiente.

    El caf en la sociedad colombiana es un ensayo sociolgico de ndole monogrfica. Consta de nueve captulos que tratan asuntos econ-micos, sociales, culturales y polticos. Los tres primeros, los de mayor fuerza analtica, presentan el marco de referencia del estudio, pero a medida que llegan los otros el texto pierde su norte y el autor se entrega a la especulacin sin freno. En ellos se opacan el historiador y el socilogo y surgen el periodista y el crtico social valorativa-mente orientado. En las ltimas pginas brotan los temas en forma inesperada y el ensayo empieza a deshacerse ante los ojos del lector. El argumento central desaparece y las frases vacas y categricas, las posturas impresionistas y la libre asociacin terminan por gobernar el opsculo (Palacios, 2002, 269-270).

    El enfoque y los problemas de El caf eran una prolongacin de las discusiones de Economa y cultura. Temas desvanecidos en sus pginas, como el papel de los antioqueos en el desarrollo nacional (Nieto, 1941, 343-346), colmaban ahora el escenario para explicar el naci-miento de la Colombia moderna. En la esfera terica, el dominio de las fuerzas econmicas sobre las superestructuras, tan pronunciadas en Economa y cultura, cede terreno ante la accin de otros impulsos. Si bien buscaba mostrar que el caf, una realidad econmica, haba

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  • suscitado profundas transformaciones hasta moldear la imagen de la nueva Colombia, las tradiciones, las creencias y la accin poltica jugaban un papel moderado pero no por ello menos significativo.

    El ensayo se inicia con una meditacin acerca de las condiciones internas y externas de la expansin del grano. Las internas se refieren a las caractersticas fsicas de la nacin y las externas a las circunstan-cias del mercado mundial. Haciendo suya la generalizacin de Luis Lpez de Mesa, Colombia, una civilizacin de vertiente (1934, 29-31 y 95-96), muestra que la poblacin, despus de un inicial asentamiento en las tierras altas y de clima fro, se fue desplazando paulatinamente hacia las faldas de las cordilleras oriental, central y occidental. En ellas encontr un medio adecuado para la explotacin del caf, infusin de gran recepcin en el mercado internacional a fines del siglo XIX y principios del XX. Esta colonizacin dio lugar a la fundacin de pueblos y ciudades intermedias con vivencias no experimentadas en el pasado. En pocos aos sus habitantes se fami-liarizaron con la administracin municipal, los servicios pblicos y la agitacin poltica. A todo esto se sumaron las escuelas y colegios, las calles y avenidas asfaltadas, los transportes, el comercio, la banca, los clubes y el consumo de productos provenientes de la capital y del extranjero ofrecidos por almacenes asentados en las calzadas y arte-rias centrales de los pueblos. En las vertientes de los departamentos de Antioquia y Caldas, las ms propicias para el cultivo del arbusto se fundaron Salamina, Aguadas y Pcora; en el Tolima, Fresno y El Lbano y, junto a estas poblaciones, los antiguos asentamientos de Armenia, Pereira y Manizales crecieron con celeridad hasta hacerse ciudades y dejar atrs, en una generacin, la monotona de los antiguos y todava frescos vecindarios espaoles.

    La expansin del caf super la produccin local cerrada y au-trquica del mundo colonial, que se prolong hasta bien entrado el siglo XIX. La Colonia era una economa de archipilago, dispersa, sin vnculos entre el conjunto de la Nueva Granada. Las comunicaciones eran precarias y los pueblos y aldeas vegetaban alejados del trabajo y la riqueza de las dems regiones. Eran das en que se desperdiciaba la cosecha de trigo en el interior de la Repblica y se lo demandaba con urgencia en el litoral Atlntico. El tabaco, la quina y el ail fueron el primer esfuerzo por crear una dinmica nacional, pero solo incluyeron zonas muy reducidas del pas y no sobrevivieron mucho tiempo. El tabaco se localiz en la Costa, en el Valle del Cauca y en Ambalema sobre el ro Magdalena, y la quina y el ail, de carcter extractivo, se esfumaron con la misma prontitud con la que se haba anunciado su

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  • aurora. Con el caf ocurri algo diferente. Nunca desapareci ni re-trocedi; siempre estuvo en franca expansin. En las vertientes hall un hbitat propicio y en la poblacin que las habitaba, la mano de obra que requera su explotacin. Era un producto para el consumo nacional y para el comercio internacional y, al afirmarse, florecieron los caminos, los ferrocarriles, las carreteras, los fondeaderos sobre los ros y los puertos martimos sobre el Atlntico y el Pacfico.

    Detrs de todo esto vino la formacin y expansin del mercado interno. La produccin del interior se relacion con la produccin de la Costa, y la tierra fra intercambi sus mercancas con las de los climas clidos y templados. El cultivo del caf ampli, adems, la capacidad de consumo y, tras ello, la industria y la actividad urbana. Aument el nmero de heredades y se democratiz la propiedad. El colono que llegaba a las deshabitadas tierras de las vertientes y descuajaba la selva con su familia, legitimaba la alquera recin abierta mediante el trabajo y la ocupacin. Esto produjo una clase media rural de pequeos propietarios con ideologas de afirmacin e independencia personales ajenas a la mentalidad feudal. Mientras que en otros pases de Am-rica Latina fue necesario eliminar el feudalismo mediante reformas agrarias leves o fundamentales, en Colombia no hubo necesidad de emprender transformaciones radicales del agro. El caf estimul estos cambios de manera natural y sin mayores traumatismos.

    La exportacin del caf foment las importaciones, acrecent la industria y multiplic el comercio de mercancas de las fbricas re-cin fundadas. En el mundo rural extendi el trabajo y la cultura del salario en hombres y mujeres dedicados al cuidado de la cosecha, a la recoleccin del grano y a su laborioso procesamiento en las trilla-doras. Aceler, igualmente, el nmero de trabajadores encargados de conducir, almacenar, cargar y descargar la produccin por la estrujada geografa nacional hasta su destino final.

    Una vez registr los anteriores procesos de gran alcance, Nieto ense sus consecuencias en la poltica y la cultura. Estableciendo correlaciones no siempre persuasivas, y algunas francamente espurias. Afirm que los cafetales trajeron la estabilidad poltica y econmi-ca. Antes de su irrupcin todo era experimentacin, precariedad y contingencia. Las esperanzas depositadas en los frgiles y huidizos productos del comercio internacional del siglo XIX tabaco, quina y ail se desvanecieron a los pocos aos y la pobreza nutri las conductas movedizas, la inquietud y el desorden. Las guerras civiles apunt brotaron en las regiones ms pobres. La penuria produjo la anarqua poltica y el huracn desatado en las provincias pauprrimas

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  • destruy las pocas islas de fecunda actividad econmica que haba en la nacin.

    Pero lleg el caf y con l la mayora de edad. La seriedad y la firmeza manejaron los asuntos econmicos. El grano acompa el amanecer del siglo XX y liquid la confusin, el desorden y las con-tiendas armadas de los aos anteriores. Trajo la paz, la seguridad y la riqueza. Al asentarse en las regiones de mayor densidad demogrfica, la vertiente andina, llev el progreso a todo el pas. A diferencia del pasado, no fue un fenmeno de zonas aisladas rodeadas de provin-cias pobres e inestables. Su fundamento social, la clase media rural, exigi orden para el desarrollo pacfico de sus actividades y subray las funciones ancestrales del Estado: seguridad y proteccin. Era la estabilidad econmica suscitando la solidez poltica.

    Nieto subray el papel de los sectores medios y los contrast con la estratificacin social del perodo colonial y del siglo XIX. Eran lo opuesto al viejo latifundista descendiente de familias que se haban adjudicado orgenes aristocrticos. Para estos la sangre y no el dinero era el valor fundamental para la vida social. Sus antepasados vivieron del trabajo indgena y de la explotacin de los esclavos trados de frica. Eran ausentistas, de vida ociosa y contemplativa, muy dados a denigrar del trabajo manual. Un grupo social reaccionario afilia-do al partido conservador, incapaz de explotar racionalmente sus haciendas. Pero el caf, vinculado a la pequea propiedad adquirida mediante el cultivo directo de la tierra, rompi con esta estructura y cre el propietario territorial liberal. Sus miembros afirmaron el trabajo independiente, creador y fecundo. Con tesn promovieron la tolerancia y la creacin de movimientos polticos, como el Republica-nismo de Carlos E. Restrepo, dirigidos a borrar las divergencias que dilapidaban la riqueza de la nacin. Muy propenso a la conclusin apresurada, declar:

    De la infancia a la edad madura, del desorden a la estabilidad, de la anrqui-ca subjetividad a la mesurada y fra objetividad, h ah las transformaciones histricas que el caf produce en Colombia. Los pequeos productores, los propietarios que han cultivado ellos mismos la tierra, han triunfado. La paz y la tranquilidad reinan en Colombia (Nieto, 1958, 45)10.

    10 Las itlicas son nuestras. La frase sobre la paz y la tranquilidad quiz fuera una extensin de las dos sentencias que aparecen en los folios iniciales del libro de exaltacin nacional muy conocido en la poca del ingeniero Diego Monsalve, Colombia cafetera (1927). En Colombia escribi Monsalve, la paz interna est cimentada en forma imperecedera [...] Su poblacin es esencialmente pacfica, laboriosa, inteligente y frugal. Posiblemente, los anaqueles de la embajada de Colombia en Ro de Janeiro contaban con una copia de este extenso y orientador libro, que ofreca una rica informacin sobre el pas de gran utilidad para los funcionarios del cuerpo diplomtico en el exterior.

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  • Era el ao de 1948 y no se daba cuenta de la violencia rural que azotaba el pas y que se acelerara con la llegada de Laureano G-mez al poder en 1950, de la cual Nieto sera vctima. Un analista extranjero seal:

    Como si se tratara de una maldicin, una violencia aterradora arras el pas. Las libertades civiles murieron y los partidos de oposicin fueron silenciados: bandas de campesinos libraron batallas campales con el ejrcito y la polica; refugiados aterrorizados invadieron por miles las ciudades despoblando el campo [y] las crceles se llenaron de presos polticos (Fluharty, 1981, 9-10).

    El eufemismo era an ms engorroso pues se sabe que conoca los hechos por informes directos de sus amigos. El jurista Vicente La-verde Aponte, alumno de Nieto y futuro Ministro de Justicia, le envi a principios de 1948 una conmovedora descripcin de la situacin:

    En nuestro bello pas colombiano las cosas andan terriblemente mal. Los godos estn matando gente en Santander que da miedo. Hay ms de tres-cientos exiliados polticos en Venezuela. La regin cercana a la frontera fue tomada por los azules a sangre y fuego, tal como lo prometi [ Jos Antonio] Montalvo en el Senado. Incendiaron, robaron, saquearon, violaron, etc., etc. Hace dos das empez el baile en Santander del Sur y ya lleva varios meses en Bolvar, donde el gobernador [ Jos Gabriel] de La Vega, siempre borracho, recorre los pueblos haciendo campaa conservadora. Su comitiva la componen varios camiones llenos de manzanillos y de aguardiente. A Boyac no hay para qu mencionarlo. A principios de diciembre hice un viaje a Soat en una diligencia judicial y tuve ocasin de ver lo que es el miedo reflejado en las caras de las gentes. El tono de voz, el gesto, la mirada, indican el estado de terror. Entonces me di cuenta de lo que debi ser la persecucin fascista en Alemania. Le juro, profesor, que la literatura de Malraux, Silone, Anna Seghers y dems escritores apenas puede dar idea de lo que estn sufriendo los pobres boyacenses bajo el gobierno de Unin Nacional. Los campos es-tn vacos. Se han formado sociedades de especuladores para comprar tierras a menos precio. Las comunicaciones [son] controladas extralegalmente. La polica integrada por bandoleros. Hay asesinos sueltos condenados a 24 aos escapados de los panpticos y contra quienes existen rdenes de captura, que se pavonean por las calles de los pueblos y toman cerveza y ron en todas las plazas junto con las autoridades. Todas las noches se abalean casas, se encarcela arbitrariamente y se asesina. Todo fomentado por el gobernador [ Jos Mara] Villareal11.

    Cuando Nieto cerr el manuscrito, registr en la ltima pgina la fecha de finalizacin: Ro de Janeiro, marzo 6 de 1948. Treinta y cuatro das despus, el 9 de abril, el centro de Bogot arda en llamas. Mataron a Gaitn! Un joven de 26 aos descarg su revlver sobre la humanidad del lder popular liberal y seguro futuro presidente de la Repblica en el perodo 1950-1954. Muchedumbres enfurecidas se tomaron las calles de la ciudad, saquearon almacenes e incendiaron

    11 Carta de Vicente Aponte, Bogot, 24 de enero de 1948. Aponte termin as su misiva: Las noticias sobre persecuciones son autnticas. No hay exageracin!.

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  • casas, edificios, iglesias y tranvas. Era la manifestacin citadina de lo que despus se conoci como la Violencia, los prolongados conflictos urbanos y rurales que el auge del caf no logr apaciguar12.

    Pero aqu no terminaban las enseanzas del ensayo de Nieto. A su juicio, la expansin del grano alent el ascenso poltico de las regiones productoras. El occidente colombiano, tan relegado en el siglo XIX, adquiri presencia en los asuntos del Estado. Se hizo clara la influencia de presidentes, ministros, banqueros, industriales y finan-cistas provenientes de Antioquia, Caldas, Tolima y el Valle del Cauca. Eran los das en que se deca que no haba ms Ministro de Hacienda que el precio del caf y que un congreso de cafeteros tena ms in-fluencia que el Congreso de la Repblica (Nieto, 1958, 49; Palacios y Safford, 2002, 498). Igual sucedi con la cultura intelectual. En la poca anterior al apogeo del caf la ilustracin colombiana era una cultura humanista y abstracta. Dominaban la philosophia perennis y los suaves humanistas entregados a la literatura del Siglo de Oro, a la filologa y al estudio del latn y el griego. La realidad circundante no interesaba a sus representantes. Todo les pareca mansedumbre y sosiego: hbitos sencillos, devocin religiosa, regocijo dominical. La explosin cafetera dej atrs todo esto. Surgieron la sociologa (la ciencia de la crisis y del cambio social), la ciencia econmica y las instituciones encargadas de fortalecer la racionalizacin de la eco-noma y del Estado. Promovi la creacin de la Federacin Nacional de Cafeteros, la fundacin del Banco Central para controlar la masa monetaria, el establecimiento de la Superintendencia Bancaria para regular el capital financiero y el trazo de un sistema nacional de ca-rreteras para desarrollar el comercio. Nieto remat con premura: El juego infantil del siglo XIX haba cesado. Se inicia la decadencia de lo clsico y se abandonan las intiles y estorbosas discusiones polticas de contenido ideolgico.

    Detrs de todo esto estaba el antioqueo, un nuevo tipo de hombre en permanente vinculacin con los problemas del pas. A diferencia de los habitantes de las dems provincias, los antioqueos eran realistas, lcidos y claros. Tenan un inters particular por los problemas econmicos que anunciaba, como lo haba manifestado en la carta a Pedro Rueda Martnez, una remota huella semtica. Este arquetipo estaba representado por hombres como Esteban Jaramillo (1874-1947), portador de una amplia y universal cultura, de una fina e inmediata comprensin de la economa y de una personalidad

    12 Este es uno de los pasajes del ensayo ms discutidos por los investigadores sociales nacionales y extranjeros. Para una muestra, ver Quimbaya (1967, 97-100), Hirschman (1977, 17), Bergquist (1988, 327-329) y Henderson (2006, 181-182).

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  • afincada en la serenidad, objetividad, sobriedad y tenacidad en las decisiones. Pero sobre todo por figuras como el presidente Pedro Nel Ospina (1858-1927), iniciador de una nueva poca, que conceba a Colombia como una gran fbrica en la cual el proceso de creacin de mercancas y de riqueza deba ser continuo. Ospina era gerente, empresario, hombre dinmico e impetuoso que, afortunadamente, no fue un intelectual13.

    Si bien el desarrollo del caf comprometi al conjunto de la na-cin, asent sus reales en el occidente colombiano. La geografa le fue propicia y la poblacin estaba lista a experimentar un producto que auguraba xito comercial. Antioquia, Caldas y Valle del Cauca producan el 70%. Esto plante de nuevo la existencia de dos Co-lombias, aunque no las mismas que tutelaron la economa del pasado. En Economa y cultura mostr que desde finales de la Colonia hasta mediados del siglo XIX se podan distinguir dos economas y dos so-ciedades: la del oriente y la de la regin central (Nieto, 1941, 11-15). Ahora volva sobre estas diferencias. El oriente, el actual territorio de los Santanderes, con una economa agrcola de pequeos campe-sinos y una industria textil manufacturera en discretas agrupaciones urbanas, transformaba el algodn producido en la regin y lo ven-da en el mercado local. No estaba orientado al exterior. La regin central, Boyac y Cundinamarca, descansaba en el latifundio y en la explotacin indgena. All los campesinos son pobres y harapientos [...] antiguos chibchas transformados en una suerte de siervos de la gleba (Nieto, 1958, 64). En esos aos el occidente no tena mayor presencia. Caldas estaba formada por montaas y selvas inhspitas y Antioquia apenas abra sus minas con mano de obra esclava junto a una economa agrcola para el consumo familiar. El caf trastorn este escenario y cre dos nuevos pases: un occidente dinmico de autntica economa capitalista y un oriente estancado que todava no se liberaba del latifundio y de las prcticas coloniales. El gran ro Magdalena es la lnea divisoria de esas dos Colombias. El caf las una, pero no alcanzaba a superar las diferencias enraizadas en el pasado. Es el dualismo fundamental de la economa colombiana que volva a manifestarse y se resista a morir.

    13 Nieto (1958, 56 y 59-60). En su entusiasmo por la figura de Ospina, Nieto forzaba los hechos. Olvidaba que, adems de ingeniero, era poeta, cuentista, pe-riodista y autor, en la mejor tradicin humanista, de un aplaudido ensayo sobre la leyenda de Fausto. El crtico literario B. Sann Cano, amigo personal de Ospina, escribi en su obituario: Pedro Nel era hombre de gusto firme y de vastas lec-turas. Tena el dominio de la diccin potica y hay alguna de sus composiciones en verso que ocupan lugar distinguido en nuestras antologas (Sann, 1998, 191). Ver tambin Robledo (1959, 145-157).

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  • Este dualismo suscit un movimiento de autonoma administra-tiva en la lite cafetera, industrial y comercial, conocido con el mote de descentralismo. Sus finalidades eran confusas, pero no por ello menos sentidas. Si el occidente produca mayor riqueza tambin peda que sus impuestos, administrados por la nacin, se vieran reflejados en una ampliacin de las obras pblicas de la regin, en una mejora de sus vas de comunicacin y en mayores cuotas de importacin para el desarrollo de sus industrias. Esto dio lugar a una conciencia de la sociedad frente al Estado. Se fortaleci la sociedad civil, los ciudadanos y sus organizaciones trabajando por fuera de las estructuras guber-namentales para la consecucin de sus fines. La sociedad civil no es otra cosa que la vida del ciudadano que no est sometida a ningn poder eclesistico o estatal, seal con aire desenvuelto Hermann Heller (1942, 129). Nieto no us el concepto de sociedad civil, pero apunt a sus manifestaciones tal como fueron sugeridas por Hegel y Marx: los individuos actuando por fuera del Estado en pos de sus intereses. A su juicio, la creacin de riqueza gir en el pasado alre-dedor del gobierno central. No haba iniciativa particular; el Estado era una entidad paternal, caritativa, indulgente, que todo lo quera dirigir y amparar. Las empresas de mayores consecuencias econmicas provenan de su empuje y aliento, una herencia colonial que perdur a lo largo del siglo xix. El Estado era, adems, el gran dispensador de empleos proveniente del reparto de puestos por las adhesiones pol-ticas al partido de gobierno. Esto impidi la creacin de un cuadro administrativo moderno con funcionarios especializados para el cabal desempeo de las tareas del organismo rector de la sociedad. Era una administracin de diletantes. No hay burocracia seal, tan solo hay empleomana. Los funcionarios del Estado carecen de ese peculiar sentido de la racionalidad y de la objetividad que ha de distinguir a la burocracia (Nieto, 1958, 75)14. Eran los aos en que la sociedad se identificaba con el Estado; una y otro eran lo mismo. A juicio de Nieto, el caf pulveriz este asfixiante monopolio. El grano naci en condiciones internas y externas muy precisas que nada o poco tuvieron que ver con iniciativas estatales. Es una realidad nueva: unas labores eminentemente productivas de riqueza que no estn subordinadas al

    14 Estas declaraciones portan, sin duda, evidentes resonancias weberianas, pero Nieto parece haberlas extrado de otras fuentes como la citada Teora del Estado de Heller. All el terico de la Repblica de Weimar indic que el Estado mo-derno exige, formalmente, una burocracia fiel a sus tradiciones de honor, cerrada e impenetrable a la corrupcin. La administracin estatal, cada vez ms extensa y complicada escribi , hace preciso en todas sus ramas un cuerpo profesional de funcionarios, especializado y conocedor de los asuntos, cuya competencia y experiencia absorben una parte no pequea del poder estatal (1942, 158 y 275).

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  • Estado, ni han tenido que ser expresamente propiciadas por l [...] Es una afirmacin de la sociedad ante el Estado (ibd., 77-78).

    Con el caf surgen, adems, nuevas clases sociales. En el pasado predominaban los amos y los esclavos, los jornaleros y los propietarios de la tierra, los funcionarios pblicos, los comerciantes al por menor y los maestros y aprendices caractersticos de los talleres artesanales del oriente del pas. En la Colombia moderna, la de aroma de caf, flore-cen nuevas clases y con ellas una nueva sociedad. Despus de ampliar el mercado interno para la futura produccin industrial, suscita la formacin de una economa capitalista y con ella surgen la burguesa y el proletariado, grandes exportadores y comerciantes al por mayor.

    Y aqu Nieto volvi sobre la cultura intelectual. Si el ser social determina el pensar social, la filosofa, las artes y las ciencias sociales tambin debieron cambiar para dar cuenta de las nuevas realidades. En forma nada fcil de entender para el lector contemporneo, escribe: siendo el caf la autonoma de la sociedad ante el Estado y habiendo ocasionado fundamentales transformaciones histricas, est vinculado a la ampliacin y el perfeccionamiento de la sociologa colombiana. Y aade: Sin el caf la sociologa colombiana no se habra perfecciona-do, no habra podido estudiar las condiciones internas del desarrollo del capitalismo en Colombia (ibd., 81). Quiere decir esto que la sociologa del siglo XIX la de Salvador Camacho Roldn, Rafael Nez y de los hermanos Jos Mara y Miguel Samper era imperfecta por haber centrado su atencin en una sociedad agraria y atrasada?15.

    Pero si esto ocurra con la sociologa, las artes y las humanidades no escapaban al impacto del caf. Sus resultados no fueron tan solo empresarios, industriales y grandes comerciantes; tambin notables eruditos de universales conocimientos como Luis Lpez de Mesa y filsofos egregios como Cayetano Betancur. A ellos se suman los insignes pintores y escritores costumbristas de la dinmica Antio-quia, de poblacin vertida al exterior. Sus habitantes han superado el ensimismamiento, la quietud y la contemplacin. All la costumbre es lo externo y la pintura es siempre pintura de lo concreto y de lo individual, afirma sin cortapisas para explicar el avance y la solidez de los artistas y escritores de Antioquia (ibd., 88). De nuevo, si esto

    15 Sin mencionarlo, Nieto haca aqu una aplicacin apurada de la visin de Hans Freyer, quien defini la sociologa como la ciencia de la estructura, movi-miento y tendencias de la sociedad actual, esto es, la ciencia de la sociedad de clases del alto capitalismo. Freyer indic que en la medida en que surgen en la realidad histrica movimientos sociales que son independientes del Estado y que obedecen a leyes propias en su proceso, madura el pensamiento sociolgico en el reino de la ciencia. Es el correlato espiritual de las revoluciones burguesas (Freyer, 1944, 22 y 23).

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  • era as, cmo explicar el florecimiento del costumbrismo animado por el peridico El Mosaico en la atrasada Bogot de la segunda mitad del siglo XIX?, en Antioquia la novela costumbrista expresaba impetuosas conductas hacia afuera y en la zona central los relatos de costumbres anunciaban calmosos y sosegados comportamientos hacia adentro?

    En su afn por explicar los logros y bondades de las regiones ca-feteras, Nieto se abandona con frecuencia a las explicaciones deus ex machina, del desenlace prspero y venturoso de los procesos sociales y culturales sin atender a su verosimilitud. Cuando se ve en la necesidad de explicar la elevada natalidad de las regiones cafeteras, afirma que sus familias tienen numerosos hijos porque son muy eficaces en la labor de extender el cultivo del caf y de esperar que los primeros frutos maduren en el rbol (ibd., 19). Lo mismo sucede cuando describe los rasgos de la poblacin que todava no se ha acomodado al pujante modo de vida de las regiones cafeteras. En el departamento del Tolima dice todava existe el hombre de la yuca, el maz y el algodn. Son individuos tranquilos, levemente apticos, mestizos o mulatos, rasgos que contrastan con el carcter emprendedor, airoso y de raza blanca de sus paisanos dedicados al caf. Tambin se descubre en el Tolima al hombre del trigo, siempre triste, callado, solitario, que produce para el mercado interno (ibd., 89-90). Es claro que el lector, guiado por Nieto, viaja aqu por los ingeniosos terrenos de la literatura, lejos del control emprico y analtico de las ciencias sociales.

    Al final del ensayo dedic un captulo, Nueva vida, nuevos hom-bres, a compendiar las innovaciones del caf. En sus pginas em-prendi una tipologa del hombre colombiano de fondo sociolgico con elementos psicolgicos derivados de la teora de los valores de la antropologa filosfica. Era una aspiracin que vena de aos atrs cuando se haba acercado a El burgus de Sombart y a la La formacin de la conciencia burguesa en Francia de Groethuysen. Siguiendo el ejemplo de estos autores, y las enseanzas de la filosofa de la cultura y de la vida, aprovech el estudio del caf para ofrecer una primera aproximacin a las variaciones experienciales de los colombianos. Esa historicidad de la vida haba escrito en la discordia con Papini permite describir y comprender los diversos tipos de hombre que han existido en la historia, las varias vidas que se han realizado16.

    16 Nieto saba que este enfoque requera un trabajo especial en archivos y fuen-tes nada fciles de cubrir. Era consciente de que deba consultar autobiografas, sermones, conferencias, peridicos, cartas privadas, diarios ntimos, peridicos, textos literarios y cursos universitarios, sin olvidar las costumbres, las modas, las fiestas populares y los discursos polticos (ibd., 222). Cabe recordar, adems, que

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  • A su juicio, el caf impuso un hombre distinto y tras l una nueva vida que exaltaba el trabajo, la ganancia y la inversin; la audacia, la novedad y el riesgo. Ahora lo econmico y la nocin de utilidad gobiernan la existencia de los moradores de pueblos y ciudades. El nuevo hombre es dinmico, no conoce el reposo; rechaza la desidia y condena la indolencia, el ocio y la pereza. Realza los negocios, la produccin y el comercio; hace que su labor cotidiana sea fecunda y creadora. De las tareas puramente agrcolas pasa a las comerciales, y de una combinacin de ambas a las industriales. Antioquia es la expresin ms acabada de esta renovacin de los valores. Los antioqueos son decisionistas, lcidos, realistas, emprendedores. Superan la provincia, la insularidad y la vida sosegada del terruo. Miran hacia afuera, no estn de espaldas al mundo (Nieto, 1948, 221; ver el cuadro siguiente).

    El hombre colombiano antes y despus del cafAntes DespusExistencia pasiva, sosegada y tranquila. Vida apurada, dinmica y emprendedora.Vida provinciana, ntima y aislada. Patriarcalismo. Temor al mundo exterior.

    Amor a la novedad. Existencia vertida al exterior.

    Economas naturales (cerradas) con escaso o nulo comercio interno.

    Economas abiertas al mercado interno y al comercio internacional.

    Imperio de las costumbres; usos y convenciones inveteradas.

    Conductas en permanente cambio.

    Imperio de la subjetividad y de la voluntad. Afirmacin de las conductas racionales.Anarqua econmica, anarqua poltica. Inestabilidad del aparato del Estado. Revoluciones, pronunciamientos.

    Estabilidad econmica, racionalizacin del Estado y de la vida poltica. Acuerdo entre los partidos.

    Imperio del Estado en la vida de la sociedad. Afirmacin y autonoma de la sociedad civil.Discusiones ideolgicas estriles. Acuerdos ideolgicos entre los partidos y las

    facciones polticas.Ausencia del afn de riqueza. La ganancia como objetivo. Exaltacin de la

    competencia, la utilidad y el riesgo econmico.Era de los gramticos, humanistas y hombres de letras.

    poca de los economistas y de los hombres de negocio.

    Escasa produccin de mercancas. Desarrollo de las actividades comerciales e industriales.

    Clases altas entregadas al ocio. Hostilidad al trabajo manual.

    Repudio del ocio; exaltacin del trabajo fecundo y creador.

    Exaltacin de la sangre como valor social fundamental.

    Exaltacin del xito econmico independiente del origen social.

    Terratenientes, peones, indios y esclavos. Burguesa y proletariado. Clase media.Dominio de las familias de hacendados y seores de la tierra.

    Dominio de los comerciantes, banqueros e industriales.

    en su ensayo Nieto no cita libro alguno, salvo una rpida alusin a su Economa y cultura, la nica obra sobre Colombia que tena a mano. El caf era algo as como un ensayo escrito de memoria. Se sabe, sin embargo, que antes de salir de Bogot para Brasil tuvo contacto con el joven Robert C. Beyer, que en aquellos das redactaba su tesis de doctorado para la Universidad de Minnesota, The Colombian Coffee Industry: Origins and mayor trends, 1740-1940, la primera historia moderna del desenvolvimiento del grano en el pas.

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  • Este hombre expresa el surgimiento de un nuevo tipo de sociedad. Atrs ha quedado el mundo rural, cerrado, aislado, de vida comunitaria en parroquias de escaso comercio con sus vecinos. Es la vida sencilla, simple, contemplativa, de uso restringido del dinero, heredada de la Colonia y fundada en la explotacin rural para el consumo local. Estos nfasis dan lugar a dos universos contrapuestos que Nieto describe con nociones marxistas ayudadas de algunos conceptos tomados de la sociologa alemana. Es la sociedad feudal, precapitalista, agra-ria y premoderna versus la sociedad capitalista, industrial, urbana de amplio comercio nacional e internacional. Son dos naturalezas encontradas, dos modos de apreciar y de experimentar la vida. Dos climas sociales opuestos: el de la tradicin y el de la modernidad; el de los comportamientos repetitivos y el de las novedosas conductas racionales; el de la economa natural y el de la economa monetaria; el de l ancien rgime estacionario y altamente estratificado y el de la revolucin cafetera igualitaria, abierta, resuelta y progresiva. Es el amable universo espiritual de la comunidad confrontado con el clima indiferente y prctico de la sociedad.

    En esos das Nieto manifest inters en la versin castellana de la muy conocida y ya clsica obra de Ferdinand Tnnies, Comunidad y sociedad17. No sabemos con cunto esmero se adentr en sus ca-ptulos y en el complejo examen de su argumentacin central. Pudo haberse servido de la presentacin condensada de Freyer que aparece en La sociologa, ciencia de la realidad o en la amable Introduccin a la sociologa18. Se sabe sin embargo que ley los Principios de sociologa, donde el propio Tnnies, consciente de la importancia de su tipologa, resumi y contrast en un lenguaje llano los elementos tpico-ideales de las relaciones comunitarias y de las societarias. Las primeras aluden a los vnculos de intimidad, solidaridad, compaerismo y devocin a la amistad caracterstica de las aldeas, los vecindarios estables y los grupos pequeos. Las segundas apuntan al egosmo, la competencia, la ganancia ilimitada de los medios urbanos y comerciales de gran tamao, donde la gente interacta y se conoce, espordicamente, para ofrecer o solicitar un servicio. Esta ltima es una amistad instrumen-

    17 Cartas a Cayetano Betancur, Ro de Janeiro, 7 de diciembre de 1947 y a Nstor Madrid-Malo, Ro de Janeiro, 14 de diciembre de 1947.

    18 Freyer conceptu que el volumen de Tnnies era una de las obras ms mo-dernas de la actual sociologa [y] uno de los ms bellos y fecundos libros que el siglo XIX ha legado al XX. Estas palabras redoblaban los aplausos de Weber estampados en la pgina inicial de Economa y sociedad: el bello libro de F. Tnnies, Comunidad y sociedad. El libro era bello por su tema, por la indecisa y juvenil prosa de afirmacin y ensayo que lo asiste, y por la lucidez terica que le abri caminos insospechados a la siguiente generacin de analistas sociales.

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  • tal que se apoya en el reconocimiento recproco de que alguien es til y necesario para otro. Su expresin jurdica ms clara y dominante en nuestros das es segn Tnnies el contrato, el vnculo propio que mantiene unidos a los disgregados miembros de la sociedad burguesa (Tnnies, 1942, 88-89)19.

    Este era el retrato del pas que dej Nieto en su inteligente opsculo franqueado por sutilezas discursivas. El caf en la sociedad colombiana es un estudio impresionista, rico en ideas, sugerencias e hiptesis. Abri el tema del caf y tras l promovi un campo fructfero de in-vestigacin. Ligero e inorgnico en numerosos pasajes impreciso en los detalles, sugestivo en el conjunto, sus captulos brindan jugosas intuiciones empricas y analticas. Falto de verdad en sus apresuradas generalizaciones, dej a los futuros observadores un marco de refe-rencia para examinar las consecuencias del grano en el conjunto de la sociedad colombiana. Como seal en su momento el perceptivo David Bushnell, sus trabajos son provocativos, pero solo constituyen un punto de partida para la investigacin definitiva20. Su postulado central, Colombia no fue la misma despus del caf, se ha convertido en un locus classicus y sigue siendo una verdad aceptada por los es-tudiosos ms finos del perodo. Es la idea que recorre el libro clsico de Marco Palacios, El caf en Colombia, y que registran los manuales

    19 Tnnies estaba muy familiarizado con el marxismo. En 1921 public un libro sobre la vida y obra de Marx muy semejante al que escribi sobre Hobbes a finales del siglo XIX, y la primera edicin alemana de Comunidad y sociedad (1887) llevaba el subttulo Tratado del comunismo y del socialismo como formas empricas de la vida social. Incluso se carte con Engels a propsito de Comte y de Saint-Simon. (Existe versin castellana de esta misiva a cargo del colom-biano Alberto Supelano). La contraposicin comunidad-sociedad lleva a cuestas una ambivalencia. Puede entendrsela como una etapa de la evolucin histrica (el paso de la comunidad a la sociedad), tal como aparece en el florecimiento y decadencia del vecindario medieval y el surgimiento y afirmacin de la gran ciudad del capitalismo moderno. Pero tambin se la puede concebir, y as se hace hoy, como tipos ideales: primaca de las relaciones afectivas (la comunin de vida que impera en la familia, en las aldeas o en los pequeos poblados) o predominio de las relaciones fundadas en el clculo privado animado por los intereses individuales caractersticos de los grandes conglomerados (las que prevalecen en los acuerdos entre comerciantes, en los vnculos deudor-acreedor de la banca moderna o en el acercamiento a la clientela por parte de las empresas de gran tamao). Pero la realidad muestra, usualmente, una mezcla de lo comunitario y de lo societario no siempre fcil de diferenciar. Es tarea de la investigacin emprica evaluar el clima dominante que acompaa la relacin objeto de estudio. Algunos autores, como el norteamericano Robert K. Merton, han enriquecido la tipologa con un caso intermedio, la pseudo- Gemeinschaft (seudocomunidad): fingir inters y calor humano para ganar el favor de los otros y orientar (manipular) su conducta en una direccin determinada. La industria de la propaganda es su mejor ejemplo (Merton, 1946, 142-143).

    20 Palabras de David Bushnell en el prlogo a Caf y conflicto de Charles Bergquist, libro admirable que debe mucho a los trabajos histrico-sociolgicos de Nieto.

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  • de historia de Colombia ms perceptivos. Cuando lleg el caf al occidente colombiano hubo una transformacin social, apunt Bushnell en su popular Colombia a pesar de s misma (1996, 236). El caf ampli y diversific la base productiva de la nacin y fue consi-derado el motor de la modernizacin econmica del pas, sealaron Palacios y Safford en su celebrada Colombia: pas fragmentado, sociedad dividida (2002, 502 y 504). Una vez ms Nieto dejaba un interrogante de larga duracin para la historiografa nacional muy semejante al que haba planteado en Economa y cultura para el siglo XIX con el significado histrico de 1850. En aquella ocasin seal el medio siglo como un momento de grandes rupturas, una revolucin social, caracterizado por la substitucin de un modo de produccin colonial, agrario y atrasado por un modo de produccin dinmico de ndole comercial y manufacturero. Eran los aos florecientes del tabaco, de la abolicin de la esclavitud, la cada de los monopolios, la supresin de los estancos coloniales, la liquidacin de los resguardos indgenas y la liberacin del comercio exterior (Nieto, 1941, 241)21. Con El caf ofreca de nuevo una seductora perspectiva para explicar las mudanzas de la Colombia del siglo XX, que sera continuada con mayor rigor terico y emprico por la siguiente generacin de analistas sociales.

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    de Antioquia, 2006.21 El ensayo de Nieto ha dado lugar a una literatura modesta pero creciente.

    Adems de los citados Ospina Vsquez, Quimbaya, Hirschman, Palacios y Duque Naranjo, se deben mencionar el detenido estudio de J. S. Correa Restrepo (2003) y la conferencia (indita) de E. Posada Carb (2007), que resalta la democratizacin de la industria cafetera fundada en el trabajo del pequeo y mediano cultivador.

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