"EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

38
EL AZUL DEL AGUARDIENTE Carlos Semprún Maura (“Le bleu de l´eau-de-vie”, L´avant-scène, nº703, 1-2-1982) Traducción del francés: © Julio Pollino Tamayo [email protected]

Transcript of "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

Page 1: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

EL AZUL DEL AGUARDIENTE

Carlos Semprún Maura

(“Le bleu de l´eau-de-vie”, L´avant-scène, nº703, 1-2-1982)

Traducción del francés: © Julio Pollino Tamayo [email protected]

Page 2: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

2

Habitación. Pierre (Pedro) está acostado sobre la cama. Camiseta, pantalón, pies desnudos en alpargatas. Botella de whisky, vasos y cigarrillos, sobre una pequeña mesa cerca de la cama. Golpean a la puerta. Golpean de nuevo. Muchas veces. Pierre se incorpora, irritado. ALAIN ( off). ¿Pierre? ¿Pierre, estás ahí? ¡Soy yo... Alain! PIERRE. ¿Quién? ALAIN. Soy yo... ¿Puedo entrar? PIERRE. Sí... (Alain entra.) ALAIN. ¡Salud! PIERRE. Salud... ALAIN. ¿Te he despertado? PIERRE. ¿Qué hora es? ALAIN. La una... PIERRE. ¿La una? Mala hora. ALAIN. ¿Mala hora? ¿Por qué? PIERRE. Porque sí... Un vacío. Las ocho y media. Las dos las seis. Horas que tienen un sentido. ¿Pero la una? Es la nada. Un vacío... Ni es mañana, ni es tarde. No se puede hacer nada a la una. ALAIN ( sonriendo). Se puede almorzar. Hay gente que almuerza. PIERRE (escéptico). Sí... (Pausa. Alain se sienta. Pierre le mira sonriendo.) ¿Qué quieres? ALAIN ( casi sobresaltado). ¿Yo? Nada... Estaba en tu barrio, y he pasado... PIERRE. ¿Has pasado?

Page 3: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

3

ALAIN. ¿Te molesto? PIERRE. Para nada, para nada... ¿Qué quieres? ALAIN ( extrañado). Nada... ¿Por quién me tomas? PIERRE. ¿No veo por qué te extraña la idea de que podrías pasar para decirme – o pedirme – alguna cosa concreta? ALAIN. ¡Pues bien, no! He pasado, nada más. Estaba en tu barrio. Y me he dicho, ¿por qué no subir a ver a Pierre? Yo... Podríamos tomar un café juntos... charlar un poco... PIERRE. Creo que no tengo café aquí. ALAIN. ¿Podemos salir? PIERRE. Ahora no. A la una todos los bares están llenos. No me gustan los bares llenos. Me gustan los bares vacíos, con moscas, camareros que bostezan leyendo la agenda... Ahora es la locura de las dos del mediodía. Dactilógrafos, vendedoras, empleados de la Prefectura. Apesta. A parte de eso, ¿tu trabajo, va bien? ALAIN ( sonriendo). Va... PIERRE. ¿Qué es lo que se te ha torcido? ¿Haces novillos? ALAIN. A la una, no trabajo. PIERRE. Es verdad. Es por lo que no me gusta esta hora. Toda la gente que trabaja invade las calles, los cafés... No hay manera de estar tranquilo. Entonces, ¿no quieres decirme por qué has venido? ALAIN ( desconcertado). He venido porque tenía ganas... PIERRE (irónico). Qué amable. ALAIN ( como si no lo hubiera entendido). Si te molesto, me voy. PIERRE. Que no, hombre, que no... No me molestas para nada. Soy curioso simplemente. Y además... y además... esperaba que quizá tuvieras alguna cosa que pedirme... alguna cosa importante. Que tuvieras necesidad de mí. Ser útil ya ves, no hay más que eso de verdad... (De golpe.) ¿Oh, quieres que te devuelva tu dinero? ALAIN ( seco). ¡Pierre! Eso ni en broma...

Page 4: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

4

PIERRE: ¿Pero qué tienes hoy? Es todo muy normal. No nadas en oro, como diría mi hermana. Tienes un trabajo que te da nauseas. Una pequeña familia que alimentar... En fin, podrías tener una. ¡Sé lo que es, compañero! ¿No es divertido todos los días, eh? ¡Confiesa! ¿A veces, por la mañana debes de tener ganas de mandar todo a la mierda, no? ALAIN ( en una especie de complicidad). ¡A quién se lo dices! PIERRE (siguiendo el juego). ¿Y cómo hacer para salirse? ALAIN ( encantado, viejo juego). No hay manera... No hay manera... Es uno mismo quien lo causa, he dejado el trabajo muchas veces. PIERRE. ¿Ah, sí? ¿Y entonces? ALAIN ( mismo juego). ¿Entonces? Me he muerto de hambre, después he pedido prestado dinero y cuando nadie me prestaba más, he retomado el trabajo. PIERRE. Vaya. No hay solución. Es lo que digo siempre. No hay café aquí tampoco. Pero hay whisky, ¿quieres? ALAIN. ¿Ahora? ¿En el fondo por qué no? PIERRE. Eso. ¿Por qué no? Porque tiene que haber una hora para beber whisky. (Se levanta, coge el whisky, tiende un vaso a Alain.) No tengo hielo – refrigerador estropeado - ¿te importa? ALAIN. No pasa nada... hop, hop, ¡suficiente! Pierre se sirve un vaso lleno de whisky. Hasta el final beberá todo el tiempo. Cuando su vaso esté vacío, lo llenará. Alain seguirá con su primer vaso. PIERRE (caminando a lo largo y ancho). ¿Sabes lo que han descubierto? Que el alcohol también da cáncer. Incluso la naturaleza se permite moralizar. ¿Qué piensas tú, el intelectual de izquierdas? ALAIN ( burlándose). Pienso que la medicina hará progresos en la curación del cáncer. PIERRE. Sí. La medicina hará progresos. ¿Pero hará progresos para permitirnos beber más y más o para contenernos? ¿Cómo te va? ALAIN. ¿A mí?

Page 5: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

5

PIERRE. Sí, a ti. ALAIN: ¿Desde que punto de vista? PIERRE. ¿Cómo qué de que de punto de vista? Desde todos los puntos de vista. Hace mucho que no nos veíamos. Ya que estás aquí, aprovecho para preguntarte novedades. ¿Te va bien? ALAIN. Nos vimos ayer por la noche. ¿No te acuerdas? PIERRE (intrigado). ¿Ayer por la noche? No nos hemos visto... ALAIN. No te acuerdas. Hay que puntualizar que estabas borracho como una cuba. PIERRE. ¿Ayer noche? ALAIN: Sí, debían ser las dos de la madrugada... PIERRE (siempre extrañado). ¿Las dos de la madrugada? ¿Y estaba borracho? ALAIN. Sí, completamente. PIERRE. No me acuerdo. ALAIN. No es extraño... PIERRE. No me acuerdo. ¿Tuvimos una larga conversación de borrachos? ALAIN. No. PIERRE. Tanto mejor. Detesto las largas conversaciones de borrachos. ¿Tú qué crees? ALAIN. ¿De qué? PIERRE. ¿Qué el alcohol provoque cáncer? ALAIN. No sé nada. PIERRE. ¿Sería bello, no? El alcohol provocando cáncer, la marihuana lepra. Así, de seguido. Ciencia y pecado íntimamente ligadas. ¿Estás seguro que no puedo hacer nada por ti? ALAIN. ¡Oh, para!

Page 6: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

6

Enciende su pipa. PIERRE. Me hubiera gustado. Te lo juro. Me gustaría hacer algo por ti. Por los demás en general. Participar de actividades comunes, militar en organizaciones caritativas, ¿qué sé yo? La vida no tiene sentido si no. ALAIN. Para de decir tonterías. PIERRE. ¿Fumas siempre ese maldito tabaco irlandés? ALAIN. Sí. (Ligeramente extrañado). ¿Reconoces el olor? PIERRE. ¡Tú qué crees! Sólo tú puedes fumar cosas parecidas. Hubo un tiempo en que fumabas “Sobranié” [tabaco búlgaro]. El colmo del snobismo. El tabaco preferido de Stalin, ¡pero de la marca Dunhill! [cigarrillos de lujo] ALAIN ( riendo). No entiendes nada. “Sobrainé” es como “Virginie”, una etiqueta que especifica un tipo de tabaco. No quiere decir gran cosa. (Aspirando su pipa). Encuentro que este tabaco sienta realmente bien. PIERRE (abrupto). ¿De qué hablamos ayer? ALAIN ( desconcertado un instante). ¿Eh?... Oh... No hablamos. Estabas a punto de golpear a un tipo... Después te han arrojado a la puerta del café. PIERRE (atónito). ¿Yo? ¿Golpeando a un tipo? ALAIN ( suave). Más bien sí... Cuando cogiste una botella para rompérsela sobre la cabeza... Tuve miedo. Habrías podido matarle. Afortunadamente, os separaron. A ti te arrojaron a la puerta. PIERRE. Te debes equivocar. ALAIN. Era parte de los “cascos azules”. Separamos a los combatientes. Cuando te arrojaron a la puerta te seguí por la acera. Pero te subiste a un taxi y te largaste. Casi podría decir que el taxi te esperaba. Encuentro eso... extraño. ¿No tienes moratones? Golpeaba duro. PIERRE. No... (Una pausa.) ¿Estás seguro de no haber inventado esta historia? ALAIN ( chocado). ¿Inventado? Para nada. ¿Realmente no te acuerdas?

Page 7: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

7

PIERRE. Y esta mañana, como amigo fiel, has venido a cerciorarte por ti mismo. Habría podido tener necesidad de alguna cosa. De árnica por ejemplo. Estos maditos farmacéuticos, ¿por qué ya no venden árnica? Lo hacen adrede. La ley del beneficio. He aquí un escándalo que habría que denunciar. ¡Entonces si que era bonita el árnica! En suma, ¿haces tus prácticas? (Alain bebe un trago prudente, sin responder.) Sí, una mala jugada gratuita e incluso sin gracia. Porque, en el fondo, nos queremos. ¿No es verdad que nos queremos? En fin, lo que quiero decir, es que tenemos simpatía el uno por el otro. En caso de calamidad sabemos que podemos contar el uno con el otro. ¿No estás habituado a beber whisky por las mañanas, eh? ALAIN. Sí, ¿por qué? PIERRE. Lo bebes como si fuera un purgante. Por la noche me ves a punto de intercambiar puñetazos en una refriega y por supuesto, al día siguiente vas en busca de novedades. ALAIN. ¿Sabes que estás insoportable? PIERRE (parándose frente a Alain). ¿A menos que te hayan pedido pasar para ver como estaba? ALAIN ( vagamente enfadado). ¿Quién me habría pedido eso? PIERRE. Oh, no importa quien. Mi hermana por ejemplo. Se inquieta por mí últimamente. Me dice: “Pierre, no es posible vivir así”. La prueba es que sí, le digo. Pero es una mística mi hermana. Ha decidido que no puedo vivir así y todas las pruebas materiales de lo contrario no la sirven de nada. ALAIN. No veo a tu hermana mandando a alguien a por novedades. Vendría ella misma. PIERRE. Quien sabe. Una torre de vigilancia cada uno. Y bien, ya ves, no me creía capaz de pelearme en los bares. Eso prueba que estoy lejos de haber alcanzado la posición – zombie. El último hueco del árbol. La última corteza. ALAIN ( una pausa). ¿Había realmente un taxi esperándote delante del café? ¿O fue por azar? PIERRE. ¿Un taxi? ¿Qué taxi? No cojo jamás taxis. ALAIN. Es evidente que no te acuerdas... por supuesto. PIERRE. Ya está. No me acuerdo. ¿Trabajas todavía en el mismo periódico?

Page 8: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

8

ALAIN. Todavía. ¿Para qué cambiar? Son todos unos gilipollas. PIERRE. Me vas a hacer llorar, hombre. ¿Y sobre que escribes? ALAIN. No escribo prácticamente nada. (Como si fuera una buena broma). Soy secretario de redacción de las páginas económicas. PIERRE (fingiendo admiración). ¿Las páginas económicas? ALAIN ( riendo). Las páginas económicas, sí. PIERRE. ¿Y estás contento? ALAIN ( alegre). Para nada. PIERRE. Pienso lo mismo. La economía, el arcano de las sociedades, el poder supremo, para ti es una huida... Sí, sí. Tú eras un periodista político. De extrema izquierda. Un poco trotskista por los bordes, ¿eh? Y hete aquí refugiado en lo económico y peor todavía en un puesto técnico. Pones en página los artículos de otros; cosas de ese género, ¿no? Es una claudicación. ALAIN ( contento). Es mezquino remover el cuchillo en la herida así. PIERRE. Te imagino bien en el rol de periodista de película americana, lúcido y desengañado, pero siempre listo, en el fondo, a inflamarse por las causas justas. Tienes ya la pipa y el traje de tweed. Solo te falta la mujer. ALAIN. ¿La mujer? PIERRE. En las películas americanas, siempre hay una mujer que empuja al periodista lúcido y desengañado a inflamarse por una causa justa, hasta perder su empleo bien remunerado en la gran prensa podrida y acabar redimiéndose en un pequeño periódico, pobre e independiente en un agujero de provincias. ALAIN. Nada de mujer. Es por eso que trabajo todavía para la gran prensa podrida. PIERRE (irónico). Vamos, vamos... ALAIN. ¿Qué quiere decir eso de “vamos, vamos”? PIERRE. Somos amigos, adultos, podemos mirar la verdad a la cara... ALAIN. Deliras.

Page 9: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

9

PIERRE. Todavía no he dicho nada. ALAIN. Somos amigos, adultos, y te comprendo con media palabra. PIERRE. ¿Y entonces? ALAIN. Ya te lo he dicho: deliras. PIERRE. Siempre me he preguntado si finalmente te habías acostado con mi hermana. ALAIN. ¿Qué tiene que ver Nicole? PIERRE. Nada. Me acuerdo del día en que os sorprendí en su habitación. Fue en Bretaña. En vacaciones. ¿Te acuerdas? Yo quería robar un paquete de cigarrillos a mi hermana. Os separasteis muy rápido... colorados. Había signos inequívocos. Incluso la ventana estaba abierta... Tú, por supuesto, siempre lo has negado. Pero eres un hipócrita. Ella también lo negó. Piensas, ¡descarriar al compañero de su hermano ocho años más joven que ella! No son cosas que acepten fácilmente las madres de familia. ALAIN. Da la impresión que esa historia te importa. PIERRE. ¿A mí? Realmente me resbala. ALAIN. Cualquiera lo diría. Hablas todo el tiempo como si te importara absolutamente el que me haya acostado con tu hermana. Lo siento, pero no es el caso. PIERRE (dubitativo). Sí.... ¿Así que no es ella quién te ha pedido venir? ALAIN. No. PIERRE. “Este querido Pierre. Va por mal camino. Primero, bebe. Después no hace nada. Todo le disgusta. Está fuera de las cosas. Eso se cura. Debería, si no trabajar, al menos estar ocupado. Tenía cierto talento como poeta, tiempo ha. Un don. Con perseverancia... trabajo... habría podido... ¿quién sabe? Escribir algunos bellos poemas. Un... librito ” (Burla total) Es mi hermana quien habla. ALAIN. Un mundo sin libros sería todavía peor, ¿no? PIERRE. No. ALAIN. ¿Por qué? PIERRE. Yo no leo.

Page 10: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

10

ALAIN. Tú quizá, pero... PIERRE. Hablo de mí. No hablo más que de mí. Soy modesto. Sin embargo me hubiera gustado tanto participar en una empresa común... darme a fondo por una causa. ¿Por qué no nos organizas algunas barricadas donde podamos morir poniendo poses? A mí, siempre me ha encantado ver a la gente en las barricadas, en esos momentos... ¿cómo decir?... “cruciales” de la historia, durante la Comuna - ¡y por supuesto! – en 1917, en España, hacerse fotografiar. Maravilloso, ¿no? Cambiar el mundo pero sin olvidar hacerse retratos para epatar a sus pequeños. Allí estaba. Toma, la foto de Papá a punto de cambiar el mundo. ALAIN. Si solo fuera eso... PIERRE. Oh, conmigo no, conmigo no... Tu numerito de revolucionario amargado y desencantado, no me importa nada. Si creíste en la Revolución mundial cuando tenías 20 años, tanto peor para ti. ¡Te lo mereces! ALAIN ( riendo un poco, después). ¿Tú no has creído? PIERRE. ¿Yo? Siempre he creído que desde el momento en que hay un hombre sobre una tribuna a punto de gritar discursos y una masa de capullos dispuestos a escucharlo con la boca abierta y aplaudirlo... Habría que arrojar al hombre de la tribuna. Barbudo o no. ¡Echa un trago! ALAIN ( haciendo un mohín). La imagen es pobre. No estás en forma. Antes tenías imágenes fulgurantes. PIERRE. No es la forma lo que me falta... Sino el revólver. Bien. Entonces, ¿dónde estábamos? ALAIN. ¿Sobre qué? PIERRE. ¡Desembucha! ¿Qué es lo que quieres? ALAIN ( ligero). Lo sabrás bastante pronto... (Cambiando de tono.) ¿Te parece tan extraño que te venga a ver? Eso me apena. Éramos amigos, después de todo... Y eso no viene de ayer. Es verdad que tenías un don. Me acuerdo de los poemas que escribías en el instituto. Había uno que me gustaba especialmente: “El Azul del aguardiente”. ¿Te acuerdas? PIERRE. Ya alcohólico. (Pausa. Bebe.) “El Azul del aguardiente”. No me acuerdo.

Page 11: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

11

ALAIN. ¿De verdad? ¿Cómo pueden olvidarse los poemas que se escriben de adolescente? Era algo así como “morir de vivir su muerte” y cosas de ese estilo... Muy profundo... (se ríe burlonamente.) PIERRE. Tú también escribías poemas en el instituto. ALAIN. No, lo mío eran novelas cortas. PIERRE. Viene a ser lo mismo. ALAIN. Para nada... no tiene nada que ver. La poesía no lleva a nada. Las novelas cortas al periodismo. PIERRE. Yo no presumiría de eso. ¿Estás seguro que no es mi hermana quien te ha pedido visitar a su hermano borracho? ALAIN. Eres de ideas fijas. PIERRE. “Una sólida amistad, antigua y siempre nueva, no puede más que hacerle bien, en el estado en que está”... ALAIN. ¿No quieres venir a almorzar conmigo? Tengo hambre... PIERRE. ¿Almorzar? ¡Puag! Sería incapaz de tragar cualquier cosa. Acabo de levantarme. ALAIN. Me miras comer... Intercambiaremos recuerdos del instituto, nuestros amoríos, y te recitaré alguno de tus poemas... (Bromeando.) La vida tiene sus cosas buenas, ¡qué diantre! ¡Hay que dejarse llevar! PIERRE. Imposible. La sola idea del olor a grasa me revuelve el estómago. Y detesto ver comer a las personas cuando no como. Estoy muy bien organizado para mis comidas. Como una vez al día. A las siete. Los restaurantes están todavía vacíos. Adoro ser el único cliente en la sala de un restaurante. La grasa está relativamente fresca, hiede menos. Puedo incluso hablar con la camarera. Que puede llegar a quedarse de pie al lado de mi mesa mientras como. De reojo puedo ver su bata negra, tutelar. (¿Sabes lo que representa una mujer vestida de negro, para un mediterráneo?) Pero si tienes hambre, ve. ALAIN. Sí. No se mueve. Silencio cada vez más tenso. Pierre camina a lo largo y ancho. Alain fuma su pipa. Se echan miradas de reojo a hurtadillas.

Page 12: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

12

PIERRE. ¿A qué esperas? ¡Vete! ALAIN. Oh... No estoy a cinco minutos… PIERRE (tono ligeramente enervado). La idea de que esté ahí, muriéndote de hambre, me es insoportable. Te lo ruego, ¡vete a comer! ALAIN ( sonriendo) ¿Me echas? PIERRE. ¡Vete a la mierda! ALAIN. ¿Te ocurre a menudo lo de pelearte en cafés? PIERRE. Jamás. ALAIN. Salvo ayer. PIERRE. No era yo. ALAIN. ¡Oh, desde luego que sí! PIERRE. No era yo. Por otra parte ayer por la tarde no salí. Sería alguien que se me parece, alguien que frecuenta los cafés, bebe demasiado y busca pelea. Para nada mi estilo. Yo estaba aquí. Tengo testigos, en fin, un testigo. La vecina del segundo. Es una puta. Una profesional, no vayas a creer... Tenemos un acuerdo muy ventajoso. Para mí, al menos. ¿También para ella? ¡Pero no sabe hacer la andaluza al completo! ¿Sabes lo que es? ALAIN. No. ¿Y tú? PIERRE. Por supuesto. Pero una puta, no puede saber eso, ¿te das cuenta? He debido enseñarla. (Ríe). Una verdadera necia. Debe ser de Lyón. ¿Has visto a Laura últimamente? ALAIN. ¿Perdón? ¿Si he visto...? PIERRE. Sí eso, Laura. ALAIN. Sí. PIERRE. ¿Y entonces? ALAIN. ¿Qué, y entonces? PIERRE. Y entonces, ¿cómo le va? ALAIN. Le va bien...

Page 13: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

13

PIERRE. No pareces sincero... ¿no le va bien? ALAIN. Sí, sí, le va bien... PIERRE. Una roca, esta mujer, ¿eh? ALAIN. No lo sé. PIERRE. Sí, sí. Una roca. Un roble. ¿La ves a menudo? ALAIN. No. PIERRE. Deberías. ¿Qué es de ella? ALAIN ( mitad higo, mitad uva). Me pregunta a veces por ti. PIERRE (irónico). ¿No es posible? ¿Laura? Para ella estoy bajo una lápida, con su pañuelo abrigo. (Ríe). Lo que es curioso a propósito de Laura es que todos estáis convencidos de que estoy triste, por que Laura me ha dejado. Cuando es exactamente lo contrario: ella me dejó porque soy triste. ¡Y cuándo digo triste es siniestro! Soy siniestro para vivir, compañero, ¡te lo juro! ALAIN. No es lo que ella me ha dicho. PIERRE (seco). Entonces, ¿acabas de hablar con ella? ¿Qué es lo que te ha dicho? ALAIN. Que la habías echado a puntapiés. PIERRE (riendo). ¿Ella te ha dicho eso? Será por su bien. ¡Palabra! Sentí nacer en mí tendencias homicidas. Para protegerla contra mí mismo le pedí que se fuera. El tiempo de hacer balance, como se dice ahora. (Cambiando de tono: más sincero.) ¿No era soportable, comprendes? No era soportable. Cuando entraba ebrio hacía como si no se daba cuenta. Sonreía, a las cuatro de la madrugada, bien peinada, despejada. “¿Has cenado?” Yo apenas podía andar, me golpeaba con los muebles, vomitaba en todas las esquinas. Corría detrás de mí, con una bayeta, ¿qué sé yo? Siempre sonriente. “¿Quieres café?” Me arrastraba durante horas para llevarme a acostar a la cama, el rostro grave y calmo, satisfecha en el fondo. ¡Mirad, mirad, que buena esposa soy! Tenía ganas de matarla. ¿Qué es de ella? ALAIN. Pregunta a veces por ti... PIERRE (un poco extrañado). Ya lo has dicho. ALAIN. Sí. Ya lo he dicho. Lo repito. Pensé que eso podría agradarte...

Page 14: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

14

PIERRE (sinceramente extrañado). ¿A mí? ALAIN. ¿No? En general es placentero saber que los demás piensan en ti, que te pregunten las novedades, a menudo. ¿No? PIERRE. ¿Te burlas de mí? ALAIN. A mí, me gustaría. Si alguien te pregunta por mí, dímelo... A mí, ya ves, me gusta que pregunten por mí. PIERRE (desconfiado). Sí... ALAIN. Por otra parte, no me ha pedido solo noticias sobre ti, también me ha pedido que pasara a verte... PIERRE. ¿Laura? ¿Te ha pedido venir a verme? ¿Para hacer qué? ¿Se inquieta por mi estado de salud? ¿Tiene miedo de qué me pegue un tiro? ALAIN. Nada tan melodramático. ¿Por qué ibas a pegarte un tiro? ¿Llevas una vida tranquila, no? PIERRE (se acuesta en la cama, las piernas al aire). Ya ves. Una vida tranquila. ALAIN ( jugando a estar bruscamente inquieto). Si alguna cosa no va bien, dímelo, ¡te lo ruego! – Sabes que... PIERRE. ¿Qué, que? ALAIN. En fin... que... si puedo hacer alguna cosa por ti... Sabes lo que quiero decir. PIERRE (expeditivo). Para nada. ¿Qué es lo que quieres decir? ALAIN. Me tomas el pelo. Comprendes perfectamente lo que quiero decir. PIERRE. ¿Así que es ella la que te ha pedido venir? Me lo imaginaba. ALAIN. ¿Te imaginabas el qué? PIERRE (levantándose, sobre la cama). Que tenías el aspecto repugnante de alguien que tiene una misión que cumplir, cuando te has presentado de improviso. ALAIN ( riendo, pero un poco molesto). Gracias. Pero en realidad no es exactamente eso. Quiero decir... Cierto que Laura me ha pedido veinte veces que pase a verte, pero es, en fin... si he venido esta mañana es porque me apetecía. Hay una convergencia, si lo prefieres.

Page 15: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

15

PIERRE (dejándose caer sobre la cama). Ah, no me gusta esto, no me gusta esto, no me gusta para nada. No me hables de Laura, no tengo ninguna gana de hablar de Laura contigo... ALAIN. Pues no hablemos. PIERRE (irónico). Hablemos de Dios. ALAIN. No he caído tan bajo. Una pausa. PIERRE (después, mira a Alain fijamente). ¿Qué es lo que quiere Laura? ALAIN. Oh, nada importante, es esa historia del teléfono. PIERRE (sinceramente atónito). ¿Esa historia del teléfono? ALAIN. Sí. Esa historia del teléfono. Nada grave, como ves. PIERRE (gritando). ¿QUÉ HISTORIA DEL TELÉFONO? ALAIN: ¿Por qué gritas así? PIERRE (de mal humor). ¿Desembuchas? ALAIN. ¿Por qué te enervas? Siempre has sido muy calmado. Eso me llenaba de rabia, hace tiempo, esa cara de póquer que ponías... PIERRE (avanzando con aire amenazador). ¿Me vas a decir que es esa historia del teléfono de una maldita vez? ALAIN ( pequeña risa). ¡Cómo si no lo supieras! Después de todo, ¿eres tú quien la llamas, no? PIERRE. ¿Yo? ¿Telefonear a quién? ALAIN ( a su vez extrañado, o jugando). Pues a Laura, por supuesto, ¿a quién quieres que sea? PIERRE. ¿Yo? ¿Llamar a Laura? ¡Estás loco! ALAIN. Si no quieres hablar de ello, no hablamos. Lo que yo decía...

Page 16: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

16

PIERRE. Escucha... escucha... siéntate, (Alain está sentado.) coge aire, y recobra en lo posible tus facultades mentales, y trata de explicarme, en dos palabras, de que historia del teléfono se trata. ALAIN ( mira a Pierre aturdido). ¿A qué juegas? Si alguien tiene algo que explicar me parece que ese eres tú, ¿no? PIERRE (haciendo un esfuerzo para dominarse). Es posible... es posible... pero cada cosa a su tiempo. Haz como si no supiese nada y cuéntame las cosas en orden. ¿Entonces, parece ser que llamo a Laura? ALAIN ( burlonamente). Así parece, en efecto. PIERRE. ¿Y entonces? ALAIN. ¿Y entonces qué? ¿Crees que es agradable ser despertada todas las noches por un teléfono que suena? PIERRE (cada vez más aturdido). ¿Todas las noches? ¿Laura pretende que yo la llamo todas las noches? ALAIN. Desde hace un mes, sí. Hacia las cuatro o cinco de la madrugada. PIERRE. Es falso. De primeras porque no tengo teléfono. O más bien la línea está cortada... no he pagado. ALAIN. Hay cabinas telefónicas por todos lados. PIERRE. ¡Pero yo no la llamo! ¡Jamás la he telefoneado! ALAIN ( después de un silencio). Es extraño... Que Laura invente esas llamadas, ¿no? ¿Por qué iba a inventar una historia tan estúpida? Me pregunto. PIERRE. ¿Ella te ha dicho que vengas a hablarme? ALAIN. Sí. Es una historia de locos, ¿no? Laura me dijo: “Escucha, deberías ir a ver a Pierre, tratar de preguntarle porque me acosa así. (Son sus palabras.) Porque me llama todas las noches.” Ponte en su lugar, es bastante desagradable a fin de cuentas ser despertada todas las noches por teléfono. Ahora, ella espera a que la llames para acostarse, para no ser desvelada, comprendes... PIERRE (categórico). No soy yo.

Page 17: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

17

ALAIN ( levantando los hombros). Se lo diré. PIERRE. ¿Por qué cree ella que soy yo? ALAIN. Ha reconocido tu voz. No está verdaderamente enfadada, pero... está perpleja. Y además no duerme apenas... eso la altera... PIERRE. ¿Pero no me identifico? Yo... o quizá “él” no dice: “Aquí, Pierre, ¿qué bella la noche?” ALAIN. No. No dices: “Aquí, Pierre, qué bella la noche”. Pero tienes una voz muy reconocible al teléfono. No hay modo de equivocarse. PIERRE. Por tanto, no soy yo. Jamás he llamado a Laura. ALAIN. Es extraño que Laura haya inventado esta historia, quiero decir: ¿qué significa eso después de todo? Porque, en el fondo, incluso si una vez, borracho, la has llamado, para hacer una broma, sin darte cuenta de la hora, esa no sería una razón para enviarme a hablar, ¿no? Son cosas que pasan cuando estás borracho. (Pierre le mira, sombrío.) Quiero decir, de hacer bromas no se guarda el menor recuerdo al día siguiente. Me acuerdo que una vez me convenciste de que había empujado a Antonio al Sena y se había ahogado. Jamás he tenido tanto miedo en mi vida. No conseguía recordar si era verdad. Estaba borracho la noche en que había cometido –según tú- ese crimen. Hasta que Antonio llegó fresco como una rosa. ¿Quizá la llames cuando estás borracho y no te acuerdas? PIERRE. ¿Creí que tenías hambre? ALAIN. Es verdad. Lo había olvidado... el placer de tu compañía, sin duda. Te prodigas tan poco. ¿A propósito cómo vives? ¿Qué haces normalmente? PIERRE. Me levanto. Me acuesto. Y entre medias, me enmierdo. ¿Y tú? ALAIN. No muy diferente. A parte, por supuesto, de que soy un esclavo asalariado. Mi tiempo no me pertenece, como a ti. PIERRE. Tú no sabrías que hacer. El arte de pasar los minutos delante de ti, como canicas, es un arte difícil. La angustia te acecha, compañero. Tú, en mi lugar, habrías comenzado la construcción del castillo de Chambord con cerillas... ALAIN ( riendo). Quizá. ¿Así que no haces estrictamente nada? A parte de beber, claro está.

Page 18: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

18

PIERRE (irónico). Claro está. A parte de beber. ALAIN. ¿Qué te ha contado Nicole ayer? PIERRE. ¿Ayer? No la he visto ayer... fue hace dos o tres días. De todos modos nunca me cuenta nada, Nicole. ALAIN ( sonriendo). ¿No se hace la moralista? PIERRE (mirando a Alain en silencio). ¿Qué tratas de insinuar? ALAIN. ¿Yo? Nada.... Simplemente que tú hermana me llamó por teléfono ayer. A propósito me dijo que salía de tu casa. Opina que bebes demasiado... En fin, ves lo que quiero decir. PIERRE (después de un tiempo). Eres un pedazo de calzonazos por haber aceptado esto. ALAIN. ¿De haber aceptado qué? PIERRE. ¡Este pequeño complot de mierda! Mi hermana está en el ajo, seguro, y quizá Laura, y eres tú quien se encarga de la ejecución. ¡Cállate! ¡Déjame hablar! Has venido a contarme tonterías al más puro estilo Dr. Jeckyll y Mister Hyde, como que me peleo de noche en las tabernas, llamo a Laura – ¿y qué más? - ¡sin guardar el menor recuerdo! ¡Oh, y todo eso por mi bien! Mentiras piadosas, solo para asustarme y acepte la famosa cura de desintoxicación... ¡Cállate, te digo! Es la idea fija de mi hermana, ¡lleva calentándome la oreja hace semanas! “¡Mi pequeño Pierre, tienes que hacerlo! Oh, sé bien que el día mismo en que dejaras la clínica volverías a beber, pero al menos tu organismo estará en mejor estado...” ¡Sutil dialéctica cura-alcohol, con el fin de hacer durar al organismo algunos meses más! ¡Embebido-desembebido-embebido! ¿Qué pintas tú ahí? ALAIN ( riendo). Eso me pregunto querido, ¡de dónde has sacado esta historia del complot! ¡Es muy grande! Que tu hermana me haya encargado... Confieso que no habría pensado jamás en eso. PIERRE. ¿No? Es para morirse de risa. ALAIN: Antes de que empieces hablar desde tu borrachografía, quiero preguntarte algo que... me intriga desde que he entrado aquí. No te enfades, pero, ¿por qué bebes? PIERRE (estupefacto). ¿Cómo qué por qué?

Page 19: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

19

ALAIN. No, de verdad... No has parado de beber desde que he llegado. Has debido beber 4 o 5 whiskys... Estoy seguro de que habrías bebido menos si hubieras estado solo. Los alcohólicos es exactamente lo contrario. Se esconden para beber. En familia, beben Coca Cola y cuando les dan la espalda, arrojan ron dentro. Hay un tipo así en el periódico: está siempre ebrio y nadie le ve beber. Tú, por el contrario, te exhibes. Como si quisieses jugar al alcohólico. PIERRE (encantado). En suma, ¿me acusas de no ser un verdadero alcohólico? ALAIN. Oh, yo, no te acuso de nada... Jamás acuso a nadie de nada. Me pregunto, simplemente. (Bromeando). ¿Tienes quizá una vocación de enfermo? PIERRE. Es interesante eso. ¿Podrías repetirlo? ALAIN ( siguiendo el juego). Hay gentes así, que adoran ser enfermos... Para que se ocupen de ellos. Con buena salud pasan desapercibidos. Sombras que van y vienen. Enfermos, les alivian, les arropan, les ponen calentadores en los pies. Y ellos, beatíficos, derrotados, se dejan ir, toda la familia con el rostro grave a su cabecera. Ellos tienen en fin, la impresión de existir. Pero, por supuesto, tú... No se puede decir que pasaras desapercibido. PIERRE. Es una lástima que no hayas tenido más suerte con las mujeres. ALAIN ( sorprendido). No veo la relación. PIERRE. Esa manera tuya de tener sólidamente los pies en la tierra. Mentón voluntarioso y mirada clara. Ya sabes, las mujeres adoran eso. ALAIN ( irónico). Y por tanto, ¿no soy un seductor, como tú? PIERRE. Oh, yo... ¡No! Hace tiempo que lo tengo superado. ¿Conoces algo más estúpido que un “hombre mujeriego”? Además sin ser un seductor se puede tener más o menos suerte con las mujeres... Con una en particular, si lo prefieres. ALAIN. ¿Dónde quieres llegar? PIERRE. ¿Tienes suerte con las mujeres? ALAIN ( después de un breve silencio). ¿Todavía esa vieja historia? PIERRE. ¿Qué vieja historia? ALAIN. Ninguna importancia...

Page 20: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

20

Silencio. PIERRE (con viveza). ¿Entonces? Dime todo: ¿Habéis escogido ya la clínica? ¿De qué color es? ALAIN. ¿La clínica? PIERRE. ¿Para mi cura? ALAIN. ¡Me importa una mierda tu cura! ¡Después de todo tu sabrás si quieres desintoxicarte o no! PIRRE (sarcásticamente). Ya veo... Método moderno. “Te ponemos de frente a tus responsabilidades. Te corresponde a ti tomar una decisión. Eres tú quien voluntariamente debe decidir si quieres o no quieres curarte...” Y bien, mierda, no hay nada que hacer. Voluntariamente decido no ir. Soberanamente elijo la deriva lenta, encantadora, de la ebriedad. Ya está. Por otra parte, detesto los hospitales... Ese olor a cadáver... ¡Puag! ALAIN. Bien, me parece perfecto. Nadie ha hablado de cura, salvo tú. Y en lo que concierne a tus llamadas de teléfono nocturnas, lo mejor es que Laura cambie su número. Eso llevará su tiempo. Trata de llamarla un poco menos mientras tanto. PIERRE (gritando). ¡¡Yo no la llamo!! ALAIN (¿contento de verle encolerizado?). De acuerdo, de acuerdo. Tú no la has llamado. Laura fabula. ¿Es quizás sintomático, eh? que ella invente esta historia de las llamadas. Como si inconscientemente ella tuviera ganas, de que la telefonearas. Quizá no exactamente en las mismas condiciones, pero cuando el inconsciente se desata, ¿eh? Todo el mundo sabe eso. PIERRE. ¿Quién te manda? ALAIN. ¿Perdón? PIERRE. Te encuentro curioso. Desde que has entrado por esa maldita puerta, donde jamás entran los que espero, dicho sea sin ánimo de ofenderte, compañero, sabes lo que es esto – te he encontrado curioso. ¡Dime todo, va! ¿Somos camaradas, no? La amistad, hombre, la amistad tiene eso verdad. ¿Entonces? ¿No te sientes bien en tu piel? ¿Tienes la impresión de haber malgastado tu vida? ALAIN. Toda vida es fallida. Incluso la tuya.

Page 21: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

21

PIERRE. Oh, la mía... hace tiempo. Primera época, si quieres. Desde los tiempos en que creía en una especie de sistema de valores invertidos. Pero ahora... ¿Fallida con respecto a qué? Eso no tiene sentido. El revés conlleva el derecho. Estoy fuera. ALAIN ( sonriendo). Estás bien amargado. Entonces, ¿no hay solución? PIERRE. Siempre puedes arrojarte al Sena... ALAIN. ¿Por qué no lo haces? PIERRE (le mira un momento en silencio después con una risa breve). Nado demasiado bien. ALAIN. ¿Una bala en la sien? ¿No? O el ahorcamiento... Parece que funciona, orgasmo incluido. ¿Una bella muerte, no? PIERRE (después de un corto silencio, con una sonrisa irónica). ¿Me ves colgado? ALAIN. Para nada. Al contrario. La prueba es que te hablo en broma. Si fuera en serio, hazme el favor de creer que no me gustaría... PIERRE. De todos modos, para que matarse si vamos a morir de todos modos... Y además, me gusta bastante observar como me derrumbo poco a poco. Es un espectáculo estimulante intelectualmente. ALAIN. ¿Derrumbarte tú? PIERRE. ¿No? ALAIN. Eres tú quien lo dice. PIERRE. Soy yo quien lo dice. Entonces, ¿por qué has venido? ALAIN. Pues querido... la nostalgia, eso existe, la nostalgia... No nos vemos nunca... mientras que antes durante diez años nos veíamos prácticamente todos los días. Seguíamos a las chicas, nos emborrachábamos, deambulábamos noches enteras y sobre todo, sobre todo, hablábamos... hablábamos... no parábamos de hablar... ¿Te acuerdas? Desde por la tarde, noches enteras en los bares, o en las calles, hablando... Teníamos miles de proyectos, de viajes, de aventuras... pero eso es sin duda más banal. Con el paso del tiempo... un cierto regusto ha quedado. Y de golpe, ¡hop!, no nos vemos más... Quizá que te echo de menos.

Page 22: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

22

PIERRE (insultante). ¿Estás seguro de que no me vas a pedir un anticipo? ALAIN ( vejado) ¡A la mierda! PIERRE. La única cosa inteligente que has dicho desde que has llegado. Silencio. ALAIN. ¿Así que tu hermana te dio la charla ayer? PIERRE. Ya te he dicho que no fue ayer. Fue hace dos o tres días... Me acuerdo perfectamente. ALAIN. Fue ayer. Ella se acuerda perfectamente. Tiene excelentes motivos para eso. PIERRE. ¿Le rompí una botella en el cráneo quizá? ¿Se trata de guardar las formas? ALAIN. No se trata de eso. ¿Qué le digo a Laura? PIERRE. Que guardo un recuerdo emotivo de nuestra vida común. ALAIN. ¿Es verdad? PIERRE. ¿Qué coño puede importarte eso? ALAIN ( ríe). Nada, por supuesto. Pero del asunto del teléfono, ¿qué le digo? PIERRE. Que descuelgue el aparato... o que se ponga en los abonados ausentes. O que se compre una de esas máquinas de registro automático de las comunicaciones. Hace tiempo que tendría que haberse comprado uno. Parece ser que es muy práctico. Podrá escuchar los registros durante el desayuno. ¿A propósito, qué le digo? ALAIN. ¿Quieres saberlo realmente? PIERRE. ¡Por supuesto que quiero saberlo! ALAIN ( después de una breve duda). Bah, insultos... PIERRE. ¿Insultos? ¿Cuáles? ¿Guarra? ¿Perra? ALAIN ( mirándole de un modo extraño). Exactamente. Guarra. Perra. Puta. ¿Quién te folla ahora? Porquerías como esas. Ya ves el estilo. Tu vocabulario es demasiado restringido. ¿Curioso, no? Tú que eras tan prolijo habitualmente.

Page 23: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

23

PIERRE. Tiene un aire demasiado clásico para ser verdad. ALAIN. Entonces no lo es. PIERRE. ¡Vaya! ALAIN. ¿Prefieres que sea verdad? PIERRE. Yo no prefiero nada de nada. ALAIN. Como quieras. Tú no llamas a Laura, tú no te peleaste en un café la noche pasada. Tu hermana me ha contado un cuento. No hablemos más. Hablemos de ti. ¿Cómo vives últimamente? ¿Demasiados problemas para procurarte el whisky? PIERRE. No demasiados. Cuando el cheque de tu hermanita llega tarde, puedo conseguir una botella de aquí y de allá. Nada grave. ALAIN. Es verdad, está el cheque de la hermana. PIERRE. ¿No estarás tratando de molestarme? ALAIN ( rápido). ¡Para nada, para nada! Simplemente me preguntaba como te las arreglas para comer y beber... Había olvidado el cheque de la hermana. PIERRE. ¿Tú me habrías prestado dinero, no? ALAIN. Quizá, sí... PIERRE. Que así sea, hombre, no quiero privarte de ese placer... Tengo enormes deudas, ya ves... Debo mucho dinero a Madeleine, por ejemplo... ALAIN. ¿Madeleine? PIERRE. Sí, la vecina del segundo. ¿Has olvidado a la vecina del segundo? ¿Mi coartada de la pasada noche? ¿Quién prueba que mientes? ALAIN. No eras tú. Era seguramente alguien que se te parece. Y que llevaba mi chaqueta, además. PIERRE. ¿Tú chaqueta? ALAIN. Sí, la que tú me habías machado. PIERRE. ¡Qué cerdo! ¡Me la habías dado! ALAIN ( riendo). Admitamos... que se llama Madeleine. ¿Qué es lo que no sabía hacer al completo?

Page 24: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

24

PIERRE. La andaluza. La andaluza al completo. ALAIN. ¿Qué es eso? PIERRE. ¿De qué te serviría saberlo? ¿No vas a hablar de ello en tus páginas económicas, no? ALAIN. Seguramente no... era por curiosidad personal... (Una pausa). ¿Estás seguro que existe realmente esa Madeleine? PIERRE. Existe. No tienes más que ir a verla. Golpeas, entras y le preguntas: “Enséñeme el lunar en vuestra cocina recta.” Si ella tiene uno, es Madeleine... Si no lo tiene, sigue siendo Madeleine... ALAIN. Ya veo. ¿Es de ese tipo de mujeres que llega a altas horas de la noche? Después de que te hayas preparado largamente según el método sarraceno. Ella atraviesa lentamente los muros. De costado. Entra. Pero no sabe hacer la andaluza al completo. PIERRE. Ahora ya lo sabe. De todos modos no es para nada así. Nuestras relaciones son tan transparentes como las de los vendedores. Confieso por tanto que ella me da crédito... Ninguna hazaña, ¿no te parece? ALAIN. Te creo capaz de conmover a una prostituta de gran corazón. ¿Cómo la has conocido? ¿Os habéis cruzado en la escalera y ha tenido un flechazo? PIERRE. Nos hemos cruzado en la escalera y la he preguntado: “¿Cuánto?” ALAIN. ¿Tan sórdido como eso? Has cambiado mucho. Tú que tenías siempre aventuras tan románticas con las mujeres. Y cuando no lo eran, exagerabas, inventabas... ¿El juguete Sonia, te acuerdas? PIERRE (soñador). El juego que juego con Madeleine, deja huellas indelebles. ALAIN ( irónico). ¿De verdad? (Amistoso, natural.) Has cambiado bruscamente desde hace tres años. Antes, eras un tipo alegre, inquieto, viajabas por el mundo. Yo no diría que llevaras una vida “normal”, partiendo de la base de que eso no quiere decir nada, ¿no crees? Pero en fin, llevabas una vida diferente. Debió pasar algo antes de tu boda con Laura... ese matrimonio fue extraño, a fin de cuentas. Una especie de juego... o un refugio... o las dos cosas... Pero eso no ha arreglado nada. Has continuado cortando los puentes con tus amigos, con todo. Incluso con Laura a la que no veías apenas... PIERRE (interrumpiendo). Sí que la veía, sólo la veía a ella y era perfectamente nauseabundo.

Page 25: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

25

ALAIN. ¿Entonces? ¿Pasó alguna cosa? ¿No quieres hablar de ello? PIERRE. Eres entrañable en tu papel de amigo caritativo, sí, te lo juro compañero... Un poco ridículo quizá, pero encantador. ALAIN ( después de una pausa). Bien. No quieres hablar. Pues no hablamos. ¿Dime por qué la llamas? PIERRE (violento). ¡Qué no la llamo! ALAIN. ¡Mientes mal! Yo mismo te he oído... PIERRE (después de un silencio). ¿Hace tiempo que te acuestas con ella? ALAIN. ¡No se trata de eso! PIERRE. Desolado de despertarte a ti también, amigo... Pero comprende que no podía saber... ALAIN ( enervado). ¡No se trata de eso! Fue la semana pasada. Jugábamos al póker. En casa de Laura... Serían las tres de la madrugada... más o menos... cuando el teléfono sonó... PIERRE (sonriendo). ¿Y entonces? ALAIN. Laura cogió el aparato... y después me lo pasó. PIERRE (siguiendo el juego). Un verdadero Hitchcock. ¿Y entonces? ALAIN. Ya te lo he dicho. PIERRE. ¿Insultos? ALAIN. Insultos. PIERRE. ¿Puta? ¿Guarra? ¿Perra? ALAIN. Cosas de ese tipo... y otras peores... PIERRE. Es muy interesante. ¿Esas llamadas han tenido incidencia en vuestras relaciones?

Page 26: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

26

ALAIN ( esforzándose en permanecer calmado). ¡Fue durante una partida de póker! ¿No me crees? Había otras tres personas en la habitación. Por supuesto, no les he dicho el nombre del loco que gritaba insultos al teléfono... ¡pero incluso ellos escucharon tus gritos! PIERRE (dulcemente). ¿Te das cuenta que siempre te has sentido atraído por mis mujeres? Era tener un ligue y caías enamorado de ella. Después fue mi hermana. Y después Sonia... ¡Y ahora Laura! Es algo morboso, ¿no te parece? Sé bien que cuento mucho en tu vida, ¡pero tanto! ALAIN. ¡Me río de tus mujeres de los cojones! Pierre da un salto y golpea a Alain. Silencio tenso. PIERRE (riendo entre dientes). Lo siento... pero no puedo dejar que insultes a mis mujeres. Dice eso sin creerlo abiertamente. Ha escogido el primer pretexto para golpear a Alain. ALAIN ( tratando de permanecer calmado). ¿Y ahora? Intercambiamos las cartas de visita y nos encontramos con nuestros testigos en el Bosque de Bolonia... PIERRE. ¿Por qué no? ¡Eso o seguimos masturbándonos! Pero bebamos un trago a la espera... Vuelve a ponerse a beber. Parece bastante contento de haber golpeado a Alain. Y cosa extraña, Alain también tiene un aire secretamente satisfecho. ALAIN. No tienes tanto control de ti mismo como quieres aparentar, ya que pasas el tiempo dando golpes sin motivo... como ayer noche. ¿Esperabas quizá que te lo devolviera? ¿Una buena pelea para pasar el tiempo? PIERRE. Cierto, es verdad, ¿por qué no me lo has devuelto? ALAIN. ¡No disputo con enfermos! PIERRE. Entonces. Estoy enfermo... Sé bien que no haces alusión al cáncer. Pobre hombre, ¿a qué juegas? ¿quién te ha enviado a hacer el payaso conmigo? ¡Vuelve a tus páginas económicas y déjanos tranquilos! ALAIN. ¿Nos?

Page 27: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

27

PIERRE. Por supuesto, nosotros. Yo y el otro. Yo y mi sombra, mi mono sobre la espalda. Mi doble negro. El criminal que bulle en mí y sale por las noches para llamar a los timbres de las madres de familia, que sueñan con vastas praderas. Las madres de familia sueñan siempre con vastas praderas, ¿sin duda te habrás dado cuenta de ello? Debe tener relación con las glándulas mamarias, o peor todavía... ALAIN ( le mira con aire dubitativo). Durante el día, es soportable. Fanfarroneas, sueltas discursos – cuando no existe ese otro. Bebes un trago. Sin duda vas de verdad al restaurante de vez en cuando. Miras por la ventana. Ayudas a las ancianas a atravesar la calle... ¡no importa! Roes las horas, las horas, el día que pasa... pero por la noche eso se rompe... No tienes el trago, la noche. ¿Por qué? PIERRE. Sí... ¿por qué? ALAIN. Por la noche haces cosas de las que no te acuerdas al día siguiente. PIERRE. ¿De verdad? ¿Y es... grave, según tú? ALAIN. ¿Sabes lo que haces por las noches? PIERRE. No tengo un plan muy preciso para mis noches. Para mis días tampoco, por otra parte... Me dejo llevar por el azar... Siempre a la deriva... ya me conoces... ALAIN. ¿Puedes acordarte de una sola de tus noches? PIERRE. Puedo acordarme de muchas. Tengo también algunos recuerdos de infancia, si eso te sirve. ALAIN ( terco). ¿La última noche, por ejemplo? ¿Dónde fuiste después de que te arrojaran a la puerta del café? PIERRE (mofándose abiertamente). Sin duda a algún templo... ¿No? Es lo que hago habitualmente, después de haber matado a alguien en un tugurio. El silencio... la paz... el frescor del mármol contra mi frente ardiendo. Me gustaría ser ateo, aspiro a la pureza, amigo, ¡no olvides jamás eso! ALAIN. No te acuerdas, seguro. No te acuerdas de nada. Es por eso que te has inventado esa Madeleine, como no hace mucho a Sonia. Escucha, Pierre, miras las cosas de frente...

Page 28: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

28

PIERRE (mismo juego). ¡No hago otra cosa que eso! Toda mi vida no he hecho otra cosa: mirar las cosas de frente. Vistas de perfil, son a menudo más bellas, pero conozco mi deber, resisto a la tentación del perfil: miro las cosas de cara... rotundamente... ¡cómo un hombre! ALAIN ( cansado). Sí, bueno... Te diviertes. Tratas de caer divirtiéndote. Siempre has sabido escabullirte lejos. Y porque no si te funciona. Puesto que tu hermana te protege y alimenta, tus amigos se inquietan por ti y que yo mismo haya venido para... (Se calla). PIERRE. ¿Para? ¿Consolarme? Ofrecerme un hombro seguro... ¿y compartir conmigo el peso del mundo? Yo, estoy aquí, tranquilo, en mi escondite, preparándome alegremente para afrontar una nueva jornada con resignación y bondad. Los días, no sé sabe realmente lo que significa un día, hasta que no se hace nada. Es entonces cuando cada minuto reencuentra su espesor original. ¿Estás seguro de que no se te está haciendo tarde? ¡No querría ser la causa –incluso indirecta- de una reprimenda por tus superiores jerárquicos! ALAIN. Bueno, bueno, de acuerdo... No insisto. (Un instante). A mí tú salud me es indiferente, ¿comprendes? Me resbala. Si has decidido convertirte en alcohólico, ¡es asunto tuyo! Solamente... en fin... ¿por qué torturar a Laura? No lo comprendo... PIERRE. ¿Ella pide el divorcio? De acuerdo. No se debería haber casado jamás. Todos esos papeleos, eso mata el amor, forzosamente. Por no hablar de la mantequilla derretida y de las caries. Y otras cosas que prefiero callar. Sólo debería casarse su madre. Así, al menos, está tranquila. Seguro que no tendrá más que una. ¿Cómo era tu madre? ¿Ningún problema por ese lado? Espera que me acuerde... Tu madre... ¿Era una buena y gruesa mujer con gafas, completamente idiota? Era quizá la mía esa. Yo, ya ves, soy un borracho, bueno para nada, como se dice en el campo. Podría ser casi un vagabundo si no fuera tan vago, pero con mi madre, siempre he sido de una corrección absoluta. Ni un mal gesto, ninguno. Y con motivo. Decir que he sido condenado a estar encariñado de esa buena mujer... aburrida... tan aburrida. Verdaderamente algo he hecho mal. ALAIN. Por tanto fuiste a su entierro... y lo que es más, a Toulon. PIERRE. Sí... ¿hacía falta, no? ALAIN. Lo decía por decir...

Page 29: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

29

PIERRE. Lo decías por decir... solo para hacerme sentir que no te engañas, que a pesar del cinismo tengo un corazón inmenso. En realidad, ya ves, estaba borracho, mi hermana con la complicidad de Héctor –su marido- y de Laura, me colocaron en un coche y me llevaron a Toulon. Héctor, muy digno al volante. Todo vestido de negro, como si condujera el catafalco. Vomité cuatro veces en ese maldito viaje. Y juré vengarme de Laura. ¿Extraño, no? ¿Por qué de Laura? ¡La inocencia hecha mujer! Como se puede reprochar a las vacas mirar pasar los trenes. Pero no has venido aquí para hablar de mi vida de familia. ALAIN. ¿Por qué no? PIERRE. Me irritas; vienes aquí, manifiestamente con una finalidad precisa, lo he sentido desde que has franqueado la puerta, amigo, y después de haber dejado caer algunas alusiones a mis ignominias pones semblante de esperar que yo haga no sé qué confidencias... Pero no tengo nada que decirte, palabra... Te estimo, eso es todo. Eres fastidioso como la lluvia, pero te estimo. Eres un innoble pequeño burgués radical, pero te estimo. Eres un hombre de “izquierdas” que trabaja en porquerías infames que va al baile los sábados por la noche, y entre javas, y con el enternecimiento que el alcohol procura a los no alcohólicos, te llamas a ti mismo “la prensa podrida”... (¿Por qué me miras así? ¿No bailas la java?), pero eso no es nada... tú pequeña vida reglada... critica lo que quieras, que yo te estimo. No reprimas tus sentimientos. Ah, me olvidaba. No tienes ningún gusto para vestirte, pero yo te perdono, no puedo estimarte más. Tu traje es particularmente horrible, hoy, pero pasemos... Ves, no tengo nada que decirte. Sólo que llevas una vida de mierda, que engordas, que hace una hora que me haces cagar a propósito de motivos cada vez más nebulosos , pero no pasa nada, me alegro de verte, boca de raya, bebe un poco, ¡vamos! Tienes que llegar borracho al periódico, eso pega con tu costado de periodista de película americana, te apreciarán más. Incluso te ascenderán, te harán editorialista. ¡Una promoción, podrás menear la cabeza: el problema del subdesarrollo, las tasas de crecimiento, el P.N.B. (Producto Interior Bruto)! ¡Eso no te lo hacen a ti! Ya sabes. ¡Tú estás en el ajo! ¡Créeme! Tienes que llegar borracho, echar la bronca a tu redactor jefe, que lo merece, sino no lo sería, y después te acuestas. Mañana, escribirás tu carta de dimisión e insultarás de nuevo y por la misma razón a tu patrón. Pero, golpe de efecto, el propietario de tu tabloide - ¿quién es ya? ¿un banco sin duda? ¡Ah, los bancos, los bancos, ellos se comen todo, los bancos! – en suma, el propietario de tu tabloide, no solamente rechaza tu dimisión, sino que espoleado por tus insultos al redactor en jefe, le destituye y te pone en su lugar. Todas las grandes carreras de periodista han empezado así. Deberías saberlo. Ciertamente, vas a dudar un momento antes de aceptar, porque enviando tu carta de dimisión habías considerado venir a instalarte aquí y compartir mi vida de libertinaje y de deriva – viejo sueños, ¿eh? ¿sinvergüenza? – pero la atracción de la tinta de impresión y el olor de los plomos de madrugada será más fuerte. ¡Dejarás caer a tu viejo camarada, el vagabundo-no-místico y subirás con el paso alegre que te caracteriza el camino en mármol negro del éxito! ¡Mierda! Tengo que beber un trago después de esto...

Page 30: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

30

ALAIN ( encantado). Yo no sé si te das cuenta, pero es casi palabra por palabra, el discurso que me diste hace lo menos diez años, cuando acepté mi primer trabajo en la “gran prensa podrida”. PIERRE (un nuevo vaso en la mano). Y avanza sus grandes manos fraternales para ofrecerme su amistad de jarabe. ¡Me importa una mierda! ¿A qué juegas? ¿Quieres verme de rodillas? ¿Qué me arrastre por el suelo pidiendo socorro? ¿Una vez más quieres interpretar la comedia del amigo caritativo, firme y bueno, consolador y devoto? ¡Pobre imbécil! Escucha, sé amable. Ves, hay una puerta allí. Te levantas, la abres y te vas. ¿De acuerdo? ¡Vuelve dentro de un año o dos! Estaré contento de verte. Beberemos un trago, hablaremos de política... y todo será perfecto. En un año o dos. Pero ahora, tengo mi público... ¡Lárgate! ALAIN. ¿Es lo mismo que con Sonia? ¿También lo ha causado ella? PIERRE. Sí... por supuesto. Es por su culpa. Soy como un árbol golpeado por un rayo. Vacío. Perdido. Nada tiene sentido después. Ya está. ¿Estás contento? Entonces, ¡lárgate! ALAIN. ¿Es la misma causa que la de una mujer que nunca existió? ¿Qué no era más que uno de tus juegos? Durante un año nos hiciste caminar con esa mujer deslumbrante que nadie vio jamás. Todos estábamos celosos. Esa rubia de ojos negros que decías querer proteger del sol. Después de un año ella parte y te pegas un tiro en el corazón. ¡Sublime! ¡Qué bella y triste historia de amor! ¡Qué maravillosa historia hasta que descubro, por casualidad, que Sonia no había existido! ¡Sublime superchería! (Por primera vez malvado.) Analizándote te caes, Pierre. No eres capaz de inventar más que vecinas prostitutas. Caes en el neorrealismo. O peor aún, no inventas nada, y compartes realmente el cheque de Nicole, con una vulgar puta que te la menea una vez al mes y que te ofrece un trago de wishky como propina. Te hundes, ciertamente, pero poco. Jamás he creído que el alcohol convirtiera a nadie en un genio pero a ti, te quita la poca fantasía que a veces conseguías poner en tu vida... ¡Estás a punto de convertirte en un patético maniaco, en un psicópata del extrarradio que insulta a su ex mujer por teléfono! El alcohol no te favorece, simplemente estás a punto de convertirte en un enfermo, en una bestia, ridículamente enfermo y huraño, como un perro sarnoso... ¿Es eso lo que hizo desmoronarte, hace tres años? ¿El descubrimiento de tu mediocridad? PIERRE (pensativo). Respira un poco, viejo amigo, te vas a sofocar hablando tan rápido. Yo, como Galileo delante de la Inquisición, no puedo decir: “Y sin embargo, se mueve...”. Hablo de Sonia, claro está. ALAIN. ¿Sonia? Quieres decir que...

Page 31: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

31

PIERRE. Perfectamente. Quiero decir que. ¿Estás celoso, viejo mono? Una mujer que jamás has visto es peor que todo. ¿Quieres saber, meter tu nariz en la mierda? ¿Qué te cuente los detalles? Pues no tengo ganas. No tengo ganas de hablar de Sonia contigo. Menos ahora que entonces. Ella era grande y bella y caminó por las calles de esta ciudad. Es todo lo que necesitas saber. Siempre has vivido por poderes, ¿eres consciente? Mis amores por poderes. La vida y los acontecimientos de los demás, por poderes, en tu despacho de periodista. Inglés por poderes, con tus trajes repulsivos y tu tabaco pestilente y tus zapatos de la casa Church... ¿quieres más? ¡El incesto por poderes con mi hermana! ¿Quieres más? Se dobla en dos de sufrimiento, los brazos plegados sobre su vientre. Gira sobre sí mismo, lentamente. Sufre ostensiblemente. ALAIN ( a media voz). ¿Puedo sufrir por poderes en tu lugar? (Pierre no presta atención, puede que no le haya oído. Continúa girando lentamente sobre sí mismo, doblado en dos.) ¿Qué es lo que tienes?... ¿Estás mal? (Siempre doblado en dos Pierre se precipita fuera de la estancia. Alain mira alrededor de él, tiene el rostro pálido de rabia. Muy rápido mira los objetos, papeles tirados, etc... como si buscara alguna cosa. Después saca una “mini-cassette” de su bolsillo y la coloca en un lugar discreto. Espera. Pierre vuelve. Ha vomitado. Pálido. Pero se sostiene casi con normalidad. Alain disimula el interés.) ¿Qué tienes? ¿Estás mal? PIERRE (riendo). ¿Has envenenado el whisky? He vomitado... La primera vez que eso me pasa... (Se sirve un nuevo vaso.) ALAIN ( escandalizado). ¿No has bebido suficiente? PIERRE. ¿Por qué no? (Rellena su vaso.) No sienta peor que las almendras amargas, por tanto... No es arsénico... ¿Cómo se llama ese veneno que no sabe a nada y no deja gusto? ¿El curare? ¡A tú salud! (Bebe y se estremece, como si el alcohol le sentara mal.) ALAIN. ¿Quieres impresionarme bebiendo como un idiota? No impresionas. PIERRE (agitado y alegre). Deberías casarte... fundar una familia... ¡Es lo que deberías hacer! Tienes vocación de padre de familia. No estás hecho para esta vida de solitario... se te sube a la cabeza... te hace ir a zanganear a la casa de los demás como una mosca. ZZZZZZZZZZZZ. Esposa a Angélica, la rubia Angélica. Angélica la de las anchas caderas... te dará bellos niños rubios. Te dejarás crecer la barba. Tendrás un jardín. Serás feliz. Pero no tardes. Angélica no va a esperarte eternamente. Sus propias represiones la ahogan. Sus pulsiones maternales la vuelven loca. Si ella no echa al mundo rápidamente una docena de niños, reventará. Como un higo demasiado maduro.

Page 32: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

32

ALAIN. ¿Puedo saber quién es Angélica? PIERRE. Tu futura mujer. La que a fuerza de esperarte tiene las fiebres purpurinas y vespertinas... y granos en la comisura de los labios. La que se debilita, húmeda en la gran cama campesina donde ella duerme sola, la pobre, los senos inflados de promesas de leche... ¡la sonrosada! ¿Te ves, al volante de un familiar verde, recorrer enérgicamente el extrarradio sudeste, los domingos? Yo, sí. Camisa blanca. Corbata sobria. La chaqueta cuidadosamente colgada en la percha cuyo gancho se agarra a la vitrina trasera izquierda. La pipa en la boca. Tú dirás: Angélica, las relaciones padres-hijos tienen que reinventarse... y ¡hop! la autopista del oeste. Y a propósito, (Da un salto hacia Alain.) me olvidaba... (Le golpea de nuevo.) ALAIN ( sorpresa y cólera, grita). ¡A la mierda! Qué es... PIERRE. Ah... ah... ah... No he hecho más que devolverte el golpe que tú me has dado hace poco... ALAIN ( mismo juego). ¿Yo? ¡Especie de capullo! ¿Te burlas de mí? PIERRE. Perfectamente. ¿No lo habrás olvidado? Golpear a tu mejor amigo, compañero de colegio, ¡eso no se olvida! Esto me apena, ya ves, viejo amigo, la prueba es que he tardado en devolvértelo... y cuando digo tardado... es vacilar lo que debiera decir. Pero he sentido que tenías remordimientos de haberme golpeado así, sin propósito. Entonces me he dicho: voy a devolvérselo y todo habrá finalizado... anulado. ¿Quieres beber un trago? ¿Para sellar nuestra amistad recobrada? Hecha la reflexión no creo que hayas envenenado el whisky. Una simple indisposición intestinal por mi parte. (Ríe, siempre agitado.) ALAIN (agitado.) ¡Empiezo a tener suficiente Pierre! Empiezo a cansarme de tus insultos... de tus golpes... había venido... a hablar contigo de... (fuerte.) del único asunto que te interesa, ¡de TI! De las cosas lamentables que haces, borracho... ¡y qué ni tan siquiera recuerdas! Comprendo bien que tengas miedo de mirar la verdad de cara. Eres... eres... ¿Sabes lo que Nicole me dijo ayer? PIERRE. En alguna parte al lado de Cardinal-Lemoine hay un mercado donde se venden las cerezas diez céntimos menos caras el kilo... ALAIN ( le mira un instante en silencio). Un día... hace mucho... Debíamos tener 14 o 15 años... estábamos sentados en un banco de Luxemburgo sin duda haciendo novillos. Declaraste con un tono perentorio que si tú lo decidías, podrías convertirte en un gran criminal. ¡UN GRAN CRIMINAL! ¿Te acuerdas?

Page 33: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

33

PIERRE (natural). ¡No! Si tuviera que acordarme de todas las chorradas dichas en los bancos de Luxemburgo... ALAIN. Lo importante, en el fondo, no es esa declaración particular a propósito de los crímenes que podrías o no cometer... el “todo está permitido” es pasablemente rancio, ¿no crees? Lo importante es que estabas convencido y que habías logrado convencer a algunos de nosotros, que fuera cual fuera el terreno elegido por ti... harías ¡GRANDES COSAS! Que tu vida no iba a ser de ninguna manera “como la de los demás”. Y no has hecho jamás, jamás, más que cosas lamentables, de una banalidad repugnante. ¡Ah, hablemos, de tu vida de “excesos y a la deriva”... pequeño borracho baboso... que es arrojado a la puerta de las tabernas y que vomita en cubos de basura! PIERRE (interrumpiendo, sarcástico). Alain... Alain... Alain... pero qué palabras, qué tono... qué odio en tu voz... ALAIN ( seco). Nicole vino ayer... Ella me lo ha contado. Sobre las siete más o menos... Golpeó la puerta. Nadie respondió. La puerta estaba abierta, entró. Estabas sentado sobre esa silla (Señala.)... brazos colgando... pálido... boca abierta. Vómitos por el suelo. Apestaba. Ella te ha habló. No respondiste. Se aproximó a ti. Entonces, te has agarrado a ella, y le has dicho cosas horrorosas. (Son sus términos.) Ella ha tratado un momento de comprender lo que querías. NI TAN SIQUIERA LA HAS RECONOCIDO. ¡LA LLAMABAS MADELEINE Y QUERÍAS VIOLARLA! PIERRE. Eso me extrañaría... ¡Esa gordinflona! ALAIN. No vayas a imaginar que eso la ha chocado. ¡No creas que no sé de tus tendencias incestuosas! Tu hermana se mofa de ello. Es por ti por quien se inquieta, la gordinflona. Está segura que ni tan siquiera la reconociste. La mirabas sin verla. Trataste de desgarrar su ropa. Elle se defendió... te empujó... no muy fuerte, pero caíste al suelo. Se quedó una hora mirándote, hundido, por el suelo, lívido, como muerto. Después te has puesto tranquilamente a roncar... Entonces, ella se ha levantado. ¿Me escuchas? Se levantó. Limpió la habitación y – el colmo de la ironía – ha dejado un poco de dinero sobre la mesa, antes de irse. (Pierre sonríe. Alain furioso, grita.) ¿No me crees? ¡Es muy fácil! ¡Telefonéala! ¡Vamos! ¡Telefonéala si tienes valor! PIERRE (después de un silencio. Está trastornado pero consigue ocultarlo, casi). ¿Por qué has venido? ALAIN ( tono del principio). Para hablar un momento contigo. De todo y de nada... de la vida que pasa... de las jornadas monótonas y efímeras... De la nostalgia de los acantilados y de la imposibilidad de aceptar las cosas como son y de la imposibilidad de cambiarlas... ¿Te reconoces?

Page 34: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

34

PIERRE (fatigado). No realmente. Silencio. ALAIN. No deberías beber. PIERRE. Lo sé. No debería beber. ALAIN. Por supuesto, hoy sabemos, tú y yo, que nos hemos hecho demasiadas ilusiones a tu cuenta. Pero aún así. El alcohol te vuelve idiota. PIERRE (tono sarcástico desde el principio). Oh, no hace falta exagerar. Todavía puedo contar hasta cinco. ALAIN ( la mala intención aparece de nuevo). Retrasado, si lo prefieres. PIERRE. ¡Y tanto que lo prefiero! Es más bonito, retrasado que idiota... más bonito... hace campaña. ALAIN. ¿Entonces? PIERRE. ¿Entonces qué? ALAIN. ¿No tienes nada que decir? PIERRE. Dios Mío, no... ¿Qué quieres que te diga? ¿Es culpa mía que durante tanto tiempo me hayas tomado por el ombligo del mundo? Ahora estás decepcionado... tú querías... te comprendo perfectamente, ¿pero quién tiene la culpa? Yo, no te pido nada, Alain, NADA. No te he pedido nunca nada. Es eso lo que te molesta, sin duda. ALAIN ( amargo). ¿Te acuerdas de la visita de Nicole, ayer? PIERRE (suspirando). ¿Por qué has venido? ALAIN. Me parece que está claro. PIERRE. No tanto, ciertamente. Incluso cuando tratas de hacerme creer que quieres defender a mi hermana y a mi mujer. ALAIN. ¡Ya no es tu mujer! PIERRE. ¡No! ¡no! ¡a Dios gracias! La he arrojado a la puerta a patadas en el culo. Lo que voy a hacer contigo en un instante...

Page 35: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

35

ALAIN. ¿Eso a qué te conduciría? PIERRE. A nada. Puro placer. Adoro dar la patada a la gente. ¿Qué propones? ALAIN. ¿Cómo que qué propongo? PIERRE. Siento que tienes una proposición importante que hacerme. ALAIN. Ninguna proposición. (Sarcástico a su vez.) He venido a informarte, amistosamente, que el alcohol no te sienta bien, que haces lamentables llamadas nocturnas... y todo lo demás. PIERRE (interesado). ¿Demás qué? ALAIN: Todo lo demás... todo lo que haces borracho y que olvidas enseguida. PIERRE. ¿Hago muchas cosas borracho, que olvido enseguida? ALAIN. Hemos hablado de algunas. ¿Por qué imagino que no estabas muy consciente cuando agrediste a Nicole? PIERRE (siguiendo el juego). ¿He agredido a quién? ALAIN. ¿Te burlas de mí? PIERRE. No, no, te lo juro... Solamente que... Tengo que decirte una cosa... Yo... ¿cómo decirte? Desde hace un tiempo olvido todo... ¿Crees que es el alcohol? ALAIN. Si te lo tomas así no tengo más que hacer que irme. PIERRE (seco). Ya había olvidado que habías venido. Alain va hacia la puerta, pero se para. No puede irse. Tiene todavía un “triunfo” en su juego. Se dirige hacia Pierre. ALAIN. Laura realmente se va a divorciar. PIERRE. Tanto mejor. ALAIN. La he aconsejado que grabe tus llamadas telefónicas. Eso facilitará el divorcio. Se ha comprado un contestador. PIERRE. Me parece muy práctico.

Page 36: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

36

ALAIN ( ambiguo). ¿No necesitas nada? PIERRE. No necesito nada. ALAIN ( siguiendo el juego). ¿Estás seguro? PIERRE. ¿Quieres hacerme un regalo? ALAIN: No, querría enseñarte una cosa. PIERRE. ¿Es realmente indispensable? No querría que llegaras tarde al trabajo... ALAIN. No te preocupes por mí. Escucha. Estoy seguro que te va a interesar... y confieso que espero con impaciencia por ver la tontería que vas a hacer... Pone el magnetófono en marcha. Se escucharán dos voces. Hablando al teléfono. Una es manifiestamente la de Alain (Voz I) – La otra es quizá la de Pierre. VOZ I. ¿Sí?... ¿Sí?... ¿Quién está al aparato? (Silencio.) ¡Sí! (Silencio.) ¿Qué es esta broma? (Silencio.) ¿Sí? VOZ II. ¿Alain? VOZ I. Sí... ¿Quién está al aparato? (Silencio.) ¿Sí? (Voz II murmura alguna cosa incomprensible.) ¿Sí? No comprendo nada... ¿quién está al aparato? VOZ II. Pierre... VOZ I. ¿Pierre? ¿Qué pasa? VOIX II. Tengo que hablarte... Me ha sucedido algo espantoso... Pierre, de un gesto enérgico, arroja el magnetófono contra el muro. ALAIN ( irónico). ¿En este punto? PIERRE. ¡Lárgate! ALAIN. La prueba está ahí. Registrada. Toda tu mierda... PIERRE (interrumpiendo). ¡Lárgate! ¡Cabrón!

Page 37: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

37

ALAIN ( dirigiéndose lentamente hacia la puerta andando hacia atrás). Te dejo. Podrás escucharlo después. A solas. Vas a ver, es todavía peor que todo lo que te he dicho, peor de lo que imaginas... PIERRE. ¡Es suficiente! ¡Déjame en paz! Tus monerías me dejan frío. No olvides cerrar la puerta al salir... ALAIN. Me voy, me voy. Estoy seguro que escucharás la grabación. No podrás resistir. Y entonces, querido, todo el whisky del mundo no será suficiente... PIERRE (sincero). ¿Por qué haces todo esto? ¿Por qué tanta maldad? ¿De qué tratas de vengarte tan ridículamente? ALAIN ( riendo). Adivina. Sale cerrando la puerta. Pierre se queda inmóvil, sobre la cama, contemplando el pequeño magnetofón en el suelo. Después, con un suspiro, se levanta, va hacia el magnetofón y lo recoge, mientras que las luces se apagan.

FIN

Page 38: "EL AZUL DEL AGUARDIENTE" (1982) Carlos Semprún Maura

38