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  • NOMBRE DE LA OBRA: El Caballero de Basto.

    AUTOR: Cecilia Andrea Nayip Amaya.

    FECHA: 10-Octubre-2013

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  • El Caballero de Basto

    Uno nace, crece, se reproduce y muere. La mayora pasa por ese perodo de transicin. Esos son los factores principales, y con ellos vas construyendo una vida, t vida.

    Con el transcurso del tiempo van apareciendo intereses, metas, proyectos, sueos. Vas creando tu personalidad, con la ayuda de quienes se encuentran a tu alrededorprimero tu familia; te ensea a caminar, a hablar, a ir al bao, a decir gracias, a decir por favor, a respetar, etc.; luego viene la escuela, que es el lugar en dnde empiezas a relacionarte con otros nios que han pasado por el primer paso al igual que t: la crianza desde el hogar.

    Del jardn de infantes, pasas a la escuela primaria, y luego, fuente de todo sueo, de toda proyeccin, acentuacin de tu carcter y etapas de cambios: la secundaria.

    Acompaado a sta, claro est, viene la edad, los sueos y las fantasas. Toda chica suea con graduarse, tener una profesin, viajar por el mundo, encontrar al amor de su vida, formar una familia, entre otras cosas.

    Pero, a veces, las cosas no suceden as, ni en ese orden.

    Mi vida, por ejemplo, se encuentra inmersa en un mundo fantstico, abandon mi profesin y la mayora de mis proyectos.

    Abandon mi ideal de racionalismo y objetividad que implantaron toda mi vida para creer en la magia, creer en los seres de cuento que recuerdo de cuando era una nia. Para tener amigos mgicos que me muestran una realidad muy diferente a la de este mundo. Para encontrar el amor, en una figura de una carta espaola, en un ser idealizado.

    Pero sigo fiel a mis principios, el respeto, el amor a la vida, los valores y normas que me inculcaron desde mi cuna, mi modo de ver las cosas y de accionar, siguen siendo los mismos. Sigo teniendo una vida, pero ahora, una vida diferente.

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  • Captulo I: El viaje

    Me encontraba en el sexto da de un invierno que prometa ser recordado por su frialdad. Era una de esas jornadas que tena de ttulo: Sonre, hoy va a ser un lindo da, sin embargo no esperaba creerlo, al menos hasta que terminara.

    Estaba en la ruta, mi rostro era iluminado por un sol que brillaba asombroso en un cielo sin nube alguna que lo intimidara. Vea circular lneas largas, amarillas y blancas, en el asfalto; ya estaba aburrida.

    Me diriga hacia la ciudad capital para visitar a un mdico -que ni siquiera saba si exista- para hacerme un chequeo general despus del accidente ocurrido en la primavera pasada. Volv a concentrarme en el camino desde el asiento del copiloto. Viajaba con Francis, mi padre.

    Tenamos una relacin tpica de padre e hija. A penas empezamos una conversacin l encendi la radio y lo agradec internamente, saba que el silencio se volvera un hecho luego de terminar un dilogo de escasos minutos.

    La mitad del viaje transcurri a base de silbidos al ritmo de la msica, la otra mitad tomamos mates, y ya poda observar los grandes edificios que se incluan en la ciudad capital. Nuestro auto se sumergi en las extensas avenidas, llenas de vehculos, entre ellos colectivos urbanos.

    Hubiera disfrutado el destino del viaje si al menos hubiera visitado a un amigo que viva all, pero no fue posible. Llegu a la clnica, entr en ella mientras Francis buscaba donde estacionar el coche. Al ingresar me sent totalmente ajena al establecimiento, estaba casi vaco.

    -Buenas tardes, tena un turno con el Doctor Palacios a las 15:30hs- musit tras el mostrador a una chica de apariencia agradable.

    -Buenas tardes, dime tu nombre por favor- agreg ella a mi voz.

    -Beln Rivas- pronunci.

    -Disculpe pero el Doctor cancel todos los turnos de hoy y est informado- agreg con cara de disculpas a mi respuesta. Francis segua sin aparecer.

    - Eso no es posible- dije intentando contener mi sorpresa. A m no me han informado nada al respecto y he viajado muchos kilmetros para venir hasta aqu.- mi enojo se haca presente pero pude controlarlo.- Bueno, disculpe, hasta luego- agregu y me march cerrando la puerta tras de m.

    Realmente estaba enojada, con lo que me gustaba ir a ver mdicos imaginarios a ciudades lejanas.

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  • Sal esperando ver a mi padre, pero no haba rastros de l ni del auto. Decid llamarlo, atendi pero la llamada se cort. La puta madre pens con impotencia. Me apoy a esperarlo en la baranda de la rampa para sillas de ruedas fuera de la clnica, empec a contemplar los edificios enormes que de manera siniestra- parecan mirarme. Una gran masa de vehculos amarillos hizo que me impacientara; Francis segua sin aparecer.

    De repente, en una ciudad tan grande y repleta de gente, sent que se me ahogaba la respiracin, tambin sent cmo por un segundo la claustrofobia tomaba control de mi cuerpo, hasta que mi padre lleg.

    -Entramos?- Me dijo sealando una escalera cuyo final era la entrada de la clnica. Su cara pareca muy apenada.

    -No tengo turno para hoy, el Doctor cancel los turnos de consultorio. Regresemos a casa- le dije mientras me marchaba hacia la playa de estacionamiento. Pareca que nada ms podra haber salido mal cuando me seal la parte trasera del auto. Lo haban chocado,

    - Qu pas?- Pregunt creyendo saber la respuesta, algo intu volviendo al momento en que llam y se cort la comunicacin.

    -Un taxi- me dijo No vi que vena atrs.

    Record el ttulo de mi supuesto da: Sonre, hoy va a ser un lindo da. Lindo? Quera rerme, al menos con humor para sobrellevar lo que restaba de ste.

    Francis condujo hacia la autopista, ambos presentbamos cara de disgusto, pero consider que su parte fue peor que la irresponsabilidad del Doctor: habra que poner dinero para el arreglo del auto, y no era la primera vez que iba a llevarlo a arreglar su chapa y pintura.

    En ese momento, cuando marchbamos en silencio hacia nuestra ciudad, mi mente empez a dibujar colores, eran como redes que no permitan que lgrimas cayeran de mis ojos como cataratas. Las contuve, no las dej salir en ningn momento. Sobre mi mirada reinaban el enojo y la frustracin.

    Paramos en una estacin de servicio para ir al bao. Aunque el aire estaba fro, como supongo lo estaba en el polo sur o la Antrtida, me baj del auto y contempl esa parte de la ciudad que en mi corta estada- detestaba con el alma.

    De repente volte hacia el sonido que produjo un coche al otro lado del playn y el hermoso sol que contemplaba al principio del viaje haba encandilado mi vista.

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  • -Mis ojos claros!- dije como si alguien fuera a escucharme. Me di cuenta que estaba sola ya, Francis estaba en el bao. Empec a rerme, ya que mis ojos eran de color almendra.

    Retomamos el viaje y nos dirigimos hacia nuestro destino. Creo que me dormit un segundo, o en realidad, varios minutos. Deduje eso tras verlo a l en mi sueo. Quin era l? Era la persona en la que pensaba bastante tiempo del da, robaba mis sueos y los patentaba como suyos.

    Era alto, morocho, con una mirada sin igual, expresiva o al menos aparentaba ser de este modo en mis sueos pero slo lo conoca en ellos y lo recordaba muy poco. No podra reconocerlo si lo viera en la calle ya que no lo recordara luego.

    Una y otra vez poda sentir sus palabras en mi odo como una suave brisa que me alentaba cuando las cosas no iban bien. Su mirada me hablaba aconsejando algn camino para seguir cuando no tena una brjula o un mapa que me guiara. Senta la necesidad de encontrarlo en alguna persona real. Bien. Al despertar como muchas veces llegu a la conclusin de que realmente estaba trastornada: mdicos y un chico imaginario? Realmente me encontraba en el top five de fracasados.

    Al despertar, sonaba una cancin muy conocida, justo empec a escuchar la parte que deca Ive had the time of my life, he tenido el mejor momento de mi vida. Me asombraba cmo cosas sin sentido se volvan hacia m para juntarse en un vaco sin fin. Volv a dormitarme, no estaba dispuesta a seguir oyendo msica autodestructiva. Sent con los ojos cerrados- cmo un combo compuesto de un dulce aliento y clido abrazo me inundaba: volv a soar. Estaba l, tan nico, mi chico imaginario. El solo hecho de pensarlo me daba gracia, realmente senta que yo tambin era nica: nica idiota que contemplaba algo que no exista.

    Era mi caballero de basto, en realidad haba una muy mnima posibilidad de que ese personaje no fuera ficticio ni imaginario. No me invent un cuento de hadas y finales felices, imaginarios e imposibles, (es ms, los odiaba) pero realmente senta que exista.

    Una tirada de tarot me haba presagiado un amor apasionante en mi vida. Me resultaba ilgico: una estudiante de abogaca pensando en cosas sin explicacin utilizando el trmino cosa cuya definicin no pareca existir en un diccionario.

    Abr los ojos. Pude admirar la entrada a mi ciudad, la que por cierto, tampoco me agradaba. Mi mal humor ya haba cesado un poco, no estaba en mi mejor momento, pero estaba ms tranquila. Un cartel pareca cruzar toda la carretera a lo alto, deca Bienvenidos, entonces record el letrero que le al salir esa

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  • maana: Que tenga un buen viaje. Viaje de mierda, pens, pero al fin, se haba acabado.

    Francis me dej en la esquina de mi casa, camin los pocos metros que quedaban hasta el portn corredizo de mi hogar. Era indiscutible, me sent mejor al estar en mi habitacin, al estar en mi mundo, con doctores ficticios y chicos a caballo de todos los colores.

    Tena que prepararme, haba perdido un da en esa mugre de ciudad y tena que recuperarlo en dos horas porque al da siguiente me esperaba un examen de legislacin laboral que aprobar. Volv a rer en mi interior. Ms ilgico me resultaba.

    Mi da termin en la cama leyendo una novela contrapuesto a todo lo lgico que pudiera haber en mi habitacin. Una frase sobresali ante mis ojos De cuntas maneras puede alguien romper tu corazn y sin embargo, ste sigue latiendo?. No significaba que alguien haya roto el mo dudo que personas de cuentos quebrantaran todo equilibrio que haba en mi estructura amorosa- pero sin importar eso, me encantaba.

    En un pestaar seguido de otro pens y repet en voz alta como si alguien fuera a orme: No ms viajes por un tiempo, no otro da como ste, que por suerte termina ahora.

    Captulo II: El Caballero de Basto.

    Sin duda fue una noche en la que pude disfrutar muy poco de un descanso reconfortante. En medio de mi reposo, una nube llena de colores me llev hacia un momento pasado en mi vida.

    Era un da ni tan clido ni tan fro, era uno de los primeros das de otoo del ao anterior. De maneras extraas y poco explicables -en un viaje que me agrad hacer-, vagaba por la plaza con los auriculares, escuchando msica a todo volumen, cuando sent que alguien tiraba de mi pantaln pidiendo que escuchara lo que tena para decirme.

    -Disculpe seorita- escuch una voz muy angelical. Me di vuelta para mirarlo y me saqu los auriculares. La voz provena de un nio. Era rubio con ojos claros, de aproximadamente cinco aos, vistiendo harapos sucios, descalzo. Me estremec.

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  • -Tiene una monedita? Deme alguna por favor- su voz temblaba y tambin lo hacan sus ojos. Me entristec. No llevaba ninguna moneda conmigo, de hecho, solo llevaba una mochila.

    -No tengo monedas amiguito, no puedo ayudarte con eso- le respond a su peticin. Ver su cara triste me llen de bronca, cmo alguien puede permitir que nios anden de ese modo en la calle, sin proteccin?

    De repente record que poda ayudarlo.

    -Espera- le dije al observar que se marchaba con la cabeza gacha. Al or mi voz se volte a ver.

    -No tengo monedas, ni dinero de otro tipo, pero qu tal si te convido con un sndwich?- al terminar mi oracin saqu uno muy grande de la mochila que llevaba conmigo. Se lo di sin pena alguna.

    -Muchas gracias- me dijo. Esboz una sonrisa amplia y se sent en uno de los bancos de la plaza.- Es usted muy amable.

    -No me trates de usted- le dije acompaando su sonrisa con la ms similar que pudo dibujar mi rostro, pero ninguna se le comparaba.-Dime Bel, ese es mi nombre- agregu sentndome junto a l.

    -Ignacio, me llamo Ignacio- contest mientras masticaba un buen pedazo de sndwich.

    -Un placer Ignacio, por qu ests tan slo? Tu familia sabe que ests ac?- le dije mientras miraba alrededor para ver si alguien, algn conocido, se percataba de que este nio estaba solo.

    -No, no tengo familia, supongo que alguna vez tuve alguna, pero conozco a una seora que tambin me ayuda cuando me ve por aqu.-respondi ante mi pregunta Ignacio.

    La tristeza se adue de mi cara, cmo era posible que nadie se hubiera ocupado de l mejor?

    -De hecho, all viene, ella es la seora- me dijo al terminar de comer su sndwich.

    -Mara!- grit el nio Ven, quiero presentarte a alguien- termin su oracin.

    De repente vi venir a una seora de avanzada edad bastante arrugada, con ojos dulces, eran ojos verdes, podan confundirse con una esmeralda.

    -Buenas tardes, Beln Rivas- dijo la anciana. Mis ojos en ese instante parecieron como dos platos grandes, cmo era posible que conociera mi nombre? No recordaba haberla visto antes.

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  • -Buenas tardes seora- respond a su saludo disculpe, pero la conozco? No recuerdo haberla visto en mi vida- aad.

    Sus arrugas parecieron desaparecer al esbozar una sonrisa que ocupaba toda su cara.

    -No nia, no me conoces, y tampoco te conozco yo a ti- me dijo pero saba que te encontrara hoy, aqu, ahora- musit.

    La sorpresa se adue de mi rostro, realmente no entenda. Pareci percibirlo, y agreg:

    Te vi venir, mis cartas lo dijeron.

    Cre haber entendido un poco mejor. Tena aspecto avejentado y por su vestimenta pareca ser una especie de gitana, supuse que era una bruja o algo por el estilo.

    Esta teora fue la correcta cuando sonri y me dijo:

    -Quieres que lea tu fortuna?- me tom de la mano y me llev hacia un sucucho. No sent miedo, sent curiosidad, realmente quera saber qu deparaba el tarot para m aunque no crea en nada de eso.

    Sac de un cajn un mazo de cartas espaolas.

    -El tarot no se lee con cartas especiales para ello?- pregunt con el mximo cuidado al usar mis palabras, no quera ofenderla.

    Ella ri.

    -Depende del tarotista- me dijo yo considero que puedo interpretar tu fortuna a travs de este tipo de cartas, me resultas un tanto transparente- termin su oracin.

    Fue como un ritual, me dijo muchas cosas que no recordaba hasta ese da, pareca estar consiente en mi sueo, pero sin embargo segua sumergida en aquella ilusin?

    -Eres una joven afortunada- me dijo aparece la buena estrella como gua en tu camino.- sonri y continu- empezars pronto la universidad, verdad? Tu carrera no tendr xito, tendrs varios problemas que llevar tiempo solucionar, pero eres una persona muy capaz, vas a lograr llegar a la cima- segua con su prediccin, no me atrev a interrumpirla.- y lo que no poda faltar dijo con un tono muy sereno ac veo el amor.

    Qued paralizada, o ms bien con cierta sorpresa, nunca esper que me hablara de amor, ya que no era un pilar bsico en mi vida.

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  • Pude observar en la mesa que una carta resaltaba ms que las otras, era el 11 de basto, el caballero de basto.

    -No entiendo- le dije con voz firme y segura.

    -No hay muchas cosas que entender- agreg en el amor no hay causas ni consecuencias lgicas, pero te vas a enamorar.- baj su mirada de mis ojos y los dirigi hacia las cartas - es un muchacho un poco mayor, de tez morena, lo conocers en un viaje y tu vida cambiar para siempre. Ser algo distinto a lo que imaginas.- asegur.

    Aj, un viaje, un viaje? No viajaba mucho ya que no me agradaba, siempre terminaba en vmitos por la descompostura que me causaban.

    Entonces, deba ser algo que no se llevara a cabo.

    No me di cuenta que estaba oscuro ya y que deba volver. Me desped

    -Mucha felicidad, Beln, espero que tengas una vida llena de alegra y amor- si tienes alguna duda, sabes dnde buscarme- dijo la dulce anciana con voz alentadora.

    -Muchas- no termin la oracin, la anciana y el nio ya no estaban- gracias.

    Camin por la noche, para procesar todo lo que haba sucedido, me result realmente extrao. En un momento son la alarma de mi celular, tena que ir a la universidad, me despert de un salto.

    Dreams, Little dreams, pequeos sueos sonaba desde el parlante de mi telfono, nada ms oportuno que una alarma que me hablaba de mis sueos.

    Me vest rpido y me sent a desayunar. Pese al fro espantoso que aseguraba mi ventana empaada, no com ni beb algo caliente, tom un vaso de yogurt y me qued perpleja. Nada tena coherencia: mdicos con sueos.

    Sin embargo ese sueo me tranquiliz, si bien segua pensando que estaba loca, tena la fuente de mi delirio: una lectura de cartas donde apareca este chico tan misterioso y ficticio a la vez.

    Lo haba soado antes de la tirada de cartas, ya haba soado un beso con un chico morocho desconocido, se senta tan clido que me costaba creer que era una ilusin tan real como mis ojos claros. Suspir.

    Cmo era posible creer en algo que ni siquiera conoca? Por qu habra de creerle a esa anciana sobre lo que deca? De lo que no estaba segura era de cmo saba mi nombre.

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  • Me dirig hacia la universidad. Unas palabras de mi sueo todava resonaban en mi cabeza es un muchacho un poco mayor, de tez morena, lo conocers en un viaje.

    -Hey, Bel!- sent mi nombre, me di vuelta en direccin de la voz.

    -Hey, San!- le devolv el grito en combo con una sonrisa acercndome a l.

    San era Santiago Martnez, mi mejor amigo. Era alto, se notaba demasiado cuando estaba junto a l. Tena ojos de color del cielo, un cabello dominado por rulos rubios, casi dorados. Era mi cable a tierra, el mejor de todos.

    -Qu onda Bel?- esboz una gran sonrisa y me bes la mejilla.

    -La misma de siempre queridsimo, la misma que la tuya- le dije mientras lo abrazaba. Era increble cmo haca que cambiara mi pensamiento de un rato al otro. Rompimos el abrazo y nos adentramos en la facultad.

    -Qu tal el mdico?- pregunt curioso por mi chequeo.

    -El mejor de todos- le dije reboleando los ojos en forma de irona.- Nunca se present, tuve que volverme sin poder siquiera sacar un turno para otro da- termin de hablar.

    -Jajaja!! No armaste algn pleito?- se ri al hablar digo, siempre lo haces y te sales con la tuya- agreg. Le mir con gracia, realmente tena razn, pero no era de esas personas que iban por la vida llevndose por delante todo lo que tenan a su alcance, slo lo haca con justificacin.

    -No, no lo hice- lo mir con cara de disgustada, pero esa sensacin se borr cuando termin mi frase no estabas all para hacerte pasar vergenza. Ambos sonremos. Tomamos algo despus?- pregunt antes de que nos callaran porque ya haba empezado la clase y sin embargo seguamos hablando en voz alta.

    No me respondi, al menos no oralmente. Me concentr en la clase cuando un avin de papel golpe mi cabeza, se haba incrustado en mi cabello negro, ondulado. Lo desarm en mis manos y le un mensaje que haba dentro.

    Obvio, tenemos que tomar algo.

    Se nota de lejos que tienes algn chismero

    Para contarme, oh cierto, es algo interesante sobre tu amor

    Que anda a caballo

    Jajaja!!!

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  • Con onda Bel.

    Santi

    Me re internamente. Cmo me conoca! Saba que tendra que llevarme a la realidad. Era mi cable a tierra (ya lo he mencionado).

    Pareca que no terminara jams esa clase, estbamos a una hora de la evaluacin y ya haban desaparecido los indicios de mi desayuno, me ruga el estmago. Volv a concentrarme en la clase. No pasaron ni tres minutos que algo golpe mi cabeza de nuevo, era algo ms duro que un avin de papel, era una barra de cereal. Santiago me la haba lanzado.

    Lo mir y adems de obsequiarme algo para engaar a mi estmago, me regal una sonrisa tan suya, tan nica y perfecta. Le devolv la sonrisa no tan hermosa como la de l - con un Gracias que capt al leer mis labios.

    Pas el examen y nos encontramos afuera del sitio.

    -S que es feo este lugar- me dijo, sin mirarme a m, l observaba el edificio.

    -Coincido con vos, gracias por el regalo- le dije.

    -Lo necesitabas ms que yo- ri vamos a Mc Mila, tomamos algo, de paso me almuerzo una gran hamburguesa- termin de hablar y me empujaba para que tomara la iniciativa de caminar.

    Llegamos al lugar y ped junto con l una hamburguesa con papas fritas.

    -Cmo me conoces- le dije mirndolo con ojos entrecerrados. El ri.

    -Espero escucharte entonces, estpida, lrgalo- respondi.

    Tenamos esa forma de tratarnos, l era un idiota, y yo una estpida. Realmente era una persona autntica (pero no por los insultos precisamente).

    Le cont mi sueo, el prest atencin a cada detalle que sala de mi boca. Almorzamos y solo se limit a escuchar.

    -Necesito que me digas algo, Qu piensas de todo esto?- conclu de esta forma la historia.

    -Guau- dijo piensas que realmente exista tal tipo?- hablaba serio Tendras que viajar ms, en una de esas, lo conoces este ao- dijo sonrindome.

    -No tengo motivos para viajar a ningn sitio- le dije tras un suspiro.

    -Cmo que no?- pregunt- el amor es un motivo- me dijo.

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  • -Motivo para algunos, el amor no es lo principal en mi vida, lo sabes- dije terminando de tomar un sorbo de gaseosa.

    -Algn da lo va a ser, date tiempo, mientras tanto, yo te aguanto, como siempre- me dijo y se larg a rer. Dale que nos vamos- me tom la mano y empezamos a correr.

    -Santiago, la puta madre! no hemos pagado- le dije casi en susurro.

    -Eso es lo ms divertido, nunca ms volveremos a comer ac- dijo rindose mientras corramos hasta mi casa.

    Llegamos y nos tendimos en el piso. Realmente era nico, era un verdadero pcaro. Ahora me causaba gracia haber salido corriendo sin pagar, nunca ms volvera ah.

    Estuvimos entretenidos mirando televisin, de vez en cuando nuestros ojos se cruzaban y sonreamos sin razn. Era una relacin medio extraa, desde los ojos de los dems parecamos novios, pero era un sentimiento de hermanos el que tenamos.

    La noche cay y l se march.

    -Te veo maana, estpida- esboz una sonrisa, me dio un beso y se fue.

    -Cuenta con eso, idiota- dije cerrando la puerta.

    Volv a quedarme sola. Bueno, en realidad estaba mi mente, que trabajaba a mil por hora. El caballero de basto tom posesin de mis pensamientos.

    Y si deba viajar? Y si realmente exista? No le daba importancia a mis pensamientos, ya que solo eran pensamientos.

    Logr dormirme apenas me recost, estaba exhausta.

    Captulo III: Llegada

    Tantos sueos, tantas alucinaciones junto con la realidad haban hecho que perdiera la nocin del tiempo; ya estbamos en las vacaciones de invierno. Pens en lo que me haba dicho Santiago que viajara- pero no lograba convencerme del todo. Podra ir a visitar a Paola mi madre que haca bastante tiempo no la vea. Paola era de esas personas que trabajaban veinticinco horas al da, 8 das a la semana. Amaba su trabajo, era realmente buena en lo que haca. Tena una pequea casa en el lago de una ciudad cercana. Decid telefonearla.

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  • -Hola, mam. Qu tal?- dije a travs del telfono inalmbrico, acostada an.

    -Belcita, Querida! Aqu, corriendo- respondi. Me sorprendi que atendiera el telfono en primeros, nunca lo haca. Necesitas algo cario? Estoy por irme de viaje a Cuba, tendrs alguna valija para prestarme?

    No contaba con ese detalle, no saba que haba programado un viaje.

    -A Cuba mam? Cmo es eso? A qu vas? S, tengo una, puedo prestrtela. Llamaba solo para preguntarte si poda pasar las vacaciones en tu casa, pero creo que ya s la respuesta- agregu entre bostezos.

    -Agradecera que la trajeras querida, ven a casa y qudate, no creo que te moleste la idea de quedarte sola dos semanas, s que encontrars algo para divertirte. Invita a tu novio, Santiago- dijo un poco rindose de sus ltimas palabras.

    Tena razn en una parte, La casa sola para m? Dos hermosas y largas semanas? Pero Santiago mi novio? Puff.

    -De acuerdo mam, preparo mi ropa y accesorios y viajo despus del medioda, y una vez ms-dije con un suspiro falso- Santiago no es mi novio. Nos vemos al rato.

    Cort el telfono e intent dormir un ratito ms, finalmente no lo logr. Empec a armar los bolsos. Obviamente llam por telfono a Santiago para invitarlo, no como novio, sino como amigos que ramos. Le llam y atendi:

    -Hey Santi, qu onda?

    -Hey Bel, La misma de siempre queridsima, la misma que la tuya- respondi con alegra.- Qu necesitas?

    -No mucho, quera saber si te interesa la idea de viajar a la casa del lago de mam. Nos iramos ya, ahora- termin la invitacin.

    -Oh Bel, ya tengo planes- se lament- cumplimos un ao con Juli, la bamos a pasar por ah, slo los dos.

    -Oh! Lo olvid completamente. No hay problema, nos veremos cuando termine el receso- agregu feliz.- Te quiero mucho- colgu el telfono sin darle tiempo a despedirse.

    No recordaba ya que cumpla un ao con ella. De todos modos, no me caa bien. Mi amigo era aprovechable fsica y espiritualmente, y ella era un gato que asomaba cuando alguien le ofreca un trago o cuando alguien deca Shopping. Siempre quise que me responda a cunto equivale (pi) pero nunca me dio la respuesta, y Santiago se enojaba conmigo.

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  • Me vi sola en casa armando y desarmando bolsos. Recog un poco de ropa, la notebook, y todos los cargadores para sta y el telfono; el libro que lea y adems otro porque estaba por terminarlo.

    Tom el colectivo, y le avis a Francis que no iba a estar en la ciudad por dos semanas. Fue un trayecto corto, menos de lo que recordaba. No era una ciudad, en realidad, era un pueblo pequeo, y Paola viva en las afueras. El paisaje era el mismo que recordaba, los mismos vecinos de edad adulta, los mismos rboles, los mismos almacenes. Llegu a la terminal y mi madre me esperaba en su pequeo y gran auto amarillo.

    -Hola mam- salud.

    -Hola Bel, sube las cosas al coche mientras voy en busca de chicles- Respondi a mi saludo con una sonrisa. Saba que siempre masticaba un chicle.

    Qu hermoso coche!, los asientos tapizados con un color que combinaba con la pintura exterior, intercalada con negro. Me sent tranquila despus de haber terminado el viaje con xito, el trayecto a la casa transcurri en silencio por mi parte, Paola hablaba por telfono a Miqueas, su encargado, para que terminara con todo el papelero necesario para el viaje.

    La casa era tal y como la recordaba aunque pareca ms chica. La vieja casa del rbol, la piscina llena de plantas acuticas, la hamaca paraguaya y lo ms hermoso: la vista al lago, pero tambin el pequeo bosque.

    -Hace cunto tiempo que no vengo?- pregunt a mi madre mientras mis ojos contemplaban semejante paisaje.- Es hermoso mam!- dije.

    -S, realmente, aunque no lo disfruto mucho asegur y estacion el coche. Sus ojos parecan querer decir algo que su boca callaba.

    Paola siempre fue enamorada de su trabajo, de vez en cuando sala del pas. A decir verdad, todos los meses, es por eso que tuve que ir a vivir con mi padre.

    Se rompi el silencio que habamos creado.

    -De acuerdo querida, baja del auto- esboz una sonrisa tan perfecta que me pareci mentira el momento anterior, inventado.-Bienvenida a casa hija.

    Bajamos del auto y entr en la casa junto con ella.

    Me encantaba ese lugar, lo senta mo. Me dirig a mi habitacin, estaba cambiada. Sus paredes pasaron del color rosa infantil al blanco y gris, mi cama individual se haba transformado en una de dos plazas, las cortinas con puntillas eran ahora rojas y ligeras. Me gustaba ms que cuando era nia.

    Me sent en el living y encend la computadora, tena un mensaje de Santiago.

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  • Beln, que feo de tu parte colgar el telfono as. Espero que no te hayas enojado, es que ya tena planes. Que disfrutes de tus vacaciones. Y tambin te quiero, bastante Eres estpida Jaja Nos vemos.

    No me haba enojado, yo era as de rara.

    Mam me esperaba en el saln con una merienda de las que siempre me preparaba. Tostadas con dulce de leche y un submarino.

    -Meriendas conmigo?- pregunt al observar semejante bandeja en la mesa.

    -No querida, tengo que irme ya- dijo mientras agarraba su cartera- Cualquier cosa, llama a tu padre y te dejo a cargo mi- dijo sacando algo de su bolso de mano.

    Sera otra caja de chicles? Mis ojos se abrieron como una puerta vaivn en el lejano oeste.

    -Toma, cudalo con tu vida hija, en dos semanas regreso- se dirigi a la puerta de entrada y la cerr tras su paso.- Nos vemos pronto, cudate y de nada.- Se march con una risita.

    No poda creer que algo tan pequeo causara tanta felicidad. Me haba dejado las llaves de su coche.

    No saba qu hacer. Haba tantas cosas que me resultaban interesantes que no saba si dos semanas me alcanzaran para hacerlas.

    La noche haba cado, decid ver una pelcula, prepar unos bocadillos y me hund en el silln frente al televisor. Estaba tan cansada de la universidad, y de la ciudad que ni siquiera termin de ver la pelcula entera, me qued dormida ms o menos a la mitad. Ese sof era tan reconfortante, que me pareci haber dormido unas 8hs en un somier con sbanas de seda.

    Estaba amaneciendo, decid prepararme un caf, buscar una frazada e ir a la hamaca paraguaya a contemplar el crepsculo. El sol se iba reflejando cada vez ms en el agua cristalina del lago, mi pensamiento vagabunde por unos minutos. Haba olvidado mi propsito, el porqu de mi visita, incluso hasta haba olvidado por unas horas al caballero de basto.

    Mis ojos se perdieron junto a mi pensamiento. El amanecer ya haba terminado, ya observaba el sol encandilndome a la altura de mis ojos. Decid salir a dar una vuelta por el bosque.

    Esperaba ver a un lobo de tres metros, con un pelaje cobrizo que se transformara en humano con una increble anatoma, y una sonrisa hipnotizadora, pero supuse que aunque leyera un libro con ese personaje, no sera real. Me re.

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  • Ese sitio era autntico, el sol pareca brillar en sitios estratgicos, en algunos claros. Llevaba la cmara, siempre me gustaron las fotografas de paisajes. Haba capturado como mnimo cuarenta fotos de ese lugar.

    Estaba todo tranquilo, pareca que solo estaba yo. Los pjaros interpretaban un himno al sol por brillar tan perfecto en el cielo. Me haba encantado seguir el consejo de Santi y haber viajado. En un momento sent una mirada, me senta observada. Me pareci haber visto una silueta

    -Hola?!- grit, pero nadie respondi. Supuse que haba transformado el canto de los pjaros en otro sonido.

    Regres a casa.

    Encend el equipo de msica y empec a cocinar, revis mi correo y no haba nada nuevo. Descargu las fotos de la cmara y me puse a observarlas. Sent admiracin, como si no hubiera presenciado el momento en el que se capturaron las imgenes. De repente una foto me llam la atencin. Era un rbol, era grande y frondoso. Pero en una parte de la corteza haba algo raro. Haba una mano humana, como si la sostuviera. La mano tena un anillo. Me sent extraa, hubo alguien conmigo en ese sitio. No haba distorsionado el canto de los pjaros. Decid que no volvera a pasear por el bosque, por suerte, ya tena muchas imgenes de ese lugar.

    Luego de comer, me dirig hacia el bao de Paola, el de su habitacin. Quera tomar una ducha. Al entrar me sent maravillada, era muy amplio y bonito. Tom un bao rpido. Me vest deprisa, me acomod en el silln y segu leyendo hasta que, por una suposicin ma, abrieran las tiendas del pueblo. Mi suposicin estaba en lo cierto, decid ir en el auto, y estacionarlo cerca del centro, para desplazarme cmodamente a pie por las calles.

    Nunca me gust comprar ropa, pero s, mirar vidrieras. Me recorr todos los locales de ropa, de zapatos, de artesanas, de libros, de celulares, de otros accesorios electrnicos- hasta que llegu a la plaza principal, en donde se juntaban los jvenes a andar en skate, rollers y bicicletas. Compr una gaseosa y me sent en un banco expuesto al sol. De repente, por el lado sur del lugar, lleg un grupo de chicos uniformados. Practicaban un deporte, no saba cul. No venan en lnea recta, haba uno que encabezaba al grupo, que iba un par de pasos al frente de los dems. Era muy lindo.

    Tena pelo negro, corto, con rulos, de tez morena, meda como 1.90m, -si al lado de Santiago yo era una hormiga, al lado de este tipo, era un tomo-. Tena un fsico increble, se podan observar sus abdominales bien marcados a travs de su camiseta verde. Una sonrisa brillante y hermosa, perfecta- sala constantemente de su boca.

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  • Creo que mi mirada le penetr en la nuca, como un espermatozoide hace contacto con un vulo. As, muy literal. Pero me sent aliviada al ver que los grupos de chicas que se disponan a m alrededor, tomando mates, tambin lo observaban muy poco disimuladas-. Volv a lo mo, o sea, que dej que mi mente vagabundeara por all.

    Haba olvidado al caballero de basto, hasta ese momento. Cuando mi mente empez a percibir colores ajenos a la realidad, l lleg en su caballo, pero desapareci al instante. S, la ilusin dur muy poco a causa de un pelotazo en mi cabeza. Estaba tan distrada que ca del banco. Me incorpor de inmediato, intent pasar desapercibida pero creo que result intil, ya que las chicas de m alrededor se rieron demasiado fuerte.

    Quera desaparecer, evaporarme, diluirme, algo Intent ocultarme pero fue un fracaso, vea venir hacia m al chico de la gran anatoma (pff, gran cosa) y solo contaba con el diminuto banco de cemento para esconderme

    -Disclpame, fue sin querer. No era mi intencin golpearte- dijo l.

    Parece que el intento de esconderme fall.

    Increble! De cerca era ms atractivo.

    -No hay problema, olvdate.- dije tomando el baln del suelo, entregndoselo en la mano.

    -En serio, mira, te sangra la frente- dijo sealando la pequea herida en mi cabeza. No me percat de que me haba golpeado con el cemento, ni siquiera me dola.

    -Ser mejor que me vaya entonces, adis- dije, tom mi botella casi vaca e intent marcharme.

    -Espera, deja que te alcance al hospital, no puedes irte as, no sera ninguna molestia para m, de verdad- respondi ante mi reaccin.

    -Bueno est bien, mi auto est en la salida del centro, vamos- ahora s me estaba marchando, solo que estaba con l.

    -Guido, me llamo Guido- dijo esbozando una sonrisa que ocupaba su rostro. Era tan perfecta que daba envidia.

    Captulo IV: Hospital

    -Beln, un gusto- culmin la conversacin y nos dirigimos al auto en silencio.

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  • Era realmente lindo, perfecto, pero control la sensacin que me causaba. Finalmente rompi el silencio

    -Eres de ac? No recuerdo haberte visto antes.

    -No, estoy de vacaciones, en la casa de mi madre- respond concentrada en el camino estrecho y prolongado.

    Habamos llegado al hospital del pueblo. Nunca soport la idea de ir a uno, ni a clnicas, salitas, ni nada que se les pareciera. Odiaba esperar, con el calefactor encendido al mximo y muchas personas tosiendo. Pero en fin, no poda negarme ya que se haba ofrecido amablemente a acompaarme y de hecho me senta un poco mareada.

    -Me pareca- dijo no hubiera olvidado tu rostro de haberte visto antes.

    Estaba coqueteando conmigo? Eso era lo que yo esperaba.

    -No ests tan seguro, soy muy fcil de olvidar, no soy muy notable, casi soy invisible- dije esbozando la mejor sonrisa que pude, aunque no pareca ni siquiera un poco a la de l.

    -Por qu dices eso? A m me pareces agradable- dijo.

    - No soportaras pasar ni un da entero conmigo, ahora ves esta faceta de m porque estoy mareada- le mir a los ojos sonriendo. Baj la mirada y contempl el suelo.

    -Te gustara pasar un da conmigo, Beln? me dijo observando la direccin de mi mirada que vagaba por la cermica del piso.

    Qued anonada, por qu pasara l un da conmigo? Igual me hubiera gustado decirle que s. Antes de ello, un doctor sali por la puerta de la guardia.

    -Rivas Beln.- Era mi turno de entrar.

    Ese doctor era joven, rubio, de estatura estndar, ojos azules, cabello peinado prolijamente. Ideal si me gustara ese tipo de personas.

    No cumpli ni un rol importante, solo se limit a preguntar qu haba ocurrido.

    -No es de gravedad seorita, solo pngase un poco de hielo- dijo- Necesita algn certificado?

    -No, gracias. Estoy de vacaciones- asegur bajndome de la camilla una vez que me haba examinado.

    -Tienes un rostro familiar- me dijo- eres de por ac?

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  • Para Guido no era conocida, aseguraba que no se olvidara de m y para el doctor era familiar: raro.

    -No, no soy de ac- asegur- quizs conozca a mi madre, que segn dicen, soy muy parecida a ella. Paola Vidal

    -Beln! Belsita!, Eres t? Hace muchos aos que no te veo, has crecido muchsimo- esas exclamaciones y pregunta salieron disparadas de su boca junto con un abrazo.

    Estaba totalmente perdida como un abogado en un laboratorio de qumica. Miraba a Guido confundida, al parecer l tena la misma mirada en sus ojos. Confusin.

    -Disclpame, soy yo, Roberto, no creo que me recuerdes, tu madre trabajaba en casa de mis padres- dijo soltndome, notando que, yo, casi no respiraba.

    De hecho s lo recordaba, sola comprarme helado cuando l estudiaba en secundaria, siempre llegaba con sus amigos grandes, y yo jugaba con su hermanito Benjamn.

    -Claro que s!, te recuerdo, Cmo est Benja? Sigue viviendo en el pueblo? Quisiera saludarlo.-

    Su sonrisa desapareci por completo, y de sus ojos queran salir disparadas lgrimas. Estaban hmedos, y sus ojos azules de a poco iban cambiando al celeste.

    -lBeln, ha fallecido- se sent en su silla giratoria.

    Cmo? Qu? Por qu? Mis ojos se inundaron de lgrimas y me qued muda. Benjamn estaba lleno de vida, siempre fue una persona alegre.

    -Cunto lo siento. No saba. Perdn- dije acercndome a su silla para ofrecerle un pauelo. No cre que aqul adolescente alguna vez sera sensible, y menos ahora que era un adulto.

    -Descuida, ya han pasado 4 aos, fue muerte sbita, algo muy natural- dijo aceptando el pauelo que pareca vibrar por el temblor de mi mano.

    Decid abandonar aqul lugar. A todo esto, Guido estaba presente y no se despeg ni un segundo de mi lado. Me desped de Roberto y sal a los tropezones de ese lugar. No poda creer lo que le haba ocurrido a Benjamn.

    -Puedo ayudarte en algo? En lo que necesites- me dijo Guido.

    No saba por qu segua all, por qu segua conmigo y por qu no haba vuelto a disfrutar de su da con sus compaeros.

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  • -Gracias, ya hiciste demasiado por m- esboc una sonrisa sin ganas pero sincera- Mejor ve con tus amigos, seguro que te estn esperando.-Me desped.

    -No coincido con vos. A parte los veo siempre, a vos no. Y no s si te voy a volver a ver, al menos en una situacin agradable- Me dijo tomndome de la mano al ver que estaba marchndome en direccin opuesta a la de l.

    -S que no es el mejor momento, pero me gustara que nos encontremos algn otro da- me dijo sonrindome, justo en el momento que una brisa suave surga del lado este y agitaba sus rulos que parecan brillar ms que el sol.

    - Hablamos luego, me tengo que ir- dije y solt mi mano de la suya tomando nuevamente envin para seguir. Y l dej que me marchara.

    Me sent muy mala persona al subir al auto, ya que ni siquiera lo haba alcanzado a la plaza en donde nos habamos conocido.

    Mir hacia atrs, pero l ya no estaba. Not que en el asiento del copiloto haba un papel. Tena una nota:

    Llmame. Espero que podamos vernos en una ocasin sin golpes. Hasta entonces. Guido

    Y a continuacin su nmero de telfono. Lo raro fue que en ningn momento not que estaba escribiendo, ni que haba sacado un papel y una lapicera de la guantera del coupe. Me alegr que lo haya hecho. Sin darme cuenta ya haba llegado a casa y el da prometa terminar de manera estupenda.

    Entr al bao, me mir en el espejo. Estaba totalmente desalineada y la sangre se haba secado fuera de la gasa que me haba puesto Roberto. Me sumerg en la baera esperando descansar y relajarme. Lo bueno es que no estuve sola, Guido estuvo conmigo en todo momento. Incluso sumergida en un bao de espumas lo senta cerca, no haba dejado de pensar en l desde que le esa nota. No saba si llamarlo o no. Slo se me ocurri llamar a Santiago, haca dos das que no saba nada de l.

    El telfono repic un par de veces hasta que del otro lado son una voz.

    -Hola- dijo Santi

    -Hola idiota, qu bueno encontrarte!- Respond a su saludo

    -Bel!, estaba extrandote. Cmo ests querida?- su expresin hizo que me sintiera un poco mejor y contenida.

    Charlamos de lo que haba pasado en estos dos das. Yo le cont de Benjamn, de Roberto y de Guido. l me habl de su novia y de que no le haba ido bastante bien en estos das. Me dijo que yo era su amuleto de la suerte y que, cuando estaba cerca, le iba muy bien con Julia. No s por qu. Realmente. Estuvimos hablando hora y media, hasta que decid cortar

    20

  • -Chau Santi, voy a dormir, espero que mejore todo. Te quiero muchsimo.- Me desped.

    -Que descanses y suees conmigo, eh, digo, con los angelitos. Jaja, te quiero muchsimo ms, y ojo con ese morocho.- Cort primero.

    Ese morocho? Me acord. El caballero de basto.

    Decid no pensar y dormirme de una vez por todas.

    El sueo no me dej tranquila, me despert a la madrugada y no pude dejar de pensar, pero no pensaba en el caballero de basto, pensaba en Guido. Decid llamarlo.

    -Hola?- Son del otro lado.

    -Disclpame, Guido? No quise despertarte- dije.

    -Quin habla? No s ni qu hora es- pregunt todava dormido.

    -Soy Beln, hoy me acompaaste al hospital-respond- Pero durmete de nuevo, perdname- atin a cortar la llamada pero escuch su voz, ahora normal.

    -No, est bien, no me molestas. Pasa algo? Cmo te sientes?- dijo.

    -Bien, gracias. Est todo tranquilo y silencioso. Solo quera saber de vos.- la ltima oracin fue por accidente, en ninguna vida imagin decirle algo as a alguien y mucho menos a alguien que apenas conoca haca varias horas.

    -Saber de m?- Pregunt con cierto sentimiento de intriga.

    No saba cmo iba a hacer para escaparme de esa situacin ya que siempre me caracteric por responder las preguntas que se me presentaban.

    -S, es que te dej en el hospital y me fui, sin decir nada- saba que poda escaparme de esa.

    -Ah, por eso. No te preocupes, fui para mi casa- respondi a mi preocupacin-

    -Bueno, solo era eso. Que descanses, Guido.- Cort el telfono sin darle siquiera oportunidad para despedirse.

    Volv a la cama y pude dormirme.

    A la maana siguiente volv al hospital, quera saber si la hinchazn y moretn se iran pronto.

    21

  • No encontr a Roberto, record que dijo que esta semana atendera por la tarde. Igual decid quedarme cerca para ver si lo encontraba. (Pero fue un intento fallido.)

    Sal a caminar por las cercanas. En un momento llegu a una cancha de rugby y me acord de Guido. En ese instante, mi pensamiento qued vaco. Otro baln me haba golpeado en la cabeza. Por suerte no me ca. Al golpearme, la pelota sali disparada hacia la vereda de enfrente. Fui a buscarla.

    Cuando alcanc a tomarla not que alguien vena corriendo detrs de m. Estaba trotando, lo reconoc. Cuando se dio cuenta de que era yo, cuando me reconoci empez a rerse.

    -Tengo dos deducciones, la primera es que me persigues y la segunda es que persigues a mi baln, es la segunda vez en apenas dos das que nos cruzamos de esta forma.- dijo.

    No poda creerlo, era l, Guido, as, con sus rulos morenos brillando, con su sonrisa de pelcula. Sonre.

    -Lamento lanzarte una tercera deduccin-dije- estoy dando vueltas porque espero una respuesta de la clnica.

    Ni que quisiera cruzrmelo siempre, Puff.

    -Oh, qu lstima! Hubiera sido bueno que quisieras verme- respondi.

    Empezaron a escucharse gritos dirigidos a l: Vamos, Guido, se termina la hora-

    -Me tengo que ir- dijo y se march corriendo con el baln cargado en su brazo.

    Yo volv a lo mo. Me dirig a mi casa.

    Me demor un poco en el camino ya que haban cortado las calles por una feria, un parque de diversiones.

    Llegu a la casa de Paola, el telfono estaba sonando.

    -Hola- habl en el parlante.

    - Beln? se sinti a mi respuesta.

    -S, quin habla?- dije intrigada.

    - Uh, ya te olvidaste de m? Los golpes con balones suelen producir ese efecto- termin su frase con una risita graciosa y divertida.

    -Guido?- Pregunt.

    22

  • - S, quin ms? No saba que alguien ms, sin querer, te golpeaba con una pelota- volvi a rer.

    S, una pregunta estpida. Acaso a todos diariamente una persona distinta les golpea en la cabeza con un baln de rugby? Re.

    -Qu haces?- dije sentndome en un silln en las cercanas de mi habitacin.

    -Respiro, y hablo por telfono- respondi.

    -Claro, respirar es importante- me re, quin aclarara algo as?

    - Jaja, en fin. Quieres ir al parque hoy?- Me invit.

    -Mmm, bueno, dale, no tengo nada para hacer.- acept- A qu hora?

    - A las 15:00hs, paso a buscarte, chau- colg el tubo.

    Mir el reloj, faltaban veinte minutos y todava no me haba arreglado.

    Me puse un jean viejo, una musculosa, zapatillas cmodas y calc la bandolera.

    Me pein un poco, me puse una vincha y arriba una campera, obvio, era invierno.

    Sal de la casa, me esperaba un coche rojo, muy lindo, con vidrios polarizados, stos, al deslizarse hacia abajo, hicieron aparecer a un chico hermoso, encantador, con una sonrisa hermosa.

    Captulo V: La Feria

    -Mira, eres puntual- dije caminando en direccin al coche.

    - S, soy un tipo de palabra-. Me abri la puerta y comenz a rerse.

    Me salud de manera muy suave, sus labios rozaron mi mejilla derecha con una sensacin placentera. Cambi la marcha del auto y fuimos en direccin al parque de diversiones.

    El trayecto fue silencioso, el sol brillaba intensamente en el cielo, pareca un da de primavera, y pensar que estbamos a mediados de julio en el hemisferio sur. En un momento, el silencio se interrumpi, su boca dej a vista del mundo unos dientes blancos que encandilaban con el sol enfrentado a ellos.

    -Llegamos- dijo.

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  • Me senta algo inhibida y ansiosa a la vez, como si la corriente sangunea se fuera incrementando en el pecho provocndome taquicardia cada vez que insolentemente esbozaba esa sonrisa tan tan perfecta.

    -Ests bien? Te ves plida- me pregunt y al mismo tiempo que aclaraba el porqu de su pregunta, tocaba mi frente con su mano.

    -Estoy bien, slo un poco claustrofbica. Es a causa del auto, igual, bajamos ahora- dije retirando su mano de mi frente.

    En ese momento su mano se pos en la ma, como si fuera un espejo.

    -Vaya, tienes manos grandes- dije. No lo plane, mi mente me traicion. A parte, quin dira semejante estupidez consciente?

    -S, lo s. Me sirven para tocar el piano- dijo sonriendo, aprisionando mis dedos entre los suyos.

    -Algn da me enseas cmo tocas- dije retirando mi mano de la suya, abriendo la puerta del auto y cerrndola tras mi bajada (la sensacin de encierro estaba arruinndome). l baj rpido.

    Continuamos caminando por un sendero iluminado por el sol, rodeado de nios reclamando a sus padres algodn de azcar y dinero para la montaa rusa.

    Nos dirigimos al puesto de chocolate que estaba all y compramos dos chocolatadas.

    Empezamos a charlar como si furamos amigos de toda la vida.

    l me cont que tocaba piano, que viva con sus padres y que empezara a estudiar el ao prximo alguna ingeniera, que todava no estaba decidido. Tom dos aos de descanso luego de la secundaria para elegir algo que le apasionara Me cont que le fascinaba el Rugby, y que deseaba algn da jugar en la seleccin nacional; que le gustaban los lugares pequeos, le gustaba viajar y que algn da recorrera el mundo. Y que estaba esperando a la chica con la que cumplira la mayora de las metas.

    Su familia no era muy unida, su padre trabajaba mucho, era hijo nico, su madre siempre arreglaba la casa y comparta con l muchas cosas.

    -Es como si no se quisieran, como si estuvieran ah, juntos, solo por m.- dijo una vez sentados en el csped contemplando las atracciones del parque.

    -No veo amor en sus ojos, y yo quiero eso para m: amor, amor de verdad- exclam y termin mirndome a los ojos. Los de l: eran hermosos.

    Me mora del amor, no cre que existiera ese tipo de chico: hermoso por dentro y por fuera.

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  • Pronto corri la mirada y se acurruc sobre m Yo estaba sentada como indiecito y l apoy su cabeza sobre mis piernas. Empec a acariciarle su cabello, de la nada, no s porqu lo haca, pero me agradaba y al parecer, a l tambin

    -Espero que encuentres todo eso que quieres, es ms yo creo que es algo seguro- lo mir y ofrec una sonrisa muy poco impactante.

    Realmente me hipnotizaba, solo esperaba que l no lo supiera. Sin esperar respuesta alguna, continu con lo mo.

    -Es hermosa- dije.

    l se volte para ver qu era lo que yo contemplaba.

    Era inmensa, nunca haba estado tan cerca de una como ella. Siempre se vea en televisin cuando haba publicidad de Disney World pero Mirda! S que era la montaa rusa ms grande que haba tenido enfrente de m.

    -No saba que eras aficionada al vrtigo- dijo mirndome.

    -De una, siempre quise subir a una as.- dije y camin hacia la gran mquina de vrtigo.

    Nos subimos, vi en Guido un poco de miedo. No poda ser un flancito con semejante apariencia.

    -Tienes miedo Guido? Jaja, puedes bajarte si quieres- dije un poco burlndome de l (un poco?)

    -Miedo? Ven conmigo- me tom de la mano y me llev al primer vagn, en donde se poda ver toda la estructura del juego.

    Un poco de miedo me dio, pero despus de burlarme no poda echarme atrs.

    Fue la sensacin ms hermosa de mi vida.

    Siempre, de nia, fui de las que no teman a nada, saltaba desde el techo, cruzaba los semforos en rojo, entre otras actividades que crea extremas. Me hizo revivir momentos guardados haca mucho tiempo ya. Pero me descompuse un poco. Bajamos y casi pierdo el equilibrio, tena la chocolatada revuelta, l me sostuvo.

    -Aficionada al vrtigo vos? Me parece que me hiciste el verso- me dijo sostenindome para que no me cayera.

    Me hice la cocorita antes de lo debido. Estaba mareada.

    -Cllate- le dije.

    25

  • Guido comenz a rerse.

    -Eso s que es hermoso- habl

    Intentaba ver si lograba encontrar, lo que esta vez, l contemplaba.

    -Qu? Qu cosa?- pregunt intrigada.

    -La casa de los espejos- dijo- Quieres ir?- pregunt sin esperar respuesta, de repente me solt y se dirigi hacia ella.

    Sin pensarlo dos veces, lo segu, en un momento lo perd de vista. Era un laberinto, estaba perdida, lo haba perdido. No consegua sostenerme en pie, no s si era el efecto ptico de los espejos o el mareo y las nuseas que tena, pero logr visualizar a Guido, borroso segua siendo perfecto.

    Mis brazos se encontraron con los suyos, y ca en ellos. ramos una sola persona. Mis ojos hicieron contacto con los suyos, y mis labios se acercaron a l, pero antes de que l acercara los suyos, sent nuseas y los corr. Definitivamente no saba dnde esconderme, sus hermosas zapatillas quedaron cubiertas de mis desperdicios.

    -No era lo que esperaba, te lo confieso- Dijo l al mirar hacia abajo, contener la respiracin y apartar su mirada.

    Si haba algo catastrfico que pudiera pasarle a una chica, esto estaba de seguro entre el primer y segundo lugar de lo ms trgico.

    - Me siento mejor sonre y me sonroj - Perdn.

    - No hay problema, ests en deuda conmigo, recuerda que puedo vomitarte en otra ocasin- dijo riendo. Salgamos de ac, te voy a llevar a casa.

    Esta conversacin adems de trgica y horrorosa me result poco decente y asquerosa. Pero fuimos a casa. Lo invit a entrar y a que lavara sus zapatillas. Era lo mnimo que poda hacer, (en realidad, yo debera haberlas lavado).

    -All est el lavadero, yo voy a baarme- le dije tmida y sonrojada.

    - Bueno, tranquila, no hay problema, me las arreglo solo- me regal una vez ms su sonrisa nica y se dirigi hacia la habitacin de lavado.

    Entr a baarme, no tom conciencia del tiempo. Por un momento haba olvidado que el chico ms perfecto de todos estaba en mi casa

    Sal en cuanto lo record. Me vest y pein rpidamente. Me dirig a la cocina. No s cmo lo haba hecho, tampoco s el porqu de su atrevimiento.

    -Perdn, pero como demorabas mucho decid preparar algo de comer- Dijo Guido mientras luca el delantal de Paola.

    26

  • La mesa luca fabulosa, incluso la comida era sabrosa. Realmente exista tanta perfeccin? La respuesta era S y estaba en mi cocina.

    -Gracias por todo- Sonre y lo mir a los ojos.

    Sus ojos verdes eran increbles

    -Yo levanto la mesa- intent evitar conexin alguna con l, no quera perderme en su mirada.

    -Bueno, yo creo que es momento de irme- se levant intentando despedirse.

    No quera que se fuera, a pesar del incidente, haba sido un da estupendo.

    -Qu lstima, te acompao hasta la salida- repuse a sus palabras.

    Llegamos a su auto en silencio, yo no saba que decir, y pareca ser que l tampoco.

    El silencio no desapareci pero nuestras miradas empezaron a hablar solas, sent algo ms por l esa noche...

    -Guido- pronunci su nombre intentando algo ms.

    -S, Qu pasa?- dijo acercndose demasiado a m, casi senta su respiracin en mi cara. Nunca dese besarlo tanto como en ese momento.

    -Nos vemos maana- dije alejndome de l

    Qu idiota!

    -Nos vemos- se alej en direccin a su coche, en silencio, con intenciones de marcharse.

    -Espera!- grit y me acerqu corriendo hacia l.

    El grito termin en un beso, un beso que detuvo al mundo por un instante eterno, un segundo perfecto. El beso nunca antes visto en ninguna pelcula de amor.

    Captulo VI: Confusin

    Ese beso haba sido magnfico, se me haca indescriptible, indescriptible difcil de explicar mediante letras. Fue el momento ms hermoso de mi estada en ese lugar Por un momento sent clido al fro, transform en brisa al viento, las nubes parecan convertirse en estrellas, y la noche pareca recin nacida

    27

  • Perd por completo la nocin de la hora, ese instante pareci durar una eternidad, y tan solo fueron segundos. Fue perfecto, hasta que termin Su mirada despus de que nuestros labios se separaron, no fue la de una persona a gusto con lo sucedido. Pude ver que no estaba todo bien.

    -Perdname, fue un impulso- dije alejndome unos pasos hacia atrs, ruborizada.

    Sera que l no sinti lo mismo que yo?, no senta lo que yo senta por l. No tena intenciones de dejar pasar algo entre nosotros. Cmo pude confundirme as? Las seales que cre que venan de su lado, no eran reales? No existan? Las imagin. No saba dnde esconderme. Las mariposas que haban nacido, se estrellaron contra la pared del estmago creando malestar, era como si quisieran salir de all, como si quisieran desaparecer junto conmigo.

    -No, no hay nada que disculparte. Yo tambin particip de esto.- dijo querindome tranquilizar, pero no consigui hacerlo.

    No entenda, por qu no se lo deca a su cara lo que me deca a m? Su rostro expresaba algo totalmente ajeno a lo que su boca emita. Era obvio, l no gustaba de m, no senta nada por m. Quin sentira algo as por una persona que conoca haca un par de das solamente? Saba quin: Yo.

    Pareci leer mi mente cuando sigui con su habla.

    -Beln, t me gustas y demasiado- me dijo tomando mis mejillas que se encontraban bajas, en direccin del suelo.

    Por qu creera eso?

    -No se nota, no lo parece, no hace falta que me mientas, Guido- no lo poda creer, lgrimas salan disparadas de mis ojos Era todo esto algo real?

    -No, bonita, no llores, por favor- me dijo y me bes.

    Este beso pareca ser mejor que el anterior. Me dej llevar, fuimos adentro. Su rostro pareca cambiar, pero su estado de preocupacin segua.

    Nos encontrbamos acostados en el silln del living, yo acurrucada sobre su pecho, tranquila, callada, quieta.

    -No entiendo- romp el silencio. Estoy confundida.

    Recib un beso en la frente.

    -Es que no te he contado algo, hay una cosa que no sabes- dijo mirando a la nada-

    -Podras empezar a hablar, si quieres- me fui alejando de l

    28

  • Me sent en otro silln, con las rodillas juntas, y mis brazos entrelazados con ellas.

    - Hay otra persona, Mnica, ella est de viaje.

    QU?! OTRA PERSONA?! Sera su novia, no reaccion muy bien.

    -Acaso ests loco?!- Me par de un salto. -Cmo no me lo dijiste antes?! No quiero causar una ruptura ni crearte una confusin. Lo lamento tanto. Creo que deberas irte. Y lo siento, en serio.- Fui en su direccin, con intenciones de tomarle la mano, levantarlo y empujarlo hacia la puerta.

    Mi intento fall, ya que cuando le tom la mano, su brazo me impuls hacia l. Mir sus ojos y estaban raros. Su mirada pareca querer decirme algo. Casi logr hipnotizarme.

    -Guido, qu haces? Tienes que irte, por favor- dije en voz baja aun mirando sus ojos.

    -Beln, te quiero a ti- me dijo desconectando su mirada de la ma, dirigiendo su boca a mis odos.

    Literalmente me derret.

    -Ests confundido, t quieres a tu novia- le dije, logrando liberarme de sus brazos musculosos. Vete, por favor.- Fui hacia la puerta, e intent darle paso a Guido, sostenindola abierta.

    l se par, y se dirigi hacia la salida, pero antes

    -Mnica y yo terminamos hace tiempo, slo que ella no lo acepta. No quiero que tengas complicaciones cuando vuelva, es bastante desquiciada. Por favor, dame una oportunidad- me dijo tomndome las manos.

    -Es tarde, tienes que irte- lo incit a marcharse. Y lo hizo.

    Haca mucho fro esa noche, era helada. Y yo no lograba procesar todo lo que haba sucedido.

    Intent llamar a Santi, pero no tena su celular encendido. Fui a baarme, otra vez. Y me acost a dormir, pero fue lo que menos hice. Necesitaba entender todo. Y no consegua nada. Creo que senta algo ms por Guido que un simple romance.

    Logr conciliar el sueo, y bastante. Era un viernes y me despert pasado el medioda. No tena nada interesante para hacer. No haba creado una rutina, ni nada. Decid ir a recorrer el lago Llev conmigo mi guitarra, y el equipo de mate. Una lona y un sombrero.

    29

  • El sol brillaba mucho, y muy fuerte, pero el viento era increble, soplaba muy fuerte. Llegu a una parte alejada de mi casa, no quera estar cerca. Estir la lona, desplegu las cosas que cargaba y me sent. Contempl semejante paisaje. No haba visto antes con detalle las sierras que aparecan delante de m. Tom un mate y segu observando.

    Mi pelo bailaba al son del viento, no pareca hacer tanto fro cuando ste, por momentos, se detena.

    Tom mi guitarra y comenc a cantar.

    >

    Me detuve un momento al escuchar a alguien venir.

    Ese alguien se sent al lado mo.

    -Tienes una gran voz, acaso eres un ngel? Por qu llegaste tan perfecta a mi vida?- Guido contempl el paisaje que yo miraba y luego me mir a m.

    Era increble, realmente deseaba que estuviera ah, conmigo, me lamentaba por la manera en que haba acabado todo la noche anterior. Me sonroj.

    -Cmo me encontraste?- dej mi guitarra en su estuche.

    l sonri, de manera tan perfecta como siempre, e incluso cada da adquira ms grandeza.

    -Slo pens que si eras la persona que yo crea, estaras en un hermoso lugar, contemplando un paisaje y de manera serena pensando- Intent captar mi mirada, pero yo segua mirando el paisaje.

    Intent seguir. Le mir, le sonre.

    -Quieres un mate?- le ofrec y el asinti con la cabeza.

    Habamos pasado el rato charlando de cualquier cosa, contndonos ancdotas de nuestra infancia, intentando ensearle a tocar la guitarra pero eso era un fracaso.

    Haca calor...

    -Corres rpido? Pregunt.

    - La verdad, no- Luego Sal corriendo por la playa.

    l sigui por detrs, Guido corra bastante rpido, pero no tanto como para alcanzarme O atraparme.

    30

  • En un momento mi sombrero se vol; me olvid de que Guido intentaba alcanzarme y fui tras l. No lo alcanc y cay al agua. Guido me alcanz.

    -A caso le temes al agua?- dijo instantneamente sacndose el pulver y su remera, corriendo hacia el lago.

    -Ests demente Guido, est fra el agua, vas a enfermarte.- le grit, pero era tarde.

    En un momento lo perd de vista, no estaba ms. Me dio desesperacin,

    -Guido? Guido?!- grit pero pareca no escucharme, -Guido, no es gracioso, sal de ah, sea donde sea que ests.-

    No apareca. No lo pens dos veces y fui tras l, me met en el lago. El agua estaba helada. Y mi desesperacin creca.

    -Guido!?-

    -Hola- dijo detrs de m, con mi sombrero puesto en su cabeza.

    -Ests loco acaso!?- le empuj con enfado, realmente me haba preocupado. Le quit mi gorro y sal temblando

    -Bueno, perdname- se disculp mientras pareca disfrutar del agua.

    Era un idiota, Cmo poda hacer eso? Estaba helada, senta que me congelaba. Deba quitarme la ropa para secarme.

    -No mires Mtete bajo el agua, quieres?- segua enojada.

    No s si me observ, pero me saqu jean y sweater, y me cubr con la lona que era trmica. Al terminar, l sali del agua. Cunta hermosura! Su cuerpo era tan perfecto como su sonrisa, sus rizos estaban intactos y brillantes, pero pareca tener fro.

    Ya haba logrado aclimatarme. Tena la temperatura normal, pero sin ropa La lona era bastante grande

    -Tienes fro verdad?- me re ya estaba tranquila.

    -No te ras, porque tienes tu sombrero al menos- repuso cruzando sus brazos.

    -Gracias por cierto, lstima que ahora tienes fro- volv a rerme.

    -Djame usar tu lona- dijo acercndose

    -No, la estoy usando yo- respond alejndome con la manta encima...

    -Te presto mi remera, est seca, y te quedar como vestido, pero djame entrar en calor.

    31

  • Me daba lstima, su carita de nio bueno, le sala bastante bien.

    -Bueno, pero no veas. Date vuelta- hizo caso a mis palabras.

    Tom su ropa y me vest. Tena su perfume, me encantaba y me volva loca.

    Y tena razn, me quedaba como vestido.

    -Te queda muy sexy- me mir rindose y envolvindose en la lona.

    -No te burles, tienes fro todava?- le dije acercndome en l, con el pelo revuelto,

    -S, mucho fro. Podras abrazarme, t ests seca- dijo ponindome una cara de ternura extrema.

    Era un tonto, pero saba cmo tenerme a sus pies. Pero as fue, lo abrac aunque sus brazos me cubrieron a m. Era terriblemente pequea comparada a l. Sent su calor a pesar de que l tuviera fro.

    Estuvimos as un par de minutos. A pesar de su mojada, senta su perfume igual de intenso que la noche anterior. O quizs era su remera la que me haca confundir.

    Me sent observada. Levant la cabeza y con eso, la vista. Sus ojos estaban all, pendientes de la direccin de mi mirada, mis manos recorrieron su abdomen, rozando cada msculo que tena hasta que llegaron a su cara, le acarici y sus labios se acercaron a los mos. No podra besarlo otra vez, o quizs l era quien pretenda robarme un beso a m.

    -Guido- Susurr.

    -Shh, no digas nada, no arruinemos el momento- me dijo tomando mi cara en sus manos.

    - Ests confundido Guido, por favor, no me hagas esto- dije queriendo perder de vista sus hermosos ojos, pero fue imposible.

    -Nunca estuve tan seguro en mi vida, te quiero, te quiero a ti. No soy un loco por entenderlo antes de tiempo, quizs luego, sea tarde- logr que mi mirada se centrara ms que nunca en sus ojos- T me quieres?

    Me derret, no pude contenerme ms.

    -Ms de lo que crees Guido- Termin la oracin aferrndome ms fuerte a su cintura.

    -Entonces, no me dejes ir- me abraz con fuerza y delicadeza.

    Ese momento fue ms hermoso que el primer beso, sent amor y sinceridad.

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  • Captulo VII: Guido Connor.

    Realmente no poda entender lo que me pasaba siempre fui una romntica reprimida, o quizs una fra con corazn de hielo. Guido sacaba lo mejor de m, aquello que ocult siempre. Sentimientos? Quizs.

    Sent admiracin e intriga por saber quin era Guido Connor, quin era esa persona que me enamoraba e hipnotizaba cada da. Lo admiraba desde sus rizos color negro, hasta la punta de sus pies. Si algn sabio diera la definicin de algo real y perfecto que exista, seguro que en la definicin se encontrara su nombre.

    La tarde haba transcurrido en la playa, yo apoy mi cabeza en su regazo. Me senta intimidada cada vez que me pescaba mirndolo, contemplndolo; ya que l sostena mi mirada con sus ojos, hasta que yo, por voluntad propia (en realidad por falta de fuerza) giraba mi cabeza hacia otra direccin.

    -Por qu no sostienes la mirada?- pregunt ms de una vez rindose- Te falta fuerza.

    Yo diriga mi cabeza en su direccin, lo miraba a los ojos y responda:

    -Si no tuvieras una mirada de guerrero, firme y fija, podra mirarte ms tiempo.

    Me levant. Empez a sonar mi celular: era un mensaje de texto, con una cancin que duraba unos cuatro minutos si no lea antes.

    En eso, Guido se puso de pie tambin y, de modo gracioso, me habl.

    -Me permitira esta pieza seorita?- se agach haciendo una reverencia.

    Le mir atnita, parecamos nios pequeos.

    -Slo esta pieza- respond con otra reverencia.

    De repente tom mi mano derecha con la suya y con su otra mano, tom mi cintura. Comenzamos a danzar. Creo que no escuch la msica en ningn momento, slo me dej llevar por l. Su mirada combinada con su sonrisa, me volvan loca.

    -No sabes bailar- Esa persona tan maravillosa me susurr en el odo junto con una risa silenciosa.

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  • -Claro, lo has notado porque bailas peor que yo- me solt Est bien, pondr algo ms a la lista de inutilidad, pero te anoto conmigo- me re y fui a leer el mensaje.

    Era Santi que me contaba que haba terminado con Julia, su novia

    Le llam.

    -Santi, cmo ests?-

    -Bien, la verdad cre que iba a estar peor. Ahora no puedo hablarte Belu, estoy con ella, discutiendo, hablamos despus, de acuerdo? Te amo y extrao idiota.

    Colg.

    Volv mi mirada a Guido, l me observaba con una mirada seria y pensativa.

    -Sucede algo?- pregunt.

    -S, la verdad, s. Me preguntaba si-qued en silencio.

    -Te preguntabas si Qu?- Le mir acercndome a l, mirando de manera firme sus ojos... Puff, firmes, eran un poroto al lado de l. Descubri mis intenciones, y fij ms potente que nunca su mirada en la ma. Corr la vista. Ri.

    -Maana quieres hacer algo conmigo?-pregunt.-Pero durante todo el da haremos lo que yo quiera, te aviso.

    Mmm, me intrigaba, necesitaba sacarme la curiosidad de encima, entonces acept.

    -Bueno, pero luego, haremos lo que yo quiera. Y vmonos que parece que va a llover.-tom mi guitarra, mi manta, y sal hacia el camino de regreso.

    l corri tras de m.

    Habamos llegado a casa, le ofrec entrar, pero dijo que tena que hacer unas cosas y se hara tarde para l.

    A la hora de despedirse de m, se acerc demasiado. Cada vez me senta ms pequea entre sus brazos.

    -Maana paso por ti temprano, ponte ropa cmoda y lleva abrigo- me dijo despegndose de m, despus de unos largos minutos dndome su calor.

    Se despidi, me bes la mejilla y me susurr te quiero de la forma ms dulce que pude imaginar.

    34

  • Sent curiosidad por la actividad del da siguiente. Me adentr en la casa. Haba salido sin acomodar nada, era un desastre y ya era tarde. Puse msica y empec a limpiar. Navegu en internet. Y fui a dormir. No tuve xito.

    So con el caballero de basto, esta vez tena rostro, era l, era Guido, en un caballo color caf, hermoso, y en la ilusin me invitaba a ir con l. El sueo se transform en pesadilla, no saba por qu, pero comenc a correr en direccin opuesta a l, sin mirar atrs. Llegu al bosque, al claro que ya conoca, y no encontr salida. Sent a alguien correr intentando alcanzarme, y algo saba: no era una persona.

    Me despert exaltada, no paraba de transpirar, ni de tiritar de fro. Algo era claro, tena fiebre y quizs estaba por venir una gripe. Me incorpor en el suelo para ir a darme un bao, eran apenas las cinco de la maana. Me sumerg en la baera y comenc a hacer un repaso de la realidad, segua atormentndome ese sueo de mis intentos por entender que era lo que me pasaba con Guido.

    Son el telfono, quin podra llamar tan temprano? Supuse que sera Santi para adelantarme lo que haba sucedido con su novia, pero no.

    -Hola Beln, Cmo te encuentras?- Era Guido.

    -Guido, hola. A decir verdad, tengo un poco de fiebre. Estoy exhausta.

    -Dentro de un rato estoy por all- Antes de que pudiera responder que no haca falta que viniera, antes de que le preguntara para qu vendra, colg.

    No tuve intenciones siquiera de vestirme, ni arreglarme para recibir la hermosa visita de mi caballero de basto.

    Segu en pijama, despeinada y con las pantuflas de color rosa que me haba obsequiado Paola haca unos aos y que por extraa razn haban quedado sepultadas en una caja, atrs de mi ropero. (Eran horribles y ese color tan pegajoso. Puaj)

    Eran casi las seis y lleg Guido. Tan simple, tan comn, tan hermoso, atraves la puerta de la entrada y lleg hacia m.

    -Por qu llamas tan temprano? Acaso no sabes que la gente normal duerme a las cinco de la maana y ms an en invierno?- pregunt divertida mientras lo abrazaba. Supuse que sera la fiebre que tomaba posesin de mi cuerpo y me incitaba a ser afectuosa y cariosa como nunca.

    No saba dnde esconderme, ni por qu me demostraba tan dbil en cuanto a la poca fortaleza que haba creado en este tiempo para enfrentarme a mis enemigos: los sentimientos a flor de piel. Recibi mi abrazo y me bes en la frente. Sent que no era de esta poca, que era una persona mayor atrapada en el cuerpo de un joven de 20 aos.

    35

  • Me perd en sus ojos cuando me apart para hablarme.

    -Present que no estabas bien. Ninguna persona normal, que se haya metido en el lago en invierno, sale sin pescar una buena gripe- sonri.

    -Guido, t mismo lo has dicho, yo no soy normal- me tambale y ca de nuevo en sus brazos.

    -Vamos a acostarte, no tienes buen aspecto- me dijo, me alz y me llev hasta mi cama.

    -Estoy bien, no te preocupes, Qu haces aqu? Deberas estar programando nuestro interesante da.- balbuce mientras me tapaba con mi frazada.

    -Espera- me incorpor en la cama- Tu tambin te has metido en el lago, y mrate, ests radiante como siempre. Eso no es justo- cerr los ojos.

    Sent como el calor suba, y el fro por otro lado tambin lo haca. Guido no me responda, o s lo haca, estaba muy aturdida para escuchar lo que sus labios pronunciaban. Supongo que habra dicho: Yo tampoco soy normal, por eso no me enfermo o algo as.

    Me haba dormido, ya que no recordaba haber salido de casa y haberme dirigido al bosque. So con el caballero de basto y luego despert. A mi lado estaba l, dormido pero velando m sueo. Me senta mucho mejor, el calor y el fro se haban ido, mis ojeras tambin. El sol estaba alto, supona que ya haba pasado el medioda.

    Era increble. Guido transmita tanta paz que me daba pena despertarlo, y me acurruqu a su lado nuevamente. Me sinti, me abraz y le correspond del mismo modo.

    Pens que quizs podra tener hambre, no haba almorzado y yo tampoco. Me mov de su lado y me dirig hacia la cocina, sin vestirme ni arreglarme.

    Quise preparar algo elaborado, pero nada bueno sali de ello. Tuve que tirar la mitad del almuerzo-merienda que se quem.

    Guido apareci en la cocina con cara soolienta y me interrumpi.

    -No puedo dejarte sola un minuto que tienes intenciones de quemar la casa?- sonri y se apoy en la mesa, se sent en una silla hipnotizado por el sueo.

    -Lo siento- me disculp.

    Pareca entrar en s cuando saqu de la heladera unos sndwiches que haban quedado de haca unos das.

    36

  • -Con eso piensas alimentarme?- Pregunt tomando uno, mientras contemplaba pequeas reas verdes.

    Empec a rer.

    -Pues, hoy no bamos a hacer lo que t quisieras? Si no quieres comer esto, no lo hagas. - tom otro con la mano y realmente, eso no era nutritivo y lo nico que llegara a causar era un desorden estomacal o una intoxicacin.

    -Vamos a comprar algo fuera- se levant- Y como vamos a hacer lo que yo quiera, t vas a ir en pijama y con esas hermosas pantuflas- Comenz a rer como si realmente lo disfrutara.

    Mi cara de bromista desapareci y apareci en m una mirada salvaje y desconcertada.

    -Primero las damas- me dijo dndome lugar en la puerta.

    -S, como digas- sub al auto rojo dando un portazo.

    Lo ms lgico hubiera sido no prestarle atencin, haberme cambiado y dirigido al auto, pero mis palabras haremos lo que t quieras resonaron en mi cabeza. No era una persona de las que faltan de palabra, por ms tontas que sonaran y por ms que me llevaran a situaciones estpidas.

    Recordaba cuando haba tenido que ir disfrazada de payaso al cumpleaos del hermanito de Santi, porque le haba dicho que sera pan comido manejar a un grupo de nios. l haba tomado mi palabra. Esos pequeos fueron las criaturas ms crueles del mundo. Mi cabello rosa haba quedado con la mitad de pelo con el que haba iniciado, mi nariz roja se haba esparcido por toda mi cara, sangre brotaba de mi boca y casi qued desnuda frente a todos ya que haban destrozado mi traje. Fiel a mis palabras ninguna lgrima cay sobre mi cara colorida y llena de sangre. Por supuesto que ir en pijama a la tienda del pueblo no era nada en su comparacin.

    Nos habamos dirigido en silencio. Guido fijaba su mirada en el camino, no pareca nada serio ni concentrado, ya que todava estaba burlndose de m, sonrea con placer de tenerme as, a su disposicin.

    Habamos bajado en un resto-bar. Casualmente estaba lleno de gente. Insisti en que lo acompaara. Las miradas no dejaban de penetrarse en nuestra nuca, mientras yo pas a ser la protagonista y causa de muchas risas.

    -Guido!- gritaron.

    Estaban sus amigos en una mesa, y en otra cercana se encontraba un grupo de chicas que al parecer estaban interesadas en l.

    37

  • -Podras haberle dicho que se vistiera- dijo Fede, al parecer, era su mejor amigo.

    -Tu amigo no tuvo esa intencin en ningn momento, y logr esto- me adelant a responder.

    Guido slo sonri. Yo no lo poda creer, estaba hacindome pasar un mal trago y lo disfrutaba?

    Las chicas de la mesa cercana se rieron sin disimulacin alguna. Conocindome hubiera huido, hara bastante tiempo ya. Pero por alguna extraa razn, incluso me resultaba divertido.

    -Soy Beln, un gusto- le estrech la mano a Fede. En ese momento, procur que Guido se irritara al darse cuenta de que no me senta mal para nada.

    Guido me tom del brazo hacindome presa de su mano. Yo no entend nada

    -Ella es la chica ms hermosa y especial que puede existir. Puede vestirse de la forma que quiera y siempre va a estar deslumbrante.- me mir a m luego de ese pequeo discurso a la audiencia.

    Yo no saba si estaba tomndome el pelo, o qu. Al parecer, al buscar mis ojos, el encontr una mirada llena de furia y con deseos de matarlo. Pero yo en cambio encontr amor, amor en todos lados.

    La gente que no corresponda a la mesa de los amigos ni a la de las chicas pareci estremecerse. Pareca que lo conoca todo el mundo all.

    Los amigos se alegraron por l, y en un momento todos se levantaron, y se dirigieron a m. Mi pensamiento?: voy a morir. Ocho rugbyers vinieron en mi direccin.

    Federico, se acerc primero.

    -Es un estpido enamorado, comprndelo.- Me dio un beso en la mejilla y se retir dando lugar a los otros muchachos. Me sonroj.

    Por un momento perd a Guido de vista. Lo encontr abrazndome de atrs y al parecer con intenciones de otro pequeo discurso.

    -Beln, lo siento. Ahora que lo pienso, esto no tiene nada de romntico.- Esa vez, solo fue un discurso para m. Sus ojos claros eran tan profundos, consegua hipnotizarme siempre. Si Santi me hiciera pasar un papeln de esta forma, pasara das sin hablarle.-Beln, me perdonas?- insisti.

    -Bueno, s. Slo si me prestas tu ropa y usas mi pijama- dije cruzando mis brazos en su cuello- Mira, all est el bao. Vamos a cambiarnos.

    38

  • Lo arrastr conmigo. Quedaba muy sexy en mi pijama, le permit usar sus propias zapatillas. Su pantaln y buzo me quedaban grandes, pero me senta calentita, su perfume era irresistible. Yo caminaba sobre mis estpidas pantuflas rosas. Salimos a dar una vuelta por el corredor y todos se voltearon a verlo.

    -As es- grit. Yo empec a rer. Esta chica logra que haga el ridculo por un mal plan ante todos-

    Sus amigos sacaron cmaras, celulares y capturaron el momento.

    Siguiente a eso, tropec y Guido me tom entre sus brazos casi cerca del suelo, luego, adquir una altura casi normal cuando todos desaparecieron, pareca que habamos quedado solo nosotros dos. l, sus ojos y los mos. Sus labios se acercaron, sus ojos se cerraron y ca en la tentacin otra vez. Otro beso perfecto. Perd la nocin y la recuper cuando comenc a or al resto de las personas que s se encontraban all.

    Fue muy romntico, Puaj! Qu asco, tomaba el puesto nmero uno del ranking de momentos cursis. Pero igual me dej llevar. Compr la comida y me dirig al vehculo. El viaje transcurri en silencio hasta que encend la radio. Sonaba una de mis canciones favoritas. Comenc a cantar, y a agitar mi cabeza en son de la meloda.

    Guido comenz a hacer lo mismo que yo. Slo que no saba la letra, disimulaba conocerla, y mantena su mirada en el camino. Llegamos entrada la noche a casa. Oscureca temprano por ser invierno. As que no almorzamos, ni merendamos: cenamos.

    Habamos actuado como si nada hubiera ocurrido en ese lugar. Habamos hablado de cualquier cosa hasta que lleg el momento de despedirse. Lo acompa hasta la puerta y antes de que se marchara entrelac mi mano en la suya. Acerqu mi boca a l y, en vez de besarlo, repito con tono de burla As es, soy Guido Connor y esta chica logra que haga el ridculo. Comenc a rer.

    l pareci ofenderse, me mir serio desenredando sus dedos de los mos e hizo el intento de marcharse. Antes de eso, sonri, se mordi el labio inferior queriendo decir que tarada eres y se volvi a besarme.

    -Maana haremos lo que yo quiera- logro decir rompiendo el beso.

    -Lo dudo- dijo- hoy hicimos la mitad del tiempo lo que yo quise y la otra mitad lo que tu quisiste.- Saba a donde quera llegar- Maana volvemos a hacer lo que yo quiera.-Lleg.

    Sonri de manera triunfadora, y se alej en la noche, cubierto y protegido en su coche

    39

  • Captulo VIII El claro del bosque.

    Intent hacer balance de qu era lo que pasaba por mi cabeza desde aquel da en la plaza del pueblo, desde que un baln de rugby golpe mi cabeza, desde que vi por primera vez a Guido. No haba pasado siquiera una semana y ya crea que lo necesitaba, que era una parte de m, que estaba en mi corazn.

    No se me ocurra que podra hacer un da yo sola, en ese pueblo, donde todos eran extraos, aunque los primeros das me las ingeniaba para despejarme yendo a recorrer el lago, el centro y el bosque.

    Guido estaba por llegar a casa, habamos acordado hacer lo que l quisiera. Antes de marcharse y desaparecer en la noche me record que usara ropa cmoda. Me puse una calza negra, unos borcegues deportivos, una remera roja y un buzo canguro blanco. Me recog el pelo en un rodete y prepar una mochila. En ella puse botellas con agua, y unos chocolates. Y quedaba de otra ocasin una manta.

    Guido lleg. Estaba hermoso, radiante, como siempre. Luca una increble sonrisa tpica de l, unos rulos que parecan resortes perfectamente calibrados, como si encajaran perfectamente en algn sitio. Sus ojos verdes aparentaban ser grises, tena puesta una campera roja, musculosa blanca que se amoldaba a su cuerpo, un pantaln negro y zapatillas deportivas.

    No s si expresaba con mis miradas lo que mi cerebro pensaba, no s si controlaba mis ojos, no s si estaba en evidencia mi confusin y lo que senta cuando me acariciaba. No s si l senta mi agitacin, si senta como se me erizaba la piel, si senta el calor que suba por mi espalda cada vez que entraba en contacto con sus manos o con su boca.

    Me par en la puerta y lo analic de arriba abajo, sonre entendiendo que s, que se daba cuenta de que estaba loca y desquiciada por l. Entr en la casa, sin decir nada, respondi a mi sonrisa con una mil veces mejor y fue directo a m, en silencio me tom entre sus brazos. Mi sonrisa de esfum.

    Me bes delicadamente. Cada da que pasaba, cada beso que me daba, senta que era diferente, que siempre era algo nuevo, que era fuera de lo comn, que era espontneo y distinto. Luego de varios minutos me alej de sus labios con sus manos en mi cara y rompi el silencio que haba reinado en la casa desde la noche anterior cuando se marchaba en su auto.

    -Hola- me salud.

    -Guau, qu saludo- dije sonrojndome.

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  • No saba por qu a esa altura segua intimidndome el simple hecho de que me pescara vindolo.

    Pareca disfrutarlo. Senta que Guido disfrutaba ponerme nerviosa.

    -Espero que te acostumbres, porque planeo estar contigo todos los das- se alej y fue en direccin a mi mochila que haba quedado en una silla.

    Yo sonre y me dirig hacia la puerta con intenciones de salir. Meneando la cabeza de un lado al otro con resignacin. l me mir y sonri. Era tan natural.

    Tuve la intencin de subir al auto de Guido, cuando me hace sea diciendo que iramos caminando, cerr la puerta con llave, como si fuera su propia casa, la puso en mi mochila, y nos dirigimos al bosque. Era un lugar fascinante, desde que llegu el primer da, me haba encantado. Luego record las fotos, y sent temor.

    Igual, Guido iba a impedir que algo malo ocurriera, si es que exista algo peligroso. Camin en silencio.

    -Ocurre algo Beln?- pregunt mi caballero de basto.

    -No, es solo que tengo sueo. A vos se te ocurre levantarte a las 6 de la maana- respond.

    Desvi su mirada de la ma y la dirigi hacia el frente, sonriendo.

    -Al final, te quejas por todo- me reproch.

    -No te lo voy a negar, pero al menos intento seguirte el ritmo, acurdate que ests caminando con una chica de ciudad, de las que duermen hasta las 12 del medioda, de las que corren para alcanzar el colectivo que te lleve a la universidad y la que discute con todos los profesores engredos que consideran que eres una basura- agregu.

    -Es por eso, claro. Por eso corres, debes perder varios colectivos- se ri.

    Me re tambin.

    -Prefieres la vida en la ciudad?- me pregunt.

    El ltimo ao haba sido bastante agobiante, desde el accidente de primavera las relaciones con mi familia se haban puesto tensas, insistan con la rehabilitacin y yo me resista a eso.

    El estudio en la facultad se haba puesto denso, no me encontraba en un futuro siendo abogada. Mi nica contencin era Santi, que eran pocos los das que poda estar con l ya que su novia ocupaba todo su tiempo libre. Volv en m, para responder esa pregunta.

    41

  • -No lo s, no conozco otra cosa- dije.

    No s por qu en ese momento sent malestar. Creo que incomod a Guido.

    -A caso esto no es diferente?- me pregunt.

    -S, lo es pero- no me dej terminar.

    -No te convence- me dijo- yo no te convenzo.

    -Guido, no te haces una idea de cunto te quiero- le dije intentando hacerle entender que am hacer ese viaje e ir a la casa de mi madre.

    -Pero vas a abandonarme- se detuvo en el camino.

    -Puedes ir a visitarme siempre que quieras y yo intentar venir seguido.- volv a intentar.

    Sonri de manera tierna.

    -Te molesta si intento convencerte para que te quedes conmigo, aqu?- me tom de la mano. Puedo esforzarme para que cambies de parecer, para que estemos juntos- insisti.

    Me derret. El calor empez a subir por la espalda. Nunca haba pensado en el momento que iba a alejarme de l. Luego de una semana ya no lo vera a diario, ya no sentira su respiracin ni estara con l.

    No saba que decir, ni como pronunciar alguna palabra. l lo not. Nos adentramos en el bosque. Guido sigui sonriendo.

    -Bueno, es hora Beln- me dijo.

    Hora de qu? Pens.

    Comenzamos a caminar un poco ms, dejamos las mochilas en un rbol hueco.

    -Qu vamos a ser, Seor Connor?- pregunt de manera chistosa abalanzndome en su espalda abrazndolo. El me carg y sigui el trayecto.

    -Vamos a correr un poco, Seorita Rivas- respondi con formalidad.

    -Era preciso venir al bosque para hacer eso?- volv a preguntar.

    -Es que ac hay ms obstculos- me baj de su espalda.-Ahora, empieza a correr, tienes que evitar que te alcance- agreg y se alej hacia atrs, en la direccin opuesta a donde supuestamente tena que dirigirme yo.

    -Ests demente- le dije.

    42

  • Empec a correr. Decid cambiar el sentido del plan de Guido, en vez de escapar de l, iba a esperarlo, decid camuflarme, ocultarme

    Camin hasta el lugar que consider perfecto para ocultarme.

    Era el mismo claro de mis fotos.

    En un momento sent a alguien correr y cada vez se acercaba ms al mismo sitio donde yo estaba. Guido pas corriendo por mi lado sin notarme, aunque dud de ello cuando a unos 10 metros se detuvo y observ todo lo que haba a su alrededor. Sigui su camino. Esper a que se alejara lo suficiente como para sorprenderlo por atrs, comenc a correr.

    Por un momento sent que alguien o algo me observaba, sent pnico, comenc a correr ms de prisa esperando encontrarlo rpido para que desapareciera esa horrible sensacin. Nunca cre que ese bosque sera tan inmenso, habr corrido bastante sin encontrar a Guido, y la sensacin segua esparcindose por todo el cuerpo.

    Esa impresin de que alguien estaba observndome, se transform en algo que empezaba a correr detrs de m. Senta que iba acercndose, cada vez ms y yo perda la fuerza, no tena aliento. No quera mirar hacia atrs. Luego de unos 200 metros tropec con una raz y ca.

    No estaba loca, algo me persegua, sent un chillido, algo salt cerca de m, impulsndose y vol por el cielo alejndose. Qued pasmada No era un animal, no s qu era. Sent como alguien se dirigi hacia m, desde la otra direccin. Apareci Guido.

    -Ests bien?- pregunt. -Qu haces por este lugar? Pens que no iba a alcanzarte.

    -S, es que decid camuflarme y perseguirte yo- re. Guido, acabo de ver algo raro, algo me persegua, no s qu era- me ayud a levantarme.

    -Ests loca, aqu slo estamos nosotros, quizs alguna ardilla o liebre- me dijo rindose. Pero a su vez, algo transform su cara.

    Intent convencerme de que slo haba sido mi imaginacin y que la escena la cre ya que el sitio se prestaba para una pelcula de suspenso. Me convenc.

    -Te lastimaste?- pregunt.

    -No, slo tropec con esa estpida raz- me incorpor en el suelo- cunto tiene de largo este bosque?- pregunt.

    -No lo s, nunca he llegado hasta el final- respondi mirando hacia la nada- ven, vamos a buscar las mochilas-.

    43

  • El sol estaba en lo alto, brillando, pero el aire era fro, tpico de invierno. Haba pasado el medioda y llegamos al rbol hueco.

    -Descansemos un rato- dijo Guido- hay que reponer un poco las energas.

    Habamos tomado las botellas de agua y nos hidratamos un poco. Guido se sac la campera ya que tena mucho calor despus de correr tantos kilmetros. Era hermoso, su musculosa blanca, hecha acorde de cada msculo de su cuerpo, sus rulos intactos an, despus de toda la actividad fsica realizada. Yo senta fro con el buzo, y l a flor de piel, ocasionndole envidia al invierno.

    -Qu se te dio por hacer este tipo de actividad?- pregunt.

    Guido estaba estirando los msculos de su pierna cuando interrumpi dicha tarea.

    -Me encanta hacer actividades al aire libre- me dijo.

    Y a m A m tambin me encantaba.

    -Y que se supone que haremos lo que resta del da?- pregunt-Hoy haremos tambin lo que yo quiera?

    -No Beln, es m da, hoy haremos solo lo que yo quiera- se acerc y se burl.- todava tenemos que seguir recorriendo, s que contigo llegar al final del recorrido, vamos a descubrir en donde termina este bosque- dijo.

    Me result interesante, y ms hacerlo acompaada, y mucho ms que l fuera mi compaa. Habamos tomado las mochilas y comenzado a caminar. Fue un trayecto de una hora llegar al lugar en donde me ca, y caminamos una hora ms.

    -Hasta aqu llego siempre.- Me coment- Luego me aburro y vuelvo a casa.

    -Bueno, sigamos, dudo que falte mucho par